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HUBERT DREYFUS - CHARLES TAYLOR RECUPERAR EL REALISMO Traduccién y prologo de Josemaria Carabante EDICIONES RIALP, $. A. MADRID RECUPERAR EL 8: Segtin Descartes, el conocimiento existe en forma de ideas, que supuestamente representan el mundo. Esta epistemologfa ~ideas que median entre la realidad externa y nuestra mente sigue ejerciendo un control sobre el pensamiento occidental. Sin embargo, como muestran Dreyfus y Taylor, el conocimiento consiste en mucho mds que en Jas representaciones explicitas que formulamos. Ganamos en conocimiento del mundo mediante un compromiso corporal con las cosas —las manejamos, nos movernos entre ellas y nos interrogamos sobre su significado Recuperar el realismo ofrece una critica radical a la imagen cartesiana, que ha mantenido cautiva ala filosofia durante largos afios, y restaura una visién realista al defender nuestro acceso directo al mundo cotidiano y al universo fisico. PENSAMIENTO "Sen 97e.64-351-46517 I RECUPERAR EL REALISMO ‘Titulo original: Retrieving realion. (© 2016 fy HUBERT DREYFUS — CHARLES TAYLOR. Publicado en acuerdo con Harvard University Press. © 2016 de fa version espaiiola por JOSEMARIA CARABANTE, ‘by EDICIONES RIALP, S. A, Colombia, 63, 8° A -28016 Madrid (nese alp.com) Ala memoria de Samuel Todes Preimpresién: produccioneditorial.com ISBN: 978-84-321-4681-7 Depésito legal: M-26718-2016 Impreso en Anzos, S. L., Fuenlabrada (Madiid) No eit pea f epodecisn toto paral de ee libro, su tatamiento info trae, eunamin de niga ones o pr cualgier medio, asa ecco, etinic, por eecopin, por ened u ous métode, sn # perio peso 7 por Cato de ee witlacadel spyipt Disses CEDRO (Centro spate de Derechos Regma emer 9 nce ped op sew lp INDICE u PREFACIO .. se “ vs 1, “UNA IMAGEN NOS TUVO CAUTIVOS” ..ocso 19 2, HUYENDO DE LA IMAGEN 39 3. LA COMPROBACION DE LAS GREENCIAS ....... 101 4, HACIA UNA TEORIA DEL CONTACTO: FL LUGAR DELO PRECONCEPTUAL 7 vue 125 5. LA COMPRENSION ENCARNADA . - 155 6. FUSION DE HORIZONTES ... 7 7. EL REALISMO RECUFERADO 215 8. UNREALISMO PLURAL 241 PROLOGO ‘UN REALISMO RENOVADO La aportacién principal por fa que debe medirse la im- portancia de un libro de filosofia no es por Las respuestas que aporta, sino por la capacidad de suscitar de nuevo las grandes preguntas que originaron en sus comienzos el pensar filosdfico. Desde este punto de vista, este ensayo rebate los presupuestos de una tradicién gnoseoldgica, 1a ne los autores denominan “mediacionalismo", y propo- ne resituar de nuevo el saber humano en un nivel més primordial, revelando los condicionamientos que nacen de la estructura encamada del hombre. La ctitica, como comprobard el lector, es profanda y sigue debates especializados que han tenido mucha rele- _ vancia en el Ambito académico. La reflexién de Dreyfus y Taylor se extiende en un dialogo ininterrumpido con las grandes tradiciones del pensamiento, desde el escepticismo 1 hasta la posmodemidad, esculpiendo una argumentacion y discurso que concita al tiempo la virtud de Io clisico y de lo contemporineo. Al no ser un texto sencillo, que- remos ofrecer en esta breve introduceién algunas claves para facilitar su lectura, Ala dificultad argumental se suman los problemas ter- minolégices. En el caso de Taylor, ampliamente conoci- do en el panorama filosdfico, muchos de sus conceptos cuentan con un acuiiacién precisa, pero hemos optado por aquellas expresiones que facilitan la comprension de un piblico amplio. Mas complicadas resultan las peculia- ridades de Dreyfus, cuyo proyecto filosdfico, a pesar de su seriedad y rigor, ha sido poco difandido entre los lecto- res hispanohablantes; también hemos preferido emplear términos que, siendo fieles al original, sean més claros y comprensibles en nuestra lengue. Como es sabido, en filosofia todos los temas estin co- nectados, de modo que las respuestas que se ofrezcan a una determinada problematica descubren también la pos- tura sobre otras. Cuando Jo que se debate es la naturaleza del conocimiento, hay implicitas concepciones antropo- logicas y ontolégicas de envergadura. La critica de estos dos autores al representacionalismo —una visién que afir- ma que el saber es solo la representacién interna de lo ex- temo y cuyo influjo todavia late en ciertas constelaciones filoséficas de hoy- constituye también une clara refuta- cidn del dualismo. Asimismo, cuando se declaran partida- tios de un realismo robusto pluralista estan reafirmando la riqueza y Ia maltiplicidad cultaral, pero al tiempo, y para guarecerse def relativismo, descubren una unidad na- tural entre los hombres y le posibilidad de alcanzar una fasion de horizontes culturales y vitales que posibilite la convivencia y comprensi6n reciproca. Y, finalmente, 12 al reflexionar sobre el saber humano, lo hacen con la con- viccién de que este término solo tiene sentido si se refere a una realidad que es independiente del sujeto que la conoce. Taylor y Dreyfus son tajantes a la hora de mostrar su rechazo a una tradicion filoséfica ~mediacional, reptesen- tacional, racionalista...— que cosifica cuerpo y mente y cuyo examen ocupa gran parte de la argumentacién de este libro. Explican sus problemas pero los contextualizan oiteciendo su genesis, sus desazrollos y sus derivaciones contemporineas. Lo més interesante de este viaje intelec- twal que nos proponen es, precisamente, seguir las huellas y los vestigios de esta corriente e implicarse en los debates de hoy denunciando la influencia de una imagen (bild) que ha cautivado el imaginario floséfico y que amenaza con perpetuar el dogmatismo epistemolégico, alejando al hombre tanto de si mismo como de su compromiso con lo que le circunda. ‘Ni en Taylor ni en Dreyfus la critica es nueva: el pri- mero de ellos ya ofrecié una completa reflexion sobre la identidad del sujeto moderno en esa obra capital de la filosofiz contemporinea que es Fuentes del yo. Dreyfus ha reflexionado sobre la fenomenologia y se ha aprovechado de la sugerente obra de Heidegger para reubicar el saber en la existencia, es decir, en [2 antesala nutricia de fa s2- z6n. Su convencimiento de la relevancia de lo preteéri- co le ha convertido en uno de jos principales criticos de esa moda que trata de asimiliar razonamiento humano y computacién y, frente al nihilismo al que conduce la ex- pulsion de Lo sagrado, propone en su tiltimo ensayo —AU things shining. Reading the Western Classics to find Measting in a secular Age, escrito junto con Sean Dosrance Kelly— una suerte de reencantamiento mediante las grandes obras de la literatura, 13 Pero, volviendo a Recuperar el realismo, puede sefialar- se que toda la argumentacién y el debate que se plantea en estas paginas con los principales representantes de la filosofia modema y contemporinea gira en tomo a varios conceptos claves. El primero de ellos es el de vinculacién, que revela la natural implicacién del hombre con un en- torno que conoce y sobre el que opera, un contexto con el que esté familiarizado y que posee significado existencial. Frente a esa epistemologia que distancia el mundo de co- sas sin sentido de la razén humana que lo objetiva, estos autores recuerdan que la perspectiva que adopta la ciencia no es la primaria ni Ja fundamental, sino que deriva y de- pende de la constitucién originaria que hermana mundo y hombre. Pero esta actitud natural de implicacién, ten qué. rasgos 0 caracteristicas humanas arraiga? Es aqui donde Dreyfus y Taylor oftecen una licida fenomenologia del agente encarnado que desmantela la abstraccién funda- cionalista y el dualismo, ya sea implicito o explicit, de muchas teorias filoséficas vigentes, como ¢l naturalismo cientificista, Esta ultima concepci6n constituye hoy el epicentro desde el que irradia un materialismo vigaroso y empenado en reducir fo mental a lo cerebral, pero que admite fronteras inflexibles o limites inexpugnables en- re ellos y que, por tanto, quiebra la unidad que Dreyfus y Taylor defienden, La condicién encamada del hombre es lo que determina la apertura de lo real, que adquiere significacién en cuanto se offece al ser humano. (Otros concepios claves, relacionadas con los anterio- res, son el de “afrontamiento absorto” -y “trasfondo de comprensién”. El primero hace referencia al modo en que el hombre, mediante sus habilidades y acciones cor- poralizadas, se las ve 0 trata con las cosas del mundo de 14 una manera no conceptual, prerreflexiva y prelingiiistica. El hombre reconoce de un modo natural las cosas que conforman su mundo; se enffenta con éxito a las situa- ciones en las que se desenvuelve, ofreciendo respuestas inmediatas a toda coyuntura existencial. Y la suma de esos reconocimientos ayuda a configurar un ttasfondo que de sentido a su mundo y lo convierte en inteligible. Todas estas aclaraciones serén suficientes para com- prender la relevancia de la teoria del contacto que se pro- Pone en estas paginas; una teoria que es el presupuesto de tun nuevo realismo o de una “tercera via” que solvente el dilema entre los férreos partidarios del cientificismo y los defensores del *realismo deflacionario”. Los argumentos de los primeros son bien conocidos; en el caso de los se- gundos, la contraparte es [a concepeidn relativista de R. Rorty. Sin embargo, més alld de la validez de este realismo. renovado que Taylor y Dreyfus defienden y més alld de las soluciones que offecen a los problemas que hoy se planiean en tortio a la naturaleza del conocimiento, su aportacion es la de admitir que el debate gnoseoldgico sigue abierto y que es obligacién de todo proyecto filosé- fico setio replantedcselo, sin soslayar sus dificultades, Andie se le escapa que algunos de los planteamientos de Dreyfus y Taylor son discutibles. Peto no tienen la in- tencién de proponer su concepcién dogmaticamente. Sus intuiciones son estimulos que mantienen vivo el didlogo filoséfico sobre el saber humano y lo reubican. En este sentido, la apuesta filoséfica contenida aqui se entenders mejor subrayando el compromiso de sus autores con [a reflexion libre ¢ independiente. Para ellos tanto la exis- tencia humana como el mundo tienen sentido; no esti el hombre, a pesar del embate escéptico y posmodemo, en tierra extratia y host, encarcelado en sus representaciones 1s © cegado por una plétora de construcciones culturales arbitrarias. Si se confla, vienen a concluir ambos pensa- dores, en que la paulatina implicacién del hombre con su entorno puede revelar Ia verdad, a pesar de que su descubrimiento sea provisional o tentativo, tiene sentido Ia tarea verdaderamente filos6fica, es decir, esa tenaz ¢ ineprimible busqueda de Ja auténtica sabidaria. JOsEMARA CARABANTE 16 PREFACIO Empezamos a escribir este libro durante las tres semanas que compartimos en el centro de Bellagio y queremos ex- presar nuestro més profndo agradecimiento a la Funda- cién Rockefeller por hacerlo posible. ‘Asimismo, estamos también agradecidos a todos los interlocutores con los que hemos discatido y especial- mente a todos aquellos que participaron en el debate DreyfasMcDowell. En conereto, hay una persona, Richard Rorty ~amigo, adversario, y sparring, cuyas criticas nos han permitido mejorar nuestra exposicién. Su muerte prematura impidié que discutiera con su agudeza habitual la versién final. Esta es solo una de fas muchas razones por las que segui- mos hoy lamentando su pérdida. ‘Tambien queremos recordar 2 otro amigo, Samuel To- des, cuya innovadora obra ha influido mucho en nuestro pensamiento. Tal vez este libro consiga lamar ‘a atencién V7 sobre la importante contribucién que realizé a los temas que aqui se discuten. Nos gustaria dar las gracias, asimismo, a Geneviéve Dreyfus y Muhammad Velji por su inestimable ayuda en la preparacién del manuscrito final. También a Muhammad Velji le agradecemos su importante trabajo en la elabora- cin del Indice. Partes de los capitulos 1 y 2 fueron publicados previa- mente en J. K. Schear (ed.), Mind, Reason, and Being-in- the-World. The McDowell-Dreyfus Debate (Abindgdon, Oxon, Routledge, 2013), capftulo 3. 18 1. “UNA IMAGEN NOS TUVO CAUTIVOS” «Una figura nos tuvo cautivos» (Eine bild belt uns gefangen). ‘Asi Jo afirma Wittgenstein en el pardgrafo 115 de las fe- estigaciones Filosdficas'. Con ello se refiere a la poderosa imagen de “una mente en el mundo” de la tradicion epis- temolégica moderna que comienza con Descartes. Lo que quiere subrayar empleando el término “imagen” (Bild) es distinto-y mas profando que una simple teoria. Se trata en gran medida de un trasfondo de comprensién irreflexivo que constituye el contexto de todas nuestras teorizaciones ¢ influye en ellas. Pero se puede interpretar la afirmacién ademas como si el modelo epistemolégico que surge con UL, WITTGENSTEN, Jncestigacionesflsdficas (Madsid, Gredos 2008), 115, El zexto dice: «Una figura nos manravo cxativos. Y no podiamos sali, pues reside en nuestro lenguaje ¥ este parece repetimesla inexorablementen, En nvestia exposicign argumentaremos que este imagen esti anclada en todo nuestro modo de pensar, nuestzo modo de objetivar el mundo, y por tanto ‘en nuestzo modo ie vida y nuestro lengua, ig Descartes conllevara y estuviera formado por una imagen no completamente explicita. Esto ha provocado una espe- cie de cautividad porque ha impedido identificar los erro- res de esta comtiente de pensamiento. En cierto sentido, somos incapaces de pensar “fuera de su caja” porque sut imagen nos resulta tan evidente y tan de sentido comin que se nos antoja incuestionable? Detectar esa imagen equivaldria a comprender el gran error, el “error marco” que distorsiona nuestra compren- sida y que, al mismo tiempo, evita que la reconozcamos justamente como lo que es: una distorsién. A nuestto juicio, en esta cuestién Wittgenstein esti en lo ciento. En nuestra cultura subyace un gran ettor, una comprensién equivocada de tipo operativo sobre lo que significa conocer, con consecuencias también nocivas en otros dmbitos, tanto tedricos como pricticos. Como resumen, podrlamgs indicar que entendemos (o malen- tendemos) el conocimiento como “mediacional”. En su otigen esta concepcidn se sustentaba sobre la idea de que éramos capaces de captar la realidad externa por medio de epresentaciones internas. En una de sus Cartas, Descartes setialaba que sestoy seguro de que no puedo tener ningtn conocimiento de aquello que se haya fuera de mi sino por mediacién de fas ideas que yo he tenido en mi de ello». Pero esta afitmacion solo tiene sentido si se acepta al mis- mo tiempo una determinada topologia de la mente y el +n realidad Wittgenstein seca en este parigralo que la gramitica de nuestro Lenguaje inexorablemente replica eita imagen y por eso es tan dificil ‘escapar de ella. Por nuestra part, exeemos que estéimplicito en la grémitica ¥ depende de algo mis compiejo relacionado com auestra comprension de trasfondo de la mente, la agencia y el mundo. Fl principal objetivo del ibro © explicar esta dependencis com mayor profundided, René DESCARTES, Carta a Gibienf del 19 de encia de 1642, 20 mundo. La realidad que buscamos conocer se encuentra fuera de nuestra mente, mientras que nuestro conocimien- to sobre ella esté dentro de nosotros. De ese modo, el saber dependeria de que ciertos estados de lz mente representa- ran de un modo preciso lo que existe fuera de ella. Cuando la representacién es correcta y fiable, hay conocimiento. Se conocen, pues, las cosas “s6lo a través” 0 “por medic” de esos estados intemos que llamamos ideas. Esta imagen puede ser calificada de “mediacional” debido a ia importancie crucial que adquiere en ella le expresién “solo a través de”. A través del conocimiento, establecemos cierto contacto con la realidad extema, pero solo mediante esos determinados estados internos. Un. rasgo de esta importante imagen, que aqut resalta eviden- te y que con el tiempo se ha convertido en un contexto indubitable, es precisamente la estructura “interioridad/ exterioridad”. Se supone que fa realidad que querernos captar esté fuera de nosotros y dentro fos estados que nos permiten percibirla. Si las ideas, entendidas como repre- sentaciones interns, son el elemento de mediaci6n, tam- bign esta imagen pucde ser llamada “representacional” Pero esta no ¢s la tinica posibilidad, como veremos. De hecho, aunque este modelo ha sido criticado, a menudo se ha pasado por alto esa topologia subyacente que consti- tuye el contexto implicito tanto de la concepcién original como de la critice que intenté refutarla més tarde. Es este tltimo punto el que es mis dificil de hacer convincente. Descartes pasa por ser en la filosofia con- temporinea uno de los pensadores mas refutados. Tanto su distincién entre lo interno 7 lo extemo, como la con- siguiente separacién entze lo fisico y lo mental, implicen tun dualismo que hoy tiene pocos defensores. Ademés, el elemento mediador, le idea, el contenido de la mente, 21 al que se accede por introspeccién, plantea dudas y, lo qiue es atin peor, se considera irrelevante en la mayoria de Jas concepciones contemporineas sobre el conocimiento. Y podriamos seguir afiadiendo reparos Pero, sin embargo, algo esencial a su concepeién se mantiene. Pensemos, por ejemplo, en el llamado “giro lingilistico”. Muchos fildsofos creen hoy, en relacién con Jos contenidos de la mente, que no deberiamos recurrir a imagenes mentales, sino referienos a aquellos enuncia~ dos de verdad que sostiene un hablante o, por decirlo més coloquialmente, a sus creencias. Aunque el cambio s significativo, permanece la estructura mediacionel. En este caso, el elemento de mediaci6n no es psiquico, sino lingifstico. Pero con ello se acepta que, por un lado, hay algo extero en sentido cartesiano, pues los enunciados se expresan en ¢l espacio piblico de los hablantes. Pero, por otro, al depender la verdad de los enunciados de los hablantes individuales y de sus pensamientos (habitual mente no expresados), se reproduce aqui esa misma es tructura bésica: una realidad externa, fuera, y la verdad dentro de la mente. E] conocimiento se produce cuando las creencias (los enunciados de verdad) se comesponden ptesumiblemente con la realidad. Nuestro saber depende, por tanto, de las creencias, ¢s decir, es una “una creencia verdadera y justificada”. Algo parecido ocurre con el denominado “giro mate- rialista”, que rechaza el dualismo cartesiano negando uno de sus extremos: a su juicio, no existen “sustancias men- tales”. Todo es materia e incluso el pensamiento surge de ella. Esa es la opinién de Quine. Pero este fil6sofo re- produjo, en tn nuevo contexto metafisico, una estructura similar a la cartesiana. Para él nuestro saber proviene de lo que Hama “estirnulaciones superficiales”, al ser afectados 22 los receptores sensoriales por los diversos estiomulos del entomno. Esta es la base del saber humano. En otras oca- siones, Quine afirma que es la descripcién inmediata de dichos estimulos, es decir, los enunciados observaciones, la base del conocimiento, y considera que la ciencia se construye sobre requisitos que muestran cémo (la mayo~ ria) se mantienen. En cualquiera de estos casos, se mantie- ne esa misma estructura mediacional, es decir, el requisito de “solo a través de”. La prueba de la “indetesminacién de la traduecin”, de la “indeterminacién o inescrutabilidad de la referencia” y de la diversidad de explicaciones cien- tificas nacen de la suposiciém de que fa eleccién entre los diversos postulados cientificos u ontolégicos no esté de- terminada por aquellas situaciones bésicas. Lo interior en [a “epistemologia naturalizada” de Qui- ne posee un sentido materialist. El conocimiento sobre el mundo exterior nos llega a través de los receptores, por lo que estos determinan el limite, pero en un sentido exclu- sivamente cientifico y no metafisico. Igualmente, también est reflejada la estructura cartesiana en la conocida hipé- tesis del “cerebro en una cubeta”, en la que se supone que es posible engafiar al cercbro induciéndole a creer que 5 elde un sujeto que actéia en el mundo, aunque en realidad esa creencia esté causada por los estimulos que provoca un cientifico maligno. Si en su momento la epistemologia clisica creyé en la posibilidad de que un demonio ma- ligno determinara la continuidad de nuestros contenidos mentales, sin que el sujeto se diera cuenta, la contempori- nea recrea una pesadilla similar con el cerebro. Este se ha convertido en el reemplazo material de la mente porque supuestamente es la base material de la que depende cau- salmente el-pensamiento. La estructura mediacional y la conexién mediatizada de inputs, causados en el eiemplo 23 por el cientifico maligno, y por tanto la misma exigencia de “un solo a través de”, se mantienen también en el caso de esta interpretacién materialista. Si se preguntara a un defensor de Ia hipétesis del “ce- rebro en una cubeta” por qué se refiere solo al cerebro, diria que porque el pensamiento “superviene” sobre él. Pero ic6mo lo sabe? Como podemos saber que sélo se necesita el cerebro, o el cerebro y el sistema nervioso 0 todo el organismo, 0 con mayor seguridad, el organismo y el entomo para que haya percepcién y pensamiento? Sencillamente, nadie lo sabe. Si la hipdtesis del cerebro en una cubeta resulta plausible es tinicamente debido a la influencia de la estructura mediacional, es decir, debido a la imagen implicita en la epistemologia modema, que exige que tin émbito funcione como dentro, y que todavia nos mantiene cautivos. Veamos otra de.las interpretaciones que se han dado a esa estructura, la del “giro eritico”, propiciado por la fi osofia kantiana, Para Kant, la relacién fandamentai no es [a que existe entre representacién interna y realidad exter- na. Lo que Kant llama representacién (Vorstellang) parece en general ser lo mismo que realidad externa y empiica. Es decir, para él el contenido de la intuicién proviene de fuera porque lo recibimos al ser afectados (afiziert) por los objetos, y es diferente de lo formado por las catego- ras, que son productos de la mente. En Kant, pues, el requisito ‘solo a través de” adopta una forma diferente. Es “solo a través de” la aplicacién de las categorias como las intuiciones se constituyen en objetos para nosotros y hacen posible Ia experiencia y el conocimiento. Sin con- ceptos, las intuiciones serian ciegas. En la obra de Kant, “intemo”, “extemno?, “solo a través de” adquieren nuevos significados (y en concreto, en el caso de los dos primeros, 24 més de uno). Pero lo importante ¢s que se mantiene la misma estructura basica. Mas tarde explicaremos por qué esta continuidad ha resultado tan importante y decisiva. Podemos concluir, por tanto. que la imagen que sub- yace en la epistemologia moderna todavia ejerce sobre nosotros mayor influjo de lo que los criticos del dualis- mo cartesiano, del mentalismo y del fundacionalismo, admitirian, También a estos criticos les afecta, Ni tam- poco, como veremos después, los que se autodenominan “posmodemos” han conseguido escapar a su influencia. Esto quedar poco a poco claro a medida que avancemos en nuestra argumentacién. Por el momento bastaré con indicar que tampoco en I: tradicién filoséfica han falta- do corrientes escépticas que han dudado sobre nuestras facultades mentales y el alcance de la ciencia. Surgieron precisamente con el argumento contra el escepticismo (Descartes) y desde entonces se han producido conoci¢os gitos escépticos (como Hume, por ejemplo, por no hablar del relativismo ontolégico de Quine). Por ahora, bastatd con que seialemos esa profunda continuidad a la que he- mos aludido en los parrafos anteriores. i. La relacién entre escepticismo y epistemologia moderna es evidente desde que esta nacié en Is obra de Descar~ tes, Descartes no utiliza el escepticismo para proponet una filosofia escéptica, sino para oftecer su propia topo- Jogia del yo, la mente y el mundo. Sin embargo, desde la Primera Meditacién, el constante bombardeo de argu- mentos escépticos satura al lector. Frente al escepticismo antiguo o el més moderno de Montaigne, su objetivo no 25 es convencemos de lo poco que en realidad sabemos, sino que su argumentacién concluye con una més audaz y trascendental reivindicacién de la certeza. La estrategia empleads al inicio de su obra le sirve para distinguir lo. extemno de lo interno, es decir, para diferenciar la realidad de las cosas corporales de la de fos contenidos mentales. Cando nos damos cuenta de lo vulnerable que es ante la critica esoéptica nuestro presunto saber sobre la realidad, y nos convencemos de que de lo unico que no podemos dudar es del contenido de nuestras propias “ideas”, nos encontramos entonces ya para siempre a salvo de esa os- cura confusién entre lo mental y lo corporal, que nace de la supuesta unién sustancial entre alma y cuerpo, y que, segiin Descartes, es la causa principal de todo pensamien- to oscuro y confuuso. Lo que diferencia a Descartes de las fuentes inspira- doras de su Primera Meditacién, los pensadores clasicos de la tradicién pirronista, es que su propésito es distinto. Como Descartes se ha servido de sus mismos argumentos, hemos olvidado lo diferentes que son sus proyectos filo- s6ficos, con independencia de que algunos de sus coeté- neos, como Montaigne, continuaran esa tradicién teérica ¢ incluso Hume Hlevara a cabo una recuperacion parcial de la misma. E] objetivo del escepticismo clasico fue mostrar lo poco que el hombre podia conocer, mostrando que para cada una de nuestras afirmaciones habia otras contra- dictorias igualmente validas. (Podemos estar seguros de que hay objetos fisicos fuera de nosotros? Si es asi, épor qué vemos doblado el palo debajo del agua?, etc. En todos estos casos, Ia reflexion nos muestra que esas cuestiones son al final indecidibles. Reina la isesthenia, es decir, todas las respuestas que ofrezcamos serén siempre 26 insuficientes. Por tanto, segiin los escépticos, no tenemos un verdadero conocimiento de las cosas. ; Pero équé perseguian con estas reflexiones? El obje- tivo en la vida es la serenidad, la ataraxia o tranquilidad. Para alcanzarla, el hombre debe renunciar a metas que son inalcanzables, como la ciencia infalible. Pero ino requiere el ser humano algin tipo de saber para vivir? Esto es lo que debieron pensar en el mundo antiguo quienes no se dedicaban @ la filosofia, 2 juzgar por las conocidas anécdotas en las que aparecen fil6sofos que se chocan contra la pared 0 caen en un pozo. La respuesta del escéptico es que para el hombre ¢s suficiente con les apariencias. Si se deja guiar por ellas, no tendré ningtin problema. No es necesario que nos elevemos hasta la altura de la certeza cientifica en la que que se descubre la realidad que determina las apariencias. Esto no es necesario, pero tampoco el hombre debe perturbarse buscéndolo ya que, como Sexto Empirico in- dica, este saber solo serviria para alterar nuestra serenidad. A.su juicio, cualquiera idea sobre fos bienes que son bue- nos o malos por naturaleza conlleva desasosiego porque nos hace temer por su pérdida si los tenemos, o deseazlos en el caso de no disfrutar de ellos. Esta claro que pode~ mos tener frio o sed, pero nuestra situacién empeoraria si creyéramos gue ese Sufrimiento es malo por naturaleza* Estos argmentos estan llamados a provocar una espe- cie de conversién en el hombre, por medio de la cual pasa de ser un inquieto buscador de la verdad y se transforma en alguien que es capaz de suspender ¢l juicio y vivir sin necesidad de certezas cientificas (adoxxastas). “20 GROARKE, Greek Suaptiiam: AniéRealst Trends in Ancient Thought (Montreal, McGill Queen’s University Press, 1990), p. 134. 27 Pueden asimilarse fécilmente las “apariencias” de tos escépticos con la concepcién de las “ideas” de Descartes. Pero, como ha advertido Burnyeat’, serfa un error identifi- carlas. Las “apariencias” no constituyen una clase ontolé- gicamente definida y diferente de otros tipos de realidad. No son contenidos mentales, sino las formas que adquie- ren las cosas al aparecer ante el hombre. Ademés no tie- nen por qué hallarse en la mente. El palo que aparece doblado en el agua puede que sea una caracteristica pro- pia del “palo bajo el agua”. Ademds la apariencia pudie- ra solo ser el modo en que nosotros, como cuerpas con alma, sentimos frio, calor, dolor, etc. Los Phainomena y las phawtasiaé no siempre se refieren a lo sensible (aistheta). Cubren también, por ejemplo, phantasiai que tio son ver- daderas, o la propia conclusién def escepticismo de que todo ¢s relative! Esta distincién’se aplica al supuesto estaruto episté- mico de cémo aparecen las cosas, si es que alguna vez merecen ser consideradas auténtico conocimiento. Pero no se afirma que las phantasiai constituyan una entidad determinada. Pero es0 es precisamente Io que sostiene Descartes. Para su argumento resulta importante aceptar que las ideas son entidades intemas y mentales, distintas de las extemas, porque as{ resultan inmunes a la critica escéptica. Demostrar que se puede tener conocimiento de Jas apariencias es un paso importante en la reflexién de Descartes. Esto explica que supere la indetermina- cién ontolégica de las antiguas phavtasiat. La sensacion ‘Me he basado en este punto en ef anilisis de Miles Burnyeat; eft. Mix {es BURNYEAT, “Can the Skeptic wich His Skepsiism” e “deals & Greck Philosophy”, eeogidos en Ideaion Past and Present (Cambridge, Cambridge University Press, 1982) *Cfz, BURNYEAT, “Can the Skeptic" 0. ¢, p. 121. 28 de frio, de calor o dolor tiene que ser dividida ontolégi- camente en una condicién extema y fisica de alta o baja temperatura, o de tejido dafiado, de un lado y, de otro, en una impresion intema, puramente mental. De ese modo Descartes reemplaza la antigua y clasica topologia del alma, con su estructura tripartita —aesthesis, phantasia, nous (sensacién, imaginacién y entendimiento)— por un nuevo y sencillo espacio interior en el que todo aparece junto. Rotty lo describe como «la idea de un solo espacio interior en el que eran objeto de cuasi-observacién las sensaciones corporales y perceptivas ... Jas verdades matemiticas, las reglas morales, la idea de Dios, jos talantes depresivos, y todo el resto de Lo que llamamos “mental”. Esta nueva concepcién conileva también una neeva nocién del término cogitare, 0 penser, que incluye-toda la gama de estados fisicos: «Qué es una cosa que piensa? Es decir, una cosa que dude, que concibe, que afirma, que niega, que quiere, que no quiere, que también imagina, y que siente>’. Los sentidos y la imaginacién destacan ahora porsser la fuente de algunas cogitaciones, pero no de otras, ¥ percatarnos de esto nos permite saber cémo tratarlas a confianza que hemos de depositar en ellas. Pero todos estos elementos se encuentran en un tinico espacio. Mientras que la distincién clisica dependia de la mayor 0 menor interpenetracién con nuestra existencia corporal, el nuevo espacio es totalmente diferente del cuerpo. Asi queda establecido un dualismo novedoso y radical que a lo largo de estas péginas Iamaremos “clasi- ficacion dualista’. "Che. Richard RORTY, La filbsoiay ol expo de la natwraleza (Madrid, Cite- dda, 2010), p. 545. "DESCARTES, Oras (Madrid, Gredos, 2011), p. 173 29 Pero épor qué resulta tan importante esta diferencia~ cién para Descartes? Al considerar que las ideas consti- tuyen un tipo determinado de cosas, una clase cuyo ese «s percipi, es decic, cuya forma basica de existencia es apa recer “interiormente” en nosotros, se diferencia una enti- dad sobre la que fendamentar la certeza. Se pone fin a la misctia del escepticismo y se concluye esa interminable cadena de retractaciones que implicaba la isostheneia. Se alcanza de ese modo un fandamento seguro: al menos de ello no se puede dudar. El objetivo, al final, es ofrecer tun fisndamento para recuperar lo perdido en la Primera Meditacién, Como el general McArthur, Descartes llega a tun lugar segaro, a su Australia, un sitio desde el cual pue- de cumplir con su promesa de regresar. Gracias, primero, al cogito y, después a la demostracién de la existencia de Dios, podemos partir de la constatacién indubitable de que poseemos ideas ciertas y llegar a la certeza de un orden de cosas extemas establecido cientificamente. El escepticismo, pues, se destruye a si mismo cuando se es- tablece ese nuevo dualismo entre Io interno y lo externo y con ello el nuevo ambito de la interioridad, cuyos con- tenidos son (supuestamente) inmunes a la propia critica escéptica. Nada podia estar més alejado de las intenciones del escepticismo antiguo (0 del de Montaigne). Esta fue una de las razones que levaron a la creacién de un nuevo tipo de entidad, la “idea”. Pero fre un efec- to sobredeterminado. Y no sélo por el papel que iba a desempefiar en el proyecto fandacionalista, sino también bajo la influencia que tuvo la mecanizaci6n de la imagen del mundo que comenzé gracias ala obra de Galileo y de otros protagonistas de la revolucién cientifica moder na. La percepcidn, entendida como un proceso de nata- raleza material, se concebfa mejor como una impresion 30 producida en la mente por la realidad circundante. Como mas tarde indicé Locke, «en nosotros se producen las ideas (...) por la operacién de particulas insensibles sobre nuestros sentidos»’, Desde esta perspectiva, la idea consti- tuye el primer efecto de la afeccidn en la mente, anterior a las asociaciones que después ella misma elabora. Es, pues, Jo que la mente recibe pura y pasivamente, fa “impresién” causada en ella, por emplear la expresién utilizada por Hume més tarde. En palabras de Locke: «A este respecto, el entendimiento es meramente pasivo, ¥ no esti en st poder tener no tener esos rudimentos, 0, como quien dice, esos materiales del conocimiento>". La concepeién mecanicista ofrece un lugar para esta entidad, la impresiOn pasiva, definida en téminos cau- sales. Pero ¢l proyecto fundacionalista requerfa. también una entidad de esta clase, por lo que fue tambien el punto de partida para su reconstruccién del saber. En ese con- texto, la idea bésica (que Hume més tarde lamar “idea simple”) es aquella cuyo contenido no es en si mismo ni producto de una interpretacién ni la conclusién de wna inferencia mental. Si no fuera asi, seria necesario superar lo interpretado 0 lo inferado con el fin de llegar a su fun- damento dltimo. Explicada causalmente, se consideraba que la idea era recibida pura y pasivamente, una mera im- presign desnuda, De ahi que lo dado de un modo previo a la interpretaci6n y Lo recibido pasivamente fueran como las dos caras de una misma entidad o como dos formas de 9 Cf. John Locks, Ensayo solve ol ntendiiento bxmnano (México, FCB, 1960), p.114 (2.8.13). Bo p.533 (4.2.11), Locke habla de “glébulos". ®Tbidem, p. 97 (2.1.25). Cf. También p. 357 (2.30.3), donde habla de aque [a mente «es totalmente pasiva porle que toca 2 sus ideas simples y p. 98 (2.2.2) en donde sefela que la mente no puede ni crear ni desomuir ideas simples. 31 describir su misma naturaleza bisica. La pasivided causal y Ia ausencia de interpretacién eran dos dimensiones de tua mismo estado. Esto constituye la base de lo que mas tarde se Hlamara el “mito de lo (puramente) dado", pero también la raiz de todas las confusiones que nacen de la distincion entre el “espacio de causas” y el “espacio de razo- nes", También determiné la reificacién del pensamiento”, 2 La teoria dualista de Ja representacién, la concepcién se- giin la cual el conocimiento se basa en representaciones de la realidad externa, que cristaliza con Descartes y Locke enel siglo XVI, es el ongen de lo que hemos denominado [a tradicién de la epistemologla mediacional. A nuestro juicio, se trata de una tradicion importante en la que sus integrantes comparien una determinada imagen (bila) de Ja “mente-en-el-mundo?, a pesar de los desacuerdos so- bre otros temas ¢ incluso a pesar de que sus defensores "CG La tase es de W. SELLARS,“E!empirismo y a filosofia de fo mental”, secogido en Ciencia, pecepcin y realidad [Madi Tecnos, 1970. 140. sto resulta mucho mas evideate ea Locke, ge leva mis lejoe la meti- fora de los materiales de construccon en su explcacibn de les opericiones de Ta mene, Lat ideas son “materiales” y ol poder del hombre, como quiers que p. 98 0.22) Y despues ce hablar de a claboracion de ideas compiejas mediante ls simples, Locke dice: sTodo esto muss cul es el poder del hombre, y que sv modo de opezar 65 mis 0 menos el mismo en los mundos matedal¢ intelecual, Potgte en smbos casos fos materiales de que dispone sn tale que el hombre no tiene poder sobre sls, ni para fabicaios, ni'paradestraidos; cuanto puede hacer See en a sgl de clic nd Ha Mew rica bred paving detain ps, qe creat eto de Kant. Para st ‘Ca tbe impose el ibe de Herder, Ue maid ice de leva pa 6 el propio término, metacritica hace referencia a una in- vestigacion sobre los fundamentos de una teoria critica de primer orden. Exige reflexionar sobre les condiciones que subyacen a nuestros enunciados cientificos y analizar Ia concepcién cotidiana y precritica que tenemos de ellos. La metacritica también examina las condiciones necesa- rias para realizar la critica. Pero la investigacién sobre estas condiciones tiene luger en una dimensién diferente, no explorada por los fundadores de Ja tradicién mediacional, pero que Kant no past por alto, Es esto Jo que hace de Kant una figera puente, Se pretende profundizar en ese contexto que se ha de aceptar como dado si se desea que tenga sentido tanto €l propio proyecto cxitico como nuestra experiencia del mundo. Ahora bien écudl es la concepcién de la mente- en-el-mundo que daria sentido a la teoria mediacional? 2s congruente y coherente con fa que da sentido a nues- tra experiencia tal y como en realidad la vivimos? Hemos intentado oftecer una respuesta a la primera pregunta en el capitulo anterior explicitando la vision cartesiana de la mente-en-el-mundo y Ia relevancia de la clasificacién dualista, por ejemplo, Pero la respuesta resultarfa inadmi- sible para [a propia concepcién mediacional. Si partimos de que la teorfa mediacional en sus comienzos tenia un propésito findacionalista, es decir, que su pretensién era hhallar el fandamento seguro de nuestro conocimiento y alcanzar Jo puramente dado, mas alla de lo cual no se puede seguir investigando, afirmar que todo su proyecto depende de una concreta concepciéa de la mente-en-el- mundo, pero que también existen otras alternativas, puede ser algo totalmente devastador. En efecto, al advertir que sit propuesta es solo una de las posibles interpretaciones sobre nuestra mente-en-el-mundo, deja de tener sentido 64 su afirmacién de haber aleanzado Los fundamentos ti mos de todo saber, salvo que sea una interpretacién que cuente con una base sélida, Esta estrategia, que pone al fundacionalismo en con- tradiccién consigo mismo, es la que emplea con tan buenos resultados Hegel en su introduccién a La fenome- nrologia del Espiritu’. AK nquestra Jo que ya hemos sefiala- do: el fandacionalismo solo tiene sentido si se entiende como una imagen (ild) en el sentido de Witegenstein, es decir, integrado irreflexivamente en una construccién que se considera la tinica posible y que, por tanto, esté fuera de toda discusién. Pero en su introduccién Hegel pretende algo més que fa simple refutaci6n pragmética de esta concepcién. Le interesa reflexionar también sobre la segunda cuestion: dcusles son las condiciones que dan sentido 2 nuestra experiencia del mundo? A su juicio estas se encuentran determinadas por un conjunto de movimientos negativos ne van sucesivamente descubriendo los errores de nues- tvas primeras interpretaciones, y que por tanto las corri- gen. El camino que nos conduce hasta la interpretacion correcta se define en términos dialécticos y la nocién de “experiencia” adquiere un sentido més rico, pues se refiere a es0s momentos de transicién erftica. Es esta segunda forma dialéctica del argumento, que queremos seguir aqui ahora, Jo que nos muestra en cada caso si una teoria del conocimiento vulnera las condicio- nes que tendria que cumplir para ser valida, Hegel dirige ‘Ch G. W. F. HGR, “Ineroduccidn”, Fonomenologia del Eipiri (México D.E, FCE, 1966), p. §2. Hegel sefiala que la principal uadicidn epistemolo- ica que ertica implica una u otra imagen de lazmente-en-el-mundo: o bien lia mente puede captar la realidad a través de ciertos instrumentes, © bien la realidad llege a ella a través de un “médiam™. 65 esta critica a Kant, pero paradéjicamente fue este el prime- ro que la empled. Podriamos considerar que es este el momento funda- cional de la investigacién sobre las condiciones que dan sentido a la experiencia; y vemos que funcioné ya con muy buenos resultados en la deduccién trascendental propuesta por el propio Kant. Kant inauguré, pues, esa linea de argumentacién que después han seguido los més importantes “deconstructores” de la concepcién desvin- culada. Esta, como hemos indicado, socava dichia imagen descubriendo el trasfondo que garantiza que las operacio- nes descritas por la imagen tengan sentido. Asf se pone en evidencia que ese mismo trasfondo no puede estar a su vez sometido a las exigencias que la propia concepcién desvinculada prescribe. Vista a la luz de su trasfondo, esta resulta en si misma insostenible. Kant no llevé’esta argumentacién tan lejos como después sus sucesores en el siglo XX. Y ademds mantuvo la validez de uno de los rasgos muds importantes del modelo mediacional, al menos en su primera version. Se puede ver la deduccién trascendental bajo diferentes Iuces. Una de ellas es considerarla como el momento que puso fin al ato- mismo de inputs defendido por el empirismo. Tal y como Kant aprendio en Hume, parecia que en su nivel primario el conocimiento de la realidad (cualquiera que fuera) fun- cionaba sobre bits o impresiones particulares. Se diferen- ciaba este nivel de informaci6n de otro proceso posterior en el que las impresiones se asociaban, como ocuttla por ejemplo con las relaciones causales. A pesar de que somos nosotros quienes formamos las creencias, un andlisis re- flexivo (que, como se ha indicado, es fundamental en la epistemologia modema) permite distinguir y separar ese nivel bésico o primario de las conclusiones 0 inferencias 66 i f que mis tarde realizamos. Este andlisis presuntamente re- velaba, por ejemplo, que la conexiones necesarias que tan ficilmente establecemos entre causa y efecto no tiene ¢o- mespondencia alguna en el campo fenoménico’. Kant destraye este modo de pensar al probar que exigia tratar cada impresi6n particular como un bit de informacién potencial sobre algo. También la clésica dis- tincién de los empizistas entre impresiones de sensacién y de reflexién exige esto mismo. El zumbido en mi cabeza es diferente del ruido del bosque porque el primero perte- nece a mi sensacién mientras que el segundo me informa de algo que ocuere fuera de mi, De ese modo, incluso una “sensacién particular”, para ser realmente una sensacién —en sentido empirista, es decir, algo diferente de la re- flexiGn tiene que “ser acerca de algo”, Este rasgo después se expresaré con ¢l término “intencionalidad”, pero Kant se refiere a la necesidad de que exista una relacién con ¢! objeto de conocimiento: «Advertimos, empero, que nues- tro pensamiento de la relacién conocimiento-objeto con- leva siempre en si cierta necesidads*. Una vez que ha aclarado esto, Kant explica que le re- lacién con un objeto no seria posible si las impresiones fueran contenidos completamente aislados y sin relacién entre si, Ver un objeto implica localizarlo en algin lugar frente a mi, como minimo situarlo en un mundo que, a pesar de ser indeterminado en muchos aspectos y desco- nocido en otros, no puede estar totalmente indetermina- do ni desconocido. Todo bit particular de informacién presupone la unidad del mundo, por Io gue no puede 5 Cfi, David HUME, lrestigecin rare el conocimiento mano (Msdsid, Istmo, 2004), seccién VIL. “1. Kasvt, Cofice de fa raat para (Madsid, Taurus, 2005), ALO, p. 135. 67 estar completamente aislado de los demds. La condicién de trasfondo en la que se produce la impresion simple, tan querida por la filosofia empirista, impide que la conside~ remos con tanta radicalidad como Hume. Porque soslayar esa condicién implicaria una incoherencia. Romper los vinculos y las relaciones enue las impresiones sensibles provocaria perder el sentido que posee tener conciencia de algo: «Tales percepciones no pertenecerian tampoco 4 ninguna experiencia, por Jo que carecerian de objeto y no serian més que un juego ciego de representaciones, és decir, serfan menos que un suefiow’, La deduccion trascendental, y los argumentos relacio- nados con ella que aparecen en La critica de a razén pura, marcan asi un punto de inflexién en la filosofla moderna. En una mizada retrospectiva, puede afirmarse que consticu- ye el primer intento por articular el trasfondo que exige la propia imagen désvinculada para que sus operaciones sean inteligibles, pero que al mismo tiempo también esa articu- lacién sirve para destruir la propia imagen. Una vez. que se produce la transicién, el panorama filosdfico se transforma, pues se pone de manifiesto la necesidad de comprender el trasfondo. Uno de los rasgos mas destacables de las visio- nes reificadas que surgen cuando se ontologizan los pro- cedimientos de la epistemologia moderna es que silencian este asunto. De ese modo las condiciones de inteligibilidad ayadan a comprender los elementos ¥ procesos mentales meramente como propiedades internas. Se sostiene que tuna impresién oftece informacién inteligible en sf misma, tal como la casa es roja 0 la mesa es cuadrada. Poseen una existencia individual y separada de ua objeto extemo. Asi las ideas simples son para Locke andlogas a los materiales 1 Cf L Kant, 0.¢,A 112, p. 139, 68 necesarios para una construccion*, Con ello se olvida que para que X sea inteligible tiene que ser considerado inteligible como X y que siempre existen condiciones contextuales por las que las cosas pueden ser consideradas como algo. Tal y como fie formulada por Kant en su origen, esta revolucién destruye el atomismo de fa epistemologia mo- dema. Todos los que te suceden continuarin el camino que ayudé a abrir. Podemos afirmar que esta. cortiente que descosifica nuestra concepcién del agente del saber tiene ‘una naturaleza holistica. Lo que, en la concepcién anterior, se basaba en clementos independientes, ahora depende de un trasfondo en el que se integran. Heidegger y Wittgenstein siguen también el pionero argumento kantiano. En Ser y Tiempo, Heidegger sefiala que las cosas se revelan primero como parte de un mun- do, es decir, como correlatos de un compromiso cuida- doso y que dentro de esa totalidad de compromisos. Esta idea echa por tierra los rasgos de la imagen desvinculada. En primer lugar, y siguiendo a Kant, haciendo referencia a un todo de implicaciones, se rechaza ef atomismo de inputs, Pero también se impugna otro de los rasgos fun- damentales de la imagen clésica: que el input originario es un elemento neutral y que es solo después cuando el agente le atribuye un deierminado significado. Al afizmar que las cosas se revelan primero en el mundo como “ser a Ja mano” (zunbanderi) se desmiente dicha suposicién. Afir- mar que somos nosotros mismos quienes proyectamos esta actitud sobre las cosas después de haberias percibido neutral ¢ imparcialmente es un error fundamental’, “John LOCKE, Eno sobre ntndsina hao, 0. p98 (2.2.2) La forma de ser de estos entes es el “ser « Ja mano’. Mas ao debe com- prenderse ene sentido de un mero ‘crite de apercepign’, como sa los, 69 La exposicién de Heidegger en Sery Tiempo ha sido in- terpretado en ocasiones por pensadores que simpatizaban poco con el autor aleman como si fuera una interesante descripcion de nuestra existencia cotidiana, pero sin rele- vancia para resolver los problemas ontolégicos que discu- te. El hecho de que tratemos las cosas como herramientas u obstéculos en virtud de su selevancia para muestra ac- cién, équé muestra sobre la prioridad de la informacién neutral? Es cierto que no somos conscientes de que casi todo el tiempo las cosas son para nosotros objetos neutra- les, pero esto no significa que las tesis de la imagen desvin- culada sean incorrectas. Nuestra conciencia cotidiana es ya en si misma producto de una interpretacion. No deberia- mos incurtir en el error pregalileano de creer que las cosas son como se nos aparecen, tampoco en estos temas de la mente. Con este tipo de argumentos los defensores de la imagen desvinculada critican la “fenomenologia”. Pero Heidegger no pretender recordarnos lo que impli- ca vivir en el mundo cotidiano. Su argumentacién tiene el mismo objetivo que la de Kant y, como con este, se podsia decir que es una respuesta a la exitica a la que acabamos de aludir. Tiene el propésito de desvelamos que comprender las cosas como si solo fueran objetos neutrales es solo una de nuestras posibilidades en el trasfondo de una manera de estar en el mundo en el que las coses aparecen como “ser a a mano”. Comprenderlas neutralmente exige que modifi- quemos nuestra primera actitud hacia ellas, que es origina- riamente de compromiso. Heidegger sigue a Kant y afirma ‘cates que hacen fiente inmediatanienté se les imbuyesen semejantes “aspec- ros", como si a una materia césmica en si “ante Ios ojos" se la “colorease subjetivamente” de este modo inmediatamente” Cf. M, HEIDEGGER, Sery tiempo (México, PCE, 2001), p. 85. 70 que para que la actitud desvinculada frente a las cosas re- sulte intcligible ha de estar integrada en una actitud cons- tante de eneuadre hacia el mundo que es antitética a la primera, por lo que no puede afirmarse que sea primaria y fundamental. La condicién que hace posible la actitud de neutralidad impide situarla en ese nivel bésico y paradig- matico que la imagen desvinculada le supone. En el andlisis sobre las condiciones de posibilidad y de inteligibilidad de esta actitud Heidegger utiliza el témino rspriinglich, que significa no solo “anterior en el tiempo”, sino algo de mayor envergadura. Nuestra actitud urspritm- gich no ¢s solo anterior sino también condicién de lo que a ella sigue y a lo que modifica. A algo parecido se refiere con el repetido uso de la expresion zumatchst und cumeist (inmediata y regularmente). Pero estas expresiones aparen- temente son poco eficaces. Se aplican a un modo de ser que no es solo anterior y més regular, sino que constituye también el trasfondo para lo que es diferente a él. El planteamiento de Heidegger puede conducir fiacil- mente a equivocos. Afitmar que solo podemos tener esa comprensién neutral del mundo que propone la concep- cidn cientifica 6 desvinculada porque vivimos en el mun- do como un locus de significados, no es lo mismo que decir que hemos de definir los conceptos de la descrip- cién neutral en términos de significacion, esto es, el “sera Ia vista” como “ser a la mano” ‘Veamos ahora él diferente modo en que una palabra puede ser inteligible para nosotros y/o en que las cosas aparecen. Por ejemplo, las cosas pueden aparecer segiin el significado que tengan para nuestra accién, como “ofreci- mientos” en la frase de Gibson: una determainada situacién nos limita o imposibilita, otra permite que nos mova- ‘mos; una nos frustra, otra de nuevo nos posibilita lo que a queremos hacer. También las cosas se nos muestran como atractivas 0 repulsivas, placenteras 0 dolorosas, inquietantes © apaciguantes. Todo esto son ejemplos de cosas que son inteligibles gracias al significado que poseen para nosotros. Pero en ocasiones también las cosas aparecen de un modo neutral, sin significado para nosotros, tal y como aparecen para un agente desvinculado interesado solo en describir [a realidad impzzcialmente. Este ¢s el modo de inteligibilidad propio y decisivo para la ciencia y, en con- creto, para la ciencia natural. Pezo puede que exista un determinado orden entre ambos modos de inteligibilidad. © incluso mas de un orden, Uno de ellos estaria basado en la secuencia que siguen necesariamente en su desanollo. Gracias a la obra de Heidegger y de Merleau-Ponty, puede afirmarse que el modo “vinculado”, aquel en que las cosas aparecen en su sentido para nosotros, precede al desvinculado, Los expe:- tos en ontogénesis, por ejemplo, han demostrado que el nifio pequeiio que comienza a hablar, solo puede apren- der nuevos conceptos en contextos en que los objetos ya tienen ya un significado emocional!®, Los nifios con au- tismo, para quienes ese contexto de reaccién emocional compartida no funciona tan ficilmente, encuentra més di- ficultades pata generalizar conceptos y lo consiguen més tarde que el resto de los nifios. Incluso los ritos mediante Jos cuales los niftos aprenden sus primeras palabras son momentos de comunién, esto es, de atenci6n compartida que los niios desean y buscan intensamente y sin los cua- Jes no podrfan desarrollarse. CR, S, GaRENSRAN y S. SHANKER, The Fits Idea: Hots Symbols, Langxax ‘ge and Iteignce Evolved from Our Eady Primate Ancestors to Modern Hines {(Casbricge, DaCapo Press, 2004). 2 Igualmeate, fos nifios aprenden a diferenciar los pesos de los objetos porla dificultad que experimentan al levan- tarlos, antes de aprender los conceptos de gramo 0 kilo. Es evidente, sin embargo, que este orden necesario de inteligibilidad no tiene nada que ver con la dependencia légica, en donde comprender un concepto exige haber comprendido otto. Por ejemplo, no se puede entender el término “soltero” sin tener una minima comprensién del matrimonio, ni “inflacién” sin saber antes como fun- cionan los precios en nuestra vida. Pero que la actitud “vinculada” sea anterior a la “desvinculads”, segdn la se- cuencia necesaria de la ontogénesis, ya que no se puede alcanzar una etapa de desarrollo superior sin haber pasado por la primera, no nos dice nada sobre las condiciones lé- gicas necesarias para comprender el lenguaje desvinculado de la ciencia. A diferencia de fo que ocurre con “soltero” y “matrimonio” o con la “inflacién” y los “precios”, la expresién “pesa 10 kilos” no depende de “pesa mucho” como condicién de inteligibilidad. Heidegger y Merlau-Ponty no solo muesiran que fa postura vinculada es necesariamente previa a la desvin- culada en su génesis, sino también que resulta indispen- sable en nuestras vidas, No podemos “desarrollamos” fuera de esa manera de aparecer de las cosas y es inevi- table en nuestros movimientos cotidianos en el mundo asi como en nuestro modo de afrontar fas cosas. Cuando vamos en coche por una ciudad, nos damos cuenta de que adelantamos por la derecha a un coche que va mas lento y sabemos que podernos adelantarlo sin chocarnos con un camién que circula en direccién contraria: en este caso, comprendemos el espacio como un “ofrecimiento”. EI modo vinculado es, recurriendo de nuevo a la expre- sion de Heidegger, aquel en el que estamos zumdshis und 73 zunsist, pero sus “oftecimientos” no forman parte de to aque hace inteligible el lenguaje desvinculado de la ciencia. Si tenemos en cuenta de nuevo [a continuidad que existe entre la tesis de Kant y las del siglo xx, podemos afirmar que el planteamiento de Wittgenstein en Las in- vestigaciones filosdficas guarda incluso mayor sintonfa con el punto de'vista de Kant. En cierto sentido, lo que Kant hizo con el atomismo de los inputs de informacién es lo que hace Wittgenstein con el. atomismo de significado. Se enfrenta a esa teoria del lenguaje y del significado que, aunque aparece de un modo paradigmitico en san Agus tin, se desarrollé y difundi6 después gracias a los pensado- res de la concepcidn desvinculada, Segin este atomismo, tuna palabra posee significado cuando tiene con un objeto tuna relacion de “significacién®. No s6lo puede apreciarse el paralelismo entze esta visién y el atomismo de mputs de la epistemologia’ cartesiana, sino también que ambos estin entrelazados en los clésicos pastulados de esta teoria de la mente. Locke sostiene que una palabra tiene signi- ficado no por mentar directamente al objeto, sino por su referencia a la idea mental que lo representa", Esta modi- ficacién de la teoria agustiniana hace posible que cada in- dividuo hablara un lenguaje diferente, ya que al nombrar un objeto pueden tener en su mente distintas ideas a la de otro. Por ello, ¢5 posible un lenguaje privado en el que las palabras tuvieran significado solo para un individuo ¥ para nadie més, y esto constituye un desaflo escéptico que no ¢s facil de refutar. Wittgenstein, en gran medida, critica una de sus versiones “modernizadas”. Sin embargo, el atomismo de significado resulta in sostenible también por la misma razén por la que Kant © Cf, LOCKE, Ensayo sobre ef omendinieat bueno, 0. ¢., 9. 394395, 3.2.2. 74 demostré la imposibilidad del atomismo de inputs. Para los partidarios de esta concepcidn, es posible dar signifi- cado a las palabras a través de determinados ritos de nom- bramiento 0 bien sefialando el objeto al que se refieren. Pero con la argumentacién de las Investigaciones Filosificas, ‘Wittgenstein demuestra que la condicién para este tipo de “definicién ostensiva” es que el que esta intentando aprender una palabra comprenda el gran acuerdo en el que se basa el lenguaje y el lugar que ocupa esa palabra en A. La gramética del lenguaje se presupone porque «mues- tra el puesto en que se coloca la nueva palabras", Parece que nombrar algo es una operacién rudimentaria y auto- suficiente, pero «se olvida que ya tiene que haber muchos preparativos en el lenguaje para que el mero nombrar ten- ga sentido», En esta ultima cita, Wittgenstein explicitamente habla de las condiciones de inteligibilidad. La idea de que el significado de una palabra depende de su relacién con ef objeto, una visién atomistica, es dificil de admitir si se tiene en cuenta que esa relacion depende de un trasfondo de comprensién y que sin él cazece de sentido. Y esto es asi no exclusivamente en relacién con palabras aisladas, sino también para los juegos del Jenguaje en las que se in- tegran y, por ultimo, también para toda forma de vida que da sentido a esos juegos. La teoria agustiniana casi llega a conformar bits de nuestra comprensién del lenguaje. Pero cuando analizamos sus condiciones de inteligibilidad, nos vemos obligados a abandonar esta tesis para lograr una comprensién global del lenguaje. Esta teor‘a surgid en un "Cit L, WITTGENSTEIN, Obras 0. c, feestignciones lodfices, perigrafo 2575, 355. "Tbidern, p33, 15 a contexto cosificador. Su trasfondo de comprensign esta- ba basada en las relaciones existentes entre las palabras y las cosas, relaciones que se convierten en autosuficientes. Para escapar de esta visi6n, hemos de percatamos de que esas relaciones exigen un trasfondo y que este puede ser explorado en toda su dimensién y riqueza. Segiin este punto de vista, el trasfondo de compren- sién, que adquirimos al aprender un lenguaje, esté presen- te y opera ya en la primera relacién entre palabra y objeto que aprendemos. Pero también al aprender una segunda lengua. En este iltimo caso, ya somos conscientes de lo que iroplica que las palabras posean un lugar en el todo del lenguaje y a menudo conocemos cual es el de palabra que nos ensefian. El error consiste en aplicar esta misma reinterpretacion al estudiar la adquisicién del lenguaje ma- terno, «Y ahora podemos, creo yo, decir: Agustin describe el aprendizaje del lenguaje humano como si el nifiollegase aun pais extrafo y no entendiese el lenguaje del pais; esto es, como si ya tuviese un lenguaje, sélo que no ese», Robert Brandom ha trabajado recientemente sobre di- versas concepciones holisticas y las ha relacionado con Ja tradicién fregeana, Ilevando a cabo una reformulacion amplia y profunda de la epistemologia y la filosofia del Jenguaie. La propuesta de Brandon consiste en reemplazar la teoria basada en la representacion como concepto central por otra que gire en tomo a la nocién de ixjerencia. Las teorias representacionales mentienen el esquema basico de las tradicién mediacional que antes hemos identifica- do. Desde el punto de vista de estas concepciones, pode- mos identificar estados particulares de representacién por MCE. L WHTGENsTEN, Jeoutigaciones flosifias, parigrafo 32, p.293. 76 medio de los cuales captamos determinados contenidos que después combinamos para elaborar una vision gene- ral de las cosas. Frente a ellas, realizar inferencias supone cierto holis- mo. La adguisicién de nueva informacién hace posible otras inferencias porque se summa y reconfigura la vision vigente de las cosas. Cuando me informan de que se ha escapado un tigre en el parque, sé que es mejor no ir alli y que mi tia podria asustarse al regresar de la peluqueria; sé ademés que los vigilantes del 200 no han cumplido bien con su trabajo y que el alcalde tendré problemas para su reeleccién por haber nombrado director del 200 a su cu- ado, que es un incompetente, etc. En resumen, no hay bits de informacién completa- mente independientes o aislados, totalmente desvincula- dos de las inferencias, en ningtin caso". 3. Ep el siglo xX tuvo lugar el principal intento de decons- uur el mediacionalismo y estuvo vinculado al intento de explicitar las condiciones que daban sentido a la experien- cia. Fue en este contexto cuando se comprendié que la imagen mediacional era una distorsién yal mismo tiempo se empezé a elaborar la teoria alternativa del contacto. En " Git, Robert BRANDOM, Hecrlo expllate, Reconaiinto, rpresetacie y Ibidem, p. 156. bide, p12. 90, fracasemos y que no alcancemos nuestro objetivo, pexo esto no cambia la intencién mental de lograrlo. Es posible encontrar aqui otra vez la distincién D/F, aplicada ahora al Ambito de la accién. Sivolvemos de nuevo al fenémeno del afrontamiento absorto, nos podemos dar cuenta de que, aunque Searle describe comectamente [a intencionafidad que: subyace a tener un propésito, el afrontamiento absorto no exige que todos los movimientos del agente estén guiados y re~ gidos por una representacién de sus condiciones de satis- facciéa, Como hemos visto, la respuesta absorbida con que el agente afronta las demandas surgidas en el curso de su accién tiene que ser capaz. de rebajar las tensiones sin saber previamente cémo se restablece el equilibrio ni lo que se siente al hacerlo, De ese modo, ademas de las condiciones de satisfaccion de las que habla Searle, el fe- nomendlogo ha de introducir lo que podriamos calificar como “condiciones de mejora”. La concepcién D/F de Searle impide que nos demos cuenta de que la intencio- nalidad operante o motriz responde directamente a las “condiciones de mejora” en el mundo y que por tanto no es menester la representacién de las “condiciones de satisfaccién” de la accién. Para explicar cémo las habilidades cotidianas impli- can movimientos que no son causados por las intenciones de la accidn, Searle emplea el concepto de un “trasfondo de disposiciones, cipacidades, habilidades, etc.”. Y a pesar de que reconocer que él afrontamiento experto exige completar de algin modo la intencién reptesentacional aleja a Searle del representacionalismo estricto, no con- signe fmalmente liberarse de la imagen D/F. Insiste en gue el afrontamiento absorto no es una intencionalidad diferente, sino que la «intencionalidad surge en el estrato a1 del trasfondo de capacidades»*, Con esta afirmacién, parece querer decir que el agente, cuando acttia, ha de tener en la mente (o al menos la capacidad de tener) lo que intenta hacer y que todo lo demas necesario para cumplimentar la accién se debe comprender como un irasfondo no representacional de capacidades que origi- nan movimientos subsidiarios, pero que en si mismos no tienen condiciones propias de satisfaccién. Este es un giro tipico del representacionalismo. Cuando el fe- némeno que se esté estudiando no se puede explicar en virtud de representaciones mentales, en el caso de Searle Ia intencién de la accién, su inica alternativa consiste en decir que todo lo exigido por la accién experta no puede ser importante y que, por tanto, es un efecto de causas mecénicas 0 sin sentido. Ahora bien, con esta explicacién surge un nuevo pro- blema, Justamente porque cada uno de los movimientos de una accién no tiene condiciones propias de satisfac cién, tempoco pueden tener naturaleza intencional. Pero para Searle estos movimientos subsidiarios también se rea- lizan intencionalmente. Responde que estos movimientos son intencionales al ser causados de alguna manera por la intencién principal de la accién. Asi sefiala que «la inten- cionalidad alcanza hasta el tltimo nivel de las acciones voluniarias. Asi, por ejemplo, un esquiador experimenta- do tiene intencionalidad en el nivel de intenar bajar La montafiaa. Pero cada uno de sus movimientos subsidia- tios es sin embargo también un movimiento intencional. Chi JR Sean, “Response: The Background inf Intencionality and ‘Action’, recagido en E. LEFORE y R. VAN GUUCK (eds), job Searle ad His Gries (Cambridge, Bail Blackwell, 1991, p. 293. 92 Cada movimiento esté gobemnado por fa intencionalidad corriente™*. . ae eats taeance y gobierno” es absolutamente mis- terioso, $i se atiende al ejemplo de la accién experta, se descubre que no es necesario que Ia intencién de la accion alcance y gobieme directamente su curso. Con la nocién de condiciones de mejora podria explicarse mejor [2 ma- nera en que el agente rebaia fa tensién durante el cto de su acei6n que con una representacidn de las condicio- nes de setisaccién que controla directameate todo mov: gniento subsidario. Desde esta dptica, la intencién de le necién seria un evento causado por el sustrato més bésico dela intencionalidad operante mediante Ia cual el cuerpo ts incitado a responder directamente a la situacién. "Asi el afrontamiento continuo constituye el funda- mento de toda acci6n que tiene una finalidad 0 propési- to, Pero no se puede explicar a intencionalided operante en témminos de causalidad fisica porque implicaria que el agente se siente solicitado a hacer Io correct; fampoco se puede entender como froto de la causalidad mental, tomo cuando [a intencién de la accion causa un movi- mento corporal, ya que precisamente es lo que se pre supone para explicar el modo en que tna representacin mental ~en este caso, la intencién de la accién— posibilita entacién intencional. a ee rrnte ls cows eige un cierto tipo de compren- sién, de “precomprensién’”, Es decir, supone que las cosas se nos presenta con significado y en su selevancia para nuestos propésitos, deseos y acciones. Cuando camino por una montafa, con el pensamiento totalmente absor, fo, por ejemplo, en la tensa conversacién que tendré a 2 tpidem, 93 llegar a mi destino, puedo ver las configuraciones del ca- mino como un cbstéculo, un apoyo 0 una oportunidad, ¢s decit, como incitaciones a andar con cuidado o a correr despreocupadamente, etc. Asi incluso cuando no pienso en ellas, las cosas poseen relevancia para mi. De alguna manera, sé que estoy y camino entre ellas. Pero esta precomprensién no es de tipo conceptual. O, por decirlo de otra manera, en ellas el lenguaje no cumple ninguna fancién, El lenguaje es lo que posibilita que no- sotros, seres humanos, tengamos capacidad de centrarnos en cosas determinadas, es decir, de que podamos identificar algo (X) como lo que es (X). Lo identificamos asf como ade- cuado 2 la descripcién “e” y es esto lo que convierte a nues- tra identificacién en tan objeto susceptible de critica. (Es en verdad X? éBs el vocabulario de X adecuado a su Ambito 0 propésito, ete.2). También es posible, ademas, que en un de- temminado momenté ~ya sea a partir de un conflicto o por interés personal destaquemos y nos centemos en un de- terminado rasgo de ese saber de orientacién que poseemos. Puedo comenzar a distinguir las cosas y percibirlas como “obstéculos” o “facilitaciones” y con ello cambiar mi forma de vivir en el mundo, Pero en todo caso, sin necesidad de hacerlo explicitamente, vivo en el mundo y trato con él. E] afrontamiento cotidiano no es conceptual. Pero tam= poco debe ser entendido desde la perspectiva de una causa lidad inanimada. ¥ este hecho puede ser interpretado de dos maneras distintas. De un modo maximo, por decislo asi, el cognitivismo tiene una pretensién general y transversal de aleanzar un dia una explicacién reductiva de la experien- cia basada solo en representaciones formales y simbélicas. En Ios aitos ochenta del pasado siglo, se propuso y disefié ua modelo no representacional del Algoritmo de Aprendi- zaje Automitico para aprender a jugar al backgammon a 4 i rofesional. A partir de este y otros Exitos, las won scenes desaolladas en las limas décadas pbuscan explicar el aftontamiento en ¢s0s mismos términos aci como mostrar que el cerebro puede dirigir nuestro com- iento sin necesidad de representaciones”. Se podria afirmar que fenomenéloges ¥ neurocientfics convergen en sus esfuerzos por ofecer una explcacidn no mentalist Gel afontamiento experto situacional. Esta explicacion de las bases cerebrales de afrontamiento experoavalay est re Iacionada con la fenomenologfa del contacto y de la accién defendemos. ap todo caso, y al no disponer de esta posible, pez todavia lejana, explicaci6n mecanicista, la tinica manera aque tenemos de dar sentido a lo que hacen los animales, y a nuestros propia naturaleza preconceptal, es con La pre comprensin. Es decir, tenemos que ver emo el mands afecta a estos seres en términos de relevancia 0 por decirlo de otra manera, tenemos que ver 4 €50s seres y a nosotros mismos como seres activos. "La neurociencia ha establecido que La hubiidad rocedinene de afc re Maeda porn sea de Seas ecb te Fang mice cen eon crea comes ‘con el area limbica ademis de con las amnigdalas. Eh sistema li ico C3 ae sefales de recompensas necesarias para teforzar la experiencia de aprend “i Se ln fa compens tei polenta inti edness dei le eps edn os sll ob concido i eeucri con mando, se ease el eto ee ecard ¥ 20 Ge 20 Soe compan cond! indo, La pare peed nc ne pe ce end annua aos De 1 Smee fonoy per lo quence ee fac co etm deena del oto Yel vests, una “perspeciva”. Ver Start DREYFUS, “Systane o: Te Le ml) eae “Melbods ov Iniuitoe: (Che'tenhann, Raward Elgar ‘Publishers, 2014), pags., 15-25. 95 Pensamos que no es posible dejar de atribuir esta con- dicién también a los animales, como hemos hecho. Pero en el caso de los seres umanos, hay razones de mayor peso. Cuando nos centramos y destacamos algin elemen- to de nuestro contacto con el mundo y lo expresamos, no es como si hubigramos descubierto algiin elemento nuevo ni como cuando nos sorprendemos ante un cam- bio en el paisaje tras el recodo de un camino o al apren- der un término técnico que no sabiamos (como cuando M. Jourdain se da cuenta que habla en prosa, en la comedia de Moliere). Cuando, por ejemplo, me doy finalmente cuenta de que estoy incémodo y siento celos en una con- versacién, la impresién que tengo es que ya lo sabia antes. Lo sabia sin saberlo. Posefa un estatus intermedio entre lo conocido y lo totalmente desconocido. Constituye una especie de proto-saber, un contexto propicio para que se produzea esa transformatién que determina la atencién conceptual, a pesar de las resistencias. Yanos hemos zeferido a las aportaciones de Heidegger y a Merleau-Ponty. En ellos también encontramos esta idea, la de que nuestro pensamiento conceptual esté “in crustado” en el afrontamiento cotidiano. Esta concepcion esté compuesta de dos elementos diferenciados, pox decir- lo ast. El primero es que el aftontamiento es inmediato y regular (eindchst wd zemeist). En efecto, nuestro afronta- miento con las cosas lo comenzamos como bebés y solo més tarde nos introducimos en un lenguaje. Pero es que ademés también gran parte de nuestro vida de adultos im- plica un afrontamiento de este tipo. No puede ser de otra manera. Para poder centramos en algo y destacarlo, he- mos de seguir adelante, como ocurriria cuando caminaba Cf, Mouttre, El bmguésgemilbonibre (Madrid, Alianza, 2015). 96 y pensaba en una conversacién o cuando alguien trabaja en un Laboratorio, se da la vuelta y coge un tubo de ensa- yo pensando en Ja resolucién de algtin problema tedrico © en lo que va.a comer. El segundo rasgo es mis profundo. Es la cuestién a las que nos hemos referido empleando el término trasfondo. Todo el conjunto de afrontamientos es el fundamento de Jos momentos de atencién conceptual, no solo por cons- tituir la infraestructuza mental que nos acompafia, por ejemplo, cuando vamos de la biblioteca al laboratorio. En un sentido més radical, ese trasfondo de comprensién que es necesario para que nuestro pensamiento tenga sentido descansa en nuestro affontamiento cotidiano. Pongamos un ejemplo. Voy caminando y entro en un jardin en el que me percato de que hay solidago. Se trata de algo que es normalmente entendido mediante el esquema D/P, aunque a veces, por presién del fandacio- nalismo, se tiene que descomponer en una imagen més bésica aqui y ahora— y conformar después “solidago” por medio de inferencias. Uno de los errores fandamen- tales en los que incurrié la epistemologia clisica fue el de basar todo nuestro saber sobre ef mundo en este tipo de percepciones. Todo dependeria, asi, de juntar y unir los elementos o bits separados. Esta es la maneza en que fun- cionan las cosas para el fundacionalismo. Una de las razones por las que Kant es tan importante para la critica de la distincién D/F, a pesar de que creo su propia versién de la misma, es que fue capaz de destruir esa imagen, como hemos dicho. No podemos elaborar ninguna vision del mundo con percepciones como “el so- lidago esta fuera” o incluso “amarillo aqui y ahora”, por- que nada constituiria una percepeién si no tuvicra lugar en un mundo. Como minimo, no podria conformarse 7 una percepcién sin una visién circundante de mi mismo como agente capaz de percepcién y movimiento, sin un entormo al que perteneciera ese color amarillo. Si pensa- mos en las cosas sin tener en cuenta esta perspectiva,lle- gamos a algo similar a lo “impensable” como experiencia, algo que, como advierte Kant, ¢s “menos que un suefio"™. 4Cémo serfa experimentar el color amarillo con indepen- dencia de su lugar en el mundo o en mi mente? Seria una experiencia completamente disociada y muy poco prome- tedora como fundamento de ii visiéa del mundo. Nuestra comprensién del mundo ¢s, por tanto, holisti- ca desde el principio, pero de un modo diferente a como cree Quine. No hay percepciones individuales ¢ indepen dientes. Algo solo puede alcanzar este estatuto siempre que se encuentre integrado en un contexto de comprensién més amplio, un contexto que siempre se da por supuesto pero que en su mayor parte no monopoliza nunca nuestra atencién. ¥ no podria hacerlo no solo por su amplitad y sus incontables ramificaciones, sino porque no est confor mado por tun niimero finito ni definido de elementos. Seré ms fieil entender esto si se precisa que tampoco se pueden, determinar las ocasiones en que en algin momento el tras- fondo que se da por sentado se puede venir absjo. Referirse a ese trasfondo no delimitado era una de los argumentos preferidos de Wittgenstein y tanto en en las Investigaciones como en Sobre la certeza se refiere a ello. Por ejemplo demuestra, como ya hemos seBalado, que la comprensién de una definicién ostensiva no depende solo de determinar algo concreto. Exige también la com- prensién global del entorno de lo que se esta discutiendo (por ejemplo, una forma o un color), de Ja posibilidad Ch, LKant, ¢ ¢, A112, p. 139 98 de ensefiar su significado, etc. En nuestras reflexiones cotidianas, damos por sentado un mundo en curso, de modo que toda nuestra conducta se veria debilitada si descubriéramos que el mundo comenz6 sdlo cinco mi- autos antes, en el caso de que fuera posible hacerlo. Pero esto no significa que exista un catélogo o lista de cosas, que hemos descaztado ya, entre las cuales estaria preci- samente la de que el universo hubiera comenzado cinco minutos antes. Este trasfondo de comprensién que es indefinido en extensién se fundamenta y elabora gracias a nuestro afron- tamiento cotidiano. Saber que hay solidego depende de que estemos en un lugar, por ejemplo, de entrar en un parte y darnos cuenta de que estamos en agosto. Sé donde me encuentro porque he llegado hasta alli y sé cuando porque he vivido en verano, pero todo esto no es resuilia- do de una inferencia reflexiva: es parte de una compren- sidn lograda por mi afrontamiento diario. Es verdad que podria reflexionar sobre esta cuestién y teorizar sobre la existencia del solidago en otros lugares 0 en otras estar ciones, etc., de la misma manera que puedo dibujar un paisaje en un un mapa. Pero esto no desmiente que todo nuestro conocimiento reflexive se encuentre incrustado enel affontamiento cotidiano. El mapa no seria til, y por tanto no serfa un mapa salvo para mi, si no sirviera para orientarse. £1 conocimiento tedrico tiene que estar situa- do en relacién a nuestro afrontamiento cotidiano para ser el conocimiento que es. La incrustacién resulta inevitable y lo es en un sentido mis importante: todo ejercicio de pensamiento concep- tual 0 reflexivo tiene contenido si esta situado en ei con- texto de ese trasfondo de comprensién que subyace y se elabora gracias al affontamiento cotidiano. 99 3. LA COMPROBACION DE LAS CREENCIAS Pareceria que casi no hay diferencia entre el antifunda- cionalismo que rechaza Ja visién mediacional del cono- cimiento y el que no lo hace. Después de todo, ambos defienden la necesidad de abandonar el proyecto de Des- cartes. Sin embargo, si al mismo tiempo no se rechaza Ia epistemologia representacional, continuaré vigente la aportacién més importante de {a filosofia cartesiana. Se puede llegar a esta conclusién anelizando en pro- fandidad el complejo debate sobre ef realismo y el an- timealismo. Esta disputa tiene sentido solo desde una perspectiva mediacional. Pero no lo tiene si nos liberamos de esa éptica, como Heidegger y Merleau-Ponty hicieron. ©, mejor dicho, en ese caso surge un realismo no proble- mético que ya no puede ser considerado una aventurada tesis filosofica. Con frecuencia se ha dicho que el mediacionalismo nos conduce ozra vez a posturas escépticas, relativistas y 101 no realistas. Pues una vez que los argumentos fundaciona- listas sobre la verdad fracasan, nos queda solo la imagen de un sujeto cerrado en si mismo, sin contacto con ese mundo que lo trasciende. Y asi aparece lo incognoscible (como la Dignen an sich 0 cosa en si), 0 se plantea la viabili- dad de un pensamiento privado (el argumento del fengua- je privado) o se llega al zelativismo. En concreto, en este tiktimo caso creer que cada mente tiene acceso al mundo solo desde sus percepciones, 0 que lo configura con for- mas personales, impide establecer criterios compartidos que azbitren racionalmente los conflictos. {Cémo pueden los individuos fandamentar sus ideas sobre critetios co- minmente accesibles para todos si cada uno de ellos se encuentra encerrado en su propia vision? Empezando por el escepticismo o el telativismo!, Ja respuesta es obvia y adopta una forma antirrealista. Si las disputas no pueden ‘er arbitradas racionalmente, épor qué creer que son reales? Si fuera asi, Zeémo llegar a la conclu- sién de que solo hay una manera correcta de plantear las cosas, frente a otra inadecuada? Sino podemos saber nunca sinuestro lenguaje, amestras ideas 0 categorias se correspon- den con la realidad, con lo que las cosas son en sf mismas, dqué garantia tenemos al hablar de esa realidad que nos trasciende? Por tanto, no hay mis remedio que rechazar el estatuto de lo real, es decir, aceptar el antirrealismmo. Estas posturas no realistas pasan por alto ciertas dis- tinciones bésicas y de sentido comin entre Ia realidad y la imagen que tenemos de ella: la diferencia entre el "Nos eeerimes al esceptcismo en general. Hay una forme conereta de ‘ecepticismo que se enffente en concieto ala cient, pero que no afecta 3 rueswo conocimiento dela realidad cotidiana.Trataemos este tipo de escepr ticismo en el capitalo 7. 102 mundo tal y como es frente al mundo tal y como lo ‘vemnos; lo que es moralmente correcto frente alo que su- ponemos que es correcto, etc. Paradojicamente rechazan dicotomias que fueron establecidas por primera vez por la tradicién mediacional. Es evidente que el fundacionalismo comparte el mis- mo universo dialéctico que las teorias mediacionales. Es- tas surgieron para hacer frente al temor de que nuestras representaciones fuera solo mentales ¢ independientes de nuestro contacto con lo real y plantearon que pudiéra- mos ser victimas de un genio maligno[malin gevie)). El fundacionalismo busca erradicar estos temores. Y es eso también lo que explica que las posturas relativistas 0 no realistas y, por tanto, Rorty como principal defensor de as mismas, provoquen tanta indignacién en la comuni- dad cientifico-filosdfica. En efecto, toda nuestra cultura se funda en la visién mediacional, de modo que aquellas concepciones nos situarian en el horror de estar inexora- blemente sin contacto con la realidad. Ademis la ciencia depende de ese contacto con Io real, por lo que se dice que quien apoya esas teorias es hostil a la ciencia, sirve y defiende al enemigo, destruye la civilizacion, etc. Rorty no se deja vencer por ese alarmismo reacciona- rio, Pero su modo de enfrentarse a esas cuestiones depende en gran parte de ese mismo universo mental. El mediacio- nalismo que opera aqui es el que considera las representa- ciones como elementos de mediacion. “Representacién”, segtin las teorias epistemolégicas fundacionalistas, hace referencia al acto en que se formulan o explicitan bits de conocimiento. Como hemos visto en el primer capitulo, ‘ha ido cambiando con el tiempo la concepcién de la me- diacién. Para Descartes o Locke, dependia de las ideas, entendidas como contenidos mentales particulares y a las 103 que se les atribuia una naturaleza que oscilaba entre ser pequentas copias en la mente de los objetos o afirmaciones de saber expresadas en oraciones subordinades. Més tarde, para Kant implicaban alguna subsuncién. Otros pensado- res localizaron estas unidades bisicas fuera de la mente, en cuerpos materiales, como en el caso las “inritaciones superficiales” de Quine’. En el siglo xx, y debido al giro lingitistico, las unidades basicas fueron los enunciados de verdad 0 creencias. Hasta e! momento hemos calificado de “representacio- nalistas” a quienes sostenian que nuestro saber consistfa en representaciones y el razonamiento en su combina- cién, Empleando {a terminologia de Sellars y McDowell, serian aquellos que afirman que el espacio de las razones esti constituido por creencias. En ottas palabras, creemos que los pensadores que comparten esta visidn no han te- nido en cuenta lo que Heidegger y Merleau-Ponty han sefialado sobre la incrustacién de las creencias explicitas en un trasfondo de comprensién. (Es verdad que se puede entender que el espacio de las razones es solo el espacio de las creencias, e incluso tiene sentido hacerlo si por razonar se entiende fundamentar creencias, Pero esta comprensin se antoja demasiado estrecha, ya que no explica cémo elaboramos nuestras creencias a partir de la percepci6n, como veremos ahora. Pues si estas constituyen el fundamento esencial del que dependen todos nuestros razonamientos sobre el mun- do, seria un grave erzor incluirlas solo en el espacio de las causas). 2 C&W, V. O, Quins, “Scope and Language of Science”, reeogido en The Ways of Paradox, and Otker Exays (Cambridge, Harvard University Press, 1376). 104 En este sentido, Rorty, siguiendo a Davidson, es repre- sentacionalista. Davidson afirma: «Lo que distingue a una teoria de la coherencia es simplemente la afirmacién de que nada puede contar como una razén para sostener una creencia excepto otra creencia»'. Y aclara que defiende tuna teorfa coherentista, pero compatible con la verdad de las teorias de la correspondencia. Davidson cita con apro- bacidn a Rorty: «Nada figura como justificacién a no ser por referencia a lo que aceptamos ya, y que no hay forma de salir de nuestras creencias y de nuestro lenguaje para en- contrar alguna prueba que no sea la coherencia»*. Parece, pues, que los dos estén de acuerdo en este punto’. Ademas esta postura, y también la consigaiente y nitida diferencia- cién entre causacién y justificacién, son tna aspecto esen- cial de la estrategia de Rorty. Sin embargo, claramente se trata de una concepcién representacionalista. Se acepta que en el espacio de fas razones solo hay creencias. Pero es importante afiadir que no se defiende esta concepcién como si nos halléramos ante un descubrimiento extraordinario. Se articula como si lo que se estuviese afirmando fuera una obviedad. Bs verdad que nada puede justificer una creencia sal- vo otra. Pero épor qué esto es tan evidente? Porque Ia alternativa exigirfa “salir de nuestras creencias y de nuestro. Ienguaje”. Davidson sugiere esto mismo cuando alude a la alternativa de confrontar nuestras creencias con “el tribu- nal de la experiencia. Ninguna confrontacién semejante *C&. D. Davanson, “Verdad y conceimiento", recogide en Monte, mondo 7 azcién (Barcclona, Paid, 1992), . 78 “CHR RORTY, Le flooa oe expeja dele naturaleza, 0. cp. V68 Ver también Ia explicacién que ofrece Robert Brandom sobre la posture cde Rorty en Ia introduccién 2 R. BRANDON (ed), RORTY and His Cries (Oxford, Blackwell, 2000), p. XIV. 105 tiene sentido, pues, desde luego, no podemos salir de nuestra piel para descubrir lo que causa Jos aconteceres internos de los que tenemos conciencia”. Lo més importante es subrayar que estos dos fildsofos se apoyan en los rasgos de Ia imagen mediacional para defender la obviedad de sus propuestas. No podemos salir fuera de ella. Por tanto rige aqui también ta distincion D/R, Estamos encerrados en nuestras propias represen- taciones y no podemos salir de ellas con el fin de com- pararlas con la realidad. Es decir, las teorfas no realistas pretendian rebatir esa imagen clésica, pero para criticarla mantienen su propia distincién, Es esto justamente lo que quiere decir estar cautivo. Con el fin de mostrar por qué las tesis del coheren- tismo no son tan obvias, sino que realmente son falsas, tenemos que desembarazarnos de la imagen mediacional ¥ adoptar la perspectiva de] “saber incrustado” defendida tanto por Heidegger como por Merleau-Ponty. Es verdad, ciertamente, que verificamos nuestras afimaciones con la realidad. Por ejemplo, si le decimos a alguien: Johnny, ve al cuarto y comprueba si esté torcido el cuadro», Johnny hace fo que le decimos. No verifica la creencia ‘que cuestionamos en ese momento —que el cuadro esta torcido con su propia creencia. Sale de la habitacién con una idea, si, pero el proceso de verificacién no consiste en comparat sus creencias con las nuestras, sino en elaboras tuna creencia sobre esa misma cuestién saliendo y miran- do el cuadro. Puede parecernos que se trata de una accién muy sim- ple, pero presupone el dominio de un gran conjunto de °C. D. DAVIDSON, “Verdad y conocimiento”,recogide en Mente, mundo 2 atc, 9, Gy B83. 106 destrezas que tenemos en comtin con otros organismos superiores. Mirar un objeto exige que determinemos una escena en principio indeterminada; requiere estabilizar el fondo, capacidad para destacar en él un objeto dete: minado y optimiza: las condiciones de vision. Pensarnos que ver es una operacién sencilla porque ya somos exper- tos en ella y por eso, mientras no haya problemas ni per- turbaciones, no tenemos conciencia de lo que hacemos. Con el fin de analizar el conjunto de operaciones que Ievamos a cabo en Ia percepcién, puede ser Gtil reflexio- nar sobre las situaciones que se producen cuando esta se interrumpe o fracasa. Precisamente, el estudio de esas situaciones es la contribucién més original ¢ importante de la Fenontenologia de la percepcién de Merleau-Ponty ya que permite descubrir la compleja interaccién entre el campo perceptivo o las cosas y lo que llama esquema corporal, y de la que depende la constitucién de los ob- jetos de la percepcion. En primer lugar, hemos de determinar fa escena ante nosotros. A menudo es un proceso tan natural que se produce al instante, pero en determinadas situaciones podemos cobrar conciencia del mismo. Segtin Merleau- Ponty, lo primero que percibimos es una escena inde- erminada ¢ inestable: «Si ando por una playa hacia un barco embarrancado, y si su chimenea o su arboladura se confunden con el bosque que bordea fa duna, habra un momento en que estos detalles se unirin vivamente con el bazco soldéndose al mismo. A medida que me acercaba no percibi aquellas semejanzas 0 proximidades que acabarian reuniendo en un disefio continuo la st- perestructura del barco. Solo experimenté que el aspecto del objeto iba a cambiar, que algo acechaba en esta ten- sidn, como en las nubes acecha la tormenta. De pronto 107 el especticulo se reorganiza dando satisfaccion a mi im- precisa esperar’, Cuando se ordena la escena ante nosotros en objetos, se organiza en figura y fondo. Entonces nuestro esquema corporal opera automaticamente, como si dispusiéramos de esa destreza desde sierapre, para estabilizar el fondo. Esto exige ajustar la iluminacién y mantener constante el brillo con independencia de los cambios que s¢ pro- duzcan. Asi, si estamos concentrados realizando una de- terminada accién y pese a que [a luz se vaya apagando, para nosotros es constante hasta que, cuando nos damos cuenta, estamos completamente a oscuras. Asimismo, el color de los objetos nos parece también constante pese a Jos cambios de iluminacién. De esta circunstancia pode- mos damos cuenta al ver una fotografia de una puesta de sol, en la que todos los objetos poseen un matiz anaran- jado, o ver amarillo.el interior de una casa desde fuera en un dia nevado, pero que no se nos muestra con ese color si nos encontramos dentro de ella. La verticalidad de una escena se produce y mantiene de igual manera. Merleau- Ponty recurre a los experimentos de la Gestatl para mos- trar que si un individuo se pone gafas que invierten la imagen del mundo, tras unos minutos de desorientacion, es capaz de corregir esa imagen y puede incluso esquiar 0 montar en bicicleta. Sucede lo mismo con otros fondos de constancias o ni- veles, como los denomina Mecleau-Ponty. Mientras tanto, también la figura se estd estabilizando. Los objetos se nos presentan con un tamafio constante cuando nes acerca- mos @ ellos, a pesar de que su imagen en nuestra retina se Gh, M. MERLEAU-POWTY, Fenomennlota dels pecepcin (Barcelona, Pe- insula, 2000), p. 38 108 expanda con rapidez. A diferencia de lo que ocurre con tun sujeto encamado que se mueve, Merleau-Ponty indi- ca que ante el objetivo de una cimara el tamafio de los objetos no es constante. Esta es el motivo por el que la nariz o la piel aparecen aumentados sise perciben 2 través de su lente, También Ja constancia del tamatio desapa- rece si se prescinde de la sensacién de movimiento en la percepcién de un objeto. Eso explica que en un avién los caches o las casas parezcan de juguete. El esquema corporal también mantiene constante [a forma y ef co- lor de los objetos, aunque en realidad esta afectado por otros colores y la imagen del objeto en la retina se mo- difique cuando nos movemos a su alrededor. Con el fin de ilustrar este notable trabajo de organizacién perceptiva que hacemos sin damos cuenta, Merleau-Ponty comenta como Cézanne, al pintar naturalezas muertas con muchos colores y desde diferentes perspectivas, pretendia provo- car en el espectador la sensacidn de que los objetos tenian formas y colores estables, para que parecieran més reales que los cuadros renacentistas. Es patente la pretensién del impresionismo por pintar la luz. «Algo similar ocusre con el contorno de los objetos que, concebido como una Ii- nea qué los enciezra, no pertenece al mundo visible sino a la geometria. Si marcamos con un trazo el contomo de wna manzana, la convertimos en una cosa, en tanto que establecemos el limite ideal hacia el cual huyen en profiundidad los costados de la manzana. No sefialar nin- gain contomo seria privar a los objetos de su identidad. Sefalar uno sélo, significaria sacrificar la profundidad, es decir, las dimensiones que nos facilita la cosa, no como desplegada delante nuestro, sino de una manera lena de posibilidades reservadas y como una realidad inagotable. Por eso seguiré Cézanne con una modulacién coloreada 109 los volimenes del objeto y marcard con trazos azules va- rios contomos. La mirada, yendo y viniendo de un con tomo a otro, aleanza a ver un contomno naciente de todos ellos tal como ocune en la percepcién’. Finalmente, también aprendemos la habilidad de posi- cionamos para lograr el angulo de visién més éptimo so- bre la escena perceptiva. Ya hemos visto cémo en la accion desarrollamos le habilidad de movernos, para que nuestras, anticipaciones se realicen continuamente. Merleau-Ponty sefiala que en el proceso de percepcidn este movimiento se realiza de una manera especial. Normalmente al ver un objeto primero sentimos Ia distancia que nos separa de él como wn desequilibrio que buscamos superar moviéndo- nos hasta alcanzar el mejor Angulo de visi6n. Entonces nos ubicamos en la posicién adecuada para percibir el objeto como un todo y en sus detalles. Explica Merleau-Ponty: * Pero una vez. que nos hemos dado cuenta de la falta de fundamento del Mito de lo Dado, el problema es com- binar esta libre espontaneidad con la constriccién. Para no caer ni en la falta de fundamento a la que conduce el Mito de lo Dado ni en su desacreditacion, que nos deja insatisfechos, «necesitamos reconocer que las experiencias mismas son estados o sucesos que combinan inextricable- mente la receptividad con la espontaneidads?; tenemos que ser capaces de hablar de lz experiencia como una apertura al disefio de la realidad, pues la experiencia le hhace posible al disefio mismo de la realidad ejercer una influencia racional sobre lo que un sujeto piensa». Estamos de acuerdo con cémo describe McDowell nuestra tarea. Tenemos qué mostrar que nuestro percibir es al mismo tiempo limitado y libre, situado pero a la vez cteativo y esponténeo. Es lo que pretendimos en el capitulo 3. ¥ alli llegamos a la conclusién de que una espontaneidad controlada opera de un modo inevitable y fundamental por debajo de lo conceptual, es decir, que {as habilidades conceptuales se apoyan en un conjunto més profundo de habilidades epistémicas, como vimos con el caso de John. Si queremos ver cémo se combinan espontaneidad y constriccién, tenemos que captar emo se consigue esto en la percepcidn: estamos de acnerdo ' Gf. J. McDows, 6c, p.40. “Ibider, p68. ™ybidem, p. 67-68. 130 con McDowell. Pero si recurrimos a ella, hemos de saber que avestra habilidad para elaborar creencias, como “el cuadro esti torcido”, depende de habilidades epistémicas preconceptuales. Esta tiltima afirmacién es Jo que nos distancia de Mc- Dowell, En su critica a Gareth Evans en la Conferencia Terceta, rechaza clara y firmemente que en el espacio de las razones puedan incluirse experiencias “fuera de la es- fera de lo conceptual”. La tesis de Evans no es idéntica a fa nuestra, pero también nosotros creemos que existen experiencias preconceptuales. Si nos preguntames por la razén por la que McDowell rechaza esta idea, mas alld de su critica a Evans, nos daremos cuenta de que man- tiene esta tesis desde las primeras paginas de su libro. Ya en la Conferencia Cuatro, después de atribuir a Kant que «el conocimiento empirico es el resultado de la colabora- cién entre la receptividad y In espontaneidad», afiade la siguiente matizacion entre paréntesis: «aqui, ‘espontanei- dad? puede considerarse simplemente una etiqueta para denominar el hecho de que se hallen implicadas las ca- pacidades conceptuales»", ¥ en el resto de la discusion, emplea siempre la expresién “capacidades conceptuales” (© “contenidos conceptuales” para referirse a lo que ha de ser combinado con la receptividad. Asi las cosas, parecerfa que ahi radican nuestras dife- rencias. Como dl, también nosotros otorgamos a la es- pontaneidad una funcién importante en el contacto mas bisico con el mundo. Pero McDowell no admite ningu- na espontaneidad sin conceptos, mientras que nosotros, siguiendo a Merleau-Ponty, nos hemos ya referido a esa "bidem, p 106, *tbidem, p45, BL espontaneided subconceptual que opera en nuestra per- cepcién primaria del mundo. Esto significa que intentamos reubicar los argumentos holisticos fundamentales, tomados de Kant, y los lleva- ‘mos a un registro preconceptual. Dijimos ya en el capitu- lo 3 que Kant fue el primero en desarrollar el argumento holistico que después han empleado también otras de- construcciones del mediacionalismo . Es la misma tesis en contra del atomismo de inputs, que consiste en mostrar que cualquier percepcién individual ha de estar vinculada con el mundo en el que se se encuentra, y que necesatia- mente relacionamos los bits de conocimiento (Erkenrtnis- sx) con los objetos (Gigenstand). McDowell comienza en este mismo punto: «El objeto de la experiencia se entien- de como algo integrado en una realidad més amplia, una realidad que se puede abarcar completamente por parte del pensamiento, pero que no esté disponible al completo en esa experiencia concreta»!, Pero si lo comprende asi es por eémo se supone que funcionan nuestras “capacidades conceptuales”; a nuestro juicio, sin embargo, el holismo funciona en la experiencia preconceptual, como muestra el ejemplo de un experimentado fatbolista en el campo de juego. En efecto, el fatbolista offece un buen ejemplo de esa espontaneidad preconceptual. Kant y McDowell hablan de “espontaneidad” porque conciben al agente de cono- cimiento no sélo desde la perspectiva pasiva desde la que recibe impresiones de mundo exterior sino también des- de la activa, desde la que construye su entomo y Ie otorga sentido. En la mayoria de estas ocasiones utilizamos con- ceptos. Pero no siempre es asi. El futbolista esta “dando "Tbidem, p. 76. 132 sentido” activamente al campo que se abre ante él, !o concibe espacialmente, diferencia zonas inexpugnables, posibles espacios abiertos que quedan entre los adversa- ros, vulnerabilidades por donde estos pueden pasar. En ef lenguaje de Gibson, percibe “oftecimientos” pero sin emplear conceptos (Jos términos aplicados son nuestros, no de Gibson). La espontaneidad de Kant es “racional” precisamente porque no es arbitraria, sino que se encuentra dirigida a dar sentido al mundo y a captarlo adecuadamente. Gre- cias a ello, por ejemplo, en el ambito moral podemos he- blar de libertad y sefialar con McDowell que «la necesidad racional no sélo es algo compatible con Ja libertad sino que resulta ser algo constitutivo de esta», Asi la esponta- neidad en todos los Ambitos est guiada por el objetivo de la percepcidn; que a veces nos veamos obligados a Megara determinadas conclusiones no niega esto, sino que lo con- firma, La misma zelacién intrinseca entre espontaneidad y necesidad que hay en la sabiduria moral, y en la cientifica segin Polanyit, también actia inconscientemente en el jugador de fitbol. Este ejercita sus facultades con el fin de lograr una visién precisa de las lineas de fuerza siempre cambiantes del campo. Pero en ese caso el medium ao es Ia reflexién moral o la representacién teorética, sino los ofrecimientos que posibilitan el ataque o la defensa. Que [a espontaneidad sea preconceptual en ef caso del fatbol, pero no en la deliberacién moral o en la practica de la ciencia tiene que ver con el lugar del lenguaje en nuestras vidas, como veremos més tarde. “Thidem, p.40. © Ci Michael PoLANYI, Pertonal Knowledge (Chicago University Press, 1958) 133

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