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EL APEGO

Sentimos que todo a nuestro alrededor nos pertenece, menos el instante presente.
Luchamos por adquirir cosas y en esa lucha nos imaginamos lo felices que seremos cuando las
tengamos. Pensamos todo el tiempo en esa vana ilusión. Sacrificamos tiempo, bienestar, paz,
salud, amor, nos endeudamos. Llega el esperado día y la magia pasa, solo es algo que también
se va. Pero al adquirirlo necesitamos mantenerlo, protegerlo y cuidarlo. Seguimos siendo
esclavos de una vana ilusión. En eso se nos va tiempo, energía y vida.
Ahora veamos el apego a las personas que creemos que son nuestras: los padres, los
hermanos, los amigos, la pareja, los hijos etc.
Si alguno se marcha nos duele tanto, tal vez no por qué lo haga, más bien por quedarnos sin
ellos.
Eso genera dolor, rencor, rabia, celos; cada sentimiento según la circunstancia.
Tanto las cosas materiales como las personas, las vivencias, las espectativas y muchas otras
cosas más que creemos nuestras, en verdad no lo son. Son solo una distracción y una vana
ilusión, que nos mantiene atados. Nada es real y todo es impermanente.
Vivir el presente y recordar que cuando partamos de este mundo nos vamos sin nada, ni
siquiera el cuerpo pues fue solo un préstamo; ese cuerpo que tanto acicalamos, vestimos con
finos trajes, del cual nos enorgullecemos, es solo un empaque; igual como cuando se recibe un
regalo, se ve hermoso y lo tomas en tu mano con gran ilusión, rompes el papel y este ya no
importa, solo lo que está dentro. Igual sucede con el cuerpo humano, al partir se desecha.
Llegamos desnudos sin nada a este mundo y partimos igual.
Vivamos cada instante como el último, es lo único verdadero y real. Aprovechando al máximo
el tiempo presente, lograremos estar plenos y felices.
Si logramos alcanzar un avance espiritual, ese si es un verdadero tesoro que es nuestro, y
cuando partamos de este mundo, será nuestra máxima y verdadera riqueza.
Te invito a meditar!

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