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PSICOLOGÍA SOCIAL Y

COMUNITARIA
marcos metodológicos y de aplicación
 Psicología social y comunitaria (marcos
metodológicos y de aplicación)

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Antes de establecer cada uno de los elementos constitutivos de carácter metodológico en el


campo de la psicología social y comunitaria es indispensable hacer referencia a las
consideraciones propias de la dimensión epistemológica que le dan sentido y soporte a las
formas de abordaje, de recolección de información y de construcción de estrategias para la
transformación y el cambio sociocultural. Esta perspectiva para la psicología social y comunitaria
que bien puede denominarse contemporánea tiene lugar en los paradigmas críticos cualitativos,
donde se establecen principios transversales como la consideración del sujeto como activo,
reflexivo y propositivo, la consideración del contexto como escenario cambiante, caótico y
plagado de incertidumbres, y la comprensión del proceso colectivo como proceso colaborativo,
político y reivindicador.

En este sentido, vale aclarar que el contexto de abordaje de la psicología social y comunitaria se
instala en los marcos de investigación acción y narrativa, con los que se pretende no solo
comprender los procesos sociales desde adentro, sino que, junto con las poblaciones y

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comunidades, desarrolla estrategias para el restablecimiento, la dinámica social y la
reivindicación de las mismas, por medio de escenarios metodológicos críticos emergentes, la
mayoría de los cuales pueden considerarse como cualitativos y propositivos, donde la expresión
discursiva cobra sentido particular y traza la orientación y la plataforma de abordaje. Es
entonces indispensable hacer la distinción básica inicial entre lo que se considera abordaje
externo y abordaje interno para los procesos de psicología social y comunitaria, ya que esto
permite la comprensión del rol que el profesional en el área debe cumplir, así como también el
que cumple la comunidad en cualquier proceso que evidencie una necesidad, una dificultad o
un interés.

Principios básicos en las formas de abordaje

Abordaje externo

Es casi una tradición, no solo para la psicología social y comunitaria, sino para todas las ciencias,
establecer un panorama de trabajo que intervenga una necesidad o un problema evidente; sin
embargo, la forma de comprenderlo no necesariamente es la misma o tiene las mismas
facultades y estrategias. Para hacer claridad sobre esa diferencia se debe establecer que la
perspectiva clásica, positivista y funcionalista define para la psicología social y comunitaria una
manera de abordaje que asume las siguientes consideraciones:

1. La comunidad es entendida como objeto de estudio, es decir, es quien reporta un


problema y evidencia una necesidad que debe ser intervenida y resuelta por expertos
externos que tiene la experiencia, el conocimiento y las herramientas para dicha tarea.
En este sentido, la comunidad aparece como pasiva y contemplativa frente a las
disposiciones de quien la interviene, con lo cual se establece también una condición
política, al considerar que la participación de la comunidad no es necesaria para el
establecimiento de formas de cambio y transformación.

2. El desarrollo es entendido como un proceso de cambio, transformación y progreso, el


cual está mediado por las técnicas y estrategias formuladas por el experto o grupo de
expertos, quienes determinan los indicadores y las formas de evaluación, así como los
escenarios futuros de mejoramiento para las comunidades intervenidas. En este aspecto
queda claro que el desarrollo y las estrategias son únicamente responsabilidad del
interventor o psicólogo comunitario.

3. Las metodologías utilizadas en este contexto de abordaje se alinean más a las lógicas
cuantitativas en las que se definen objetos de estudio, se formula un instrumento y se
determina el más idóneo para resolver la necesidad imaginada. Las metodologías
instaladas en esta perspectiva van desde las encuestas, pruebas psicométricas, ejercicios
de consultaría externa, capacitaciones y coaching.

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Abordaje interno

Como se ha reflejado a lo largo del módulo, lo que establece la propuesta de psicología social y
comunitaria contemporánea o crítica es precisamente reivindicar los procesos colectivos y
comunitarios, como procesos humanos únicos y complejos, lo que significa, entre otras,
resignificar los procesos de abordaje establecidos por la tradición disciplinar. En este sentido, la
propuesta emergente considera indispensable establecer cualquier proceso desde adentro, y no
desde afuera como lo plantea la tradición positivista, insistiendo en que al sumergirse en e
fenómeno no solo se comprende mejor la necesidad sentida, sino que se establecen lazos de
confianza indispensables para cualquier experiencia de abordaje. Las premisas desde donde la
perspectiva interna basa su razón de ser en el contexto son las siguientes:

1. La comunidad es entendida como actor fundamentalmente activo en el proceso de


abordaje; es decir que hace parte de la denominación de la necesidad, por su condición
evidente de experto y conocedor de las prácticas, expresiones e intereses construidos en
el contexto de desarrollo. Esta condición de acción expuesta para la comunidad en la
formulación interna de abordaje permite además reconocer su capacidad para el
establecimiento de diálogos críticos propositivos, que le permiten de manera
colaborativa enfrentar y disponer elementos para la transformación y para el
mejoramiento de las condiciones de vida.

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2. El desarrollo en esta perspectiva de abordaje se comprende como un escenario
participativo y concertado entre los actores pertenecientes a la comunidad o grupo
social, para lo cual se establecen corresponsabilidades y compromisos compartidos; es
decir que la responsabilidad del cambio y la transformación no recae solamente en el
profesional, sino que se suma a la comunidad en dicha responsabilidad. La comunidad,
en este sentido, formula sus perspectivas y horizontes de desarrollo, los cuales no
necesariamente se sitúan en definiciones de progreso económico, sino en el
establecimiento de condiciones que protejan y promuevan sus prácticas culturales y sus
expresiones simbólicas.

3. Las metodologías que se reproducen y tienen sentido de pertinencia en la propuesta de


abordaje interno son todas aquellas que permitan reconocer la actividad y participación
de la comunidad o población inmersa en el fenómeno, con lo cual esta se considera
parte del desarrollo del proceso metodológico. Las estrategias metodológicas que bien
pueden ser pertinentes para la tipología interna son la etnografía, la investigación acción
participativa, las cartografías sociales, sonoras y emocionales, la educación popular y los
procesos de planeación participativa.

Esta distinción permite establecer cómo la forma de comprender los abordajes determina el rol
del psicólogo social y comunitario en el contexto en el que se configura el proceso social de
interés y hace de la comunidad un referente indiscutible para cualquier tipo de iniciativa donde
se exprese una necesidad o un proceso que amerite la construcción de estrategias para su
resolución .

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Etnografía

La metodología etnográfica hace parte de la dimensión cualitativa de investigación y abordaje


comunitario y se define en principio como la estrategia que permite la lectura y la escritura de
las formas culturales expresadas en un territorio. Autores como Giddens consideran la
etnografía como un proceso mediante el cual se estudia de manera directa una población en un
cierto término de tiempo, utilizando la observación, el registro y las entrevistas directas.
Etimológicamente el término etnografía proviene del griego “ethnos” (tribu, pueblo) y “grapho”
(yo escribo), y se utiliza para referirse a la “descripción del modo de vida de un grupo de
individuos” (Woods, 1987). Es seguramente uno de los métodos o estrategias de trabajo en
contexto más utilizado, ya que permite reconocer el fenómeno y sus elementos integradores de
manera concreta. Spradley (1980), por su lado, establece la diferencia entre las
macroetnografías, que persiguen la descripción e interpretación de sociedades complejas, y las
microetnografías, cuyo interés es sumergirse en una situación social concreta.

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Para la comprensión de la etnografía es importante insistir en la distinción entre estos dos
niveles de abordaje etnográfico. Por un lado se establece el nivel micro, que consiste en
focalizar la observación y el registro en una sola organización o población en una o varias
situaciones sociales. Esta investigación o forma de abordaje constituye un trabajo algo
restringido y limitado, y puede ser asumido por un solo psicólogo social comunitario. Respecto
al nivel macroetnográfico se puede decir que se interesa por el estudio de procesos complejos
con múltiples comunidades u organizaciones sociales, o que implica abordajes extendidos en el
tiempo, los cuales exigen equipos etnográficos y diversificación de técnicas de recolección de
información.

Malinowski es uno de los primeros promotores y gestores de la iniciativa etnográfica en ciencias


sociales; ha realizado y sintetizado el método de investigación antropológico o etnológico en su
obra Los argonautas del Pacífico occidental. En esta obra Malinowski establece que para que
sea posible el trabajo de campo hay que tener en cuenta una serie de prioridades y
recomendaciones, tanto epistemológicas como metodológicas. En este sentido, y al tratarse de
un trabajo en el que el componente humano es esencial, se insiste en construir y desarrollar una
relación de confianza que permita un óptimo ejercicio etnográfico. Otra de las premisas que se
deben tener en cuenta, según Malinowski, es que el contacto con la sociedad, con el pueblo,
con las comunidades o con el grupo social debe tener un tiempo prudencial, dedicado
especialmente a compartir experiencias reales con las personas que serán parte activa del
proceso.

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Proceso etnográfico

La perspectiva etnográfica insiste plenamente en la necesidad de sumergirse en el contexto


directo en el que se desarrolla el fenómeno o proceso social de interés. Para esto insiste en tres
fases para el abordaje, que incluyen el proceso de preparación inicial y el proceso de salida del
contexto; todos estos indispensables para un desarrollo óptimo de la experiencia de
investigación o abordaje. De acuerdo con esto define tres fases indispensables.

Primera fase (fase de dateo o contextualización)

Esta fase también se considera como la fase preliminar o de preparación. Hace referencia
particularmente a todas aquellas cosas que deben tenerse en cuenta antes de la llegada al
contexto de la comunidad y que posibilitan una mejor y más adecuada presencia del psicólogo
social comunitario en el fenómeno de interés. Vale aclarar que las tareas preliminares
constituyen un marco importante de conocimiento previo que ajusta la estrategia y garantiza
una mejor inmersión en el contexto. Dichas actividades son las siguientes:

1. Dateo: Esta actividad hace referencia a conocer con anterioridad características


particulares de la comunidad en la que se desarrollará la inmersión. El dateo incluye
conocer aspectos poblacionales, demográficos, culturales, políticos, económicos y
sociales.

2. Organización del equipo y del material: Es indispensable para el óptimo desarrollo de la


experiencia etnográfica tener el equipo y el material suficiente y pertinente, aún más si
se tiene en cuenta que la estrategia supone registrar el proceso comunitario de interés
de forma muy detallada. Se sugiere cámara de video, cámara fotográfica, libreta de
registro o PC. En esta actividad se sugiere también pensar en el tipo de ropa y en los
elementos de viaje necesarios.

3. Acondicionamiento: Sugiere una preparación física que permita la instalación del


etnógrafo de la mejor manera. Se sugiere confirmar vacunas, procedimientos
preventivos y acondicionamiento para las condiciones que se pueden encontrar en el
contexto.

Segunda fase (fase de trabajo de campo)

Esta fase, reconocida como la fase de inmersión, es la fase donde se comienza con la idea de
registro. Para esto es indispensable tener en cuenta las siguientes actividades:

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1. Comenzar con el desarrollo de las fichas de registro o los diarios de campo, con la
intención de tomar el máximo de datos con la mayor fiabilidad posible.

2. Fotografiar y realizar pequeños videos para tener una base documental visual suficiente
que sirva de soporte a la experiencia etnográfica.

3. Encontrar y entrevistar informantes a fin de conseguir información general y específica


sobre el tema de estudio, por ejemplo, si estamos trabajando sobre construcciones,
podremos acercarnos a la arquitectura de la zona a través de los entrevistados.

Tercera fase (fase de cierre)

Partiendo de la premisa de que la etnografía es especialmente un proceso humano que vincula


experiencias personales y culturales, es preciso reconocer la importancia del momento final en
dicha experiencia. Para esto es relevante emprender las siguientes actividades:

1. Promover un espacio de retroalimentación del proceso con los miembros de la


comunidad.
2. Generar un espacio simbólico de despedida que permita dar cuenta del marco
vinculante en el que se desarrolló la experiencia etnográfica.
3. Dejar en manos de la comunidad algunos registros (fotos y memorias) en los que la
comunidad se vea representada.
4. Salida del contexto.

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