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Hay 2 expresiones de Maquiavelo que indican su intensión general. La primera: el desacuerdo con
la visión corriente respecto de cómo debe un príncipe conducirse en relación con sus súbditos o
amigos; a Maquiavelo le preocupa la verdad efectiva y práctica. Maquiavelo opone al idealismo de
la filosofía política tradicional un enfoque realista de las cosas políticas. Para comprender mejor
esto vale recordar que la filosofía política clásica era una búsqueda del mejor orden político del
mejor régimen, en tanto el más conducente a la práctica de la virtud o al modo en que los
hombres deberían vivir. Según Maquiavelo el obstáculo que el hombre como materia, que la
materia humana constituye para el establecimiento del mejor régimen puede ser superado porque
dicha materia puede ser transformada.
Se deben considerar dos grandes cambios que ocurrieron después del tiempo de Maquiavelo pero
que sintonizaban con su espíritu.
Comienza con Rousseau. Rousseau protestó en nombre de la virtud, de aquella virtud genuina, no
utilitaria de las repúblicas clásicas; en contra de las doctrinas degradantes y enervantes de sus
predecesores. La humanidad del hombre se debe no a la naturaleza sino a la historia, al proceso
histórico, un proceso singular o único que no es teleológico: el fin del proceso no fue previsto ni
era previsible, pero se hizo visible cuando comenzó a considerarse la posibilidad de actualizar la
racionalidad-humanidad del hombre. El concepto de historia, es decir del proceso histórico como
un único proceso deviene humano sin proponérselo, es una consecuencia de la radicalización por
parte de Rousseau del concepto hobessiano de Estado de naturaleza.
La tercera ola
Relacionada con Nietzsche. Podría ser descripta como constituida por una nueva comprensión del
sentimiento de existencia: ese sentimiento es la experiencia de terror y angustia más que la de
armonía y paz; es el sentimiento del carácter necesariamente trágico de la existencia histórica.
En el caso de Hegel, estamos en efecto obligados a decir que la esencia de la Modernidad es el
cristianismo secularizado. De acuerdo a Hegel, hay entonces una cumbre y un fin de la historia;
esto le permite reconciliar la idea de verdad filosófica con el hecho de que todo filósofo es hijo de
su tiempo: la filosofía verdadera y final pertenece al momento absoluto en la historia, a la cumbre
de la historia.
La sociedad de mercado
El surgimiento del liberalismo económico no sólo fue el surgimiento de una teoría que acompaña
el desarrollo de las fuerzas productivas y el ascenso en poder de la burguesía como clase
dominante. No sólo reivindicó o tradujo la emancipación de la actividad económica respecto de la
moral. Primero debe ser entendido como una respuesta a los problemas no resueltos por los
teóricos políticos del contrato social. El concepto de mercado se opone a la idea de contrato. La
afirmación del liberalismo económico traduce más profundamente la aspiración al advenimiento
de una sociedad civil inmediata a ella misma, autorregulada. Esta perspectiva, apolítica en el
sentido fuerte del término, hace de la sociedad de mercado el arquetipo de una nueva
representación de lo social: el mercado (económico) y no el contrato (político) es el verdadero
regulador de la sociedad.
El pensamiento político moderno, a partir del S. XVII, estaba centrado en la noción de contrato
social: este fundaba la existencia misma de la sociedad. Todas las teorías del contrato social
tropezaban con varias dificultades teóricas de gran amplitud. Dos en particular.
1. Ligada al hecho de que si bien las teorías del contrato social fundan el principio de la paz
social, no permiten tratar la cuestión de paz y guerra entre naciones.
2. La noción de pacto social está centrada en la cuestión de la institución de la sociedad, y no
se define a partir del problema de su regulación.
La representación de la sociedad civil como mercado proporcionará una respuesta a estas dos
dificultades de la representación de la sociedad como cuerpo político. La teoría del intercambio
permite concebir que las relaciones económicas entre naciones constituyan un juego de suma
positiva. Además, hace posible el tratamiento simultáneo y coherente del doble problema de la
institución y de la regulación de lo social: en la sociedad civil, la necesidad y el interés regulan por
sí mismo las relaciones entre los hombres. La política ya no es más la encargada de regular la
sociedad, sino el mercado. Entonces la idea de mercado constituye más bien una suerte de
modelo político alternativo, el mercado opone la posibilidad de un tipo de organización y de toma
de decisión ampliamente disociado de toda forma de autoridad.
El problema de las actitudes contemporáneas frente a la cuestión del liberalismo está marcada
muchas veces por lo que aparece como una contradicción entre un liberalismo político fundado en
el reconocimiento de los derechos y en el mantenimiento del pluralismo, generalmente juzgado
positivo, y un liberalismo económico mucho más sospechado. Efectivamente, el mercado y el
Estado de Derecho participan de un mismo rechazo: el de aceptar cierto modo de institución de la
autoridad de los individuos. En cada uno de estos campos, se afirma un mismo principio: el de la
autonomía individual fundada en la negación de todas las soberanías absolutas. Si hay un tronco
común que permita hablar del liberalismo en singular, ciertamente es éste. No hay oposición de
partida al respecto entre la filosofía de los derechos humanos, vehiculizada por el liberalismo
político, y la constatación que hace el liberalismo económico del carácter organizador de las leyes
y de las imposiciones económicas que regulan el mercado. En ambos casos, se puede reconocer
que no hay un gran amo de los hombres y de las cosas y que ningún poder personal de sujeción
liga a los individuos entre sí.
Una misma cultura está trabajando entre un liberalismo económico que remite al mercado, un
liberalismo político fundado en el reino de los derechos humanos y un liberalismo moral que hace
del hombre el único juez de sus actos.
El liberalismo es una cultura, no una doctrina. De allí los rasgos de lo que hace a su unidad y de lo
que entreteje sus contradicciones. El liberalismo es la cultura que se despliega en el mundo
moderno, el cual a la vez trata de emanciparse del absolutismo real y de la supremacía de la
Iglesia. Su unidad es la de un campo problemático, de un trabajo de una suma de aspiraciones.
La utopía de la sociedad de mercado aparece inseparable de las otras dos utopías. La primera es la
de un “reino del derecho” que podría servir de segundo sustituto al orden político de conflicto y
de la negociación. Constituye otro aspecto de la utopía de regulación que subyace al concepto
moderno de mercado. La segunda es una “utopía antropológica”: la de un mundo moral y social
compuesto de puros individuos absolutamente autónomos, amos, soberanos de sí mismos. Lo que
podría denominar el liberalismo absoluto debería articularse lógicamente en torno de esta triple
coherencia utópica: triple utopía de la sociedad de mercado, el reino de los derechos y el individuo
radical.
Los antiliberales radicales, los que rechazan simultáneamente la triple utopía, se han vuelto casi
inexistentes. El anti liberalismo se ha vuelto mucho más heteróclito, disociando cada una de las
tres utopías para adoptar alguna y rechazar las otras. Por ende, hoy es posible distinguir tres
principales configuraciones del anti liberalismo:
1) El anti liberalismo moral: suele coexistir con una franca aceptación de una sociedad de
mercado y una actitud reservada respecto de los derechos.
2) El anti liberalismo económico: bordea un liberalismo moral militante y una celebración
ostensible de los derechos humanos.
3) El anti liberalismo jurídico: caracteriza los medios republicanos preocupados por ver la
soberanía popular amenazada por el aumento del poder de los jueces y autoridades
independientes.
El anti liberalismo participa de una doble tensión. Tensión antropológica de lo nuevo y lo viejo, de
la comunidad y el individuo, por un lado. Por el otro, tensión entre las dos utopías contrarias de la
modernidad: la sacralización de la voluntad y el elogio de la regulación impersonal. En todo caso,
una sola cosa parece como imposible: basar una visión justa del mundo en un anti liberalismo
selectivo. Es por ello que romper con el liberalismo utópico no puede limitarse a una discusión del
mercado como sistema de regulación. Se trata de pensar a la sociedad política en su doble
diferencia con el estado y la sociedad civil.
Foucault recupera el nacimiento del liberalismo clásico (en términos estratégicos) en el contexto
de qué luchas emergieron los conceptos, doctrinas que componen al liberalismo.
Liberalismo clásico (S. XVII – S. XVIII) surge en el creciente cuestionamiento a los estados
absolutistas. La crítica se articula en la apelación a cierto naturalismo en dos términos:
1) Crítica exterior a la práctica gubernamental de los estados absolutistas, en términos
jurídicos-políticos. Plantea que hay ciertos límites que el ejercicio del gobierno no puede
traspasar legítimamente por una naturaleza de las cosas políticas y que los estados
absolutistas transgreden estos límites.
2) Críticas interiores a la práctica del gobierno también apuntan a cierto naturalismo pero
plantean que si el monarca tiene por objetivo la prosperidad de su reino, el modo más
eficaz de obtenerlo es disponiendo los asuntos de modo tal que los mecanismos naturales
articulen intereses y necesidades de los individuos para lograr el bienestar. Se refiere a
que la inteligencia natural articula mucho mejor que la mano visible del poder público
(Foucault plantea una reconstrucción similar a la que realiza Rosanvallon)
“Caminos de servidumbre”
(Hayek)
Primer texto normativo que escribe Hayek. Se refiere a la evolución intelectual en occidente que
da nacimiento al fascismo y al comunismo. Crisis de la civilización occidental por el alejamiento de
las ideas de Locke y Smith. La idea esencial es una noción robusta del individuo como pilar de la
civilización occidental.
El camino abandonado
“Estamos dispuestos a aceptar cualquier explicación de la presente crisis de nuestra civilización
excepto una: que el actual estado del mundo pueda proceder de nuestro propio error y que el
intento de alcanzar alguno de nuestros más caros ideales haya, al parecer, producido resultados
que difieren por completo de los esperados. Hemos estado alejándonos progresivamente de las
ideas esenciales sobre las que se fundó la civilización europea. Que este movimiento nos haya
abocado al horror totalitario, ha sido un choque tan profundo para nuestra generación que
todavía rehúsa relacionar los dos hechos. Hemos abandonado progresivamente aquella libertad en
materia económica sin la cual jamás existió en el pasado libertad personal ni política.
El individualismo es hoy una palabra mal vista, y ha llegado a asociarse con egotismo y egoísmo.
Pero el individualismo del que hablamos, contrariamente al socialismo y las demás formas de
colectivismo, no está en conexión necesaria con ellos. Los rasgos esenciales de aquél
individualismo que con elementos aportados por el cristianismo y la filosofía de la antigüedad
clásica, se logró plenamente por primera vez durante el Renacimiento y ha crecido y se ha
extendido después en lo que conocemos como civilización occidental europea son: el respeto por
el hombre individual, que hombre, es decir, el reconocimiento por sus propias opiniones y gustos
como supremos en su propia esfera y la creencia en que es deseable que los hombres puedan
desarrollar sus propias dotes e inclinaciones individuales. Independencia y libertad.
Lo que el S. XIX añadió al individualismo del período precedente fue tan sólo la extensión de la
conciencia de libertad a todas las clases, el desarrollo sistemático y continuo de lo que había
crecido en brotes y al azar y su difusión en Inglaterra y Holanda a la mayor parte del continente
europeo.
No hay nada en los principios básicos del liberalismo que hagan de esto un credo estacionario, no
hay reglas absolutas establecidas de una vez para siempre. El principio fundamental, según el cual
en la ordenación de nuestros asuntos debamos hacer todo el uso posible de las fuerzas
espontáneas de la sociedad y recurrir lo menos que se pueda a la coerción, permite una infinita
variedad de aplicaciones. Probablemente, nada ha hecho tanto daño a la causa liberal como la
rígida insistencia de algunos liberales en ciertas toscas reglas rutinarias, sobre todo en el principio
de laissez-faire. (leser fer)
Lo que aquí nos preocupa es mostrar cuán completamente ha cambiado nuestra actitud a la
sociedad. Lo que en cada etapa de este proceso de cambio pareció tan sólo una diferencia de
grado, ha originado ya en su efecto acumulativo una diferencia fundamental entre la vieja actitud
liberal frente a la sociedad y el enfoque presente en los problemas sociales. El cambio supone una
completa inversión del rumbo que hemos bosquejado, un completo abandono de la tradición
individualista que creó la civilización occidental.
Individualismo y colectivismo
El liberalismo Hayek lo marca como opción contraria al socialismo ya que éste último parte de un
fin social explícito y en función de éste articula un conjunto de medios de acuerdo a la sociedad
que se procura. Los medios serían: abolición de la propiedad privada, abolición de economía
privada y centralización económica.
“En este sentido, socialismo significa la creación de un sistema de economía planificada, en el cual
el empresario que actúa en busca de un beneficio es reemplazado por un organismo central de
planificación.
El socialismo no es sólo la especie más importante, con mucho, del colectivismo o la planificación
sino lo que ha convencido a las gentes de mentalidad liberal para someterse otra vez a aquella
reglamentación de la vida económica que habían derribado.
La planificación debe en gran parte su popularidad al hecho de desear todo el mundo, por
supuesto, que tratemos nuestros problemas comunes tan racionalmente como sea posible y que
al hacerlo así obremos con toda la previsión que se nos alcance. Lo que nuestros planificadores
demandan es la dirección centralizada de toda la actividad económica según un plan único, que
determine la dirección explícita de los recursos de la sociedad para servir a particulares fines por
una vía determinada.
La disputa entre los planificadores modernos y sus oponentes no es, por consiguiente, una disputa
acerca de si debemos guiarnos por la inteligencia para escoger entre las diversas organizaciones
posibles de la sociedad; no es una disputa sobre si debemos actuar con previsión y raciocinio al
planear nuestros negocios comunes. Es una disputa acerca de cuál sea la mejor manera de
hacerlo. La cuestión está en si es mejor para este propósito que el portador del poder coercitivo se
limite en general a crear las condiciones bajo las cuales el conocimiento y la iniciativa de los
individuos encuentren el mejor campo para que ellos puedan componer de la manera más
afortunada sus planes, o si una utilización racional de nuestros recursos requiere la dirección y
organización centralizada de todas nuestras actividades, de acuerdo con algún modelo constituido
expresamente.”
Hayek insiste en la idea de que el problema no es la planificación sino quién planifica (el Estado o
el individuo)
“La argumentación liberal defiende el mejor uso posible de las fuerzas de la competencia como
medio para coordinar los esfuerzos humanos, pero no es una argumentación en favor de dejar las
cosas tal como están. Se basa en la convicción de que allí donde pueda crearse una competencia
efectiva, ésta es la mejor guía para conducir los esfuerzos individuales. Si la competencia ha de
actuar con ventaja, requiere una estructura legal cuidadosamente pensada, y que ni las reglas
jurídicas del pasado ni las actuales están libres de graves defectos. El liberalismo económico se
opone, pues, a que la competencia sea suplantada por métodos inferiores para coordinar los
esfuerzos individuales. Y considera superior la competencia, no sólo porque en la mayor parte de
las circunstancias es el método más eficiente conocido, sino, más aún, porque es el único método
que permite a nuestras actividades ajustarse a las de cada uno de los demás sin intervención
coercitiva o arbitraria de la autoridad. Ésta evita la necesidad de un control social explícito y da a
los individuos una oportunidad para decidir si las perspectivas de una ocupación particular son
suficientes para compensar las desventajas y los riesgos que lleva consigo.
Hay buenas razones para que las exigencias negativas, los puntos donde la coerción no debe
usarse, hayan sido particularmente señaladas. Es necesario, en primer lugar, que las partes
presentes en el mercado tengan libertad para vender y comprar y que todos sean libres para
producir. Es esencial que el acceso a las diferentes actividades esté abierto a todos en los mismos
términos y que la ley no tolere ningún intento de individuos o de grupos para restringir este
acceso mediante poderes abiertos o disfrazados.
Crear las condiciones en que la competencia actuará con toda la eficacia posible, complementar
allí donde no pueda ser eficaz, suministrar los servicios que ‘aunque puedan ser ventajosos en el
más alto grado para una sociedad, son, sin embargo, de tal naturaleza que el beneficio nunca
podría compensar el gasto de un individuo o un número pequeño de ellos’, son tareas que ofrecen
un amplio e indiscutible ámbito para la actividad del Estado. En ningún sistema que pueda ser
defendido racionalmente el Estado carecerá de todo quehacer. Un eficaz sistema de competencia
necesita una estructura legal inteligentemente trazada y ajustada continuamente.
“Nada distingue con más claridad las condiciones de un país libre de las que rigen en un país bajo
un gobierno arbitrario que la observancia de los grandes principios conocidos bajo la expresión de
Estado de Derecho. Significa que el Estado está sometido en todas sus acciones a normas fijas y
conocidas de antemano; normas que permiten a cada uno prever con suficiente certidumbre
cómo usará la autoridad en cada circunstancia sus poderes coercitivos, y disponer los propios
asuntos individuales sobre la base de este conocimiento. Aun cuando toda ley restringe hasta
cierto punto la libertad individual alterando los medios que la gente puede utilizar en la
consecución de sus fines, bajo la supremacía de la ley le está prohibido al Estado paralizar por una
acción ad hoc los esfuerzos individuales. Dentro de las reglas del juego conocidas, el individuo es
libre para procurarse sus fines y deseos personales, seguro de que los poderes del Estado no se
usarán deliberadamente para frustrar sus esfuerzos.
La distinción que antes establecimos entre la creación de una estructura legal permanente dentro
de la cual la actividad productiva es guiada por las decisiones individuales, y la dirección
económica por una autoridad central, es realmente un caso particular de la distinción más general
entre el Estado de Derecho y el gobierno arbitrario. Bajo el primero, el Estado se limita a fijar
normas determinantes de las condiciones bajo las cuales pueden utilizarse los recursos
disponibles, dejando a los individuos la decisión sobre los fines para los que serán usados. Bajo el
segundo, el estado dirige hacia fines determinados el empleo de los medios de producción. Las
normas del primer tipo pretenden ser tan sólo instrumento para la consecución de los diversos
fines individuales.
Si el Estado ha de prever la incidencia de sus actos, esto significa que no puede dejar elección a los
afectados. Allí donde el Estado puede prever exactamente los efectos de las vías de acción
alternativa sobre los individuos en particular, es el Estado quien elige entre los diferentes fines.
Cuando al hacer una ley se han previsto sus efectos particulares, aquella deja de ser un simple
instrumento para uso de las gentes y se transforman en un instrumento del legislador sobre el
pueblo y para sus propios fines. El Estado deja de ser una pieza del mecanismo utilitario
proyectado para ayudar a los individuos al pleno desarrollo de su personalidad individual y se
convierte en una institución moral. En este sentido el nazi u otro estado colectivista cualquiera es
moral, mientras que el estado liberal no lo es.
La distinción que hemos empleado entre ley o justicia formal y normas sustantivas es muy
importante y a la vez sumamente difícil de expresar con precisión en la práctica.
Las normas formales indican de antemano a la gente cuál será la conducta del Estado en cierta
clase de situación sin referencia al tiempo, al lugar o a alguien en particular (atañen a situaciones
típicas) Las normas formales son así simples instrumentos a los fines para los que éstas personas
deciden usarlos y en circunstancias que no pueden preverse con detalle.
El Estado tiene que limitarse a establecer reglas aplicables a tipos generales de situaciones y tiene
que conceder libertad a los individuos en todo lo que dependa las circunstancias de tiempos y
lugar, porque sólo los individuos afectados en cada caso pueden conocer plenamente estas
circunstancias y adaptar sus acciones a ellas. Si los individuos han de ser capaces de usar su
conocimiento eficazmente para elaborar sus planes, tienen que estar en situación de prever los
actos del Estado que pueden afectar estos planes.
La igualdad formal ante la ley está en pugna y de hecho es incompatible con toda actividad de
Estado dirigida deliberadamente a la igualación material o sustantiva de los individuos, y que toda
política directamente dirigida a un ideal sustantivo de justicia distributiva tiene que conducir a la
destrucción del Estado de Derecho. No puede negarse que el Estado de Derecho produce
desigualdades económicas, todo lo que puede alegarse en su favor es que ésta desigualdad no
pretende afectar de una manera determinada a individuos en particular.
El conflicto entre la justicia formal y la igualdad formal ante la ley, por una parte, y los intentos de
realizar ideales de justicia sustantiva y de igualdad, por otra, explica también la extendida
confusión acerca del concepto de privilegio y el abuso de éste.
La cuestión de si el Estado debe o no actuar plantea una alternativa falsa. Por lo demás no hay
Estado que no tenga que actuar, y toda acción del Estado interfiere con una o con otra cosa.”
En el Estado de Derecho el contenido de la ley no es tan relevante como que ésta se aplique, sea
conocida y que no haya discrecionalidad en el ejercicio del poder público. Esto es lo que permite
articular racionalmente los esfuerzos individuales.
No se trata de un Estado respetuoso de la ley, sino de un Estado que se ajusta a normas formales.
Hay una relación consustancial entre libertad económica y política: no se puede buscar la libertad
política plena utilizando como medio la restricción de la libertad económica. Un argumento
recurrente en favor de la planificación es que libera a los hombres de tener que garantizar su
existencia material. Hayek dice que esto es falso porque lo económico es un factor que posibilita la
persecución de los propios fines. Lo económico no puede ser separado de otros ámbitos. El dinero
es el instrumento de libertad que abre a quien lo tiene el campo de las elecciones. Por esto, el
papel fundamental del Estado es la regulación de la moneda y los monopolios.
Individuo (indivisible)
Yo argüía que la democracia liberal podía constituir el punto final de la evolución ideológica de la
humanidad, la forma final de gobierno y que como tal marcaría el fin de la historia. Mientras las
anteriores formas de gobierno se caracterizaron por graves defectos e irracionalidades que
condujeron a su posible colapso, la democracia estaba libre de estas contradicciones internas
fundamentales.
Pero lo que yo sugería que había llegado a su fin no era la sucesión de acontecimientos, sino la
historia, es decir la historia entendida como un proceso único, evolutivo, coherente. Tanto Hegel
como Marx creían que la evolución de las sociedades humanas no era infinita, sino que acabaría
cuando la humanidad hubiese alcanzado una forma de sociedad que satisficiera sus anhelos más
profundos y fundamentales. Ambos pensadores, pues, postulaban un fin de la historia (para Hegel
era el Estado liberal mientras que para Marx era una sociedad comunista) Significaba que no
habría nuevos progresos en el desarrollo de los principios e instituciones subyacentes porque
todos los problemas realmente cruciales habrían sido resueltos.
La democracia liberal es la única aspiración política coherente que abarca las diferentes culturas
y regiones del planeta.
Después de establecer las razones para plantear de nuevo la posibilidad de una historia universal,
propongo, una respuesta inicial al tratar de emplear la ciencia natural moderna como un regulador
o un mecanismo para explicar el carácter orientador y coherente de la historia. La ciencia natural
moderna es un punto de partida adecuado porque constituye la única actividad social importante
que, por consenso común, es a la vez acumulativa y orientadora, incluso si su impacto final en la
felicidad humana resulta ambiguo.
El desarrollo de la ciencia natural moderna ha tenido un efecto uniforme en todas las sociedades
que lo han experimentado, y ello por dos razones:
1. La tecnología confiere una ventaja militar decisiva a los países que la poseen, ningún
Estado que aprecie su independencia puede ignorar la necesidad de una modernización
defensiva.
2. La ciencia natural moderna establece un horizonte uniforme de posibilidades de
producción económica. La tecnología hace posible la acumulación ilimitada de riquezas y
con ello la satisfacción de una serie, siempre en aumento, de deseos humanos. Este
proceso garantiza una creciente homogeneización de todas las sociedades humanas
independientemente de sus orígenes históricos o su herencia cultural. Estas sociedades se
han visto ligadas cada vez más unas con otras, a través de los mercados globales y por la
extensión de una cultura universal de consumidores. Además, la lógica de la ciencia
natural moderna parece dictar una evolución universal en dirección al capitalismo.
Pero mientras que el mecanismo histórico representado por la ciencia natural moderna es
suficiente para explicar en gran medida el carácter del cambio histórico y la creciente uniformidad
de las sociedades modernas, no basta para explicar el fenómeno de la democracia. Pues no hay
razón económicamente necesaria de que la industrialización avanzada deba producir la libertad
política.
El hombre difiere fundamentalmente de los animales en que desea el deseo de otros hombres, es
decir, quiere que se le reconozca. En especial, quiere que se le reconozca como ser humano, o sea,
como un ser con cierto valor y dignidad. Este valor se relaciona, en primera instancia, con su
voluntad de arriesgar la vida por el mero prestigio. Pues sólo el hombre es capaz de superar sus
instintos animales fundamentales – el principal de los cuales es el de conservación – en aras a
principios y metas más altos y abstractos.
Hegel creía que la contradicción inherente a la relación de amo y esclavo fue finalmente superada
como resultado de la Revolución Francesa, a la que yo añadiría la Revolución Americana. Estas
revoluciones democráticas abolieron la distinción entre amo y esclavo, al hacer a los antiguos
esclavos amos de sí mismos, y al establecer los principios de soberanía popular y de gobierno de la
ley. El reconocimiento inherentemente desigual de amos y esclavos fue sustituido por el
reconocimiento universal en el cual cada ciudadano reconoce la dignidad y humanidad de todos
los demás ciudadanos y en que la dignidad se reconoce, a su vez, por el Estado mediante el
establecimiento de derechos.
Con las revoluciones americana y francesa, afirmaba Hegel, la historia llega a su fin, pues el anhelo
que ha motivado el proceso histórico – la lucha por el reconocimiento – ha sido satisfecho en una
sociedad caracterizada por el reconocimiento universal y recíproco. Ningún otro arreglo de las
instituciones sociales humanas puede satisfacer mejor este anhelo y, por tanto, ya no es posible
ningún nuevo cambio histórico progresivo.
La economía liberal tiene éxito, no sólo gracias a la fuerza de los principios liberales, sino que
requiere también formas irracionales de thymos.
La lucha por el reconocimiento nos permite hacernos una idea de la naturaleza de la política
internacional. El deseo de reconocimiento que condujo al sangriento combate original por el
prestigio entre dos individuos lleva lógicamente al imperialismo y al imperio mundial.
Pero ¿es el reconocimiento disponible para los ciudadanos de las democracias liberales
contemporáneas completamente satisfactorio? Dos respuestas:
Hegel, en contraste con Locke y Hobbes, nos proporciona una comprensión de la sociedad liberal
basada en la parte no egoísta de la personalidad humana, y trata de proteger esa parte como
esencia de las concepciones liberales modernas.
El “primer hombre” de Hegel difiere de los animales además en que no sólo desea que lo
reconozcan otros hombres, sino que lo reconozcan como hombre. Y lo que constituye la identidad
del hombre como hombre, es la capacidad del hombre para arriesgar su vida. El hombre es un
animal fundamentalmente social, dirigido hacia el otro, pero su sociabilidad no lo lleva hacia una
pacífica sociedad civil, sino a una lucha violenta, hasta la muerte, por el simple prestigio. Este
sangriento combate puede tener uno de tres resultados:
a. Puede llevar a la muerte de ambos combatientes, en cuyo caso termina la vida humana,
humana y natural.
b. Puede llevar a la muerte de uno de los contendientes, en cuyo caso el superviviente queda
insatisfecho, porque ya no hay otra conciencia humana que pueda reconocerlo.
c. El combate puede terminar en una relación de señor y siervo, en el cual uno de los
contendientes decide someterse a la esclavitud con preferencia a arriesgar la vida a la muerte
violenta. El señor queda entonces satisfecho, porque ha arriesgado su vida y ha recibido el
reconocimiento por parte de otro ser humano.
En Hegel el hombre no solo está determinado por su naturaleza física o animal, sino que su misma
humanidad consiste en su capacidad para supera o negar esta misma naturaleza animal. Es libre
no solo en el sentido formal de Hobbes, de no verse restringido, sino libre en el sentido metafísico
de ser radicalmente no determinado por la naturaleza.
Hegel no niega que el hombre tiene un aspecto animal y una naturaleza finita y determinada. Pero
puede demostrarse que es también capaz de actuar de maneras que contravienen totalmente sus
instintos naturales. Es por esto que la voluntad de arriesgar la vida en un combate por el prestigio
tiene un papel tan importante en la interpretación hegeliana de la historia. Al arriesgar la vida, el
hombre prueba que puede actuar en contra de su instinto más poderosos y fundamental, el de
conservar la vida. Como dice Kojeve, el deseo humano del hombre ha de vencer a su deseo animal
de conservación. La razón por la que combato es para conseguir que otro ser humano reconozca el
hecho de que estoy dispuesto a arriesgar la vida y que, por tanto, soy libre y auténticamente
humano.
Para Hegel, la libertad no era tan sólo un fenómeno psicológico, sino la esencia de lo
distintivamente humano. En este sentido, libertad y naturaleza son diametralmente opuestas. La
libertad no significa la libertad de vivir en la naturaleza o de acuerdo la naturaleza, sino que
empieza donde termina la naturaleza. La libertad humana emerge solo cuando el hombre puede
trascender su existencia natural, animal, y crear un nuevo “uno mismo” para sí. El punto de
partida emblemático de este proceso de autocreación es el combate a muerte por prestigio.
EL PRIMER HOMBRE
La similitud del estado de naturaleza de Hobbes y del combate sangriento de Hegel salta a la vista.
Ambos se caracterizan por su extremada violencia; la realidad social primaria es una “guerra de
todos contra todos”. Y aunque Hobbes no emplea la expresión “lucha por el reconocimiento”, lo
que se juega en la guerra originaria de todos contra todos es esencialmente lo mismo que Hegel.
Ambos filósofos comprenden que el instinto de conservación es la más fuerte y la más compartida
de las pasiones humanas. Tanto Hegel como Hobbes ven en el combate primigenio una tensión
fundamental entre el orgullo humano o el deseo de reconocimiento, que induce a arriesgar la vida
en una lucha por el prestigio, y el miedo a la muerte violenta, que inclina a echarse atrás y aceptar
una vida de esclavitud a cambio de paz y seguridad. Finalmente, Hobbes aceptaría, la afirmación
de Hegel de que el sangriento combate condujo a la relación señorío y servidumbre, cuando un
combatiente, temiendo por su vida, se sometió al otro.
En lo que Hobbes y Hegel difieren fundamentalmente es en el relativo peso moral asignado a las
pasiones de orgullo y vanidad (es decir, el reconocimiento), por un lado, y de miedo a la muerte
violenta, por el otro. Hegel cree que la voluntad de arriesgar la vida en un combate por el puro
prestigio es en cierto sentido, lo que hace humanos a los seres humanos, el fundamento de la
libertad humana. Hegel no “aprueba” la desigual relación entre amo y esclavo, y sabe que es bien
primitiva y opresora. Pero comprende que es una etapa necesaria de la historia humana. Hegel
encuentra algo moralmente elogiable en el orgullo del aristócrata-guerrero que está dispuesto a
arriesgar la vida, y algo innoble en la conciencia servil que busca por encima de todo la
conservación de la vida.
Hobbes, en cambio, no encuentra nada moralmente compensador en el orgullo del amo-
aristócrata; en realidad, justamente este deseo de reconocimiento es la fuente de toda violencia y
sufrimiento en el estado de naturaleza.
Hegel quiere honrar y conservar cierta dimensión moral de la vida humana que falta por completo
en la sociedad concebida por Hobbes y Locke. Hegel ve al hombre como un agente moral cuya
dignidad específica está relacionada con su libertad interior respecto a los factores determinantes
físicos o naturales. Esta dimensión moral y lucha para que se la reconozca es el motor que mueve
el proceso dialectico de la historia.
Marx representó un gran polo de la crítica a Hegel al negar que el reconocimiento fuera universal,
pues lo impedía la existencia de clases económicas. El otro polo de crítica fue Nietzsche: para este
había poca diferencia entre Hegel y Marx, pues la meta de ambos era la misma: una sociedad que
encarnara el reconocimiento universal. Ante todo, formuló la pregunta ¿Es que se merece la pena
conseguir un reconocimiento que pueda universalizarse?
El último hombre de Nietzsche era el esclavo victorioso. Estaba de acuerdo con Hegel en que el
cristianismo era una ideología de esclavos y que la democracia representaba una forma
secularizada de cristianismo. La igualdad de todos los hombres ante la ley era una realización del
ideal cristiano de la igualdad de todos los creyentes en el reino del cielo.
El estado democrático liberal no constituía una síntesis de la moral del señor y la moral del
esclavo, como Hegel había dicho. Para Nietzsche, representaba una victoria incondicional del
esclavo. La libertad y satisfacción del señor no se conservaban en ninguna parte.
Para Nietzsche, el hombre democrático se componía enteramente de deseo y razón, hábil para
encontrar nuevas maneras de satisfacer multitud de fútiles necesidades mediante el cálculo de su
interés a largo plazo. Pero carecía completamente de cualquier clase de megalothymia y estaba
satisfecho con su felicidad e incapaz de sentirse avergonzado de sí mismo por ser incapaz de
elevarse por encima de esas necesidades.
Hegel, en cambio, sostenía que el hombre moderno luchaba por el reconocimiento tanto como
por la satisfacción del deseo, y lo obtenía cuando el Estado universal y homogéneo le concedía
derechos. Una sociedad que concede este reconocimiento puede ser el punto de partida para la
satisfacción del thymos, y es evidentemente mejor que una sociedad que niega la humanidad en
todos sus componentes.
Nietzsche creía que no era posible ninguna verdadera grandeza, excelencia o nobleza humanas
excepto en las sociedades aristocráticas. La verdadera libertad o creatividad solo podía surgir de la
megalothymia, o sea, del deseo de que se le reconozca a uno como mejor que los demás. El deseo
de ser reconocido como superior es necesario para ser superior a sí mismo. Este deseo no solo es
la base de la conquista y el imperialismo, sino es también la condición previa para la creación de
cualquier cosa que merezca la pena poseer en la vida. El thymos es la parte del hombres que busca
deliberadamente la lucha y el sacrificio, que trata de demostrar que el yo es algo superior al
animal temeroso. No todos sienten esa atracción, pero para quienes la sienten, el thymos no
puede satisfacerse con el conocimiento de que son meramente iguales en valor a todos los demás
seres humanos.
Al poner la propia conservación por encima de todo, el último hombre se parece al esclavo en el
sangriento combate de Hegel con el que empezó la historia. Pero la situación del último hombre
empeora como resultado del proceso histórico entero, que ha asegurado desde entonces la
compleja evolución acumulativa de la sociedad humana hacia la democracia. Según Nietzsche, una
cosa viva no puede ser sana, fuerte ni productora, a no ser que viva dentro de cierto horizonte, es
decir, de una serie de valores y creencias que se aceptan sin crítica y de un modo absoluto.
La educación moderna estimula cierta tendencia al relativismo, o sea, la doctrina según la cual
todos los horizontes s y todos los sistemas de valores están relacionados con el tiempo y lugar,
todos reflejan los prejuicios e intereses de quienes los propugnan.
Entonces, volverían los hombres a ser animales como lo eran antes del combate sangriento con
que comenzó la historia. Si el hombre alcanza una sociedad en la cual se haya conseguido abolir la
injusticia, su vida llegará a parecerse a la del perro. La vida humana, pues, entraña una curiosa
paradoja: parece que requiere la injusticia, pues la lucha contra la injusticia es lo que hace salir a la
superficie lo que hay en él de más elevado.
A diferencia de Nietzsche, Kojeve no se enfurecía por el regreso a la animalidad al final de la
historia.
LIBRES Y DESIGUALES
La principal preocupación de Nietzsche podría decirse que es el futuro del thymos-la capacidad del
hombre de atribuir valor a las cosas y a sí mismo-, que ve amenazado por el sentido histórico del
hombre y por la extensión de la democracia.
La primera, y más importante de esas ocasiones, en una sociedad liberal, consiste en la actividad
económica. El capitalismo no solo permite, sino que positivamente exige una forma de
megalothymia regulada y sublimada en el esfuerzo para ser mejor que los rivales en el mundo de
los negocios.
La política democrática ofrece también una oportunidad a las naturalezas ambiciosas. La política
electoral es una actividad thymotica, puesto que en ella se compite por el reconocimiento público
a bases de puntos de vista en conflicto sobre el bien y el mal, lo justo y lo injusto.
En un mundo en el cual se ha resuelto en gran medida la lucha por todas las cuestiones
importantes, un esnobismo puramente formal se convertiría en la principal forma de expresión de
megalothymia, del deseo del hombre de que se le reconozca mejor que los demás. Pero el fin de la
historia significaría el fin, entre otras cosas, de todo arte que pueda considerarse socialmente útil,
y de ahí el descenso de la actividad artística al vacío.
El anhelo del reconocimiento como superior no ha desaparecido de la vida humana, pero sus
manifestaciones y su extensión han cambiado. La diferencia entre las sociedades democráticas y
las aristocráticas que las precedieron no es que la megalothymia haya sido desterrada, sino que ha
sido sumergida. Las sociedades democráticas están consagradas a la presunción de que todos los
hombres han sido creados iguales, y su ethos predominantes es el de la igualdad. Aunque no se
impide a nadie que desee que se le reconozca como superior, a nadie se le alienta en este sentido.
Así, las manifestaciones de megalothymia que han sobrevivido en las democracias modernas
existen con cierta tensión con los ideales públicamente declarados de la sociedad.
Hay dos hipótesis por las cuales tiene sentido hablar de historia con dirección (lo que
implica un fin de la historia):
Ambos puntos (a y b) marcan el efecto uniforme de la ciencia natural moderna (cercano a idea de
Maquiavelo)
Pero la ciencia natural moderna no explica la opción por la democracia. Por esto hay que sumar la
lucha por el reconocimiento.
2. Lucha por el reconocimiento (triunfo de democracia liberal). Se asienta en el
liberalismo que está más allá del neoutilitarismo. Una idea de libertad que está más
allá del equilibrio que marca Hayek.
SUJETO
Hegel plantea como es posible que un ser que no es hombre, devenga hombre. Esto se refiere a la
segunda tesis del fin de la historia, implica poner en juego un individuo más completo; no es un
individuo unilateral donde las tres partes trabajan de manera conjunta.
A partir de esta tesis de Hegel se realiza una lectura de la dialéctica del amo y el esclavo en Kojeve.
En esta dialéctica del amo y el esclavo el hombre al reconocer otras conciencias pone en juego una
lucha fundamental. Del mero ser animal llega a la lucha de reconocerse en otros, que se anima
básicamente por el deseo al deseo de otros (experiencia novedosamente humana que lleva a la
aparición del HOMBRE). Antes de ser hombre hay algo subjetivo que se puede volcar al mundo
para pensarlo. Pero ningún hombre puede conformarse con sí mismo, sino que ser hombre implica
la existencia de otros hombres. Cuando dos conciencias (todavía no humanas) se encuentran
pueden desear lo que está en el mundo para satisfacer las necesidades. Cuando reconocen su
negación de lo natural y se encuentran con otra, negando a la misma, desean el deseo del otro.
Cuando el hombre se rebela a su conciencia, al deseo, se rebela a sí mismo y se reconoce hombre.
La idea de desear el deseo de otro pone en juego la dialéctica del amo y el esclavo.
En este sentido Fukuyama recupera la dialéctica del amo y el esclavo a partir de Kojeve, la
fenomenología del espíritu se mueve según este por 4 premisas antropológicas:
1. LOGOS: un discurso razonable como condición de humanidad del hombre. Definitorio del
hombre es la conciencia y, particularmente, la autoconciencia (que el hombre se vea
revelado a sí mismo). El discurso que articule le permite no solo decir algo, sino también
decirse a sí mismo (revelación de sí en su discurso). Esto, tan sencillo, se produce como
desenlace de un pesado proceso de revelación del ser en la palabra (que tiene como
condición de desarrollo una historia cargada). Desenlaza esto en el “yo pienso” de
Descartes. Para esto se debe pasar por lo más esencial: la certeza sensible, es decir, la
contemplación de una cosa.
2. DESEO: la certeza sensible que surge de las impresiones sensibles permite decir la cosa,
pero en la contemplación nos olvidamos de nosotros. Para volver al yo es necesario que a
la certeza sensible vuelva el deseo. Cuando el hombre experimenta un deseo adquiere la
conciencia de que es él quien desea y de que la cosa es exterior respecto al yo deseante
(se articula el deseo de esa cosa, como hacerse esa cosa para uno). ¿Qué es el deseo de
una cosa sino transformarla en acción, de asimilarla a mí yo? El deseo de un objeto es la
negación del objeto, una fuerza negadora de lo que en virtud de lo que podría ser. Desde
el momento en que el hombre desea es acción negadora que transforma lo dado en
función del deseo. Para que el deseo conduzca a la acción del hombre, tiene que revelarse
al hombre.
3. RECONOCIMIENTO: el animal se funde en el ciclo biológico de la naturaleza (no puede
tomar distancia para mirarse). El deseo que da lugar al hombre debe ser distinto, no
puede ser natural. Para que el hombre pueda tomar distancia debe ser capaz de desear
NO una cosa, sino algo distinto, el deseo es un no ser (no es una cosa, sino una negación
activa de una cosa). El deseo antropogeno es el deseo de un deseo. Para ser humano el
hombre deberá actuar con el fin de someter una cosa, deberá buscar el reconocimiento
del otro. Dos animales humanos se encuentran y quieren someterse el uno al otro. El
deseo de mantenerse vivos es sacrificado por el deseo de reconocimiento (lucha a
muerte). Para que emerja el hombre es necesario que la lucha a muerte termine antes de
que uno mate al otro.
4. PLURALIDAD DE CONCIENCIAS: la resolución de lucha primordial entre dos conciencias tal
que una de las partes sale victoriosa sin que esto implique la muerte del otro. Esto es
posible porque se llega a un punto tal en la lucha que uno de ellos se conecta con el deseo
natural de conservar la vida y abandona el deseo de reconocimiento, lo cual genera una
diversificación de conciencias: el que nunca deseo más que ser reconocido y quien
abandona este deseo. La conciencia señorial del amo y la conciencia servil del esclavo.
Cuando sucede esta lucha es que empieza LA HISTORIA. El esclavo es obligado a trabajar
por el amo, satisface los deseos naturales de este. El amo es quien triunfa en la batalla
primordial por el reconocimiento, para descubrir que este es insuficiente porque el
esclavo no es un par. El amo debe seguir buscando el reconocimiento, tiene que luchar
con otros hombres para conseguirlo, esto repite la batalla primordial (es reconocimiento,
no nada nuevo). Esta dialéctica del amo Kojeve la identifica con Alejandro magno, amo
que lucha contra otros amos y en esa lucha se aspira al imperio universal: empuja a esto la
búsqueda constante por el reconocimiento.
El esclavo, en cambio, obligado a satisfacer los deseos del amo establece una mediación
con la naturaleza (primero mediado por la angustia efectiva de la muerte, y luego por la
idea de la muerte). Cualquier animal se relaciona con el deseo de manera inmediata., el
esclavo se relaciona con la naturaleza por la idea de la posibilidad de recibir muerte, al
hacer esto aparece EL TRABAJO (no es mera operación directa sobre la naturaleza, está
mediado por una idea). El esclavo articula la concreción y ejecución, niega al mundo tal
cual es a partir de cómo podría ser. Es una acción negadora que parte de que la idea da
lugar a concreción de lo existente diferente de lo dado. El esclavo comienza a laborar su
propia libertad, a elaborar una idea de su libertad en función de su transformación de lo
existente en virtud de lo que podría ser. El amo, en cambio, no elabora la idea de libertad,
es libre de manera inmediata. El esclavo va a ser libre pero para esto tiene que volver a
ver la sangre: se da un reencuentro dialectico entre el trabajo del esclavo y la lucha del
amo.
La resolución de esta dialéctica se da donde los esclavos toman las armas y asumen la
lucha en función de la realización de la idea de libertad. La figura del que lucha y el que
trabaja lleva a resolver la dialéctica. De la resolución emerge una democracia (ejemplo,
revolución francesa) e implica la abolición tanto del esclavo como del amo.
El segundo esbozo de la historia universal debería montarse sobre la dialéctica del amo y
el esclavo, esta nos permite tener una idea del hombre más compleja y profunda de la
que da la modernización (a Fukuyama le atraía el liberalismo inglés). Es por vía del thymos
que podemos explicar el deseo de reconocimiento del hombre (en términos del
capitalismo y la democracia). Esta es la innovación de Fukuyama respecto al liberalismo
inglés: una complejización de la psicología del hombre (no es solo razón y pasión, también
es deseo de reconocimiento).
Idea del último hombre: ¿No hay una contradicción interna a la democracia? (a partir de
sus presupuestos) Para Hayek el individuo no necesitaba descomponerse, para Fukuyama,
en cambio, este posee tres partes. Es la parte thymotica la que presenta la respuesta a la
pregunta de si no hay contradicción interna que lleve a descomponer la democracia
liberal. Por el reconocimiento se satisface la parte racional, el capitalismo satisface lo
apetitivo. Queda entonces lo irascible, el thymos.
Hay dos tipos de satisfacción del reconocimiento:
1. Igualdad (ciudadano libre e igual). La crítica a esto es que materialmente los hombres
no son libres e iguales. A lo cual Fukuyama responde que estas desigualdades del
capitalismo están en la naturaleza misma de las cosas.
2. Desigualdad (particularidad de cada hombre) Fukuyama utiliza en esto a Nietzsche
(donde puede llegar a identificarse contradicción interna que lleve a descomposición
de democracia liberal). La historia no es algo que tenga valor en sí, toda referencia a
esta implica un uso determinado de la misma.
A. Monumental: de grandes hechos de los hombres, sirve para los que quieren
distinguirse
B. Anticuaria: tiende a preservar lo hecho de manera venerable. Más vinculado a
una perspectiva científica.
C. Crítico: orientado al sujeto que necesita liberarse.
Nietzsche hace un gran relato del mundo aristocrático, la idea de realización universal del
cristianismo se lleva adelante también en la democracia liberal. Nietzsche plantea disyuntiva: o un
tránsito al súper hombre o la vía del último hombre.
En la democracia liberal, al ser reconocido los hombres como iguales no pueden plantearse
particularidades. Entonces se requiere tolerancia frente a todo. Esta es una vía de la igualdad
(isotimia). Representa un gran desafío a las sociedades liberales: se plantean situaciones, criterios,
de lo que no puede ser tolerado. Las sociedades liberales recaen en la afirmación de la vida
misma:
No se puede afirmar ningún parámetro estático, pero siempre se está ante necesidad de
límites.
No se puede establecer ninguna forma de vida como superior.
Surge entonces el problema con el reconocimiento, cual es el plan inamovible que hace que alga,
quien reconoce? Las sociedades democráticas pueden conducir al reconocimiento por igualdad
pero no posee esto un criterio substantivo (punto de valoración transhistórico). El reconocimiento
que puede brindar el estado homogéneo carece de fundamento legítimo.
El hombre que contempla es “absorbido” por el objeto que contempla no puede ser “vuelto hacia sí
mismo” sino por un Deseo: por el deseo de comer, por ejemplo. El Yo (humano) es el Yo de un
Deseo o del Deseo.
El ser mismo del hombre, el ser autoconsciente, implica pues y presupone el Deseo. Si el Deseo
animal es la condición necesaria de la Autoconciencia, no es la condición suficiente de ella. Por sí
solo ese Deseo no constituye más que el Sentimiento de sí.
El deseo torna inquieto al hombre y lo empuja a la acción. Nacida del Deseo, la acción tiende a
satisfacerlo, y sólo puede hacerlo por la “negación”, la destrucción o por lo menos la
transformación del objeto deseado. Si la acción que nace del Deseo destruye una realidad objetiva
para satisfacerlo, crea en su lugar, en y por esta destrucción misma, una realidad subjetiva. El Yo
del Deseo es un vacío que no recibe un contenido positivo real sino por la acción negatriz que
satisface el Deseo al destruir, transformar y “asimilar” el no-Yo deseado. Y el contenido positivo del
Yo, constituido por la negación, es una función del contenido positivo del no-Yo negado. Si en
consecuencia el Deseo conduce sobre un no-Yo “natural”, el Yo será “natural” también. El Yo
creado por la satisfacción activa de tal Deseo tendrá la misma naturaleza que las cosas sobre las
cuales lleva ese Deseo: será un Yo “cosificado”, un Yo solamente viviente, un Yo animal. Y ese Yo
natural, función de un objeto natural, no podrá revelarse a él mismo y a los otros sino en tanto que
Sentimiento del sí. No llegará jamás a la Autoconsciencia.
Para que haya Autoconsciencia es necesario que el Deseo se fije sobre un objeto no-natural, sobre
alguna cosa que supere la realidad dada. Mas la única cosa que supera eso real dado es el Deseo
mismo. Ese Yo será así su propia obra: será (en lo porvenir) lo que él ha devenido por la negación
(en el presente) de aquello que ha sido (en el pasado), pues esta negación se efectúa en vista de lo
que devendrá.
El Deseo humano debe dirigirse sobre otro Deseo. Para que haya Deseo humano es indispensable
que haya ante todo una pluralidad de Deseos (animales). Por eso, la realidad humana sólo puede
ser social. La sociedad solo es humana en tanto que conjunto de Deseos que se desean
mutuamente como Deseos. La historia humana es la historia de los Deseos deseados.
El Deseo humano debe superar ese Deseo de conservación. El hombre no se “considera” humano si
no arriesga su vida (animal) en función de su Deseo humano. Es en y por ese riesgo que la realidad
humana se crea y se revela en tanto que realidad; es en y por ese riesgo que ella se “reconoce”, es
decir, se muestra; se verifica, efectúa sus pruebas en tanto que esencialmente diferente de la
realidad animal, natural. Y por eso hablar del “origen” de la Autoconsciencia es necesariamente
hablar del riesgo de la vida (con miras a un fin esencialmente no vital).
Desear el Deseo de otro es pues en última instancia desear que el valor que yo soy o que
“represento” sea el valor deseado por ese otro: quiero que él me “reconozca” como un valor
autónomo. Todo Deseo humano, antropógeno, generador de la Autoconsciencia, de la realidad
humana, se ejerce en función del Deseo de “reconocimiento”. Y el riesgo de la vida por el cual se
“reconoce” la realidad humana es un riesgo en función de tal Deseo. Hablar del “origen” de la
Autoconsciencia implica por necesidad hablar de una lucha a muerte por el “reconocimiento”.
Para que la realidad humana pueda constituirse en tanto que realidad “reconocida” hace falta que
ambos adversarios queden con vida después de la lucha. Mas eso sólo es posible a condición que
ellos adopten comportamientos opuestos en esa lucha. Uno de ellos debe abandonar su deseo y
satisfacer el deseo del otro: debe “reconocerlo” sin ser “reconocido” por él. Pero, “reconocer” así
implica “reconocerlo” como Amo y reconocerse y hacerse reconocer como Esclavo del Amo.
La Autoconsciencia existe en y para sí en la medida y por el hecho de que existe (en y para sí) para
otra Autoconsciencia: es decir, que ella sólo existe en tanto que entidad- reconocida. El hombre
que quiere hacerse reconocer por otro no desea de ningún modo reconocerlo a su vez. Si lo
consigue, el reconocimiento no será mutuo y recíproco: será reconocido pero no reconocerá a
quien lo reconozca.
El hombre, para ser, en efecto, verdaderamente “hombre”, y saberse tal, debe pues imponer a
otros la idea que se forja de él mismo: debe hacerse reconocer por otros (en el caso límite ideal:
por todos los otros). Debe transformar el mundo (humano y natural) donde no es reconocido, en un
mundo donde ese reconocimiento sea posible. Esa transformación del mundo hostil en un proyecto
humano de un mundo que esté de acuerdo con ese proyecto, se llama “acción”, “actividad”. Esa
acción comenzará por el acto de imponerse al “primer” otro que se encuentre. Y puesto que ese
otro, si es un ser humano, debe hacer lo mismo, la “primera” acción antropógena toma
necesariamente la forma de una lucha: de la lucha a muerte entre dos seres que se creen hombres;
de una lucha por puro prestigio con miras al ”reconocimiento” por el adversario.
La relación entre dos Autoconciencias está pues determinada de tal modo que ellas se reconocen -
cada una para sí y la una para la otra- por la lucha de vida o muerte.
La verdad del hombre, o la revelación de su realidad, presupone pues la lucha a muerte. Y es por
eso que los individuos humanos están obligados a comprometerse en esa lucha. Porque ellos
deben elevar al rango de verdad la certeza-subjetiva que tienen de sí mismos de existir – para sí,
pues cada uno debe hacerlo en el otro y en sí mismo. Es sólo por el riesgo de la vida que se
comprueba el hecho de que la Autoconciencia no es otra cosa que puro Ser-para-sí. El individuo-
humano que no ha osado a arriesgar su vida puede, por cierto, ser reconocido, en tanto que
persona-humana. Pero no ha alcanzado la verdad de ese hecho de-ser-reconocido en tanto que
una Autoconciencia autónoma. Por eso cada uno de los dos individuos humanos debe tener por fin
la muerte del otro, del mismo modo que él arriesga su propia vida. El hombre no es humano sino
en la medida en que quiere imponerse a otro hombre, hacerse reconocer por él. En primer lugar, en
tanto que no es aún efectivamente reconocido por otro, es ese otro el que es el fin de su acción, es
de ese otro, del reconocimiento por ese otro que depende su valor y su realidad humanas; es en ese
otro donde se condensa el sentido de su vida. Está pues “fuera de sí”. Pero sea su propio valor y su
propia realidad los que le importan, y quiera tenerlos en él mismo. Debe entonces suprimir su “ser-
otro”. Debe hacerse reconocer por el otro, poseer en él mismo la certeza de ser reconocido por el
otro. Para que ese reconocimiento pueda satisfacerlo, es necesario que sepa que el otro es un ser
humano. En primer término, no ve en él más que un aspecto animal. Para saber que ese aspecto
revela una realidad humana, debe comprender que el otro también quiere hacerse reconocer, y
que está dispuesto a arriesgarse, a “negar” su vida animal en una lucha por el reconocimiento de
su ser-para-sí humano. La lucha por el reconocimiento no puede por tanto terminarse sino por la
muerte de uno de los adversarios, o de los dos a la vez. [Si los dos adversarios perecen en la lucha –
la “conciencia” es suprimida completamente; porque el hombre después de la muerte no es ya más
que un cuerpo inanimado. Y si uno de los adversarios queda con vida pero mata al otro, no puede
ya ser reconocido por él; el venido muerto no reconoce la victoria del vencedor (...) porque el
hombre no es real sino en la medida en que vive en un mundo natural. Ese mundo le es, por cierto,
“extraño”; debe negarlo, transformarlo, combatir para realizarse en él. Pero sin ese mundo, fuera
de ese mundo, el hombre no es nada.]
De nada sirve al hombre la Lucha para matar a su adversario. Debe suprimirlo “dialécticamente”.
Es decir, debe dejarle la vida y la conciencia y destruir sólo su autonomía. No debe suprimirlo sino
en tanto que se le opone y actúa contra él. Dicho de otra manera, debe someterlo.
[El hombre real y verdadero es el resultado de su interacción con los otros; su Yo y la idea que se
forma de él mismo son “mediatizados” por el reconocimiento obtenido en función de su acción. Y
su verdadera autonomía es la que él mantiene en la realidad social por el esfuerzo de esta acción].
Una es la Conciencia autónoma, para la cual el Ser-para-sí es la realidad-esencial. La otra es la
Conciencia dependiente, para la cual la realidad-esencia es la vida-animal, es decir, el ser-dado
para una entidad-otra. Aquella es el Amo; ésta, es el Esclavo. [Ese Esclavo es el adversario vencido
que no ha ido hasta el final en el riesgo de la vida, que no ha adoptado el principio de los Amos:
vencer o morir. Ha aceptado la vida elegida por otro. Depende pues de ese otro. Ha preferido la
esclavitud a la muerte, y es por eso que permaneciendo con vida, vive como Esclavo.]
1. Por una parte, con una cosa tomado en tanto que tal, es decir el objeto cosificado del
deseo.
2. Por la otra, con la conciencia por la cual la cosidad es la entidad-esencial, es decir, con el
Esclavo que por el rechazo del riesgo se solidariza con las cosas de las cuales depende.
Por el contrario, el Amo no ve en esas cosas más que un simple medio de satisfacer su Deseo.
No es solamente el Amo quien ve en el Otro su Esclavo; ese Otro se considera a sí mismo como tal.
Puesto que el Esclavo sólo trabaja para el Amo, para satisfacer los deseos del Amo y no los suyos
propios, es el Deseo del Amo el que actúa en y por el Esclavo. Pues si el Amo trata al Otro como
Esclavo no se comporta él mismo como Esclavo y si el Esclavo trata al Otro como Amo, no se
comporta él mismo como Amo. El Esclavo no arriesga su vida y el Amo es ocioso.
El Amo no es Amo más que porque su Deseo ha recaído no sobre una cosa sino sobre otro deseo,
que ha sido así un deseo de reconocimiento; por otra, al haber devenido Amo es en tanto que Amo
que debe desear ser reconocido; y él no puede ser reconocido como tal sino haciendo del Otro su
Esclavo. Mas el Esclavo es para él, un animal o una cosa. El es pues “reconoció” por una cosa.
Después de la lucha que ha hecho de él un Amo, él no es lo que quiso ser al emprender esta lucha:
un hombre reconocido por otro hombre.
[La “verdad” del Amo es el Esclavo y su Trabajo. En efecto, los otros no reconocen al Amo en tanto
que Amo sino porque hay un Esclavo; y la vida del Amo consiste en el hecho de consumir los
productos del Trabajo servil, de vivir de y por ese Trabajo.]
Esclavo:
El hombre integral, absolutamente libre, definitiva y completamente satisfecho con lo que es, el
hombre que se perfecciona y se completa en y por esa satisfacción, será el Esclavo que ha
“suprimido” su servidumbre. Si el Amo ocioso es un obstáculo, el Esclavo laborioso, por el contrario,
la fuente de todo progreso humano, social, histórico. La Historia es la historia del Esclavo
trabajador. Y para verlo, basta considerar la relación entre el Amo y el Esclavo (es decir, el primer
resultado del “primer” contacto humano, social, histórico) no ya desde el punto de vista del Amo,
sino del Esclavo.
Pero la Esclavitud también es Autoconciencia. El Amo, por no poder reconocer al Otro que lo
reconoce, se encuentra en un callejón sin salida. El Esclavo, por el contrario, reconoce desde el
principio al Otro (el Amo). Le bastará pues imponerse a él, hacerse reconocer por él, para que se
establezca el reconocimiento mutuo y recíproco que sólo puede realizar y satisfacer al hombre
plena y definitivamente. Por cierto, para que eso sea así el Esclavo debe cesar de ser Esclavo: debe
trascenderse, “suprimirse” en tanto que Esclavo. Pero si el Amo no tiene ningún deseo –y por tanto
ninguna posibilidad- de “suprimirse” en tanto que Amo (puesto que significaría para él devenir
Esclavo), el Esclavo tiene el mayor interés en dejar de ser Esclavo. [El Amo está petrificado en su
Dominio. No puede superarse, cambiar, progresar. Debe vencer –y devenir Amo o mantenerse en
tanto que tal- o morir. Se lo puede matar; no se lo puede trans-formar, educar. Ha arriesgado su
vida para ser Amo. El Dominio es para él el valor supremo dado que no puede superar. El Esclavo,
por el contrario, no ha querido ser Esclavo. Ha devenido esclavo porque no ha querido arriesgar su
vida para ser Amo. En la angustia mortal, ha comprendido (sin advertirlo) que una condición dada,
fija y estable, aunque sea la del Amo, no puede agotar la existencia humana. Ha “comprendido” la
vanidad de las condiciones dadas de la existencia.] El provenir de la Historia pertenece, por tanto,
no al Amo guerrero que o bien muere o se mantiene indefinidamente en identidad consigo mismo,
sino al Esclavo trabajador. Éste, al transformar el Mundo dado mediante su trabajo, trasciende lo
dado y lo que está determinado en él mismo por lo dado; él se supera, entonces, y supera, también
al Amo quien está ligado a lo dado, lo que él deja intacto porque no trabaja.
Es sólo en y por el trabajo que el hombre acaba por tomar conciencia de la significación, del valor y
de la necesidad de la experiencia que ha hecho por temor al poder absoluto que el Amo encarnaba
para él. Sólo después de haber trabajado para el Amo comprende la necesidad de la lucha entre
Amo y Esclavo y el valor del riesgo y de la angustia que ello comporta. Es pues por el trabajo, y sólo
por el trabajo, que el hombre se realiza objetivamente en tanto que hombre. No es sino después de
haber producido un objeto artificial que el hombre es él mismo real y objetivamente más y otra
cosa que otra cosa que un ser natural; y es sólo en ese producto real y objetivo que él toma
verdaderamente conciencia de su realidad humana subjetiva. A través del trabajo el hombre llega
a ser un ser sobrenatural, real y consciente de su realidad; porque trabaja él es Espíritu
“encarnado”, es “Mundo” histórico, es Historia “objetivada”.
Es pues el trabajo el que “forma -o- educa” al hombre y lo rescata del animal. El hombre “formado
–o- educado”, el hombre realizado y satisfecho por su realización es entonces necesariamente no
Amo, sino Esclavo; o por lo menos, aquél que ha pasado por la Esclavitud. Pero no hay Esclavo sin
Amo. El Amo es por tanto el catalizador del proceso histórico, antropógeno. Él mismo no participa
activamente en ese proceso; mas sin él, sin su presencia, ese proceso no sería posible. Porque si la
historia del hombre es la historia de su trabajo y ese trabajo no es histórico, social, humano, sino a
condición de efectuarse contra el instinto o “interés inmediato” del trabajador, el trabajo debe
efectuarse al servicio de otro, y debe ser un trabajo forzado, estimulado por la angustia de la
muerte. Es ese trabajo y solamente ese trabajo, el que libera, es decir, humaniza al hombre (el
Esclavo). Por una parte, ese trabajo crea un Mundo real objetivo, que es un Mundo no-natural, un
Mundo cultural, histórico, humano. Y es sólo en ese Mundo donde el hombre vive una vida
esencialmente diferente de aquella que vive el animal (y el hombre “primitivo”) en el seno de la
Naturaleza. Por otra parte, ese trabajo libera al esclavo de la angustia que lo ligaba a la
Naturaleza dada y a su propia naturaleza innata de animal. Es por el trabajo efectuado en la
angustia, al servicio del amo, que el Esclavo se libera de la angustia que lo sometía al Amo.
El hombre que trabaja reconoce en el Mundo efectivamente transformado por su trabajo su propia
obra: se reconoce en él; ve allí su propia realidad humana; se descubre en él y revela a los otros la
realidad objetiva de su humanidad, de la idea ante todo abstracta y puramente subjetiva que él, se
forma de sí mismo. La Conciencia trabajadora deviene por tanto sentido -o- voluntad propia; y ella
lo deviene precisamente en el trabajo, donde ella no parecía ser sino sentido – o – voluntad
extraña.
[El hombre no alcanza su autonomía verdadera, su libertad auténtica, sino después de haber
pasado por la Esclavitud, después de haber superado la angustia de la muerte por el trabajo
efectuado en servicio de otro (que, para él, encarna esta angustia). El trabajo liberador es pues
necesariamente, en primer término, el trabajo forzado de un Esclavo que sirve a un Amo
omnipotente, que detenta todo poder real]
[No basta haber tenido miedo, ni haber tenido miedo advirtiendo el hecho de que se ha temido a la
muerte. Es necesario vivir en función de la angustia. Pero vivir así es servir a alguien a quien se
teme, alguien que inspira o encarna la angustia; es servir a un Amo (real, es decir, humano, o al
Amo “sublimado”, Dios). Y servir a un Amo, es obedecer a sus leyes. Sin ese servicio, la angustia no
podrá transformar la existencia; y la existencia no podrá pues jamás sobrepasar su estado inicial
de angustia.] [Sólo el trabajo, que finalmente permite hacer concordar al Mundo objetivo con la
idea subjetiva que lo supera desde el comienzo, anula el elemento de locura y de crimen que afecta
la actitud de todo hombre que, impulsado por la angustia, trata de sobrepasar el Mundo dado al
que teme, donde él se siente angustiado y donde, en consecuencia, no podría sentirse satisfecho.]
[El hombre que no ha experimentado la angustia de la muerte no sabe que el Mundo natural dado
le es hostil, que tiende a matarlo, a destruirlo, que no se dan allí las condiciones esenciales que
puedan satisfacerlo realmente. Ese hombre sigue siendo pues, en el fondo, solidario con el Mundo
dado. Querrá a lo sumo “reformarlo”, es decir, cambiar los detalles, hacer transformaciones
particulares sin modificar sus caracteres esenciales. Ese hombre actuará como reformista “hábil”,
es decir, como conformista, pero jamás como revolucionario verdadero. Pero, el Mundo dado
donde vive pertenece al Amo (humano o divino), y en ese Mundo es necesariamente Esclavo. No es
pues la reforma sino la supresión “dialéctica”, vale decir revolucionaria del Mundo que puede
liberarlo, y por consiguiente, satisfacerlo. Pero esta transformación revolucionaria del Mundo
presupone la “negación”, la no aceptación del Mundo dado en su conjunto. Y el origen de esta
negación absoluta reside en el terror absoluto inspirado por el Mundo dado, o más exactamente
por éste –o aquél- que domina este mundo, por el Amo de ese Mundo. El Amo que engendra
(involuntariamente) el deseo de la negación revolucionaria, es el Amo del Esclavo. El hombre no
puede, en consecuencia, librarse del Mundo dado que no lo satisface sino a condición de que ese
Mundo, en su totalidad, pertenezca en efecto a un Amo (real o “sublimado”). Mas, en tanto que el
Amo vive; él se halla también siempre sometido al Mundo del cual es Amo. Puesto que el Amo no
trasciende el Mundo dado sino en y por el riesgo de su vida, únicamente su muerte “realiza” su
libertad. Sólo el Esclavo puede transformar el Mundo que lo forma y lo fija en la servidumbre, y
crear un Mundo formado por él en el que será libre. Y el Esclavo sólo llega a ello por el trabajo
forzado y la angustia soportada en servicio del Amo. Al transformar el Mundo mediante ese
trabajo, el Esclavo se transforma a sí mismo y genera así las condiciones objetivas nuevas que le
permiten retomar la Lucha liberadora para el reconocimiento que rehusó en el comienzo por temor
de la muerte. En conclusión, todo trabajo servil realiza no la voluntad del Amo, sino aquella –
inconsciente en su origen- del Esclavo que, por fin, triunfa allá donde el Amo, necesariamente,
fracasa. Es sin duda la conciencia en un principio dependiente, servidora y servil la que realiza y
revela en última instancia el ideal de la Autoconciencia autónoma, y que expresa así su “verdad”.
Introducción (apuntes):
Schmitt es un jurista alemán con una breve participación en el nazismo (se retira por ser acusado
de demasiado católico). Participa del debate de la ciencia jurídica alemana (derecho
internacional). El interés es partir de lo más simple para entender el orden jurídico.
Sentido polémico: trabaja sobre que significa el imperio de la ley (nomos basileus) planteando que
debe ser entendida adecuadamente. Hay una distinción clásica respecto a la ley:
1. Derecho natural
2. Derecho convencional (de los hombres o las polis) NOMOS derecho de gentes
NOMOS DE LA TIERRA.
Nomos de la tierra: Schmitt utiliza la palabra NOMOS porque se busca el punto de partida más
simple para entender los órdenes sociales y doctrinales. No pretende derivarse de la utilización de
ciencias jurídicas sino por lo más simple de la fuerza jurídica originaria (no puede ser atribuido a
leyes), es un acontecimiento histórico constitutivo. Como acto de legitimidad da sentido a la mera
legalidad de la ley. Esta línea de análisis Schmitt la hereda de Weber: idea de que la última forma
de legitimidad que queda es la legalidad.
No puede haber sistema de legalidad que no esté antecedido por el acto de tomar una porción de
tierra.
CAPITULO I
En el derecho mítico, la tierra es denominada madre del derecho. Ello señala una raíz triple del
derecho y la justicia.
1. La tierra fértil contiene en sí misma una medida interna, pues el esfuerzo y el trabajo que
el hombre aplica a la tierra fértil son recompensados con justicia por esta mediante el
crecimiento y la cosecha (todo campesino conoce la medida interna de esa justicia)
2. El suelo labrado y trabajado por el hombre, nuestras líneas fijas que hacen visibles
determinadas divisiones, evidencian medidas y reglas del cultivo según las cuales se
desarrolla el trabajo del hombre en la tierra.
3. La tierra lleva sobre su superficie firme vallados y cercados, casas, muros y otras
edificaciones. En ellos se revela la ordenación y el asentamiento de la convivencia
humana.
Así, la tierra está unida al derecho de manera triple. Lo contiene en sí misma como premio del
trabajo; lo revela en sí misma como límite firme, y lo lleva sobre sí misma como signo público del
orden. El orden es terrenal y vinculado a la tierra.
La toma de una tierra establece derecho en dos sentidos: 1) hacia adentro se establecen con la
primera división y distribución del suelo, la primera ordenación de todas las condiciones de
posesión y propiedad. Aún en el caso de que la primera división de la tierra ya establezca una
propiedad privada puramente individualista o común del grupo, esta propiedad sigue sujeta a la
toma conjunta de la tierra y se deriva jurídicamente del acto primitivo común. Toda ocupación de
tierra crea siempre, en el sentido interno, una especie de propiedad suprema de la comunidad en
su totalidad. 2) en el aspecto externo el grupo que ocupa una tierra se enfrenta con otros grupos o
potencias que toman o poseen una tierra. En este aspecto, la toma de la tierra representa en dos
formas distintas un título basado en el derecho de gentes: puede ser que un trozo de tierra sea
separado de un espacio que hasta entonces era considerado libre o bien puede ser que un trozo
de tierra sea arrebatado al hasta entonces poseedor de la misma y pase a ser propiedad del nuevo
señor.
La toma de la tierra con efectos hacia adentro y hacia afuera es el primer título jurídico en el que
se basa todo derecho interior. La toma de la tierra crea las condiciones para la distinción entre
derecho público y privado. La toma de la tierra tiene en el aspecto jurídico un carácter categórico.
Es importante aquí un enfoque doble: 1. Hemos de considerar la toma de la tierra como un hecho
jurídico-histórico, como gran acontecimiento histórico, y no como una mera construcción del
pensamiento. 2. Hemos de tener en cuenta que el acto de toma de la tierra también precede a la
distinción entre derecho público y privado. La toma de la tierra crea el título jurídico más radical
que existe.
Respecto al nomos de la tierra hay que tener en cuenta dos aspectos de la tierra:
a) Tierra como elemento: tomar, distribuir y trabajar la tierra.
b) Apunta a la tierra como planeta y por lo tanto la imagen del mundo (imagen de
ordenación espacial del planeta). Establece la referencia entre mares y océanos
(elementos que no pueden ser distribuidos o que por lo menos no se hace
originariamente) Surge así la tensión entre el elemento terrestre y el acuático.
1) Ius gentile. es el derecho que regula la ocupación de la tierra, la edificación, etc. Apunta a
la existencia de un enemigo, pero que reconoce capaces juntos de celebrar. Supone un
ordenamiento superior que tiene autoridad sobre la gente (autoridad eclesiástica): unidad
de gentes.
2) Ius inter gentes. Derecho de entre gentes sujeto a la estructura de la gente. Con la
emergencia del estado moderno surge el derecho interestatal.
En el paso del derecho ius gentile al ius inter gente hay profundas transformaciones históricas.
Podemos identificar entonces distintos períodos:
El Imperio en la Europa cristiana de la Edad Media representaba una ordenación preglobal del
espacio, pero, sin embargo, proveyó, el único título jurídico para la transición hacia una primera
ordenación global del derecho de gentes. El llamado “derecho de gentes modernos”, es decir, el
derecho de gentes interestatal europeo del período de los S. XVI al S. XX, surgió de la disolución de
la ordenación medieval del espacio basada en el Imperio y el Papado.
La amplia unidad basada en el derecho de gentes de la Edad Media europea tenía asentamientos y
ordenaciones claras. Su nomos está determinado por las siguientes disposiciones: el suelo de
pueblos paganos es territorio abierto a la misión cristiana. Entonces, más allá del suelo cristiano
puede entenderse que hay derecho de inter gentes porque las cruzadas son una causa justa, y
dentro del territorio cristiano se produce la acotación de la guerra.
La unidad cristiana está conformada por: el orden del monasterio y el orden del sacerdocio que no
se superponen. Para lo terrenal los reyes cristianos gobiernan pero envestidos por la autoridad del
Papa. Esto es posible porque lo que está al fondo de estos dos órdenes no superpuestos es la idea
del tiempo, que implica que el Anticristo va a llegar a la tierra (los hombres lo único que pueden
hacer es retrasar esta llegada y esta fuerza histórica es el kat-echon). La respublica christiana era
un orden anárquico, no había un timón superior, pero no era nihilista. Entonces, ¡cómo se
disuelve? El factor común es la secularización, pero que dentro presenta varias razones:
a) La Corona Imperial deja de ser elevación y pasa a ser un inmueble con dominio completo
del propietario.
b) Los soberanos europeos se entienden a sí mismos con la idea moderna de Soberanía y se
sustraen de la autoridad papal.
c) Surgen las unidades políticas cerradas (Estados modernos)
d) Aparece ante Europa, América, lo cual implica grandes tomas de tierra. Esto altera toda la
concepción espacial de los pueblos hasta ese momento, con lo cual cambia la imagen del
mundo, se da la primera aparición de la tierra en su segundo sentido, es decir como
imagen global de la tierra. Las grandes tomas de tierra en América se dan desde la
perspectiva de la toma originaria del suelo (nomos de la tierra) entendido primero como la
acepción más elemental de imagen del mundo y segundo, como idea, imagen del mundo.
El nuevo mundo aparece como un espacio libre, muy rápidamente se da la división del
nuevo suelo (por líneas globales) primero, a partir de rayas de partición y posteriormente
en líneas de amistad.
Si el Imperio es tratado como la forma más perfecta de las comunidades humanas, este no es
interpretado en el sentido de una comunidad similar a las civitas autárquicas, y aún más perfecta,
sino únicamente como una unidad trascendental de índole especial que establece la paz y la
justicia entre las comunidades autárquicas y que sólo por ese motivo es más elevada y más amplia.
Todas estas renovaciones prescinden del kat-echon y, en consecuencia, sólo pueden hacer surgir
un cesarismo en lugar de un imperio cristiano.
En las construcciones de los juristas del derecho romano de los siglos XIV y XV ya está olvidada la
unión entre imperio cristiano y el reino territorial.
Aun cuando la potestas imperial se había convertido en la realidad en un mero nombre sin poder,
la ordenación general amplia del derecho de gentes europeo medieval continuaba existiendo
mientras la autoritas del Papa era suficiente para encargar misiones y ordenar cruzadas y para
conceder nuevos territorios para el ejercicio de la actividad misionera. Mientras se prolongaba
esta situación, la división fundamental a raíz de la ordenación del espacio, la distinción entre suelo
de soberanos y pueblos cristiano y el de países no cristianos, la consiguiente acotación de las
guerras, o sea la distinción entre varias clases de guerras, y con ello el orden concreto entre los
pueblos, aún seguían conteniendo una porción de realidad histórica.
Fue una ordenación del espacio totalmente distinta la que puso fin al derecho de gentes medieval
en Europa. Esta ordenación surgió con el Estado europeo centralizado, territorialmente cerrado,
que era soberano frente al Emperador y al Papa, pero también frente a cualquier vecino, y que
tenía abierto un espacio libre e ilimitado para adquisiciones de tierra en ultramar. Los nuevos
títulos jurídicos, característicos de este nuevo derecho de gentes, pero totalmente desconocidos a
la Edad Media cristiana son el descubrimiento y la ocupación. La nueva ordenación del espacio ya
no está basada en un asentamiento seguro sino en un “equilibrio”.
La aparición de inmensos espacios libres y la toma de la tierra en un mundo nuevo hicieron posible
un nuevo derecho de gentes europeo de estructura interestatal. En la época interestatal del
derecho de gentes, que duraría desde el S. XVI hasta fines del S. XIX, se logró un verdadero
progreso, o sea una delimitación y acotación de la guerra europea. Surgió una nueva ordenación
concreta del espacio, un equilibrio entre los estados territoriales del continente europeo en su
concierto con el imperio marítimo británico y sobre el fondo de inmensos espacios libres. Gracias a
la ordenación concreta del espacio del estado territorial, el suelo de Europa adquirió un status de
Derecho de Gentes específico, y no sólo en sí mismo, sino también frente al espacio del mar libre
y frente a todo suelo de ultramar, o sea no-europeo. Ello hizo posible un Derecho de Gentes
común que ya no era eclesiástico ni feudal, sino estatal.
El mar permanece fuera de toda ordenación específicamente estatal del espacio. No es ni ámbito
estatal, ni espacio colonial, ni tampoco es ocupable. Está libre de todo tipo de soberanía estatal
del espacio. El mar no posee otras fronteras que las costas. Es el único espacio que está libre y
abierto de todos los Estados para el comercio y la pesca, para un ejercicio libre de la guerra
marítima y del derecho de botín en ésta.
La isla de Inglaterra se convirtió en eslabón entre las dos ordenaciones diferentes d ela tierra y el
mar, explicándose así la posición excepcional de Inglaterra en y frente a este Derecho europeo de
Gentes.
El gran equilibrio entre tierra y mar creó un equilibrio entre los Estados continentales, pero al
mismo tiempo impidió un equilibrio marítimo entre las potencias marítimas. Un equilibrio entre
las potencias marítimas hubiera dividido el mar y destruido el gran equilibrio entre tierra y mar
que constituía el nomos de la tierra en el Ius Publicum Europaeum.
En este siglo no se impusieron en relación con los nuevos mares, categorías tradicionales de
derecho romano, sino algo muy distinto: la convicción primitiva, original y elemental de que el
derecho y la paz únicamente están asentados en la tierra.
Los intentos de considerar el mar como una vida de tráfico de uso común, y en este sentido como
res ómnium, tropiezan con el hecho de que cada Estado tiene derecho a librar en esta vía guerras
con todos los medios bélicos modernos.
Pueden percibirse así las líneas histórico-jurídicas de la nueva libertad de los mares. Dos grandes
etapas, caracterizadas por dos concepciones distintas de esta libertad:
La separación entre la tierra firme y el mar libre era el principio fundamental y específico del Ius
Publicum Europaeum. Esta ordenación del espacio no surgió esencialmente de ocupaciones de
tierras intraeuropeas ni de modificaciones territoriales, sino de la toma europea de la tierra en un
Nuevo Mundo no europeo, junto con una toma del mar libre por Inglaterra. Inmensos espacios
libres hicieron posible y fueron la base del derecho interno de una ordenación europea
interestatal. Ulteriormente fueron imponiéndose otras divisiones de índole espacial para la tierra
firme hasta que el Derecho de Gentes se fue disolviendo, a partir de finales de S. XIX y principio del
XX, en un international law general. Con respecto al nomos de la tierra surgen en esta época las
siguientes distinciones y divisiones:
1) Entre el espacio de la tierra firme y el mar libre, que es de importancia para la diferencia
entre guerra terrestre y guerra marítima.
2) Dentro del espacio de la tierra firme: distinción entre el suelo de estados europeos
(territorio estatal en el sentido propio) y el suelo de posiciones en ultramar (suelo
colonial), que es de importancia para la distinción entre la guerra europea y la colonial; la
acotación lograda para la guerra terrestre europea sólo se refiere a guerras terrestres
interestatales que sean libradas en suelo europeo o un suelo equiparado a éste.
Suelos americanos
En principio, pueden ser ocupados porque están libres desde el punto de vista de los soberanos
europeos (adquisición originaria). Más adelante aparece la ocupación efectiva: la toma de América
no es justa porque los habitantes sean infieles sino porque los americanos no brindan hospitalidad
a soberanos europeos (libertad de comercio y poder cumplir con la misión). Al violar el derecho la
conquista se realiza en virtud de una causa justa, es decir, en virtud del derecho. Se marca así la
relación entre justicia y guerra: la guerra puede ser justa por su causa pero en Europa ahora es
justo por la justicia del enemigo. Se reconoce como soberano al otro y entonces es un enemigo
justo por las condiciones de su reconocimiento. La justicia de la guerra deja de estar atada a la
causa lo cual permite acotar la guerra.
Nomos y ley
El sentido primitivo del nomos, su procedencia de la toma de la tierra aún es, perceptible. La
anulación del sentido primitivo es originada por una serie de distinciones y antítesis.
La palabra nomos es aplicable para nosotros porque tiene la propiedad de proteger conocimientos
que surgen de la problemática mundial actual contra un enredo positiva-legal, sobre todo contra
la confusión con palabras y conceptos de la ciencia jurídica interestatal del S. XIX.
En este texto trata la relación entre ambos. Para Gramsci no es inmediatamente determinada.
El transformismo es el tipo de dirección política que no implica solo dominación, tiene contenido
hegemónico. Exclusión de todo compromiso material con clases subalternas, pero se mantiene la
dominación sobre la base de la integración de las conducciones políticas de las clases subalternas
(implica que no necesariamente es transitoria-puede ser de largo plazo). De esta manera los
sectores subalternos son inmovilizados, son cooptados sus cuadros políticos, que de allí en más
tendrán la tarea central (“intelectuales orgánicos”) de desmovilizar y desestructurar a quienes
supuestamente representan. Por lo tanto, la absorción de los cuadros políticos perpetúa la
dominación impidiendo sistemáticamente la formación de una clase dirigente por parte de los
grupos adversarios.
Sin embargo los sectores dominantes intentan generar consenso y ejercer coacción sobre los
sectores subalternos complementariamente.
Cabe desatacar que el desarrollo de sus propios intelectuales orgánicos es una tarea primordial
para asegurar la conducción del proceso encaminado a consolidar la valorización financiera. No
existe una clase independiente de intelectuales sino que todo grupo social tiene su propio sector
intelectual o tiende a formarlo. Pero los intelectuales de la clase históricamente progresiva, en
condiciones dadas, ejercitan un poder tal que termina, en último análisis, subordinando a los
intelectuales de otros grupos sociales y creando, un sistema de solidaridad entre todos los
intelectuales con vínculos de orden psicológico y a menudo de casta.
Los sectores dominantes en Argentina nunca lograron consolidar un partido político propio que se
nutriera con sus propios “intelectuales orgánicos”. Se enfrentaron ante la dificultad para construir
hegemonía porque sus intelectuales orgánicos no llevaban adelante una construcción ideológica.
En el caso argentino se trata de un proceso de dominación muy vacío de contenidos propios,
específicamente nacionales porque la construcción de una nueva ideología proviene de los países
centrales. Históricamente, recurrieron sistemáticamente al golpe de Estado y a la dictadura militar
para imponer sus políticas.
En síntesis, ante la ausencia de un partido político de derecha, una fracción de los sectores
dominantes, constituida por grupos económico locales y algunos conglomerados extranjeros,
toma a su cargo la tarea de modelar el transformismo argentino, lo cual tendrá profundas
repercusiones en la sociedad, incluso en el tipo de contradicciones que se despliegan dentro de los
propios sectores dominantes.
Respecto al modelo de acumulación podemos decir que se trata de determinado funcionamiento
de las variables macroeconómicas, a través de la vinculación:
La estructura económica
Forma del Estado
Lucha entre grupos sociales existentes
Cuando se produce un cambio en relación a las variables en juego se puede decir que cambió el
patrón de acumulación.
1. La dictadura militar
La dictadura militar fue posible por las nuevas condiciones económico-sociales que se generaron
en la economía mundial. Dio por finalizada el empate hegemónico.
En este período las fuerzas armadas modifican los elementos centrales de la doctrina vigente.
Abandonan la concepción de que el crecimiento económico y la inclusión social constituyen pilares
básicos para superar los conflictos sociales, y la reemplazan por otra encaminada a disciplinar y
controlar a los sectores populares mediante la desindustrialización, la concentración del ingreso y
la represión.
El origen de los recursos que se trasfieren al exterior durante la valorización financiera no se ubica
en la deuda externa sino en la brutal redistribución del ingreso en contra de los asalariados que
puso en marcha la dictadura desde 1976. Los beneficiarios no son todos los empresarios sino un
número muy reducido de ellos, un conjunto de grupos económicos locales, junto a otro conjunto
restringido de conglomerado y empresas extranjeras y finalmente la banca local y acreedora.
¿Cómo se explica desde sectores populares? La valorización financiera está signada por la
concentración del ingreso (caída del salario real hasta mediados de los 80, proceso
hiperinflacionario, desocupación). Estos factores condicionan al campo popular y paradójicamente
dentro del sistema político los salarios son elevados. Esto estructuralmente implica el surgimiento
de una comunidad de negocios (se instala sistemáticamente la corrupción).
A partir de 1982 se inicia en América Latina lo que se conoce como la década de la crisis de la
deuda externa y se caracteriza por una sistemática escasez de financiamiento interno para los
países de la región. En un primer momento del gobierno alfonsinista predominan los grupos
económicos locales, los conglomerados extranjeros y la banca acreedora. El rasgo peculiar de esta
etapa es el notable predominio que ejercen los grupos económicos y algunos conglomerados
extranjeros, en detrimento de los acreedores extranjeros, sobre el funcionamiento del estado y el
destino del excedente.
La primera gestión económica estuvo centralmente orientada a lograr una renegociación con los
organismos internacionales. Sobre esta base, su política contemplaba generar en la economía
interna una cierta redistribución del ingreso a favor de los asalariados que permitiera una
reactivación de la producción interna, controlando la inflación mediante el control de los precios
claves del proceso económico y, en ese marco, redefinir el poder sindical que era, en ese
momento, un bastión central del partido de oposición.
Hiperinflación: es generada por bancas internacionales para remover obstáculos que le permitan
acceder a los activos.
3. Menemismo a la alianza
La cúpula empresarial factura cada vez más y se independiza del ciclo económico. Esto sumado al
desempleo, genera la concentración del ingreso que disciplina a los sectores populares mediante
el desempleo y los bajos salarios.
Respecto a los sectores dominantes, en esta etapa, los actores del sistema político ganan
autonomía y los intermediarios (allegados a sistema político) empiezan a participar del sector
económico. Se da una tensión ente los grupos locales y los acreedores extranjeros, el sistema
político se estructura a imagen y semejanza del sector local del capital.
Fue un claro triunfo de la posición devaluacionista, fue la mayor devaluación del tipo de cambio
real en la historia argentina.
El grupo devaluacionista impone su propuesta a pesar de que había perdido posición por la venta
de sus activos, pone en cuestión el sistema político. A raíz de esto aparecen dos tendencias:
Económicos:
Los enemigos son el capital extranjero y dentro de ellos los acreedores extranjeros y
empresas que controlan el capital de las empresas privatizadas (FMI).
Lograr el mayor crecimiento económico anual, esto genera una expansión de la economía
real (producción de bienes y servicios). Esta política se vio favorecida por la autonomía
relativa de la economía interna respecto del poder financiero mundial, al mismo tiempo
que se incrementa la demanda de productos primario por China y otros países
emergentes.
Políticos:
Durante el kirchnerismo los capitales locales avanzan en la propiedad de los servicios públicos de
importancia nacional o provincial y no sobre la base de establecimientos o empresas industriales.
Una de ellas, predominante en esta etapa, impulsada por los grupos económicos locales intenta
subordinar al sistema político y utilizar al Estado como medio para reposicionarse en la economía
real, luego de haber vendido una parte de sus activos fijos al capital extranjero y haber fugado una
parte mayoritaria de su capital al exterior durante la valorización financiera. La otra, busca plasmar
un proyecto de expansión económica, alineado con las experiencias populares que se registraron
en el país y en la región durante el siglo XX (que sí asumieron como tarea primordial el tutelaje
estatal sobre los sectores populares así como, impulsar un sesgo en la distribución del ingreso en
favor de la clase trabajadora).
La asunción de Cristina coincide con una modificación en la naturaleza del gobierno que se
origina en la determinación de los sectores dominantes de subordinar al nuevo gobierno a sus
intereses, dando por finalizada esa dualidad hegemónica contradictoria que caracterizaba la
situación hasta ese momento. El motivo circunstancial y la base social la encontraron en el
ámbito propio y tradicional de la oligarquía agropecuaria: el agro pampeano.
Thomas Marshall va a establecer que la definición de ciudadanía social que da Alfred Marshall
es a la que se vuelve constantemente en la actualidad. Este texto lo escribe a fines de los 40’s
(posguerra) en una sociedad inglesa marcada por la presencia de clases pero al mismo tiempo
con la igualación de condiciones (vinculado a la igualdad que se da en el frente de batalla que
indica una dignidad común en tanto nacionales de Inglaterra). El reclamo de igualdad de
condiciones se da luego por fuera del campo de batalla. Alfred Marshall no plantea el
problema de la desigualdad social, al contrario, denuncia tendencias a la igualación, se
pregunta si no hay límites que tengan que ser impuestos a éstas.
Alfred Marshall marca dos procesos que tienden a la igualación de la clase trabajadora. A
partir de la mecanización de la producción: se corre el peso gravoso del trabajo, lo que
permite que ciertas capas de la clase trabajadora alcancen ciertas actitudes de los caballeros.
Esto trae las siguientes consecuencias:
La igualdad humana básica de pertenencia a una comunidad a la que Marshall hizo referencia, se
ha enriquecido con nueva sustancia y se ha revestido de un formidable cuerpo de derechos. Ha
avanzado mucho más de lo que él preveía y se ha identificado con el status de la ciudadanía. Esto
se debe a que por el proceso económico y social el estatuto de caballero parece universalizarse a
la sociedad. El concepto de ciudadanía puede coexistir con las desigualdades de clase. Alfred
Marshall identifica la condición de caballero con un status igual de los caballeros en términos de
deberes (cortesía, virilidad, patriotismo). Es así que podemos decir que da una definición por vía
de los deberes: en el pasaje de caballero a ciudadano se va a enfatizar más en los derechos (tener
en cuenta la fantástica expansión que se da de los mismos)
Ciudadanía
La ciudadanía es la definición del status igual de los miembros de pleno derecho en una sociedad
en términos de derechos civiles, políticos y sociales. Los derechos de la ciudadanía se
corresponden a la mera pertenencia de una sociedad. La noción de ciudadanía es el resultado del
proceso de desfeudalización de Europa en virtud del cual se descartan las pertenencias
estamentales. Emerge entonces una noción de ciudadanía en el cual la pertenencia a una sociedad
equivale a poseer ciertos derechos. Esto se identifica con el proceso de constitución de grandes
estados territoriales-administrativos, el proceso de expansión territorial y centralización del poder
y, al mismo tiempo, de diferenciación funcional entre tareas propias de administración política,
administración judicial y de lo social.
1. Civil: se refiere al desarrollo de los derechos civiles característicos del S. XVIII. Son las
libertades de los modernos, las llamadas “libertades negativas”, individuales. Es cuando se
da la aparición de nuevos derechos. Principalmente hay que destacar el derecho a acceso
a la justicia porque es el derecho a defender todos los otros derechos. Es por esto que las
instituciones directamente relacionadas con los derechos civiles son los tribunales de
Justicia.
2. Política (S.XIX): se da una expansión de derechos que hasta entonces eran reducto de una
minoría, el derecho a participar del ejercicio del poder político ya se directa o
indirectamente. A partir de esto se da una expansión del electorado.
3. Social (S.XX): son los derechos a vivir de acuerdo a estándares predominantes de una vida
civilizada (no se puede establecer lo que va a considerar cada sociedad como vida
civilizada). Los derechos sociales emergen cuando cambia el signo de asistencia a los
sectores más pobres de la sociedad. Se produce una valorización de los beneficios sociales
invirtiéndose el signo por lo cual se empieza a considerar a estos beneficios no como una
asistencia sino como derechos que se les dan a estos ciudadanos como individuos de
pleno derecho.
Los derechos de ciudadanía generan nuevas pautas de desigualación que se podrían considerar
legítimas: la lógica de igualación asociada a la ciudadanía no produce una igualación cuantitativa.
El derecho del ciudadano es un derecho a la igualdad de oportunidades. Se trata de un derecho a
desarrollar las diferencias; es un derecho igual a ser reconocidos como desiguales. Esto se observa
en el sistema educativo: todos los niños que ingresan a la escuela primaria reciben la misma
igualdad de oportunidades, pero a tan temprana edad ya suelen estar divididos.
Thomas Marshall conecta los deberes ciudadanos con la ética del trabajo: parte del supuesto del
pleno empleo (pilar de la sociedad de bienestar) con una sociedad asociada a la ética del trabajo.
Marshall concluye en que la ciudadanía es incompatible con la lógica de la sociedad de mercado y
de ciertas desigualdades. Ciudadanía y clases sociales no pueden articularse por un pensamiento
lógico, sólo por un pensamiento estratégico que admite principios que en el fondo son
incompatibles.
Conclusión
“He querido demostrar de qué modo la ciudadanía, junto a otras fuerzas externas a ella, ha
modificado el modelo de la desigualdad social. Puede que las desigualdades que la ciudadanía ha
permitido, incluso moldeado, ya no sean distinciones de clase en el sentido que dieron al término
las sociedades pasadas.
Deberíamos buscar los efectos combinados de tres factores. En primer lugar, la comprensión, a
ambos extremos, de la escala de distribución de la renta. En segundo lugar, la gran extensión del
área de la cultura y las experiencias compartidas. Y en tercer lugar, el enriquecimiento del status
universal de ciudadanía combinado con el reconocimiento y estabilización de ciertas diferencias de
status a través de los vínculos que unen los sistemas de la educación y de la ocupación. Los dos
primeros han hecho realidad el tercero. La ciudadanía democrática concede a las diferencias de
status un márchamo de legitimidad, siempre que no sean demasiado profundas y se produzcan en
el seno de una población cohesionada por una civilización única, y siempre que no sean expresión
de privilegios heredados, lo que significa que las desigualdades resultan tolerables en el seno de
una sociedad fundamentalmente igualitaria, siempre que no sean dinámicas, esto es, siempre que
no creen incentivos que procedan de la insatisfacción. Así pues, podría demostrarse que las
desigualdades que permite la ciudadanía no funcionan en un sentido económico como fuerzas que
influyen en la libre distribución de la mano de obra, o que la estratificación social persiste, pero la
ambición social deja de representar un fenómeno normal para convertirse en un modelo desviado
de comportamiento.
Podríamos descubrir que la única tendencia con un efecto distributivo coherente – es decir, de
distribución de mano de obra a través de la jerarquía de los niveles económicos – es la ambición
del estudiante de hacer bien sus deberes, aprobar sus exámenes y promocionarse en la escala
educativa.
El enriquecimiento del status de ciudadanía ha hecho más difícil conservar las desigualdades
económicas, porque les deja menos espacio y aumenta la probabilidad de luchar contra ellas. No
perseguimos la igualdad absoluta; hay límites inherentes al movimiento igualitario, pero ese
movimiento es doble. En parte opera a través de la ciudadanía, y en parte a través del sistema
económico, pero en ambos casos se trata de eliminar las desigualdades que no podemos
considerar legítimas; lo que ocurre es que el modelo de legitimidad es distinto en uno y otro caso.
En el primero, el modelo es la justicia social; en el segundo, es la justicia social combinada con la
necesidad económica. Es posible pues, que las desigualdades que permiten las dos mitades del
movimiento no coincidan. Podrían sobrevivir distinciones de clase que carecen de función
económica propia, y diferencias económicas que no corresponden con las distinciones de clases
aceptadas.
Los derechos se han multiplicado, y son precisos, porque todo individuo sabe lo que puede
reclamar. La obligación más obvia e inmediatamente necesaria para que se realice el derecho es
pagar los impuestos y las contribuciones a los seguros. Pero ambas cosas son obligatorias, no
dependen de un acto voluntario o de un sentimiento profundo de lealtad. La obligación de
trabajar es de enorme importancia, pero el efecto del trabajo de una persona en el bienestar de
toda la sociedad es tan pequeño que difícilmente creerá que está haciendo algo malo si se niega a
trabajar o lo hace con indolencia.
La civilización unificada que hace aceptables las desigualdades sociales, y amenaza con hacerlas
económicamente menos funcionales, se alcanza mediante un progresivo divorcio entre las rentas
reales y las monetarias.
Cuestión social y Estado de Bienestar son dos nociones que dependen una de la otra.
En el S. XXI la cuestión social no se explica por las condiciones de trabajo sino que emerge como
preocupación social la identificación de la cuestión no por explotación sino por exclusión.
TEXTOS PRACTICOS
Camino a la Servidumbre. Hayek.
Padre del Neoliberalismo. Crítico del estado benefactor, de Keynes, y del un rol excesivo
del estado.
Fukuyama:
Lo que sugería que había llegado a su fin no era la sucesión de acontecimientos, incluso de
grandes y graves acontecimientos, sino “la historia”, entendida como un proceso único,
evolutivo, coherente (en línea con Marx y Hegel). Ambos pensadores postulaban un “fin
de la historia”. Hegel: el estado liberal; Marx: sociedad comunista.
El objetivo será persuadir a aquellos países que no quieran llegar a la democracia liberal. A
Principios del siglo XX tiene sentido que hablemos de una de una historia unidireccional y
coherente que probablemente conducir al resto de los países a una democracia liberal por
dos razones básicas: por la economía y por lo que se llamó el tymos lucha por el
reconocimiento.
Todos los países que se modernizan económicamente han de parecerse cada vez más unos
a otros: han de unificarse nacionalmente en un Estado centralizado, han de urbanizarse,
sustituyendo las formas tradicionales de organización social, se han visto ligadas cada vez
más unas con otras, a través de los mercados globales y por la extensión de una cultura
universal de consumidores
El deseo de reconocimiento como ser humano con dignidad condujo al hombre, en los
comienzos de la historia, a un sangriento combate por el prestigio. El resultado de este
combate fue la división de la sociedad en una clase de amos, dispuestos a arriesgar la vida,
y una clase de esclavos, que cedían a su miedo natural a la muerte. Pero la relación de
amo y esclavo, de señor y siervo, que adoptó una gran variedad de formas en todas las
sociedades aristocráticas, desiguales. que la “contradicción” inherente a la relación de
amo y esclavo, de señor y siervo, fue finalmente superada como resultado de la
Revolución francesa. El reconocimiento inherentemente desigual de amos y esclavos fue
sustituido por el reconocimiento universal en el cual cada ciudadano reconoce la dignidad
y humanidad de todos los demás ciudadanos
La muerte por el prestigio ----- La “lucha por el reconocimiento” es un concepto tan viejo
como la filosofía política y se refiere a un fenómeno coetáneo de la propia vida política es
decir, que otros lo deseen o lo reconozcan. El hombre fue desde el principio un ser social;
su sentido del valor de sí mismo y de identidad se halla íntimamente conectado con el
valor que le atribuyen otras personas. Este hombre desea no sólo que lo reconozcan otros
hombres, sino que lo reconozcan como hombre. Y lo que constituye la identidad del
hombre como hombre, es la capacidad del hombre para arriesgar su vida. Así, los
encuentros del “primer hombre” con otros hombres conducen a una lucha violenta en la
cual cada contendiente trata de hacer que el otro lo “reconozca”, arriesgando para ello su
propia vida. Así surgen 3 posibles resultados:
a )muerte de ambos contendientes, termina la vida misma
b) muerte de uno de los contendientes, en cuyo caso el superviviente queda insatisfecho
porque ya no hay otra conciencia humana que pueda reconocerlo.
c) Relación de señor y siervo, en la cual uno de los contendientes decide someterse a una
vida de esclavitud con preferencia a arriesgarse a la muerte violenta.
En el derecho mítico, la tierra es denominada madre del derecho. Ello señala una raíz triple del
derecho y de la justicia.
2. El suelo labrado y trabajado por el hombre muestra líneas fijas que hacen visibles
determinadas divisiones, líneas que están surcadas y grabadas por los límites de los
campos, praderas y bosques. En estas líneas se evidencias las medidas y reglas del cultivo
según las cuales se desarrolla el trabajo del hombre en la tierra.
3. La tierra lleva sobre su superficie firme, vallados y cercados, casas y otras edificaciones. En
ellos se revela la ordenación y el asentamiento de la convivencia humana. La familia, la
casta y la posición y los tipos de propiedad pero también las formas de poder y de dominio
se hacen aquí públicamente.
Así la tierra está unida al derecho de manera triple. Lo contiene en sí misma como premio del
trabajo, lo revea en sí misma como límite firme, y lo lleva sobre sí misma como signo público del
orden. El derecho es terrenal y vinculado a la tierra. Esto es lo que quiere decir el poeta cuando
habla de la tierra omnijusta y dice: iustissima tellus.
No hay una medida interna de siembre y de cosecha. Tampoco pueden sembrarse campos ni
grabarse líneas firmes, los barcos que cruzan los mares no dejan huellas, el mar no posee un
carácter en el sentido original de la palabra, que procede de la palabra griega charassein: grabar,
rasgar imprimir. El mar es libre.
Según el Derecho de Gentes moderno, el mar no es territorio estatal y que ha de estar abierto a
todos de la misma manera para tres aspectos distintos de la actividad humana: pesca, navegación
pacífica y beligerancia.
Esto ya se refiere, sin embargo, a problemas de una situación moderna complicada. En su sentido
original, antes de la creación de grandes imperios marítimos, la frase acerca de la libertad de los
mares expresa algo muy sencillo: que el mar es un campo libre para el libre botín. Únicamente al
surgir grandes imperios marítimos, también fueron establecidos en el mar la seguridad y el orden.
Los perturbadores del orden así creado se convertían ahora en delincuentes comunes. El pirada
era declarado enemigo del género humano, hostis generis humani. Eso significa que era proscrito y
desterrado y declarado fuera de la ley de la paz por los soberanos de los imperios marítimos.
Tales extensiones del derecho al espacio del mar libre, construyen acontecimientos históricos
universales de importancia trascendental, que denominaremos “tomas del mar”. Sin embargo, las
“tomas” del mar sólo se hacen posibles en una fase tardía de los medios humanos de poder y la
conciencia humana del espacio.
Los grandes actos primitivos del derecho, en cambio, representan asentamientos sujetos a la
tierra: “tomas” de la tierra, fundaciones de ciudades y establecimiento de colonias.
La toma de tierra establece derecho en dos sentidos: hacia dentro y hacia fuera. Hacia dentro, es
decir dentro de grupo que ocupa la tierra, se establece, con la primera división y distribución del
suelo, la primera ordenación de todas las condiciones de posesión y propiedad. La cuestión de si, a
raíz de esta primera división de la tierra, surge una propiedad sólo p+pública o sólo privada,
colectiva o individual, o ambas cosas, es una cuestión posterior basada en diferenciaciones que ya
presuponen el acto de la toma común de la tierra y sólo derivan del mismo.
Toda ocupación de tierra crea siempre, en el sentido interno, una especie de propiedad suprema
de la comunidad en su totalidad, aún cuando en la distribución posterior no se mantenga la
propiedad puramente comunitaria y se reconozca una propiedad totalmente libre de la persona
individual.
En el aspecto externo, el grupo que ocupa una tierra se enfrenta con otros grupos o potencias que
toman o poseen una tierra. En este aspecto, la toma de tierra representa en dos formas distintas
un título basado en el Derecho de Gentes: puede ser que un trozo de tierra sea separado de un
espacio que hasta entonces era considerado libre, es decir, un espacio que en cuanto al derecho
exterior del grupo que ocupa esa tierra no tenía señor o soberano reconocido, o bien puede ser
que un trozo de tierra sea arrebatado al hasta entonces poseedor y señor de la misma y pase a ser
propiedad del nuevo señor.
En todo caso, la toma de la tierra con efectos hacia dentro y hacia fuera es el primer título jurídico
en el que se basa todo derecho ulterior. El derecho territorial y la prestación territorial
presuponen una ocupación de tierra. La toma de tierra también es previa a la distinción entre
derecho privado y derecho público (es más crea la condiciones previas para esta distinción). En
consecuencia, la toma de la tierra tiene en el aspecto jurídico, un carácter categórico.
2. En segundo lugar, hemos de tener en cuenta que este acto de la toma de la tierra, que es
fundamental hacia dentro y hacia fuera, también precede a la distinción entre derecho
público y derecho privado, entre señorío y propiedad privada,
entre imperium y dominium. Así la toma de tierra representa para nosotros hacia fuera
(frente a otros pueblos) y hacia dentro (en cuanto a la ordenación del suelo y de la
propiedad dentro de un territorio) el tipo primitivo de un acto constitutivo jurídico. La
toma de la tierra crea el título jurídico más radical que existe, el radical title en el sentido
pleno y amplio de la palabra.
La historia de todo pueblo que se ha hecho sedentario, de toda comunidad y de todo imperio se
inicia, pues, en cualquier forma con el acto constitutivo de una toma de la tierra. Ello también es
válido en cuanto al comienzo de cualquier época histórica. La ocupación de la tierra precede no
sólo lógicamente, sino también históricamente a la ordenación que luego le seguirá. Contiene así
el orden inicial del espacio, el origen de toda ordenación concreta posterior y de todo derecho
ulterior. La toma de la tierra es el arraigar en el mundo material de la historia. De
este radical title se derivan todas las relaciones ulteriores de posesión y propiedad: propiedad
comunitaria o individual, formas de posesión y utilización según Derecho pública o el privado,
Derecho social y el Derecho de Gentes. De este origen se nutren todo derecho ulterior y todos los
preceptos y órdenes que posteriormente sean dictados.
La historia del Derecho de Gentes también es una historia de tomas de la tierra, a las que se
añaden en determinadas épocas las tomas del mar. El nomos de la tierra consiste entonces en una
determinada relación entre tierra firme y mar libre. Ambos, son modificados hoy de la manera
más profunda, cada uno por su parte y ambos en su relación recíproca por un nuevo fenómeno del
espacio: la posibilidad de un dominio en el espacio aéreo.
Todas las ordenaciones preglobales eran esencialmente terrestres, aún cuando comprendían a
potencias marítimas o talasocracia. El mundo , terrestre en su origen, fue modificado en la época
de los descubrimientos, cuando la conciencia global de los pueblos europeos aprehendió y midió
por primera vez la tierra. Con ello se produjo el primer nomos de la tierra, que consistía en una
determinada relación entre la ordenación espacial de la tierra firme y la ordenación espacial del
mar libre y que fue durante 400 años la base de un Derecho de Gentes centrado en Europa:
el ius publicum europaeum.
Un paso ulterior fue más tarde la Rev. Industrial, en cuyo transcurso volvió a ser aprehendida y
medida la tierra. Es significativo que la Rev. Industrial partiera de aquél país que había emprendido
el camino hacia una experiencia marítima. Aquí reside el punto en el que podemos aproximarnos
al secreto del nuevo nomos de la tierra.
Representaba una ordenación preglobal del espacio, pero, proveyó el único título jurídico para la
transición hacia una primera ordenación global del Derecho de Gentes. El llamado Derecho de
Gentes moderno, es decir, el Derecho de Gentes interestatal europeo del período de los siglos XVI
al XX, surgió de la disolución medieval del espacio basada en el imperio y el papado.
El Derecho de Gentes de la Edad Media europea cristiana es citado principalmente cuando se trata
la cuestión de la guerra justa.
Es preciso distinguir con toda claridad entre la anarquía de la Edad Media europea y
el nihilismo del siglo XX. La ordenación medieval de Europa fue seguramente muy anárquica,
según he mencionado anteriormente, si se le aplican las medidas de una empresa moderna que
funciona sin problemas, pero pese a todas las guerras y disputas no era nihilista mientras no había
perdido su unidad fundamental de ordenación y asentamiento.
La amplia unidad basada en el Derecho de Gentes de la Edad Media europea era denominada
República Christiana y Populus Christianus. Tenía sentamientos y ordenaciones claras. Su nomos
está determinado de la siguiente manera: el suelo de los pueblos paganos, es territorio abierto a la
misión cristiana, puede ser adjudicado a un soberano cristiano, por encargo papal para
desempeñar la misión cristiana. El suelo de los imperios islámicos era considerado como territorio
enemigo que podrá ser conquistado y anexionado por medio de las cruzadas. Las mismas tienen
una causa justo que representan, si son declaradas por el Papa, guerras justas. El suelo de los
propios soberanos y pueblos cristianos europeos se halla dividido según el derecho del suelo de la
época. Lo esencial es que, dentro del territorio cristiano, las guerras entre soberanos cristianos son
guerras acotadas que se diferencian de las guerras contra soberanos y pueblos no cristianos.
El imperio de la Edad Media cristiana perdura mientras permanece activa la idea de Kat-echon.
La creencia de que una barrera retrasa el fin del mundo constituye el único puente que conduce
de la paralización escatológica de todo acontecer humano a una fuerza histórica tan extraordinaria
como la del imperio cristiano a los reyes germanos.
La unidad medieval de imperio y sacerdocio en la Europa occidental y central no fue nunca una
concentración de poder en manos de una persona. Estaba basada desde el principio en la
diferenciación entre potestas y auctoritas como dos líneas distintas de orden dentro de la misma
amplia unidad. Las diferencias entre Emperador y Papa no son, por lo tanto, diferencias absolutas,
sino únicamente diversi ordines en los que perdura el orden de la Respública Christiana. El
problema, de la relación Iglesia e Imperio es fundamentalmente distinto del problema de la
relación entre Iglesia y Estado que surgiría más tarde. Estado significa esencialmente la superación
de la guerra civil religiosa, que sólo fue posible a partir del siglo XVI, es decir, una superación
lograda mediante la neutralización.
Ni para un emperador que hacía instituir o destituir a un Papa, ni para un Papa que en Roma
dejaba absuelto del juramente de lealtad a los vasallos de un emperador o un rey, era puesta en
duda por ello en ningún momento la unidad de la Respublica Christiana.
Las comunidades perfectas y autárquicas son capaces de cumplir dentro de su ámbito su sentido y
su fin, su meta y su principio interno la vida bella y autárquica. Si el imperio es tratado en esta
relación, como la forma “más perfecta” de las comunidades humanas, no es interpretado en el
sentido de una comunidad de índole similar al regnum y a la civitas autárquica, y un más perfecta,
sino únicamente como una unidad trascendental de índola especial que establece la paz y la
justicia entre las comunidades autárquicas y que sólo por este motivo es más elevada y más
amplia.
En este contexto, tenemos razones esenciales para destaca con toda claridad la naturaleza de la
unidad cristiana medieval y de su “poder supremo”, pues aquí reside el antagonismo más
profundo que existe entre el imperio cristiano de una Respblica Christiana y las renovaciones,
reproducciones y representaciones medievales de conceptos paganos antiguos. Todas estas
renovaciones prescinden del Kat-echon y, en consecuencia, sólo pueden hacer surgir un cesarismo
en lugar de un imperio cristiano. El cesarismo, sin embargo, es una típica forma de poder no
cristiano, aún cuando llegue a concertar concordatos.
El imperio bonapartismo fue el primer ejemplo más reciente y significativo de un cesarismo puro,
es decir, separado de un reino y una corona real. Por ello, es “imperio” en un sentido muy distinto
del que la palabra tenía en la Edad Media cristiana.
Desde que los reyes alemanes se crearon unos bienes alodiales, el imperio pasó a ser parte
integrante de estos bienes alodiales. Con ellos, dejó de ser una elevación de una corona basada en
la misión de Kat-echon, es decir, una elevación de un reino cuyo fundamento es un país y su
pueblo. El poderoso kat-echon de la época franca, sajona y sálica se convirtió en un protector débil
y puramente conservador. Asimismo, la adopción de conceptos del Corpus Juris tuvo un efecto
destructivo y desorientador y no logró dar a Roma una nueva gloria. En los construcciones de los
juristas del Derecho romano de los siglo XIV y XV ya está totalmente olvidada la unión entre el
imperio cristiano y el reino territorial, consagrada a la realización del Kat-echon-
En esta nueva época, el tirado es, para el orden del país, el enemigo común lo mismo que el pirata
es, para el orden del mar, el enemigo de la raza humana.
Es un signo de la disolución del imperio cristino medieval el hecho de que (a partir del s. XIII) se
formen unidades políticas que se sustraen al imperio no sólo materialmente, sino también
jurídicamente, mientras tratan de relegar al auctoritas del sacerdocio a un terreno puramente
espiritual.
Fue una ordenación del espacio totalmente distinta la que puso fin al Derecho de Gentes medieval
en Europa. Esta ordenación surgió con el Estado europeo centralizado, territorialmente cerrado,
que era soberano frente al emperador y al Papa, pero también frente a cualquier vecino, que
tenía abierto un espacio libre ilimitado para adquisiciones de tierra en ultramar. Los nuevos títulos
jurídicos, característico de este nuevo D.d.G, pero totalmente desconocidos a la Edad Media
cristiana, son el de descubrimiento y la ocupación. La nueva ordenación del espacio ya no está
basada en un asentamiento seguro, sino en un “equilibrio”.
Nomos es la palabra griega que se emplean para la primera toma de la tierra como primera
partición y división del espacio, para la partición y distribución primitiva.
1. Nomos y ley
La famosa frase del nomos como soberano y el ideal de que el nomos, como tal, debería gobernar
significa para Aristóteles algo muy distinto del criterio que hoy es corriente. Aristóteles dice que el
nomos, en contraposición a la resolución democrática del pueblo (Pshephisma) debe ser
normativo. Nomos significa, por lo tanto, en primer lugar algo opuesto a Pshephisma, y en
segunda lugar, el dominio del nomos es para Aristóteles idéntico al dominio sobre una propiedad
mediana, bien distribuido del suelo. El dominio del nomos significa en este sentido el dominio de
clases medias en contraposición al dominio de los más acaudalados, por un lado, y al dominio de la
masa de los pobres, por otro. El sentido primitivo del nomos, su procedencia de la toma de tierra
aún es, pues, perceptible.
Nomos, procede de nemein, una palabra que significa tanto “dividir” como también “apacentar”.
El nomos es, la forma inmediata en la que se hace visible, en cuanto al espacio, la ordenación
política y social de un pueblo, la primera medición y partición de los campos de pastoreo, o sea la
toma de la tierra y la ordenación concreta que es inherente a ella y se deriva de ella, en palabra
de Kant “la ley divisorio de lo mío y lo tuyo del suelo”, o en la formula inglesa que es una
puntualización adecuada: el “radical title”. Nomos es la medida que distribuye y divide el suelo del
mundo en una ordenación determinada, y e virtud de ello, representa la forma de la ordenación
política, social y religiosa. Medida, ordenación y forma constituyen aquí una unidad espacial
concreta. En la toma de tierra, en la fundación de una ciudad se revela el nomos con el que una
estirpe o un grupo se hace sedentario, es decir se establece históricamente y convierte a un trozo
de tierra en el campo de fuerzas de una ordenación.
Puede considerarse el nomos como una muralla, puesto que también la muralla está basada en
asentamientos sagrados. El nomos puede crecer y multiplicarse como la tierra y la propiedad: de
un solo nomos divino se “nutren” todos los nomoi humanos, una palabra como “nomocracia”
también tiene sentido, mientras que apenas se habla de una “nomarquía”.
Schmitt critica el uso de la palabra “Gesetz” para traducir al aleman “nomos”. Eso es vocabulario
de los juristas del s. XIX
El pasaje antes citado de Píndaro transmitido sobre todo por Heródoto y Platón, habla
del Nomos Basileus, del nomos como rey. Son numerosos los lugares en los que el nomos es
denominado rey, gobernante, déspota o tirano.
3. El nomos en Homero.
En la Odisea de Homero le dan otro significado. Nomos está coordinado a modo específico con la
tierra (no así con el mar).
Las palabras de Heráclito y Píndaroúnicamente indican, en realidad, que todas las regulaciones
ulteriores, escritas o no escritas, toman su fuerza de la medida interna de un acto primitivo
constitutivo de ordenación del espacio. Este acto primitivo es el nomos. Todo los posterior son
consecuencias o ampliaciones o bien nuevas distribuciones, es decir una continuación sobre la
misma base o bien modificaciones disolutivas del acto constitutivo de ordenación del espacio que
representa la toma de una tierra, la fundación de una ciudad o la colonización.
Mientras la historia del mundo no esté concluida, sino se encuentre abierta y en movimiento,
mientras la situación aún no esté fijada paras siempre y petrificada, o expresado de otro modo,
mientras los hombres y los pueblos aún tengan un futuro y no sólo un pasado, surgirá, en las
formas de aparición siempre nuevas de acontecimientos históricos universales, un nuevo nomos.
Así pues, se trata para nosotros del acto fundamental divisor del espacio, esencial para cada época
histórica, se trata de la coincidencia, estructuralmente determinante, de la ordenación y el
asentamiento en la convivencia de los pueblos sobre el planeta entretanto ha sido medido
científicamente. Este es el sentido en el que se habla aquí del nomos de la tierra, pues cada nuevo
período y cada nueva época de la coexistencia de pueblos, imperios y países, de potentados y
potencias de todo tipo, se base sobre nuevas divisiones del espacio, nuevas delimitaciones y
nuevas ordenaciones espaciales de la tierra.
La última etapa del Derecho europeo de Gentes que ahora llega a su fin se funda en la gran toma
de la tierra en los siglos XVI y XVII. No todas las ocupaciones de tierras representan un nomos,
pero, por el contrario, el nomos siempre comprende en nuestro sentido un emplazamiento y una
ordenación relativa al suelo. Si se añade el ámbito del mar, es la relación entre tierra y el mar la
que determina la ordenación del espacio según el Derecho de Gentes. Cuando se añade , como
tercera dimensión, el dominio en el espacio aéreo, surgen otras ordenaciones nuevas del espacio
La aparición de inmensos espacios libres y la toma de tierra en un mundo nuevo hicieron posible
un nuevo Derecho de Gentes europeo de estructura interetatal. Surgió una nueva ordenación
concreta del espacio, un equilibrio entre los Estados territoriales del continente europeo en su
concierto con el imperio marítimo británico y sobre el fondo de inmensos espacios libres. L surgir
sobre suelo europeo varias formaciones de poder con territorio cerrado, con gobierno central y
administración unificada y con fronteras firmes, habían aparecido los portadores adecuados de un
nuevo ius Pentium.
Gracias a la ordenación concreta del espacio del Estado territorial, el suelo de Europa adquirió
un status de Derecho de Gentes específico, y no sólo en sí mismo, son también frente al espacio
del mar libre y frente a todo suelo de ultramar, o sea no-europeo. Ello hizo posible, durante un
período de trescientos años, un Derecho de Gentes común que ya no era eclesiástico ni feudal,
sino estatal.
El primer efecto racionalización producido por la entidad espacial llamada “Estado” consistió en la
“desteologización” de la vida pública y en la neutralización de las contradicciones de la guerra civil
religiosa. Quedaban de esta manera eliminados los partidos supraterritoriales de las guerras civiles
de los siglos XVI y XVII y que cesaban las guerras civiles confesionales.
Para el nuevo orden interestatal europeo que estaba surgiendo desde la toma europea de la tierra
en el Nuevo Mundo y para las guerras en dicho continente, la desteologización produjo una
consecuencia evidente: la racionalización y humanización de la guerra, es decir la posibilidad de su
acotación de acuerdo con el Derecho de Gentes, que consiste, en que el problema de la guerra
justa es separado de la causa justa, quedando sujeto a categorías jurídico-formales.
Las guerras libradas posteriormente fue entre Estado europeos soberanos como tales y fue
autorizada y organizada estatalmente.
Frente a ambas guerras, la religiosa y la civil, surge ahora la guerra puramente estatal del nuevo
Derecho de Gentes europeo a fin de neutralizar las oposiciones entre los partidos y superarlas de
este modo.
Antes, observábamos la brutalidad de las guerras religiosas y de partidos, que por su naturaleza
son guerras de destrucción en las que los adversarios se discriminan mutuamente calificándose de
criminales y piratas, y en comparación con las guerras coloniales, que son libradas contra pueblos
“salvajes”, esto significa una racionalización y humanización de efectos profundos.
Ahora: ambas partes beligerantes les corresponde el mismo carácter estatal con idéntico derecho
y ambas partes se reconoces como Estados. De esta maneras, se hace posible distinguir entre el
enemigo y el criminal. Se concreta tratado de paz con el vencido, no es hasta aniquilarlo.
El concepto de iustus hostis crea asimismo el espacio para neutralidad de terceros Estados de
acuerdo con el Derecho de Gentes, lo cual contribuye también a la neutralización de la justicia
sangrienta de las guerras religiosas y de partidos.
Naturalmente sólo son admisibles con el Derecho de Gentes, las guerras justas. Pero la justicia de
la guerra ya no reside en la concordancia con determinados contenidos de normas teológicas o
morales sino en la calidad institucional estructural de las formaciones políticas que libran una
guerra entre ellas en el mismo plano y no se consideran mutuamente como criminales o traidores
sino como iusti hostes.
Hace analogía entre guerra interestatal y un duelo, donde el duelo está reconocido como
institución. Un desafío a duelo no representa un ataque ni un crimen, como tampoco lo es una
declaración de guerra.
Por lo tanto es justa en el sentido del Derecho europeo de Gentes de la época interestatal toda
guerra interestatal librada en suelo europeo, según las reglas del derecho europeo de guerra, por
ejércitos militarmente organizados de Estado reconocidos por el Derecho europeo de Gentes.
Fue necesario representar como personas a las estructuras de poder con territorio cerrado. De
este modo adoptaban la calidad que daba sentido al establecimiento de una analogía entre la
guerra y un duelo. Para la formación de conceptos del nuevo D.d.G interestatal es importante la
personificación, puesto que precisamente gracias a ella los juristas de los siglo XVI y XVII, formados
en el Derecho romano, encuentran un punto de partida para sus construcciones jurídicas.
Se convierte a la guerra en una relación entre personas que se atribuyen mutuamente un rango.
Los soberanos se reconocen mutuamente como tales, y solo así puede adoptar un nuevo sentido
concreto el concepto del iustus hostis citado por autores de la Antigüedad.
El Estado, como elemento de una nueva ordenación del espacio es comprendido ahora
jurídicamente y es irresistible como concepto jurídico. Este Estado, es esencialmente, un territorio
cerrado y unificado del suelo europeo que es representado al propio tiempo como Magnus homo.
Ahora es cuando adquiere la forma: como sujeto jurídico y “persona” soberana. Sólo con la clara
delimitación espacial se hace posible una ordenación equilibrada del espacio basada en la
coexistencia de personas soberanas. (magni homines, que están en igualdad de derechos y se
reconocen mutuamente como tales)
El punto decisivo con respecto al espacio es el equilibrio (desde el punto de vista de Inglaterra, es
decir desde el mar) entre los Estados territoriales europeos representado como personas
soberanas. Sin ellos ya no puede haber un D. europeo d.G.
Las personas soberanas son, como tales, creadores y portadores del Ius publicum europaeum, y se
comportan entre sí como individuos humanos, pero desde luego no como hombres pequeños,
individuos particulares dominados por el Estado, sino sencillamente como “hombres grandes” y
personas públicas.
Ambas líneas de la ciencia del D.d.G, la filosófica y la jurídico-positiva, coinciden en la idea de que
los Estados soberanos, como tales, viven entre ellos en el estado natural, poseen el carácter de
personas. (Tanto Hobbes, como Rousseau, Kant y hasta Hegel)
Todos afirman a los Estados como “personas morales”, viven entre sí, según D.d.G en estado de
naturaleza, sin una autoridad superior institucional común, se enfrentan como personas soberanas
en igualdad de derecho. Ello puede ser considerado un estado anárquico, pero de ningún modo
como un estado sin derecho.
La afirmación de Hegel del Estado como “imperio de la razón objetiva y la moral” posee un sentido
histórico. Son ontónomas y adecuadas. Lo que insinúa no es más que la confirmación de que ha
sido la forma histórica de organización (concreta en cuanto al espacio) de esta época, o sea el
Estado, el que ha actuado, al menos en suelo europeo, como portador del progreso en el sentido
de una creciente racionalización y acotación de la guerra.
El mar pertenece fuera de toda ordenación específicamente estatal del espacio. No es ni ámbito
estatal ni colonial, tampoco es ocupable. Está libre de todo tipo de soberanía estatal del espacio.
La tierra firme está dividida por fronteras lineales claras, el mar no posee otras fronteras que las
costas. Es el único espacio que está libre y abierto de todos los Estado para el comercio, la pesca y
para un ejercicio libre de guerra marítima y del derecho de botín de la guerra marítima.
La ordenación mundial se desdobló en 2 ordenaciones globales distintas: tierra y mar. Por 1era vez
en la historia de la Humanidad, la oposición entre tierra y mar se convierte en fundamento
universal de un Derecho global de Gentes. Esta oposición determinó la imagen general de
un Ius publicum euroapeum, que trataba de dar su nomos a una tierra descubierta desde Europa y
concedida en el aspecto científico-geográfico. Cada una de estas ordenaciones es universal.
Cada una tiene su propio concepto de enemigo y guerra y botín, pero también de libertad. La gran
obra decisiva de D.d.G de los siglos XVI y XVII culminó en un gran equilibrio entre tierra y mar, en
una contraposición de dos ordenaciones que, en su correlación sujeta a tensiones, llegaron a
determinar el nomos de la tierra.
Inglaterra se convirtió en eslabón entre las dos ordenaciones diferentes, explicando asó la posición
excepcional de Inglaterra en y frente a este D.d.G.
Sólo Inglaterra logró dar el paso que la llevaría de una existencia medieval terrestre y feudal a una
existencia puramente marítima que mantendría en equilibrio a todo el mundo terrestre. Inglaterra
se transformó en base del área marítima universal de una ordenación global centrada en Europa,
en protectora de aquél otro lado del Ius publicum europaeum, en dominadora del equilibrio entre
tierra y mar, un equilibrio que llevaba inherente el pensamiento de la ordenación del espacio de
este D.d.G.
Inglaterra seguía siendo Europa pero se separó del continente y pasó a ocupar la posición
intermedia histórica.
El gran equilibro entre tierra y mar creó un equilibrio entre los Estados continentales, pero al
mismo tiempo impidió un equilibro marítimo entre las potencias marítimas.
Existía un equilibrio continental pero no un equilibrio marítima. Igual, no debe olvidarse aquel
gran equilibrio entre tierra y mar en que se basaba el nomos de la tierra dominada por Europa.
Los ingleses fueron los precursores de la nueva libertad de los mares como libertad esencialmente
no-estatal.
Se impusieron 2 conceptos de libertad frente al estado y determinaron de este modo el aspecto
marítimo del Ius publicum europaum: libertad de los mares y libertad del comercio marítimo,
cuyos navíos eran esencialmente no-estatales.
La libertad espacial de los mares fue objeto de confusiones por 400 años.
Los intentos de considerar el mar como una vía de tráfico de uso común, y en este sentido como
res omnium, tropiezan con el hecho de que cada Estado tiene derecho a librar en esta vía guerras
con todos los medios bélicos modernos, a colocar minas e incluso a hacer buena presa y botín a
costa de terceros, cosa que es difícil de imaginar como contenido del uso común de una carretera.
No fue una decisión de un día la noche. Existieron diversas políticas internas allí. Incluso hay
ciertos rasgos feudales a la hora de colonizar Norteamérica.
La Isla se convirtió en base de la transformación del espacio, o sea de un nuevo nomos de la tierra,
y potencialmente incluso en plataforma para el ulterior salto al total “des-asentamiento” de la
técnica moderna.
Desde nuestro punto de vista, el verdadero problema de la libertad de los mares reside en la
cuestión de la libre beligerancia marítima y en la colisión entre esta libertad y la libertad de
comercio de los neutrales referida al mismo espacio marítimo.
La verdad, esta parte no importa habla de juristas del siglo XVII y XVIII que discutían la relación de
los ingleses con el mar, y si ejercían en nombre de la libertad de los mares el dominio de los
océanos mundiales
Con la Paz de Utrecht de 1713 se inicia una nueva etapa de la ius publicus europeum: la toma de
conciencia y la percepción del equilibrio global entre tierra y mar.
e)) De la libertad elemental a la libertad ordenada de los mares
Pueden percibirse así las líneas histórico-jurídicas de la nueva libertad de los mares. Dos grandes
etapas, cuya cesura debería ser fijada, cronológicamente en la fecha de la Paz de Utrecht, se
destacan una de la otra y están caracterizadas por 2 concepciones distintas de esta libertad. En la
primera etapa se impone el criterio primitivo y elemental de que el mar no es accesible al derecho
y la ordenación humana y que representa un espacio libre para probar las fuerzas. En la segunda
etapa, posterior a Utrecht, se consigue una acotación consistente en que aumenta el control de
los barcos piratas por parte de los respectivos Gobiernos, de manera que el corsario al estilo
antiguo es degradado a pirata criminal. No obstante, el ámbito de la alta mar continúa fuera de la
ordenación estatal del espacio de la tierra firme. De este modo surge un gran equilibrio entre la
tierra y el mar, que llegará a constituir la base del nomos de la tierra por dos siglos.
En la primera etapa predominan las argumentaciones jurídicas, las cuales se sirve de fórmulas ius-
naturalistas-escolásticas. Pero estas argumentaciones no representan ni siquiera una ideología
auténtica.
La separación entre la tierra firme y el mar libre era el principio fundamental y específico
del Ius publicum europaeum.
2 distinciones importantes
1. Distinción entre tierra firme y mar libre, cada una con sus propios conceptos y distinción
de guerra
2. Dentro del espacio de la tierra firme, la distinción entre el suelo de los Estados europeos
(territorio estatal en el sentido propio) y el suelo de posesiones de Ultramar.
En la guerra marítima hay consideraciones distintas, pero aquí también se impusieron las
consideraciones humanas. La guerra marítima era también guerra económica y comercial en la
que no sólo se combatían flotas de guerras estatales. La guerra marítima siguió siendo una guerra
de botín.
En la guerra marítima no existe, por tanto, la igualdad pura (a diferencia de la terrestre), ya que
había ruptura de bloqueos y contrabandos por buques “neutrales”. En una guerra marítima, un
buque de guerra, que es parte integrante de las fuerzas marítimas estatalmente organizadas,
realiza actos hostiles directamente contra personas privadas como tales. El enfrentamiento de
adversarios no es entre Estados en igualdad de derechos, sino por el contrario, puede encontrarse
en un lado un Estado soberano y en el otro lado una persona privada que se distingue de cualquier
Estado, sobre todo su propio Estado cuya bandera lleva y que, como tal, no puede ser de la misma
naturaleza que un Estado soberano beligerante y no puedo lugar con él en un plano de igualdad a
pesar de entrar en colisión directa con él en la guerra marítima.
Esta persona privada que practica su comercio privado, que rompe un bloqueo o efectúa
contrabando, es tratada por la potencia marítima beligerante como enemigo. Pero no de la misma
manera que un criminal y un pirata. En realidad, los forzadores de bloqueos y los contrabandistas
no actúan en contra del D.d.G, sino a riesgo propio y particular, no actúan de forma ilegal pero sí
peligrosa. Ello es porque su actividad se desarrolla en “tierra de nadie” (de doble libertad, de no-
estatalidad, es decir en el mar libre y en el ámbito del libre comercio)
Pero tanto el Estado que practica la guerra marítima y ejerce el derecho de presa, como también
la persona privada que se dedica al comercio su propiedad es convertida en objeto del derecho
estatal de presa, t aparece junto y sometido a sentencia por el Estado beligerante que impone las
reglas del derecho de presas basadas en el D.d.G
Para el D.d.G, de la jurisdicción de presas reside en que crea la posibilidad de aplicar justicia y
reciprocidad también frente al enemigo no-estatal.
En el D.dG clásico, la guerra terrestre y la guerra marítima eran claramente distinguibles entre sí.
La guerra en tierra firme del Derecho europeo de Gentes era puramente terrestre, la guerra en el
mar puramente marítima.
En el siglo XIX, el bloqueo de un puerto marítimo o una zona costera y el bombardeo de puertos y
ciudades de la costa constituyen ejemplos lógicos de una guerra marítima que no se limitaba al
espacio del mar, sino que, desde el mar, producía su efecto, con ayuda de sus medios específicos,
directamente sobre tierra firme. Pero esta coalición entre tierra y mar no se adentraba tierra
adentro. Había de todas maneras separación de espacios. (A diferencias de las nuevas armas, del
espacio aéreo)
Para este D.d.G había distinción entre ambas ordenaciones, el comienzo de mar libre arrancaba a
3 millas de las aguas litorales.
Esta imagen de dos espacio separados de tierra y mar, cambió profundamente al aparecer, al lado
del ejército de tierra y de la marina tradicional, una tercer arma independiente: la aviación. Al
principio apareció como una intensificación y ampliación de la guerra terrestre y marítima, pero
muy prieto se puso en manifiesta que esta intensificación y ampliación afectaban de la manera
más profunda la naturaleza del tpo de guerra intensificado de tal formo y de su espacio
correspondiente, pues era evidente que una flota de guerra protegida por aviones y ampliada así
hacia el espacio aéreo no era un arma puramente marítima y limitada a la superficie del mar libre.
El avión anula el carácter puramente marítimo del antiguo derecho de presa, dado que anula la
esfera y el plano del mar libre, y con ello el claro enfrentamiento de los enemigos mutuos.
El submarino ya había provocado una modificación del espacio de amplias consecuencias, ya que
no está limitado a la superficie del mar libre.
El submarino modifica el espacio, pero aún permanece en el elemento del mar. El avisón,
abandona el elemento marítimo mismo. Cuando un avión ejerce el derecho de presa, la práctica
de la imposición de un cambio de rumbo se convierte en una cosa natural, a no ser que el buque
mercante que ha de ser controlado sea destruido simplemente. Con el avión el derecho de presa
en alta mar se torna prácticamente obsoletos o por lo menos queda reducido a pocos casos.
Un segundo efecto espacial, consiste en que espacios enteros del mar libre son declarados zonas
de guerra o regiones cerradas, o sea que son excluidos del ámbito de l libertad de los mares. Esta
evolución fue iniciada en la 1GM por el submarino.
Con el avisón, el espacio de alta mar, el mar libre, ya no es el espacio previsto como escenario en
el sentido de las instituciones clásicas del derecho de guerra marítima.
No se ha llegado a un acuerdo hasta ahora de ninguna guerra precisa de la guerra aérea. Los
ingleses proponían un paralelo entre la guerra marítima y el área, pero precisamente este paralelo
es especialmente apropiado para revelar la problemática de transferencias de conceptos del
derecho de guerra del mar al espacio aéreo, pues este paralelo ignora un factor específico del
D.d.G: la correlación entre el tipo de guerra y el derecho de botín. El concepto de contrabando
tiene el sentido de determinar los objetos de un derecho de botín y de presa que es característico
de la guerra marítima. Estos objetos de un derecho de botín no son enfocados como cosas
destinadas a la mera destrucción, y su determinación y precisión no es llevada a cabo desde este
punto de vista. En cambio, el lanzamiento de bombas desde el aire sólo tiene sentido y propósito
de una destrucción. La guerra aérea es un tipo de guerra totalmente nuevo se distingue de los
otros dos tipos de guerra precisamente por el hecho de que no es una guerra de botín, sino pura
guerra de destrucción. (es decir no hay botín inmediato, como sí en las otras 2 guerras)
Es cierto que los otros 2 tipos de guerra, también se emplean para destrucción pero la guerra
terrestre no excluye que sus medios y métodos sirvan para lograr la ocupación del territorio
enemigo. De hecho, la ocupación es según el. D. europeo d. G, el fin material el sentido natural de
las operaciones de la fuerza terrestre.
Un ejército que ocupa territorio enemigo tiene normalmente un interés en conservar la seguridad
y el orden del territorio ocupado y en establecerse como autoridad.
La guerra marítima incluye un mayor grado de guerra de destrucción que la terrestre. Cuando se
ataca a la tierra, ello conduce a un bloqueo y no a una ocupación. No tiene interés la potencia
marítima de que tierra adentro reine la seguridad y el orden.
Incluso, el ejercito de tierra puede mantener una autorité établie, es decir una relación positiva
con el territorio ocupado y su población, puesto que la ocupación militar es realizada únicamente
por un ejercito que efectivamente está presente en el propio territorio y establece allí su
autoridad. La flota tiene una relación negativa con la zona bloqueada y sus habitantes. En tanto la
guerra marítima sea una guerra de botín acotada de acuerdo con el D.dG, el interés por el botín
según ha hallado su forma jurídica en el derecho de presa, no está dirigido contra objetos en tierra
firme, sino única e inmediatamente contra el comercio marítimo del y con el territorio bloqueado.
La potencia terrestre puede tener asimismo (además de interés de destrucción, botín, etc.) interés
en la seguridad y el orden del territorio ocupado. La ocupación militar se convirtió en una
institución jurídica del D.d.G. El ejército ocupado debe mantener según el Reglamente sobre la
Guerra Terrestre de la Haya, el orden y la seguridad del orden publico, asó como debe recibir la
obediencia del mismo. Hay una vinculación inmediata entre la protección y la obediencia, que
radica en una relación espacial concreta que una potencia ocupante presente con la población de
un territorio ocupado.
Desde las guerras de religión del siglo XVII, se eliminó la idea de guerra terrestre como una guerra
pura de aniquilación y destrucción.
En referencia al espacio aéreo, ya no puede hablarse como hasta ahora de un escenario de guerra.
Esta guerra no tiene escenario ni espectadores. No hay un enfrentamiento horizontal como en las
otros tipos de guerra. No hay analogía con los otros tipos de guerra.
Queda anulada toda analogía así como toda institución y principio, sobre cuya base era posible
hasta ahora un derecho de guerra, una acotación de la guerra.
La guerra aérea independiente anula la relación entre la podenca que emplea la fuerza y la
población que es afectada por la misma en un grado mucho más elevado que en el caso del
bloqueo en la guerra marítima,
Este tipo de guerra se ve afectada a la cuestión de la guerra justa (además de las cuestiones de
derecho de botín y relación con la población afectada). Esta cuestión muestras dos aspectos
distintos: el de enemigo legalmente reconocido y distinguido del criminal y del monstruo,
el iustus hostis y el de la iusta causa. Ambos conceptos se encuentran en correlación específica
con el tipo de las armas. Cuando las arman llegan a ser desiguales de manera evidente, queda
anulado el concepto de guerra mutuo basado en el supuesto del nivel idéntico.
Cuando no es así, el enemigo ya no es más que el objeto de una medida coercitiva. El vencedor
considerará la superioridad de sus armas como una prueba de su iusta causa y declarará criminal
al enemigo, puesto que hay no es posible realizar el concepto del iustus hostis. La discriminación
del enemigo como criminal y la simultánea implicación de la iusta causa de producen
paralelamente a la agudización de los medios de destrucción y a la falta de asentamiento del
escenario de guerra. La evolución de los medios técnicos de destrucción abre el abismo de una
discriminación moral y jurídica igualmente destructiva.
Es decir, hay un retorno a las doctrinas teológico-cristianas de la guerra justa. (de la Edad Media).
Esta vez, esto es un fenómeno ideológico que aparece simultáneamente con la evolución técnico-
industrial de los medios modernos de destrucción.
Es preciso una guerra justa para poder justificar la aplicación de tales medios de destrucción
BASUALDO
Las nuevas características del sistema político y la sociedad civil a partir de la dictadura militar
(año 2001)
La dictadura militar señala el momento en que se concreta la mayor “derrota popular” del siglo XX.
El aporte fundamental que hace la dictadura a los sectores dominantes es el “aniquilamiento” de
buena parte de los cuadros políticos que hacían posible la organización y movilización de los
sectores populares, abortando la lucha social por medio del asesinato y el terror.
Este es el motivo por el cual, en las últimas décadas, son cooptados cuadros políticos, dirigentes
sindicales, etc., que conservan e incluso en algunos casos fortalecen sus liderazgos debido al
respaldo que encuentran en los sectores de poder. De allí en más, la tarea central de estos
“intelectuales orgánicos” consiste en la desmovilización y la desestructuración de quienes
supuestamente representan, porque en eso consiste fundamentalmente su nueva organicidad en
el naciente bloque de poder que conforman los sectores dominantes a partir de la vigencia de la
valorización financiera. Por lo tanto, la absorción de los cuadros políticos (intelectuales orgánicos)
de los otros grupos sociales no tiene como objetivo ensanchar la base social con que cuentan los
sectores dominantes, sino perpetuar la dominación impidiendo sistemáticamente la formación de
una clase dirigente por parte de los grupos adversarios.
Esta situación podría encuadrarse dentro de lo que Gramsci denomina transformismo, que se
caracteriza por ser una situación en la que los sectores dominantes excluyen todo compromiso
con las clases subalternas, pero mantienen la dominación (hoy llamada “gobernabilidad”) sobre la
base de la integración de las conducciones políticas de esas clases subalternas.
Si bien la atracción ideológica espontánea que ejercen los intelectuales de los sectores dominantes
es un elemento relevante, más importante aún es el papel que cumplen los grandes intelectuales
al separar a los intelectuales de los sectores populares de sus propias bases, que de esa manera
son descabezadas y pierden su identidad.
Al analizar el proceso argentino aparecen diferencias sustantivas que permiten asumir que se trata
de dos modalidades distintas dentro de la matriz básica que caracteriza al transformismo.
2) La segunda consiste en los sujetos sociales que ponen en marcha y le dan forma al
transformismo. En el caso italiano el partido de derecha es quién lleva adelante esa tarea,
mientras que en el caso argentino la situación es diametralmente distinta porque los sectores
dominantes nunca lograron consolidar un partido político propio que se nutriera con sus propios
“intelectuales orgánicos” y estuviera en condiciones de ejercer la conducción ideológica del
sistema político en su conjunto. Por esto recurrieron sistemáticamente al golpe de Estado y a la
dictadura militar para imponer sus políticas.
Ante la ausencia de un partido orgánico, son los propios sectores dominantes, específicamente la
fracción del capital concentrado interno, los que sumen la tarea de cooptar al partido político que
accede al gobierno una vez agotada la dictadura militar, a distintos integrantes del partido
opositor y a diversas conducciones de organizaciones que conforman la sociedad civil. Debido al
agudo proceso de centralización del capital, no se trata de un sector de clase asentado
únicamente en la propiedad de grandes empresas oligopólicas sino basado en el control de grupos
económicos y conglomerados que son propietarios de múltiples firmas oligopólicas localizadas en
diversas actividades económicas. Estas condiciones hacen que durante su funcionamiento estos
grupos económicos y conglomerados extranjeros tengan estrechas vinculaciones (desiguales) con
los más variados ámbitos de la sociedad.
Ante la ausencia de un partido político de derecha, una fracción de los sectores dominantes,
constituida por grupos económicos locales y algunos conglomerados extranjeros, toma a su cargo
la tarea de modelar el transformismo argentino.
3) La tercera diferencia se refiere a los ejes básicos sobre los cuales se estructuran ambos tipos de
transformismo. En tanto el agente dinámico que genera el transformismo italiano es el partido de
derecha, es lógico esperar que la hegemonía ideológica sea la principal vía para cooptar a las
conducciones políticas y sociales de los sectores subalternos. En el caso argentino, el sujeto que
impulsa la constitución de un nuevo sistema político es una fracción de los sectores dominantes,
que opera sobre los partidos políticos y las organizaciones sociales sin mediación alguna. La
ideología necesariamente pierde importancia relativa a favor de otros factores de índole material,
porque allí radican las ventajas relativas de las fracciones sociales que detentan el poder en una
sociedad capitalista.
En efecto, una aproximación general al proceso argentino permite detectar esos factores
materiales que asumen un papel decisivo en la conformación del transformismo argentino: la
corrupción y los altos ingresos relativos que perciben los integrantes del sistema político, en un
contexto social caracterizado por un agudo disciplinamiento de los sectores populares vinculado a
una creciente concentración del ingreso.
En este marco, es posible abordar un primer examen de los factores que hacen posible el nuevo
sistema de dominación en la Argentina. La creciente concentración del ingreso, acompaña el
desarrollo y consolidación de la valorización financiera durante los últimos 25 años. Todo parece
indicar que dicha concentración del ingreso responde, hasta los 90, principalmente al deterioro del
salario real, y durante la última década al inédito grado de desocupación que resulta de las
denominadas “reformas estructurales” y la consolidación de la desindustrialización. El tránsito
entre una y otra forma de concentración del ingreso fue posible debido al efecto disciplinador que
tuvieron las hiperinflaciones de 1989 y 1990 sobre los sectores populares. Es bajo esas condiciones
que durante la década pasada hace eclosión la desestructuración del mercado de trabajo y la
desocupación que no sólo dan lugar a la conformación del clásico “ejército industrial de reserva” y
provocan una creciente marginalidad social, sino que imponen procesos que replantean instancias
básicas de la sociedad. El disciplinamiento social que provocaron las hiperinflaciones se perpetúa
mediante un factor estructural, la desocupación, que posibilita la consolidación del nuevo bloque
de poder y el pleno desarrollo de la valorización financiera.
Hay una creciente incidencia que exhiben en el diseño de las políticas estatales los sectores
dominantes en general y el capital concentrado interno en particular. Esa subordinación es
acompañada y alimentada por el surgimiento de negocios comunes entre los sectores dominantes
y el sistema político a costa de los intereses públicos. Se trata de la irrupción de los denominados
“retornos”, es decir, de la corrupción como factor orgánico en el sistema de poder, mediante la
cual se articulan el capital oligopólico y el sistema de político en detrimento del conjunto social.
No se trata de un fenómeno coyuntural, acotado a determinada etapa de la instalación de la
valorización financiera, sino estructural e intrínseco al nuevo patrón de acumulación dominante.
La corrupción es un factor sumamente importante para lograr la cohesión del bloque de poder,
porque evita las deserciones y la disgregación del mismo. Así como la desocupación durante los
gobiernos constitucionales cumple una función similar que la represión durante la dictadura
militar, la corrupción en el sistema político opera de una manera equivalente al “pacto de sangre”
que se estableció entre los genocidas.
Tanto la notable incidencia que alcanzan los sectores dominantes en la definición de las políticas
estatales como los “negocios” que van realizando con el sistema político son factores materiales
que, al converger con la integración ideológica de las conducciones de los sectores populares, les
permite a los sectores dominantes consolidar la valorización financiera mediante el transformismo
argentino.
Se debe incorporar otro elemento, también material, al transformismo argentino que son los
elevados salarios relativos que perciben los cuadros orgánicos. La nueva amalgama que sustenta la
transformación del sistema político es la asignación de recursos económicos (financiamiento) para
asegurar altas remuneraciones relativas de los que se integran a la pléyade de nuevos cuadros del
bloque dominante. Este elemento ha sido vital en el proceso de integración de los cuadros
políticos a los sectores dominantes, y en el consiguiente descabezamiento de las conducciones de
los sectores populares, pero no menos importante ha sido su influencia en la incorporación al
bloque de poder de los intelectuales supuestamente “independientes”, desligados del sistema
político, que percibieron ingresos relativamente elevados a partir de la proliferación de contratos y
consultorías que acompañó al proceso de destrucción y transferencia del aparato estatal al sector
privado.
Los grupos económicos locales y las empresas transnacionales no se endeudan para realizar
inversiones productivas sino para obtener renta mediante colocaciones financieras, en tanto la
tasa de interés interna supera largamente la tasa de interés internacional, para finalmente remitir
los recursos al exterior y reiniciar el ciclo. Por eso, en la Argentina la otra cara de la deuda externa
es la fuga de capitales locales al exterior.
2. Mediante la deuda externa es quien provee las divisas que hacen posible la fuga de
capitales
3. Asume como propia la deuda externa del sector privado, incorporando una nueva
transferencia de recursos a las existentes que ya comprometían muchos miles de millones
de dólares
Los beneficiarios del nuevo funcionamiento de la economía son un número muy recudido de los
empresarios que tienen un creciente poder en la sociedad argentina (Perez Companc, Macri, Loma
Negra, Roggio) junto a otro conjunto restringido de conglomerado y empresas extranjeras
(Techint, Bemberg, algunas automotrices, etc.) y finalmente la banca local y acreedora.
La notable importancia que asume esta etapa fundacional para los sectores dominantes se
expresa en la organicidad que exhiben los cuadros que conducen las etapas claves en la imposición
del nuevo patrón de acumulación. Se trata de “intelectuales orgánicos” que no guardan relación
con el sistema político sino que provienen y actúan dentro del establishment económico y social
de nuestro país (Martinez de Hoz, Juan Alemann)
La ofensiva de los sectores dominantes también involucra una serie de iniciativas para nuclear y
formar cuadros propios que le garanticen el diseño e implementación de las enormes
transformaciones que implicaba el desarrollo de la valorización financiera como nuevo eje del
patrón de acumulación interno. En 1977 se instala en Córdoba la Fundación Mediterránea, bajo la
dirección de Domingo Cavallo que responde a la iniciativa de una empresa agroindustrial
cordobesa, Arcor. También se funda la Fundación de Investigaciones Económicas
Latinoamericanas (FIEL) en 1964 sustentada en los intereses portuarios. El CEMA creado en 1979
aporta luego la “tablita de Martínez de Hoz”.
A partir de 1982 se inicia en América Latina lo que se conoce como la década de la “crisis de la
deuda externa”. Se caracteriza por la sistemática escasez de financiamiento externo para los
países de la región. La Argentina surge esta restricción y a lo largo de esos años tendrá un
comportamiento que oscila entre el estancamiento y la crisis económica, con una severa
restricción en la formación de capital vinculada a la fuga de capitales al exterior.
El rasgo peculiar de esta etapa es el notable predominio que ejercen los grupos económicos y
algunos conglomerados extranjeros, en detrimento de los acreedores externos, sobre el
funcionamiento del Estado y el destino del excedente.
Las políticas adoptadas por la primera gestión económica (Grinspun) responden al enfoque
planteado al estar orientadas a lograr una renegociación con los organismos internacionales y los
acreedores externos que permitiera aminorar la restricción fundamental que afectaba a la
economía argentina. Contemplaba generar en la economía interna una cierta redistribución de
ingreso a favor de los asalariados que permitiera una reactivación de la producción interna,
controlando la inflación mediante el control de los precios claves del proceso económico y, en ese
marco, redefinir el poder sindical que era un bastión central del partido de oposición.
Ante el fracaso de la primera gestión económica, en 1985 asume Sourrouille. La nueva gestión
modifica drásticamente la política económica pero mantiene el diagnóstico estructural inicial. Se
sustenta en el despliegue de un modelo exportador y la reactivación de la inversión (Plan
Austral).
Análisis de los orígenes del transformismo argentino: a lo largo del gobierno constitucional se
generan distintos agrupamientos entre las organizaciones empresarias e incluso de éstas con la
que congregaba al conjunto de los trabajadores (CGT). En 1984, la CGT comienza una serie de
reuniones con organizaciones empresarias de la industria (UIA), el agro (SRA y CONINAGRO), la
construcción (Cámara Argentina de la Construcción), el comercio (CAME) y las finanzas (ADEBA),
que culmina en la conformación de lo que se denominó “el grupo de los 11”, que luego se amplía y
da lugar al “grupo de los 20”. En 1987, cuando arrecia la oposición empresaria a los efectos del
Plan Austral, se constituye, por iniciativa de las organizaciones rurales, un
nuevo nucleamiento denominado el “grupo de los 8”.
También hubo una estrecha vinculación entre los principales referentes (y propietarios) de los
grandes grupos económicos locales y algunos conglomerados extranjeros, con un conjunto de
funcionarios que tenían una especial importancia en el funcionamiento del gobierno y del
partido.
Ambas instancias indican que la estrategia del capital concentrado interno consistió en plantear
exigencias mediante los acuerdos entre las organizaciones empresariales y negociar directamente
con el partido de gobierno sus intereses específicos.
Así, la consolidación económica de los sectores que fueron la base social de la dictadura militar,
avanzó durante esta etapa mediante la confluencia de dos procesos:
1. Imposibilidad que enfrentó la política gubernamental para constituir una alianza social que
permitiera modificar el patrón de acumulación en marcha, debido a que su percepción de
la situación estructural estaba muy alejada de la realidad.
2. La propia estrategia adoptada por la fracción local de los sectores dominantes, que
enfrentaba la política gubernamental asociada con otras fracciones empresarias y
negociaba y subordinaba la acción gubernamental mediante tratativas directas con el
partido de gobierno
Además, este sector empresarios contaba con los ingentes recursos locales remitidos al exterior,
que sería decisivo para la inversión y la superación del estancamiento.
A partir de allí se articulan directamente sectores del partido de gobierno con los integrantes de
los sectores dominantes, poniéndose en marcha no sólo un proceso de cooptación ideológica sino
también de negocios políticos y económicos.
Se inicia así en el sistema político la etapa de “absorción gradual, pero continua” de los
intelectuales orgánicos del resto de los sectores sociales. La decapitación de los sectores
subalternos como forma de inmovilizar a los sectores populares. También se afianzan las
relaciones del sistema político con empresarios locales que no integran la cúpula económica, los
cuales también expanden el giro de sus negocios en base a las prebendas estatales (Yabrán).
Durante esta etapa comienza a crecer la trascendencia de los denominados “operadores políticos”
que se caracterizan por su pragmatismo y una supuesta falta de ideología, que en realidad
esconde su ruptura con las concepciones y la historia de los grupos sociales a los cuales
supuestamente representan, subordinándose al poder establecido. Esta transformación de los
denominados “operadores políticos” no trae aparejada una desjerarquización de los mismos en la
estructura partidaria sino todo lo contrario. Al ser depositarios de los negocios políticos y
económicos se ubican en posiciones decisivas en la vida partidaria (el empresario político/boss de
Weber).
Aparece una nueva exigencia de los acreedores externos que consiste en que los países
latinoamericanos paguen no ya sólo los intereses devengados sino también el capital adeudado a
raíz del endeudamiento externo. Sin embargo, era evidente que su pago en efectivo era imposible
porque las divisas disponibles por los países de la región eran tan escasas que no alcanzaban para
enfrentar el pago de los intereses, menos aún para pagar el capital adeudado. De allí que el Plan
Baker imponga la aplicación de los denominados programas de conversión de deuda externa, que
consistían en el rescate de los bonos de la deuda externa a cambio de activos físicos y no de
divisas. Este es el origen de la privatización de las empresas públicas de los países
latinoamericanos y de las nuevas políticas del gobierno radical desde 1988 en adelante, ya que los
principales activos con que contaban los países latinoamericanos eran las empresas estatales.
Esta situación trajo aparejado que, dentro de los sectores dominantes, los acreedores externos
tuvieran una participación relativa secundaria en la redistribución del excedente interno, posición
que alcanza su punto culminante en mayo de 1988, cuando Argentina asume una moratoria
externa “de hecho”, al suspender los pagos de las obligaciones vinculadas a su endeudamiento con
el exterior, que recién se normalizarán dos años más tarde, con otra gestión gubernamental, con
un sistema político transformado y en un contexto macroeconómico diferente.
Las presiones de los acreedores externos a través de sus representantes políticos, los organismos
internacionales de crédito, no cesaron durante 1988. Esas presiones resultaron infructuosas, no
sólo por la capacidad de influencia de la fracción interna de los sectores dominantes y la capacidad
de veto del principal partido de oposición, sino también por las disputas que se desataron entre el
FMI, que exigía la normalización de los pagos, y el Banco Mundial, que insistía en las reformas
estructurales y apoyó el Plan Primavera que se puso en marcha a mediados de 1988. Esas pugnas
terminan cuando George Bush reemplaza a Ronald Reagan, exigiéndose de allí en más ambos
requisitos: la normalización de pagos y las reformas estructurales. Los bancos extranjeros inician la
“corrida” cambiaria de febrero de 1989, desatando la crisis hiperinflacionaria que terminará pocos
meses después no sólo con el último intento de política económica, sino también con el primer
gobierno constitucional.
La crisis hiperinflacionaria de 1989 se trató de una crisis que se dirigía a remover las restricciones
estructurales que impedían el desarrollo y la consolidación del patrón de acumulación, basado en
la valorización financiera, que había puesto en marcha la dictadura militar.
El problema consistía en que el nuevo establishment económico estaba constituido por el capital
concentrado interno (grupos económicos locales y conglomerados extranjeros) y los acreedores
externos, pero esa instancia social decisiva que es el Estado estaba moldeada en función de los
primeros, relegando de manera sistemática a los acreedores externos.
Otro objetivo de la crisis de 1989 por parte de los sectores dominantes era redefinir la naturaleza
de un sistema político que impedía la convalidación de las reformas estructurales y, por lo tanto, la
profundización del proceso en marcha.
Hay un significativo avance en la construcción del transformismo argentino que les permite a los
sectores dominantes seguir inmovilizando a los sectores populares ya no mediante el
“aniquilamiento” físico y el terror dictatorial sino a partir del descabezamiento “incruento” que
conlleva la cooptación de los dirigentes de los otros sectores sociales. Pero la construcción de ese
sistema de dominación es conducida por una de las fracciones que componen los sectores
dominantes, con resultados claramente sesgados. Además, cuando el partido de gobierno
finalmente asume el diagnóstico de la fracción dominante postergada (acreedores externos) y
actúa en consecuencia proponiendo la privatización de las empresas públicas y una mayor
apertura importadora, el funcionamiento del sistema político, ahora mediante el partido de
oposición, bloquea la salida impidiendo en el Congreso la remoción de los obstáculos estructurales
para la consolidación del conjunto del bloque dominante. La solución no era la instalación de una
nueva fuerza política, sino la homogeneización del sistema bipartidista de manera que convalidara
las modificaciones estructurales planteadas.
La crisis de 1989 implica una crisis de gobierno muy profunda, en tanto provocó la salida
anticipada de la primera gestión constitucional posterior a la dictadura militar. También se trata de
una crisis de régimen, ya que una de las fracciones dominantes pretende reemplazar los criterios
de representación establecidos. También una crisis de acumulación porque una de las fracciones
dominantes intenta remover los obstáculos que le otorgan un papel secundario y de esa manera
impulsar el desarrollo del partón de acumulación vigente.
La asunción anticipada del nuevo gobierno se realiza en plena crisis y en el momento de mayor
contradicción entre el capital concentrado interno y los acreedores externos. El nuevo gobierno
establece sus primeros acuerdos con los grupos económicos locales. La primera gestión económica
es ejercida por uno de los integrantes del capital concentrado interno (Bunge y Born) que lanza un
paquete de medidas dirigidas a intentar estabilizar las cuentas públicas y la situación del sector
externo, sin prever la implementación de reformas estructurales, como la privatización de las
empresas estatales, en el corto plazo.
Sin embargo, poco tiempo después, debido a las presione de los acreedores, se pone en marcha
una serie de reformas destinadas a modificar drásticamente la estructura del sector público y la
orientación de las transferencias de los recursos estatales. La Ley de Emergencia Económica,
estaba destinada a eliminar la variada gama de subsidios, reintegros impositivos y distintas
transferencias implementadas por el sector público, mientras que la Ley de Reforma del Estado
dispuso la intervención de las empresas estatales, fijando el cronograma y los criterios para la
transferencia de los activos públicos al sector privado. Ambas medidas fueron acompañadas por
una reforma tributaria que generalizaba la aplicación del impuesto al valor agregado, gravaba los
patrimonios y reducía las alícuotas del impuesto a las ganancias.
El desenlace de esta primera etapa, en diciembre de 1989, provoca la irrupción de una segunda
hiperinflación que dio por tierra con el plan d estabilización y la propia conducción económica. A
partir de allí comienza una compleja transición que culmina, en marzo de 1991, con el lanzamiento
por parte de Cavallo del Plan de Convertibilidad.
Desde 1990 en adelante comienza la negociación orientada a reparar los efectos de la cesación de
pagos externos que se inició en 1988, proceso que culmina en 1992 con la firma del Plan Brady:
cronograma de pagos que le garantiza a los acreedores externos que no se repetirán en el futuro
los incumplimientos. Se accede nuevamente a un abundante endeudamiento externo que se
incrementa significativamente impulsado tanto por el sector público como por el propio sector
privado. Junto a la reestructuración económica y la Convertibilidad se implementa la reforma de la
Corte Suprema, pieza clave para garantizar la vigencia del transformismo argentino, en tanto
concentró la suma del poder público en el poder ejecutivo.
El afianzamiento del transformismo argentino hizo que el capital concentrado interno coincidiera
con los acreedores externos en la privatización porque percibió que de esa manera accedería a la
propiedad de activos de una enorme magnitud que exhibían una elevada rentabilidad potencial.
De allí en más, el conjunto del sistema político impulsa la privatización de empresas públicas.
Este avance de los sectores dominantes fue posible porque se consolida un sistema político
basado en el transformismo argentino como sistema de dominación. La autonomía relativa del
sistema político desaparece, quedando férreamente subordinado a los intereses de los sectores
dominantes. Incorporación del sistema bipartidista en su conjunto: los dos partidos centrales que
conforman el sistema político se incorporan a la órbita de los sectores dominantes, descabezando
al resto de los sectores sociales, inhibiendo su reacción sin concesión alguna.
El principal aporte del transformismo argentino consiste en dotar a los partidos políticos de un
formato empresario que se ubica en las antípodas de su conformación anterior. Se trata de
instituciones que exhiben una organización vertical regida por relaciones contractuales, en la cual
los “operadores (boss)” devienen en personajes claves que definen las decisiones partidarias en
tanto son quienes manejan las denominadas “cajas partidarias”.
Las relaciones contractuales, que son la nueva amalgama que reemplaza a los lazos ideológicos y
políticos que congregaba anteriormente a los militantes, son múltiples y no necesariamente
excluyentes entre sí. Durante el transformismo hay una relativa cohabitación partidaria en la
administración estatal (importancia de salarios públicos). La tercera forma de ingresos percibido
por el sistema político durante el transformismo son los sobornos que le pagan los integrantes de
los sectores dominantes al sistema político para lograr determinadas prebendas. La corrupción se
vuelve una característica estructural y permanente del sistema de dominación que hace posible el
desarrollo del nuevo patrón de acumulación.
Sobre la base de la sincronía del sistema político y la valorización financiera, se registra un período
de crecimiento económico en el cual convergen dos procesos complementarios y decisivos:
Durante el período en que la valorización financiera aparece como imparable, la constitución del
transformismo argentino transita una etapa crucial para su desarrollo, porque allí se concreta lo
que podría denominarse la “acumulación originaria”. La privatización de las empresas estatales
puesto en juego una transferencia de activos monumental, muy superiores a los montos pagados
por el sector privado, a lo cual hay que agregarle los elevados beneficios potenciales que eran
garantizados por el carácter monopólico u oligopólico de los servicios públicos y la formulación de
marcos regulatorios que claramente los convalidan.
El proceso privatizador fue en un período de tiempo extremadamente breve /entre 1990 y 1992
principalmente) lo cual permitió que los adjudicatarios capitalizaran la notable valorización de las
firmas que se produjo luego de su privatización y facilitó la aprobación de marcos regulatorios
sumamente precarios o inexistentes.
La magnitud de las transferencias realizadas y los resultados mencionados indican que este es el
momento decisivo del transformismo argentino ya que los sobornos fueron de tal magnitud que le
permitió al sistema político concretar una “acumulación originaria” que posteriormente será
complementada con nuevos elementos que le permitirán encarar la fase de “acumulación
ampliada”.
Asimismo, durante esta etapa se pone en marcha otra vía de ingresos que sostiene al
transformismo argentino que consiste en los “retornos” derivados del gasto y las inversiones
realizadas por el Estado.
La nueva y significativa “capacidad de ahorro” de la cúpula partidaria es el factor que sienta las
bases materiales para la búsqueda de una mayor autonomía relativa del sistema político y el
desarrollo de contradicciones crecientes con algunas fracciones de los sectores dominantes. La
magnitud de los recursos apropiados le plantea al sistema político un desafío desconocido para
estas organizaciones que consiste en determinar la forma de inversión que garantice una
“reproducción ampliada” de los recursos. Sin embargo, el primer desafío para que ello fuera
posible radicaba en poder “blanquear” los recursos provenientes de actividades claramente
ilegales, para lo cual era necesario implementar un circuito financiero que lo hiciese posible. La
reciente denuncia de los diputados ELISA CARRIÓ y Gustavo Gutiérrez, coincidente con la
de Verbitzky, revela que ese circuito se implementa en el comienzo mismo de la nueva
administración peronista, e involucra tanto a funcionarios de primer nivel del gobierno, como a
bancos locales y extranjeros.
El transformismo argentino se institucionaliza a fines de este período, cuando los dos partidos
centrales del sistema político firman el denominado Pacto de Olivos.
La independencia del ciclo económico que recobra el establishment económico implica que las
crisis se descargan sobre el resto de la sociedad con una intensidad que supera en mucho la
reducción promedio del PBI.
A mediados de los ’90 comienza a diluirse la “comunidad de negocios” que se había constituido en
el quinquenio anterior, en un contexto en que se despliegan acentuadas asimetrías en la evolución
de los precios internos entre los bienes y servicios no transables con el exterior y los transables
protegidos natural o normativamente de la competencia externa y los transables.
La nueva estrategia productiva de los grupos económicos consiste en concentrar su capital fijo en
las actividades que exhiben ventajas comparativas naturales, producción agropecuaria y
agroindustrial.
Durante el último mandato de Menem maduran dos contradicciones que se ubican en el origen
mismo del transformismo argentino y que van a persistir hasta la actualidad. La primera, consiste
en la creciente búsqueda de autonomía relativa que exhibe el sistema político respecto a los
verdaderos dueños del poder, el establishment económico. Cumplida la etapa de “acumulación
originaria”, el sistema político encara el proceso de “acumulación ampliada” y avanza sobre
espacios de acumulación que eran patrimonio de los sectores dominantes (caso Samid y Yabrán).
Los sectores dominantes se convencen que se debe disciplinar y subordinar a un sistema político
que, sobre la base de los que son ya recursos propios, está en una permanente búsqueda de
autonomía afectando los intereses específicos del establishment económico.
La fracción local de los sectores dominantes es el interlocutor privilegiado del nuevo sistema
político porque el transformismo argentino fue moldeado a su “imagen y semejanza”. De allí su
extraordinaria capacidad de lobby desproporcionada en relación con su menor poderío económico
respecto a las fracciones extranjeras que conforman la cúpula económica de nuestro país.
La Alianza
A lo largo de la crisis comienzan a perfilarse dentro del establishment dos proyectos alternativos a
la Convertibilidad:
2) impulsado por la fracción posicionada en activos fijos o con obligaciones dolarizadas (sector
financiero y diferentes inversores extranjeros). Buscan la dolarización que le garantiza el
mantenimiento del valor en dólares de sus activos.
Las propuestas enfrentadas tienen un carácter estratégico que, mediante la construcción de una
alianza social, buscan detentar la hegemonía en la sociedad. Para lograrlo, cada una de ellas
integra alguna de las reivindicaciones que sostienen los sectores populares, pero las mismas son
vaciadas y reprocesadas en función de los intereses de la respectiva fracción dominante que la
impulsa.
Si bien la prolongada crisis económica y las distintas propuestas dominantes constituyen una
expresión fundamental para aprehender el agotamiento del patrón de acumulación, es
insoslayable tener en cuenta que dichos factores se articulan con una crisis del transformismo
argentino que es igualmente extensa y profunda. La notable crisis del sistema político que se
consolidad durante la última década es el resultado tanto de su creciente ilegitimidad social como
de la confrontación de los proyectos alternativos que se generan en los sectores dominantes.
BASUALDO. TEXTO 2
Se abre desde el 2002 con la propuesta devaluacionista una etapa que se prolonga hasta nuestros
días, en la cual los distintos estratos Ciales y fracciones del capital intentan definir un nuevo patrón
de acumulación de capital. Desde esta perspectiva se guarda similitudes con la década del 30,
cuando ante el agotamiento del modelo agroexportador se despliegan distintas alianzas sociales
que plantean patrones de acumulación de capital alternativos.
Sin embargo, entre ambos períodos median al menos dos diferencias que determinan la
singularidad de cada una de ellos. Mientras que los años de la larga década de 1930 constituyen
una etapa que se caracterizó por exhibir severos problemas en términos del crecimiento
económico, los años que siguen al agotamiento de la valorización financiera presentan un proceso
inverso, ya que el 2002 y el 2010 se registra un crecimiento económico notablemente elevado. Su
particularidad se refiere a la elevada tasa de crecimiento que se alcanzan en todos ellos, con
excepción de 2009 a raíz de la crisis mundial.
La otra diferencia entre ellos radica en una instancia distinta, pero igualmente relevante, a la
económica. Durante los ’30 es indiscutible la hegemonía que ejerció la oligarquía pampeana
sustentada en su alianza con el radicalismo “antipersonalista”, lo cual convalidó el “fraude
patriótico”. Por el contrario, en los primeros años del siglo XXI se pone de manifiesto una profunda
crisis del sistema político debido al colapso de la forma de hegemonía que impuso la oligarquía,
el transformismo argentino, durante la vigencia del patrón de acumulación de capital sustentado
en la valorización financiera.
En síntesis, ahora se trata de un período en que se conjuga una acentuada lucha política y social
encaminada a definir un nuevo patrón de acumulación de capital, con un acentuado crecimiento
económico que permitió superar el impacto de una fuerte crisis internacional, y la irrupción de
políticas que operaron como una “divisoria de aguas” entre las organizaciones populares.
Este análisis busca determinar la incidencia relativa de las empresas controladas y vinculadas de
los grupos económicos locales en las ventas de las 200 empresas de mayor facturación en la
economía nacional, a lo largo de la valorización financiera. Las 200 empresas de mayores ventas
conforma el núcleo central de la economía interna y del mercado formal del trabajo.
A partir de la dictadura y en especial, a partir de los ’80 los grupos económicos locales tuvieron
una acentuada expansión en términos de la facturación de las grandes firmas y es a partir de los
80 que se consolidad la valorización financiera mediante la aplicación del enfoque monetario de
balanza de pagos, que impulsa la repatriación de capital extranjero industrial que provoca una
profunda crisis industrial asociada a la contracción de la inversión bruta fija.
Empresas controladas: aquellas donde su participación alcanza al 50% o más del capital
Empresas/firmas vinculadas: donde tiene menos del 50% del capital accionario.
En consecuencia, esa fracción del capital (grupos económicos) no ejercía aún en forma directa el
predominio en el núcleo empresario que determina el rumbo económico del país, aunque sí lo
ejerce indirectamente porque era la proveedora principal de las propias corporaciones estatales y
lo que era más importante definía –con las mediaciones del caso- las acciones del Estado porque
ejercía la hegemonía política.
Durante el primer quinquenio de los 90, logra finalmente que su hegemonía política confluya con
el predominio económico. En estos años, ni siquiera debe competir con las empresas estatales,
porque las mismas están bajo un proceso de disgregación (privatizaciones) y por lo tanto, su
participación en las ventas de las grandes firmas cae sostenidamente año tras año.
Ahora, la influencia de los grupos económicos sobre las empresas controladas disminuye
levemente pero aumenta muchísimo en la influencia de sus firmas vinculadas.
En 1995 los grupos económicos alcanza el momento culminante de su poder porque al ejercicio de
la hegemonía –mediante el transformismo argentino- le suman el predominio estructural en la
economía real – en tanto constituyen la fracción del capital dominante con mayor incidencia en la
cúpula empresaria- y al mismo tiempo mantiene su centralidad en el proceso de endeudamiento
externo y la fuga de capitales al exterior, es decir en el núcleo central de la valorización
financiera.
Desde mediado de los 90 hasta el año 2000 se registra una meteórica caída de la incidencia de los
grupos económicos en las ventas de la cúpula empresaria para luego aumentar levemente y volver
a descender hasta el 2008. Durante estos años, en especial entre 1995-2001 los grupos
económicos resignan el liderazgo que ejercen en la economía real, el cual es asumido por las
subsidiarias del capital extranjero que forman parte de la cúpula empresaria.
Es decir, se desprenden ahora de sus empresas (tenían para 1995 94 de las 200 firmas de mayor
facturación. ¿Por qué? (no es por problemas financieros) Ya que con la valorización financiera
tenían record de rentabilidad
Para entender por qué las vendieron, es necesario comprender que durante la etapa analizada la
transferencia de un activo fijo es asimilable a una operación para obtener un tipo específico de
renta financiera y no, como lo indicaría la experiencia histórica, a una reestructuración de la
propiedad en la economía real que expresa la expulsión de ciertos capitalistas que enfrentas
graves problemas económicos-financieros o se desplazan a otras actividades con una rentabilidad
más estable.
El precio de estos activos fijos (empresas) conlleva altas ganancias patrimoniales, y para conservar
estas ganancias en las monedas de los países centrales, lo mejor es remitirlas al exterior para
independizarlas de los vaivenes de los precios relativos internos, especialmente del tipo de cambio
en una etapa de creciente sobrevaluación del peso. Desde esta manera, un activo fijo (empresa)
cambia de naturaleza y queda subsumido en la lógica de la valorización financiera. El dinero no se
reinvertía (ese es el punto) en otros actividades.
La debacle financiera de los grupos económicos en términos de la economía real a raíz de las
transferencias de capital a los inversores extranjeros impulsa otro proceso de singular importancia
histórica y actual: un acelerado retroceso en la importancia que asume la fracción hegemónica en
el comercio exterior, específicamente en las exportaciones.
Desde 2000 (quizás 1998) las exportaciones y el saldo comercial están lideradas por las fracciones
del capital extranjero, poniendo de manifiesto una profunda y generalizada pérdida de predominio
económico de los grupos económicos, que vuelven a niveles comparables al comienzo de
la valorización financiera.
Se concentran esta fracción del capital (grupos económicos) con la producción de bienes que
exhiben ventajas naturales (agropecuarios por lo Gral.) perdiendo el predominio económico pero
conservando su hegemonía político, lo cual le permite conducir la salida de ese patrón de
acumulación y específicamente del régimen de convertibilidad, preservando sus intereses
específicos.
La economía al final de 1998 comienza con una declinación que culmina en el 2001-2002 con la
inflación de la Convertibilidad (tasa de cambio fija y convertible) y fundamentalmente con el
agotamiento del patrón de acumulación de capital sustentado por la valorización
financiera. Enorme disminución en esos años de la Inversión Bruta Fija, y por lo tanto se detiene
prácticamente el proceso de formación de capital.
La inversión neta en el 2001-2002 fue negativa (más gastos por amortización, es decir reposición
de capital obsoleto que inversión misma). Bajo estas circunstancias: Diciembre 2001 “corralito”,
se restringe el acceso a los depósitos de plazo fijo y cuenta corriente y a fin de mes se declara la
cesación de pagos de la deuda externa pública (por Rodriguez Saa)
2002: Mediante Ley de Emergencia Pública y Reforma del Régimen cambiario se deroga la
convertibilidad y se pesifican los créditos y después se establece la pesificación asimétrica+
congelamiento de las tarifas de los servicios públicos.
Con la crisis de la valorización financiera se observa una paupérrima condición de vida de los
sectores populares. Colapso social sin precedentes. En consecuencia: “Plan Jefes y Jefas de hogar
desocupados” para paliar este colapso y asegurar la “gobernabilidad”
Cesación de pagos+devaluación del tipo de cambio real=contundente triunfo de
la alianza devaluacionista que encabezaba los grupos económicos locales (no conservaban
predominio económico, pero si la hegemonía)
Se replantea la relación entre el Estrado y las empresas privatizadas. Con la Ley de Emergencia,
se desdolarizan y desindexan las tarifas de los servicios públicos y se fijan criterios para renegociar
los respectivos contratos.
Las empresas privatizadas más los organismos internacionales efectúan presiones sobre el
gobierno para desandar este camino elegido.
1. Exigían que su deuda externa sea asumida por el Estado, ya que decían que la misma se
había contraído para realizar obras e inversiones comprometidas en los 90
Las empresas de servicios públicos demandan al Estado (en las instituciones internacionales)
La expansión económica y la crisis política como elementos clave para posibilidad la coexistencia
de dos planteos diferentes de hegemonía
2 Políticas/Líneas de acción:
Otro eje: Búsqueda por lograr la hegemonía política en su forma clásica, es decir a través de
otorgarle beneficios a los diversos sectores sociales subalternos.
Es necesario rescatar el intento de restaurar la vigencia de una hegemonía clásica, por el contraste
que implica respecto a las décadas anteriores donde imperaba otra forma de hegemonía que
estaba sustentada en el transformismo argentino. La dirección y el ritmo de las transformaciones
en ambas administraciones (dos gobiernos) están definidas por la búsqueda de consolidad una
hegemonía clásica, en tanto buscan plasmar una creciente inclusión política y social de los sectores
subalternos. Esto es una diferencia substancial con la administración anterior de Duhalde.
Sin embargo, ahora este gobierno considera (al igual que las concepciones ortodoxas del
peronismo) que una parte fundamental de esa burguesía nacional es la oligarquía diversificada
(grupos económicos locales), cuando en realidad siempre fue una de las fracciones del capital
decisivas en las diversas alianzas dominantes que se sucedieron en el tiempo y especialmente en
la que se conformó a partir de la dictadura en 1976, donde, ejerce la hegemonía política e incluso
posteriormente, el predominio económico.
Hay ciertos indicios que ahora hay un reposicionamiento de las fracciones del capital nacional,
pero sesgada a los servicios y no la industria como antaño.
(Telecom Werthein, Edenor Mindlin, etc)
Los grupos económicos tienen una activa participación, al igual que las oligarquías o los
integrantes más consolidados de las burguesías provinciales.
Se observa diferencia con primeros gobiernos peronista que impulsaban la expansión de pequeñas
y medianas empresas, gran diferencia con la presencia de la burguesía nacional actual.
Otra diferencia: durante el kirchnerismo los capitales locales avanzan en la propiedad de los
servicios públicos de importancia nacional o provincial y no sobre la base de establecimiento o
empresas industriales, como lo fue la experiencia peronista.
Gran recomposición de las utilidades de la fracción del capital dominante (así como de las firmas
industriales), desde 2003 en adelante.
Crítica a Kirchner del autor: que omite señala la participación central de los grupos económicos
locales en el desarrollo de la valorización financiera, en tanto los considera como integrantes de la
burguesía nacional, obviando el hecho de que fueron la fracción del capital que ejerció la
hegemonía de las décadas anteriores (incluyendo la dictadura del 76)
Esto se suma a otras reivindicaciones de neto corte político y social: anulación indulto a los
represores militares, reinicio de juicio, reestructuración de Corte Suprema.
Kircherismo 2005 debía definir que peronismo tomar. Como parte de este reposicionamiento se
acentúan las concesiones gubernamentales a los sectores dominantes, especialmente a los grupos
económicos locales que supuestamente forman parte de la burguesía nacional, así como a su
representantes políticos en la estructura política del propio kirchnerismo. (esta etapa culmina con
Kirchner como presidente del PJ en 2007/2008)
Síntesis: Notable expansión económica impulsada por el conjunto de variables que componen la
demanda agregadas. Consumo+Inversión+Exportaciones. +rentabilidad de los grupos económicos
+mejores condiciones de vida de trabajadores+mejor distribución del ingreso.
Pero esto es el resultado de una pugna entre 2 tipos de hegemonía diferentes vinculadas a
propuestas enfrentadas, estando ambas encarnadas en el gobierno y no de un bloque social que
está definiendo un nuevo patrón de acumulación de capital
Una de ellas impulsada por los grupos económicos locales que intentaron subordinar al sistema
política y utilizar al Estado como medio de reposicionarse en la economía real. (luego de haber
vendido sus activos fijos al capital extranjero durante valorización financiera, etc. etc.)
La otra, busca plasmar un proyecto de expansión económica+tutelaje estatal sobre los sectores
populares, e impulsar un sesgo en la distribución del ingreso entre ambos términos de la ecuación
capitalista, a favor de la clase trabajadora. Todo lo cual implica –y a la inversa de lo ocurre en el
transformismo- disciplinar a las fracciones del capital dominante, restaurando la primacía de lo
político sobre lo económico y en consecuencia, la autonomía relativa del Estado respecto de las
fracciones de capital predominante.
Con la idea de tomar el control de Partido Justicialista, y por lo tanto un giro en las alianzas
políticas y sociales del gobierno, hay un interno de transformar al peronismo d e las últimas
décadas, durante las cuales se convierte en el núcleo central del transformismo argentino
Con Cristina, hay una modificación en la naturaleza del gobierno, pero no se origina por iniciativa
gubernamental sino en la determinación de los sectores dominantes de subordinar al nuevo
gobierno a sus intereses, dando por finalizada esa dualidad hegemónica contradictoria que
caracterizaba la situación hasta el momento. El motivo circunstancia y la base social la
encontraron: en el agro argentino.
Esto se da, por una ofensiva sobre el gobierno por la fracción que ejerció la hegemonía durante la
valorización financiera, para retomar un control totalizador sobre el Estado y de esta mantera
avanzar en un nuevo patrón de acumulación de capital que estuviera bajo su conducción. Esto
tuvo aceptación dentro de los sectores dominante por las posibilidades que brinda el mercado
internacional y por el estancamiento o la disminución relativa de la rentabilidad por las mejoras
obtenidas por los asalariados al momento álgido de la crisis.
El planteo de los sectores dominantes no era el derrocamiento del gobierno (como antaño) sino
disciplinarlo, logrando que abandona su sus políticas de tipo distribucionista.
Las nuevas condiciones económicas no le posibilitaban provocar una conmoción económica que
reencauce la acción del gobierno, la alternativa estaba en la movilización social a partir de las
actividades productivas donde tiene una fuerte inserción y un liderazgo.
Conflicto con el campo. A partir de la aplicación de las retenciones móviles. Estas retenciones a las
exportaciones constituyen un instrumento e política económica que tiene efectos sobre la
distribución del ingreso, la conformación productiva y las finanzas públicas.
Otra cuestión más: los grupos económicos en los 90 cuando venden sus empresas controladas y
vinculantes para realizar ganancias patrimoniales y fugarlas al exterior pero controlando o
aumentando sus propiedades agropecuarias.
La soja produce “nacionalización”, porque se expande a zonas que antes producían otro producto.
Ahora, todos producen soja.
Luego de meses de conflictos, paros etc. El 17 de junio la presidenta envía al Congreso un proyecto
para ratificar o derogar la Resolución 125 y, eventualmente crear un Fondo de Redistribución
Social con la recaudación impositiva que exceda el 3% % de las retenciones de la soja y derivados.
El gobierno señalaba que Pools de Siembra y los Fondos de Inversión agrícola, organizados por
diversos agentes financieros, desplazan a los verdaderos productores y se apoderan de la renta
agropecuaria. Sin embargo, otras evidencias censales desmienten esa identificación entre los
arrendamientos y los Pools de Siembra pertenecientes al capital financiero, porque indican que los
principales arrendatarios son los propios propietarios de tierras y que su incidencia aumenta a
medida que se eleva la superficie arrendada. Por lo cual, esto significa que los Pools y los Fondos
de inversión son poco significativos.
Pequeños y medianos propietarios pampeanos están conformados por 2 estratos: un conjunto
numeroso de ellos ceden su tierra y devienen en rentistas puros, mientras que el otro conjunto
los, propietarios-arrendatarios toman tierra y la trabajan junto a las que les pertenecen, logrando
de esta forma obtener economías de escala. Es, este último grupo quien tiene coincidencia con los
grandes propietarios. Ambos sectores (de los pequeños y medianos productores) se hubieran
beneficiado con la aplicación del proyecto aprobado en diputados.
Hipótesis por la cual la FAA rechazó la propuesta: está controlada y subordinada a los intereses y
las políticas de los grandes propietarios pampeanos.
Con el rechazo de la 125, se abre una contradicción profunda e insuperable entre una parte
significativa del establishment local y el gobierno. Se trata ahora, de un conflicto con el conjunto
de fracciones del capital que conforman la oligarquía argentina (no es conflicto con capital
extranjero).
Lo notable de esta situación: es que es una ofensiva de ese establishment local sobre el gobierno
para subordinarlo a fin de que actúe según sus intereses y no al revés, tras un intento por avanzar
en un plan de reformas económicas. Además ciertamente, este avance sobre el gobierno es
político, porque económicamente están en un momento favorable. Disputa sobre como recuperar
su hegemonía+definir nuevo patrón de acumulación de capital que reconozca a esas fracciones del
capital como su núcleo central.
Gobierno los enfrenta (a ese establishment local) acentuando el carácter popular de su gestión. El
gobierno actuó en consonancia con los consejos de Maquiavelo en el Príncipe (Pág. 106 de las
fotocopias)
El desenlace del conflicto sobre las retenciones móviles trajo aparejado la consolidación de una
hegemonía clásica por parte del segundo gobierno kirchnerista y no una recreación del
transformismo argentino. Esto es el triunfo de los sectores populares, y una derrota del capital
que detentó la hegemonía durante la valorización financiera, a pesar del rechazo parlamentario a
la iniciativa.
Se cierra un ciclo que se inicia con la dictara militar, cuando esa fracción accede a la hegemonía
política. Pierde el predominio económico con el capital extranjero en los 90 y esta pérdida se
replica en términos de la hegemonía, al diluirse la ambigüedad inicial que estaba presente en los
gobiernos kirchneristas. Ahora no detenta ni el predominio económico ni la hegemonía política,
siendo esta última vital para reconstituir su liderazgo económico a través del control del Estado.
El kirchnerismo actual se encuentra en las antípodas del menemismo ya que enfrenta al bloque de
poder que sustentaba a los gobiernos de los 90. Sin embargo, al impulsar la reindustrialización,
promueve a la fracción predominante en la misma que es el capital extranjero industrial (así está
escrito)
Alternativas:
1. Que esa alianza nacional y popular sea conducida por los intelectuales orgánicos de la
clase trabajadora,, lo cual plantea la posibilidad cierta que a través de la práctica política y
social pueda arribarse a un cuestionamiento de la dominación de no solo el determinado
bloque de poder, sino de la dominación y la explotación que implica el capitalismo como
modo de producción. WTF?
2. Que el movimiento nac. y pop. Sea conducido por la fracción de la burguesía que integra
esa alianza lo cual anula las posibilidades de suturar la ruptura entre lo nacional-popular
con el socialismo.
3. Que la conducción de esa alianza social y política que en manos de una fracción del capital
dominante que coopta a los intelectuales orgánicos de los sectores populares, tras lo cual
se despliega un proceso en que un movimiento nac. y pop. Cambia su naturaleza y pasa a
formar parte, a través de un transformismo de las formas de dominación del poder
establecido.
Crisis septiembre del 2008, con la quiebra de Lehman Brothers. Acá, los primeros efectos se
expresaron en términos del flujo del comercio exterior, pero en 2009 la situación se agrava, en
tanto a la severa sequía que afecta la producción agropecuaria como a una sensible reducción del
consumo privado y especialmente de la inversión.
Ante la crisis, gobierno busca asegurarse de recursos necesarios: reestatización del sistema
previsional. Los fondos de la AFJP hacia la ANSES. Recuperación de Aguas Argentinas y el Correo
Argentino, etc.
3. Estimación propia que tiene la virtud de ser compatible con las estimaciones realizadas
históricamente pero que es claramente menos sofisticada que las anteriores porque no
discrimina entre trabajadores formales e informales.
La discrepancias entre estas estimaciones radica en el nivel que alcanza la participación de los
asalariados a lo largo del período considerado (1995-2010)
Conflicto con Clarin, para democratizar el acceso a los medios de comunicación (Clarin tiene
alianzas con otros conglomerados)
Inflación y papel que asumen las empresas oligopólicas que tiene la capacidad de definir el
movimiento de precios en múltiples ramas vinculadas entre sí por las relaciones del insumo-
producto y de esa manera neutralizar los esfuerzos por redistribuir el ingreso hacia los
asalariados.
El segundo consiste en la instalación de nuevas plantas industriales en actividades que habían sido
diezmadas por los productos importados durante el régimen de la convertibilidad, cuyo ejemplo
más paradigmático fue la industria textil.
El tercero, se registra dentro de las firmas que permanecieron en la producción industrial durante
los 90, incluidas las grandes firmas oligopólica que ante la modificación de los precios relativos y el
incremento de la rentabilidad encararon una ampliación de su espectro productivo.
Finalmente, se lleva una expansión de la producción por parte de las empresas que estaban en
pleno funcionamiento ante un incremento tanto de su demanda externa como interna.
Esto se da por crisis + progresivo debilitamiento de la política económica que se puso en marcha a
partir del agotamiento de la valorización financiera. (que tenía un elevado tipo de cambio real
como pieza clave para lograr el crecimiento económico, impulsar exportaciones, etc.)
Lo importante a tener en cuenta es que las producciones que tiene un alto coeficiente de
empelo/producto (en consecuencia, importante generadoras de empleo) y se expanden
abasteciendo al mercado interno gracias a ese tipo de cambio elevado, van desapareciendo
expulsadas nuevamente por la competencia externa, porque para esas producciones el tipo de
cambio no opera como incentivo para exportar sino como una barrera para las importaciones.
Todo parece indicar que se requiere una política de desarrollo que impulse la expansión de las
actividades industriales más intensivas en manos de obra y abastecedoras del mercado interno,
junto a mejoras significativas en la participación de los asalariados en el ingreso.
Predominio de las empresas extranjeras dentro de las 200 firmas de mayor facturación es
abrumador. (Por compras de activos productivos en los 90). El capital extranjero detenta un
predominio inédito en la estructura productiva.
Se abre con esto posibilidades de negociación que es imposible con las empresas de los países
centrales.
Notas finales
La fracción del capital que detenta la hegemonía política de la última dictadura y logra acceder al
predominio económico a mediados de los 90, lo pierde durante el segundo quinquenio de esa
década en manos del capital extranjero, a quién le transfiere numerosas empresas para realizar
ganancias patrimoniales y fugarlas al exterior. Durante 2do gobierno kirchnerista este retroceso se
replica en términos de la hegemonía política como resultado de la ofensiva que esta fracción del
capital lleva a cabo con la 125 con la intención de doblegar y subordinar al actual gobierno e
imponer a partir del control estatal un patrón de acumulación de capital sustentado en la
producción primaria exportadora.
Durante primer gobierno kirchnerista se avanza sobre la base de la coexistencia del transformismo
y de la hegemonía en términos clásicos. Esta coexistencia se mantiene por el crecimiento
económico y sustentada por otros factores: la devaluación del tipo de cambio real más
importante, política de expansión de la economía real, nuevo contexto internacional y el canje de
la deuda externa.
La posibilidad de conformar una nueva fuerza política propia que defina el neto carácter popular
del proceso se frustró por la definición de que debían ser el partido peronista.
Segundo gobierno se enfrenta a la fracción del capital que constituye la base estructural del
transformismo, al lidiar con los grupos económicos y sus intelectuales orgánicos, tanto
tradicionales como nuevos.
Hegemonía clásica.
El núcleo central de la “rueda principal” de la economía está constituido por el capital extranjero,
desde mediados de los 90. Esta situación, exige avanzar en definiciones al respecto, de lo contrario
se estaría consolidando un capitalismo asociado lo cual cuestionaría la sustentabilidad de una
elevada participación de los asalariados en el ingreso.
Primer parcial:
García Delgado:
El caso de la formación de los Estados Nacionales Latinoamericanos a fines del siglo XIX
tiene características particulares.
Enfoque neoliberal
Se expresa en términos de lucha contra inflación y por la estabilidad mostrando
la necesidad de encarar una drástica separación entre Estado y Soc. Civil para
alcanzar la estabilidad económica
Existen coincidencias significativas entre los investigadores sobre una característica central de la
relación Estado y sociedad en la Argentina: el Estado determinó fuertemente a la sociedad,
apareciendo como modernizador, revolucionarios, transformador o garante de un orden
represivo, pero en todos los casos con una gran influencia sobre la sociedad. (en los países
centrales, la sociedad civil mantuvo mayor autonomía y una dinámica menos dependiente del
sector público, aquí, aun en épocas dominadas por perspectivas liberales, no se libró de esa fuerte
determinación)
Hay 2 interpretaciones habituales dadas a este significativo papel estatal, donde casi puede
decirse que el Estado construye a la nación.
1. Asociada a las denominadas “revoluciones desde arriba”, donde los Estados nacionales en
los procesos de modernización tardía juegan un rol crucial para actualizar sus respectivas
sociedades. El Estado es quien asume la tarea de instaurar la sociedad moderna y de allí la
especificad de un intervencionismo estatal dedicado a ejecutar un moderno de desarrollo
para la sociedad en su conjunto.
Lo cierto es que hoy ese fuerte rol estatal impulso de desarrollo, articulador regional e integrador
social, que fuera profundizado a partir de la posguerra, ha terminado. El Estado cambia
rápidamente hacia una menor actividad económica, amplía el espacio del mercado, rompe las
articulaciones neocorporativas, abre las fronteras, se desvincula de lo social, contrata servicios a
agencias privadas e internacionales y se descentraliza.
Vamos a trazar tres dimensiones para comprender este proceso de cambio estatal
1. Las visiones del Estado ofrecidas por las ciencias sociales latinoamericanas en las últimas
décadas.
Los estudios sobre el Estado recorren tres etapas que corresponden a distintos paradigmas
dominantes.
1. En los años ’50 la relación Estado-sociedad fue estudiada bajo la influencia del paradigma
de la modernización, vinculado al cambio de la sociedad tradicional a la moderna. La
modernización para Germani consistía en el avance del proceso de secularización y
urbanización, cuyos rasgos básicos eran la acción electiva y la legitimación del cambio. En
este pasaje se producía una creciente diferenciación y especialización de roles, de status e
instituciones.
Este paradigma se relaciona con las explicaciones que ponen énfasis en lo cultural.
El rol del Estado debía maximizar ese camino aumentado los contactos con las sociedades
centrales para introyectar los impulsos económicos, sociales y culturales para acelerar este
proceso. Este rol modernizador se completaba con la ceración de agencias estatales de
investigaciones y difusión técnica que tenían como sujetos de esta transformación a los sectores
medios. La teoría de la modernizaron se asoció en términos generales a la perspectiva adoptada
por los gobiernos desarrollistas.
La crítica habitual a la teoría de la modernización fue que recogió como patrón normal de
evolución la experiencia de las naciones desarrolladas, lo cual no era trasladable automáticamente
al Sur.
El supuesto principal (de la teoría) era que la modernización sería, en consecuencia, un proceso
imitativo, el punto de partida hacia el verdadero desarrollo capitalista.
El gran aporte teórico metodológico de este paradigma radicó en centrar el papel de la estructura
interna de las sociedades capitalistas dependientes, cuyo proceso constitutivo era de una doble
dialéctica: la de su propia dinámica o conflictividad de clases y la del proceso de internalización de
los factores externos.
La teoría de la dependencia planteó la relación entre Estado y sociedad de forma nueva pero no
exenta de un reduccionismo que hacía del Estado una mera “expresión” de las relaciones de clase,
con un rol general de la dominación. Concebía a las clases como posiciones objetivas en una
estructura social capitalista independiente de sus actores.
Esta escuela sobrevaloró los factores éxogenos, pensándose poco en los aspectos endógenamente
condiciones de la política latinoamericana. Además, todo el centro (capitalista) era lo mismo, los
detalles acerca del mejoramiento de los sistemas políticos no eran en absoluto objeto de
discusión.
3. Los ’70 se constituyen en un momento de transición para las Ciencias Sociales. Se asiste,
junto a la caída de gobiernos populares, al auge del estudio del Estado burocrático-
autoritario: el B-A. La reflexión sobre el Estado aparece ocupando un espacio cada vez más
amplio y dominante desde mediados de esa década, con la nueva crisis política y los
golpes de Estado fundacionales producidos en el Cono Sur. La elaboración de la teoría del
b-a no alcanza, la dimensión de un nuevo paradigma. Pero a diferencia de la teoría de la
dependencia, puso más el acento en lo político, en la distinción entre Estado y régimen y
la influencia de otros actores en el receso de modernización.
Se trata de un paradigma politicológico donde los referentes teóricos dejan de ser Parsons
o Gramsci, o el objeto privilegiado del análisis, los conflictos entre grandes bloques históricos de
clases y de hegemonía, sino Hobbes, Locke o Sartori. El enfoque a resolver era la participación
ciudadana, la mediación política y el sistema de partidos. El cambio que interesaba analizar era
más acotado y político: el de régimen.
Este enfoque suponía que el caso argentino comenzaba a transcurrir dentro del modelo
democrático liberal. Se sentaban las bases para establecer al fin el modelo democrático liberal
pluralista.
El estado autoritario era fruto de una cultura política particular producida en la sociedad
argentina. El problema era compatibilizar creencias e instituciones.
El nuevo paradigma alentó una visión donde el Estado desaparecía bajo el término más neutro de
sistema político, y que luego devendrá en clase política, en una concepción más distorsionada,
ligada hoy a la corrupción y a la crisis de mediación.
La hipótesis que sustentó la teoría de la transición y que la trasmitió un sesgo conservador fue la
de una ingobernabilidad por exceso de demanda, alimentada por una
cultura movimientista. Estaba la sospecha de que los sujetos populares promovían una excesiva
presión sobre el sistema político generando la crisis de sistema. La gobernabilidad dependía, del
modo en que se hiciese esta transición, de los pactos y equilibrios de fuerzas que se lograsen para
disminuir esta presión desde abajo. Desaparecerían, otros condicionamientos para la explicación
de los golpes, comos los provenientes del poder económico o las orientaciones de las potencias
hegemónicas. Las causas del autoritarismo eran fundamentalmente endógenas y cultural-
institucionales.
Enfoque neoliberal
1. La Teoría neoliberal
Concepto de Liberalismo para entender el del NEO: Para BOBBIO “como teoría económica
defiende la economía de mercado, como teoría política que el Estado gobierne lo menos posible,
un E de poderes limitados (de Derecho) y con funciones limitadas (mínimo), el liberalismo no se
basa en la coacción sino del consentimiento de la población”
2. Tres modelos de liberalismo:
- Liberalismo Clásico: Iniciado por Locke. Sociedad como entidad autosuficiente y más o
menos auto organizada a través de mecanismos libremente elegidos. Énfasis en las libertades
civiles personales (vida, propiedad, palabra). Desconfianza en el poder político discrecional y busca
limitarlo.
3. Los neoliberalismos. No es una corriente unívoca pero tiene rasgos distintivos: 1) percepción
negativa de la igualdad socioeconómica, 2) percepción instrumental de la democracia, 3) las
economías no pueden basarse en el laissez faire. Hay cuatro ramas/escuelas:
- Escuela de Virginia: No es una teoría económica sino un modelo político institucional con
alto contenido normativo, se basa en la teoría de la elección racional y la microeconomía, piensan
los fenómenos políticos como resultado de las acciones de individuos que actúan de modo
estratégico, como homoeconomicus. Hay estructuras de preferencias no predecibles, todos los
hombres tienen potestad de negociar sobre las reglas del orden social y la distribución de los
bienes, en el mercado. “Acuerdos políticos en el mercado”. El estado no debe comportarse como
quieren los gobernantes sino como lo dicta el mercado de competencia perfecta.
4. El lenguaje neoliberal: esas cuatro corrientes forman una matriz única de lenguajes y prácticas:
- El mercado: como modelo científico académico y como modelo regulador que todas las prácticas
sociales deben imitar.
- El Estado: opuesto al Mercado, tiene un rol pero la primacía es del Mercado.
- Agente/hombre: auto interesados y egoístas con estructuras de preferencias racionales.
- Sociedad: dos perspectivas, una negativa (como colectivismo) y positiva (asimilada al mercado y
opuesta al Estado).
- Derechos: los individuos dotados de derechos negativos, se privilegia el derecho a la propiedad.
- Libertad: en términos negativos, como ausencia de impedimentos impuestos, de los individuos.
- Igualdad: no es equiparable a la libertad, está subordinada.
- Justicia: como imperio de la Ley, no hay lugar para la Justicia Social porque erosiona la libertad.
- Democracia: régimen como imitación del mercado.
1. La Teoría neoliberal
Concepto de Liberalismo para entender el del NEO: Para BOBBIO “como teoría económica
defiende la economía de mercado, como teoría política que el Estado gobierne lo menos posible,
un E de poderes limitados (de Derecho) y con funciones limitadas (mínimo), el liberalismo no se
basa en la coacción sino del consentimiento de la población”
- Liberalismo Clásico: Iniciado por Locke. Sociedad como entidad autosuficiente y más o menos
auto organizada a través de mecanismos libremente elegidos. Énfasis en las libertades civiles
personales (vida, propiedad, palabra). Desconfianza en el poder político discrecional y busca
limitarlo.
3. Los neoliberalismos. No es una corriente unívoca pero tiene rasgos distintivos: 1) percepción
negativa de la igualdad socioeconómica, 2) percepción instrumental de la democracia, 3) las
economías no pueden basarse en el laissez faire. Hay cuatro ramas/escuelas:
- Escuela Austríaca: fundadores. Menger: el dinero circula como resultado de la acción involuntaria
de los individuos y la economía general posee leyes universales independientes de las sociedades
y gobiernos. Propuso tomar como unidad de análisis los individuos perseguidores del interés
propio y de la maximización de utilidades a través de un método axiomático deductivo.
- Escuela Austríaca II: Nacimiento del Neoliberalismo. Coinciden en el estudio a través de los
micros fundamentos. Hayek se sintetiza en una idea simple: “las sociedades deberían articularse
alrededor del mercado” ya que el mercado es una institución eficiente, si el Estado se inmiscuye el
resultado será malo creando señales errada que provocarán estancamiento. El orden deriva de
una interacción compleja que no puede ser aprehendida por lo que es imposible e inconveniente
diseñar un orden distinto al que la humanidad llegó, ese orden es el capitalismo que se da porque
es el más eficiente. Sin embargo el mercado es insuficiente para garantizar el orden social, una
sociedad libre es igual mercado más las reglas, reglas que han llegado hasta nosotros en forma de
usos, costumbres y tradiciones. Esas reglas son el derecho justo (los derechos sociales son
injustos), son espontaneas y naturales. Por ello no se opone a cualquier intervención estatal sino
que permite que los gobiernos provean algunos bienes públicos puros y sea garante del orden
legal que permite funcionar al mercado, es un Estado mínimo pero no débil.
- Escuela de Virginia: No es una teoría económica sino un modelo político institucional con alto
contenido normativo, se basa en la teoría de la elección racional y la microeconomía, piensan los
fenómenos políticos como resultado de las acciones de individuos que actúan de modo
estratégico, como homoeconomicus. Hay estructuras de preferencias no predecibles, todos los
hombres tienen potestad de negociar sobre las reglas del orden social y la distribución de los
bienes, en el mercado. “Acuerdos políticos en el mercado”. El estado no debe comportarse como
quieren los gobernantes sino como lo dicta el mercado de competencia perfecta.
4. El lenguaje neoliberal: esas cuatro corrientes forman una matriz única de lenguajes y prácticas:
- El mercado: como modelo científico académico y como modelo regulador que todas las prácticas
sociales deben imitar.
- Sociedad: dos perspectivas, una negativa (como colectivismo) y positiva (asimilada al mercado y
opuesta al Estado).
- Justicia: como imperio de la Ley, no hay lugar para la Justicia Social porque erosiona la libertad.
América latina atraviesa un cambio de época por una racionalización y reducción del papel
del Estado en la economía y la redefinición de las relaciones entre las economías
nacionales y el mercado internacional, en favor de una mayor integración. El
desenvolvimiento económico y social de América latina ha entrado aceleradamente en la
historia para ser reemplazada por el despliegue de un nuevo patrón de desarrollo
centrado en la inversión privada, la apertura externa y las señales de mercado.
En la década del 80, la política de transformación alteró sus objetivos y lo hizo en favor de
la creación de las condiciones para la acumulación privada y el fortalecimiento de la
competitividad internacional
Con las consecuencia de los efectos de la Gran Depresion A. latina condujo a un nuevo
modelo de desarrollo iniciado en los años 40 con la Industralizacion sustitutiva
Si bien a lo largo de los años ha sido visible la convergencia en torno de políticas de
austeridad fiscal, privatizacaiones, liberalización comercial y desregulación económica, la
oportunidad, el ritmo y los alcances del ajuste estructural de unos y otros al nuevo
escenario no fue uniforme
b) De carácter político que tienen que ver con la influencia que ejercen las ideas, las
fuerzas sociopolíticas y las instituciones en la decisión e implementación de las
políticas públicas para responder a la crisis
La consideración de los factores políticos trae al primer plano el papel central que
desempeñan las elites gubernamentales. Las elites gubernamentales ocupan una posición
crítica en la conflictiva interacción que pone en marcha la crisis de la deuda externa entre
el medio ambiente internacional y el ámbito nacional. Ellas reciben en primera persona las
presiones de los países acreedores, los bancos extranjeros, etc.
La cuestión Economica ----- Formula un teorema en cuya premisa está el cambio de las
circunstancias económicas y postula la inevitabilidad del ajuste estructural. Aquí el acento
está puesto en las restricciones y se descalifica el momento de la opción política por parte
de las elites gubernamentales.
Los actores de las reformas estructurales---- buena parte de los que lanzaron las políticas
de reformas no llegaron a líderes de gobierno con partidarios de las tesis del
neoliberalismo económico. Sus preferencias en materia de políticas están orientadas por
ese interés primordial, por lo demás comprensible porque un régimen frágil o amenazado
no es la plataforma más apropiada para realizar sus proyectos ideales y retribuir a sus
apoyos sociopolíticos.
América latina atraviesa un cambio de época por una racionalización y reducción del papel del
Estado en la economía y la redefinición de las relaciones entre las economías nacionales y el
mercado internacional, en favor de una mayor integración. La era del desarrollo hacia adentro y
promovido desde el Estado que presidió hasta entonces el desenvolvimiento económicos y social
de América latina ha entrado aceleradamente en la historia para ser reemplazada por el
despliegue de un nuevo patrón de desarrollo centrado en la inversión privada, la apertura externa
y las señales de mercado.
En la década del 80, la política de transformación alteró sus objetivos y lo hizo en favor de la
creación de las condiciones para la acumulación privada y el fortalecimiento de la competitividad
internacional. El giro hacia las nuevas reformas estructurales se produjo para la región en su
conjunto bajo el impacto de la crisis de la deuda externa.
Las consecuencias del alza de las tasas de interés internacionales, la subsecuente moratoria de
facto en sus compromisos de la deuda externa a la que se vieron forzados los países de la región y
el abrupto cese de los flujos financieros voluntarios del exterior evocan los efectos que la Gran
Depresión tuvo sobre las instituciones económicas de América latina. Entonces, la crisis condujo a
un nuevo curso en el proceso de desarrollo, con industrialización sustitutiva que habría de
consolidarse luego en los años 40.
Si bien a lo largo de los años ha sido visible la convergencia en torno de políticas de austeridad
fiscal, privatizacaiones, liberalización comercial y desregulación económica, la oportunidad, el
ritmo y los alcances del ajuste estructural de unos y otros al nuevo escenario no fue uniforme.
Para dar cuenta de esta diversidad es preciso desplazar la atención desde las restricciones
externas a la consideración de factores contextuales de naturaleza interna.
2. De carácter político que tienen que ver con la influencia que ejercen las ideas, las fuerzas
sociopolíticas y las instituciones en la decisión e implementación de las políticas públicas
para responder a la crisis. El examen de estos factores es el objetivo del presente libro.
La consideración de los factores políticos trae al primer plano el papel central que desempeñan las
elites gubernamentales. Sus percepciones, sus intereses políticos, sus recursos, son insumos
cruciales en el proceso por el que se decide qué tipo de reformas serán introducidas, cuándo serán
iniciadas y cómo se procurará concretarlas.
Las elites gubernamentales ocupan una posición crítica en la conflictiva interacción que pone en
marcha la crisis de la deuda externa entre el medio ambiente internacional y el ámbito nacional.
Ellas reciben en primera persona las presiones de los países acreedores, los bancos extranjeros, los
organismos multilaterales de crédito. Sobre ellas recaen las consecuencias de los conflictos
distributivos y políticos internos provocados por los efectos del shock externo.
Las preferencias políticas tanto de la comunidad financiera internacional como de los empresarios,
los trabajadores y demás grupos de interés locales, no entran necesariamente en forma directa en
el proceso de reformas; antes son filtradas por las orientaciones ideológicas y los cálculos políticos
de los líderes de gobierno que son quienes sancionan y autorizan la continuidad o el cambio en las
políticas públicas.
Sus intervenciones han sido acotadas por una variedad de restricciones: reglas de juego políticas,
capacidad burocrática y técnicas del aparato estatal, características de los alineamientos
sociopolíticos, legados y circunstancias históricas, negociaciones con los organismos financieros y
los acreedores externos. El liderazgo de las elites gubernamentales se juega en su habilidad para
maniobrar dentro de ellos, en procura de recursos para elaborar y proponer alternativas ante la
crisis que sean económica y políticamente viables.
Hay una opinión muy difundida entre analistas económicos y financieros, según la cual la clave
para explicar la capacidad para decidir e implementar reformas estructurales está en la existencia
o ausencia de voluntad política en las elites gubernamentales.
No puede excluirse que haya explicaciones políticamente motivadas frente a las cuales esa
advertencia sea útil y oportuna. No obstante, esta perspectiva adolece de una visión demasiado
voluntarista de la formación de las políticas públicas ya que presupone que los líderes de gobierno
tienen un alto grado de control sobre el contexto institucional y político en el que actúan. El
proceso de reformas no consiste sólo en la adhesión de determinado conjunto de políticas sino
que también incluye la tarea de movilizar los apoyos sociales y capacidades institucionales para
implementar dichas políticas y neutralizar a quienes se oponen a ellas.
El ajuste estructural ha sido más vasto y profundo allí donde las elites gubernamentales han
logrado secundar la decisión en favor de las reformas con una alta concentración del poder y la
autoridad, sea por la supresión dictatorial de las libertades públicas, sea a través de la apelación a
poderes constitucionales de emergencia, sea mediante mecanismos de cooptación y control
político. Lo que importa es el control por los líderes de gobierno de los recursos políticos e
institucionales que les permitan iniciar las políticas de reforma y sostenerlas en el tiempo, a pesar
de las previsibles resistencias a sus costos distributivos.
La opción por las reformas no es en sí misma problemática. Se parte ya del supuesto de que existe
ya disponible una solución óptima a los problemas de la reorganización productiva de la región, tal
como se expresa en el Consenso de Washington. De aquí se sigue que la incógnita de la ecuación
reformista se reduzca a contar o no con la apropiada dosis de voluntad política en los líderes de
gobierno para implementarla.
Las soluciones a una situación problemática nunca son obvias porque el impacto de las políticas a
ser adoptadas no puede conocerse por anticipado. Además, los cursos de acción que se
desprenden de una lógica económica no siempre coinciden con los que resultan de una lógica
política.
El proceso de reformas no puede ser visto como un acto administrativo con un libreto prefijado. El
proceso de reformas es una operación sustancialmente política.
El segundo punto de vista que nos interesa es el opuesto, que subraya los límites de la voluntad
política. Su punto de partida es la constatación del viraje convergente de los países hacia políticas
de liberalización económica. Formula un teorema en cuya premisa está el cambio de las
circunstancias económicas y postula la inevitabilidad del ajuste estructural. Aquí el acento está
puesto en las restricciones y se descalifica el momento de la opción política por parte de las elites
gubernamentales. Así tenemos a la postura neoliberal que considera a las políticas de reforma
como respuestas objetivas a una situación objetiva: el colapso del patrón de desarrollo orientado
hacia el mercado interno y promovido por el Estado. Tenemos también la postura crítica que
interpreta igualmente las políticas de reforma como las respuestas objetivas a una situación
objetiva, sólo que dicha situación es aquí definida como la correlación de fuerzas favorable a los
países acreedores y a los grandes grupos económicos externos e internos. En ambos casos, el
ajuste estructural se “objetiviza” y se torna necesario y previsible.
Al interior de esta visión que subraya el papel de las restricciones objetivas, se filtra aquí y allá la
hipótesis de una margen de maniobra, la idea de la elección política. Es preciso razonar desde una
perspectiva analítica que contemple la referencia tanto a los límites que ponen las circunstancias
económicas como a las opciones que hacen los líderes de gobierno.
Hay que considerar cómo las restricciones que pone el contexto son evaluadas a partir de las
ideas, los intereses y los recursos de las elites gubernamentales.
Los países se mueven hacia un repertorio común de reformas de mercado (el efecto de las
restricciones) pero que esa trayectoria la recorren con diferente velocidad y distinto alcance (el
efecto de las elecciones políticas hechas por los líderes de gobierno en cada país.
El ingreso de las reformas estructurales en la agenda pública
En el ingreso de las reformas estructurales en la agenda pública se pueden ver sucesivos fracasos
en resolver un problema público políticamente relevante para las elites gubernamentales tienden
a generar presiones en favor de soluciones más amplias e integrales. En esas circunstancias se crea
el contexto propicio para que fenómenos de la realidad social y económica sean articulados desde
nuevas perspectivas conceptuales en la busca de salidas a la emergencia.
Desde la perspectiva del neoliberalismo económico, las presiones inflacionarias terminaron siendo
vinculadas al comportamiento de las instituciones económicas características del patrón de
desarrollo hacia adentro y promovido desde el Estado.
Las graves emergencias económicas son fuentes de fragilidad y de amenaza que condicionan
fuertemente el cálculo de supervivencia de las elites gubernamentales (presiones inflacionarias y
agravamiento de los desequilibrios fiscales y monetarios). He aquí el contexto en el que madura la
decisión política de los líderes de gobierno en favor del ajuste económico con el objetivo de
retomar el control de la situación y conjurar el peligro de turbulencias institucionales.
Las respuestas iniciales a la emergencia económica
Tuvieron un alcance limitado (ajuste de corto plazo que no comportaron cambios apreciables en la
organización de las instituciones económicas).
Hacia 1985, economistas heterodoxos sostuvieron que las políticas de demanda, además de
socialmente costosas, eran ineficaces para resolver en un plazo razonable el problema público que
asediaba a las elites gubernamentales en países de alta y persistente inflación.
Para salir de la emergencia era preciso hacer un corte drástico con el pasado inflacionario que
revirtiera las expectativas; esto podría ser alcanzado a través de una estabilización de shock que,
además de fuertes medidas para lograr un equilibrio fiscal y monetario, apelara a otros dos
instrumentos: una política de ingresos, que operar como mecanismo de coordinación de las
múltiples decisiones microeconómicas que, en ausencia de ella, podrían reproducir la inflación
pasada, y una reforma monetaria, que evitara transferencias de riqueza de deudores a acreedores
y preservara la neutralidad distributiva.
Capitalizando esas sucesivas frustraciones se perfiló, a mitad de los 80, el diagnóstico neoliberal,
que identificó la reforma de las instituciones del desarrollo hacia adentro y promovido desde el
Estado con la solución a la inestabilidad económica. Dicho diagnóstico reflejó la vasta
reorganización de las políticas públicas que tuviera lugar a fines de los 70 en la economía política
internacional.
Las dificultades para la estabilización no habían provenido sólo del alcance limitado de las políticas
de ajuste. Factores que escapaban al control de los gobiernos ejercieron también una insoslayable
gravitación, como el contexto de incertidumbre que rodeaba las negociaciones de la deuda
externa y la evolución de las tasas de interés internacionales, así como las fluctuaciones de los
términos de intercambio. Pero su relevancia no fue contemplada por el nuevo paradigma que se
ofreció como alternativa al problema público que monopolizaba las urgencias políticas de las elites
gubernamentales.
Para prevalecer, las respuestas a las crisis requieren de apoyos políticos. La alternativa finalmente
triunfante es aquella cuyos adherentes tienen el poder suficiente como para transformar sus
preferencias en cuestiones de política pública.
El shock externo provocó un giro abrupto en la distribución del poder sobre la formación de la
agenda económica de los países de la región. Al incrementarse las necesidades financieras de los
gobiernos se volvieron insoslayables las demandas y las exigencias de aquellos actores de cuyas
decisiones dependía la salud de las cuentas públicas y la actividad económica en su conjunto: los
organismos multilaterales de crédito, los bancos y los países acreedores en el marco de las
negociaciones de la deuda externa. El mayor protagonista fue Estados Unidos que por medio de
premios y castigos supo aleccionar a los países endeudados sobre las ventajas de la cooperación y
el riesgo de actitudes confrontativas.
Fue así que las elites gubernamentales se comprometieron, primero, a drásticos ajustes de corto
plazo con el FMI; más tarde, cuando el anuncio del Plan Baker en Septiembre de 1985 condensó el
nuevo consenso de los acreedores, su compromiso se extendió a los programas de reformas
administrados por el Banco Mundial.
La crisis más allá de lo negativo abre un nuevo escenario por la capacidad de los países de la región
de resistir s los shocks extranjeros y por la reconfiguración de la distribución del poder a nivel
mundial donde surgen nuevos actores e instituciones de gobernanza. (BRIC, G20). Hay una
reconfiguración de la visión neoliberal de mercados emergentes.
4. Contexto Pos neoliberal: Crisis 2002/3 dio lugar al inicio del Modelo Productivo y a un
mayor rol del Estado, activo y presente. Crisis de la Hegemonía del Consenso de
Washington. Correlato en la región con críticas al ALCA y los TLC, a favor de la integración
regional y el MERCOSUR.
4. Búsqueda de un mayor control sobre America Latina por parte de EEUU: Su debilitamiento
como potencia mundial lo lleva a buscar controlar más a una región a la cual había
prestado poca atención sobre todo por la proliferación de países “imprevisibles”
como Vzla, Ecuador Bolivia y Argentina.
6. Salto cualitativo de Brasil con status de global player, líder regional y una relación de otro
nivel en la negociación con EEUU: Brasil tiene un gran potencial de desarrollo e influencia
mundial. Hace posible una construcción regional que tenga a Brasil como eje, en una
relación radial y centrípeta de acuerdos bilaterales.
7. Salida rápida y frágil de las crisis: Último trimestre de 2009 comienza a producirse el final
de la recesión global y la recuperación débil.
La crisis de 2002/3 del modelo neoliberal emergiendo un nuevo modelo de desarrollo: basado en
lo productivo, alto crecimiento del producto, competitividad cambiaria, desendeudamiento, y
superávit mellizo. Se inició un nuevo proceso de industrialización basado en el mercado interno y
ayudado por una capacidad productiva ociosa y el viento de cola de la demanda externa creciente
en cantidad y precio. Se trató de un nuevo desarrollismo y de la presencia de nacionalismos
populares que tuvieron eco en diversos países de la región.
La recuperación mundial de 2009 significa una oportunidad porque lo peor de la crisis ya paso y los
países emergentes están despegando rápido.
La crisis y el nuevo escenario global modifican el rol del Estado: fortalecimiento, activo, tomando
acciones a mediano y corto plazo.
3. c- Estrategias de mediano plazo: configurar una política industrial con mayor crédito para
la producción que el actual y aun más para las pymes, sin una política esos créditos
pueden ser dirigidos a los mismos de siempre y no significar cambio cualitativo. La
cuestión es si la producción está orientada más o menos inclusiva.
4. Del MERCOSUR comercial al Bloque del Sur: En este nuevo contexto internacional la inserción
coherente a un modelo de desarrollo productivo e inclusivo debería privilegiar la continuidad de la
inserción en el mundo a través de la Región. El gran desafío es intensificar la integración y pensar
un mercado sudamericano como fuerza impulsora del desarrollo:
La formación del Estado debe ser entendida en el contexto de las divisiones políticas y los
conflictos religiosas que siguieron al derrumbe del mundo medieval, y las nuevas controversias en
torno a la naturaleza de la autoridad política. El concepto de soberanía organizó la emergencia de
Estado Moderno y enmarco el desarrollo de la democracia y los procesos que propiciaron su
consolidación.
Se podría hablar de un sistema de Estados recién hacia el milenio: el papa, el sacro emperador
romano y el emperador bizantino reclamaban la mayor parte del territorio, a pesar de que estas
pretensiones se superponían y eran desafiadas por poderes locales y ciudades libres. El mapa de
Europa habría de ser configurado y reconfigurado varias veces, llevó mucho tiempo a los Estados
Nacionales dominar el mapa político.
El Sacro Imperio Romano auspiciado por la Iglesia católica para unir y centralizar las unidades de
poder fragmentadas de la Cristiandad Occidental en un Imperio Cristiano Unificado. Busco situar la
autoridad espiritual sobre la secular y transferir la fuente de autoridad de los representantes
mundanos a los extraterrenos. La cosmovisión cristiana reemplazo los principios terrenales de la
lógica de acción política. Solo cuando la Cristiandad fue desafiada por los conflictos que surgieron
con los Estados Nacionales y la Reforma pudo tomar cuerpo la idea del Estado Moderno y se creó
el terreno para la nueva forma de Identidad Nacional.
A partir del ocaso del feudalismo dos formas de régimen político se dieron en Europa: las
monarquías absolutas y las republicas o monarquías constitucionales.
La idea del Estado Moderno como tal tuvo su mayor impulso con las luchas entre facciones
religiosas. Los conceptos teocráticos fueron puestos en tela de juicio como secuela de la Reforma,
que no se limito a cuestionar la autoridad papal sino que planteo interrogantes acerca de la
obligación y la obediencia política al poder religioso. Los poderes del Estado debían ser
diferenciados de los deberes religiosos de los gobernantes, originando un orden político
impersonal y soberano.
2.2 EL ESTADO MODERNO Y EL DISCURSO DE LA SOBERANÍA
La idea de Estado Moderno supone un orden impersonal legal o constitucional, delimitando una
estructura común de autoridad, que define la naturaleza y la forma de control y la administración
de una comunidad determinada. Este orden viene de las ideas de Bodin y Hobbes. Ideas
construidas con el objetivo de negar al pueblo el derecho de determinar su propia identidad
política con independencia de su soberano y a la vez privar al soberano del derecho de actuar con
impunidad contra la población. Resulta de ello el Estado independiente de los súbditos y de los
gobernantes, el Estado como “persona”, como sujeto de la soberanía.
SOBERANÍA ESTATAL
Bodin: una nación ordenada dependía de la creación de una autoridad central que pudiera
empuñar un poder decisivo dentro de una comunidad específica. Es la primera teoría moderna de
la soberanía: dentro de todo Estado o comunidad política debe existir un cuerpo soberano
determinado cuyos poderes sean reconocidos por la comunidad como la base legítima o valida de
la autoridad. El soberano es una cabeza legítima del Estado en virtud del cargo, no de su persona,
soberanía como don temporal no como atributo personal.
Hobbes: Naturaleza del poder público como un tipo especial de institución, un “hombre artificial”.
A partir de la idea de “guerra de todos contra todos” los individuos deben transferir
voluntariamente su derecho de autogobernarse a una autoridad única poderosa (en adelante
autorizada a actuar en su nombre) porque, si todos los individuos lo hacen en simultaneo, se
crearán las condiciones del gobierno político efectivo y la paz. Se creará una única relación de
autoridad (súbdito-soberano) y quedará emplazado el púnico poder político: el poder Soberano o
la soberanía. Fuera de la esfera estatal siempre existirá la amenaza de la guerra permanente, entre
Estados, pero dentro es posible mantener un orden social.
Estas posiciones resultaron controvertidas y fueron cuestionadas en dos aspectos: dónde reside
legítimamente la soberanía (en el Estado, el gobernante o el pueblo) y cuáles eran los límites o
alcance legitimo de la acción estatal.
SOBERANÍA POPULAR
Rousseau: una concepción coherente del poder político requiere de un reconocimiento de que la
soberanía se origina en el pueblo y allí debe permanecer, por ello la soberanía no puede ser
representada o alienada. La esencia misma de la soberanía es la creación, autorización y sanción
de la ley de acuerdo con los criterios y exigencias del bien común. Solo los mismos ciudadanos
pueden articular la dirección suprema de la voluntad general. Los gobiernos son legítimos solo si
cumplen con las direcciones de la voluntad general.
EN SUMA: La idea del Estado fue la fuente de la idea del poder estatal impersonal. Pero también
fue el marco legitimante de un sistema de poder centralizado en el cual todos los grupos sociales
procuraron participar. Cómo combinar la soberanía estatal con la popular? No se encontró una
respuesta única.
Held – Cap 3
Los Estados modernos se desarrollaron como Estados-nación: aparatos políticos distintos tanto de
los gobernantes como de los gobernados, con suprema jurisdicción sobre un área territorial
delimitad, basados en el monopolio del poder coercitivo, y dotados de legitimidad como resultado
de un nivel mínimo de apoyo o lealtad de sus ciudadanos.
Esta concepción del Estado-nación es controvertida porque en ella confluyen dos nociones del
Estado moderno que en principio deberían mantenerse separadas: la noción del Estado moderno
como un sistema de poder circunscrito que impone una serie de controles y mecanismos
regulatorios tanto a gobernantes como a gobernados, y la noción del Estado moderno como una
comunidad política democrática en que los gobernantes son representantes de los ciudadanos y
responsables ante ellos. En la construcción del Estado moderno estas ideas estuvieron con
frecuencia asociadas al Estado-nación democrático liberal.
No se debería suponer que el concepto de Estado-nación implica que la población del Estado
necesariamente comparta una identidad lingüística, religiosa y simbólica.
Lo que hace de la “nación” una parte integral del Estado-nación no es la existencia de sentimientos
nacionalistas, sino la unificación del aparato administrativo dentro de fronteras territoriales
claramente definidas.
2. Estado liberal: intento de crear una esfera privada independiente del Estado, liberación de
la sociedad civil de toda interferencia política innecesaria. El constitucionalismo, la
propiedad privada y la economía de mercado competitiva, junto con un modelo de familia
específicamente patriarcal se consagraron como pilares del Estado liberal.
3. Democracia liberal o representativa: las decisiones que afectan a la comunidad no las
toman sus miembros como un todo, sino un subgrupo de “representantes” elegidos por el
“pueblo”. Introducción de un conjunto de reglas e instituciones necesarias para su
funcionamiento.
4. Estado de partido único o unipartidista: (URSS) Sólo un único partido puede ser la legítima
expresión de la voluntad general de la comunidad. Los votantes tienen la oportunidad de
respaldar la decisión del partido y de elegir entre los diferentes candidatos del partido.
¿De qué manera el Estado moderno se desarrolló como Estado-nación, cómo la democracia quedó
sedimentada dentro del Estado-nación bajo la forma de democracia representativa liberal, y cómo
este tipo de democracia llegó a predominar en el mundo político?
Guerra y militarismo
Lo que estaba en juego era la capacidad de los Estados para organizar los medios de coerción y
desplegarlos cuando fuera necesario. La importancia de este elemento del poder estatal en la
historia del Estado moderno se puede evaluar examinando el caso de Inglaterra.
Del siglo XII al XIX, entre el 70% y 90% de los recursos financieros del Estado inglés fueron
dedicados a la adquisición y el empleo de instrumentos de fuerza militar, especialmente durante
las guerras internacionales.
El proceso de construcción del Estado, y la formación del sistema de Estado moderno fue en gran
medida el resultado del esfuerzo activo de los gobernantes por ampliar y asegurar su base de
poder y aumentar su propia eficacia y discreción en el manejo y la movilización de los recursos
sociales.
La competencia entre Estados no estaba guiada sólo por las ambiciones de los gobernantes y las
consideraciones internas, sino también por la misma estructura del sistema internacional: los
Estados individuales, para garantizar su propia seguridad, debían prepararse para la guerra. Los
Estados se armaban y militarizaban en parte para aumentar su propia seguridad, y al hacerlo
aumentaban la inseguridad de los otros Estados (“dilema de seguridad” del Estado).
La capacidad de financiar las operaciones bélicas dependía del éxito de las actividades de
extracción; de la habilidad del Estado para extraer recursos que auspiciaran sus esfuerzos. A largo
plazo, los súbditos se opusieron a sacrificar sus recursos y vidas sin algún tipo de recompensa o
reconocimiento, y los conflictos y las rebeliones en contra de las exacciones económicas y políticas
se convirtieron en un hecho corriente. En respuesta, los gobernantes emplazaron estructuras
estatales (administrativas, burocráticas y coercitivas) destinadas a coordinar y controlar las
poblaciones bajo su dominio.
La relación entre la guerra y la construcción del Estado estuvo mediada por mecanismos de
representación y consulta. Cuanto más dependía el poder militar de un Estado de su capacidad
para movilizar grandes cantidades de soldados, especialmente soldados de infantería poco
armados, mejores fueron las perspectivas del gobierno representativo o popular. El soldado-
súbdito con frecuencia luchó hasta convertirse en soldado-ciudadano. Los países con ejércitos
masivos anunciaron la era de las revoluciones democráticas.
A medida que aumentaban los costos y las exigencias de la guerra, mayor era la necesidad de los
gobernantes de negociar con sus súbditos y conquistar su apoyo. Creció la reciprocidad entre
gobernantes y gobernados y, cuanto mayor era la reciprocidad, mejores eran las oportunidades de
los sectores subordinados para ejercer influencia sobre sus gobernantes.
La expansión de la ciudadanía estuvo sin lugar a dudas enlazada a los requerimientos militares y
administrativos del Estado moderno y la consecuente “politización” de las relaciones sociales y las
actividades cotidianas.
La construcción de la identidad nacional formó parte del proyecto de aglomerar a la gente dentro
del marco de un territorio delimitado con el propósito de afirmar o aumentar el poder del Estado.
Los requerimientos de la acción política hicieron del despliegue de la identidad nacional un medio
para asegurar la coordinación de las medidas políticas, la movilización y la legitimidad.
¿Cómo afectan las consideraciones de las relaciones económicas, y del impacto del desarrollo del
capitalismo en particular, al a concepción hasta aquí presentada de los Estados como entidades
geopolíticas en competencia bajo la presión de extender el proceso de representación de todos
aquellos convocados par servirlas?
Europa estallaría e irrumpiría en todos los cuadrantes del plantea. El crecimiento de las
interconexiones entre Estados y sociedades (globalización) fue progresivamente moldeado por la
expansión de Europa. En sus comienzos, globalización significó “globalización europea”. Las
características básicas del sistema de Estados moderno que existían de forma embrionaria en la
Europa del siglo XVI se convirtieron en los rasgos sobresalientes del sistema global en su conjunto.
La difusión del poder europea se llevó a cabo principalmente a través de las campañas marítimas
militares y comerciales; y en el proceso Europa quedó conectada a un sistema global de relaciones
comerciales y productivas En el centro de estas relaciones se encontraban los mecanismos
económicos capitalistas en expansión, que tuvieron su origen en el siglo XVI. El capitalismo fue
desde sus orígenes un asunto internacional; el capital nunca permitió que sus aspiraciones fueran
determinadas por las fronteras territoriales. La emergencia del capitalismo introdujo un cambio
fundamental en el orden mundial: hizo posible que se concretaran conexiones genuinamente
globales entre Estados y sociedades.
El propio desarrollo del capitalismo puede ser en parte explicado como el resultado de los cambios
en la agricultura “europea” del siglo XV.
Hacia el siglo XVII, el éxito en la conquista militar y el éxito en las empresas económicas estuvieron
más directamente vinculados que nunca antes en la historia. Durante un intenso período, la
globalización de las relaciones políticas y la de las relaciones económicas coincidieron en un mismo
carril.
El Estado lentamente se fue implicando en los intereses de la sociedad civil en parte por su propia
salud. Si los gobernant4es y el personal estatal pretendían implementar medidas de su
preferencia, entonces precisarían los medios financieros para hacerlo; y cuánto más exitosas
fueran las actividades económicas desarrolladas dentro de sus territorios, mayores posibilidades
tendrían de llevar a cabo sus estrategias y concretas sus intereses. A lo largo de los siglos XVII y
XVIII los Estados absolutistas y constitucionales fueron cimentando una firma injerencia en la
coordinación de las actividades de la sociedad civil.. El impulso de estas responsabilidades en
aumento provino de los compromisos militares. Pero por debajo de este proceso operaba la
necesidad general y creciente de regular la economía capitalista en desarrollo, la difusión de
disputas por derechos de propiedad y las demandas de los grupos subalternos, para que la base
económica del Estado mismo no fuera vulnerada. El elemento que acompaño a este proceso fue la
creciente intercalación de la sociedad civil con el Estado; pues por su capacidad para estabilizar y
garantizar la efectividad de la ley, los contratos y la moneda, el Estado se transformó en un objeto
de especial atención para las clases y los grupos poderosos de la sociedad civil, que esperaban
poder moldear la acción estatal y adecuarla a sus intereses.
¿Cuál fue la relación entre las organizaciones estatales, las instituciones representativas y las
clases en la época de la formación del Estado moderno? El desarrollo del Estado se filtró a través
de las estructuras sociales de las distintas sociedades. En las regiones “capital-intensivas” (donde
prevalecían las relaciones de mercado), los comerciantes y empresarios capitalistas favorecieron
estructuras estatales que ampliaron la representación para incluir sus intereses. En contraste, las
áreas “coerción-intensivas” (predominantemente agrícolas), los terratenientes lograron un mayor
control del Estado y pudieron obstaculizar el desarrollo de asambleas o consejos representativos.
Dentro de las mismas áreas capital-intensivas, se puede descubrir una peculiar pauta de relaciones
entre los gobernantes políticos y las clases capitalistas emergentes. Weber hablaba de una alianza
entre el capitalismo moderno y el Estado moderno emergente. Estas fuerzas eran, por un lado los
gobernantes que querían centralizar el poder político y las organizaciones fiscales por medio del
quiebre y la erradicación de los vestigios del poder en manos de la nobleza, la Iglesia y los distintos
cuerpos estamentales y, por el otro, las clases capitalistas en ascenso que intentaban remover los
obstáculos a la expansión de las relaciones de mercado basados en los compromisos comerciales
impuestos por múltiples redes sociales de poder, rurales y urbanas. La alianza parece haber
durado toda la primera fase de la revolución industrial, contribuyendo a la expansión del comercio
y la industrialización de la economía.
Existieron también conflictos. Las nuevas clases capitalistas no sólo lucharon contra los privilegios
feudales remanentes, sino que también impulsaron la progresiva separación de la economía del
Estado para que las actividades económicas se librasen de los riesgos que imponían las
interferencias políticas arbitrarias. En esta coyuntura, las clases económicas en ascenso se
convirtieron en las fuerzas progresistas de los siglos XVIII y XIX, que buscaron condensar la lucha
por una esfera económica independiente y la lucha a favor de un gobierno representativo. El
principal nexo era el intento de afirmar los derechos civiles y políticos.
Durante la fase formativa del Estado moderno, la lucha por la pertenencia a la comunidad política
fue ante todo sinónimo del intento de establecer cierta forma de soberanía popular mediante la
sanción de ciertos derechos civiles y políticos.
Los nuevos derechos autorizaban a cada persona que los ejerciera a participar como un agente
independiente en la competencia económica; crearon individuos “libres e iguales en status”, un
status fundante del contrato moderno. Fue un paso significativo en el desarrollo de los derechos
políticos; pues una vez que el agente individual fue reconocido ocmo una persona autónoma,
resultó más sencillo considerarlo una persona capaz de asumir responsabiloidades políticas.
Los derechos políticos fueron gradualmente reconocidos como medios indispensables para
garantizar la libertad individual; pues al no haber una buena razón para creer que quienes
gobiernan no actuarán siguiendo sus intereses egoístas, el gobierno debe ser directamente
responsable ante un electorado convocado con regularidad a decidir si sus objetivos han sido
cumplidos.
El auge del sindicalismo y el movimiento obgrero en gerneral, en alianza con sectore de las clases
medias y jjunto con las luchas a favor del sufragio femenino, fue un factor crítico en el desarrollo
de la ciudadanía política. La búsqueda de ciudadanía se convirtió en la promoción de las
condiciones bajo las cuales los individuos pudieran disfrutar de la igualdad de status y la igualdad
de oportunidades. Se había emplazado el escenario para la conquista no sólo de los derechos
políticos sino también de los “derechos sociales”.
Con la conquista del sufragio universal, la clase obrera organizada era capaz de emplear su fuerza
política para combatir las desigualdades sociales y consolidar como derechos ciertas victorias
sociales en el terreno del “bienestar”. Sólo a finales del siglo XIX y principios del XX se comenzó a
sancionar los derechos sociales en su forma moderna, en la forma de medidas redistributivas de
bienestar, seguridad social, salud pública, y nuevas formas de tributación progresiva.
¿Cómo fue que la democracia liberal triunfó sobre las formas de gobierno alternativas? Hay 3
factores críticos:
La legitimidad de las exigencias del poder político quedó sujeta a la aceptación popular o
democrática. Las fuerzas del gobierno democrático y la legitimidad democrática resultaron
irresistibles ante la expansión del poder administrativo del Estado y la aparición de nuevas
identidades políticas, el nacionalismo, la ciudadanía y la persona “pública”.
En el mundo de las relaciones entre Estados, el principio de la igualdad soberana de todos los
Estados fue gradualmente adoptado como el principio supremo para gobernar la conducta formal
de los Estados, independientemente de cuán representativos fueran sus regímenes particulares.
El orden estatal fue desplazando gradualmente los principios organizativos de la Europa medieval
y la sociedad cristiana internacional, y quedó fijado en un complejo de reglas que a partir del siglo
XVII se orientaron a asegurar el concepto de sistema de Estados como una sociedad de Estados-
nación soberanos. Al menos 3 complejos de reglas intervinieron en la definición y el
mantenimiento de este orden:
1. Se identifica con la “idea de una sociedad de Estados” como “el principio normativo
supremo de la organización política” de la humanidad. El principio está contenido en
varias reglas del derecho internacional, en especial, en aquellas que definen el Estado
como el único o el principal portador de los derechos y los deberes definidos por el
derecho internacional, como el único agente legal para emplear la fuerza, y como la fuente
del orden y las restricciones del sistema internacional.
2. Reglas de la llamada “coexistencia”. Estas especifican las condiciones mínimas para que los
Estados organicen sus problemas compartidos en el orden internacional. Se refieren sobre
todo al deber de cada Estado de respetar la soberanía de los otros Estado, y que haya
reconocimiento recíproco. (exigencia de no interferencia en los asuntos internos)
Lo que distingue el orden regulativo del sistema de Estado de sistemas internacionales anteriores
es que es, en principio, un orden autoregulativo.
La partición del mundo fue una operación de la política de poder y sus resultados fueron,
finalmente, sancionados por la ley. Si bien existía una excepción importante a este criterio de
dividir el mundo (la zona de altamar, considerado perteneciente a todos) el principio de la
soberanía estatal se propagó velozmente por todo el planeta.
El sistema interestatal es un modelo de orden internacional que puede ser llamado “westfaliano”,
en alusión a la paz de Westfalia de 1648 que puso fin a la fase alemana de la guerra de los 30 años
y estableció, por primera vez, el principio de la soberanía territorial en los asuntos interestatales.
El modelo cubre un período que se extiende de 1648 a 1945. La comunidad mundial estaba
constituida por Estados soberano que resuelven sus diferencias de forma privada y por la fuerza
en la mayoría de las ocasiones, y siempre que pueden reducen el mínimo de acciones
cooperativas, que buscan promover su interés nacional por encima de todo y que aceptan la lógica
del principio de la efectividad, esto es, el principio de que el poder crea derecho en el mundo
internacional.
El mundo está compuesto por Estados soberanos que no reconocen ninguna autoridad superior
(Westfalia)+ Las diferencias entre los Estados son en última instancia resueltas por la violencia,
predomina el ppio. De poder efectivo (Westfalia)
Se trabaron una serie de alianzas y acuerdos entre las potencias que aspiraban a organizar el
orden internaciones conforme a sus intereses.
“Sistema de concierto” diseñado después de las guerras napoleónicas por Von Metternich,
buscando establecer un equilibro de poder a través de la redistribución de territorios y
poblaciones. Incluía este acuerdo el imperativo de la autorrestricción y la consulta mutua
en caso de conflictos. Entre Austria, Rusia, Prusia e Inglaterra. Este sistema fue exitoso por
40 años
La difusión del sistema de Estados moderno estuvo claramente marcada por la “jerarquía” y la
“desigualdad”. “Jerarquía” denota la estructura de la globalización política y económica: el
dominio de una constelación de Estados-nación concentrados en el Oeste y el Norte.
El poder efectivo que la soberanía confiere a un Estado está, en importante medida, conectado
con los recursos a su disposición.
A pesar del impulso de la diplomacia y las iniciativas legales internacionales que le siguieron a la
2GM, y que se propusieron transformar el sistema de Westfalia, la independencia política
conquistada por las viejas colonias a lo sumo implicó un breve alto en los procesos de marginación
en el orden mundial. En países como los subsahariano, donde ejercer la autoridad central y
aceptar su función nunca fue un “hábito establecido” y donde la mayoría de las necesidades
humanas más elementales son desatendidas, la independencia está cargada de múltiples
dificultados. Esta obstruida por la vulnerabilidad ante la economía internaciones, por la escasa
disponibilidad de recursos que amenaza la autonomía de las organizaciones políticas y por grupos
sociales y étnicos completamente divididos por las miserias y las epidemias. Pero por cierto,
también fue menoscabada por la estructura misma del sistema política internaciones que priva a
los Estados individuales, atrapados en la búsqueda competitiva de su propia seguridad y sus
propios intereses, de los medios para implementar la accountability y la regulación de algunas de
las fuerzas más poderosas de los asuntos nacionales e internacionales.
Fue cuestionada después de las 2 GM’s el objeto, alcance y las fuentes mismas de la concepción
westfaliana de la regulación internacional, en particular su concepción del derecho internacional.
Ahora:
1. Las personas individuales y los grupos fueron reconocidos como objetos del derecho
internacional (ya no es más una cuestión de relación entre Estados)
4. Finalmente, es cuestionada la doctrina legal según la cual la única fuente real del derecho
internacional es el consentimiento de los Estados. Hoy en día varias fuentes del derecho
internacional pugnan por su reconocimiento. Ya no es cada estado individual que
concientizar sobre la definición de las reglas y responsabilidades internacionales, sino que
hay tratados, convenciones, prácticas y costumbres internacionales que le exigen cierto
comportamiento a cada Estado.
Fue después de la 2GM cuando se promovió y aceptó ampliamente un nuevo modelo de derecho
y accountability internacional. Así lo testimonia la adopción de la Carta de la ONU.
La susceptibilidad de la ONU ante las agendas de los Estados más poderosos fue reforzada por su
dependencia de los recursos financieros aportados por sus miembros. Esta posición de
vulnerabilidad ante la política estatal se ve acentuada por la ausencia de mecanismos que
garanticen algún tipo de participación directa en la ONU a las fuerzas regionales o transnacionales,
funcionales o culturales. En definitiva, el modelo de la Carta, a pesar de sus buenas intenciones, no
logró dar origen a un nuevo principio de organización internacional-un ppio. que pueda quebrar
crucialmente la lógica de Westfalia y poner en práctica nuevos mecanismo democráticos de
coordinación y cambios políticos.
Algunas deficiencias de la ONU deberían ser vinculadas con el sistema de Estados mismo, con su
profundo anclaje estructural en la economía capitalista global.
Igual, fue innovador en varios sentidos: representó un foro internacional ante el cual todos los
Estados son iguales en ciertos aspectos, un foro de particular importancia para los países en
desarrollo y para aquellos en busca de una base para alcanzar soluciones de consenso a los
problemas internacionales. Ofreció también un marco de descolonización y suministró una
concepción, valiosa a pesar de sus limitaciones de un nuevo orden mundial basado en el acuerdo
de los gobiernos y en circunstancias propicias, de una entidad supranacional en defensa de los
derechos humanos en los asuntos mundiales.
Los desarrollos del derecho y las instituciones internacionales anticipan el momento en que el
Estado-nación no será más que un tipo de actor político entre otros y carente de toda clase de
privilegios dentro del orden legal internacional
Que el Estado-nación goce de una persisten vitalidad, no significa que no haya sido afectado en la
intersección de las fuerzas y relaciones nacionales e internacionales. Un argumento habitual de la
literatura sobre la globalización antes presentada como la concepción “transformista” o
“modernista” que pretende explicar la manera en que la creciente interconexión mundial puede
conducir a la decadencia o “crisis” de la autoridad estatal y a la exigencia de que los Estados-
nación colaboren entre sí de forma más intensa.
3. Los Estados pueden experimentar una nueva reducción de las opciones debido a la
expansión de las fuerzas e interacciones transnacionales que reducen y restringen la
influencia a que los gobiernos particulares pueden ejercer sobre las actividades de sus
ciudadanos. (Ej., el impacto del flujo de capital privado a través de las fronteras puede
poner en peligro las medidas antiinflacionarias, las tasas de cambio, etc.)
4. En este contexto de un orden global altamente interconectado, muchos de los dominios
tradicionales de actividad y responsabilidad estatal (defensa, comunicaciones, gestión
económica, etc.) no pueden ser regidos sin recurrir a formas internacionales de
cooperación. Puesto que las demandas que debe atender aumentaron considerablemente
en los años de posguerra. Los Estados individuales ya no son las únicas unidades políticas
para resolver los problemas políticos ni para dirigir el amplio espectro de funciones
públicas.
5. De este modo, los Estados han debido aumentar el nivel de integración política con otros
Estados (a través de redes regionales como la UE, el Mercosur, etc.) y/o impulsar acuerdos
multilaterales para poder controlar los efectos desestabilizadores que acompañan la
interconexión
Lo que estos argumentos sugieren es que el significado de instituciones políticas actuales debe ser
explorado en el contexto de una sociedad internacional compleja y de un amplio espectro de
organizaciones internacionales y regionales, existentes y emergentes, que trascienden y median
las fronteras nacionales.
Desde la perspectiva de la concepción tranformacionista, el Estado moderno está cada vez más
atrapado en redes de interconexión mundial permeadas por fuerzas cuasisupranacionales,
intergubernamentales y transnacionales, y es cada vez menos capaz de determinar su propio
destino. La globalización es retratada como una fuerza homogeneizadora que lima la diferencia
política y las capacidades de los Estados-nación de actuar de forma independiente en la
concreción y la articulación de sus objetivos de política doméstica e internacional: El Estado-nación
parece afrontar la decadencia o la crisis.
Además, parece razonable pensar que la globalización de los dominios de las comunicaciones y la
información, lejos de crear una estructura de propósitos, intereses y valores común a toda la
humanidad, ha servido para reforzar el sentido de la importancia de la identidad y la diferencia,
ofreciendo un nuevo estímulo de “nacionalización” de la política.
Quizás se puede entender mejor los cambios de la actualidad, s se conciben más que como el fin
de la era del Estado-nación como un desafío a la era de los Estados hegemónicos (un desafío que
está lejos de articularse de forma completa)
El Estado moderno, todavía es en principio capaz de determinar el aspecto más importante de las
condiciones de vida de las poblaciones.
Quienes presagian el fin del Estado dan por supuesta con excesiva rapidez la erosión del poder
estatal ante las presiones de la globalización y no logran reconocer la persistente capacidad del
aparato estatal para moldear la dirección de la política doméstica e internacional.
Por otra parte debe destacarse que los procesos de globalización en sí mismo no conducen
necesariamente a una mayor integración global, esto es un orden mundial caracterizado por una
sociedad y una política homogéneas y unificadas. La transformación local es tanto un elemento de
la globalización como la extensión lateral de las relaciones a través del tiempo y el espacio.
En suma
1. El Estado moderno llegó a ser la forma suprema de Estado porque logró organizar
exitosamente los medios para financiar la guerra, los recursos económicos y las
pretensiones de legitimidad.
HELD – CAPITULO 5
El siguiente análisis se centrará en las disyuntivas “externas”. Se trata de señalar las diferentes
perspectivas desde las cuales puede decirse que la globalización constituye un haz de restricciones
y límites a la agencia política en un conjunto de esferas clave; y en qué medida se ha alterado y
transformado la posibilidad de una comunidad política democrática.
La soberanía se ve erosionada sólo cuando es desplazada por formas de autoridad “más elevadas”
y/o independientes que recortan la base legítima del proceso de elaboración de decisiones en el
marco nacional. La soberanía es la autoridad política de una comunidad que tiene el derecho
reconocido de ejercer los poderes del Estado y determinar las reglas, regulaciones y medidas
dentro de un territorio determinado. La doctrina de la soberanía tiene dos dimensiones distintas:
el aspecto “interno” de la soberanía y el “externo”.
La primera implica la creencia de que un cuerpo político soberano ejerce legítimamente el “control
supremo” sobre una sociedad particular. El gobierno debe gozar de la “autoridad última y
absoluta” dentro de ese terreno. La segunda, la externa, implica la pretensión de que no existe
ninguna autoridad última y absoluta más allá del Estado soberano. Los Estados deben considerarse
independientes en todos los asuntos de política interna y en principio deben ser libres para
determinar su propio destino dentro de este plano. La soberanía externa es un atributo que cada
sociedad detenta de cara a las demás sociedades; está asociada con la aspiración de cada
comunidad política a determinar su propio destino y sus propias políticas, sin verse obstaculizadas
indebidamente por otros poderes.
El desarrollo del derecho internacional sometió a los individuos, los gobiernos y las organizaciones
no gubernamentales a nuevos sistemas de regulación legal. El derecho internacional reconoció
poderes y limitaciones, y derechos y deberes, que trascienden las pretensiones de los Estados-
nación y que, aunque pueden no estar respaldados por instituciones dotadas de poderes
coercitivos de ejecución, tienen consecuencias de vasto alcance.
A lo largo del SXIX, el derecho internacional se concibió como un derecho que regulaba las
relaciones entre los Estados. Durante el SXX se cuestionó y socavó la exclusión de los individuos de
las provisiones del derecho internacional (tratados de las minorías, Declaración Universal de los
DDHH, etc.) que reconocen que los individuos tienen derechos y obligaciones irrenunciables
aunque no estén definidos por sus propios sistemas constitucionales y políticos.
Existen situaciones en que el individuo debe observar una obligación moral que claramente
trasciende su obligación como ciudadano de un Estado, abriendo de esa manera una brecha entre
los derechos y deberes contenidos en la ciudadanía y la consagración en el derecho internacional
de nuevas formas de libertades y obligaciones.
Los resultados del Tribunal Internacional de Nuremberg dictaminaron que cuando las normas
internacionales que protegen valores humanitarios básicos entran en conflicto con las leyes del
Estado, cada individuo debe transgredir el derecho estatal.
El respeto de la autonomía de los sujetos, y de una amplia gama de derechos humanos, crea un
nuevo conjunto de principios ordenadores de los asuntos políticos que puede delimitar y reducir el
principio de la soberanía estatal.
Hay 2 reglas legales que respaldan la soberanía nacional: inmunidad jurídica e inmunidad de las
agencias estatales. La primera prescribe que “ningún Estado puede ser demandado ante los
tribunales de otro Estado por actos realizados en calidad de soberano”; la segunda, que “si un
individuo llegara a quebrantar la ley de otro Estado al actual como agente de su país de origen y
fuera obligado a comparecer ante los tribunales del Estado huésped, no puede ser juzgado
“culpable” porque él no actuó como un individuo privado sino como representante de su
Estado”.
El propósito que subyace es proteger la autonomía de los gobiernos en todas las cuestiones de
política exterior y prevenir que los tribunales domésticos regulen el comportamiento de los
Estados del resto del mundo.
Estos compromisos señalan una nueva aproximación al concepto de poder legítimo en el derecho
internacional. En el corazón del derecho internacional clásico, la tierra, el mar y el aire eran
recursos legítimamente asignados a la autoridad soberana de los Estados. Si bien el principio de la
soberanía estatal fue extendido recientemente y llegó a cubrir el control de los recursos de una
variedad de dominios, incluidas la plataforma continental y las “zonas económicas”, en 1967 se
propuso un nuevo concepto como vehículo para repensar la base legal de la apropiación y
explotación de recursos: el “patrimonio común de la humanidad”. La introducción de este
concepto se orienta a la posibilidad de establecer un orden legal basado en la equidad y la
cooperación.
Una segunda gran disyuntiva entre la teoría de la soberanía estatal y el sistema global
contemporáneo radica en el amplio tejido de regímenes y organizaciones internacionales que se
establecieron para administrar áreas acotadas de actividad transnacional y problemas políticos
colectivos.
A todo gobierno que pretenda obtener su ayuda financiera, el FMI le requerirá que restrinja la
expansión del crédito, achique el gasto público, limite los salarios y los empleos en el sector
público, devalúe su moneda y reduzca los programas de asistencia social. Las condiciones de un
empréstito internacional suelen equivaler a un “tratamiento de shock” en el país que lo recibe, lo
cual disloca gravemente sus instituciones y costumbres.
Ha surgido una notable tensión entre la idea de Estado y la naturaleza del proceso de elaboración
de decisiones a nivel internacional. Mientras la soberanía de jure puede no ser directamente
quebrantada, el proceso de toma de decisiones del FMI plantea serias dudas sobre las condiciones
bajo las cuales una comunidad política es capaz de determinar sus propias medidas y su propio
rumbo.
Como en el FMI, los derechos de voto de los miembros del Banco Mundial son distribuidos
principalmente de acuerdo con las contribuciones financieras individuales. Se considera que el
Banco Mundial impone sus propios estándares económicos y políticos (criterios del Norte) a las
naciones en dificultades, sin prestar la más mínima atención a las circunstancias y los intereses
locales.
La Unión Europea ofrece una importante ilustración adicional de los temas planteados por las
organizaciones internacionales. Sin embargo, su significación es mayor que la de cualquier otro
tipo de organización internacional debido a su derecho e sancionar leyes que pueden ser
impuestas a los Estados que la componen; más que cualquier otro cuerpo internacional, la UE
justifica el rótulo “supranacional”.
Las presiones provienen de la confluencia de las restricciones impuestas por la estructura del
sistema internacional, particularmente por la organización de la economía global y, por el otro, por
las políticas y las actividades de las agencias y organizaciones líderes, tanto regionales como
internacionales. Esta combinación de factores opera con mayor intensidad en países como los de
África subsahariana, donde el reconocimiento de los límites de sus poderes se conjuga con el
reconocimiento generalizado de la bancarrota de muchas de sus economías.
Una disyuntiva adicional contrapone la idea del Estado como un actor militar y estratégico
autónomo al desarrollo del sistema global de Estados, caracterizado por la existencia de grandes
potencias y bloques de poder, cuyas operaciones a menudo recortan la autoridad e integridad
estatales. La inserción de un Estado individual dentro de la jerarquía de poder global impone
restricciones sobre el tipo de políticas exteriores y de defensa que su gobierno, en particular si fue
electo democráticamente, puede llevar a cabo.
Desde el fin de la 2° guerra mundial hasta 1989, la naturaleza de la seguridad nacional estuvo
moldeada por la “Gran Contienda” entre los EEUU y la URSS. La capacidad el Estado para
implementar políticas exteriores particulares estaba limitada por su lugar dentro del sistema
internacional de relaciones de poder.
La seguridad de Europa dependió durante la mayor parte del período de posguerra del
funcionamiento de la OTAN y el Pacto de Varsovia. La soberanía de un Estado nacional se ve
decisivamente condicionada cuando sus fuerzas armadas quedan comprometidas en un conflicto
de la OTAN.
Algunas de las consecuencias más corrosivas de esta organización responden a la dinámica de los
mismos Estados; estos es, a los “efectos interactivos” que los dispositivos de seguridad de los
Estados tienen unos sobre otros. Desde los albores del moderno sistema de Estados, la
“seguridad” fue siempre la preocupación cardinal de los Estados individuales en el orden
internacional. Y la perpetua búsqueda de la seguridad parece sólo haber engendrado inseguridad
crónica.
La interconexión de los Estados y las sociedades implica que la política de seguridad de un país
tiene consecuencias directas para la de otro; y la dinámica del sistema de seguridad del orden
global como un todo tiene consecuencias para cada una de las naciones. Al tomar decisiones en
materia de seguridad nacional, un Estado no sólo se gobierna a sí mismo sino que también
gobierna para los demás. Si varias naciones diferentes pueden desplegar en cualquier momento
sus armas nucleares y no nucleares de destrucción masiva, ningún país puede mantener su propia
seguridad si ignora o inadvertidamente aumenta la inseguridad de otras sociedades. La
proliferación de armas de destrucción masiva aumenta radicalmente las probabilidades de
inestabilidad política y la inseguridad de todos.
El actual sistema de seguridad nacional impugna las distinciones simplistas entre “amigo” y
“enemigo”. Bajo las condiciones de la moderna tecnología bélica, el impacto de una guerra puede
ser tan devastador para un “amigo” como para un “enemigo”.
La lógica de la seguridad estatal tiene profundas consecuencias para los sistemas nacionales
de accountability, y para la democracia en general. Primero, niega la democracia en el plano
internacional al reforzar el sentido de desunión entre los Estados soberanos y su responsabilidad
última en cuanto a su propia defensa y seguridad. De este modo, los Estados no asumen la más
mínima responsabilidad por las poblaciones de los otros países. Segundo, socava la democracia
dentro de los Estados-nación al legitimar instituciones jerárquicas, que alimentan el secreto y que,
en una era de armas de destrucción masiva, confieren a un diminuto grupo de personas el poder
de decidir el futuro de la vida misma.
La lógica de seguridad del Estado ha creado un ciclo de violencia y preparación para la violencia en
el sistema internacional que impide el desarrollo de medidas – nacionales, regionales o globales –
que garanticen una paz duradera.
El impacto globalizante de los medios de comunicación modernos, las personas no solo están más
al tanto de los desarrollos regionales y globales sino que también tienen acceso a un recurso a
través del cual pueden ampliar el conocimiento de su sociedad y las extranjeras.
El vínculo tradicional entre ambiente físico y la situación social está roto, los nuevos sistemas de
comunicación crean nuevos marcos de significación independientemente del contacto directo
entre las personas. Estos sistemas operan en forma independiente al control del Estado, son poco
dóciles a su regulación
Las culturas y las identidades nacionales están profundamente arraigadas por lo que no es
probable que la impronta de la cultura masiva global pueda extinguirlas, sin embargo, el
crecimiento de las comunicaciones globales abre a las personas nuevos caminos para ver y
participar en los desarrollos globales, crea la posibilidad de nuevos mecanismos de identificación.
Problemas que antes eran distantes ahora inciden inmediatamente en la vida cotidiana de varias
regiones del mundo. Se producen desarrollos de movimientos transnacionales y vulnerabilidad de
las lealtades nacionales.
Es tan improbable que surja una cultura global como que las identidades nacionales se mantengan
inalteradas a pesar de su inmersión en estructuras de comunicación abarcantes. El resultado es
incierto como la futura posición cultural de los Estados-Nación porque esta está siendo re
articulada por fuerzas sobre las cuales tiene influencia limitada.
6.2 DISYUNTIVA 5: ECONOMÍA MUNDIAL
Se plantea una clara disyuntiva entre la autoridad formal del Estado y el alcance espacial de los
sistemas contemporáneos de producción, distribución e intercambio, cuyas operaciones con
frecuencia limitan la competencia y efectividad de las autoridades políticas nacionales. Dos
aspectos de los procesos económicos internacionales son centrales: la internacionalización de la
producción y de las transacciones financieras, organizadas en parte por las compañías
multinacionales.
Los sistemas productivos y financieros están siendo reconfigurados por el cambio tecnológico. EL
impacto es doble, aumenta el ámbito de interconexión económica y estimula la rápida
intensificación de las pautas de interconexión, del volumen y la velocidad de las transacciones.
Es posible hablar de la emergencia de un mercado financiero global único que opera día y noche
sin detenerse, el fin de la geografía. Aun cuando mantengan identidades distintivas los mercados y
sociedades con cada vez más sensibles los unos a los otros, La posibilidad de llevar a cabo políticas
nacionales de objetivos económicos está reducida, las medidas monetarias y fiscales suelen estar
dominadas por los movimientos de los mercados financieros internacionales.
Las normas y los sistemas de regulaciones nacionales destinados al control y la promoción de los
mercados perdieron su significado tradicional, la idea de monopolio carece de sentido en el
contexto de competencia internacional. La competencia se ha intensificado, los ciclos de vida de
los productos se ha reducido, y las corporaciones deben combinar su maestría para poder
sobrevivir a la competencia. La regionalización de las secciones de la economía mundial agrupadas
en polos (europeo, NAFTA, etc.) abren cierto espacio a la regulación de las tendencias
económicas.
Aunque los estilos nacionales distintivos de gestión económica subsisten y los gobiernos siguen
aplicando opciones políticas, la internacionalización erosiona la capacidad de un Estado individual
para controlar su propio futuro democrático. Es posible decir que se registra una disminución de
la autonomía estatal en la esfera de la economía política y una brecha entre la idea de comunidad
política que determina su propio futuro y la dinámica de la economía política contemporánea.
Una de las impulsoras fue la teoría cepaliana (CEPAL) que pensaba al Estado como principal agente
del desarrollo o corrector de los “fallos del mercado”, es la teoría del estado empresario que
influyó sobre las políticas de los 50 y 60 adoptada para superar la dependencia comercial externa
de las economía latinoamericanas. Aunque esta teoría del Estado Planificador fue en realidad una
reconstrucción teórica de lo que se daba de manera fragmentada y espontanea en la práctica del
región.
Después del 55 se va a dar una disputa entre liberales y desarrollistas, produciendo avances y
retrocesos que impidieron una política económica coherente. Los comienzos del cambio de
modelo de acumulación en los 70 se va a dar por factores externos e internos, y aparece como
“Crisis fiscal del Estado”: el gasto público aumento a mayor velocidad que los ingresos debido a
que las bases tributarias no se ampliaron y a la erosión del cumplimiento impositivo.
Otra línea argumental dentro de esta explicación señala que habría acabado la “etapa fácil” de la
sustitución de importaciones, ya que pasar de la industria liviana a las de base presuponía dar un
salto en productividad y en las opciones estratégicas de inversión que no se dieron, lo que generó
un excesivo proteccionismo que promovió una industrialización deficiente y poco competitiva y
una clase empresaria acostumbrada a ser asistida por el Estado.
La crítica neoliberal también supone que hubo una sobrecarga de demandas sociales asumidas por
el Estado en virtud del pacto social, el agotamiento se da en los efectos de la inflación de
expectativas y demandas que el Estado despertaba lo que provocaba un creciente déficit que
impactaba sobre la estabilidad monetaria. A su vez ven al Estado Benefactor
como desincentivador de la inversión, a mayores costos laborales menor excedente para invertir.
La crisis fiscal del Estado se agrava por el endeudamiento, la ofensiva neoliberal explica este
proceso de desnacionalización y desmantelamiento estatal.
Globalización: Esta explicación tiene en cuenta los cambios profundos del sistema
capitalista a nivel mundial a comienzos de los 70. Se constituye un mercado global, una
interdependencia de los flujos financieros más que de bienes y servicios, los Estados se
ven enfrentados con un capitalismo agresivo por las conquistas de mercados a nivel
global. La competencia es entre Estados para atraer capitales, y ya no se habla de
economías nacionales sino de espacios políticos nacionales que operan en una trama
indisoluble de procesos económicos mundiales. En este contexto el Estado ya no puede
mantener la economía cerrada ni niveles de subsidios y protección como los de antes
porque corre el riesgo de la inflación y de la fuga de capitales, debe entonces asegurar
competitividad., construir climas favorables de inversión y llevar a cabo una economía a
favor del capital y flexibilizar el mercado de trabajo. Esta explicación asocia la reforma del
Estado con la inserción en la economía globalizada.
Reforma administrativa: el Estado social hizo crecer con él la burocracia, que constituyo
una superposición de aparatos y normativas. En los 90 se lleva a cabo una reforma basada
en la reducción de personal, se busca una despolitización progresiva y paulatina de los
cargos, se busca nuevas formas de gestión basadas en la racionalidad de los resultados,
pero la reducción de personal no llevo necesariamente a la desburocratización ya que no
fue acompañada de mejoras en las retribuciones y motivaciones al personal que hicieron
desplazarlo al sector privado.
Reducción del gasto público: se busca el equilibrio fiscal, la reducción del gasto se lleva a
cabo con las privatizaciones, reducción de la inversión pública, transferencia de servicios al
ámbito provincial/local sin los recursos, reducción de empleados. A su vez se buscó un
aumento de los recursos a través de una reforma tributaria y una mayor y eficaz
recaudación impidiendo la evasión y con la privatización de las empresas públicas. La
política social se focaliza y queda subordinada al equilibrio fiscal
Regionalización: profundización del proceso de integración regional, el regionalismo se
impone como nueva forma de controlar aspectos caóticos de la globalización sobre las
economías nacionales. Compensar el debilitamiento estatal con articulación plurinacional.
Hay una cuádruple inversión respecto de la economía política del industrialismo sustitutivo:
2. El modelo de país que surge no es producto de la voluntad colectiva y política sino que se
impone por múltiples y simultaneas adaptaciones de los grupos e individuos a esta lógica
económica. El estado a partir del ajuste y la globalización pierde autonomía para definir
patrones de producción, consumo y distribución del ingreso.
El nuevo modelo es un modelo de acumulación dirigido al sector externo, es una nueva economía
política de estabilización que concilia acumulación con legitimación.
1. Política macroeconómica heterodoxa iniciada con la devaluación del peso para alcanzar un
tipo de cambio competitivo que permitió la utilización de la capacidad ociosa instalada
(sustitución de importaciones); a partir de un distanciamiento de los Organismo
Multilaterales para el manejo de la crisis.
Con esto se reabre el debate acerca de la conformación del nuevo modelo de desarrollo que debe
ser distinto al previo, volátil, concentrador, inequitativo y especulativo. Las características
centrales que debe tener el nuevo modelo son: 1) sustentabilidad, 2) equitativo, 3) productivo y
competitivo, 4) consensual en la definición de un rumbo y visión estratégica.
1.1 Un cambio de tendencias: la sustentabilidad es compleja y no tiene que ver solo con el sentido
macroeconómico (que no haya crisis externas o fiscales), La sustentabilidad tiene dos sentidos
más. Uno es el socio-político que implica reestructurar las mediaciones sociales, operando
mejoras institucionales y procurando índices de aprobación significativos para evitar el aumento
en la distancia representados-representantes y la generación de condiciones de
ingobernabilidad. La tercera acepción es la asociada al medioambiente y hace referencia al
soporte ecológico del nuevo modelo de acumulación, control de los recursos naturales no
renovables y tener en cuenta el impacto ambiental de las inversiones.
Evitar las interpretaciones light de la inequidad requiere vincular la equidad a la distribución del
ingreso, y problematizar la matriz distributiva heredada.
Una estrategia de crecimiento con equidad requiere políticas públicas de corto y largo plazo que
incluya: políticas públicas centradas en el empleo de calidad que procuren aumento de la
registración laboral, reforma del sistema impositivo para hacerlo más progresivo (renta financiera,
reducir IVA, impuesto a la herencia), reforma del sistema previsional, políticas públicas de
infraestructura y acceso a los bienes públicos.
El modelo productivo competitivo exportador si bien goza de consenso también debe orientarse
hacia la cohesión social y la reducción de las desigualdades y de las brechas existentes entre
sectores sociales y territorios. Porque ante la ausencia o deterioro de la cohesión social se genera
perdida de integración y sociedades fragmentadas, por ende conflictividad urbana, violencia,
criminalidad. La exclusión significa un desequilibrio social importante, se trata entonces de
favorecer la competitiva alta, con mejora en la incorporación al mercado de trabajo, en la
registración laboral, mejora de los ingresos, aumento de la productividad y centralidad del
conocimiento.
La correspondencia entre modelo productivo y cohesión social depende de tres factores: 1) del
perfil de especialización, 2) de la articulación entre producción y conocimiento; 3) de la
profundización y articulación de los procesos de regionalización.
En segundo lugar elaborar y gestionar la estrategia de desarrollo desde una perspectiva que
excede lo nacional para situarse en el ámbito de loa regional (MERCOSUR).
4. HACIA UNA VISIÓN ESTRATÉGICA COMPARTIDA
Lograr un modelo de amplio consenso fue una demanda generalizada planteada del inicio de la
situación de crisis y emergencia. La globalización muestra la necesidad de contar con visiones
compartidas que actúen como hoja de ruta, es una de las condiciones para encarar con éxito una
inserción exitosa en el mundo.
4.1 Reconstrucción del Estado: emerge hoy una validación del concepto de regulación pública,
donde no basta con medidas coyunturales, sino que requiere de planes, orientaciones sectoriales,
de objetivos de mediano plazo y capacidad de gestión. Debe superarse la idea del Estado como
sujeto de desarrollo exclusivo pero también la del Estado Mínimo, para buscar un liderazgo
compartido entre el sector público, el privado y el social sin perder la responsabilidad del primero
sobre el bien común. La mejora de la calidad de gestión del Estado es impostergable, debe
revalorizar los recursos humanos y la ética de la responsabilidad, se necesita de una burocracia
profesional para hacer frente a estos desafíos.
4.2 Una nueva relación Estado-Sociedad: una visión compartida implica pensar como se llega a
ella, lo cual interpela al modelo democrático institucional y ciudadano. Hay una emergencia de
nuevas formas de hacer política por fuera de las instituciones y movimientos políticos. Una
estrategia apunta al mejoramiento de la representación, la transparencia, el control de la política
por los ciudadanos. Otra estrategia considera que el problema es la falta de mediaciones, por lo
que habría que incorporar un mayor debate y deliberación de diversos programas y políticas entre
el Estado, el sector privado y la sociedad civil.
5.1 Bloques sociales y estrategias: El poder que estaba detrás del neoliberalismo no desapareció,
sufrió una pérdida de hegemonía en su discurso y estrategia pero mantiene poder económico
social cultural e internacional para tratar de contradecir las orientaciones no convenientes a sus
intereses y rearmar los soportes políticos que le permitan en algún momento retomar el control
estatal de estas orientaciones.
Busca generalizar como sentido común el problema de la seguridad, temor y anti política,
de la reducción del papel del Estado en la economía y el problema de la calidad
institucional.
Por otro lado hay un conglomerado que apunta a la profundización de lo nuevo y a ir hacia otro
modelo de desarrollo productivo con distribución del ingreso:
3- El escenario de la sustentabilidad con equidad: es posible y deseable, requiere llevar a cabo una
apuesta a modificar los núcleos duros o resilentes de desigualdad, asumiendo el conflicto de la
distribución del ingreso y optando por una mayor densidad productiva y por la configuración de
redes y cadenas de valor que generen condiciones de más y mejor empleo. Es la estrategia
transformadora.