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Nose si Savater tenga razon, pero s1 creo que vale la
pensar en ello. lDe que forma pueden nuestros relato Pena
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ficciones que nos contamos sabre nosotros m1smos y n as
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historia de violenc1a, contn uir con a enta 1nvenci,
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la paz? Cuando me pregunto, como se preguntan tod e
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que escriben en este libro, que neces1tamos para deiar ,
• J atras
medio siglo de guerra y recuperar c1erta normalidad Perd'd
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para todos y olvidada para much os, me viene a la mente
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necesidad -humana, demasiado humana- de contar hi t a
s 0-
rias. N ecesitamos historias: estamos programados para vi .
en ellas, para entendernos a traves de ellas, para imagina~;
otro a traves de ellas. Entre el vacio y una historia mentirosa
preferimos la historia mentirosa. Y eso solamente subrayala
urgencia y la pertinencia que cobra la literatura en tiempos
convulsos.
La palabra.ficcion, me dice un diccionario, viene del latin
fingere, que etimol6gicamente significa "moldear" o "darfor-
ma". Es esto acaso lo que busca la literatura de imaginaci6n:
dar forma a nuestro pasado, poner un orden en el caos de
nuestra experiencia y conseguir, por esas vias misteriosas, que
el caos tenga un sentido. Pero estos actos no son inocentes
ni se libran de las tensiones que han acompafiado siempre
nuestra costumbre de interpretar el mundo a traves de los
relatos. Tener el control sobre el relato es tener el poder, Y
eso se ha sabido siempre. En 1984 escribe George Orwell:
"Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla
el presente controla el pasado".
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IV