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Glosario de términos

Género: es un término técnico específico en ciencias sociales que alude al


conjunto de características diferenciadas que cada sociedad asigna a hombres
y mujeres. La distinción entre sexo y género se basa en una serie de estudios
que distinguen entre lo natural o biológico y lo cultural.

Agénero: es una identidad en la que la persona no se identifica con ningún


género; por lo que no se considera dentro de las estipulaciones de ninguno de
los géneros, y al no identificarse o conformarse con el sexo registrado en su
nacimiento, ni con el opuesto a este, decide establecerse como una persona
que no "se siente identificada" ni hombre ni mujer.

Enfoque de género: El enfoque de género considera las diferentes


oportunidades que tienen los hombres y las mujeres, las interrelaciones
existentes entre ellos y los distintos papeles que socialmente se les asignan.
Todas estas cuestiones influyen en el logro de las metas, las políticas y los
planes de los organismos nacionales e internacionales y, por lo tanto,
repercuten en el proceso de desarrollo de la sociedad.

Perspectiva de género: es una categoría analítica que acoge a todas aquellas


metodologías y mecanismos destinados al estudio de las construcciones
culturales y sociales propias para los hombres y las mujeres, lo que identifica lo
femenino y lo masculino con el trasfondo de la desigualdad entre géneros en
todas las clases sociales. Se le denomina también "enfoque de género".

Violencia de género: Se entiende por violencia de género cualquier acto


violento o agresión, basados en una situación de desigualdad en el marco de
un sistema de relaciones de dominación de los hombres sobre las mujeres que
tenga o pueda tener como consecuencia un daño físico, sexual o psicológico,
incluidas las amenazas de tales actos y la coacción o privación arbitraria de la
libertad, tanto si ocurren en el ámbito público como en la vida familiar o
personal.

Violencia de familia: es un tipo de abuso que se presenta cuando uno de los


integrantes de la familia incurre, de manera deliberada, en maltratos a nivel
físico o emocional hacia otro.

Violencia física: Es el acto de forzar la integridad de la persona, con el ánimo


de causar daño físico o moral, la utilización de la fuerza con el claro objetivo de
causar lesiones en la víctima.

Violencia psicológica: agresión realizada sin la intervención del contacto físico


entre las personas. Es un fenómeno que se origina cuando una o más
personas arremeten de manera verbal a otra u otras personas, ocasionando
algún tipo de daño a nivel psicológico o emocional en las personas agredidas.
Abolicionismo: doctrina que defiende la anulación de leyes, preceptos o
costumbres que se consideran atentatorios a principios éticos y morales. El
término se aplicó principalmente a la corriente que propugnaba la abolición.

Acoso: Cuando una persona hostiga, persigue o molesta a otra, está


incurriendo en algún tipo de acoso. El verbo acosar refiere a una acción o una
conducta que implica generar una incomodidad o disconformidad en el otro.

Acoso sexual: intimidación o acoso de naturaleza sexual o violación, promesas


no deseadas o inapropiadas a cambio de favores sexuales.

Hostigamiento: El hostigamiento (bullying) es un comportamiento agresivo no


deseado de una persona o un grupo de persona que no son ni los hermanos ni
la pareja actual de la víctima. En el bullying siempre hay un desequilibrio de
poder, real o percibido, y la agresión se repite muchas veces o tiene muchas
probabilidades de repetirse.

Agresor: Son personas que en la mayoría de casos proceden de familias donde


ha habido maltratos, habiendo sido víctimas o testigos de esa violencia. Suelen
tener una conducta violenta, impulsiva, inmadura y con tendencias depresivas.
Presenta altos niveles de estrés cotidiano. Interactúa con la víctima
humillándola, coaccionándola, denigrándola con intimidaciones constantes. Es
alguien con baja autoestima y suele manifestarla con actitudes amenazantes y
omnipotentes. Es manipulador y nunca reconoce sus errores. Utiliza la
agresividad para conseguir sus objetivos.

Alteridad: La palabra alteridad proviene de la palabra latina alter, que significa


"otro". Así pues, tiene relación con otro concepto clave de Simone de Beauvoir:
"lo Otro". La alteridad es un concepto contrario a la identidad. Se trata de una
categoría que sirve para indicar que las mujeres están oprimidas y
subordinadas por el hombre. El hombre lucha constantemente por reafirmarse
como sujeto y para ello se delimita negando "lo Otro", que es la mujer,
cosificándola, negando su identidad como sujeto.

Análisis de género: el análisis de género representa una dimensión esencial del


proceso de formulación, implementación y evaluación de programas que
buscan adherirse a principios de no discriminación. Es, también, un elemento
indispensable para la evaluación crítica de políticas, programas y proyectos en
curso, en cuanto al grado en que dichas intervenciones respetan, protegen y
contribuyen a la realización de los derechos a la igualdad y la no
discriminación.

Androcentrismo: El androcentrismo es la visión del mundo que sitúa al hombre


como centro de todas las cosas. Esta concepción de la realidad parte de la idea
de que la mirada masculina es la única posible y universal, por lo que se
generaliza para toda la humanidad, sean hombres o mujeres. El
androcentrismo conlleva la invisibilidad de las mujeres y de su mundo, la
negación de una mirada femenina y la ocultación de las aportaciones
realizadas por las mujeres.

Androcracia: Situación social de supremacía masculina: la androcracia se


opone al matriarcado.

Androsexual: Persona que siente atracción sexual hacia el género o sexo


masculino. Deriva de la palabra griega andros que significa varón.

Antifeminismo: el antifeminismo es la oposición a un movimiento social que


pide ciertos derechos para el género femenino en algunas o en todas sus
formas. El antifeminismo es un sistema de creencias revolucionario contra el
feminismo que engloba ideas como el rechazo a las Ideologías de la mujer o el
hombre feminista o machista. Afirma que la teoría feminista en general es
exagerada por ser unilateral y no conformar la unión y la igualdad, así como
sus pensamientos sobre el patriarcado.

Autoestima: autoestima es la valoración, generalmente positiva, de uno mismo.


Para la psicología, se trata de la opinión emocional que los individuos tienen de
sí mismos y que supera en sus causas la racionalización y la lógica.

Biomujer: biohombre y biomujer son aquellos hombres y mujeres que han sido
asignados como tales al nacer, y que por tanto no han cuestionado esa
situación.

Brechas de género: las desigualdades existentes entre hombres y mujeres en


cualquier ámbito, en relación con el nivel de participación, acceso a
oportunidades, derechos, poder e influencia, remuneración y beneficios, control
y uso de los recursos, que les permiten garantizar su bienestar y desarrollo
humano.

Coeducación: La coeducación es un método educativo que parte del principio


de la igualdad entre sexos y la no discriminación por razón de sexo.

Conciencia de género: Grado de comprensión del proceso de tornarse mujer u


hombre durante la vida, integrando los patrones de consciencia femenina y
masculina.

Democracia de género: la democracia de género es una idea normativa


relacionada con la integración del género. Su objetivo es lograr condiciones
democráticas entre hombres y mujeres dentro de la sociedad en su conjunto, y
específicamente, dentro de las empresas, burocracias y otras organizaciones.
Entre otras cosas, esto se realiza por medio de capacitaciones de género que
aumenten la comprensión de las desigualdades existentes, y el desarrollo de
métodos para democratizar las relaciones entre los géneros.
Desigualdad de género: fenómeno social y cultural en el que se presenta
discriminación entre las personas a razón de su género (tiempo atrás se le
denominada desigualdad de sexo, lo que deviene inapropiado), básicamente
entre hombre o mujer, aunque también se extiende a la denominada
comunidad LGBT.

Diaconisas: personas del sexo femenino que tenían en la Iglesia una función de
servicio, pero jamás como la de los diáconos varones que desde siempre
formaron parte del orden sagrado siendo ministros sagrados como el presbítero
y el obispo que eran y son los ministros ordenados.

Diáspora judía: se refiere a la dispersión de los hijos de Israel y los judíos


posteriores fuera de lo que se considera su patria ancestral (la Tierra de Israel)
y de las comunidades construidas por ellos en todo el mundo.

Discriminación: La discriminación ataca el corazón mismo de lo que significa


ser humano. Es tratar a alguien de forma distinta sólo por ser quien es o por
sus creencias. Todos tenemos derecho a ser tratados por igual, con
independencia de nuestra raza, etnia, nacionalidad, clase, casta, religión,
creencias, sexo, lengua, orientación sexual, identidad de género, edad, estado
de salud u otra condición.

Discriminación de género: La discriminación de género se refiere, lógicamente,


a cualquier acción en la que un hombre o una mujer se encuentren en situación
de desigualdad por pertenecer a un sexo u otro. Esta es la idea general, pero
en la práctica se refiere esencialmente a la discriminación de la mujer en la
sociedad.

Discriminación directa: Cuando existen reglas o prácticas que abiertamente


estigmatizan, excluyen o perjudican a las personas lesionando sus derechos.

Dote: La dote es el patrimonio que la futura esposa o su familia entregan al


novio, siendo en muchos casos proporcional al estatus social del futuro esposo.
Su significado, según diferentes culturas, bien sería el de contribuir a la
manutención de la propia novia o contribuir a las cargas matrimoniales. En todo
caso, la dote se otorga al hombre quien la administra durante la duración del
matrimonio y de producirse el repudio, la separación o el divorcio tendría que
devolverla.

Ecofeminismo: El ecofeminismo es un movimiento que ve una conexión entre la


explotación y la degradación del mundo natural y la subordinación y la opresión
de las mujeres. Emergió a mediados de los años 70 junto a la segunda ola del
feminismo y el movimiento verde. El ecofeminismo une elementos del
feminismo y del ecologismo, pero ofrece a la vez un desafío para ambos. Del
movimiento verde toma su preocupación por el impacto de las actividades
humanas en el mundo inanimado y del feminismo toma la visión de género de
la humanidad, en el sentido que subordina, explota y oprime a las mujeres.

Empoderamiento: Se trata de un término acuñado en la Conferencia Mundial


de las Mujeres en Beijing (Pekín) en 1995 para referirse al aumento de la
participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones y acceso al
poder. Actualmente esta expresión conlleva también otra dimensión: la toma de
conciencia del poder que individual y colectivamente ostentan las mujeres y
que tiene que ver con la recuperación de la propia dignidad de las mujeres
como personas.

Equidad de género: La equidad de género consiste en estandarizar las


oportunidades existentes para repartirlas de manera justa entre ambos sexos.
Los hombres y las mujeres deben contar con las mismas oportunidades de
desarrollo. El Estado, por lo tanto, tiene que garantizar que los recursos sean
asignados de manera simétrica.

Estereotipos: Percepción exagerada y con pocos detalles, simplificada, que se


tiene sobre una persona o grupo de personas que comparten ciertas
características, cualidades y habilidades, que busca justificar o racionalizar una
cierta conducta en relación a determinada categoría social. Regularmente los
estereotipos son basados en prejuicios que la sociedad establece conforme su
ideología de modelo a seguir de conducta o características físicas, estos van
cambiando conforme el paso del tiempo.

Rol productivo: actividades que generan ingresos económicos. Las que


producen bienes o servicios para la venta o el autoconsumo.

Rol reproductivo: está relacionado con la reproducción biológica y las


actividades necesarias para garantizar el bienestar y la sobrevivencia de la
familia.

Felación: es una práctica de sexo oral que consiste en chupar, lamer o usar la
lengua para generar movimientos circulares en el glande y estimular el pene
con la boca y con los labios.

Falocentrismo: la tendencia a colocar en el centro de las explicaciones sobre la


constitución subjetiva, al “falo”; concepto que puede utilizarse como sinónimo
de “pene”, pero que también se utiliza para designar a un referente simbólico.
Esto último viene principalmente del psicoanálisis freudiano y lacaniano, pero
es posteriormente retomado y criticado por algunas corrientes de la filosofía,
así como por las teorías y movimientos feministas, que reivindican una
comprensión distinta de la psique y de la sexuación.
Feminazi. adj. desp. Relativo a la mujer. Que ejerce el feminismo radical. Se
utiliza como despectivo por individuos que no consideran el feminismo como un
movimiento político y social válido.

Machismo. Palabra con la que se conoce todo un conjunto de leyes, normas,


actitudes y rasgos socioculturales del hombre cuya finalidad, explícita y/o
implícita, ha sido y es producir, mantener y perpetuar la opresión y sumisión de
la mujer a todos los niveles: sexual, procreativo, laboral y afectivo. En el seno
del feminismo la palabra se ha ido sustituyendo por la de sexismo, sobre todo a
nivel ideológico, perdurando la de machismo en el lenguaje coloquial de la
mujer feminista y en textos vindicativos de estilo popular tales como pintadas
callejeras, pancartas, pegatinas, etc. En la realidad concreta el machismo lo
constituyen aquellos actos, físicos o verbales, por medio de los cuales se
manifiesta de forma vulgar y poco apropiada el sexismo subyacente en la
estructura social. En el terreno sexual, por ejemplo, estos actos pueden ir
desde el piropo hasta la violación, según los individuos. El machista
generalmente actúa como tal sin que, en cambio, sea capaz de «explicar» o
dar cuenta de la razón interna de sus actos. Se limita a poner en práctica de un
modo grosero (grosso modo) aquello que el sexismo de la cultura a la que
pertenece por nacionalidad y condición social le brinda. En términos
psicológicos podríamos decir que el Sexismo es consciente y el machismo
inconsciente. De ahí que un machista no sea forzosamente un sexista (algunos
machistas dejan de serlo cuando conocen lo que es el sexismo), mientras que
un sexista puede no tener rasgos aparentes de machismo. La mujer comparte
el machismo en la medida en que no es consciente de las estructuras de poder
que regulan las relaciones entre los dos sexos y las reproduce y/o contribuye a
que las sigan reproduciendo los hombres.

Matriarcado. La definición del Diccionario de la Real Academia di-ce: «Orden


social primitivo, existente aún hoy en ciertas tribus de la India y otros pueblos,
en que las mujeres dan su nombre a los hijos y ejercen gran autoridad en la
familia.» El Diccionario Ideológico de Casares dice: «Régimen social en el que
la madre ejerce la máxima autoridad en la familia.» Confusión, error y falsedad
se dan cita en las definiciones de Diccionarios típicos patriarcales. Véanse
definiciones más científicas y correctas: Evelyne Reed lo define de la manera
siguiente: «Sistema de plan comunal de organización social que precedió a la
sociedad patriarcal». (La evolución de la mujer.) Y Marta Moia, en el «Glosario»
de El no de las niñas, escribe: «Orden social postulado como anterior al
patriarcado y que se funda en un supuesto gobierno de las mujeres, contra el
que se rebelaron los hombres. Su existencia se basa en estos hechos: las
mujeres ocupan posiciones en la vida pública; su autoridad es indiscutida en el
hogar; poseen recursos económicos; las religiones se centran en una diosa; la
descendencia y filiación se reconocen por vía mujeril.» El término empezó a
circular a partir de la segunda mitad del siglo XIX y a raíz de una publicación
que se hizo famosa: Das Muterrecht (Derecho materno) del jurista suizo
Bachofen, en 1861. El estudio comparativo de otras culturas y de otras épocas
históricas e incluso de la prehistoria misma es propio de aquella segunda mitad
de siglo que no en vano está marcada por obras tan importantes como El
manifiesto comunista de Marx-Engels en 1848, y El origen de las especies de
Darwin en 1859. La idea de que el sistema social vigente, el patriarcado, no ha
existido siempre a pesar de su dilatada extensión en el tiempo, da una
dimensión nueva y, por qué no decirlo, más optimista, al movimiento de
liberación de la mujer. Sin embargo el término es conflictivo porque induce a
pensar que las mujeres fueron un día tan explotadoras, sexistas y opresoras
como los hombres del patriarcado, en cuyo caso la toma del poder de éstos fue
una reacción lógica. Desde entonces las opiniones a favor y en contra de ese
período prepatriarcal son numerosísimas, así como los estudios realizados en
un sentido o en otro. Vamos a ver a las/los representantes de las principales
corrientes de pensamiento: Estaban de acuerdo en el XIX con la existencia de
un período pre-patriarcal llamado matriarcado además de Bachofen otro jurista
llama-do McLennan que escribió en 1865 Primitive Marriage (Matrimonio
Primitivo); Henri L. Morgan, autor de Ancient Society (Sociedad Primitiva) en
1877, y F. Engels quien en 1884 publica El origen de la familia, la propiedad
privada y el Estado. Lubbock opina a través de su obra de 1873 que las
mujeres siempre han sido propiedad de los hombres y sacrificadas por su
debilidad. E. Westermarck escribe una obra muy completa sobre la Historia del
matrimonio, en 1871, y se inclina por el concepto de patriarcado como única
forma social conocida al encontrar que en las sociedades de derecho
matrilineal (filiación por vía femenina) el hombre podía dominar a pesar de todo
en la familia y en la política. La controversia ha llegado a nuestro siglo. Las
investigaciones no se han detenido, y aunque el concepto de matriarcado ha
quedado sumergido a veces por algún tiempo, debido en gran parte al
sentimiento de culpabilidad de las propias mujeres, el tema sale a flote cada
vez con mayor fuerza y garantías de fiabilidad. Dice Evelyne Reed: «La
resistencia a aceptar el matriarcado se de-be, en parte, a la imagen falsa del
dominio femenino sobre los hombres, una versión invertida de la dominación
masculina moderna sobre las mujeres. Esta concepción errónea parte del
fracaso de tomar en cuenta la naturaleza diametralmente opuesta de los
órdenes sociales.» (Op. cit.) Martín Sagrera se basa en la incorrecta traducción
que se hace de la palabra Muterrecht del libro de Bachofen: «... puesto que la
palabra poder (etimológicamente presente en la desinencia afeado) implica en
nuestro lenguaje una superestructura política, basada en lazos no naturales,
mientras que la influencia real de la mujer en el matriarcado primitivo era
natural, espontánea, evidente; más convendría pues llamar a ese período
matrilineado.» (El mito de la maternidad en la lucha contra el patriarcado.). El
teatro, vehículo de transmisión de la cultura de los pueblos, ofrece en la trilogía
de Esquilo La Orestiada todas las claves posibles para comprender que el
patriarcado viene a sustituir cuando menos «otra cosa». Así lo han hecho notar
desde Paul Lafargue muchas otras autoras y autores. En la última de las obras
de dicha trilogía el tribunal que se monta en Atenas para juzgar y exculpar a
Urestes el matricida por la muerte de su madre, queda como definitivo y
sustituye en adelante a las antiguas leyes de familia basadas en la mujer y la
filiación materna, a la par que las temibles Erinias defensoras del viejo sistema
pasan al ser-vicio del orden patriarcal bajo el nombre de Euménides. Wesbster
y Newton en «Matriarcado: enigma y paradigma» hacen una síntesis de la
situación del tema en la actualidad, revisando la posición de ocho estudiosas
feministas, de las cuales cinco no son antropólogas y tres lo son, cinco son
marxistas y tres no lo son, y comprueban que sólo dos de ellas sostienen que
las mujeres estaban en situación de dominación en el matriarcado. Otras tres
(Reed, Firestone y Beauvoir) creen que fue un período caracterizado por un
orden social en el que la mujer tenía una posición y un rango altamente
estimados. Las otras dos piensan en el matriarcado sobre todo como en una
matrilinealidad. La línea de pensamiento más reciente y que probablemente
está más cerca de la verdad, viene dada por Ernest Borneman, psicoanalista
austriaco que después de cuarenta años de investigación del tema publicó en
1975, en Francfort, Das Patriarchat (El patriarcado) porque, según dice en el
prólogo, «la toma de poder del hombre sobre la mujer y el niño es la más
importante, porque este fenómeno ha sido más significa-tivo, a nivel de sus
consecuencias, que el paso de la era de la esclavitud a la del feudalismo, o de
la del feudalismo a la de la sociedad burguesa.» (Trad. de la versión francesa).
Borneman prefiere hablar de «matrística» que de matriarcado por los grandes
errores y controversias a que ha conducido el término, y asocia la pérdida de
libertad de la mujer con el paso de la agricultura de la azada a la del arado a
principios del Neolítico, y la acumulación de excedente en los productos a
consumir. (V. Patriarcado.) Ortiz-Oses y Mayr precisan que en antropología
social está hoy en día fuera de lugar cualquier proceso que no vaya en el
sentido de, en religión, de un politeísmo primitivo a un monoteísmo y así
sucesivamen-te de un matriarcalismo a un patriarcalismo, del pluralismo al
dogmatismo, de un magicismo a la religión. (El matriarcalismo vasco.)
Bachofen ya sustentaba su tesis en el estudio de las religiones más antiguas
con su-premacía femenina, y Engels en que la propiedad privada había venido
a acabar con algo así como un «comunismo primitivo». Francoise D'Eaubonne
se refiere a un prepatriarcado a partir del cual el hombre pudo hacerse con el
poder gracias a dos hechos fundamentales: el descubrimiento del proceso de la
paternidad biológica y el arrebatamiento a la mujer de la agricultura con la
incorporación a la misma del arado. El hecho de que el patriarcado no sea la
única forma de sociedad conocida desde el fondo de los tiempos, lo convierte
precisamente en un hecho histórico y como tal reversible, mientras que lo
contrario supone dar «carta de naturaleza» (determinismo) a todos y cada uno
de los estereotipos que pesan sobre el hombre y la mujer para perjuicio de
ambos. Determinismo que, como denuncia Katte Millet (Política sexual) sólo
podría ser superado por la idea de «progreso» propia del pensamiento político
liberal, lo cual equivaldría a decir que gracias al patriarcado y a los bienes que
han producido las mujeres, saldrán de su inferioridad y debilidad naturales; el
feminismo revolucionario en cambio cree que la inferiorización de la mujer es
estructural y a la vez dialéctica.

Poder. El Diccionario de la Academia nos informa en primer lugar de que el


término poder es masculino, y su primera acepción indica «do-minio, imperio,
facultad y jurisdicción que uno tiene para mandar o ejecutar una cosa». Sólo en
segundo lugar hay la referencia de poder como facultad o potencia. El poder
como capacidad, de pensar y de obrar sin que dicha capacidad se utilice para
hacer que otras/os hagan lo que si no se les fuerza a hacer no harían, también
es un bien circulante en la sociedad, pero al que mucho más raramente se le
llama poder. Sus sinónimos son competencia, facultad, habilidad, y un
anglicismo corriente entre psicólogos: «performance». Aunque se conjuga el
verbo poder mu-chas veces todos los días de hecho, se trata de un poder
funcional, circunscrito a situaciones dadas, y que desaparece o se extingue
cuando lo hace la situación misma. La otra clase de poder, aquel que se ejerce
sobre alguien o sobre los demás, es estructural e indica dominación. Como
dice Reboul cuando se pregunta qué es el poder, éste es «toda dominación
duradera del hombre sobre el hombre que se apoya sea en la fuerza, sea en la
legitimidad, lo que le permite entonces hacerse obedecer sin re-paros (...) De
hecho todo poder debe legitimarse para durar más allá del golpe de fuerza o de
la ocasión que estuvo en su origen: El más fuerte no es nunca bastante fuerte
para ser siempre el amo si no transforma su fuerza en derecho y k obediencia
en deber, escribe Rousseau en el Contrato Social». (Langage et idedlogie.
Trad. V.S. En francés, como en las lenguas del Estado Español, hombre sirve
para indicar hombre y mujer, de modo que la propia lengua impide que se
diferencien convenientemente las respectivas dominaciones: la del hombre
sobre el hombre y la del hombre sobre la mujer, haciendo invisible esta última.)
La aparente invisibilidad del poder patriarcal, que tantas mujeres niegan ellas
mismas para no tener que verse comprometidas en sus con-ciencias, es debida
a que la dominación de un sexo por el otro es la más antigua («la más
ancestral de las opresiones», dice Celia Amorós, que por esto arrastra consigo
todos los lastres); cuenta con razones basadas en lo biológico en su origen; y
supuestamente quedó liquidada en tiempos remotos merced a la ley de los
hombres y al consentimiento de las mujeres. Ley, la de un colectivo sexual
controlando y subordinando al otro, que aparece como Ley de leyes y subsuelo
sobre el que se levanta el edificio del contrato social masculino. Sometimiento,
el de ellas, pactado a cambio de la garantía de un lugar social a la sombra del
varón, como complemento del mismo. Las mujeres que no han estado o están
de acuerdo con este pacto infamante, que se supone fue de una vez por todas,
o sea, para siempre, han constituido individuos o grupos de resistencia que
ponían de manifiesto una y otra vez desde la antigüedad que la posición de la
mujer en la sociedad no debe venir determinada por su «naturaleza».
Todas/os, mujeres y hombres, somos seres biológicos, pero es la cultura la que
dice de la biología y no al contrario. Y, en todo caso, cabría decir también que
cuantas más funciones biológicas tiene un ser humano, tanto más culto es,
pues cada una de ellas es motivo y ocasión para su trascendencia y su
mediación en lo social. El poder sexista, en cualquier caso, sería la prohibición,
el impedimento, primero por la ley de la fuerza y más adelante por la fuerza de
la ley devenida de aquélla, de que las mujeres pudieran trascender y socializar
en tanto que sujetos, su capacidad reproductora, siendo los varones solos
quienes se han reservado esta posibilidad y han hecho del Nombre del Padre
el Unico nombre y la Unica genealogía. El totalitarismo del Uno Solo que niega
la realidad de que no hay generación humana, y por lo tanto sociedad, sin Dos.

Sexismo. Conjunto de todos y cada uno de los métodos empleados en el seno


del patriarcado para poder mantener en situación de inferioridad, subordinación
y explotación al sexo dominado: el femenino. El sexismo abarca todos los
ámbitos de la vida y las relaciones humanas, de modo que es imposible hacer
una relación, no exhaustiva, sino ni tan siquiera aproximada de sus formas de
expresión y puntos de incidencia, de modo que los que se citan a continuación
deben tomarse sólo como ejemplos o referencias. En palabras del sociólogo
Martín Sagrera: «Ni el esclavo ni la mujer hubieran podido ser mantenidos,
siquiera sea por la fuerza, en el estado abyecto en que fueron sumidos si no
hubieran sido convencidos poco a poco de su inferioridad. Y esta falta de
conciencia de clase hizo que fueran ellos mismos los peores enemigos de su
propia regeneración.» (El mito de la maternidad en...). Eva Piges relaciona
sexismo con nazismo y dice: «En la historia de la filosofía alemana del siglo
XIX se da una relación indudable entre antisemitismo y antifeminismo, en el
sentido de hostilidad hacia la mujer e hincapié en su inferioridad general. (...)
La nación que más tarde dedicaría tantos esfuerzos científicos a medir
calaveras de judíos asesinados estaba ya especializándose en ensayos de la
comprobación de que la mujer tenía el cráneo y el cerebro más pequeños.»
(Actitudes patriarcales) (Véase Genio). Kate Millet encuentra analogías entre
racismo y sexismo. Dice «Tradicionalmente el macho blanco tiene por
costumbre conceder a la hembra de su misma raza —que, en potencia, es su
mujer— un status superior al del macho de color. Sin embargo al empezar a
desenmascararse y corroerse la ideología racista, se está debilitando asimismo
la antigua actitud de protección hacia la mujer (blanca). La necesidad de
mantener la supremacía masculina podría incluso anteponerse a la de
mantener la supremacía blanca; tal vez el sexismo sea, en nuestra sociedad,
un mal más endémico que el racismo.» (Política sexual). S. Firestone cree que
el desequilibrio sexual del poder (sexismo) tiene bases biológicas, pero, dice,
«esto no garantiza que una vez desaparecida la base biológica de su opresión,
mujeres y niños alcancen su liberación. Al contrario, las nuevas técnicas —
especialmente el con-trol de la fertilidad— pueden convertirse en un arma
hostil, utilizada para reforzar este arraigado sistema de explotación.» (La
dialéctica del sexo). La represión de la sexualidad femenina y la división del
trabajo por sexos son las dos primeras manifestaciones del sexismo. En una
construcción psicoanalítica de la feminidad basada en Freud nos encontramos
con una sexualidad de la mujer sometida a la del varón, de modo que incluso la
descripción e interpretación de los órganos sexuales femeninos se hace con
referencia, y sólo con referencia, al falo. Tanto es así que la preeminencia a
que el falo mismo se ha «condenado» no permite nunca que se exprese lo
reprimido (la sexualidad femenina), lo cual hace decir al psicoanalista Kurnisky
que «Vista así, la emancipación de la mujer es la expresión inmediata de la
emancipación del género humano.» (La estructura libidinal del dinero). La
división del trabajo por sexos en trabajo doméstico femenino y natural y trabajo
extrahogareilo masculino social tiene orígenes biológicos como ya observó
Marx basados en la función de cada sexo en el acto de la procreación. Pero el
esquema de este acto es llevado luego al plano social de modo que el trabajo
femenino pueda ser sucesivamente connotado a funciones eternamente
naturales y estáticas, y el masculino a funciones sociales y móviles. El
capitalismo mantiene después de haberla hecho suya la división sexual y
sexista del trabajo, no sólo manteniendo los dos grandes bloques: producción
de uso (gratuito) y producción de consumo (remunerado), sino que manipula el
trabajo remunerado femenino de tal manera que lo utiliza sólo cuando le
conviene, vuelve a las mujeres a casa cuando no las necesita, mantiene
carreras, cargos y profesiones clasificados como «maculinas» y «femeninas»,
distingue entre salarios de hombres y de mujeres, fomenta la doble jornada de
la mujer que trabaja, y se apropia como en los peores viejos tiempos del
producto primero de la mujer: el hijo/a. La división de la educación por sexos,
que ha sido una constante hasta nuestros días, y que ha ido desde enseñar a
las niñas a coser y rezar únicamente mientras a los niños se les enseñaban las
letras y los números, hasta la prohibición de ingresar en la Universidad,
relativamente reciente por cierto, la cantidad de atentados sexistas intermedios
es innumerable. Desde la asimilación de la mujer a la naturaleza como algo
que está justificado que hay que dominar, hasta la predicación casi mor-bosa
por repetitiva de su inferioridad mental y/o intelectual. El lenguaje es un buen
ejemplo el sexismo cultural vigente. Los epítetos, los refranes, los proverbios,
los chistes, las blasfemias, las injurias, son un catálogo todavía poco estudiado
pero que salta a la vista —y al oído— como un clamor que incluso aturde de
tanta agresividad. (Véanse Joder y Zorra.) El mundo se define en masculino, y
el hombre se atribuye la representación de la humanidad entera. En el campo
de la salud física y mental el sexismo se manifiesta re-produciendo
constantemente los estereotipos y los roles que inferiorizan a la mujer, e
insistiendo en los mitos de la menopausia, la maternidad, el ángel del hogar, la
perfecta ama de casa. Sexismo en las artes y en las ciencias en doble sentido:
para impedir el acceso de las mujeres a dichos campos de actividad, y para la
ocultación perseverante a lo largo de los tiempos de aquello que las mujeres, a
pesar de todo, han logrado realizar.
Violación. Es el abuso sexual de uno, dos o más hombres sobre una mujer,
cualquiera que sea su edad, raza y condición social. El abuso sexual puede
darse por medio de la fuerza física, las amenazas, la coacción psíquica. En
prácticamente todo el mundo se castiga la violación si bien la definición legal
(masculina) de la misma es mucho más restringida que la que le da el
feminismo. El Código Penal español, por ejemplo, consideraba que hay
violación si el hombre yacía con una mujer en cualquiera de los tres casos
siguientes: por la fuerza o intimidación, si la mujer se halla privada de razón o
sentido por cualquier causa, y si es menor de 12 años cumplidos aunque no
concurrieran ninguna de las circunstancias anteriores. La palabra yacer
significa tener una relación sexual total. A efectos legales sólo había violación
si existía penetración del pene en la vagina. Todo lo demás, la penetración anal
o bucal, el coito intercrural, y el hecho mismo de someter a la mujer a la
actividad sexual global violenta o indeseada no se consideraban sino «abusos
deshonestos» provistos de nombres especiales —como el de estupro— que
conllevan una disminución del castigo. Sólo en función de este sentido
restringido del término que le da en ocasiones la Ley se entiende que la mujer
no pueda nunca violar a su vez. La legislación española ha rectificado el
contenido de la ley recientemente el 21 de junio de 1989. Legalmente, también,
al incluirse la violación en el capítulo de «Abusos deshonestos» no queda claro
si el bien jurídico que se protege es la honestidad femenina en abstracto o la
libertad sexual de la mujer. En el primer caso una prostituta podía ser violada
sistemática-mente de forma legal porque para la Ley ya carecía previamente de
honestidad. Actualmente la violación según la Ley Orgánica de 1989, se define
por el «acceso carnal a otra persona sea por vía vaginal, anal o bucal.» El
violador es siempre un hombre. Se puede definir ese hombre como un
individuo primario que actúa sobre la realidad concreta (la mujer víctima
elegida) para ejercer sobre ella, por medio de la fuerza física o de coerción, el
poder sexista que el resto de los hombres tiene extendido, además de al
cuerpo físico de la mujer, a todas las áreas de la actividad humana femenina.
El abuso de poder del hombre sobre la zona genital de la mujer es el más
dramático —en el sentido teatral del término— porque requiere el cuerpo a
cuerpo, y no hay desplazamiento alguno del acto agresivo que atempere su
crudeza y brutalidad inmediatas. El violador no intenta ni pretende justificar su
violencia sobre la muja como suelen hacer los demás hombres en la
permanente violación de los derechos humanos fe-meninos de que la hacen
víctima en la sociedad masculina. El hecho de que los policías, los jueces e
incluso los médicos sean a menudo más suspicaces, desconfiados e
incomprensivos con las mujeres víctimas de la violación que con los autores de
la misma, no hace sino abundar en el hecho de que todo hombre es un violador
en potencia cuyo grado de peligrosidad depende sólo de las medidas de
prudencia que las mujeres tomen para que se convierta o no de latente en
manifiesta. La definición de violación de un psicoanalista conocedor del
fenómeno, Ludwig Eidelberg, es muy curiosa. «La violación es el crimen
cometido por un varón adulto que obliga a una mujer, que no es su esposa, a
tener, contra su voluntad, relaciones sexuales con él.» (Psicología de la
violación). Aquí el autor no exige la condición de la penetración, pero sí que la
mujer sea soltera, divorciada o viuda. Las casadas pueden ser obligadas a
mantener relación sexual sin su consentimiento por el marido, y a ésta no se la
considera violación. Una acusación frecuente que el hombre hace a la mujer es
la de que ella provoca la violación. Sin embargo ser bonita, atactiva y saber
hacerse desear del hombre, es parte del trabajo femenino que los propios
hombres imponen a las mujeres. Pero ¿dónde están los limites? ¿Cómo saber
cuándo el propio arreglo personal será excesivo para un determinado hombre
al que cualquier detalle bastará para hacerle saltar sobre la mujer? No, al
violador no le interesa la víctima en particular (a veces nada bonita y sí
cansada de una larga jornada laboral); ella es sólo la ocasión material, el objeto
en que descargar la agresividad contra la mujer como totalidad. Por esto es
castigado. No por haber privado a una mujer concreta de su libertad sexual
sino porque ha roto el pacto o con-censo interhombres según el cual se accede
a las mujeres por medio de normas preestablecidas a fin de que ningún
hombre, allanando el terreno sexual de otro, fuere a perjudicarlo en este
sentido. Sólo así se entiende que cuando la mujer es casada, el marido pueda
percibir una indemnización, y si es soltera el castigo del violador signifique una
reparación del daño por ella sufrido no como ser individual sino como
mercancía devaluada en el mercado matrimonial. Intuitivamente conocedoras
del esquema sexista que subyace alrededor de la violación, la mayor parte de
las veces las mujeres no la denuncian debido a las múltiples humillaciones a
que deberán someterse si lo hacen: revisión ginecológica para comprobar si ha
habido o no penetración; interrogatorio acerca de las circunstancias que han
concurrido. Si, paralizada por el miedo, no ha gritado, se dudará de su palabra;
si el violador era uno solo, también; si no presenta golpes y moraduras como
síntoma y señal de que ha luchado, peor; si lleva minifalda, pantalones
ajustados o el jersey le marca el busto, ha ido provocando; si sien-do joven y
soltera no era virgen, se la juzgará «ligera» y quizá se le diga que se lo ha
buscado; si trabaja en una profesión poco «femenina» es posible que su
arrogancia haya sido como un detonante para el violador; si la profesión es
demasiado «femenina» (camarera, modelo, bailarina, etc.) se dirá que iba
«pidiendo guerra»; y si, por último, se dedica a la prostitución, la violación se
considerará «natural» y sólo podrá reprochar al hombre u hombres que no le
hayan pagado el servicio. Ante esta situación la realidad es que sólo un
reducido porcentaje de mujeres violadas se deciden a denunciar el hecho.
Eildelberg afirma sin rubor masculino que «la violación ha sido objeto de
numerosas bromas a lo largo de los años». Y cuenta el chiste de la mujer de un
rabino, violada en presencia de éste, y que se disculpa ante su marido cuando
todo ha terminado, a lo cual él le reprocha: «apero por qué tenias que menear
el trasero?» Este desgraciado y sexista chiste nos lleva a otro aspecto de la
violación: la creencia —masculina, por supuesto— de que la mujer desea en el
fondo ser violada y lo pasa bien durante el acto. El psicoanálisis,
desgraciadamente, ha contribuido a di-vulgar esa torpe imagen de la mujer
violada, por el poco ético sistema de hacer público para lectores profanos en la
materia conclusiones psicológicas que son mucho más complejas que la simple
afirmación del gusto por la violación y que sólo serian imputables a un reducido
número de mujeres afectadas de alguna patología previa. A dichos
psicoanalistas se les puede reprochar tanto su falta de ética profesional como
la demagogia sexista en la que caen y de la cual no hacen un análisis en sus
textos. Eildelberg dice: «Hay que recordar aquí que en la verdadera violación,
una mujer se ve obligada a hacer algo que, aunque resulta penoso o
humillante, puede al mismo tiempo permitirle la obtención de una satisfacción
genital.» El autor cae aquí víctima del modelo reduccionista de la sexualidad
masculina; se basa impúdicamente en diez casos conocidos por él y escribe
generalizando los datos. El consenso entre hombres cuando se trata de
explotar y envilecer a las mujeres no respeta distancias entre un violador
primario, quizá resentido social, y un doctor en Psicología. La periodista Alice
Schwarzer cita a un escritor «de izquierdas» quien publicó en una revista
alemana, en 1975, un artículo titulado «Las emancipadas desean que las
violen» donde hace afirmaciones como esta: «Los deseos (sexuales) secretos
se satisfacen únicamente en la violación.» (La pequeña diferencia y sus
grandes consecuencias). La historia de la violación es tan antigua como el
patriarcado. El rapto y la posterior violación fueron durante muchos años la
forma primitiva de matrimonio. Desde que la mujer se convirtió en objeto de in-
tercambio entre los hombres la violación como primer acto de apropiación por
parte del varón fue posible. Esta idea de apropiación puede verse todavía en
nuestros días en las violaciones por causas raciales y en las de origen político.
Cuando un hombre de color viola a una mujer blanca, a quien quiere ofender
realmente no es a la mujer sino al hombre blanco, cuya propiedad sexual él se
atreve a hollar; y cuando los soldados o los militantes de una facción política
hacen lo propio con las mujeres de la facción contraria, es para ofender por
medio de ellas a sus padres, hermanos y maridos. En las guerras antiguas el
conquistador te-nía el derecho de matar al marido y violar a la mujer. Durante la
Alta Edad Media la violación estaba proscrita por las normas del «amor cortés»
y las «leyes de la caballería» alcanzaban a un grupo reducido de personas; la
mayor parte de las mujeres estaban expuestas a las mayores humillaciones. En
1275 la misma Inglaterra redujo la violación a la categoría de «fechoría». J.L.
Flandrin afirma que nadie puede ya hoy dudar de la vida disoluta de los jóvenes
solteros de la Edad Media, célibes no por voto religioso de castidad sino porque
es más fácil vivir libremente que contraer las cargas de una familia. Dice: «...
tanto en el campo como en la ciudad las frecuentes violaciones colectivas y
públicas que cometían grupos de solteros tenían como pretexto que sus
víctimas eran sospechosas de lujuria, y probablemente para hacerlas caer en la
categoría de muchachas 'públicas y comunes a todos', es decir, de muchachas
para los solteros. En efecto, debe observarse que en todos estos casos
golpeaban a la muchacha y la trataban de 'puta' lo más públicamente posible, y
que después de haberla violado la obligaban a recibir dinero a título simbólico.»
(Orígenes de la familia moderna). El que en nuestros días la violación esté
tipificada como delito, indica sólo que las violaciones son clandestinas y que
sólo cuando son una provocación abierta a otros hombres los violadores las
hacen públicas. Las condiciones formales pueden pues haber cambiado pero el
número sigue siendo muy importante y el odio sexista hacia toda mujer es el
componente de base. Mientras la estructura patriarcal siga en pie esto es poco
menos que inevitable.

Misoginia. (Del gr. μισογυνία). f. Aversión u odio a las mujeres.

Misógino. adj. Que tiene un pensamiento de odio y/o una concepción de


inferioridad hacia las mujeres o sujetos leídos como mujeres.

Sororidad. sust. f. voz lat. Ideal de construir redes entre mujeres o sujetas
leídas como mujeres que permitan la resistencia ante el sistema que oprime a
las mujeres, que consiste en romper con la misoginia interiorizada.

Igualdad. La cuestión de si los hombres y las mujeres son iguales, y en virtud


de qué características son iguales, ha sido un tema importante en la historia de
la filosofía occidental. La primera cuenta sistematizada de la igualdad sexual se
puede encontrar en la República de Platón, donde sostiene que la igualdad de
trabajo y educación para las mujeres son parte de los requisitos del estado
ideal. Filósofas feministas de los siglos xviii y xix formaron parte del creciente
movimiento feminista por los derechos civiles de las mujeres: el derecho a votar
y a la propiedad. Dado que la justificación tradicional de la denegación de
derechos a las mujeres era que no eran capaces de razonar —un criterio para
los titulares de derechos—, estos primeros filósofos típicamente intentaban
mostrar la misma capacidad de razón de las mujeres. Esta afirmación también
conllevó la necesidad de argumentos adicionales que demostraran que
cualquier diferencia aparente en la racionalidad fueron los efectos de las
diferencias en la educación y la socialización. La igualdad de derechos, la
igualdad de oportunidades y las leyes neutrales al género formaron el objetivo
de la segunda ola de feminismo en los años sesenta y setenta. Hubo
diferencias de opinión sobre cómo podría lograrse este objetivo. Los teóricos
con una visión más conservadora sostuvieron que la igualdad podría lograrse
dentro del sistema existente. Aquellos con una visión más radical sostuvieron
que esto solo conduciría a una igualdad superficial, y que la verdadera igualdad
podría lograrse solo a través del rechazo del propio sistema. Desde la década
de 1980, un cuestionamiento del concepto de igualdad en sí mismo, desde una
variedad de puntos de vista diferentes, ha llevado a convertirse en un área de
debate. En particular, se ha preguntado si la verdadera igualdad se puede
lograr solo mediante el reconocimiento de la diferencia de sexo y el desarrollo
posterior de políticas que reflejen esta diferencia. Ha habido un reconocimiento
de que las leyes neutrales al género, por ejemplo, en última instancia, pueden
producir resultados discriminatorios, en particular en la esfera privada del
matrimonio y la familia. Además, esta igualdad "formal" asume que la meta es
la igualdad con los hombres, además de afirmar, en lugar de cuestionar, el
valor de los roles que típicamente han sido la provincia de los hombres.
Además, las teóricas feministas han reconocido que la igualdad de
oportunidades no podría producirse únicamente a través de la igualdad jurídica
en la educación y el empleo, ya que esto ignoraría las desigualdades
estructurales generadas por las diferencias en el contexto socioeconómico. En
respuesta a estas dificultades, las teóricas feministas han argumentado, por
ejemplo, los cambios en las leyes con respecto a la licencia por maternidad y
en apoyo de políticas de acción afirmativa más matizadas. En general, esto ha
significado que el debate sobre la igualdad real se haya convertido en la
provincia de las teóricas legales feministas. El área central de preocupación en
el debate de la igualdad contemporánea para las filósofas feministas ha sido en
el ámbito conceptual de la diferencia, la política de identidad y el género. La
filosofía feminista anglófona se ha visto muy influenciada por los análisis de las
diferencias que han venido de Europa, en particular de filósofas feministas
italianas, francesas y españolas. Estos análisis, implícita o explícitamente,
rechazan tanto la noción de igualdad, ya que esto asume la igualdad, y la
noción de diferencia, ya que asume que la diferencia está conectada a la
biología. Además, estos teóricos afirman que el debate de igualdad / diferencia
solo tiene significado dentro de un sistema de lenguaje que ha sido construido
por el patriarcado. Otra razón por la cual el pensamiento feminista estándar
sobre la igualdad ha sido atacado (especialmente por parte de los teóricos del
color) es que ignora o minimiza las realidades sociales de las mujeres de color,
o las diferencias específicas entre ellas. Finalmente, los filósofos no
occidentales han comenzado a cuestionar si la concepción universalizada de la
igualdad en Occidente tiene una naturaleza potencialmente colonizadora para
las mujeres no occidentales.

Masculinidad. La masculinidad se entiende como el ideal de los


comportamientos, rasgos y roles de género apropiados para los hombres. Por
lo tanto, se espera que los hombres, por ejemplo, actúen de manera asertiva,
sean racionales y sean los principales asalariados. El trabajo filosófico sobre la
masculinidad suele ser realizado por hombres y generalmente se centra en las
formas en que los hombres, como las mujeres, se ven atrapados por las
expectativas de género. Sin embargo, para las filósofas feministas, las
similitudes entre las restricciones causadas por los conceptos de feminidad y
masculinidad se detienen aquí. Dentro de la sociedad patriarcal, la
masculinidad se considera la norma y se construye contra un "Otro" negativo e
inferior: la feminidad. Así, tanto la masculinidad como la feminidad sirven para
oprimir a las mujeres, mientras que los hombres solo están sujetos a la
ideología de la masculinidad.
Reproducción. Antes del surgimiento de la filosofía feminista en la década de
1970, el pequeño trabajo filosófico feminista se ocupaba explícitamente de
temas procreativos; más bien, las filósofas feministas tendían a centrarse en
los efectos de tener hijos en las mujeres. La única excepción es Emma
Goldman, cuya creencia de que la liberación política femenina requería la
liberación sexual la llevó a abogar por la diseminación de información sobre el
control de la natalidad en su ensayo de 1916 "Los aspectos sociales del control
de la natalidad". Para las feministas contemporáneas, las cuestiones
procreativas cubren una amplia gama: en particular, anticoncepción, aborto,
subrogación, pruebas genéticas, nuevas tecnologías reproductivas y control de
la población. Una pregunta central es si las tecnologías e intervenciones
reproductivas sirven para liberar u oprimir a las mujeres. Las respuestas varían
según el tipo de análisis político feminista que se emplee. Las feministas
liberales suelen apoyar el desarrollo de tecnologías e intervenciones que
aumentan las opciones reproductivas de las mujeres. Las feministas socialistas
tienden a argumentar que la libertad reproductiva se produce mejor mediante
una reestructuración de las instituciones de los mundos social y empresarial, en
lugar de a través del desarrollo de intervenciones de alta tecnología que están
disponibles solo para los pocos que pueden pagarlas. Algunas feministas,
Angela Davis en particular, han enfatizado la necesidad de examinar los temas
procreativos a través de los lentes de la raza y la clase, enfatizando las
conexiones históricas del movimiento de control de la natalidad con el
movimiento eugenésico, y señalando el abuso de esterilización de las mujeres
de color. Desde los inicios tempranos del feminismo radical, el debate sobre
temas procreativos se ha centrado en si la reproducción en sí misma es la
clave para la liberación u opresión de las mujeres. Algunas feministas radicales
afirman que la liberación de la reproducción sería la liberación del control
patriarcal. Otros argumentan que las tecnologías de reproducción artificial
servirán para reducir aún más la "utilidad" de las mujeres en la sociedad
patriarcal. Algunas feministas radicales, que también consideran que la
reproducción está relacionada de alguna manera con el valor social de las
mujeres, pueden argumentar que la reproducción puede ser una fuente positiva
del poder y el valor de las mujeres en una sociedad dominada por los hombres.

Sexo. Durante la década de 1960, las feministas comenzaron a distinguir sexo,


'' masculino '' y '' femenino '', de género, '' hombres '' y '' mujeres ''. El sexo de
un individuo se vio determinado por un conjunto de características biológicas
fijas, mientras que el género se veía como un conjunto de características
sociales mutables que eran el resultado de la socialización. Esta distinción
desafió el determinismo biológico, la opinión científica y popular dominante de
que las diferencias biológicas entre los sexos determinan los diferentes roles
sociales y culturales de hombres y mujeres, así como las relaciones entre ellos.
El éxito político de la distinción sexo / género para el movimiento feminista no
está en duda, pero más recientemente la distinción en sí misma ha sido
cuestionada. Algunas filósofas feministas argumentan que las características
biológicas no son inmutables, ya que pueden verse afectadas por las prácticas
sociales. En algunas culturas donde hay escasez de alimentos, por ejemplo, las
mujeres suelen ser de menor estatura que los hombres. Esto parece ser el
resultado del menor valor social de las mujeres, ya que la práctica en tiempos
de escasez es dar la comida a los hombres. Además, también es posible que
los ideales culturales de características deseables de las mujeres puedan
afectar la cantidad real de estas características dentro de una población dada,
ya que las mujeres con estas características tienen más probabilidades de ser
seleccionadas como parejas reproductivas. Algunas filósofas feministas
también señalan el hecho de que la forma en que se ven las diferencias
biológicas masculinas y femeninas es el resultado de la interpretación social.
La noción actual de que hay dos sexos diferentes es bastante reciente. En la
Europa del siglo XVIII, el hombre y la mujer no estaban enmarcados como
opuestos; más bien, las mujeres se entendían como versiones inferiores o
menos desarrolladas de los hombres. La noción de que hay dos sexos
distintos, y solo dos, también está siendo cuestionada desde dos posiciones
diferentes: uno proviene de la existencia de personas intersexuales; Una se
basa en el trabajo de Michel Foucault sobre el sexo. La existencia de personas
intersexuales plantea la cuestión de si solo hay dos sexos. De hecho, se
pueden identificar cinco sexos: hombres, mujeres y tres grupos "intersex" que
tienen características tanto masculinas como femeninas. La práctica médica
actual es que un sexo en particular se asigne quirúrgicamente a un individuo de
un grupo intersexual, y de hecho esto se considera un imperativo médico. Los
filósofos han cuestionado qué subyace a esta necesidad apremiante e
incuestionable de la asignación sexual. Argumentan que la existencia. De un
individuo intersexado se cuestiona la suposición de que solo hay dos sexos,
una suposición que forma parte de nuestro ordenamiento de la realidad y, por
lo tanto, de nuestro sistema social. Para Foucault, el sexo funciona como una
forma de agrupar artificialmente elementos biológicos y de comportamiento.
Así, el sexo es el producto de prácticas discursivas materiales que construyen
individuos; Se promulga en el cuerpo. Algunas filósofas feministas han
extendido este análisis; afirman que el concepto de que el cuerpo es una
estructura fija natural es peligroso, ya que subraya las suposiciones acerca de
la estructura fija y natural de la diferencia sexual que justifica y forma la
dominación de las mujeres. Además, la naturalidad subsiguiente de la
existencia de dos sexos unitarios de oposición y, por lo tanto, el supuesto de
una atracción sexual entre opuestos complementarios, apoya el sistema social
heterosexista.

Teoría Feminista. Las teorías feministas tempranas se centraron en el objetivo


de la igualdad social y política, aunque no hubo una sola explicación de cómo
se podría lograr tal igualdad. Esta teorización temprana sobre la igualdad se
clasificó en dos categorías generales: podría lograrse dentro del sistema
existente, o requerir un derrocamiento del sistema patriarcal existente. A partir
de la década de 1980, con el desarrollo de la teorización sobre la diferencia de
sexo y el género, el ideal de igualdad. Se convirtió en un área de debate, en
particular porque aplana las diferencias entre las mujeres. El objetivo de la
teorización actual se entiende mejor como el descubrimiento y el análisis de las
opresiones experimentadas por las mujeres: sus diferencias e interconexiones,
sus causas y la formulación de estrategias para su eliminación. No hay una
teoría feminista y, por lo tanto, no hay un solo análisis o solución. Además, la
amplia variedad de teorías feministas que existen tiende a resistir la fácil
categorización. Algunas de las teorías más importantes son: el feminismo
anarquista, el feminismo negro, el feminismo cultural, el ecofeminismo, el
feminismo existencialista, el feminismo francés, el feminismo global, el
feminismo liberal, el feminismo marxista, el feminismo multicultural, el
feminismo posmoderno, el feminismo psicoanalítico, el feminismo radical y el
feminismo socialista.

Mujer como objeto. La aproximación de las filósofas feministas a la crítica de la


objetivación de las mujeres es producir un análisis del concepto en sí. El punto
de partida de este análisis es comprender que la objetivación de las mujeres se
basa en suposiciones erróneas sobre la sexualidad de las mujeres. Así, la
objetivación de las mujeres es la objetivación sexual: las mujeres son objetos
sexuales. En el corazón de estas suposiciones sobre la sexualidad de las
mujeres se encuentra una visión esencialista y culturalmente reforzada de la
naturaleza real de las mujeres: son sumisas. La pornografía ha sido citada
como la forma más obvia de objetivación. Las filósofas feministas han ofrecido
una variedad de análisis del fenómeno, desde la afirmación de que la
objetivación sirve para reducir el estatus social de las mujeres, que socava las
reclamaciones de igualdad, a la afirmación de que la objetivación sirve para
alejar a las mujeres de sus cuerpos. Algunos análisis examinan la objetivación
de las mujeres en relación con otros sistemas de opresión, como el capitalismo
o el racismo. Bajo el capitalismo, el estatus socioeconómico más bajo de las
mujeres, reforzado por la objetivación, sirve para nublar la comprensión de los
trabajadores masculinos sobre su propio estatus, ya que se sienten
empoderados por el dominio literal o implícito de las mujeres. El tipo de análisis
más radical sostiene que la separación de sujeto / objeto, generada por el ideal
filosófico de objetividad, sustenta la objetivación sexual. Las filósofas feministas
también han analizado las formas en que las mujeres aprenden a auto-
objetivarse: por ejemplo, debido a la autoconservación, o a una falsa
conciencia creada a través del "complejo de moda-belleza". Esto no significa,
sin embargo, que todo Las mujeres encuentran que ser tratadas como un
objeto sexual son opresivas. Hay una distinción entre ser una cosa y ser un
objeto de deseo. Esto no significa que esto último no sea siempre problemático;
está impulsado por el contexto y, por lo tanto, algunos contextos pueden ser
menos apropiados que otros.
Glándulas. f. estructura organizada de tejido epitelial que tiene la capacidad de
sintetizar y liberar sustancias en el interior del torrente circulatorio (glándulas
endocrinas) o al exterior (glándulas exocrinas). Órgano cuya función es
producir una secreción que puede verterse a través de la piel o de las
mucosas, como las glándulas salivales y sudoríparas, o al torrente sanguíneo,
como el tiroides.

Glándulas endocrinas. La que elabora hormonas, que vierte directamente a la


sangre.

Glándulas exocrinas. La que segrega sustancias al exterior por un conducto


especial.

Hembra. (Del lat. femĭna). f. Animal del sexo femenino. || 2. mujer (ǁ persona
del sexo femenino). || 3. En las plantas que tienen sexos distintos en pies
diversos, como las palmeras, individuo que da fruto.

Hembrismo. Según la RAE también existe el hembrismo, definido como lo


opuesto a o la versión femenina del machismo. «Hembrismo» se usa en los
textos como opuesto a «machismo»; es neologismo reciente y no figura en el
diccionario. El Hembrismo es la posición contraria al Machismo: es el fenómeno
de discriminación y subvaloración de los hombres por parte de las mujeres. Se
puede decir que es una degeneración del Feminismo. Se debe recalcar que se
está hablando de un concepto, no de una idea. Se considera que el
hembrismo es una actitud de prepotencia de las mujeres respecto de los
hombres, o bien un parcialismo discriminatorio claramente favorable a la mujer
en acciones u opiniones. Su significación es en muchos aspectos contraria a la
del Machismo, pero también es englobable dentro del fenómeno del sexismo y
la discriminación sexual, sólo que con este término se expresarían aquellas
discriminaciones y prejuicios que favorecen a las mujeres y perjudican los
hombres.

Hermafroditismo. El hermafroditismo se refiere a la existencia de órganos


sexuales femeninos y masculinos en un mismo ser vivo, es decir de aquellos
seres vivos que poseen un aparato mixto, capaz de crear gametos masculinos
y femeninos, algo que en ciertas especies como las plantas y algunos peces,
hace posible la autofecundación. En el caso de los seres humanos, la
autofecundación es algo imposible, sin embargo, si es posible la aparición de
aspectos femeninos y masculinos que definen el hermafroditismo. Esta
anomalía en los seres humanos conlleva a la infertilidad y a la tenencia de
órganos sexuales poco desarrollados. El verdadero hermafroditismo es aquel
en donde se encuentran presentes de manera simultánea los ovarios y los
testículos. En los humanos, han existido muchos casos de hermafroditismo, sin
embargo no se le asigna este término como tal, sino que le adjudican la
expresión intersexual. Estas personas a pesar de contar con ambos órganos
sexuales, no tienen la capacidad de reproducirse de las dos maneras. Esta
anomalía se origina durante el embarazo. Cuando el feto es femenino, se
produce debido a que las glándulas suprarrenales de la madre crean en exceso
hormonas masculinas, lo que ocasiona una alteración en los genitales
externos. En el caso de que el feto sea masculino, se origina debido a que sus
tejidos no produjeron suficiente testosterona durante la semana 6 u 8 después
de la fecundación.

Homofobia. Homofobia es el término que se ha destinado para describir el


rechazo, miedo, repudio, prejuicio o discriminación hacia mujeres u hombres
que se reconocen a sí mismos como homosexuales. De todas formas, el uso
cotidiano del vocablo incluye a las otras personas contempladas en la
diversidad sexual, como ocurre con los bisexuales y los transexuales. Incluso, a
aquellos seres que mantienen hábitos o actitudes que suelen ser atribuidos al
sexo opuesto, como los metrosexuales. Cabe destacar que la homofobia
carece de una definición precisa, ya que no se trata de un concepto de alcance
estrictamente psiquiátrico. Hay quien considera homófoba a toda persona que
no respalde o no se manifieste a favor de la homosexualidad. Sin embargo, la
noción hace referencia a la discriminación, es decir, al rechazo o a la
persecución. La palabra homofobia fue utilizada por primera vez por el
psicólogo estadounidense George Weinberg en 1971. Años atrás, Wainwright
Churchill se había referido a la homoerotofobia. Es necesario señalar que la
homofobia no es precisamente una fobia, debido a las características que las
diferencias. Mientras que en una fobia la emoción que la motiva es el miedo, la
homofobia es motivada por el odio, que se manifiesta de forma moderada (a
través de sensaciones corporales de repulsión, como incomodidad psicológica
frente a personas homosexuales) o severa (mediante la alteración psicomotriz
que lleva a un individuo a insultar de forma verbal o física a otro de condición
homosexual, en algunos casos incluso puede llegar a matar a causa de ello).

Además, una característica propia de las fobias es que la reacción de los


individuos que las padecen, es huir de aquello que les causa miedo, así,
alguien que padece acrofobia tiende a no ponerse en situaciones de altura para
evitar dicho temor; por el contrario, los homofóbicos buscan encuentros con
personas homosexuales a fin de demostrarse a sí mismos que su postura es
correcta, la forma en la que lo hacen es denigrando, humillando y destruyendo
a todo aquel que reúna las características de un homosexual (ni siquiera tiene
que ver con haber confirmado su homosexualidad, sino con que demuestre una
actitud que para el homofóbico encaja dentro de la descripción de un
homosexual). Los fóbicos tienden a esconder su trastorno, no les gusta hablar
de ello aún si saben que pueden estar necesitando ayuda, al contrario, los
homofóbicos quieren hacer público su pensamiento, lo vuelven una batalla
necesaria e intentan unirse a aquellos que piensen igual. Hace unos días leí
que los homofóbicos eran como los vampiros, porque intentan contagiar a todo
aquel que se cruce por su camino en el odio hacia los homosexuales, creo que
sirve esta comparación para ejemplificar este punto.

Por último, mientras que las personas que padecen fobias tienen plena
conciencia de su trastorno y pueden hablar de él para comprenderlo, los
homofóbicos no piensan que haya un problema con ellos, más bien que el
problema lo tienen los homosexuales. Buscan naturalizar ese odio brutal que
los carcome e incluso, llegan a grados de incoherencia tales que son capaces
de afirmar: «No soy una persona homofóbica…lo único que me pasa es que no
puedo ver a dos mujeres (u hombres) juntos porque eso no es natural».

Identidad. (Del b. lat. identĭtas, -ātis). f. Cualidad de idéntico. || 2. Conjunto de


rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente
a los demás. || 3. Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta
a las demás. || 4. Hecho de ser alguien o algo el mismo que se supone o se
busca.

Identidad de Género. La identidad de género proviene del inglés “gender


identity”, es la captación subjetiva que una persona tiene sobre sí mismo, en
cuanto a sentirse hombre o mujer que además se considera como el sexo
psicológico o psíquico que contribuye uno de los tres tipos como la identidad
sexual que es un proceso complejo que empieza en la fecundación, pero que
se vuelve clave mientras el proceso de formación e incluso en las prácticas
vitales tras el nacimiento. La identidad de género es la sexualidad con el cual
una persona se identifica psicológicamente o con el cual se define a sí mismo.
La identificación de género como un derecho promueve la diversidad sexual y
un desarrollo sexual saludable.

Igualdad de oportunidades. La igualdad de oportunidades es un principio


basado en la idea de que una sociedad justa sólo puede lograrse si cualquier
persona tienen las mismas posibilidades de acceder a unos mínimos niveles de
bienestar social y sus derechos no son inferiores a los de otros grupos. Para
ello, se establecen mecanismos que prohíben la discriminación por motivos de
raza, sexo, etnia, edad, religión o identidad sexual.

Igualdad de trato. Se entiende por principio de igualdad de trato, al acopio de la


justicia distributiva, es decir, obtener la igualdad entre los iguales en una misma
sociedad ya sea en hechos, situaciones o acontecimientos; a diferencia de los
demás principios mencionados: de igualdad ante la ley (en esencia impide al
Estado establecer diferencias irrazonables), del mandato de no discriminación
(impide tanto a los particulares como al Estado establecer toda y cualquier
diferencia entre las personas basada en unos determinados motivos
establecidos en la C.P.E.) y de igualdad de oportunidades (acciones positivas
para que los grupos menos beneficiados gocen de más oportunidades); el
término “igualdad de trato” supone la proscripción de supuestos irrazonables de
discriminación de todos los sujetos sin excepción y del mismo Estado, por lo
que no sería necesario señalar los supuestos donde no se admite
discriminación.

Inequidad. Inequidad significa desigualdad o falta de equidad. Es un término


utilizado especialmente en Latinoamérica y se asocia a una situación de
desigualdad que genera injusticia. La desigualdad por motivos de género
abarca varios aspectos relativos al tratamiento que se le da a una persona
dentro de una sociedad dependiendo de su género. Este tipo de
diferenciaciones suelen estar definidas por el papel que en determinada cultura
se le otorga a una persona en función de su género. En este sentido se puede
hablar de patriarcado o matriarcado cuando el papel de dominio y gobierno en
una sociedad recae sobre la figura del hombre o de la mujer, respectivamente.
Uno de los lugares en los que más se habla de desigualdad de género es el
ámbito profesional. Se suele hablar de inequidad de género, por ejemplo, para
referirse a las diferencias en el acceso a determinados cargos y las diferencias
salariales que existen dentro de un mismo puesto de trabajo. Muchos de estos
temas están relacionados con estereotipos e ideas preconcebidas sobre las
capacidades y actitudes de una persona dependiendo de su género.

Intersexual. El término intersexual define a un tipo de personas que nacen con


características biológicas tanto masculinas como femeninas, es decir que los
rasgos de uno u otro sexo se encuentran combinados. Una persona intersexual
puede ser cromosómicamente hombre pero tener apariencia femenina. La
intersexualidad es una condición genética, la cual es considerada por los
expertos como un trastorno del desarrollo sexual.

Intolerancia. La intolerancia es la capacidad o habilidad que posee una persona


de no soportar las opiniones diferentes a las de él. La palabra intolerancia es
de origen latín intolerantia. La intolerancia es sinónimo de intransigencia,
terquedad, obstinación, testarudez por no respetar a las personas que poseen
pensamientos diferentes bien sea en el ámbito político, religioso, cultural,
sexual, racial, etcétera. En referencia a lo anterior, se puede deducir que la
intolerancia es un antivalor que no permite una buena convivencia entre las
personas. El término intolerable es un adjetivo que describe una cosa o alguien
que no se puede tolerar, por ejemplo: cuando se observa una situación de
maltrato infantil, la misma se torna intolerable para quien vive la situación como
para quien la observa o, el individuo que no acepta ideas distintas a las de él se
puede decir “es intolerable estar con él” o "¡que intolerante es!". Asimismo, una
persona intolerante puede cometer otras faltas como: la discriminación, la
agresión, el irrespeto, producto de la falta de tolerancia a las ideas diferentes
de sí. Por ende, la intolerancia es una actitud negativa que afecta las relaciones
entre los prójimos. Por otro lado, la intolerancia es un conjunto de reacciones
opuestas a la acción de un producto, bien sea alimentos, bebidas o medicinas.
En referencia a este punto, ciertas personas no pueden ingerir un determinado
alimento o medicamento porque le produce reacciones adversas y se puede
observar a través de ciertos síntomas como: vómitos, dolor de gastritis, entre
otros.

Invisibilizacion de la mujer. Invisibilización es una definición ampliamente


utilizado en las ciencias sociales para designar una serie de mecanismos
culturales que lleva a omitir la presencia de determinado grupo social. Los
procesos de invisibilización afectan particularmente a grupos sociales sujetos a
relaciones de dominación como las mujeres, las minorías, los pueblos no
europeos, las personas que no tienen la piel clara y los grupos sociales que
componen, etc. Los procesos de invisibilización suelen estar íntimamente
relacionandos con procesos destinados a imponer la superioridad de un grupo
social sobre otro, como el racismo, el sexismo, el eurocentrismo, la homofobia,
y los procesos de discriminación en general.

Jerarquía de los Géneros. Una jerarquía de los géneros es cualquier


formalización que ordena según su valor o categoría diferentes tipos de
géneros artísticos. Las jerarquías más conocidas son sustentadas por las
academias europeas entre el siglo XVII y la Edad Moderna, y de ellas la
jerarquía que para los géneros pictóricos sostuvo la Academia francesa que
desempeñó un papel central en el arte académico.

Lenguaje sexista. El lenguaje sexista es el que asume rasgos relacionados con


los prejuicios culturales de género, esto es, derivados del machismo de la
misoginia, de la misandria, o de un real o aparente desprecio a los valores
femeninos o masculinos. El lenguaje sexista se refiere a la discriminación de
personas, que se manifiesta en el lenguaje, de un sexo por considerarlo inferior
a otro. Ésto se da en dos sentidos: por un lado, en lo que concierne a la
identidad sexual de quien habla y por otro en lo que se refiere al tratamiento
discriminatorio que sufren las mujeres en el discurso ya sea por el término
utilizado o por la manera de construir la frase.

Mansplaining. La palabra mansplaining es un neologismo anglófono basado en


la composición de las palabras man (hombre) y explaining (explicar), que se
define como «explicar algo a alguien, especialmente un hombre a una mujer,
de una manera considerada como condescendiente o paternalista».12 En
español, el neologismo machoexplicación tiene cierto uso y comparte el mismo
carácter informal del original inglés, siendo reconocida como una alternativa
válida por la Fundéu, aunque recomienda que se usen los más formales
«condescendencia machista» o «condescendencia masculina» si el contexto lo
permite.

Matrifocal. Es un concepto que se refiere a los hogares que consisten en una o


más mujeres adultas y sus hijos sin la presencia de padres. Las familias
monoparentales encabezadas por mujeres, por ejemplo, son matrifocales ya
que la vida cotidiana de la familia se organiza en torno a la madre.
Matrilinealidad. La matrilinealidad es el trazado del parentesco a través de la
línea femenina. También puede correlacionarse con un sistema social en el que
cada persona se identifica con su matrilinea (el linaje de su madre ) y que
puede implicar la herencia de propiedades y / o títulos. Una matrilinea es una
línea de descendencia de un ancestro femenino a un descendiente (de uno u
otro sexo) en el que los individuos de todas las generaciones intermedias son
madres; en otras palabras, una "línea materna". En un sistema de
descendencia matrilineal, se considera que un individuo pertenece a la misma
Grupo de descendencia como su madre. Este patrón de descendencia
matrilineal contrasta con el patrón más común de descendencia patrilineal del
que generalmente se deriva un apellido.

Paridad. (Del lat. parĭtas, -ātis). f. Comparación de algo con otra cosa por
ejemplo o símil. || 2. Igualdad de las cosas entre sí. || 3. La paridad, entendida
como una participación equilibrada de mujeres y hombres en las posiciones de
poder y de toma de decisiones en todas las esferas de la vida (políticas,
económicas y sociales), constituye una condición destacada para la igualdad
entre los sexos.

Participación. La Participación es un término cuyo origen etimológico se deriva


del latín “Participatio” el cual está formado por el prefijo “Pars o Parti” que
significa “Parte o Porción”, el verbo “Capere” que es “Tomar o Agarrar” y por
último el sufijo “Tio” que corresponde a (acción y efecto). Lo que lleva a
interpretarla como la acción y efecto de tomar parte en algo, o de hacer
partícipe a alguien más sobre algo, lo que quiere decir, noticiar o informar
acerca de algún suceso.

Rol. El rol es el papel o función que alguien o algo representa o desempeña,


por voluntad propia o por imposición. La palabra, como tal, proviene del inglés
role, que significa ‘papel de un actor’, y este a su vez viene del francés rôle. Los
roles son funciones que le son atribuidas a una persona para que, en
determinadas situaciones o circunstancias, actúe o se comporte de acuerdo a
un conjunto de pautas, en satisfacción de una serie de expectativas En este
sentido, un actor puede representar el rol de malvado en una obra de teatro
infantil, un político puede ejercer el rol de vocero de su partido, un periodista
puede realizar el rol de entrevistador en un programa de televisión, o un tío
puede desempeñar el rol de padre de su sobrino. Otra acepción de rol, que se
desprende del latín tardío rotŭlus, que significa ‘ruedecita’, puede referirse a un
rollo o rolde, o a una lista o enumeración. El rol de género hace referencia al
conjunto de normas sociales según las cuales se espera de un hombre y de
una mujer una serie de comportamientos en función de lo que para una
sociedad determinada es la masculinidad y la feminidad. Así, pues, el rol de
género vendría a ser la expresión pública de la identidad de género.

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Sensibilización en género. La sensibilización es una herramienta para
transformar la percepción y el discurso, en especial estereotipos y prejuicios,
sobre la realidad de los países en vías de desarrollo, aplicado al género seria
romper con la ignorancia que se tiene, sobre todo en facciones
ultraconservadoras, acerca de lo que representa el género.

a) Concientización

Proceso acompañado de la reflexión. Es un proceso de comunicación


participativo, en el cual en base a la situación de los participantes o de la
comunidad, con experiencias vivenciales y experiencia de campo y de las
personas, se retroalimenta la información y se genera una doble vía de la
misma. Implica la internalización de la información por las personas por medio
de la reflexión.

b) Concientización en Género

Contiene elementos que permiten generar el entendimiento, respecto a que


existen diferencias y desigualdades genéricas entre hombres y mujeres,
determinadas por la sociedad y la cultura en un tiempo y lugar determinado.

Sistemas de género. Los sistemas de género son las estructuras sociales que
establecen el número de géneros y sus roles asociados en cada sociedad. Un
rol de género es todo lo que una persona dice y hace que indica a otros o a uno
mismo el grado que se es de hombre, mujer, o transgénero. Esto incluye, pero
no se limita a la excitación y respuesta sexual y erótica La identidad de género
es una experiencia personal propia que incluye el rol de género y la
persistencia de una individualidad como hombre, mujer u otro, teniendo
conciencia de uno mismo y del propio comportamiento.

Sostenibilidad. Refiere el acceso, uso y manejo adecuado de los recursos


naturales, para asegurar la continua satisfacción de las necesidades básicas de
hombres y mujeres para las generaciones presentes y futuras (de todo, para
todos, todo el tiempo).

Patrón de comportamiento que asegure a cada una de las generaciones


futuras, la opción de disfrutar por lo menos del mismo nivel de bienestar de sus
antecesores. Se hace énfasis en la equidad intergeneracional del desarrollo.

Subordinación de género. La subordinación de las mujeres es producto de


determinadas formas de organización y funcionamiento de las sociedades. Por
lo tanto, hay que estudiar la sociedad o las sociedades concretas.

a) Subordinación de Género: Sujeción, sumisión, dependencia que se genera


de un sexo hacia el otro, considerado como inferior en cuanto a importancia o
posición jerárquica, cultural y/o histórica.
b) Subordinación de la Mujer respecto a Género: Sometimiento de la mujer al
control y la dependencia del varón. Pérdida del control de la mujer sobre
diversos aspectos de su vida tales como: su sexualidad, su capacidad
reproductiva, su capacidad de trabajo.

La subordinación de la mujer se evidencia:

(i) subordinación económica que se manifiesta como trabajo no remunerado,


falta de acceso a capital y tecnología, desigualdades en materia salarial,
discriminación ocupacional;

(ii) subordinación política que se manifiesta como aislamiento físico en la


unidad doméstica, falta de poder económico, estructura familiar dictatorial, bajo
grado de participación en organizaciones de masa, falta de representación en
instancias políticas, dependencia en órganos políticos;

(iii) subordinación cultural que se experimenta en discriminación educativa,


desvalorización de la mujer, trato de la mujer como objeto sexual y
unidimensionalidad como madre, limitaciones para el control de la natalidad.

Triple Rol. Son los siguientes:

Rol Productivo: Está va dirigido al trabajo, referido al ámbito laboral (trabajo


remunerado) esta remuneración quiere decir que este tipo de trabajo tiene un
valor de cambio. Por otra parte permite a la mujer ser proveedora de su hogar.
Pertenece al ámbito público, por tanto podemos decir que es visible, valorado,
existe un reconocimiento, una razón y da un cierto tipo de poder a la mujer.

Rol Reproductivo: Dirigido al cuidado de los hijos, madre esposa, dueña de


casa, esta pertenece al ámbito privado (no remunerado), no tiene un valor de
cambio, porque no es remunerado. Pertenece al ámbito privado, este por
consiguiente no es visible, ni valorado por lo que no es reconocido
económicamente, pero genera lazos y afectos en su hogar.

Rol de pertenencia Comunitaria: Se refiere a que una mujer forma parte de una
o varias comunidad (es) en particular y que éstas mismas pueden ser
escogidas por sus gustos propios y/o intereses en los que se quiera
desenvolver a nivel comunitario.

La mujer posee la capacidad de complementar a grandes rasgos la definición


que tenemos de comunidad, ya que no sólo son las que poseen el rol
reproductivo, sino que aplican en su rol generalizado de mujer la adaptación a
los factores que influyen del contexto.

Viril. Se conoce como viril a todo aquello que es relativo al hombre o proprio del
hombre. La palabra viril es de origen latín “virilis”.
Tomando en cuenta lo anterior, se puede deducir que el término viril es todo
aquello que constituye el sexo masculino; los atributos de la virilidad, como por
ejemplo: su potencia sexual, los vellos en diferentes partes del cuerpo, cabello
corto, voz grave, entre otros.

El hombre viril es aquel en que se le relaciona con cualidades o características


propias del varón, tal como lo describe el adjetivo viril, en este sentido no solo
se relaciona con las anteriores descritas sino también con la fuerza física,
valentía, poder, energía que caracteriza al hombre.

En relación a lo anterior, es importante resaltar que un hombre por vestir con


alguna prenda de color rosado, o por hacer manicura o pedicura, usar cremas,
perdió su virilidad, ya que no se debe de tomar virilidad como sinónimo de
machismo, sino más bien como una transformación del término producto de los
cambios surgidos en la sociedad.

Xenofobia. Como xenofobia se denomina el rechazo, el odio o la hostilidad


hacia los extranjeros o hacia las cosas extranjeras. La palabra, como tal, se
compone de los vocablos xeno- y fobia, que a su vez provienen de las raíces
griegas ξένος (xénos), que significa ‘extranjero’ y φοβία (fobía), que indica
‘temor’.

La xenofobia, según la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU),


supone todo tipo de distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en
motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o
por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en
condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales
en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de
la vida pública.

La xenofobia, por lo general, se manifiesta a través de acciones


discriminatorias o expresiones abiertamente hostiles y deliberadas de odio
hacia los extranjeros.

Las actitudes de intolerancia y aversión xenófobas hacia quienes vienen de


otros países o de culturas diferentes, pueden provocar reacciones diversas
entre los xenófobos, que van desde la indiferencia, la falta de empatía y el
rechazo manifiesto, hasta el desprecio, las amenazas y las agresiones físicas y
asesinatos. De allí que, en muchos países, la xenofobia sea considerada,
incluso, un delito.

No obstante, no todas las formas de discriminación contra las minorías étnicas,


las diferentes culturas, subculturas o creencias pueden considerarse como
xenofobia. En muchos casos, son actitudes relacionadas con conflictos
ideológicos, choques culturales o, simplemente, con política.
BIBLIOGRAFIA

Food and Agriculture Organization of The United Nations (FAO), Vocabulario


referido al género. GUATEMALA, ENERO 1996. Recuperado de:
http://www.fao.org/3/x0220s/x0220s00.htm#TopOfPage

JASSO ROSALES, Mónica Gabriela. TERMINOLOGÍA FEMINISTA. UNAM.


México, 2017.

SAU, Victoria. Diccionario Ideológico feminista Vol. I (3ª ed.); Edit. Icaria, la
mirada esférica. Barcelona, 2000.

SAU, Victoria. Diccionario Ideológico feminista Vol. II (1ª ed.); Edit. Icaria, la
mirada esférica. Barcelona, 2001.

VILLANUEVA GARDNER, Catherine. Historical Dictionary of Feminist


Philosogy. The Scarecrow Press Inc. Maryland, 2006.

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