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Un deseo para Alberto Msaciones Francisca Palomas . Deccién de publcaciones generals: Sergio Tanhnuz P Edin: Sergio Tanhnuz P Daeccion de arte: Carmen Gloria Robles S. Disero y chagramacion: Roberto Pefallo E Prodiuccion: Andres Carasco Z. Primera eckiin abil 2012 (© Maria Teresa Feret Ananias © Ediciones SM Chile SA, Coyancura 2283, ocina 203, Prowidencia, Santiigo de Chie. AATENCION At CLIENTE Teléfono: 600 381 13 12 Corteo electrinico:chile@edicionessmcl Pagina webs werwediciones-smcl Regist de propiedad intelectust 215.810 Registio de ediciére 2151809 ISBN 978-956-349-039.8 Impresion: Salesianos impresores SA. General Gana 1486, Santiago, lmpreso en Chile / Printed in Chile Not peri eproducn tao pra e te va nie ‘atari fara Para mi hijo Gabriel, quien naci6 al mismo tiempo que este libro. Un dia de muchisimo calor, Alberto paseaba por las calles de su barrio. Llevaba la mirada fija en el suelo y la boca muy seca. Para olvidar la sed que» sentia, iba tarareando el coro de una Pegajosa cancién. Casi sin darse cuenta, llegé a una plaza que, extrafiamente, estaba vacia. Se dirigié a una vieja pileta cuya pintura se cafa a pedazos. Acercé su boca y la abrié ansioso para recibir el chorro de agua. Apreté con fuerza la pequefia palanca de metal, una, dos, tres... muchas veces, pero no salfa nada. i Muy enojado y con mas sed que nunca, le dio una patada a la pileta con la punta del zapato. —jHey! —le grité una voz profunda y poco amigable. Alberto, que ya se habia dado media vuelta para volver a su casa, mir6 para todos lados esperando encontrarse con alguien. —iQuién est ahi? —dijo asustado. —Yo —contesté la voz. EI nifio pensé que la voz provenia de la pileta. Sin despegar los ojos de ella, dio algunas vueltas a su alrededor, hasta que fijé la vista en el suelo y vio un agujero tapado con una rejilla metélica. —Acé estoy —dijo la voz, que sin duda venja del interior de la abertura. Alberto se recosté en el suelo y con esfuerzo sacé la rejilla. Acercé su cabeza para mirar al interior y arrugé la nariz por el mal olor que salia del lugar. Se restreg6 los ojos un par de veces hasta que lo vio: Cramer rectus Comets nore ets OO cm etn er te lecmren teers eercore) Tenet Okoaw ie —Presentémonos rapido —dijo el sapo—. Eres un chiquillo que patea casas ajenas y yo un sapo condenado a conceder deseos. —;Pu-pu-puedes hablar? —contest6 Alberto con el corazén acelerado. —Si, y también cantar, ladrar, aullar y maullar. Pero ahorrémonos las explicaciones, me quiero volver a dormir. —Qué haces aqui? :Vives bajo la pileta? —No més preguntas porque no hay més respuestas. Estoy aqui para cumplirte un deseo, pero no te demores en pensar. Puede ser ropa nueva, una nave espacial, superpoderes... Mi trabajo es hacerlo realidad. 23 A Alberto se le agrandaba la sonrisa cada vez que el sapo le daba una nueva idea. ;Un deseo! Se sentia tan afortunado; seguro que nadie en su casa le creeria a su regreso. Tenia que pensarlo bien para no malgastar su inica oportunidad. —yTiene que ser solo un deseo? —pregunté Alberto con voz de estar haciendo algo malo. —-¢Te lavaste los ofdos hoy? —le contest6 el sapo de mala gana—. Dije bien claro que es un deseo solamente. —Estas enojado? —volvié a preguntar Alberto, lo que colmé la paciencia del sapo. —iYo no elegi este trabajo! Me lo impusieron y no lo puedo dejar porque estoy atascado en esta alcantarilla. Imagina pasar los ultimos afios de tu vida encerrado en un agujero y cumpliendo deseos intitiles. zEstarias tii contento en mi lugar? Pffff —resopl6 el sapo—, no lo creo. ‘ 29 Entonces al muchacho se le ocurrié una idea brillante. —iLo tengo! Quiero que en vez de un deseo me concedas cuatro. 30 | El sapo vacilé durante un instante. Nunca nadie le habia pedido eso. Si i bien estaba sorprendido, no habia razon para no concedérselo. Asi que tom6 aire, cerr6 los ojos, se hinché mas de lo que ya estaba y brillos dorados aparecieron en su entorno. Todo el interior de la mohosa alcantarilla se llené de luz. —Deseo cumplido —afirmé—. Ya pediste el primero de los cuatro deseos, chiquillo. Te quedan tres. —Tres... —dijo Alberto, y sin medir las consecuencias de sus palabras se puso a pensar en voz alta—. Qué dificil, me gustaria que se me ocurrieran muchas cosas. —Segundo deseo cumplido —dijo el sapo mientras se hinchaba y volvian a aparecer los brillos. 34 En ese preciso momento, por la ftitbol, videojuegos, muchos pasteles cabeza del nifto pasaron un montén de merengue y frambuesas, el tesoro de ideas sobre lo que podia pedirle: perdido de un pirata... ser cantante de rock, una camiseta autografiada de la seleccién chilena de A Alberto solo le quedaban dos deseos y tenia por lo menos quinientas cosas en mente. Querfa decidirse luego, pues no deseaba que el sapo se enojara més de lo que ya estaba. Entonces pens6 nuevamente en voz alta: —Quisiera poder escoger solo un deseo de todos los que se me ocurren. Luego de decirlo se tapé la boca con la mano, pero era demasiado tarde. El sapo ya estaba con los ojos cerrados y destellos dorados flotaban sobre su cabeza. 39 ST —Tercer deseo cumplido —le dijo con muy poca expresién en el rostro—. Ahora te queda solo uno. Al nifio le sudaban las manos. Habja usado tres deseos y no queria equivocarse con el tiltimo. al Pens6 en una enorme y lujosa mansién, pero luego miré la alcantarilla himeda y ligubre donde vivia el sapo y desistio. 43 Imagin6 tener poderes magicos para volar y viajar por todo el mundo, pero vio como el sapo apenas podia moverse del lugar donde se encontraba atascado y deseché la idea. Entonces se le ocurrié pedir una montafia de dulces y chocolates. Quizas podria compartirlos con el sapo, pero al mirarlo vio que su poca movilidad no le permitia ni engullir la mosca que lo merodeaba hacia rato. Pensé en lo infeliz que puede ser alguien condenado a pasar una eternidad haciendo algo por obligacién y le dio mucha lastima. —iYa sé!—le dijo al sapo, quien tenia los ojos cerrados como si durmiera—. Ya tengo mi cuarto deseo. —Habla rapido —le contesté el sapo, abriendo un solo ojo. —Quiero que puedas salir de esta asquerosa alcantarilla y asi quedes liberado de tu obligacién de cumplir deseos. El sapo abrié ambos ojos muy grandes, —2Ests seguro? —pregunt6 sorprendido. Alberto asintié con la cabeza. SI Inmediatamente, sin darle tiempo para arrepentirse, el sapo tom6 aire, més aire que en las oportunidades anteriores. Dejé i caer sus pdrpados y miles de | chispas luminosas comenzaron a flotar a su alrededor. Luego bot6 el aire que habia tomado y en ese suspiro se deshinch6 increiblemente, como si se sacase cien afios de encima y con ellos los poderes que lo tenfan condenado. Sus parpados ya no estaban caidos y su cara no reflejaba cansancio, sino pura felicidad. —jGuarap! —dijo el sapo, lo que el nifo interpreté como un “gracias”. 34 El sapo salié con un brinco de la alcantarilla y saltando se alejé de la pileta para perderse entre los jardines del parque. Alberto dio media vuelta y mientras emprendia nuevamente su rumbo, volvié a notar que tenia mucha sed. 37 —La préxima vez que me encuentre con un sapo magico, sin duda le pediré una bebida. 59 Y tarareando la melodia pegajosa, con paso liviano y una mirada que brillaba tanto como el sol de mediodia, Alberto se alejé del lugar. 61 ? “” ‘<< = ox, bad ta cl “” i) es bd —_ =) o ¢ Si te gusté Un deseo para Alberto, te invitamos a leer otros libros de la coleccién “El Barco de Vapor": Tincuda es una pequefia marsupial que vive en la selva valdiviana y que solo es ‘conocida por su famitia. Ella suefia con ser famosa, pero veces algunos suefios son solo espefismos, arn TINCUOA, LA COMADREJITA TROMPUDA EL BARCO DE VAPOR, SERIE AZUL Cinco relatos que recu- peran el tono clisico del cuento tradicional, lejano y misterioso, ue nos invita a entrar a mundos simples, minimos y de pequefias craturas cuyos extras m nes divert, ae EL SECRETO DEL CARACOL ‘Alicia Morel EL BARCO DE VAPOR, SERIE AZUL

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