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El dilema de un joven directivo: ¿Seguridad o solo beneficios?
Antonio pensaba en el peligro que corrían sus trabajadores y no cesaba de darle vueltas al
modo de atender a su seguridad sin aumentar excesivamente los costes de explotación.
Comento el tema con su encargado, con muchos años de experiencia. Este le dijo que el
modo de trabajar en Contrasba era usual en el sector, aunque “hay que reconocer que,
algunas veces, las medidas de seguridad son insuficientes”.
Estudiaron juntos el tema y evaluaron el coste que supondría tener una seguridad que
calificaban de “adecuada”: esto suponía alrededor de un 1% del incremento del coste total
de la obra. Cumplir todas las medidas exigidas en el plan de seguridad suponía alrededor
de un 3%, además de retrasar un mes terminación de la obra (la duración prevista era de
28 meses), con la consiguiente penalización.
Antonio Cobos pensaba que al menos debía adoptar las medidas para tener una seguridad
“adecuada”, pero el margen de beneficio previsto disminuiría un poco y esto la
desacreditaría ante la dirección. De esta forma estaría todavía fuera de la ley, aunque
mejoraría bastante la seguridad en la obra. Cumplir a rajatabla suponía demasiado y no
estaba dispuesto a decidirlo por si mismo.
Ante esta situación, Antonio fue a visitar a su inmediato superior, el director de operaciones
de Contrasba, Fernando Rosas. Tras exponerle el tema, Fernando se expresó en los
siguientes términos:
“Antonio, las obras deben hacerse bien. En Contrasba no vamos a disminuir costes
prescindiendo de lo que es necesario. Ahora bien, encuentro ridículo gastar dinero en algo
que, en la práctica, no nos lleva a ninguna parte. Pienso, por ejemplo, en el montaje del
puente: según la legislación, debería ponerse una barandilla a cada viga, y esto no lo hace
nadie. Imagínate el tiempo que nos haría perder cumplir todas las medidas de seguridad
con el personal que tenemos, y el dinero que nos costaría diariamente. Además, en esta
corta variante ya no hay necesidad de hacer más voladuras. En verdad que tienes un
pequeño puente y algún riesgo de desprendimientos, pero si ponéis cuidado no ha de pasar
nada. Mira, Antonio, en una obra ganas dinero si la haces en poco tiempo; si no, los gastos
fijos mensuales te comen los resultados. Preocúpate de alcanzar un beneficio del 8% y no
quieras hacer lo que nadie hace. Los accidentes se evitan si cada uno está por lo que hace
en cada momento y actúa prudentemente; lo que hacen las normas, se pasan”.
Tras estas palabras, Antonio se daba cuenta de que cumplir las exigencias legales podía
tener serias repercusiones para él. Tal vez podría disminuir algo otros costes mediante una
buena gestión, pero la corta de beneficios que le habían marcado era realmente muy
elevada. Otras constructoras solo exigían para centros de beneficios de obras parecidas un
6% de beneficios.
Había otros problemas. En Contrasba, como en otras empresas de construcción y obras
públicas, había numerosos trabajadores eventuales; y se sabía que los trabajadores
temporales se accidentan tres veces más que los fijos.
Había también falta de sensibilidad de los obreros para aumentar su propia protección en
el trabajo. A menudo, Antonio veía a su gente sin casco utilizando el soplete sin gafas o
trabajando a alturas peligrosas sin atarse. Aparte del engorro que suponía tener que utilizar
el casco en época de calor o ponerse las gafas para soldar, muchos obreros tenían un
exceso de confianza en que no les pasaría nada al incumplir lo legalmente establecido.
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