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Objetivos, realidades y

contradicciones de la
colonización de Aisén
HUGO ROMERO ARAVENA
Departamento de Geografía
Facultad de Arquitectura y Urbanismo
Universidad de Chile

I. Introducción Ubicada entre los 43°50' y 49°16' S., la Región de Aisén


ofrece particularidades muy significativas en cuanto a su
geografía. Se trata de más de 100.000 km 2 localizados en
uno de los sectores de desplazamiento más frecuente de las
rutas ciclonales, constituidos por islas y archipiélagos que,
hacia el Oriente, se transforman en fiordos y canales que
fragmentan la Cordillera Patagónica del Pacífico, que ocupa
la posición que en las regiones más septentrionales alcanza
la Depresión intermedia. Una sucesión de valles penetra
hacia el transpaís cortando la Cordillera Patagónica Orien-
tal, que es el segundo elemento de ordenamiento longitudi-
nal del relieve. Fuera del dominio anticiclonal y de los lími-
tes de la inversión térmica de subsidencia, los flancos mon-
tañosos interceptan las masas de aire frío y húmedo, regis-
trándose laderas de barlovento de altos mantos pluviomé-
tricos, bajas temperaturas, frecuentes vientos y nieve, los
que aminoran a sotavento de ambos sistemas cordille-
ranos.
La supremacía de pendientes abruptas junto a la agresi-
vidad climática reduce los suelos aptos para el uso agrícola
a sólo un 0,18% de la superficie regional, lo que implica que
la mayor cantidad de su territorio permite su uso localizado
para propósitos ganaderos, silvícolas y mayoritariamente
para la conservación, a riesgo de desencadenar intensos
procesos erosivos que son habituales de observar en las
antiguas áreas de poblamiento. Estas desigualdades regio-
nales en la dotación de sus recursos han influido para la
conformación de un sistema de poblamiento que claramen-
te acentúa tales diferencias. Siendo un área de vacío demo-
gráfico (su densidad alcanza tan sólo a 0,6 hab/km2, contra

AMB. y DES., VOL. II, N° 2, Págs. 75-89, octubre 1986 75


un promedio nacional de 14 hab/km2), ha sido objeto desde
fines del siglo pasado de procesos de colonización que han
surgido como respuesta a acontecimientos externos y que
al cabo de los años han producido la concentración urbana
de más del 70% de su población en un par de ciudades
principales, lo que denuncia la insignificancia de su pobla-
ción rural y dispersa, y la ausencia de un sistema urbano
jerárquico y funcional. Esto significa a su vez, la debilidad de
sus economías locales, que tienden a ser cada vez más
dependientes del exterior.
En tal contexto histórico y espacial deben ser analizados
dos de los procesos actuales que se llevan a cabo en la
región: la completación de la Carretera Longitudinal Austral
y la Colonización de la ex Reserva Forestal Puyuhuapi.
En este trabajo se analizan los objetivos oficiales que
han servido como fundamento al proceso de colonización,
comparándolos con las características que ofrece la reali-
dad del área, principalmente respecto a las potencialidades
y limitaciones de sus recursos naturales. Igualmente se
proporcionan antecedentes necesarios para comprender
las formas y motivaciones de los colonos antiguos que han
poblado estos sectores litorales al Norte de la región. Con
tales antecedentes, se presenta la asignación de predios,
los tipos de proyectos y algunas características de los colo-
nos, tales como su procedencia, experiencia anterior y capi-
tal disponible. En algunos casos se analiza la constitución
interna de los predios para demostrar su eventual aptitud
frente al proyecto propuesto.
Finalmente se indican algunos de los resultados obser-
vados, resaltándose la absoluta falta de concordancia entre
los proyectos, los objetivos del proceso, las características
de los predios, las condiciones de los colonos y la ausencia
de un plan integral y coherente para asentar definitivamen-
te la población en dicha área. Dichos resultados manifiestan
la urgencia por disponer de más y mejor información cientí-
fica en forma previa a la toma de decisiones que podrían
alterar negativamente al medio ambiente.

1. LOS Objetivos." Al examinar los objetivos generales de un proceso de colo-


nización, desde el punto de vista geográfico surgen como
inevitables los conceptos de ordenamiento territorial y de-
sarrollo regional. En efecto, al incorporar nuevos territorios
al proceso productivo destaca el interés por utilizar en for-
ma óptima los recursos naturales que conforman la base
económica del área, evitando así la repetición de experien-
cias desastrosas que han ocurrido en este tipo de regiones
en general y en Aisén en particular. Por otro lado, aparece
de inmediato la expectativa de alcanzar una mayor integra-
ción regional, tanto en su interior como con el resto del país,

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contribuyendo ya sea a articular las diversas áreas produc-
toras de bienes y servicios en forma funcional y jerárquica,
como aprovechando la oportunidad de cambio que implica
la nueva vertebración de la región mediante la implementa-
ción de la Carretera Austral.
Sin embargo, antes que explicitar la suma de objetivos
deseables aportados desde una visión científica o académi-
ca, resulta más operativo considerar el marco conceptual,
los principios básicos que deberían regir un proceso de
colonización y la vinculación entre dicho proceso y el desa-
rrollo regional, a la luz de los propios documentos emitidos
por los organismos gubernamentales involucrados tanto
en la toma de decisiones como en las acciones concretas de
ejecución y evaluación del proyecto.

1.1. Marco conceptual de la política


de colonización
Para los organismos de planificación nacional, la coloniza-
ción ha sido definida como un proceso de poblamiento
permanente, que involucra a un número relativamente im-
portante de familias, que puede consistir en la apertura de
territorios absolutamente despoblados o bien, lo que se
estima preferible en la consolidación de áreas que por di-
versas razones presentan un proceso de asentamiento po-
blacional permanente inconcluso.
Sugiriendo una evaluación implícita de experiencias
exitosas en esta materia, las agencias gubernamentales
establecen como requisito fundamental el carácter natural
que debe guiar el proceso. Dicho carácter natural significa
explícitamente que las áreas ocupadas deben poseer un
potencial económico claro para el colono, constituyéndose
en "regiones naturalmente atractivas".
Frente a esto, es posible agregar la necesidad de definir
las bases que explican un poblamiento permanente y, ade-
más, las características que posee el área seleccionada para
ser colonizada respecto a sus recursos potenciales y en
especial, las ventajas que ofrece frente a otras áreas o regio-
nes probables.
La entrevista a los colonizadores o pobladores antiguos
de áreas consolidadas es un paso metodológico interesante
que, sin embargo, no oculta las "geografías individuales"
que en definitiva detonan cualquier proceso de emigración.
No obstante es obvio que un lugar naturalmente atractivo
debe poseer condiciones favorables para satisfacer en for-
ma creciente, la instalación de viviendas, provisión de ali-
mentos y servicios básicos, creación de excedentes de co-
mercialización, acceso a insumos y abastecimientos, dota-
ción de contactos sociales, oportunidades de progreso so-
cial, etc. Aunque es posible que la naturaleza pionera inicial

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permita soslayar transitoriamente algunos de estos reque-
rimientos, la ausencia de un plan de colonización que dé
cuenta gradualmente de estas necesidades, provoca frus-
tración y deserción a corto plazo. En todo caso es necesario
destacar que junto a la estricta evaluación territorial del
espacio a ocupar, los eventuales pobladores deben dispo-
ner de toda la información técnica y científica previo al
desarrollo de sus proyectos, debiendo hacer notar que la
calidad de un paisaje es ante todo un problema cultural,
estético y ético.

1.2. Principios básicos que deben regir


un proceso de colonización
De acuerdo a los informes oficiales, es el reconocimiento
acabado del área potencialmente colonizable, el que deter-
mina con claridad los recursos naturales que hagan factible
su explotación y en conformidad con las características
físicas y ambientales, el volumen de población que es posi-
ble de introducir sin amenazar el equilibrio ecológico exis-
tente. Como se desprende fácilmente de este objetivo, la
investigación científica debe preceder a la evaluación com-
parativa de diversas áreas y luego, a la toma de decisión
respecto al sector efectivamente incorporado.
Desde luego que dentro de las actividades económicas
prioritarias están aquellas ligadas a la explotación de recur-
sos de subsistencia en regiones aisladas, que deben ser
capaces de satisfacer inicialmente a un número importante
de personas, congruente con el deseo de poblar efectiva-
mente el área. A mediano plazo, dichas actividades deben
transformarse en productivas, desarrollándose los respecti-
vos canales de comercialización, posibilitando además el
logro de economías, especialmente respecto a la provisión
de infraestructura y servicios.
Para los organismos estatales, la acción del estado debe
consistir en un rol de apoyo, expresado en el otorgamiento
de títulos individuales o saneamiento de los mismos en un
área en consolidación, en la provisión de la infraestructura
de transporte, en la dotación del equipamiento comunitario
básico y en la existencia de un adecuado sistema de infor-
mación, que refleje fehacientemente los atractivos reales
que presenta el área que se pretende colonizar.
Como se puede desprender de estos objetivos, el proce-
so de colonización debería mantener el carácter individual y
espontáneo característico de aquellos que han tenido lugar
en la región. Sin embargo, es imprescindible, que aun den-
tro de dicho marco restrictivo, se formalice el rol de apoyo
estatal puesto que la investigación y creación de informa-
ción científica se evidencia como un requisito previo a la
decisión referente a la localización, número, extensión y

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accesibilidad de los predios, a la definición de un sistema de
transporte que vincule tanto el interior como el exterior del
área y, por lo demás, en el aporte de una infraestructura de
servicios básicos a lo menos equivalente a aquellos de que
disfrutan el resto de los habitantes del país.
En el proceso de asignación de tierras propiamente tal,
los organismos gubernamentales establecen que los pre-
dios deben poseer una superficie suficiente para constituir-
se como unidad física que asegure algo más que la subsis-
tencia del colono, evitando la entrega de predios que por su
tamaño, contradigan el objetivo de poblar el área. Aceptan-
do dicha definición, es importante destacar que este objeti-
vo, como todos ellos, deben ser convenientemente imple-
mentados de acuerdo a la realidad regional. Junto al tama-
ño, se evidencia igualmente importante el conocimiento de
las cualidades ambientales de dicho territorio, asegurando
su variedad y accesibilidad, con el fin de cotejarlo con los
proyectos a desarrollar.
Acercándose al interés por la regionalización, se plantea
que los procesos de colonización deben sustentarse en las
estructuras político-administrativas descentralizadas, evi-
tándose que el desconocimiento de las áreas potencialmen-
te colonizables provoque efectos distorsionadores e irre-
versibles. Esto significa que el proceso debe ser dirigido y
coordinado por instancias regionales tanto ministeriales
como sectoriales y municipales, en especial teniendo en
cuenta las dificultades asociadas a la distancia e inaccesibi-
lidad de las regiones periféricas del país y a la escala local
que asumen las urgencias en salud, educación, créditos,
insumos, alimentos, etc., requeridos habitualmente por los
colonos.
Por último, se señala el especial cuidado que debe pres-
tarse a la selección de los futuros colonos, otorgándose
preferencia a aquellas familias que ofrezcan una adecuada
estructura social, económica y demográfica, que proven-
gan de medios geográficos similares y que posean expe-
riencia en actividades afines a los que desarrollarán en la
región. En este sentido es nuevamente importante conside-
rar la historia local del poblamiento, evitando los procesos
de ensayo-error ocurrido en el país y por sobre todo, la
creación artificial de imágenes perceptivas.

2. Las r e a l i d a d e s 2.1. Las restricciones y potencialidades


del medio ambiente
Las 192.000 há que constituyen la ex Reserva Puyuhuapi se
localizan en la ladera de barlovento de la Cordillera Patagó-
nica del Pacífico, teniendo como centro orográfico al Monte
Melimoyu, el que con sus más de 2.000 m de altura ejerce un
formidable efecto de disparo pluviométrico. Las precipita-

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ciones alcanzan a 5.300 mm anuales en las localidades
situadas al Occidente (Melinka, Fundo Risopatrón) y se re-
ducen a un 60% sobre las laderas, fiordos y canales de
sotavento (3.706 mm anuales en Puyuhuapi). Al margen de
las inversiones térmicas de subsidencia, el gradiente térmi-
co es regular y alcanza a -0,52°C / A 100 m en verano y
-0,20° C / A 100 m, en invierno, por lo que es frecuente
encontrar nieve permanente y ventisqueros en el área.
De acuerdo a IREN (1978), la evapotranspiración supera a
las precipitaciones sólo un mes al año y el período de creci-
miento vegetativo ( > 10°C) varía entre 2 meses para las
faldas del Monte Melimoyu, 3 para las laderas inferiores y 4
sobre la línea de costa. Sobre los 1.600 m no se registra
actividad vegetativa.
La temperatura máxima del mes más cálido alcanza a
17,8°C y la mínima del mes más frío a 1,7°C en julio, regis-
trándose heladas con 50% de probabilidad entre mediados
de abril y mediados de octubre y nevadas desde fines de
mayo a principios de septiembre. Si bien cada lugar debe
ser examinado en particular respecto a la insolación y tem-
peraturas y a la exposición o protección a los vientos, la
disponibilidad de calor se calcula en 450 grados días, lo que
le confiere un carácter marginal a la agricultura, siendo
necesario invernaderos.
Bajo tales condiciones climáticas que limitan la edafiza-
ción, los suelos, de cenizas volcánicas sobre sustrato conso-
lidado, ofrecen una alta erodabilidad, en especial si se tiene
en cuenta que el 40% de las 100.000 há que corresponden al
área con centro en Seno Gala, superan los 15o de pendiente.
Sólo la densa cubierta vegetal evita el desencadenamiento
de una severa erosión.
Defiendo como categorías de aptitud, aquellas basadas
en la combinación de tipo y cobertura vegetacional, densi-
dad del drenaje superficial, pendiente y accesibilidad. Rovi-
ra (1985) ha estimado que el 50% de la superficie total
corresponde a tierras que deberían conservarse en forma
inalterada. 19.000 há presentan una aptitud moderada y alta
para fines ganaderos, 10.000 há podrían servir para fines
forestales y otras 23.000 há podrían ser incorporadas para
actividades forestales restringidas. Sin embargo, en todos
los casos sería necesario un cuidadoso manejo, el acondi-
cionamiento por drenaje u otras medidas, que necesaria-
mente deben ser orientadas por un detallado levantamiento
y análisis.
Así, las limitaciones parecen ser mayores que las poten-
cialidades y la accesibilidad se encuentra limitada a la costa
y a los valles que penetran al interior, todo lo cual concuerda
con las recomendaciones de COSERREN (1981) en el sentido
de que el área es mayormente indicada para ser Parque
Nacional y una de las tres de la región que debiera ser
Reserva Forestal.

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2.2. Los recursos pesqueros
La localización esencialmente litoral del área y el hecho de
que se encuentre vertebrada por ventisqueros, fiordos y
canales permite sugerir que cualquier esfuerzo de estructu-
ración del espacio debe considerar tales hechos ya sea
como medio de comunicación entre la zona de colonización
y los nodos subregionales (Puerto Puyuhuapi, Puerto Cis-
nes, Melinka, Puerto Aguirre y Puerto Chacabuco) o bien
como fuente importante de recursos.
El sistema de canales, estuarios y senos consiste en
general, en fiordos profundos (Canal de Jacaf alcanza una
profundidad máxima de 690 m y una media de 340 m y
Canal Puyuhuapi a 280 y 220 m, respectivamente), de redu-
cido ancho (4.0 km aproximadamente), en que las playas
son poco significativas arealmente y los acantilados tien-
den a caer directamente al mar. La altura de las mareas varía
alrededor de 40 cm y las corrientes de marea presentan una
media de 1,50 cm/seg., lo cual no constituye ninguna limita-
ción para los cultivos.
Respecto a los peces, alcanzan una abundancia relativa
interesante, posibilidades de explotación y valor comercial
competitivo el Congrio Dorado, pez demersal de 100 a 120
cm de talla que se observa abundante (> 9,0 kg/100 Az en
Canal Puyuhuapi y entre 7 y 9 kg/100 Az en Canal Jacaf); el
Toyo de cachos, tiburón demersal de 2,5 a 3 kg de peso, que
se apega al fondo de la plataforma y talud, que es abundan-
te (> 5.0 kg/100 Az en Puyuhuapi) y muy poco abundante en
Canal Jacaf (< 1,0 kg); el Mero, pez acantopterigio de alto
valor comercial que se ubica en Canal Jacaf y La Raya, pez
selacio de alto valor comercial también, que se localiza en
Canal Jacaf (entre 3,1 - 6,0 kg/100 Az).
Respecto a los mariscos, las cholgas presentan bancos
(superficies mayores a 500 m2) en la zona del litoral medio
superior sobre sustrato duro, alcanzando abundancia en
Canal Puyuhuapi (sobre 500 ton) y menor en Jacaf (menor
de 100 ton), pero estando limitada su comercialización por
la presencia de "perlilla".
El chorito se encuentra abundantemente (sobre 500 ton)
en la zona intermareal de Canal Puyuhuapi, donde forma
bancos. Desova a fines de primavera y en el verano y es
explotado por buzos para industrias de la X Región, quienes
han agotado el recurso natural. Su cultivo es óptimo en la
zona, en jaulas de 5 m de profundidad sobre la costa, con
equipo de buceo. Igualmente el Choro Zapato es posible de
cultivar, dado su alto valor comercial, en la zona sublitoral
de carácter legamoso, siendo abundante naturalmente en
Canal Puyuhuapi (sobre 1.0 ton). Ambos cultivos pueden
ser complementados con el de centolla o con el de salmoní-
deos. La centolla se ubica entre 10 y 300 m de profundidad y
su captura se realiza cuando migra a aguas someras con

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fines de apareamiento, en primavera-verano, localizándose
en fondos parejos, de arenas, piedras y algas. Es importan-
te tener en cuenta que es posible obtener en la zona tallas
adecuadas y cultivarlas en jaulas de 9 m de profundidad
obteniendo producción antes que la centolla magallánica.
Otros mariscos, como la almeja, ostra, erizos y jaibas,
no poseen la abundancia ni el tamaño óptimo o bien no
pueden vencer la competencia y distancia al mercado.
En cuanto a los salmones, su producción es viable en
todas aquellas áreas que presenten desembocadura de ríos
en el saco de los fiordos, puesto que poseen una capacidad
sobrante de smolt de salmonídeos. Dependiendo del caudal
es posible determinar una capacidad de producción de
239.652 kg para Seno Gala, entre 191.733 y 233.678 kg en
Seno Aldunate y entre 65.831 y 191.733 kg para Seno Los
Raucos, valores que son comparativamente altos.
Las condiciones de salinidad, temperatura y oxígeno de
las aguas junto a la productividad primaria, indican que las
áreas de cultivo más apropiadas se ubiquen en el centro de
los fiordos. Su cultivo y desarrollo de la etapa de smolt se
asocia al período noviembre-febrero, cuando las tempera-
turas de las aguas de los ríos fluctúan entre 9 y 12°C, obte-
niéndose la producción a fines de mayo siguiente. Dicho
período puede ser ampliado a 9-10 meses pero aumentan
consiguientemente los costos de manejo y operación. El
cultivo se hace en jaulas y está limitado a una carga máxima
de 3.350 kg por jaula, dada una profundidad de 5 m, una
velocidad media de 1,42 - 1,60 m/seg., un flujo de 1,278 y
1,440 m3/h y oxígeno entre 5,39 y 6,30 g/L.
Desde el punto de vista de los cultivos, sería posible
establecer áreas combinadas y complementarias en el es-
pacio y el tiempo para salmones, choritos, choros zapato y
centollas, utilizando las condiciones geográficas óptimas.
Para ello, sin embargo, es necesario localizar a la población
en la cantidad y ubicación adecuada, dotándola de los re-
cursos financieros requeridos. A modo de ejemplo se puede
mencionar que el capital total necesario para el cultivo de
salmones en Coihaique alcanzaba a US$ 3.379 en 1979,
descompuestos en US$ 1.306 de total de activos y 2.073 de
capital de operación.

2.3. Los pobladores


Se trata de conocer las características que poseen los anti-
guos colonizadores, que se han asentado a partir de 1930 en
los que hoy constituyen los centros poblados principales de
la subregión: La Junta, Puyuhuapi y Puerto Cisnes.
De ello se desprende que el 93,4% de los habitantes son
inmigrantes, que en un 82% provienen de regiones colin-
dantes, principalmente de la actual Región de Los Lagos

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(70,3%) y de las áreas de Puerto Montt, Ancud, Castro,
Chonchi y Quellón. Su llegada a la zona se ha ejecutado por
etapas, de tal forma que sólo un 43% han arribado a Puerto
Cisnes y La Junta de una sola vez, lo que disminuye al 30%
en el caso de Puyuhuapi (Ortiz, 1985).
Alrededor del 50% de los residentes han llegado a esta-
blecerse en estos lugares como segunda o tercera etapa y
un restante 10% lo ha hecho en cuarta etapa, siendo Coihai-
que y Puerto Aisén los lugares intermedios. Lo anterior
indica que si bien existe una semejanza básica entre los
paisajes de origen y destino, el proceso de asentamiento
definitivo es lento, lo que debe asociarse a las difíciles
condiciones ambientales.
Las razones de emigración son siempre las mejores y
mayores expectativas de trabajo y estudio. Frente a lo pri-
mero es necesario señalar que se trata de trabajadores
campesinos que fueron contratados en sus lugares de ori-
gen o atraídos para realizar labores básicamente similares a
las desempeñadas previamente. En la actualidad, dichos
habitantes no manifiestan interés por emigrar, resaltando
como cualidades de los lugares, la tranquilidad, belleza
escénica y buena relación vecinal. Como factores negativos
destacan la carencia regular de agua potable y electricidad,
la escasa población, la ausencia de servicios superiores y el
costo de transporte y tiempo para acceder a estos últimos.

2.4. Los proyectos


Antes de analizar los proyectos individuales de los coloniza-
dores actuales, es necesario indicar que éstos dispusieron
de la muy escasa información que se puede obtener de las
cartas 1:250.000 de IREN (1979), que clasifica las tierras en
bosques, matorrales y sin uso y de una clasificación de los
predios según contemplen valles, cerros y áreas sobre el
límite vegetacional.
Para Meneses (1985) un primer hecho que llama la aten-
ción es la escasa asociación entre el tamaño de los predios
asignados en la primera y segunda etapa (4.506 há y 4.551
há, respectivamente) respecto al promedio regional (566
há) y a la naturaleza de los proyectos especificados, entre
los que destacan los de explotación de los recursos mari-
nos. Además, se indica que sólo tres predios poseen super-
ficies inferiores a 5o de pendiente y que sólo tres de los
proyectos sílvoagropecuarios tienen un 25% de su superfi-
cie con cobertura vegetal bajo 15° de pendiente.
Un análisis más detallado permite corroborar esta esca-
sa relación entre los tipos de proyectos, las superficies y las
características medio ambientales de los predios asigna-
dos. A modo de ejemplo se pueden mencionar las 2.666 há
del predio Isla Larga, 2.441 há de Seno Miller y 3.927 há de

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Río Santo Domingo, estando todos ellos propuestos como
proyectos de explotación de recursos marinos (Tabla 1 y
figura 1).
Otros ejemplos se observan en el caso de Seno Direc-
ción, que presentó un proyecto de salmones, al que se
otorgaron 4.712 há carentes de playas, consistente en un
60% en bosques densos comprendidos entre 15 y 35° de

Figura 1
Localización espacial de predios según etapas de asignación. Puyuhuapi. XI Región Aisén.

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pendiente. El otro predio del mismo nombre corresponde a
ostricultura y ganadería, tratándose de 2.696 há que en un
75% corresponden a tierras con más de 15° de pendiente
cubiertas por bosques y matorrales densos, sin que presen-
te tierras planas adecuadas para tales usos. Algo similar a
esto último, ocurre con el proyecto ganadero asignado a
Estero Rauco, que tampoco presenta tierras planas ni mo-
deradamente inclinadas, sino que por el contrario, un 54%
de su superficie son tierras inclinadas y muy inclinadas,
cubiertas por densos bosques naturales.
A estos desajustes fundamentales deben agregarse las
dificultades que derivan de la accesibilidad, en especial de
aquellos predios enclaustrados al interior del área. Todo
esto debe provocar una nueva división predial, cosa que ya
ha sucedido por ejemplo con las 10.000 há originales del
predio Río del Medio, en que un tamaño menor puede
agrupar superficies más aptas para su uso propuesto. En
este caso, existen alrededor de 1.500 há de moderada pen-
diente cubiertas por bosques y matorrales ralos o bien sin
vegetación, lo que es más adecuado para el uso ganadero.
Un mejor ajuste se aprecia también en Marchant, que posee
un 50% de su superficie de tierras planas y moderadamente
inclinadas.
Por otro lado es evidente la diferencia entre el tipo de
colono que participa de este proceso respecto a los anterio-
res. Se trata ahora de empleados, profesionales o trabaja-
dores, que han desempeñado labores diferentes a las pro-
puestas y que provienen en un 50% de Santiago o Valparaí-
so, de tal forma que es posible que sólo quienes provienen
de Puerto Montt, ofrezcan una adecuada familiaridad con el
medio. Los escasos capitales financieros disponibles se
oponen a los altos niveles educacionales, que obviamente
sobrepasan al cuarto año básico que posee el 40% y al
octavo año básico que ha cursado el 85% de los actuales
habitantes de los centros poblados del área.

3. Evaluación De las entrevistas practicadas a colonos antiguos y de las


del proceso encuestas aplicadas a los residentes de los principales cen-
de colonización tros poblados, es posible concluir que la evaluación del
proceso de colonización sólo se podría realizar al cabo de un
largo período. Las dificultades del medio por un lado y la
inestabilidad inicial de los pobladores, se manifiesta en que
los actuales involucrados no hayan realizado hasta ahora
acciones concretas de transformación del paisaje que per-
mitan observar sus impactos positivos o negativos sobre el
medio ambiente. Por lo tanto, la evaluación consiste en
contrastar los objetivos del proceso con las evidencias dis-
ponibles, de tal forma que se permita establecer la factibili-
dad de los proyectos enunciados y, además sugerir reco-
mendaciones de acción a corto y mediano plazo.

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Según informes oficiales, a septiembre de 1985 se ha-
bían adjudicado 25 lotes a 79 familias, lo que hace un total
de 256 personas en una superficie total asignada de 116.123
há (el 60% de la superficie de la ex Reserva Forestal
Puyuhuapi). Para ello se ha procedido a la licitación pública
de los lotes contra la presentación de proyectos de inver-
sión. Sin embargo, no ha sido posible conocer el procedi-
miento de evaluación ecológica, económica o espacial de
tales proyectos, como tampoco su priorización.
A la misma fecha se encontraban ocupados 11 de los 25
lotes asignados, correspondientes a 36.492 há o 19% de la
superficie. De las 256 personas, sólo se encontraban radica-
dos en el área 55 o el 21,5% del total, sin que se hubiese
otorgado ningún título de dominio.
En cuanto a los proyectos, de los 24 presentados, 20 no
mostraban ningún signo de inicio, pudiéndose considerar
las siguientes condiciones: 9 proyectos corresponden a ra-
dicaciones que no se habían ejecutado y 2 a abandonos;
sobre 9 proyectos no se tiene información o bien se trata de
actividades informales de subsistencia no relacionadas con
las ideas originales. Sólo 5 proyectos se encontraban en
funcionamiento y de ellos, sólo aquel en que coincide lo
propuesto con las condiciones ambientales, presenta un
importante avance. Los otros cuatro, centrados en la explo-
tación de recursos marinos han debido modificarse, adap-
tándose a la extracción menor de mariscos o algas.
En cuanto a estos últimos proyectos, es importante
destacar que de acuerdo a informes técnicos, las principales
dificultades han sido de carácter económico, el mal asenta-
miento efectivo en la zona y la poca capacitación de los
ejecutantes en la materia, lo que los ha conducido a imple-
mentar mal sus actividades y, por ende, al fracaso. A pesar
de las condiciones físicas óptimas en el sector pesquero, las
principales limitaciones que han sido comprobadas son las
dificultades ambientales, en particular climáticas, la caren-
cia de servicios y comunicaciones adecuadas, la falta de
recursos económicos y técnicos y la deficiente organización
y coordinación entre los proyectos.
No obstante lo anterior y tal como se ha visto en las
secciones precedentes, al parecer lo más significativo es
observar la divergencia entre los propios elementos que
configuran los proyectos (v.gr. tipo de proyectos, tamaño
de los predios, accesibilidad, capacitación anterior de los
colonos, insuficiencia de capital) y entre el proceso de colo-
nización y los objetivos indicados por los organismos oficia-
les. Desde luego que no ha existido un reconocimiento
acabado previo a la asignación de los lotes, una adecuada
evaluación de los proyectos ni selección de los partícipes,
como tampoco mecanismos de coordinación entre los di-
versos sectores que deben participar en un proceso de
poblamiento a fines del siglo XX. Por otro lado no se ha

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observado una estrecha vinculación entre las diversas ins-
tancias político-administrativas a escala nacional, regional
y local que transfiera los objetivos generales a acciones
concretas y pueda resolver con prontitud las urgencias que
se presenten en el área en cuestión.

4. Conclusiones Es evidente que la inexistencia de una planificación general,


que comprometa la acción de todos los sectores a diversas
escalas geográficas y la carencia de información básica
completa y oportuna, en particular respecto a las condicio-
nes geográficas y al potencial productivo del área, han inci-
dido en los precarios resultados observados hasta ahora.
De no invertirse tales condiciones, el proceso deberá inevi-
tablemente terminar en el abandono de la zona o bien en
profundos deterioros medioambientales. Desde luego que
parece ser algo tardío referirse a si es ésta u otra el área más
adecuada para colonizar, pero esta es una interrogante que
mantiene plena vigencia frente a nuevas etapas de asigna-
ción de predios o bien frente al loteo de nuevas superficies
tales como Isla Refugio. Podría llegarse nuevamente a la
conclusión de que estas áreas están principalmente desti-
nadas a la conservación y en tal sentido deben mantenerse
como reservas forestales o parques nacionales.
Una redefinición de la política y del proceso de coloniza-
ción en análisis parece ser otra conclusión clara. Se trata de
seleccionar adecuadamente las áreas, los proyectos y los
colonos, creando instancias objetivas de evaluación me-
dioambiental, económica y social de la secuencia de activi-
dades por desarrollar. Considerando la tradición de los po-
bladores y los resultados hasta ahora alcanzados, es nece-
sario plantear un período de aclimatación y capacitación,
previo a la localización de los colonos en pequeños centros
poblados que cuenten con los servicios y las comunicacio-
nes necesarias. Dichos centros deben estar precisamente
ubicados en las áreas más aptas para desarrollar progresi-
vamente actividades económicas, de una complejidad cre-
ciente, sin perder por ello las facilidades de abastecimiento,
comercialización de sus eventuales productos y contactos
sociales. Esto último es particularmente importante si se
insiste en incentivar la participación de habitantes metropo-
litanos.
Frente al rol de apoyo del estado, caben algunas defini-
ciones fundamentales. Si el propósito es poblar, a pesar de
sus escasas posibilidades productivas, áreas que se esti-
man de interés nacional, debiérase estar dispuesto a finan-
ciar convenientemente dicho proceso. En todos los casos,
sin embargo, un proceso de colonización trata de corregir
desigualdades evidentes ya sea en términos de recursos
naturales o de distribución de la población en el territorio

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nacional o regional y por ello debe considerar los subsidios
adecuados, que a lo menos igualen aquellos de que dispo-
nen los demás habitantes del país, en forma directa o indi-
recta, a través de la infraestructura pública y privada. Sin
dicho apoyo en transportes, créditos, habitaciones o capaci-
tación, es prácticamente imposible asegurar el éxito de
estos proyectos en las áreas en discusión.
Por último, ésta es una oportunidad única para poner en
acción los principios medioambientales sustentados mayo-
ritariamente por la sociedad y el estado, junto al interés por
desarrollar armónicamente las diferentes regiones del país.
Para Aisén, la construcción y completación de la Carre-
tera Austral estructura una nueva organización espacial, en
torno a la cual deben vincularse sus economías y procesos
de poblamiento. La ex Reserva Forestal de Puyuhuapi está
realmente a varias horas de navegación del punto más
cercano de cruce carretero y resulta ambicioso o claramen-
te discutible la posibilidad de construir un camino de vincu-
lación que debería superar dificultades topográficas muy
serias y, por lo demás, suplantar a un alto costo la vía
natural de comunicación oceánica interior.
El océano es evidentemente la principal fuente de recur-
sos en esta área, pero básicamente respecto a los cultivos
de mitílidos y eventualmente, salmonídeos. Con la suficien-
te cooperación técnica y crediticia, esta área puede jugar un
magnífico rol espacial, creándose economías locales que
sustenten la población con realismo e infundan la energía
básica al sistema urbano existente.

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