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El eje en el cual debemos centrarnos para plantearnos las dudas sobre esta
operación apoyada con mucho entusiasmo por el gobierno es su relación
con la política energética en términos estructurales.
Creemos que, por lo menos, hay tres razones que podemos argumentar
para sostener que, en efecto, esta decisión política no implica una
reconstrucción de la soberanía estatal en materia de hidrocarburos.
Más bien, se trata del reemplazo del jugador más importante en el mercado
energético nacional- Repsol-YPF- cuya estrategia de negocios lo está
llevando a invertir fuertemente en áreas como el Norte de África, Golfo de
México o la región de Medio Oriente - por otro jugador - Eskenazi-Petersen-,
que de otra manera, por lo explicado previamente, no podría participar en
este esquema de negocios de difícil acceso (es ejemplo ilustrativo de esto
también el caso de los grupos locales actualmente pujando por Esso).
2- Por otra parte, según surge de los datos obtenidos, este grupo
empresarial no tiene experiencia alguna en el mercado de
hidrocarburos, ya que se afirma que su objeto social no es la
explotación petrolera sino la "actividad de inversión, gestión y
administración de valores, títulos, bonos y/o acciones que cotizan en
bolsas". Esto es, cuanto menos, paradojal, si tenemos en cuenta las
características específicas el sector energético y particularmente el
subsector de los hidrocarburos. Con esto nos referimos al hecho de
que, a diferencia de cualquier otro tipo de actividad económica en la
que las crecientes inversiones buscan generar mayores ganancias a
través de las mayores ventas en el mercado, en este sector vital de la
economía y la sociedad, se requieren de fuertes inversiones de riesgo
iniciales en exploración y extracción que después deben
complementarse con una estrategia de producción de hidrocarburos
que permita mantener un adecuado equilibrio entre la rentabilidad
esperada y los niveles de reservas de petróleo y gas. Esto supone
que la función de producción en esta actividad debe estar orientada
por una planificación estratégica responsable y racionalmente
implementada, ya que se trata de recursos escasos y, por ello mismo,
no renovables.
Efectivamente creemos que no hay nada nuevo bajo el sol, ya que esta
nueva operación económico-financiera no plantea en el horizonte de
perspectivas de políticas de hidrocarburos el ataque frontal al esquema
depredador, rentístico y financiero que se implementó durante la década de
los ’90 en todo el sector energético y que hoy sigue incólume e intacto en
sus características fundamentales.