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EL TRIO CELESTIAL

El Consolador que Cristo prometió enviar después de su ascensión al cielo es el Espíritu en


toda la plenitud de la Deidad, poniendo de manifiesto el poder de la gracia divina a todos
los que reciben y creen en Cristo como un Salvador personal. Hay tres personas vivientes
en el trío celestial; en el nombre de esos tres grandes poderes—el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo—los que reciben a Cristo por medio de una fe viviente son bautizados, y
esos poderes cooperarán con los obedientes súbditos del cielo en sus esfuerzos por vivir
una nueva vida en Cristo.—Evangelism, 615. {ELC 338.2}

Enseñad a vuestros hijos que es privilegio suyo recibir cada día el bautismo del Espíritu
Santo. Permitid que Cristo encuentre en vosotros su mano auxiliadora para ejecutar sus
propósitos. Por la oración podéis adquirir una experiencia que dará perfecto éxito a vuestro
ministerio en favor de vuestros hijos.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 100,
101. {CN 66.2}

Efesios 4:3 solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;

4 un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de


vuestra vocación; 5 un Señor, una fe, un bautismo, 6 un Dios y Padre de todos, el cual es
sobre todos, y por todos, y en todos. (Yo en ellos, TU en MI)

Jeremías 32:39 y les daré un solo corazón y un solo camino, para que me teman siempre,
para bien de ellos y de sus hijos después de ellos. (Yo soy el camino, la verdad y la vida)

Hechos 4:32 Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma
Romanos 12:5 así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros
los unos de los otros.

1 Corintios 1:10 Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que
todos habléis una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que seáis
perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.

Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo; para
que, ya sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un
mismo espíritu, unánimes combatiendo juntos por la fe del evangelio;

Filipenses 2:1 Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún refrigerio de amor, si
alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable y misericordias

Colosenses 2:5 Porque aunque esté ausente en la carne, no obstante en espíritu estoy con
vosotros, gozándome y mirando vuestro orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo.

1 Pedro 3:8 Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos


fraternalmente, misericordiosos, amigables

Comer la carne y beber la sangre de Cristo es recibirle como Salvador personal, creyendo
que perdona nuestros pecados, y que somos completos en Él. Contemplando su amor, y
espaciándonos en él, absorbiéndolo, es como llegamos a participar de su naturaleza. Lo
que es el alimento para el cuerpo, debe serlo Cristo para el alma. El alimento no puede
beneficiarnos a menos que lo comamos; a menos que llegue a ser parte de nuestro ser. Así
también Cristo no tiene valor para nosotros si no le conocemos como Salvador personal. Un
conocimiento teórico no nos beneficiará. Debemos alimentarnos de él, recibirle en el
corazón, de tal manera que su vida llegue a ser nuestra vida. Debemos asimilarnos su
amor y su gracia. DTG 353.3

Obtener la educación superior significa llegar a participar de la naturaleza divina. Significa


copiar la vida y el carácter de Cristo, de manera que estemos en terreno ventajoso
mientras peleamos las batallas de la vida. Significa obtener diariamente la victoria sobre el
pecado. Mientras procuramos esta educación, los ángeles de Dios son nuestros
compañeros; cuando el enemigo viene como un alud, el Espíritu del Señor alza bandera
por nosotros contra él. {CM 375.3}

Iglesia, asamblea.

La iglesia de Dios en la tierra es una con la iglesia de Dios en el cielo. Los creyentes de la
tierra y los seres del cielo que nunca han caído constituyen una sola iglesia. Todo ser
celestial está interesado en las asambleas de los santos que en la tierra se congregan para
adorar a Dios. En el atrio interior del cielo escuchan el testimonio que dan los testigos de
Cristo en el atrio exterior de la tierra, y las alabanzas de los adoradores de este mundo
hallan su complemento en la antífona celestial, y el loor y el regocijo repercuten por todos
los atrios celestiales porque Cristo no murió en vano por los caídos hijos de Adán. Mientras
que los ángeles beben en el manantial principal, los santos de la tierra beben los raudales
puros que fluyen del trono y alegran la ciudad de nuestro Dios. ¡Ojalá que todos pudiesen
comprender cuán cerca está el cielo de la tierra! Aun cuando los hijos nacidos en la tierra
no lo saben, tienen ángeles de luz por compañeros. Un testigo silencioso vela sobre toda
alma, tratando de atraerla a Cristo. Mientras haya esperanza, hasta que los hombres
resistan al Espíritu Santo para eterna ruina suya, son guardados por los seres celestiales.
Recordemos todos que en cada asamblea de los santos realizada en la tierra, hay ángeles
de Dios escuchando los testimonios, himnos y oraciones. Recordemos que nuestras
alabanzas quedan suplidas por los coros de las huestes angélicas en lo alto. {CPI 433.2}

¡Cuán gloriosas son las posibilidades para la raza caída! Por medio de su Hijo, Dios ha
revelado la excelencia que los seres humanos son capaces de alcanzar. Por medio de los
méritos de Cristo, son elevados de su estado depravado, purificados y hechos más
preciosos que el oro de Ofir. Les resulta posible llegar a ser compañeros de los ángeles en
gloria y reflejar la imagen de Jesucristo, que brillará ante el esplendor del trono eterno. Es
su privilegio tener la fe que por medio del poder de Cristo los haga inmortales. Sin
embargo, ¡cuán pocas veces se dan cuenta de las alturas que podrían alcanzar si
permitieran que Dios guíe cada uno de sus pasos! {SSJ 162.3}

Juan 17:21-23

21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean
uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.

22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos
uno.

23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca
que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.

Desde las edades eternas, había sido el propósito de Dios que todo ser creado, desde el
resplandeciente y santo serafín hasta el hombre, fuese un templo para que en él habitase
el Creador (1 Corintios 15:28 para que Dios sea todo en todos). A causa del pecado, la
humanidad había dejado de ser templo de Dios. Ensombrecido y contaminado por el
pecado, el corazón del hombre no revelaba la gloria del Ser divino. Pero por la encarnación
del Hijo de Dios, se cumple el propósito del Cielo. Dios mora en la humanidad, y mediante
la gracia salvadora, el corazón del hombre vuelve a ser su templo. DTG 132.2

1 Juan 1:3 y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.
Salmos 133:1 !!Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en
armonía!

El poder del mal se había estado fortaleciendo durante siglos, y la sumisión de los hombres
a este cautiverio satánico era asombrosa. El pecado podía ser resistido y vencido
únicamente por la poderosa intervención de la tercera persona de la Divinidad, que iba a
venir no con energía modificada, sino en la plenitud del poder divino. El Espíritu es el que
hace eficaz lo que ha sido realizado por el Redentor del mundo. Por el Espíritu es purificado
el corazón. Por el Espíritu llega a ser el creyente partícipe de la naturaleza divina. Cristo ha
dado su Espíritu como poder divino para vencer todas las tendencias hacia el mal,
hereditarias y cultivadas, y para grabar su propio carácter en su iglesia. {DTG 625.1}

Y el esfuerzo por hacer bien a otros se tornará en bendiciones para nosotros mismos. Tal
era el designio de Dios al darnos una parte que hacer en el plan de redención. El concedió a
los hombres el privilegio de ser hechos participantes de la naturaleza divina y de difundir
a su vez bendiciones para sus hermanos. Este es el honor más alto y el gozo mayor que
Dios pueda conferir a los hombres. Los que así participan en trabajos de amor son los que
más se acercan a su Creador. {CC 79.1}

Dios podría haber encomendado a los ángeles del cielo el mensaje del Evangelio y todo el
ministerio de amor. Podría haber empleado otros medios para llevar a cabo su propósito.
Pero en su amor infinito quiso hacernos colaboradores con Él, con Cristo y con los
ángeles, para que compartiésemos la bendición, el gozo y la elevación espiritual que
resultan de este abnegado ministerio. {CC 79.2}

El mal se había estado acumulando durante siglos, y sólo podía ser restringido y resistido
por el grandioso poder del Espíritu Santo, la tercera persona de la Divinidad, que vendría
no con energía modificada, sino con la plenitud del poder divino. Debía hacerse frente a
otro espíritu, porque la esencia del mal trabajaba en todas las maneras y la sumisión del
hombre al cautiverio satánico era asombrosa. {TM 392.3}

El antagonismo que existe entre el espíritu de Cristo y el espíritu de Satanás se hizo


particularmente patente en la forma en que el mundo recibió a Jesús. No fue tanto porque
apareció desprovisto de riquezas de este mundo, de pompa y de grandeza, por lo que los
judíos le rechazaron. Vieron que poseía un poder más que capaz de compensar la falta de
aquellas ventajas exteriores. Pero la pureza y santidad de Cristo atrajeron sobre él el odio
de los impíos. Su vida de abnegación y de devoción sin pecado era una continua reprensión
para aquel pueblo orgulloso y sensual. Eso fue lo que despertó enemistad contra el Hijo de
Dios. Satanás y sus ángeles malvados se unieron con los hombres impíos. Todos los
poderes de la apostasía conspiraron contra el Defensor de la verdad. {CS 496.4}
Dios es la fuente de vida, luz y gozo para todo el universo. Sus bendiciones, como rayos
de sol, fluyen desde Él hacia todas las criaturas que él ha hecho. En su amor infinito ha
concedido a los hombres el privilegio de llegar a ser participantes de la naturaleza divina,
para que ellos a su turno compartan las bendiciones con sus semejantes. Esto constituye
el honor más elevado y el gozo más grande que Dios pueda derramar sobre los hombres.
Estos son conducidos más cerca de su Creador al convertirse en esta forma en participantes
de los trabajos de amor. El que rehúsa llegar a ser un “obrero juntamente con Dios”—el
hombre que por amor a la complacencia egoísta ignora las necesidades de sus semejantes,
el avaro que amontona sus tesoros—está privándose de la bendición más rica que Dios
puede proporcionarle.—The Review and Herald, 6 de diciembre de 1887. {CMC 26.1}

“El Espíritu Santo es un auxiliador eficaz para restaurar la imagen de Dios en el alma
humana.”—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana,
55. {FV 54.5}

Todos los seres creados viven por la voluntad y el poder de Dios. Son receptores
dependientes de la vida de Dios. Desde el más sublime serafín hasta el ser animado más
humilde, todos son renovados por la Fuente de la vida.—El Deseado de Todas las Gentes,
729. {VAAn 28.2}

Cuando Dios creó a estos seres [angélicos] para estar delante del trono, eran hermosos y
gloriosos. Su benevolencia y santidad se comparaban con su exaltada posición. Estaban
investidos de la sabiduría de Dios y equipados con la panoplia celestial.—The Signs of the
Times, 14 de abril de 1898. {VAAn 28.3}

“Si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos,
y no hijos”. Hebreos 12:8. Nuestro Señor ha dicho: “Yo reprendo y castigo a todos los que
amo”. Apocalipsis 3:19. “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de
gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido
ejercitados”. Hebreos 12:11. Aunque la disciplina sea amarga, la administra el tierno amor
del Padre, para que por ella seamos “participantes de la naturaleza divina”. 2 Pedro 1:4
{CPI 174.1}

2 Corintios 13:14 La gracia del Señor Jesucristo, y el amor de Dios, y la comunión del
Espíritu Santo sea con todos vosotros. Amén.

Muchas son las figuras por las cuales el Espíritu de Dios ha procurado ilustrar esta verdad y
hacerla clara para las almas que desean verse libres de la carga de culpabilidad. Cuando
Jacob huyó de la casa de su padre, después de haber pecado engañando a Esaú, estaba
abrumado por el peso de su culpa. Se sentía solo, abandonado y separado de todo lo que le
hacía preciosa la vida. El pensamiento que sobre todo oprimía su alma era el temor de que
su pecado le hubiese apartado de Dios y dejado desamparado del cielo. Embargado por la
tristeza, se recostó para descansar sobre la tierra desnuda. Rodeábanle las solitarias
montañas y cubríale la bóveda celeste con su manto de estrellas. Habiéndose dormido, una
luz extraña embargó su visión; y he aquí, de la llanura donde estaba acostado, una amplia
escalera etérea parecía conducir a lo alto, hasta las mismas puertas del cielo, y los ángeles
de Dios subían y descendían por ella, mientras que desde la gloria de las alturas se oía
que la voz divina pronunciaba un mensaje de consuelo y esperanza. Así fué revelado a
Jacob lo que satisfacía la necesidad y ansia de su alma: un Salvador. Con gozo y gratitud vió
que se le mostraba un camino por el cual él, aunque pecador, podía ser devuelto a la
comunión con Dios. La mística escalera de su sueño representaba al Señor Jesús, el único
medio de comunicación entre Dios y el hombre. {CC 19.3}

A esta misma figura se refirió Cristo en su conversación con Natanael cuando dijo: “Veréis
abierto el cielo, y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre.” Al
caer en pecado, el hombre se enajenó de Dios; la tierra quedó separada del cielo. A través
del abismo existente entre ambos no podía haber comunicación alguna. Sin embargo,
mediante el Señor Jesucristo, el mundo fué nuevamente unido al cielo. Con sus propios
méritos, Cristo creó un puente sobre el abismo que el pecado había abierto, de tal
manera que los hombres pueden tener ahora comunión con los ángeles ministradores.
Cristo une con la Fuente del poder infinito al hombre caído, débil y desamparado. {CC
20.1}

¿No apreciaremos la misericordia de Dios? ¿Qué más podía Él hacer? Entremos en perfecta
relación con Aquel que nos amó con amor asombroso. Aprovechemos los medios que nos
han sido provistos para que seamos transformados conforme a su semejanza y restituídos
a la comunión de los ángeles ministradores, a la ARMONÍA Y COMUNIÓN DEL PADRE Y
DEL HIJO. {CC 22.2}

Satanás reúne todas sus fuerzas y lanza todo su poder al combate. ¿Cómo es que no
encuentra mayor resistencia? ¿Por qué están tan adormecidos los soldados de Cristo? ¿por
qué revelan tanta indiferencia? Sencillamente porque tienen poca comunión verdadera
con Cristo, porque están destituidos de su Espíritu. No sienten por el pecado la repulsión y
el odio que sentía su Maestro. No lo rechazan como lo rechazó Cristo con decisión y
energía. No se dan cuenta del inmenso mal y de la malignidad del pecado, y están ciegos en
lo que respecta al carácter y al poder del príncipe de las tinieblas. Es poca la enemistad que
se siente contra Satanás y sus obras, porque hay mucha ignorancia acerca de su poder y de
su malicia, y no se echa de ver el inmenso alcance de su lucha contra Cristo y su iglesia.
Multitudes están en el error a este respecto. No saben que su enemigo es un poderoso
general que dirige las inteligencias de los ángeles malos y que, merced a planes bien
combinados y a una sabia estrategia, guerrea contra Cristo para impedir la salvación de las
almas. Entre los que profesan el cristianismo y hasta entre los ministros del evangelio,
apenas si se oye hablar de Satanás, a no ser tal vez de un modo incidental desde lo alto del
púlpito. Nadie se fija en las manifestaciones de su actividad y éxito continuos. No se tienen
en cuenta los muchos avisos que nos ponen en guardia contra su astucia; hasta parece
ignorarse su existencia. {CS 497.3}

Los ángeles de gloria hallan su gozo en dar, dar amor y cuidado incansable a las almas que
están caídas y destituídas de santidad. Los seres celestiales desean ganar el corazón de los
hombres; traen a este obscuro mundo luz de los atrios celestiales; por un ministerio
amable y paciente, obran sobre el espíritu humano, para poner a los perdidos en una
comunión con Cristo aun más íntima que la que ellos mismos pueden conocer. {DTG 12.2}

Allí conoceremos como somos conocidos. Allí hallarán un empleo más dulce y verdadero el
amor y las misericordias que Dios ha implantado en el alma. La comunión pura con seres
celestiales, la armoniosa vida social con los ángeles bienaventurados y los fieles de todas
las épocas, el vínculo sagrado que une “toda la familia en los cielos, y en la tierra”, todas
estas cosas se cuentan entre las experiencias del más allá. {ED 275.2}

Cristo manda continuamente mensajes a los que escuchan su voz. En la noche


de la agonía de Getsemaní, los discípulos que dormían no oyeron la voz de
Jesús. Tenían una percepción confusa de la presencia de los ángeles, pero no
participaron de la fuerza y la gloria de la escena. A causa de su somnolencia y
estupor, no recibieron las evidencias que hubieran fortalecido sus almas para
los terribles acontecimientos que se avecinaban. Así también hoy día los
hombres que más necesitan la instrucción divina no la reciben, porque no se
ponen en comunión con el Cielo. {MC 407.4}
Trabajando con corazón abnegado, ennoblecido por ser participantes de los padecimientos
de Cristo, y compartiendo su simpatía, contribuyen a aumentar su gozo, y reportan honor y
alabanza a su exaltado nombre. En comunión con Dios, con Cristo y con los santos ángeles,
están rodeados por una atmósfera celestial, una atmósfera que da salud al cuerpo, vigor
al intelecto y gozo al alma. {OE 530.1}

Mientras fue inocente, Adán gozó de abierta comunión con su Creador; pero el pecado
produjo separación entre Dios y el hombre, y únicamente la expiación de Cristo podía
eliminar el abismo, y hacer posible la transmisión de las bendiciones de la salvación entre el
cielo y la tierra. El hombre tenía vedada la comunicación directa con su Creador, pero Dios
se comunicaría con él por medio de Cristo y de los ángeles. {PP 48.1}

Si los jóvenes reciben a Cristo y creen en él, serán llevados a una íntima comunión con
Dios. Él les dará poder para llegar a ser hijos de Dios y para llegar a asociarse con los más
honrados en el reino de los cielos. Estarán en compañía de Gabriel, de los querubines y
serafines, de los ángeles y del Arcángel. VAAn 289.2

El príncipe del poder del mal puede ser mantenido en jaque únicamente por el poder de
Dios en la tercera persona de la Divinidad, el Espíritu Santo.—Special Testimonies, Serie A,
10:37 (1897)

El Espíritu de Dios está siendo retirado de la tierra. Cuando el ángel de la misericordia


pliegue sus alas y se aleje, Satanás ejecutará las malas obras que ha querido realizar
durante mucho tiempo. The Review and Herald, 17 de septiembre de 1901.

Cuando los pobres del Señor son descuidados y olvidados o saludados con miradas frías y
palabras crueles, recuerde el culpable que está descuidando a Cristo en la persona de sus
santos. Ministerio de bondad 190.5

Los poderes de la tierra y del infierno se coligaron para atacar a Cristo en la persona de sus
discípulos. Conflicto de los siglos 38.1

El Señor sabe todo lo relativo a los fieles siervos suyos que por su causa están en la cárcel o
desterrados en islas solitarias. El los consuela con su propia presencia. Cuando por causa
de la verdad, el creyente está frente a tribunales inicuos, Cristo está a su lado. Todos los
oprobios que caen sobre él, caen sobre Cristo. Cristo vuelve a ser condenado en la persona
de su discípulo. DTG 623.1

Necesitamos comprender que el Espíritu Santo, que es una persona así como Dios es
persona, anda en estos terrenos.—. (Sigue así, pero Le Roy E. Froom lo recortó) sin ser
visto por los ojos humanos, que el Señor Dios es nuestro Guardián y Ayudante. Él escucha
cada palabra que pronunciamos y conoce cada pensamiento de la mente. Manuscrito 66,
1899 parr. 10

Quien ama al Señor Jesucristo en verdad y con sinceridad, amará a aquellos por los cuales
Cristo murió para salvarlos, y aprovechará toda oportunidad de servir a Cristo en la
persona de sus discípulos. {DNC 284.2}

Que los colportores difundan libros que traigan luz y fortaleza a la vida, y beban ellos en el
espíritu de estos libros. Pongan todo su ser en la obra de presentar estos libros a la gente. Si
están imbuidos del Espíritu de Dios, los ángeles celestiales les darán éxito en su obra, y
adquirirán una experiencia rica y profunda.—Carta 75, 1900. {CE 125.3}

Deben estar plenamente consagrados al servicio de Dios, listos para hacer lo que Él manda,
para ir a cualquier parte donde su providencia los dirija, y hablar las palabras que Él les dé.
Y si ellos son lo que Dios desea que sean, si están imbuidos de su Santo Espíritu, cooperan
con los agentes celestiales y son en realidad “colaboradores juntamente con Dios”.—
Carta 95, 1896

Cada día, en cada acto de su vida (de Cristo), se manifestaba su amor por el mundo perdido.
Los que están imbuidos de su Espíritu trabajarán en la misma forma como trabajó Cristo.
En Cristo, la luz y el amor de Dios se manifestaron en la naturaleza humana. Ningún ser
humano ha poseído una naturaleza tan sensible como la del Santo de Dios, que fue el
prototipo de lo que la humanidad puede llegar a ser si recibe la naturaleza divina.—The
Youth’s Instructor, 16 de agosto de 1894; A Fin de Conocerle, 290. {1MCP89 255.1}

Al describir a sus discípulos la obra y el cargo del Espíritu Santo, Jesús trató de inspirarles el
gozo y la esperanza que alentaba su propio corazón. Se regocijaba por la ayuda abundante
que había provisto para su iglesia. El Espíritu Santo era el más elevado de todos los dones
que podía solicitar de su Padre para la exaltación de su pueblo. El Espíritu iba a ser dado
como agente regenerador, y sin esto el sacrificio de Cristo habría sido inútil. El poder del
mal se había estado fortaleciendo durante siglos, y la sumisión de los hombres a este
cautiverio satánico era asombrosa. El pecado podía ser resistido y vencido únicamente por
la poderosa intervención de la tercera persona de la Divinidad, que iba a venir no con
energía modificada, sino en la plenitud del poder divino. El Espíritu es el que hace eficaz lo
que ha sido realizado por el Redentor del mundo. Por el Espíritu es purificado el corazón.
Por el Espíritu llega a ser el creyente partícipe de la naturaleza divina. Cristo ha dado su
Espíritu como poder divino para vencer todas las tendencias hacia el mal, hereditarias y
cultivadas, y para grabar su propio carácter en su iglesia. {DTG 625.1}

Acerca del Espíritu dijo Jesús: “El me glorificará.” El Salvador vino para glorificar al Padre
demostrando su amor; así el Espíritu iba a glorificar a Cristo revelando su gracia al mundo.
La misma imagen de Dios se ha de reproducir en la humanidad. El honor de Dios, el honor
de Cristo, están comprometidos en la perfección del carácter de su pueblo. {DTG 625.2}

Juan 17:10 Y HE SIDO GLORIFICADO EN ELLOS.

2 Tesalonicenses 1:10 cuando El venga para ser glorificado en sus santos en aquel día y
para ser admirado entre todos los que han creído; porque nuestro testimonio ha sido
creído por vosotros.

Juan 5:23 para que todos honren al Hijo así como honran al Padre. El que no honra al Hijo,
no honra al Padre que le envió.

Hechos 19:17 Y supieron esto todos los habitantes de Efeso, tanto judíos como griegos; y el
temor se apoderó de todos ellos, y el nombre del Señor Jesús era exaltado.

El espíritu divino que el Redentor del mundo prometió enviar es la presencia y el poder de
Dios . " {EG White, Signs of the Times , 23 de noviembre de 1891}
Debe haber un poder trabajando desde adentro, una nueva vida desde arriba, antes de que
los hombres puedan ser cambiados del pecado a la santidad. Ese poder es Cristo . Solo su
gracia puede avivar las facultades sin vida del alma y atraerla a Dios, a la santidad. " {EG
White, Pasos para Cristo , p. 18}

Cristo declaró que después de su ascensión, enviaría a su iglesia, como su regalo de


coronación, el Consolador, quien tomaría su lugar. Este Consolador es el Espíritu Santo, el
alma de su vida , la eficacia de su iglesia, la luz y la vida del mundo . Con su Espíritu, Cristo
envía una influencia reconciliadora y un poder que quita el pecado . " {EG White, Review
and Herald , 19 de mayo de 1904, par. 1

El Espíritu Santo, que procede del unigénito Hijo de Dios , une al agente humano, cuerpo,
alma y espíritu a la naturaleza perfecta, divina y humana de Cristo. " {EG White, Review
and Herald , 5 de abril de 1906, par. 16

Para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos
también sean uno en nosotros
El príncipe del poder del mal puede ser mantenido en jaque únicamente por el poder de
Dios en la tercera persona de la Divinidad, el Espíritu Santo.—Special Testimonies, Serie A,
10:37 (1897).

Debemos cooperar con los tres poderes más elevados del cielo: El Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo, y estos poderes trabajarán mediante nosotros convirtiéndonos en obreros
juntamente con Dios.—Special Testimonies, Serie B, 7:51 (1905).

Escribir la ley en el corazón es simplemente tener a Cristo morando en nosotros. Cristo era
la ley viva, la ley en la vida. El Espíritu de Cristo es el Espíritu de esa vida divina-humana
que vivió en obediencia a los mandamientos de Dios. Ese es el Espíritu que Él pone sobre
nosotros, su otra morada en nosotros. La ley de Dios es ministrada por el Espíritu de Dios.
Cuando eso entra en el corazón, es Cristo mismo; es "Cristo en ti la esperanza de gloria". Y
cuando Cristo entra en nuestros corazones, Él es la ley viviente, la ley de Dios se desarrolló
en carácter. Cristo morando en nuestros corazones, significa traer el carácter de Dios a
nuestras vidas. Guardar los mandamientos de Dios es manifestar el carácter de Jesucristo.
Best January,27 1896 page 28.1

Jesús está esperando soplar sobre todos sus discípulos con el propósito de darles la
inspiración santificada de su Espíritu y transmitir a su pueblo su propia influencia
vitalizadora. También desea que entendamos la imposibilidad de servir a dos señores.
Nuestros intereses no pueden estar divididos. Cristo quiere vivir y actuar por intermedio
de las facultades y habilidades de sus agentes humanos. La voluntad debe cooperar con la
suya y actuar con su Espíritu, puesto que ya no son ellos los que viven, sino Cristo en los
suyos. Jesús desea grabar en sus hijos la idea de que, al darles el Espíritu Santo, les
concede la misma gloria que el Padre le había dado, PARA QUE ÉL Y SU PUEBLO SEAN
UNO EN DIOS. Nuestros deseos y nuestra voluntad deben estar sujetos a la suya, puesto
que él es justo, santo y bueno.—The Signs of the Times, 3 de octubre de 1892.

“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis
testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Hechos 1:8.
{CT 303.1}

Después de su resurrección, Cristo ascendió hasta su lugar de honor asignado. Y fue


entronizado ante el universo celestial y los mundos que no habían caído. Él deseaba
impresionar las mentes de los creyentes con la gloriosa recepción hecha a su Hijo en el
hogar que antes había dejado. Por nuestro bien llegó a ser pobre, para que por su pobreza
pudiéramos ser enriquecidos... {CT 303.2}

Mientras Cristo ascendía, sus manos estaban extendidas bendiciendo a sus discípulos.
Mientras ellos permanecían en pie, aferrándose para tomar hasta el último detalle de su
enaltecido Señor, Jesús fue recibido por una multitud de seres celestiales en alegres rangos
de querubines y serafines. Y, mientras lo escoltaban hasta el hogar celestial, entonaban un
cántico triunfal: “Reinos de la tierra, cantad a Dios, cantad al Señor; al que cabalga sobre los
cielos “. {CT 303.3}

Cristo decidió entregar un obsequio a quienes habían estado con él y a los que creían en
Él, pues era la ocasión de su ascensión e inauguración, un momento de júbilo celestial.
¿Qué DON suficientemente rico podría Cristo ofrecer para señalar su ascenso al trono de la
mediación? Debía ser algo digno de su grandeza y jerarquía real. Cristo, entonces, ofreció
A SU REPRESENTANTE, la tercera persona de la Divinidad, el Espíritu Santo. Y este don no
podía ser superado... {CT 303.4}

A la tercera persona de la divinidad, Cristo le ofreció el espíritu santo?

Cuando Dios confía riquezas al hombre, lo hace con el fin de que adorne la doctrina de
Cristo nuestro Salvador utilizando sus tesoros terrenales para promover el reino de Dios en
nuestro mundo. Debe representar a Cristo, y por lo tanto no ha de vivir para complacerse ni
glorificarse a sí mismo, ni para recibir honor a causa de su riqueza. {CMC 31.4}

En el día de Pentecostés, Cristo dio a sus discípulos el Espíritu Santo para que fuera el
Consolador de ellos. Siempre moraría con su iglesia. En el transcurso de todo el sistema
judío, la influencia del Espíritu Santo con frecuencia se reveló de una manera marcada, pero
no en toda su plenitud. El Espíritu había estado esperando la crucifixión, la resurrección y la
ascensión del Señor Jesucristo. A lo largo de las edades se habían ofrecido muchas
oraciones por el cumplimiento de la promesa, por la impartición del Espíritu y ninguna de
estas fervientes súplicas había sido olvidada. Ahora, por diez días los discípulos enviaron sus
peticiones y Cristo en el cielo añadió su mediación. Reclamó el don del Espíritu Santo para
derramarlo sobre su pueblo... Y habiendo llegado hasta su trono les dio el Espíritu Santo,
como lo había prometido, el cual como arrollador y poderoso viento, cayó sobre los que
estaban reunidos y llenó por completo el recinto. Se presentó con plenitud y poder, como si
hubiera estado retenido por años, pero recién ahora se lo derramaba sobre la iglesia para
ser difundido al mundo. ¿Qué siguió a este derramamiento? Miles se convirtieron en un
día.—Manuscrito 44, 1898. {CT 303.5

Juan 14:21 El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me
ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.

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