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Arte y filosofía

Nexo que desde siempre se ha visto afectado por un síntoma:


el de una oscilación, de una vibración.
En los orígenes, está la sentencia de ostracismo dictada por
Platón contra el poema, el teatro, la música. De todo esto, debe
decirse que el fundador de la filosofía, quien era evidentemente
un refinado conocedor de todas las artes de su época, sólo acep-
ta en la República a la música militar y al canto patriótico.
En el otro extremo, se encuentra una devoción piadosa hacia
el arte, un arrodillamiento contrito del concepto, pensado como
nihilismo técnico, frente a la palabra poética que sola ofrece el
mundo a lo Abierto latente de su propio desamparo.
Pero ya entonces, después de todo, el sofista Protágoras seña-
laba el aprendizaje artístico como la clave de la educación.
Existía una alianza entre Protágoras y Simónides el poeta, de la
que el Sócrates de Platón intenta hacer fracasar el ardid y some-
ter la intensidad pensable a sus propios fines.
Una imagen me viene a la mente, una matriz análoga de sen-
tido: la filosofía y el arte están emparentados históricamente
como lo están, según Lacan, el Amo y la Histérica. Sabemos que
la histérica va a decirle al amo: “la verdad habla a través de mi
boca, estoy ahí, y tú que sabes, dime quién soy”. Y se adivina
que, cualquiera sea la sabia sutileza de la respuesta del amo, la
histérica le hará saber que no es aún eso, que su ahí se escapa
rápidamente, que es necesario empezar todo nuevamente, y tra-
bajar mucho, para satisfacerla. Por lo cual ella impone su volun-
tad sobre el amo y se vuelve ama del amo. Así también, el arte
está siempre ahí, dirigiendo al pensador la misma pregunta
muda y centelleante sobre su identidad aun si, debido a su cons-
tante invención, a su metamorfosis, se afirma decepcionado de
todo lo que la filosofía enuncia con respecto a él.

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El amo de la histérica casi no tiene otra opción, si se muestra desde afuera. El arte aceptable debe colocarse bajo la vigilancia
reacio a la sumisión amorosa, la idolatría que debe demostrar filosófica de las verdades. Se trata de una didáctica sensible
con una producción de saber agotadora y siempre decepcio- cuyo propósito no estaría abandonado a la inmanencia. La nor-
nante, que golpearla. Así también, el amo filósofo queda dividi- ma del arte debe ser la educación. Y la norma de la educación
do, en lo que respecta al arte, entre la idolatría y la censura. O es la filosofía. Primer nodo entre nuestros tres términos.
bien le dirá a los jóvenes, sus discípulos, que lo esencial para Bajo esta perspectiva, lo esencial es el control del arte.
toda educación viril de la razón es guardar distancia respecto de Entonces, ese control es posible. ¿Por qué? Porque si la verdad
la Criatura, o bien terminará por conceder que ella sola, esa de la que el arte es capaz le viene de afuera, si el arte es una
brillantez opaca de la que no podemos ser sino prisioneros, nos didáctica sensible, resulta de esto –y éste es un punto fundamen-
instruye sobre el ángulo por donde la verdad ordena que el saber tal– que la “buena” esencia del arte se libra no en la obra de
sea producido. arte, sino en sus efectos públicos. Rousseau escribirá: “los espec-
Y debido a que lo que nos convoca es el anudamiento entre táculos son hechos para el pueblo y sólo podemos determinar
el arte y la filosofía, parece que, formalmente, este anudamiento sus cualidades absolutas por los efectos que tienen sobre él”.
ha sido pensado siguiendo dos esquemas. En el esquema didáctico, lo absoluto del arte se encuentra
Al primer esquema lo llamaré didáctico. En este esquema, la por ende bajo el control de los efectos públicos de la apariencia,
tesis consiste en que el arte es incapaz de verdad, o que toda estando éstos normados por una verdad extrínseca.
verdad es exterior a él. Se reconocerá, por cierto, que el arte se A esta conminación educativa se opone totalmente lo que lla-
propone (como la histérica) bajo las formas de la verdad efecti- maré el esquema romántico. La tesis en este caso es que el arte
va, de la verdad inmediata o desnuda. Y que esa desnudez exhi- sólo es capaz de verdad. Y que en ese sentido alcanza aquello
be al arte como puro encanto de lo verdadero. Y que, más que la filosofía sólo puede indicar. En el esquema romántico, el
precisamente, el arte es la apariencia de una verdad infundada, arte es el cuerpo real de lo verdadero. O incluso eso que Lacoue-
no argumentada, de una verdad agotada en su ser-ahí. Sin Labarthe y Nancy han llamado el absoluto literario. Es evidente
embargo, y este es todo el sentido del proceso platónico, se que ese cuerpo real es un cuerpo glorioso. La filosofía bien pue-
rechazará esta pretensión, esta seducción. El núcleo de la polé- de ser el Padre retirado e impenetrable. El arte es el Hijo que
mica platónica sobre la mimesis se refiere al arte no tanto como salva y releva. El genio es crucifixión y resurrección. En este sen-
imitación de las cosas sino como imitación del efecto de verdad. tido, es el arte mismo el que educa, ya que enseña la potencia
Y esta imitación obtiene su poder de su carácter inmediato. de una infinitud detenida en la cohesión atormentada de una
Entonces, Platón sostendrá que ser prisionero de una imagen forma. El arte nos libera de la esterilidad subjetiva del concepto.
inmediata de la verdad desvía del desvío. Si la verdad puede El arte es lo absoluto hecho sujeto, es la encarnación.
existir en tanto encanto, entonces perderemos la fuerza del tra- Sin embargo existe, al parecer, entre la prohibición didáctica
bajo dialéctico, de la lenta argumentación que prepara el ascen- y la glorificación romántica (un “entre” que no es esencialmente
so al Principio. Por eso, se debe denunciar la pretendida verdad temporal), una época de relativa paz entre el arte y la filosofía.
inmediata del arte como una verdad falsa, como la apariencia La cuestión del arte no atormenta a Descartes, o a Leibniz o a
propia del efecto de verdad. Y esa es la definición del arte, y sólo Spinoza. Estos grandes clásicos no parecen tener que elegir
de él: ser el encanto de una apariencia de verdad. entre la rudeza de un control y el éxtasis de un alivio.
Como resultado, el arte debe ser o bien condenado o bien ¿No es Aristóteles quien ha firmado ya una suerte de tratado
tratado de manera puramente instrumental. El arte, supervisado de paz entre el arte y la filosofía? Sí, existe de manera evidente
cuidadosamente, puede ser aquello que otorgue la fuerza tran- un tercer esquema, el esquema clásico, del cual diremos que, ya
sitoria de la apariencia o del encanto a una verdad prescrita desde el comienzo, deshisteriza el arte.

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El dispositivo clásico, tal como fue formulado por Aristóteles, Filosofía que, tal como la vemos, se atribuye la posibilidad de no
consiste en dos tesis: ser verosímil. Definición clásica de la filosofía: la verdad inverosí-
a) El arte –como sostiene el esquema didáctico– es incapaz de mil.
verdad, su esencia es mimética, su orden es el de la aparien- ¿Cuál es el precio a pagar por esta paz? Sin duda, el arte es
cia. inocente, pero porque es inocente de toda verdad. Es decir, está
b) Esto no es grave (contrariamente a lo que piensa Platón). No registrado en lo imaginario. En rigor, en el esquema clásico, el
es grave porque la destinación del arte no es en absoluto la arte no es un pensamiento. Él es por completo en su acto o su
verdad. Es cierto que el arte no es verdad pero también es operación pública. El “agradar” destina el arte a un servicio.
cierto que no pretende serlo y, por este motivo, es inocente. Podríamos afirmar esto: dentro de la visión clásica, el arte es un
Aristóteles prescribe el arte para algo distinto del conoci- servicio público. Además, es de esta forma cómo lo entiende el
miento y de esta forma lo libera de la sospecha platónica. Esa Estado, tanto en el vasallaje del arte y de los artistas hacia el
otra cosa, que denomina a veces catarsis, involucra la decla- absolutismo como en la artimaña moderna de los créditos. En
ración de las pasiones en una transferencia sobre lo aparen- relación al anudamiento que nos interesa, el Estado es (con
te. El arte tiene una función terapéutica, y no cognitiva o excepción tal vez del Estado socialista, que es más bien didácti-
reveladora. El arte no depende de lo teórico, sino de lo ético co), esencialmente clásico.
(en el sentido más amplio del término). De esto resulta que la Recapitulemos.
norma del arte consiste en su utilidad en el tratamiento de las Didacticismo, romanticismo, clasicismo, son los posibles
afecciones del alma. esquemas del nudo entre arte y filosofía, siendo el tercer término
Las grandes reglas con respecto al arte se infieren a partir de de esta unión la educación de los sujetos y, particularmente, la
estas dos tesis del esquema clásico. de los jóvenes. En el didacticismo, la filosofía se enlaza con el
Ante todo, el criterio del arte es agradar. El “agradar” no es arte siguiendo la modalidad de una vigilancia educativa de su
una regla de opinión, una regla de la mayoría. El arte debe agra- destinación extrínseca a lo verdadero. En el romanticismo, el
dar porque el “agradar” señala la efectividad de la catarsis, la arte realiza en la finitud toda la educación subjetiva de la que es
conexión real de la terapéutica artística de las pasiones. capaz la infinidad filosófica de la Idea. En el clasicismo, el arte
Además, la verdad no es el nombre de aquello a lo que reen- capta el deseo y educa su transferencia por medio de la propo-
vía el “agradar”. El “agradar” se une sólo a aquello que, de una sición de una apariencia de su objeto. En este caso, se convoca
verdad, extrae la disposición de una identificación. La “semejan- a la filosofía sólo en tanto estética: ella opina sobre las reglas del
za” con lo verdadero es necesaria únicamente en la medida en “agradar”.
que comprometa al espectador del arte en el “agradar”, es decir, En mi opinión, aquello que caracteriza a nuestro siglo que
en una identificación, la cual organiza una transferencia y, por termina es que no ha introducido, a escala masiva, un nuevo
ende, una declaración de las pasiones. Este fragmento de ver- esquema. Aun cuando se afirma que éste es el siglo de los “fina-
dad es más bien a lo que una verdad obliga en lo imaginario. les”, de las rupturas, de las catástrofes, en lo que respecta al
Los clásicos llaman a esa “imaginarización” de una verdad, ali- anudamiento que nos concierne, lo veo más bien como un siglo
gerada de todo lo real, la “verosimilitud”. conservador y ecléctico.
Finalmente, la paz entre el arte y la filosofía descansa por ¿Cuáles son, en el siglo XX, los órdenes masivos del pensa-
completo en la delimitación entre verdad y verosimilitud. Y es por miento? ¿Las singularidades distinguibles masivamente? Yo
este motivo que la máxima clásica por excelencia es: “lo verda- sólo veo tres: el marxismo, el psicoanálisis y la hermenéutica
dero a veces puede no ser verosímil”, la cual enuncia la delimita- alemana.
ción y reserva al margen del arte los derechos de la filosofía.

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Ahora bien: es claro que en materia de pensamiento sobre el una terapéutica de la cobardía. No de la cobardía en general,
arte, el marxismo es didáctico, el psicoanálisis es clásico y la sino de la cobardía ante la verdad. Es por eso evidentemente
hermenéutica heideggeriana, romántica. que la figura de Galileo es central y también por eso esa pieza
El hecho de que el marxismo sea didáctico no se comprueba es la obra maestra atormentada de Brecht, aquella donde gira
ante todo por medio de la evidencia de los decretos y las perse- sobre sí misma la paradoja de una epopeya interior de la exte-
cuciones en los Estados socialistas. La prueba más contundente rioridad de lo verdadero.
se encuentra en el pensamiento ágil y creador de Brecht. Para El hecho de que la hermenéutica heideggeriana sea románti-
Brecht, hay una verdad general y extrínseca, una verdad de ca es, en mi opinión, evidente. Ella expone en apariencia un
carácter científico. Esta verdad es el materialismo dialéctico, entrelazamiento indiscernible entre el decir del poeta y el pensar
que Brecht jamás dejó de considerar como la base de la nueva del pensador. Sin embargo, el poeta queda con ventaja, ya que
racionalidad. Esta verdad, en su esencia, es filosófica, y el “filó- el pensador es sólo el anuncio de la vuelta atrás, le promesa de
sofo” es el personaje-guía de los diálogos didácticos de Brecht; la llegada de los dioses en el colmo del desamparo, la elucida-
es él quien está a cargo de la vigilancia del arte por la suposición ción retroactiva de la historialidad del ser. Mientras que el poeta
latente de la verdad dialéctica. Además, en esto Brecht es esta- efectúa, por lo que le concierne, en el cuerpo de la lengua, la
linista, si entendemos por estalinismo –como es debido– la fusión guardia obliterada de lo Abierto.
de la política y de la filosofía materialista dialéctica bajo la juris- Se podría decir que, a la inversa del filósofo-artista de
dicción de ésta última. O afirmamos que Brecht practica un pla- Nietzsche, Heidegger despliega la figura del poeta-pensador.
tonismo estalinizado. La meta suprema de Brecht consistía en Pero lo que nos importa, y lo que caracteriza el esquema román-
crear una “sociedad de los amigos de la dialéctica” y el teatro tico, es que es la misma verdad que circula. La retirada del ser
era, para muchos, el medio de una sociedad de ese tipo. El dis- llega al pensamiento en la conjunción del poema y su interpreta-
tanciamiento es un protocolo de vigilancia filosófica “en acto” de ción. La interpretación no hace otra cosa que librar el poema al
los fines educativos del teatro. La apariencia debe ser puesta a temblor de la finitud, donde el pensamiento se ejercita para
distancia de sí misma para que sea mostrada, en esa separa- soportar la retirada del ser como iluminado. Pensador y poeta,
ción, la objetividad extrínseca de lo verdadero. en su apoyo recíproco, encarnan en la palabra la apertura de su
En el fondo, la grandeza de Brecht reside en haber buscado clausura. En eso el poema permanece, propiamente, iniguala-
obstinadamente las reglas inmanentes de un arte platónico ble.
(didáctico) en lugar de contentarse, como lo hizo Platón, con cla- El psicoanálisis es aristotélico, absolutamente clásico. Para
sificar las artes existentes en buenas y malas. Su teatro “no aris- convencerse, sólo es necesario releer tanto los ensayos de Freud
totélico” (lo que significa: no clásico y, finalmente, platónico) es sobre la pintura como los de Lacan sobre el teatro o la poesía. El
una invención artística de primera magnitud en el elemento arte es pensado allí como lo que hace que el objeto del deseo,
reflexivo de una subordinación del arte. Brecht transformó en que es imposible de simbolizar, advenga en sustracción en el
teatralmente activas las disposiciones antiteatrales de Platón. Lo punto cúlmine de una simbolización. La obra hace desaparecer,
hizo centrando el arte sobre las formas de subjetivación posibles en su aparato formal, el titileo indecible del objeto perdido, por
de la verdad exterior. el que atrae irrefutablemente la mirada o el oído del que allí se
De allí viene, asimismo, la importancia de la dimensión épica. aventura. La obra de arte acarrea una transferencia, porque
Ya que la épica es lo que exhibe, en el intervalo del juego, el exhibe, en una configuración singular y retorcida, el corte de lo
coraje de la verdad. Para Brecht, el arte no produce ninguna simbólico por lo real, la extimidad del objeto a, causa del deseo,
verdad sino que es una elucidación, bajo suposición de lo verda- respecto del Otro, tesoro de lo simbólico. Por lo que su efecto
dero, de las condiciones de su coraje. El arte es, bajo vigilancia, último sigue siendo imaginario.

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Diré, entonces: este siglo, que no ha modificado en lo esencial destrucción total y de la conciencia de sí formada ex nihilo, la
las doctrinas del anudamiento entre el arte y la filosofía, ha expe- incapacidad para la gran acción, la división en grupúsculos. El
rimentado también la saturación de estas doctrinas. El didacti- romanticismo hermenéutico las condenó por lo que ellas tenían
cismo está saturado por el ejercicio histórico y estatal del arte al de didáctico: la afinidad revolucionaria, el intelectualismo, el
servicio del pueblo. El romanticismo está saturado por lo que desprecio por el Estado. Y sobre todo, porque el didacticismo de
tiene de mera promesa, siempre ligado a la suposición del regre- las vanguardias se caracterizaba por un voluntarismo estético. Y
so de los dioses, en el aparato heideggeriano. Y el clasicismo sabemos que, para Heidegger, la voluntad es la última figura
está saturado por la conciencia de sí que le otorga el despliegue subjetiva del nihilismo contemporáneo.
completo de una teoría del deseo: por eso, si no cedemos a la Hoy las vanguardias han desaparecido. Al final, la situación
ilusión de un “psicoanálisis aplicado”, la convicción ruinosa que global es la siguiente: saturación de los tres esquemas hereda-
lo lleva del psicoanálisis al arte nunca es más que un servicio dos y clausura de todo efecto del único esquema intentado en
prestado al psicoanálisis mismo. Un servicio gratuito del arte. este siglo, que era en realidad un esquema sintético, el didácti-
El hecho de que los tres esquemas estén saturados tiende a co-romanticismo.
producir hoy una suerte de desanudamiento de los términos, una La tesis –en torno de la cual este pequeño libro es sólo una
desconexión desesperada entre el arte y la filosofía, y la caída serie de variaciones– es la siguiente: ante una situación de satu-
pura y simple de lo que circulaba entre ellos: el tema educativo. ración o de clausura, se debe intentar proponer un nuevo esque-
Las vanguardias del siglo, desde el dadaísmo hasta el situa- ma, un cuarto modo de anudamiento entre la filosofía y el arte.
cionismo, sólo han sido experiencias de escolta del arte contem- El método de investigación será negativo al comienzo: ¿qué
poráneo y no la designación adecuada de las experiencias de tienen en común los tres esquemas heredados de lo que sería
ese arte. Han cumplido un rol de representación más que de necesario deshacerse hoy? Lo “común” en los tres esquemas
anudamiento. Y es que las vanguardias sólo han sido la búsque- involucra, creo, la relación del arte con la verdad.
da desesperada e inestable de un esquema mediador, de un Las categorías de esa relación son la inmanencia y la singu-
esquema didáctico-romántico. Ellas han sido didácticas por su laridad. La “inmanencia” remite a la siguiente pregunta: ¿es la
deseo de terminar con el arte, por la denuncia de su carácter verdad realmente interior al efecto artístico de las obras? ¿O
alienado y falso. También han sido románticas por la convicción bien la obra de arte es sólo un instrumento de una verdad exte-
de que el arte debía renacer como absolutidad, como concien- rior? La “singularidad” remite a otra cuestión: ¿la verdad que
cia integral de sus propias operaciones, como verdad inmedia- testimonia el arte le es absolutamente propia? ¿O puede circular
tamente legible de sí mismo. Consideradas como proposición de dentro de otros registros del pensamiento obrante?
un esquema didáctico-romántico o como absolutidad de la des- Ahora bien: ¿qué es posible constatar? Que, en el esquema
trucción creadora, las vanguardias han sido sobre todo anti-clá- romántico, la relación de la verdad con el arte es por cierto inma-
sicas. nente (el arte expone el descenso terminado de la Idea) pero no
Su límite fue que no pudieron sellar una alianza duradera ni es singular (ya que se trata de la verdad y el pensamiento del
con las formas contemporáneas del esquema didáctico, ni con pensador no concuerda con nada que difiera de lo que devela el
las del esquema romántico. Empíricamente: el comunismo de decir del poeta). Constatamos que, en el didacticismo, la rela-
Breton y de los surrealistas permaneció alegórico, al igual que el ción es ciertamente singular (solo el arte puede exponer una ver-
fascismo de Marinetti y los futuristas. Las vanguardias no consi- dad bajo la forma de la apariencia) pero no es para nada
guieron, como era su destino consciente, ser la dirección de un inmanente, ya que en definitiva la posición de la verdad es extrín-
frente unido anti-clásico. La didáctica revolucionaria las conde- seca. Y finalmente constatamos que, en el clasicismo, se trata
nó por lo que ellas tenían de romántico: el izquierdismo de la

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únicamente de lo que una verdad impone en el imaginario, bajo el arte es un procedimiento de verdad sui generis, inmanente y
las especies de la verosimilitud. singular, es en realidad una proposición filosófica absolutamen-
Dentro de los esquemas heredados, la relación de las obras te innovadora. La mayoría de las consecuencias de esa tesis
artísticas con la verdad no consigue nunca ser a la vez singular todavía no han sido develadas y ella impone un considerable
e inmanente. trabajo de reformulación. Se observa el síntoma cuando consta-
Afirmaremos entonces esta simultaneidad. En otras palabras: tamos que Deleuze, por ejemplo, persiste en ubicar el arte del
el arte en sí-mismo es un procedimiento de verdad. O también: lado de lo sensible como tal (afecto y percepto), en continuidad
la identificación filosófica del arte depende de la categoría de paradójica con el motivo hegeliano del arte como “forma sensi-
verdad. El arte es un pensamiento cuyas obras son lo real (y no ble de la Idea”. De esta manera, separa el arte de la filosofía
el efecto). Y este pensamiento, o las verdades que activa, son (dedicada a la invención sólo de conceptos) según una modali-
irreductibles a otras verdades, ya sean éstas científicas, políticas dad que deja todavía totalmente oculto el verdadero destino del
o amorosas. Lo que quiere decir también que el arte, como pen- arte como pensamiento. Sucede que al no convocar en esta
samiento singular, es irreductible a la filosofía. cuestión a la categoría de verdad, no se consigue establecer el
Inmanencia: el arte es rigurosamente coextensivo a las ver- plano de inmanencia donde opera la diferenciación entre arte,
dades que él prodiga. ciencia y filosofía.
Singularidad: esas verdades no están dadas en ningún lugar Creo que la dificultad principal reside en lo siguiente: cuando
fuera del arte. intentamos concebir el arte como producción inmanente de ver-
En esta perspectiva, ¿qué ocurre con el tercer término del dades, ¿cuál es la unidad pertinente de lo que llamamos “arte”?
nudo, la función educativa del arte? El arte es educador simple- ¿La singularidad de una obra es la obra de arte? ¿Es el autor, el
mente porque produce verdades, y “educación” siempre ha que- creador? ¿O es otra cosa?
rido decir (salvo en montajes opresivos o pervertidos) sólo esto: En realidad, la esencia de la pregunta afecta al problema de
disponer los saberes de una forma tal que alguna verdad pueda la relación entre infinito y finito. Una verdad es una multiplicidad
agujerearlos. infinita. No puedo establecer aquí este punto por medio de una
El arte educa por su sola existencia. No hay más que encon- demostración, como lo he hecho en otros lugares. Digamos que
trar esa existencia, o en otras palabras: pensar un pensamien- es esto lo que vieron bien los partidarios del esquema romántico,
to. para borrar enseguida su descubrimiento en el diagrama estéti-
Por lo tanto, la filosofía tiene una relación con el arte, como co de la finitud, del artista como Cristo de la Idea. O para ser más
con todo procedimiento de verdad, que implica mostrarlo como conceptual: la infinidad de una verdad es aquello por lo que ella
tal. En efecto, la filosofía es la intermediaria de los encuentros se sustrae en su identidad pura y simple de los saberes estable-
con las verdades, es la madama de lo verdadero. Y de la misma cidos.
forma en que la belleza debe estar presente en la mujer que se Ahora bien, una obra de arte es esencialmente finita. Es finita
encuentra, pero no es en absoluto necesaria en la madama, las en un triple sentido. En primer lugar, se expone como objetividad
verdades son artísticas, científicas, amorosas o políticas, pero no finita en el espacio y/o en el tiempo. En segundo lugar, está siem-
filosóficas. pre regida por un principio griego de acabamiento: se mueve
El problema se centra entonces sobre la singularidad del pro- colmando su propio límite, indica que despliega toda la perfec-
cedimiento artístico, sobre aquello que permite su diferenciación ción de la que es capaz. Por último, y sobre todo, ella enseña en
irreductible, por ejemplo respecto de la ciencia o de la política. sí misma la cuestión de su propio fin, es el procedimiento convin-
Es necesario destacar que, por debajo de su simplicidad cente de su finitud. Éste es el motivo por el cual en todos esos
manifiesta –yo diría casi de su ingenuidad–, la tesis según la cual puntos es insustituible (otro rasgo que la distingue del infinito

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genérico de lo verdadero): una vez “dejada” a su propio fin inma- - Como regla general, una obra no es un acontecimiento. Es un
nente, es, tal como es, para siempre, y cualquier retoque o modi- hecho de arte, es de lo que el procedimiento artístico está
ficación es inesencial, o destructor. tejido.
Propondría de buena gana que la obra de arte es, de hecho, - Una obra tampoco es una verdad. Una verdad es un procedi-
la única cosa finita que existe. Que el arte es creación de finitud. miento artístico iniciado por un acontecimiento. Este procedi-
O sea, de un múltiple intrínsecamente finito, que expone su orga- miento está compuesto solamente de obras. Pero no se
nización en y por el recorte finito de su presentación, y pone en manifiesta –como infinidad– en ninguna. La obra es por ende
juego su limitación. la instancia local, el punto diferencial de una verdad.
Si sostenemos entonces que la obra es verdad, es necesario - A ese punto diferencial del procedimiento artístico lo llamare-
sostener al mismo tiempo que ella es descenso de lo infinito- mos su sujeto. Una obra es sujeto del procedimiento artístico
verdadero a la finitud. Pero esta figura del descenso de lo infinito considerado o al cual esa obra pertenece. O más aun: una
a lo finito es precisamente el núcleo del esquema romántico, que obra de arte es un punto-sujeto de una verdad artística.
piensa al arte como encarnación. Es sorprendente comprobar - Una verdad no tiene otra existencia más que las obras, ella es
que este esquema subsiste todavía en la obra de Deleuze, para un múltiple (infinito) genérico de obras. Pero esas obras sólo
quien el arte mantiene con lo infinito caótico una relación más tejen la existencia de una verdad artística según el azar de
fiel que cualquier otra, precisamente porque lo configura en lo sus ocurrencias sucesivas.
finito. - También podemos afirmar: una obra es una indagación situa-
No parece que el deseo de proponer un esquema de anuda- da sobre la verdad que ella actualiza localmente, o de la cual
miento filosofía/arte que no sea ni clásico, ni didáctico, ni román- es un fragmento finito.
tico, sea compatible con el mantenimiento de la obra como - De esta forma, la obra está sometida a un principio de nove-
unidad pertinente de examen del arte bajo el signo de las verda- dad. Porque una indagación es retroactivamente válida como
des de las que es capaz. obra de arte real en tanto ella es una indagación que no había
Más aun cuando existe una dificultad adicional: toda verdad tenido lugar, un punto-sujeto inédito de la trama de una ver-
se origina a partir de un acontecimiento. Aquí también dejo esta dad.
aserción en el estado de axioma. Digamos que es en vano ima- - Las obras componen una verdad en la dimensión pos-acon-
ginar que podemos inventar lo que sea (y toda verdad es una tecimental que instituye la constricción de una configuración
invención) si nada ocurre, “si nada ha tenido lugar salvo el lugar”. artística. Una verdad es finalmente una configuración artísti-
Porque seríamos arrojados, de esa forma, a una concepción ca, iniciada por un acontecimiento (un acontecimiento es en
“genial” o idealista de la invención. El problema que debe ocu- general un grupo de obras, un múltiple singular de obras) y
parnos es que resulta imposible decir de la obra que es a la vez desplegada por azar bajo la forma de obras que son sus pun-
una verdad y el acontecimiento que origina esa verdad. Se sos- tos-sujetos.
tiene muy a menudo que la obra de arte debe ser pensada como Por lo tanto, la unidad pertinente del pensamiento sobre el
singularidad acontecimiental, más que como estructura. Pero arte como verdad inmanente y singular es en definitiva, no la
toda fusión entre acontecimiento y verdad conduce a una visión obra ni el autor, sino la configuración artística iniciada por una
“crística” de la verdad, ya que entonces una verdad no es sino la ruptura acontecimiental (que en general vuelve obsoleta una
autorrevelación acontecimiental de ella misma. configuración anterior). Esta configuración, que es un múltiple
Me parece que el camino a seguir se encuentra en un peque- genérico, no posee nombre propio ni contorno finito, ni siquiera
ño número de proposiciones. una totalización posible bajo un solo predicado. No podemos
agotarla sino solamente describirla imperfectamente. Ella es

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una verdad artística y todos saben que no hay verdad de la ver- siempre existe una cantidad virtualmente infinita de puntos-suje-
dad. Se la nombra generalmente por medio de conceptos abs- tos menores, ignorados, redundantes, etc., que también forman
tractos (figuración, tonalidad, tragedia…) parte de la verdad inmanente cuyo ser es la configuración. Desde
¿Qué hay que entender, más precisamente, por “configura- luego, puede ocurrir que la configuración no deje lugar a obras
ción artística”? claramente perceptibles o a indagaciones decisivas sobre ella
Una configuración no es un arte, ni un género, ni un período misma. También puede ocurrir que un acontecimiento incalcula-
“objetivo” de la historia de un arte, ni siquiera un dispositivo “téc- ble haga aparecer retrospectivamente a la configuración como
nico”. Es una secuencia identificable, iniciada por un aconteci- obsoleta, a la luz de las tensiones de una nueva configuración.
miento, compuesta por un complejo virtualmente infinito de Pero, en todos estos casos, a diferencia de las obras que consti-
obras, y sobre la que tiene sentido afirmar que produce, en la tuyen su materia, una verdad-configuración es intrínsecamente
estricta inmanencia del arte en cuestión, una verdad de ese arte, infinita. Lo que significa claramente que ella ignora todo máximo
una verdad-arte. La filosofía llevará huellas de la configuración, interno, toda acmé, toda peroración. Además, es posible que
en lo que ella tendrá para mostrar en qué sentido esa configura- ella sea retomada durante las épocas de incertidumbre o rearti-
ción se deja captar por la categoría de verdad. Asimismo, de culada en la nominación de un nuevo acontecimiento.
manera inversa, el montaje filosófico de la categoría de verdad Del hecho de que las derivaciones pensables de una configu-
será singularizado por las configuraciones artísticas del momen- ración se realizan a menudo en las orillas de la filosofía –porque
to. De manera que es verdad que la mayoría de las veces una la filosofía está bajo condición del arte en tanto que verdad sin-
configuración es pensable en la unión del proceso efectivo del gular y, por lo tanto, en tanto que dispuesta en configuraciones
arte y de las filosofías que la captan. infinitas– no debemos concluir que le corresponde a la filosofía
Citaremos como ejemplo a la tragedia griega, muchas veces pensar el arte. En realidad, una configuración se piensa a ella
tomada como configuración, desde Platón o Aristóteles hasta misma en las obras que la componen. Porque no olvidemos que
Nietzsche. El acontecimiento iniciador tiene el nombre “Esquilo”, una obra es un indagación inventiva sobre la configuración, que
pero este nombre, como todo nombre acontecimiental, es más piensa por ende el pensamiento que la configuración habrá sido
bien el indicador de un vacío central en la situación anterior de (bajo la suposición de su terminación infinita). Más precisamen-
la poesía cantada. Sabemos que con Eurípides la configuración te: la configuración se piensa en la prueba de una indagación
se satura. En música, antes que el sistema tonal, dispositivo que simultáneamente la constituye localmente, dibuja su por-
demasiado estructural, citaremos el estilo clásico, tal como habla venir, y reflexiona retroactivamente la curvatura temporal. Desde
de él Charles Rosen, secuencia identificable entre Haydn y este punto de vista, es necesario sostener que el arte, configura-
Beethoven. Afirmaremos sin duda que, de Cervantes a Joyce, la ción “en verdad” de las obras, es en cada punto pensamiento
novela es un nombre de configuración para la prosa. del pensamiento que él es.
La saturación de una configuración (la novela narrativa en las Heredamos así un triple problema:
cercanías de Joyce, el estilo clásico en las cercanías de Beethoven, ¿Cuáles son las configuraciones contemporáneas?
etc.) no significa en absoluto que la configuración sea una multi- ¿Qué ocurre con la filosofía bajo condición del arte?
plicidad acabada. Porque nada, desde el interior de ella misma, ¿Dónde queda el tema de la educación?
la limita o expone el comienzo de su fin. La rareza de nombres Dejaremos de lado el primer punto. Todo el pensamiento con-
propios, la brevedad de la secuencia, son datos empíricas sin temporáneo sobre el arte está lleno de indagaciones, a menudo
consecuencia. Además, más allá de los nombres propios reteni- apasionantes, sobre las configuraciones artísticas que han mar-
dos como ilustraciones significativas de la configuración o pun- cado el siglo: serialismo, prosa novelesca, edad de los poetas,
tos-sujetos “brillantes” de su trayectoria genérica, en realidad ruptura de la figuración, etc.

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Alain Badiou

Con respecto al segundo punto, sólo puedo repetir mis pro-


pias convicciones: la filosofía, o más bien una filosofía, es siem-
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pre la elaboración de una categoría de verdad. No produce por ¿Qué es un poema, y qué piensa
sí misma ninguna verdad efectiva. Ella toma las verdades, las
muestra, las expone, enuncia dónde se encuentran. Al hacer de ello la filosofía?
esto, vuelve el tiempo hacia la eternidad, ya que toda verdad, en
tanto infinidad genérica, es eterna. Por último, ella composibilita
verdades dispares y, al hacerlo, enuncia lo que es ese tiempo,
aquel en el que ella opera, en tanto que tiempo de verdades que
proceden de allí.
La crítica radical de la poesía, en el Libro X de la República,
Con respecto al tercer punto, recordaremos que no existe
¿acaso muestra los límites singulares de la filosofía platónica de
educación sino por medio de verdades. Todo el insistente proble-
la Idea? ¿O por el contrario, es un gesto constitutivo de la filosofía
ma es que existan, ya que sin ellas la categoría filosófica de ver-
en sí, de la filosofía “tal cual es”, que estaría manifestando origi-
dad es completamente vacía y el acto filosófico una
nalmente su incompatibilidad con el poema?
racionalización académica.
Para no aguar la discusión, es importante captar que el gesto
Este “existe” indica una corresponsabilidad del arte, que pro-
platónico respecto del poema no es, a los ojos de Platón, de
duce verdades, y la filosofía, que, bajo condición de que existan,
orden secundario o polémico. Es realmente crucial. Platón no
tiene como obligación y como tarea muy difícil, mostrarlas.
duda en declarar: “La ciudad cuyo principio venimos de estable-
Mostrarlas significa: distinguirlas de la opinión. De manera que
cer es la mejor, sobre todo en virtud de las medidas tomadas con
la cuestión actualmente es sólo esta: ¿hay otra cosa que la opi-
relación a la poesía”.
nión, es decir –se perdonará (o no) la provocación–, hay otra
Es preciso conservar absolutamente intacto lo tajante de ese
cosa que nuestras “democracias”?
extraordinario enunciado. Nos dice, sin vueltas, que lo que sirve
Muchos responden, y yo con ellos, que sí. Sí, existen configu-
de medida al principio político es claramente la exclusión del
raciones artísticas, hay obras que son sus sujetos pensantes,
poema. O al menos de eso que Platón llama la “dimensión imita-
existe la filosofía para distinguir conceptualmente todo eso de la
tiva” de lo poético. El destino de la política se juega sobre la fir-
opinión. Nuestra época vale más que la “democracia” de la que
meza de la actitud con respecto al poema.
se jacta.
Ahora bien, ¿qué es la política verdadera, la politeia bien fun-
Para alimentar esta convicción en el lector, comenzaremos
damentada? Es la filosofía misma, en tanto asegura que el pen-
por realizar algunas identificaciones filosóficas de las artes.
samiento se da en la existencia colectiva, en la agrupación
Poema, teatro, cine y danza serán los pretextos.
múltiple de los hombres. Digamos que la politeia es lo colectivo
llevado a su verdad inmanente. O más aun, lo colectivo conmen-
surable con el pensamiento.
De modo que, si se sigue a Platón, hay que postular esto: la
ciudad, que es el nombre de la humanidad en su agrupamiento,
sólo es pensable poniendo su concepto a salvo del poema.
Proteger la subjetividad colectiva del potente encanto del poema
es necesario para que la ciudad se exponga al pensamiento. Es
más: en tanto resulta “poetizada”, la subjetividad colectiva tam-

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