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VENEZUELA: DIAGNÓSTICO COMPLEJO E INCIERTO PORVENIR

https://www.elnacional.com/venezuela/analisis-venezuela-diagnostico-complejo-e-incierto-porvenir/ del
07 de Marzo del 2020

Por Pedro Mario Burelli @pburelli

Es inútil hablar de Venezuela, y de su futuro, sin tomar en consideración todos los elementos que hoy
definen su realidad. Enumerarlos no es tarea fácil, ni grata, pero es el propósito de este escrito. Esta es
una lista parcial de problemas que no podemos ignorar. Problemas y distorsiones que se han acumulado
en las últimas cuatro décadas, y con particular intensidad y malignidad durante la llamada Revolución
Bolivariana. La lista debe ampliarse, y definirse cada elemento con gran precisión, pero espero que este
primer esfuerzo sirva como advertencia a quienes dentro y fuera de Venezuela -por desconocimiento,
comodidad o complicidad- saltan a conclusiones erradas, simplifican diagnósticos o escenarios, y sueñan
con soluciones milagrosas.

El porvenir de Venezuela será regido por todos los problemas que hoy la definen y por la muy compleja
interrelación entre ellos.

(Nota: esta lista de problemas o crisis, dividida en grandes categorías, no tiene, a propósito, un orden en
particular)

1. Lo humano e inhumano de la crisis


Padecemos una crisis humanitaria compleja que lejos de amainar crece cada día y tiene efectos graves a
corto, mediano y largo plazo. 1 de cada 3 venezolanos padecen de inseguridad alimentaria, para 2.3
millones de ellos el tema es severo. En su reciente evaluación, el World Food Program de las Naciones
Unidas estimó que son más de 9.3 millones los venezolanos necesitados de ayuda alimentaria inmediata.
La escasez y/o carestía de las medicinas afecta a una proporción aún mayor de la población, y las
estadísticas de muertes por enfermedades que habían sido erradicadas o por falta de fármacos y/o
tratamientos son tan escalofriantes como dolorosas.
Observamos un aumento vertiginoso de la pobreza extrema y la marginalidad; se puede hablar de la
pauperización estructural y extrema de la mayoría de la sociedad venezolana.
Se ha producido el colapso en la escolaridad a todos los niveles: preescolar, primaria, bachillerato y
universitario. El número de niños fuera del sistema crece cada mes, la calidad de la educación es pésima
en todos sus niveles y el Régimen insiste en la indoctrinación ‘chavista” como principal objetivo en
primaria y bachillerato. La autonomía universitaria está totalmente vulnerada; el financiamiento a las
principales universidades públicas se ha reducido al mínimo.
Colapso de la infraestructura social: hospitales, ambulatorios, escuelas, campos deportivos, parques,
museos etc. La falta de construcción de planta física nueva, y de mantenimiento de la existente, ha
llevado a Venezuela a niveles de calidad de infraestructura de hace 70 u 80 años. En algunos casos no
existe operatividad alguna de las instalaciones con el consiguiente desamparo de quienes dependían de
ellas.
Venezuela ha sufrido el éxodo continuo de profesionales y técnicos, con pérdidas importantes de médicos
y enfermeros, maestros y profesores, e ingenieros y científicos de todas las ramas.
PDVSA y la CVG han perdido prácticamente toda su gerencia profesional y sus técnicos más
cualificados. La Fuerza Armada ha sido diezmada por bajas y deserciones. En total, 5 millones de
venezolanos han emigrado desde el 2013. La partida de jóvenes universitarios, y sobretodo aquellos
graduados de las mejores universidades, es particularmente preocupante mirando al futuro. Según el
World Economic Forum, en el mundo, solo Haití ha tenido una fuga de cerebros mayor que la de
Venezuela.
Paliar, y luego revertir, la catástrofe humanitaria implica una operación de asistencia internacional con
pocos paralelos en la historia ya que el daño y las carencias se extienden por todo el territorio nacional.
Los retos financieros, logísticos y de seguridad serán enormes. Los cálculos más optimistas hablan de una
fase de ayuda humanitaria sostenida de 9 a 12 meses. Otros calculan años de asistencia humanitaria y
apoyo internacional en el delicado campo de la seguridad nacional y ciudadana.
El retorno de la diáspora no será tan rápido o completo como muchos pronostican (y todos queremos).
Problemas que se destacan en este trabajo harán que el llamado ‘día después’ sea un periodo de mucha
inseguridad y precariedad. Quienes han encontrado sosiego y empleo fuera del país difícilmente
regresarán a Venezuela hasta no tener evidencia de estabilidad – en el sentido más amplio – y garantías
ciertas de sustento económico. El círculo vicioso aquí es que la reconstrucción depende en cierto grado
del retorno del talento que continúa emigrando.

2. Los derechos humanos dejaron de ser un derecho


Organismo Internacionales y reconocidas ONGs han reportado abusos sistemáticos de DDHH y crímenes
de Lesa Humanidad perpetrados por el vasto aparato de represión civil y militar bajo órdenes de un
núcleo duro (y sádico) del Régimen hoy de facto. El SEBIN, la DGCIM, la GNB, la Policía Nacional
Bolivariana y sobretodo sus Fuerzas de Acciones Especiales o FAES, y la Fiscalía General de la
República, son los instrumentadores de esta política y reciben para ello asesoría de los servicios de
inteligencia y represión de aliados como Cuba, Rusia e Irán.
A pesar de un discurso ‘indigenista’, el Régimen abusa de los derechos de nuestros pueblos indígenas. Sin
excepción, todos los pueblos indígenas sufren abandono y desplazamientos forzados. La crisis
humanitaria ha afectado a todas las comunidades indígenas y los 34 pueblos indígenas que residen al sur
del Orinoco están particularmente amenazados por la violencia y la destrucción del medio ambiente que
caracteriza la minería ilegal e indiscriminada. Las matanzas que se han reportado son solo lo más
noticioso de una profunda y vergonzosa tragedia que hay que detener cuanto antes.

3. El colapso del Estado y de la institucionalidad democrática


La Administración Pública ha sido efectivamente desmantelada. El clientelismo, la falta de
profesionalismo, la ausencia de controles y la corrupción resultante han sido factores fundamentales en la
quiebra operativa, financiera y moral del Estado y por consiguiente, del país. Como consecuencia, las
herramientas administrativas disponibles a un Gobierno de Transición serán limitadas, y será imposible
ejecutar una limpieza total en el corto y mediano plazo. Los funcionarios a ser designados por un nuevo
gobierno tendrán que convivir con personal redundante, inútil o peor. Esto garantiza que la gestión
pública será estructuralmente deficiente y precaria por años. Esta innegable realidad tiende a no estar muy
bien calibrada en los planes para el hipotético ‘día después’ que comienzan a abundar dentro y fuera del
país.
Colapso y desinversión en los servicios públicos y la infraestructura física del país. La planta física
asociada a la generación y distribución de electricidad, los sistemas de saneamiento y distribución de agua
limpias, las telecomunicaciones y el aseo urbano se encuentran en un estado deplorable, comparable a la
de países de muy bajo desarrollo o aquellos abatidos por una guerra. Además, el retraso en inversiones, y
el descuido en mantenimiento, afecta a todas las autopistas, carreteras, ferrocarriles, metros, puertos y
aeropuertos del país.
El colapso de la gestión ambiental es particularmente preocupante por su impacto en toda la sociedad. La
irresponsable eliminación del Ministerio del Ambiente, el desmantelamiento de organismos rectores y la
corrupción en ejecución de obras, ha resultado en empresas hidrológicas sin supervisión (82% población
no recibe agua de forma continua, 75% centros de salud no reciben agua de forma continua), cuencas
productoras de agua intervenidas y contaminadas, y los embalses eutrofizados y también contaminados.
Recordemos que sin agua no hay país!
Debido a la obsolescencia de la infraestructura petrolera y la falta de total mantenimiento y pericia se
producen constantes derrames petroleros. Entre el 2010-2019 PDVSA fue responsable de decenas de
miles de derrames de crudo y otras sustancias contaminantes del ambiente. Además, las empresas
petroleras internacionales que operan en el país tampoco invierten en esta área, debido al
desmantelamiento de la institucionalidad de la administración ambiental.
Actualmente el país no tiene activado el Sistema Nacional de Protección Civil. La Fuerza Armada no ha
sido formada en materia de atención de desastres (Ej. terremotos, deslaves, inundaciones, incendios),
tampoco los cuerpos de seguridad ciudadana. No hay planes de reducción de riesgos ambientales y
adaptación al cambio climático ni protocolos de contingencia. No hay maquinaria para la remoción
masiva de escombros. No hay equipos médico – hospitalarios tales como camas hospitalarias, sillas de
ruedas, quirófanos portátiles, plantas eléctricas, camillas, entre otros que se requieren para dotar a
edificaciones que pueden funcionar como refugios u hospitales de campaña. No hay capacidad instalada
de comunicaciones alternativas, la telefonía móvil es muy vulnerable a la falta de energía eléctrica. En
todas las ciudades grandes la población de bajos recursos supera el 60% y la extensión territorial de zonas
informales supera el 40%. Estos desarrollos urbanos son vulnerables inherentemente, pero además están
emplazados en laderas inestables o lechos de inundación de ríos.
4. El Estado mafioso y el desimperio de la ley
Venezuela se consolidó como un emporio para el Narcotráfico en todas sus fases: producción (en base a
pasta de coca importada), transformación (en sofisticadas plantas industriales), tráfico y lavado del
ingreso, con participación de componentes de la Fuerza Armada y funcionarios del Régimen, incluidos el
Sr.Maduro, su esposa y muchos miembros de su Gabinete, además de un sinfín de actores externos.
Clasificar al Estado Venezolano como un NarcoEstado es por tanto adecuado: el dinero del narcotráfico
además ha comprado, y sigue comprando, a jueces, fiscales, funcionarios públicos, militares, policías,
políticos, empresarios y medios de comunicación.
La ciudadanía está expuesta a una criminalidad rampante e impune aupada por personeros del Régimen y
del partido PSUV, y alcahueteada por fiscales y jueces maleados. Así vemos a megabandas, pranes,
trenes, sindicatos criminales, colectivos, la FBL – Fuerza Bolivariana de Liberación, el ELN y las FARC,
hacer de las suyas en todo el territorio nacional. La inseguridad resultante es para cientos de miles la
razón principal para abandonar el país. (Lamentablemente aun fuera del país los venezolanos siguen
siendo presa de bandas criminales).
La corrupción endémica y la impunidad sistemática han degenerado en un desmoronamiento de la ética
del funcionario público y de la ciudadanía en general. Décadas de impunidad han minado los principios y
valores de nuestros conciudadanos y la inmensa crisis que se vive en el país los ha llevado, como a los
cubanos, a ‘resolver’ como bien puedan, disponiendo de lo ajeno, y más aún de lo del Estado.
Los corruptos de gran escala, es decir individuos que en los últimos 20 años han robado o han hecho
fortunas de cientos y miles de millones de dólares, aspiran preservar la impunidad y con ese fin ejercen
una influencia desmedida sobre la política en Venezuela.
Se pudiera hablar de una Alianza Pro Impunidad (API) que agrupa a civiles y militares, funcionarios
públicos, ‘empresarios’ y financieros que por encima de todo quieren preservar su dinero mal habido y su
libertad. Para este grupo, la mayor amenaza es el sistema judicial de los EE.UU. por lo cual toda solución
en la que Washington lleve la voz cantante es una amenaza que hay que bloquear. La mayoría de las
divisiones dentro de la oposición se deben a las maniobras – cada vez más desesperadas – de la API.
Continúa el contrabando de extracción con incalculables costos para un Estado que se hace la vista gorda.
Los principales rubros: gasolina, gasoil, lubricantes, asfalto y todo tipo de minerales. Los involucrados,
sobretodo militares, actúan con el beneplácito o ‘licencia’ del Estado, o directamente como socios de
importantes jerarcas del Régimen.
Presencia de la guerrilla colombiana a lo largo y ancho del territorio nacional: el ELN y la disidencia de la
FARC llenan los vacíos del Estado y en algunos estados o municipios son efectivamente la autoridad
única. Sin duda alguna existe una demostrable pérdida de control territorial por parte del Estado a favor
de todo tipo de criminales, inclusive estos extranjeros.
Como es de esperarse en un Estado Mafioso, observamos el colapso integral del sistema de
administración de Justicia y de todo el aparato de seguridad ciudadana. A la cabeza del Tribunal Supremo
de Justicia está un criminal convicto cuyas actuaciones son delictivas y en completa sintonía con la
nomenclatura del Régimen, que sin excepción está involucrada en múltiples actividades criminales,
además de ser todos unos violadores consuetudinarios del ordenamiento constitucional de la República.

5. ‘El Dorado’ se tornó rojo, rojito


La explotación minera en todo el país, y en particular al sur del Orinoco, tiene las siguientes
características: ilegalidad, depredación del medio ambiente, violencia descarnada, presencia creciente de
guerrilleros y mercenarios extranjeros, abusos de DDHH y desplazamiento forzoso de comunidades
indígenas, enfermedades/epidemias y desvío o apropiación indebida de minerales o del dinero producto
de la venta del material minado. Se puede definir el sur del Orinoco, es decir 61% del territorio nacional,
como un medio país fallido.
La naturaleza desordenada de la explotación minera al sur del Orinoco está propiciando un conflicto
armado por el control de minas que tiene muchos paralelos con los conflictos por minerales en África. Ya
se puede hablar de #OrodeSangre #DiamantesdeSangre #TierrasRarasdeSangre y #ColtandeSangre. De
no detenerse este conflicto a tiempo, la gobernabilidad futura estaría en peligro, y también la integridad
de Venezuela como país. Pasamos del petróleo a los minerales olvidando, parece que a propósito, todo lo
aprendido en el sector petrolero, y en la muy exitosa fundación de la empresas extractivas de la CVG.

6. Diversas fuerzas armadas, todas fuera de orden y alineación


Desarticulación de la organización militar con el propósito de lograr la eliminación efectiva de la Fuerza
Armada como la Institución del Estado garante de la integridad del mismo, para evitar que se torne en un
obstáculo para la consecución de los objetivos ‘políticos’ (o mas bien, criminales) del Régimen. Esto se
ha logrado en gran medida desplazando de su control el uso legal de la fuerza del Estado hacia otras
organizaciones y actores mejor alineados con los sórdidos objetivos del Régimen, en detrimento de la
seguridad de toda la sociedad. La hipertrofia de las FAES y el reciente otorgamiento a la Milicia del rango
de Fuerza dentro de la organización militar actual son prueba de esta peligrosa estrategia.
Se fracturó la línea de mando de la FANB y se pulverizaron la misión, la visión y los valores una vez
compartidos. Eso y la participación creciente de la elementos de la FANB en actividades ilícitas
convierten a esta organización militar en parte medular de la crisis y no de su solución. La posibilidad de
un gran conflicto interno está latente en un país donde se militarizó la administración pública, se politizó
a la Fuerza Armada, se fragmentó el monopolio de la fuerza y se criminalizaron la organización militar y
las policías.
La reestructuración geográfica de las FANB en ZODIs y REDIs ha creado caudillos militares regionales
que se ocupan de actividades económicas legales e ilegales, ejerciendo además control político-social en
esos territorios implicando esto la disolución acelerada del Estado-Nación como está concebido hasta
ahora. En algunos escenarios de conflicto podríamos ver al país fraccionado regionalmente con fuerzas
militares, y otros elementos armados también por el Estado, enfrentados y controlando diferentes áreas
del territorio nacional.
Hugo Chávez cambió la doctrina militar de Venezuela y luego cambió los requisitos de entrada a las
diferentes academias militares, cambió el pensum de estudio de las mismas a una combinación de
marxismo, castrismo y chavismo que poco tiene que ver con la formación de profesionales militares.
Además no solo se aumentó el número de alumnos admitidos, sino que se aumentó el número de mujeres
sin cuidado alguno a las distorsiones que ello pudiera traer en la disciplina y moral de la institución
armada. Un reto inmediato de la Transición será qué hacer con los institutos de formación militar y todos
los cadetes que cursan estudios en ellos.
La reinstitucionalización de la FANB será una tarea urgente y delicada para un Gobierno de Transición
cuya estabilidad y duración, no solo va a depender de la atención a la grave crisis humanitaria y
económica, sino que se verá amenazada desde el día 1 por un complejo problema de seguridad interna
con grandes posibilidades de fragmentación territorial que pudiera implicar, en el corto plazo, la
disolución del Estado, tal como lo conocemos actualmente, motivado por los múltiples y perversos
intereses internos en pugna, e intereses internacionales ya en juego dentro de nuestro territorio. Vale
advertir que los recursos humanos que se requerirían para reconfigurar la organización militar no pueden
salir del seno de una organización tan desdibujada y corrompida.

7. La economía y sus infinitas distorsiones


Profundos desequilibrios macroeconómicos han destruido la capacidad de planificar, invertir y ahorrar.
Muy pocos países han vivido una crisis de esta magnitud (caída acumulada de 75%+ del PIB en 5 años) y
complejidad (no hay un solo sector sano en la economía), y ningún otro la ha sufrido adrede y sin
propósito de enmienda.
La hiperinflación finalmente destruyó al Bolívar que para todos los efectos dejó de tener valor y por lo
tanto dejó de ser moneda de circulación aceptada. Esto le resta al Estado, si tuviera esa intención, toda
capacidad de corregir las principales distorsiones macroeconómicas.
La súbita -y no oficializada- dolarización de la economía está asociada con una estrategia deliberada de
permitir a cárteles y mafias locales e internacionales lavar en Venezuela – sin restricción alguna – fondos
provenientes de negocios ilícitos y la corrupción. Esto trae consecuencias tóxicas para el país. Por un lado
crea una suerte de apartheid basado en acceso o no a divisas, y a la vez garantiza que en el tiempo los
activos principales del país (empresas, concesiones, bienes inmuebles y tierras) caerán en manos de estas
organizaciones criminales y de quienes por años han saqueado al país. A este paso el país será feudo
exclusivo de criminales.
La República de Venezuela y PDVSA están en default en todas sus deudas externas e internas, y en pagos
resultantes de litigios y de otras acreencias con socios. El monto total de la deuda, estimado en $160Bn,
corresponde aproximadamente a 240% del PIB.
Años de desinversión, falta de mantenimiento, nacionalizaciones caprichosas, éxodo de dueños y
empleados, y el colapso en la demanda han destruido la capacidad productiva del sector privado, con el
consiguiente colapso en la generación de empleo. Hoy sobreviven 2.000 empresas de las 12.500 que
había en enero de 1999.
Venezuela es el único país que ha perdido deliberadamente la capacidad de autoabastecerse en alimentos
teniendo todas las condiciones para producir la mayoría de sus necesidades. La destrucción de la
actividad ganadera, agrícola, agroindustrial y pesquera es casi total. La pérdida de soberanía alimentaria,
y la hambruna resultante niegan al chavismo, por sí solas, toda bondad.
El sector financiero, y en particular la banca comercial, se redujo, aún más, como porcentaje del PIB y
quedó a la merced de un Estado que no la interviene, pero que si la asfixia. La banca, poco rentable,
descapitalizada y desactualizada tecnológicamente, enfrenta hoy un encaje legal que elimina cualquier
posibilidad de emitir préstamos, y la pérdida de valor y confiabilidad del Bolívar desincentiva los
depósitos de sus clientes que hoy lo que requieren son servicios de custodia para divisas en efectivo que
son su modo de pago y único mecanismo de protección frente a la continua depreciación del mal llamado
Bolívar Soberano.

8. Degollaron a la gallina de los huevos de oro, y a las demás también


Finalmente se dio el muy anunciado colapso total de PDVSA y del sector petrolero. En este sector la
recuperación se hará difícil por lo complejo que será garantizar la seguridad jurídica y física en una
eventual transición; por lo extenso de la destrucción operativa y administrativa de PDVSA; por los planes
de producción de nuestros principales competidores y de países vecinos; por la calidad de nuestro
petróleo más abundante, y por estar entrando el mundo en lo que podría ser el final del ciclo de los
hidrocarburos.
La competencia ha sido y será feroz. En 1998 una guerra de precio iniciada por Arabia Saudita llevó al
colapso de los precios del crudo en los mercados internacionales. La cesta Venezolana llegó a valer $7.50
en promedio siendo nuestro ‘break-even’ fiscal $10.35. Esa crisis, mal manejada por el gobierno del
Presidente Caldera, tuvo mucho que ver con la elección de Hugo Chávez al final de ese año. Arabia
Saudita triunfó al suspender Chávez la política de Apertura y el proyecto de Orimulsión. Rusia pasó de
producir 4.6 MMBD en 1999 a 11.2 MMBD hoy. Venezuela que debería estar produciendo 6.0 MMBD
solo produce 720 MBD. El país con las mayores reservas de petróleo ha quedado marginado por la
estupidez de Hugo Chávez y sus ‘asesores’ petroleros, la impericia resultante del despido de 21,000
profesionales y técnicos de PDVSA en el 2003, por la corrupción rampante, y por la astucia de nuestros
competidores que han sabido aprovechar todos estos imperdonables errores.
No existe sector alterno que pueda contribuir lo que el petróleo ha contribuido a la economía y al
desarrollo de Venezuela por casi un siglo. Aun si se atrae inversión al sector, la recuperación será lenta y
la necesidad de inversión hará que el sector consuma muchos más recursos de los que en el corto o
mediano plazo puede generar para el Fisco. Esto nos obliga a imaginar un país con un ingreso per cápita
muy bajo, es decir, mucho más pobre y por lo tanto proclive a sufrir aún mayor penuria y el continuo
desangre de la emigración.
Colapso absoluto del resto del aparato productivo del Estado, y en particular de la empresas de la CVG,
debido a la inepta gerencia, agobiante politización y desmedida corrupción. Esto también afectó a todas
las empresas nacionalizadas por el Gobierno de Hugo Chávez, incluidas las más simbólicas: CANTV,
EDC, CEMEX, Sidor y Sivensa.

9. Relaciones turbias y peligrosas


Existe una compleja relación con dos super potencias: China y Rusia. Con la primera existe una deuda
importante que habrá que renegociar, y con la segunda una multitud de vínculos poco transparentes que
tocan sectores claves como petróleo, gas, minería y la FANB. Estas relaciones hacen a estos dos poderes
lejanos actores importantes en el futuro de Venezuela. Es difícil predecir qué actitud tomarán Beijing y
Moscú en una transición eventual donde es previsible que los Estados Unidos y sus aliados jugarán un rol
protagónico.
Desde el 2006 las FANB se han reequipado con material bélico de fabricación rusa. Esto obliga a
mantener una relación en el corto y mediano plazo con un país cuyos objetivos y valores pueden estar en
completa contradicción con los de un Gobierno de Transición o un gobierno democrático resultado de un
eventual evento electoral. Invertir fondos para sustituir sistemas de armamento ruso por el(los) de otro(s)
país(ses) no parece ser prioridad dadas las múltiples necesidades apremiantes del país. De todos modos
habrá que definir en su momento si es prioridad política (y si es viable) romper este vínculo.
La penetración cubana ha trastocado los sistemas de educación, de salud, de registros y notarías, de
identificación y de seguridad e inteligencia, y ha contribuido a ideologizar a jóvenes y a elementos
diversos de la sociedad y la política. Mientras el castrismo se mantenga en el poder en La Habana habrá
que prever el deseo de controlar el destino de Venezuela por las buenas, las regulares o las malas. Todo
escenario futuro del país será afectado por una Cuba comunista necesitada de mucho de lo que Venezuela
le ha dado desde el 2002.
En el intento desesperado por mantenerse en el poder, el Régimen de facto, y sus principales jerarcas, han
optado for reforzar alianzas políticas, de negocios y criminales con un sinfín de actores externos. Desde
las relaciones con Siria e Irán – que son poco transparentes pero muy peligrosas, a los negocios auríferos
con Turquía y los Emiratos Árabes, al extraño acercamiento con la hiper sancionada Norcorea y el
creciente rol de mafias o cárteles colombianos y mexicanos en la cadena de explotación y exportación de
oro (Ej. el mercurio que se usa para la minería ilegal del oro viene de México y es el Cartel de Sinaloa
quien monopoliza esas ventas; o que un porcentaje importante del oro sale del país vía Colombia y de allí
se exporta como oro del país vecino). No es difícil visualizar en un futuro cercano una estructura de poder
económico, político y territorial en el país que incluya a ciertos de estos ‘aliados’ que se han posicionado
o bien a lo largo del período chavista, o en estos meses de usurpación y desesperación de Nicolás
Maduro.
Finalmente, la precariedad institucional contribuye a una pérdida de capacidad de defender los intereses
del país en general. Un ejemplo particularmente serio es el litigio fronterizo con una Guyana cuyas
circunstancias cambian radicalmente al comenzar la explotación petrolera en aguas en disputa. En general
la recuperación de la soberanía será compleja al tener que lidiar con países y grupos irregulares que se
sienten con derechos adquiridos tras años de alegre convivencia con el chavismo.

10. Es la politica, ¡estupido!


El colapso del andamiaje político – partidos, líderes y prácticas – no solo no se ha resuelto, sino que se ha
profundizado desde el 99. Los partidos no son mucho más que logos y colores. La política está muy
desprestigiada.
El financiamiento de la política no es transparente y hay evidencia de que los grandes financistas de
algunos partidos, y de muchos políticos, son individuos cuyas fortunas son mal habidas y están en la mira
de autoridades judiciales de diversos países. Además, es bastante probable que el narcotráfico busque
penetrar, o haya penetrado, los círculos opositores (es lo que han hecho en otros países).
El liderazgo político es deficiente en muchos sentido La brecha entre la capacidad y experiencia de
nuestra dirigencia política y los retos que presenta el país son extremos. Por si sola esta brecha nos hace
ser pesimistas sobre la conducción del país en el futuro inmediato. Dicho esto, existe en la generación de
políticos jóvenes, incluido el Presidente (E) Juan Guaidó, un compromiso con el país y una sorprendente
valentía que son razón para que muchos no pierdan las esperanzas.
La demostrable escasez de talento y experiencia en los cuadros de la política opositora hacen difícil
imaginar una transición exitosa. Son más de 9.000 puestos claves que habrá que llenar en un gobierno Si
ese gobierno no incorpora en los niveles más altos a profesionales y técnicos independientes podemos
predecir su fracaso cuasi inmediato.

11. Las expectativas y el desencanto como variables


Finalmente, la crisis de expectativas que se avecina puede tener un impacto sobre la gobernabilidad, sobre
la paz y sobre la recuperación del país tan o más grande que problemas tangibles, o físicos, antes
descritos. En estos 21 años el país se ha desdibujado con discursos, planes y ejecutorias que obligan a
replantearse el tipo de país que es viable a futuro.
Quienes simpatizan con el chavismo tendrán que entender que el manejo irresponsable de un boom de
precios del petróleo no es un modelo repetible, factible o deseable. Hay quienes creen que hay un
‘chavismo bueno’ que puede retornar y paliar la penuria. En realidad vendrán años de vacas flacas y
crecimiento dentro de limitaciones impuestas por las limitadas fuentes de financiamiento que estarán a
nuestro alcance. La supervivencia de algo llamado ‘chavismo’ implicaría o bien un conflicto continuo y
destructivo, o el abandono de mucho del pensamiento y líneas de acción de Hugo Chávez Frías.
Para los opositores, amarrados unos al llamado ‘Plan País’ y otros a un pasado hoy sepultado bajo las
ruinas de la República Bolivariana, también habrá decepciones. El llamado ‘Plan País’ es un ejercicio
noble fundamentado en escenarios poco probables donde se han omitido problemas que parecen haber
ahuyentado a sus creadores. Temas como la criminalidad rampante, la Fuerza Armada y las amenazas a la
seguridad nacional e integridad territorial, que tienen importancia vital a la hora de hablar del ‘día
después’ y de una posible Transición, no han sido abordados con seriedad. El país petrolero donde el
Estado reparte entre treinta millones la renta que doce mil producen no es repetible, ni deberíamos buscar
repetirlo.

Conclusiones
Siempre que se enfrentan tantas crisis ineludibles, el éxito está en definir y abordar prioridades con una
lógica fácil de compartir y que se pueda validar con éxitos tempranos. Cada actor en la sociedad tiene su
propio esquema de prioridades, pero le corresponde al liderazgo político (ese que lamentablemente hemos
descrito como deficiente) armar un plan basado en grandes consensos y respaldado por equipos de
expertos (venezolanos dentro y fuera de Venezuela e internacionales). Para ello es indispensable contar
con apoyo internacional muy concentrado o especializado que contribuya a generar esos éxitos tempranos
sobre los cuales se construirán las fases sucesivas del plan. Hay que generar confianza y compromiso
colectivo para fortalecer el piso político y ganar de los ciudadanos la comprensión y paciencia que se
requieren para atacar progresivamente, y no simultáneamente, este aterrador cúmulo de problemas.
Utilizando el símil de un paciente con muchas dolencias, debemos abordar aquellas que son fatales antes
que las que son de menor gravedad o urgencia. Un tumor etapa 4 en el cerebro con alto riesgo de
metástasis siempre tendrá precedencia sobre un diagnóstico de colesterol muy alto o un fuerte dolor
causado por el rompimiento del menisco en una rodilla.
Los venezolanos, y los extranjeros que nos quieran ayudar en esta terrible encrucijada, tenemos que abrir
los ojos, dejar de soñar con soluciones fáciles para problemas extremadamente difíciles e inclusive
irresolubles. Si hacemos el diagnóstico correcto podemos sacar del quirófano a los médicos y enfermeros
que nada saben de lo que nos está matando como individuos, como sociedad y como país. Hasta ahora los
problemas se han agravado porque hay mucha ignorancia e improvisación tanto dentro como fuera de
Venezuela. Un diagnóstico correcto y consensuado debería poner fin a esta absurda y costosa pérdida de
esfuerzos y tiempo.
Luego de siete años debemos concluir que ninguno de los problemas puede ser solucionado con Nicolás
Maduro y sus secuaces en el poder o como parte de una aberrante coalición. Por lo tanto, tenemos que
imaginar que la tarea de reconstrucción es posterior a la salida del poder de quienes hoy lo usurpan.
El riesgo es que al salir Maduro del poder las prioridades la definirán un sin número de conflictos con
elementos armados dispuestos a todo para sabotear o ponerle fin a un nuevo gobierno. Este escenario de
conflicto, que es tan previsible como inevitable, generará más caos, dolor y éxodo. Sería prudente que el
caso base que usemos contemple este riesgo y no un optimismo pueril, ergo, irresponsable.
La reconstrucción de Venezuela será una costosísima tarea de una o dos Para ello debemos contar con el
sostenido apoyo de la Comunidad Internacional en un sinfín de áreas. Debemos entender que en alguna
de ellas el nivel de inherencia de extranjeros en nuestros asuntos domésticos será muy grande. Esto lo
tenemos que asimilar sin reservas. Un país no es soberano, ni independiente, si no se puede alimentar o
sanar a sí mismo, si no tiene recursos propios para rescatar sus sectores claves, si su población está
indefensa frente a mafias de todo tipo, y si el Estado está arruinado bajo cualquier definición del término.
La recuperación de nuestra autonomía, de nuestra independencia y de nuestra soberanía es una tarea
adicional, pero primero tenemos que ponernos de pie y ganar algo de fuerza como sociedad.
Venezuela tiene su futuro a riesgo. Llegamos aquí por la indolencia de unos y la criminalidad de otros. No
hacer nada al respecto sería desastroso. Lo que hagamos estará lleno de riesgos adicionales y jamás
tendremos una garantía de éxito. El reto es asumir de un vez la tarea de hacer país y para eso tenemos que
dejar de hacer mucho de lo que llevamos años haciendo.

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