(Santiago de Chuco, 16 de marzo de 1892 – París, 15 de abril de 1938) fue un poeta y escritor peruano. Es considerado uno de los mayores innovadores de la poesía del siglo XX y el máximo exponente de las letras en su país.1 Es, en opinión del crítico Thomas Merton, «el más grande poeta católico desde Dante, y por católico entiendo universal»2 y según Martin Seymour-Smith, «el más grande poeta del siglo XX en todos los idiomas». Nació en Santiago de Chuco, pueblo en una zona alta del departamento de La Libertad, en Perú. Hijo de Francisco de Paula Vallejo Benítez y María de los Santos Mendoza Gurrionero, fue el menor de once hermanos; su apariencia mestiza se debió a que sus abuelas fueron indígenas y sus abuelos gallegos, uno de ellos fue el sacerdote mercedario José Rufo Vallejo, quien yace en las catacumbas de la iglesia del pueblo de Pallasca en Áncash.5 Vallejo era un “hombre muy moreno, con nariz de boxeador y gomina en el pelo”, recordaba César González Ruano, en una entrevista publicada en el Heraldo de Madrid, el 27 de enero de 1931. Estudió la secundaria en Huamachuco e ingresó a la universidad de Trujillo para estudiar Letras. También estudió en la universidad San Marcos de Lima. Por esos años hizo amistad con Antenor Orrego, Víctor Raúl Haya de la Torre, Manuel González Prada, Abraham Valdelomar, José María Eguren, José Carlos Mariátegui y otros destacados intelectuales del siglo XX. Desde 1923 vivió entre París y Madrid dedicado a la literatura, el periodismo y la vida política. También viajó a Moscú en tres ocasiones. En 1927 conoció a Georgette Philippant, con quién se casó al año siguiente. Publicó en Lima sus dos primeros poemarios: Los heraldos negros (1918), con poesías que, si bien en el aspecto formal son todavía de filiación modernista, constituyen a la vez el comienzo de la búsqueda de una diferenciación expresiva; y Trilce (1922), obra que significa ya la creación de un lenguaje poético muy personal, coincidiendo con la irrupción del vanguardismo a nivel mundial. En 1923 dio a la prensa su primera obra narrativa: Escalas, colección de estampas y relatos, algunos ya vanguardistas. Ese mismo año partió hacia Europa, para no volver más a su patria. Hasta su muerte residió mayormente en París, con algunas breves estancias en Madrid y en otras ciudades europeas en las que estuvo de paso. Vivió del periodismo4 complementado con trabajos de traducción y docencia. En la última etapa de su vida no publicó libros de poesía, aunque escribió una serie de poemas que aparecerían póstumamente. Sacó en cambio, libros en prosa: la novela proletaria o indigenista El tungsteno (Madrid, 1931) y el libro de crónicas Rusia en 1931 (Madrid, 1931). Por entonces escribió también su cuento más famoso, Paco Yunque, que saldría a luz años después de su muerte. Sus poemas póstumos fueron agrupados en dos poemarios: Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz, publicados en 1939 gracias al empeño de su viuda, Georgette Vallejo. La poesía reunida en estos últimos volúmenes es de corte social, con esporádicos temas de posición ideológica y profundamente humanos. Para muchos críticos, los Poemas humanos constituyen lo mejor de su producción poética, que lo han hecho merecedor del calificativo de «poeta universal». Vallejo es autor de importantes libros de poesía como: Los Heraldos negros (1919), Trilce (1922), España, aparta de mí este cáliz (1939), Poemas humanos (1939). En narrativa destacan sus obras: Paco Yunque (1931), Fabla salvaje (1923) y El Tungsteno (1923). Falleció víctima de paludismo el 15 de abril de 1938, en París (Francia). Ficción 1923- Escalad Melo grafiadas, talleres tipografía de la penitenciaria (cuentos) 1931- Tungsteno (novela) 1931- Hora del hombre (novela) Libros de Referencia 1932- Rusia en 1931: reflexiones al pie de Kremlin 1932- Rusia antes del segundo Quinquenal Drama 1937- La piedra cansada