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Pero, ¿podemos utilizar un atributo humano como la personalidad para referirnos a las
distintas formas de ser de los caballos? Parece ser que sí, ya que hay muchos autores que
aplican en el estudio de los animales, principalmente los domésticos, algunos de los modelos
de personalidad más populares que se utilizan en el ser humano. Estos modelos de
personalidad pretenden explicar, a partir de distintas variables o dimensiones, las diferencias
individuales que existen entre sujetos.
Los modelos de personalidad, más allá de los cuatro componentes mencionados, proponen
que existe un conjunto de rasgos o factores en la estructura de la personalidad de los sujetos a
través de los cuales es posible explicar o incluso predecir su conducta.
Uno de los más populares es el modelo léxico de los Big five de McCrae y Costa. Este modelo
propone que existen cinco dimensiones que intervienen en la personalidad y las representa
mediante el acrónimo OCEAN: abertura a la experiencia (open), compromiso o nivel de
consciencia, extroversión, agradabilidad o amabilidad y neuroticismo. La abertura a la
experiencia, aplicada a los caballos, estaría relacionado con las ganas de aprender, de
experimentar, con la curiosidad... Así, existirían caballos más “exploradores” o abiertos a
probar cosas nuevas y caballos más prudentes o reacios a tener nuevas experiencias. La
segunda dimensión, nivel de consciencia, aunque no es aplicable en el caso de los caballos, ya
que únicamente se ha podido observar en humanos y chimpancés, algunos estudios en
animales hacen una reinterpretación de los ítems que están relacionados con esta dimensión o
los anulan, igual que lo hacen con algunos ítems de las otras dimensiones que no se ajustan a
las características del animal objeto de estudio. La tercera dimensión, extroversión, hace
referencia a la existencia de sujetos que son más extrovertidos que otros. En cierta forma
también podemos relacionar esta dimensión con la primera, ya que puede existir una cierta
correlación en algunos sujetos con ésta, pero también con la cuarta dimensión agradabilidad.
De esta forma, existirían caballos más amables, sociales, simpáticos y otros más antisociales,
antipáticos. La última dimensión, neuroticismo, tendría que ver con la inestabilidad emocional
del sujeto, con su nivel de vigilancia o alerta. Los sujetos más neuróticos son emocionalmente
más inestables y los menos neuróticos más estables.
Pensemos que estos rasgos o dimensiones no son ni buenos ni malos. Por ejemplo, una
caballo con un nivel de alerta más acentuado, más neurótico, puede suponer una ventaja
adaptativa, ya que puede anticiparse en la detección de situaciones que pueden suponer un
riesgo para su supervivencia.
Los sujetos que puntúan alto en extraversión tienen preferencia por la estimulación
que procede de otros, buscan el contacto con los demás, son sociables, vitales,
dominantes y activos.
Los sujetos que puntúan alto en neuroticismo son emocionalmente inestables y
reaccionan de forma intensa e inadecuada a los estímulos. Los rasgos que presentan
son ansiedad, depresión, timidez, tensión o tristeza, entre otros.
Los sujetos que puntúan alto en psicoticismo son impulsivos, antisociales y agresivos.
Pero quizás, el modelo biológico que permite una mejor interpretación y comprensión por
parte del lector es el modelo de Gray, que critica el modelo de Eysenck incorporando datos
procedentes de otras disciplinas. Según este autor, la conducta se regula a partir de tres
sistemas relacionados con las emociones: el BIS (behavioural inhibition system), el BAS
(behavioural approximation system) y el CHF (fight/flight system).
Según este modelo, la base biológica de la conducta frente a un estímulo hace que un
organismo lo evite (BIS), se aproxime (BAS) o se enfrente (CHF). De esta forma, y recuperando
las aportaciones del modelo de Eysenck, a los sujetos situados en el cuadrante II se les
condiciona mejor con el castigo, mientras que a los sujetos situados en el cuadrante EI se les
condiciona mejor con recompensas.
Los sujetos BIS son ansiosos, responden mejor al castigo y a los estímulos nuevos o
descocidos. Frente al castigo, interrumpen la conducta en curso. Prestan mucha
atención a los estímulos ambientales frente a los cuales incrementan su nivel de
arousal o activación. Cuando hablamos de caballos, son animales atentos, que están
siempre pendientes de su entorno, aunque éste les produzca estrés. Según el modelo
de Eysenck estos sujetos se corresponden con la personalidad neurótica.
Los sujetos BAS son impulsivos y su conducta les conduce a aproximarse al estímulo.
Responden mejor a las señales asociadas con la recompensa, la cual buscan
activamente, aunque se escapan de forma también activa de las situaciones
conflictivas. Los caballos que presentan esta personalidad pueden responder, en
función de su nivel de activación, de forma reactiva frente a un estímulo desconocido.
Según el modelo de Eysenck podemos relacionar a estos sujetos con la personalidad
extrovertida.
Los sujetos CHS tienen una conducta de confrontación frente a los estímulos aversivos.
Se escapan rápidamente y agreden cuando tienen la necesidad de defenderse en
situaciones de emergencia. Según el modelo de Eysenck estos sujetos se pueden
relacionar con la personalidad psicótica.
Aunque todos estos modelos de personalidad son de aplicación tanto en humanos como en no
humanos, seguramente arrojan un poco de luz a la hora de comprender un poco mejor la
idiosincrasia de nuestro caballo, entendiendo que su forma de ser o sus reacciones muchas
veces no tiene tanto que ver con nuestra equitación, sino con su personalidad, la cual está
constituida por diversas variables algunas de las cuales, como el temperamento, no podemos
controlar.