Los burros se adaptaron para vivir en los márgenes de los desiertos, y como
resultado de ello tienen características únicas entre los équidos. Los asnos
salvajes viven separados unos de otros al contrario que los caballos y cebras, que
viven en manadas. Los burros son capaces de emitir rebuznos a un volumen muy alto
que les permite mantenerse en contacto a distancia, hasta los tres kilómetros. Sus
largas orejas le sirven tanto para percibir mejor los sonidos como para poder
disipar mejor su calor corporal.
Los burros en la naturaleza se defienden dando fuertes coces con sus patas
traseras, cosa que siguen haciendo los domésticos cuando son importunados, y
también pueden golpear con las patas delanteras y dar mordiscos.
Alimentación
Los burros tienen un sistema digestivo resistente, menos propenso a los cólicos que
el de los caballos, lo que les permite consumir mayor diversidad de plantas y
extraer agua del alimento de forma muy eficiente. En promedio los burros necesitan
menor cantidad de alimento que los caballos de tamaño y peso equivalente; todo ello
les permite vivir en zonas inaccesibles para sus parientes de nutrición más
exigente.