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Ingeniería rusa bajo el mar: así se construye la gigantesca

tubería que llevará gas

Pocas veces una tubería ha tenido tantas repercusiones económicas y geopolíticas. A punto de finalizar su

construcción y ante su inminente puesta en marcha en 2020, el proyecto Nord Stream 2 está levantando

ampollas. Es un gigantesco gasoducto que atraviesa el mar Báltico para llevar gas directamente desde Rusia

hasta Alemania y que se une al que ya existe para duplicar el envío de gas ruso sin que tenga que pasar por

terceros países.

La Unión Europea tendrá un mejor suministro a costa de incrementar su dependencia de Vladimir Putin, cosa
que no le hace ninguna gracia a Ucrania –por cuyo territorio también transita el hidrocarburo ruso– ni a otros
países del Este ni a Estados Unidos. De hecho, el Congreso norteamericano aprobó sanciones hace unos
días contra las empresas que participan en el proyecto, algo que no parece haber hecho mella en el proyecto.

En cualquier caso, al margen de la política, la obra de ingeniería que hay detrás resulta abrumadora. Nord
Stream 2 podrá bombear cada año 55.000 millones de metros cúbicos de gas natural desde el puerto ruso de
Ust-Luga, ubicado en el Golfo de Finlandia, al este de San Petersburgo, hasta Greifswald, ciudad costera
alemana. El gasoducto tiene 1.200 kilómetros de longitud y hasta 210 metros de profundidad en el mar
Báltico. Para construirlo han hecho falta 100.000 tubos que se han instalado a un ritmo impresionante: el
avance medio ha sido de tres kilómetros cada día.

Cada una de las piezas empalmadas tiene 12 metros de largo y pesa cuatro toneladas. El diámetro interior es
de un metro y 15 centímetros. “Utilizan tubos de acero al carbono y al manganeso, de alta calidad, de al
menos 24 pulgadas de diámetro, con un triple revestimiento: resinas contra la corrosión, un material
adhesivo para fijar el revestimiento y una tercera capa de polipropileno para proteger al tubo de
golpes y rozaduras. Los materiales se someten a normas y estándares de calidad muy estrictos” ,
explica a Teknautas Víctor Yepes Piqueras, catedrático de la Universidad Politécnica de Valencia en el área
de Ingeniería de la Construcción.
Un gasoducto que atraviesa los fondos marinos es muy diferente a uno que va por tierra. “Los procedimientos
constructivos no tienen nada que ver. En tierra se usan medios convencionales en la construcción de una
obra lineal, con la apertura de la zanja, soldadura de los tramos de tubería, el tendido del tubo, el tapado, la
restitución y la señalización. Las condiciones de trabajo son diferentes a las marinas. Sin embargo, la
tecnología actual permite hacer ambas cosas”, afirma.

Barcos que sueldan y tienden la tubería

Quizá lo más interesante de todo esto es cómo se va construyendo y desplegando la obra en el mar. “La
forma habitual de construir un gaseoducto marino se basa en soldar la tubería en una plataforma flotante o
barcaza antes de tenderla sobre el fondo marino”, comenta el ingeniero.

En este caso una de las embarcaciones que ha participado en las operaciones de tendido de tuberías –a
medida que han ido avanzando los trabajos se han ido relevando– es el barco Solitaire. Con más de 400
trabajadores, se mantenía operativo durante las 24 horas del día y los siete días de la semana: el tiempo es
dinero. A bordo iban soldando las piezas y después tenían que irlas tendiendo hasta el fondo del mar.

“Existen dos métodos diferentes, el tendido en S se utiliza en zonas poco profundas, de menos de 400
metros, donde los tubos se sueldan en posición horizontal, de forma que el tubo forma una S desde el barco
hasta el fondo marino. Para mayores profundidades, hasta unos 3.500 metros, se utiliza el tendido en J,
donde la soldadura en el barco es vertical”, señala el experto. Por otra parte, para que el gas se desplace de
un extremo al otro se hace necesario aumentar la presión en puntos intermedios, que son las estaciones de
compresión.

En el consorcio que se ha formado para acometer la obra, el gigante ruso Gazprom es la parte más
importante, pero también están incluidas las empresas Uniper (Alemania) Wintershall Dea (Alemania), Shell
(Reino Unido-Países Bajos), OMV (Austria) y Engie (Francia). En total, 9.500 millones de euros de los que la
mitad proceden de Rusia.

Por muy grande que parezca la inversión, se amortiza rápidamente, ya que este tipo de infraestructuras, tanto
gasoductos como oleoductos, “permiten transportar estos combustibles a grandes distancias y a un coste
relativamente bajo”, comenta Yepes. Con los dos gasoductos en activo bajo el mar Báltico, Gazprom podrá
bombear 110.000 millones de metros cúbicos anuales a Europa. Sencillamente, disponer de dos tuberías
duplica el envío de gas. La primera ya estaba concluida en 2011 y el avance de la tecnología en los últimos
años se ha notado a la hora de construir este nuevo ramal.

Avances tecnológicos

En comparación con el trabajo de ese primer Nord Stream, la adquisición de datos y el análisis han mejorado
gracias a la experiencia previa y al avance de la tecnología de equipos como los vehículos submarinos
operados a distancia, que se conocen como ROV (del inglés Remote Operated Vehicle). Según informa la
web del proyecto, se han desarrollado y modernizado equipos y buques de prospección, de manera que ahora
es posible “construir modelos 3D del fondo marino y de los objetos que contiene”.

Por ejemplo, examinar los sedimentos del fondo, sobre el que va depositándose el tubo, puede ser un aspecto
importante y el desarrollo de estas tecnologías permite examinar hasta 40 metros por debajo del lecho marino.
Como curiosidad, los responsables del proyecto aseguran que esa minuciosa inspección de las profundidades
del mar Báltico ha deparado todo tipo de sorpresas que van apareciendo en el trayecto de la tubería: se han
encontrado desde automóviles arrojados al mar hasta artillería sin explotar de la II Guerra Mundial. En 2016
hallaron un avión Douglas DB-7/A-20 en aguas finlandesas.
No obstante, el hecho de que el gasoducto pase por unas profundidades marinas tan accidentadas no implica
más riesgos que en tierra. “La instalación submarina de gaseoductos es un procedimiento constructivo del que
se tiene experiencia y es seguro, al igual que lo es el tendido en tierra. Existen controles de calidad
exhaustivos, fundamentalmente de las soldaduras, con métodos no destructivos que preservan la calidad del
material”, afirma el ingeniero de Caminos, Canales y Puertos.

Lo que sí hay que tener en cuenta es que “la ejecución se realiza en mar abierto, lo cual implica condiciones
duras de trabajo y medidas de seguridad diferentes a las que se adoptan en tierra”. Por ejemplo, “las fuertes
corrientes, las bajas temperaturas, las mareas y el viento en superficie endurecen las condiciones de trabajo”.

Por otra parte, “el tubo va tendido en el lecho marino, pero en zonas cercanas a la costa se entierra para
proteger el gaseoducto del tráfico marítimo y de otros factores externos”. La forma de hacerlo es mediante
una draga, un equipo se destina para excavar el material debajo del agua y subirlo hasta la superficie. Así se
va abriendo una zanja y, tras enterrar la tubería, se protege con una capa de escollera.

“El momento más delicado es la instalación de la tubería en vacío, porque la presión externa de la masa de
agua puede colapsarla”, señala Yepes, “pero una vez comprobada e instalada, las condiciones de trabajo son
seguras. Por tanto, la propia instalación del gaseoducto es una verdadera prueba de carga”. No obstante, “se
trata de transporte de productos inflamables y volátiles, por lo que las medidas de seguridad se extreman para
garantizar, no solo la seguridad, sino la rentabilidad económica de las instalaciones y su explotación”, añade.

El gasoducto entre Argelia y España


Aunque esta infraestructura resulte impresionante, no es única en el mundo. De hecho, tenemos un ejemplo
mucho más cerca, el gasoducto que une Argelia y España, que también se puso en funcionamiento en 2011.
Aunque su longitud es mucho menor, unos 200 kilómetros bajo el mar, su profundidad máxima supera los
2.000 metros. Para su construcción, “se utilizó la instalación en S en las zonas poco profundas y la instalación
J cuando había que sumergir la tubería más de 400 metros”, recuerda el ingeniero de la Universidad
Politécnica de Valencia.

Otro gran gaseoducto es el de Langeled, en el Mar del Norte, que conecta Noruega y Reino Unido y es uno de
los más largos del mundo, con 1.166 kilómetros de longitud. “Este gaseoducto suministra la quinta parte del
gas consumido en Reino Unido”, destaca.

Al igual que la geopolítica ha marcado el diseño y la construcción del Nord Stream 2, también lo hará en
futuros proyectos. “El suministro de gas desde Rusia hacia Europa va a suponer fuertes ingresos para este
país, aumentando la dependencia de Europa y la influencia rusa”, recuerda el ingeniero.

Ante esta situación, “el problema lo tienen países como Polonia, que se quedarán solos con Rusia en la
negociación de los precios del combustible” y “la única forma de eludir esta dependencia energética de Rusia
pasa por la construcción de nuevos gaseoductos, como el Nabucco, que desde el mar Caspio y pasando por
Turquía, llega al centro de Europa”, asegura.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/tecnologia/2019-12-26/ingenieria-rusa-mar-tuberia-gas-
alemania_2386075/ 

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