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Biografia
Nació en Caracas. Hijo de Rita Freire Guruceaga y de Rómulo Gallegos Osío, inició la escuela
en primaria en 1888. En 1894 ingresó en el Seminario Metropolitano pero sale obligado por la
muerte de su madre el 13 de marzo de 1896 por la necesidad de ayudar a su padre a sostener
la familia. En 1898 ingresa en el colegio Sucre, donde tiene como maestros a Jesús María
Sifontes y a José Manuel Núñez Ponte. Recibe el título de bachiller en 1902 y en ese mismo
año se inscribe en la Universidad Central de Venezuela para seguir la carrera de leyes, que
abandona en 1905. En 1906, fue designado jefe de la estación del Ferrocarril Central, en
Caracas. Ya Gallegos había comenzado su larga trayectoria como escritor. 2 El 1 de abril de
1912 se casó con Teotiste Candelaria Arocha Egui (1895-1950), hija de Rafael Arocha
Merchan y de María de Jesús Egui.
Rómulo Gallegos falleció en la ciudad de Caracas en 1969, a los 84 años de edad. El 3 de
mayo de 1994 el presidente Rafael Caldera había decretado los honores del Panteón
Nacional para Gallegos, pero jamás fue sepultado porque la última voluntad del escritor era
descansar junto a la tumba de su esposa Teotiste, en el ala sur del Cementerio General del
Sur. El 15 de junio de 2016 la tumba de Gallegos y de su esposa fueron profanadas y la
alcaldía del Municipio Libertador anunció de manera extraoficial que sus restos serían
trasladados al Panteón
OBRAS LITERARIAS
El inicio de Rómulo Gallegos como escritor está asociado al teatro. Junto a sus compañeros
de la revista La Alborada compartió la pasión por este género. Llegó a escribir varias obras,
como «Los ídolos» (1909) y «El motor» (1910), de las cuales solo esta última se publicó en
vida del autor. «Los ídolos» fue una pieza de la cual hizo una versión probablemente del
mismo año, «Los predestinados» (la primera permanece inédita; la segunda fue publicada en
el n° 2 de La Alborada, el 14/2/1909). En las «Obras selectas», Editorial Edime, 1959, aparece
«El motor» y «El milagro del año» de 1915, que también publicó como cuento.
Gallegos hace referencias en diferentes momentos de obras de teatro que tenía en proyectos,
o que destruyó, como lo es el caso de «Listos» (que refiere en carta a su amigo Salustio
González) y «La espera» (probablemente de 1915). Su experiencia como dramaturgo luego se
mostrará en el cine con el guion de «Doña Bárbara»(1940), y de «La Trepadora», «Canaima»
y «La Señora del frente», para la industria mexicana. También en «Juan de la Calle» (1941).
Casi ninguno de sus guiones se conserva. Salvo una pieza en 32 actos llamada «La
doncella», que se publicó en México en 1957. Se trata de una emocionante pieza sobre la vida
de Juana de Arco, y donde su maestría del diálogo se muestra con fuerza, pero no se llevó a
cabo su rodaje pese a que era un encargo.
En sus comienzos como narrador, Rómulo Gallegos publicó Los Aventureros (Caracas, 1913),
una colección de cuentos. Otros relatos son recopilados en La Rebelión y otros
cuentos (Caracas, 1946), La Doncella y El Último Patriota (México, 1957).3 Su período como
cuentista abarca desde 1913 hasta 1919, aunque otros cuentos se publicarán en 1922. En sus
obras siempre mantendrá el realismo, las cuales se dividen en tres temáticas fundamentales:
Los de crítica de costumbres, los de ambiente criollo donde plantea la antinomia civilización y
barbarie, y los que describen pasiones, desequilibrios y anormalidades.
Sus novelas reflejan su interés por la vida del campesinado venezolano. Su primera novela, El
último Solar (1920), la reeditaría en 1930 con el título de Reinaldo Solar que relata la historia
de la decadencia de una familia aristocrática a través de su último representante, en el que se
adivina a su amigo Enrique Soublette, con quien fundará en 1909 la revista Alborada. En 1922
escribe El forastero pero lo publica empezando el año de 1942 por temor a la reacción del
dictador Juan Vicente Gómez. En 1922 logra publicar La rebelión y en 1925 La Trepadora,
retratando en ambas obras el problema del mestizaje, planteando como solución los
matrimonios mixtos. En 1926 viaja a Europa y redescubre en el santuario de Lourdes su fe
perdida.
En 1927 viaja para presenciar los Llanos venezolanos y así documentarse para su próxima
novela. El resultado sería Doña Bárbara publicada en 1929. Doña Bárbara representa aquella
Venezuela cruel e insensible afectada por la corrupción, la traición, el despotismo, la falta de
libertad, el latifundismo, la injusticia y la brujería; pero en el melodrama se muestra que en la
realidad existía también una raza buena que ama, sufre y espera para luchar contra la
dictadura desenfrenada de aquel entonces, representada en el personaje de Santos Luzardo. 4
Esta novela lo llevaría al reconocimiento público, fue la más exitosa de sus obras. El
dictador Juan Vicente Gómez al ver su prestigio lo nombró en 1931 senador por el estado de
Apure, pero sus convicciones democráticas lo hicieron renunciar al cargo y expatriarse,
exiliándose en 1931 a Nueva York.
En 1932 va a España y permanece allí hasta que en 1935 muere el dictador y Rómulo
Gallegos decide volver a Venezuela. En el año de 1934 publicó Cantaclaro, y en
1935 Canaima. Así como para Gallegos el mestizaje era la solución de los conflictos entre
mantuanos e indígenas, el mestizaje también sería la solución de los conflictos de civilización
y barbarie.
En el año 1937 publicó Pobre negro, en 1942 El forastero, y al año siguiente Sobre la misma
tierra. En 1951 publicó La brizna de paja en el viento. En 1952 comienza a redactar su última
novela Tierra bajo los pies, que permanecería inédita hasta su tardía publicación en 1973.
Reinaldo Solar (1920)
La trepadora (1925)
Doña Bárbara (1929)
Cantaclaro (1934)
Canaima (1935)
Pobre negro (1937)
El forastero (1942)
Sobre la misma tierra (1943)
La brizna de paja en el viento (1952)
El último patriota (1957)
Tierra bajo los pies (1973)
Libros de cuentos
Explicar sobre los sectores de producción y el comercio interno de Venezuela durante estos
años.
Sector agropecuario
Sin embargo, se logró desarrollar esta actividad pues ofrecía al mercado algunos productos tales
como: café, cacao, añil, caña de azúcar, algodón, leguminosa, cereal y otros. De toda esta
variedad de productos, sobresalían tres rubros: el café, el cacao y la caña de azúcar.
En la medida que la actividad agrícola se ve favorecida por el gobierno, ésta aumenta su radio de
acción en el cultivo utilizando nuevas tierras, como lo demuestra el siguiente cuadro:
Crecimiento de la actividad agropecuaria incentivada por el gobierno
Años Medianos y pequeños propietarios Tierras controladas Latifundistas Tierras controladas
1873 28.222 leguas 7.490 leguas 980 8.400 leguas
1881 19.154 leguas 7.245 leguas 1.022 9.725 leguas
1891 19.901 leguas 5.000 leguas 1.184 14.184 leguas
Sector Comercial
Con respecto a este sector, estuvo centrado en el alto porcentaje de productos agropecuarios
enviados a Norteamérica y los países europeos; teniendo como característica el intercambio de
materia prima agropecuaria por la importación de bienes industriales y alimentos, en forma
significativa, llevada a cabo a través de los puertos, especialmente por el Puerto de la Guaira, por
el que se enviaron en los primeros años y hasta 1833 1.207.842 libras de añil; 23.020 libras de
algodón;
A manera de conclusión se puede asumir que el proceso de disolución
de la Gran Colombia trajo repercusiones negativas en lo económico y
financiero, pero necesariamente hubo que asumir las consecuencia
toda vez que las fuertes controversias políticas internas entre
bolivaristas, paecistas y santanderistas no dejaron oportunidades para
la consolidación del proyecto unitario que Bolívar soñó.
Promulgada el 10 de abril de 1834, dicha ley que sólo contaba con 7 artículos, buscaba
promover y favorecer la instrumentación de los principios liberales en la economía
venezolana del siglo XIX. De acuerdo con esto el Estado dejaba absoluta libertad en
materia de contratos y dejaba al deudor totalmente en manos de su acreedor,
eliminando beneficios que históricamente se habían establecido y reconocido a los
deudores en los casos de remate, especialmente en el de "espera y quita" que
otorgaba ciertos plazos y permitía "quitar", es decir, remitir p perdonar parte o el total
de la deuda. En tal sentido, la ley del 10 de abril de 1834 se caracterizó en términos
generales por otorgar una absoluta libertad de estipular intereses en los préstamos y la
libertad de poder rematar las propiedades sin consideración a su valor y sin remedio
ninguno legal a favor del deudor. En un principio la ley del 10 de abril fue bien acogida
por los hacendados ,comerciantes, y prestamistas; ya que los mismos disfrutaban de
las condiciones favorables que experimentaban los productos agrícolas venezolanos en
el exterior, lo que tuvo como consecuencia un aumento en el valor de las
exportaciones y una baja considerable de las tasas de interés, las cuales pasaron del
60% anual, al 24%, 18%, 12%, e incluso a 9%. No obstante, la crisis económica
internacional que se desató a partir de 1842, hizo que los precios de los productos de
exportación cayeran de manera notable, lo que afectó profundamente a la economía
venezolana.
Los efectos de la recesión económica mundial experimentada a mediados del siglo XIX,
trajo como consecuencia que muchos hacendados se empobrecieran y quebraran. En
tal sentido, ante el aumento de las tasas de interés las cuales se habían mantenido a
niveles bajos, las personas que habían conseguido préstamos comerciales se vieron en
la imposibilidad de pagarlos, siendo rematadas sus propiedades en muchos casos. Ante
estas circunstancias la protesta contra la Ley de Contratos y los tribunales mercantiles
no se hizo esperar, durante los gobiernos de los presidentes José Antonio Páez y Carlos
Soublette, a comienzos y mediados de la década de 1840. Finalmente, el Estado que
hasta ese momento no había intervenido en la economía, decidió derogar la Ley de
abril de 1834, el 24 de abril de 1848, durante la presidencia de José Tadeo
Monagas. Asimismo, la promulgación de una nueva Ley de Espera y Quita, el 9 de abril
de 1849, estableció la posibilidad de para cualquier deudor insolvente de solicitar una
moratoria de pago. En definitiva, aunque la Ley del 10 abril de 1834 fracasó en su
implementación, representó uno de los episodios más importantes en la aplicación de
los preceptos de la economía liberal en la Venezuela del siglo XIX.