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Felicidad | Nazik Al-Malaika

Morelia, Mich. | Mayo-Junio | Año 2015 | Núm. 3


Editorial

Edgar Ruiz
Dirección

Carlos E. Juárez (nefelibata gris)


Diseño
Contenido:
Semblanza________________________________________ Pág. 2
Literatura
Narrativa_________________________________________ Pág. 5
Poesía_____________________________________________ Pág. 22
Prosa _____________________________________________ Pág. 29
Artes Visuales
Cine________________________________________________ Pág. 33
Fotografía_________________________________________ Pág. 35
Pintura____________________________________________ Pág. 36
Diseño gráfico____________________________________ Pág. 43
Humanidades
Filosofía __________________________________________ Pág. 46
Psicología ________________________________________ Pág. 48
Semblanza

Nazik Al-Malaika nació en 1923, en Bagdad, su madre escribía poesía y


también su padre era poeta, además de editor y profesor de árabe.

Desde temprana edad se aficionó por la poesía, a los diez años escribió sus
primeros poemas en árabe clásico y continuó escribiendo y publicando
poemas en revistas y periódicos durante su periodo de formación en el
Higher Teachers' Training College de Bagdad, donde se graduó en 1944. A la
vez, se interesó por la música y aprendió a tocar el laúd en el Fine Arts
Institute. También estudió inglés y francés. Obtuvo una beca para estudiar
en la Universidad de Princeton. En 1954 continuó sus estudios en la
Universidad de Wisconsin, graduándose en Literatura Comparada. Posteriormente regresó a Bagdad
donde se casó en 1961 y fundó con su esposo y otros compañeros, la Universidad de Basora.

A comienzo de los años 70 se trasladó a Kuwait donde se dedicó a la docencia pero, como muchos
iraquíes, se vio obligada a regresar a Iraq cuando Saddam Hussein invadió el país en 1990. En 1991 se
trasladó a El Cairo, donde permaneció hasta su muerte, acaecida tras una larga enfermedad el 20 de
junio de 2007, a los 83 años de edad.

Fue pionera del movimiento del verso libre junto con Badr Shakir Al Sayyab, en 1947 publicó su primer
libro de poemas: Enamorada de la noche, con influencias de los poetas árabes clásicos y otros poetas
occidentales, como Shakespeare y Shelly, y en 1949 Chispas y cenizas, donde empleó el verso libre que
continuó desarrollando en sus siguientes poemarios: El hueco de la ola (1957), El árbol de la luna
(1967), Cántico de la gloria (1968), convirtiéndose en una de las principales figuras del modernismo y
ejerciendo gran influencia, tanto con sus poemas como con sus obras de crítica literaria, en numerosos
poetas de todo el mundo árabe.

Su estilo se caracteriza por la gran maestría de la lengua árabe, el original uso de las imágenes y la
delicadeza y musicalidad de sus versos, siendo la melancolía una constante en su obra. Entre los
distintos temas que aborda, destaca su defensa de los derechos de las mujeres, víctimas de una
sociedad anclada en costumbres ancestrales.

2
Literatura

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Narrativa

Zapatos de charol
Lucina Ortega Iñiguez

Acompañé a mi nieta de siete años a comprar zapatos. Después de mirar varios escaparates se decidió por
unos. Mientras traían los elegidos, seguí viendo aparadores, hasta que descubrí un par que llamó
poderosamente mi atención. Eran tan parecidos a unos que tuve a la edad de diez años…

Aquel día papá me llevó a comprar zapatos. Para mí fue todo un acontecimiento, porque no escatimó
en el tiempo que demoré para escogerlos, ni en el costo. Se instaló en un lugar cómodo, sacó el periódico y se
puso a leer mientras fumaba. La empleada trajo cajas y cajas con zapatos de diferente color. Me los medí
todos, pero hubo unos que me cautivaron en cuanto los vi. Eran de charol negro, tenía una correa que se le
podía echar hacia atrás del talón; esto los hacía ideales y atractivos para una niña, porque parecían zapatos de
mujer. Salí más que contenta con ellos, pensando en la cara de mis hermanas y amigas cuando me los vieran.

Todos los días iba al colegio con mi calzado reluciente. Al llegar a la esquina me sentaba en el suelo y
les echaba la correa hacia atrás, para presumir que traía zapatos de mujer adulta. De regreso hacía la misma
operación a la inversa: de nuevo zapatos de niña.

Un día, al salir del colegio, me fui a jugar a casa de una prima sin pedir permiso. Llevaba el patín del
diablo que me trajo en navidad el Niño Dios y mis zapatos nuevos. El tiempo pasó volando. Al percatarme de
que ya había anochecido salí corriendo rumbo a mi casa pensando en la reprimenda. Antes de llegar alcancé a
ver a mi abuela en la puerta, esperándome. Su cara de preocupación cambió al verme. La ceja izquierda arriba
y la derecha abajo, señal de enojo. El temor al castigo hizo que huyera, seguida por mi abuela; ¡track, track,
track!, con el pie derecho impulsaba el patín. Una cuadra, otra… Sentí cómo el zapato con el que empujaba se
salió del pie. ¡Había olvidado subirles la correa!

Ni siquiera me detuve a recoger el zapato. Di la vuelta completa a la manzana con mi abuela detrás.
Llegué a casa con la calceta desgarrada y la planta del pie ampollada. El castigo dejó de tener importancia,
comencé a llorar por la pérdida de aquel hermoso zapato.

─Abue, ¿qué tienes? ─Parece que te hubieras ido a quién sabe dónde. ¿Cuáles te gustan más?

─Esos, los de charol.

5
La actriz y el pianista
Mauricio Dueñas

Viven en el departamento número cinco. Sus vecinos tuvieron que llamar a la policía porque el semejante
escándalo de música se escuchaba hasta la caseta de vigilancia. Ella es actriz y él, pianista. Su amor es muy
diferente al de cualquier otra pareja. Él ejecuta las partituras que florecen de su corazón y ella, toma muy en
serio su papel de piano. Por eso sus vecinos querían “censurarlos”, sólo por estar haciendo arte a media
noche.

6
Travesía del mensajero real Bediver
El nuevo líder de la manada

Alan Joel Ramírez Alvarado


Taller literario De Cara al Caracol

Fragmento de la novela Caballeros de la Alianza

El mensajero se había alejado del pequeño grupo de aldeanos hacía apenas un par de horas, por lo que tenía
un gran camino por recorrer. Tendría suerte si llegaba antes del anochecer a la costa para navegar rumbo a
casa. Entre la veloz cabalgata en su corcel, su mente divagaba, sumergiéndose en recuerdos de los cuales
destacaban las pesadillas causadas por las aguas del río encantado de Kash. Se proyectaban mundos distantes
llenos de luz, que chocaban entre sí y cambiaban con rapidez. En esos lugares surgían criaturas titánicas,
descomunales que lo habían impactado con fuerza, como un brutal meteorito. Pero en esos extraños sueños
sólo pudo observar sombras que no se definían con exactitud, por lo cual no comprendía el significado de esas
visiones.

El pobre se encontraba distraído por sus pensamientos, de repente su corcel reparó con fuerza y se
detuvo en la inmensa pradera que rodeaba el paisaje, había observado algo a la distancia. Bediver volvió en sí
y levanto la mirada para divisar que se aproximaba algo estridente. Entre una nube de polvo se dejaban ver
una manada de enormes osos que al parecer huían de algo o alguien. “¡Los Galos!” pensó el mensajero sin
dudarlo. Si huía, seria detectado con rapidez (pues estaba en campo abierto). Si no, sería arrollado o comido
por los osos. ¿Qué podría hacer entonces el jinete?, pensaba incesantemente. Segundos después, una idea
surgió del recuerdo de la pelea con este tipo de fieras en el bosque del Boulmakan, supo afrontar el peligro y
tuvo una esperanza.

Así pues, nuestro guerrero se ocultó con todo y caballo tras un gran arbusto que crecía cerca de ahí, en
la pradera, aun así, la silueta del equino se podía observar fácilmente. Pero eso no les importaría a los osos
que huían despavoridos. La ruidosa carrera de las bestias continuaba en dirección del jinete y tras ellos se
encontraban los mentados Galos (tal y como lo había pensado). A unos segundos de la embestida, el corcel se
impaciento dando brincos inquietantes-

— ¡Calma amigo! La suerte nos favorece —dijo Bediver tranquilizando al equino con unas palmadas en su
lomo.

Instantes después, los osos se encontraban en las aproximaciones del denso arbusto. El jinete se levantó y se
dejó observar por la bestia más cercana a ellos (con un temple de hierro no sintió miedo y eso le ayudó). La
criatura salvaje al observarlos con gran sorpresa y fiereza se levantó en dos patas, irguiéndose en señal
amenazante. Pero esa acción no tendría el efecto deseado por el animal. Pues de un brinco, el intrépido jinete
subió a su caballo y sin perder tiempo se levantó en dos pies en la silla de montura. Su altura superaba por
medio metro o más la del oso, el cual asustado continuo huyendo en dirección del bosque, al igual que el resto
de la manada.

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La mitad del plan estaba realizada, pues sin perder tiempo Bediver se dispuso a cabalgar precisamente
en la vanguardia de la misma, como si se tratase del nuevo líder. Si algún oso lo inquietaba, solamente alzaba
sus brazos y gritaba con fuerza. Sin duda, esta técnica la había observado y aprendido de la forma de encarar a
estas criaturas de parte del mismísimo líder Boulmakan, hablo del feroz Joe Hiráshi.

El jinete se encontraba escapando y oculto de los galos que le buscaban tanto a él, como a sus amigos y
compañeros. Finalmente el guerrero huyó ocultándose en el bosque y separándose a tiempo de la peligrosa
manada de estas descomunales criaturas que acechaba…

8
Señal
Cinthia Citlali Gaspar Ruiz
Facultad de Letras (UMSNH)

— ¡Buenos días! Sólo hablo para preguntar: ¿qué pensaste...? ya sabes, no harías mucho pero
necesitamos tener esos demos a la brevedad.
— ¿Lo haces por emergencia o porque crees que soy la persona indicada?
—Por las dos cosas. Deberías de tener más fe en ti.
— La tengo. Sólo quería asegurarme.
—Entonces, ¿qué dices?
—No necesitas preguntarlo.
— ¿Eso es un no?
—Pienso que es todo lo contrario.
No hay nada más relajante que saborear una taza de café en una mañana lluviosa. En las tardes
lluviosas también lo es, pero suena más romántico hablar de una taza de café pasado el mediodía —llueva o
no— que antes de éste; de alguna manera, he notado que el simple hecho de mencionar mañana tiene la
connotación de trabajo. En fin.
Ya he dicho que no hay nada más relajante que saborear una taza de café en una mañana lluviosa.
Pues bien, a eso agrego que no hay nada que me haga más feliz que me invite a tocar algún amigo; así que en
este momento me encuentro en un estado de relajación y de felicidad total y para mí, ambas aumentan mi
creatividad.
Desde que tengo uso de razón he oído que algunas personas se quejaron porque no alcanzaron sus
sueños —aunque suene muy idealista lo de sueños— porque chocaban con su realidad. Regularmente con
sueños se referían a dedicarse a una profesión u oficio con poca remuneración económica o que implicaba
invertir mucho esfuerzo con muy pocos resultados. Por ejemplo, mi tío Alberto estaba convencido de que la
Antropología era lo suyo y decidió estudiar Derecho porque su suegro le había prometido un empleo en el
gobierno si elegía la segunda opción. No lo dudó puesto que esa era la fuente para su estabilidad de pareja y
una oportunidad para pagar las deudas.
Efectivamente, mi tío ya estaba laborando en el Registro Civil al año de haber ingresado a la
licenciatura. Curiosamente, empezó a enfadarse de su vida al graduarse de abogado. Comenzó a bajar su
rendimiento en el trabajo, la relación con su esposa se volvió tensa y la frustración se hizo presente.

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Recuerdo que iba a visitarnos seguido a la casa y cada visita era la misma cantaleta de siempre: se
arrepentía de haber estudiado Derecho con tal de asegurar un patrimonio. Un día, mi padre se hartó y le dijo:

—Beto, ya sabemos que usaste la carrera de Derecho como un trampolín para ganar dinero. Si por eso
estás que te lleva el carajo, déjame decirte que nadie te puso una pistola en la sien para que la escogieras.
Simple y directo, mi padre solía ser así cuando ya lo habían cansado. Para mi padre, que a duras penas
terminó la preparatoria para contribuir con el gasto familiar, mi tío le parecía un quejoso. Dicho de otra
manera: él solo se había echado la soga al cuello y no tenía la suficiente entereza para afrontarlo.
Tiempo después mi tío ingresó al hospital debido a una congestión alcohólica y como nadie respondía
por él, mi padre fue a verlo. Pasaría una semana cuando vi que ambos cruzaron la puerta de mi casa.

—A partir de hoy vivirá aquí —agregó mi padre—. Tiene que reponerse antes de resolver su situación.
—Rafael, ¿dónde será su cuarto? —preguntó mi madre.
—Podemos arreglar un poco la sala y acomodar la cama que te dio Chabela. Por las cobijas no hay
problema, tenemos suficientes.
— ¡Ay!, Rafael. Espero que sepas lo que haces
—Claro que lo sé, Graciela. Mañana comenzará trabajar conmigo en el taller de don Ignacio. Verás que
no tarda en adaptarse.
Don Ignacio era un señor que se dedicaba a la fabricación de guitarras. Como ya estaba muy viejo,
necesitaba que alguien lo apoyara con el negocio; de hecho, le cayó de maravilla que su nuevo trabajador lo
ayudara con el trámite de la licencia y cualquier otro aspecto legal.
Finalmente, entre don Ignacio y mi padre descubrieron que a mi tío le gustaba trabajar con la madera,
por lo que decidieron involucrarlo en el proceso. Un día, por casualidad, escuché una de sus conversaciones:
—Mira, Rafael ¡qué bien le quedo esta guitarra a Alberto! Se ve fantástica con ese negro brillante.
Pensé que por lo <<sucio>> de su veta, la madera quedaría arrumbada.
— ¿Pues cual madera utilizó?
—Ese trozo de pino —señaló—, sinceramente, no habría servido para conservarlo con su color natural.
— ¿Cree que tenga talento para esto?
— ¿Para construir guitarras? Cualquiera puede tenerlo. Ahora, aparte del talento, él tiene la
motivación para desarrollarlo y aparte de motivación, corazón; y cuando uno tiene corazón, lo tiene todo
porque es feliz haciendo lo que hace.

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Quizá no venga al caso, pero esa guitarra azabache fue la primera que tuve y con ella comencé mis
andanzas en el mundo de la música. En ese caso, podría decir que fue una reacción en cadena: un <<trozo>>
de amor creó un trozo de alegría.
Respecto a mi tío, que ya he hablado mucho de él, no pudo rescatar la relación con su esposa; sin
embargo, en cuanto obtuvo el divorcio, conoció a otra mujer y se casó con ella. Actualmente trabaja en su
propio taller en compañía de su hijo Julián.
De todo esto me quedó algo claro: si uno puede darse el <<tiro de gracia>>, también puede buscar su
<<salvación>>; si uno se salió del <<camino correcto>> hacia la felicidad, tiene la oportunidad de buscarla
aunque ese camino no sea el mismo.
En cuanto a mí, digo mucho y nada a la vez, no quise sufrir lo de <<Beto>> y elegí estudiar lo que
siempre ha llenado mi alma: la música.
—Christian, ¿qué te habías hecho?
—Andaba de parranda, Gustavo...
— ¿Cómo? Si tú no bebes
—Es un decir. Andaba por ahí, pues.
—Ah, eso sí. ¿Vienes por lo de Ernesto?
—Sí. Habló conmigo en la mañana y ya sabes, no pude negarme.
—Te conozco: oyes, comes, duermes y respiras música! Así como te ibas a negar
—Eso suena obsesivo
—Algo hay de eso, Christian. El día que lo olvides, ese día te habremos perdido.
—A ver par de comadres —interrumpe Ernesto—: las llamé para grabar, no para cotorrear. Así que
muevan su pesado cuerpo y pongan a tono sus instrumentos.
Con todo y lo que me gusta la música, había olvidado que el buen Ernesto es muy exigente con sus
proyectos. Mi amigo debería relajarse y en consideración a eso, le invitaré un café en cuanto termine la
grabación, previendo que saldremos hasta la madrugada de aquí.

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EL bambino
Jazz del Castillo

En mi época de la secundaria había algo que era más popular que saberse el nombre del presidente municipal
del Puerto, ese algo era “El bambino”. “El bambi” como comúnmente lo pronunciábamos de cariño, era un
camioncito que muchas veces arrancó suspiros a una que otra chava.
Era el autobús en el que todos los chavales de las secundarias del Puerto esperaban para irse a la
escuela y llegar a casa satisfechos. Todos los días a la una y media de la tarde en la parada del autobús, un
montón de chiquillos pacientemente se sentaban a esperarlo, y aunque pasaran rutas hacia la misma dirección
a la que iban ellos, decían que preferían subirse al “Bambi”, incluso sin importar la hora en que llegara. Le eran
tan fiel, que a los demás micros los recibían con insultos y desplantes, como: ¡Ahí viene un guajolotero!
Pero se preguntarán qué era lo que los movía a esperarlo por horas sólo para llevarlos sentados por
unos minutos hasta su casa, pues es que no era como los demás, ¡no! Éste era diferente de la chusma, estaba
bien pintadito por fuera, siempre bien lavadito y perfumado, con los cristales relucientes y los rines plateados
brillantes. Por dentro todo estaba forrado de negro, incluyendo los asientos, pero eso sí bien acolchonaditos,
del techo tendían un montón de esferas por donde salían luces de colores, como al estilo discoteca, y en las
espaldas de los asientos podías observar los mensajitos que se dejaba alguna que otra parejilla de locos como:
“ Para Deyanira: dame esa cosita rica que traes ahí escondida”, o “Aquí estuvo José de la 110”, aun así eran
pocas las rayaduras, y los chicles pegados que tenía “El bambino”, pareciera como si la misma chaviza lo
intentara cuidar más que a sus propias nalgas.
Todo era perfecto adentro, incluso el mega estéreo que portaba junto a dos bocinas que hacían
zumbar al camioncito cada que pasaba por alguna escuela, reproduciendo canciones de canciones de ese
entonces como El gato volador, Nieve de coco, Que me maten que me maten, Tú eres golosa, entre otras,
parecía tener una especie de imán que con la pura música te incitaba a subirte en él, y ser su acompañante de
ruta. ¡Ah! Pero no podían faltar los tubos teiboleros erguidos en medio de las columnas que dividían los
asientos, esos sirven para agarrarse de ahí cuando toca ir parado. Pero en este caso no, las chavas los
utilizaban para bailar al compás de la música, simulaban un baile erótico que les hacía menear las caderas,
mientras los muchachos gritaban ¡otra, otra!
Fue de todo ese busecito, algo así como un confidente, en él podías desestresarte, porque ahí se
llegaron a pelear las morras, hubo propuestas de amor, infidelidades, reconciliaciones, dedicadas de rolitas, y
un montón de monerías.

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Además de la música disco también le podías echar el ojo al copiloto, un muchacho con ojos color miel,
bien rasurado, con pantalón de mezclilla abombado, tenis Nike, y un perfume barato que olía a cinco metros
de distancia. Los muchachos de las secundarias peleaban un asiento, una vuelta entera por la ruta, pedían a
gritos que los mirasen por las ventanas tendidos como changos, armando la fiesta en un bus de ruta. Qué
decir de la simple gente mayor, ellos no podían subirse al micro cuando toda la chaviza se trepaba, con el
tiempo entendieron que ese espacio no era para transportarse al otro lado de la ciudad.
Tantas levantadas tempraneras para irse a dar vueltas por la ciudad, no fueron en balde, por todas esas
fiestas de ratitos, regañadas, infracciones, cambiadas de ruta, como diría José Alfredo Jiménez: “¡Pero sigo
siendo el rey!” Pero no por mucho tiempo, “El bambino” tuvo su popularidad, lo último que supe de él, fue un
día mientras esperaba mi ruta, por casualidad lo vi pasar, y no lo podía creer, el pobre autobús apenas y corría,
con las ventanas estrelladas, el color perdido, sin música, y con un conductor viejito que se veía de pocas
pulgas. Sólo basta decir que todos los que un día nos subimos en él, lo recordaremos más que un simple
camión. ¡Larga vida al “Bambino”!

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Bosquejo de una vida feliz
Ana Karen Martínez

Más me gusta sentir dentro de mí un dolor ardiente y endemoniado,


que esta confortable temperatura
Hermann Hesse

«Me parece que no estás planteando correctamente la pregunta. La cuestión no es “¿Qué es la felicidad?”, es
algo abstracto y difícilmente puede definirse o llegar a limitarse tal como “amor”, “humanidad” y muchas
palabras más. Lo más indicado sería “¿Quién busca la felicidad?” eso resulta mucho más sencillo responder.
Verás, desde que uno nace ya está buscando la felicidad, satisfacer las necesidades primas, con eso se
empieza, por lo tanto todos buscan esa dichosa utopía. Crecer, desarrollarse, encontrar un buen trabajo, una
buena mujer o un hombre decente, formar una familia y tener los recursos necesarios para proveer a los hijos
de la vida que no se tuvo cuando niño, verlos crecer para al final cerrar el ciclo y morir de la manera más
tranquila posible; o por el contrario, otros quieren vivir en absoluta soledad, cultivando habilidades que se
tienen o desarrollar las que se pretenden tener. Lo cierto es que todos caminan tras ella y la encuentran en
distintas partes, es tan relativa que muchas veces cuando obtenemos lo que creemos que nos hará feliz
resulta no ser así, no ser lo que uno imaginaba.
Nunca lo he comprendido, imagínate yo con mis ochenta y siete años encima aún no he logrado
entender lo que esa curiosa palabra engloba o por qué razón la buscamos con tanto afán desde que nacemos.
Muchas veces me he preguntado si realmente alguna vez me interesó encontrarla o al menos poder saber qué
significa. Hubo días en los que me sentí plenamente feliz o al menos eso creí, es decir, tenía a tu abuela y a tu
madre, un buen trabajo que siempre me dejó satisfecho, jamás pasé carencias e incluso cuando me recluté en
el ejército para ir a la guerra estaba complacido por poder participar en algo que yo sabía que sería
trascendental. Hoy que soy viejo y revivo todas mis memorias me pregunto si a caso eso era lo que quería.
Tantas veces escuché hablar del sufrimiento que siempre me ha intrigado. Oí a personas quejarse de
sus situaciones, llorando por alguna pérdida, por algún malestar, personas solitarias. Tantos escritores y
poetas se regodeaban escribiendo de cuánta dicha encontraban en su miseria, diciendo que preferible era
sufrir a ser feliz o neutral, que veían absurda la felicidad humana. ¡Cuánto me gustaría comprender de lo que
hablaban! Hubiera deseado alguna vez hundirme en un rincón, en alguna taberna con un buen vaso de
cerveza y “ahogar las penas” como se dice por ahí, pero nunca fue necesario, con la vida espléndida que me

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fue obsequiada jamás tuve que llegar a eso, o tal vez yo siempre fui demasiado optimista y eso me cegó ante
el dolor.

No me malentiendas, no es que me queje, simplemente que esperaba más, quería más. Es absurdo yo
lo sé, es para reírse que el ser humano nunca esté conforme, que tanto dicen “Cuidado con lo que deseas” y
es verdad, si la gente tuviera lo que tanto anhela aún así estaría inconforme. Mírame, cualquiera me
envidiaría, ya todo un viejo y gozo de salud, no tengo ningún remordimiento, ni me he arrepentido alguna vez
de algo que hubiese hecho. Toda mi vida fue miel sobre hojuelas y a pesar de eso me siento incompleto,
relativamente vacío. Pero basta de tonterías y no le hagas mucho caso a éste viejo».

Ya han pasado más de veinte años desde que mi abuelo me dijo estas palabras y aún las tengo presentes,
aunque en ése momento no comprendí del todo lo que quería decir, ahora lo veo con claridad.
No lo sé, si él me viera sentado en esta taberna con el tarro de cerveza frente a mí no sé si estaría
orgulloso, si me envidiaría o por el contrario estaría preocupado al ver a su nieto hundido en una espesa y
profunda tristeza. Él fue un hombre sabio, bien lo dijo ese día que el ser humano jamás estará conforme con lo
que logra o lo que llega a tener. Yo que he sido miserable durante tantos años anhelo la vida que mi abuelo
detestaba tanto es decir, llegó a tal grado su inconformidad que terminó colgándose del roble que crecía en su
patio trasero. La gran ironía es que incluso recostado en el ataúd se veía feliz. Tal vez, si mis padres no
hubieran vendido su casa tras su muerte, ahora mismo estaría comprando una soga para seguir con la
costumbre familiar.

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Grancé
Mario Acosta

Tanto amor contenido en mi corazón, tan corto, tan malo el tiempo para demostrarlo; muchas veces se
agolparon en mi cabeza las formas de decirlo, precipitándose a mis labios titubeantes que terminaban por no
explicar nada. ¡Qué te amé!, agradecer lo inmensamente feliz que me hiciste.
Al no saber qué hacer en esos desagradables momentos, generados por tus inquietantes preguntas de
dolorosa respuesta, apretando el corazón, traté de darte fuerza; a través de recuerdos alegres, asentados en
la memoria de las interminables historias que compartimos. Tras verte tan mal me decidí a soltarlo todo, pero
al llegar a tu cuarto te encontré inconsciente, por más que grité no me escuchaste, no pudiste ver como la
pasión me calcinaba vivo, como en mi las emociones no cabían más. Es importante ser honesto, no río ni
disfruto de la misma manera.
Pese a no despedirme como hubiera querido, estoy sereno, sin remordimientos. Sé que estás en los
astros, junto a mis ancestros, sé que he de regresar a ustedes, a compartir historias, cariño, la cena y
bailaremos ebrios rosando las estrellas.
Mientras tanto estoy tranquilo viendo correr las gotas, tiñendo el agua grancé.
Te contemplo amor mío cual estrella radiante, brillante y lejana resulta tu luz, inalcanzable oscilando
en tu lado del universo, por más que te añore no volverás, ni la esencia ni el calor serán palpables. ¡No en éste
mundo!
De pronto, en un instante, te percibo tan cerca, casi llego a materializarte, tu olor y textura, la mirada
profunda que guarda un secreto de amor, los besos, abrazos; luego te pierdo otra vez.
Sin embargo estoy tranquilo, en paz, feliz. Pronto estaré contigo.

16
Memorias del viento
Lorena Medrano

Aquella tarde el sol ardía ante la plaza con todos sus rojos y naranjas, el lugar era un desierto olvidado por los
transeúntes. Tras los portales, una pequeña tienda de tímida presencia hacía asomar a un hombrecillo robusto
y bonachón, abrumado por el calor, se arrullaba con los susurros del viento que preparaban su mejor
espectáculo.
La tienda guardaba grandes tesoros. Por las esquinas, encontrábamos tejedoras expertas de ojos
brillantes y largas patas, buscando continuamente la perfección de sus tejidos para acoger a visitantes
infortunados, destinados a desaparecer en sus fauces. Tras el hombrecillo dormido, un roble había muerto
para dar lugar a un estante que acogía a los traviesos botones, insistentes en salir a rodar hacía las casas de los
ratones. Agujas, tijeras y demás cachivaches arrumbados, entablaban entretenidas conversaciones,
aderezadas con uno que otro chisme sobre las atrocidades de los finos encajes que se creían de Paris.
Los hilos de brillantes colores se entretenían con su vanidad, pensando en los relucientes paisajes que
las señoras llegarían a construir con su belleza. ¡Nosotros no podemos perder nuestras tonalidades, sería fatal
para la vibración y energía que requieren los mares! presumían los azules. Mientras los verdes discutían quién
era imprescindible para dar vida a las hojas selváticas. Los dorados libraban a muerte una batalla con el
carmesí, el rubí, los cobrizos y a veces hasta con los metiches morados, todo para saber quién describía mejor
los atardeceres. Así son los colores, ególatras, ninguno se da cuenta que cada uno es hermoso por naturaleza
pero en conjunto logran la armonía siempre añorada por los pintores.
A la entrada, se encontraban en solitario un rollo de tela blanca y otro azul con apenas un trozo
enredado cada uno, pues hacía mucho no pasaban a surtir al pequeño local. Eran los únicos que no hablaban,
no porque no tuvieran nada que decir, sino porque su timidez los abordaba al querer formular palabra, y
temiendo develar su torpeza, escondían celosamente bajo sus hilos los sueños de la India, España y
Marruecos. El viento quiso jugar a ser destino, pues gustaba de las travesuras ofertadas por las tardes de
verano. Comenzó a entonar sus melodías con su orquesta de hojas, ramas, el agua de la fuente y el silbido de
la cantera. Fue tocando sus fibras de algodón y lino, hasta hacerlos temblar al sentir el ligero roce del otro.
No necesitaban verbalizar nada. Habían descubierto un lenguaje profundo que llegaba quizá, a algo
llamado alma. Sí, hasta los objetos poseen una. Acto seguido comenzó una mítica danza que sólo los hilos, las
tejedoras y los cachivaches pudieron presenciar en el mutismo. El mundo se había desvanecido tras luces y
sombras dibujadas en libertad, no había cuadro más perfecto, el viento así lo quiso, llevándoselos muy lejos
hasta perderlos entre colinas, cerritos y lagos. Aquél pueblito volvió a quedar desierto, sin más amantes para
danzar.

17
Josh, mi amigo
Edgar Fernández

Recuerdo lo que ayer le dije a Josh cuando chocó contra un arbusto:


—Josh, pensar es existir. Tú nunca piensas antes de actuar y por eso te pasa lo que te pasa. De milagro
sigues vivo.
Él me sonrió y siguió volando y jugando de un lado a otro, después se posó frente a mí y dijo:
—Recuerda amigo, la vida es dulce, hay que disfrutar, hay que reír, hay que ser feliz. Mira a ese perro y
la música, ¡baila con ella!
—Sí, pero todo con medida —respondí un tanto serio.
— ¡Nosotras las abejas —dijo Josh— somos muy afortunadas porque podemos volar! Tenemos alas, las
alas de la vida. Tenemos mucha libertad, podemos ir de flor en flor sin parar. ¡Ah!, las flores son mi vida.
Josh siempre era bastante raro, pero ayer, parecía estar totalmente loco, volvió a dirigirse a mí:
— ¡Hoy estoy un poco triste porque mi mosquita no me hace caso! Le ruego y le ruego y nada más no
me pela.
— ¿Sigues con esa tontería? —pregunté algo exaltado—. Ya te dije que eso no puede ser, tú eres una
abeja, no una mosca. ¡Entiende eso de una buena vez!
— ¡Pero es que estoy enamorado! —Dijo mirando al cielo—. ¡El amor se pasea por doquier y me ha
flechado!
— ¡Ah! —bajé la cabeza resignado—. Ese amor de mosca, no tienes remedio, amigo.
Seguimos volando por un rato hasta que oscureció. Así es el cielo, pasa de un azul hermoso a un tono
más oscuro, adornado por las brillantes e incontables luces llamadas estrellas.
— ¡Escucha, escucha! —Dijo Josh—. Escucha la música de las estrellas, es la más hermosa melodía.
—Eres muy raro —sonreí—, pero eres mi mejor amigo.
No me prestó atención, así es el él, es la abeja más extravagante que pueda existir. Mira que
enamorarse de una mosca, ¡es una locura! Siguió volando con uniformidad y distrayéndose con todo lo que
encontraba a su paso. Hasta que le dije que regresáramos a casa, era tarde y hacia mucho viento. Durante
todo el camino Josh sólo repitió lo mismo: “Yo hago vida, yo hago vida, yo hago vida…”

18
Sweet Candy crush
Ixchel Aguilar

Marina entró en la veterinaria haciendo sonar la campanilla de la puerta. La niña, que estaba por cumplir los
once años, vestía el uniforme del único colegio laico en la ciudad. Detrás del mostrador, se asomó una chica de
cabello largo y oscuro, con piel apiñonada y una boca digna de figurín de porcelana; pequeña y definida.
— ¡Hola, muñeca! ¿Qué tal la escuela? —preguntó la alegre chica. Marina le contestó con una mueca
de indiferencia—. ¿La secundaria no era lo que esperabas verdad?
— ¡No! Los niños son cochinos y groseros. Y las niñas solo piensan en su cabello, no le encuentro lo
interesante —contestó la niña mientras miraba el piso.
—No te pongas selectiva, prima. Hoy es catorce de febrero y algún niño seguramente debe llenarte el
ojo —comentó la muchacha, guiñándole el ojo, en un intento por animarla.
Marina, aun con la mirada en el piso, se ruborizó al instante, lo que generó en su prima una sonrisa de
complicidad.
—Me dirás quién es, ¿verdad? —Preguntó juguetonamente la chica—. ¿Es guapo?
La niña sonrió avergonzada e intentando cambiar el tema.
— ¿Nico ya está listo para irse? Antes de llevarlo a su casa, quiero ir a comprar un regalo —dijo
visiblemente sonrojada—.
—Sí, ya está listo. —Contestó la chica—, nada más espérame mientras voy a la vuelta con mi mamá por
algo de comer. ¿Gustas que te traiga algo?
—No, gracias. Dale un beso de mi parte, a la tía. ¿Me podrías prestar tu celular para jugar candycrush
mientras vuelves?
Luego de proporcionarle el celular, la muchacha salió. Marina abrió el juego en el celular de su prima y
acto seguido la galería de fotos. Hurgó en el fondo de su mochila, sacó su celular y después de asegurarse que
su prima no estuviera a la vista, se escondió detrás del mostrador.
Después de pasar a buscar al vecino sin éxito, la niña entró a su departamento con un pequeño perro
pug bajo un brazo y una caja de chocolates bajo el otro. Tomó algo de jamón del refrigerador para Nico que
seguramente tendría hambre. El vecino, dueño del perro, no tenía hora exacta de llegada. Los padres de
Marina tampoco tenían un horario definido. Trabajaban en un hospital, como doctor y enfermera, por lo que
ella estaba sola la mayor parte del día, los siete días de la semana. Sin embargo, desde pequeña había
mostrado ser autosuficiente, tener un carácter templado y un criterio muy laudable. Por éstas y otras
inevitables razones, sus padres optaban por dejarla sola. También confiaban en que si surgía alguna
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emergencia, el vecino, con quien Marina había entablado una buena amistad gracias a “Nico”, metería las
manos al fuego por la niña como ya lo había demostrado en alguna ocasión.
Ya en su recámara, Marina sacó su celular y después de contestar varios mensajes lo conectó a las
bocinas, puso algo de música y abrió la galería de fotos. Cantando y bailando, ojeaba las fotos del celular
mientras se probaba ropa que reemplazaría su uniforme. La galería contenía pocas fotos, algunas eran de ella
y muchas más de la parte trasera o el perfil de un joven con una gorra roja.
—¡Hola! venimos “Nico” y yo, hace rato pero no estabas —dijo alegremente la niña cuando la puerta
se abrió un poco.
—Sí, perdón. Salí a comprar cosas para preparar la cena —contestó el joven, alto y en forma, que
respondió a la puerta—. ¡Muchas gracias!
—Y… ¿Ya cocinaste? ¿Qué cocinaste? ¿Era para tu novia por ser catorce de febrero? —interrogó
atropelladamente la niña curioseando con la cabeza en el departamento sin permitir siquiera que el
muchacho, de aproximadamente treinta años, contestara a la primer pregunta.
—Sí, cociné pero me cancelaron —dijo decepcionado. Tras pensarlo unos momentos agregó—. Ya que
la cena era para dos ¿por qué no pasas, cenas conmigo y te cuento?
La niña sonrió con una alegría desbordante ante la invitación y al instante pidió unos momentos para ir
a su apartamento antes de cenar. Entró en la puerta contigua y, tras unos segundos regresó con una caja de
chocolates.
—Son para ti. ¡Feliz día del amor y la amistad, Rafael!—dijo ruborizada entregándole la caja, mirando
hacia el piso y jugando su pie derecho sobre la punta del zapato.
El muchacho, al notar el rostro y el lenguaje corporal de la niña, sonrió sinceramente y preguntó si le
podía compartir uno de sus chocolates a “Nico”.
—Ja,ja,ja, los perros no pueden comer chocolate, Rafael —sermoneó Marina, dejando de lado su
vergüenza juvenil y recuperando su inocente alegría que la caracterizaba.
Mientras cenaban, Marina no paraba de sonreír. Rafael le contó que tenía tres opciones de chicas para
esa noche. Pero lamentablemente la primera chica se enteró que había una segunda y después de ponerla
sobre aviso, las dos cancelaron. Él no podía comprender cómo es que se habían enterado pero todo lo atribuía
a que la ciudad era muy pequeña.
— ¿Y la tercera? —preguntó Marina.
—La tercera contestó mi mensaje con un simple no. Tristemente, era la más linda y la que más me
interesaba. Súper linda, pelo largo oscuro, blanca y una boca diminuta. Y para cerrar con broche de oro era
tierna, inocente y divertida, hubiera sido la primera vez que la viera en persona, solo nos conocemos por
mensajes —dijo Rafael tras un suspiro y una cara de aflicción que competía con la del pequeño pug.
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Se hizo un silencio incómodo entre la niña y el joven. Marina, con un dejo de amargura en su rostro,
decidió terminarlo señalando que el perro seguramente querría salir al baño.
— ¿Por qué no comes unos chocolates antes de irte? —sugirió la niña, ahora, con una sonrisa—. Así
estarás contento mientras “Nico” hace sus cosas.
Rafael cedió ante la sugerencia y guardó una gran cantidad de chocolates en el bolsillo del pantalón.
Antes de salir la niña preguntó:
— ¿Podría jugar candycrush en tu celular mientras vuelves?
Después de un rato Rafael regresó. Cargado de envolturas de chocolate en los bolsillos, tomó la copa
que se había servido antes de cenar y se dejó caer pesadamente en un sillón.
—Me siento un poco atontado, pero no he bebido tanto como para sentirme así.
—Son los chocolates —dijo Marina con una arrogante sonrisa.
Rafael observó la caja de chocolates intentando comprender. Sin embargo ya era tarde, a cada
segundo su cuerpo se sentía más pesado y difícil de mover, la copa cayó de su mano.
—No entiendo —dijo quedamente.
Marina se levantó de su silla y trepó al cuerpo del joven.
—Creí que por ser adulto serías más listo —le dijo la niña mientras con un gran esfuerzo maniobraba el
robusto, y ahora laxo, cuerpo del muchacho con la finalidad de despojarlo de la playera.
Posteriormente fue a una de las recámaras y trajo consigo una gorra roja de los Yankees de Nueva
York, la cual le colocó a Rafael.
—¿Cómo? ¿Por qué? —preguntó el joven, reuniendo todas sus fuerzas por mantener los ojos abiertos.
—No podía esperar tantos años para estar contigo. Aparte, dijiste que yo era la que más te interesaba.
El joven emitió unos sonidos guturales ininteligibles, a lo que Marina añadió
—Sí, yo soy la tercera chica. Las fotos son de mi prima, la veterinaria, se toma selfies cuando está
aburrida en el trabajo. Si algún día hubieras llevado a “Nico” lo sabrías. También hubieras notado que las
medicinas están a mi altura. Y sí, yo mensajeaba contigo y le avisé a las otras dos. Pero ahora ya nada ni nadie
se interpone entre nosotros más que mis papás. Pero yo sé cómo arreglar eso.
Colocó los brazos de Rafael sobre ella a manera de abrazo, estiró su pequeño y delgado brazo
sosteniendo su celular con la cámara prendida y finalmente añadió:
—Feliz catorce de Febrero, mi amor. Esta foto la adornaré con corazones y le pondré un letrero que
diga "Y vivieron felices para siempre…".
Clic.

21
Poesía

Homenaje a Gabriel García Márquez

Se disuelven recuerdos en la ausencia,

con ojos abiertos anhelas escuchar

voces del pasado:

“Murmullo de geranios antiguos’’,

“Mariposas amarillas”,

reflejos de tu alma americana.

Eco de pasos entre “La hojarasca”

impregnados por “El olor de la guayaba”

mientras te observan los “Ojos de perro azul”.

Escapas del tiempo

en compañía de “Mina-Úrsula Iguaran”

para entrar en el mundo fabuloso

conque soñó “José Arcadio Buen día”;

entre los pergaminos de “Melquiades”,

“Macondo”

Lucina Ortega Iñiguez

22
Solo los héroes se convierten en sus derrotas

Por las calles vemos siempre botellas de plástico derritiéndose


a pleno sol del día contra el pavimento,
y así mismo vemos llantas de carros, pájaros muertos, fierros oxidados,
troncos secos, flores de color café muerto
y junto a las piezas sueltas hay espejos.

A pleno sol del día caminamos


sin darnos cuenta de los brazos tirados
derritiéndose contra el pavimento,
y así mismo cada pierna, cada dedo y cada cabeza.

Corazones palpitando, llevando vida


al lado de unos riñones, un hígado, unas costillas.
Al lado de bocas que escupen al viento
como para regar aquellos fierros oxidados y los troncos secos.

¿Qué lleva a saber que la muerte vive?

Sin la camisa, el pantalón o la falda, sin zapatos,


sin calzoncillos, más trozos;
más piezas derritiéndose a pleno sol del día contra el pavimento.

Ante aquel pavimento que asimila a un espejo


están las botellas de plástico derritiéndose
y las flores café y los pájaros muertos.

En los espejos se ven los reflejos de piezas regadas,


caminamos contra el pavimento a pleno sol del día,
nos movemos y nos preguntamos: ¿qué lleva a saber que la muerte vive?
Y los trozos derritiéndose en las calles.

¡Qué interesante es ver ojos derritiéndose


contra el espejo a pleno sol del día!

D’ArthuR

23
Receta

“Para hacer un poema…”


Para hacer un poema se necesita
brincar al cielo, tomar estrellas,
pintarlas con crayones…
y lanzarlas al viento.

Para hacer un poema se necesita


soltar la risa, correr al campo,
trepar por los colores…
y volverte enano.

Para hacer un poema se necesita


montar en alas de pájaro,
dibujar un pentagrama en el cielo…
y susurrar un canto.

Para hacer un poema se necesita


deshojar la tristeza, remendar el amor,
encender las luciérnagas,
libar mieles de la flor.

Para hacer un poema se necesita


esculpir el agua de la fuente,
convertirme en tinta,
enjugar una lagrima del alma.

Para hacer un poema se necesita


que florezca el otoño,
despierte a la mariposa atrapada,
descubrir mi dulce tesoro.

Al final solo necesito…


plasmarlo en el corazón de un alma desnuda,
con el suave canto del ruiseñor,
bajo un cielo de flores salpicado por mi voz.

Deseo

Siento en mi piel
este deseo de poseerte,
como agua que penetra la tierra
en la sed de los campos.

24
Necesito calor de tus manos:
con dulzura y suavidad.

Llegar a la unión
como la arena y el mar,
en el ir y venir de las olas.

El dolor de no tenerte
se clava como una espina
se rompen ilusiones.

Mi cuerpo te añora,
ven y haz de mis uvas un vergel,
húndete en mis aguas,
nademos por mares de placer.

Tic tac

El paso del tiempo,


va marcándose en mi piel.

El recuerdo me lleva…
a las horas que me colmaron de caricias.
¡Como extraño esas manos que guiaron mi vida!

Hoy las mías tienen la misma misión,


seguir educando otra semilla,
con el tiempo descansaran,
y otros serán los que recuerden
mis manos manchadas por el tiempo.

María de los Ángeles León Valero

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Un sueño

Escurridizas olas devoradas por punzantes rocas,


sus curvas revelan el ardor
de la incesante búsqueda por viento,
lluvia y desolación.
El mar bajo una confusa sombra
(triste y temerosa niebla).

Huimos del desasosiego.


El auto es pequeño,
repleto, no cabe ya un alma.
Abrazados por sus cuatro puertas,
enraizados bajo un techo de aluminio.
Contemplo el universo, se aleja rápido de nosotros,
esparciendo fragmentos de espacio vacío,
lienzo inmaculado, materia oscura.
Avanzo en una corriente sin tiempo.

Somos el humo elevándose para desvanecerse en la nada,


algún lugar entre los gritos por encima del misterio.

Magnolias, orquídeas,
amapolas rojizas.
Como soles fallidos, atraen toda luz,
no dejan escapar ninguna esperanza.
El pasto salvaje entre viento de libertad.
Se escucha un silencio adormecedor.
Encuentro un sendero, me guía hacia una colina.

Cálidas siluetas en el ocaso:


Un árbol, implacables hojas,
emblemas estallan en lo alto colores inconcebibles.

Bajo la sombra del roble una roca.


Sobre la roca descansa un anciano,
su sonrisa despide felicidad,
sus ojos inhalan del sol recuerdos de un cielo infinito.
Un libro cae abierto sobre sus piernas
señala unos números, diecisiete y treinta y tres.
Aturdida en silencio, ahora cargo el peso de Júpiter,
mientras el forastero, vuelve a escapar.

Isabel Pedroza

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Ocaso en la madrugada
Hermano sol escucha,
regálame ésta tarde,
deposítala en espejo de agua
arrullada por el viento.

Su luz me envolverá,
la tarde y yo seremos una.
Aurora y esperanza,
inverosímiles las dos.

Días nublados
El sol se esconde,
no para de llover,
dagas filosas del olvido
separan la piel.

Silencio, pregunta sin respuesta,


necesidad de volver a uno mismo.

Todo eso agobia, duele:


“No es posible tocar el corazón
sin mancharse de sangre”.
La oscuridad vaga en los sentidos.

No logro sacudirme
tanta lluvia, tanto silencio,
tanto olvido…

El sol se esconde.

Dolor latente
Soy huracán con raíces,
soy púrpura, soy blanca laguna agonizando,
soy playa desierta enamorada del mar.
Dolor con resonancia, cuerpo con hendiduras,
por ahí escapó el alma.

Utopía de mariposa en liberación.


Lagrimas que absorben
mientras me extingo en pertinaz dolor.

Aurora Amante
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La felicidad es como…

La felicidad es como una hilera de banderas de papel picado a colores. También es el llanto suave de las
piedras en un arroyo, la telaraña más fina dentro de una lámpara. La felicidad es como melodía verde de las
hojas meciéndose bajo la brisa del verano. Algunos dicen (yo no sé, nunca la he probado) que sabe a reloj de
arena. Otros han afirmado: “la felicidad no puede medirse, ¿cómo se mide la respiración de un pájaro, la risa
burlona de una noche?” A lo que con seguridad han respondido, socarronamente: “La felicidad debe tomarse
en serio, ¡nada de risas!”

Yo no sé. Hace tanto que no veo banderas de papel, que no escucho las piedras o no reviso las
lámparas, que no puedo creerles. La felicidad debe ser como algo, yo no sé.

Abby G. Capdepont
Taller literario De Cara al Caracol

Ladrona

Regrésamelo, no te pido que me lo des.

¡Te exijo que me lo regreses!

Pues alguien lo quiere mientras…

tú en un cajón solo lo retienes.

Para qué me lo quitaste,

si sólo un capricho infantil fue.

¿Por qué no lo mataste?

Sólo un vano recuerdo,

algo que se puede entender

con un soneto, ese soneto dedicado a ti,

a tú ser, el amor verdadero.

Que en ti una vez encontré…

TXVO

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Prosa
Hasta pronto, Ramón
Antonio H. Vargas.
Morelia Mich. 15 de mayo de 2015
Vinimos a morir, a pasar,
como las flores y las hojas,
como las plumas,
como las nubes volanderas…
Ramón Méndez Estrada

Me enteré de tu muerte por la radio, el locutor, dijo: “fallece uno de


los irrealistas”, no supe si apropósito citó mal el nombre del
movimiento literario que en algún momento encabezaste y
defendiste a capa y espada, a charada y atoque, o citó mal a manera
de burla burocrática, ya que te llamó irrealista; pero quién más
realista que tú, conocedor de la miseria humana, rebelde por
vocación, reaccionario a punta de chingadazos que da la vida. Quién
más realista que tú, un Diógenes Gramático, un Marginado que se
paseaba por las calles de esta ciudad rosada, en todos sus sentidos,
con un sombrero viejo y roído, pero excelente compañero de viajes,
un morral de colores a punto de deshilarse en cualquier momento Foto de Wendy Rufino

que en su interior cargaba algunos cigarrillos, una charanda de botella de vidrio de cuarto de litro, algunos
libros para vender o empeñar para continuar con la borrachera y una tesis de maestría en la que te mencionan
como una referencia literaria obligada, en donde la autora cita un fragmento de tu monumental Epístola la
Pátzcuaro.
En la sala del velatorio, al verte ahí haraganeando, no lees, no escribes, no cuantas alguna de tus
anécdotas, posas inerte: acostado, un cristal entre tú y el mundo, una leve sonrisa burlona se dibuja en tu
rostro, lo has hecho nuevamente hijo de puta, te has burlado de todo y de todos,
Has llevado a los infra-realista al límite, si hubo algún límite, ahora después de ti qué.
Pocas personas a tu alrededor, no superan una decena, pocos que te estiman, pocos que
verdaderamente podían llamarse tus amigos; cómodamente sentados en los sofás negros de la sala de
velación, comentábamos tus aventuras en vida, en las que algunas veces Mario Santiago, y Cuauhtémoc eran
los héroes, de repente se colaba Bolaño y en la mayoría de las anécdotas tú eras el “Antihéroe”, aquel que a
29
los Premios Novel nacionales les mentaba la madre, porque un chinga tu madre es como dar un beso o un
vaso de agua, no se le niega a nadie.
De repente alguien llega y quiere escucharte en la voz de Lalo, él sin chistar comienza a leer, ya que era
la mejor forma de despedirte, te gustaba que la gente que estaba a tu alrededor leyeran tus textos, te gustaba
leernos tus textos, porque los leíamos mal, siempre nos corregías, ya que invitabas un lenguaje, jugabas con el
lenguaje; eras el fuego, la noche y la luna de tus poemas y cuentos, todo lo que tocabas lo encendías, lo
ennegrecías e iluminabas sublimemente.
Todos los que estábamos ahí leíamos las obras que teníamos al alcance, de repente María Antonieta
leyó:
Lazos
Ni ángel ni demonio. Más terrible
el ser humano
solo
en el mundo,
con sus pasiones

Puro apego a la vida,


a ver el sol, las nubes,
a volar con el viento,
a oler la cópula.

Viviré. Lo que mi dependa lo haré.


Así, entre sangre, alvéolos al aire,
la mira ardiendo.

En una especie de éxtasis comprendí un sinfín de cosas que ignoraba de tu vida, de la vida;
afortunadamente éramos los que teníamos que estar, no hubo hipócritas, hubo una tertulia con Ramón y la
charanda no fue invitada.
Antes de retirarme a dormir, Paco Hernández comentó como fue tu final, durante cinco meses
estuviste en agonía, en ese tiempo pagaste tus fallas en vida, tenías que haber muerto en Enero. Me despedí
de ti, no te dije adiós, sino hasta pronto, por lo mientras salúdame a Vallejo.

30
Artes visuales

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Cine

El papel del cine slasher como subgénero cinematográfico


Alberto Bautista

Definir un género cinematográfico es algo muy difícil de hacer, ya que la frontera entre géneros está muy poco
definida y son varios los aspectos a considerar a la hora de hacerlo, por ejemplo, la forma de producción, la
estructura narrativa o la relación con el espectador.

De cierta manera, estos aspectos parecen estar relacionados. Altman lo establece definiendo al género
como un esquema básico de producción, como una estructura, como una etiqueta y como un contrato con el
público. Así, se constituye un circuito en triangulo entre el artista, la industria y el espectador. Con lo anterior
dicho, se puede establecer un proceso de definición centrado en estos tres aspectos, y que por separado
también albergan muchos factores que participan en el proceso.
En el caso del cine slasher se tiene en primera instancia una serie de películas creadas entre los años
60s y principios de los 70s, a partir de un género mayor y ya establecido, que es el cine de terror, películas
como Psicosis, Peeping Tom, The Texas Chain Saw Massacre y Black Chirstmas establecieron un narrativa muy
similar, sobre todo su estructura arquetípica. Gracias a esto se podía concebir un esquema básico de
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producción, el cual toma forma con el estreno de Halloween en 1978 de John Carpenter, a partir de aquí la
industria estadounidense siguió una estructura arquetípica basada principalmente en los personajes y sus
acciones (el personaje psychokiller, los adolecentes, los personajes adultos, etc.). Estrenaron películas con una
estructura similar como parte de este esquema, tales como Friday the 13th, The burning valentine, Prom night,
etc. Un vez que el esquema es propiciado por la industria, sucede el trato con la audiencia (desde críticos
hasta público en general), si estos aceptan que tal género es así por esas características.
Sin embargo, un género también es capaz de evolucionar, por lo que el esquema distintivo del cine
slasher también pasó por cambios en las décadas posteriores, incluyendo la hibridación con otros géneros o
subgéneros, lo que hace aún más difícil adquirir una definición concreta.
Finalmente, habrá que concluir que el cine slasher es un subgénero del cine de terror, que está
definido principalmente por su estructura arquetípica, la cual también puede cambiar dependiendo su
evolución en relación con el artista, la industria y el público.

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Fotografía

Eterna felicidad
Por: Edgar Fernández

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Pintura

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Reseña

Rafael Flores nació en Ciudad Hidalgo, Michoacán, en 1954. Estudió la Licenciatura en Artes Visuales en la
Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM. Pintor especialista en la figura humana con más de 30
exposiciones individuales. Desde hace treinta años impartió clases en los talleres de la Casa de la Cultura de
Morelia, actualmente se encuentra jubilado.

“La pintura no copia la vida, la evoca y la interpreta, porque no solo es un asunto de los ojos, también juega el
corazón y la mente para atrapar lo invisible. Pintar es fluir, acompasarse al paso del tiempo, a las estaciones
del ánimo.” - Rafael Flores

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Diseño gráfico

La pintura digital
Nefelibata gris

Las herramientas digitales han resultado ser un método alternativo para desarrollar obras de arte, que
trascienden más allá de un lienzo físico. Con el uso de software gráfico, se crean obras que pueden imitar el
arte creado en las diversas técnicas de la pintura con los medios tradicionales y representarlas ante la
perspectiva del humano, el resultado se verá muy similar o incluso hasta idéntico. Algunos de los programas
que más se utilizan son Photoshop, Ilustrator o CorelDRAW, que ofrecen muchas herramientas y gama de
colores, que no hay de forma real más allá de la computadora.
Sin embargo el crear una obra empleando la computación gráfica, estará limitada a las plataformas
electrónicas, como tabletas, celulares o laptop, por lo que dependerá del almacenamiento en bits y
representarse por los pixeles de una pantalla, por ejemplo, si se crea una pintura en una tableta, al apagarla es
como si desapareciera y dejara de existir, en comparación con una pintura que perdura en el lienzo físico, a
través de las décadas e incluso hay obras que trascienden entre siglos, como La Mona Lisa de Leonardo da
Vinci.

León esquizofrénico
Por: Mons

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Humanidades

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Filosofía
El discurso del Zángano y las Reinas
Antonio H. Vargas.

Hoy, como nunca, es vulnerable tu esencia


y quebradizo el vaso de tu cuerpo,
y sólo puedes darme la exquisita dolencia…
Ramón López Velarde

A Calíope

En la primavera, las aves multicolores trinan en los cielos grises, los pastos y plantas comienzan a reverdecer,
algunos árboles dan su fruto; hay en el ambiente un cierto sesgo de alegría, por aquí y allá se escucha la
Primavera de Vivaldí.
La primavera trascurre con su habitual tendencia a aparearse, se aparean todas las especies de seres
vivos. La necesidad de sentir el fluido de otros cuerpos es un aliciente, el calor sofocante incita al amor; en las
farmacias las estanterías de los preservativos se vacían rápidamente, el viagra se consume con más frecuencia.
El simple hecho de que dos personas totalmente desconocidas compartan una simple mirada les incita el
deseo desbordante de aparearse. Este texto lo he titulado así, por el simple hecho de que hablaré de la
experiencia estética pero desde la sexualidad y la sensualidad, es decir, la metáfora del zángano que se aparea
con la abeja Reina: él es el verdadero don Juan.
Y es que la sexualidad en todas las culturas de la humanidad(incluso en la cristiana, y en la hindú)se
aborda de distintas formas, pero con unas prácticas muy parecidas, es decir: el gozo por el gozo, el gozo es
una de las características principales, en Aristóteles podemos encontrar un diferenciación marcada entre los
conceptos de Eudemonía (felicidad) y hedonismo (placer): la felicidad implica la verdad, “Eudemonía (del
griego eudaimonia) es la condición de quien tiene un buen genio o demonio interior que de algún modo le
asiste en la rectitud de su conducta, en su ventura personal” 1, es pues la formación de un buen carácter, la
conciencia de una ética (éthos), el placer dista mucho de este concepto, ya que es una impresión que se
recibe, el placer es esencialmente pasivo; el placer está en íntima relación con lo humano “ni tampoco por que
el placer no sea una cualidad, deja de ser uno de los bienes, porque los actos virtuoso, tampoco son cualidades,
ni lo es la felicidad.” 2Aquí trataremos grosso modo, la sensación del placer, ya que se liga al encuentro
amoroso, y la felicidad según Aristóteles tiene que ver con algo ontológico, con un modo de vida, con un modo
de Ser. Ese tema será tratado en otra parte.
Ahora bien, hay un proceso intelectual-sensorial que se da automáticamente en el humano: la
sensibilidad. Juzgamos algo por medio de ella: juzgamos principalmente las cosas relacionadas a los sentidos o
lo artístico: “Concebimos al sujeto estético como un proceso de constitución de su facultades sensibles desde
condiciones sociales y biológicas. El sujeto es intersubjetivo, pues comparte con otros ciertas prácticas desde
las que se establece como sujeto” 3, nos acercamos al objeto o al sujeto con esta pretensión: de percibirlo por

1
GÓMEZ, Robledo, Antonio, “Introducción” en Ética Nicomaquea, Ed, UNAM, México, D. F., 1954, pp. 48
2
ARISTÓTELES, Ética Nicomaquea, Ed, UNAM, México, D. F., 1954, pp. 240
3
MANDOKI, Katya, Prosaica. Introducción a la estética de lo cotidiano, Ed, Grijalbo, México, 1994, pp. 72
46
la sensibilidad. Podemos hacernos las siguientes cuestiones: ¿qué me provoca? ¿Me gustó? Etc., entonces en
temas relacionados con el amor y el erotismo se da el mismo proceso intelectual-sensorial, ya que nos
acercamos al otro, a la otra desde nuestros sentidos por lo tanto juzgamos a través de las necesidades de
nuestro cuerpo y lo que la otra persona despierta en nuestro ser.
El amor comienza con la mirada, con el aroma del otro, qué vemos: todo y nada. Una figura que se
refleja en la pupila y nos lleva a pensamiento sin límite, ver al otro, a la otra, es reconocer que no estamos
solos, que compartimos el mundo con seres semejantes; reconozco que es Otro por el hecho de que no soy
Yo.
Recorrer con la mirada el cuerpo del otro, de la otra, observar cada mínimo detalle de sus gestos, de su
fisonomía, incluso afirmar que los defectos le asientan y resaltan su belleza. Poder acercase al deseado, a la
deseada, percibir su aroma, un aroma a infinito: caldo de pasiones. El olfato, sin darnos cuenta, es el sentido
por el cual las feromonas comunican algo. “El encuentro erótico comienza con el deseo del cuerpo deseado.
Vestido o desnudo, el cuerpo es una presencia: una forma que por instantes es la forma del mundo.” 4
Poder abordar a otro, es decir, dirigirle la palabra, y ser cuidadosos delo que se dice, pronunciar sílabas
con cierto tono de voz, con cierta seducción: intercambio de voces aromas y palabras, interacción con el otro,
la otra, inicia el diálogo, y en el diálogo se articular un lenguaje, el lenguaje de la seducción, el lenguaje de la
conquista, poder decir cuánto se le desea, “me gustas y quiero que seas mía” “deseo compartir contigo
fluidos, y sentimientos”, porque sería absurdo compartir fluidos y no compartir sentimientos aunque sean
momentáneos, estamos vivos y todo nos afecta, a todo afectamos.
Después del discurso de las palabras vienen el discurso del cuerpo, el acercamiento de los labios, para
unirlos en largo y profundo beso, que las lenguas choquen y se acaricien, que se enlacen y se desenlacen, que
las manos de él, la tomen por la cintura, que ella con sus brazos de serpiente lo enrollen desde el cuello; que
ambos pelvis se unan, que comience la excitación; la sangre del cuerpo inunde todos los miembros, y fluya de
forma rápida, ella se sonrojará, los pezones se le inflaran, incluso el clítoris, a él los latidos acelerados del
corazón delataran la erección de su pene.
El pantalón de él será quitado con cariño y cuidado, él aprovechará para despojarse de su camisa,
cuando esté totalmente desnudo ella se recostará, él retirará la falda con el mismo cariño que ella retiró el
pantalón; pero los calazones los quitará con brusquedad, con ambas manos se los llevará a la nariz y dará un
fuerte suspiro, queriendo conocerla por el aroma de sus pantis, ella nuevamente buscará saciar su sed de
besos y lo prenderá del cuello. Ambos, desnudos viéndose al rostro, podrán dar breve repaso al Kamasutra.
Al hacer el amor (fornicar) nos sabemos finitos, es decir sabemos que ese momento no se prolongara más que
ese instante. El amor, el placer está condenado al tiempo, el amor es conciencia de muerte, es pues la
tentativa de hacer el instante una eternidad.
“…la felicidad es, pues, la actividad conforme a la virtud, es razonable pensar que ha de serlo conforme
a la virtud más alta, la cual será la virtud de la parte mejor del hombre… esta actividad es contemplativa…” 5.
Sea placer, sea felicidad (del latín Felix), sea lo que sea, el erotismo no deja de ser un modo de acercase a la
contemplación de la totalidad, ya que éste nos puede llevar a un éxtasis contemplativo-sensorial, al más alto
grado de concentración (según los monjes yoguis), y también puede ser la actividad más mundana, más vil. El
humano con sus pasiones… la felicidad, el hedonismo, puede ser precisamente eso: compartir, ¿qué?: soledad,
fluidos, la vida.

4
PAZ, Octavio, La llama doble. Amor y erotismo en “Obras completas”, Tomo 10, Ed, FCE, México, 2006, pp. 341.
5
ARISTÓTELES, Ética Nicomaquea, Ed, UNAM, México, D. F., 1954, pp. 253
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El sueño de la felicidad
Edel Zavala Regalado

Mientras en la mesa se regodeaban las manzanas de la jornada. Mientras estaban los partidarios de la
fraternidad a la sombra del sol. Mientras las mujeres y hombres conversaban de la política y del pacto de las
voluntades. La hija del que hospeda tomó de la charola un trozo de pan que no comió, sino que lo contuvo en
sus pequeñas manos hasta que los hablantes determinaron de raíz el porqué de la sociedad. Frente de ella las
conjeturas se hacían imperceptibles, el cuadro del diálogo se hacía inentendible ¿Dudaba, de su existencia? Se
agotaban las mortajas de pan y vino que sobre la mesa. Se acortaban en la tarde los rayos del sol poniente. La
Materia derramada por entre el mantel y el azulejo, mancha bermeja, la envolvía el hogar de un eco.
Sospechoso al principio, claro al final. Pudiente y animada. Esté personaje en apariencia joven de nuestra
literatura que no es ajeno a la automatización de nuestras sociedades. También ejerce políticamente la
libertad. Por Gaston Bachelard en su libro La Intuición del instante habrá que calificar el acto de su dialéctica
iluminista con El Problema del Hábito y el Tiempo Discontinuo. Si el pudor la animaba, entonces, la
espiritualidad animal de la joven igual a un cumulo de átomos complicaba la idea. Es posible deducir de la
forma, diciendo que en ella radicaba la posible carnalidad, la alegría íntima de la fiesta, la utopía, la estrategia
ecológica del futuro, la primera y última palabra. La joven sería una perspectiva de una imagen literaria en la
etapa de la Revolución de cualquiera que cuente con un infierno y crea. Esta joven es fenómeno de una
imagen cinemática domestica de la recóndita maquinaria de la Revolución en su etapa de pacto y diálogo. Ha
de ser la representación en escena de la literatura, la parte femenina del onirismo, el ser del Ánima. Esta joven
nace bajo el periodo de la información y la conversación, pero crece con su simpatía, vive pequeña, pero
natural. De la joven general experimentaremos la particularidad también de comentar el placer del sueño
literario. Estar dentro en el ensueño es la cuestión de la unión con los seres del más allá a través del sopor
literario. Porque para conocer a la joven tendríamos que envestirnos e ir a la convocatoria, a la junta de la
revolución y el instante, para vivenciar su espíritu.
Si consultamos lo Clásico, esta postura de la joven a definición de Aristóteles sería una cola más del
caballo en la cual los hombres han de ser constituidos. Un ser vivo sin virtud, un ser sin conocimiento. Si
seguimos la escena política como retórica, posiblemente arreglaríamos y embelleceríamos a la joven
convenciendo a la multitud de las cualidades objetivas del entendimiento natural de la humanidad. Sin
embargo aquí hay un pero: la señorita aún se cepilla su caballera, la niña aún vive de la felicidad natural de su
limitado saber. Para ella poseer animo es poseer un bien. Mientras las cuentas arrojadas a la mesa se
dedicaban a la fraternidad, la ingenuidad actuaba su presencia. Profundizando en el acto de pudor y ánimo

48
nos damos cuenta de una de las Primeras meditaciones cartesianas acerca de la metafísica, en las que se
demuestran la existencia de Dios y la distinción del alma y el cuerpo (1). Mientras los cuerpos se satisfacían, a
la joven acudía un eco. Sin dirigirnos a lo absoluto, la política de la libertad debería remitirnos al fenómeno del
tiempo que será el instante de la intuición. La joven ante la opacidad a las velas de la noche enciende en sus
parientes el afecto de su presencia. Un acto de entrega filosófica por envolverse otra vez en esa sustancia
pensante comunicada con esporádica aprensión cotejeando la grandeza de la familia.
Habría que comprender a la joven que ha dinamizado su naturaleza en pro de una comunicación social.
Lo primero que habría que denotar serían tres facultades de los cuales la meditación cartesiana duda para
luego existir: los sentidos, los sueños y las corporaciones. Lo segundo sería connotar que después de haber
dudado de si la certeza existencial se afirma. Sin embargo, estamos dirigiéndonos por la reacción y
humanamente posible sería considerar qué ha sido de la joven en el mundo. Volviendo a la manera natural de
la joven de ofrecer una servilleta al invitado, a la hija que se hunde en los ojos de padre esperanzado, a la niña
que giña a lo lejos y lo pequeño su presencia. Diríamos que más entrada la noche cuando las copas de vino se
beben a sigilosas cuestiones de madurez la joven cogita en el sueño deambulando entre "velas y fuego, piensa
y siente la joven existencial".
La disolución de la verdad según Nietzsche actúa en la voluntad de los hombres, a la manera de un
trago de valentía. La estabilidad del compuesto físico del cual duda Descartes, es en Gaston Bachelard una
constancia que se fortalece a través del fenómeno de tiempo y la intuición del instante. Cuánto tiempo hemos
estado duros a la destrucción de la unidad. Continuando con esta investigación habrá que tomar el testimonio
de Rene Descartes comprendiendo que la intuición del instante donde la joven esta cobijada por el pudor y
animo atreves de un hecho físico derivado en eco no siendo una prueba fehaciente si es una prueba
imaginaria, poética, literaria.
"Se ha de confesar que han sido vistas durante el sueño como una ciertas imágenes pintadas que no
pudieron ser ideadas sino a la semejanza de cosas verdaderas y que, por lo tanto, estos órganos generales
existen (las manos, el gusto) no como cosas imaginarias, sino verdaderas”. (2)
Mientras la joven cerraba los ojos al cansancio de la reunión, sus brazos se alargaban a la buena
venturanza. Las personas azoradas la cubrieron con una manta. El acolito que se daba cita en la reunión
inquirió ¡Hija los bosques a ti, te reconfortan! La bandeja que llevaba el mozuelo de miedo dio al suelo en un
estruendo, las orejas y ojos de la joven se aguzaron ¡Loorita gritaba su madre cuando la niña se convulsionaba
hasta que halló el placer del dormir profundo! Deberíamos sobre el hecho hipersensible de la joven, superar
el raciocinio Cartesiano, superacionalizar. Porque si bien es cierto que se cobija el cuerpo con una manta, si
bien es cierto que su madre se lamenta por la joven. La determinación social no abarca las ensoñaciones que
tienden a la infancia psicología ¿Que desea la Joven?: Psicoanálisis ¿Que le molesta a la joven?: no responde
49
por la libertad. El acolito rezaba, entraba el hielo de la madrugada todos entorno de la joven. De repente
despertó sonriendo mientras el cerrojo se corría en medio de la noche, el vigía enteró a los conspiradores tras
el shock del ánima que tropas del gobierno acechaban a lo lejos con sus trompetas y antorchas. Todos salieron
ilesos por la joven que de la mano de su padre aún se tallaba sus parpados.
La conclusión de esta narración cortísima expone la singularidad de una joven que trastoca la
sensibilidad de su juventud. Empezaba a anochecer, había ronda social, el sueño le pintó la tragedia en el árbol
del pino donde colgaba la cabeza de su hermano mientras una manzana deliciosa era ofrecida por un demonio
en los bosques de Jesús, hijo de Dios, pero ella, insípida a su puré, afrentó la vida del libre albedrío. Entre el
ensueño demoniaco y el ensueño de las tendencias infantiles ¡quién elige! sino la felicidad. Con esto
aprendimos que las pasiones a las que se dedican la literatura en general y en particular el super racionalismo
de Gaston Bachelard a la hora de imprimirlo están sujetas también a ensoñaciones, en donde la pasión ha de
ser objeto de lo que la filosofía considera felicidad: el ánimo que posee un bien. La intuición del instante
revelando el ánimo, como en esta corta narración de la salvedad en la ensoñación tendiente de la infancia en
la poética de la ensoñación. Acto heroico de la joven por sumergirse en los bosques de Jesús, en los cuales, la
"desigualdad estirada" afronta cara a cara con el demonio con el libre albedrío. Puesto que: "incluso existen
algunas que son puramente intelectuales (refiriéndose a las pasiones), como cierto deseo, cierto amor,
cierta alegría que existirían también en el alma separa del cuerpo” (3)
El raciocinio Cartesiano será después de la invitación del propio Descartes que dice "soñemos"
trastocado, nosotros soñadores, por la intuición del instante del ánima. La cual en relación a la metafísica del
alma de la joven asumirá el sueño heroico de su libre albedrío donde "también quisiéramos perder nuestra
alma, si ello fuera posible, para salvar la de los otros" (4). La sustancia pensante de la joven en su épica nos
descubre la posibilidad de que las ensoñaciones e Infancias regresen por entre los bosques en las estelas de un
bien y una felicidad.

1. Descartes, Meditaciones Metafísicas, 1959, Aguilar, página 47.

2. Op.Cit. Página 49.

3. Charles Renouvier, Descartes, Colección Austral, 14 de Enero de 1950, página 141.

4. Op. Cit. página 145.

50
Psicología
Una vida sin tiempo
Abraham Martínez González 6
Introducción
En este espacio interesa reflexionar sobre la vida actual, la de la prisa, la de los múltiples empleos para
sustentar una supuesta felicidad que no termina de llegar, pero que se sabe es perseguida. Con ello,
pretendemos aproximarnos al significado que puede tener en el contexto de la vida posmoderna el tiempo
libre, entendido como el espacio para transitar de la condición de malestar en la cultura hacia la
experimentación lúdica y creativa, que permitan al sujeto mayor estabilidad emocional y comunitaria. Karl
Marx establece que por una cantidad de tiempo dedicada al trabajo se requiere por consecuencia, una
cantidad considerable de tiempo libre que permita la distracción, el ejercicio, así como la inserción en alguna
de las artes, es decir, la recreación del sujeto.
Partiendo de este criterio marxista analizamos el concepto de trabajo, que en la actualidad no se
compromete con el sujeto, en cuanto a ofrecer ese momento de re-creación, tan demandado por el espíritu
rebelde y libertario. Tal vez se logre el dinero y algunas comodidades para el hogar (cuando éste se tiene),
pero sin un espacio-tiempo de transformación creativa. Se experimenta por consecuencia, un desencanto al
trabajo.
Desarrollo
Al hablar de trabajo, resulta hasta cierto punto condicionante que tal acción humana representa la posibilidad
de satisfactores, beneficios, que han de traer una vida “cómoda”, placentera, a la vez que motivante. Pero es
un hecho asequible que en las sociedades actuales (vida posmoderna y digital), el trabajo no sólo ha resultado
en una fuente de ingresos y movilidad, más allá de esto, encontramos seres enajenados al trabajo con una
mínima integración siquiera al ámbito familiar. Seres mecanizados, llevados por la rapidez de las
comunicaciones y los medios de transporte que en contextos delimitados (ciudades), han de transitar horas
enteras entre su lugar de trabajo y su supuesto hogar (ahora llamados “fraccionamientos dormitorio”).
No es algo que sea precisamente reciente, pues ya desde hace décadas, el trabajo se ha intensificado
en tanto tiempo para el hombre, como en repercusiones negativas, que han puesto en marcha críticas e ideas
en torno al concepto de trabajo, y en general, al mecanismo que articula un modelo de trabajo, también
ubicado en el esquema económico y cultural llamado capitalista. Resulta apremiante voltear la atención al
tema del trabajo y lo que implica ya desde hace tiempo, como medio para vivir, donde desgraciadamente esta
actividad se ha convertido en un elemento destructivo para el espíritu creativo.

6
Psicoanalista y profesor.
51
El trabajo debiera de permitir al hombre su subsistencia económica, que aporte como consecuencia
una alimentación equilibrada, así mismo, una vivienda que sirva como continente y referencia; comodidades
en mobiliario y aparatos electrónicos y mecánicos que debidamente han de hacer la vida más “cómoda”. Pero
además de lo anterior, el trabajo debe posibilitar una estabilidad que se vea proyectada en lo posible, en una
seguridad emocional que devenga en armonía familiar y por ende, en la comunidad a la que se pertenezca.
Pero las exigencias al fenómeno del trabajo no han de quedar ahí. Marx pretendía que con una jornada de
trabajo adecuada en tiempo y remuneración, al individuo le sobrará una cantidad considerable de horas al día,
para permitirse así mismo el acercamiento hacia actividades recreativas que favorezcan el desarrollo armónico
en otros niveles. Para Marx el tiempo libre tenía que ver con actividades creativas y educativas. No existía la
noción del tiempo libre como ocio, sino como un tiempo de libertad para la libertad 7, dice Munné, apoyando
la premisa marxista.
Desde inicios del siglo pasado en un artículo de Sigmund Freud tituladoLa moral sexual cultural y la
nerviosidad moderna (1908), se hacía referencia al hecho de que una vida donde poco o nada se permite el
afloramiento de la expresión placentera en la creación y relaciones del hombre, surgen por consiguiente
afecciones nerviosas que resultan no sólo más costosas sino hasta mortales. Hebert Marcuse en Eros y
civilización (1956), tomó las ideas de Freud acerca del conflicto entre pulsiones y civilización para llevarlas a
otra dimensión teórica. Aceptó con Freud que la civilización exige reprimir ciertas pulsiones, pero añadió
además que en una civilización como la nuestra (occidental) que mantiene una estructura de dominación
aparece un excedente de represión. Si la civilización no fuese dominante en favor de unos pocos, ese
excedente de represión no existiría, y cree Marcuse que, la represión normal de las pulsiones es necesaria en
toda civilización, pero podrían encontrarse vertientes para la transformación de represión en sublimación. La
clave de esta transformación está en la cantidad de tiempo que se dedica al trabajo. Como buen marxista,
Marcuse piensa que la dialéctica del trabajo traerá su antítesis: el tiempo libre. Cuanto más trabajo se
acumule en máquinas menos trabajo quedará para ocupar a los hombres. Si ese tiempo libre no es absorbido
por las estructuras de dominación para “aborregar” al individuo, éste podría usarlo en aumentar su nivel de
conciencia, educarse, expansionarse; auto-realizarse por medio del arte. Esta es la propuesta de Marcuse:
técnicamente es posible cambiar trabajo por Eros, y comenzar una civilización menos represiva de las
pulsiones.

Pero si desde el contexto del trabajo no hay confianza porque tal vez ni siquiera es un trabajo seguro,
o éste no ofrece el tiempo suficiente, se evade la posibilidad para el sujeto de experimentar la vida en una

7
MUNNÉ, Frederic. Psicosociología del tiempo libre. P. 104
52
zona transicional, como la llamó Winnicott (1971), y por ende no hay un nexo estimulante entre lo subjetivo y
lo objetivo, que es la zona intermedia entre la realidad interna y la compartida con el mundo.
En lo que respecta a la sublimación, siempre fue ésta la apuesta más importante para Freud. En su libro
El malestar en la cultura (1930), hace referencia a la situación específica de la sublimación en la vida social: He
aquí la tarea a resolver: es preciso trasladar las metas pulsionales de tal suerte que no puedan ser alcanzadas
por la denegación del mundo exterior… para ello la sublimación de las pulsiones presta auxilio. Se lo consigue
sobre todo cuando uno se las arregla para elevar suficientemente la ganancia de placer que proviene de las
fuentes de un trabajo psíquico e intelectual. 8
Y esa “ganancia de placer” es lo que poco o nada aparece en las sociedades posmodernas. El trabajo es
un ámbito separado de las actividades lúdicas, y muchas de las veces, radicalmente en contraposición a
ofrecer el tiempo que devenga en actividades recreativas, cuando podría ser que la actividad laboral por sí
misma se constituyera en una fuente de placer en tanto el desplazamiento de las fuerzas libidinales hacia algo
de provecho. En cambio, tenemos que lo que se identifica como violencia es el retorno a lo real de una
discordancia y de un malestar interior a la cultura misma, pero sumado a un plus de disconformidad,
referente a la falta de cumplimento de la promesa de que si el sujeto se sacrifica en favor de la comunidad,
obtendrá cierta recompensa; si el individuo trabaja en beneficio de los demás, será reconocido y valorado de
manera tal, que se favorezca su desarrollo integral. Eso no sucede generalmente, y de ahí, la desilusión y la
violencia.
Para Marx la riqueza de un hombre no se medía en la remuneración del trabajo, sino en el tiempo libre
que ofrecía tal trabajo, en tanto permitiera el bienestar y tranquilidad propias para favorecer el que se tuviera
un par de horas para hacer deporte y sentirse bien en su cuerpo; otro par de horas para estar con los hijos y
jugar mientras se educa en un ambiente de seguridad y buenas bases éticas. Un tiempo para la lectura, y de
ahí a la creación artística, y de ahí al reconocimiento frente a la comunidad…de ahí la idea de una vida integral,
es decir; una vida en la que el espíritu rebelde y libertario del hombre tenga depósitos donde descargarse.
En muchos sentidos, vemos que el trabajo funciona como un medio represor y no como un auxiliar
para conseguir mayor cantidad de placer, mucho menos favorecer la ansiada felicidad. Marx expresaba que: El
hombre que no dispone de ningún tiempo libre, cuya vida, prescindiendo de las interrupciones puramente
físicas del sueño, las comidas, etc., está toda ella absorbida por su trabajo para el capitalista, es menos todavía
que una bestia de carga. Físicamente destrozado y espiritualmente embrutecido, es una simple máquina para
producir riqueza ajena. 9

8
FREUD, S. El malestar en la cultura. Tomo XXI. P. 79
9
MARX y ENGELS. Obras escogidas. Tomo II. Versión electrónica. P. 40
53
Sin embargo, se continúa insinuando que el trabajo es la posibilidad de crecimiento para el sujeto
(económica, emocional, de status, etc.), que el trabajo “hace olvidar los problemas”, “que es la mejor terapia”.
Pero en otra dimensión lo que no se dice es que esta actividad cada vez en mayor medida en las sociedades
posmodernas está alejando al sujeto de su comunidad y paulatinamente de su propia familia. Porque para
obtener un cargo de mayor rango y responsabilidad, éste tiene que ofrecer y al mismo tiempo sacrificar más
tiempo, que podría emplearse en alguna actividad recreativa, que como el término lo señala, sugiere la
eventualidad de transición hacia un estado de ser diferente; seguramente más sano. Ante la represión que
ejerce la vida posmoderna con el sacrificio de tiempo que implica estar en un trabajo enajenante, se genera
mayor cantidad de sujetos con neurosis de mayores complejidades, o sea, patologías que actualmente hasta
rebasan los límites de lo simbólico y que ante tal hecho, surge una especie de compulsión a determinar
“nuevas enfermedades” producidas precisamente por el desencanto de la vida digital y supuestamente
“cómoda” del ambiente capitalista.
Conclusión
Escuchamos el desencanto hacia el trabajo; no se cumple con la promesa: “estudia, trabaja y tendrás una vida
feliz”. Obviamente la vida no se trata de simple felicidad, pero es un hecho que esta especie de “regla
matemática” le es aplicada a niños y estudiantes, tratando de hacerlos “comprender” que es una garantía casi
real: que si estudia encontrará un buen empleo (lo que ya de por sí es ficticio), pero si a esto le aunamos que
en muchos de los trabajos que se ofertan actualmente existe ese plus de malestar al no ofrecer ese valioso
tiempo libre para recrearse, entonces nos encontramos ante una encrucijada difícil y de graves consecuencias,
¿cuáles? Sólo basta voltear la mirada hacía nuestras ciudades y darnos cuenta de los alcances que este
fenómeno está acarreando: desilusión, violencia, frustración, robos, niños con padres ausentes, prisa, “chingar
al que se deje”, más prisa; obesidad, comida rápida, y más y más prisa, tanta que no queda tiempo….

Bibliografía

FREUD, Sigmund. (2001) Obras completas. Argentina: Amorrortu.


 (1908) La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna. Tomo IX
 (1930) El malestar en la cultura. Tomo XXI
MARCUSE, Hebert. (1986)Eros y civilización. España: Ariel.
MARX y ENGELS. (1865/1980) Obras escogidas. Tomo II. Versión electrónica.
MUNNÉ, Frederic. (1974)Psicosociología del tiempo libre. México: Editorial Trillas.
WINNICOTT, D. W. (1972/2008) Realidad y juego. Barcelona : Edit. Gedisa.

54
De lo que huyes, mueres
Blanca de Aldecoa Castillo

Si pudiera cambiar algo de lo que tengo, lo cambiaría todo.


No soporto lo que tengo, no lo quiero,
me recuerda tanto a esos días nebulosos donde estuve ciega.
Tengo pero no tengo.
Cuando lo que falta es dignidad, no hay nada a qué renunciar ni qué rescatar.
Anónimo, 2015

Aprovecho para confirmar el dicho tan popular que, entre palabras tan sencillas, se concatena en la oración
que hace de título para el presente ensayo. Si el hombre 10 llegara al espacio temporal lo suficientemente
entrenado —o si fuera parido con la requerida potencia para subsistir desde sus primeros días por propia
cuenta—, en la huida general por la que nuestro yo arremete contra la vida, no tropezaría con la misma
piedra, es decir, no moriría de aquello de lo que huye.
En las cuestiones más vagas, sociales o culturales, puede vislumbrarse la situación y conflicto
determinante para que el ser humano en general viva detrás de la penumbra, esperando aquello a lo que
teme, confirmando rituales inconscientes para zafarse de las circunstancias adversas, acercándose a ellas aún
más. Parece un acompañante fijo.
Cuando nos topamos con esa realidad inminente que por segundos azota nuestra cabeza con multitud
de imágenes profusas al respecto del fracaso, de la inseguridad, de la inestabilidad, no nos es posible —en
términos del monólogo interior donde nos reprochamos o cuestionamos nuestro haber y nuestro actuar—
recurrir a la justificación, sería un autoengaño decirnos como consuelo que no teníamos prevista la
implicación de esa mancha en nuestro camino.
“De lo que huyes, mueres”. Huir es una palabra con varias acepciones, la principal tiene que ver con el
rodeo. Ésta se utiliza en psicoanálisis para concebir la idea del rodeo del yo a la realidad, por ello es que cada
quién cuenta según como le fue en la feria o todo depende del cristal con que se mire.Pero en el caso de la
presente frase es una connotación que implica una segunda etapa de la huida. Aquello a lo que se teme, es
precisamente lo que busca el corazón 11.
¿No es así con los hijos, los maridos, las esposas, los maestros? La alusión a aquello que no has de
querer, en tu casa lo has de tener, no es gratuita. A modo de chiste —que es una formación inconsciente
elegante para disfrazar con un toque de ingeniosidad lo que resulta una realidad intolerable—comentamos

10
Especie. Ser humano: Hombre y Mujer.
11
Significante que implica todo el raciocinio, la lógica, la abstracción, la idea de inconsciente, más allá de las emociones o
sentimientos que sólo son expresiones sensoriales de todo lo que un solo individuo capta del exterior. La idea de corazón, el
significante corazón, instaura la analogía que remite al lugar privilegiado por donde –enredado—se devela el deseo del sujeto.
55
por doquier que lo que no queríamos en nuestras vidas —un espeso vicioso, unos hijos rebeldes, un jefe
corrupto o barco o cualquier adjetivo— es con lo que hemos de convivir a menudo. Sin ir muy lejos, en cada
uno, reconozcamos que varios detalles de nuestro actuar cotidiano nos resultan ajenos, decimos, hacemos,
pensamos, aquello que no queremos.
Decía Pablo de Tarso en una de sus cartas que había alguna fuerza interna que nos movilizaba a realizar
aquello que no queremos y la misma que nos conduce para no poder ejercer aquello que queremos. ¿Cuestión
de naturaleza humana?
De nada nos sirve conformarnos con la respuesta apresurada de que la vida es así. De más nos sirve
procurar la comprensión de ese tipo de fenómenos que son tan rutinarios y que dan indicios seguros,
coordenadas analíticas de lo que somos y hacia dónde vamos.
Entonces, el yo tiene como característica fundamental —gracias a la prematuración del nacimiento, a
las diversas identificaciones por las que debemos pasar para poder conformarnos como un sujeto social—dar
un rodeo continuo por la realidad, sin frenarse más que en lo deslumbrante. Es muy común que, por ende, no
sepamos nada de nosotros mismos, si acaso sepamos qué quieren de nosotros más no quiénes somos. La
configuración de ese yo nos limita mucho. La psicología tradicional dice que es la fortaleza que nos linda con la
realidad y el bien hacer. Sin embargo, rodear la realidad misma y procurarnos de ella lo conveniente a
nuestras intenciones —que tampoco conocemos—no es precisamente lo más adecuado para terminar los días
en paz.
El dicho del presente trabajo nos sirve para enfocar esos hechos de la vida cotidiana y que cada vez que
queramos complacernos con que es algo “normal”, hurguemos en el pensamiento y descifremos,
preguntándonos ¿qué identificación tan mordaz hubo en mi existir para que ahora repita incansablemente
aquello que me desagrada en esencia? De algo a alguien, hay un solo paso y cuando es alguien realmente es
insufrible, por lo general, lo no soportado en los demás viene a ser aquello con lo que convivimos
permanentemente.
No es necesario abandonar algo o a alguien, más bien darse cuenta, pues:“La historia está condenada a
repetirse mientras no sea lo suficientemente visible, comprendida y asumida, por el sujeto que la representa”
(Lacan, 1954: 180)
Si al sondear los elementos que se reúnen alrededor de la relación o situación conflictiva nos
percatamos de que la razón de dicho conflicto tiene su raíz y sentido pleno, fruto de nuestra propia historia,
de los malos entendidos de la misma, tal vez aquello que era insoportable —ahora asumido y digerido—sea
redescubierto como un eslabón más del propio crecimiento.
Cuando las capas de cebolla que constituyen nuestro yo sé desprenden una a una, las situaciones
conflictivas actuales toman el sentido que les es propio, es decir, todas esas identificaciones accidentales y
56
para nada voluntarias, al ser descubiertas como tal, nos permiten regresar a la pregunta fundamental de
¿quién soy, en verdad? y automáticamente los lazos con la repetición incansable —de tal estado—pasarán a
ser escalones hacia el autodescubrimiento.

57
Facebook.com/Revista Seis Mil 83
http://revistaseismil83.wordpress.com/
Morelia, Michoacán
2015

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