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ABC LalV 10, 13, 15 y 18 FEB de 1913 Clasicos y modernos LA GENERACION DE 1898 De euando en euando se produce entre Ia gente nueva —eseritores, artistas, atonelstas, eteétera— una protesta, imdis 0 menos ruidosa, mas o menos trascendente, contra o que, con excesiva rudeza, se llama fos viejos. Dias pasa- os, diversos hechos, sin conexién aparente, pero de una tmisina indole espiitial, han venido a traducir, a exteriorizat las aspiraciones latentes en Ia juventud. Algunos de estes Inechos a que aludimos han sido: Ia eleecién del Ateneo, 1a informacién abjerta por nuestro colesa La Tribvna eon el {tulo de “EI pais de los viejos”, los artiewlos:publieados por Ortega y Gasset en BI Imporcal, titulades “Compe- tencla”, yen Tos que se plantea el “problema” de Fspata con relacién a Ta generacién de 1898... Se nos permitiré ‘aue hagamos algunas observaciones reiativas a estos hochos ‘que, si diversos en la apariencia, convergen, sin embarZo, hhneia un punto ideal. Ante todo, cuando se sintetin 1a ‘cuestign en la frase fos viejos se comete una Inexaetitud ‘que Heva envuella una injusticia. EI problema no puede ser planteado en términos tan vagos e ineoneretos; Ta juven: ‘ud, ademés, al mostrarse ansiosa de justiela, no puede comenzar cometiendo ella misma uns doloress No todos los eseritores plantean en exa forma ol problema; lo que ceurre es que Ia mischedumre es simplista, tnll teral, rectinea, y al enfoear un problema, al hallarse frente ‘un asunto de palpltante interés, 1o hace eon afirmaciones 9 megaciones rotundas y categéricas, afirmaciones 0 neg tones eatesriens que, por otra parte, son neeesarias para Ia obra vital, para Ia’ sccién, Pero, en fin, el observador reflexivo no ha de tomar en cuienta este sspecto. vital, antiertico, de las multitudes, de lo que se llama Ta epinién, y he de hacer su obra, su erica, independientemente del Tiempo, del espacio y de toda contingencia y consecuencia sociales y politeas. 'No, no se debe decir los viejos cuando se hable del pro- blema de Espaiia. ;Quiénes son los viejos? {Qué es ser viejo? Un hombre de setenta alios puede set mas joven ‘que otro de veinte; uno de veinte, leno de vigor fsieo, de Flexbilidad, puede tener una senilidad que no tendré otro achacoso, Ileno de atios, cargado de alifafes, Se es viejo ¥¥ se es joven por el eoraz6n y por la eabeza. Pi y Margal era perfeetamente joven cuando muri6; 10 fue durante toda Su vida, Hoy don Franelsco Giner tiene més Juventud que ‘millares de mozos que brujulean en el foro, en ol Parla- ‘mento, en Ia poltica, en las Tedaceiones. Entre los muertos, Larra'seré olemaménto joven; Balart sera siempre viejo con sus poesias medioeres y su eritica mezquina. Digamos| fenclllamente, euando hablemos de estas cosas, 10 viejo, ¥y no los viejos; lo viejo también, y no lo antiguo, puesto {ue en lo antiguo, entre lo que vivi6 en determinado mo- mento histrieo, hay cosas que eontindan viviendo, que son aciuales siempre —por lo menos hasta ahora— y que estén rds ezrea de nosotros que muchas cosas de ahora. ,Quién Guda, por ejemplo, que en arte, una pagina de La Celestina, © de Guevara, o del Lazarillo se halla més en contacto con fuesira sensbilidad que tales otras paginas de ahora eset: tas en un estilo seudoclisico, afectado, artfiioso, ealeado sobre el artificioso y afectado fray Luis de Granada? .No Jo estar también un romance de Géngora e de Lope, mejor ‘Tue estos olros versos relumbantes y huceos que entusias- man a tna burguesia iletrada? Y ssomandonos a la polities, {no son mas modernos ¥ no estin més vivos muchos gestor, actos y diehos de Campomanes, de Aranda, de Roda, que Jas idas ¥ venidas, tréfagos y declaraciones de los liberates de hoy? ‘Lo viejo, en cambio, es lo que no ha tendo nunea consis ‘toncia de realidad, o 1o que, habiéndola tenido un momento, ha dejado de tenerla para ajarse y earcomerse. Lo viejo son también Ise préetieas viciosas de nuestra polities, las ‘onuptelas adminisirativas, la incompetencia, el chanehullo, l nepotism, el eaeiquismo, Ia verborrea, el “mafana”, Ia ‘apaceria parlamentaria, of atraco en forma de diseuiso ‘grandilocuente, I “conveniencias politicas” que hacen des: 163 visrse de su marcha a los espiritus bien inclinados; las ‘lecciones falseadas, los Consejos y eargos de grandes Com ‘palias puestos en "manos do personajes Influyentes, los ‘engranajes burocriticos initiles..., todo el denso e itrom ppible ambiente, en fin, contra’ el cual ha. protestado la ‘Zeneracién de 1998, pero euya protesta ha sido preparada, flaborada, hecha inevitable por la ertica de la generaclén anterior. Y al Hlogar aqui preciso es que nos detengamos un mo- ‘mento para explicar esta Ultima afirmacién, No necesita el lector que recordemes que nada, ni en el mundo fisico fi en el moral, se produce incausadamente; nada. pucde fonsiderarse como primero; todo tiene sus ralces en el ticmpo y'se halla engendrado por una vigorosa concau- salldad, Le protesta de la generacién de 1808 —que Ortega ¥ Gasset ha recordado— no hublera podido producirse sin Ja labor eritiea de una anterior generaeldn, ‘Como la lite: ratura es el ms fiel reflejo de la sensibiidad, se hard preciso, al historiar los ultimos tiempos del sialo'xn< y los comientos del xz, estudiar la literatura —la novela, 1a poesia, Ia eritics— para ver eudl era en ese periodo de tlempo la modalidad media det sentir entre los espaioles, Ta novela, la poesia 'y la critica podrian.suministraros tuna viva juz sobre la época que abarea de 1470 1896, {Qué pootas y qué novelistas han dominado en es0s afios? {Cufl es la medida que nos dan de los sentimientos y de las ideas de sus contempordneos? jAcusan osos_aristas entusiasmo, optimismo, Ich, seeién, o, por el contrario, ‘conformidad, pesimismo, resignacion, Inconsclencla, falta 4e euriosidad intelectual, auseneia de desasosiego espiitual? ‘Con temor empleamos todos estos voeablos; ‘parécenos ‘que, en ocasiones, las palabras son demasiado toseas, ro seras, para expresar los matices, los sutilisimos cambiantes de las ideas ¥ de los sentimientos, Cuando en un artista literario —posta 0 novelista— deseemos deseubri el reflejo de Ia sensibilidad de una época, nos veremos obligades, Si no queremos exponernes a resultados inexactos, a ealat por Ia superficie de la obra, a desdefiar muchas esas apa- rentes, a atenernos a.un secreto y easi invisible ritmo, que sl que da su signifieacién vordadera al poema o'a 1a, ‘novela. Hay en la obra artistica algo que no es, por ejemplo, rl entusiasmo 0 desesperanza ni contentamiento o angustia 164 (por dar conereciones sentimentales de bastante relieve); algo que no exe dentro de los tépicos bien definides y onocidos, ¥ ese ago indefinible, etére, inefable; ese hilito ‘quo rodea a la obra artistiea y que easi no se puede expre- Sar, es Io que precisamente nos da la medida de la sensi- Dilldad det artista ¥ lo que puede ser refejo de la sensibili dad de sus contempordneos, {Como podremos guiarnos, se jin estas normas, en el periodo que va de 1670 2 1698? Tnlentaremas verlo otro dia, 1 Prometimos en el articulo anterior hacer algunas consi- eraciones sobre la literatura del periode que abarca de 4870 a 1808. Una preveneién nocesaria: la obra artistica tiene dos aspectos trascenentales; uno es su valor téenico, estético; oro, su aleance y su influencia sociales. Una novela © un poema’ pueden reunir las dos condiciones; ‘pueden ‘sor de una gran belleza y a la vex ejercer sobre la sociedad ‘una infiuenela cousiderable. Pero un poema o una novela pueden no tener valor estéiieo y tenetlo social; y pueden ‘ho ejercer influeneia ninguna social —al menos por 10 pronio— y encerrar un considerable valor estético. Las can flones de erdnger, por ejemplo, no contienen una gran fantidad de pura bolleza lira; ejercieron, sin embargo, ‘una honda sugestiin social. Ejemplo eonttario: en 1850, Stendhal no representaba nada; Lo rojo y lo negro litera Fiamente no existia; sobre ninguna tendencia lteraria o nicleo de artistas ejerela ése y fos demas libros de Beyle inilueneia. Sin embargo, iquién nlega el considerable valor estético de Lo rojo y lo negro 0 de La Cariuja de Parma? ‘Entre nosotros, en el periodo citado, tres aristas literarios ‘han determinado tna modalidad emotiva, sentimental: Cam- poamor, Eehogaray, Galdés. Repetimos que no tratamos de hacer un examen téenico, puramente literari, de las obras de estos autores, En 1827 un librero de Valencia, et eélebre Cabrerizo, lanzaba el primer volumen de una serie de dimi- nnutos vollmenes, impresos, 1a mayoria de ellos, en gorde- auelas Tetras egipeias; ese’ volumen se ttulaba Las aven- furas det iltimo abencerraje; su autor era Chateaubriand. 165 ‘Al final det Uibrito el editor advertia en una nota que si Ja obra gustaba continuaria publieando “en el mismo tamaio Y gusto una coleceiin de las mejores obritas del género Foméntico”. Se publicaron, en efecto, muchisimos més Ur fos de esta indole; nuesttas abuelas —aquellas damas de ‘ereuchas ahueeadss y rotunda erinoling— tuvieron en sus ‘anos novellas, indamente impresas, de Dumas, de Victor Hugo, de Waller Scolt, de Ana Radeliffe. ¥ aquellos voli: menes de Cabrerizo ejercieron, sin duda, en la floracién ¥, desenvolvimiento del romanticismo una influencia que ‘obras perfectamente literarias (El Trovador, las poesias de Zorrlla, ete), no ejereieron en el mismo’ grado, con la ‘misma intensidad. En el poriodo de 1870 a 1898 el teatro de Echegaray ha sugestionado profundamente al tipo medio el espanol y ba determinado en la sociedad iiteraria uta Poreidn de ramilicaciones y derivaciones sumamente sutles Y¥ complejas. ehegaray —sea cual sea el verdadero signi fieado de sti obra— ta representado, para la masa, y en los efectos pricticos de su dramaturgi, la pasion, el impels, Ja agresividad y el enardecimiento; ol teatro de Eehegarsy ha sido un grito pasional y una sicudida violenta Campoamor representa a su ver la sorda y dulee eritiea de prejuicios, de ideas tradicionales, de sentimlentos que parecian definitivos. Nada hay estable para Campoamor, Su poesia —suave y benévola— es como la eorriente dé tun tio pléeido que va socavando, derruyendo, mordiendo ‘poco a poco las orillas. El escepticismo se bebla sin sentir fn Ia poesia de Campeamor; lo bebia la misma burguesia que mis tarde habia de asustarse de las eoneectencias pra Uicas —el espirita revolucionario— de esos versos. En 1a Revista Contempordnea del 28 de febrero de 1877 don Manuel de la Revilla hacia un notable estudio de la obra de Campoamor y decis, entre otras cosas: "Damas arisio ceritieas que contribuyen al dinero de San Pedro y son cencmigas del art. 11; genles que se cuentan en et ndmero de las personas sensatas que vienen que perder, nis romén. teas y Henas de ilusiones devoran con placer estas masimas fqze en otros labios les parecerian impiss, escandalosas’y dignas de anatema”. “Gémo este poela fevolucionario ¥ hheterodoxo es el miso mimado de’ las allas clases?”, se preguntaba & seguida Revilla, El seereto lo encuentra. el eritico en el arte maravilloso del poeta para deslizar, calla 168 amente, con suavidad, las ideas més subversivas, “Algin ligero toque de sentimentalismo, tal eual nota piadosa y mistiea, alguno que otro alarde de rospeto a las ereencias tradicionales, que reeuerda involuntariamente las reservas de Montaigne”; todo esto —dice Revilla le sirve a Cam- Poamor para llamar la atencién de_su_piblice —burgués ¥ elegante— cobre determinado punto ¥ hacer que, mientras lanto, por debajo, clandestinamente se deslice su verdadero espiritu. "En Galdés la trascendencla de su obra —trascendenct revolucionaria— revisto otro aspeeto. Aparte de lo revo- Tcionario que puedan ser algunas do las tesis de Gald6s (a de Gloria, la de Dota Perfecte, por ejemplo), 10 tras- condonte de! novelist, 1o fundamentalmeate trascendente, festa on otra parte. Hasta aqui hablamos divagado por 10 abstracto, abstracla era la novela de Fernén Caballero; abstractas —aunque no 10 parecen aparentemente—, las novelas de Alareén; abstracto, terriblemente abstracto, el pperiodismo politi y literario, Bero aparece Galdés; aparece Silenclosamente, eon sus ojos ehiguitites y eserutadores, eon su mirada frla y escrupulosa; aparece viéndolo todo, exam inindolo todo: las eludades, las ealles, las tiendas, los eafés, los interiores, humildes, los espectécules, Tos campos, Tos caminos.... Por primera vex la realidad va a exist para los espafoles. “Expaftoles, compstriotas —parcee decienos Galdés—: vosotros habis estado divagando hasta ahora; xo os habéls fljado en To que tenéis delante de los ojos; 10 ‘que tendis delante de los ojos y Io que habéis de eontemplar es Ia realidad viva, sangrante: 1a realidad espafiola, con fus miserias, con sus dolores, eon sus angustias”. Galdos ha paso a paso dandonot sus libros repletos de menida realidad: las nuevas generaciones fuimos acereéndonos, so darizindonos, compenetrindonos con Ia realidad. En’ ade- lante, la tragedia de Espafia habia de saltsrnos a los ojos; puesiro ospiritu estaba. ya. fuertemente,aferrado a. cll ‘Habiamos visto; igicamente, fatalmente, habia de sursir el Tamento y Ia indignacion, ‘Unld, pues, el grito de pasién de Echesaray al sontimen- {alismo subversivo de Campoamor y a Ta vision de realidad de Gals, y tendris los Factores de wn estado de eonciencia ‘que habja do encarnar en In goncracién de 1998. Ya antes ddevesa fecha, esas desivaciones de la literatura hebian de 167 ccomenzar a manifestarse en Ia eritiea soctal. Fl Desastre precipit6 la floraeién revolucfonaria; 1a protesta adqulrié faracteres de clamor nacional, Parlamentarios y publicstas Tanzaron al viento las més violentas imprecaclones. Las examinaremos en otto artielo, Existe una cierta ilusién éptiea referente a la moderna literatura espafiola de eritca social y politica: se eree gene- ralmente que toda esa copiosa bibliografia “regeneradora”, ‘que todos. esos. trabajos, formados ‘bajo la obsesiin del problema de Espafia, han brotado a rafz del desastre colonial Y¥ como una consecuencia de él. Nada més erréneo; la ite- natura regeneradora, prodiueida de 1898 hasta afos después, 1 es sino una prolongacién, una continuacién légiea, cohe rente, de Ta erica politica y socisl que deste mucho antes 2 Tas guerras eoloniales venia eferciéndose. El desastre ‘uiv6, sf, el movimiento; pero la tendencia era ya antigua, inintorrumpida, Desde el siglo xvi —y aun antes— ha existido entre nosotros una aspiracin reconstructiva, basada fen la eritia, mis 0 menos Aspera, més 0 menos vidente, de nucstras cosas y de nucstras eorruptelas; pueden servir ‘como jslones para trazar Ia ruta de nuestra eritiea social {través de los sigos los nombres de Saavedra Fajardo, Gracin, Cadalso, Cebarrés, Jovellanos, Larva... Pero, sin rremontarnos a tanto, impértanos ahora’—para demostrar la perfecta unidad de la eritiea antes y después de. 1808— Indicar algunos de los trabajos mis importantes en que Tas nuevas aspiraciones estén reflojadas. De 1876, por ejemplo, es el libro de Eugenio Sellés La politica de capa y expada, bro escrito en un estilo conciso, Fotundo, plistico; bro repleto de menudos heehos, de deta fies, de particularidades; libro demoledor, disociador; Nbro fen que se pulverizan viejos prejuicio, viejo tépieos, viejos puntos de vista, Nada més Instructivo que To que en estas Déginas se expone acerca del honor eastellano (s6lo lguala 2 este examen del honor castellano el hecho mis tarde, en iin estudio magistral, por Alfredo Vieenti), acerca do Ia Patria, de la nobleza, del Rey, de los provedimientos poli- 168 ticos, de In moral polities. “jAbt ;Principios histércos, intereses seculares, ‘tradiciones nacionales! —exelama el autor en el epllogo de su obra—. Hermosas palabras si tuvieran algo dentro, 0, mejor dicho, si no tuvieran tanto malo dentro” En 1886 Valentin Almirall publica en francés, impreso fen Montpellier, su folleto L’spagne telle quelle ect, Se trata de un examen minueioso, sere, de nuestras costumbres politieas y administrativas modernes. Caciquismo, ehancht Iios electorales, verborrea parlamentaria, ineultura publica, abandono de 10s campos, despobiacién, bandidismo..., todo lo pone de manifiesto crudamente Almirall y todo ie'sirve ‘para Hlegar a las finales conelusiones de su opiseulo "ues: tra enfermedad es tan grave —dice el autor— que slo una fuerte sacudida puede eurarnos 0, al menos, aliviarnos”. ‘La violenta sacudida que pide Almirall ha de destruir, entre ‘otras cosas, “la uniformidad y el autoritarismo eentraliza- dor” y ha de barrer el pandillsje politico. “Destrulr hasta fen sus més profundas reiees el falso parlamentarismo, ba- rtiendo todos esos partidos, todas esas pandillas, todas esas bandas que se reparten el Poder y esparcen hasta los ult ‘mos confines de la nacién 1a inmoralidad, que se ha con vertido en el rasgo mis saliente de nuesico earieter". ‘Un afio después que el libro de Almirall —al menos en la ediciéa francesa—, en 1697, publieaba Pompeyo Gener su volumen Herejias. Hay algo e extremado, de paradojleo en el libro de Gener; pero, en general, y por encima de estas accidentales, deleznables estridenelas, ee preciso reco ‘ocer tun hondo sentido de modernidad, ua gran amor a la ‘vida y una aguda e insaciable curiosidad mental. Salvard esto su libro (del cual se escandalizaron en su tiempo aus teros varones), mientras se hundiran en el olvido tantas mazorvales diseriaciones aeadétaiess, tanto farrago erudito acerea de nuestros clisios, tanto ibrote insulso y mentido sobre nuestros valores tradicfonales. En las dltimas paginas de uno de Ios estudios que figuran en Herejias —el titilde “La decadeneia nacional"— Gener expone sus conclusiones. ‘So necesitan —dice el autor— dos cosas: una dictadura y tuna deseentralizacién. No se asuste el lector de la palabra ‘ictodura; lo que el autor pide es “una dictadura eientifiea fjereida por un Cromvell darwinista injerto en Luis XIV, que fuera a Ia vex implacable y espléndido, y quien dice 169 ln, dice uno o varios". Esa dictadura, ese poder supremo ¥ benético do tmo 0 de varios beri, entre otras coras, lo guiente: reharia, como quien vuelve un goante del reves al derecho, la Instrucein publica; ereariaeitedrs,escuelas ‘enieas, miuseos; aboliria las oposiiones, dando las catedras al que supiera ole hubiera probado eon obras; sien Espana ho habla personal paa elo se ria buscar al extranjero; Jnstturia numeroses pensiones ‘para todos 10s pases de Europa, pensiones de cienias, de artes industriaes, de Iteratuz; se esforaria en hacte surgis hébtos de higione en las ciudadanos; proibiria la tala de érboles; poblaia de Yerdura los monte; protegena las industras nacionales SY siasiy todo —torminaba Genet Espana no progressba y volvia a continuar con su antgua decadencis, solo queda: ia el recurso do marehaise de ela s Tos que agunacieran ‘on aplties para la lvlizaidn sa moderna” No es necesario que citemos mis ejemplos’ de eritica social, de literatura regeneradora anterior al Desastre fan dicho mis de Yo que va apuntado, han io mis lejos, despues de 1888, Joaquin Cost, Macias Pieavea, Maura, Stnched do ‘Toca, Sitvela, Azchrate? Pues ahora nos calla ver eudl cs el lipo de ertiéa formulado despues del gran fracaso. Demos- {taremos de esto modo la perteciacoherencia en la corrente deoligica expatica. Como tipo de eritiea posterior #1608 ho vamos a tomar aia Costa, ni a Matiy Paves, mt a don Antonio Maura —entonces'miliante en el partido Ube ral nia otros publistas y parlamentarios que fguraban fn 1a laquierda politics; no queremos que pueda tacharse de parcial al autor qu’ eitemas; lo escogeremos entre los SSeritores de derecha. Uno de lot mis agudos y exactos exiticos del problema de Eopaia ha sido don Damn ern ceatSlico fervoreso, eonservador antiguo y convencldo, ne dia ter recusado Iserm como demagoso, revolucionarie 5 naraizane‘Abramos ef io de lee ade De le ensa nacional; no superan a estas paginas, st Lilas ‘mondtonas,repltas de hechos, sincersimas, ningunas otras Piiginas esritas con ocasisn del Desastre,'Se public este Libro en 1001, Espigaremos umariamente 9 al ame. Fl auton, por ejemplo, nos dice que en Espaaa la Justia “std con dlenada a ‘vivir en perpetuos eclipses oligareas y ctiques Ienoseaban la Constiuelén y falsean la justia de arriba yn de abajo; pesan abrumadorasinluendias sobre los Tr 170 Dunales y Juzgados; la usticla municipal “queda reduelda ‘2 mera delegaciin del caciquismo”; la tributacién pabli es injusta, desigual; “no se funda, en su distribucién, en las eternas normas de la justicia, y la voluntad de’ un oligarea o de tin eacique et superior, en el orden de Ta realidad, a Tos principios fundamentales del orden eonsti- {clonal Tan evidente es Ta injusticia, que aun "no pocos” de los oligareas y privilegiados "se muestran convencidos de {que en un periodo no muy largo habri de ponerse término 2 sus privilegios”. Las ocultacfones 2 Ia Hacienda son nume- Formidables, Son Invitiles entre nosotros Tas denun- cias y las protestas en favor de la moralidad, del derecho do ta fustiela, De un lado estd la fuerza y el privtesio; do otro, los eiudadanos vejados y expoliades. “Puede vivir fordenadamente un Estado en que, en easi todas las esferas de su actividad jurdica, Tos heehos van de un Tado y el Derecho va por otro?” Los ministros resultan, “en muchos casos", ineompetentes e inhébiles; inhibilese incompatentes fon también Tos otros instrumentos de Tas aeciones del Poder. BI Fstado se declara monirquico en su ConnstituetOn, yy resulta en Ia realidad eligérquieo, Se declara eonstitucio hal y resulta despitico, Se dectara representative, y las Cor tes slo repecentan a Tos oligareas. Se declara parlamentario, ¥en las Cortes nada ge resuelve por las diseusiones y Tas ‘otacfones, “sino por las componendas de entre bastidores’ En Ia Constituctin se declara que todo espafiol std obligado a defender la Patria, y resulta que gran parte de los lems dos no acuden. Se dice que todos los espaficles son admisi- bles a las empleos ¥ cargos piblics, y “Tuego son admits f Tos emoleos y cargos piblieos Tos parientes ¥ familiares de olizareas y eaciques”, Se diee que todos estin obligados ‘a contribu proporeionatmente a las earges del Estado," fran parte de los espafoles, los deudos y amigos de oligar- feng y eaeiques principalmente, 0 no fributan, 0 apenas tr bstan. Algunas piginas més adelante, al. tratar don Damién Isern de las causas del Desastre y de To acontecido durante Jas guerras coloniales, eseribe unas paginas admirables, De entre la grisura y frildad de las piginas de este libro estacan soberbiamente aquellas # que aludimos. “Nuestro pueblo —dee el autor— ignore muchas cosas de Ins rela: tivas al gran freeaso; pero en el fondo do ese misterio im adivina “algo oscuro, algo negro, algo sucio quish, y esos ‘algos penetran en su alma. A fo largo de esas pagina fen tanto que va el autor mariposeando sobre el misterio ‘trdgieo, va repitiendo también de cuando en cuando ese ritornelo angustioso: “algo oscuro, algo negro, algo sucio ‘quia, v esos algos penetran en el alma". ¥ ese fragmento de prosa —de elevada prosa liriea— acaba por penetrar fen el espiritu del lector ¥ eonturbarie, ‘=:0n tragedia de Espata! "No puede sorprender a nat —eseribe nuestro autor— que méquina ast dispuesta pro- @uzea sélo efectos do demolicién y ruins, y haya labrado para sf tifulos de desconsideracién social raras voees alean fados. en Espatia por Poderes plilicos". Tal especticulo fue el que presoncié Ia generaclin de 1898 al advenir al arte y ala literatura. La gran corriente ideol6gica de 1870 1898, representada prinelpalmente por Echegaray, Cam oamor y Galdés, coneluye Iégicamente —avivada por el Desastre— a Ta eritiea social, ahora més aguda que antes, ‘que florece desde 1998 hasta algunos afios después. Ima: fined fodo lo que acsbamos de (ranseribir —y mieho mas — rrpetido, clamado, prezonado, multiplcado ‘por mil voces iracundas y elocaentes de parlamentarios ¥ publicstas: ima fined un lapso de diez afoe durante los cuales en el peri fico, en el Parlamente, en eonferencias, en libros, no se hha gaitado otra cosa. Cuando hayéis consideredo tal hecho histérico eomprenderéis de qué manera ha podido moldearse Ja mentalidad de In gencracién de 1808, y cémo ese vasto Yy acre espiritu de eritiea social —tan copiosamente aventado a todos vientos— ha llegado a encarnar hoy sélida, fuerte, profundamente en la muchedumbre “(De los caracteres Iiterarios de la_gencracién de que tratamos ye las influencias extrafias a Ins naclonales aque han pesado sobre ella nos ccuparemos otro dia.) w ‘Terminemos estos breves apuntes; veamos —sueintamen- te— lo que In generacion de 1008 representa en las letra, En la literatura espatiola Ia generacion de 1898 representa lun renaeimiento: un renacimiento mas 0 menos amplio 0 ima ‘mis © menos reducido —si queréis—, pero, al cabo, un renacimlento. El término se presta a vaguedades; serd'pre- ciso, para que nos entendamos, definirlo. Un renacimiento es sencillamente la fecundacién del pensamiento nacional por 1 pensamionto extranjero. Ni un srtista ni une sociedad de artistas podrén renovarse —ser algo— 0 renovar el arte sin luna influeneia extrafia. Nada hay primero, espontineo 0 Ineausado en arte; sun los artistas que parceen mas oTigh nales (por ejemplo, en pintura, un Veldzquer 0 un Goya) eben toda su fuerza, todo su vigor, toda su luminosidad ‘una sugestién extrafia a ellos. No se trata do imitaciones © rapsodias; las influencias de que hablamos son sugestiones etéreas, cas indefinibles, sulles, que hacen despertar en el artista estados psicoldgicos latentes y determinan avivamien- tos de la sensibilidad que, sin esas sugestiones, aeaso no Imnbiera sido tan intensa o quiz no hublera sido de ese ‘mode. ‘La vida intelectual de un pueblo necesita una excitacién extrafia que Ia fecunde. Si se repasa nuestra historia lit traria ge veri que los momentos en que nuestros literatos ¥ pensadores han estado en comunién con pensadores Iiteratos de otros pafses, son precisamente Ios. momentos de méxima vitalided de nuestras letras. Sefalemos los que, ‘2 nuestro juieio, con los principales entre esos instantes, ‘mejor diremos easi Tos Gnieos; nieos, al menos en la Edad ‘Moderna, 1600, 1760, 1630: he aaul tres fechas que se pres- tan a la reflexién, y que dicen elas solas, escuctamente, fa decir en largas declamaciones ‘comunicacién con el pensamiento ‘mundial, sobre Ia alreactOn del propio intelecto, e inversa- mente, sobre los peligros funestos y desatentados dela reelusién en 1a propia casa, y la hostilided a la sugestion fextranjera. En 1600 Italia’ inflaye poderosamente sobre nuestros artistas y pensadores; Cervantes, Saavedra Fajardo, Gracidn, Quevede leen ividamente a los poeta, los politiens ¥y Tos cuentistesitalianos; de Boccaccio y de’ Ariosto hay ‘huellas visibles en Cervantes (de Arios'o, sobre todo, en 1 Quijote); Saavedra Fajardo cita y torna a citar al Tasso; Virgilio Malversi hechiza profundamente a Quevedo; sobre Graciin —Io mismo que sobre otros eoetdneos suyos— eleree ppoderosa influencia Maquiavelo; y Petrarea, Bocealini, Bote- To, Bandello, Sannazaro, Guieciardini, con otros muchos, 173 eterminan, Iefdos y releldos por los nuestros, gustados, ccomentados y paladeados, a manera de un ambiente espi- ritual, de un fuerte exellante, a cuya virtud renacon las cenergias lterarias espafolas. ‘En 1760 (la fecha puede ser ligeramente modificada) Francia prineipslmente es la que influye sobre el pensa- tiento nacional. Si repasdis viejas, eentenarias eolecciones de estas diminutas revistas del siglo xvi —como las Memo- rias de Trevous—, ved en ellas 1a més profunda causa de tun avivamiento intelectual de Espatia, Bsas revistas, esos peatefios euadernes, entran por Tos pueblos de nuestro pais, penetran en las celdas de Tos conventos, hacen un ancho ‘emanso en Oviedo —donde vivia el Padre Felj6o— y se Aesparraman luego, en espiritu, desleldos, triturados, or ftras cuadernos, por otras revictas, por otros libres. Una {vida euriosidad domina en el siglo xvur; brota el espiritu de erica, Se lee anslosamente los libros extranjeros. Surgen trabajos sobre filologia, arqueotogia, historia literaria¥ ecleslistica, matemitieas, numismitlea, zoolotia, botinica, arquiteetura... El impulso ha venido de fuere; lo han {dado esos libros y ess revistas que salten la frontera y se fesparcen por las viejas cludades. ‘Menos de un siglo més tarde el fenémeno toma a pro- ducirse. En 1830 fos roménticos franeeses determinan. en Espafia_un nuevo renacimlento literarie, Cabreriz0 lanea en Valencia multitud de tradueciones de novelas romintl- ‘eas; en Iss Horas de invierno, publicadas por Ochoa en 1627, figuran barajados Vietor Hugo y Delavigne, Alfonso Karr y Le6a Goulan. Afadamos que de 1830 2 1846 —singular- Imente en este tltimo afio— desfilan por Espafia y traban relaciones con nuestros literatos una poreién de poelas, novelistas y pintores franceses, tales como Dumas, Roger de Beauvoir, Gautier, Achard,' Boulanger. En 1698 observamos idéntico hecho. Las influeneias shora son mis complejas; pero gracias a esa comunicacién con fl pensamiento literario de fuera de Espana, se produce fentre nosotros una renovactén de las letras. Hombres de Ia eneracién de 1898 son Valle‘nelén, Unamuno, Benavente, [Baroje, Bueno, Macztu, Rubén Dario, Indiquemos las diver: ss influencias que han obrado sobre las modalidades lite- varias de tales escritores, Sobre ValleInelin: D'Annunzio, Barbey @’Aurevily 174 Sobre Unamuno: Ibsen, Tolstoi, Amiel Sobre Benavente: Shakespeare, Sfusset, os dramaturgos ‘modernos franceses. Sobre Baroja: Dickens, Poo, Balzac, Gautier. Sobre Bueno: Stendhal, Brandés, Ruskin. Sobre Maczlu: Nietzsche, Spencer. Sobro Rubén Dario: Verlaine, Banville, Victor Hugo. Por encima de estas sugestiones particulares, como domi- néndolas a todas, se podrian marear algunas, ya indieadas entre los nombres citados, pero que tuvieron més fuerza {que las dems, Tales son las de Nietzsche, Verlaine y Teésilo Gautier. EI {lésofo alemén era en 1896 desconocido en su verdadero caricter; comenzaba a asomar en Francia; se Je habia expucsto ‘en un estimable libro en Talia. Pero Nictusche era en la época citada para la juventud, tanto fen Espaia como en Francia, un rebelde, un anarquista. Pocos alias después, cuando se le tradujo integramente al francés y se le estudié con euidado, la idea de Nietzsche suftio una transmutacion considerable. Pero el pensador alomén hizo brotar en Espaiia muchos gestos de iracundia ¥ milliples gritos de protesta. Tedfilo Gautier, por otro Jado, ayud6 a a Juventud de 1888 a ver el paisaje de Espafa, Su Viaje a Espaia fue leido y reletdo por aquellos mucha- tchos que Fenovaban 1a memoria de Larra y comenzaron s lamar os viejos pueblos castellanos. Ea 1891 Menénder y Pelayo decta del libro de Gautier en su Hictoria de las fdeas estétias: “Su Viaje a Expat, que on Francia esté ‘considerada como obra maestra, y que entre nosotros, Dor luna preoeupacién absurda, suele citarse como modelo de ‘isparates solo comparable con el de. Alejandro Dumas, zo es, en verdad, ningtin documento histérieo ni arqueolé fico; pero en lo’ que toca a la interpretacién poétiea del ‘aisaje, ditieiimente seré superado nunca, porque la geogrs fia fisica de la Peninsula no esté contada alll, sino vista con visién absorta, desinteresada y esplendente”. La vltima sugestion de las tres eitadas —Ia de Verlaine— contribuys ‘format la mentalidad postica de Rubén Dario, y'a través {de Rubén determing Ta tendencia actual de la liviea, Agre- {guemos a estas influencias librescas las personales, directa Vivas, ejereidas por algunos extranjeros que eonvivieron eon lteratos del 98. Uno do esos extranjeros fue Cornuty, ‘pasionado de Verlaine y fervoroso reeitador de sus poesia, 175 otro, el doctor sulzo Pablo Smith, entusiasta de Nietzsche. Un ejemplar alemin de Nietzsche poesia Smith, y sobro ‘su traduceién a viva vor eseribi6 Baroja unos articulos en EL Impareal. ‘Un espiritu de protesta, de rebeldis, animaba a la juven- ud de 1808, Ramiro de Maeztu eseribia mpetuosos y ardien tes articulos en los que se derruia los valores tradicionales ¥ se anhelaba una Espaia nuova, podeross, Pio Baroja, on st anilisisfrio, reflejaba el paisaje castellano e intro ‘ucla en Ia novela tin hondo espirtu de disoeiacidn; et viejo testo rotunda, ampuloso, sonoto, se rompia en sus manos ¥ so transformaba en una notacién algebraiea, seca, exert Dulosa. Valle-Inclan, con su altiver de gran sefior, con sus Gesmesuradas melenas, con su refinamiento del esto, atraia ‘profundamente a los eseritores novicios y les deslumbraba on la vision de un paisaje y de unas figuras sugeridas por fl Renacimiento italiano: los vastos ygallardos palacios, Jas escalinatas de mirmol, las viojas estatuas que Dlanqueas, ‘mutiladas, entre los mirtos seculares; las damas desdefosas Y refinadas que pasean por los jardines en que hay estan- ‘ques con aguas verdosas y dormidas. Giardini chiust, appena intraveduti © contemplat lungo pe'eancell EL movimiento de protesta comenzaba a inguictar a 1a generacién anterior. No seriamos exactos si no dijéramos que el renacimionto literario de que hablamos no se inlela precisamente en 1896. Sila protesta se define en ese ao, Ya antes habla comenaado a manifestarse mis 0 menos vase mente. Sefiales de ello vemos, por ejemplo, en 1807; en febrero de ese aio uno de los mas prestigiosos eseitores dde la generacién anterior —don José Maria de Pereds— lee su discurso de recepeion en la Academia Espafoia, La obsesién persistente de Ia literatura nueva se pereibe ‘lo largo de todas esas piginas arbitrarias. Pereda habla fen su trabajo de ciertos modernistas partidarios del cosmo: ppolitismo llterario; contra los tales arremete furlosamente, Pero piginas mis adelante, el autor, no contento con embes- tir contra esos heresiareas, nos habla de otros personajes ‘mds modernistas sin”, “los tétricos de Ta negacién y de Ia dda, que son los melenudos de ahora” —joh melenas pre- 176 ‘téricas de ValleInclin!—, los cuales melenudos proclaman, al hablar de la novela, “que el interés estriba en el escalpelo Sutil, en ‘el andlisis minucioso de las profundidades del espiritu humano”. (Aas vésse la fuerza del. movimiento Innovador: Pereda, que tan absurdamente declama contra Ja innovacién litereria, sin enterarse en qué consis, hace suya, ya casi al final de su discurso, 1a doctrina de un autor que dice que todos los idiomas “tienen en si una virtualidad estétiea que obra en el espititu del leetor como rmanantial de deleite, ndependientemente del contenido inte- ‘ior de las ideas”... V eso no es otra cosa que el fundamento Gel vitando, abominable, revolucionario simbolismo.) Ta generacién de 1898 ama los viejos pueblos y el paisaje;, intenta resucitar los poetas primitivos (Bereeo, Juan Riz, Santillana); da aire al fervor por el Greco ya iniciado en Catalufa, y publica, dedicado al pintor eretense, el nimero {inieo de un periddieo: Mercurio; rehabilita a Gongora —uno de cuyos versos sirve de epigrafe a Verlaine, que ereia fonocer al poeta cordobés—; se declara romintica en el banquete oftecido a Pio Baroja con motivo de su novela Camino de perfeccidn; siente enlusiasmo por Larra y en su honor realiza una. peregrinaeion al cementerio en que estaba enterrado y lee un discurso ante su tumba y en ella Aeposita ramos de violetas; se esfuerza, enfin, en acercarse ala realidad y en desarticular el idioma, en agudizarlo, en aportar a él viejas palabras, plisticas palabras, con objeto 4e gprisionar menuda y fuertemente esa realidad. La gene- rucidn de 1698, en. suma, no ha hecho sino continvar el ‘movimiento ideol6gico de 1a generacidn anterior: ha tenido fl grito pasional de Echegaray, el espiritu corrosive de Campoamor y el amor a la realidad de Galdés. Ha tenido todo eso; y la curiosidad mental por Io extranjero y el ‘espectdctlo del Desastre —fracazo de toda la poliiea espa: fola— han avivado su sensibilidad y han puesto en ella una varante que antes no habia en Espana, iz

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