Está en la página 1de 16
Escuelas filosoficas y métodos de trabajo cientificos en ciencias sociales Stefan Nowak Las orientaciones filoséficas de Como lo indica el titulo, este articulo presenta tun andlisis de las relaciones que existen entre Tos “métodos de trabajo” de las ciencias sociales, por un lado, y las “escuclas filos6fi- cas” por el otro, Enire estas ultimas, nos cocuparemos sélo de aquellas que son (0 se ceree que son) de aplica- Por eseuelas filosdficas, desde el punto de vista de la sociologia, entendemos aqui las diferentes orientaciones metasociol6gicas. Los compiladores de un volumen de estudios metasociologicos caracterizan este término de Ia siguiente manera “Metasociologia”, término popularizado por Paul Farley en The scape and method of sociology; a ‘metasociological treatise, hace referencia a aque- la rama de la sociologia cin para las ciencias so- ciales y especialmente para las formas de encau- zat los estuios socioldg 0s. El término “méto- ddos de trabajo” denota aqui para nosotros: a) Jas distintas _maneras ee (pautas normalizadas) de hacer preguntas acerca de la realidad social; b) Jas distntas maneras nor malizadas de dar respues- tas a estas preguntas, 0 Stofan Nowak es titular de la eétedra de metodologia de las investigaciones sociol6gicas en el Instituto de Socio- Togia de la Universidad de Varsovia, Ha publicado, entre otras obras: Me- ‘thodology of sociological research (197) y Sociology: the state of art ue se ocupa de investigar fos supuestos y los juicios de valor en los que se fundamentan las teorias y :métodos empleados por los socislogos. Tales supuestos y juicios de valor suelen empezar por Ia afirmacién de que Ia sociologfa es una ciencia y prosiguen incor- porando las diversas opcio- nes teéricas. (ontol6gicas) y metodolégicas (episte- rmoldgicas) que se escogen diariamente, Hluelga decit sea, tanto a estructura légica de las proposiciones que constituyen tales respuestas como los modos de comproba- cin de dichas proposiciones (deductva e in- ductivamente); ¢) por iltimo, las distintas ‘maneras normalizadas de organizar los conjun- tos enteros de estas proposiciones en represen- taciones descriptivas 0 tedricas mas completas ¥ (en los diferentes signiticados del término), mis coherentes de la realidad respecto a la cual se han hecho las preguntas iniciales. ue tales opciones afectan directamente al contenido mismo de la socio- Jogla, haciendo, eon ello, de Ia metasociologia tun dmbito de investigacién de considerable im- portancia y aleance. En muchos aspectos, la metasociologfa re- presenta un mecanismo para organizar la disc- plina de la sociologia .. .] Al hacerlo ast, las argumentaciones en apoyo de los supuestos se distinguen analiticamente de las consideraciones propiamente sociol6gicas." om Stefan Nowak Este parrafo pone de relieve el hecho de que los andlisis de los supuestos —algunos de los cuales, por lo menos, son ontol6gicos— y de los juicios de valor pertenecen a la sociologia, Por mi parte convengo en que es correcta Ia afirmacién de que esos supuestos se utilizan a menudo para organizar diferentes “enfoques teéricos” del estudio de las fenémenos socia- les, y son entonces generalmente considera dos como componentes suyos esenciales. En palabras de J. H. Turner: Gran parte de Jo que se incluye bajo Ia etiqueta de teorfa sociolégica no es, en realidad, més que ‘una acumulacién inconsistente de supuestos im- plicitos, conceptos insufieientemente definidos y Droposiciones vagas y sin conexién logica. A ‘yeoes los supuestos se formulan expresamente y sitven para inspirar enunciados te6ricos abstrac- tos que contienen conceptos bien definidos, pero la mayor parte de Ia teoria sociol6gica constituye tuna “imagen de la sociedad” verbal, en vez de tun conjunto rigurosamente construido de formu- laciones te6ricas organizadas en esquemas lozica mente coherentes, Ast, esta presunta teoria es mas bien una “perspectiva” .u “orientacién” general para examinar las diversas caracteristicas del proceso de institucionalizacién que, si todo sale bien, podra finalmente traducirse en teoria cientifiea verdadera. El hecho de que en sociologia existan muchas perspectivas de esta indole plantea pro- blemas de exposicién, y estos problemas, a su vvez, se ven complicados por el hecho de que las, perspectivas se mezelan y combinan entre sf, haciendo a veces dificil su analisis por separado.* Por estas razones, parece mis conveniente no analizar aguf todos los “enfoques te6rico- filos6ficos” del estudio de Ia sociedad, sino, preferentemente, los supuestos concretos que son, o pueden ser fundamentales para més de una de tales escuelas. Por fortuna, estos supuestos vienen siendo objeto de andlisis y diseusién desde hace ya muchos afias, tanto cen el marco de la filosofia de la ciencia como cn el de la filosofia de las ciencias sociales. En este tltimo émbito se ha logrado cristalizar un cierto niimero de, preguntas formuladas en sentido general, las respuestas 2 las cuales pueden considerarse equivalentes alos supues- tos antes mencionados. Cualquier monografia razonablemente completa sobre filosofia de las ciencias sociales? ofrece por lo comtin un catilogo més o menos extenso de las “dimen siones” de los problemas y define cierto mi- mero de actitudes posibles respecto a cada una de ellas. Mencionaremos aqut algunas de Jas mas frecuentemente debatidas. 1, En un extremo de la primera dimen- sign situamos a quienes ercen que el hombre sun ser que piensa y siente y cuyos sentimien- tos y modos de pensar sobre el mundo, In sociedad y sf mismo constituyen componentes tan esenciales de ta realidad social que “comprender” (Verstehen) adecuadamente es- tos fenémenos, en la forma en que Dilthey, Weber 0 Znaniecki querfan que los compren- iésemos, todo intento de estudiar los fenéme- nos sociales es infructuoso. En el extremo contrario situamos habitualmente a los con- ductistas, con Skinner a Ia cabeza, y a aque llos tedricos de la sociologia positivista primi tiva (como Dodd o Lundberg) para quienes el estudio de la sociedad y el de la naturaleza tienen un importantisimo rasgo en comin: ambos deben basarse tinica y exclusivamente en la observacién de Ia realidad, y cualquier otro método, como el del Versiehen, no es ‘mds que misticismo precientifico.* 2. La segunda dimensiOn més frecuente- ‘mente evocada contempla la cuestiGn de silos grupos son reales si el atributo de existencia real debe reservarse solamente para los indi- viduos. A veces esta cuestién no se refiere a grupos u otras colectividades sino a las propie~ dades de los mismos. Aqui se enfrentan los holistas (llamados a veces “realistas") y los individualistas metodolbgicos (0, en otros con- textos, “nominalistas”).? 3. La tercera dimensién —frecuentemen- te debatida junto con la segunda— es la que plantea en qué grado pucden explicarse las entes proposiciones, y especialmente las versas generalizaciones y leyes sobre los agregados humanos y sistemas sociales, por las proposiciones y leyes retativas a las “uni- dades de nivel inferior” y sobre todo por las leyes psicol6gicas del comportamiento hu- mano. Aqui nuevamente los reduccionistas ‘Beccles filosdficesy mélodor de trabajo elenifcos en clenclas sociales a estén en desacuerdo con los emergetists, es decir, con aquellos que creen que en cada nivel de andlisis pueden surgir (“emerger”) rmuevas regularidades y propiedades bisica- mente irreductibles a las propiedades y meca- nismos del nivel inferior.* 4, A continuacién esté Ia vieja disputa entre deterministas ¢ indeterministas sobre la aplicabilidad de Ia nocién de causalidad al mundo en general y a la vida social en particular. La aplicabilidad del pensamiento ‘causal a los fenémenos sociales puede recha- zarse ya sea por principio (“el hombre est dotado de libre albedrio”), ya sea por motivos Inds practicos: demostrando que la causalidad implica, en las regularidades descubiertas, un carictet de regla sin excepeiones (0 sea, de sgeneralidad) y de ilimitacién espacio-temporal (© sea, de universalidad), mientras que en las ciencias sociales por lo comin se descubren regularidades que son estadisticas e “histor as”, es decir, limitadas a algin érea espacio- temporal. En otras palabras, los filsofos de Ia Ciencia (y los sociélogos mismos) difieren en respecto al grado de aplicabilidad del modelo determinista universal, tan venta- joso en algunas ciencias de la naturaleza, al ‘mundo del pensamiento y las acciones huma- nas y al funcionamiento y la evolucién de los sistemas sociales.” 5. Aun nivel de abstraccién del discurso filos6fico ligeramente inferior hallamos Ia pola ridad de dos enfoques con respecto al estudio de grandes grupos de seres humanos. Uno de ellos (llamado “conductismo pluralista” por Don Martindale)* supone més o menos cons- cientemente que la sociedad es una suerte de agregado de individuos, cada uno de los cuales puede explicarse por sus propias “carac- terfstcas. de origen” consideradas indepen- dientemente de las caracteristicas y comport tiento de otras personas, como en el andlisis de los datos de encuestas. El otro enfoque da Por supuesto que Ia sociedad o los grupos € iciones sociales constituyen un sistema de elementos-interdependientes, cuya natura- leza s6lo puede conocerse adecuadamente tomando en cuenta sus contexios sistémicos.? 6. Aun cuando los cientiicos estén de acuerdo en que es esencial una perspectiva sistemética, algunos se muestran més inclina- dos a creer (siguiendo en esto a Spencer, Durkheim, Malinovski o Parsons) que las relaciones internas dominantes son aquellas que garantizan el funcionamiento armonioso y el equilibrio homeostitico del sistema, mien- tras que otros manifiestan mds simpatfa por la idea tan plenamente destacada por Marx, Simmel, Coser, Dahrendorf y los neomarxis- tas contemporineos de que el conficto y la disfuncién internos son las caracteristicas esen- ciales de todo sistema social, en tos niveles det macro y el microanilisis. 7. Si contemplamos las teorias que tratan del comportamiento social y de los modos de pensar y sentir del hombre acerca de s{ mismo xy del mundo social externo, también hallare- ‘mos cierto nimero de dimensiones polariza- das que permiten situar diferentes enfoques y teorias. Por ejemplo, podemos creer (con Skinner y algunos conductistas radicales) que Ta naturaleza humana es bésicamente reactiva, que los individuos reaccionan a estimulos externos y que los esquemas de recompensas -ycastigos que conforman las pautas de conduc- ta social aprendidas pueden ser captados de un modo similar al comportamiento de las ratas en un laboratorio experimental. Pero también podemos estimar, como los “psicélo- ‘205 humanistas”, que la naturaleza humana posee un potencial creativo y que el impulso hacia ta autorrealizacién es més importante que Ia reaccién al laberinto de trabas y ccoacciones impuestas por la estructura social y que la necesidad de intercambiar premios y castigos con otros conforme a determinadas reglas de justicia distributiva 8. Otro aspecto distinto del_compor- tamiento humano es el que se analiza gene- ralmente en la dimensi6n “racional-irraci nal”."" Aqui podemos creer, siguiendo a ‘muchos “te6ricos de la accién intencional”, de Weber a Parsons y a los propugnadores con- tempordneos de la aplicacién de modelos normativos de Ia teorfa matemética de las decisiones a Ia explicacién de las acciones humanas reales, que es el andlisis de los motives conscientes:del comportamiento hu- 26 Stefan Nowak mano en términos de relaciones fines-medios, racionalimente orientados, lo que puede dar- ros la correcta visién de fondo. Pero también ppodemos seguir la linea de Freud y Pareto y Gar por supuesto que Io que los individuos perciben como motivos de sus acciones son, habitualmente, racionalizaciones.(derivacio- nes) de acciones no necesariamente guiadas por principios de racionalidad en si mismas. Y aun cuando se admita que el conocimiento de los motivos conscientes es necesario para explicar correctamente Ia conducta, puede reinar la disensiOn en cuanto a la metodologia empleada en dichas explicaciones. Algunos insisten en que debemos aplicar ciertas “leyes de cobertura” en el esquema de explicaciones rnomolégico-deduetivas, mientras que otros hacen hincapié en el eardeter no nomolégico de las “explicaciones por el conocimiento”."” Todos estos supuestos (y otros muchos) tratan de Ja naturaleza de la realidad en su aplicacién a los estudios sociales. Pero tam- bign hallamos diferencias de concepcién de la sociologia basadas en las diferencias de opi- j6n acerca de cual debe ser Ia actitud de un soci6logo con respecto a sus propios estudios, © en las diversas opiniones sobre el modo en que estos estos estudios pueden o deben llevarse a cabo. Aqui tropezamos con Ia vieja ccuestiOn de Ia “objetividad” de Ios estudios sociales. Algunos creen que los estudlios pue- den prescindir de los valores, mientras otros proclaman que es imposible desembarazarse de los valores que cada cual sustenta y por lo tanto lo mejor que puede hacer un investiga- dor en ciencias sociales es declarar de ante- ‘mano sus preferencias en la materia y seguir expresindolas en sus formulaciones de los problemas asf como en su investigacién y en sus conclusiones. Todos aquellos que recuer- dan las disputas en torno a este problema en los ailtimos atios de la década de 1960 sabrin ‘cuintos signficados diferentes se atribuian a cada actitud posible dentro de esta perspec- tiva."? Esto se aplica no s6lo a esta dimension concreta de la problemética de 1a filosofia de las ciencias sociales, sino ala mayoria de ells, porque no s6lo pueden adoptarse diferentes actitudes dentro de cada una, sino también las dimensiones mismas pueden ser y han sido entendidas de modos distintos. En tales circunstancias, cualquier tenta- tiva de analizar detenidamente la congruencia de tales supuestos respecto del proceso global de elaboracién de la metodologia de investiga cién requeriria al menos un volumen com- pleto, Aqui nos limitaremos a examinar algu- nos problemas mis generales que afectan a las relaciones entre los supuestos que estén en la base de los estudios saciol6gicos y Ins formas fen que estos estudios se llevan o deben Ilevarse a cabo. Validez de los argumentos filos6ficos para la metodol de la investigacién sociolégica {Por qué han de desempeiiar estos supuestos algin papel? El hecho de que la mayorfa de los filésofos y los socislogos més reflexivos crean en su importancia no constituye prueba suficiente de pertinencia, especialmente cuan- do algunos otras se inclinan a rechazar por completo toda 1a cuestién, Por ejemplo, Barry Hindess escribe: No propongo ninguna metodologia ni epistemo- logia para las posiciones que aqut se crtican. Por el contratio, sostengo que los problemas que plantean estas disciplinas son falsos problemas y surgen s6lo en funcién de una concepcién del saber que, segiin puede demostrarse, es funda- ‘mentale ineludiblemente incoherente, La episte- mologis, y las doctrinas derivadas tales como la metodologia y a filosofia de la ciencia, no tienen ninguna base racional y coherente. Y sobre todo, no puede haber ninguna metodologta pres- criptiva coherente ni racional."™ La metodologia, destaca Hindess, trata de prescribir procedimientos supuestamente iiti- les para generar 0 para verificar nuevas propo- siciones, e intenta validarlos basindose en argumentos filosGficos. Tales procedimientos definen To que es y lo que no es ciencia: EI saber cientifico es considerado valido tinica- mente si se atiene a los procedimientos prescri- ‘Bseuclasflosificasy mitiodos de trabajo cenfcos en clenclassoclales, a ‘Una alegoria de Ia Kgica (grabado del siglo xvu!). Eas Cy ‘Stefan Nowak tos: se deduce que las prescripeiones de la metodologia no pueden ser validadas por el saber cientifio [. ..] La metodologfa establece normas de actuacién para la préctica cientifica {que infiere por medio de un “saber” proporcio: nado por 1a filosofia, La metodologia es pro- ‘ducto de la filosofia y las ciencias son una realizacion de su metodotogia.* Si éste fuera el Gnico patron posible de relaciones entre la ciencia y su metodologia ppor una parte, y los supuesios metacientificos por Ia otra, convendria con Hindess en que ello constituiria © bien un caso de pura circularidad tautol6gica, 0 peor adn, una ‘ala ejecucién de lus érdenes ica dictadura ejercida por Ios fildsofos. Afortunadamente no es tal el caso, por diversas razones, Premisas empiricas, normativas y analiticas de la formulacién de problemas y de los métodos de investigacién en las ciencias Antes de pasar a examinar estas razones, cabe recordar la funcién que desempefian algunos supuestos menos cuestionables en el proceso de investigacién.!® Todo estudio empirico empieza (0 por lo menos deberia empezar) por el planteamiento de una serie de pregun- tas.a las que se supone debe dar las correspon- dientes respuestas.!® Como es bien sabido, fa formulacién de cada pregunta presupone légi- ‘camente que se aceptan como vilidos determi nados supuestos acerca de los objetos 0 fend- menos estudiados. Si, como ocurre con fre- cuencia, estos supuestos no son expli mente formulados, ello se debe a que parecen ‘acaso tan obvios que nadie se toma la moles de recordarlos. Resultarian atin més obvios si se tratara de emprender el estudio de proble- ras basados en supuestos obviamente falsos. Si uno se propusicra estudiar las acttudes de Jos representantes de In minoria hispénica en Polonia respecto al sistema politico de ese pais, no faltaria quien recordase que la cues- tin esta “mal planteada” porque se basa en el supuesto obviamente falso.de que alli existe tuna minorfa hispdnica. En cambio, para la realizaci6n de un estudio andlogo en Nueva York, el supuesto se darfa por descontado. Una pregunta sélo es aplicable al objeto 1 objetos que satisfacen sus supuestos pre- vios, pero los mismos no preseriben ninguna respuesta conereta a la: pregunta, Nuestros supuestos s6lo’clasifican la realidad en dos subeonjuntos: uno en el que las preguntas “tienen sentido” y otro en el que las preguntas no son procedentes. Lo mismo cabe decir de tas cuestiones teéricas. Si uno se propone estudiar, en un nuevo proyecto experimental, qué clase de personas son més capaces de “reducir la diso- nancia cognoscitiva”, se partird del supuesto (explicito © implicito) de que tal disonancia existe, con el fin de elaborar mediante su investigaci6n una teorfa més detallada que describa las condiciones en que tal fendmeno tiende a producirse. Si un estudio parte de un conjunto de supuestos vélides, poco importa que sean explicitos 0 implicitos, pero si los supuestos son erréneos, el investigador desc briré muy pronto que las preguntas no cua- dran con los objetos y fendmenos escogidos, ya que obtiene respuestas que rechazan los ‘supuestos iniciales La validez de los supuestos implica tinica- ‘mente que podemos hacer ciertas preguntas con respecto a un objeto. o clase de objetos dado, La decisién de hacerlas dependera de nuestros valores. S6lo éstos pueden incitar a emprender un estudio que busque respuestas a una determinada formulaci6n de problemas. EI hecho de exponer nuestros valores (y la curiosidad es, sin duda, uno de ellos) explicita- ‘mente 0 no carece de importancia, Otto tanto puede aducirse con respecto @ Jos supuestos en que se basa el empleo de un determinada método de investigacién. La for- mulacion y el uso de muchos métodos de investigaci6n se basan en ciertas proposicio- nes idénticas 0 descriptivas necesarias para establecer su validez. Baste con recordar lo mucho que deben la fisica te6rica y la cieni de la ingenieria a “instrumentos de investiga- Escuelas losis y mdiodos de abajo clenficos en clenclassocaes oo cién" como el ciclotrén, el microseopio elec- tr6nico 0 la eémara de Wilson para estudiar Jas particulas clementales. La situacién en Jas ciencias sociales es andloga. Miles de estudios han demostrado que la “proyeccién’, tal como Freud la describe, existe realmente De ahi que actualmente utilicemos tests “proyectivos” si sospechamos que los sujetos pueden tener dificultades para revelar sus necesidades, motivos 0 aspiraciones. Asimis- ‘mo, utilizamos informacién acerea de la marca del automévil o del nivel visible de consumo de un encuestado como “indicadores in tos" de su renta, porque Ia correlacion entre renta y niveles de vida esté bien establecida Lo que estas proposiciones generalmente implican es que somos libres de utilizar un método dado para un fin cognosctivo dado. La eleccién efectiva del método suele depen- der de ciertas premisas normativas (supuestos de valor), por ejemplo, el grado de exactitud oftecido por distintos métodes, Ios posibles mérgenes de error inherentes a su empleo y los costos de aplicacién de cada uno de ellos. A veces las decisiones metodot6gieasimplican premisas estrictamente éticas, como las que excluyen Ia aplicacién de determinados méto- os (por lo demés eficientes) para el estudio de sujetos humanos. El plan metodol6gico finalmente escogido resulta de la interaccién de consideraciones empiticas referentes a Ia exactitud y determinadas premisas normati- vas, axiol6gicas Otro tipo de premisa —Ios teoremas eyes") analiticamente vélidos de la 1égiea formal o matemtica— se utiliza en el proceso de razonamiento, en la transformacién de las consecuencias l6gicas 0 mateméticas de un cuerpo de informacion en otto, en deduc- ciones, en la inferencia de proposiciones nue~ vas a partir de las que han sido ya verificadas, ete. A veces estas leyes 0 teoremas del ppensamiento l6gico son tan simples (0 esta- ‘mos tan avezados su aplicacién) que los aplieamos en forma totalmente inconsciente. En otros casos son tan complejos que emplea- 1mos los ordenadores més potentes de que disponemos para poder seguir correctamente (¥ con suficiente velocidad) las vias prescritas de razonamiento formal que tienen su origen cen ciertas tautologias de Ia légica y las mate- miticas Las “visiones” de la realidad soci como fuente de supuestos filos Lo antedicho demuestra tinicamente que las ciencias se desarrollan, en efecto, de manera acumulativa, de suerte que los nuevos proble- mas ofrecidos a la investigacién surgen del estado del saber en las distintas disciplinas, ¥y nuevas metodologfas se esfuerzan por apl car el conacimiento positivo de Ia realidad para habilitar herramientas de investigacién mas eficientes. No demuestra que Ia filosofia —ontologia.o epistemologia— contribuya en absoluto a tales fines. Pero el cuerpo de saber acumulado sélo

También podría gustarte