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El período Arcaico

El nuevo ecosistema y la búsqueda de nuevos recursos alimenticios

El período Arcaico es también denominado Mesoindio o Precerámico.

Tuvo una duración de unos 4.500 años. Sus fechas de inicio y fin varían por regiones culturales:

 En Mesoamérica: 7000-2500 a.C.


 En Sudamérica: 6000-1500 a.C.

El comienzo del Arcaico en la época postglacial se caracterizó por la existencia de una serie de cambios
climáticos que modificaron el medio ambiente en el que hasta esos momentos habían vivido los amerindios.

Hubo cambios en el paisaje (desertización de grandes zonas o aparición de bosques o selvas), en la flora y en
la fauna. Este último aspecto afectó especialmente a los pobladores, ya que desaparecieron progresivamente
los grandes mamíferos (mamuts, équidos, cerdos, camélidos, etc.), que constituían un puntal importante de la
dieta. Esta extinción ha sido explicada por distintas hipótesis, como la falta de agua, el descenso del volumen
de vegetación comestible o la caza creciente por el hombre.

Los pobladores tuvieron que adaptarse al nuevo ecosistema y para ello tuvieron que buscar fuentes
alternativas de alimentos, como la caza de nuevos animales (fundamentalmente, de pequeño tamaño), la
pesca y la recolección de moluscos y crustáceos en las zonas fluviales y costeras, o la recogida de frutos,
semillas y raíces silvestres. Y esta tendencia les llevó con el paso de los milenios a la producción de sus
propios alimentos, por medio de la agricultura y, en menor medida, de la ganadería.

La especialización en la consecución de uno o varios de estos tipos de alimentos tuvo una influencia decisiva
en el tamaño de los grupos humanos, la tipología de los asentamientos, su grado de sedentarización y su
tecnología.

En las zonas interiores, los amerindios se vieron obligados a utilizar diferentes fuentes alimenticias (caza,
recolección de recursos silvestres). Sus asentamientos solían ser campamentos temporales o estacionales (con
viviendas perecederas, hechas con cañas o paja). El número de componentes dependía de la disponibilidad de
alimentos. Y el recurso al nomadismo era la solución en situaciones de carestía (los grupos se dispersaban en
microbandas de base familiar).

En las zonas costeras, los pobladores se especializaron en la explotación de los recursos marítimos. Su
existencia durante todo el año permitió la progresiva sedentarización de los pueblos, el crecimiento
demográfico y la construcción de asentamientos en aldeas permanentes (con viviendas de madera, adobe o
piedra en superficie o excavadas, centros comunales y ceremoniales).

La tecnología del Arcaico tuvo una relación directa con las actividades de subsistencia. Los útiles eran de
materiales muy diversos: piedra, madera, hueso, conchas, caña, cuero, cestería, tejido… Y tenían fines muy
variados: transporte y almacenaje de alimentos recolectados (cestas, molederas y machacadores), caza (puntas
para dardos y trampas), pesca (anzuelos), necesidades vitales (utensilios de cocina o para comer), objetos
decorativos, artísticos o ceremoniales, etc.
En cuanto a la organización social, los pobladores del Arcaico vivían en bandas, esto es, grupos de unas 100
personas -como máximo-, que podían dividirse en microbandas familiares en los tiempos de escasez. La
propiedad era comunal, tanto de la tierra como de los recursos naturales (no había propiedad privada). La
sociedad era igualitaria, sin diferencias económicas, de prestigio o de poder. No había líderes, salvo en
momentos de necesidad, en los que la elección se realizaba de forma pragmática (por la experiencia en la
consecución de una determinada fuente de alimentación). Tampoco había roles especializados, con la única
excepción del shamán, poseedor de poderes especiales, adquiridos gracias a la comunicación personal con
seres sobrenaturales, y que eran utilizados en beneficio del grupo (curación de enfermedades, adivinación,
magia, hechicería, etc.). Contaban con un complejo ceremonialismo funerario (enterramientos con ajuar) y
tenían mecanismos de control de la población (infanticidio ceremonial, sacrificios humanos y, en algunos
casos, canibalismo).

El origen de la producción de alimentos


La característica cultural más importante del Arcaico fue el inicio de la producción de alimentos por medio de
la domesticación de las plantas y, en menor medida, de los animales.

Las pequeñas bandas dedicadas a la caza de animales menores y a la recolección de plantas silvestres fueron
las que dieron los primeros pasos en este lento, difícil y gradual proceso que, lejos de ser el fruto de una
revolución, se desarrolló a lo largo de miles de años.

La domesticación de las plantas tuvo, al menos, tres focos distintos:

 Las tierras altas mesoamericanas (maíz, calabaza, fríjol y aguacate).


 Los altiplanos de los Andes centrales (patata, quinoa, fríjol, calabaza).
 Las tierras bajas del Caribe sudamericano (madioca, batata, cacahuete, achira).

Los tres principales cultivos fueron el maíz, la patata y la mandioca.

El desarrollo agrícola se vio afectado por distintos condicionantes, como la presión demográfica, la reducción
estacional de la caza o de los recursos alimenticios recolectables, la tendencia a la sedentarización, la
perdurabilidad y el carácter almacenable de las plantas domesticadas y su influencia en el crecimiento
demográfico de los grupos (lo más numerosos tenían más fuerza para competir por las mejores tierras o
recursos naturales).

Por último, destacamos los principales yacimientos del Arcaico:

 Mesoamérica: Tamaulipas, Chiapas, Valle de Tehuacán, El Riego y Oaxaca.


 Costa peruana: Chilca, Río Grande, Huaca Prieta, Cerro Prieto y Las Haldas.
 Sierra peruana: Kotosh.

El período Clásico
Mesoamérica

Características generales
 Cronología: 1-1000.
 Aparición de tradiciones regionales que generaron su propio conocimiento intelectual, social,
económico, político y artístico.
 Gran incremento de la población.
 Aparición de centros urbanos y concentración en ellos de la población.
 Diferenciación socioeconómica en clases sociales.
 Desarrollo del comercio y la comunicación entre culturas.
 Surgimiento de instituciones capaces de organizar amplias áreas, de tipo político (gobiernos muy
centralizados), comercial (centros de mercado suprarregionales) o religioso (lugares de culto o
peregrinación).
 Inicio del proceso de secularización social (paso de sociedades teocráticas a militarizadas).
 Extensión de fronteras hacia el norte y el oeste.

Teotihuacan
Tras el final del predominio olmeca, hacia 150, la población de Teotihuacan, en la cuenca central de México,
se convirtió en la primera ciudad (en sentido estricto) tras experimentar un gran crecimiento demográfico
motivado tres factores:

 La disponibilidad de agua, que favoreció el desarrollo de cultivos intensivos.


 El control de la extracción, manufactura y comercio de la obsidiana verde.
 La consolidación como gran centro de peregrinación religiosa.
El rápido crecimiento de la población obligó a la élite local a tomar medidas relacionadas con el
abastecimiento de agua y alimentos, y la planificación urbana (en cuanto a la disposición de los edificios
políticos y ceremoniales, y las residencias de las distintas clases sociales).

Teotihuacan desarrolló una política expansiva, hacia el norte (en busca de minas de turquesa y pedernal) y
hacia el sur-sureste hasta las tierras bajas mayas (con la intención de controlar las zonas productoras de
caucho y cacao). Logró el predominio utilizando diversas formas de dominio (control político, fundación de
colonias, alianzas matrimoniales, acuerdos comerciales).

La ciudad llegó a tener una población de unos 200.000 habitantes entre 450 y 650, su fase de apogeo. No
obstante, su influencia en Mesoamérica comenzó a descender y entre 650 y 700, la decadencia fue total.
Diversas hipótesis intentan explicar el declive:

 La descomposición social provocada por la falta de eficacia en el gobierno de la élite de los guerreros,
que desplazó a la religiosa.
 La elevada presión fiscal, necesaria para mantener un área de influencia demasiado extensa.
 La disminución de la producción agrícola.
 El crecimiento de otros centros urbanos a costa de la metrópoli.
 Las incursiones de pueblos del norte, atraídos por la riqueza de la región.
 Y, por último, la devastación total de la ciudad por un incendio provocado, probablemente, por una
revuelta interna.
La economía de Teotihuacan se fundamentó en la agricultura, las manufacturas (obsidiana y cerámica) y el
comercio.

Su sociedad estaba fuertemente estratificada y contaba con una élite que controlaba el poder religioso,
administrativo, político y militar. Aparte de las clases populares, también había soldados profesionales y
mercenarios y comerciantes extranjeros. La religión -politeísta-, básica al inicio de su desarrollo, fue
perdiendo fuerza al tiempo que la sociedad experimentó un proceso de militarización. La pintura mural
-especialidad artística teotihuacana- es el medio que nos ha permitido conocer dicha evolución.

Monte Albán y la cultura zapoteca en el valle de Oaxaca


Al inicio del Clásico había cientos de poblaciones en el valle de Oaxaca. No obstante, Monte Albán se convirtió
en su capital política y cultural.

Su período de apogeo va de 300 a 750. Llegaron a residir en ella 30.000 habitantes. Su trama urbana contó
con construcciones civiles y religiosas, y viviendas para las dos clases sociales, la élite (2-4% de la población;
palacio de adobe o piedra) y la masa popular (casas pequeñas de adobe).

Mantuvo relaciones generalmente pacíficas con Teotihuacan (que controlaba la parte norte del valle),
reforzadas por alianzas matrimoniales y el trabajo de embajadores.

Sus principales manifestaciones artísticas fueron las arquitectónicas y la pintura mural en las tumbas.

Monte Albán no tuvo una gran importancia económica. Fue más bien un centro político, encargado de
coordinar las actividades militares, diplomáticas, administrativas, productivas y comerciales de otros
asentamientos del valle. Así mismo, acogió a un gran colectivo de ceramistas.

La religión fue utilizada por la élite para consolidar su posición de privilegio. Destacaba por su complicado
culto a los ancestros y su gran número de dioses (de diversas procedencias geográficas).

Monte Albán empezó a decaer como consecuencia de dos factores:

 El cese progresivo de la presión de Teotihuacan sobre el valle hizo cada vez menos necesaria su
función de coordinadora defensiva de las poblaciones, que fueron incrementando su autonomía respecto
a la capital.
 La presión de los mixtecas por el norte y noroeste contribuyó a su despoblamiento.

Área andina
Características generales
 Cronología: 100-1000.
 Mosaico de culturas tras la descomposición de la cultura Chavín.
 Gran desarrollo agrícola y de la artesanía (cerámica, textil, metalurgia).

Culturas costeras
Moche
Es la cultura más característica y mejor conocida del Clásico andino. Se extendió por la costa septentrional del
Perú del 100 al 700 y debe su nombre a uno de los valles que ocupó.
Tuvo un notable desarrollo agrícola. Gracias un sistema muy avanzado de obras hidráulicas (acequias,
acueductos, depósitos, obras de drenaje) orientado a optimizar el escaso caudal disponible en un medio árido,
y a la utilización de abono (guano importado de Nazca) y técnicas de abancalamiento, pudo incrementar
notablemente las tierras cultivables, lo que propició un tremendo crecimiento de la población.

No tuvo, en cambio, unidad política. Las ciudades moches tenían sus propias élites (sacerdotes-guerreros),
que gobernaban de modo absoluto, sometiendo al pueblo al pago de tributos en especie y en trabajo. Los
distintos “reyezuelos” combatían entre ellos para incrementar sus zonas de influencia.

Los núcleos urbanos contaban con impresionantes edificios ceremoniales (con forma piramidal), fortalezas de
grandes dimensiones, murallas, palacios para residencia de las élites y viviendas modestas para el resto de la
población.

Los moches destacaron por su capacidad para la navegación. Utilizaban balsas de gran capacidad, que
asombraron incluso a los castellanos.

Concedían una gran importancia a los ritos funerarios. Los más poderosos eran enterrados junto a sus criados
(cuyos pies aparecen cortados) y sus familiares.

Entre sus manifestaciones artísticas destacan la cerámica (realismo, escenas cotidianas, diversidad formal y
gran valor etnográfico) y la orfebrería (de oro, plata y cobre, con distintas técnicas y piezas de gran valor).

Y en su producción intelectual, destacó el desarrollo de un incipiente sistema de escritura, con signos simples
(líneas, figuras geométricas y puntos), en un sorprendente soporte, una especie de judía seca.

Nazca
Tiene su origen en Paracas y se extendió por la costa sur del Perú del 100 a.C. hasta el 800 d.C. Debe su
nombre al valle de Nazca. También ha sido muy estudiada, a través de su cerámica y de sus célebres
geoglifos.

La base de la cultura Nazca fue la agricultura (cultivo de tierras en torno a los ríos), si bien también tuvo un
papel relevante el comercio, como demuestra la presencia de objetos de esta cultura en otras zonas de la
costa o el interior.

Los asentamientos tenían pocas construcciones de piedra. Los edificios importantes eran de adobe y las casas
de quincha (caña y tierra). Sus centros ceremoniales tenían pirámides escalonadas, pero no de grandes
dimensiones.

Su cerámica tiene un gran cromatismo y motivos decorativos fantásticos y simbólicos. Sus tejidos de lana o
algodón destacan por su gran calidad técnica, la gran variedad de prendas y la utilización de los mismos
diseños -bordados o pintados- que las cerámicas.

El principal atractivo de Nazca son sus geoglifos o dibujos monumentales sobre el terreno, localizados en la
Pampa del Ingenio, entre Nazca y Palpa. Son visibles desde el aire o las colinas circundantes. Fueron realizados
quitando piedras y dejando al descubierto el suelo original, de coloración más clara, siguiendo un trazado
marcado previamente con estacas unidas por cordeles. Hay dos tipos de diseños: líneas rectas de muchos
kilómetros de longitud, inalterables pese a las dificultades del relieve; y figuras geométricas, animales o
vegetales.
Han sido objeto de múltiples interpretaciones: caminos utilizados para rituales, alineamientos con funciones
astronómicas, un calendario agrícola gigantesco, etc.

Culturas del interior


Tiahuanaco
Esta cultura, también llamada circun-Titicaca, se desarrolló del 100 al 800. Los investigadores manejan dos
hipótesis sobre su origen: desarrollo de Chavín o pobladores de la costa sur del Perú.

Toma nombre de su capital, Tiahuanaco, una ciudad que llegó a tener unos 20.000 habitantes, organizada en
torno a un impresionante complejo ceremonial (en el que destaca un gran templo sobre una plataforma
artificial, con estelas talladas con relieves zoomorfos y esculturas de bulto redondo antropomorfas), con un
área administrativa y residencias con cimientos de piedra y paredes de adobe.

Su economía fue de base agrícola (patata), aunque también tuvo importancia la ganadería (pastoreo de llamas
para obtener carne, lana y abono, y como medio de transporte de mercancías).

Tiahuanaco se expandió hacia la costa y el sur (no hacia el norte, donde estaba la frontera con Huari),
estableciendo diversas colonias con fines económicos (mercados nuevos para el comercio o provisión de
productos agrícolas).

Huari
La ciudad de Huari promovió un proceso de integración cultural en la zona de los Andes centrales a partir del
siglo VIII, que también fue extendiéndose a los septentrionales.

La ciudad llegó a tener unos 40.000 habitantes. Estaba dominada por un templo rodeado por un
impresionante muro y organizada en sectores (también amurallados), que tenían sus propios templos,
edificios administrativos, palacios, talleres de especialistas y viviendas multifamiliares (en las que vivían
grandes familias). Contaba, así mismo, con una compleja red de canales semisubterráneos, que aseguraban el
abastecimiento de agua para el consumo y la agricultura, que era la base económica.

La presión demográfica sobre sus escasos recursos movieron a Huari a expandirse hacia el norte, en busca de
tributos y mano de obra. El estado centralizado Huari llegó a controlar la distribución de alimentos a escala
regional.

También estableció relaciones comerciales con otros estados, como Tiahuanaco (que influyó en su religión) o
Nazca (incorporando los diseños de esta en su cerámica).

Contaba un sistema vial muy avanzado, que le permitía una rápida y eficaz comunicación con los territorios
conquistados.

La decadencia de Huari comenzó hacia el siglo X y produjo una nueva regionalización cultural.

La cultura maya
Introducción
La cultura maya tuvo una personalidad propia muy definida (basada en el uso de una misma lengua, la
intensidad de las relaciones comerciales y la comunidad de creencias), pese a la existencia de grandes
diferencias étnicas, políticas y geográficas.
Se extendió por los territorios actuales de Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador y los estados mexicanos
de Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán.

Podemos distinguir dos áreas geográficas distintas:

 Región del sur: área montañosa, con recursos mineros, en la que encontramos los primeros desarrollos
mayas.
 Tierras bajas mayas, dividida a su vez en dos zonas:
o Área central: tropical, con muchos ríos y lluvias y una densa vegetación; en ella se encuentran
los principales centros del clásico maya.
o Área septentrional: mitad norte del Yucatán, con suelos kársticos poco fértiles y escasas
precipitaciones; en ella se desarrollan los principales centros del postclásico maya (como Chichen
Itzá).

Cronología
Podemos dividir la historia de la cultura maya en cinco fases:

Protoclásico (100-250)
La población se concentró en el sur del área maya y tuvo un desarrollo cultural (en arquitectura, cerámica y
escritura) que puso las bases de la civilización clásica. Su centro principal fue El Mirador.

Clásico temprano (250-600)


El incremento de la población favoreció los asentamientos en el centro o la periferia de los centros cívico-
ceremoniales, que empezaron a tener funciones políticas y económicas, y a dirigir a los poblados y aldeas de
sus zonas de influencia. Ello llevó a una progresiva diferenciación social entre la comunidad campesina y la
élite, un estrato aristocrático con autoridad política y religiosa, que promovió el desarrollo intelectual y
artístico (construcción de tumbas reales o grandes templos y palacios), y también económico (control de las
rutas de comercio regionales y de larga distancia) de los centros que gobernaban para legitimar y reforzar su
poder. Esta oligarquía fue el agente del proceso de transformación de la sociedad maya de la época formativa
a la clásica. Sus principales centros fueron Tikal y Uaxactún. En ellos se aprecia una influencia inicial de la otra
gran potencia coetánea, Teotihuacan. A finales del período, Tikal vio frenada su prosperidad económica y
política, lo que reforzó la diversidad regional entre el norte y el sur de las tierras bajas mayas.

Clásico tardío (600-800)


Es la época de mayor desarrollo en toda la región. Los principales núcleos cívicos (Tikal, Yaxchilán, Palenque,
Calakmul y Copán) lideraron estados regionales independientes y dominaron extensos territorios. Hubo una
gran competitividad entre centros del norte y del sur. No obstante, pese a las diferencias políticas, existió una
uniformidad cultural (modo de vida, patrón de asentamientos, orden social y sistema de creencias comunes).
Los distintos centros crearon redes comerciales más amplias, variadas y productivas. A finales del siglo VII,
Tikal recuperó su prestigio, y durante el VIII tuvo una posición dominante.

Clásico terminal (800-1000)


Los grandes centros fueron perdiendo progresivamente su prestigio social y político, disminuyendo su control
sobre los asentamientos de su ámbito de influencia. Se acentuaron las diferencias regionales. Los principales
centros fueron Ceibal y, en menor medida, Tikal, Calakmul y Motul. El territorio maya sufrió una drástica
reducción, así como la intrusión de élites extranjeras mexicanas. La desintegración se debió una combinación
de factores: el exceso de población, el agotamiento de las tierras fértiles, las rivalidades militares, la quiebra
de las relaciones comerciales, el incremento de las diferencias entre las élites y la clase campesina, o las
presiones de sociedades exteriores.

Postclásico (1000-1500)
La cultura maya no desapareció. Perduró con originalidad y brillantez en la mitad norte del Yucatán hasta la
llegada de los castellanos. Hasta 1200, el dominio perteneció a Chichén Itza y posteriormente, hasta 1451, la
primacía fue para Mayapán. El último período maya se caracterizó por la existencia de una veintena de
unidades políticas rivales.

Estrategia de subsistencia
Gracias a un compleja combinación de estrategias de subsistencia, los mayas pudieron explotar al máximo las
posibilidades de un medio hostil, con una tecnología propia de la Edad de Piedra, solventando durante
muchos siglos los numerosos problemas que planteaba el continuo crecimiento demográfico y las crecientes
exigencias de las élites.

Inicialmente, los mayas trataron de conseguir alimentos a partir de una agricultura extensiva, utilizando el
sistema de tala y quema (milpa): quema de maleza y árboles, tala de grandes troncos, roturación del terreno
con palo cavador y siembra, fundamentalmente, de maíz. Esta técnica hacía necesario el barbecho (las tierras
debían descansar de 3 a 18 años según las condiciones de regeneración del terreno). Hacía falta una gran
cantidad de tierra para por familia para obtener los alimentos necesarios para su manutención, lo cual
constituía un gran hándicap para la formación de grandes núcleos de población.
Ello llevó a los mayas a buscar complementos alimenticios del maíz en la arboricultura (sobre todo, del fruto
del ramón), la caza (fundamentalmente de venados y tortugas), la pesca, la recolección y la domesticación de
animales (perro, tortuga y aves de corral). Así mismo, cuando la obtención directa no era sencilla, hubieron de
recurrir al comercio.

Los rendimientos agrícolas crecieron considerablemente cuando comenzaron a actuar sobre la naturaleza.
Gracias a la realización de obras de drenaje y modificación del terreno, pudieron comenzar a practicar una
agricultura intensiva a través del sistema de campos levantados (concentraciones artificiales de tierra
delimitadas por canales de agua, situadas en los márgenes de los ríos y los pantanos). Esta mejora técnica les
permitió disponer de tierra fértil bien irrigada, de innecesario barbecho, y pudieron producir alimentos
suficientes para los grandes núcleos urbanos. Además, lograron complementos nutricionales por medio de
cultivos en los jardines existentes en torno a las casas o en terrazas habilitadas en las colinas.

El patrón de asentamiento
La unidad básica de asentamiento fue la casa, una choza rectangular con techumbre de palos y palmas, o
hecha por completo de materiales perecederos, que solía ir montada sobre una plataforma de tierra y piedra
de medio metro de altura.

Las casas podían aparecer aisladas (en el ámbito rural), o asociadas a otras viviendas en torno a un patio,
formando un conjunto residencial, que era habitado únicamente por miembros de la misma familia y en el que
solía haber, además, otros edificios, como santuarios, almacenes, cocinas o talleres.

Los conjuntos residenciales próximos solían ser habitados por miembros de un mismo linaje. Los más grandes
y de mayor complejidad formaron pequeños centros cívicos, dirigidos por élites locales, que tenían pirámides
escalonadas y grandes edificios residenciales para los dirigentes.
Los asentamientos más complejos se convirtieron en centros cívico-ceremoniales o ciudades, que integraron
social, política, económica e ideológicamente amplios territorios. Tenían templos, palacios, estelas, juegos de
pelota, altares, calzadas, plataformas, grandes depósitos de agua, fortificaciones, torres y una amplia gama de
edificios y conjuntos de grupos residenciales.

Estructura social
La sociedad maya tenía una estructura piramidal y su cercanía a la cúspide dependía de la proximidad de
parentesco a la élite.

 En la cima se hallaba una aristocracia hereditaria de carácter teocrático, que gobernaba por derecho
divino y vivía en los grandes centros ceremoniales. Se ocupaba de la dirección de la vida social,
económica, política (interior y exterior) y religiosa de las ciudades, así como de la administración de sus
territorios y poblaciones. Gracias a los tributos que recaudaba, pudo dedicarse al pensamiento y la
filosofía, y promover la construcción de grandes edificios religiosos, políticos y administrativos, siempre
con la intención de reforzar su posición de privilegio.
 Un 2.º nivel estaba formado por nobles menores, unidos a la élite por lazos de parentesco. Se
ocupaban de tareas administrativas y burocráticas (como la organización de la recaudación de tributos y
de la fuerza de trabajo) y tenían responsabilidades en actividades religiosas, comerciales y militares.
 El 3.º nivel social estaba compuesto por especialistas e intelectuales (sacerdotes, arquitectos,
ingenieros, escultores y escribas), necesarios para plasmar el ideario de la aristocracia.
 El 4.º nivel estaba formado por una enorme cantidad y variedad de artesanos.
 Y el último nivel, el más amplio, estaba formado por campesinos (que se ocupaban de la producción de
alimentos y la obtención de materias primas) y por mano de obra no cualificada (dedicada a la
construcción de los grandes proyectos de ingeniería de la aristocracia).
Las posibilidades de ascenso social eran muy remotas (al estar la sociedad organizada en torno al parentesco
y haber matrimonios endogámicos). Se reducían a las clases altas, en las que la promoción únicamente podía
estar relacionada por la acumulación y redistribución de la riqueza.

Política.
A lo largo de la geografía maya hubo diversos estados regionales, que eran gobernados por un rey o ahaw, y
que estaban formados por ciudades (dirigidas por un sahal).
El gobierno era autoritario y muy centralizado. El poder estaba legitimado por derecho divino y la religión (de
complejidad creciente) era utilizada con fines políticos. De hecho, los gobernantes y sus parientes más
inmediatos acabaron siendo considerados dioses.

Los distintos estados dieron una gran importancia a las alianzas matrimoniales y comerciales, y a las
relaciones diplomáticas.

Las mujeres tuvieron un papel muy destacado en la política. Algunas llegaron a ser reyes o gobernantes.

Comercio y relaciones exteriores.


El comercio fue desarrollado desde los primeros momentos de la cultura maya ante la necesidad de conseguir
productos de primera necesidad y materias primas (de carácter utilitario o para fines ceremoniales o de
prestigio).
El comercio local (fundamentalmente de excedentes de agricultores y artesanos) fue realizado por los mismos
productores o por pequeños comerciantes itinerantes. No obstante, tanto el regional como el de larga
distancia fueron monopolizados por las élites (no hubo mercaderes profesionales).

Ante la ausencia de animales de carga, las mercancías fueron transportadas por medio de la tracción humana
o en pequeñas embarcaciones, lo que limitó considerablemente la capacidad de carga y obligó a la
organización de grandes caravanas y al control los enclaves geográficos estratégicos.

El comercio movió una gran variedad de productos. El más exportado fue la obsidiana; y las principales
importaciones fueron los objetos exóticos de lujo y los productos necesarios para el funcionamiento de la
sociedad maya.

Los mayas utilizaron varias “monedas” de cambio: materiales de valor como granos de cacao, cuentas de jade
o conchas valiosas.

Entre las relaciones exteriores, destacaron las mantenidas con Teotihuacan, la otra gran civilización coetánea
de la maya.

Arte
El arte fue promovido por las élites, con dos objetivos: la integración de una sociedad con tendencia a la
dispersión y el refuerzo de su ideología dominante para el mantenimiento del orden social.

La arquitectura es la manifestación artística que ha suscitado más interés. Los mayas realizaron muchos tipos
de construcciones: templos, palacios, juegos de pelota, calzadas (que unían edificios importantes de las
ciudades), carreteras entre ciudades (la más larga de 100km), fosos, empalizadas, baños de vapor, depósitos
de agua, torres, observatorios y acueductos.

En la escultura podemos encontrar monumentos aislados (estelas o altares) o integrados en la arquitectura


(dinteles, columnas, fachadas…). Los motivos ornamentales combinaron figuras humanas (representaciones
de las élites) y animales con símbolos sobrenaturales. Solían trabajar la caliza y, en menor medida, el estuco y
la madera.

Su pintura mural, integrada en la arquitectura, tuvo un elevado grado de refinamiento y destacó por su
variedad cromática y por la representación de escenas mitológicas, ceremoniales (sacrificios humanos),
militares y de la vida cotidiana. También practicaron la pintura sobre cerámica y códices.

En cuanto a la lapidaria, destacaron en el trabajo del jade y la obsidiana, de gran calidad técnica.

Cosmovisión
Los mayas creían que el mundo estaba estructurado en tres niveles:

Superior: la bóveda celeste, en la que tenían lugar los fenómenos astronómicos, en especial, el recorrido
diurno del sol.

Intermedio: el mundo de los hombres, la tierra donde se desarrollaba la vida.

Inferior: el inframundo, bajo las aguas, en el que el sol luchaba con las deidades infernales, a las que vencía a
diario para iniciar su travesía por el nivel superior del universo.
Religión
La religión maya era politeísta; contaba con un gran número de divinidades, de forma humana o animal.

Experimentó un proceso de complejidad creciente para legitimar la existencia de una sociedad estratificada y
justificar las desigualdades sociales introducidas y originadas por la élite aristocrática.

Tenía rituales complejos y variados: sacrificios humanos (decapitaciones de jugadores del juego de pelota),
extracción de sangre, ceremonias funerarias, danzas, procesiones….

Su punto culminante fue la identificación de los gobernantes con dioses.

Constituyó un mecanismo de integración social, que sirvió para contrarrestar la dispersión que propiciaba la
adaptación al medio ambiente en el que vivían los mayas.

Conocimientos científicos
La escritura maya también fue muy compleja. De hecho, aún no se ha podido descifrar por completo. Estaba
compuesta por unos 800 glifos o signos pictográficos, logográficos y fonéticos. Fue practicada sobre diversos
materiales (estelas, dinteles, altares, objetos de jade, concha, hueso, cerámica y largas tiras de corteza de
árbol, que formaron los códices mayas -conocemos 4: Madrid, París, Dresde y Grolier de New York-).

Los mayas desarrollaron un potente sistema de contabilidad. Era vigesimal (es decir, que su unidad básica de
cuenta era 20). Conocían el 0. Y estaba formado por puntos (con valor 1) y barras (con valor 5).

También dispusieron un calendario muy elaborado, que tenía como fecha inicial el 10-08-3113 a.C. Constaba
de 2 ciclos: Tzolkin (que combinaba 13 números con 20 días hasta un total de 260 y tenía una función
religiosa) y Haab (18 meses de 20 días, más 1 mes adicional de 5 días, lo que hacía un total de 365,
equivalente a nuestro calendario solar). Todos los días y los meses tenían nombres y deidades asociadas.

La unión de ambos ciclos dio lugar a la Rueda Calendárica, que permitía realizar dataciones en períodos de 52
años de 365 días.

También conocieron y utilizaron los ciclos de la Luna, Venus y otros cuerpos celestes.

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El período Postclásico
Mesoamérica

Entre el 750 y el 1000 los grandes poderes regionales clásicos (como Teotihuacan o las ciudades mayas)
entraron en decadencia y fueron sustituidos por nuevos centros, que propiciaron una remodelación de las
áreas de influencia y control, la secularización social, una tendencia al militarismo o la aparición de
manifestaciones artísticas más alejadas de las temáticas religiosas.

La cultura tolteca
Tras la caída de Teotihuacan a inicios del siglo VIII, diversos centros pugnaron por el dominio de la región. A
finales del siglo X, la ciudad de Tula se alzó con la hegemonía política y comercial.

Tula tuvo una población que osciló entre los 40.000 y los 60.000 habitantes. Contó con un recinto ceremonial,
con diversos templos (entre los que destaca el de Quetzalcóatl), una plaza central y 6 juegos de pelota. En
torno a este se levantaban pequeñas unidades residenciales ocupadas por familias (fundamentalmente de
artesanos y especialistas), con patios internos en cuyo centro solía haber un altar o un santuario. Rodeando
esta área semiurbana vivía la población campesina (unas 60.000 personas más) en un hábitat disperso. No
obstante, aunque Tula fue una gran urbe, no alcanzó el desarrollo organizativo, social y cultural de
Teotihuacan.

La sociedad tolteca estaba muy estratificada y fue dominada por una élite aristocrática. Su economía se basaba
en la agricultura (cultivo de maíz y algodón en terrazas irrigadas).

Tula se expandió hacia el norte del valle de México. En cambio, no pudo extender su influencia hacia el sur y
el oeste, por la presencia de otras ciudades como Cholula y Xochicalco (respectivamente).

El final de Tula llegó poco después de la traslación de la capitual tolteca a Chapultepec (1165). Desprotegida,
la ciudad fue atacada por los pueblos chichimecas, quienes la destruyeron en 1178.

La Gran Chichimeca
La caída de Tula dio inicio a un período de reestructuración de la zona, complicado con la llegada de gentes
de menor desarrollo cultural, procedentes del sudeste de los EE. UU., a una zona extensa que recibe el nombre
de Gran Chichimeca.

Se trata de un período confuso, de superposiciones, con migraciones difíciles de determinar y centros


regionales de influencia reducida, que solo alcanzaron cierta importancia en el valle de México.

La cultura mixteca del valle de Oaxaca


Tras la caída de Monte Albán, encontramos en el valle central de Oaxaca una situación de disgregación
política, con un complejo mundo de relaciones diplomáticas -gran importancia de las alianzas matrimoniales-
y conflictos bélicos entre los principales centros de población, que constituyen estados autónomos y
mantienen rasgos culturales comunes, heredados de la cultura zapoteca. Conocemos parte de la historia
política de estos pueblos gracias a la existencia de 8 códices escritos sobre piel de venado.

Además de elaborar los códices, los mixtecas destacaron como ceramistas o en la elaboración de mosaicos
con piedras semipreciosas y, además, fueron los autores de las mejores realizaciones metalúrgicas de
Mesoamérica.
La cultura maya del Postclásico
Tras las decadencia de los grandes centros mayas del Clásico, hacia el año 1000, Chichen Itzá comenzó una
etapa de predominio político, cuyo dominio se extendió por todo el centro y el norte de Yucatán. Influida por
los toltecas, la sociedad maya tendió hacia la secularización, el pragmatismo y el militarismo. Así mismo, la
navegación y el comercio costero ganaron importancia.

Hacia 1.200, los itzaes fueron expulsados de Chichen Itzá por la resistencia indígena y una alianza promovida
por Mayapán. Tuvieron que emigrar al sur, donde fundaron Tayasal, en la que resistieron hasta finales del
siglo XVII la invasión castellana.

Entonces, Mayapán se convirtió en la ciudad líder de la región, si bien llegó a controlar un espacio más
restringido que su rival. Cayó a mediados del siglo XV, como consecuencia de una conspiración interna. Desde
entonces, el Yucatán quedó fragmentado en 16 “señoríos” independientes, que los castellanos hubieron de
tomar uno a uno.

Por otra parte, en el altiplano de Guatemala aparecieron varios estados entre los que destacan los quichés y
los cakchiqueles, que conservaron una fuerte impronta de la cultura maya. Ambos compitieron por la
ampliación de sus territorios hasta la conquista de la región por Pedro de Alvarado (en 1524).

Los tarascos
Los tarascos -de procedencia desconocida- fijaron su primer asentamiento en la que sería su capital,
Pátzcuaro. Desde allí, fundaron un estado centralizado, oligárquico y teocrático, que se extendió por el oeste
de México y que se expandió hacia el norte. Compitieron con los aztecas y consiguieron frenar su empuje
gracias a la construcción de fortificaciones fronterizas. El estado tarasco no ofreció resistencia a la Corona
castellana, que lo anexionó en 1522.

Los aztecas
Historia
El origen del pueblo mexica es un misterio, ya que se oculta tras narraciones míticas y semilegendarias. El
mito lo sitúa en Aztlán, un lugar ubicado al noroeste del valle de México, del que salieron varias tribus,
“siguiendo el consejo y la orientación de su dios Hutzilopochtli”.

Su peregrinación duró 2 siglos y está plagada de inestabilidad. Permanecieron una larga temporada en
Chapultepec, pero fueron expulsados. Después lograron que el señor de Culhuacan les permitiese asentarse
en un lugar llamado Tizaapan, infestado de serpientes (que lejos de amedrentarles, constituyeron una de sus
fuentes de alimentación). Establecieron con él alianzas matrimoniales, pero sacrificaron en un rito a la hija del
rey culhua y de nuevo hubieron de emigrar. En 1325 se establecieron en un islote del lago Texcoco,
perteneciente a Azcapotzalco, fundando Tenochtitlan.

El núcleo urbano fue creciendo, bajo el dominio de los tepanecas de Azcapotzalco. Estaba en una zona llana
con ventajas (agricultura, abundantes recursos hídricos, caza y pesca, facilidad de comunicaciones por vía
acuática con los grandes centros del valle de México) e inconvenientes (inexistencia de piedra, oscilación
estacional del nivel de las aguas).

La emancipación de Tenochtitlan se produjo en 1428 por la vía militar, aprovechando la existencia de diversas
intrigas relacionadas con la sucesión del gobierno de Azcapotzalco. Tenochtitlan fundó la Triple Alianza con
Texcoco y Tlacopan, derrotó a Azcapotzalco. Con Tenochtitlan al frente de la unión, comenzó una etapa de
gran expansión territorial que duró hasta finales de siglo y permitió la creación de un imperio.
La rapidez de las conquistas y la amplitud de los territorios dominados hizo que el grado de control mexica
sobre las distintas zonas fuese muy dispar: desde lugares custodiados por guarniciones hasta territorios que
pudieron mantener una situación de cuasi independencia. También renunciaron a conquistar diversos estados,
como Tlaxcala, situado relativamente cerca de la capital, que utilizaron para la formación de soldados noveles
o la captura de prisioneros de guerra para los sacrificios humanos. Así mismo, otros pueblos como los
tarascos del valle de Oaxaca lograron resistir el empuje mexica, gracias, fundamentalmente, a la fortificación
de la frontera.

A la llegada de Hernán Cortés, el imperio mexica era una construcción impresionante, pero con cimientos
débiles y muchos enemigos dispuestos a colaborar con los castellanos.

Sociedad
La sociedad mexica era muy compleja. Estaba dividida en dos grupos: los pipiltin y los macehualtin, aunque
había algunos colectivos fuera de ambos.

Los pipiltin eran la clase dominante. Estaba formada por los funcionarios del estado y los dirigentes del
ejército.

A su cabeza estaba el tlatoani (orador), que tenía el poder militar, civil y religioso. Era un cargo que se
transmitía de forma hereditaria. Había uno en cada ciudad principal. Todos estaban subordinados al de
Tenochtitlan, el huey tlatoani (gran orador).

Por debajo estaban los señores, que debían su situación privilegiada a la concesión de privilegios y tierras por
el tlatoani, en recompensa de sus méritos. Su título no era hereditario, aunque el tlatoani solía concederlo a
los herederos del señor.

Y tras los señores estaban los pipiltin sin privilegios, que accedían a tal condición por nacimiento.

Las posibilidades de promoción social eran muy limitadas (únicamente por motivos religiosos, comerciales o
militares). También eran reducidas las de degradación de clase.

Los macehualtin eran los no privilegiados, que habían de pagar impuestos (hasta los 52 años), y constituían la
mayor parte de la población. Se agrupaban en los calpullis, el elemento básico de la organización social
mexica. Originalmente, estos reunían a grupos de familias, aunque en la capital se formaron por criterios
puramente residenciales. Tenían una gran cohesión interna, ya que sus habitantes estaban unidos por
aspectos como la educación en una misma escuela, la práctica de los mitos ritos o el trabajo comunal en las
tierras del calpulli y en las de tributo estatal.

Por debajo estaban los mayeques, que eran braceros adscritos a las tierras de los señores y de los templos.
Solo estaban por encima de los esclavos. Estos últimos podían acceder a tal condición de diversas formas: por
venta propia o de los hijos, deudas, juego, sentencias judiciales. En principio, eran esclavos “limitados”, que
prestaban sus servicios durante un tiempo determinado y podían mantener sus bienes o contraer matrimonio
libremente. No obstante, los que incumplían con sus obligaciones o los prisioneros de guerra eran esclavos
que solían acabar sacrificados en los ritos mexica.

Otro grupo social estaba formado por los tributarios, no adscritos a los calpullis. Entre ellos, destacaban los
pochtecas o grandes comerciantes. Gozaban de una situación privilegiada (protección oficial, residencias
especiales, cultos propios, leyes comunes), en reconocimiento de su importancia económica y también
estratégica, ya que solían proporcionar información sobre los territorios con los que establecían relaciones
mercantiles y eran susceptibles de ser conquistados. Estaban organizados en estructuras jerarquizadas
similares a los gremios y formaban una “casta” a la que solo se podía acceder por nacimiento o concesión del
tlatoani.

Por último, estaba el grupo de los guerreros. También gozaban de una situación privilegiada entre los
macehualtin (podían beber alcohol, tener concubinas). Como contraprestación, ocupaban las posiciones más
complicadas en el combate.

Economía
La agricultura fue la base económica del estado azteca. A lo largo del valle de México combinaron distintas
técnicas agrícolas: rozas en las zonas de selva, agricultura de secano en las laderas y de regadío en los fondos
de los valles. Las cosechas de maíz, fríjol, chile, calabaza y cacao fueron complementadas con los productos
obtenidos de la ganadería (pavo, perro, pato), la caza (aves acuáticas, venados, jaguares, águilas, tortugas), la
pesca o la recolección de algas nutritivas.

Los mexica desarrollaron una técnica peculiar, la chinampa, que les permitió conseguir rendimientos sin
parangón en aquella época. Eran islotes artificiales de tierra formados sobre balsas delimitadas con postes y
árboles, que permitían la obtención de varias cosechas anuales.

Había tres tipos de tierras, según la categoría social de sus dueños y los productos cultivados.

 Las tierras de los calpullis. Eran de carácter comunal e inalienable, y estaban fragmentadas en función
de sus usos. Una parte era dividida en parcelas, que eran dadas en usufructo vitalicio a los cabezas de las
familias que formaban dicha agrupación. Una segunda parte era cultivada para los dirigentes del calpulli;
y la tercera parte era trabajada para conseguir lo necesario para pagar los impuestos.
 Las tierras de los pipiltin. Eran de carácter individual. Las obtenían por donación del tlatoani en
reconocimiento de méritos militares, comerciales o religiosos. Podían ser enajenadas entre los propios
nobles. Se transmitían por herencia y eran cultivadas por mayeques.
 Las tierras de carácter público. Eran destinadas a sufragar los gastos del templo, del soberano o del
ejército. Eran cultivadas por mayeques o por miembros de los calpullis.
La artesanía era clave porque se encargaba de la transformación de las materias primas. Había artesanos a
tiempo parcial (agricultores que elaboraban manufacturas y comerciaban en pequeña escala) y artesanos
profesionales (de tradición familiar, residentes en las ciudades y pertenecientes a organizaciones similares a
los gremios). Se dedicaban a la fabricación de productos utilitarios o de lujo para los nobles; estos últimos
tenían más prestigio y podían amasar considerables fortunas.

El comercio era necesario para la circulación de productos y el abastecimiento de las ciudades. El comercio de
larga distancia fue dirigido por los pochtecas y realizado en grandes caravanas, formadas por canoas en
medios acuáticos y cargadores humanos en los terrestres. Las caravanas tenían un radio máximo de unos
1.000km y solían comerciar con objetos de gran valor y poco peso, como cacao, gemas, algodón o plumas
preciosas. Además de su función económica, tenían gran importancia militar, ya que las caravanas podían ser
utilizadas como ejércitos para la conquista de nuevos territorios y los comerciantes solían trabajar como
espías, proporcionando informaciones útiles para las autoridades.

Junto a este gran comercio, también había actividades mercantiles locales. Todos los productos acababan en
los mercados, donde eran vendidos (utilizando monedas como cacao, mantas u oro) o intercambiados
(trueque). Los mercados aztecas sorprendieron a los castellanos (en especial, el de la capital), por la cantidad
de gente que acudía a ellos, la variedad de los productos ofrecidos y su compleja reglamentación. Eran el
centro de la vida cotidiana de las ciudades y en ellos también se realizaban las contrataciones laborales.

La complejidad de la vida urbana propició la aparición de “personal de servicios”, un grupo en el que podemos
situar a los funcionarios (administración, mantenimiento, seguridad, limpieza, abastecimiento, sanidad), los
sacerdotes y los educadores.

El sistema tributario constituía la base de la estructura económica mexica. El imperio estaba dividido en 38
provincias y cada una de ellas debía satisfacer a la capital una cantidad concreta, que podía variar en función
de la forma en que había sido integrada en el Estado (acuerdos pacíficos o conquistas), de su fidelidad al
poder central (estabilidad interna o rebeliones) y de la riqueza de la región. Los tributos no estaban
compuestos exclusivamente por productos autóctonos, lo que sirvió para fomentar el comercio. Suponían un
elevado volumen de ingresos para el Estado. Eran gestionados por la autoridad central (por medio de una red
de funcionarios) y destinados a sufragar los gastos del tlatoani, su familia, su corte y la administración; el
ejército y las campañas militares; el culto, las fiestas y los sacrificios; las obras públicas; las prestaciones
asistenciales; el abastecimiento de bienes de primera necesidad y materias primeras; y la realización de
regalos y donaciones para premiar méritos o por protocolo.

Guerra
La actividad fundamental de cualquier mexica era la guerra. Los jóvenes recibían una enseñanza militar y
acompañaban como ayudantes a los guerreros profesionales, con los que adquirían experiencia en combate. El
prestigio y el rango dependían del número de prisioneros capturados.

Los nuevos soldados eran “entrenados” en las “guerras floridas”, organizadas contra estados vecinos como
Tlaxcala o Cholula, con el fin preferente de conseguir prisioneros de guerra para los sacrificios humanos. No
pretendían matar a sus enemigos, sino dejarlos heridos o inconscientes para poder capturarlos vivos (lo que
les puso en desventaja posteriormente ante los castellanos).

Los mexica mantenían un ejército para las conquistas y tenían guarniciones permanentes en las zonas más
inestables o en las fronterizas.

Los asuntos militares eran regidos por un consejo militar, a cuyo frente estaba el tlatoani.

Administración
La administración mexica seguía un esquema piramidal, en cuya cúspide estaba el tlatoani y su par, el
cihuacóatl. En las provincias pacíficas, aprovechaban sus estructuras, establecían alianzas matrimoniales, y, o
bien, mantenían a los gobernadores favorables o bien colocaban a miembros de la dinastía en sus puestos. En
las regiones más rebeldes, colocaban gobernadores militares y guarniciones.

Tenían funcionarios encargados de los asuntos económicos (recaudación, supervisión del comercio) y una ágil
red de embajadores y mensajeros, que enviaban información al huey tlatoani. La administración estaba
centralizada en la corte de este último, a la que acudía una gran cantidad de señores y de trabajadores
(criados, jardineros, artesanos, juglares), por lo que su mantenimiento era muy costoso. El organismo más
poderoso era el consejo supremo, que estaba formado por el tlatoani y los señores de más alto rango.
También había otros “consejos”, entre los que destacaba el que se ocupaba de la gestión de los impuestos.

La organización judicial contaba con dos tribunales, uno para los pipiltin y otros para los macehualtin. Las
leyes mexica eran muy estrictas, siendo habitual la aplicación de penas de muerte.
La mayor parte de los cargos eran ocupados por nobles, que recibían remuneraciones por su dedicación
(tierras que usufructuaban mientras estuviesen al servicio de la administración).

Ideología
La cosmovisión era muy peculiar. Para ellos, la tierra estaba en el centro del mundo. Por encima, había 13
cielos en los que moraban los dioses y los astros; y por debajo, estaban los 9 pisos del inframundo.
Explicaban con mitos las fuerzas de la naturaleza y el devenir de los días y las noches. Creían en la existencia
de 4 mundos anteriores (los cuatro soles), todos ellos destruidos por cataclismos naturales; y pensaban que
vivían en la era del Quinto Sol, cuyo mito explica que los dioses se reunieron en Teotihuacan y se sacrificaron
para convertirse en los cuerpos celestes. Dicho sacrificio es el germen de los sacrificios humanos practicados
por los mexica, en pago del de los dioses y porque creían que la ofrenda de sangre humana era necesaria para
preservar la existencia del universo. El mito indica que el Quinto Sol sería destruido por un terremoto al
transcurrir un ciclo de 52 años. Por ello, al terminar los citados ciclos, los mexica organizaban la ceremonia
del Fuego Nuevo, en la que apagaban todos los fuegos y esperaban el amanecer; y si el sol salía, habría otros
52 años de tranquilidad.

La religión estaba muy presente en la vida cotidiana de los mexica. Eran politeístas y su panteón estaba
formado por una gran cantidad de dioses, propios y adoptados durante su peregrinación o de los pueblos
conquistados. Sus divinidades principales eran Tezcatlipoca (también denominado Quetzalcoátl y
Huitzilopochtli) y Tlaloc.

Estaba organizada por una gran cantidad de sacerdotes de distintos rangos, que llevaban a cabo rituales
solemnes y ceremonias cotidianas (imposición de nombres, matrimonios, sacrificios, exequias, etc.). Se
formaban en escuelas especializadas en las que aprendían a celebrar las ceremonias, así como nociones de
astronomía, medicina y escritura.

Los rituales mexica eran la máxima expresión de su espiritualidad. El calendario marcaba sus fechas de
celebración. Siempre eran públicos, solemnes y espectaculares, y en ellos, la sangre (de personas -mujeres
muertas en los partos, guerreros sin éxito, esclavos y prisioneros de guerra- o animales) era la principal
ofrenda a los dioses. Tras la liturgia, se organizaban fiestas con banquetes (en los que se solía comer la carne
de los sacrificados), bailes, cantos y juegos (pelota).

La “vida” posterior a la muerte dependía de la forma en que morían (no de su comportamiento en la vida). No
obstante, la vida cotidiana de los mexica era muy dura. Las leyes eran muy severas y los castigos corporales
en los niños y las penas de muerte en los adultos eran muy frecuentes. Los hombres eran educados para que
pudiesen mantener a sus familias con el trabajo, respetar a la autoridad y pelear por su comunidad; y
destacaban por su disciplina, frugalidad y resistencia física. Y las mujeres tenían como misión atender a sus
maridos e hijos. La ociosidad era el peor de los vicios, y delitos como el adulterio, la embriaguez o los robos
también eran castigados con la pena de muerte. Únicamente se hacía excepciones con los nobles, que podían
ser polígamos (dada la costumbre azteca de establecer alianzas políticas por medio de alianzas matrimoniales)
y con los guerreros profesionales (que podían tener una moral más laxa al ser su esperanza de vida muy
corta).

Desarrollos culturales
Los mexica integraron la tradición cultural mesoamericana, absorbiendo sus conocimientos, dedicándose a las
artes, la literatura y la ciencia.
El arte azteca es la culminación del sincretismo de las culturas dominadas. Los artistas formaban parte del
gremio de los artesanos. Destacaron principalmente en la escultura, tanto colosal (representaciones de dioses,
mitos y reyes), como de pequeñas dimensiones (joyas de piedras semipreciosas, que reproducen animales o
escenas de la vida cotidiana). No existen apenas restos pictóricos ni arquitectónicos (Tenochtitlan fue arrasada
en la conquista y sobre ella se edificó la ciudad de México; no obstante, los cronistas de la época dejaron
constancia de su magnificencia). Los orfebres mexica siguieron la tradición mixteca y adquirieron una gran
habilidad en la fundición del oro y la plata para elaborar joyas. Fueron auténticos especialistas en la plumería
(mosaicos para adornar mantas, elaborar trajes de guerreros, embellecer escudos o realizar tapices).

Los mexica desarrollaron su propio sistema de escritura, con elementos pictográficos, fonéticos, numéricos,
ideográficos y calendáricos, que plasmaron en códices de piel de venado o corteza de magüey con una
cubierta de estuco. Fue un instrumento esencial para la administración del imperio y la transmisión de
conocimientos. Nos han llegado obras literarias de gran barroquismo (poesía, narración de mitos, teatro) y
textos históricos de gran concisión y precisión.

Los aztecas eran muy aficionados a la música, la danza, los juegos (pelota, giros alrededor de palos boca
abajo, imitando a los pájaros) y las apuestas (llegaban a apostar a sí mismos).

Tuvieron profesionales dedicados a la ciencia, que tenían discípulos y registraban los conocimientos en libros.
Fueron grandes observadores de la naturaleza. Conocían las propiedades de los metales. Dedicaron una
especial atención a la astronomía. Elaboraron un complejo calendario (con años de 260 y 365 días y ciclos de
52 años) y determinaron con gran exactitud los movimientos del sol, la luna y diversos planetas y estrellas.
Conocían los cometas y tenían amplias nociones de meteorología. No obstante, la medicina y la herbolaria
fueron las disciplinas en las que más destacaron. Alcanzaron un elevado nivel sanitario y aprovecharon las
propiedades curativas de plantas y minerales. También reunieron amplios conocimientos de anatomía (gracias
a los sacrificios humanos, que conllevaban la extracción del corazón y el desmembramiento del cuerpo para
su consumo). La medicina era ejercida tanto por los hombres como por las mujeres (atendían siempre a
personas de su mismo sexo).

Área andina
Fragmentación política y cultural
La transición al Postclásico conllevó importantes cambios en la organización social y política de los reinos o
cacicazgos existentes en la región.

En la zona septentrional, la mayor parte de las unidades culturales fueron señoríos o jefaturas (Balao,
Atacames, Manteña, Milagro-Quevedo, Carangues).

En la central, el final del dominio de Huari propició una fragmentación política y cultural en pequeños reinos o
señoríos, que trataron de recuperar sus tradiciones anteriores. Dicha situación se mantuvo hasta la unificación
política bajo el Imperio Inca. Entre todos ellos, el más destacado fue el Reino del Gran Chimú.

Su capital fue Chan Chan, una de las más grandes urbes de la América precolombina, de 18km 2, habitada por
unas 200.000 personas en su momento de mayor expansión y construida sobre asentamientos Moche y Huari.
Dominó un gran territorio del Perú y constituyó una confederación de reinos o jefaturas semiindependientes.
Desarrolló una compleja agricultura hidráulica, así como un sistema de fortalezas y carreteras. Tuvo una
organización social muy jerarquizada, desde el grupo dirigente hasta las clases campesinas y artesanas. En
1425 fue conquistada por los incas.
La zona centro-sur o circun-Titicaca también tuvo diversos señoríos independientes.
El Imperio Inca
El Imperio Inca (Tawantinsuyu) fue la mayor estructura política hallada por los castellanos en el Nuevo Mundo.
Ocupaba desde el sur de Colombia hasta el río Maule en Chile y desde el Océano Pacífico hasta el inicio del
bosque tropical amazónico. Aglutinó las tradiciones de los pueblos dominados dentro de una gran estructura
imperial.

Historia política
Los incas cuentan con una rica tradición histórica, conservada por medio de cantares, quipus y pinturas, y
recopilada más tarde por cronistas.

Su historia política está mezclada en sus orígenes con leyendas (varias, recogidas por distintos cronistas).
Según ellas, el lugar de origen de los incas estaría a unos 25km al sureste de Cuzco, en el Paccari-Tambo,
donde se alzaba una colina llamada Tampu-Tocco, en cuyos muros se abrían tres cuevas, de donde salieron
las primeras generaciones de incas. Viracocha, el creador de las primeras generaciones, hizo salir de la
abertura central a los jefes, mientras que de las dos laterales salieron 10 clanes o ayllus originarios.

Los jefes incas de la primera generación fueron cuatro hermanos casados con sus cuatro hermanas. Estas
cuatro parejas condujeron a los 10 ayllus hasta la región de Cuzco. La peregrinación duró muchos años y
fundaron diversas poblaciones en el trayecto. Durante dicho lapso nació Sinchi Roca, el 2.º soberano inca, hijo
de Manco Capac y su hermana Mama Ocllo. Manco Capac se deshizo de sus 3 hermanos y al llegar al valle de
Cuzco era el jefe único de los incas. Dominaron a los pobladores locales y los incorporaron a los ayllus. Manco
Capac fundó Cuzco.

Los primeros reyes, hasta Inca Roca, son soberanos semilegendarios, de los que poco se conoce con
seguridad. Fueron tiempos de guerras intermitentes entre las tribus que habitaban en el valle de Cuzco. Sinchi
Roca, al igual que sus sucesores, fue más bien un jefe militar (sinchi), que un auténtico soberano. Le sucedió
Lloque Yupanqui, quien mantuvo la unión tribal con alianzas. El siguiente sinchi fue su hijo Maita Capac, quien
llevó a cabo las primeras campañas expansivas. Tras su muerte, heredó el trono Capac Yupanqui, quien tras
deshacerse de sus hermanos logró incorporar nuevos pueblos a la confederación inca.

A su muerte se produjo un cambio de dinastía. Los soberanos del Hurin Cuzco o Bajo Cuzco fueron vencidos
por los del Hanan Cuzco o Alto Cuzco. El primer soberano de la nueva dinastía fue Inca Roca, quien mejoró las
infraestructuras de Cuzco y dispuso de un ejército de 20.000 hombres con el que realizó diversas campañas
militares, topándose con los chancas.

Le sucedió Yahuar Huacac, quien no destacó ni por su capacidad organizadora ni por sus conquistas. Fue
sucedido por su hijo Viracocha, quien derrotó inicialmente a los chancas y tuvo que enfrentarse a los incas del
Hurin Cuzco.

Los chancas reaccionaron y volvieron a atacar Cuzco. Creyendo perdida la ciudad, Viracocha huyó y su hijo
Pachacuti asumió la defensa, logrando una victoria heroica. Los chancas volvieron a atacar y sufrieron una
nueva derrota, lo que hizo que muchos de los pueblos cercanos se aliasen a Pachacuti, que fue coronado
sinchi. Su reinado fue el germen del gran imperio inca, gracias a sus grandes conquistas militares, su
reconstrucción total de Cuzco (sistema de riego, almacenes de granos, Templo del Sol, formación de barrios),
la extensión de su modelo urbano a otras poblaciones del Imperio y la creación de caminos y puentes para
mejorar las comunicaciones entre ellas.
Su hijo Tupac Yupanqui, como gobernador del imperio, en los últimos años de Pachacuti, prosiguió la
expansión militar del Imperio, logrando conquistar el reino de los cañaris o el reino Chimú. A la muerte de
Pachacuti heredó el trono de un imperio que ya era como el que conocieron los castellanos. La red de
caminos, puentes y almacenes aseguraban las comunicaciones entre Cuzco y los lugares más apartados del
imperio y permitían al ejército desplazarse con gran movilidad. El abastecimiento estaba asegurado en las
múltiples regiones y la administración estaba completamente centralizada. La Pax incaica se extendía desde
Quito en el norte hasta Nazca en el sur y desde la costa hasta el inicio de la selva amazónica.

Tupac Yupanqui emprendió campañas militares contra los pobladores amazónicos (para calmar sus
incursiones y asegurar la obtención de productos valiosos como la coca, maderas preciosas, bambú, plantas
medicinales y oro), contra los pueblos de la región del Gran Chaco (Bolivia) o los del norte de la actual Chile,
llevando la frontera sur hasta el río Maule (del que no pudieron pasar por la oposición feroz de los araucanos).

Tupac Yupanqui también realizó diversas construcciones monumentales (fortalezas, palacios).

Le sucedió su hijo Huayna Capac (1493-1525), en cuyo reinado continuó el esplendor del imperio inca. No
amplió apenas sus fronteras (mínimamente hacia el este y el norte) y tuvo que sofocar algunas revueltas.
Murió de viruela.

Dos de sus hijos, Huáscar (el primogénito heredero) y Atahualpa lucharon por el trono, al tiempo que llegaba
Francisco Pizarro al Perú para poner fin a la historia del Imperio Inca.

La resistencia de los pueblos indígenas a los castellanos se prolongó hasta el siglo XVIII.

Sociedad
La unidad mínima de la sociedad inca era la familia (ayllu), de carácter endogámico y patrilineal.

La sociedad inca era militarista, por lo que estaba sometida a una continua pérdida de varones. Por ello, el
matrimonio era obligatorio para los hombres.

Los incas eran monógamos, a excepción de los más pudientes, que solían tener una esposa principal y un
número variable de concubinas (el número de estas era un símbolo de prestigio).

Los matrimonios solían ser endogámicos, pero no incestuosos (entre hermanos, salvo en el caso de los reyes
incas, que se casaban con sus hermanas el día de su coronación).

Los contrayentes podían cohabitar previamente (desde días hasta incluso años), para comprobar si la unión
iba a ser estable y duradera. En caso afirmativo, el matrimonio era sancionado por el Estado y tenía carácter
civil (no religioso). Los hombres que no tenían candidatas se casaban igualmente, tras la asignación directa de
una esposa por parte de los funcionarios.

Los matrimonios con las esposas principales eran indisolubles. En cambio, la unión con las concubinas
dependía exclusivamente de la voluntad del marido, que las podía repudiar en cualquier momento. Las podía
obtener de diversas formas: regalo del Inca, herencia de hermano fallecido, concubinas sin hijos de su padre o
botín de guerra.

Por encima de la familia, la unidad social básica era el ayllu, un grupo de parentesco en la que los miembros
eran descendientes de un antepasado común y que tenía una localización territorial estricta, cuyas tierras
trabajaban.
La incorporación de este sistema de organización social al imperio tuvo como consecuencia el nacimiento de
los ayllus reales o panacas, formados por los descendientes varones de un determinado inca, a excepción del
heredero, que habría de formar su propia panaca.

Otra característica de los ayllus era el culto a los antepasados, en especial, al fundador del linaje, que en las
panacas se conservaba en forma de momia.

La estructura social inca se basaba en tres principios fundamentales relacionados con la organización del
espacio: tripartición, dualismo y división decimal.

La tripartición hace alusión a la existencia de tres grupos sociales llamados collana, cayao y payán.
Originalmente, los collana eran los incas, los cayao los no incas y los payán, los frutos de uniones entre
collana y cayao. Posteriormente, los collana fueron los nacidos de mujeres principales de los grupos
dirigentes; los payán los nacidos de hombre collana y mujer cayao; y los cayao, el resto del pueblo.

El dualismo enfrenta a los collana y payán (con lazos de parentesco), con los cayao. También enfrenta a los
collana (incas puros) de los payán y cayao (sin limpieza de sangre).

En cuanto a la división decimal, la población se agrupaba en 10 panacas y 10 ayllus. Los tributarios se


organizaban en grupos de 10, 100, 1.000, 10.000 y sus correspondientes mitades.

La sociedad inca estaba muy estratificada. En la parte más alta estaba la nobleza real, cuyos miembros
(llamados “orejones” por los castellanos porque llevaban pesados pendientes que les deformaban las orejas)
componían las panacas o ayllus reales de los soberanos incas, y desempeñaban los principales cargos
administrativos, judiciales, militares y religiosos. Tenían muchos privilegios, entre los que destacaba el de
poseer tierras.

Por debajo estaba la nobleza rural, compuesta por los curacas o gobernantes de los reinos sometidos y sus
familiares. El cargo de curaca era designado por el Inca, quien se ocupaba de la formación política,
administrativa y lingüística (aprendizaje de la lengua oficial, el quechua) de sus hijos en Cuzco, donde debían
residir durante un par de años, con el fin de asegurarse su competencia de cara a la sucesión en el cargo. Este
acababa pasando al hijo mejor preparado. El Inca era también el responsable de elegir la esposa principal del
curaca, que aparte de ella podía tener varias concubinas más.

Y por debajo estaban los hatunrunas o la masa de población no privilegiada, que igualmente se agrupaba en
ayllus. Estaban sometidos a un estricto control y se les distinguía por su aspecto externo. Realizaban trabajo
para los soberanos y formaban parte del ejército.

La mayor parte de las mujeres eran las esposas de los plebeyos y trabajaban en el hogar o en los campos de la
comunidad. No obstante, la niñas de 8-10 años más bellas eran seleccionadas por funcionarios estatales y se
convertían en “acllacunas” (“mujeres escogidas”). Eran enviadas a unos centros especiales (que los castellanos
denominaron “conventos”), donde recibían una educación especial durante 4 años. Después, algunas eran
sacrificadas en los templos y la mayoría eran entregadas al soberano, quien convertía a algunas en sus
concubinas y entregaba como esposas principales a los orejones o a los curacas. Las restantes se convertían
en “vírgenes del Sol” y pasaban al servicio de los templos. También formaban parte de las acllacunas las hijas
de los nobles, pero a los 18 años salían de los “conventos” formativos para casarse con hombres de su mismo
rango social.
Otro grupo social curioso era el de los micmacs o mitimaes, que eran grupos de población que eran
trasladados forzosamente, con fines económicos (cultivo de campos), políticos (consolidación de conquistas),
religioso-culturales (aculturación de pueblos menos desarrollados) o demográficos (repoblaciones).

Por último, estaban los yanaconas, que eran siervos o criados perpetuos, al margen de los ayllu, que no tenían
que prestar la mita (trabajos obligatorios para el soberano) y debían realizar una serie de servicios al señor al
que estaban asignados, a cambio de una cierta independencia y de los beneficios propios de la cercanía al
señor (posesión de tierras o de concubinas).

Organización política y administrativa


El Estado inca era monárquico y teocrático (origen divino del poder y posición privilegiada de la clase
sacerdotal en la organización estatal).

La transición del nivel de jefaturas al de Estado se produjo a inicios del siglo XV. Los triunfos incas sobre los
chancas llevaron a los grupos de la región a aceptar progresivamente la hegemonía política y militar de los
incas, así como su sistema tributario, basado en las prestaciones de trabajo para el Estado o mita. El
crecimiento del poder de la jefatura inca se produjo como consecuencia de las conquistas militares y de la
dependencia de otras jefaturas menores que solicitaban protección a cambio de entregas de bienes y trabajo.

A la cabeza del Estado estaba el Sapan Inca o rey, cuyo poder procedía del dios Inti (el Sol, padre de los
fundadores Manco Capac y Mama Ocllo). Por ello, vivía haciendo ostentación de su cargo (ropas, nombre,
costumbres) y siendo el protagonista de grandes ceremonias. Sus funciones eran muy variadas: viajes de
inspección por el territorio del imperio, organización de los trabajos públicos, edificación de palacios y
fortalezas, dirección económica y de las campañas militares.

No obstante, el Sapan Inca era un primus inter pares, ya que Cuzco estaba dividido en 4 partes o suyus
(Tawantinsuyu), y cada una era gobernada por un Inca.

La sucesión no seguía el sistema de progenitura. El heredero podía ser incluso el hijo de una concubina o el
hermano del Sapan Inca, quien escogía al que consideraba el más capacitado. Ello propició frecuentes intrigas
y luchas entre panacas en los momentos de trono vacante. Para evitar tales tensiones, se estableció la
costumbre de que el designado sucesor fuese nombrado cogobernador en vida del Inca.

La magnitud del Imperio Inca hizo necesario el desarrollo de la administración y la presencia de una numerosa
burocracia. Cuando los miembros de la nobleza real fueron insuficientes para ocupar todos los cargos, se
recurrió a los nobles locales e incluso a otros que habían demostrado su capacidad en campañas militares o
tareas administrativas.

La población de Tawantinsuyu se organizaba con un sistema quinario decimal. Había distintas agrupaciones
de población: decurias (grupos de 10 familias) y decurias superiores (50 familias) con jefes plebeyos elegidos
por el curaca; centurias (100) y centurias superiores (500), grupos de 1.000, 5.000 y 10.000 familias, dirigidos
por curacas. Y por encima, los suyus, gobernados por Incas, que a su vez estaban subordinados al Sapan Inca.
Para mantener esta forma de organización de la población, estaban prohibidos los movimientos de familias
fuera de sus agrupaciones. Todas tenían identificativos en su vestimenta para que pudiese ser fácilmente
reconocida su procedencia. Solo podían desplazarse los micmacs y por orden real.

El complejo sistema administrativo inca requería para su funcionamiento información estadística precisa. Al no
tener escritura, los incas utilizaron los quipus, artilugios que constaban de una cuerda principal, a la que se
ataban otras de diversos tamaños y colores (que identificaban sectores), con nudos (que aludían a cantidades),
y a las que podían atarse otras secundarias. Los quipus eran sistemas mnemotécnicos que permitían a
funcionarios especialistas en la memoria guardar y ofrecer información exhaustiva sobre los distintos aspectos
contables del imperio (población por sexo, edad, clase y localización; producción, comercio, soldados,
abastecimiento, etc.).

El Imperio Inca tenía una red de vías de comunicación muy desarrollada (unos 40.000km de caminos). Desde
Cuzco partían calzadas empedradas que pasaban por encima de los obstáculos (incluso con puentes
colgantes) y llevaban a las ciudades más importantes. Contaban con abundantes refugios y almacenes de
provisiones en el camino, un cuerpo de inspectores (que se ocupaba de su mantenimiento) y un sistema de
correos o chasquis de gran eficacia (podían cubrir hasta 150 millas diarias).

El ejército era una herramienta fundamental para el Imperio Inca, tanto para la expansión como para el control
y la consolidación de las conquistas.

Todos los hombres aptos para la guerra, entre 25 y 50 años, eran susceptibles de ser incorporados para el
ejército, total o parcialmente, en unidades locales, tribales o regionales muy cohesionadas, que eran dirigidas
por los nobles locales y reales, y en última instancia, por el cogobernador y el Sapan Inca.

Aparte de su superioridad táctica y estratégica, el éxito militar inca radicó en su sistema de intendencia y
aprovisionamiento (aprovechamiento de la red de comunicaciones, existencia de depósitos de armas y
vituallas por los caminos, abastecimiento continuo fuera del Tawantinsuyu).

Así mismo, les ayudó a consolidar sus conquistas la actitud de respeto que mantenían hacia los vencidos, a los
que trataban como nuevos habitantes del Imperio, evitando los saqueos y rapiñas. Además, en muchas
ocasiones, los jefes locales seguían en sus puestos de mando como curacas confirmados por la administración
inca.

Economía
El sistema económico inca tenía dos niveles: los ayllus (comunidades rurales que se regían por el principio de
reciprocidad) y el Estado (que absorbía las prestaciones de sus súbditos y las redistribuía en forma de
infraestructuras o ayudas en situaciones de necesidad).

La agricultura proporcionó una elevada producción, adecuada para el mantenimiento del elevado contingente
demográfico del Imperio Inca. Y ello a pesar del escaso desarrollo de los instrumentos de labranza
(desconocimiento del arado y uso del palo cavador).

La eficiencia agrícola inca se basó en distintos factores:

 La existencia de una planificación centralizada de todo el sistema por parte del Estado.
 El trabajo cooperativo de la población para la construcción de obras hidráulicas en beneficio de los
rendimientos agrícolas (abancalamientos de ladera, y obras de riego y drenaje).
 La gran extensión de las zonas cultivadas en los territorios del Imperio.
 El aprovechamiento de la ingente cantidad de plantas domesticadas en el área andina.
 La expansión dirigida de cultivos por todo el Imperio.
 El aprovechamiento de la existencia de distintos tipos de suelos, climas y altitudes para la optimización
de los cultivos.
 La mejora de la productividad gracias al aprovechamiento del desarrollo tecnológico y de la utilización
de gran variedad de abonos (excrementos de llama, restos de pescado o guano).
 El desarrollo de técnicas de conservación de alimentos (como la patata o el maíz, bases del sistema
nutricional inca).
 Y la existencia de buenas comunicaciones con las distintas zonas especializadas de cultivo (facilidades
de transporte y abastecimiento).
El Estado Inca se esforzó por unificar los sistemas de tenencia, pese a las diferencias regionales, climáticas,
ecológicas, productivas o tecnológicas. En general, intentó distinguir entre dos tipos de tierras: las asignadas
en usufructo a los ayllus para la subsistencia de las comunidades locales y las reservadas para el
mantenimiento del aparato estatal.

Las tierras de los ayllus eran distribuidas en unidades familiares hereditarias (lo que generaba un gran apego a
la tierra). Eran trabajadas de forma comunal, pero se respetaban las asignaciones en el momento de la
recolección.

Las tierras estatales eran de dos tipos: las destinadas al mantenimiento de los templos y la clase sacerdotal
(llamadas tierras del Sol) y las que se ocupaban de generar recursos para la casa real y la administración. Ante
la ausencia de un sistema tributario en el Imperio (sustituido por la mita o prestación de trabajo personal en
las tierras, los rebaños o las obras públicas del Estado), estas tierras eran la mayor fuente de ingresos para la
“Iglesia” y el Estado.

También disponían de tierras (aunque de menor extensión), los mitimaes (colonizadores y guarniciones
militares), los curacas (gobernadores de las comunidades rurales) y los nobles, siempre por concesión del
Inca. Las únicas tierras independientes de las propiedades del Estado eran las pertenecientes a las panacas o
linajes reales.

La ganadería tuvo una gran importancia en el Imperio Inca gracias a la domesticación de la llama y la alpaca
(producida en la región del Lago Titicaca hacia el 100 a.C.).

La posesión del ganado en las comunidades locales solía ser personal. Solía tener varios fines: transporte
(llama; hasta 45kg de carga y 20km al día, en reatas muy numerosas), obtención de lana (alpaca) y de estiércol
para combustible y abono (ambas).

El Estado también disponía de gigantescos rebaños, cuyo cuidado formaba parte de las prestaciones
personales obligatorias (mita). Su misión principal era militar (suministro de víveres y armas a los ejércitos).

Por último, el ganado también era utilizado para la práctica del comercio entre distintos ayllus (trueque) y de
carácter interregional.

El comercio fue muy limitado en el Imperio Inca. La gestión estatal de los productos de la mita lo hicieron
prácticamente innecesario. La administración redistribuía dichos productos (que eran guardados en tambos o
depósitos estatales y contabilizados con detalle por medio de quipus) en función de los intereses políticos
(sostenimiento de campañas militares o premio de servicios) o de las necesidades regionales (asegurando así
el abastecimiento de todos los pueblos integrados en la organización imperial). La mita, por tanto, era el
“pago” por la seguridad política y de la subsistencia.

Por último, cabe destacar el desarrollo de la producción textil (algodón en la costa y lana en el interior), para
satisfacer las necesidades de la población, del ejército y del boato de los gobernantes y los usos litúrgicos.
Religión
En el Imperio Inca convivían la magia y la religión, así como los cultos locales y el oficial.

El mito cosmogónico de los incas es muy similar al azteca: cuatro soles y cuatro edades de mil años que
terminan con un cataclismo que acaba con la humanidad; y un quinto sol regenerado por la dinastía de los
Incas.

El panteón andino era politeísta y tenía una gran cantidad de dioses, entre los que los más importantes eran
Viracocha (el creador del mundo) e Inti (el dios del Sol, al que se atribuía la prosperidad agrícola).

Las creencias populares que convivían con la religión oficial eran de un gran riqueza. Entre ellas, destacaba la
devoción a las huacas, término que designaba a una fuerza espiritual extraordinaria que se materializaba en
cualquier persona, animal, elemento de la naturaleza, lugar u objeto. Consideradas como benéficas o
maléficas, recibían constantemente ofrendas.

Otros aspectos destacables de la religiosidad inca eran el culto a los muertos y, en especial, a las momias de
los soberanos, y la preferencia de los sacrificios de llamas a los humanos (solo para situaciones especiales
-enfermedad o peligro de muerte del Inca, fertilidad-).

Urbanismo y arquitectura
La arquitectura es la manifestación artística más importante de los incas. Utilizaron los sistemas constructivos
más impresionantes de los pueblos precolombinos.

La culminación arquitectónica y el centro del Imperio fue Cuzco, fundada hacia 1.100 y reformada por
Pachacuti a mediados del siglo XV. Estaba dividida por razones de parentesco en dos partes: Hanan (Alto)
Cuzco y Hurin (Bajo) Cuzco; y por razones cosmogónicas en cuatro (cuatro direcciones del mundo y cuatro
suyus).

Los ayllus reales estaban en el centro (donde abundaban los palacios y edificios públicos, y se localizaba el
Templo del Sol) y los demás en los arrabales. El trazado urbano era geométrico (calles largas, rectas y
estrechas, y con un canal central de agua) y tenía dos plazas como principales puntos de referencia. En una de
ellas, la de la Alegría, era donde tenían lugar las grandes ceremonias civiles o religiosas en las que intervenía
el Inca. La población de la ciudad en el tiempo de la conquista podría ser de unos 150.000-200.000
habitantes.

Cuzco sirvió de modelo arquitectónico y urbanístico para las demás ciudades del Imperio.

Ciencia y arte
La inexistencia de textos escritos incas ha dificultado el conocimiento de estos aspectos, que se basan en las
confusas ideas recogidas por los cronistas castellanos.

Los incas fueron herederos de la larga tradición científica andina.

Su calendario era más parecido al occidental que el mesoamericano. Se componía de 12 períodos o quilla y
tenía como puntos de referencia los dos solsticios.

La medicina inca era la más avanzada del mundo en su época, especialmente en el ámbito de la cirugía. Las
amputaciones, escisiones, trepanaciones, injertos o trasplantes de huesos fueron operaciones quirúrgicas
relativamente frecuentes y con resultados asombrosos si tenemos en cuenta la tosquedad de los instrumentos
utilizados. Así mismo, destaca el recurso a la sutura fórmica (con hormigas).

También utilizaron otras técnicas, como la dieta, las purgas, los masajes y las sangrías. Y aprovecharon una
gran variedad de plantas medicinales (como coca, quina o tabaco).

Los procedimientos médicos se mezclaban con otros mágicos y religiosos (plegarias, sacrificios, ofrendas), ya
que las causas de las enfermedades eran atribuidos a fuerzas sobrenaturales o a la mala voluntad de los
dioses.

Los incas no fueron grandes creadores en las artes plásticas. Incluso su arquitectura destacó más por su
solidez y perfección técnica, que por su estética.

Artes como la escultura o la pintura mural fueron ignoradas sistemáticamente por los incas. Su cerámica fue
muy sencilla y puramente funcional.

Sí se distinguieron en el trabajo de la madera, en el que destacan los keros, vasos rituales de madera
ricamente policromada, que eran utilizados en las ceremonias más importantes. Así mismo, fueron grandes
orfebres. Recogieron la tradición moche y chimú y trabajaron el oro, la plata y el bronce con técnicas variadas
(repujado, laminado, cera perdida), produciendo piezas de gran calidad (hachas votivas, agujas, máscaras de
oro de momias, cabezas de maza). También destacaron como tejedores.

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