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CUATRO OBRAS DE TEATRO

Rafael Torroba Ochoa

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© 2011 Bubok Publishing S.L.
1ª edición
ISBN: 978-84-9009-173-9
DL: M-36323-2011
Impreso en España / Printed in Spain
Impreso por Bubok

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CUATRO OBRAS DE TEATRO SE COMPONE DE:

1.- DESILUSIONES ………………………………….. 9

2.- ESTUPOR ………………………………………….59

3.- CARENCIAS ……………………………………...103

4.- DIALOGOS CON LA MUERTE …………………159

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T E A T R O

D E S I L U S I O N E S

Obra en dos actos

Autor: Rafael Torroba Ochoa

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Busca en tu corazón la inquietud y descubre la inquietud en tu corazón. Sentirás
trotar el viento, caminar el aire, navegar los montes, roer las rocas, agudizar el ingenio, escorar
los rompientes de las orillas.

La vida es tan corta que todo es ayer y el ayer no existe, no lo dilapides en


sueños irrealizables, pensamientos absurdos, la irresponsabilidad de creerte espejo en el que te
mires. Piensa en los demás y de los demás extrae lo que debes entregarles..... y lo que recibes.

Copyrigh. 2011 RAFAEL TORROBA OCHOA

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DESILUSIONES

Teatro

Personajes:
1).- Andrés. De cincuenta y ocho años, aspecto muy bien conservado, pelo
cano. Casado. Dos hijos. Uno de los cuales tiene una niña.

2).- Begoña. Divorciada. Cuarenta años. Fue miss en una ciudad española.
Tiene tres hijos. De 14, 13, y 10 años.

3).- Carlos. De treinta años. Licenciado. Muy varonil y deportista. Soltero.

Lugar: La casa de Carlos. Muy amplia. Una criada.

Situación.: Un salón estupendamente decorado. Begoña revisando libros en la


biblioteca de la habitación. Carlos sentado en el sofá.

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ACTO 1º

Begoña.- ¿Lo has leído?..

Carlos.- ¿Es de Camilo José Cela?

Begoña.- Sí.

Carlos.- ¿La colmena?...

Begoña.- Sí.

Carlos - No.

Begoña.- Claro, no tienes tiempo.

Carlos.- Pues no, no tengo tiempo. Ni ganas.

Begoña.- Te volverás un zoquete y te convertirás en un cuadro de musculitos con las


corvas abiertas a la intemperie. No abandones nunca la lectura. El poder de la energía se
concentra a través del cerebro y se expansiona por los músculos de las ideas. Y todo lo convierte
en placentero y elocuente. Incluso el propio placer.

Carlos.- Ya leí bastante durante la carrera. Ahora debo dedicar mi esfuerzo a la


satisfacción, la complacencia de la vida, el desajuste bacteriano del instinto con la megalomanía
del placer.

Begoña.- La burda espera de la contemplación ensimismada del embalsamamiento de


la propia silueta.

Carlos.- La fuerza del éxtasis de una mirada empenachada en un disco de vigor y


lujuria.

Begoña.- Eres incorregible.

Carlos.- Y depravado. Contigo el cuerpo se convierte en un estilete que se estigmatiza


por la elevación hacia las ansias de la locura. Ven y deja ya de lamer los libros. Siéntate aquí, a
mi lado. Que te sienta.

Begoña.- La lectura permite alambicar las ideas para que las sensaciones se acoplen
a los sentidos y el ser note como se eleva por encima de las cosas que nos atan.

Carlos.- Lo importante es vivir, sentir la sensación del cuerpo bajo la potencia de


unos músculos que se aderezan con el pensamiento. Lo importante es sentir la capacidad de
gozar y sublimar el gozo. Embellecer las miradas que nadan en el deseo y se apasionan con el
instinto. Vivir es dejar que las sensaciones naden a su libre albedrío y asienten el goce de la
perseverancia en la placidez de la lujuria. Encajar el esfuerzo en la superación y alcanzar los
estímulos que desconcierten a los demás. Poner el sueño como almohada y la voluntad como
principio. Y alcanzar la gloria.
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Begoña.- Eres un cretino y un inconsciente. Un insensato. Solo el afán de saber
ennoblece la calidad de los sentidos y prorroga el espacio en el que nos envolvemos cuando dos
miradas se cruzan. Hay que ver el desfiladero en la profundidad de su vertiente y en la
elocuencia de su belleza. Un monte que susurra. Un manantial que florece en el paladear de una
marisma. La sensación de un beso perdido en la comisura de unos labios. Una mano que se
atraviesa en la delicadeza de una caricia. El vigor de un deseo. La claridad de una existencia
repleta de anticipaciones para permitir a la mujer que se sumerja en la ternura. El rasgueo de
una rosa entre las sábanas de un cumpleaños. El viento dormido en lo cruento de un abrazo. Y el
amanecer que nos despierta en una noche que se ha ido.

Carlos.- Cualquier lerdo entiende que solo se llega al fin por el principio.

Begoña.- No hay bases ni principios. Hay que saber dar, entregar. Hay que
extenuarse en adquirir aquellos comienzos que palpitan en la desafectación de nuestro ser por el
resto de los seres. La reflexión de un esfuerzo. La incontinencia de un deseo. El extender las
manos para que depositen en ella los ideales. El dejar que los suspiros calen en el alma para
abrir los sueños al pensamiento. Y la realidad de un temblor. Y el estruendo de una caricia. Y el
llanto de la lujuria.

Carlos.-Todo está bajo mi comprensión. No necesito dejar que la lucha por


alcanzar fines más concretos me impidan las divagaciones de los sentidos.

Begoña.- No está bajo tu comprensión porque no captas lo que entraña el


esfuerzo. Deslavas la mente para que el cuerpo adquiera la dureza de un cíclope. Y te sientes
satisfecho con esa sensación de poderío en tus arterias. La mirada alta. Altiva. El rostro patente
de virilidad. Y el enérgico resplandor de la indolencia en tu furtiva manera de caminar. Pero la
vida, no está aquilatada por esos campos cubiertos de esterilidad. La vida entraña poseer los
criterios necesarios para que la delicadeza prenda en el fuego del deseo. Para que los ojos
entiendan el colorido de la mirada. La desfachatez de un instinto encrespado. O la solidez de una
palabra envuelta en el celofán de la fantasía. El cuerpo se derrumba con las arrugas. Y el amor
o el sentido del amor o el sentimiento en el que nada el amor, se restriega contra la ferocidad de
la duda y envalentona el espíritu, formándolo, para dar ternura a los hechos que nos acucian. Y
a los pesares que nos arrumban. Y a la inconsistencia del desvelo de la incongruencia.

Carlos.- Eres una pedante. Siempre que tocas algo enraizado en tu interior, te alzas
como una longaniza de fuego y expides humo a mansalva. ¿Le has explicado todo eso a tu
marido?

Begoña.- Con mi marido no me hablo. No discuto. Es como tu. Carece de la


delicadeza que toda armonía requiere. Y olvida que la suavidad engendra espíritus fértiles en el
interior de una montaña. Las pasiones se hacen bajas cuando son bajos los estandartes que los
enmarcan. Cuando descubres que la orilla se distancia, te pierdes en la seguridad de que te has
distanciado. Y no hay camino que permita cubrir esa separación. Esa lejanía. Se ha interpuesto
el resuello de una ola o la fantasmagoría de un espectro. O simplemente la maledicencia del
instinto.

Carlos.- Es más sencillo. La pasión. Se ha ido la pasión. Se ha perdido la ambición


de tocar la flauta del insomnio.

Begoña.- Educa tu mente. Lee. La pasión no se va nunca. Las montañas no


desaparecen. La vista si. El murmullo de la fuente siempre roza el manantial. Y el rugido de un
animal entraña temor. Y el miedo nos endurece cuando unos brazos nos envuelven. Porque si la
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delicadeza no está presente, sí está presente el miedo. O el pavor de ser poseída o el agobio de
tener todo tu cuerpo entrelazado por unas cadenas que no te atan pero te circundan. Te ves en un
espejo rayano en la oscuridad y la pasión no se refleja. No hay viento que te acaricie el pelo ni
suavidad que engarce tus muslos a las contraventanas de la ilusión. Se hace noche la noche. Y la
oscuridad patentiza su negrura. No hay lámpara que encender, ni humo que apagar. Todo se ha
embalsamado en la realidad del desamor. Y el miedo vuelve a inundarnos. Y la tristeza. Y la
necesidad de otro fuego. De otro amor.

Carlos.- No debes cubrir el mal con la iniquidad. Ni el bien envolverlo con el


chal de la justificación. La vida nace con la elección. Tú elegiste. Yo elegí.

Begoña.- ¿Llamas elegir el aferrarme a ti? ¿ El notar el candor de tu cuerpo o el


olfato de tus músculos?. No estoy capacitada para descubrir los alicientes de las montañas. Ni
sé navegar por esos andamiajes que los mares insertan en las ensenadas de las playas. Voy por el
sendero que la vida me ha mostrado. Sin un afán desmerecedor de contagiar los aciertos de mi
corazón. Solo sé captar las tenues brumas del amanecer y los aleteos de un florecer en una
primavera que se me va. Solo sé esconder el dolor en la vanidad de pensar que soy algo deseado.
Algo cubierto por un ideal que florece en un jardín abandonado. Y contraataco a las
desmesuradas hordas que invaden los castillos para dar un inicio de amor o un soplo de fe en la
alegría. Ansían mi cuerpo y lo doy. ¿ No te parece bajo?.

Carlos.- Tratándose de mí, no.

Begoña.- No diferencias a la mujer de la mujer. No sabes trabar la delicadeza


con el egoísmo de la posesión para hacerte fuerte en la fortaleza de ese poder. Cuando una
melodía nace los sentidos se engrandecen con el soplo de los rasgueos de una orquesta. Brotan
los juncos en el arroyo de la indolencia y las cristalinas riberas se llenan de piedras que patinan
por los engranajes de las corrientes. El murmullo atrona el sentimiento de querer ser querida. Se
busca una sensación de caricia, de ternura, de suavidad, de alzamiento en la mirada y de
elevación en el deseo. Unos ojos perdidos en la maraña de una serpenteante ribera. El soplo de
un vendaval que se convierte en viento. El murmullo de una fuente que ha encontrado el resbalón
de su manar. Y el sentido que irrumpe en la absorción de la entrega. El abandono en la fuerza del
amor. La elucubración de la mente bajo el deseo del pensamiento. Y el tiempo que se va. Las
nubes que se alargan en el espacio. La atonía de la mente. Y el cuerpo que se rompe en mil
pedazos. Oh, la entrega. Oh, la titubeante delicadeza del traspaso de la vida. Oh, el atardecer de
una crisálida. ¿No lo entiendes, verdad?.

Carlos.- Te empeñas en hacerme patente solo el físico. Pero estoy ataviado con
la indolente voluntad de no dejarme atajar por los empalagos del amor. No pretendas
confundirme en tu interpretación. Sé lo que buscas. Y sabes muy bien que yo solo sé disfrutar.
No sé amar. No quiero amar. Y no quiero ser amado. Deseado sí.

Begoña.- Vana disquisición. No puedes amarme porque no me posees. Puedo


darte, pero no entregarme. Te hago dichoso en el juego de la vulneración de las conveniencias.
Y en el desarrollo de la imposibilidad física de amar a otro ser. Soy la coraza que defiende tu
castillo contra las hordas que la vida te enfrenta. Te hago fuerte y a la vez te hago débil.
Conmigo gozas de una sensación que sabes que no te crea obligaciones pero que te somete a mis
criterios. Puedo arrinconarte contra las almohadas del dolor. Y puedo confundirte ante la
vulnerabilidad de tu inconsistencia. Sé tú debilidad y puedo estrujar tu ventaja a favor de mi
perdición. Pero no puedes vencer, porque yo ya dejé mi poder en el reguero de mi marido. Y esa
atadura me ciñe al dolor y me hace fuerte. Me hace fantasía en el agasajo de los sentidos. Y me
florece en el camino irredento de la gloria del instinto. Y de los sentidos.
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Carlos.-Te conozco. Conozco tus artimañas y juntos cruzamos las puertas del
deseo para desearnos. Lástima que tus anticuados usos de la palabra te engañen. No luches
conmigo.

Begoña.- No te enfrentes de frente nunca a una mujer. Y menos a una mujer


que ha sido desposeída del valor de encarnar la perfección y de aspirar ser un jardín de
voluptuosidad. Cuando se han roto los diques de la contención se desparrama el dolor y quedan
abiertos los resabios de la alegría. Cuando abandono el prestigio que enciende el amor y soy
capaz de aposentar los principios en un baúl abandonado, nada puede ser más feroz. Nada puede
ser mas cruel y mas animal que una pasión desbocada en el mal. Cuando oigas un grito de dolor,
grita. Cuando oigas un lamento, llora, Pero cuando las garras rodeen tu cuello siente el temor de
la muerte porque ella está ahí. A tu lado.

Carlos.- Soy fuerte y estoy preparado. No pretendas ser jinete de un caballo


desbocado. Sangras por una herida que creí cicatrizada. O por una situación que estimé superada.
No me culpes de los tormentos que arredran tu alma o de las pasiones que estigmatizan tu
mente. El tiempo no corta las uniones del pasado. Es la mente la que debe batir las ranuras del
precipicio.

Begoña.- No puedo. No puedo. Estoy con las heridas sangrando y noto como el
dolor engendra situaciones que se superponen al ideal de la pasión. Estoy enredada en las
convulsiones de unos principios que juegan con las coberturas de la imaginación. He pasado de
ser esposa y estoy enredada en las barreras de la ilusión. Pero no puedo dejar de ser madre. Ni
olvidar la sangre que supura en el interior de la carne. Vivo en la contradicción permanente de
saberme estéril para dar y confiada en la posibilidad de la entrega.

Carlos.- Nadas en la confrontación y no sabes donde centrarte. Ten cuidado con


esa doble situación. Puede interferir en ti y arrastrarte por recovecos no previstos pero enojosos.
Y peligrosos.

Begoña.- No hay viento que duerma en el arrabal de un desfiladero. Ni se


enciende el cosmos por las plegarias del sol. La lucha violenta circunda el alma empujando las
fuerzas hacia los abismos de la posibilidad. Todo es factible por etéreo. Y todo es imposible por
natural. Los hechos van distanciando el pensamiento y conformando los alaridos del alma. La
realidad altera lo inalterable y nos confunde. Vivo en un campo distorsionado por una serie de
principios que mostrando la tenacidad de su agobio me empujan a arrebatarles su esencia para
poder alcanzar la mía. Y brota la guerra. Y los prolijos avatares del acontecer se suceden
inexorablemente para fundir esas esencias en un polvorín en llamas que no sé cuando se
apagará. Ni que dolor producirá.

Carlos.- Busca lo sencillo. No duermas bajo el pedestal de la impotencia porque


se derrumbará y te destruirá. Debes admitir como simple lo que es natural: odias a tu marido. Y
tienes dos hijos. Y tienes que vivir con tus hijos y tu marido. Esa es una verdad.

Begoña.- Nada es la verdad. Todo es un engaño, una ficción. La propia vida es


una mentira. Utilizamos nombres, cosas, personas, que se van. Que hoy configuran nuestra
existencia y que de repente, se van. No existen. No han existido aun cuando hayan pasado a
nuestro lado y nos hayan influido o interesado. La luz se pierde en el espacio. Y la inmensidad se
desarrolla bajo la captación de los sentidos que no la abarcan. Los límites son la base de la
inmensidad, Yo vivo limitada y contorsionada a un círculo que domina las impresiones y abrasa
las concepciones de evasión que pueda tener. Estoy abocada por la concatenación de
circunstancias que se van difiriendo en el tiempo y difuminando en su ejecución.. No pienso ni
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siento como ayer. Ni mis fuerzas se revolucionan como cuando la juventud movía los impulsos.
Me voy deteriorando y vagando bajo prismas y hemisferios diferentes que confeccionan un ser
que no soy yo. O un ser del cual yo formo parte. O un ser que no quiere ser como es pero que
sus cadenas le impiden alterar. Y que no le queda más remedio que adaptarse a esa serie de
modulaciones que limitan las ideas que forman las paredes de su recinto. Y solo el amor eleva
esa miseria. Solo los sentimientos nos amplían la visión. Solo escapamos bajo la fantasía a esa
sensación de vida en la que estamos insertos.

Carlos.- Te aconsejo que modules tus pensamientos. Te veo ensayando figuras


que representar creyendo que no eres tu. Yo no eyaculo con la mente ni masajeo el instinto bajo
tantas concepciones. Me gusta cubrir los avatares del tiempo y gozar de las situaciones. Como tu
dices, soy un cuerpo y cuido el físico con toda su prepotencia y su musculatura, para ser
aceptable ante la atracción y poder gestar en el ser de sexo contrario un degustado exquisito de
deferencia, poderío, consistencia y gusto. Debo ser atrayente para poder ser atraído. Y debo
fortalecer, con mucho esfuerzo, mi anatomía para poder ser miel en la boca de un jaguar.

Begoña.- Tú buscas la delectación en tu contemplación. Eres un snob del


sibaritismo y un engreído de la apariencia. Ladeas el culo como una pulga y envuelves tu mirada
al son del espécimen del gimnasio. No son los instantes de un ser los que cuentan. Es la vida la
que tiene importancia. El lapso de un tránsito a otro. La cadencia de las ideas en el pensamiento.
El deseo de arrastrar el goce a los sentimientos. El ejecutar las cabriolas de un paje ante el
señor para obtener la confianza. Hay que conquistar las murallas de la colmena para hacerse
señor. Y hay que saber fortalecer los criterios del espíritu para poder ser superior. Es la lucha
interna la que hace vivir la vida. Es el sentimiento el que nos hace estar en los arroyos con la
corriente. Es la arena la que observa como las olas se disuelven en su extensión para reciclar sus
aguas. Hay que eludir la efímera consistencia de la holgada profundidad de un sueño. Hay que
rebosar en sentimientos para que las miradas se hagan sentimiento. Hay que besar con los latidos
fieros para poder arañar las garras del semental que ansía poseerte.

Carlos.-Me conformo con la podredumbre de los instintos. No es necesario alzar


montañas para demostrar fortaleza. Me gusta bañarme en la corriente y sentir como las aguas me
cubren el rostro y dan armonía al equilibrio de los esfuerzos que hago por mantenerme elevado.
La posesión, como todo, es limitada y limitados son los placeres para degustar. El tiempo se
rompe entre alharacas de compromisos y uno no puede diversificarse por difusión o por
espontaneidad o por atracción o por diversión. Solo quiero alcanzar lo que puedo tomar. Y
tomarlo. Gozar con lo que puedo encumbrar y saborearlo. Vivir en la contención imprescindible
de la vanidad y abastecer la lujuria con la profundidad de los instintos. Y dejar pasar el tiempo.

Begoña.- ¿Quieres llamarme pasatiempo?

Carlos.- No. Tu significas colorido, fortaleza, confusión, respeto y en cierto


sentido diversión. Contigo no tengo compromiso y gozo de la libertad de mostrarme tal como
soy. De desvestir mis conceptos sin arrepentirme de mostrártelos. De ensayar la conveniencia de
tomar atajos en el camino del goce y llegar al término sin alcanzar el fin. Contigo se abren las
praderas. Y me sumerjo en los vientos de los huracanes. Y me arrastro como una luciérnaga en la
noche infernal. Y tomo el fruto sin paladear la tibieza de sus poros. Contigo puedo cruzar el
bosque sin que el miedo se adhiera a mi capacidad de temor. Tú eres el vendaval. Y contigo las
fuerzas se enquistan en el vapuleo del ensueño y en la ferocidad del placer. Nadie como tú.
Nadie como tu para abrir los espacios de la vida.

Begoña.- No te sumerjas en el error. Te estás confundiendo. Y yo sé


perfectamente por donde camino y cuales son mis metas. No mezcles gozo, sentimientos, pasión,
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juegos y diversión. Yo no quiero divertirme. Yo no quiero ser ladrón del goce ajeno. No quiero
tomar nada que no sea mío. He salido de un barranco y no quiero destrozarme en un desfiladero.

Carlos.- No me pidas lo que no puedo dar. Sabes que el pretil de un puente


cierra el camino hacia el abismo. Yo estoy siguiendo el sendero llano de la vida. Donde no hay
caminos que demoren, ni plazoletas que diversifiquen. Te doy lo que recibes porque no puedo
dar más. Los límites nacen donde comienzan las obligaciones.

Begoña.- Demuestras lo que dices que eres. Todo placer entraña dolor. Y todo
goce implica obligación. No por decir no quiero, deja de existir el sentimiento. Cuando uno se ha
bañado en el mar, ha sentido el goce de las olas, se ha refrescado con la espuma y se ha
adentrado en el misterio de la profundidad, puede volver a bañarse, en el mismo mar o en otro. Y
cada vez, cada instante, cada inmersión será distinta. Como distintas serán las voces que se
extraigan de dos seres abrazados en el momento de la confusión de sus instintos. O en el
momento de la confesión de sus amores.

Carlos.- No quiero perderme en las algarabías de los plañideros gritos de los


sufrientes. Mis manos quieren acariciar los refrescantes silencios de las siluetas de los deseos. Y
avanzar en los recorridos que conducen a las sendas placenteras de la vida. No soporto el dolor
ni tengo consistencia para el sufrimiento. Cuando hablas de llantos, sufro una conjunción de
extremos que ralentizan la mente y desforan los parapetos de mis defensas. No puedo abstenerme
de evocar la necesaria frustración en la que me sumerjo cuando los problemas acuden a
envenenar los cimientos de mis supuestos. Huyo de lo que implique negación.

Begoña.- Vaya carácter. Vaya fortaleza en la que me he introducido para


buscarme el bastión en el que parapetarme contra la desaprensión de mi otra vida. Yo he tenido
la necesidad de ser fuerte. Soy fuerte. Tengo valor y no estoy dispuesta a que alguien desmenuce
mis posibilidades de alcanzar la paz, con una tendencia a la desinvolucración cuando las nubes
se tornan en tormentas. Tengo necesidad de apoyarme en la roca que cimienta la vida. Y quiero
adentrarme en los muros que avalan la extensión del castillo y la inmensidad de la mansión.
Tengo que luchar contra las desavenencias de la adversidad y contra las incongruencias de
aquellas personas que confunden entrega con gozo y pasión con deseo.

Carlos.- Me parece bien. Todo lo que dices es conforme a tu carácter y te


entiendo. Estás acongojada por los problemas Y yo, exigiéndote. Estás con los remos cubiertos
de esporas y yo silenciando el flujo de tu ilusión.

Begoña.- No. No hay vanas quimeras en el florecer de la primavera. Los


acontecimientos son un síntoma de opresión a la vida para que ésta se engrandezca o se
aminore. Se crece con los inconvenientes y con los desafíos de la mente. La propia vida es un
aliciente para la lucha. Y el propio gozo es un síntoma de la fortaleza de la energía. Cuando se ha
acabado el humo no existen llamas. Cuando se ha sofocado el incendio solo hay restos de
termitas en las carcomas. Cuando uno se entrega solo quedan los sentimientos. Y sin los
sentimientos nos quedamos prendidos en el alfeizar de la desesperación. Mi dolor es la
continencia de otros dolores. Y la concepción que enciende la lucha del desencuentro nos
conduce hacia los rayos pendulares de un arco iris estimulante. Para lograr fines y metas. Y
entregar al sueño la energía de la nobleza y el principio de la bondad.

Carlos.- No entiendo tu desesperación. ¿Qué quieres alcanzar que no hayas


logrado? ¿Dónde buscas silencios que amparen tu dignidad? ¿Cómo pretendes asentarte en la
vida si diseccionas los sentimientos?.

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Begoña.- No es desesperación, es desconcierto. Estoy ubicada en un desierto por
el que reptan las arenas sin alcanzar nunca la silueta fija de un muro. Siempre en el vaivén del
viento. Siempre huyendo del crepúsculo para esconderme en la falacia del ensueño. Siempre
sumiéndome en una placidez de pasión desbordada sin alcanzar nunca el mar. Pero siempre
exigiendo. Siempre estimulando la captación de otro entendimiento que se arrastre con la misma
avaricia de la posesión. Eludiendo un compromiso que arde en las quimeras de la fantasía. Y
dejando que la vida nos arrincone en un vulgar estandarte indigno del pensamiento.

Carlos.- No puedo levantar las pesas que quieren sujetarme a la espalda. Cuando
los momentos se apresuren a desmenuzar mis bases y me dejen pendiente de las congojas,
asumiré lo que pueda arrastrar. Y lo arrastraré. Lo que debes saber es que estoy iniciando el paso
de un laberinto por el que busco encontrarme con la felicidad y saber en que consiste y como
mantenerla. No estoy hecho para entenderte. Ni para ayudarte. Ni para sostenerte. Tienes el
parapeto de mi consistencia. Tienes el estímulo de mi devoción. Y tienes todo aquello que a
través de la claridad del horizonte pueda mostrarte para que aclares tus tormentas y alcances tus
nubes.

Begoña.- No estoy pidiendo. Y a ti menos que a nadie. Lo que debes entender es


que como ser humano arrastro un conglomerado de coincidencias que me tiene impregnada en el
olor del dolor. Y que puedo destinar parte de mis esfuerzos a sostenerme contra esas acémilas
que me prensan. Tu debes saber lo que significa una mujer. O lo que puede alcanzarte con su
devoción. O con su estima. O con su animadversión. O con su odio. Y si ofendes. Si pasas
olímpicamente por los improperios que acechan cada instante, te verás abandonado o dejado. O
peor, erosionado con circunstancias adversas a ese sentido con el que entiendes la felicidad.
nadie está libre de los demás. O de los prejuicios de los demás. Si acaricias, esa caricia significa
algo y ese algo une. Y ata. Y obliga. Cada uno debe ser el soporte de sus decisiones. Pero la
involucración de los demás se llena de contenido en cuanto te afectan, cuando te tocan, te
alteran, te aprisionan, o te ensalzan y te alegran. Aunque estimes que no. Aunque te diluyas.
Aunque desvíes tu corriente del río que conduce al mar. El horizonte se tornará glacial. Y algo o
alguien estrellará su tormenta en tu alegría y la derretirá.

Carlos.- Nada puede convencerme de la futilidad de atrancar los deseos en la


cárcel de los principios. Tú amaste y has transformado tu amor en odio. ¿Dónde están las bases
que te sustentaban? Has permitido que se interfirieran los sentimientos en tus propios
sentimientos y los has transformado. ¿Por qué? ¿ Dónde dormían, como se apoyaban?. Has
logrado que la vida enturbiara en un parangón de calamidades lo que nació siendo un oasis
permanente de felicidad y gloria. ¿Dónde se inició el camino de esa separación? ¿Cómo
permitiste que te vencieran las querellas del pensamiento? ¿Cuándo empezaste a soltar el lastre
de tu agobio?. ¿ Como puedes capear las estancadas aguas de la orilla si no sabes nadar?.
¿Gozaste? ¿Sentiste el placer?. ¿Viviste libre en el jardín de la experiencia? ¿ Y quieres que yo
me desmorone ante una vivencia que me falta por experimentar?. No. Tengo que abrumar el
placer. Tengo que hastiarme de los inconvenientes de los deseos para parpadear con el amor.
Tengo que soltar las estridencias que dominan el alma para ser capaz de navegar por esas
lagunas que entonan el himno del silencio al atardecer.

Begoña.- No puedes imaginar como pretendo darte las deficiencias en las que
me he inmerso. Como te entrego la experiencia para que puedas correr libre por el campo y
alcanzar el atardecer en las lindes del bosque. Para que te apareen las sombras cuando la luz se
enturbia. Para que ningún rubor reclame tu incontinencia cuando llame el sentido del gozo a tu
puerta. Para que sepas caminar sin que se derrumben los vientos ni se estrechen los linderos.
Para que rujas cuando el placer se adentre en tu interior y te vuelva soplo. Puedes tomar de mi
todo lo que yo he dejado. Y aprender lo que significa la envoltura de un huracán en las
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inmediaciones de una revolución. Para que puedas hurgar en tu interior sin que este se
descalabre. Para eso sirvo. Para eso siento tus brazos y te entrego los míos. Para eso rujo en la
convivencia de los sentidos. Porque sé donde se pierden los instintos y donde se fumigan las
pasiones. Y sé como se desorientan las palabras con las acciones. Y sé cómo la noche se funde
con el amanecer en un día que no va a nacer. Y es el dolor el que llega. Y la desesperación. Y la
desilusión. Y se agotan las ganas y se eliminan las trincheras de la lucha. Y se abandona el
placer.

Carlos.- ¿Cuando dejaste que se te helaran los sentidos?

Begoña.- No tienen consistencia los sentidos. Son los sentimientos. ¡Los


sentimientos¡. Esa alegría que esboza la piel cuando oyes la voz del ser que se acerca a ti. Ese
sentir las caricias sin que ni siquiera te rocen las manos. O ese envaramiento del cuerpo cuando
la habitación se cubre con su presencia. Es el amor. Esa espera de inmersión en la brisa que la
mirada explaya. La tensión que ladean los sentidos ante su aliento. El quejido del cuerpo que se
encarama al pensamiento para mostrar las curvas de su sensibilidad. El pálpito del espíritu que se
recrea en una apariencia de brillo en la eclosión de los fuegos de artificio. La vida que se
desvanece. El tiempo que deja de adquirir consistencia. Y la paz. La paz de saberse protegida,
amparada, ahogada de placer.

Carlos.- Como si una espada atravesara tu coraza y lapidara tu corazón.

Begoña.- No. Los caminos se hacen cruentos si las sensaciones huyen de ti. Si
no sientes el brillo de las estrellas o no captas el olor de las amapolas. Cuando no existen
jardines, ni flores. Ni hay árboles en el bosque , ni hay bosques. Laberintos sí Y cuevas en los
laberintos. Y sombras, muchas sombras. Y gritos, muchos gritos. Vacilas y con cada traspiés la
cimentación de tus ideas se quiebra en escarpadas laderas que se aventan hacia el precipicio. Y
el alma no ve. Y vacila el cuerpo. Y notas como se arraigan en ti las arpas de un cincel que
clavetea tus instintos. Y notas como la aversión prende. Como huyes de la presencia. Como
evades el arrojo de los deseos o las caricias del cuerpo. O los inciertos devenires de las noches en
la almohada. Si han dejado a un lado la delicadeza te han dejado a un lado a ti. Te han
abandonado. Te han roto las corolas de los filamentos y han fulminado tus esporas. El vacío se
hace espeso. Y se hace inmenso el precipicio. Y la negrura entra. Entra a raudales por todos los
círculos de tu dimensión. Y te hace pequeña, pequeña, estéril, estéril, pueril, insignificante,
vacía, lacia. Y no quieres que se abran los ojos. O que nazcan las emociones. O que vuelva a ti
el sabor de la vida. Se va arrinconando la alegría y las ansias de establecer los recuadros de tus
deseos. Y el espejo te refleja como una onda cubierta de gasas. De gasas negras. De perfiles
macilentos. De penas que te envuelven. De horrores que envuelven tus penas. Y de pesares que
te doblan.
Carlos.- ¿ Y el amor?

Begoña.- El amor es el escorpión que muerde tu alma. Te inyecta veneno y deja


que te pierdas en la espesura del camino. Pero mientras se inserta en tu sangre, notas el nervio
de la emoción. Notas como las sensaciones te ascienden por los derroteros del viento y te haces
nube. Rilas como un centauro y bramas como un áspid. Y dejas que el espíritu rompa tu armonía.
Que no sepas como vacilar con los pies ni como varar tu barca en el fondeadero del sentido. Y te
haces volátil como una mariposa. Y grande como un huracán y violento como un fuego
atormentado. Y fastuoso. Y solemne. Y dejas que poco a poco, lentamente, se derrame tu cuerpo
en la sangre y se coagule tu esperanza en la pasión. Y te entregas. Y te das. Y te golpeas. Y
golpeas la vida. Y golpeas el viento. Y luchas contra los fondeaderos de las barcas y contra los
pretiles de los puentes. Y quiebras las marismas con tus gritos.

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Carlos.- Muy emocionante. ¿Todo eso has sido capaz de sentirlo?

¿Has tarareado el silbido del tren cuando sus ruedas trituraban tus espasmos? ¿Te has apoyado en
el humo de la acequia y te has bañado en el manantial del espasmo? ¿Has bebido fuego y
comido sangre?

Begoña.- He dejado el cuerpo al vaivén de las olas y se ha quemado el rostro


con el sol. Sin rumbo ni orientación. Sin calor en el que depositar el frío ni ambiente en el que
atesorar el espacio del pensamiento. He bañado las penas con el dolor y he sentido los hierros de
la ignominia lacerando los muslos de la imaginación. Era tan fuerte la violencia. Tan alto el
muro. Tan vacilante la escalera. Que ni siquiera sabía huir. Estaba tan eclipsada en los designios
que las barreras de la luz encarcelaban el espíritu. Nada permitía al espejo reflejar su fondo. Las
persianas echadas en la habitación y el murmullo del silencio rompiéndose en mi interior. Y el
vacío abriéndose a los pies de la indolencia. Y el tiempo transcurriendo en un pasar eterno que
arrastraba mis pies por el curso de la ignominia. No podía respirar. No podía ver. No podía
andar. El rompía los helechos y arrojaba la tierra. El eclipsaba la soledad con el vacío y me
entregaba a los ensueños del dolor y la duda. El descontrolaba el cuerpo que cubría mis
vacilaciones y dejaba al descubierto la pobreza del espíritu. Y en él vaciaba yo los ultrajes de mis
pesares. Y le odié. Y le odio. Y siento pesar por la pena que ha engendrado. Y siento como el
remordimiento ulcera el alma y me lanza por destinos sin derrotero.

Carlos.- No puedes estar despellejando tu pasado para envolverlo en la


desfiguración de tu mente. Acepta , como yo, todo lo que se encierra dentro de los estímulos que
nos rodean. Y admítelos. Déjate transportar por la luz. Deja que el sol se abra a la luna y que el
mar navegue por el horizonte. Deja que tus sentimientos florezcan nuevamente y entres en
caminos bordados de sedas y cubiertos de tulipanes. Vive la vida otra vez. Renace. Recóbrate

Begoña.- ¿Matarías por amor?

Carlos.- Deja esas palabras tontas que no hacen mas que enturbiar las verdades
de la conciencia. Yo quiero vivir. Vivir. ¿ Lo entiendes?. No concibo la muerte. No quiero ser
pasto de ese sentimiento de desfiguración que envuelve la duda . Ni ensombrecer los sueños con
los vaivenes de las vacilaciones. Quiero estar en el placer para poder gozar de los instantes que
se forjan en las montañas de la existencia. Y arrancar las flores del jardín. Y perfumarme con los
vientos. Y adorar los crepúsculos bañados en el rojo fluorescente del deseo. Y acariciar las
formas de los andares de unos ojos cariñosos. Y soñar. Siempre soñar. Hartarme de luz. Hablar
con los tiempos de los que fueron pasado y nombrarlos para que me expliquen como
acariciaron las conciencias de los deseos. Correr por los montes y visitar los llanos. Ver como
crece el trigo y como se espiga el grano. Como se cubre con las naves el espacio. Como el
hombre rompe la luna y cohabita con ella en el mismo lupanar. Y amar. Siempre amar. Y sentir.
Siempre sentir. Y gozar. Y extasiarme con las caricias que me acarician. Y servir de pasto al
gozo y a la satisfacción. Y de estímulo a las intenciones.

Begoña.- ¿ Lo harías por odio?

Carlos.- El odio es algo que mientras no se experimenta no puede concebirse. Se


puede suponer.
Begoña.- El odio es la extenuación de la conciencia bajo los auspicios del
desgarramiento. Es una aprensión que te ata la conciencia desmenuzando las arterias de lo
verosímil para insinuarte lo inconcebible. Te ata los sentidos y notas el sabor violento de los
desgarros del alma . Toda la fuerza se concentra en la enarbolación de la iniquidad. Y todo lo
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unificas en el mal. No ves un camino que irradie luces o sombras con luces, o entornados
caprichosos de rayos sigilosos. Todo es un reverbero de inconsecuencias que te incitan a
despojar la mente de la realidad. Y el dolor se emancipa de ti y te agarrota. Y todo es una
similitud de carroñas que se despedazan en tu interior. Y te sientes débil, inconsecuente, vacía.
Llena de espacios rotos. Ni siquiera el mal ahoga tu interior. Nada se esconde en tu
consideración que te permita acercarte a la bondad de ese otro ser. Solo se enraiza la maldad.
Solo se encorvan las espaldas del dolor. Solo las torturas de los sentidos amalgaman la mente y
surcan los perfiles del pensamiento. Solo la borrasca de una incontinencia y el desprecio del
propio ser. Solo negatividad.
Y una se siente menospreciada por si misma. Impotente para observar los misterios
de los acontecimientos y acudir en defensa de nuestra persona. La miseria se ha adentrado en los
sentidos cabalgando a lomos de un desprecio desbocado. Y el cuerpo se troncha como una brisa
desplazada. Sin que nada ni nadie paralice el temblor de la desesperación. Y se van los sueños. Y
desaparecen los ideales. Y la vida se derrumba. No quedan ni vestigios de la alegría. Todo es una
masa famélica de embadurnadas miserias que nos envuelve. Cerrándose los ojos a cualquier
rayo de sol.

Carlos.- Aun escuchando lo que escucho sería débil. Mi fortaleza no se


encuentra en quitar nada a nadie. Y menos algo que se funde en el propio misterio del ser.

Begoña.- ¿Y por mí?. ¿Lo harías por mí?

Carlos.- Por ti bebería mi sangre. Me arrastraría por los suelos desgarrados de un


cementerio. Iría de rodillas a la ermita. Me batiría en duelo conmigo mismo

Begoña.- En una palabra: no. Esa es otra diferencia a tener en cuenta: yo si sería
capaz de matar por odio. Con tal de alcanzar otras playas en las que sumergirme u otros paisajes
que visitar. Salir de ese maligno embudo en el que la mente me sumerge y que me impide
pensar. Con tal de eludir tanta borrasca y tanta inclemencia en el alma llegaría a los limites de
cualquier confín. Porque no es la capacidad, es que no soy yo quien piensa. Ni yo quien
determina. Ni yo quien se trasvasa por el cerebro a otros lares desprovistos de agua. Es que toda
la ambición, todo el empeño, toda la fuerza está atada a un banderín que dice: sal. Sal de ahí.
Escapa, huye, escóndete. Elimina el origen del mal, destruye la impiedad. Libra tu alma. Libra
tu pensamiento : líbrate y busca la claridad, busca la vida, busca la sinceridad, busca el esfuerzo
y el deseo. Y el bien.

Carlos.- Debes tener cuidado porque odias.

Begoña.- Odio, sí. Y ese odio me revuelca en mi propia indignidad. La venganza


o el fin está mezclado con la impotencia. He logrado bucear entre los dispares sentimientos que
almidonaban el alma y me he embarcado en otras aventuras que desvelan la oscuridad de la
negrura. He encontrado el barco con el que navegar. O las ideas con las que alzar el emblema de
mi disposición a vencer. He tomado el viento y me he montado en él para alcanzar las nubes y
navegar. He roto las circunstancias que me tenían soldada al dolor , a la inclemencia, a la
insuficiencia y al desdén. Y he conseguido rebañar en la vida las aristas del deseo y las
posibilidades de tomar la luz y clarear el ambiente del alma. Y eludir esa negrura que me
abastecía de pesadumbre y me incitaba a la desesperación, la indolencia, el desengaño y el fin.

Carlos.- Y eso te hace fuerte. Y mía.

Begoña.- Me hace sensata y consciente. Me hace ver la indolencia de las cosas.


La vanidad de tantas aspiraciones que nos encienden para que nos vean. Los criterios tan pueriles
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por los que nos regimos. Y la frialdad del alma que compone el espíritu de la mente y el abismo
de los respetos. Nada está por encima de mi. Ni nadie. He conseguido andar por el camino de la
independencia y de la seguridad. Soy la roca que amortigua el dolor y rasca los principios de la
piedad. No me importan los sentimientos. Ni la disposición de las ideas. Ni escucho los
lamentos. Ni hacen mella en mí los ladridos de la desesperación. Conozco el infierno porque he
vivido en él. Y ya no tengo infierno que atravesar ni cielo del que disfrutar. Solo vivir. Caminar.
Dejar que los acontecimientos soben los principios y me permitan divisar la desavenencia de los
seres y la impronta de sus desvelos. Y reírme de esa posibilidad de alcanzar fines o lograr metas.
Mi conformidad está en vivir. Nada más. Vivir, sentir. Y dejar pasar los misterios de la vida sin
imbuirme de ellos ni penetrar en su interior. Ni intentar cambiarlos o alterarlos. Dejar constancia
de que todo es como es y siempre será igual. Para todos. Para ti y para mí.

Carlos.- ¿Y tu marido? ¿Qué sensación experimentas cuando lo ves? ¿Cómo


puedes estar a su lado si te traicionas a ti misma en tus sentimientos?

Begoña.- No tengo marido. A mi lado solo hay un nombre. Una indiferencia.


Una aleación de persona, cosa y planta, que camina, anda, habla y come.

Carlos.- ¿No le estas clavando un puñal con tu actuación? ¿No estás ofendiendo
su dignidad o menospreciando sus valores? ¿Qué te dice?.

Begoña.- No dice. Para mí no existe. Aunque hable, no dice. Ha perdido aquella


consistencia que era el amor y se ha quedado desnudo en su propia soledad. Está entre los surcos
de su impotencia y la clandestinidad de no saber quien soy. Se ha vaciado en el conjunto de su
ser y ya no es capaz de inspirar ni respeto, ni temor, ni comprensión. Simplemente se ha ido. Se
ha envuelto en la oscuridad de la propia habitación y solo ofende mi orgullo cuando me mira. Y
hasta esa mirada marca la propia impotencia a la que se ha adscrito.

Si ha desperdiciado lo que tenía, si ha roto lo que disponía no puede volver


nuevamente a tener lo que ya no le pertenece. Si se fue la luz, solo queda la oscuridad y el
silencio. Y el temor. Y el terror. Y la desesperación Y las preguntas sin retorno y las frases sin
solución. Y el sentido aquietante de cómo se compone el futuro para los que han destruido el
presente. Y las alteraciones del viento. Y los vendavales en las aglomeraciones de las fútiles
ideas de la interpretación. Sucedió y lo sucedido marca el rumbo y vive en los espacios siderales
para iniciar las nuevas rutas en un horizonte deshilachado. No acariciarán las manos los
sentimientos y no podrán las miradas enturbiar los alivios del alma o las sinceridades del
pensamiento. El arcón ajeno ha crepitado en las llamas de la dejación.

Carlos.- Tiempo. El tiempo abrirá la vida y dejará al descubierto los errores en


los que incurrimos cuando los sentimientos se superponen al pensamiento. Pasará.

Begoña.- Ten cuidado. Si opinas que puede la debilidad zaherirme o


condicionarme. O que los sentimientos pueden evolucionar o cambiar en mi interior, te llevarás
una sorpresa. Estoy hecha de fuego. Y he quemado la indolencia y la desesperación. Solo queda
la consciencia del presente. La vanidad del futuro y la inconsistencia de la vida. Nada me
traspasa y nada me hiere. Nada me roza y ningún puñal se hinca en la carne. Estoy incrustada en
los conceptos y en las apreciaciones. Y en los distingos de los acontecimientos. Los sentimientos
no influyen.
Carlos.- ¿Que quieres darme a entender?

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Begoña.- Que puedo arrinconar las fuerzas en el lindero desconocido de lo
inapreciable y aprovecharme de ellas porque ya no siento las heridas, ni se incuba en mi el
esfuerzo ni las pasiones me atan a los seres. Puedo agarrar la existencia con las manos y
bebérmela. Puedo arrinconar los espacios en el tiempo y desprenderme de la vida. Puedo
sentirme contrahecha y despojar las virtudes de su esencia. Estoy llena de las ánforas del veneno
y nadie incubará en mi interior símiles de aptitud bondadosa o clemencia. Solo siento los
esfuerzos vanos de la ansiedad. Y en mi rigen los principios de la desesperación y el
desconcierto.
No se abrirán nuevas rutas ni florecerán los campos. He deshecho los jardines y
he violentado la plenitud de la alegría. Estoy enfundada en la miseria y cualquier accidente que
inunde mi corazón solo será un parapeto contra la guerra. Nunca podré sentir nada hacia nadie.
Ni amaré. Ni dejaré que pisoteen las extremidades de mis deseos. Cualquiera que pretenda de mi
algo mas de lo que yo quiera darle se encontrará con la negación. Y cualquiera que suponga que
puede dominarme o superponerse a mí o encontrar en mí, base de su actuación o soporte de sus
ideas, gemirá en el fuego de la inconsecuencia. Nada se ha tornado sagrado. Solo yo. Ni siquiera
la vida tiene vigor. Solo la ansiedad de una insatisfacción coherente con la maldad. Todo lo que
arrastre estará cubierto de una capa de nieve negra. Y no habrá manantiales en mi nacimiento ni
ríos en mis sentimientos ni mares que me estrechen en sus brazos. Estaré involucrada en la
desesperación y llevaré como bandera esa misma desesperación.

Carlos.- No puedes manifestarme tanta desdicha. Todo lo que dices no lo


encuentro a tu lado. Eres más bien un pájaro que vuela encantado en el aire de la alegría. No te
conocía. O no te conozco. O no puedo entender tanta negatividad en un ser que es capaz de
entregarse y de sentir.

Begoña .- ¿De sentir?.

Carlos.- De sentir, sí. Porque conmigo has sentido. O yo siento por los dos. O mi
desconocimiento del ser es tan profundo que confundo lo vano con lo irreal o lo inasequible con
lo inaprensible.

Begoña.-Tienes que desconfiar. Y debes saber que las apariencias son el sino de
las desventajas. Todo se envuelve en celofán y se cubre de sedas transparentes que solo dejan al
descubierto la silueta del color o el arrobado esquinazo de una melodía o el sabor de un fruto
maduro. Los sentimientos se reciclan en el interior y se pasean por los instintos para embargar
los principios en un batiburrillo de ambición y deseo. No confundas el giro con el movimiento o
el espacio con el brillo de las estrellas. Solo cuando se muestren los sentimientos o cuando la
verdad se arrobe el cenit de su agonía, podrás descubrir el ser que convive contigo. Se piensa
de manera distinta a la que se actúa y se manifiesta lo que es conveniente para satisfacer, en
cierto modo, a aquellas personas que nos rodean. Se mira al trasluz del rabillo del ojo para
observar la impresión de nuestro cuerpo en otro ser. Dejamos al desnudo la vanidad para que
pueda ser satisfecha con el agradecimiento. Y en el amor, dejamos que sean los instintos los que
ambicionen los deseos y los que pregonen las necesidades.

Si eres capaz de penetrar en ello y abstraerte de su contemplación, separando


los hilos de las puntadas, llegarás a conocer lo que es. Pero como acontece siempre, vaciarás tus
sentidos en la palpitación de los sueños y te imbuirás de ideas displicentes que engañen a tus
propios engaños. Y simularás que el viento duerme en tu ribera y que las montañas acechan el
amanecer. Para sumirte en la claridad de la que careces.

Carlos.- Para engañarme a mi mismo.

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Begoña.- Para engañarte a ti mismo. Y adquirir una auto-estima lejana a tu
propia personalidad.

Carlos.- Todo eso me lo dices en mi casa, en mi presencia, contoneando tu


cuerpo y vaciando las cloacas de tus ínfimos despropósitos.

Begoña.- Sigues sin entender. Allá tu. Te he avisado. He puesto a tu disposición


algo que nunca me agradecerás. Pero no busco que seas capaz de penetrar en algo a lo que eres
ajeno. Sigo fiel a mí misma y quiero entender que soy capaz de arrestar esos presagios que me
inundan en una cárcel no de barrotes sino de celosías.

Carlos.- Veamos. Hablas de maldad y si yo no soy capaz de encontrar esos


aledaños que me conducen a ella vociferas contra mí. Hablas de odio y quieres que ese odio que
tu sientes lo sienta yo. Que me haga responsable de esa malevolencia que ha entrado en tu
interior como si fuera mía. Como si me hubieras contagiado la enfermedad y tuviera necesidad
de aceptar todos los síntomas que te eclosionan. Y a eso le llamas mostrarme la verdad,
descubrirme el mundo. Abrir las tetas del deseo. ¿ Pero quien te has creído que eres para
doblegar mis sensaciones que todavía son puras ¿Dónde crees encontrarte para hablarme con tal
desmesura y descomposición que haces que la rosa sea un manantial de ferocidad?. ¿Dónde
crees hallarte para que el mal olor lo extiendas hacia los confines del cielo?. Que no amas es cosa
tuya. Que no eres capaz de sentir amor. Eso es un pesar para ti. Que estás desengañada de la vida
¿Qué significa eso para mí que la veo como una lava arrojadiza en el resplandor del hemisferio?
. Que no saboreas los frutos del árbol ¿ me obliga a derribar la arboleda?. Si tus cimientos se han
desencuadernado busca pronto otros cimientos en los que apoyarte y sostenerte. No en mí. No
me tergiverses con tus errores ni me plantees tus desmanes. Yo he nacido con el convencimiento
de que estoy hecho para sentir el sentimiento. Para gozar en el gozo y vivir en la entrega del
placer, el deseo y la satisfacción.

Begoña.- Quimeras. Arribadas de una orilla a la que no alcanzas. Modulas tu


cuerpo como las líneas de un escrito y quieres que adulen tu físico y se recreen en tus esfuerzos
y en la elocuencia de tu vanidad. Bah. No tienes capacidad de captar la dureza de los muros de
un castillo y las aglomeraciones de un espíritu en su complejidad. Nunca podrás dejarte las
chisteras de lo vano en el cilicio de lo sensato.

Carlos.- Te crees fuerte porque nadas contra corriente y navegas en un mundo


subterráneo que te has construido. Pero no abres los ojos a la esperanza ni soportas que los
principios puedan convivir con los seres que todavía no se han doblegado a los requerimientos de
la lucha. Piensas que tu dolor es algo inusitado, amplio, tremendo. Y que solo tú eres capaz de
atribuirte la conjunción del dolor en el alma. No olvides que todo ser tiene supuraciones que
manan de su interior. Heridas que coartan sus movimientos. Y terrores que viven en sus
esperanzas y navegan en sus sueños. Todos estamos con el tremendo handicap de la
desproporción. Y en cierto sentido de la incoherencia al no saber en que consiste la vida. Ni
cual es la meta que confina nuestros fines. Pero hay algo que se ladea en nuestra mirada y nos
emerge de las olas: la bondad. Y la comprensión. Tenemos el alma abierta al amor. Y los
sentidos despiertos para captar las necesidades de los sentimientos. Y nos aupamos a las
desventajas para ser capaces de dar lo poco que poseemos. Y entregarlo.

Begoña.-Cinceladas desteñidas de ilusión. Eso es lo que encierras en tu mente.


No se puede evitar que los defectos sean la plaga de los dominios del pensamiento. Cuando se
ha desbocado el caballo el jinete se tambalea. Cuando se ha descubierto lo inerte de lo malo ,
difícilmente daremos entrada a la libertad de los sentidos. Ya nos han destruido los sentimientos.
Ya han gozado de nuestros placeres y nos han sometido al dominio de la ignominia .Y nos han
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arrojado al estercolero de la humanidad como un deshecho viviente. Nos han abierto en canal y
nos han ejecutado dejándonos solo el principio de la vida. Pero de una vida inmersa en la
inutilidad, en la incoherencia, en la banalidad. No nos permiten amar nuevamente y nuevamente
sentir la pureza de lo que ha dejado de existir. Nos han desdibujado la memoria aguijoneando
los principios.

Carlos.- La ceguera cubre tus pensamientos y no puedes razonar. Hablas de la


vida como algo que se ha ido, algo incoherente e inútil. Innecesario de tener vigencia y carente
de exactitud en los conceptos de nuestro pensamiento. No pretendas confundirme. Ni pretendas
rebajar mis deseos a esas insensateces de la inutilidad. Yo siento que todo es algo consistente y
novedoso. La vida está hecha de realidades que nos hacen suspirar por tocar el acero de los
vientos y el morado de las ilusiones. Ascender por esas vorágines de fuegos que engatusan
nuestros sentidos y nos duermen bajo el sueño de la ensoñación. Se despunta el día como un
oráculo de Delfos y la alegría de la luz abre el rincón de la felicidad. Y nos levanta con la fuerza
de la novedad y la innovación. ¡ Que nos traerá hoy el acontecer! ¡ Que ocurrirá!. ¡Donde se
montarán mis ojos con el ocaso de la nubes! ¡ Donde vibrarán los impulsos para que los deseos
afloren a las necesidades Y se unan a los instintos!. ¡ Donde abrirá el cielo la destreza de su azul
para coronar el olimpo de flores!.¡Donde el mar flotará con sus mesanas orientada al estribor del
horizonte!. ¡Donde serán las inquietudes cubiertas por el cedazo de su realización!. ¡Donde
gemirá el anhelo y se purificará la sensación del gozo!.

Begoña.- No escuchas lo que te digo. Y serás golpeado con toda la fuerza del
vendaval. Sobre todo cuando mas confiado estés y creas que has conquistado la cima del
Everest. Navegas bajo la ignorancia y confías en la bondad de la vida. O en la realización del
efímero acontecer de los sueños. ¡ Y no sabes con cuanto afán predomina el sufrimiento! ¡ Y
como se abren las penas en el hogar de lo insensible!

Carlos.-No puedes cegarme ni puedes conducirme por el laberinto del dolor.


Yo camino por el del placer. Por esa sensación que endulza el sabor de las caricias y prende en
las miradas. Por ese germinar del trigo en la semilla de una nube que se vuelca en la confección
del trigo y en la salubridad del pan. A mí me encanta saborear los acontecimientos que se abren
como un estigma en nuestro corazón. Y beber de la babuchas del desierto. Y runrunear entre las
marismas del delta de un río deslavazado de orillas. ¡Oh, ver como el ocaso prende en las cimas
y esconde la luz! ¡

Tañer la sinfonía de un deseo en lo inhóspito de una ilusión que vive en el corazón! ¡Corear el
sonido de una rama que siente el beso de un fruto que se desparrama!. ¡Esperar a que los
acontecimientos circunden la vida y nos enseñen las claridades de una puesta de luna al
anochecer1. ¡ Tocar las manos con las manos! ¡Besar los labios que se esfuerzan en esgrimir la
dulzura del contacto! ¡ Saborear la ternura de unos dedos surcando las curvaturas de los
ciervos!.! Beber en el aliento de una palabra que musita amor! ¡ Y crecer , crecer en los ideales,
en las ambiciones, en los sueños, en las imágenes de una multitud que se apiña en las
incubaciones de la ilusión!

Begoña.- Hasta que se hunden los confines de la realidad y el pensamiento se


estremece. Y se envuelve en el dolor y el desaliento. Hasta que todo lo blanco bordea el círculo
negro de la insensatez y nos abandona en la clandestinidad de la desesperación. Y en la rutilante
soledad del silencio.

Carlos.- Hasta que las rutilantes estrellas asoman sus pretiles en la plenitud de la
posesión y la entrega. Hasta que las olas se encrespan en las marismas y surcan con violencias
suaves las efemérides de las orillas. Hasta que se apasionen los deseos y se note la ternura en el
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abrasado concierto de la pasión. Nada se desvanecerá en la inconsciencia o se perderá en los
caminos deshabitados. Nada se roerá contra las piedras y ladrará al muro de las corrientes. Nada
interferirá en esa compulsión de fuego que arrebata los sentidos y nos hace palpitar por el
ensueño. Se abrirán los ecos del desierto y en las cuevas tañerá la dulzaina de una flauta
amparada en los murmullos del silencio.

No puedo dejar de sentir como al hablar puedo extasiarme en esa sensación


de vivir que en ti se ha eclosionado. O como puedes interferir en los acontecimientos
subsumiendo el alma bajo el penal del temor. Como puedes tener odio en tu alma cuando el alma
está hecha para sentir amor. Para dar amor. Para llegar a las imágenes clandestinas de lo
inexistente y elevarnos en los brazos de la renovación. Como puedes albergar en tu corazón
ansias de odio si todo el acontecer está forjado para el hombre y su estremecimiento en el gozo.
Y en el go

Begoña.-Navegas solitario en un mar que te has fabricado a tu deseo. Y te


sumergirás en él ahogándote. No puedes decirme que todo es bonito o sencillo o liberal o
sensato. La propia vida es un insensatez que se cubre de acontecimientos impredecibles y que
nos desbordan. Estas mermando tu capacidad de diversificar para concretarte en un falso
derrotero minúsculo que conduce al desfiladero. No te empeñes en hablarme del amor o de la
consistencia de la luz. O de lo bonito que es el clarear cuanto te asomas al alfeizar de un deseo.
O lo espléndido que es el girar de los vientos en la penumbra de la noche. Confundes la
apariencia. Y el espejo de lo inconexo te está envolviendo.

Carlos.-No te estoy permitiendo que ahogues mi alma en la confusión. Voy por


la ladera del monte y respiro con los nervios de la ilusión. Me acerco a la montaña y diviso el
rodeo de los caminos para impedir que me destroce en la inmensidad del espacio. Y toco una flor
y noto el acento de su suavidad en la llaga de los pensamientos. Y oigo como se abren las espitas
de la sensatez a la travesura de los conocimientos. La vida se ensalza ella sola como un
estandarte de alzadas siluetas y experimentadas evoluciones que sumen su arco iris en colores
distintos. Y el alma se extasía. Veo los ojos de una mujer o el caminar de sus sentidos o el
vaporoso fru-fru de sus enaguas o la concatenación de sus instintos y nado pavoroso queriendo
vivir el éxtasis de su posesión. Y espero tomar el vuelo de una ánade con las plegarias de un
beso. Y surcar el desierto para alcanzar el oasis de la felicidad. Huyendo, huyendo siempre de la
nefasta sensación de la degradación o la derrota. El alma siempre camina delante de los misterios
que nos dividen. El alma siempre esta abierta a las sensaciones nuevas que cualquier vestigio de
insinuación nos entrega. Ansiamos todo porque la vida es un ansia total. Y gritamos con las
canciones y lloramos con las manifestaciones de la dulzura. Para vivir constantemente. Para
vivir con la propia vida de los demás. Y para amar.

Begoña.- Tropezando en el destino que nos ha mostrado continuamente que la


lucha nos encadenará. Los sentidos se bifurcan cuando los acontecimientos nos arrollan y nos
dejan con el dolor de la desilusión. Y es entonces cuando el alma se pierde en la orfandad de su
dolor y nos deja abandonados a la soledad de la ignominia. Y al abandono. Y al odio

Carlos.- Al sentir que se acerca la noche me envuelvo en la oscuridad y dejo en


libertad el deseo. La posibilidad de una entrega cubierta por la suavidad de un crespón violeta de
alzadas enaguas. La ternura de un abrazo bajo el díscolo arco amurallado de una luz en su ocaso.
La displicente sensación de navegar contra las corrientes de un río que me sumerge en los surcos
de un huracán. O la rota silueta de un vestigio de deseo que acaricia el pensamiento.

El cuerpo se abre y acoge en su seno la inmensidad de un afecto


estampado en la frente de la vida. Un día más hambriento de deseos. Un día más traspasado en la
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sensación de envolverlo en las garras de la pasión. El afán sumergido en la voluntariosa
complacencia de haber visitado la mansión de los dioses y las cubiertas de los castillos.

Begoña.- Tremendo desconcierto el que te inunda. No diferencias la realidad de


lo falso. Como no diferencias lo inicuo de lo consistente. Si no has experimentado la sensación
de la pérdida no puedes saber como se siente el desgarro en la impotencia. Si no han cruzado tus
carnes con el látigo del desacuerdo, no pretenderás convencerme, a mí, de que la vida es un
continuo evolucionar del deseo. Es la intransigencia la que domina. Y es el dolor la potencia
dominante en el transcurso de los tiempos. No te obceques en simular que tus afanes y tus
entregas laten en tu corazón. Y que todo tiene que llegar.

Carlos.- Las palabras tienen que parir rayos que crucen la carne y afloren
sensaciones. No se pueden encadenar las imágenes de los sueños, ni se pueden encadenar los
propósitos de las ideas. Con el rocío amanece el fluir de la vida y se disparan los olores de la
virginidad de los vientos. Caracolean las pasiones y nacemos con un nuevo resplandor al surgir
de un abeto en la cima de un recinto. Tenemos que divisar el horizonte para pisotear sus laderas
y caminar por sus llanos. Y embebernos en las corrientes para descabalgar en los mares.
Tenemos que hacernos llanura para mariposear en los verdes acantilados de los montes y
sostener el recinto de sus piedras. Tenemos que navegar para sentir la caricia de la espuma en los
confines de nuestra carne. Y tenemos que aflorar los instintos para notar como el amor nos
invita a nacer en los pañales de otro amor.

Y el tiempo siempre abrevando en nuestro interior para lanzarnos con


el vértigo de su limitación o con la brevedad de su desconcierto. Debemos entregar la voracidad
de los sueños a la inmensidad del espacio de la ilusión.

Y aprender. Experimentar para saber. Conocer. Entregar para recoger. Y dejar que se aireen los
sentimientos y se alcen los humos del resplandor. Para que el mundo y sus confines se encierren
en nuestro interior. Y las llanuras se confundan con el infinito.

Begoña.- El tiempo no aleja la intemperancia ni construye cimientos en lo que


no es un solar. El tiempo no adormece los sentidos ni desafecta las involuciones de los
sentimientos. Es mas, aumenta la sinrazón de la insensatez y nubla con mayor celeridad la
descoordinación de la mente. Azuza la incredibilidad y acrecienta los devaneos del dolor. Y no
desaconseja la adversidad sino que la hace materia prima de esa evolución en nuestro interior.

Carlos.- El tiempo es un elemento que depende de mí. Está sujeto a mi forma de


actuar y a las necesidades que rodean las circunstancias de mis actividades. Son las ideas, es la
mente, es el escrutinio de los sentidos los que logran que atraigamos la querencia a las entregas
en los afanes de nuestras luchas. O en los actuares de nuestras evoluciones. Todo depende de
nosotros y está sujeto a esos paréntesis que se abren en nuestro interior y alcanzan el ocaso de las
nubes y el restablecimiento de la calma. Y los innúmeros deseos que conviven con nuestras
exaltaciones. Y con nuestros sueños. Estamos hechos para lograr que la convivencia esté llena de
esas apreciaciones que unen los cuerpos y disocian las distancias, juntándonos en un solo
sentimiento de vida y placer.

No podemos dejar de latir al unísono con otros corazones. Ni


buscar caminos que no nos conduzcan a lagos cuyas aguas vulneren los cisnes y naveguen las
gaviotas del ensueño. Y sobre todo debemos entregar el amor para que podamos disfrutar de la
fuerza de nuestra ambición y de la proclamación de la pureza de las sensaciones. La luna se
esconde en los albores de la noche y se atraviesa con la luz de los rayos que la circundan. Y
nosotros debemos resistir su fuerza y dominar los impulsos de permanecer quietos en los
25
aconteceres. Debemos depositar nuestras fuerzas en la acción e inmiscuirnos en esa potencia que
se arrastra por nuestros corazones. Y disipar las dudas del misterio. Y lanzar al sol las canastillas
de los rayos que nos rodean. Y nacer con el brote del manantial y el torbellino del río.

Begoña.- El río serpentea por la llanura e inevitablemente desemboca en el mar. O


muere en el trayecto de su recorrido. O se torna lago. Tu fuerza, como tu ilusión, se imprime en
las falacias que enseñorean la mente para perturbar los sentidos. Y engrandecerlos a
conveniencia de los deseos.

Carlos.- ¡Cuantas noches he tenido los sueños durmiendo conmigo! ¡Cuantas


ambiciones se han quedado en el amanecer de una tormenta o en el despertar de una tempestad!!
Cuanta amargura ha abierto la desazón de los instintos por tener al alcance los favores de unos
ojos que atropellen la virilidad!. ¡ Cuanto ascenso en ese caminar por los caminos que mueren
en lo alto de una marisma o encallan en el vertido de un torrente!. Y siempre he esperado
alcanzar la gloria del amor. O de tomar esos granos que espigan en el corazón de una semilla. O
volcarme con la enredadera que aguijonea la flor y la embruja. Yo siento la juventud como algo
incipiente y poderoso. Que está en mi, nace en mi y en mi se deposita. Para tortura de las
sensaciones. Con la ambición de lograr metas que se solacen en el placer de dejarse alcanzar.

Y hacerme con el viento del sueño para cabalgar en los nidos


de las desembocaduras de los esfuerzos. Y vivir en el amor. Y vivir. Y dejar que me arrastren
las olas por el abrasador aspaviento de un pensamiento. Y mirarme en los ojos que implican
entrega y poder. Tengo que atravesar los muros que coartan la libertad. Tengo que aspirar a que
los sueños dejen de ser nubes en torrentera o desbordamientos de plagas de aconteceres
arrugados en la mente. Tengo que sentirme como un ave que ve como la tierra se pronuncia en
una bacanal de fuego y humo. Y sentir. Sentir las aspiraciones del espejo que dormita en la pared
de los deseos.

Begoña.- Estás hecho para que te acribillen. Y te acribillarán. Tienes que


desmenuzar las ambiciones de ese contexto que se maneja con la entrega. Tienes que buscar la
independencia en los límites de la mente. Y tienes que ser un ser solitario, escabroso, inalterable,
pusilánime y vigoroso. Y no debes consentir que rocen tus caderas o divulguen la consistencia de
tus sentidos. Tienes que alejarte de todo lo que implique aquiescencia o ponderación. Tienes que
absorber el dolor apara enfundarte en los anaqueles de la invulnerabilidad. Debes fortalecerte
contra la bondad.

Carlos.- Debo perderme en el laberinto de las ilusiones. Debo buscar el vericueto


de los caminos para que las praderas se abran a la vista y me permitan navegar en sus llanuras.
Y no debo permitir que me encierren en los vacíos sótanos de las desdichas. Ruge el vendaval y
noto como me arrastran las fuertes hileras de la luz . Ese sentirme lleno de anhelos y de entregas
que bucean en mis besos y resbalan por mis caderas. Aspiro al amor. Aspiro a centrarme en la
fusión con lo inesperado. Con lo incomprensible. Con lo inapreciable. Con lo desconocido. Amar
a la mujer que me ame y batirme en sus alas para poder visitar los confines de lo desconocido.

No estoy todavía postrado en los albores de una falsa tentación.


O en la esmerada sensación de ser el ser mas importante o eficiente que la vigorosidad del
cuerpo enerva. Anhelo sentir placeres que me subyuguen. Enhebrar hilos que me cosan en el
arrastre de la vida. Atraer ilusiones que me desborden. Y mantener los ojos abiertos a cuantas
claridades se crucen o se acerquen al observatorio de mi mentalidad. Estoy abierto a ser
devorado por los tiburones de los sueños. O a hacerme esquirol en la lucha por el cumplimiento
de las ambiciones del cuerpo. Y a ser feroz. Y débil. Y a ser vértigo. Y soplo.

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Begoña.- Mírame. Yo fui todo eso y me han abierto en canal. Me han
abandonado entre los pedernales del dolor y me han arrastrado por las rendijas del tiempo. Todo
se escondió en las ruinas del acontecer. Deja que te abra los ojos. Que te lleve de la mano. Que te
inflame de las conspicuas velocidades del amor y de las inocuidades de los sentimientos. Deja
que guíe tu desesperación para que nunca desees.

Carlos.- Tu has tenido experiencias que te han desbordado y quieres que tome lo
falso que hay en ellas. O lo verdadero. Yo espero que se sumen en la inconsciencia los hechos y
que estos se apoderen de los sentimientos. Quiero sentir por mí solo las alteraciones del fuego. El
resquemor de las salpicaduras. La inercia de la velocidad que acelera los sentidos. Quiero
navegar por los valles y tocar los alientos de los bosques y los perfumes de los jardines. Para
poder dar el cuerpo a tanta ambición y tanto terremoto que me espera. Para poder desnudar el
alma a tanta improvisación como deviene en cada esquina , en cada momento, en cada instante.
En cualquier amanecer. Y estar pendiente de las pérdidas del sueño o de las efemérides de los
hechos. O de la evolución de las caricias que se desparraman por el cuerpo y anuncian las
curvaturas del instinto. Quiero estrechar el pulso de la vida. Y dejarme visitar por tanta ansiedad
como el propio acontecer enseña.

Ladear los esponsales de las sensaciones con las caricias


abrasadoras de unas manos que resbalen en mis pensamientos. Navegar con las olas en el
escabroso mar de lo desconocido. O de lo irrealizable. Y pavonearme con el viento en la
marisma del deseo.

Begoña.- Sueñas con quimeras y las quimeras se convertirán en sueños. No hay


puertas cerradas a las celosías del deseo.

Carlos.- Las noches están preñadas de días. Y yo debo extenuarme para


lograr que en el auge de la oscuridad, se abra al silencio la claridad. Sentir que me desbordo en la
pasión. Que los instantes nacen en el esplendor y me alzan en el abrasador fuego de la ilusión.
Que navegan las torres y me circundan los avatares. Que los hechos acontecen porque mi mente
los acerca a la realidad. Que los huecos de mi vanidad han desbordado las lagunas del cielo.

Begoña.- Te romperás. Las efemérides que colman el aliento de las ilusiones se


desvanecen en la intranquilidad de los hechos. Derrumbarán tus muros y alzarán argollas que te
sujetarán al limbo de lo infranqueable. Y cuando no puedas más, gritarás y tus gritos carecerán
de oídos o espacios en los que puedan tener consistencia. Y la desesperación entrará en tu cuerpo
y no tendrás paz, ni vida, ni sensaciones, ni anhelos, ni esperanzas.

Carlos.- No pretendo ser insaciable o vanidoso. Espero sentir las voces que me
llamen a las puertas de los eventos indescifrables para penetrar en su interior y vivir esa
fragancia innata de lo desconocido. Quiero enaltecer el cuerpo para apretar las sensaciones del
alma y gozar en la experimentación de los ideales que estrujan la humanidad. Quiero amar y ser
de alguien que busque en mi lo que ansía su interior. Y vaciarme en el espacio. Y navegar en las
columnas de los vientos. Y sumergirme en la frondosidad de lo impenetrable. Y con las olas
navegar hacia un horizonte poblado de hambrientos desfiladeros que mueren en lontananza.

Y ver pasar los huidizos resquemores de la ingratitud. Y comprobar en mi


ser la extrema sensación que el gozo produce en el cuerpo. Y notar la creencia de que la vida
está llena de espacios voluptuosos en los que sentir la paz de la soledad. Y amar.

Begoña.- El odio es el que abreva en la realidad. Y el que nos conduce por la


vida para atender los requerimientos de su diversidad. No te confundas. No es el amor, es esa
27
inquina que el corazón exterioriza la que confabula el ser con el espíritu y roza los criterios de la
existencia. Cuanto mas te alejes de esa creencia, mayor será el barranco en el que te sumirás.

Carlos.- No puedo por ello alejarme de la hondonada en la que debe ser tumba
de los criterios. Tengo que crecer en la intuición de que todo mi ser nace para lograr la
estabilidad de la conciencia y la claridad del cuerpo. De que estoy hecho para lograr semilleros
en los que sembrarme y anhelos que exteriorizar. Y alcanzar las altas cotas del fuego que
aprisiona el rojo de la pasión. Porque la materia que me conforma es huidiza y pastosa. Requiere
experimentar las sensaciones desconocidas para albergar la sensatez de la vida. Y tengo que
bañarme en el mar de las convicciones Y tengo que navegar por las olas de la decepción. Y
tengo que sentir el gozo que evoluciona los sentidos y escarapela las sensaciones.

Begoña.- Vive mi experiencia y recapacita. Huye de los experimentos. O de las


buenas nuevas que te anuncian. Escapa antes de que te alcance el dolor. Y no permitas que te
dominen las sensaciones o te achiquen los excrementos del gozo.

Carlos.- Debo ir en pos de la grandeza. O de la inestabilidad. Debo encontrar los


vacíos que se esconden en el alma y se exteriorizan en los sueños. Y alcanzar las cotas del
ensalzamiento , el valor, la creencia o el misterio. No es permisible que me horrorice ante las
variantes crecidas de las aguas que enturbian el latido de los ríos. O esconderme en los laberintos
que axfisian las sensaciones del placer. O destruir lo insaciable de la vida en su pretensión de
esquilmar los montes del ser. Abriré con la guadaña el surco que conduce al bosque y, en él me
perderé.

Begoña.- Lo inaccesible se suele hacer infranqueable. No hay fuerza que rompa


los abismos para permitir la entrada en procesión de los vagabundos. Cuando te han lanceado en
la vida ya no sientes la carne . Ni conoces el sentido del vivir. Ha huido la convicción y solo te
resta el dolor de la herida. Y la inescrutable sensación de pérdida y desamparo. Y malestar

Carlos.-No ves la vida como un aliciente sino como una maldición. O como
una losa que se abigarra a tu cuello y te sumerge en un ocaso sin luz e incongruente. Yo la veo
como algo frágil, sencillo y resplandeciente, algo que insufla valor y que nos impulsa a ascender
por los desgarrados asideros de los desfiladeros de las experiencias. Hay que asimilar que
formamos parte de un complejo que nos incita continuamente a la observación y la
competencia. Al asidero de los principios y a la concepción del bien. Impidiendo que los albores
del mal nos coarten. O que nos laceren las flechas de la impotencia por la obnubilidad de los
sentidos.
Hay que navegar en el barco al que nos hemos subido. Y soltar las velas y
empujar los remos. Con todos. Con los alicientes y los impedimentos que el propio navegar
arrostra. Contra los vientos que nos revocan y contra las olas que nos empujan. Contra las
fuerzas de la noche y contra los asideros de la luz. Y contra el agua y contra el surco que se abre
en la convivencia. Y contra el temor que lo desconocido nos produce. Hay que ir en pos de la
isla misteriosa que nos enseña los prismas de la aventura y las prebendas del placer.

Begoña.- Mucha fantasía y poca concepción de la realidad predomina en ti. No


asumes la represión ni las cárceles de las ideas ni la debilidad del esfuerzo. Ni concibes la
superposición de la negatividad y el dolor. Crees que el maná abrirá las fauces a tus sentidos y
te alimentará y te enseñará el verdadero camino del sentir . Y del valor. ¡ Las fuerzas siempre
empujan en dirección contraria a la imaginación!

Carlos.- No te empeñes en mostrarme las contrariedades que me van a acechar.


O las fuentes del pesimismo que me alimentarán. Debo aceptar la mente para que conciba cuanta
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oposición la encierre entre muros impenetrables. Y debo fortalecer las almenas del castillo de
mis sentimientos para luchar contra el enemigo de su depravación o destrucción. Todo lo que
veo es claro y luminoso. Todo es resplandeciente y hermoso. Todo se conjuga en la vista y el
olor . En el tacto de los sentidos. En el caminar de un giro en el espacio. En el vuelo de una hoja
que se ahuyenta del árbol. En el recorrido de una espiga que grana con su semilla. En el clarear
de un puerto. O en la luminosidad de un amanecer.

Begoña.- No te sirven las palabras, ni te convencen las experiencias ajenas.


Quieres tomar por ti las convicciones y asumirlas como inapelables. Pero recuerda que se
bifurcarán en la mente y te dibujaran una visión que rompe el sueño y arrastra el viento del
desengaño , la desesperación y el dolor.

Carlos.- Bah, Las puertas se abren con el empuje y con la velocidad. La mente
puede abarcar los flujos de la ambición y remodelar la etereidad de los sueños. Basta colocar los
oportunos espigones en el puerto para que el faro ilumine la frondosidad de la superficie y el
punto de amarre.

Begoña.- Para mi las aguas son borrascosas y no diviso la tranquilidad del


horizonte ni la transparencia de la superficie.

Carlos.- Tendremos que conjugar los esfuerzos en beneficio de las impresiones.


Y del amor.

Begoña.- Y del odio.

TELON

29
Acto I I

La casa de Andrés

Andrés, sentado en el sofá. Se levanta. Pasea. Está nervioso. Coge un


libro, lo hojea. Lo cierra. Vuelve a dejarlo en la estantería y vuelve a sentarse. Inquieto.
Nervioso.

Se abre la puerta situada en el lado derecho. Aparece Begoña

Begoña.- ¿Estas aquí?.

Andrés.- Sí.

Begoña.- Mejor me voy.

Andrés.- No quédate.

Begoña.- Me voy. Te veo nervioso y vamos a discutir.

(Begoña. sale de la habitación. Andrés sigue sentado sin saber que hacer, toma una revista, coge
el teléfono. La deja. Vuelve a abrirse la puerta por donde ha salido Begoña y vuelve).

Begoña.- Pues no me voy. Si hay que discutir mejor ahora que luego.

(Andrés. La mira, se levanta. pasea. Se vuelve a sentar. Vuelve a levantarse).

Andrés.- ¿Puedes sentarte un momento?. Estoy nervioso y si te veo de pie me


pongo mas nervioso.

Begoña.- Puedo sentarme y me siento.

(Begoña se sienta en un sillón al lado del sofá donde está Andrés).

Andrés.- ¿ Como hemos llegado a esto? . Tenemos dos hijos preciosos. Te


quiero. Y te veo tan distante, tan alejada, tan perdida. Tan.....

Begoña.-Sola. Dilo. Tan sola.

Andrés..- Tan sola, sí, tan sola. Sin mí. Y yo solo, sin ti.

Begoña.- Dos soledades en un hogar. ¿No te parece raro y elocuente?.

Andrés.- Raro sí. ¿Por qué elocuente?


30
Begoña.- Elocuente porque el silencio habla. El silencio dice lo que no quieren
decir las palabras, hasta que las palabras llegan. Y cuando llegan, ya no son palabras, sino
hechos. Ya no hay nada que decir porque lo dicen los hechos.

Andrés.- No hay hechos. Tenemos que hablar para volver a ser lo que éramos.
Dime que he hecho mal y lo corregiré.

Begoña.- No hay nada que corregir porque no hay corrección en el alma. Cuando
los sentimientos se dispersan y cambian, no vuelven. Se han ido por las esclusas del cuerpo, y ya
no tiene lugar ni cabida ni en los sentidos ni en el cuerpo.

Andrés.- Poniendo de nuestra parte.....

Begoña.- Poniendo el que. Poniendo la cama en medio y en el medio de la


noche. O al comenzar la mañana. O cuando quieras poseerme por ser tu esposa. No soy una
baratija que has comprado al casarte. Soy mujer y tengo sentimientos. Y mis sentimientos los has
inundado de barro y me has dejado tirada en el desierto, cuando te apetecía tirarme. He
cambiado. El dolor me ha hecho fuerte. No vas a engañarme ni a convencerme.

Andrés.- No pretendo engañarte, pero sí convencerte. Te quiero.

Begoña.- Te quiero, te quiero... babuchas que te pones en tu aire de pelele.


Cuando debías quererme me olvidaste, y ahora, que me pierdes, vuelves a sentir las caricias en
el alma del vuelo del ave. Ya no hay caricias en el viento, ni miradas que alojen los sentimientos.
No puedo sentir contigo, ni sentirte. Ni mirarte , ni estar cerca de ti , ni consolarte. Ni
acariciarme con tus caricias o ruborizarme cuando tus manos resbalan por el pelo en las
mejillas. Se han ido los fuegos que se encendían, y no hay fuego, ni humo, ni rescoldos. Ni aire.

Andrés.-Algo quedará de mí en ti. Tenemos dos hijos que hemos hecho juntos.
No lo olvides.

Begoña.- Lo único que de verdad hemos hecho juntos. Pero no te valgas de eso.
Eso te valía antes, ahora no te vale.

Andrés.- No quiero perderlos ni perderte. Nos necesitan a los dos.

Begoña.- Nos necesitaban a los dos. Si, nos necesitaban cuando nos
necesitaban. Cuando yo tenía necesidad de ti, porque sola no me valía. Cuando me encontraba
indefensa y baja, en la calamidad de mi suerte. ¡Sí, nos necesitaban¡, cuando por la noche no
dormían o cuando del colegio nos llamaban porque se encontraban flojos en el amor que les
entregábamos. Sí, cuando había que cuidarles y enseñarles, amarles y acompañarles, mostrarles
la cruda realidad de la necesidad de ser padres. ¿Donde te metiste? ¿ Donde te encontrabas
cuando el médico venía? ¿ Y cuándo te llamaba? ¿Y cuando necesitaba de tu fuerza porque la
mía no la encontraba? ¿ Y cuando el dolor me consumía? . Yo te necesitaba mas que tus hijos y
en tus hijos te necesitaba. Y tu........ Prefiero no comenzar a decir lo que no debo ni quiero decir.
Prefiero no oírte decir que me quieres, porque nunca me has querido. Te has querido en ti y yo
era el complemento de ese amor que te tenías. Ni me querías ni nos querías. Te queríamos y te
quería. Esa era la diferencia. Y no la viste.

Andrés.- Puede ser que no lo viera. Que fuera egoísta. Pero de ahí a decir.... que
no los quería, hay mucha diferencia. O que no te quería. ¡ Como no iba a quererte si te quiero y
31
te sigo queriendo¡ ¡ Como no iba a quererlos si los quiero¡. Sois mi vida y no puedo vivir sin
vuestra compañía. Sin sentiros. Sin sentir que os cuido y me cuidáis. Que somos juntos, una
familia. Una unidad no partida ni compartida. Algo único e inenarrable. Una familia. ¿
Entiendes? ¡ Una familia¡. Algo propio de la esencia de la vida. Algo que no se hace más que día
a día. Entregando y dando. Cada cual con lo que puede. Y si no te di, porque no lo veía,
haberme enseñado a ver, para darte lo que necesitabas o querías. No me culpes por amarte.
Cúlpame por no haber visto lo que sentías, pero no me achaques lo que no es achacable ni me
imputes lo que no es imputable. Si has dejado de amarme, vuelve a amarme, yo no he dejado de
quererte, ni quiero dejar de quererte, ni quiero olvidarte o perderte.

Begoña.- Eres abominable y falso. Te defiendes con lo que me ofende y quieres


que me sienta herida, para no ver como la sangre mana. Estoy lejos de ti desde hace años. Y lo
sabías. ¡ Lo sabías¡ . Sabías la rabia que me inundaba. El temor de cada mañana al despertar y
contemplar a mis hijos sin tu compañía. El saberme sola y perdida. En la penumbra de la noche
cuando el sol encendía el amanecer del día. Cuando los vientos, al salir a la calle, penetraban en
la boca. El silencio permanente que en tu presencia había.¡Lo sabías¡. Notabas que me
distanciaba al distanciarte y no pusiste remedio. No remediaste lo que iba a ser irremediable. No
te importaba. Solo tu vanidad y tu egoísmo , tu afán de ser el primero en la vida. Tu ambición y
tu extremismo. El poseer, el tener, el distinguirte, para que te distinguieran. El ser importante,
dentro de lo importante, de ser, en tu compañía. Y te alejaste. Te fuiste. Te perdiste en la atonía
de no ver y no escuchar el comprender de mi agonía y la agonía de ésta, que tú, llamas familia.
¡De tus hijos que eran lo importante¡. Solo tu, en ti . Solo en tu irremediable sensación de tener
controlado el amor que te tenía. ¡Que te teníamos¡. Tú, dejaste que el tiempo se impusiera a la
vida. Y ahora la vida no vuelve al tiempo. Se aleja. Se va y no vuelve. Lo que se perdió, perdido
está y no se vuelve a encontrar lo que se dejó en el desierto de las arenas del amor.

Andrés.- Hay tiempo, mucho tiempo por delante. Haré lo que tenga que hacer y
corregiré lo que tenga que corregir. ¡No me dejes¡¡ No nos dejes¡. Te quiero. Te necesito.¡ Te
necesitamos¡.

Begoña.- Para mí, no. Hay odio en mi corazón. ¡ Odio¡ ¿Comprendes lo que
digo? Odio. Negación, dolor, frustración, fracaso, naufragio, desengaño, infortunio.

(---Se pone en pie y le coge por las solapas).

.- Me has convertido en un pelele, en una piltrafa, que cualquiera ve por la


calle y le pega una patada, para que rebote en la pared de enfrente.¡ En una cualquiera, sin
sentido del honor, ...sin-...

( Andrés le golpea en la cara con una bofetada)

Andrés.- Calla.¡ Calla¡. Me estás llenando de horror y de dolor. ¡Perdona


¡Perdona¡

( Andrés, la abraza)

.- perdóname amor. ¡Perdóname¡. No se lo que me hacía

( Begoña, llorando)

b.- No te perdono. No quiero perdonarte porque no tienes perdón. Me has


convertido en alguien que no soy y me has hecho ver la frustración de mi vida. He dejado de ser
32
esposa cuando quería ser esposa. He dejado de querer lo que más quería: a ti. Me has envuelto
en una maraña de sinsabores y pesares que me han hecho cruel, inhumana, desalmada,
vengativa. ¡ No me toques¡ ¡Déjame¡ ¡ No te acerques a mí¡.

Andrés.- ¡Perdóname¡. No puedo verte sufrir. Sufro con tu sufrimiento, aunque


no te lo creas y mi desconcierto es mayor ante tu desconcierto. No creí haber causado heridas tan
profundas.

Begoña.- Ahora vuelvo

(Begoña sale de la habitación por el mismo sitio que había entrado, va a lavarse y

arreglarse lo descompuesto. Vuelve a entrar)

.- Ya podemos continuar si quieres continuar esta conversación.

Andrés.- No es hablar lo que quiero. Quiero que vuelvas a quererme. Que me


quieras.

Begoña.- Después de.....

Andrés.- Si. Ha sido una reacción estúpida e incomprensible. No volverá a


ocurrir. Lo siento. Los nervios han podido conmigo.

Begoña.- Te he dicho que te odio

Andrés .- Lo he oído.

Begoña.- Y a pesar de eso...

Andrés.-A pesar de eso.

Begoña.- Estás perdiendo la dignidad para ponerlo todo difícil. No imaginé que
pudieras caer tan bajo. Eres tan insensible que me desconciertas en reacciones tan deplorables
en ti. Tan comedido, tan sensato, tan pueril, tan creído. Tan irremediablemente egoísta y
narcisista. Tan....

Andrés.- Soy todo lo que dices y mas. Pero hay algo que debes saber y quiero
repetirte para que lo comprendas. ¡ Que te quiero¡. ¡ Quiero a mi familia¡

Begoña.- Te repites. No me atarás con el cordel envenenado. Ya no. He


aprendido en el sufrimiento a sufrir y a vencerme a mí misma. No hay nada que me detenga
cuando tomo una determinación. Nada. No soy la que antes era. Y no tengo el miedo que antes
tenía. Me creía , porque tu me lo hacías creer, que era estúpida, insensible, sin preparación,
majadera, mema, sosa. Tonta. No me atrevía a mover un vaso sin tu autorización. Sin tu
comprensión a lo que pudiera resultar si lo hacía. Tuve que hacerlo y me costó. La primera vez
me costó. Pero no la segunda, ni la tercera. Sentí libertad en mi alma y sentí que tenia alma y
cuerpo, y movimientos, y languidez en los movimientos. Y que podía vencer las atracciones y
sentir atracción. Que podía vivir, porque todavía vivía. Que estaba inquieta en una quietud que
no me correspondía. Que me habías atado y había soltado las ligaduras que me ataban. Y al
sentir la libertad, comencé a sentir que podía sentir fuera de ti. Sin ti. Sin sentirte ni sentirme
intranquila.
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Podía caminar por los regueros del viento, por las nubes de la ilusión y por los ambientes
selectos de la imaginación. Y soñar. Sentir como los sueños me encendían y ardían dentro de
mi. Volví a sentirme mujer.¡ Mujer¡. Mujer para ir y venir, entrar y salir Llegar a la cima y
descender. Y volver a subir para volver a descender. Ah, sentí que el amor se había ido y que las
cadenas se rompían. Se rompían las cadenas que me ligaban al dolor, a la sensación de inquietud
, turbación, impotencia e intranquilidad. Y me dediqué a observar como eras y a desprenderme
de las ligaduras que me unían a ti. Y te vi como eras, no como te vi. Como eres no como creía
que eras. E inicié el odio. Un odio que me llegaba al corazón y me encendía cuando te acercabas
a mí. Cuando querías poseer lo que ya no poseías.

Andrés.- No me dijiste nada.

Begoña.- Nada tenía que decir. Tu lo tenias que ver para abrir nuevas vías a un
amor que se perdía. ¿ No lo notabas?. ¿ No sentías que no sentía? ¿No notabas como se abría
la distancia en los cuerpos al rozarse?. ¿ No veías como temblaba cuando tus manos me
tocaban.?.

Andrés.- No le di importancia. Yo sentía y te sentía. Estaba ciego en mi amor al


amarte y todo lo enfocaba bajo el prisma del amor.

Begoña.- Ciego y tuerto. Pero no manco.

Andrés.- Te creía cansada por los temas de la casa. No percibí el fulgor de la


abertura del llano en la explanada ni del rumbo que tomaban las cosas en tu alma. Estaba
inquieto en mis temas propios de la empresa y el trabajo me superaba. Todo cuanto hacía, lo
hacía por ti y por los hijos. Pensando que todo era poco para ti. Poco cuanto te ofrecía y te daba.
Poco para un amor tan inmenso y una felicidad que me llenaba de tranquilidad y fervor. De
contención y alegría. De pasión por ti y por mi familia.

Begoña.- ¿Y en la cama? ¿No notabas que no crujía la cama? ¿Que no dormía


cuando la noche llegaba? ¿ Que sufría?

Andrés.- No lo notaba.

Begoña.- Que vas a notar si dormías como un lerdo. Y además roncabas.

Andrés.- No roncaba. No me oigo roncar. Te lo he dicho muchas veces. No


ronco.

Begoña.- Roncabas. Como una escombrera cuando arrojan escombro. A pecho


partido y con un sonido gutural que estrangula el silencio de la oscuridad.

Andrés.- También tu.

Begoña.- Yo ya no. Suturo la garganta en un éxtasis que abre la emoción. Es el


ruido del pecho que exclama. La sinceridad del sentir del corazón que escapa. El énfasis de los
sueños que sueñan en la alborada.

Andrés.- ¿Eso lees?

Begoña.- Eso dicen.

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Andrés.- ¿Qué o quien dices que dice?

Begoña.- Los libros.

Andrés.- No me vengas con buñuelos bíblicos, ni me quieras confundir


creyéndote un ánade que se cree libre y vuela por el estanque. En el estanque no se vuela. Se
nada. No te creas de repente una mujer libre. No eres libre. Eres esposa y madre. Estás casada y
casada te requiere la casa y tus obligaciones. Todos nos tenemos que partir la yugular contra el
tronco de la realidad y dejar a un lado los recreos de la mente. La vida se abre cuando te
levantas y al levantarte, la luz te cierra la voz que te llama para que no te levantes. Obligaciones
en la monotonía de las obligaciones. Hechos, que no dejan tiempo, para tener tiempo en
distorsionar el fuego que altera las emociones. Hay que vivir. Y al vivir, gastar para vivir. Y al
gastar, trabajar para no tener que pedir.

Begoña.- Ya no. Ya no me vas e envolver en el cuento del vivir y de la


necesidad de tener para vivir. Antes, cuando te amaba, podía creer o hacer que creía. Valgo para
conseguir cuanto necesite. No te necesito a ti, para obtener lo que puedo obtener, sin que lo
obtengas por mí. No me insultes. No me creas un trapo o un ser inútil. O un jarrón del que
puedes presumir y al que puedes mostrar como algo propio de tu jardín. Soy una mujer libre.
Puedo mostrar y mostrarme. Puedo valer y valerme. Tengo voluntad suficiente para lograr lo que
quiera conseguir. No me arrojes por la borda como un maletín. En tu confusión te vuelves a
confundir.

Andrés.- Te valoro. Siempre te he valorado. Prueba de ello es que te elegí para


ser madre de mis hijos. Para ser mi compañera. Para que me acompañaras por este transitar, que
es un continuo navegar en una corriente, que nos arrastra por el río para tener que remar. Remar
los dos juntos. Mano a mano, codo con codo. Pecho con pecho. Contra el calor y contra el frío.
Sintiendo tu fatiga en mí fatiga. Y tu alegría en mi alegría Y tu dolor en mi dolor. Compartiendo
día a día lo que es una vida.

Begoña.- Tantos años sin decirme algo sensible en tu indelicadeza constante.


Tanto rasurarme la cabeza con mi inutilidad y decirme ahora que valgo. Cuando yo sé que valgo
y lo que valgo. Cuando he abierto las ventanas del muro que me impedían ver la naturaleza.
Cuando he derribado el castillo del miedo y he abierto las compuertas del castillo, para escapar
libre como el viento. Cuando respiro, con el corazón, el aire de la sensibilidad y del sentir que
vivo en la vida. Cuando floto en el espacio por poder caminar sola, en una caminar, que puedo
elegir. Por un camino por el que puedo transitar sin debérselo a nadie más que a mí. Cuando he
abierto la blusa de la luna y me estoy bañando en el mar. Cuando me subo a las olas y navego
por las olas hacia alta mar. Cuando suspiro por alcanzar el cielo, y con el cielo surcar las velas de
la ignominia en la que me sentía apresada en mi sentir.

Andrés.- Sueñas.

Begoña.- No sueño. Vivo.

Andrés.- No vives. Sueñas. No eres una niña.

Begoña.- No soy una niña ni soy una vieja. Estoy en la flor, donde se expande el
olor y perfuma el aire llamando al amor. O llamando a la venganza del amor en el amor de la
venganza. Estoy hecha, porque el sufrir me ha hecho. Tú, me has hecho, con tu presunción y tu
ignominia. Y al estar hecha, puedo salir sin miedo a ver lo que no he visto y luchar. ¡Luchar si¡,

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por lograr lo que al cerrarme con candado no me has permitido conseguir. O no me has querido
dar o no me has permitido ver.

Andrés.- Sigues soñando. Y la culpa es mía. No por lo que me dices, que


también, sino por protegerte tanto, para que no te dañaran, que te he dañado sin querer. Al
protegerte, te desprotegí. Y ahora, te crees libre porque puedes valerte por ti, sin mí. Porque
puedes salir a la calle, que te admiren y te escupan piropos. Te deseen, porque eres deseable.
Puedas ir y venir sin que nadie te ate. O sin que tu creas que te aten. Te confundes al pensar
como supones que va a ser. Nunca ocurre como se piensa ni se piensa que lo que va a ocurrir,
ocurrirá. La rotonda de la existencia va de rotonda en rotonda. Sales de una y entras en otra.
Decidiendo, siempre decidiendo. Sin saber si ese decidir es correcto o incorrecto. Pero una vez
abierto el camino hay que caminar sin volverse atrás, porque te empujan sin poderte volver. Y el
tiempo se va. El tiempo se va en el tiempo. Y cuando te quieres dar cuenta ya no eres hermosa ni
deseable. Solo restan tu compañero y tus hijos. Y tus nietos. Y la continuidad de una continuidad
constante.

Begoña.- Ese es el riesgo que debo asumir.

Andrés.- No sabes a lo que te enfrentas.

Begoña.- Tu no lo sabes. Yo sí.

Andrés.- Te has vuelto caprichosa. Lo que nunca eras. Te desconozco.

E insensible a lo que pueda ocurrir.

Begoña.- El sufrimiento nos cambia. El dolor nos hace invulnerables al dolor. Y


cuando el dolor nos ataca no lo sentimos porque hemos sentido mucho dolor. Demasiado,
durante demasiado tiempo. Hemos superado el temor de lo que nos pueda ocurrir, porque ya nos
ha ocurrido. Al superar el trance que nos obliga asaltar al espacio libre sin saber donde vamos a
caer, descubrimos, que caigamos donde caigamos nunca es peor que donde estábamos. Y no nos
queda ,mas remedio que saltar, porque sino nos morimos en ese desear sin conseguir.

Andrés.- Y tu has saltado

Begoña.- Estoy aquí y nada me asusta. Tenía que saltar y he saltado.

De otra manera hubiera ahogado la felicidad de mis hijos, y la paz de una familia que tu dices
mantener y proteger. Y yo digo, que abandonaste, sin preocuparte de lo que te tenías que
preocupar, ni entregar, lo que sin pedir te suplicaban. Me dejaste en la cuneta del barro y querías
que fuera una gacela para dispararme. Para devorarme entre las quijadas de tu placer. No
pensaste en mi sino en ti. Tu trabajo, tu ascensión, tu primacía, tu valer, tu presunción, tu
inquina. Menos tu familia de la que tanto pregonas. A la que me echas en cara como si me
hubiera olvidado que soy madre. Pero una cosa es ser madre y otra ser esposa. Esposa fui y no
tengo que ser esposa si mi esposo no es esposo y me trata como esposa. Con las esposas de
ambos en las muñecas del cuello y en los embudos del corazón. Atados el uno al otro. No el uno
para el otro. No para servir y ser objeto del placer. Sino para amar. Para amar y ser uno en el
amor. Un solo cuerpo en el cuerpo, una unidad en la unidad. Un solo renglón al escribir. Un solo
lápiz y un solo papel.

Andrés.- Así lo considero yo. No me vengas con gazmoñerías culpándome como


si me hubiera dedicado a disfrutar de mi estatus olvidando que soy padre y tengo una casa que
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mantener. He entregado mi vida a mantener el equilibrio en la familia. A enseñar y aprender. A
darte lo que me pedías ya que no parabas de pedir. Que si regalo por aquí. Que si mi hermana
que si mi padre. Que si...

Begoña.- Ya hemos llegado donde siempre llegas. Al dinero. Tu conseguías el


dinero para mantenernos. Con eso te considerabas satisfecho y cumplido. Todo te lo debíamos a
tu esfuerzo y sacrificio. A tu trabajo. Al tiempo que dedicabas al trabajo.

Andrés.- No trabajo por placer. No es un placer el trabajo.

Begoña.- Pobrecito.¡ Que esfuerzo tan sublime¡. ¿ Y yo? . ¿Que era yo


comparada con tu trabajo?. Una alfombra donde ponías los pies. Algo comprado en un alarde de
tiempo en el tiempo del ayer. Algo para siempre a tu disposición, cuando disponga el señor o
cuando el señor lo ordene. Algo para servir en la cocina y en el desván de los platos. Y en la
cama. Eso sí, en la cama, cuando al señor le apetece, la noche que le apetece y en el momento
que le apetece. ¿ Y mis sentimientos?. ¿Dónde dejas mis sentimientos? ¿Dónde los colocamos? ¿
O no puedo tener sentimientos?. Tu dinero y tu trabajo.¿ Sabes lo que te digo de tu dinero y tu
trabajo?. Que te quedes con tu dinero y tu trabajo a ver si te dan placer. Seguro que no te piden ni
te incordian como yo.

Andrés.- No te oigo hablar de amor. Me echas en cara lo que hago como si el


hacerlo, para mí representara algo sublime. Algo inenarrable de lo que no puedo prescindir. No
confundas el trabajo con el deber. Debo trabajar y trabajo. No me importa trabajar porque me
permite la libertad de darte lo que me pides. Y de mantener en un equilibrio el peso de nuestra
balanza en el medio que ocupamos. Para mi no representa la esencia de la vida. Ni me mantiene
en un ampuloso estado de bienestar. Tu eres lo importante para mí. Tu eres lo primero cuando
me levanto para trabajar. Tu eres en quien pienso cuando los problemas me agobian y tengo que
enfrentarme a ellos. Tu eres el sostén de mi esperanza. En ti pienso cuando me agobia la pena y
noto como me pierdo en las ranuras de la esquinas que me rodean. No doy primacía a lo que no
es primero. Pero no puedo evitar el tener que trabajar. No soy rico y os tengo que mantener. No
es que lo diga, es que es. Y lo que es, no puedo evitar el decirlo, porque es lo que es y no puedo
cambiarlo.

Begoña.- No te escudes otra vez en tu trabajo para desarticular lo que no has


sido como esposo. Separa tu casa del trabajo. Cuando estás en casa no estás en el trabajo.
Vienes, te olvidas, lees tus periódicos, ves tu televisión, y a comer a la hora de comer. Tus libros,
tus gafas, tus zapatillas, tu batín, tu baño. ¿ Y yo? . ¿No trabajo en mi trabajo aunque no
mantenga la familia? ¿No tengo derecho a tener descanso cuando no trabajo?. No, yo no puedo
huir de mi trabajo y olvidarme de él, porque lo tengo delante. No puedo separar el trabajo de la
casa, porque la casa es el lugar donde trabajo. Ni libro , ni zapatillas, ni gafas, ni batín, ni baño.
Y a la hora de dormir el señor quiere placer. Y hay que darle placer al señor, aunque el señor no
me de placer. Ni aprenda a dármelo.

Andrés.- Nunca te habías quejado ni te había oído despotricar tanto.

Begoña.- El nunca no existe. No te habías enterado porque no mirabas ni querías


ver.¡ Estabas tan satisfecho de ti¡. ¡Tan encantado¡¡ Te creías tan excelso en tu comportamiento¡.
Hombre feliz en su casa y en su trabajo. Ya ves. No cumplías cuando tenías que cumplir. En lo
mas simple, en lo mas dulce, no te digo en lo demás. ¿No notabas que cada vez el tiempo se
restaba del tiempo, para no incurrir en que fuera alargado? ¿ No entraba en tu cabeza el
sentimiento de que yo siento?. ¿Que vivía en tu vida, siendo mi vida la que vivía? ¿O la que tu
no me dejabas vivir? ¿Que sufría, porque el amor se escondía y se marchaba dejando de latir?.¡
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Ni te enterabas¡. ¡No tenías ojos ,más que en ti ¡. Tu preeminente preeminencia en el pensar no te
dejaba comprender que yo también pensaba. Y que mis pensamientos se iban reduciendo, poco a
poco, sin conversar, porque no te interesaban. Busqué la soledad y en la soledad lloraba.

Andrés.- No lo sabía.

Begoña.- ¿Como vas a saber lo que pasaba, si solo vivías en ti, dentro de la
prolongada ensimismación en tu contemplación?. Hasta que me dije ¡Basta¡. No puedo desafinar
al tocar en la orquesta porque la orquesta puede concluir. Y puedo destruir la orquesta. Puedo
dejar de tocar, para que encuentren alguien que no desafine. Y me puse a luchar. No para
aprender a tocar, sino para encontrar otra forma de tocar en otra orquesta.

Andrés.- Sin luchar por el resto de la orquesta. Prescindiendo de ellos.

Begoña.- Sí

Andrés.- ¿No te parece egoísta?

Begoña.- Puede ser. Pero tuve que elegir: o ser infeliz en la orquesta y hacer a
todos infelices o encontrar otra tecla que tocar con otro instrumento bajo otra batuta.

Andrés.- Yo no soy infeliz. Ahora me estás llevando hacia la infelicidad. Piensas


por ti. Como tu decías, pero no por mí. Ni por tus hijos. Solo en ti. No te debates en la
encrucijada ni me consultas para ayudarte. No te sumerjas en tus ideas y te convenzas de que
tienes que volar porque eres libre, y gozar de tu libertad. Quieres creerte que el mundo se va a
rendir a tus pies y vas a triunfar porque te lo mereces. No te dejes llevar por los fieros ronquidos
de la fiera que hay en el interior de todo ser. No te dejes conducir por lo que hay de placer en el
placer. La vida está hecha, para tener desengaños y desaceleraciones en el trasegar de la
corriente. Nos perdemos cuando vamos y cuando venimos nos perdemos. Siempre estamos entre
las orillas de un río, sin saber en que orilla estamos. Ni a que orilla llegaremos. No dejes lo que
tienes, porque lo tienes. Yo te quiero. Tus hijos te quieren. No te alteres por vivir, la vida es
breve. Y cuando te des cuenta, no podrás vivir, porque la vida te puede.

Begoña.- Lo descubriré.

Andrés.- Cabezota como siempre. ¿Tu me llamas a mi insensible? ¿Como llamas


lo que piensas y dices? ¿ Como te llamas si te llamas, que no creo que te llames?

Begoña.- Lo llamo libertad. Ansiedad de respirar. Ave fénix que alcanza el cielo
sin inhalar. Lo llamo alma libre emancipada. Volar. Volar en un vuelo sin parar. Ir al infinito con
las velas desplegadas. Mirar desde lo alto como camina la gente, como las olas se bañan, como
los montes se alzan en las crestas de los montes. Ver los galeotes con sus esquirlas hendiendo el
mar. Las islas batiendo sus alas entre las aguas que las limitan. Y bracear en el espacio sintiendo
como el aire me acaricia.

Andrés.- ¡ Bravo¡. ¡Bravo¡. Muy bien, muy bien. Muy altruista. Muy hermoso.
Muy real. Y tus hijos en la tierra, mirando a ver si te ven navegar, para que los saludes y te
saluden y se alegren con tu alegrar. ¡Bravo¡ ¡Bravo¡. ¡Que bonito es soñar¡. ¡Qué peligroso el
despertar¡.¿ Sabes de que hablas al hablar?.

Begoña.- Se muy bien lo que digo.

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Andrés.- No lo creo. Estás asustada y te engañas para no asustarte más. No
conoces tu camino. Ni sabes como andar. Creo que te has inclinado por una forma de pensar
ajena al pensar. Como una niña pequeña que dice por decir lo que dice como si fuera algo genial.
¡ No es genial nada de lo que dices¡ ¡ Es una tontería a tus años que me daría vergüenza pensar¡.

Begoña.- El sufrimiento me dice.....

Andrés.- Tu sufrimiento,... tu sufrimiento..... Todos sufrimos por ti y a todos nos


haces sufrir y te importa un comino. Déjate de conducir como si la vida comenzara y se acabara
en ti. ¡ Y tu me llamas egoísta¡ ¡ No te puedes imaginar lo que eres tu ¡ ¡No se te puede ni decir¡.

Begoña.- Dilo. Me da igual.

Andrés.- El que te de igual no quiere dejar de decir que seas una barbacoa que
no prende. Te estas clavando un estilete en el corazón y sangras por una herida que te has hecho
y nos quieres culpar de que te la hemos hecho. Para librar tu responsabilidad, y alejar las dudas
de tu conciencia. ¡ Pues no¡. Carece de validez cuanto piensas y es una cobardía solo el pensar.
Si me has dejado de amar, no me culpes. Cúlpate. Culpándote, podrás volverme a amar. Si me
culpas, nunca me amarás. No me hagas responsable de tu invalidez mental y de la agonía de tus
sombras que te encierran en la soledad. Acude a mí cuando quieras. No te quedes sola. No te
encierres y te pongas a llorar. Cuando quieras llorar, ven a mis brazos a llorar. Yo lloraré contigo
y juntos lloraremos al llorar. Sentirás entonces mi amor y lo notarás en tu corazón. Y descubrirás
que te quiero. Que siempre te he querido. Que para mí eres el amor y no hay más amor que el
tuyo. Y el de tus hijos.

Begoña.- No hay amor. El odio supera al amor. Y cuando el odio acelera su


respiración no puedo respirar. Necesito aire. Libertad. Necesito salir, para no sentir que sufro y
no sufrir bajo la presión, estando en la casa donde están mis hijos. Ellos no son culpables de mi
desgracia al llorar ni de mi desgracia, de sentirme desgraciada, al no saber amar. Al haber dejado
de amar. ¡ Te culpo, si¡ ¡Te culpo porque eres culpable¡ ¡ No has tenido la sensibilidad de
amarme cuando te amaba¡ .¡ Has permitido que el tiempo me inundara de temor primero,
angustia después y desesperación en la desesperación de no saber entregar un amor que
disfrutaba¡. Y se transformó en odio, porque no sabía como parar esos impulsos que me
impulsaban a despreciar bajo el desprecio de la ansiedad. Huía de ti y buscaba la soledad. Y el
silencio. Y lloraba. Y no lloraba por ti. Lloraba por mí, que no sabía encontrar la forma de parar
lo que se encerraba en el alma y lo que mi alma encerraba. Tanta infelicidad después de la
felicidad. Tanta pesadumbre después de tanto amar.¡ Has dañado mis entrañas¡ ¡ Me has vuelto
extraña en mi interior y me extraño de mi manera de pensar¡ Soy desgraciada, porque no sé
encontrar la felicidad, pero la busco y la tengo que encontrar.

Andrés.- Búscala conmigo. Yo te ayudaré a encontrarla

Begoña.- No puedo encontrar contigo lo que contigo he perdido. No puede curar


el enfermo al enfermo.

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Andrés.- Puedo ayudar. Déjame intentarlo.

Begoña.- ¿Intentar el que ?. ¿Que sienta placer en tus brazos cuando no siento
placer? ¿ Que llore contigo, para verte llorar y ver llorar a mis hijos?. ¿Que salgamos juntos a
respirar sin saber que decirnos? ¿ Que me ponga yo el batín y tú te quedes en la cocina?. No es
fácil ver lo que la niebla enreda cuando la niebla desciende. Se difuminan las formas y todo
queda internado en las sombras que la niebla proyecta sobre las sombras. Se necesitan años para
deformar lo que los años han formado. Tiempo, mucho tiempo, para levantar lo que el tiempo ha
levantado. No hay atajos en el alma. Ni en el amor hay atajos.

Andrés.- Tenemos tiempo. Nos sobra tiempo. Lo importante es construir sobre


los cimientos una nueva casa que nos sirva de mansión. Un lugar donde encontremos la paz y,
poco a poco, tu descubras el amor que has olvidado. Que encuentres lo que has perdido. Que
logremos llegar a la unión del espíritu en la unidad de los cuerpos. O sin la unión de los cuerpos
a la unidad de los sentimientos. Con tal de que lleguemos.

Begoña.- Estoy deshecha y solo busco libertad. No quiero volver a estar atada
con unas obligaciones que me superan. No quiero que me arrastre el odio por las tormentas que
me envuelven ni por los arrebatos que me aceleran. He superado la frialdad que me envolvía y
deseo caminar por el camino emprendido en busca de esa felicidad de que hablan y que yo tenía.
Quiero volver a sentir lo que es la alegría y lo que es tener el alma llena de amor. Llenarme con
la respiración que respira, con el hablar del que habla, con el mirar del que mira. Con sentir
como sus alas me amparan y como me ampara la vitalidad de su amor. Sentir que se enciende el
sol y que el sol se enciende por mí. Solo por mí. Que se abre un nuevo día para que yo respire y
para que sea una luz mía, solo mía. Quiero volver a estar en esa pendiente que era un vacilar
continuo pero alegre. Un caerme sin caerme, porque al sujetarme me sujetan. Un parapeto contra
el muro de las corrientes y contra el furor de las borrascas. Un rodeo por llegar a una meta , que
antes tenía y ahora carezco.

Andrés.- Sigues perdida en un mundo de fantasía. ¿Dónde están tus hijos en


todo lo que has dicho? ¿Donde está tu familia?. ¿Dónde la realidad de la vida? No hay espacios
libres que no se inclinen a la ansiedad de la muchedumbre. Todo es variante, porque todo
cambia. La robustez de la fuerza, la juventud del joven, la ancianidad de las arrugas. Todo se va
en pos de lo variable porque el tiempo lo varía. No te cierres con cerrojo. Yo no te he encerrado
en tu celda. Tu te has cerrado y no quieres abrirla. Abre los ojos, para que veas que puedes ver
sin sufrir en tu agonía. Que puedo ayudarte en tu ayuda, ayudándome tu a mí. Ambos por la
misma dirección, por las mismas esquinas. Con la misma pasión, por llegar a la cima. Y la
misma ilusión, que tuvimos, cuando tuvimos ilusión.

Begoña.- Quieres que sienta dolor.

Andrés.- No amor. No quiero que llores o que sientas dolor. Tu felicidad es más
importante que la mía. Dime lo que quieras que haga y lo haré. Te quiero. Siempre te he querido
y no puedo dejar de quererte aunque no me quieras. Aunque me odies, te quiero. Y te querré
siempre.

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Begoña.- No puedo......

(Begoña.- se echa las manos a los ojos para calmar el dolor que la agobia).

Andrés.- Calla, no digas nada.

(Andrés se acerca a Begoña y la abraza, la acaricia).

Andrés .- Calla, calla en silencio mientras te envuelve el silencio Deja que la


calma te envuelva en la soledad. Deja el tiempo, que transcurra en el tiempo, mientras nos
envuelve el tiempo. No hay necesidad de hablar, sino de sentir. Olvida por un momento el
sufrimiento para no sufrir, y así podrás sentir algo de felicidad en tu agonía. Te crees fuerte,
porque no has descubierto lo falaz de la vida. Sueña siempre amor. Sueña y no despiertes. No
vayas al encuentro de la tempestad que ya vendrá sin llamarla. Descansa amor. Descansa un
momento. Mientras te quiera, deja sentir el amor. Deja que llene tus venas. Deja que flote en el
aire y te envuelva. ¿Como no voy a quererte siendo como eres una niña tan pequeña?. Sigue
siendo niña. Mi pequeña. Sigue siendo pequeña. Mi niña.

Begoña.- ¡Suelta¡

(Se separan Andrés y Begoña)

Andrés.- Te sentía. ¿No me sentías?

Begoña.- No y no quiero que te acerques ni me toques. Me repele tu toque.

Andrés.- Te agobia que te toque pero no te agobia reprocharme

Begoña.- Reprocharte es otra cosa (Sonríe). Reprocharte es sentirme bien, al


decirte, lo que estaba loca por decirte.

Andrés.- Ya me lo has dicho. ¿Estás mejor?

Begoña.- Me siento bien y tranquila.

Andrés.- Algo se consigue al hablar aunque sea envenenando.

Begoña.- Dando veneno al hablar.

Andrés.- Veneno y paz en el veneno. Lo que no es poco.

Begoña.- He estado débil.

Andrés.- No eres débil, eres niña. Y cuando te muestras como niña, eres
adorable. Y me siento fuerte al verte débil.

Begoña.- La fortaleza del débil es la debilidad del fuerte ¿ No lo sabías?.

Andrés.- No. No lo sabía.

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Begoña.- Noto paz en mi agonía.

Andrés.- Has dejado salir el impulso que te impedía respirar y respiras. Respira
fuerte, ahora que respiras, para echar fuera todo lo que dentro te consumía. Deja libre el alma.
Oye como las hojas revientan en las ramas. Como el viento cala por las rendijas de los suspiros
que escapan. Como hay un clamor dentro de ti que dice: ama. Como el olor de las flores peina la
mañana. Como se abren las ventanas. Todo un aspirar el aire de la vida, para disfrutar de la
vida, cuando el cristal no se empaña.

Begoña.- No puedo. Me falta la libertad.

Andrés.- Crees que no tienes libertad. Pero eres libre amor. Siempre has sido
libre. Todos tenemos una libertad compartida. Una libertad que se estrecha al estrecharse en la
libertad que cobija. Al chocar con las otras libertades, que al ser libres, se limitan con las otras
libertades. El aire pertenece a todos y todos lo comparten. No es de nadie y es de todos.

Begoña.- Volar....

Andrés.- Solo vuela la imaginación. El cuerpo no vuela. Solo se vuela en los


sueños cuando se sueña. Al despertar de los sueños, la realidad abre surcos de dolor, que en el
tiempo se eternizan. Es bonito soñar, si comprendes que es un sueño, el soñar. Y sabes despertar,
de los sueños, sin que empañen tu vida.

Begoña.- Salir de la monotonía. Cabalgar a lomos de la fantasía y visitar los


lugares de ensueño donde el agua te salpica. Donde corres sin parar y no paras de correr, sin
dejar de correr, por los surcos de la alegría.

Andrés.- ¡ Sigues siendo una niña¡. Consérvate siempre niña.

Begoña.- Soy mujer. No soy niña.

Andrés.- Eres mujer y te quiero como mujer aunque te quiera como niña.

Begoña.- No cambias.

Andrés.- Y tu tampoco, aunque te creas cambiada.

Begoña.- Me ha cambiado la agonía. El dolor y la apatía. La frustración y la


ansiedad.

Andrés.- Todo lo puedes vencer. Eres fuerte e inteligente. Y cuentas conmigo.


En cada vida, hay pasos que dar, porque la vida te obliga. Pero cada paso que das, es un salto
que te enseña los vacíos que hay que vadear y los esfuerzos que hay que poner, para vencer al
luchar y al luchar, para vencer.

Begoña.- No quiero luchar. Ya he luchado. Quiero disfrutar de esa lucha.

Andrés.- La lucha nunca termina, vida mía. Si vences porque has vencido. Y se
te han vencido, porque la derrota enseña.

Begoña.- Para mí es otra lucha. En libertad

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Andrés.- No hay vuelos libres en libertad. Alguien dispara cuando más tranquila
vuelas y te atrapa en tu vuelo sin volver a dejarte volar.

Begoña.- Aprenderé a valerme sola.

Andrés.- Nunca aprendes. Te enseñan. Y al enseñarte, el que te enseña, te marca


en la frente la señal de la esclavitud. Para siempre.

(Se oye el timbre de la puerta.)

Andrés.- ¿Están llamando?.

Begoña.- Es el timbre de la puerta.

Andrés.-Que extraño no espero a nadie. ¿Esperas tú a alguien?

Begoña.- Si estoy esperando. De eso quería hablarte, pero no me has dado


tiempo con tanto hablar y hablar. Ya te dije que no puedo volverme atrás. Ahora lo
comprenderás.

Andrés.-¿ Comprender el qué?

Begoña.- El sufrimiento. El vuelo, la libertad. El salir para empezar.

(Vuelve a sonar el timbre).

Andrés.- No entiendo lo que dices. ¿Podrías explicarme....?


Begoña.- Te lo explicaré cuando veas la verdad. ¿No querías saber....?

¿No querías que te explicara.....?. Ha llegado el momento de que comprendas lo que quería darte
a entender.

Andrés.- Será algún conocido .Ya verás. Algún vecino en todo caso.

(Vuelve a sonar el timbre con más intensidad.)

Andrés.- Habrá que abrir ¿Quieres que abra?

Begoña.-No, abriré yo. La visita es para mí, aunque te afecte a ti.

Andrés.- Sigo sin entender. Abre y saldremos de dudas de quien es.

Begoña.- Saldrás de dudas. Lo sé

(Begoña se levanta y sale por la puerta de la izquierda. Andrés se levanta nervioso y se

pone a pasear. Se oyen murmullos fuera. Antes de abrirse la puerta se oye a Begoña

Begoña.- Yo se lo diré. Tú calla. Está muy nervioso.

(Se abre la puerta. Entra primero Begoña y después Carlos.)


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Begoña.- Era quien esperaba.

(Andrés mira, como interrogando, para saber quien es y de que se trata).

Begoña.- Os voy a presentar: mi marido. Carlos de la Fuente Mendiluce. Un


amigo.

Carlos.- Tenía muchas ganas de conocerle

Andrés.- ¿A mí? ¿Por qué?

Carlos.- Su mujer ha hablado muchas veces de usted.

Andrés.- ¿Mi mujer.... de mí.....?

Begoña.- Sí, le he hablado muchas veces de ti.

Andrés.- ¿Sois amigos? ¿Desde cuando sois amigos..?

Carlos.- No mucho tiempo ni poco.

Andrés.- No me habías dicho nada (dirigiéndose a su mujer)

Begoña.- No me habías preguntado. Y como no te interesaba saber, nada te he


dicho.

Andrés.- Si es amigo de mi mujer......... ¡Siéntese por favor¡. ¿Quiere tomar


algo?

Carlos.- No sé si es conveniente sentarme, porque tengo algo de prisa y... (Se


dirige a Begoña, indicándole con la cabeza si se sienta o no. Le afirma que sí con la cabeza). Un
coñac con soda si tiene.

(Andrés se levantase acerca al mueble que hay en el salón saca una botella y una
copa. Y un sifón.... la llena.)

Andrés.- Tenga

Carlos.- Muchas gracias.

Andrés.- ¿ Te pongo algo.....?. Yo no quiero tomar nada

Begoña.- No deseo nada . Gracias.

(Se hace un silencio duradero)

Andrés.- Amigo de mi mujer. Vaya. Vaya. Tan joven y amigos.

Carlos.- Amigos sí. La edad no importa para tener amistad.

Andrés.- Cierto, cierto. Y mejor amigos jóvenes que gastados.

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(Otro silencio prolongado)

Begoña.-¿Te ha costado mucho encontrar la casa?

Carlos.- Un poco. He tenido que preguntar porque me he perdido en

una plaza. Pero he llegado. Creí que tendría que llamar porque se me estaba haciendo tarde.

(Otro silencio)

Andrés.- Pero la ha encontrado.

Carlos.- Si, con esfuerzo, pero lo he logrado. Es bueno este coñac.

Andrés.- Si quiere otra copa.

Carlos.- No muchas gracias con una me sobra. No soy aficionado a la bebida.

Andrés.- Yo tampoco.

Carlos.- Ya sabía que bebían poco.

Andrés.- ¿Que sabía que.....?

Begoña.- Que no nos gusta la bebida. Que no bebemos.

Andrés.- ¿Le has contado que no bebemos...? ¿No le habrás contado que pijama
me pongo? ¡Cómo veo que cuentas tanto....¡

Begoña.- No seas pueril. No suelo contar nada a nadie.

Andrés.- Excepto a.....¿Carlos....?

Carlos.-Carlos. Sí. Carlos.

Begoña.- Carlos.

Andrés.- No se me olvida. Carlos.

(Otro silencio)

Andrés.- ¿Y bien......?

Begoña.-¡Bien qué¡ (exasperada)

Andrés.- Bien. Solo bien.

Begoña.- ¿No se te ocurre nada más.....?

Andrés.- No sé lo que tiene que ocurrírseme. Un pipiolo amigo de mí mujer. ¿


Me permite que le llame pipiolo ?. Es costumbre, no es para ofender.

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Carlos.- No me parece mal. Suena bien.

Begoña.- No es ningún pipiolo. No le llames pipiolo es una ofensa.

Carlos.- A mí no me ofende.

Begoña.- ¡Calla¡
Andrés.- Me dan ganas de reír. Si no fuera porque estoy nervioso, me reiría. Un
pipiolo.... amigo de mi mujer...... No te concebí con tanto afán de aprender.

Begoña.- Tu concepción de mí ya te he dicho que es equivocada.

Andrés.- No hablemos de nosotros. Tenemos visita y vamos a parecerle un


matrimonio desavenido. Perdone, mi mujer cuando se altera, dice cosas que no vienen a cuento.

Carlos.- No se preocupe. Conozco mucho de desavenencias matrimoniales.

Andrés.- Tan joven y......sabe mucho...

Carlos.- Mucho no.....algo.

(Otro silencio)

Andrés.- Bueno. Bueno. Amigos. ¿Y de que pueden hablar...para ser amigos?

Carlos.- Nos contamos cosas.

Andrés.- Como lo de la bebida.

Begoña.- ¡Que grosero eres¡. Cosas. Hablamos de cosas. Nos contamos cosas.
Somos personas que hablamos.

Andrés.- Personas que habláis de cosas. Todas las personas cuando hablan,
hablan de cosas. No ladran

Carlos.- ¿Me pone otra copa?

(Andrés se levanta para poner otra copa. Carlos mira a Begoña y le enseña el reloj indicándole
que el tiempo se acaba.)

Andrés.- Tenga.

Carlos.- Gracias.

(Nuevo silencio. Begoña y Carlos se miran)

Begoña.- Tenemos prisa.

Andrés.- Que yo sepa, ninguna

Begoña.- ¿Todavía no te has dado cuenta?

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Andrés.- ¿Darme cuenta.... de que... ?

Begoña.-Que me voy

Andrés.- ¿Que te vas.. ? ¿Ahora... ? ¿A dónde...?. Espera que se vaya al menos la


visita. Perdona Carlos, ya no se me olvida el nombre. Las mujeres se caracterizan por ser
indiscretas cuando deben ser discretas.¿ Y me dejas con el....?

Begoña.- Que me voy de casa.

Andrés.- ¿A estas horas....?

Begoña.- Te dije que tenía que volar. Que salir, Que buscar el camino para andar
y ver como el viento me envuelve en el perfil de sus melenas. Para poder vivir. Encontrar la
libertad. Dejar de sufrir.

Andrés.- Ya hablaremos a solas. Perdona nuevamente Carlos.

Begoña.- Me voy con él.

(Andrés.-se echa a reír de manera insistente.)

Andrés.- ¿Con él....? ¿Con este pipiolo insignificante...? ¿Con este hijo

de mala ralea...?

Begoña.- Sí. Con él.

Andrés.- Si es una boñiga de estiércol

Carlos.-Oiga, oiga. Sin ofender que...

Andrés.- Si puedes ser su madre. Mírate. No te da vergüenza, en mi casa,


decirme que te juntas con un bebé para amamantarle.¿ Que te ha dado este bebé para ......?

Begoña.- Es un hombre que me quiere.

Carlos.- La quiero

Andrés.- Maldita sea tu ralea.¡¡¡ Cállate¡¡¡. ¡¡¡¡En mi casa¡¡¡¡. ¡¡¡Viene a mi


casa¡¡¡. Espera, que vas a ver lo que hago con tu bebé en mi casa.

(Andrés, sale por la puerta del salón del final a la derecha.

Carlos.- ¿No has hablado con lé....?¿No le has dicho.....?.

Begoña.- No me ha dado tiempo.

Carlos.- Vaya papeleta la que me has presentado. Yo me marcho antes de que


salga. Este es capaz de matarme

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Begoña.- Tú, te quedas. Aunque te mate.¿ No has dicho que me quieres?. Lucha
por el amor si me quieres.

Carlos.- Es que tiene razón. No se puede presentar alguien así de repente y


decirle.... que se lleva a su mujer...

Begoña.- Te creí más valiente.

Carlos.- Vaya lío en el que me has metido. Te dije, vente. Y tu, no. Ven a por
mí. Yo que no, tú que sí. Y hete aquí los dos con ese frenético que me llama merengue. Me
marcho.

(Carlos, hace intención de marcharse, Begoña lo sujeta).

Begoña.-Quédate no me dejes. No me dejes sola ahora.

Carlos.- ¿Que estará haciendo...? ¿Tenéis pistola....?. Cualquiera espera. Dile


que he salido un momento. Te espero fuera.

Begoña.-¡ Que te quedes¡. Es un hombre razonable, comprensible y amable.


Tiene cualidades aunque no le quiera.

(Se abre la puerta del fondo y aparece a con un cuchillo largo de cocina)

Andrés.- ¡Se va enterar de quien es su padre¡

(Se va directamente a por Carlos, Begoña se intercala en el medio.)

Begoña.-¿ Qué haces....?

Andrés.- Quítate del medio rastrojera. Primero le mato a él y después te mato.


Volar. Claro que vas a volar. Dejar de sufrir claro que vas a dejar de sufrir. Vas a descubrir
hasta donde llegar mi amor por ti.

Begoña.- Cálmate. Hablemos

Carlos.- Hablemos. Cálmese.

Andrés.-¿Que me calme.....? ¿Calmarme....? Cuando le coja me calmaré. Pipiolo.


¡Quítate del medio y déjame o pagarás tú las consecuencias.

Begoña.- Cálmate y escucha. No saques consecuencias prematuras.

Andrés.- ¿Que no saque consecuencias...? ¿Qué quieres...... traerme un niño para


que lo entienda....?. En mi casa. Venir a mi casa. Ven, que te estrangulo con mis manos.

Begoña.- Siéntate. Siéntate y escucha. Estás muy nervioso.

(Begoña lo va conduciendo lentamente hacia el sofá, como a un niño)

Begoña.- No te alteres. No va bien con tu paciencia. Suelta el cuchillo y


hablemos.
48
Carlos.- Yo me voy. Hablad vosotros.

Begoña.- Quédate.

Andrés.- Que se quede le han dicho.

Carlos.- Me quedo. Me quedo. Pero son cosas particulares que yo.....

(Andrés se levanta nuevamente del sofá para dirigirse a él con intención de clavarle

el cuchillo. Nuevamente Begoña se interpone)

Andrés.- Cosas particulares dice, como si no supiera .... mas que yo.....
a se echa a llorar y tiembla. b lo consuela, le acaricia, le mima

Begoña.- No somos amantes si es eso lo que te preocupa

Carlos.-No somos amantes

Begoña.-Tranquilízate. Suelta.

(Begoña le intenta quitar el cuchillo, forcejea.)

Begoña.- Suéltalo, para poder hablar tranquilos.

Calos.- Debo irme. Tengo prisa.

Begoña.- Suelta ( a Andrés, el cuchillo). Tú siéntate y escucha.

(dirigiéndose a Carlos)

Andrés.- No estoy en la realidad. No creo lo que me pasa. Mi mujer....

(Andrés a se vuelve a acelerar y agarra por el cuello a su mujer, Carlos se levanta a todo correr
y acude en ayuda de Begoña)

Carlos.- Cálmese. Suelte. Suelte que la ahoga. Suelte.

Andrés.- Perdona. Perdona, querida mía, perdona

(Andrés se pone nuevamente a llorar, suelta a Begoña y se pone a pedir y a suplicar. Begoña se
levanta y pasea, para poder respirar. Poco a poco encuentra la respiración.)

Andrés.- No quería hacerte daño. No quería. No quería...

Carlos.- ¿Te encuentras bien...? ¿Te pongo algo...un poco de agua....?

Begoña.- No. Ya se pasa. Se va pasando.

(Los dos la miran y están pendientes de ella)

Begoña.- Cuando hablo de volar, (hipando). No hablo de volar en compañía.


49
Andrés.- No te entiendo

Carlos.- Ni yo tampoco lo entiendo

Begoña.- Hablo de libertad. De vivir. De una nueva vida. De buscar lo que


surja en el soñar.

Carlos.- Para eso he venido a buscarte.

Andrés.- Te he dicho que no hay sueños en la realidad.

Begoña.- Sí, si que hay sueños. Si que hay flores en los jardines. Y playas y olas
y mar. Si que hay campos donde florecen los campos y tierras donde dan fruto las tierras.

Calos.- No sé a que he venido...

Begoña.- A llevarme contigo.

Andrés.-No te irás.

Begoña.- Me iré.

Calos.- Se vendrá

Begoña.- Me iré a tu casa no a vivir contigo, sino a tener un lugar donde iniciar
el inicio. A pensar como hacer realidad lo que para vosotros es soñar.

Andrés.- No tienes necesidad de irte de casa. Piensa aquí. Me marcho yo y te


dejo sola en la casa.

Carlos.- ¿A mi casa a pensar....? ¿A aprender a volar....?

Begoña.- Los dos no habéis captado lo que soy. Uno se has engañado porque
me tiene y me posee. Y el otro se engaña porque quiere tenerme y poseerme. ¡Soy libre¡ ¡Libre¡.
El mundo me abre sus puertas y queréis ponerme cadenas cuando se han roto las cadenas.
Cuando voy a dejar de sufrir queréis que vuelva a sufrir. Que vuelva a caer en las redes de la
monotonía. Que no escape del nido como una golondrina. Que me desnuque en las rocas sin
contemplar como el sol se esconde al atardecer. No. No y no. Voy a ver el amanecer yo sola. En
las playas de la ilusión, con la armonía de la luz. Sin que se estreche el silencio ni me empuje la
soledad. Vivir. Vivir.

(Los dos la siguen mirando extrañados)

Begoña.- ¿Entiendes lo que quiero decir....? ( a Andrés) ¿Entiendes....? (a,


Carlos) no es faltarte ni faltarme. Es extasiarme, para concebir por mí en que consiste la vida.

Andrés.- Comprendo sin comprender y no quiero comprender lo que comprendo.

Carlos.- No comprendo que pinto yo aparte de ser una pensión.

Begoña.- Voy a por las maletas. Me voy. Están preparadas. Me llevo poco. Os
dejo solos. Si queréis mataros, mataros.
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(Begoña se levanta y sale por la puerta primera a la derecha. Nada más cerrarse la puerta
Andrés y Carlos se miran. Van uno hacia el otro como si quisieran matarse. Se abrazan.)

(Carlos y Andrés se miran airados y desafiantes) (Se abre la puerta ligeramente y se entreve
que Begoña está mirando a ver si ocurre algo entre los dos. Pendiente. Se cierra la puerta)

Carlos.- No.... sabía....que

Andrés..- ¿ Que es lo que no sabías, enano?. Voy a matarte. (Se dirige al lugar
donde está el cuchillo y lo recoge. Se dirige a Carlos de forma violenta. Y al llegar donde
Carlos, en lugar de clavarle el puñal, lo abraza).

Carlos.- ¿La quieres?

Andrés.- Más que a mi vida. Nunca he dejado de quererla y siempre la he


querido. Gracias por ayudarme.

Carlos.- Es una mujer formidable. Tienes suerte . Es una mujer admirable y muy
inteligente.

Andrés.- Pero es una niña. Sigue creyendo que está en la edad de merecer y al
cumplir los años se siente como si fuera a envejecer y quiere salir para no sentir que envejece.
Ha estado demasiado protegida. Tiene que despabilar y mejor con una prueba que con la
realidad.
Carlos.- Lo que te ha dicho es verdad. No hemos sido amantes. Pero no te creas
me ha costado una barbaridad el mantenerme sin inquietarme. Ha habido momentos que he
podido fallar.

Andrés.- Eres mi sobrino y te conozco. Sabía que no fallarías.

Carlos.- Otra vez, cuando encargues algo ten cuidado, porque todos fallamos y
todos ante una mujer como la tuya podemos fallar y enamorarnos. Y si nos enamoramos estamos
dispuestos a quitártela.

Andrés.-Calla ya. No seas agorero. De todas formas queda el momento peor.

(va a por una copa y se la trae)

Andrés.-¿No te habrás asustado con lo del cuchillo?

Carlos.- Con lo del cuchillo no, pero cuando las has cogido del cuello sí que me
he asustado.

Andrés.-¡ Con qué placer lo he hecho¡ ¡Como he disfrutado¡

¡Lo volvería a hacer de nuevo¡. Tenía unas ganas locas de hacerlo.

Carlos.- Se notaba. Vaya si se notaba. Me ha costado mucho el separar tus


manos de su cuello.

Andrés.- Sabía hasta donde apretaba. Pero hubiera seguido un rato. Ese placer
merece un trago.
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Carlos.- ¿Y ahora......?

Andrés.- Ahora es la prueba de la verdad. La que me aterra. Es ahora cuando


venzo o me vencen. Cuando derroto o me derrotan. Tengo un miedo atroz.

Carlos.- No temas. Lo más difícil lo has hecho

Andrés.- Con tu ayuda.

Carlos.-Pero hecho

Andrés.- No te puedes imaginar cuanto la quiero y cuanto representa mi vida.


Sin ella no podría vivir. Estoy enamoradísimo. Mas que el primer día. La amo. Sus hijos la aman
y esta casa la necesita. No es casa sin ella ni somos familia.

Carlos.- ¿ Qué hacemos si se viene? Ha ido a por las maletas.

Andrés.- Si se va, llévatela. Déjale tu casa libre para que tenga una casa en la
que estar. No sabe lo que es vivir. Y si se va la he perdido para siempre. Si se queda he ganado la
partida. Y como es inteligente, aprenderá.

Carlos.- ¿ Qué le digo para dejarla sola....?

Andrés.- No hace falta que le digas nada. Le dejas las llaves del piso. La nevera
con comida y dinero. Y le dices que le pasarás dinero, para que cuide la casa. Una cosa es que
me separe de ella y otra que la deje a la intemperie, con sus ideas, sin saber como ni por donde
camina.

Carlos.- Eres un buen hombre. Cuenta siempre conmigo.

Andrés.- No. Soy un esposo que no ha sabido comprender a su esposa y la ha


perdido. Ahora tengo que ganarla, empezar y volver a ser el que era. Encontrar alicientes para
que ella sienta que vive una vida entera, una vida que le place y en la que hay alegría. No sé
como lo haré, pero si se queda lo haré. Oigo ruido. Viene.

(Andrés y Carlos se separan, cada uno se sienta donde puede.

Begoña.-Ya están las maletas preparadas. Siento dolor en mi alegría

(mirando la habitación). Siento que dejo algo que tenía.

Andrés.- No te irás, no te lo permitiré

Carlos.- Se irá.

Andrés.- Que te calles. ¡Es mi mujer ¡. la quiero y quiero luchar por ella. Es la
madre de mis hijos y la necesitan. Y la necesito

Begoña.- Veo que no ha llegado la sangre al río. No os habéis matado ni hay


fuego ni nada arde. ¡ Hombres¡. Mucho presumir de que vais a hacer y os quedáis quietos, sin
hacer.

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Andrés.- No te vayas. Te quiero

Begoña.- Tengo que irme. Tengo que encontrar el camino por el que navegar
sola en la soledad de un transitar que me abra a la verdad de lo que quiero. No puedo aguantar
este sufrir que me confunde y estrecha la felicidad de mis hijos y la tuya. Tengo que llegar al
borde del precipicio para ver si soy capaz de saltar o de hundirme. Estoy ahogada en este hogar.
Ahogada y sola. Ahogada y quieta sin saber por donde tirar. Me ha costado mucho decidirme y
no puedo volverme atrás. He de emprender el tránsito de la libertad, y descubrir si es preferible
la libertad o las cadenas que atan a las obligaciones en la tranquilidad de un hogar.

Andrés.- Tienes miedo a hacerte mayor. No eres una jovencita.

Carlos.- Nos tenemos que ir. Se hace tarde.

Andrés.- No te vayas. Te quiero y no puedo vivir sin ti. ¿ Que va a ser de tus
hijos?.¿Qué va a ser de mí?.

(Begoña se dirige a donde están las dos maletas. Andrés y Carlos también. Cada uno tira de una
en dirección contraria.)

Begoña.-Estaos quietos, no soy un asno para que uno tire del ronzal y el otro del
rabo.

Andrés.- No te irás.

Carlos.- Tiene que irse. He venido a buscarla y se irá. Tiene derecho a su


libertad

Andrés.- Cállate poliedro de esparadrapo.... Si te vas no podrás volver.

No sabrás volver porque te perderás. No encontrarás la vuelta y si vuelves, no encontrarás a los


que dejas.

Begoña.- ¿No comprendes que tengo que arriesgarme?. Que no os doy felicidad.
¿ Que en cierto modo no lo hago solo por mí?.

(Carlos recoge una maleta y la saca fuera.)

Begoña.- Tengo que sacar el odio que hay en mi. Esa ansiedad que me mata.
Esa pena que me agobia y me maltrata. Ese estar de esquina en esquina con los lloros en la pena
de las lágrimas.

Andrés.- No puedes irte. No puedo vivir sin ti.

Begoña.- Vivirás. Todos vivimos y aprendemos a vivir con lo que tenemos.

Carlos.- (Que ha vuelto a entrar).- Voy sacando las maletas es hora de irnos.
(recoge la otra maleta).

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Andrés.- No te vayas. Puedo dejarte la casa, irme yo para que pruebes. Puedo
marcharme y dejaros libres. Puede.... ¡menos que te vayas.... Menos que me dejes..... menos que
no te tenga ....¡

( Begoña.- acercándose a Andrés y abrazándole )

Begoña.- Necesito probarme. Necesito probar la dulzura de la lucha en la calle.


No tener cadenas. No tener que estar a tal hora en tal sitio y hacer tal potaje. Cuidar de todo el
mundo sin que nadie me cuide. Tus hijos. Tus hijos te cuidarán. Son mayores y pasarán sin mí.
Ya lo verás. Te llenarán las horas y te harán vivir. En una felicidad no coartada por mí. Ni rota
en la alegría de su juventud. Tu sabrás ser padre y madre. Sabrás entregarles el amor que les
tienes. Esa sinceridad que posees. Esa amplia gama de valores que tienes. Yo os impido llegar.
Os coarto. Traslado el sufrir que me interfiere. Tengo que valerme para defenderme.

(Se separan Andrés y Begoña )

Andrés.- Te queremos. ¡ Te quiero¡. No nos dejes. Sin ti no valemos nada.


Somos, como algo, que se pierde y no sabe donde está.

Begoña.- Obligué a Carlos a venir a buscarme.

Andrés.- Un pipiolo imberbe que solo va a embaucarte. ¿No lo ves?.

Puedes ser su madre.

Begoña.-No es Carlos, soy yo. Carlos solo me sirve para lo que me sirve.

(Carlos-que había entrado y lo oye)

Carlos.-¡Vaya escena¡ Hablando de mí para ofenderme. Y yo, idiota de mí,


como un cascarón sin proa con las maletas.

Begoña.- No quería decir.....

Andrés.- ¡Sí quería decir¡.

Carlos.- O sí y sí, o si no, ahí te quedas. Se hace tarde.

Begoña.- Me voy

Andrés.- Te lo ruego.... no te.... no me..... no nos....¡ Te quiero¡

Begoña.-Me voy.

Carlos.- Se va. ¡Buena suerte¡. Vámonos.

Andrés.- Quédate. Te lo ruego. ¡Quédate¡

Begoña.- Debo empezar. No me hagas más difícil lo difícil.

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Andrés.- No es justo. No es justo que eches a rodar la familia por un mozalbete.
O por un querer ser alguien, que busque la novedad de la suerte en la calle. Buscar algo que no
existe. Dejar lo que tienes por un sueño. Creer que vas a encontrar fuera lo que dentro posees.

Begoña.- Dejo las cadenas y el sufrimiento

(Carlos, desde la puerta de salida y con la puerta abierta

Carlos.- ¿Vamos?

Begoña.- Voy

Andrés.-¡ No te vayas¡

Begoña.- Me voy

(Carlos y Begoña salen juntos por la puerta. Se oyen ruidos de maletas. Se cargan las maletas
en el coche. Mientras Andrés se desespera. Se lleva las manos a la cabeza. Se levanta, se sienta.
Toma el cuchillo, lo deja. Va y viene. Al cabo de un instante se abre la puerta y se ve a Begoña
entrar).

Begoña.-No he podido irme. Tengo que sufrir mi suerte. Tengo que sufrir y
amargarme

(Andrés acercándose a ella y abrazándola.)

Andrés.- Yo te haré sufrir para que sufras. Mi amor. Te quiero. Pondré grilletes a
tus cadenas para que nunca te sueltes. Y te haré sufrir. Sufrirás cuanto quieras. Yo estaré para
que consigas ese dolor que tanto ansías. Te quiero mi amor. Te quiero

-(Va bajando el telón)

Andrés.- Te quiero y te haré sufrir...


-
- (Termina de bajar el telón)

FIN

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TEATRO

E S T U P O R

Rafael Torroba Ochoa

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MIRAR

No mires lo que miro, al mirar,

Para que no veas, lo que veo, al ver.

Mira para ver, lo que no veo,

Y mirar lo que no miro:

Noche sesgada en el viento;

Flor empañada en el beso;

Gargantas azules en los abismos,

Y en el precipicio, el silencio.

No busques, al mirar, lo que la mirada no busca :

Pasión, delirio, mansedumbre, torpeza.

No te pierdas en la noche,

No abras al viento las manos del corazón,

Latidos estremecedores de dolor,

Humos encendidos en la premura del fuego.

El guardián del río envuelto en hielo

Semblanzas y estertores profundos,

Hálitos de la sangre en las venas de la pasión.

El grito en el silencio.

El silencio que grita.

Embestidas de luces en el clamor del sol

Y la noche, mirando, como mira,

Como mira la luna


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Como se mira en el espejo, el sol

Como miras, a los ojos, al mirar,

Como se ve la mirada, en los ojos :

Rescoldos de fuegos

Apariencias de enjundias

El corazón que espolea

Arranques de primavera en las delicias del amor

Leves quijadas de oscuridad

Mirada que grita,

El grito de la mirada,

Fuego en el barro.

Tempestad dormida en el ruido,

Con la noche tras la penumbra

Y el amanecer envuelto en algodón.

No veas, lo que veo, al mirar,

No veas, lo que al mirar, se mira

Mira, sin ver, lo que ves, y mires, sin mirar.

Y sin ver, mira lo que no ves

Para que veas, sin ver, y mires sin mirar.

Copyrigh 2011. Rafael Torroba Ochoa

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Toda la obra se desarrolla en espacios abruptos, en blanco y negro con distintas
evoluciones focales : montes, lagos, ríos, dependiendo de la ocasión y el momento. Una música
de piano, arpa o violín, indistintamente y única acompaña las disertaciones según corresponda a
un actor u otro.

Dos Actos

Personajes

1.- Jiro, extraído de la metodología de ser griega, como los otros dos

2.- Neon

3.- Ura

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ACTO 1

Jin.- ¿ Quién eres ?

Neon.- Era, pero no soy. Viví, en mis tiempos de vida, cuando la vida era vida
y no era muerte el vivir. Vivía con los alicientes de la esperanza. Amalgama de color en unos
colores que saltan a la vista. Y no veía, al ver ni escuchaba al oír. Solo consistía en tomar de la
vida el viento, respirar, reír, absorber el fruto y arrojar la cáscara.
Dejé que se fueran las noches, en las mañanas, y como la cigarra, cantaba al
dormir y al despertar buscaba la forma de hacer de la vida un jardín. Para mí.
El soplo del cielo, el aspirar de las nubes, la conquista del espacio, la mirada vertida en las
estrellas con la luna abierta al mar. La soledad del silencio, los gritos de la verdad. Todo era una
forma de entender, que nada entendía para ser, y al no ser, no sabía que por no ser, no llegaría a
sentir el viento, el aire, ni lo que siente el viento, ni lo que es ser nube, ni el concierto de las
estrellas, ni la claridad de la luz.
He destrozado la tumba donde el polvo descansa. He abierto confines de miseria
en la miseria del alma Y donde cae la luz, la luz no se enciende. Voy arrastrando la carne, en la
confluencia del río con la sangre. Y no hay mar, ni olas, ni confines, ni tierra, ni materia, ni
esperanza. Vertido en mí, me he quedado sin mí en el vertido. No hay sierra que me acoja, ni
monte en el que me desperdigue, ni inmensidad, ni espacio, ni infinito, ni gloria. Solo cavidad en
el muro. Solo rencor en el alma, solo abismos y sombras, quebradas y cordilleras, sin luz.
Palpando la esperanza, sin esperanza.
¿ Entiendes lo que digo ?. Voy, pero no voy, camino, pero no camino, sin estar,
soy y al estar, no soy. Rastro sin rastro, al no ver como el rastro se pierde en un mundo que no
existe. Existía al existir y era al ser. Pero tan pronto me fui, se fue conmigo, y me dejó en la
abertura del abismo profundo. En la profundidad negra de lo negro del abismo. Inquieto sin ver.
Perdido aunque mirase. Palpando las rocas de las profundidades de lo inescrutable, con el temor
de temer que me hirieran las puntas que avistaban las manos. Inquieto, me inquietaba en el
temor. Y el temor se hacía intenso, profundo, interior, interno, inmenso, infinito. Y a mayor
temor, mayor era el temor. Y cuanto más temía, más crecía el temor. Era la continuidad de una
aguja, penetrando con su filo en la carne del corazón. Llama de fuego, en una boca con fuego en
su llama. Sin paredes, todo eran paredes. Sin muros, todo eran muros. Sin suelo, todo era suelo.
Encendían las sombra las sombras encendidas. Y no tenía por donde huir, ni como huir, ni como
escapar, ni como dejar de sentir. Sentía y el dolor sentía conmigo. Lloraba y en el dolor de
llorar, las lágrimas se encendían. Todo era una larga miseria de barro, que con barro me sostenía
en el fuego.
Fango y miseria. Corrupción y fétido olor. Me escondía sin ver, y como no veía,
no me escondía. La noche, era noche, sin día. Y sin día, no había noches. Todo sombras oscuras
en la negritud de las sombras. Marmitas de agua encendidas. Calabozos y temor, terror, pavor,
miedo. Y en el miedo, se entretenía el temor. Recelo aprensión, desasosiego. Y con el temor, el
pavor descendía. Y volvía el temor, para encender el miedo, y el miedo, para encerrar el pavor.
Miseria y agonía. Y volvía la agonía a la miseria. El miedo que no se iba, la noche que no venía,
y la luz que no existía. Quejidos salían de la voz, de los quejidos, lloros y lamentos. Y al llorar,
los lamentos lloraban. Y lloraban los lamentos de los lloros. Confines de almas. Alargadas
hileras, de sombras, sin sombra. Nadie es nadie y nadie ve, que vea, para decir que nos veía.
Nadie, en los acercamientos de los gritos y sin gritos, nadie se entendía.
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Bajaba y subía, sin que tuviera fin, la bajada, ni descendiera la subida. Se
desparramaban los miembros, y de repente, los miembros volvían a desparramarse en las
encendidas brisas del fuego. Continuaba la continuidad del viento, sin que sintiéramos el viento,
solo el calor que despedía. Nada era, como fue, como éramos. Nada que pudiéramos concebir al
concebir. Nada entre los murmullos de los requerimientos de los sentidos. Nada en la carne de
los miembros, nada que pudiera hacernos discernir la concepción de lo que concebíamos.
Lamentos que se lamentaban. Gritos que gritaban. Agonía de silencio, en un silencio de agonía.
Sin cuerpo, no había cuerpo que resistiera la venganza de la mente en la conciencia. La razón,
sin razón, no se entendía con la razón. Desconcierto en el desconcierto. Depresión en los
abismos que se abarcaban en las depresiones de los abismos.

Jin.- Veo, que has venido para verte y que no te vea. Escucharte, sin oírte y sin
oírte, escucharte. Captar las sombras de la noche a la luz del día. Y sin luz, captar las sombras de
la oscuridad. La tenue melodía en un silencio angosto, en la angostura de la nada. Sentir, como
en la nada, existe la existencia, sin nada, teniendo el todo, disponiendo del todo, sin tener nada.

Neon.- No he venido, me han mandado venir. Sin llamas, el fuego prende en mi


interior y noto como ardo en el fuego. Soporto las llamas, de unas brasas, en unas llamas
insoportables. Vengo, para decir, que es vano no creer en lo que se ve y lo que no se ve y creer,
en lo que uno es, por ser libre en las creencias y en la fe. Es vano, permitirnos la posibilidad de
envanecernos, en una vanidad, de utilizar la razón para enrarecer la verdad. Sumirnos en el
engaño y con el engaño, engañarnos en la mentira, sin permitir que resplandezca la verdad.
¿ Ves lo que ves?. ¿ Ves que me ves?. Es falso. Con cuerpo, no tengo cuerpo.
Con manos y pies, no tengo ni pies, ni manos. No existe mi existencia, en la existencia del que
es. Existo, sin existir y sin ser, soy. Aunque mire, no veo, aunque toque, no siento, aunque ande,
no camino. Nada es en mí, para ser. No soy, siendo. Y siendo, sin ser, solo el dolor existe, sin
que exista el ser. Solo soy aire de cuerpo, viento de manos y pies, tormento de amargura, en el
dolor de una sangre cubierta de marasmos de aire. Nada se quiebra en el monte del valle, al no
existir ni valle ni monte. No camino, ni ando, ni pienso, ni razono, ni domino la libertad de ser.
Estoy preso, en la presencia del dolor. Apresado en el viento de llamas, sumido en el fuego. Con
la razón, sumida en las razones, que consumen la razón. Ideas, que se encienden en las llamas de
las ideas. No grito, aunque grite. No hablo, aunque hable. No me asomo a la luz, porque no hay
luz a la que asomarme. Me pierdo en los laberintos. Por amar la vida, la he perdido. Por querer
ser, no soy. Por engrandecerme, el dolor me lleva a través de la conciencia por los tormentos de
la sangre.
Ambicioné, la ambición de la avaricia, y la avaricia de la ambición. Acogí la
malicia y el desdén, dejando olvidadas las verdades, en la perfidia. Trastoqué el camino, al
buscar los caminos que las ideas me imbuían. Era libre y en mi libertad, poseía el mundo. El
poder, la magnificencia de la gloria, la desbandada de las aves, el correr de los ríos, la
mansedumbre de las olas, la fuerza del viento, el correr de las corrientes, las bondades de las
marismas, la envergadura de los puentes, la magnificencia de la superficie del mar, el vagar de
las estrellas, la posibilidad de ascender ante la vista de los que me veían. Acumular, conseguir,
obtener, asfixiar, mantener, almacenar. Llegar alto a la altura de los altos. Y al tomar, mantener
el estandarte de una gloria, que mantenía en alto el estandarte. Fajinas de tambores, trompetas y
arpas, pianos y orquestas. Líder de ilusión, en una ilusión, que ascendía, por la vía del cielo, a la
de la ilusión. Sueños emprendidos en la algarabía de los sueños. No miraba para ver, ni veía para
mirar. Yo y mi ser. Mi ser y yo. Nada que entorpeciera el camino emprendido, nada que me
apartara de la gloria que percibía. Juventud y vejez, fuerza y libertad. Y en la libertad, tener más
que los demás. Tener y tener, para que me sobrara al tener y al deseo de tener. Vida en la vida,
para vivirla con la alegría de vivir la vida. Ideas, que se desprendían de la mente, para encauzar
los caminos de los que me seguían. Y no seguir los caminos de la vida. Era corriente y río, mar

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y monte. Horizonte y luna, espacio y superficie. Creencias vanas, en las vanas creencias de las
ideas, que se forjan en la mente.
Donde estoy , no existe la existencia. No existo, ni soy. La conciencia roe, con el
gusano, la conciencia de la conciencia. No tengo cuerpo, pero el cuerpo arde. No tengo manos, ni
pies, ni sentimientos, ni corazón, ni torso, ni mente, pero todo está en llamas, ardiendo sin parar,
con las llamas ardiendo en las manos, los pies, el corazón, los sentidos, los sentimientos, los
pensamientos, los hechos, el ayer. No tengo ayer y el ayer viene a derretir la maleza, de la
aproximación de la oscuridad, a la oscuridad de las sombras. Perdido, si tener tiempo, en un
tiempo perdido. Ya no hay tiempo, en el tiempo. No hay camino, en el camino. Preso, en la
prisión del ayer, la justicia me ha encadenado al dolor Y encendido en el fuego del dolor, no hay
tiempo, ni existencia, ni luz, ni sombra, ni esperanza, ni sueño. Solo temor, miedo, pavor,
aprensión, recelo, desconfianza, sospecha, duda, turbación, desasosiego, algarabía de gritos que
no gritan, voces que no se escuchan, maldiciones y desesperanza. No soy, cuando pude ser. La
llama del poder ser, en lo que pude ser, enciende mi agonía. Ese recuerdo, es la llama que se
enciende en mis sentidos y hace que mis sentidos se quemen. Siento, en un sentimiento que no
siente. El dolor se encauza en el dolor.
He venido, sin ver, y aunque te mire, no veo. Sigo en la oscuridad, sin los pies
seguros. Sin que sienta el suelo, ni las bandas de los árboles, ni el surco de las paredes. Voy
enajenado, sin que la enajenación se pierda un segundo de enajenación. Sigo, aunque te mire,
sin tener cunetas en las que guarecerme. Oigo, sin escuchar los gritos de las voces. Ruidos, que
maldicen a los ruidos. Me persigue el ayer y noto como las ideas se han roto para perseguirnos.
La libertad prendió en esperanzas de libertad y convirtió el amor, en amarme, para servirme.
Hice, de la fe, el cementerio de la verdad. Engañé a mis engaños y me mentí con mis mentiras.
Viví, sin vivir, y creyendo vivir, moría. No dejé entrar en el alma los principios del amor, ni las
angustias de la humildad. Perseguí la ficción de la molicie, las pasiones, la lujuria, el regalo, el
deleite, la voluptuosidad, la comodidad, la blandura, la fogosidad de los ímpetus, la exaltación
de los calores, la ambigüedad de los principios, la maldad, los trastornos de la mente, el
sensualismo, el erotismo, el goce, el regodeo, la delectación, el deleite, la complacencia, la
satisfacción. Envidia, malicia, molicie. Celos, pelusa, desazón, rivalidad. Malignidad,
perversidad, depravación, malevolencia, delito, traición.
Irresolución, voluptuosidad, acomodación. Apoyado en tanta desolación, convertí el oasis en
desierto y olvidé que nací para amar, y que solo el amor me abriría las puertas de la fe y de la
verdad.
Olvidé, en el olvido, los principios. Desoí la voz de la conciencia. La bruma del
amanecer en las mañanas. El gorjeo de las aves en el cielo. Las tormentas, aquejadas de nubes,
que se estrellaban contra las tempestades. El grano que se asomaba a la espiga y tumbaba la
cabeza. El surco que abría el arado en las mejillas del campo. Campos de hierbas, flores en los
tendidos del cielo, el horizonte, el clamor de las gargantas por el paso de las hendiduras. No vi la
luz de las olas, ni el quebrar de la luna, ni la asolación de los empeños, en el sueño de las
estrellas. No oí las campanadas de los gritos, ni las voces de la encarnación de la bondad. Siendo
en mí, solo me oía. Solo respondía a la voz de mi egolatría y mi ambición, a mis sentidos,
abiertos de ambiciones, sin disimular su ambición. Rincones de escoria en la maleza. Vanidad en
el viento. Humo en las espirales de los sarmientos. Sin granos, sin cepas, sin frutos. Caminaba,
sin caminar, por los caminos, sin tener caminos por los que caminar. Era una sombra de sombras,
una espiga sin grano, escoria, polvo, fango, cárcel, espina.

Jin.- El acontecer del ayer, se sumerge en el ayer y no acontece. Todo


alcanzamos, al alcanzar el todo. La inmensidad del espacio, nubes colgadas del sol, sol colgado
de las nubes, luz y color, música y resplandor. Todo en el alma se yergue, como alma erguida,
en los corolarios de vidas que viven. Viven la vida. En presencia de esa vida viviente, para
disponer de todo y del todo dispone. En contraste con la mente, no tenemos mente ni cuerpo, ni
manos, ni pies. Ni somos ni estamos. Celestes, en un imperio celeste, disponemos de mundos de
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extensión profunda donde prima el entendimiento, el saber, el conocimiento, la expansión, el
viento, el aire, los montes y los mundos. Somos mundo nuevo, en un mundo existente, que en su
existencia se renueva. Todo, en el todo, por el todo que tenemos.
No podemos ver el todo del todo, solo una parte. No podemos alcanzar el todo
de lo inalcanzable, lo insondable, lo inasumible, lo imposible, lo imponderable, lo inverosímil,
lo inaccesible, lo incognoscible, lo indescifrable, lo inescudriñable, lo difícil, lo insoluble, lo
inescrutable, lo hermético, lo indescriptible, lo cifrado. Estamos, en lo que es y en lo que es,
somos. Perfección y divinidad, belleza, hermosura. Grandeza, gloria, gracia, poder, majestad,
finura, delicadeza, bondad, exquisitez, primor, esmero, deidad, perfección, primor, lindeza,
nobleza, dignidad, honor, gravedad, agrado, deleite, satisfacción, galanura, gentileza, apostura,
arrogancia, magnificencia, solemnidad pompa, fausto, pulcritud, exquisitez.
Somos viento y aire. En el viento, navegamos y dentro del viento, el viento
vuela. Somos nubes y en las inmensidad del espacio forjamos espacios de nubes. Que todos
divisen el recorrido del cielo. La claridad, el perfume, el jardín, el vuelo, las alas, el infinito, el
cosmos, el universo, el horizonte. Cruzar los cruces, sin que los cruces se crucen. Adverbiar los
colofones de la luz en la envergadura del aire. Ser mar, en su fondo y navegar por el fondo del
mar, en las montañas de los mares. Tocar, con las manos, los residuos divinos de la divinidad.
Ser, en el ser que es, y en el que es, alcanzar el ser, para ser. Sin límites que ahonden los
cimientos. Sin cimientos que ahonden los límites. Sin disconformidad en lo conforme. Y en lo
disconforme, conformidad. Principios perennes, en perennes principios.

Neon.- No veo lo que ves. No tengo ojos. Tu existes, yo no existo. Tienes aire y
viento, mar y olas, espacio y rocas. Montañas y montes, paradigmas de soluciones y espacio en
los paradigmas. Manos y pies, espíritu, forma, contubernio, conglomerado, maneras,
respiración, consunción, esfuerzo, alas. En lo profundo del abismo, solo hay abismo y
profundidad. Años sin años, rocas sin rocas, fuego en las llamas, llamas y fuego Sin cenizas, sin
escapar en las ranuras de la brisa, ni por la brisa de las ranuras. El temor de la nada, llena la nada
de temor. Vivimos, sin vivir, una vida de miedo, en el miedo de vivir.
Negro lo negro. Oscuro lo oscuro. Las llamas no lucen, solo queman la entrañas.
No lucen los fuegos encendidos al estar encendidos en lo que sin cuerpo es cuerpo. En lo que sin
ser pies son pies y sin ser manos, son manos. En la mente agobiada por la mente, roída por la
conciencia. Y en la conciencia roe la conciencia los hechos que acontecieron. El ayer se invierte
en el ayer y vuelve el ayer a aparecer cubierto de hechos en los hechos. No existo y existen los
hechos. No estoy y los veo sin estar. Aúnan sus fuerzas para apelmazar la carne en la sangre del
miedo. Por los regueros de la vida se extienden los regueros de sangre encendida. Roedores que
muerden. Sombras oscuras que aparecen en la oscuridad de las sombras. Perdido, sin ver, no
vemos los cimientos de los fondos ni la profundidad de los abismos ni las consecuencias de los
hechos. Y se repiten. Una y otra vez. Y otra vez y otra. Sin días, sin término en los días, sin que
la vista se apague, sin que se apague el silencio, sin que duerman las iras de los tormentos. Nada
se opone a la nada. La nada vive en nosotros y nos convierte en nada de nada, para agobiarnos
con las alas de los hechos.
Tumultos, esparcidos en tanta profundidad, no hay pensamientos ni ideas. Ni
aunque tuviéramos, serían ideas o pensamientos. No sirven. No hay nada que sirva en la
oscuridad negra, con la negra oscuridad como fondo. Terror y pánico. Espanto, consternación,
pavor, alarma, sobresalto, desgarro, dolor, corte, truncamiento, susto. Bajamos en péndulos de
clavos y se clavan, los clavos, en la pendiente de las llanuras del cuerpo. Estímulos, al estímulo,
al alcanzar amplios espacios en los que sentirnos con las heridas al descubierto. Las glándulas
del sobresalto encadenan las cadenas de los sentidos, extendiendo, en el espacio inmenso, la
inmensidad del espacio que esparce más el dolor que compartimos. Nos llenamos de dolor, en el
espacio del que disponemos, y al disponer de lo que tenemos, nos cierran con clavos las murallas
del espacio.

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Nada soy, salvo fuego. Soy llama. Voy por la sangre, encendiendo la sangre con
las alarmas de las llamas. Si toco, no toco, carezco de tacto, pero siento que siento el contacto del
dolor que roe el cuerpo. Gangrenas espesas, espesando la gangrena. No hay cadenas, que
encadenen el cuerpo, porque no hay cuerpo que encadenar. Se encadena la mente, la conciencia,
el pensamiento. La nada, encadenada a una nada, que agrieta la nada, con el dolor incesante de
unos hechos que existieron. Vuelvo a estar donde se abría el agujero de la trampa y en la trampa
del engaño, miento, y mi mentira es cimiento de dolor que encabeza los cimientos que me sumen
en los cimientos del suelo. Me aplasta y me someten al martirio de aplastarme como al hierro,
sumergiéndome en la fragua del hierro Encadenado, sin cadena, noto como las cadenas me
encadenan a cada momento. No tengo cuerpo, y en mi extensa extensión, toda la extensión es
simiente de dolor. Dolor cimentado en el dolor. Lágrimas que no lloran. Lágrimas enfundas en
fuego. Lágrimas de ira, de sopor, de injurias y lamentos. Nada que pueda cambiar el instante o el
momento, la hora, el lugar, el día o la fecha. Nada, en la nada del viento. Nada en el viento de la
nada. Pero en mi nada, todo es tormento, todo es dolor. Siento el hedor inmenso en la
inmensidad del dolor. Lleno de temor en el inmenso temor. Lleno de pavor en el inmenso
pavor. Sumergido, en el fondo de los arietes de la conciencia, con el roer que roe, continuamente,
la conciencia del dolor.
No hay perdón a mi castigo. Ni a los pecados cometidos. Me arañan en el
tiempo, cuando se cometieron y vuelven los tiempos, a mostrarme como cometía los pecados.
Como ambicionaba la ambición. Como me sumergía en el mundo, para disfrutar del mundo, a
través de mis actos. Cada hecho, golpea en el hecho, y me golpea. No es que recuerde los
recuerdos, son los recuerdos los que vienen a recordarme la satisfacción con la que me satisfacía.
La forma de vivir en que vivía. Mis defectos e inclinaciones, mis deficiencias, imperfecciones,
prevaricaciones, insuficiencias, carencias, lacras, desperfectos, infortunios, transgresiones,
estafas, violaciones, atropellos, culpas, delitos, infidelidades y la privación, con que privaba, a
los privados de sus necesidades. Vienen los recuerdos a castigarme con sus avances en las
cadenas de los hierros y golpean las marismas del espacio, retumbando en el cuerpo, sin cuerpo,
en la carne sin carne, en los pies sin pies, en las manos sin manos. Sin querer sentir, siento que
siento en la repercusión de una carne que no tengo, de un cuerpo del que no dispongo, de una
vida de la que carezco El temor, me duele en el temor y el dolor agrava el dolor, encendiendo, en
el fuego encendido, las llamas del fuego. Me esparzo, sin esparcirme, y sin querer, quiero no
querer y no puedo querer, porque no quiero con el alma, al carecer de alma en el cuerpo. No
puedo sentir, ni puedo tener sentimientos. No soy nada y en la nada, no se puede alcanzar algo.
Nada tengo salvo dolor. Nada poseo salvo el roer de la conciencia. Voy de forzado con las
cadenas llameando en las celdas de la sangre, con la sangre encendida en la conciencia.
Recordando los recuerdos y a cada recuerdo, el recuerdo enciende la sangre con las llamas del
averno. Sin luz, en oscuridad. Oscuro lo negro, oscuro lo profundo. Sin fondo, sin cuerpo el
cuerpo, sin el alma. Perdido en los recuerdos, que no se pierden con los recuerdos. Insuflando el
fuego del dolor, en el dolor de las llamas.
No veo, aunque se enciendan las brasas de los ojos. Carezco de ojos y del
sentido de ver. Encuadrado en las emergencias del no ser, nada poseo para encender las gavillas
del viento y salir de este tormento que me atormenta. Rasgo la cintura de la noche y no hay
noche que pueda rasgar. Nada es que pueda ser y nada es que pueda entender. No soy ceniza y
no me convierto en ceniza, sigo siendo fuego, gusano y roedor de la conciencia. Roe la
conciencia la llama del gusano y el gusano roe el cuerpo y la conciencia y las pasiones que tuve
y los recuerdos que afloran. En embrujos de dolor se acomoda el temor y temo. Tengo pavor y
vivo en el pavor constantemente, de una forma continua, sin evitar que el dolor se convierta en
pavor y el miedo en temor. Y el miedo del temor en pavor. Ruidos que me asustan. Noches que
no veo. Precipicios en los que me sumerjo. Llamas y dolor constantes, en un constante sentir
dolor. Garrochas que siembran en los sentidos, los recuerdos del tiempo. Sin tiempo. Sin que se
acorten las distancias. Sin distancias en el tiempo. Sin poder ver, ni sentir, ni acudir al tiempo,
para destruir el tiempo. En la eternidad eterna de lo eterno. Nada puedo hacer para evitar no ser
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nada. El pavimento del suelo no existe, ni existe el suelo en el pavimento, ni hay pavimento, ni
hay suelo. Solo desvanecimiento, vértigo, vahído, mareo, flojedad, ligereza, inconsistencia,
vacío, frío, miedo, llamas en el fuego, fuego en las llamas, gritos en el vacío. Vacío con gritos,
gusanos que lamen la conciencia y roen la conciencia con sus martillos.

Jin.- Veo, que no me ves y hablas para que vea, pero yo veo. No estoy inmerso
en lo profundo de un deseo o en un deseo profundo en el que abarque la conciencia. El camino es
un camino llano, lleno de luz, ambientado en la presencia de Dios. En su presencia, la
existencia existe, y existe la vida y todo es vida. Todo es inmenso, infinito, eterno. Todo es, el
todo de cuanto se pueda pensar. Amar y amor, es el fundamento. No es necesaria la fe porque
todo la verdad aparece ante los ojos y vemos. No hay misterios, solo inmensidad ; inmenso lo
eterno, y eterno lo inmenso. No hay desigualdad en los iguales, ni igualdad en los desiguales.
Escucho el aire y al escucharlo, te escucho. Oigo el florecer de las flores y en su florecer, te
oigo. Todo es un conjunto en el conjunto. Todo es vida en un ser que existe, sin cuerpo, en un
cuerpo que existe. No como nacimos, ni como nos volvimos en el tiempo, si no sin el tiempo y
sin el cuerpo que tuvimos. Todo es alma y el alma inunda la conciencia, la sangre, el corazón, las
manos, los pies, el sentido, la razón, la mente. No hay subterfugios, ni discordancias, ni
inclemencias, ni días, ni noches. Ni cuerpo, ni mente, ni pies, ni manos, ni torso, ni corazón.
Somos un todo en el todo. Todo en la existencia del que existe y es Y en lo que es, somos.
Somos parte de lo que es. En su interior, existimos y en su interior vamos, cantamos, alabamos,
sentimos, florecemos.

Neon.- Tienes vida, yo estoy muerto.

Jin.- El todo y la nada están separados. No hay nada en el todo, ni todo en la


nada. No venimos a escuchar los silencios de la muerte o de la vida. Venimos, mandados, a
expresar a la vida, lo que es la vida y lo que es la muerte. Como muere lo que vive y como vive
lo que no muere. Estancias diversas, en las diversas estancias de lo que es y existe o de lo que no
existe, ni es. Fraguas de hierro, compuertas de agua. Estaques en lo profundo del invierno. Y en
la carretera del miedo, el miedo que camina por las carreteras. Sin carreteras, sin luces, con
duendes y brujos, con depresiones y abismos. El todo cubierto de gloria, sin gloria la nada. El
todo concentrado en Dios, la nada sin Dios. Retorno a los recuerdos en unos recuerdos sin
retorno, constantes, imperiosos, reiterativos.
En la vida, nada es de lo que había. Todo perdonado. En el perdón, no hay vida
existente del pasado. El pasado es vida pasada y no queda inserta en la gloria de Dios. En la
muerte, solo resta el dolor de los pasos por la vida, los amores que se amaron y al amar la vida,
la vida nos lleva en sus recuerdos. Recuerdos de vida, para que la vida nos desampare y nos
ahogue en el dolor de cuanto hicimos. Expresar lo que fuimos y no fuimos. El hacer y el omitir.
Componer y descomponer.

Neon.- Me amé, sin dejar de amarme y amé cuanto tenía, y era, cuanto hacía,
cuanto pensaba, mi manera de obrar, mi manera de acumular, mi manera de conseguir los
esfuerzos para alcanzar la potestad de la gloria, Subir y subir en las escalas de los peldaños de la
ambición y la avaricia. Era un jinete empedernido de la molicie y la malicia. Amaba mi amor por
la vida, la vida que me amaba, el sol que se repetía con la existencia de mi ser. Las cosas que me
rodeaban, lo que pensaba, omitía y hacía. Era ajeno a las pesadillas de las circunstancias.
Acumular y tener, era la constante en la marcha por mi camino. No veía como el camino se
angostaba, ni se perdía en los campos de las malezas y las marañas. Amaba la existencia, el
viento, el aire, las componendas de las olas, el rasurado del horizonte, el vuelco de las gaviotas,
el surco del arado, el grano, la semilla, el campo, las riberas y los ríos. Todo era un amor
constante hacia lo que tenía. Las pisadas de mis pies, los calzos de mis sandalias, el terrón de la
tierra, las piedras de los sembrados. Era una alegría ver como nacía el día y como se escondía al
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llegar la noche. Vivía para mí y en mí. Lleno de amor en mí, al tenerme por amado Y en mi
amor solo me amaba. Solo yo era objeto de amor. Yo el principio de mi fin y el fin de mi
principio. Yo, mi existencia, la necesidad de sentir las pasiones y gozar con la fruición de los
deseos, la lujuria, la pesadilla del frío, la miseria del vacío, la estancia, sin estancia, en el rasgueo
de las guitarras. Yo, como colofón del deseo. Yo, sin importarme cuanto a mi alrededor existía.
Mi pasión y mi criterio. El desván de la lujuria y la pasión desenfrenada de la ambición.
Me han atrapado los recuerdos, y los recuerdos roen la conciencia. Devastador el
miedo, el terror de tanto recuerdo, al sentir como se convierten en púas que laceran la conciencia.
No veo y al no ver, no puedo conseguir volver, para ser en mi existencia y olvidar donde estoy,
lo que tengo en lo que soy. Dolor en el fuego. Llamas que se encienden con las quemaduras del
cuerpo. Sin tener y sin existir, me abrasan la sangre y encienden la masa que me sostiene. Pavor
y desolación, cortando las púas del viento, que no existe. Gritos sin silencio. Estruendo de dolor
en cuantos existimos, en el dolor de ese abismo, en el que nos encontramos sumergidos.
Recuerdos que me atacan. La vida pasada, en la vida que rasga los hechos de la conciencia.
Cada segundo, un segundo eterno. Y es eterno cada segundo. Sin pasar vuelven y vuelven sin
haber pasado. Siento, como siento a cada sentimiento, en unos sentimientos que no sienten.
Dolor y dolor. Gritos y gritos, lamentos que lamentan. Nada que pueda evitar que la nada me
atormente. Tormento, del tormento de la nada, en una nada, que me aprisiona en los recuerdos.
Me fui, en los reflejos de un escaparate de existencia. Mundo perfecto, en el que
la perfección de mi vida, era gozar del gozo. Y gozaba. Nada se oponía a la calumnia del grito.
Nada en contra de los murmullos, en las murmuraciones de los sentidos. La envidia, que
atenazaba a cuantos miraban, no conseguían devastar la cantidad de ambición que ambicionaba.
Conseguí tener y tenía. Conseguí almacenar y almacenaba. Campos con servidores, hacienda,
posesiones, cosas. Cuanto el dinero alcanzaba, conseguía. La tragedia no me perseguía . El
viento se enmarcaba en las flores que el jardín prodigaba. El jardinero traía el perfume, para
que me perfumara. Vestía, con vestidos de gasa, en la seda de las gasas. Era anfitrión de
anfitriones. Comida y bebida. Horas y horas en las atenuantes y esclarecidos amaneceres de la
aurora. Nada impedía que sostuviera el ser, como si el ser tuviera vida eterna. Vivía, sin pensar
que además de la vida, existe la muerte. Que no hay nadie que eternamente se conserve y
eternamente tenga y eternamente almacene la mercancía de la hacienda y las cosas. Vano de mí,
en mi vanidad no tenía en cuenta que todo acaba. Que todo muere al morir. Y que al morir, todo
se desvanece. Vano, en mi vanidad no me convencía de que todo se podía ir por el sendero de la
noche. Y llegó la noche y no vi la noche. Ni vi el clamor que se encendía en mi cuerpo, ni el
alma que tendía a ser libre. Seguía conmigo, en mi amor. Mi amor por mí, mi amor por la vida,
mi amor porque me envidiaran, mi amor por tener, por refrescar la fuente del río, por conservar
el río y la fuente, la muralla y el castillo, el campo, la fama, la gloria, la ambición, la avaricia, el
desdén, la molicie, la malicia y el devaneo de la mente. No sufría desmanes, ni me desmandaban
los avatares de las noches. Seguía escrutando el amanecer, para amanecer en la vida y vivirla.
De una forma constante. De una forma continua. Sin perder la vida, para que la vida no me
perdiera. Por no perderme, estoy en la vida y sus recuerdos son constantes. Vivo en los
recuerdos que encienden mi muerte. En mi muerte, con el amor a la vida, la vida me da muerte.
Y dolor. Temor y pavor. Miedo constante. Llama, fuego, agonía, grito.

Jin.- No hay vuelta atrás en el camino del ser. La fluctuación de las sombras,
quedaron envueltas en la noche. Todo se convirtió en un ir por el viento, para navegar por las
estrellas y convencernos, de que el amor, es vida y la vida, amor y fe. Vivir, es mantener
constantemente la piedad, el servicio de amar y servir, la bondad, en la bondad, la misericordia,
el perdón. Vivir, es un paso por el tiempo, para alcanzar el tiempo de vivir. Quien vive antes,
después no vive. Y el que no vive, vive. La muerte, abre el camino de vida o muerte. Al morir, se
quiebran las constantes del ser, del cuerpo, de la sangre, de la verdad, de entender, la conciencia,
la fe, la Palabra, la agonía, la miseria, el clamor, el amor y el ser.

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No se puede agonizar, en la agonía de las pasiones, para luego emerger en las
olas de la noche. O en el viento del mar. O con el mar envuelto en el florecer de las flores. Todo
es congruente en la verdadera verdad. En la creación, nada es mera intención. Todo tiene su
fundamento, su base, su aquiescencia, su clarividencia y su ley. Nada es por ser y nada es, en el
ser, por ser, sin más. La creación, es un camino de creación, al ser creado. Vivir en la creación.
Dios nos ama, y en su amor, como hijos, nos mantiene para que toda la creación nos sirva, como
le sirve al Señor. Vida en la vida, para poder sentir, que la vida, es amor de Dios. Que en el
amor de Dios se encuentra la vida. No se puede ver la luz, sin entender, que la luz, es el camino
de la fe. Y del amor. Y de la constancia en permanecer al servicio del Señor.
Atravesar continentes en nuevos continentes, hurgar en las inmensidades de las
nieves, amular la aquiescencia de los ríos. Ser río y viento, monte y valle. Extender las manos en
la noche, tocar la noche con las manos, ser noche en la noche, día en el día. Navegar solitario o
acompañado, cubierto o despejado. Todo es, en todo cuanto es y existe, y existe en cuanto que
somos. Ser jardín y flor, fruto y árbol, rama y raíz. Expandir, el soplo de la vida, en la vida que
el soplo expande. Soñar, sin soñar, en la oclusión de unos sueños ocultos en la claridad del sol.
Salir, por superficies ocultas, en las ocultas superficies que sobresalen. Descender por las
cataratas de hielo. Trasponer espacios y espacios, nubes y nubes. Ser nube y espacio. Dotar de
amor a cuanto toquen las manos, miren los ojos o claree en la vida. Ola, arena, orilla, hoz,
arado, espiga. Oración y rezo, alabanza y gloria. Alabar al Señor y en su alabanza, alabarle.
La concepción, que concibo, es la misma concepción que concibes. En
diferentes paisajes y con diferentes canciones. Te han enviado para hablar conmigo. Yo estoy
aquí, para hablar contigo. Lo que dices, digo y lo que digo, dices. Separados por un muro. Entre
la nada y el todo, no hay todo ni nada. No hay intermedio que marque la medida de la media.. No
hay media, en la medida. Tú no ves y yo veo. Tú no tienes alma y yo la tengo. Tú no estás en la
luz y yo solo estoy en la luz. Tú no vives y yo vivo. Tú estás muerto y yo no muero. Caterva de
aglomeraciones desequilibradas. Rasgos faciales contraídos en las pupilas del cuerpo. En el
intermedio, se desequilibra el equilibrio. Blanco y negro. Todo y nada. Nada y todo

Neon.- Solo zumban los ruidos. No tengo oído para oír, ni mente para entender.
Solo recuerdos que me hieren. Llamas que se encienden con los recuerdos. Solo trajines de
miedo, envolturas de temor, pasajes negros, en los negros pasajes, donde la oscuridad es oscura y
negro lo negro. Sin luz, sin día, sin viento, sin ternura, sin aire, sin sol, sin agua, mar, orilla,
viento, rebozo, esquina, hueco, figura, lamento, comprensión, amor, cebada, maíz, roca, valle,
mirada, hielo, nieve, granizo, tormenta, torbellino, explosión. No tengo vida para vivir, porque
estoy muerto y en la muerte, en la que vivo, solo hay putrefacción y hedor, malaventura,
enquistes, desgarros, fisuras, honduras, despojos, miembros rotos, desperdicios. Masa, que
conforma mi masa, en una masa extensa, que arde en el fuego. Arde con las llamas, que se
llaman, para arder juntas. Recuerdos, en los recuerdos, insuflan en los fuelles viento, y soplan,
en un soplar constante, para maldecir los hechos que acontecieron y las omisiones que se
omitieron. No voy, por no ver donde voy y no camino, porque no hay caminos. Guijarros en los
pies que no son pies. Noches eternas, en unas noches que se pierden en el tiempo. Sin tiempo,
la noche no tiene luz ni luz la noche. No veo, ni escucho, solo siento, como ardo, en las llamas
que arden en la sangre en la que ardo. Ruinas de la mente, en unas ruinas que se convierten en
masas que me atrancan al suelo y en el suelo, me despojan de la vida, vida que no tengo. Matan
la vida de una forma constante. Matan, para matarme, y no me matan. Muero y no muero, al no
tener vida. Y sin vivir, vivo, en una vida que no vive, al no vivir por estar muerto.
Carroñas desdentadas. Dientes que supuran en los dientes. Calaveras y
calabozos. Aprensión eterna, en una aprensión, que aprisiona la mente en un constante roer la
conciencia. No existía el mundo, que existía. Me engañé con las mentiras y en el engaño, desvié
la vida, de la vida y me sumí en depositar el amor en la tierra. En la carne, en la materia. Amé el
polvo y la grasa, el fango y el hierro, la furia y el desdén, la ira, la maledicencia, la avaricia, la
pasión, la lujuria, la malicia. Ahora pago por lo que disfruté y en el disfrute, que no disfruté,
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extiendo el pago que pago. Nada puedo hacer, para que los recuerdos no vengan. Vienen y
vienen, están en mí y me mantienen en la tierra. Tierra falsa, en una falsedad de la mentira. No
existía el mundo, ni existe. Solo es un mundo aparente, una conveniencia de la mente, para
traspasar las fronteras de los muros y envanecernos con la maldad de la mentira.
Yacen ocultos, lo tesoros que oculté. Pesan, al pesarme los tesoros. Atesoré
piedras, en barrancos. Despojé las olas, para sumergirme en el fondo de los mares. Visité
pantanos y los oculté, para que nadie viera los pantanos que escondí. No me privé del gozo de la
carne, ni de que la carne gozara con sus pasiones. Por dañar, hice daño. Por construir, derribé.
Por levantar alijos de sol, derribé las sombras. Colgué estacas, en los peldaños de la humildad.
Destruí, para no dar. Deshice, lo que otros hicieron, para edificar sobre lo que deshice.
Orgulloso, desenvolví la batuta del orgullo, en las barras regias del látigo. Y con el látigo,
estampé rayas de sangre en las espaldas de los muros. Surqué, estampidas de miedo en la
justicia. Y con la justicia, ajusticié la verdad de los incautos, que pedían la merced de ser
atendidos en su agonía. Acampé en la felonía de los felones. Y la maldad vino a mí, para
someterme a la maldad, de una crueldad incruenta. Rapsodas de melodías, en una vida llena de
lujos, en la que los lujos vivían de mí. Prisionero, necesitaba alimentar lo que mi cuerpo, en la
carne, precisaba. Y cuanto más lo alimentaba, mayor dependencia interfería en la dependencia a
la que me sometía. En lugar de sostener, lo que tenía que sostener, me sostenían, para que
sostuviera. No era yo quien establecía las normas, eran las cosas, las que establecían las normas
por las que me debía regir.
No podía derribar los muros que había levantado y tampoco quería. La
importancia de ser importante, la necesidad de apelmazar el ombligo de las pasiones. La entereza
de ascender al monte, para que el monte percibiera que mis pies lo pisaban y lo estacaban contra
el valle. La dependencia de los que me servían. La inclemencia de la clemencia. La supuración
de las llagas que abría. La oclusión de cuantos enemigos se me enfrentaban. Era sentir, un alza,
en el sentimiento de la agonía, la necesidad de que la agonía sintiera, en mí, el sentir de la
agonía. Una mezcla de sinrazón, en la razón de existir. Existía, para convertir mi existencia en un
edén y era, la pasión, la que entorpecía que pudiera vivir en el edén. No había edén en la vida, todo era
una mentira sobre otra mentira. Un engaño sobre otro engaño. Falacia y disfunción de la falacia. Nadie es
nadie, para conquistar las nubes o tomar el aire y respirarlo, para que otros no lo respiren. No podía
doblegar las mentes, ni los corazones. Podía establecer jerarquías de mando, fusiones de miradas llenas de
envidia Valores sin valor. Condiciones sin condición. Establecimiento sin establecer. Almacenes sin
almacenar. Cosechas sin recoger. Orgías de ámbar, para que el ámbar se convirtiera en orgías que otros
deseaban. Tanto y tanto me envolví en la tierra, que no me desnudaba y no contemplaba como se iba la
vida, sin ver que la vida se iba. Y sin desnudarme, en la meditación, no asumí las consecuencias de las
leyes que regían la institución de la muerte y lo que la muerte representaba. Era mi afición por la vida, mi
ansiedad de vivir. Mi confusión y mentira. Nube perdida en el horizonte, que volaba a merced de las
aves de rapiña y de la rapiña de las aves. Y me consumieron. Y me consumí. Y me olvidaron con la
agonía del olvido, pero no se han perdido los recuerdos. Tengo los recuerdos en la carne, en la sangre.
Miseria de tanta materia, tanta tierra, tanta ruina, tanta ira, tanta melodía sin música, tanta armonía sin
concierto, tanta tierra rodeada de agua y tanta agua sin tierra.
No puedo ver. La muerte no ve. He muerto, con la muerte y no tengo vida.
Embarrancado en el abismo, me consumo en las llamas que el fuego enciende en la sangre. Vago
de recuerdo en recuerdo. Y los recuerdos, todos a una, vienen a mí, para encenderme en las
llamas del recuerdo. Postrimerías de un ser, que existió y en su existencia, vivió sin vivir. Me
dominaban los vicios. Era vivir en la carne, vivir en la sangre. Y al dormir, dormía en los vicios
que me consumían. Pensaba sin pensar y amanecía sin amanecer. Requiriendo más y más, en un
continuo requerir, para alcanzar cotas de pasiones que se fundían en un segundo. Requería
nuevos gozos, nuevas pasiones, nuevas intenciones, nuevos mundos, nuevas mentiras, nuevos
impulsos, nuevos engaños. Nuevas disquisiciones contra las ideas, para interferir en las ideas
que me confundían. Vivía inmerso, en una inmersión, sobre la ambición de los deseos. Todo
deseo, era un deseo que deseaba. No es que me satisficiera, es que obligaba a desear. Cuanto
mayor era el deseo, menor la satisfacción que el deseo me prodigaba. Y al satisfacerlo, precisaba
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de otro deseo mayor. Cada deseo se imbuía de deseo para seguir deseando. Cadena, en la cadena
del miedo por no tener, y cadena, en las cadenas por la necesidad de almacenar. Inmerso en las
aguas, las aguas no me dejaban respirar, ni dormir, ni descansar, ni buscar alicientes para vivir.
Ni vivir para buscar alicientes. Consumido, en el consumo de consumir, no entendía de otra cosa
que de consumir de una forma constante. Días sin horas, sin tiempo, sin segundos, sin meses, sin
días, sin años. Sin tener en cuenta, las cuentas que pendían de los contagios del cuerpo.

JIn.- He pasado por el tiempo y el tiempo lo he olvidado. Y el tiempo me ha


olvidado. Tus recuerdos son gratos o ingratos, más ingratos que gratos. Los míos se perdieron en
el viento de los cielos. Asumí lo que me correspondía y rogué para que se me perdonaran los
hechos. Pedí perdón, por cuanto hice y por lo que hice. Y al alcanzar el perdón, no tengo
recuerdos. Solo alma. Solo amor.
Atravesé las estrechas rendijas de las paredes. Bebí del agua que manaba de las
fuentes. Con la alforjas de la noche, emprendí el camino de la luz. Y caminé por el camino,
perdido a veces, a veces viendo el paisaje, y a veces, dominado por las corrientes de los aires,
envuelto en las carcajadas de las nubes. Agua y viento, en las tormentas, me arrastraron. Era en
un alma, escondida en los pozos, donde se escondían las injurias de las voces. Perdido en el
monte, el monte se perdía conmigo y me marcaba la ruta a seguir por el paisaje. Frutos y árboles,
valles y naranjales, trigales y maizales. El labrador, me enceraba contra el arado y me dejaba
sostener, la vara del tiempo, en la época de la cosecha. Cuando la hoz cortaba la espiga y el maíz
gritaba de amor. Tiempos de vida en la vida del tiempo. Sin tiempo, la vida no vivía. Era un
camino, para esperar el camino del viento. Y en el viento, ascender por el aire, para llegar a los
cielos. Rescoldos de plantas en los frutos que colgaban de las higueras, manzanos, perales,
ciruelos, cerezos. El agua esponjaba el suelo y el suelo bebía del agua, para que bebiera el sol
cuando dormía. Arándalos y hormigas, mariposas y avispas. El cielo se entendía con cuanto
volaba o se quedaba quieto en el marasmo de la tierra. Parajes de despeñaderos, derrumbes y
precipicios, barrancos, simas, alturas, bajos, profundidades. El mundo, inquieto, pretendía
engañar al alma. Engañarla con mentiras. Pero la vida estaba escrita en las sombras de las ramas.
Con las hojas, los troncos, las raíces, el espacio, el horizonte, la inmensidad, la respiración, la
tormenta, la borrasca, la tempestad, el torbellino, el tifón, el tornado, el vendaval, el ciclón, las
olas, las paredes, las arenas, la circunvalación, los ríos, las sombras, las noches, la luna, la
superficie, el mar, las orillas, la espuma, la humedad. No hay engaño, que engañe la verdad. La
vida, se abre a la vida, y todo es vida, en la vida. El espacio, la inmensidad, el infinito, las leyes,
el cuerpo, la sangre, la conformidad de los sentidos, la mente, el alma, la vista, el oído, la ilusión,
el sueño, la humildad, la clemencia, la algarabía, el perdón. La vida, es un conjunto que vive en
el conjunto de la vida y hace de la unidad, un conjunto y del conjunto, una unidad. En el alma,
en el amor, en la conciencia, la fe, la verdad.
Todo desliz, se deslizaba por la alforjas de la mente. Y se descargaba en la
corriente de los ríos. En los remolinos de las piedras. En los sondeos de las sombras, al quedarse
quietas por llegar la aurora. Respiraba con los suspiros. Y al suspirar, respiraba. Silencio en las
motas sombreadas. Silencio en la luz que amanecía. Silencio, al atravesar las nubes la melodía
del tiempo. Silencio en tanta espesura. En el horizonte que engulle las olas. En la superficie del
mar, que se cubre de superficie. En el reflejo de las estrellas, antes que la luz se hunda en la
superficie. Rasgos de ser, en la existencia del que existe. La vida se compone de vida. Todo es
vida, al vivir. Todo vive en la vida. El retoño de las noches. La claridad de la penumbra. La
aurora rebosante de rojo. El rocío, la escarcha dormida en las hojas. El hielo de las flores. La
fragancia de los jardines. El cloar de las gallinas. Las ovejas en el redil. Los gritos de las voces.
Voces que gritan Gritos silenciosos. Todo, es una mano de Dios, extendida, para que el hombre
tome su mano y bendiga a quien le entrega la mano para guiarle.

Neon.- Nada hay en la nada. Ni viento, ni aire, ni soplo de brisa, ni monte, ni


agua, ni mar, ni ola. Nada. Elegí, en mi elección, la tierra, y la tierra, es materia que se
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desvanece en sí misma, al no existir. Elegí ser monte y no soy monte, ser río y no soy río, tener
y no tengo, almacenar y no almaceno. Elegí el placer de la gloria, donde no hay gloria ni placer,
sino engaño, mentira, falsedad, oscuridad. Averno en los avernos, dolor en la existencia que no
existe, en un cuerpo que es masa sin cuerpo. En un tener, que no tenemos, al tener lo que
elegimos. Desbarajuste sobre el estandarte del cuerpo, para no tener alma y solo existir en la
materia, de una materia, que se despedaza a sí misma.
En la miseria del dolor, el dolor de la miseria. Me abrieron las manos, para que
me refugiara en el albergue del amor y confundí la verdad con el engaño, sumiéndome en la
mentira y la falsedad. Reconozco mi indigencia, displicencia, lascivia, desesperación, engendro
de miseria para atravesar los seres con los que compartía la existencia. Iba por los senderos sin
encontrar caminos. Huía de la luz y me escondía en las sombras, para en las noches estar oculto.
Romper la armonía del cielo y despedazar las algarabías del cuerpo. Placer en el placer.
Sensación en la sensación. Acumulación de odio, envidia, ira . En la nada del ser, solo el ser se
ama en su ser. Me amaba, y no encontraba otro amor, ni otras formas de ser o de pensar. Al tener
la posibilidad de elegir, seguí en el engaño y el engaño me engañó. Tanto engañé a la mentira,
tanto me mentí, que confundí lo que era verdad con la falsía del error. El equivocarme de forma
constante, transformó, en mi ser, la mentira en verdad y vivía de la mentira, en la verdad de la
mentira. Era falaz y engañoso, insoportable, vanidoso, avaricioso, envidioso. Repelente en la
repelencia de alguien que no siente amor. Y no ama. Y en esa falta de amor, me amé como
algo imperante y esplendoroso. Algo que se inicia en el rastreo del mundo y sigue, rastreando el
mundo, para alcanzar la gloria de uno mismo, en sí mismo. El viento, soplaba en el viento, y
cuanto más soplaba, más me soplaba para ascender en la mentira.
Vacuas sorpresas las que me dispensaba el acontecer. En la tierra, placer.
Disfrutar el placer, y de los apetitos que el placer proporciona. Tener y almacenar. Dispendiar y
enaltecer los dispendios, para que los demás observen la elegancia del que tiene y la sabiduría
del que sabe. Retoques en la alcurnia del abolengo. Servidores y servicios. Seres a los que
mandar. Seres a quienes arrebatar su fe y agarrotar sus sombras. Me lancé, como águila dorada,
en las doradas alas del oro y emplumé el cuerpo en maldad. Ironía y aire. Rescoldos de fuego en
las llamas de la somnolencia y de los sueños. Ilusiones emprendidas con el capricho de las
ilusiones. Nada se escapaba, que se pudiera escapar de la tierra. Amasaba y no me conformaba.
Tenía y aspiraba a tener más. Nada desperdiciaba que los demás tuvieran. Ni el aire, ni la
noche, ni las olas, ni las mañanas, ni la aurora, ni el atardecer. En lo alto de la noche dormía y
miraba como lo que dormía debajo, debajo estaba y no me alcanzaba. Era inalcanzable. Estratos
de escaleras, sobre escaleras de mármol. Granito y piedras sustentaban los castillos del poder Y
sobre el poder, ejércitos y servidores. Campos, castillos, barrancos. El poder, entendía el poder,
de dar miedo a los que temían. Y al temer, se sentían avaros de poder tener, lo que yo tenía.
La mente y el corazón, se abrasaron en la avaricia. En la asunción, de lo que
desbordaban la ambición y la avaricia. Lanzas contra lanzas en los gritos de guerra. Escudos y
espadas. Tierras. Clamaba al cielo, para poder tener el cielo que no poseía. Presunción, en la
asunción, de que era un ser lleno de vida y que la vida me servía. No era para servir, o servirme
de la vida para servir, era que me sirviera la vida a mí, que era el poder y el que tenía. A mí, que
disponía de campos y montes, de albergues, cuarteles, castillos, casas, agricultores. A mí, que
dispensaba acuerdos y contravenía disposiciones, que disponían los hombres, para mermar mi
poder. A mí, que roía las noches, en la mente, para que al amanecer, todo se dispusiera a la luz
del acontecer, para enaltecerme. A mí, que era faro, guía, luz, distancia, gloria, llama y fuego,
figura, nombre, estrategia, ley, imposición y alcurnia. A mí, que era cuanto se podía alcanzar en
la vida.
¡ Cuanta vanidad en tan poca alma¡ ¡ Cuanto error en tan poca creencia¡ ¡ Que
oscuro el silencio de la oscuridad¡ ¡ Que distancia la de la soledad¡. Sumido en una isla, no
divisaba el mar, ni las olas, ni las orillas, ni las cúpulas de los robles, ni los gritos de las noches,
ni los clamores del silencio, ni las alargadas siluetas de los amaneceres. Sumido, en la sumisión
de la perfidia, no había melancolía en tanto dolor, ni colmaba de dolor la melancolía. Confusión,
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en el signo de la confusión, al tratar de complementar la felonía con la virtud del amor. Perdido,
en mi pérdida, regaba el campo con el agua de la mentira. Dejaba pasar el tiempo sin encontrar
el camino del viento, ni la sumisión al cielo, ni el convencimiento de la vanidad de la sabiduría.
No sabía que no sabía y confundía saber con ignorancia, fe con necedad y engaño con verdad.
Y el fiasco de la noche llegó, en un furor de vendaval, y acogido al resguardo de tanta
presunción, no dispuse el alma para almacenar la verdadera pasión : amar y sentir amor.

Jin.- Somos, en el que es, existimos, en el que existe, y en el que tiene, tenemos.
Todo nos viene, del que todo lo tiene y contiene el todo. En el todo, no hay partes. Somos aire y
viento, vendaval y tormenta, río, mar, lago, continente, espacio, infinito, inmensidad, luna, sol,
estrella, fruto, árbol, tierra, animal, ave, insecto, pez, agua, semilla, grano, espiga. Cuanto
queremos ser, somos en el que es Y llenos del que es, somos . Existimos sin que las ilusiones
nos impidan ser en la existencia. Si queremos ser ave, somos ave, si tierra, tierra, si árbol, árbol,
si aire, aire, si viento, viento, si estrella, estrella, si infinito, infinito, si espacio, espacio, si ola,
ola, si mar, mar, si río, río. En el todo de la existencia, somos, al ser en el todo. Vivimos con la
vida del que vive y en el que vive. Donde no hay muerte, ni sombra, ni nada que impida al ser
que es, vivir y gozar de cuanta creación, en su creación convive . Podemos ser rama y hoja,
bosque y encina . Nube y vendaval, tornado y rayo, agua y siembra, segador y sembrado. Nada
impide al todo, dentro del todo, que la vida viva en el que vive, y todo lo comprende y todo lo
encierra. El todo, es una precisión de existencia, luz, amor, fe, congruencia. No hay sueños,
porque los sueños son la vida y la vida es soñar, y sin soñar, tenemos lo que soñamos. No es
necesario tener ilusiones, porque cualquier ilusión es, en nosotros, al estar en nosotros la ilusión
que pueda ser. Si navegar, navegamos, si correr, corremos, si saltar, saltamos, si ser corriente y
manantial, somos manantial y corriente, si remolino, remolino, si bosque, bosque. La vida, vive
con cuanto el Señor ha creado, en todo lo creado y por crear. Dios es la vida, y en la vida de
Dios, no hay límites, ni fronteras, ni alturas, ni profundidades, ni grosores, ni sombras, ni
oscuridad. Todo es, en el todo de Dios. Y en Dios, el todo es, para los que son en Dios. Todo y
parte, de la parte del todo, en el todo de cada parte.
La inmensidad de Dios, está en la inmensidad de todos y cada uno de los que
están en Dios. Dios es inmenso, e inmenso el que está en Dios. La vida eterna en la vida eterna
de Dios, no es una concepción limitada al cuerpo, a la materia al grosor de las piernas o el
alcance de los pies o a los vestigios de la mirada o la largura de las fronteras o los avatares de la
luz. Es Espíritu. Todos juntos formamos y conformamos el Espíritu de Dios. Dios es la unidad
de todos, todas las presencias, todo cuanto vive en la vida, todo cuanto es, todo cuanto existe. En
Dios se forma una conjunción de lo creado, lo por crear, lo que existe, lo que tiene que existir, lo
que existirá, lo que ha venido, lo que es y lo que tiene que venir. Dios, sin acepción de nombre,
forma y conforma cuanto es. Y es, en lo que es. Y en lo que es, existe. Y cuanto existe y es, es
y existe en El.
La presencia del Señor, diferencia al que está o no está presente en El. Al que
está o no está presente en su presencia. Vive, el que vive de su vida.

Neon.- Nado, en la nada de la nada, porque nada tengo, nada soy y nada puedo
ser. Nada tengo y nada puedo tener. No tengo vida, ni existencia, ni existo, ni soy, ni seré, ni
puedo ser. Elegí la materia, y soy materia. Y la materia era apariencia, falsedad, engaño. No
existe la materia, ni vi que no existía. Me confundí al apreciar lo que no tenía vida y quise vivir,
con vida, en una vida carente de vida. Viento y humo, vanidad y polvo. Me abandonó el espíritu
y ahora no puedo pensar, ni sentir, ni amar, ni correr, ni esperar, ni confiar, ni halagar. Solo los
recuerdos conviven en mí, para convertir la materia, en la falsedad con la que falseé la materia.
Garfios, en la oscuridad profunda, amalgaman las sombras que se ocultan. No veo, ni oigo, ni
escucho, ni siento, ni palpito, ni sueño, ni hay ilusiones, ni esperanzas. Solo recuerdos, de los
hechos, que vacían el vacío del que me rodeé al vivir. Solo vacío, en las púas de los tiempos,
para vaciar los tiempos de las púas de los recuerdos. Y el gusano que roe cuanto hice, por no
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hacer lo que tenía que haber hecho. Sin evitar, que cuanto mas profunda sea la nada, más roe la
nada que me abruma.
El mundo, es una unidad de mundos que se acoplan. Cada uno aporta el suyo y
se relaciona con los demás, para conformar una equivalencia de actuaciones que se interfieren en
una actuación conjunta. Se conforma un mundo nuevo, que adquiere consistencia, para cuantos
vengan a confrontarse a través de nuevos mundos. Variación del espacio, en el espacio, sin que
nada altere la esencia de la separación, que separa cada ser de cada mundo y cada mundo de cada
ser. Diferentes, en la diferencia, somos iguales en lo diverso y conformamos una unidad,
divergente, en la convergencia de lo distinto. Y todo continúa, sin que se pueda alterar la unidad
de lo único. ¿ Cómo pude encerrarme en la espeluznante visión de no ver? ¿ Cómo pude
equivocarme después de tanto mirar? ¿ Cómo desenvolverme en la iniquidad de unas acciones,
que se continuaban en las acciones de un nuevo mundo?. Rompí la equidad y restregué mi
postura con la postura del amor. No amé, ni quise amar. Me amé, en la inconsistencia de un
amor que solo se amaba. Roto, en las fronteras de cuanto la mente alcanzaba, encerré en la
cárcel la conciencia y primé la preeminencia de lo insalubre e insano. Quise subvenir el tiempo y
reconvertir el mundo, para que se asumiera en la conformidad de mi pensamiento. No vi el
tiempo, ni el aire, ni el viento, ni el cielo, ni los rayos, ni las tormentas, ni los ríos, ni los árboles,
ni la causalidad de las horas, ni los segundos del cuerpo.
Amasado en una masa, soy una masa de cuerpo. Encendido, por dentro y por
fuera, sin fuego ardo. Y arde la materia en una incandescencia constante. Miedo y terror, cortan
a tijeretazos profundos los instantes. No veo, ni puedo ver. No oigo, ni puedo oír. No toco, ni
puedo tocar. Abismado en el abismo, no se a que distancia está profundo ni que profunda es la
distancia que me separa del abismo. Los recuerdos avivan el miedo y hacen que los hechos
corten en pedazos la mente de los pensamientos que soldaron los sentidos a la carne. No vivo,
porque no tengo vida. No hay espíritu en mí, ni tengo espíritu . Masa amorfa, en una amorfa
consistencia. No hay ni piedad, ni bondad, ni altruismo, ni justicia, ni misericordia, ni perdón, ni
gracia, ni clemencia, ni caridad, ni perdón, ni compasión, ni humanidad, ni generosidad, ni
desprendimiento, ni liberalidad, ni comprensión, ni ecuanimidad, ni imparcialidad, ni equidad, ni
entereza, ni firmeza, ni rectitud, ni probidad, ni indulgencia, ni caridad, ni tolerancia, ni
benignidad, ni gentileza, ni gallardía, ni desinterés, ni magnanimidad, ni nobleza, ni
prodigalidad, ni lástima, ni sensibilidad, ni ternura, ni amor, ni esplendidez, ni munificencia, ni
rumbo, ni magnificencia. Ni aire, ni viento, ni sol, ni gris, ni tormenta, ni nubes, ni ilusión, ni
esperanza, ni sueños. Nadie entrará para sacarme. Nadie vendrá a aliviarme, darme fortaleza o
conformarme en tanto dolor. Yo, que tuve regimientos de hombres para seguirme a una sola
voz. Yo, que vencía a cuantos se opusieron a cuanto dispuse. Yo que convertí la tierra en llamas
y encendí con las llamas el fuego de las ciudades. Yo, que maté a cuantos quise y como quise.
Yo, que era invencible e indestructible. Yo, que me aferré a la vida y la distorsioné con el
campo, con las tierras, con los mares, con los lagos. Yo, que dispuse como los continentes
tenían que desarreglarse, para arreglarse en la mente de mis ilusiones. Yo, que almacené
almacenes de granos y aguas, campos y tierras, sembrados y lagunas, manantiales y salinas. Yo,
que cabalgué a lomos de gigantes para dominar a los enanos. Yo, que hice enanos, a los gigantes.
Yo, que lastimé la fiereza de los fieros y destruí la fortaleza de los fuertes. Yo, que enganché
hombres y hombres a los remos de las galeras. Yo, que hice y deshice cárceles y rampas, por las
rampas de la cárceles. Yo, que tuve a mis pies los pies que caminaban y las mentes de los que
pensaban. Yo, que fui la fortaleza del fuerte y la vida del viviente. Yo, que lamía la oscuridad
con el temblor de las corazas. Yo, que alimenté las sombras de la noche en la oscuridad de los
jinetes. Yo, que tronaba los espacios y todos se cubrían de miedo al oír mi nombre. Yo, que fui el
principio de dinastías, el origen de reyes, caudillo de caudillos. Yo, que cubrí los montes de
castillos. Heme aquí suplicante y suplicando. Solo y solitario.

Jin.- Se llenará de inmensidad lo inmenso y el espacio de espacio. ¿ Qué puedo


desear, si cuanto desee, al ser, el deseo deja de ser deseo?. ¿ Qué ilusión puedo esperar, si la
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espera de ilusión no existe, al alcanzar toda ilusión?. No se precisan ilusiones, ni sueños, ni
deseos, ni esperanzas, ni anhelos. En Dios, es todo lo que es y todos los sueños son sueños en
Dios. Todo es ilusión en la ilusión del Señor y cuanto anhele, es anhelo, en el anhelo de Dios. El
amor crece, crece el amor, haciendo que todo, en el todo, del todo, se transforme en amor, y el
amor, convierta el espíritu en expansión, alcance espacios sin límites o límites sin espacio o
alturas sin fondo o fondo sin alturas. Inmensidades inmensas en las inmensas inmensidades.
Infinita y eterna, la vida es eterna e infinita. Todo vida, en la vida que es Dios. Amor y fe.
Gloria y gracia.
. No hay dolor, ni gangrena, ni falsedad, ni pecado, ni mentira, ni envidia, ni
ambición, ni malicia, ni mezquindad, ni sombra u oscuridad. No hay muerte, ni enfermedad, ni
pesares, ni defunción, ni tránsito, ni partida, ni expiración, ni tránsito, ni acabamiento, ni
malestar, ni padecimiento, ni molestia, ni dolencia, ni achaque, ni vejez, ni juventud, ni infancia,
ni arrugas, ni cáncer, pesadumbres, angustias, abatimientos, desconsuelos, tormentos, congojas,
fallecimiento, fastidio, incomodidad, molestia, rechazo, tedio, embarazo, estrechez, disgusto,
preocupación, inquietud, desazón, tortura, aflicción, malestar, sufrimiento, debilidad, cansancio,
extenuación. Si quiero ser viento, soy viento, si aire, aire, si nube, nube. Todo lo creado, está en
Dios. Y lo que está en Dios, está en nosotros, sus hijos. Hijos de Dios, para tener todo lo que
Dios tiene. Dios pone a disposición de nuestro espíritu lo que ha creado y lo que creará. Y en
nuestro amor, producto de su amor, todo vive en el amor. Todo es vida en una vida llena de
amor. Todo se cuida, con amor que cuida, cuanto es, en el que es. Todo es presencia y gracia,
esplendor y gloria. Todo se alza, al estar todo en nosotros y nosotros en Dios. Todo es, en el ser
que es, al ser el ser, en el ser de Dios. Vida, existencia, creación, esencia, inmensidad, infinito,
eternidad, eterno, perenne, inmutable, inmortal, perpetuo, extenso, enorme, dilatado, impasible,
inalterable, impertérrito, imperturbable, estoico, imperecedero, permanente, indestructible,
impávido.
Sin temores que amenacen el temor o se atropellen en la mente para acrecentar
los vientos de las ideas o las razones. Todo, es el todo de Dios. El todo que en Dios se encierra.
No hay muerte, ni pasiones, ni quejas, ni se insinúan los deseos al atravesar los eventos de las
ilusiones. Todo es, en el todo, un todo invariable. Vida, en una vida constante . Amor creciente
en una felicidad creciente. Todo en los alvéolos del perfume de una flor o las esperanzas sin
necesidad de esperas. O sueños, sin necesidad de sueños. Sin temor, al temor a la muerte. Sin
pasiones. Sin que la arbitrariedad cubra el axioma del espíritu. Todo, en la vida de la vida, del
que es, y en el que es la vida que vive, sin que la muerte aceche, ni el enemigo, ni las fronteras
del mundo, ni el mundo. Todo es vivencia, resplandor, luz.
Espacio que se abre al cielo. Cielo abierto al espacio. Viento, en el interior del
viento, con el espíritu en su vientre. Brillo de luz, en la luz que prende el brillo. Sin distancias,
en la enormidad distante. Volar, sin volar. Ser, sin dejar de ser. Cúspide, montaña, altura,
hermano, hijo, amor.
¿ Qué has venido a atestiguar, tú, que has venido? ¿Como aliviar la inquietud, de
una inquietud, cubierta de miedo? ¿ Cómo alterar la elección, de quien en su libertad, ha
elegido?. Fases, de una misma fase, en dos fases distintas : muerte y vida. Dios nos ha hecho
libres, libres para discernir, libres para elegir, libres para pensar, dominar las pasiones, llorar,
reír, convertir la mente en pensamiento, el pensamiento en ideas, las ideas en hechos, los hechos
en acontecimientos y el acontecimiento en consecuencias. Libres de adoptar caminos y senderos
por los senderos del amor, la piedad, la humildad, elegir el dolor, la avaricia, el perdón, la
misericordia, la soberbia, la ambición, la justicia, la bondad, la inclemencia, la sensación de
poder, la ambigüedad del placer, la agonía del temor, el miedo, la misericordia. Libres, para
caminar, andar, ir, venir, pasear, correr, saltar, ver, tocar, cuidar, amar, romper, destruir. Libres,
para seguir las alpinas sendas de la mente, las supinas ocurrencias de la razón. Libres, para amar
o no amar, tener o no tener fe. Libres, para sentirnos libres en un mundo que Dios nos entrega
para cuidar. Y en esa libertad, libres para robar, devolver, entregar, contaminar, conseguir,
alcanzar, destruir, almacenar o distribuir. Libres, para romper las marismas de los vientos,
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alcanzar las sombras de las noches, hundir las inclemencias de las tormentas, subir por los
aledaños de la bondad. Libres, para sentir como se alzan las nubes, se apiadan las rosas del
perfume, se apropian las aguas del mar. Libres, para seguir el rumbo de la aquiescencia del
amor, de la humildad y tener fe, para con el amor, amar, dar, entregar, mantener, conservar y
abrazar los caminos del Señor. Libres de ser, en el ser, y sentir, en el que existe. Libres, antes de
morir, antes de que la muerte acuda, antes de que se soliviante el suceder y antes de que
acontezca lo que tiene que acontecer.
En vida, antes de morir, Dios, en su infinito amor, nos da un segundo de muerte,
un segundo de vida. Detiene a la muerte, en vida, un segundo. Segundo en elección de vida antes
de morir. Segundo de muerte, antes de la vida. La vida en un segundo. Todo lo acontecido, lo
hecho, lo omitido, lo ocurrido, lo pensado, las consecuencias. Viento, derrumbando las sombras,
al convertir el pasado en presente; presente de conformidad con el pasado. Corazón abierto a las
obras, los hechos que ocurrieron, como ocurrieron, como se pensaron, como se desarrollaron,
donde, en que lugar, en que hora, en que instante, que consecuencias ocasionaron. Todo en un
segundo. El ayer, convertido en un segundo. La infancia, la juventud, la madurez, la vejez. Un
paseo por la mente y las ideas, los recuerdos, que sin recordarse, viven. Todo en el todo, sin
dejar en el tintero ni las sombras, ni las dudas, ni las aquiescencias de las vacilaciones, ni las
disputas, ni los inconvenientes, ni los acuerdos. Todo el acontecer inmerso en los
acontecimientos que ocurrieron o se omitieron. La vida pasa, en el trasvase de un segundo.
Fuentes, abiertas a los ríos, canales, compuertas, sombras del amanecer, la aurora, el
anochecer, la tormenta, el viento, el tornado, la tempestad, la lluvia.. Todo viene a nosotros en un
segundo. Un segundo, para vivir todo lo vivido. Todo lo vivido nos viene en fárragos de viento,
en escapes de olas, en tormentas de visiones. Todo se aprisiona en el corazón, en la sangre, en el
competir por las ideas. Todo inmerso en un segundo. Y en ese segundo, debemos elegir.
Arrepentirnos, amar y tener fe o seguir por los caminos por los que hemos atravesado el mundo,
y amarrarnos al mundo por el que hemos transitado, amado, vivido. Un segundo que Dios abre
al alma, para que el alma, libre, elija, se arrepienta o no se arrepienta. Ame o no ame . Encuentre
o no encuentre. Un segundo de muerte, antes de morir. Un segundo de vida, antes de vivir.
Muerte o vida. Vida o muerte. Las sombras de la luz, en la luz de las sombras. Inquietud o fe.

Neon.- En la nada, existente en la nada, no soy nada. Nada tengo, nada soy, nada
puedo alcanzar o lograr. Elegí la muerte y estoy en la muerte. Elegí la materia, el mundo y al no
existir ni materia ni mundo, sometido estoy a la nada. A la inexistencia, en una existencia sin
nada. Negro abismo en lo profundo de lo negro. Ni oigo, ni escucho, ni camino, ni ando, ni
vuelo, ni veo, ni sé como soy, ni como estoy, ni por donde, sin pisar, no piso. No hay suelo bajo
mis pies y no tengo pies, ni fondo, ni espíritu. Las almas centrifugan la materia con la que me
visto y no me visto en la materia, ya que no hay materia en el fuego. Soy, en el fuego, fuego, en
la llama, llama, en el terror, terror, en el miedo, miedo. Me contemplo en la nada de la nada y
nada puedo contemplar en la nada. Sumergido en las llamas, ardo sin sumergirme en el fuego.
Inmerso en el fuego, no tengo llamas. Miedo que corroe la nada que me envuelve y no
encuentro nada en lo que apoyarme para evitar el miedo que me muerde. Pavor que se enciende
en las ramas de un pavor inmenso sin divisar como el pavor me atenaza en un pavor que me
arrastra. Terror profundo de un profundo terror que me sujeta al terror sin nada que evite el
terror que me aferra. Sumergido, en fondo sin fondo, la inmersión en la nada hace de la nada el
temor y el terror, el miedo, el pavor, el pánico, el espanto, el susto, la consternación, el
sobresalto, la alarma, el recelo, la aprensión, el descuido, la desconfianza, la sospecha, la duda, la
turbación, el desasosiego, la ignominia, la desnutrición, el incendio, el reconcomio, la
prevención, las espinas, la desorientación, la consternación, el desaliento, el agotamiento, la
ofuscación, la infamia, el deshonor, la ansiedad, la zozobra, el malestar, la tribulación, el
desvelo, la preocupación, la postración, el abatimiento, el decaimiento, la desmoralización, el
cansancio, la consternación, el nerviosismo, la angustia, el tormento, el tedio, el fastidio, el ansia,

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la inquietud, la extenuación, la postración, la obcecación, la locura, la ceguera, la opresión, la
degradación, el oprobio, la afrenta.
Roen los hechos, en la conciencia de los hechos Y los recuerdos acuden para
postración de tanto abatimiento y tanta aberración. Roe, sin dejar de roer, el roer en la
conciencia. Las frases, olores, vientos, calumnias, requerimientos, angustias, dolor, la vida
pasada, el transcurrir que transcurre por el transcurso de una vida. Los días que se fueron y que
vuelven inmersos en los días. Hechos y hechos, omisiones y omisiones, consecuencias y
consecuencias. Alarmas de recuerdos, en los alarmados recuerdos que roen la conciencia.
Nada calma la sed que devora el tormento. Nada se desvía de su meta, en un
arrebato inútil, de paralización en el tiempo. Nada que merme la inseguridad del dolor, que se
duele en el temor de tanto arrepentimiento, tanto pavor, tanto terror y tanto miedo.
Consternación en un silencio de gritos. Absurdos cráteres, que abren el cuerpo en trozos de
sílice, que despedazan el fuego. Oscuridad, sin que las llamas alumbren. Sin posar, el reposo, en
el reposo de los pies. Sin pies, para reposar. Repasando, los recuerdos, en unos recuerdos que
pasan, repasándonos en sus recuerdos. Una y otra vez, otra vez, otra, otra y otra. Ideas, razones
momentos, segundos, instantes, aires, soles, olas, brumas, playas, dichos, conversaciones,
murmullos, murmuraciones, alegrías, olores, lamentos, dolores, ambiciones, avaricia, lujuria, ira,
pasión, deseo, placer. Desde el nacer, hasta el morir. Desde el morir, hasta la muerte.
Nada detiene la nada. Nada se detiene en la nada. No hay ayer, que atraviese las
profundidades oscuras de los abismos. No vuelve a ser, el ayer, un reciclaje en el tiempo, para
devolver el tiempo y volver a renacer, para nacer nuevamente. Despojado, en los despojos, me
despojan, en la nada eterna, de lo que tuve al vivir. Por no renunciar, no tengo. Por un segundo
de apariencia, una eternidad de muerte. Pude ser, y no soy. Pude existir, y no existo. Pude vivir,
y no vivo. La nada, es un clamor inmenso, que me clava en la nada. Palabras y palabras, ideas e
ideas, razones y razones, pasaron. Y vuelven, en los recuerdos, a pasar por los pasos que
pasaron. Y me angustia, en la angustia, con el dolor que roe los recuerdos, en la conciencia. La
desviación de las sombras, las locuras de las noches, los cimientos de poderes angustiados en la
sensación firme del cemento. Ruinas, de pozos en ruinas, con las omisiones de los hechos.
Jardines, llenos de flores pisoteados. Montes, devastados por el paso de gigantes armados, para
devastar los montes. Seda y brocal. Manjares en cubiertos de plata. Almacenes llenos de grano.
Pedrerías de lujo, engastadas en los tabloides de las mangas. Basamentos de peldaños de
mármol.
Fui, y porque fui, no soy. Engañado, me engañé y persistí en el engaño. Aventar
las riquezas en los escondites del tiempo. Amasar poder en la levadura de los acontecimientos.
Pisar, las sombras de la noche, para enderezar la luz. Sostuve en mis manos el cetro de la gloria,
como algo importante, como si en el mundo existiera gloria. Como si se pudiera alcanzar, con el
pavoneo de los dedos, los cielos de las tormentas. Tuve, en mis manos, la mentira falaz del
engaño, y me convertí en engaño falaz de la mentira . Tuve tiempo, para salir y entrar en las
disposiciones de la vida, y lograr, el momento de vivir, para llegar a la vida. No pensé, ni
medité. Tuve, por tener, la banda de la locura, en la mente. Y en la mente, con la locura, dejé
que las ideas se envolvieran en la carne de los sentidos, y sintieran, con los sentidos, la ambición
de la carne. La exención de las travesuras de las ideas. Dejé, en las puertas de los castillos, las
hogueras del fuego encendidas, para que encendieran el frío, al nacer la primavera. ¡Cuanto
error en un segundo¡. Tiempo perdido en el transcurrir del tiempo. Sin vida, gasté la vida en
morir. Por morir, viví la vida. Vivía para morir, y muerto, no hay vida, al morir por vivir.

Jin.- Las noches, se olvidaron en el olvido. Pasaron por la vida, como la vida
pasa por las noches. En el tiempo, de un tiempo, que se ha ido. En la vida, donde Dios vive y
donde, con Dios, vivimos en su presencia, sin ayer, ni recuerdos. Todo es, como era, y es, como
en su creación, fue creado. Todo vive, en una existencia, que existe en Dios. Todo, en Dios, vive.
Dios es la vida, el camino, la fe, el amor, la gloria, la gracia, la misericordia, la clemencia, el
perdón. Insepultas las sepulturas, no hay muertos en los sepulcros. No hay polvo de carne, ni
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materia en la carne de los sentidos, ni mentes que se revuelvan contra la sangre. Es la vida, que
vive, en todos los momentos de cuanto es y existe. La vida que se cierne en el infinito, bajo los
espacios inmensos, en las nubes de los cielos, en los cielos con nubes, en el mar, en el río, en la
inmensidad inmensa del universo. En la gloria de Dios. Siervo del Señor, soy hijo de mi Señor,
a su servicio. Carabelas de vientos, en la proa de la existencia, al estar en presencia del Señor y
vivir en su presencia. Ser parte, en la unidad de una vida, que vive en la unidad del infinito. En la
creación, que se recrea en todo lo creado, y se envuelve en lo creado, para modelar el tiempo en
los años y ver y admirar como todo se convierte en inicio y continuidad, en principio y
terminación, en comienzo y culminación. Años sin tiempo, en los tiempos sin años, en la esfera
de una existencia que se renueva, y vuelve a ser existencia y vida, y vuelve a la vida de la
existencia, para existir. El árbol que se cortó, vuelve a ser árbol. Vuelven las especies, a ser
especies, a recorrer, un camino recorrido, que se vuelve a recorrer. Lagos, que eran montes.
Montes, que eran lagos. Mares y espacios, en el agua de los mares, sin espacio en los espacios de
los mares. Todo, en el todo de un Dios que posee el todo, y todo lo conserva en su existencia, al
abarcar el todo, antes, durante y después de ser creado. Vuelven los días, a ser días, y los
tiempos, a rondar los tiempos. Campos y campos, animales y plantas, aves y peces, aguas y
tierra. Todo cubierto, en la cobertura de una existencia que existió, y existe, al volver a existir
en su existencia.
Libres de pensar, maduramos en el amor, para pensar libres. Y al amar,
encontrar en el amor la fe. Parpadeo de una locura de vida que transita por un mundo de materia.
Cosas y cosas, enfundadas en la inexperiencia de algo que viene con nosotros a vivir y con
nosotros se pierde al morir. Todo lo que vemos, ansiamos o trasladamos a la mente, es la
vestimenta de un mundo, que nace cuando nacemos y vive mientras vivimos. Amar a quien nos
da la vida. Amar al Creador de cuanto es y existe. Amor, para amar la vida, de quien es la vida y
nos ama. No amar lo que transportamos con la ficción de la mente en los sentidos, con los
augurios del placer en las pasiones, con las pasiones envueltas en los rumores de los sentidos,
con la lascivia de la lujuria, la prontitud del placer, en el deseo, al desear en el deseo, el placer.
La noche se va con el día y al llegar el día, las sombras se pierden en la luz. Venimos, a vivir un
segundo de tiempo, para en un segundo, irnos. Nuestra vida se compone de un mundo que
arrastramos con el cuerpo y al irse el cuerpo, se va, con el cuerpo, el mundo. Unificamos
nuestra unidad, de lo que vemos, en la unidad de los que, al igual que nosotros, ven lo que ven, y
unimos las visiones en un mundo falaz y aparente. El viento se desnuda y no vemos como se
desnuda el viento. Ni como el aire se comprime en la espesura de los bosques. O como el
silencio se resquebraja en los muros de las voces. Hechos de carne, no somos carne. Ni tenemos
carne para llenar el mundo. La muerte nos abre el ser, al ser que dio la vida, a los seres que
viven Y es, en el ser que vive, donde se encuentra la existencia. Donde seremos, al ser, y donde
al ser, entraremos en el ser que existe. Y en esa existencia, existiremos. Eso es la vida. No la
materia, ni la sangre, ni el cuerpo, ni las palabras, ni los deseos. Solo amor y fe. Solo encuentros
con Dios, en la creación de Dios. En la inmensidad del espacio. En el inmenso infinito. En la
vida, que nace al morir, y vive después de la muerte.
Todos elegimos en libertad. Cree, el que quiere creer. Llenos de amor, nacemos
del amor y estamos hechos de amor. Del amor, nace la fe; de la fe, la creencia; de la creencia, la
verdad. Libres son los espacios. Libres los vientos, la lluvia, las tormentas, los tornados, los
árboles, los pájaros, la noche, el día, el mar, las olas, la arena, el sol, la luna, las estrellas. Todos
alaban a Dios por su creación. Nosotros disponemos, además, de la facultad de decidir, elegir,
optar, preferir, escoger, seleccionar, solventar, disponer, concluir, resolver, satisfacer, remediar,
desvanecer. No cambiaremos los fundamentos del nacer y del morir, pero irradiaremos en el
viento los hechos, las omisiones, las ideas, las conclusiones, los pensamientos, el saber, la
necedad, el poder, la amistad, la humildad, la clemencia. Y ajustaremos las consecuencias a los
hechos, en el debatir de los hechos antes de producirse. La conciencia, esclarece las ventajas o
los inconvenientes, lo correcto o lo incorrecto, lo adecuado o inconveniente. La conciencia

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inserta las leyes que rigen la vida de los hechos; los hechos acarrean las evoluciones del espíritu.
Y en el espíritu, rendiremos cuentas, a cuenta de las acciones.

Neon.- Los recuerdos se olvidan. Pero no se olvidan, los olvidos, de los


recuerdos. Estaciones diversas en la diversidad del año. Al pasar los años, en la igualdad de los
años, son iguales las estaciones. En la nada, nada se olvida. No existe la gratitud de lo ingrato, ni
la ingratitud de lo grato. Viene el olvido a sumar los recuerdos a la mente, en la disposición de lo
que hicimos y como lo hicimos. En la maldad de los pensamientos, en los recuerdos masajeados
por las ideas. Sin amor, se mantuvieron las ideas en las leyes, menospreciando el valor de las
leyes en las ideas. Nada queda que pueda ser olvidado. Recuerdos y recuerdos, hechos y hechos,
en los hechos y en las omisiones. Roen la conciencia y cuanto más roen, mayores son los
recuerdos que no se olvidan y con mayor entidad se repiten los recuerdos. La vida se enzarza en
repeticiones constantes de lo fácil que era vivirla, la pasión del gozo en las pasiones del placer,
los días venturados de tanto tener. Avariciar, y acariciar con la avaricia, la ambición. La
perfidia de la mente, en la envidia, que roía las noches con las sombras asomadas a los días. Al
amanecer, se perfilaba el acontecer de la dicha. No hay olvido, en el olvido, ni recuerdo, que no
se recuerde. Atraviesan las cornisas de la mente y aceleran los dolores del fuego, el incendio de
las llamas, la carencia de suelo, la masa amorfa que corre sin correr y vuela sin volar, en busca
de apoyo y sostén. Garfios en la oscuridad del miedo, con el terror como base. Pavor y susto, la
desazón de la carne, sin carne, la embriaguez del dolor en un dolor constante y el recuerdo que
no se olvida, y no hay olvido en el recuerdo. Nada recuerda al olvido Nada olvida el recuerdo.
Al no ser, donde estoy, se acelera el dolor si clarifico el sol. El fuego arde con
mayor intensidad si capto la luz del sol o embriago el ayer de las mañanas, al amanecer o el
atardecer de las tardes. Cuando los montes dormían y la hierba crecía, para que los pies besaran
las sombras de los árboles. La mirada perdida en el horizonte, y el horizonte bañado con los
azules celestes de un cielo celeste. Marismas, toboganes de agua en las cataratas de nieve,
manantiales de aire y brisa. Brumas, en las nieblas que cortaban los cañaverales. Trigo granando
en la espiga. Espigas abrochando sus cabezales con el viento. Hojas, de pelaje diverso, en ramas
prendidas sobre las cabezas del aire. No olvido el recuerdo y no recuerdo como olvidar en el
olvido. Nada puede alterar lo que no veo. No veo donde me encuentro, ni hay luz, ni horizonte,
ni perfiles, ni sombras, ni noches, solo oscuridad. Y miedo. Solo terror y dolor. Solo angustia y
desazón. No puedo oler las flores que olía, ni cruzar los ríos que cruzaba, ni ascender por los
valles, ni arrancar, en las laderas, las amapolas. Perdido, en la miseria de no haber vivido, no he
encontrado la vida, y muero, en la muerte de no vivir, por haber vivido.

Jin.- La vida pasada, pasó. Todo ha quedado sin recuerdos, en el olvido. Todo
olvidado, sin recuerdos. ¿ Para qué ver los montes, si veo los montes sin mirar? ¿Para que oler
las flores, si huelo las flores en el viento?. La vida, donde vivo, es infinitamente superior a la que
en su momento viví ¿ Por qué evocar, si lo que hay, supera a lo que había ? ¿ Qué monte, puede
ensoñar la mirada, si soy monte y mirada?. Si puedo estar en el valle, ¿ Por qué recordar el
valle?. Soy viento y aire ¿Cómo recordar la respiración, al susurrar en el susurro de la noche?.
Soy susurro y respiración, aire y vuelo, viento, y en el viento voy por los montes, los valles, los
huracanes, los vendavales, los ciclones, los tifones, las tormentas, el agua, la nieve, la tempestad
y la niebla. ¿Por qué sumirme en algo inferior si en lo superior me valgo?. Todo se olvida en los
recuerdos, al dejar los recuerdos en el olvido. Me olvido de que recordaba y en los recuerdos, no
recuerdo, porque olvido.
Espacios inmensos. En el espacio navego, como espacio que soy. El espíritu es,
lo que es, en Dios. Dios es todo. Todo vive en la vida de Dios. Todo vuelve a ser como era y
todo se vuelve a sembrar en la vista de la mirada, al mirar las flores, oler el perfume, los granos
de trigo, las espigas. El monte, vuelve a ser monte, con sus bosques, felinos, aves, serpientes,
culebras, grillos, insectos, lagos, lagunas, ranas, avisperos, enjambres. Todo en Dios, al ser
Dios en todo y nosotros en el todo de Dios. La vida, la luz, la alegría, la sensibilidad, la ternura,
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la comprensión, el sentimiento, el afecto, la simpatía, el apego, la afección, la devoción, el
agrado, el cariño, el amor, el consuelo, la bondad, la clemencia, la adhesión, el afecto, el alivio,
la consolación, el lenitivo, el aprecio, la simpatía, el fervor, el recogimiento, el celo, la
contemplación, el misticismo, la fe.

Neon.- En la nada, no hay vida. No existe, la existencia. Ni hay mundo, ni


materia, ni suelo, ni fondo, ni paredes, ni cuartos, ni encierros, ni celdas, ni abismos, ni
quimeras, ni oportunidades, ni albergues. Oscuridad oscura, en un silencio de gritos, donde los
gritos se oyen, sin que se oigan los gritos de los que gritan. Oímos sin oír, al no tener oído. No
percibimos, al no ser capaces de percibir. No olvidamos, al roer los recuerdos la conciencia de
los hechos, las omisiones, las ideas y las consecuencias. La muerte está llena de dolor, fuego,
llama, sufrimiento, amargura, angustia, congoja, ahogo, desconsuelo, ansiedad, pesadumbre,
consternación, despedazamiento, sección, corte, destrozo, disección, división, mutilación,
amputación, agobio. Sin esperanzas, sin luz, sin montes, sin ríos, sin días, sin años, sin caminos,
sin ver, sin oír, sin tocar. Nada, fuera del dolor. Nada, fuera de las semblanzas del ayer, para
evocar el ayer en el dolor. Y con el dolor, evocar la carencia del ayer. Y la carencia del hoy. Y la
carencia de futuro en una eternidad interminable.

Jin.- El que vivió para vivir, la muerte le segó la vida. El que vivió para morir, la
muerte le hizo nacer a la vida. El que tuvo, no tiene. El que ambicionó, su ambición le perdió.
¿Que demuestras, tu, a quien han mandado venir?

Neon.- Que la nada existe, aunque no hay existencia en la nada, sino dolor y
agonía, sufrimiento, angustia, amargura, desconsuelo, tribulación, inquietud, ansia, ahogo,
pesadumbre, consternación, miedo, terror, aprensión, desconfianza, recelo, pánico, pavor,
espanto, susto, sobresalto, consternación.
Eternamente oscuro, eternamente en un infinito negro. Donde no hay olvido.
Donde se cuecen las secuencias de los hechos, para roer los hechos en la conciencia. No vivas
del amor. Vive en el amor.

Fin del primer acto

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Acto segundo

Ura.- No comprendo vuestra presencia en mi vida, ni comprendo mi vida con


vuestra presencia. No se alteran los días, ni cambian las noches, ni escapan los montes ni los
valles se anuncian en las nubes. El curso sigue en los tiempos y los tiempos siguen su curso, se
suceden en conformidad con los hechos que me acontecen. No puedo cambiar, ni alterar cuanto
es y cuanto soy. No puedo diferir el despertarme, el sentir, el trabajar, el salir a la calle, el
discurrir, el hablar, el exponer las ideas, consentir en los deseos, el desear, el esperar, el tener, el
luchar. No puedo abstenerme de vivir, de respirar el aire, levantarme al amanecer y al
anochecer, acostarme. La vida sigue imperiosa, por su camino, sin que pueda ladear las riberas
de los ríos, los puentes a atravesar, las vallas que sortear, los impedimentos que salvar. Mi
libertad, como todas las libertades, está sujeta a las normas de la sociedad, a las ambigüedades
de las normas, los contenidos de las las leyes, los principios de las reglas, la facultad de legislar
de los gobiernos, los imperios de la ley, la policía, el ejército, la sociedad.
Mi libertad, está clavada, con clavos, a las paredes de mi habitación. Al color
suave de la almendra y al desfiladero de las angustias, cuando miro y leo lo que dice. El tiempo
pasa sin verlo, sin darme cuenta de que el tiempo pasa. Un día y otro, una semana y otra. Un
mes y otro mes. Un año y otro año. Y cuando me miro, para verme, veo las arrugas de una vejez
cruenta, sin fuerzas, dolorida, sin apenas vista, sin oído, sin voz, sin poder, sin algarabía, con
llanto y pesadez, solo y solitario. Retardado en las sombras del anochecer, y cubierto por las
sombras cuando amanece. No encuentro los hábitos de la juventud, el desparpajo de los días en
la felicidad de los deseos. Pasa, en el paso del tiempo, el tiempo, y el tiempo pasa, sin vivir la
vida, antes de que la vida se vaya. Solo resta el imperio de los sueños, el campamento de las
ilusiones, los primores de la esperanza. Las olas se han cubierto de espuma y zozobran. No me
acerco al mar, porque me abrasa el miedo de que me derriben con su fuerza. Se han separado, en
mi ser, la existencia y el ser. Soy, pero no soy, porque no sé quien soy, ni de donde vengo, ni a
donde voy. Encuentro, sin encontrar, la búsqueda de lo que busco, y no busco lo que encuentro,
ni encuentro lo que busco. Perdido en los umbrales del hoy, sometido a los esquejes del ayer,
olvidado en el olvido, sin recuerdos que recordar, sin flores que oler, sin jardines que visitar, sin
montes que atravesar, ni lagos en los que bañarme. Perdido, en las sombras, sin la luz que
alumbra los valles, sin escaparates de flores, sin perfumes, sin que el aire me arrope. Voy en el
viento, examinando con el viento, las nubes, mirando al cielo. Viendo si el cielo me ve.
Esperando y esperando, sin saber lo que espero. No hay vida al vivir, porque al examinar la vida
, al mirar en el tiempo, la vida se ha ido. Se va el tiempo sin sentirlo y al mirarlo, para
entenderlo, no existe. No hay tiempo para vivir. Solo disponemos de esfuerzos en una lucha
constante, en un paseo por los poliedros de las sombras, los escaparates de la luz, la consigna
del silencio, la clarividencia de la soledad, la arbitraria melodía de la horas y el discurrir de las
ramas en el viento.
Sediento de sed, en mi lecho, respiro al anochecer la luz, para que la luz, respire
al amanecer. No sé como me llamo, ni como me llaman los que me llaman, ni la edad que tengo,
ni de donde soy. Descarnado en los huesos, en las espaldas de un espejo me miro, para
contemplarme. La sencillez del rostro, la cariátide de la nariz, la barbilla empalada en los labios.
Ancha frente y mermada mente. Todavía concuerdo con el colegio, cuando los profesores me
envolvían en su saber y me confundían con sus conocimientos. Pamplinas juveniles, en la que
nos desconocemos y empezamos a conocernos, sin encontrar el punto de inicio, para saber como
somos. Nos confunden, para que nos confundamos, no nos dicen lo que somos, y nos llevan por
vericuetos, para mostrarnos lo que debemos ser. Lucha desde el principio. Lucha, sin tregua,
entre los precipicios de unas formas de entender diversas y distintas. Ellos, en ellos, querían que
fuéramos, en su ser, lo que ellos querían ser y no eran. Querían que encendiéramos las hogueras
del fuego que ellos habían pagado. Y no veían, que teníamos que apagar lo que ellos habían
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encendido, para encender lo que habíamos apagado. Era el inicio de la resistencia por el saber,
en un saber que no sabe. Entender, sin entender. Adquirir conocimientos, sin los esfuerzos que
el adquirirlos requiere. Vivíamos, en la vida, para disfrutar con los adoquines de las burbujas
gozosas de la juventud, sin temer a la vejez, ni al tiempo, ni a los años, ni a la enfermedad, ni a
las leyes, ni a la disciplina, ni a los impedimentos, ni a la concavidad de los sueños, ni a los
perfiles de las ilusiones, ni al embrague de la perfidia, ni a la innobleza de los sentimientos.
Mermado de años, en los años que teníamos, buscábamos las sombras, para sentirnos libres, la
soledad para embargarnos de sol, y el sol, para soñar con la libertad. Ser sol y viento, ser aire y
ola. Convertir las olas en vientos, vendavales, montañas, ríos. Los ríos, en sueños, y los sueños,
en ilusiones. Era el acontecer, que no había acontecido, el ocurrir, que no había ocurrido, el
nacer de la esperanza, en una esperanza nacida en la esperanza. El transcurrir de la vida, el
abrazo de la madre, el cariño del padre, la tesitura de los hermanos, la textura de los amigos, la
conformidad de las trampas, la lucha por embestir al toro de la malicia y encontrar como allanar
los senderos. Como ascender por los broches de las esquinas, al hallar las plazas, donde se
bifurcan las caminos.
Dormía con las estrellas, al dormir el silencio. El tiempo, irradiaba en la mirada
las estaciones. La pasión por el roce de una mano. Una noche envuelta en la luna. Estrellas
destapando la silueta de una figura. El sol, mermando el frío, bajo la forma de una nieve
escondida en el trayecto de una despedida. La embriaguez de un soplo. Una cornisa desprendida
dentro del alma. Una frase emboscada en la conciencia. El río se bañaba en el río, y la corriente
seguía a la corriente, por el descampado de los campos. Se bañaban los montes y se dispersaban
lo cañaverales en los sembrados. Espigas y trigo. Grano y espigas. La noche y el día El
acontecer del viento en el ralo amanecer de la desventura y de la ventura del amanecer. Yo, el
que corría perdido en los montes. Yo, el que descendía a las playas para someterme a las rocas.
Yo, el que me asomaba al abismo, para contemplar la claridad de las olas. Yo, el que me
sumergía en el horizonte, para gozar del horizonte en la línea que conformaba con el cielo. Yo,
el que perfilaba las horas. Yo, el que me sumergía en el agua. Yo, el que descansaba en la orilla.
Yo, el que reía de las alocuciones que murmuraban los sentidos. Yo, el que sentía, que mis
sentidos sentían. Yo, el que iba de espacio en espacio, sintiendo el orgullo de andar por el
camino. Yo, el que seguía al viento. Yo, el que me incrustaba en los jardines. Yo, el que relajaba
las noches con los días. Yo, el que amanecía con la aurora. Yo, el que reía con el sol, cuando
anochecía.
Recuerdo, los recuerdos, y me pierdo al recordar. Nada fue, como aconteció y
nada aconteció, como se recuerda. El desgaste de los sentidos. La embriaguez de la ideas. La
catapulta de los sueños. Horas y horas esperando que miraran mis miradas. La piel torcida por
los desengaños. La locura de los desarreglos, en los dolores de una agonía, que la separación nos
aportaba. Horas, en silencio, con un silencio que traspasaba la soledad y hería los sentimientos.
Los celos, que corrían sueltos entre los dedos. Largas esperas, cubriendo la soledad del silencio.
Noches rotas en una armonía sin música. El primer zarpazo del viento. La primera envoltura en
el velo de la seda. La contaminación de las ideas. El yunque, golpeando el hierro de la fortaleza.
El ruido de la noche, cuando amanece la aurora. El clarín de la trompeta. El acuciante desfilar de
las sombras. No era, no, como recuerdo, los recuerdos que recuerdo. Se han sumergido en el
olvido y en el olvido viven, sin la realidad de los hechos. Si no sé como soy, ¿Cómo voy a saber,
como era?. Si mis ideas se deslava lazan ¿Cómo voy a saber como eran las ideas ?. ¿ Qué
pensaba, al pensar, si no sé lo que pienso?. ¿ Que era, lo que era, si lo que era no soy, y no soy
lo que era?. No se puede actuar, después de haber actuado, ni cambiar el acontecer, ni desprender
las piedras del monte si no se desprendieron al desprenderlas.

Neon.- En la nada, todos los recuerdos vuelven intactos, incólumes,


impertérritos. Tal como sucedieron, exactos. No se desprenden las ideas ni los hechos. Vuelven,
para someternos a los antojos de lo que aconteció en el tiempo, para que el tiempo, nos someta
a la tortura del tormento. Para que los recuerdos se formen en un conglomerado de sucesos.
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Nacen, con las ideas que nacieron, las fechas, las palabras, los actos, los acontecimientos, días,
horas, señales, el sol, la forma de las figuras, los vestidos, los trajes, el lugar, las sombras, el
viento, el alborear de la aurora, el concluir de los segundos, los movimientos, las miradas, las
señales de las manos, las barracas del cielo. En la nada, nada queda relegado, para que el fuego
siga ardiendo. Para que prendan las llamas, en los momentos que las manos se asomaron a la
mente y dejaron libres los pensamientos. Nada queda olvidado. Nada envuelto en sombras,
nada oscuro. En la oscuridad, brillan los recuerdos, sin poderlos ver. Sin paliar la consistencia
de lo acontecido. Es un clavo que atraviesa la mente de lo que fue y no tuvo que ser, lo que
tuvimos que abandonar por haber corrido a lo largo de la vida. Lo que dejamos, al buscar en la
vida, el viento del sol en la bruma de la inconsistencia del placer, la agonía de la veracidad del
dolor. La falsedad y el engaño.
No intentes captar el ayer, no existe. No se cabalga a lomos de un gigante, para
cabalgar, basta llanear por la soledad de las sombras y encontrar el instante de pedalear en el
aire. Recorro la vida a cada instante, y cada instante, me recorre la vida. Y así un momento y
otro. Y otro y otro. Sin parar. Sin que los hechos se bifurquen, alteren, cambien o se
modifiquen. No se olvidan los recuerdos en el olvido, ni se rompen en las molduras de los
hechos. Vienen a la conciencia, par apalear la conciencia con los hechos, y con los hechos, roer
la conciencia, para que el dolor no termine, ni se desvanezca y sin empezar, empiece. Empiece el
dolor al contemplar como viví la vida. Como me escindí en los hechos. Como los
acontecimientos me envolvieron en pensamientos, pasiones, ira, furor, envidia, ambición,
tormento, locura, gozo, placer, lujuria, deseo. Unidos con lazos, en los lazos de la locura, en un
constante acontecer que me hiere, sin poder evitar que arda en la quimera del ayer.
Nada cambia el ayer. No ando, ni camino, ni escucho, ni oigo. No hay luz en mi
oscuridad, ni agua, ni ríos, ni montes, ni valles. Solo en los recuerdos aparecen los estíos de las
noches, las brumas de las nieblas, el rocío, la escarcha, la nieve la lluvia, el goteo de las sombras
el clamor del sol. Y al aparecer, entumecen más y más el dolor, al no poder ver lo que veía, ni
divisar lo que divisaba, ni poder volver a contemplar la luz del viento, el viento de la luz, el giro
de las estrellas, las puntas de los montes los vagidos de los valles, las orillas de los ríos, las
fluctuaciones de los jardines, el copo de las tormentas, las lluvias agonizantes, las tempestades,
los tornados, los alvéolos de las flores. Sufro, en un sufrimiento mayor, cuanto mayor es el
recuerdo, en el recuerdo, que no se olvida. Jinetes, cabalgando con sus mochilas en las corazas
de las noches. Castillos, enarbolando los pendones en las almenas. La sordidez del combate. El
desarreglo del viento con olor a sangre. El tambor tocando a fajina. El rumor descascarillado de
un murmullo. El sometimiento a la lanza, del escudo. Las mentes, encauzadas en las orillas, para
doblegar las ideas. Caudillos, doblando la rodilla, para someterse. Horizonte rojo, en un rojo
horizonte, plagado de sol al ocultarse. La ley despedazada por el orgullo. La inminencia de una
muerte.
Un hoy, incrustado en el desfile de un ayer, que enciende la agonía del dolor. Lo
que nunca volverá a acontecer, ni volveré a ver Lo que nunca estancará en mi estancia, ni
volverá a mi mente, para saciar mi sed. Lo que nunca estará en mi poder, para poder volver a
sentir y desear, conocer, repetir y rememorar. La noche es oscura, oscuro el tiempo, oscuro el
abismo, la profundidad, el fuego, la llama, y oscuro yo, que no existo. El ayer, se ha
transformado en un gigante, que roe la conciencia por los hechos. Pudiendo disfrutar de lo que
pude disponer, sin disponer de lo que tenía, inculqué las leyes del orden y gocé, sin gozar,
disponiendo de lo que no era mío, ni de lo que no era disponible. De las armas del viento, de las
fuerzas del aire, del socavamiento de los montes, de la alegría de los ríos, del suplicio de los
bosques, de la cala de los tálamos, de la sinrazón de las razones. Duermen, en mí, con su luz, sin
notar la luz en la que duermen; roen la conciencia, porque nunca podré volver a ver lo que vi, ni
tener lo que tuve, ni sentir lo que sentí, ni alcanzar lo que alcancé. Se han abierto las compuertas
del miedo y del horror, y en la nada, me convierto en tormento, horror, miedo, pasado de un
ayer, que roe la conciencia . Puntas de lanza de la oscuridad. Llamas y fuego encendidas.
Paisajes devastadores, que intuyo, por no ver. Luces que no alcanzo a percibir. Sin perfumes, sin
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jardines, sin combates, sin escudos, sin jinetes, sin días, sin noches, sin campamentos, sin horas,
sin momentos, sin tiempo. En el infinito acontecer del infinito. Eternamente.

Jin.- No hay separación en lo inseparable. En la unidad del todo, las partes se


unen, para conformar la unidad. No preciso de recuerdos, ni de olvidos, porque el ayer, el hoy,
el presente, y el pasado viven en la vida de Dios. En Dios todo es un viento de la verdad, y se
convierte en verdad. Al ser viento, camino adelante o hacia atrás, ante o delante, al lado o de
costado. Voy en el aire, y sin cuerpo, puedo ascender y descender, ir, volar, confluir, configurar,
componer desmembrar, unificar, elevarme, planear, sobrevolar, coincidir, converger, concurrir,
bifurcarme, desenfocar, cruzarme, disponer, establecer, alinear, arreglar, preparar, combinar,
juntar, unir, relacionar, sujetar, consolidar, aunar, confluir, orientar, instalar, situar, colocar,
montar, acudir, ir, asistir, instaurar, fundar, instituir, formar, implantar, construir. No hay infinito
en Dios, Dios es el infinito, la inmensidad, el orbe, el universo, cuanto es y existe.
No es que viva la vida. Soy yo, el que vive en la vida. La vida tiene vida en mí,
no por sí misma. Nace en Dios y de Dios, toma el ser, para poder ser. Todo es, en uno mismo.
Campos y trigo, arados, yunques, abismos, aserraderos, castillos praderas, extensiones,
campiñas, ejidos, paisajes, precipicios, barrancos, despeñaderos, campanas, piélagos, fosas,
tormentas, tempestades, tambores, atabales, timbales, bombos, marimbas, orquesta, conjunto,
profesor, música, olivos, higueras, chumberas, montes, lagos ríos. Todo es, en cada uno. Y
en todos. Cada uno, hace el mundo en su mundo y vive en el mundo que crea, altera, cambia,
reforma, combina, transforma, instruye, recoge. Si es labrador y quiere arar, ara, si quiere
sembrar, siembra, si recoger, recoge, si cosechar, cosecha. Si es carpintero, construye, levanta,
transforma, reforma, cambia. Cada uno, en su deseo, es el deseo que desea. No tiene necesidad
de esperar la espera, recordar los recuerdos o añorar. Es, en sí mismo, lo que es, al ser en el
Señor. Y al ser en Dios, todo es, lo que es, y lo que el Señor quiere que sea. A cada instante, en
cada segundo, en cada momento, en cada lugar, en cada infinito, en cada inmensidad. Se vuelve
a ser, oír, escuchar, contemplar, oler, reír, hablar, caminar, adorar, alabar. Dios es el todo, y en
el todo, existe la vida. La vida que está en el todo y del todo vive. Inmerso en Dios, todo lo que
es, está inmerso en su inmersión. Todo se vuelve a componer y recomponer. Dios hace, crea y
deshace. Cuanto hace y deshace Dios, en Dios hacemos y deshacemos, al ser y formar parte del
Señor. La vida es, en nosotros, y nosotros, formamos la vida y el acontecer. Sin precisar, es la
existencia, existencia. Vuelo, aire, luz, monte, río, esfera, sol, estrella, humanidad, fe,
clemencia, misericordia, bondad, perdón, alegría, amor. Todo, en el todo de Dios. Todo en
Dios, de un todo, que es Dios.
El silencio, duerme en la placidez del silencio. En las inmensas llanuras de la
inmensidad. Nubes atravesando la estratosfera. Agua y viento conjuntados en el amor del viento
y del agua. Bosques y desiertos en las trincheras de la soledad. Vías de agua, en el recorrido de
un ayer, convertido en río. Gloria, en la propia gloria del Señor. Luz sin sombras, noches sin
oscuridad. Infinito, abierto al infinito, para que podamos seguir el infinito por la inmensidad. Sin
dolor, sin llanto, sin muerte, sin agobios, sin ranuras en las puertas, sin presencias inmundas que
atacan la conciencia, sin pedanterías, sin pesadumbre ni pobreza, sin miserias, ni dolores, sin
enfermedades ni dislocaciones, sin malabarismos e invocaciones. Vemos el cielo, ¿Qué cielo
vemos, en la profundidad de tanto cielo?. Tanto es su alcance, que la razón no alcanza a
comprender tanta inmensidad, tanta creación, tanta bondad, tanto amor, tanta misericordia y
clemencia, tanta alegría y amor. No hay límites, ni demarcación, ni término, ni dilatación, ni
profundidad, ni alturas, ni cotas, ni lomas, ni montículos, ni anchuras, ni amplitud, ni distancia,
ni holgura, ni grosor, ni densidad, ni consistencia, ni espesura, ni fondo, ni fronda, ni espesor. No
hay hondo, ni incapacidad, ni fronteras. Inmensidad inmensa, descomunal, infinita, enorme,
colosal, grandiosa, extraordinaria, considerable, gigantesca, imperecedero, eterno, perdurable,
perenne, inmortal, perpetuo, duradero, inmemorial, titánico, ciclópea, imponente, abrumadora,
hercúlea, monumental, indestructible,

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Se ha rasgado el ayer en el tiempo. Y se ha transformado, el olvido, en recuerdo
del olvido, con el olvido del recuerdo. Recordando, en el olvido, los recuerdos. Vienen los
recuerdos olvidados. No se repiten, en la repetición de los hechos. Acontecieron, y su acontecer,
es en Dios, un libro abierto, para cuando quiera acceder, abrirlo, cerrarlo, suprimirlo, volverlo
a imprimir, o volverlo a leer. La vida, inmersa en mi vida, es, al hacerla en mi ser. Existo, en el
ser de Dios. Y en el ser, en el que existo, todo es posible y todo es. Creación , ayer, hoy,
presente, futuro. Amor, fe, bondad, clemencia, perdón, misericordia, gloria y gracia.

Ura.- No puedo deshacer lo que hice. Lo que respiré, respirado queda. El aire,
que mis pulmones absorbieron, está absorbido. No puedo devolver al viento lo que el viento me
dio, ni entregar a las nubes, las miradas de su paso, ni encorvar la espalda sobre el campo que la
encorvé. Se han abierto las fosas de la distancia, y en la distancia, me pierdo. No encuentro los
hechos, ni los sucesos, ni como sucedieron, ni como acontecieron. Se que sucedió, y lo que
sucedió reformó mis ideas y transformó la esencia del ser. Inmerso en cuestiones que alteraban
los caminos por los que caminaba. Senderos abiertos en el monte, pasajes con puentes sobre los
ríos. Orillas en los descampados, y en el cielo, luz vertiendo sombras entre nogales y
sembrados. Todo acontecía, en un acontecer, que finaliza en el tiempo. Termino, cuando el
tiempo termina. Todo acaba, cuando no ha comenzado. Dispuse de la luz, para abrillantar las
posibilidades de crecer y ascender, tener y conseguir, obtener y lograr. Tuve en mis manos, las
manos de la armonía, de la felicidad, de la pasión, del deseo. Y deseé. Claro que deseé y deseo.
Claro que me detuve en las hemorragias de los sentidos, en la desmoralización de la conciencia,
en la erradicación de la fe. Claro que me atuve a los hechos y los descompuse. Fui, por caminos
diversos, y en los caminos, me perdí. Y no me encontraba. Las noches se hacían cortas, cortos
eran los días y cortos los tiempos. La vida se acorta conforme se alargan los años en los huesos.
Frentes que se abren en las inclinaciones de los montes. Abismos, colinas, planicies,
precipicios, despeñaderos, simas, tajos, altozanos, cerros, oteros, alcores, collados. Desde los
picos del monte, en las agudezas del camino, observé como todo se va disipando. La bruma, el
temblor del viento, la niebla, el sonido, la voz, el grito, el absurdo, lo chabacano, lo importante,
lo esencial, lo banal, lo humano, lo consciente, lo inconsciente. Todo se pierde en el laberinto de
los sentidos. En la mente, por imposición de las ideas. Y las ideas se imponen en las razones. Y
las razones nos llevan por senderos, atajos, recovecos, veredas, recodos, curvas, vueltas, plazas,
plazoletas, esquinas, sendas, meandros, hijuelas. Mentiras y engaños. Polvo y humo.Claro que
descubrí la posición de las olas, la ubicación de los barcos, la proa de los mares, la popa de las
arenas. Claro que entendí, que la vida se va y no vuelve, que solo vivimos una vez, que solo
divisamos la estrechez de una pasión, la lozanía de un nombre, o la claridad de una ilusión, la
vanidad de un sueño, la perfidia de una mentira, el presentimiento del dolor. Claro que estuve en
la panoplia de los embustes, en la cercanía del engaño, la lubricación de la verdad, la ambición
de la falsía, el impulso de la envidia, la avidez de la ambición . Advertí, como hombre, que
evolucionaba según el viento soplara, según las cosas prendieran en el alma, según divisara los
aludes de las montañas, las nieves encerradas en las nubes, las cornisas de los deseos, la verdad,
la mentira, el amor, la fe, el engaño. Claro que sostuve el día en la noche. Claro que tuve el sol
en la palestra del firmamento. Claro que vi como me sumía en el ayer, al tener el ayer a la puerta
del hoy. Todo adosado, en la desproporción, de una porción de vida en los sentidos, navegando
por los arroyos, para sumergirme en el río y llegar al mar.
Los años, han abierto las caderas, encanecido el pelo, incoado arrugas,
desmembrado los sentidos. No corre la sangre, ni la habilidad de los dedos se encuentra en las
manos. Todo se circunscribe a tranquilidad, sensación de que todo acaba sin empezar. Es, como
un viento, que sopla en el horizonte, pero no alcanzamos ni nos alcanza. Sabemos que está allí y
sopla, pero su soplo, no vitaliza nuestra mente. Se aflojan los pestillos de las ventanas, las
paredes muerden el polvo de lo negro. Los tejados dejan que se abran las tejas en los capiteles
del miedo. No hay resguardo para la vida. Ni lugar donde esconderse, para que la muerte no
llegue. Los murmullos se perciben con la nitidez del silencio, con los silbidos que emergen en
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los ecos de las cuevas. Ya no hay pasiones que enciendan los fuegos de la ilusión, ni sueños que
alivien las desilusiones. Se cercenan los aludes y no hay tempestad ni tormentas. No hay nieve
en los polos, ni aves que canten al amanecer, ni flores que perfumen las noches. Estamos
embargados en la panoplia de una cercanía del espacio, gemidos de aguas que asolan los ríos,
corrientes embravecidas de olas, rocas prensadas en los talludos alvéolos de los arrecifes.
Promontorios de montes, bifurcaciones y excoriaciones de cañadas.
¿ Qué he hecho en mi vida ? ¿ Dónde he arrojado tantos años ?. La vela pende de
la consistencia del hilo. ¿ Como he distribuido los valores ? ¿Qué es lo importante ? No hay
respuestas, solo preguntas. El ciclo de los acontecimientos, los periplos de los viajes, para
adquirir conocimientos, los estudios, las clases, los profesores, las pasiones, los dolores, las
alegrías, el tamaño de los errores, la combinación de las mentiras, la complacencia de los
deseos. He pasado por el tiempo y el tiempo me ha atravesado con su paso. ¿ A quién he amado
? ¿ Qué he amado? ¿ Qué soy ?¿ Dónde esconder lo que sé ? ¿ Cómo me puedo valer de lo que
tengo, para huir del pasado? ¿ Como comprar el presente? ¿ Quién me espera ? ¿ Qué espero?
¿Qué siento, ahora que me envuelvo en la piel de la fantasía?. En la placentera lucidez de lo
incomprensible, amanece el día, y en el amanecer, confluye lo que piense, diga, sienta, sepa,
intuya, espere, tenga, desee, vislumbre, entrevea, perciba, discierna, distinga, divise, descubra,
conozca, apetezca anhele, ansíe, quiera, espere, aprecie, indique explique, exponga, solicite,
señale, apunte. Todo se va. Nada queda. La soledad, el silencio, la fantasía, el sueño, la vanidad,
la porfía, el engaño, la mentira, la verdad, el engreimiento, la inmodestia, la presunción, la
jactancia, la suficiencia, la pedantería, la pertinacia, la testarudez, la ofuscación, la contumacia,
la renuencia, la cerrazón, la obcecación, la falacia, el disimulo, el artificio, la treta, la picardía, la
astucia, la artimaña. Envoltorio de aprensiones en los lienzos del sepulcro. Losas estampadas en
el granito de las mazmorras. Y en el silencio, los gritos de la malevolencia, el desacuerdo, la
impotencia, el ayer y el olvido.

Neon.- Nada de lo que tienes, te vas a llevar. Nada. Absolutamente nada. Las
dudas se esparcen ante los momentos que se avecinan y estás metido en los sondeos de la
penumbra. Has vivido y no sabes como encontrarte con la muerte. No conoces la muerte, ni
quieres saber de ella. Las cosas retienen la abundancia de los deseos y la confluencia de las
pasiones. Nada constriñe el lamento, nada presiona la conciencia.

Jin.- Reflexiona y medita. Abre la conciencia al espíritu. Deja el espíritu libre.


La noche se cierne en el lamento de las sombras. La soledad toma tus manos y el pensamiento
duerme en el silencio. Vas a vivir, en tus hechos, los hechos que has vivido. Vas a rememorar los
tiempos, las pasiones, los prejuicios, los actos, el amor, la humildad, la contemplación, los
sueños, las ilusiones. Todo va a volver a repetirse en una repetición, que Dios, en su amor
infinito, te permite contemplar y ver. Arrepentirte de lo malo y engrandecer lo bueno. Es el
momento en el que el hombre queda solo, sin que nadie le apoye. Ni materia, ni mundo, ni
sombras, ni enemigos, ni amigos, ni familia, ni viento, ni sol, ni tiempo, ni aire, ni respiración.
Es el momento sublime en la sublimidad de la vida. Es el segundo de vida, segundo de muerte,
segundo que recorre todo el acontecer de tu vida : hechos, consecuencias, ideas, lamentos,
emociones, imágenes, símbolos, pensamientos, libros, años, caminos, senderos, montes, ríos,
lagos. Es la fusión de los sueños con la realidad de la muerte. Morir o vivir. Vida que se cierne
en el espanto de lo bueno o en la infamia de lo impotente. Es tu momento. La verdad. Oirás los
gritos de la conciencia, los lamentos de las razones, los acoplamientos de los sentidos, los gritos
del mundo, las voces de tus enemigos, la reflexión, la bondad, la humildad, las ideas abriendo
los confines de tu mundo. Sin que nadie te sirva, nadie que te ayude. Ante Dios, solo te
encuentras tú, tu vida, tu pasado, tus recuerdos, tus olvidos, tu sinfonía, tus tambores, tu música,
tus flores, tus espinas. Ante Dios, sin ocultarte en lo oculto, escudriñando las sombras,
emergiendo lo que fue, lo que pensaste, lo que supusiste, lo que ideaste, lo que conseguiste. El
qué, de cuanto hiciste, el cuando, de lo que hiciste y el como en lo que hiciste. Se apalancan las
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puertas de la vida, y la vida se apalanca en un segundo. Tus ideas te llevarán por su camino, tu
mundo te guiará por tu mundo y el amor te indicará el camino del amor y de la fe. Los hechos,
serán tus testigos, y rendirás tus hechos, en la justicia de Dios.
Despeja tus dudas, antes que las dudas te agobien. El amor es la llave que abre
todas las puertas, todos los círculos, todos los inconvenientes, todas las sombras, todos los
pináculos. El amor y la fe, son las manos y los pies, la cabeza, la conciencia y el corazón. No
dejes que te embauquen en lo importante de lo que has conseguido, la importancia de lo que has
hecho, la necedad de querer seguir en la vida o querer seguir viviendo. Es la libertad, en libertad,
libre de elegir. Dios te lo permite, no dudes. No dejes que se vaya la luz. No te encierres en las
tinieblas del engaño, en las falacias de la mentira como hiciste en tu vida. Abre el corazón, el
alma, el espíritu. Y en tu espíritu, ama. Ama a Dios, arrepiéntete de tus daños, tus males, tus
falsías, tus agonías. Todos hemos pecado en un camino de pecado. La materia a todos nos ha
difamado en un mundo de materia. Todos hemos sido inclementes y malvados, inconsistentes y
depravados, ansiosos y ambiciosos, mentirosos y envidiosos. No eres, ni más ni menos que
nadie. Dios te ama, como a todos. Eres hijo de Dios y hermano en Cristo. No dejes que se
abalancen, sobre ti, los engaños de tu mente, las falsías de tus mentiras El mundo no existe.
Solo existe la vida de Dios. Dios es la vida. No hay otra vida fuera de Dios. No dudes, no te
engañes, no te pierdas por tus ideas, por tus razones, por las ilusiones del hielo en la crisálida del
engaño. La vida se te va y no vuelve. Es el infinito lo que está presente, en un segundo, que se
desvanece. La eternidad y la inmensidad, el infinito. Es Dios el que acude a llamarte, escúchale.
No dejes que su mano no recoja tu mano, ni su palabra, tu palabra. Deja que la existencia te
levante en la existencia y camines por la existencia de Dios.
En la justa justicia de Dios, todos somos iguales, a todos iguala. Al que quita,
da, y al que da, quita. Al que aumenta, disminuye, y al que disminuye, aumenta. A todos ama por
igual, a todos da el mismo amor : su amor infinito. La inmensidad es para todos y la tierra, y los
frutos, y el aire, y el viento y la lluvia, y las arenas y el mar y los colores, el horizonte, las olas,
las colinas, los montes, los sembrados, las cosechas, el grano, la cepa, el saber, la ignorancia, la
sencillez, el color, la juventud, la madurez, la vejez. Todo en un repertorio de cuanto es y existe.
De lo que somos, pensamos, esperamos, conseguimos, deseamos. Todo, en una entrega
constante, para que lo repartamos como hermanos y como hermanos vivamos y nos ayudemos.
Todo en partes iguales, y a cada cual, su parte, en la igualdad de todos.

Ura.- Las orillas se acercan a mí, y veo como las arenas atrapan las piernas.¡ No
pudo moverme¡ ¡ No me muevo¡ Estoy inmerso en una decadencia de la carne condenada a
morir. Viene la muerte a llevarme y sus manos se asientan en mi garganta. ¡Las noto¡. Noto que
siento el sudor del frío, el calor del hielo, la gigantesca pira que me arrastra por los muros de lo
desconocido. Noto la serpiente mirando mis ojos. Mis ojos en la serpiente y no puedo evitar
mirar, lo que miro, ni sentir lo que siento. Noto que me pierdo en la travesura del espacio. No
oigo los gritos, ni me oigo en los rugidos de las sombras que se aquietan en el silencio. Me
pierdo en los instantes que vienen. ¡ Tengo miedo ¡¡Me atenaza el miedo ¡. Estoy preso, de una
prisión, que el tiempo construye con nosotros dentro. ¡ No noto el cuerpo ¡ ¡No noto el correr de
la sangre¡. Voy con la mente vacía. ¡ Estoy vacío¡ ¿ Qué silencio es el que oigo? ¿Qué nos
duerme en las sombras sin que pueda dormir? ¿Qué oigo, para percibir que la vida se encuentra
olvidada, en el olvido ? ¿Qué muerte me espera, si me estoy muriendo? ¿Dónde tengo la
cabeza? ¿ Qué cabeza tengo?. Arden las inquietudes y me noto inquieto. Sin esperar, espero, y
sin tener, noto que tengo los pies amarrados por las manos de la muerte. Tiran de mí y me
llevan. Noto como me lleva el silencio, como la soledad se antepone a la luz. El grito no grita, ni
oigo mi voz, ni me oigo.
¿Que haré con mis casas ?¿Dónde dejaré mis campos? ¿Y los almacenes?
¿Quién de mis hijos cuidaré lo que he levantado? ¿Quién derribará lo que he construido?. Todo
se queda aquí y no me lo puedo llevar. ¿Se acordarán de mí, mis criados?. Claro que se
acordarán, para denigrarme. Al fin estarán libres de la desconfianza y la vigilancia. Mis hijos no
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son como yo, ni mi mujer tampoco. Lo perderán todo antes de tenerlo y lo que les quede lo
malgastarán..¡Los conozco¡ Conozco su forma de pensar, los deseos de que muera, los deseos de
sucederme y disponer de lo mío. Quieren tener lo mío, porque no saben tener lo suyo. Siempre
han vivido a mi costa, siempre a mis espaldas, siempre con mi alimento y en mi casa. ¿Qué harán
sin mí? ¿ Cómo vivirán sin mi vigilancia y mis consejos?. ¡ Se perderán en el viento¡ Irán, poco
a poco, empalideciendo y los engañarán porque son unos inútiles y unos necios. Les arrollarán
los trenes y se los comerán por los dedos de los pies ¿Quién lo va a cuidar, como yo lo cuido? ¿
Quién podrá hacer lo que hago?. ¡Todo se envolverá en el aire y se volverá viento¡. No sabrán
cuando cosechar, ni como se cosecha. No les enseñé como debía y ahora no puedo enseñarles.
¡Dios mío, dame vida para enseñarles¡ ¡Dame más tiempo para mostrar a mis hijos como deben
hacerlo¡ ¡Dame vida, para conservar mi hacienda e ir dándosela poco a poco, para que no la
pierdan ¡Dame tiempo, para consolidar lo que estaba haciendo¡.
¡Que digo¡ ¡Que necio soy en mi necedad¡ Desvarío. Los años se confabulan
contra la mente y me vuelven viejo antes de que la vejez ancle en los pensamientos. Isabel , s, se
llamaba Isabel, lo recuerdo muy bien. ¿ Cuantos años tenía yo? ¿Diecisiete , dieciséis, quince,? ¡
Qué jóvenes éramos¡ El mundo se abría lozano y tomaba las rosas como alimento y el viento
me lo bebía para desayuno. Dormía en la noche para por el día se arrimaban la alegría del cuerpo
y se allanaban los campos con la mirada. Corría en pos del aire y de la nieve y me envolvía en
los lamentos de la alegría. En la alegría de ser joven y fuerte, de correr como el viento y cabalgar
a lomos de la noche y la luz. Libre de amar y sentir deseos de amor y sentir el amor y sus deseos
y desear amar y desear amor en el deseo. Libre de tomar las manos, acariciar los dedos, mirar a
los ojos, sentir el pelo resbalando por las mejillas, escuchar sus risas y sus lamentos, sus
palabras y sus dichos. De oír los murmullos del silencio, las murmuraciones de la gente, los
chascarrillos de los pueblos, las vecindad de los amigos, la confianza de los viejos, el amor de
los padres, la travesura de las noches. Libre de emplear las mentiras y escudriñar la verdad. Libre
de salir por el viento y ver otras ciudades, caminar y correr, malgastar el poder para poder
malgastar el poderío de las fuerzas . Libre para soñar y en los sueños ser caballero y jinete, rey
emperador, conde, marqués, monte, castillo, celda. Libre para engastar mi escudo en las
espuelas del caballo. Libre para encender hogueras en la sangre. Libre para esconderme en los
silos, correr tras las mujeres, gritar al viento que era libre, decir, sin pudor, que mi libertad me
hacia sensible y en la sensibilidad se leía el amor. Libre de envolver la claridad de la soledad en
los griteríos de la gente. Libre de estar en multitud y no ser multitud. Libre de escorarme en el
mar y visitar los barcos de las urbes. Libre de salir, entrar, percibir, escabullirme, regodearme
de las ideas de los viejos y sus consejos, sucumbir a las pasiones. Libre de estrechar los cuerpos
jóvenes de las jóvenes mujeres. Libre de que me asaltaran las pasiones. Libre de amar y ser libre
en el amor. Libre de sentirme en libertad. Libre de decir cuanto quisiera, sin inhibirme. Libre de
esperar, ansiar, tener, ambicionar, odiar, repeler, conseguir, aclarar, concebir, pensar.

Neon.- Incrédulo, fatuo, falso, níspero, avispero, necio, petulante, presuntuoso,


jactancioso, vano, vanidoso, engreído, impertinente, ilusorio, imaginario, estúpido, memo,
majadero, soso, insulso, mentecato, susceptible, malicioso, suspicaz, pedante, afectado, lerdo,
simplón. Así, empezamos a recorrer el camino y con esas ideas caminamos y nos encontramos
las espinas, el dolor, le miedo, la maleza, montes, y las estribaciones de las cordilleras. Así es,
como se inicia el comienzo y no se puede parar ese inicio. Aumentan las corrientes, nos llevan
los caudales, nos sumergen los remolinos, y sin haber aprendido a nadar, nos ahogamos. En el
silencio, no se oyen los gritos. En soledad, no se notan los esfuerzos. Huimos de lo profundo del
trabajo, los pasillos de los bosques, las enredaderas de la verdad y nos quedamos en los
escombros de la noche, en las falacias del fango, en las quimeras de las ideas, en el embuste de
las razones. Así es, como se abren las puertas de lo inalcanzable, de donde no se vuelve. Así es,
como se empinan las laderas, y los torrentes caen a los mares. Así, las olas se enzarzan contra las
rocas, se alejan de las orillas, y el sol arranca frisos, de los combates, en la espuma de las olas.
Así es, como se arrebolan las mejillas y se alzan las perfidias de los deseos y el desenfreno de las
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pasiones, la lujuria, la lascivia, el calor de las ambiciones, la pereza, la envidia, la desilusión, el
desacuerdo, la malquerencia, el desentono, la malicia, la incontinencia, la liviandad, la
intemperancia, la crápula, el miedo, el terror, la desazón.
Yo mandé ejércitos y los ejércitos me obedecían. Mandé hombres y los hombres
se sometían a mis órdenes. Mandé ciudades y las ciudades las derruía si no oían mi nombre. Yo
me alcé contra la humanidad en un afán de dominarla y ser más que nadie. El poder, la fuerza,
la gloria, la amenaza, el miedo, el terror. Infundía desasosiego, tensión, clamores de clamor,
arrogancia, fervor, entusiasmo, exaltación, devoción, Las noches dormían en mi silencio y las
nubes se esclarecían cuando yo amanecía. Fui ampliando la extensión de las tierras que se
sometían a mis pies y pisaba las tierras que no se sometían. Hice y deshice, contemplé y
desestimé, retuve y empalanqué los vientos y el aire. Yo, firme en la firmeza de mi poder,
anarquicé la gloria, indulté las ijnjurias, clamé contra la piedad, recalqué las pirañas de las aguas
y desemboqué en los mares para surcar los continentes. Yo que dominé el terror, combiné el
temor con la fortaleza e hice sucumbir en el miedo la singladura de la verdad. Cubrí tiempos y
tiempos entre las escorias de los jinetes que cabalgaban al viento con sus escudos y flechas.
Nadie se atrevía a mirarme, ni a contemplar mis ojos o desentrañar mis ideas. Nadie escapaba a
mi poder y nadie se inclinaba ante otro que no fuera yo. Ni ciudades, ni campos, ni villas, ni
aldeas, ni orillas, ni campos, ni mares, ni caseríos, ni poblados, ni aldehuelas.
No desenvainé mi espada para amar, ni para defender la fe del amor, ni para
llegar a los confines de la verdad, ni por el bien de los súbditos que mandaba. Era el furor de la
ira, el placer de la conquista, el ansia de mandad, la precipitación por vivir, el ensalzamiento de
la gloria, la ambición de poseer, la potestad, el ejercicio del poder. Afanes de partir los
imperios, dividir la tierra, superar los imperios, dominar las naciones, embalsamar las
aspiraciones de los hombres, imponer el terror, corromper los emporios de grandeza. Que me
temieran, que supieran que era yo el temor, yo la desmembración de la carne, yo el que helaba
la sangre en el cuerpo. Mi nombre el que hacía arder los errores. Que los caminos supieran que
yo era el amo de los caminos, yo el propietario de las personas, yo el látigo de las olas, el pico de
los montes, el ala de las rapaces. Yo el que suspendía las sombras del cielo, el que colgaba de las
ramas a los que no me obedecían. Que percibieran que dependían de mí : la vida, la verdad, la
mentira, el tener, el no tener, el conseguir, el no conseguir, la riqueza, la pobreza, la matanza, el
ahorcamiento, la espada, el caballo, la infantería, los jinetes, la caballería, el escudo, la lanza, el
imperio, su orden, su desorden, la añagaza, la victoria, la derrota, la estrategia, la decisión, el
artificio, el ardid, la emboscada, la artimaña, la treta, el laurel, el éxito, el premio, la
aniquilación, la gloria, la capitulación, la esclavitud, la dependencia, el fracaso, la pericia, la
destreza, la táctica, la maniobra, la habilidad, la diplomacia.
Nada en la nada, envuelta en nada. Tuve y no tengo. Fui y no soy. Existí y no
existo. El mundo tiende sus cepos y caí en la trampa. Nada era verdad. Yo era mentira, mentiras
mis verdades. Mis engaños eran falsos. Falsas las naciones y los imperios, las guerras, las
posesiones, los campos, las posibilidades de dominar los cielos, las ambiciones de poseer los
vientos. Falsas las artimañas, las armas, los jinetes, los castillos, el tiempo, las horas, las
matanzas, las hecatombes, las carnicerías, los degolladeros, las luchas encarnizadas , el poder, el
mando, la gloria, la ilusión, los sueños, los jardines, las cosechas, las acequias, los ríos, el mar, el
horizonte, la luz, las sombras. Nada existe en la existencia, al ser, solo, mientras existimos.
Mírame, y al mirarme, me miro sin verme, porque no existo. Ni tengo, ni he tenido, ni tendré.
Huesos y calaveras. Detritus de polvo. Calamidad y fuego. Llama y dolor. Un mausoleo de
tierra, un monumento en el abismo. En la historia de la historia, una página, en el libro, una línea
entre líneas. Atisbos de mentiras, para engañar a los vivos. Pasé, en el pasado, el tiempo pasado.
¿ Qué hago, ahora, con el tiempo eterno de la eternidad inmensa? ¿ Quién me sacará de las
profundidades sin fondo en esta oscuridad sin luz ? ¿ De que me sirvió, lo que me serví, si ni me
sirve, ni me sirvió?.
¡ Cuan falso es el mundo¡ Cuan falsa la materia¡ Cuan falsa la mentira ¡ ¡Cuan
falso el engaño¡ ¡Cuan falsas las ideas ¡ ¡ Cuan falsas las ilusiones ¡ Cuan falsa la ambición, la
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posesión, el poder, la gloria, la fama¡. Lo único importante es el amor. No el amor de la carne, el
de la sangre, el de los sentidos, la envidia y la avaricia. ¡No¡. El amor que se disipa en las alturas
de las nubes, en el deambular de las sombras. A mí, me amaron masas inmensas y masas
inmensas me denigraron. Masas inmensas me alzaron y vitorearon y masas inmensas me
odiaron. Masas inmensas me veneraron y masas inmensas me detestaron, aborrecieron,
abominaron, maldijeron, renegaron. Lo importante, es la verdad, amar a los seres y servirles
para que te amen. Dar sin recibir, dar sin pedir, entregar sin percibir, comprender sin estimar.
Sin preguntar aceptar, sin imponer admitir, sin condicionar contemplar, sin impedir permitir.
Extenderlo por los campos, ser para ser. Volar por el viento, en el combinado de las nubes, para
ser nube en el viento y viento en las nubes. Aceptar las manos que te tiendan y dar la mano.
Correr por los caminos, para que los pies, de los que vienen detrás no resbalen. Bebí del brebaje
de la mentira y del engaño y de lo que bebí, di a beber y obligué a que bebieran. Me hice
responsable de lo que hice y de lo que hicieron. De lo que fui y de lo que fueron. De lo que pensé
y de lo que pensaron. De lo que realicé y de lo que realizaron. Las masas corren en pos del árbol
que da fruto, para ser rama, hoja y fruto Hay que darles sensaciones e impulsos. Miradas y ojos,
pies y manos. Amor y amor. Entrega y cariño.

Ura.- Me ha costado trabajo y esfuerzo conseguir lo que he conseguido. No tuve


días, ni horas, ni tiempo, ni oí el zumbido de las abejas, ni el vuelo de las aves, ni el baño de las
olas, ni los arrestos del mar. Fui, de campiña en campiña, por los campos arando. Detrayendo del
placer el dolor, para poder poseer y almacenar. Sin sembrar, no hay cosecha, sin campos, no se
siembra, sin arado no se ara. Sin trabajo nada se recoge. Sin árbol, no hay frutos, ni ramas, ni
hojas. La vida está hecha de facciones de gente, de personas distintas. De cobardes y valientes,
blancos y negros, altos y bajos. El que quiere llegar y ascender debe soportar los altibajos de las
corrientes, las alimañas que muerden, el paso de las víboras, la picadura del mosquito. Debe
someter la espalda a la curvatura del ombligo y la cabeza a las sombras. Debe estimular su
esfuerzo en la timidez de no creerse más que nadie. No encender hogueras en las trincheras de la
ilusión. No responder a los ensueños de la carne, ni ambicionar las pasiones, ni debilitarse con la
lujuria, ni desear lo que no se puede alcanzar. Me acosté, sin dormir las noches, amanecí cuando
amanecía, y al acostarme, sentía como la luna dormía en el monte. No tenía, ni tuve, tiempo ni
descanso. Ni descansaba los días, ni las horas. Impulsé, poco a poco, grano a grano, la espiga. Y,
poco a poco, fue engordando el grano, creciendo el almacén, transformándose en cosecha. Poco
a poco, me desenvolví en las carreras de los competidores, los compradores, los alquimistas, los
falsos, los depredadores, los verdaderos, los que esquilmaban las ovejas, los que repartían el
ganado, los que buscaban presas en los condados, los que se llevaban a las jóvenes, los que
vendían a los viejos. Poco a poco, escondí lo que tenía, para que no lo encontraran los ladrones.
Y poco a poco, fui forjando lo que tengo. Y lo que tengo, bien lo tengo, en el refajo de mi
alforja.
La lámpara adorna la luz y sirve de luz y adorno. La vejez, me ha recostado en
las almohadas, y ya no amanece, ni amanezco. El tiempo se ha vengado de la existencia. Me ha
dejado, sin vivir, la existencia de la vida. Recorro las sombras y en las sombras me acuesto, sin
comprender como he llegado tan lejos y estoy tan cerca. Como, después de haber alcanzado la
placidez de la independencia dependo del viento para respirar y del aire para abrir los
pulmones, de la mirada para ver, del oído, para oír. Los pies no me sostienen y no me sostengo
sin los pies. Todo se ha vuelto vacilante y descortés, impenetrable e inconsistente. Antes tenía un
fin, un motivo, una causa, un aledaño que ascender, una lucha que vencer, un combate que ganar.
Y cuando lo he ganado, noto como la batalla empieza, ¿ Qué combate voy a empeñar, si estoy
vencido antes de luchar?. Lo que tengo agarrado está, pero noto las garras de la envidia. Se
perderá en lamentos, se abrasará en el barranco de la codicia. No viví, para vivir, pensando que
vivieran, y no he vivido, ni van a vivir, porque quien no gana lo que tiene, de la misma forma
que lo recibe, lo desperdicia. De la misma forma que lo tiene, lo desprecia. No siente el sudor de

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los días, ni el lamer de los perros en la carne, ni la sensación de la fatiga. El que no combate, no
sabe del sufrimiento de la lucha.
Las calamidades se han enseñoreado de las pasiones y ya no tengo pasiones, solo
calamidades. El cuerpo se dilata en los sobresaltos de las enfermedades. Tanto esperar en el
viento y el aire se ha vuelto contra las nubes de mis noches. Me han dejado sin noches, sin
sombras y sin luz. No tengo instintos para llegar a las cumbres de los montes, ni para visitar las
tierras, ni sembrarlas, ni recoger la cosecha. En esta habitación me han recluido los reductos
de la mente. Las ideas y los trabajos se han confinado en este garito. No hay espacios para ver, ni
horizontes para caminar, ni recorridos para transitar. Ámbitos estrechos en la pequeñez de la
vida. No puedo soñar, en los engaños de una ficción, que la realidad destruye. No hay ilusiones,
que caminen con mis pasos, al no tener pasos para ilusionarme. Se han roto las barreras de la
vida y veo como la vida me reta a crear nuevas barreras. ¡Que falsedad la del mundo ¡ ¡ Que
incoherencia la de la lucha, por luchar ¡ Las cosas se pierden, se prensan, se hacen polvo y se
desmoronan. Crees que tienes, cuando has acumulado, y al mirar lo que tienes, para disfrutarlo,
ves que no tienes. Nace un nuevo combate en una nueva lucha, un nuevo camino en una nueva
carretera, un nuevo fin en una nueva meta, una nueva dimensión del espacio. Una nueva
tempestad en la tormenta. Una nueva nube en el cielo. Una nueva ola en el mar. Una nueva
corriente navegando. Y el cuerpo, roto en el descalabro del esfuerzo, nota su impotencia, su
desequilibrio, su escasez de valentía, sus años, sus esquilmes, sus dolencias, sus enfermedades,
sus querencias, sus padecimientos, sus males, sus malestares, sus sufrimientos, sus dolores, sus
achaques, su inseguridad, su inestabilidad, su oscilación, su tambaleo, su variación, su
vacilación, si ineptitud, su inhabilidad, su incapacidad, su ineficacia, su incompetencia su
incoherencia.

Jin.- No estreches la anchura, ni alargues lo ancho. Las palabras de las razones


son como un arcabuz con pistolas al cinto. Medita en qu consiste tu vida, en la inmensidad del
espacio, en la abertura del infinito, en la grandiosidad del horizonte, en lo bello del mar, la
belleza de las olas, la hermosura de los campos, las flores, el viento, el aire, la bondad de la
ternura, la congruencia del nacimiento, el perfume de las sombras, el soleado de la nieve, el caer
de la lluvia, el grosor de la espiga, la batuta del maíz, el correr del agua, el sarpullido de la
espuma, la convergencia de la arena, la desproporción del desierto. Todo con una precisión en
sus leyes, sin contradicción, sin que se opongan unas a otras, unidad en una unidad de
conformidad con cuanto Dios les ha entregado. Alaban a Dios y se alaban en Dios, viven y
hacen que la vida viva. Dan fruto y flor, amor, comprensión, esfuerzo, ilusión. Tienen un fin y
en el fin que tienen, cumplen. Todo es hermoso, bello, grandioso, infinito, eterno. No exigen, ni
piden, ni reclaman, ni conciben, ni impiden, solo dan, solo entregan el perfume, el fruto la flor, el
aliento, el amor, la sombra, el calor, la alabanza. En Dios, pregonan a Dios y pregonan la
bondad de la creación, la exención de los bienes, la impronta de cuanto existe, la existencia de la
vida, la vida en la existencia. Todo al servicio del hombre, para que el hombre, en el servicio a
Dios, administre lo que Dios le entrega y ame a Dios. Todo para que pueda levantar sus ojos al
cielo, mirar, ver, alabar, bendecir a quien le ha puesto en la tierra, admirar el azul del mar, la
confluencia de los ríos, la cavidad de las olas, la esfera del viento, el fluir de las estrellas, la
inflexibilidad de las tormentas. Sentir, como el sentimiento fluye en su interior, como un río, a
través de la conciencia Amar y amar y tener fe. Aceptar que no puede entender tanta creación,
tanta inmensidad, tanta bondad en el amor, tanto amor en la bondad, tanta fuerza en la
imperiosidad del Señor.
Hechos, para volver a quien nos ha hecho, nuestro fin es atravesar la muerte,
con la vida, para vivir en la vida, con la muerte. Dios nos espera. Y es, la esperanza de la espera,
la luz que nos marca el camino y nos mantiene en la fe y el amor. La conciencia dicta al
corazón, y el corazón, a los sentidos. Las noches vagan alrededor de la impotencia de penetrar en
nuestro amor, si nosotros no les abrimos la puerta. Llenos de amor, el amor es la barrera que
impone el alma a los enemigos que nos acechan. A la ambición y el deseo, la lujuria y el placer,
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la envidia y la lascivia, la pereza, la ira, la murmuración, la fantasía, los sueños, la agonía, la
avidez, la codicia, los celos, el goce, la desazón, la incontinencia, la liviandad, la crápula, la
calumnia, el descrédito, la habladuría. El camino es amor. Caminar en el amor, para seguir el
camino. Y al final del camino, se rompen los cristales del infinito. Se cercenan los espejos de la
fantasía. Y aparece la belleza inmensa, la inmensa gloria de Dios, la inmensa gloria que espera a
los que espera Dios. Dios nos da la vida. Es la vida. Todo dentro del Señor : el saber, la justicia,
el bien, la gracia, la luz, el viento, la tierra, el sol, el universo, el cosmos, el espacio, la creación,
el espíritu, la sabiduría, la verdad , el descanso, la gloria.
Al final del camino, se eterniza, en un segundo, la eternidad de la vida o de la
muerte. La muerte, es el complemento necesario de la vida, al vivir en la muerte, para alcanzar la
vida, si mueres en vida. Si no vives para la muerte y vives para la vida, se te escapará la vida, al
morirte. El que tiene, dejará de tener, y la masa de lo amasado, será la gravitación que le
impedirá alzarse, elevarse y volar.
Dios en su infinito amor sigue amando infinito. En su bondad infinita, es infinita
su bondad, su misericordia, su clemencia y su piedad. A todos sin excepción, antes de morir, en
vida, antes de que la muerte mate, para morir o vivir, retiene la muerte, la contiene, contiene la
vida, en la muerte y la muerte en la vida, un segundo. Un segundo en el que recorremos todo lo
que hemos sido, lo que hemos hecho, pensado, sentido, deseado, amado, dicho, omitido. Y nos
da libertad, en la libertad de que disponemos, para dar conformidad a lo acontecido o
arrepentirnos de lo acontecido. Un segundo. Un segundo de vida, un segundo de muerte. Un
segundo, en el cual centraremos el amor en lo que hemos amado, en el amor que domina el
alma, la conciencia, el corazón, en lo que hemos deseado, hecho, omitido. Y en ese segundo,
elegimos. Si amamos a Dios, nos arrepentiremos de cuanto le hemos ofendido. Si no le amamos,
no podemos decir que le amamos y elegir su amor.
Hay que buscar, en nuestro interior, el camino, la luz, la verdad. No podemos
perdernos en las fronteras de la tierra, en el fango de la ambición, en la desidia y la pereza, en la
fantasía del poder, la vana gloria de lo insensato. La vida es corta, pero la vida que comienza es
perenne, eterna. No tiene fin. La materia deja de existir y no hay materia. Todo cuanto hayamos
acumulado, amontonado, conseguido, pensado, no nos sirve. No nos lo podemos llevar,
transformar, compensar, vender para comprar la justicia divina. Nada queda cierto, en lo incierto
de la muerte, cuando muere la vida. Sabemos que el cementerio se abre, que la cornisa de los
montes se tuerce en las esquinas de las cordilleras, la soledad se enciende entre almohadones de
sombras, se cierne en los espacios siderales, ruge en la putrefacción de la carne y se embriaga en
las paredes de las tumbas.
El amor, siempre el amor. Amando se conseguirá transformar las sombras en
luz, la picardía en humildad, el miedo en valor, la noche en día. Con el amor, Dios nos tiende sus
manos y tendemos las manos a Dios. Se puede caminar sin luz, al desviarnos. El amor es el
camino, la luz, la fe, la verdad. Si amas, das y entregas, no almacenas ni traicionas, ni rompes,
ni cortas, ni atormentas. Amor es el río que bebe en el manantial, la ola que emerge del mar, la
corriente que surca la orilla, el viento que mece el aire, nubes cubiertas de agua, nieve
engendrada en el rocío de la noche. Al amar, el corazón se abre a la luz, a las rampas de las
cordilleras, a los vanos de los montículos, a la esperanza, la gloria, la verdad, la ansiedad, la
esperanza. Es la fuente del vivir, para llegar a la vida. Es el acero de la espada, el hierro de las
compuertas, llave que abre el candado de la celda. En el amor, te encontrarás y encontrarás al
Señor. Dios es amor y vida, esperanza y fe, luz y camino.
Te han llevado los años por la sangría del tiempo, y el tiempo se ha cebado en
los años. ¿Comprendes que la vida pasa sin repuestas? ¿Qué no hay lontananzas que se
acerquen, ni cielos que nos absorban, ni nubes que nos arrebolen las mejillas?. Caminamos en
los espinos de las sombras y soñamos con las inserciones en la gloria, la apoteosis de la fama, la
refracción de la aquiescencia de las personas. Ser y primar por encima de los que priman y son.
Que nos vean, que nos veamos en los que nos ven. Que nos alcemos, veleta en el aire, cometa en
el cielo, estrella en el firmamento. Hechos de mentiras y pasiones, no captamos las pasiones ni
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las mentiras, ni los engaños de los sentidos, ni las falsías del mundo, ni la falacia de los
enemigos, ni la querencia de los sentidos, ni la pasión de las emociones, ni las miradas vacías en
el vacío, ni los olvidos del olvido, ni los recuerdos olvidados, ni las presiones del ayer, ni los
malos eventos del pasado. Seguimos apreciando la vida, con las variaciones de sus encantos,
posesión, maleza, fondos submarinos, cárceles, murallas, penalidades y alegrías. Disfrutamos
con las olas del atardecer, el amanecer de las caricias, manos en las manos, espejo que nos mira,
apariencia de lo que somos. Al no ser, lo que tenemos que ser, aparecemos siendo lo que no
somos. Noches oscuras, silencios de soledad, ilusiones en las pasiones de la lujuria. No te dejes
apacentar, hermano, con el engaño de un mundo que se va, al irte, por ser tuyo. No existe, ni
existes, ni es, ni eres, ni verás el camino, ni caminarás por su camino. No tiene y no puede darte.
Lo que le des, perdido lo tienes, y lo que te de, será un pretil carente de existencia y vida. Una
garrocha en la pared, un garfio en el alma. No fíes, fuera del amor, de la conciencia, la
humildad, la bondad, la misericordia, la fe, el perdón, la clemencia. No fíes más que de Dios y
en Dios. En el verdadero amor.

Ura.- No he dejado de trabajar. He segado, arriado, sembrado, achicado, cortado,


segado, sembrado, apaleado, molido, convertido las noches en días y los
días en noches. No he tenido tiempo para disfrutar de la vida, ni encontrar en la vida el sabor
del goce y el disfrute. Envuelto en el tiempo, sin darme cuenta de que los años corrían, he
amasado para que nada me faltara y nada faltar a mi familia. Ahora, convertido en sedal de caña
, no se pescar, ni disfrutar del sol ni del calor de la calma, ni de la claridad estremecedora de la
dicha. Abatido en el rincón de la cama. Cubierto de dolor, canas, achaques, arrugas,
padecimiento, malestar. Esperando la llamada de la noche.
Me quejo de no haber tenido vida. No pisar descalzo las orillas de los lagos,
observar las pantallas de la noche, las laderas de las olas inmersas en un mar embravecido, un
desliz en la agonía de un grito, un castillo arrasado por la fuerza de un ejército, el incendio voraz
de una noche de verano, una puesta de sol oculta en los pliegues de un torreón, un libro en las
manos, el pitido de una locomotora arrancando con estrépito, la rapiña de un ave, el cloqueo de
una gallina, el impulso de una ilusión, la conquista de un sueño, la algarabía del rocío sobre una
rosa, el emporio de una melodía, el sentido de un sueño la aprensión de la libertad, el rasgueo
de una guitarra, el susurro de una canción, el viento arrastrando el alma, la ascensión por los
peñascos de una bruma, el cuerpo sin sudor, la espalda recta, un jardín en la niebla, una plaza
engalanada, el resquicio de una ranura. Cosas nimias que perduren, falsas esteras que cubren un
cuerpo enfundado en las pellizas del trabajo.
Sin desear, deseo, y sin haber querido tener, tengo. Y lo que tengo, son tierras,
campos, hacienda. No tengo vida, ni años, ni lozanía, ni juventud, ni aspiraciones, ni frescura, ni
altivez. Solo aparecen las diatribas de una enfermedad ingrata, la insolvencia de las ideas, la
carencia de deseos, la insuficiencia de entender que he hecho, que he sido, como he vivido, quien
soy, que soy, que he levantado, que he conseguido, que arrastro, como romper las cadenas del
cuerpo, las remembranzas de las aspiraciones, los enquistes de los pensamientos, las necesidad
de atravesar el ayer, la reversión de la existencia. Después de abrillantar los muros de las
paredes, me encuentro solo. Con hijos, pero sin hijos, extraviado, perdido, incurso en la
agresividad de no saber quien he sido, de no comprender en que ha estribado el trabajo, para
que he trabajado, donde he plantado los cimientos de la vida, donde he sepultado los días, donde
he enterrado los años, que esquinas he roto, que perfidias me han desolado, donde he dejado las
sombras, que amaneceres he disfrutado, que noches he dormido, que ilusiones me han
despertado. Todo cuanto tengo, se espiga en el grano y cuanto he hecho, se diluye en el vino.

Jin.- ¿Lloras porque tienes?. ¿Te arrepientes de no haber vivido? ¿No has
educado a tus hijos?. ¿Que es, para ti, la vida? ¿Qué esperas de la vida? ¿Que acontecimientos
sublimes esperas? ¿No es el sol un navegante solitario? ¿No te sonreía la luna, cuando segabas
el campo? ¿No cursa el agua, la corriente del río, para segar tus campos? ¿No te han dado fruto
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las cosechas? ¿ No has apoyado tus pies en la tierra, para no caer en el espacio? ¿No has sentido
la afluencia del viento? ¿La humedad de las tormentas? ¿La altura de las estrellas, la inmensidad
del espacio, la profundidad del infinito? ¿No has doblado tu cuerpo en el trabajo, no has utilizado
las manos, no te has servido del arado, no has ascendido por los montes, nos has allanado los
socavones, los montículos y las depresiones? ¿No has utilizado para tu descanso las sombras de
la higuera? ¿No has respirado el viento? ¿No has olido las flores ? ¿No has comido y vestido ?.
Has querido tener y tienes ¿Por qué lloras? ¿A quién culpas?. Todos tienen que morir. Todos
mueren. ¿Que esperabas? ¿Escapar sin muerte?

Neon.- Nada se da por si solo. Solo la nada viene sola. Cuando se inicia el
tiempo de la muerte, la muerte, sin preguntar, avanza sus pasos y muestra sus ojos. Rompe el
armisticio de la vida, envuelve el polvo en ceniza, putrefacta la carne y envuelve el viento en
hedor. Los rasgos de las sombras se alargan y prende la oscuridad en la noche. Nada escapa a la
presión de su opresión, a la rigidez de su hoz, al vacío del espíritu en la cavidad del cuerpo. Vela
los gritos que acuden en auxilio de la voz. En silencio, expira el grito. Nada se oye, nada se ve,
nada tiembla. No hay respiración, ni luz, ni noche ni sombras, ni hora, ni tiempo, ni día. El que
era, no es, el que existía, no existe, el que pensaba, no piensa, el que se quejaba, no se queja, el
que aspiraba, no aspira.

Ura.- Noto opresión en el corazón. Se ha desequilibrado la ilusión por tener. No


me ilusiona tener, ni lo que tengo. Se ha escapado la vida en los murmullos de los sueños, y
ahora, no tengo sueños ni murmullos. Si lo que quiero hacer, no hago, ¿Qué hago, si no puedo
hacer?. Vanas son las cosas, nos envanecen, y cuando las alcanzamos, notamos que no valen.
Nos oprimen en los deseos, y al desearlas, el deseo nos agobia. Si tengo, porque tengo, deseo no
tener lo que tengo. Si no tuviera, desearía tener lo que tengo. Envidio, al que tiene, por lo que
tiene. A mi, me envidian por lo que tengo. No se calman las ambiciones, ni se contentan las
suspicacias de los mentirosos, ni se acobardan las mentiras de los que engañan. ¿Por qué tengo
pensamientos que desmoronan la confianza?. La enfermedad perturba las pasiones y no hay
pasiones que curen la enfermedad, ni abrevien los dolores, ni paralicen la muerte. ¿Qué he hecho
en la vida, para que la vida se acuerde de mí? ¿Qué he encontrado, que no fuera el tesoro de mi
trabajo? ¿A quién le debo lo que tengo? ¿ A quién debo, que no haya pagado? ¿Quién puede
hablar mal de mí? ¿Quién puede echarme en cara mi ascensión por los caminos? ¿Qué puedo
hacer, para evitar que los esfuerzos del sudor me hayan compensado?.
Tengo que hacer, porque el tiempo huye. Se va a los confines de la inexistencia
y nada he hecho, no me he convertido en alguien que cumpla las funciones para las que he sido
creado. Nada dejo, nada puedo dejar escrito, en mi nombre, en algo o alguien. Antes de que el
tiempo cumpla, tengo que escribir paginas en el libro del acontecer. Hacer, para dejar hecho. Que
el mundo sepa que he existido, que he estado en el viento, que he caminado por caminos que no
eran míos, que he revuelto los contornos de la tierra, he ascendido por las esferas de lo
desconocido y he dejado la impronta de mi vida en una vida sin rumbo. Tengo que convertir las
noches en días y hacer que los días naveguen en el aire. Mantener mi sombra y las sombras que
me acompañan y los delirios de los deseos y las disfunciones de las ideas. Hacer valer el ser que
soy, lo que poseo, lo que tengo, lo que he encontrado, lo que he acertado, o el fin que se esconde
en el camino, la noche fría, el frío del vacío, la escarcha de las sombras, el paladear de los
racimos, la uva encorchetada en el vino, el navegar de los barcos, el sondear de las olas, el
amanecer de las llanuras, las playas, las piedras, los acantilados, las rocas, el murmullo, la
ambición de la soledad, el martirio del silencio, el fluir del instinto. Que el mundo sepa, que he
atravesado las fronteras del universo, conocido lo desconocido. Que he dejado el nombre escrito
en el lago de las ondas, en la convención de los recuerdos, en el acontecer de los senderos, en la
abreviatura de los recuerdos. Y vivo en el recuerdo aunque la vida se acabe. Tengo que hacer,
para eso he venido, y mis hechos deben llevarme, antes de morir, a realizar, cumplir, sosegar,
ejecutar, acometer, consumar, perpetrar, plasmar, formalizar, verificar, engendrar, construir,
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levantar, constituir, edificar, ondear las campanas en el sonoro batir de las alas del horizonte, y
batir los espacios con el engranaje de la mente.
¿Qué digo? ¿ Qué pienso? ¿ Si no puedo mover las manos, como voy a mover el
viento? El mundo es una fantasía, y fantaseo en la fantasía del mundo. Si al morir, nada me
llevo, ¿Qué quiero dejar, si nada dejo? ¿Qué nombre quiero que se recuerde, si no hay
recuerdos?. ¿Que sueños, vienen a morir, con mi muerte?. Los engaños acuden en tropel, para
sumirme en el engaño. La juventud, la madurez, los hijos, las obras, la noche, el sol, la semilla,
la espiga, el sembrado, el recoger la cosecha, el arado, van desnudándome para dejarme desnudo.
Se van perdiendo en la niebla del olvido. ¿Cual es mi nombre? ¿Cómo me llamo? ¿Qué espera,
en la espera? ¿Dónde atraca mi nave? ¿Dónde dejo lo amasado? ¿Quién cuidará las llaves de mi
tumba?. En los zarzales saltan los saltamontes. ¡Como saltan¡

Neon.- Los imperios se levantan en la infancia. Empiezan a formarte, cuando no


conoces la fuerza de la formación y el grosor de las celdas que esgrimen en tu pensamiento y te
comprimen. Te lanzan por las vertientes, los desniveles, los repechos, las depresiones y te
arrojan vivo, para que no puedas escaparte. Conforme creces, vas derramando los agrimensores
de la verdad y recogiendo los hilos que han volcado. Las ambiciones y los altruismos, los
denigrantes pasos por la temeridad y el terror, el asombro de las armas, el convencimiento de tu
fin, el derramamiento de la sangre. Hecho para mandar, mandas, sin que el mando agrave el
espíritu. Te hacen que seas, y al ser, eres lo que te han hecho. Te conviertes en un almacén de
objetivos, una parábola de estimaciones. Todo y todos, girarán alrededor de las esferas de la
ilusión. No te engañes y no desfiles con las ideas que te han marcado. Descubre, por ti, lo que
eres. No dejes que se abracen las ideas a tus mentiras, ni te mientan los engaños con las falsías
que te han imbuido. Estás en las manos de la noche, escondido en las sombras. Antes de lanzarte
al espacio, recoge el vuelo del aire y las panoplias de los deseos y las tentaciones de la carne. No
hay nada que puedas tener mas que lo que tienes, lo que eres, lo que piensas, lo que imaginas, lo
que crees, lo que amas, lo que posees. El baile de la gloria es efímero y efímera la ambición y
las pasiones, la lujuria, la libido y la escoria, la juventud, el tiempo. Al amanecer de una noche,
ya no amanece. No existe lo que existía , dejas de ser y no eres, se ha desvanecido el polvo, el
humo, y aunque quieras volver, no vuelves.

Jin.- Ama, para ver con la luz del amor, el camino. Espacios interminables de
espacios. Estrellas y estrellas, tan grandes como la tierra y más grandes, pueblan el infinito.
Todo, en el infinito de Dios. Todo, en la inmensidad del amor. Todo, en el inmenso ser de la fe y
la humildad, la creación, la gloria, la gracia. Todo, esperando, en esa espera de la esperanza.
¿Qué es, más largo que tu mirada y más corto que tus ojos? ¿Cómo puede, el pensamiento, volar
en los recuerdos y cubrir toda tu vida pasada en el paso de un segundo? ¿Puedes volver a la
juventud? ¿Puedes retornar en el tiempo? Inmensidad sin fin, en el fin inmenso. ¿Dónde
termina el infinito? ¿Tiene fin? ¿Quién te crees que eres, para creer que eres? ¿Que puedas dejar,
en un mundo que contigo vino y contigo se va?. Si no existes, ¿ Qué mundo existe para ti?. Todo
lo que has hecho, hecho está, y sus consecuencias están expandidas en el viento. Existen y no
puedes cambiarlas. Puedes buscar, en tu interior, la verdad, la fe, la comprensión, el
arrepentimiento, el amor. Lo hecho no se deshace. No mires atrás, mira al cielo, el universo, las
estrellas, la luna, el mar, el sol. Han estado contigo, para que las vieras, las miraras, las
contemplaras y alabaras a su creador. Perennes días y noches, al amanecer y al atardecer, cuando
las sombras cubren el día y el asombro del viento cubre las sombras. ¿No has visto que te miran,
para que les mires? ¿No comprendes que existen, para que existas?. ¿No te abren el espíritu a la
inmensidad? ¿No quiebran tus locuras por la carne? ¿Qué te piden? ¿Qué te exigen? ¿No
alaban a Dios?. Afirman, que son esperanza de la espera, alabanza de la alabanza, gloria de la
gloria, reino del Señor en el reino de la tierra.
No oscurezcas la luz, no te lances al abismo de la locura, en la ambición de la
carne. No acudas al mundo, para asentarte en el mundo y gozar de las mentiras de las pasiones y
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los deseos. No escanees la sombra de la lujuria, ni te asomes al barranco de las efusiones. Ama y
vive de amor y en el amor. Entrega y da, para tener al irte Comprueba que tu vida es un batiente
contra el deshonor y la mentira, la falacia y el engaño, la conquista y la ambición, el deseo, la
envidia, la calumnia, la lujuria, la malicia, el estercolero, la molicie, la herrumbre, la perdición,
la falsedad, el embuste, la depravación, la perversidad, la maldad, la voluptuosidad, la lascivia, el
desorden, la incongruencia, el ateismo, el libertinaje, la corrupción, el desenfreno.

Ura.- He dejado la carne, herida ante cualquier deseo y no he deseado. He


trabajado sin descanso. Maquillado las intenciones y encadenado, las tormentas de las pasiones,
a la necesidad de alcanzar la meta trazada. Me han tachado de ambicioso, ingobernable,
despiadado, falso, intolerante, despreciable, incapaz de sentimientos, carente de humildad y
ternura, pero trabajador constante, cumplidor de la palabra, responsable. No he faltado a mis
deberes con mi familia y conmigo. Y al terciar la vista, desempolvando el camino, los arrestos
de los que presumía, se arredran ante la verdad : que he consumido la vida. Se han desmoronado
los abismos. Golpean las piedras con inclemente fiereza y me destrozan. ¿Cómo vivir, si no he
vivido? ¿Qué puedo hallar si no tengo camino para caminar? ¿Donde reposo para compensar lo
que he perdido? ¿Qué hileras de vientos, encogerán, contra las palpitaciones de la mirada?.
Enfermo y achacoso, grito contra las voces y las voces contra los gritos. Se ha
escondido la luz y no me deja ver el filo de la luna, el soniquete de las olas. Perdido en las
calamidades del trabajo, he trabajado contra las calamidades, obteniendo lo que tengo ¿Qué
tengo, si no puedo disfrutarlo? ¿Qué poseo, si lo que poseo es rancio, antiguo, falso, material?.
Ha huido la vitalidad y no capto la sensación de la vida, ni la vida, ni comprendo como he
destrozado el tiempo. Trabajo y trabajo, esfuerzo y esfuerzo, luchar y luchar, para tener, y al
tener, no puedo disfrutar de lo obtenido, porque no tengo avidez, ni esperanza, ni sueños, ni
ilusiones, ni fuerzas, ni empeño, ni salud.
Encerrado en el cobertizo de las galerías de las noches, solo observo las
sombras, solo veo como el dolor maltrata la carne, como supuran las heridas de la vejez y como
la vejez me hiere. Gavilanes y buitres vuelan a mi alrededor esperando. Esperando que se
cierren las compuertas de los ojos, las vísceras de los oídos, las sensaciones de la respiración. Y
que todo vuelva a ser como antes de que fuera. La pedanía de los cercos, el desarraigo de las
trincheras, casetas arrestadas en las alambradas del tiempo, pocilgas y puercos, tierras surcadas
en las aldeas antiguas con casetas, pastores, herreros y carpinteros. A sotavento la calzada de la
ciudad, a barlovento barrios de chozas. El cielo encrespado en la niebla y las tormentas,
bajando lentas, para desmoronar las rocas que acechan los acantilados.

Neon.- Suerte tienes de que puedes curar tus heridas. Las pinzas de hierro
expandirán los garfios sobre las pasiones y podrás dejar que no te engañen las mentiras. Mi
orgullo era tal, que no podía permitir que nadie hiciera sombra a las sombras, que no asimilara
la tierra y no me encumbrara sobre los montes. Catapultas de hierro eran el impedimento a
trasvasar la dulzura. Nada sopesaba mi mano, para alterar la valentía del brazo, la conjunción de
los jinetes, formados con su penacho y su lanza. Los vítores aclamando la gloria del vencedor,
los denuestos de los vencidos, la mortífera matanza entre los cuerpos caídos. El cielo rojo, rojos
los ojos que miraban al cielo, rojo el río, roja la ira y rojo el retumbar de los rayos. No podía
volver la mirada a otro lado. No podía detener el caballo, ni descabalgar del lomo que me
sostenía. A mis pies la vida derrotada, con la victoria sobre la vida. Falso viento y falso humo.
Falsa vanidad y falso engaño. La valentía del cobarde era la cobardía del valiente. No permitía ni
a otro ni a otros, ni otro tambor, ni otra cuerda, ni otro ser, ni otra existencia. Envuelto en la
nada, la nada me envolvía. No por matar, morían y no por morir, mataba. Era mi muerte la que
encerraba cada vida. Mi muerte la que atravesaba mi espada. Derrotado en la victoria, gritaba en
la victoria, como si de verdad venciera. Mentira, engaño, falsedad, falsía, embuste, patraña,
exageración, paparrucha, farsa, engañifa, apariencia, quimera, falacia. Más me hundía al crecer y
más crecía al hundirme. Más veía el futuro y menos el porvenir. Hileras de peldaños bajaban,
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cuando creía subir. La vida es un carromato al que te subes para empujar, no para que te
empujen. Sin consigues lo que ansías, las ansias te destrozarán la vida.

Ura.- No distingo el sendero por el que he transitado. He perdido las fechas y la


distancia y la mente y las ideas. He resistido a las tormentas, y con el viento he luchado. Para
vivir, y no he vivido. Sin darme cuenta he asistido a la defenestración del viento, a la supuración
de los sentidos, al sofoco de la sangre y ahora que puedo vagar en el aire. La enfermedad me
somete a la tortura del dolor, a la inclemencia del sopor, la intolerancia, el espasmo y me retiene
en el amargor del silencio, la clandestinidad de la noche, el oscurecimiento del amanecer.

Jin.- Tienes un segundo de vida, un segundo de muerte, no lo olvides. La vida no


es un rosal para dar rosas, sino también espinas. Cada uno lleva, en el camino, las alforjas, las
sandalias, el bastón, el hambre, el frío, el dolor, la alegría, la voluntad, el trabajo, el esfuerzo, la
valentía, la honradez, la agonía, la compasión, la avaricia, la pereza, la pasión, el fuego, la
imposición de la fuerza, la malquerencia, el murmullo, la malicia, el carácter, el arrojo, la
voluntad, la responsabilidad, el compromiso, la humildad, la piedad, la ternura, el amor, la fe, la
maldad, la perversidad, la depravación, la lascivia. El placer y la cruz. La materia y el espíritu.
Basta elegir, distinguir por donde caminas, como caminas y que eliges en tu camino. Si la carne
o el espíritu. La verdad o la mentira. La vanidad o la clemencia. Si amas, verás la luz, y la luz,
te guiará por el camino. Y al elegir, en tu libertad, te ayudará a elegir.

Ura.- Quiero vivir. Quiero empezar la vida. Quiero rastrear en las noches los
arroyos y los manantiales. Quiero beber de la fuente que mana, del surtido que germina. Quiero
estribar en las estribaciones de los continentes. No quiero morir.

Neon.- No tienes que morir. No te impacientes con la muerte. Mírame. Me han


enviado para que mires a mi través y veas.

Jin.- Llega el momento de elegir, se quiera o no se quiera. No es lo que


pretendes, lo que deseas, lo que esperas. Es lo que es. No eres, sin ser en el ser que es. No
esperes sin esperanza. Y si no esperas, no encontrarás la espera de la esperanza. En le viento del
vientre, nos denudamos y desnudos, el aire nos lleva Y se lleva el mundo que hemos traído: anda
deja de cuanto éramos. Todo se diluye en una masa de polvo. Una tumba, un sarcófago, un
lienzo, un nombre, una losa, un cementerio, un nicho, un sepulcro, un panteón, un ataúd, una
lápida, una estela, una sombra sin cuerpo, un aliento vacío, el frío de la soledad, la convalecencia
del silencio. Y en medio de todo, antes de que la muerte abra la putrefacción en el hedor del
mausoleo, un segundo. Antes de morir, un segundo. En la vida, viviendo, un segundo. Un
segundo, a través del cual vemos toda la vida, todo el acontecer, todos nuestros actos, nuestros
hechos, nuestras acciones, nuestras omisiones, pensamientos, ideas, omisiones, consecuencias.
Y libres, elegimos. Dios, nos permite elegir.

Ura.- No quiero irme del mundo. Tengo miedo. Quiero empezar de nuevo,
volver al principio, volver a nacer, volver a sentir el viento, ver el mar, el cielo, captar el
universo, sumirme en el mar, nadar en el río, sembrar el trigo, recoger la cosecha.

Neon.- La muerte es la vida. Mira mi muerte y no mueras conmigo. La noche es


eterna y eterno el infinito, inmensa la inmensidad, la luz te ilumina. No tengas miedo; yo tuve
miedo y estoy muerto, no tengo vida, ni soy, ni existo. Es un paso solamente. Un salto de orilla a
orilla.

Ura.- No he vivido, ¿Cómo voy a entrar a la vida sin vivir? ¿Que vida me espera
si no sé lo que es la vida?. ¿Quién mantendrá a recaudo mis bienes? ¿Quién me velará en la
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sepultura? ¿Quién sembrará mis campos y segará mi cosecha?. ¿Quién me arropará cuando el
frío me envuelva?.

Jin.- Deja el mundo para el mundo. No mires si el grano espiga, si te riega el


agua los campos, si el sol alumbra. Piensa en ti, en tu vida, en el camino que has atravesado, los
puentes que has recorrido, las puertas que has abierto, los vientos que has sudado, los aires que
has respirado. Al terminar, todo empieza. Nada acaba al fin de la vida. Es el principio de algo
que tienes que discernir, comprender, elegir y asumir. Dios te da un segundo. Como un segundo
ha sido tu vida, un segundo te recuerda todo lo que has vivido. Un segundo para la eternidad.
Dios, en su amor, a todos espera. La muerte no espera, Dios sí. Y hace esperar a la muerte y a la
vida, antes de que la vida muera. No le hagas esperar. No esperes a que te espere. No te quejes
en tus quejas. Ama a Dios. Si le amas, Dios te indicará la luz del camino. No tienes más que una
vida. Y la vida que espera es eterna.

Fin del segundo acto

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TEATRO

C A R E N C I A S

Rafael Torroba Ochoa

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LUZ

No se enciende la noche, a la luz de la mañana,

Con la aurora. Se apaga.

Se apaga el sueño de las ilusiones

Las sombras que cubren la oscuridad,

El silencio de las aspiraciones,

La fantasía fugaz, de una fugaz fantasía,

El ruido temeroso del miedo,

El surco de una ranura, en la vitola de la melancolía,

El ayer olvidado, que olvidado se olvida,

Los hechos que acontecieron,

Los fugaces engaños de las mentiras,

La vulgaridad del necio, la desaprensión del rico,

La avaricia del avaro, la ambición del ambicioso,

La murmuración del susurro, la enjundia, del que injuria,

El socavón del camino, el destello de una sombra.

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2

La realidad, es un mundo nuevo, vulgar

Despierta al despertar, y al despertar, nos despierta,

Vive de viento, que se moja en la tormenta,

Riscos de lucha, en el esfuerzo,

Fuegos, que encienden en llamas, los años y los días,

El peso del dolor, el temor al miedo,

Guerra constante, en una constante lucha,

La voracidad del lobo, la insidia de la carne,

La aprensión de la envidia, la desazón de la malicia,

La ocurrencia del sabio, la ignorancia del ignorante,

El color del negro, la blancura del blanco,

Una rama que se mueve, una hoja que cae,

La corteza del tronco, la profundidad del bosque,

La insinuación de una mirada, la visión de un cortesano,

Una pasarela que se hunde, el cruce por el vado, de un


puente

Una argolla en el cuello, cadena de una deuda,

Un pensamiento obsceno, lujuria de un deseo.

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3

¿No es, la vida, el cimiento de la muerte?

¿Qué meta, no se abre a la mente, al ser la muerte, la


meta?

¿Quién puede caminar, sin esperanza?

¿Qué orgullo, puede tener, el que tiene bienes y no orgullo?

¿Es más rico, el pobre que el rico? ¿Es más pobre, el rico
que el pobre?

¿Qué paz, sigue a una batalla? ¿Hay batalla en la paz?

¿Tienen juventud, los viejos? ¿Han tenido juventud?

¿Qué recuerdos alimentan el olvido? ¿Hay olvido en los


recuerdos?

¿No es la luna, una patraña? ¿No es un abismo el espacio?

¿No se va la vida, sin darnos cuenta? ¿No nos vamos, sin


enterarnos?

¿No respiramos el viento? ¿No volamos en el aire?

¿No hay olas, en el mar? ¿En el mar, no hay horizonte?

¿No espiga, el grano, en la semilla? ¿No da, la cepa, vino?

¿Quién sabe, más que el sabio y menos que el ignorante?

¿No oye, el silencio, gritar? ¿No grita el silencio?

¿ Quién vive, pensando que vivirá ? ¿ Quién vive, sin pensar?

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4

No mires al espejo, para verte, al mirar,

No podrás ver, lo que eres, al ser cada día diferente,

No piensas hoy, lo que ayer pensabas, ni lo que pensabas,


piensas

Vamos de túnel a túnel, con las asperezas de las rocas,

Por caminos diferentes, con diferentes paisajes,

Solos, con la muerte, en la búsqueda de su busca.

Copyright. 2011. Rafael Torroba Ochoa

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TEATRO

CARENCIAS

ACTO 1º

En escena un hombre y una mujer:

LUIS.- 42 años, profesionalmente licenciado, clase media

NADIA.- 40 años. Licenciada en psicología

Son matrimonio y tienen un hijo llamado ANDRES, 17 años, acaba de


terminar el C.O.U. en Septiembre irá a la Universidad.

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Nadia.- No puede ser.... no puede ser..... no puede ser....no puede ser...

Luis.- Te oigo marrusquear y cuando marrusqueas, hay algo que no encaja

Nadia.- No es nada.......nada....no es nada.

Luis.- Venga, déjate de monsergas y dime que es lo que te preocupa.

Nadia.- Que no,.... que no me preocupa nada. No quiero preocuparte con


mis preocupaciones, ya sabes que tengo tendencia a la exageración y a la suposición.

Luis.- Trasládame tus suposiciones y así seremos dos a exagerar.

Nadia.- En tanto no tenga seguridad....., no.

Luis.- La seguridad, no existe. Existe la prevención, sensaciones que nos


parecen razones pero que no lo son. Existen, esas complacencias con nuestro entender, que no
entiende, pero nos exprime la mente.¡Cuantas veces, nos hemos equivocado estando seguros¡
¡Cuantas veces, estando seguros, ha sido lo inverso de la seguridad¡.

Nadia.- Si pudiera decirte las dudas que me agobian. Los agobios que me
originan dudas. El paso por un túnel, sin que la luz se aviste. El largo camino, de un camino sin
orillas. El balandro, de un barco, sumergiendo su eslora en tierra. La tormenta, de una tempestad,
que explota en la soledad de un faro.

Luis.- ¿No exageras?

Nadia.- Claro que exagero. Soy consciente de la exageración, por ello me


convierto en un ser débil, inquieto, desfondado, sin posibilidad de alcanzar a conocerme y
defenderme, sin tener que apoyarme en los demás.

Luis.- Apoyarte, es bueno, si te dejan, si no se aprovechan de ti, al apoyarte y


no usan, tu debilitamiento, para hacerte daño y vencerte.

Nadia.- Somos débiles y la debilidad, se refuerza con la valentía. Estamos


hechos de carne, el viento nos marea, el polvo nos arrastra, la materia nos confunde, las
pasiones son el flujo de la luna o el merodear de las noches. Vivimos en sombras y las sombras
nos cubren, aunque la luz alumbre. No pienso, que puedo luchar y vencer, y mucho menos,
luchar para vencer. Lucho, porque la vida es lucha y la lucha, nos conduce al camino del
combate. Si no lucháramos, nos hundiríamos en el pulular de los sentidos en la carne.

Luis.- Muy bien. Muy bien. Veo que las palabras enardecen y permiten que
expresemos reacciones que no tienen sentido alguno, aunque sí las frases. De todo lo que has
dicho, me quedo con la idea de que estás luchando interiormente y no sabes a donde te conduce,
ni lo que quieres, ni lo que es, ni lo que puede ser, ni si es interpretable, ni si te afecta, ni si
podrías soportarlo, ni si quieres conservarlo. Todo un dilema, vamos.

Nadia.- Eres igual en todo momento. ¿ Cómo, decirte lo que me corroe, si


todo lo interpretas bajo un aspecto subjetivo e irreal?
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Luis.- Te he dicho muchas veces, que las fronteras de la noche, son iguales para
todos. Cada uno, debe aceptar las sensaciones como propias, porque son propias y no trasladarlas
a lo que es en otros. Tú, eres como eres y no puedes ser de otro modo. Yo, soy como soy y como
tal, me acepto. Lo que haya sucedido, sea lo que sea, ha sucedido, debo apreciarlo y admitirlo
como tal. Si no ha sucedido, ¿ puedo evitarlo? ¿ Debo oponerme a lo que tiene que suceder ? ¿
debo variar las circunstancias, para que varíen los hechos ? ¿ Debo variar los hechos, para que
varíen las circunstancias?. De cualquier modo y en cualquier modo, reaccionaré con mi manera
de ser, defenderé la forma de pensar que tengo, no la forma de pensar, que tú, quieres que
tenga.

Nadia .- Tan cobarde y altanero, como siempre.

Luis.-Tan altanero y cobarde.

Nadia.- No eres de gran ayuda.

Luis.-No, no soy de gran ayuda. Soy y me reconozco débil. Huyo del combate,
más y más, si es cuerpo a cuerpo. Perdería cada lucha. Antes de perderla, huyo, como perro con
el rabo entre las piernas, sujetándome en la insensatez, reconociendo la debilidad de mi carácter.
Y la insensibilidad, que para determinados temas, muestro.

Nadia.- No tienes reparo en rebajarte ante mi apreciación. ¿Cómo pude casarme


contigo? ¿Que vi, tan interesante, que pudo envenenarme la sangre y abstraerme en el espacio de
las nubes? ¿Cómo me enterré en el hielo de la conformidad en la tormenta de nieve?.

Luis.- Cosas se la juventud. Desiertos de arena, con el brillo de un oasis. Yo en


cambio, admiré tu manera de ser, la admiro y sigo compartiendo el mismo respeto, que antes de
casarnos. Nada tengo que reprocharte. Nada te reprocho. Al contrario, cada año pasado, he
reconocido la generosidad de tu corazón para compartir conmigo la calamidad que soy, mis
deficiencias y las evasiones de responsabilidad. Has tenido la fuerza, de ser fuerte por los dos y
para los dos. En ti. ha estado la fortaleza del castillo, la dureza de la madera, la altura del tronco,
el reducto del hogar, el valladar del recinto, la muralla del valor para el asedio. He apoyado, mi
escasez, en lo que te sobraba y he tomado el vigor, de tu vigor.

Nadia.- Al contrario que yo. He tenido, que aparentar, la apariencia de tener,


para que tuvieras. Sostener, lo que no era capaz de sostener. Levantar sin armazón, ni
estructura, sin cemento ni hormigón, lo levantado, pero enmohecido, con clavos, desgastado,
mohoso, oxidado, ruinoso, corroído, enmascarado, cochambroso, mugriento, mísero, puerco, sin
ventanas, ni cristales, sin visillos, ni puertas, sin bajeles, ni soportales, sin tejado, sin columnas,
sin tejas.
Luis.- Un barco, para un navegante como yo, que no sé navegar, ni lo que es un
barco, ni me gusta el mar, ni las olas, ni los huracanes, ni las tormentas, ni los alzados del viento
en la estructura del aire.

Nadia.- Exacto
Luis.- Te lo agradezco. Reconoce, que a cambio, has tenido potestad para
determinar lo adecuado, lo conveniente, y tomar las decisiones que creyeras mas aptas para cada
momento, hora y lugar. Lo uno, por lo otro.

Nadia.- Decisiones......¿Crees que he tomado alguna, sin consultarte?¿Qué he


menoscabado tu autoridad, imponiéndome? ¿Qué he montado en tren, dejando que viajaras en
carro?. Era un penar, para mí, decidir sin decidir, preguntar sin preguntar, observar, para ver cual
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era tu disposición con relación a un tema, encontrar frases, para no herir la susceptibilidad de lo
conforme, la adecuación a no emprender acciones. He sometido, mis criterios, a los criterios de
tus criterios, sin que lo observaras. Todo ha sido un clavo en la mente, que ha disociado mis
reacciones y me ha vuelto pusilánime, y en cierto modo, incomprensible e inepta para encarrilar
el pensamiento.

Luis.- Nunca te arrepientas de lo que has hecho, pensado, dicho, puedes


aprender de ello, pero no vuelvas la mirada atrás, ni busques, en el pasado, lo que fue ayer, para
que se haga presente. Lo transcurrido, acertado o no, ha pasado en el tiempo y se ha ido con el
tiempo, como la vida. Todo se difumina, al observar el transcurso de las cosas, la inefabilidad de
lo presente, la preponderancia del aire, la ingobernabilidad de los sentidos. No te inmiscuyas, en
el cuanto se ha convertido. Eres, lo que eres y no lo vas a cambiar aunque lo intentes. Déjate
llevar por ti y encontrarás, en ti, a quien te lleve. El espacio, se adorna en la noche y
resplandece al amanecer. No te auscultes con los pasatiempos de lo posible, lo impenetrable de
los sueños, lo variable de los cálculos. Es, como es, lo que es. Lo que es, es lo que nos hace ser,
nos permite caminar en la dirección correcta, aunque nos perjudique y dañe.

Nadia.- Tu método de vida, no me sirve. Tengo que admitirlo, y lo admito,


apreciarlo, y lo aprecio. No lo respeto, ni lo comparto. No va con mi manera de ser, ni mi
manera de entender la vida, la lucha en la que estamos inmersos, queramos o no, la necesidad de
emprender caminos que no hemos elegido, la posibilidad de encontrar senderos que se cruzan,
aleaciones mentales que nos someten a presiones de temperatura y grados. No puedo ser como
tú, ni ser como quieres que sea. He dejado, tras de mí, volutas de mi ser. Amarrado, mi
presencia, en la presencia de una existencia corta y lenta, lejos de aquella velocidad que mis
sueños imprimían. Lejos de alcanzar metas, que esperaba alcanzar. Lejos de estar, en ti, volando
por el hemisferio de las nubes. Lejos, de poseer los trigales del amor, las esencias del perfume.
Lejos de las flores, que mi mano tocaba y los frutos, que mi personalidad requería.

Luis.- Seguiremos distantes, en la corta distancia. No ves lo que veo, ni oyes lo


que oigo, ni sientes lo que siento. Es normal. Las apreciaciones, radican en el alma de cada uno
Y cada uno, raya en el horizonte, confinándose en el mar. Las miradas, no ven lo que miran, si
no lo que quieren mirar. Todas las olas son distintas, distintas todas las hojas y las ramas y las
cortezas y los árboles y las hormigas y los cabellos de la cabeza. Nada, es igual, a otro igual.
Todo es diferente y distinto. ¿Cómo no van a ser distintas, las ideas, distintas las mentes,
distintas las apreciaciones, las indiferencias? ¿ Quién, va a llorar, con las lágrimas de otro? ¿
Sufrir, con sus heridas? ¿ Gritar son su voz? ¿ Palmear con su mano?.Cada uno, sufre en su
sufrimiento, ríe en su alegría, salta en su gozo y en su gozo, se goza. Todos los juegos, tienen las
mismas normas y todos, juegan de manera distinta. Ni es el mismo amanecer, el que amanece, ni
el mismo anochecer, el que anochece.

Nadia.- Tus ideas, no me hacen tomar el sol en la playa. No quiero sol, ni arena,
ni mar, ni aire de mar, ni montaña. En la trastienda, han quedado las ilusiones, las esperanzas, los
sueños, las emociones, las inquietudes, los sobresaltos, las alteraciones, las perspectivas, los
entusiasmos, los espejismos, las quimeras. Han navegado, en alta mar y en alta mar, se han
hundido. Hay rescoldos, en el fuego, y en el fuego, cenizas, no llamas ni humo.

Luis.- He dado lo mejor mío, sin profundizar, en cada instante, en aquello que
pueda ser retrospectivo o incoherente. He procurado mostrarme como soy, no puedo ocultar mi
manera de ser. Así era, así soy, así seré. No intervengo en mi forma de ser, para adaptarme a
otro forma de ser y ser, un ser, diferente al ser que soy. En ese caso, sería otro dejando de ser yo.
Me adapto a lo que soy en lo que soy, vivo, me manifiesto, me conformo, me soporto, doy todo
lo que tengo dentro, sin ocultarlo. Si amo, amo, si pienso, pienso, si digo, digo, si obro, obro. No
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encontrarás falsedad en mi comportamiento, en la consistencia de ideas, en los caminos que
emprendo. La debilidad, es fortaleza. Si consideras debilidad, a la fortaleza, soy débil. En mi
debilidad me defiendo, me mantengo como ser, vivo, veo y la vida, la adapto a la consistencia
que tengo, sin excederme en mis posibilidades, sin extraer presuntuosos equilibrios de los que
no dispongo. Consistencia o carencia.

Nadia.- Llamas carencia, a la cobardía y fortaleza a la debilidad. No has sabido


apreciar, lo que se te ha entregado para alcanzar la felicidad, dentro de lo que es felicidad. No
vuelve lo que se ha ido, ni retorna el pasado para convertirse en presente. Lo que te di, lo has
disuelto en agua. El agua se ha convertido en barro. Todo se ha distribuido en consistencias
carentes de equilibrio, en equilibrios carentes de consistencia. Has dejado que se perdiera la
mirada en el infinito, de tanto mirar al infinito. Se ha dispersado el viento y el viento, no vuelve.
No hay tornar, al retorno, ni retorna el olvido, para ayudar al presente. Lo roto no se puede
componer. Te subí a un pedestal y el pedestal era barro, inconsistencia, polvo, humo.

Luis.- No cambia tu manera de pensar, aunque exponga la realidad ante ti.


¿Preferirías que te engañara? ¿Que me mostrara como no soy? ¿Que diera la impresión de ser, un
ser valiente, aguerrido, acorazado, con capa y espada, con manto y lanza, con yelmo y coraza?.
Ah, el príncipe de los sueños, los sueños con príncipes, alas aladas en la desmesura de la
fantasía. Coronas sobre el regazo, siervos y esclavos rindiendo pleitesía, ensalzando la belleza,
vistiendo de muñecas a los servicios. Ah, como rumiáis la indiferencia. Como resaltar la
potencia de la hermosura, el rigor de una mirada en los ojos, el sueño, de un sueño, que flota en
el espacio, manos adoradas por otras manos, el viento que acaricia el ombligo de la belleza, la
hermosura de un cuento, la hidalguía de un señor, el señorío de un conde, la plebeyez de un rey,
la maldad de un malvado, la sorpresa de una noche en un jardín inesperado, una palabra de
fuego abierta a la pasión, el apasionado enredo de un amante frustrado, el reto de ser amada, sin
que se note el amor, la provocación de un cuerpo, el inesperado sombrajo de una falda corta, un
pecho descubierto, que asoma por las pirámides del pecho. ¡Cuanto queda, en el bolso, para
sacarlo¡

Nadia.- No barnices, achacando, lo que sin achacar no puedes barnizar. No


delegues, en nuestro comportamiento. las frustraciones de los que queriendo ser, no sois,
queriendo ascender, no ascendéis, queriendo ser superiores, no lo sois. Rastreáis en nuestro
corazón para convertir en frívolo, lo que no es frívolo, en banal, lo que no es vano, en
insinceridad, las debilidades del carácter y el desdibujo de la personalidad. No llegarás al mar,
sin apearte del coche, no te bañarás, sin acercarte a la orilla, sin marearte, en sus mareas, no
descubrirás su fuerza y sin el vendaval, no sabrás, como el vendaval arrastra las olas, en la
corriente de la orilla.

Luis.- Eres una paradoja, como es una paradoja el amor, una paradoja el
pensamiento y lo que se piensa. Tú dices lo blanco de lo negro, y yo lo negro, de lo blanco. Tu
ves con tus ojos y yo con mis ojos miro lo que miran tus ojos y no lo veo. Tu hablas, como si
todo fuera un arqueo del puente, desde el que se adivina el porvenir y yo cascarrío en las
hipótesis de que cada uno es un plato que ningún otro puede degustar. Lo que siento, veo,
hablo, digo, comprendo, entiendo, discuto, dialogo, pienso, converso, mascullo, inicio, concibo,
imagino, innovo, hago, emprendo, no es ni será como tu lo ves, hablas, dices, degustas,
comprendes, entiendes, mascullas, chirrías, susurras, murmuras, percibes, intuyes, vislumbras,
haces, sueñas, racionalizas. Cada uno es, en cada uno, el mundo del que al nacer, con él nace, y
el modo con el que nace. Blanco, el que nace blanco. Negro, el que nace negro. Manco, el que
nace manco. Rico, el que rico nace. Cada uno en cada tierra y cada tierra en su país, cada país
con sus montañas, sus ríos, su mar, su orilla, su viento, su aire. La mente, es un volcán que
centrifuga en el alma y en la conciencia, forjándose en las erupciones interiores de una
113
continuidad en el lamento, la mente, los hechos, las acciones, la compañía, la sociedad, la
alegría, la soledad, el silencio, la vida, el dolor. Unos eruptan, otros se llevan la erupción a la
muerte. Nada cambia, sin percibirse, ni percibiéndose.

Nadia.- Esa es la diferencia. Yo digo que todo puede cambiarse, todo puede
volverse de arriba abajo y de abajo arriba. Voluntad y esfuerzo, valentía y tesón, arresto,
atrevimiento, carácter, arrojo, brío, temeridad, intrepidez, bravura, empeño, terquedad,
insistencia, obstinación, constancia, comprensión, dedicación, tolerancia, idea. Luchar contra el
viento, aunque el viento te arrastre. No tener miedo, ni dudas, ni dejar que te agobien, ni primen
los inconvenientes, ni dominen las suspicacias, las inclemencias, las incorduras, los recelos, las
aprensiones, la desconfianza, los susurros de las sombras, las incógnitas de las murmuraciones,
la dejación de principios, la alteración de las formas, la violencia del valor, el desprecio del
inmaduro, la saciedad del necio, la incongruencia del vano, la imperiosidad del avaro, el
desconocimiento del ignorante, la vanidad del vano.

Luis.- Para, para un poco. Arremetes con velocidad y no hay quien pueda
enfrentarse a tanta palabrería y tanto desconocimiento. No pongo en duda tu saber, obstinación,
fuerza, valor y tu ..... digamos..... fortaleza de espíritu. Sin llegar al fondo de mi ser, quieres que
mi ser, sea esa tarántula que muerde y pica. No soy un ser, para otro ser, ni un alma para otra
alma. Ya...ya sé que todo es en comparación con mi carácter y en confrontación con mis
decisiones, pero.... no puedo desescombrar los escombros de la construcción en mi interior, ni
derrumbar lo que tanto esfuerzo me ha costado levantar, aunque para ti, solo sean escombros. Lo
que soy, solo lo puedo ser yo, nadie mas. Nadie tiene lo que tengo y no tengo lo de nadie. No
presumo de nada y nadie puede presumir de ser alguien. Todos estamos en plena canícula de la
vida, por un camino de comprensiones, estímulos, concentración y tránsito. Todo se nos ha dado
hecho y de todo disfrutamos, sin que sea nuestro. No quiero que me compares, ni que por
comparación me deshilaches o me conviertas en un zurrón de encaje. Puedo ser, solo, lo que soy.
No puedo, ni ser otro, ni llegar a parecerme a otro, para no ser el que soy.

Nadia.- Podríamos seguir, sin doblar el espinazo ninguno de los dos. No he


podido cambiarte tras veinte años de casados, ya he dejado de intentarlo. Lo que es imposible,
no se puede realizar.

Luis.- Ni se debe.

Nadia.- He dejado pasar las nubes y no me han mojado. He visto correr el viento
y no me ha impulsado El aire no ha descubierto la frondosidad del fruto que pendía del árbol y
heme aquí, en la incertidumbre del desconcierto, en lo incierto de lo cierto.

Luis.- No da cerezas el manzano.

Nadia.- Tu, te has comido las cerezas y desgajado la rama, para que otro no
coma.

Luis.- Eres incorregible. Tú pusiste las cerezas, en mi mano, para que las
degustara y me las pusiste en la boca, para que las comiera. Y las comí. Como todos. Todos
comemos lo que nos sirven para comer y lo aceptamos como un bien, una delicia, algo que nos
enorgullece y nos llena el espíritu. Cierto que las comí, las volvería a comer. No me arrepiento.
No he protestado de ti, ni protesto, admito como eres, como piensas. No pretendo cambiarte,
moldearte con otro barro, discriminarte, embutirte en otra ropa, sentarte en otro barco, navegar
en otra ola. Tal como eres, te acepté y te acepto. Tal como has sido, has sido, eres y no he

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podido menos de dejarme llevar en ti, para ser de tu agrado. No he alcanzado a ser esa nube, que
tu corazón buscaba en el espacio. No lo he sido y no lo soy. Ni lo seré nunca.

Nadia.- No, no lo has sido. Fuiste una tormenta que el viento arrastró en la
lluvia. Una cometa, en lugar de un rayo. Un avispero, en una jaula de ilusiones. Una suposición
falsa, de un deseo verdadero. No puse fantasía, en la fantasía, desbordándome la corriente. Aquí
estamos, juntos, en el tiempo, sin tiempo para estar juntos y sin tiempo para enmendar los yerros
de las ilusiones. Como dices, eres como eres. No he podido transportarte a mis sueños, como un
conde con coraza, un rey con sus vasallos. La realidad aleja el pasado y deja sin pasado a lo que
aleja. Nada vuelve a aparecer, ni del ayer, ni en el hoy, ni del pasado, ni en el presente.

Luis.- No sometes los sueños a la realidad, y los sentimientos desbordan tu


capacidad. Estás atrapada, en la algarabía de lo que no es. Mientras no salgas, por ti sola, de ese
marasmo, no encontrarás la luz que buscas, estarás descontenta siempre, te hallarás colgada de
los palos de una rama y serás una hoja que el viento mueve a placer. Ya sé, que no soy quien,
para dar consejos y que mis palabras te suenan a malvaviscos, pero solo puedo decirte que estás
atrapada en las algas del mar y las mareas te convertirán en canículas de arena. No eres una
niña, deja los sueños. No hay príncipes, ni princesas. No hay jubones que canten, ni alabarderos
que lanceen lanzas por las señoras. Han desaparecido los juglares, derruido los castillos, no
andan caballeros andantes, ni van con su montura y su escudero. Aparte que yo prefiero, al
escudero, cien mil veces antes que al caballero.

Nadia.- Al cobarde, antes que al valiente, al vil antes que al señor.

Luis.- Al que piensa, antes que al iluso. Al que ve la realidad, antes que al que
quiere transformar la realidad a su capricho. Al final, solo hablan de los hechos del señor, pero
los hechos los ejecuta el escudero, el señor solo los alimenta para crearlos y después de crearlos,
destruirlos. Es un rufián que desconoce el valor la dignidad, la hidalguía, el honor, el servicio, la
comprensión, el amor, la humildad. Todo lo mezcla a voluntad de su voluntad y da, a su
voluntad, el marasmo de la realidad, sin atenerse a las normas de la vida, de la sociedad, la
convivencia, la amistad. Es un perogrullo que no piensa, ni siente, ni ve, ni comprende. Sueña.
Sueña que es caballero y es un pendón. Sueña, en convertir sus gestas, en gestas de caballero. En
lugar de hacer el caballero las gestas, hacen las gestas, al caballero. No hay mayor orfandad, en
la vida, que contemplar como piensan.

Nadia.- Que vacuo, es el que se desloma en el vacío, creyendo que los demás
son vacuos.

Luis.- No llegaremos, a la misma meta, sin la dejación del uno por el otro. No
hay dos ideas uniformes, ni dos pensamientos iguales. El rumbo, está en función, de la
disfunción del aire. Las montañas son las que son, como los mares, los ríos, los árboles, los
frutos, lo que cambia es la forma de verlos, disfrutarlos, consumirlos, apreciarlos, diferenciarlos,
distinguirlos, poseerlos, darlos, comerlos. En la forma de percibirlos, contemplarlos,
interpretarlos, estimarlos, respetarlos, valorarlos. Como los sentimientos, la vida, el futuro, el
presente, los vecinos, la sociedad, las leyes, la convivencia, los padres, los hijos.

Nadia.- En la forma de amarlos.

Luis.- Sí, en la forma de amarlos especialmente. Tal como son, con defectos y
virtudes.

Nadia.- ¿Y si..... no se ama?.


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Luis.- ¿Qué quieres que te diga, si no se ama? ¿Por qué crear obligaciones sin
amor? ¿Por qué levantar una casa, en el temblor de la tempestad, si en el alma, no bulle el
principio de la solidaridad y el sostén?. Cada cual comete sus errores y los paga. Lo que se debe
evitar, es que otros paguen. Los actos y las consecuencias, como las omisiones, solo dependen de
la conciencia de cada uno. La divergencia entre lo que uno hace, con lo que piensa, sueña o se
ilusiona, es un muro para el que levanta el muro, no para el que sin levantarlo se lo encuentra.

Nadia.- Me harás sentirme culpable y no lo soy.

Luis.-No te he culpado de nada. Quisiera evitarte desengaños, dolores y


entregarte todas las posibilidades de ser feliz, aunque no lo consiga. No he dejado de amarte ni
un instante. No has dejado de ser, lo que eras y lo que eres. Como tal, te aprecio, acepto, amo,
considero, diferencio, distingo, admito.

Nadia.- Demasiado para mí, que solo aspiro a alguien que me encamine, me
marque la ruta, disponga de mis actos, encubra mis hechos, me desborde en la apariencia, me
suma en el alambiques de las pasiones y los deseos. Alguien, que descarne la carne, anule la
voluntad, apriete mi garganta hasta impedirme respirar, que se posesione de mi ser, de mi alma,
de mis sentidos, de mis complejos, de mis debilidades, mis fuerzas, mis anhelos, mis
posibilidades, mis encuentros, mis alteraciones, mis enfrentamientos, mis ilusiones, mis sueños.
Alguien, que sin desnudarme me desnude, me conquiste sin avasallarme, se posesione de mi ser
y en mi ser, tenga su trono y su cetro. Alguien, que diferencie lo hermoso de lo bello, que
defienda lo bello de lo hermoso, que acampe en las noches, sea la luz de la noche y del día, luz.
Alguien que me bañe en el mar y con el mar, se funda en mi cuerpo. Alguien que se aprisque en
el campo y en el monte. Que rodee los precipicios y vuele, conmigo, en mis evoluciones.
Alguien, que en la desmesura de las sombras, me convierta en sombra y como sombra me tome.
Alguien que se fusione en el paladeo del alma fundiéndose en el hielo del deseo.

Luis.- ¿Como has podido vivir conmigo, tantos años? ¿Qué trincheras, has
abierto en tu alma, para desatascar tantas trincheras? ¿Dónde has depositado, las faldas de tus
vuelos? ¿En qué rincón, te has aturdido, para concentrar tanto desconsuelo? El paso del tiempo,
abre vías insólitas en el tiempo que vivimos, dejando al descubierto sensaciones de estar
prisioneros en celdas de castigo. Unos, por amar, otros por no amar al que le ama. Unos, por
sentir amor, otros por no sentir el amor que otro siente. Unos, por ver como la noche sigue al
día, otros, por ver como el día sigue a la noche. Unos, por llorar en las esquinas, otros, por ir, de
esquina en esquina a la busca del amor. Unos, por desear, otros por tener deseos. Unos, por
acariciar unas manos, otros por no querer que se las acaricien. Unos, por levantarse temprano,
otros por no levantarse. Estamos hechos de hilos de distinto engranaje, con adversidad en lo
adverso y una contradicción en la contrariedad, para no alcanzar nunca la felicidad, para
desenvolvernos, sin ver, como lo sencillo, es fácil, y convertir en difícil, lo sencillo.

Nadia.- No es, la convivencia, un apareamiento de sexo en una unidad de


evolución. Las preguntas, se suceden a cada momento y las respuestas, no acuden con la misma
regularidad y el mismo tesón. No encontramos acuerdos en los que firmar, para cumplir y en los
que cumplir, sin firmar. Las apreciaciones, que concebimos, no se conciben en cada apreciación,
son guirnaldas que adornan el cuello y se pierden en la lejanía del viento. Cuando el silencio nos
arrebata y la mente nos incita a sopesar las desgracias que nos aquejan, el alma llora, grita, se
siente angustiada. En su angustia, clama contra lo que le rodea. No ve el amor que existe, o
puede existir, que concibe o puede concebir, simplemente desbarata la coyunda de sus empeños
y rompe con la armonía de sus sueños, convirtiendo los sueños, en un horror, que día a día, se
reemplaza por el temor, el desconcierto, el sinsabor, la malevolencia, el desbarajuste, el caos, el
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desmán, la aflicción, el sufrimiento, el castigo, el rencor, el odio, el resentimiento, la enemistad,
la animadversión, la tirria, el aborrecimiento, la antipatía, el desamor, la indiferencia, el miedo.
Se conjugan los guarismos de lo desconocido, con el padecer de las orillas en las catacumbas de
los ríos. La vida, se hace un desfiladero en el abismo o un abismo en el desfiladero. Paredes, que
impiden penetrar la luz. Corrientes profundas, que se deslizan veloces, marismas de remolinos,
despeñaderos cubiertos por piedras.

Luis.- Buscándote, me he perdido. Intentando encontrar las llaves que me


abrieran el caparazón del viento, no he encontrado más que vacío. No he sabido darte cuanto me
has pedido o lo que sin pedirme pedías o lo que querías que te entregara sin pedirme. He
despistado el ser, siendo el ser que soy. No he podido, ni puedo, enmendar los yerros de mi
existencia. No puedo evolucionar como una especie desconocida. Soy un ser que vive y piensa,
que tiene su manera de entender, su conciencia, su alma, su mente, sus ideas. Estoy hecho, para
llegar a cualquier ser, y darme, en el ser, al que llego. Pero cuando hay cortes en el espacio y el
espacio se deprime con el sol o no se arrima al calor o no se orienta en la misma dirección, se
forma un vendaval, que se arrastra con las tormentas y en los tornados, se transforma en huracán
que destroza todo lo que a su paso encuentra. Estoy lleno de defectos y virtudes. Muchos
defectos y escasas virtudes, lo sé. Lo que uno posee, otro carece. Pero no he cerrado las puertas
del corazón, a nada ni a nadie. No tengo, mas de lo que doy, ni doy, mas de lo que tengo. Mis
carencias, resaltan con brillo y tú, ves el brillo de mis carencias. Pero no asfalto la realidad, con
iluminaciones de esplendores que no tienen base alguna, ni formo mis ideales en los precipicios
de otras ideas que se dibujan en el esplendor de lo inexistente. Todo es, como es, aunque no se
ajuste a como queremos que sea. Tal como es, lo acepto, lo admito, y no lo cambio, al ser
incambiable.

Nadia.- No te engañes con la realidad, ni te confundas con la realidad que te


engaña. Nuestra ventaja, es que podemos cambiar la descripción del valle, la capacidad de
orientación, la diversificación de conceptos, la evolución de los sentimientos, nuestra forma de
opinar, de entender, de razonar, de comprender. Somos capaces de amar y odiar, sentir y dejar
de sentir, reír, llorar, gritar, hablar, discutir, callar, consentir, menospreciar, disentir, herir,
despreciar, relegar, repeler, repudiar, postergar, lastimar, discrepar, discutir, chocar, enfrentarse,
zaherir, ridiculizar, humillar, doblegar, someter, avasallar, oprimir, dominar, aplastar,
escarnecer, mortificar, desairar. Pero no somos capaces de comprenderlos, ponernos en su lugar,
admitirlos como son, tratar de darles, lo que para no sufrir, solicitan. Somos nosotros, los que
sufrimos. Nosotros, los que nos estancamos en el paso por la vida. Nosotros, los que necesitamos
que todo, derive en el viento a nuestro favor. Nosotros, los que precisamos sumergirnos en el río.
Nosotros, los que tenemos que ir por el campo y rodear las montañas. Nosotros, los que urgimos
ver, como el abismo se abre a los pies para tener miedo. Nosotros, los que en la noche
caminamos adheridos a un pensamiento de amargura y contemplación del horror. Nosotros, los
que vacilamos ante las dudas y con las dudas, vacilamos. Nosotros, los que vertemos en el mar la
aridez de las marismas. Nosotros, los que cosechamos lo que otros cosechan. Nosotros, los que
desmitificamos los mitos y queremos, en los mitos, mitificarnos.

Luis.- No todo es humo, viento y vanidad.

Nadia.- He despreciado el aprecio. No has valorado la posibilidad de encender el


fuego, has tenido miedo y te has refugiado en que todo es progresivo y adaptado al destino.
Nada se renueva en el tiempo. Todo es una constante en la constante del vivir. Hay que aceptar
el convencimiento de unas ideas que nos han trasladado. Lo que nos han enseñado, es la verdad.
Nada, es digno de ser discutido, controvertido, embragado en la mente. Somos una pequeña
cohorte de cerebros sin diversificar. No me hago entender, sin entender que no tengo que pensar
en lo que piensan los demás. No cuanto me enseñan o quieren enseñarme, es lo correcto. Lo
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correcto es captar el alma, el corazón, los sentimientos, la forma de actuar, los hechos, las
consecuencias, la disparidad, el sentido común, la disformidad. Correcto es cambiar el estilo, la
comprensión, las dificultades, los embrollos, los pesares, los agobios, descubrir la felicidad, el
camino de lo sensato, la sensatez, el bienestar de los demás, la confluencia de los afluentes, el
río, el mar. Correcto es, navegar con barca y no naufragar.

Luis.- Si pudieras entenderme, te entendería. Divagas, cuando opino y en lo que


opino, opinas. Tus facetas de aceptación de los hechos, son en mí, desafectación. Y al revés, en
lo que tú acumulas, yo resto, en lo que supones, discrepo, en los que expones, niego. Si tocas,
ladro, si ladras, toco. Si caminas, descanso, si descansas, camino. Afinamos, al desafinar y al
desafinar, afinamos. Igual es la conciencia, igual la ley, igual el alma e igual la tierra y el mundo,
desigual cuanto la mente descubre, entrega, entiende, acepta, discrepa, conmina, aprende,
emprende, asimila, instruye, entiende, disiente, desdice, discute, razona, opone, diferencia,
desajusta, revela, manifiesta, intuye, declara, confiesa, juzga, concibe. Miras, lo que ves y no ves
lo que miras. Yo, veo lo que miro, y al mirar, no veo, lo que veo. Aprecio lo pequeño, lo
insignificante, lo puro, la pureza de lo honesto, la humillación del humilde, la vanidad del vano,
la ubicuidad del que se afana por afanarse en todo, la predilección del predilecto por el trabajo, la
lucha incesante del que lucha, la paz del que no quiere luchar, la comodidad de lo incómodo, lo
cómodo de la incomodidad, la paciencia del que en su paciencia, es paciente, la impaciencia del
impaciente. La coyuntura del tiempo, la procedencia de la lluvia, la verosimilitud del que afirma,
la negativa del que niega, la hermosura de lo bello, lo bello de la hermosura. El sol, el monte, el
mar, el río, la orilla, la hierba, una flor, un manantial, un estanque, un día de luz, un día de lluvia,
una tormenta, un rayo, el vaho, el espacio, el rocío, una sombra en el silencio, el silencio de una
sombra, la soledad, el amanecer, la orilla, un lago, una cordillera, una mirada en la mirada, una
mano en la mano, una caricia, el soporte de un muro, una carencia de armonía, un cuadro, una
figura una hoja, un árbol, una rama, el viento. Todo lo que se mueve, anda, camina, habla, ríe,
conversa, siente, escucha, oye, conversa, ríe, llora. Todo lo que miro y veo. Todo lo que veo y
miro. El ser, su sombra, el nacer, el morir, la vida, la muerte, la juventud, el niño, el infante, el
blanco, el negro, el amarillo, la madurez, la vejez. La piel, la carne, la sangre, el pensamiento, la
idea.

Nadia.- ¿En que te crees diferente? ¿Quién, no admira lo que ve? ¿Quién, se
revela, contra lo que en su mano tiene?

Luis.- El que no ve, ni oye, ni entiende. El que sueña.

Nadia.- No te engañes, no hay sueños, suficientes, para despertar la realidad. ¿


Es real, someterte a lo que te diseñan? ¿No se avanza, en el aprecio, despreciando lo que otros
aprecian? ¿Que valor tiene, a lo que damos valor, si el valor es la oferta y la demanda? ¿Quién,
no desprecia al avaro, por avaro? ¿ Quién, no le envidia por lo que tiene? No te inquietes por los
sueños de los que sueñan, inquiétate por los que no tienen sueños.
Luis.- No me sorprendes. Me tachas de cobarde y pusilánime. Me enquistas en la
rama de los derrotados, en los poco ambiciosos, en los que nacen ensimismados en la
contemplación de lo que no hacen, en los que esperan que otros hagan, para aprovecharse de los
que hacen, En los que viven y medran a expensas de otros. Quieres que me alce como un
espacio, en la angosta comisura de un desfiladero y me eleve por encima de lo real, en una
corriente sumergida en el viento.

Nadia.- Ya no. Antes sí. No saldrás de la escala de la noche, sin la sombra te


acoja. Has llegado al punto álgido y no hay suelo que te impulse. No hay caminos, para el que
no camina, y no busca atajos o nuevas sendas. Hay sueños, ahogados en la nieve, que no

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despiertan. Ahora voy en el tren, esperando un apeadero. ¿Qué habrá?. No lo sé. Hay apeaderos
y debo encontrarlos y buscarlos antes que todo desaparezca.

Luis.- Sigues envuelta en los sueños. Encantada, en los cuentos de príncipes y


princesas.¡Pobre de ti¡. Sigues esperando la llegada de un príncipe. ¿Que crees que es un
príncipe? ¿Crees que hay príncipes?. No hay caballeros, ni sombra de caballeros, ni jinetes en las
sombras. Todo son hombres que comen, duermen, desean, esperan, sometidos a la carne, al
cuerpo, las necesidades de los vientos, las copulaciones del aire, las entrecomilladas escenas del
alma, con dolores y alegrías, penas, fatigas, venganzas, deseos, a los sinsabores de las
angustias, a las enfermedades, al calor, el frío, el temor, la duda, la avaricia, la codicia, la
ambición, la envidia, la voracidad, el apetito. Buscan princesas, no mendigas. Princesas en todo
y para todo. En la cama, en el salón, en el saber, en la humillación, en la codicia, en la
inclemencia, en la inmundicia, en la posesión, en la apariencia. Que envidien a su princesa los
que no tienen envidia. Que deseen lo que posee. Que reine como reina y como princesa se alce
sobre las princesas. Quieren verse en lo alto de una mujer, en su belleza. Verse en ella, no para
hacerla bella, sino para embellecerse por medio de ella. Tener, lo que quiere tener, sin necesidad
de pedir. Princesa, que sin ser princesa, sea princesa.
No hay peor batalla, que la que sin luchar se gana. Son halcones de madrugada y
cuervos de noche. Solo ofrecen su apariencia, su título, su nombre, su riqueza, su poder. Solo lo
que sin saber que tienen, tienen. ¿Esa es la meta? ¿Esa es la gesta del tren? ¿ Esa, es la máquina
que orla la meseta y vaga por los raíles de las cometas? ¿Ese es el afán, de tu afán? ¿Por ello
lloras? ¿ En ello te afanas? ¿Con eso sueñas?. En el ser humano no hay metas. Al alcanzar una,
surge otra nueva y tras una nueva, otra. No se calma el deseo, con el deseo, sino que aumenta.
La lujuria, no se satisface con la lujuria, sino que crece en su lujuria al satisfacerse. Cuando un
deseo se logra, ya no es deseo y se busca otro deseo. No hay límite, que limite la pasión de la
carne, ni la ferocidad de la molicie, ni la inclemencia del egoísmo, la mezquindad, el
materialismo, la ingratitud, el desagradecimiento, la aspereza.

Nadia.- No buscamos príncipes de sangre azul. Buscamos un ser, que nos ame,
nos atienda, nos cuide, nos mime, nos eleve por encima de las demás mujeres, nos diferencie,
nos marque la diferencia en el perfume de las flores, nos lleve por los derroteros de los pasajes,
las corrientes encrespadas. Nos haga sentirnos fuertes en la debilidad, débiles en la fortaleza,
suaves, tiernas, clementes, llenas de pasión, apasionadas, vertidas en las pasiones de la pasión
por ser de la pasión, pasión. Que nos hagan ver lo que no vemos, sentir como se siente al sentir el
sentimiento, alcanzar con el aire el viento, navegar en las olas. Ser marea, playa, arena,
desierto, oasis, palmera, cascarón, barco. Que el mar nos maree y mareemos al mar con la
fuerza de nuestros mareos. Que seamos como el rayo en la tormenta, como fruto que madera al
son de la primavera. Que reciclemos en el furor y maduremos en la ira de la sangre. Demos
carne a la carne, al espíritu, espíritu, bajo el cuidado de la ternura, el calor, el cariño, la simpatía,
el afecto, el deseo, el apego, la afección, la amistad, la paz.
No pedimos dinero, ni poder, ni gloria, ni fama, ni ser altas como una montaña o
alegres como una cigarra. Solo, que el ser que nos cuide, sea ser, en nuestro ser y con nuestro
ser se integre y conforme. Que veamos como camina en nuestro camino, anda con nuestro paso,
vive con nuestra vida y de nuestra vida, vive. Que nos reporte tranquilidad, descanso, sosiego,
gozo, placer, simpatía, agrado, calma, orden, serenidad, ecuanimidad, confianza, seguridad, paz.

Luis.- Amar no es exigir, sino dar. No se puede pedir, hay que entregar. No decir
quiero o dame, sino toma, ten. Disfruta de lo que te entrego, entregándome a ti. Soy para ti, en
ti y de ti. No me oculto, ni salgo, ni empeño mi voluntad, ni distraigo mi sangre, mi, carne, mi
salud, mi empeño. Te doy lo que tengo, lo que soy, lo que espero, lo que alcanzo, lo que puedo
alcanzar .Eso es lo que deseo y espero, al ser tú, mi deseo y mi esperanza. Si no separas tu
persona, de la personalidad a la que te unes, no podrás amar, ni servirás para amar, ni para que te
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amen. Serás un piedra que resbala por el monte y se despeña. No esperes conseguir altos vuelos,
al volar, altas nubes, en la tormenta, altos cielos, al soñar. Todo es, en la realidad, una
circunstancia de la vida que une dos vidas, en un común de vida. Unión de esfuerzos, para
enfrentarles a las dilaciones, los empeños, las carencias, las dificultades, las enfermedades, los
hijos, las carencias, las posesiones, las ambiciones, los recuerdos, los olvidos, las ilusiones, las
presiones, las ideas, los empeños, el solaz de las sombras, la ternura del cariño, la unión de
cuerpos, el rodar de las tinieblas, los desengaños, las deserciones, los impedimentos, el trabajo,
el esfuerzo, el dolor, la alegría.
Pedir, puedes pedir. Todos pedimos. Todos queremos, que nos ensalcen, nos
alaben, nos adoren, nos eleven, nos alcen, nos muestren en facetas de seres que superan al resto
de los mortales. No prestes atención a los que lo hacen. Te mienten. Para engañarte, te muestran
lo que no eres, lo que sin ser, puedes ser, lo que puedes alcanzar, sin tener. Te hundirán en las
cornejas del desierto, en la canícula del barro, en la abyección de lo abyecto. Después de
aprovecharse, te desecharán, arrojándote al vacío.

Nadia.- ¿Y los sueños? ¿Y las ilusiones? ¿Y la voluntad?. ¿Quién, no mira el


viento? ¿Quién no escucha el sonido del mar? ¿Quién no mira al horizonte? ¿Quién, no descansa,
en los arbustos de unos brazos? ¿Quién, no mira a otros ojos, para en los ojos reflejarse?. Vivir,
sin vida, no es vivir. Vivir sin esperanza, no es tener, ni desear. Algo hay, sobre lo que se pueda
construir y levantar, sin que el viento lo derribe. Algo existe, para que la existencia sea
agradable. Tenemos manos, pies, mente, ideas, pensamientos, sangre, voluntad, ¿No las usamos
libremente? ¿No sirven para usarlas? ¿No podemos llevarlas en el aire para en el cielo
desarrollarlas? Cada uno, en cada uno, tenemos un mundo en el que alcanzar vaivenes de
solidez, canales de alegría, fundamentos de esperanzas, sueños.

Luis.- El suelo, no es solamente llano tiene socavones y elevaciones,


depresiones, hoyos, agujeros, zanjas, baches, prominencias, cerros, montículos, oteros alturas,
colinas, cimas, montañas, montes, fosas, concavidades, pozos, zanjas, hundimientos, huecos, ríos
que atravesar, lagos, pantanos, canales, ciénagas, embalses, barrizales. Todo un cúmulo de
elementos divididos, distorsionados, superpuestos, acumulados, ejerciendo presiones para que el
camino sea incierto, incierta la noche, inciertas las sombras, incierto el viento, incierto el pensar,
el pensamiento, los hechos, las reacciones, las intenciones, la realidad, lo sensato, lo conocido, lo
cierto. En ese vaivén, de distintos elementos, debemos caminar, mirando para no tropezar, no
hundir los pies en el barro, resbalar, patinar, escurrir, precipitarse, rodar. Aún así, nos envolverán
las sombras, sin luz, en la oscuridad, sin ver.
(Se oye la puerta al abrirse y cerrarse)

Nadia.- Viene tu hijo.

Luis.-Nuestro hijo.
(Entra en la habitación Daniel)

Daniel.- Hola padres

Luis.- Pronto has llegado

Daniel.- Cierto. Me he separado de mis amigos, porque quería venir a veros,


cogeros juntos, en plena efervescencia de discusiones, y charlar.

Luis.- ¿ Qué es eso.... de plena efervescencia de discusiones?

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Daniel.- En plena apoteosis de teorías contrarias y contradictorias, que es como
os gusta.

Nadia.- No seas ridículo, tu padre y yo exponemos ideas.

Daniel.- Cada cual la suya, como siempre.

Luis.- Decías......

Daniel.- Que quería charlar.

Luis.- Estamos siempre abiertos a lo que quieras. ¿ Porqué. esa expresión de


charlar....... como algo nuevo...... algo que se aleja de....conversaciones normales?.

Daniel.- Traigo nubes,....... tengo oscuridad.

Luis.- Ya me parecía......

Nadia.- ¿Qué te parecía?

Luis.- Creí ver, a tu madre, preocupada por algo. Algo, que desconozco y no
sé,..... pero que tu madre sabe, cree que sabe o presiente que sabe.

Daniel.-¿Mamá......?

Nadia.- No hagas caso a tu padre, cuando se vuelve,... ridículo, o tergiversa lo


que ve, con lo que mira o mira lo que no ve, en lo que quiere ver y no ve. Le gusta apostillar las
sombras, concentrarse en las nubes de la oscuridad, abrir fisuras en la intimidad de los
pensamientos. Retuerce sus disquisiciones interiores, para provocar.

Luis.- Hipocondríaco, con gafas en el cogote, como diría el psiquiatra. No


rompas, las deducciones, con la inversión de las ecuaciones. No friego cacerolas con estaño, ni
deduzco que llueve, si no hay nubes.

Nadia.- No dejarás nunca, de provocar situaciones comprometidas, con frases


incoherentes. Vas abriendo postigos en las puertas, sin llamar a la puerta antes de entrar. Una
vez dentro, sin observar, aprietas el paso para pisar las habitaciones, abres las ventanas y gritas.
Gritos que yacen en las fosas de las noches. Gritos de fisuras, en los tentáculos de las sombras.
Gritos para asustar a los niños que tiemblan.

Luis.- Grito, me muevo y salto. Mira ( hace los movimientos de un oso


asustando, como si se asustara y asustara)

Daniel.- Papa...

Nadia .- No seas cretino y payaso. Deja ya de hacer el tonto.

Daniel.- Cuando os canséis de portaros como niños, hablaremos.

Luis.- Es tu madre, que le encanta levantar ronchas de cualquier morcilla.

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Nadia.- Tienes un padre, que huye de cualquier concepto, que le desestabilice.
Me observa, para aprender, pero ni observando aprende. Ha descamisado los botones de la
camisa y cree que son los de la bragueta.

Luis.- Deja de susurrar malicias. Has dicho que tenías un problema.

Daniel.- Eso he dicho.

Nadia.- ¿ Como va a tener un problema mi niño?.

Daniel.- Tu niño, no es un niño y tiene problemas.

Luis.-¿ Insolubles..... ?¿ Económicos...? ¿De tu carrera....? ¿Mujeres...?


¿No serán......?

Daniel.-No, no son de drogas, licor, tabaco, emborrachera, carrera, amigos,


estudios, económicos.....

Luis.- ¿Entonces.....?

Nadia.- ¿No serás gay?

Daniel.- Mamá....

Luis.- Antes de que hables, debes saber que nosotros estamos aquí, para
ayudarte. Has venido al mundo, para cumplir un fin, acorde con tus capacidades.
Ayudar, amar. Sentir el peso que transportas, ante la vulnerabilidad de la vida y la necesaria
presencia de la muerte. Hagas lo que hagas, debes enfrentarte a tus hechos, solucionarlos con
amor, fe, comprensión, sin dañar a nadie, sin ocasionar mal alguno, sin perturbar las iras del
viento, las fisuras de la fragancia de las flores. No te pierdas en los alrededores de la
incompetencia o en las desmesuradas sombras de la noche. Enciende tu alma a la conciencia y
con arreglo a ella, actúa. Sin perturbar el contenido de las falacias de las mentiras o servirte
del engaño. Sigue la línea recta y no busques atajos en tus caminos. No hay atajos ante los
hechos, ni ante las promesas, ni ante las obligaciones, ni los deberes. No hay paredes que corten
el agua, ni mar que se arrugue ante los acantilados.

Nadia.- He dicho. Ha hablado, la voz renuente en el precipicio de los abismos. ¿


No ves que no puede ser un problema, sino una chiquillada?. ¡Que poco confías¡.

Luis.- Chiquillada o no, es un problema para él y como tal, hay que tomarlo.
¿De qué se trata?.

Daniel.- la verdad es que con vosotros delante, me da un cierto apuro


exponéroslo y en el fondo, al veros, comprendo que la importancia que tiene, no es de tal
profundidad como en mi soledad descubro. Noto, vuestra fuerza y sostén y me sostengo en
vuestra fuerza, me noto más acogido y recogido en esa intimidad de la que formo parte y de la
que no quiero separarme.

Nadia.- Eres nuestro hijo y nunca te separarás de nosotros. La familia, es el


sostén del individuo, tanto del hombre, de la mujer, como de los hijos. Es, en la familia, donde

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sea avivan los sentimientos y se comparten, donde todo se vierte, en un río, de corrientes unidas,
que enfilan las gargantas de los mares.

Luis.- No hay nada, que una tanto, lo que puede separarse. Nada que prime
tanto, sobre los intereses personales. Nada, que se esconda en los aledaños de lo desconocido y
se haga tan claro, conciso y consciente como el sol y la luna. Todo se comparte, en un afán de
dividir en partes lo que es uno.

Nadia.- ¿Tienes miedo a hablar ? ¿Tan grave es?

Daniel.- Es grave y no es grave. Es una incidencia, en un deambular por lo


desconocido y conocer. Derrumbamientos de la realidad, en un edificio del cual se van
construyendo partes y otras partes se derriban. Es el paso, de una juventud dorada, a una
juventud disforme con esa esencia, que es la realidad. Es descubrir los puntos clave de la
existencia, que la existencia nos descubre.

Luis.- Quieras o no, tienes que vivir. Quieras o no, tienes que descubrir la
manera de expresarse, la conciencia sobre un mundo que nos domina y nos obliga a caminar,
por un camino, que debemos dominar, para no ser absorbidos por las incidencias del viento o los
arreos de los caminos. Los problemas, sean cuales sean, abren las puertas a un camino
desconocido, a un espacio, donde el viento, susurra y el hambre nos corroe el cuerpo y nos
enjuicia bajo el derrame de los deseos. Es, la lucha, la que nos abre el sendero. La lucha la que
nos hace humanos y fuertes, convencidos y con ideas, con conocimientos y dominando
sueños e ilusiones. Es la lucha la que observa a la orilla del mar, y permitiéndonos ver, como
lucha contra la orilla, como se disuelve en la arena para derramarla en las mareas. No tengas
miedo a los problemas que te puedan aquejar y no te quejes por los problemas que te inunden o
por las decisiones a tomar. Ello te servirá para robustecer tu alma, conformar tu mente a la
sensación de sentir que las piedras se nos clavan en los pies y nos sangran, la espiral de los
deseos.
No dudes, en expresar, lo que tengas que expresar, haz frente a tus hechos y en
los hechos, haz frente a las consecuencias que se derivan. Tú solo, conoces el alcance de tu
fortaleza, prescinde de lo que opinen los demás, lo que piensen, lo que te digan, lo que crean que
debes hacer, lo que tu madre y yo pensemos, digamos, insinuemos, aconsejemos,
manifestemos. Es tu voluntad la que debe asomarse por tu corazón y la que debe imperar por
encima de los montes, los precipicios, los abismos, el espacio, la inmensidad. Es tu vida la que
en cada decisión pones en juego. No juegues con tu vida. Ten miedo, antes de ejecutar tus actos,
nunca después de ejecutados. Obra con amor. Antepón, el amor, a la conveniencia, los deseos, la
envidia, la avaricia, el desdén, la injuria o cualquier otro mal que pueda recaer en terceros, y
cuanto hagas, será correcto. Asume tus consecuencias, desdeña la mentira y el engaño. Pide
consejo, pregunta por las respuestas a tus dudas. No sigas el consejo, ni aceptes las respuestas,
críbalos, que reposen en tu conciencia y cuando tengas claro, en tu interior, lo que es claro, deja
que la claridad te envuelva y obra, con la claridad de lo claro.

Lidia.- Verás, que tu padre, elude el problema. Quiere que seas tú el que se
encare con él, sin ayuda. Que rebotes, en la inconmensurable complacencia de tus posibilidades
y en tus posibilidades te absorbas. Que seas, solo tú, el que, sin que la crispación llene tu alma,
sea tu alma la que, llena de crispación, se enfrente a cuanto puede ser una alteración del
problema. No quiere que le traslades tu indefinición. Que le obligues a presenciar como te
debates, en tu interioridad, para comprender lo que puede pasarte y eludirlo.

Daniel.- Escucho a los dos y al escucharos, noto como rompéis la belleza de lo


bello, para dejar indefensa la naturaleza. Vibro en las sensaciones de las asperezas y me debato
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en la necesidad de comprender y al comprender, que comprenda como comprendo lo que me
sucede y como, lo que me sucede, puede ser deglutido en mi comprensión. Quiero, ser vaso, en
el que beba el agua que me entregáis. Con el agua que bebo, bebáis de mi agua, compartamos
juntos lo que es algo que me nutre, me alimenta y sirve para que mi mente, no se descalabre en
los aleros de los montes y resbale por las verdes praderas de los vientos y se deslice en el aire.
Que mi alma, sondee el espacio y capte del espacio lo incomprensible, la necesidad de ser parte
de alguien, parte de una parte en la que me uno y de la que formo parte. No ser una oropéndola
que aromatiza las hojas de la flor y deslumbra la belleza de lo intangible. Quiero estar en el
interior de mi interior, para verme y al verme, deciros como soy, en lo que fallo, lo que acierto,
lo que puedo crecer, lo que necesito para ser cosecha, me siembren, me trillen, me aren, lo que
respiro y como quiero respirar. Quiero vivir en una vida, donde seáis, en mi vida, la parte que
se llena de lealtad, comprensión, amor. No un campo donde debatir las ideas que vosotros
queréis introducir en un sendero de frustración y combatividad.

Luis.- Hijo, no deslices nuestras diferencias, por las paredes de tu inquietud. No


deformes la apariencia de la realidad. No te introduzcas en desmadejar el hilo de nuestras
experiencias. Toma, de cada uno de nosotros, no lo que ves que vemos, si no lo que vemos que
no ves.

Andrés.- De repente todo se aplana. Sin darse cuenta, cambia el módulo de las
sombras y las sombras abren las noches y los claros. Abres las puertas cerradas y cierras, con
candados, las puertas de los años. Se van aquellas ideas que imperaban y lo que imperaba, se
transforma en vano. Vano el acontecer de lo que aconteció, vanos los años que han pasado, vano
las apreciaciones de lo que pensábamos, vano el sondeo de las noches, vanas las luces que se
abren en las quijadas de los sueños, vanas las ilusiones, la banal de lo vano, el vano de las
puertas. Vano el sentimiento de independencia que reinaba en el corazón. Vano el sentimiento de
sentir, al ser, en el sentimiento, un sentimiento vano. Todo se torna de un color distinto. Las
auroras se abren al viento y el viento persigue al aire. La noche, se acordona en las sombras y las
sombras adelgazan en el silencio. Todo se torna ámbar, de un recalcitrante rojo.
Vengo a pedir y me pedís. Vengo a sembrar, las semillas de mis dispendios y
pedís que are en vuestros campos. Me alejo de los sueños y los sueños me persiguen, me
inquietan con sus habilidades, mostrándome campos con orillas sin sembrados Con robles
atisbados en las afueras de los bosques. Rodeado voy, sin rodear, las orillas de los ríos. El
ajetreo, me nutre de indiferencia, al sentir, en el amor, un deseo incontenible de no sentir.

Nadia.- Nuestra vida está centrada en ti. No interpretes, lo irracional de las


razones, con lo racional de las ideas.

Daniel.- No debéis centrar lo irrelevante. Volaré, sin sentirme atado a la soga de


los recuerdos, debo olvidar, aquellos instantes que me aten a la servidumbre de los olvidos,
para no olvidar que no hay recuerdos. Cada instante es, en cada ser, un ser que vive cada
instante, envolviendo en seda, cada sombra de la noche.

Luis.- Vas viendo, hijo, los regueros que dejan las luces de los espejos. No
permitas que se obstruya la observación de la luz, o las ranuras del silencio se obturen en la
soledad de tus silencios. La vida es no solo un comienzo si no un camino cubierto de
socavones y rampas, fugaces hileras de cruces en cada aldea y en cada pueblo. Verás con tu
esfuerzo como el camino no se obtura. Como hay trampas en cada destino al convertirse cada
destino en una trampa. No mires atrás nunca, ve siempre atado a tus dolores en las faldas del
equilibrio y no desgarres las curvas ni desdores las rectas. Todo es un sendero y un atajo, una
vuelta, un adelanto y un retroceso. Descansa y al descansar mira el camino cubierto y da, a tu
sembrado, una vuelta con el esmero de tu esfuerzo. Tu lucha es solo tuya. Tuyo el retroceso o el
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adelanto. Nadie te puede empujar sin tu permiso, nadie puede llevar por donde no quieras. Ve
con tus decisiones, decidiendo. Imponiéndote en tus criterios, determinando lo que debes hacer,
lo que haces, lo que piensas, lo que irrita tu voluntad, lo que malea tu mente, lo que edulcora tu
alma, lo que ennoblece al hombre, lo que debes hacer y cuando, lo que debes observar y
comprender, lo que debes hablar, a quien, con quien. No permitas que obturen tus ranuras ni
cieguen abismos que te impiden el camino, con falsos puentes tendidos en la espesura de las
sombras.
Tienes un problema. Tendrás muchos problemas. Debes elegir tus vistas, las
sendas a recorrer, el guión de tus preguntas, el filón de tus respuestas, la sonoridad de largura
en la cobertura del tiempo Verás como se apoyan los hombros de los que sufren y como te
sentirás cubierto de oscuridad, por las noches. No tengas miedo ni te espeluznes con el horror a
las sombras, con el temor al miedo, con la desventura de la soledad. Sé firme en tu ponderación y
pondera tu conformidad con la valoración del amor. Y decide. No te atranques en tus decisiones.
Que no decidan sin que decidas. Que nadie rompa la cuerda que te ata al valor. Si tienes que
tomar una decisión, tómala, no esperes. No se solucionan con veleidades las premuras de los
hombre ni se alteran las cualidades de las olas ni se interrumpen las corrientes de los ríos.
Si decido, no decides. Si tu madre decide, ni decides, ni decido. Querrá llevarte
en su vientre, con su amor y no verte como lo que eres: un hombre que tiene que tener el valor,
de tener valor, sin que sea valerosa su madre. No cruces, la raya de la cobardía, al primer embate
de la vida. Tus hechos y sus consecuencias, son las consecuencias de tus hechos. Afróntalos. No
desvirtúes su importancia, ni desgarres el alma con la impotencia. Taladra, tu juventud,
desvistiendo de seda la fantasía. Si te sublimas, todo es sublime, si te inunda el temor, no
quebrarás las fronteras de la noche y a cualquier tempestad, te mojarás en el agua y te hundirás
en el fango.

Nadia.- No combatas solo. Apóyate en nosotros, en nuestra experiencia,


nuestros conocimientos. Te indicaremos el camino y la vuelta del camino. No hagas caso de tan
desmesuradas fantasías envueltas en parapléjicas exposiciones de fuerza, valor, honor, ideal. La
realidad es una cosa distinta. Se vale de cosas simples, de materias simples, todo es simple en la
vida y todo hay que resolverlo de forma simple. No te voy a engañar, ni confundir, ni llevarte
por vericuetos imposibles de atravesar. Somos la misma sangre, el mismo amor, la misma alma,
la misma manera de ser. Te ayudaré en todo lo que esté en mi mano y en todo lo que no esté,
también te ayudaré. No te pierdas en rutas de soledad. La soledad, no es un imperio para
alcanzar la gloria, sino un campo de experiencias donde se aúne la integridad del ser y se puede
caer en la profundidad de lo inalcanzable. Apóyate . Nosotros somos tu apoyo. Todavía no
conocemos el problema y estamos enfrascados en discusiones sobre como resolverlo, sin saber
de que se trata.
Tu padre, siempre se ha perdido en disquisiciones imperativas sobre valores
desconocidos, sin atreverse a enfrentarse con las necesidades del cuerpo, los imperativos del
mundo, los rostros de las noches en las encorvadas sombras del dolor. Sin temor, hacia lo que
sin tener, no se puede vivir. Se abstrae, en cosas que no tienen posibilidades de medrar, ni de
alcanzar un estatus dentro de la sociedad. Se pierde en laberintos de la mente, sin dejar al
corazón actuar, con la precisión, de tener que humillar si es necesario y ejercer el poder si es
preciso. He tenido, que ser yo, quien ha puesto orden en el orden y ha dejado en presencia de los
demás, la inquebrantable idea de que somos una familia envuelta en necesidades y
compromisos. Es necesario mantener un cierto prestigio, una cierta posición, unos ciertos
valores, unas ciertas necesidades, una cierta reputación . No se vive solo con palabras, ni las
palabras sirven para comer, y llegar al final de cada mes. No está hecho para redondear los
caminos, ni desmenuzar los granos de un trigal. Se mira en el espejo y ve, el mundo en su
espejo, sin verse él. Hay que vivir y convivir con los demás, atenerse a las formas de la
sociedad, sus reglas, sus leyes. Ceñirse a la evidencia, de que todo se basa en cierta economía,
cierta preponderancia, ciertas amistades, ciertas normas, ciertas impresiones e imprecisiones,
125
ciertas elucubraciones, en pos de alcanzar las necesidades que el cuerpo nos imprime y el vivir
nos impone.

Luis.- Verás, Daniel, que las decisiones surgen de forma constante y


permanente, en todo sitio y lugar, a toda hora e instante. El deber de tomarlas, es cosa de cada
uno y cada uno debe asimilar su ser, a la existencia y la existencia, con su ser, sin que uno u otro
alteren su discrepancia y disformidad. Aparentemente caminan por iguales simas, pero
profundizan en avisperos distintos. Decidirás aunque no quieras y aunque no te lo impongas, te
obligarán a decidir. Así son las normas que dice tu madre que existen, porque existen desde
siempre.

Nadia.- No planteo decidir, pero si hay un problema, hay que tomar una
decisión para conseguir su resolución. No digo, que sea bueno estar en enfrentamientos
constantes con todos los dilemas que la mente nos plantea, o que debamos vivir en la duda de
nuestras convicciones y estar presto a asumir las obligaciones sociales y las que la sociedad nos
impone como tal. Vivimos con gente y la gente tiene que relacionarse, convivir, permanecer
junta, ver los mismos vientos, las mismas tormentas, las mismas cimas, los mismos montes. Si
hay productos que precisamos, todos precisamos los mismos productos, Todos vivimos
conforme a un calendario de vida que nos viene impuesto y una normativa de sociedad, que la
sociedad nos impone. En otro caso, sería un desfase irregular, sobre un montón de principios, en
los que regiría la ley del más fuerte y la incapacidad de subsistir.

Luis.- La sociedad, la convivencia, la gente. De puertas adentro, en cada hogar,


cada hogar, separa con sus puertas, las puertas de los demás, marca un muro en su contención y
eleva la contención, para que nadie penetre en los misterios de su existir. Dentro del hogar,
existen las habitaciones, los lugares, los sitios, los seres. Cada ser, cada existencia, cada persona,
cada pensamiento, puebla las habitaciones de formas diferentes en sus distintas concepciones.
Cada uno, somos un mundo que no precisa de otros mundos. Tenemos un criterio que desborda
la imaginación, el deseo, el espíritu, la mente, el alma. Cada uno, somos una sombra de
meditación, y tras meditar, imponernos a otros mundos, sin que nos impongan normativas. Todo
ser, se separa de otro ser, por otra puerta, que su mente abre o cierra. Que abre o cierra su alma.

Daniel.- No puede ser, que habléis de sociedad, gente, formas, convivencia.


¿Qué tengo yo, que ver con todo eso? ¿ Dónde me encuentro, para que me prodiguéis tales
muestras de insolidaridad y desequilibrio?.

Luis.- No, no es mi intención abrirte campos desconocidos en los que te pierdas


o arrojarte a las aguas de un río. La balsa de la inquietud, nada en las aguas del deseo. Debes
comprender, antes de pensar, para pensar antes de comprender y adaptar, tu actuación, a unas
normas interiores, en las que tu corazón prime sobre cualquier otra consideración. Huir del
miedo, para que el miedo no acongoje tu toma de decisiones. No dar valor, a la vida, al ser la
vida un valor, carente de valor. Espantar las sombras, separándolas de la noche. Que los sueños,
ronden el paraíso de los sueños, siendo ilusiones, no sueños. Que tus principios, se moderen en
tus principios, para que nadie los modere. Solo tienes una vida, una mente, un corazón, unos
pies, unas manos, tuyos, exclusivos, en tanto que vivas. Nadie cicatrizará tu piel en el viento, ni
te elevará en el aire, para que los demás te contemplen. Nadie sostendrá tus pretensiones en un
mar proceloso de desacuerdos y aventuras. Debes descomponer las ideas, los rencores, los
alimentos que las nutren, los avatares de las sombras, las quimeras de los vientos, los enojosos
principios de lo deforme, la apariencia de los mundos, la ruindad de las injurias, la deformidad
de la envidia, la piel del engaño y la mentira. Diferenciar, en ti, lo que te diferencia. Nadie te
iguala. Nadie responderá tus interrogantes. Nadie derribará las paredes con sus almenas.

126
Daniel.- Yo....

Nadia.- No des clases de....

Luis.- No te he creado. No creo nada, aunque me empeñe en crear. ¿Crees, que


soy tu padre, porque he yacido con tu madre, en las sombras de una noche? ¿ Que te he elegido?
¿ Que he buscado, en el interior de lo eterno, un ser que fuera como eres? ¿Piensas que necesitas
de nosotros?. Ni tu madre, es tu madre, ni yo soy tu padre, somos, ambos, la probeta en la que te
has formado y el embudo por el que has penetrado en el mundo y has tomado vida. No somos
conscientes, en el momento de concebir, imaginar que somos capaces de crear. No podemos dar,
el ser, a un ser, para que exista y traiga al mundo su mundo. Tienes nuestros genes, nuestra
sangre, te trasladamos nuestra forma de pensar, de obrar, de caminar, te ayudamos a despertar
en las hileras de las arenas y te perseguimos para que no te pierdas.
No somos nosotros, los que te hemos concebido, ni los que te hemos hecho. No
hemos entrado en el infinito, para acercar tu vida a la vida. No hemos buscado en las sombras del
vientre, ni perforado unos montes de piedra para encontrarte. ¿Por que tú y no otro? ¿Por qué tu
ser y no otro ser? ¿Qué escalofrío, no recorre la espina del viento, al ver como se puebla un
vientre, para dar vida a uno que nace? No mires, de donde vienes y a donde vas. No lo sabes. No
nos lo preguntes, no lo sabemos. Estás aquí, por algo y para algo. No hay azar, ni casualidad, ni
hay laberintos que desentrañar. Todo lo que hagas tiene un fin. Descúbrelo. Busca, en el amor,
las preguntas a tus dudas. A unas te responderá, a otras responderá el tiempo, otras quedarán sin
respuesta.

Nadia.- Lo he concebido en mi vientre. Soy su madre. Es sangre de mi sangre,


cuerpo de mi cuerpo. Si tú, desechas su concepción, yo lo he tenido nueve meses en mi vientre y
lo he parido. Lo recogí con mis manos, le di mi pecho, lo he mantenido a viento y marea con mi
amor.

Luis.- Paladín de la franqueza, tu madre dice que es madre. Que te ha parido y


dado el ser. Que te concibió en una noche de luna llena, donde su cuerpo irradiaba centellos de
deseo, lujuria, satisfacción, pasión y desenfreno. Que fue, con la noche mirando a la luna,
cuando la luna, se asomó al peldaño de un escalón, y en el rellano concibió, para dar a luz un
hijo. Como cualquier madre. Como cualquier presa, que arrebata al aire una gota de viento,
dejando en las posaderas de una falda, la simulación de un lamento. Ni te eligió tu madre, ni tú
elegiste a tu madre. Ni concibió por concebir, ni sabe concebir. ¿Que existe, donde la existencia
existe, antes de existir?.¿Dónde están expuestos, los simulacros de seres, antes de que la madre
conciba ? ¿Determina, la madre o el padre, que sea uno u otro? ¿En el momento que dirimen su
contienda, al exacerbar los instintos? ¿Al inseminizar el semen?¿Cuando la violencia de la noche
domina el sueño? ¿Al rasgarse la aurora, tras la guerra de un silencio? ¿Al ir juntos, los dos
seres, en busca de nuevas contiendas en nuevas noches? ¿Al despegar el cordón de la vida, en
una pupila de viento? ¿Al dar salida, al instinto de la carne?.
No eyaculamos sobre la biosfera del aire para hacer viento, ni perforamos las
nubes para germinar tormentas. Obramos, sin conceptuar la concepción de lo que obramos; sin
hacer, hacemos, sin ver como la quietud se desenvuelve en la noche, manejamos la quietud en la
sombra del silencio. Somos, lo que somos, al ser en lo que somos hombres y mujeres. No hemos
elegido, ni nos han pedido permiso. A través del compromiso de la vida, tenemos la vida, con su
compromiso. Fruto del amor, nacemos, al ser el amor, fruto del amor. No para emparejar los
cuerpos, sino para emparejar los espíritus. No para calmar, la saciedad, de saciar los deseos, sino
para dominarlos. Para ser reyes no esclavos. Sabios, no necios. Dueños, no siervos. Gozar, de
una visión, que al cerrar los ojos ve. Una mente, que convierte el mar en fuente y hace del río,
manantial. Volar sin alas, galopar sin caballos, horadar las calas, visitar los volcanes, ser arena,
playa, bosque, encina, madrigal, voz, noche, sombra, silencio.
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Libre, de las ataduras de la sociedad, no para dañarla, sino para servirla, no para doblegarla, sino
para alzarla, no para dominar sino para servir. Libres, para esgrimir el amor y del amor servirnos
para dar.

Daniel.- No entiendo.....

Lidia.- Lo que tienes que entender, es que tu padre no quiere tomar decisión
alguna. Quiere que tú decidas. Que no le impongas la obligación de ser él, quien tome la
responsabilidad de decidir. Tendrás su compromiso mental, pero no su brazo. Dispondrás de la
efusión de sus palabras, no de sus manos. Podrás inclinarte por los espacios, pero el no será ni
aire, ni viento, ni extenderá las alas, ni encenderá el fuego, ni apagará las llamas. Se irá de la
realidad por el sendero de las ideas y no se volcará en allanar los caminos, ni sortear los
abismos que la realidad nos impone.

Luis.- Tu madre me interpreta de una forma sencilla, correcta, concreta, rápida.


Su conclusión es idónea, lo que no es idóneo, es el camino que lleva a la conclusión. Son formas
diferentes, en diferentes interpretaciones, con un mismo desenlace. No debo decidir y no decido.
Ella decide, tira al monte por lo recto y sin encomendarse a nada, se dispone a subir sin
comprobar siquiera si hay monte. Es una lucha, la que mantiene entre sus obligaciones con la
sociedad, sus normas, sus propias necesidades. Lo que estime que piensan. Lo que piensan los
que la estiman. Los que se acuerdan de sus evoluciones y la empujan, los que sin empujarla, la
sujetan con cadenas de bronce. Los disparaderos de las sombras que ahuyentan las tormentas de
los desfiladeros. Sus reacciones, sus inquebrantables fantasías de dominar las situaciones, su
enfrentamiento a los hechos, su rápido germinar sobre la oclusión de la mente. Ella tiene que
decidir. Se enfrentará a los hechos, con la forma que tiene de entender los hechos, a los que te
enfrentas, no parándose a pensar que piensas, ni a suponer que supones, ni a esperar que te
viertas en la independencia de tus sentimientos, tus derechos, tus obligaciones, tus necesidades,
tus sueños, tus ilusiones, tus ideas, tus compromisos, tu albedrío.
Dará respuesta a tus preguntas, y antes de darte cuenta, te ha impulsado por
derroteros de campos desconocidos, en los que penetras sin conocer que tipo de campo es, ni
que maleza hay, ni como se siembra, ni si hay sembrado, arena, tierras, roca, ríos puentes,
bosques. Te cogerá de su mano impidiéndote que te separes y te impulsará con su fuerza, a que
sea su fuerza la que supere los embalses que asedian las estribaciones de los montes.

Daniel.- Es fuerte. Tiene principios inquebrantables y es luchadora.

Luis.- No permitas que tu madre luche por ti. No le des entrada a tu mansión.
Discrepa de quien quiera aposentarse en tus habitaciones, si tú, voluntariamente, no le dejas
entrar. No cejes en tus empeños y no descarriles antes de subir la estafeta de la solidaridad, la
perseverancia, la persistencia, la firmeza, la tenacidad, la paciencia, la corrosión. No te anonades
en la inmensidad de las olas, ni te fundas en el fangal del engaño, en las quimeras de los sueños,
ni cambies la primavera, ni olvides el tiempo de las estaciones. Abre la tempestad de la vida,
inunda tu alma de sensaciones, cabalga al trote, antes de que el trote cabalgue en los años. Se tú,
en tus errores y aciertos, tus enmiendas, tus equivocaciones, tus deslices, tus caídas, tus faltas,
tu prudencia, tu mesura, tu tacto. No dañes a nadie, ni a nadie engañes. No temas a la vida ni a la
muerte. La vida, se desliza en un trineo. La muerte, tan próxima y tan lejana, es un paréntesis,
que se cierra al abrirse.

Nadia.- Digas lo que digas, acudiré en su ayuda y le ayudaré.

Luis.- Sigues sin entender. Todos le ayudaremos. Pero no necesita tu ayuda, ni la


mía. ¡Ay de él si la precisa¡.
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Daniel.- Me confundís y me confundo. Os oigo y todo se alza como un mar de
fondo. Discrepáis sobre el color de las olas y no diferenciáis si son verdes o azules. He llegado a
la noche y la noche me cubre con sus sombras, notando como se vierten sobre mí y me
encajonan enjaulando mi juventud. Se perfilan los paréntesis de las cañadas y los desfiladeros,
las angosturas y las quebradas, las vacilaciones y los sueños, las ilusiones y el vagar de las nubes
en las tormentas del cielo.
Si estoy perdido, debo encontrar el camino del puerto, los arribos de las
ensenadas, las arenas, que cubren las mareas y las mareas, que duermen en las playas. Se han
descolgado los silencios y me han envuelto en sedas transparentes, que dejan al descubierto la
sensibilidad de mis pasiones, la alteración del viento, los murmullos de las voces que emanan en
mi corazón, las presiones de unos fundamentos, que eclosionan en la barbarie de unos
fundamentos en los que basaba la composición de mis actos, el final de una etapa marcada por el
desconcierto, el brillo de una nueva estrella en el horizonte de las ilusiones. Todo, se convierte
en materiales de cimientos de cemento, de maderas empoltronadas en las marañas de los
bosques, de flores con espinas, de abetos en las orillas, de desiertos y oasis, de componendas y
trigales, de granos, espigas, maizales, mazorcas, higueras, manzanos. Hay veda, en el volcán
de los sueños. Voces que gritan, buscando, en los gritos, la novedad de las voces. Sembrados,
donde se ariscan las semillas en el fundamento del arado. Caminos con rocas y espinas.
Caminos, en los que camino, sin que lo cerquen las orillas. Tengo que alzar la voz de las
estrellas, para estrellarme, con los cielos, en el pretil del horizonte. Y gritar, a grito abierto, para
que me oigan las montañas, los cerros, los collados, las cascadas, las salobres aguas de los mares,
las cubiertas de las olas empujadas por el aire.

Nadia.- Estoy aquí, para acompañarte en tu camino.

Luis.-No fíes tu fijeza en la ayuda, fíjala en tu entereza. Desecha cualquier


intervención en la modulación de tus hechos, en la interpretación de tu corazón. Debes entender,
que lo que te pasa, te pasa solo a ti. Eres tú el que debe sobrellevar las tibiezas, los claros, las
dentelladas, el dolor, la alegría, el clamor, el viento, el aire, el esfuerzo. No te acobarden las
suposiciones, no alteres las decisiones, no permitas que las interpreten. Elude sus enseñanzas.
Mírate en tu alma y con tu alma, observa y decide

Nadia.- No impedirás, con tus expresiones, que yo eluda mi deber de ayudar,


aconsejar, obrar. Tú puedes quedarte mirando como el río se desborda y pensar si decides huir o
quedarte, mojarte o contemplar como el río anega los campos. Puedes expresar tus ideas, tu
falta de acción, acobardar al cobarde, impedir al que obre obrar. No hay tiempo, en las
coordenadas de la sociedad, a esperar que deslumbren las luces para alumbrarse, que sin decidir,
por tu parte, decidan ayudarte. No es así la vida, ni las carreteras, ni los caminos, ni los
consejos, ni los apaños. Si hay alguna necesidad, no se suple con palabras, ni las palabras
alimentan, ni dan casa, ni hogar, ni anidan, ni posibilitan la satisfacción de las necesidades. No se
suple la voluntad oliendo una flor, ni hay batalla que no se gane sin guerra, ni se puede cosechar
sin sembrar. Hay que caminar, constantemente, para que no nos aceche la noche, ni el temor nos
arroje al miedo de las sombras y las sombras al fluido del terror.
Nos perturban las voces y nos alteran los ruidos del exterior. Ciertamente, la
debilidad nos confunde y debilita, enmaraña, complica, enreda,
acobarda, disminuye, amilana, intimida, amedrenta. Como humanos que somos nos apoyamos en
una base estéril, endeble, ineficaz, inútil, en la arrogancia, el desdén, la soledad, el silencio, las
cosas, la avaricia, la acumulación de bienes, el poder, la riqueza, la hacienda; cubriendo la
lástima con la envidia, el murmullo con el susurro, la provocación con la desvergüenza, la
inutilidad con el engaño, el saber con la apariencia, la necedad con la palabra, el señorío con la
indelicadeza. Evitando siempre dejar al descubierto las heridas, las llagas, las miserias, la
pobreza de nuestros anhelos, la ferocidad de nuestra inclinación por la voluptuosidad y el
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mercadeo, la arrogancia, el servilismo, la vaguería, la infamia, la indignidad. No voy a permitir
que se apoderen de mi hijo para arrasar mi vida.

Daniel.- ¡Que cosas dices¡

LUIS.- NO enturbies el agua, ni mezcles lo que no es, con lo que es. Las
palabras dicen, lo que quieren decir, no otra cosa, no las intérpretes. Los dos queremos su bien.

Daniel.- ¡ Que difícil es, entender, que me entendáis¡. Cada vida tiene un sesgo,
por el que atraviesa la bondad o la malicia. Todo se interpreta bajo una conciencia u otra, unas
siglas de amor u otras. Todas son buenas y aceptables, todas diversas y discontinuas. Aviesas y
desmesuradas, se convierten en pavesas de montañas. Un recorrido, donde el sol amanece y se
esconde, donde la luna apremia la luz y la noche duerme entre sombras.

Luis.- Contempla como el amor, se vierte en el amor y confunde. Tu madre, con


su pensamiento, mira su corazón y te habla. Sin engaños ni sofismas, sin mentiras. Expresa lo
que siente, como lo siente y como tal, lo dice. Yo pienso como pienso y como pienso te hablo.
La razón se desvanece. Tu alma, debe dar luz a las sombras y mirar a través del espejo de la
mente.

Daniel .-No puedo derivar hacia paisajes desconocidos. He oído como pensáis.
Debo meditar y pensar. Os diré, después lo que apremia mi voluntad y lo que enreda el devenir
de los actos y sus consecuencias.
( Sale de la habitación)

Nadia.- Le has llenado el alma de dudas.

Luis.- No puedo engañar a mi hijo y no decirle lo que opino y pienso.

Nadia.- Le has herido y me has herido. Has vuelto a cerrar las puertas al
compromiso. Siempre te quedas a medio camino. Siempre te retrasas en la toma de decisiones,
siempre enredas la realidad volando en las ilusiones.
Voy a ayudarle. A explicarle que estoy dispuesta a decidir lo que tiene que
hacer. Y hacerlo.

Luis.- Ve. Ve con él a malearlo. No le dejes decidir solo.


(Nadia sale)
Telón

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ACTO 2º

La misma habitación anterior. Nadia limpiando el polvo. Daniel entra por la puerta
lateral, se acerca a su madre, la coge y la besa.

Nadia.- ¡Que susto me has dado¡

Daniel.- Buenos días, madre.

Nadia.- Buenos días, hijo.

Daniel.- ¿ Dónde está padre?

Nadia .- Arreglándose, vendrá ahora. No es proclive a desperezar las sábanas.

Daniel.- Los hijos necesitamos, de cuando en cuando, ver los parámetros de los
linderos para observar las rectas y las curvas.

Nadia.- Lo que necesitáis, son unos buenos azotes para que no os descarriéis.
Sois una generación, basada en la dispersión de las familias. El mundo se ha hecho pequeño y las
personas nos hemos hecho unos grandes hedonistas. Es el culto al dinero, la fama, el cuerpo, la
ambición, la heredad, el progreso. Es una sociedad cuarteada por la falta de criterios y valores,
de moralidad, ideales, estímulos, ideas, pensamientos, humildad, convencimiento, meditación,
reflexión, ilusiones, sueños. Crece muy deprisa, demasiadas personas, muchos mundos en uno,
sin criterios para dominar las pasiones, sin fuerzas para doblegar las contrariedades,
subordinados a la juventud, sin ver la muerte, sin captar como poco a poco, vamos destruyendo
la existencia en una erradicación de animales, peces, árboles, aves, tierra.

Daniel.- No exageres

Nadia.- ¡Que más quisiera que exagerar¡. Tengo miedo. Un miedo insano que
me altera. Miedo a la vida, cuando era la vida la que tenía que tener miedo. Miedo a la gente, las
personas, la fantasía, la esperanza, el desengaño, al misterio, a la muerte, al sentido de la
responsabilidad, a quererte, a tenerte a mi lado, a que dependas de mí, a que dependa de ti, a que
tu padre me abandone, a abandonar a tu padre, a quedarme sola, a vivir en compañía. Miedo, al
miedo, de temer al miedo. Miedo a captar la inconsistencia de lo existente, a no comprender que
existencia es la que llevo, a no ver el fin del camino, ni comprender el porque de la lucha.
Miedo a rebosar el agua en un lago, a bañarme en el mar y no salir, a hastiarme de aire y navegar
en el espacio, a sombrear las sombras en las noches, a ser hoja y no árbol, a ver como el campo
me absorbe, a contemplar el amanecer tras el viento, a robustecer las llagas del dolor, a la
quimera, la desproporción, la soledad, la gente, las personas, al desconsuelo, a la enfermedad, al
dolor, a carecer de dolor, a vivir sin estar en la vida, a no llenar la vida de vida, no esperar en la
espera de la esperanza, no ver como el sol quiebra el monte, ni como las mareas rebasan la
arena, ni como oigo el resoplar de las nubes, ni como la tormenta se almacena en la despensa de
las noches. Tengo miedo de mí, miedo de mi miedo.

Daniel.- Tu, que eres tan valiente. No conocía estas dependencias de la mente,
ni estas dispersiones en el vacío.
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Nadia.- Tiene razón, tu padre, de que tienes que depender de ti mismo. Debes
conocer las dependencias a las que estamos sometidos y los peligros que acechan, no solo
cuando salimos, sino en la soledad en la que penetramos. Vivimos en sociedad, pero el corazón
está solo. Sola está el alma, solos nosotros contra las aprensiones, los motivos, las circunstancias,
las intemperancias del cuerpo. Solos en las decisiones, en los hechos, en las motivaciones, solos
en las circunstancias, solos en las consecuencias. Solos vamos y venimos aunque tengamos
manos en que apoyarnos y sombras que nos acojan. Solos vamos por los terrenos y caminamos
solos por los vientos. Nadie te apoyará en su bastón, ni cubrirá con sus pies tu camino. Tendrás
que ir solo. Llevando a otros o permitiendo que otros te lleven. Solo vivirás en la noche, solo en
los sueños, solo en los recuerdos, solo en los olvidos, solo en las profundas simas de lo
desconocido y en lo conocido de los recuerdos.

Daniel.- Esa es la ventaja de la vida. No veas, madre, lo negativo en lo positivo.


El mundo, se abre ante mí como las páginas de un libro y debo escribir. Debo precisar lo preciso
de lo impreciso, lo bravo de lo impenetrable, lo profundo de lo desconocido, lo abreviado de la
inmersión, el furor que respiro con el viento, el aire que sopla en los abismos de las olas, el
perfume de las flores, el sonido de los tambores, la intemperancia de los recorridos. Todo es,
como una dispersión de la mirada, que mira y por más que mira, ve y ve cada vez un mundo
distinto. Una mujer, un viaje, una tempestad, una ola, un pájaro que trina, una melodía, una
canción, un guarismo, una nota de solfeo, una risa, una mirada, una mano que te ase, una
moratoria en el tiempo, una desdicha, una alegría, el encuentro con un amigo, una mujer que te
rompe el alma, un dolor que te incita, vencer en la lucha. Escribo de la vida, al ser la vida la que
escribe en mi libro. Y llegar a donde pueda llegar sin que me alcance el viento, ni me desbarre
el vacío, ni las sombras se pierdan en la noche, ni me pierda en la noche de las sombras. Cubriré
el risco del amanecer y veré como se conjunta el sol, como penetra el viento, como se robustece
la flor, como madura el fruto, como nace el honor, la alegría, la convicción, las ansias. la lucha el
denuedo. El honor.

Nadia.- Torbellinos de tormentas que no veis. Cielos atravesados, donde la


oscuridad brilla. Vivís en un mundo inquieto, donde la inquietud no asusta. La fuerza late en
vuestros corazones y pensáis que con tener corazón se tienen fuerzas. No es así. La vida, es un
derrotero de nubes, tormentas que se ciernen en abismos donde la profundidad nubla la vista,
inquietantes laderas oscuras de soledad, misterios sin resolver, preguntas sin contestar,
desmoronamientos y derrumbes. La vida esquilma la prontitud del deseo, hace, de la diversión,
empaque de nuestros defectos y nos convierte en expresión de hambrientos afanes, de vulgares
ostentaciones de anhelos. Forcejeos por alcanzar montes sin verlos, atravesar sendas sin
pisarlas, sumergirnos en lagos sin aprender a nadar. Olas en los extremos del mar, silencio en el
horizonte. Vuelan las ilusiones esparcidas por el suelo, las inquinas, los desvelos, la
desfachatez, la lujuria, la impregnación de las ambiciones. Antes de agarrarnos a las rocas, nos
hemos convertido en cieno.

Daniel.- Osada sois, madre, en la timidez del pensamiento. Nada detiene lo que
no puede detener el viento. Lo que sin verse, no se ve, no puede entregarse sin verlo.

Nadia.- No soples la vela antes que la vela se apague. Estás abriendo la puerta
creyendo que es tu fuerza la que la abre. No te engañes, la puerta se abre sola, con el tiempo, la
abre el tiempo y en el tiempo se cierra. Es un ciclón que vuela y antes da que amanezca la noche,
se hace la noche sombra y anochece, el intento de amanecer de la luz sobre la sombra.

Daniel.- Soy yo, el que marco el rumbo de mi vida.

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Nadia.- En la vida, hijo, no hay rumbo, no busques, con la mirada orientación en
los planetas. Son amalgamas de reflejos, apariencias, espacios inmensos, donde la inmensidad se
pierde, donde se aprecia la vanidad de lo vano, la pequeñez de los sueños, la inverosimilitud de
lo verdadero. Te hacen girar en fulgores de relámpagos, y al despertar, la realidad te llena de
vacío, el vacío de lo lleno, que solo llenamos, al pensar que lo llenamos.

Daniel.- ¿ No puedo soñar?

Nadia .- Oh si. No puedes. Debes.

Daniel.- Vine con un problema y siento, como si hubiera sido el problema el que
me ha abierto la puerta de lo desconocido. El que ha herido la juventud y ha postrado los años
pasados en recuerdos. Veo el acontecer de un nuevo sendero, una nueva meta, un nuevo
caminar en los fulgores de la vida. Noto como la vida se abre, de par en par, a los pensamientos.
Estoy inmerso, en esa sensación de comenzar a ver de manera distinta lo que antes no veía. A
comprender lo que no comprendía. A distinguir, diferenciar, obtener provecho de las miradas,
captar las sinergias de lo que existe y es, de lo que se siente y sentimos, de lo que sienten y nos
dan, para darnos sus sentidos. De los sentimientos que se vierten en otros mundos llenos de
sentimientos. Nado en la energía del río y noto, como el río, en su energía, me arrastra en la
corriente, siendo, río y yo, una unidad en el agua que cursa la corriente.

Nadia.- No confundas, las primeras impresiones, con la desconcertante visión


de un tiempo que se difumina en los albores del tiempo. La alegría de lo nuevo desplaza la
ambigüedad de lo viejo, pero todo lo nuevo se vuelve antiguo con el paso de los días. Los años
se van perdiendo en períodos de lucha contra uno mismo. La vida, nos impone un ritmo, que
nosotros no imponemos a la vida. Se hacen las noches largas y los días de invierno fríos. Es un
constante acontecer que no podemos parar y no podemos cambiar ni alterar. Sucede, lo que tiene
que suceder y debemos estar preparados para enfrentarnos, con nuestras fuerzas, a los regueros
que los sentidos van dejando entre la maleza de los espinos. La juventud se pierde, como se
pierden los ideales, los sueños. Solo reinan las angustias, los melodiosos trinos de la soledad y el
hastío. Lejos quedan las noches vacías, los días llenos, las miradas cruzadas con las orillas del
río. Nada torna a ser como era y todo lo que era, ha dejado de ser como pretendíamos que fuera.
Calculamos mal, porque no sabemos calcular y la imaginación nos hace olvidar que hemos
nacido, cubiertos de polvo, en un sendero de espinos.

Daniel.- Ah madre, desconoces la fuerza del viento, el imperio de la ilusión, por


segar troncos de frutos no nacidos, la bravura del agua, al rodar por rompientes trazados en el
infinito. Estar, donde a tu paso, las rocas se desmoronan, atávicos senderos de puertas abiertas al
campo, floreros en los rosales, gigantes de tez amarilla, nubes tormentosas arrastrando quilates
de lluvia, arrozales a ras del aire, noches sin descubrir envueltas en sombras, quimeras que arden
en la mente, el desplome del sol sobre la tierra, la energía de una palabra, una trompeta que toca
al acostarte, el revuelo de una figura que arde en tu corazón, las primicias de una aventura, una
sorda inquina en las ranuras de la noche, el deshoje de una margarita, ver como te miran, mirar a
los que te ven, caminar juntos en pos de la tragedia de una mentira, observar como la fricción se
envuelve en los tilos de un bosque. Vivir, aunque la vida termine. Descubrir de que parte formo
parte, que hago, que soy, que encuentro, que espero hallar, donde se vierten las alegrías, como se
adereza la melancolía, donde subyace el deseo, como se irradia el dolor. ¡Madre¡, abrir los
brazos y ver como se refugia el viento, sentir la fuerza del amor de unos padres, cabalgar a
lomos de la impronta de lo desconocido, besar el fuego de una llama. Tocar las caricias de una
ilusión, las primicias de un deseo.

133
Nadia.- Te vas a perder en el intrínseco pasaje de la vida, en el intersticio de una
rotonda, en los coladeros de una glorieta. Al igual que tu padre, esperas, la llegada a puerto, de
los barcos, para disfrutar de las sombras de la noche y de las esperanzas puestas en el viaje de un
nuevo viaje, con otro nuevo puerto y otra nueva estela. Crees que el mar te abrirá el camino de
los lugares remotos, donde lo desconocido brillará en lo alto de los acantilados y el espeso
rumor de las sombras se olvide ante la luz de los cometas. No hay nada nuevo. Tras ver una
cosa, la cosa vista, es vieja. Se esparcen las visiones y se detestan. Se enfrentan, como enemigos
insidiosos, contra la verdad del tiempo y el tiempo vence a la verdad y a la mentira. Hay que
disfrutar del placer de no disfrutar. No te detengas ante las frágiles columnas de un sueño, se
desmoronarán antes de que tus manos las toquen o tu mente las traslade al despertar.

Daniel.- Me deslizaré en el trineo de los hielos, desgranando figuras que se


rompan a mi paso. Nada detiene el fuego que consume el alma, ni los ardores del corazón, ni los
ideales de unas sombras adheridas a la quemazón de los sentimientos. Descubrir horizontes
forjados en las rubicundas olas, seguir por la orilla, llegando a nuevas orillas, con nuevas
profundidades, nuevas olas, nuevas arenas, nuevas piedras. Caminar sobre el estandarte del cielo
y verificar como las nubes arrollan las aguas de las costas. Dejar al viento sumergirse en las
aristas de los deseos y sentir, como la vida, arde entre los colmillos de unos pensamientos.
Madre, he cruzado el rubicón de lo que era, para encontrar el que debo ser, he
desgranado los dedos de la mano para cerrar el puño y atrapar las ideas. Atrás me dejo los años
maduros de la inmadurez, conmocionando el ser, para ser un nuevo ser que busque los presagios
que destilan la sangre, el pensamiento, los sueños, los ideales, las roturas de las canalizaciones de
los deseos, las pasiones, los enfrentamientos, las dudas, las algaradas, las esquinas de las
sombras, las columnas de los desiertos, las gaviotas, los raíles del tren. Soplo, de una cascada, en
un manantial de elucubraciones.

Nadia.- No has abierto los ojos y pretendes ver. Todo es una hábil grieta en el
muro de la felicidad. La buscamos constantemente para pararnos ante ella y quedarnos quietos, a
su lado, contemplándola, saboreándola. No hay muro, al ser la
felicidad, una creación de la ilusión, un escape de la voluntad, un deseo de la imaginación.
Cuando se yergue el espejo de una sombra aparece una raya en la esquina de una acción o una
rama atascada en los desacuerdos con los que lavamos los latidos de la sangre. Cuando oyes
gritar a tu alma, notas como no es la felicidad la que grita, sino la pesadumbre de arrastrar la
infelicidad. Queremos escapar de los acontecimientos y elevarnos en la climatología de las
correderas de las nubes y nos perdemos.
Hosca es la noche, cuando impresiona nuestros sueños y nos envuelve en la
claridad de las sombras. Al batir sus alas, sobre las ilusiones, palpita la claridad en una
inmensidad sin descubrir, sin desvelar acontecimientos sin ocurrir. Nosotros, que debemos
participar, solo somos aláteres de unas acciones que se cumplen para abatir el poder que
creemos tener. Grandes en lo pequeño, somos pequeños en lo grande. Podemos abrir puertas en
las columnas de los templos, girar en los torbellinos de la lluvia y no somos capaces de alzar un
palmo un pelo, ni vislumbrar por donde irá el viento o como girarán las estrellas en el
firmamento. No te ampares, hijo, en tu veleidad para alcanzar cotas inexistentes. No existen
barreras que podamos derribar, ni mundos que construir, ni soportes que elevar. La frontera de lo
débil se mezcla con lo defectuoso, lo defectuoso con lo inútil, lo inútil con lo apreciable, lo
apreciable con lo valioso, y lo valioso, duerme en el alma, sin que la vida arranque, ni el
amanecer, ni el rocío de las luces, ni el clarear de los imperios.
La transparencia se difumina, como el paso del tiempo, como las olas que el
tiempo ha cubierto, con otras olas, en las mismas orillas y con las mismas rocas. Todo pasa,
rompiéndose en el acantilado del pasado, durmiendo en el olvido, olvidándose de lo que
pensábamos, sentíamos, escuchábamos, oíamos, desplegábamos con la mente, envolvíamos con
cariño, recordábamos, apreciábamos con los sentidos. Todo se desploma sin que lo veamos
134
desplomarse. Es fugaz el paso del día, fugaz el perfume de la rosa, fugaz la hora de las alegrías,
fugaz la enfermedad y el dolor, fugaz la vida, fugaz la paciencia y el sentido de lo conveniente,
fugaces los hechos, las consecuencias, los vahídos de la mente, las circunstancias de las ideas, las
alteraciones de lo sorprendente, la sorpresa de lo intranscendente. Todo es fugaz, al ser nosotros
fugaces. Nos desvanecemos en el aire al convertirnos en polvo.

Daniel.- Eres una agorera....

Luis.- (Que había entrado sin que se dieran cuenta madre e hijo) ... una
negativista insoportable, una nebulosa envuelta en niebla, una bruma caliginosa, inaguantable,
insufrible, insoportable...., buena persona. No tomes sus palabras por lo que dicen, toma sus
hechos, su cariño, su amor, su lucha, su valor, su voluntad, su esfuerzo.

Daniel.- Es mi madre y la conozco.

Luis.- Conoces lo que ella dice, su amor, sus palabras, su entrega, dedicación,
impulsos. Te ha dado el ser que eres, para que tomes de ella lo que quieras. Está más en ti que en
mí. Por mí lucharía, por ti moriría.

Daniel.- ¿Y tú...?

Luis.- Yo......No soy tan real como tu madre, ni me apego a las cosas, ni a las
personas, ni a los seres, ni a las distorsiones, ni a los sinsabores, ni a las conveniencias, las
apariencias, los deseos, las opiniones. No me ofusco en la intimidad, ni me altera la complejidad
de las ideas. Estamos hechos, de ideales, que no podemos enterrar con las pasiones. No debemos
confundir lo que somos, con lo que esperamos, lo que queremos alcanzar, conseguir,
desarrollar, lograr, poseer. La paternidad es un elemento mas de mi consistencia, como la alegría,
el dolor, la dignidad, la eficiencia, la constancia, la clemencia, el pundonor. Y lo admito. No me
condiciono por ello. Tengo que ser como soy, independientemente de los axiomas que corroan
las posibilidades de la existencia, las circunstancias que bordeen el devenir de la vida, las
apreciaciones que los demás puedan tener de las vueltas del viento, las inclemencias de la nieve,
la consistencia del hielo, la fundamentación de las rocas, la ingerencia de las tormentas, la
subordinación al mar de las olas. No puedo alterar, que he venido para llegar a la meta de mi
existencia y ser, en mi existencia, el que existo. No hay otro en mí, mas que yo. No puedo
desdoblarme, ni incidirme, ni extasiarme ante mi saber, mis logros, mis falsedades, mis mentiras,
mis verdades. No alteraré las reflexiones, ni las meditaciones, ni las conveniencias, las
apelaciones a las ideas para ir por rotondas que desconozco o caminos diversos a los que debo
recorrer. Nada puede detenerme antes de que me detenga. Soy padre, pero no debo dejar de ser
yo, por ello, ni puedo permitir que me desborden las ansias de amar, los deseos de que seas
como quiero que seas. Tu serás el que eres y como eres, vivirás.

Nadia.- Tu obligación no eres tú, sino tu familia. Te debes a tus deberes y en tus
deberes, debes centrar los esfuerzos de tu vida.

Luis.-No es la familia la que me ata, soy yo el que ata a la familia. Se desdibujan


mis prioridades y se convierten en un añadido de existencia a los aconteceres de la existencia
que me delatan. No debe ser así. No hay supeditación que no transgreda el concepto de la vida.
Cada ser es una prioridad en sí. Debe encontrar su recorrido sin nada que le ate a ese recorrido
por el que camina, buscar los derroteros de su alma y con su alma, conceptuar la diatriba de sus
deseos y acoplarse a los deberes que la sociedad le determina.

Daniel.- Padre, hablas de libertad.


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Nadia.-Tu padre no habla de libertad sino de egoísmo. Sus deseos, sus efusiones,
su templanza, su sarcasmo, su voluntad, su esfuerzo, sus pasiones, sus ansias, sus
limitaciones, sus ímpetus, su ironía, sus evoluciones, sus riegos, sus ternuras. Un camino sobre el
aire, una imaginación abierta al viento, una filantropía sobre el descubrimiento de la verdad, un
filón de mentiras.

Luis.- Hijo, nadie puede pensar por ti, más que tu. Nadie puede sentir, por ti, lo
que tu sientes. Nadie puede atravesar tu dolor, ni conformar tu alegría, ni adentrarse en tu
interior, ni advertirte de los peligros, las fantasías, los rumores, los recuerdos, los olvidos, las
necesidades, los deberes, las obligaciones. Solo estás tú, contigo mismo, en la toma de
decisiones. Solo tú, puedes entregarte a las consecuencias de lo que decidas. Tu mundo es un
mundo exclusivamente tuyo Tu lo traes y tu te lo
llevas. Vienes con él puesto, como una manta, con él te vas, cuando te vayas. No puedes
evitarlo, ni eludirlo, ni impedirlo. Dependes en todo momento de ti y todo lo tuyo es
exclusivamente tuyo, no puedes trasladarlo, ni empotrarlo en otros mundos, ni devolverlo, ni
racionarlo, ni empeorarlo, ni mejorarlo. Tienes que ascender con tus alas, dormir con tus
sueños, pensar con tu mente. Tu corazón es tuyo, tuya tu sangre, tuyos los rayos de la mañana
que absorbes, tuyo el amanecer, tuya la mirada, tuyas las manos, los pies, los dedos Tuyo lo que
posees, porque solo te posees tú. Cuando dejes de poseerte, no serás nada, ni nadie. Obra según
tu conciencia y no te dejes influir por nadie. Ni por tu madre, ni por tu padre. Obra por amor y
con amor, entrega lo que eres y desde el amor contemplarás tu obra y estarás contento con ella.
La verdad siempre resalta en la noche y brilla, como una estrella, en el horizonte de la realidad.

Nadia.- Tu obligación es cuidar de tu hijo, apoyarle, conducirle....

Luis.- Mi obligación....

Nadia.- No tienes derecho a eludir tu prioridad en el cumplimiento de tus


deberes. Hablas mucho, para decir que no quieres hacer nada. Como siempre, pretendes que sea
el acontecer el que marque la pauta, sin que intervengas o muestres afanes por superar las
adversidades o las contrariedades. Te atienes a tu conveniencia, a la efusión de tus deseos en
congruencia con la razón de tu mente. Te afirmas en la posición de observar, sin inmiscuirte en
cuantos problemas se suscitan y la vida es un continuo suceder de contrariedades, penalidades,
obligaciones, lágrimas, temores, remordimientos, actuaciones, esperanzas. Debes luchar de una
forma constante para bruñir la espada de la mente y dejar que no te amilanen las circunstancias,
el ambiente, la penuria, la inquina, la necesidad, el dolor, las lágrimas, el desconsuelo, la pena.
Tu usas la palabra para enquistarte en tu islote y dejar que los demás remen y naden. Observas,
contemplas, miras como se ahogan los que no nadan y como se salvan los que alcanzan la orilla.
Una vez se han ahogado nada puedes hacer por ellos aunque quieras. Debes obrar antes de que
sea tarde, hacer antes de que hayan sucedido los hechos, antes de que hayan acontecido y sea
imposible remediarlo. Vives en sociedad y como parte de ella, tienes que asimilarte a su círculo
y su estandarte. No eres un ser sobrenatural, ni alguien que nada en la obsolencia o se sumerge
en las profundidades de lo invisible. No tienes nada que los demás no tengan, ni puedes presumir
de lo que otros poseen, ni tener lo que otros tienen. No des normas que no cumples, ni incites
sobre actos que no haces.

Luis.- No vivo en sociedad, es la sociedad la que convive conmigo. Vecinos,


amigos, conocidos, compañeros, son tan aleatorios que no tienen realidad. Se bifurcan en los
espacios del acontecer y se vierten en la mampostería del olvido. Mi mundo es relativo y se
circunscribe a mi. Soy mi dueño, mi rey, mi esclavo, mi pastor, mi patrón, mi cacique, mi
superior. Nadie me impone, ni a nadie impongo.

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Nadia.- ¿ Por qué no guardas tu vanidad en el bolsillo y olvidas que no estás solo
en la vida? ¿Qué reflexión, te induce, a suponer que a nadie impones, ni nadie te impone?. Se
estrellarán las olas contra los vientos y seguirás resuelto a mantener que a ti no te afectan. Se
quebrarán las entrañas de la miseria y nos envolverán los miedos de las sombras y seguirás
creyendo que a ti no te conmueven, impresionan,
sobresaltan, ni te inducen, ni alarman. Se rompe el movimiento de la arena y sigues inmerso en
la orilla, esperando... esperando... como si el sol solo saliera por ti. Pensando....pensando... como
si el pensar fuera parte de tu cuerpo y comiera de tu sangre sin que necesitaras alimentar los
sentidos para seguir viviendo.
Exiges, sin exigirte; clamas, sin oír los clamores de los que claman. Lloras, sin
que los lloros de los demás te afecten. Sumido, en la versatilidad de tu incoherencia, asumes la
profundidad de un pozo profundo, sin que nada escape, tenga valor, consistencia, presencia,
pueda evaporarse, dispersarse, distanciarse, disiparse derrocharse. No hay tormenta que cale tu
coraza ni viento que arrastre tu impenetrable porosidad. Te has convertido en un ser alejado,
distante, incoherente, refutable, despreciable.

Daniel.-Madre.....

Luis.- Deja que tu madre discrepe. Deja que abra resquicios en las sombras de su
enfermedad. Ella vive dentro de la sociedad y se nutre de las afirmaciones de sus amistades y
compañías. Déjala. No verá brillar el sol, ni distinguirá el amanecer, ni absorberá el colorido de
una puesta de sol. Si vives, sin que la naturaleza te dirija, serás pasto de la calamidad, la
indolencia, la insolencia, la desesperación, la incredulidad. No encontrarás espacio donde
asentar las murallas de tu existencia, los valores de la dignidad. La persona está hecha para
amalgamar incidencias de otros seres. Hechos, en nosotros mismos, de nuestra verdad, nuestra
fe, nuestra moralidad, nuestra independencia, valor, fulgor, arrogancia, poder, alegría, dolor.
Somos, cada uno, un ser impenetrable, único, hermético, misterioso, enigmático, insuperable,
ideal. Solos con una vida, una mente, un corazón, un alma, un cuerpo, una mente, una ilusión, un
sueño, un mundo, una esperanza, una agonía, un silencio, una ranura, una cordura, una locura, un
valor, una cobardía. Todo, en nosotros, es irrepetible e irrecuperable.
Vivimos en el tiempo y el tiempo se marcha, al marcharnos. Vamos soplando,
por los caminos, de unos ejercicios que nos conducen por las rampas del misterio, al misterio.
No nos detiene el miedo, ni la oscuridad, ni el silencio, ni la nieve, ni el viento, ni la ansiedad, la
ambición, la lujuria, el pensamiento, el desconsuelo, la aflicción, las alegrías, los sueños, las
ilusiones, las decepciones, el olvido, las murallas, las tormentas, las sendas, las ensenadas, los
caminos. Nade detiene una vida que ha nacido para morir. Nada es un obstáculo que pueda
pararla, ni detenerla, ni encorvarla, ni doblarla. Camina, sin parar, con el ritmo del silencio, al
amparo de las sombras, en busca de oscuridad. Islote de una bruma, mampara de un espejo,
abismo en una profundidad, sima de un alero, quimera en la mente, idea en la abstracción,
ruta, obstinación, deseo. No hay sociedad, ni mundo, ni gente, que atraviese con la veloz
velocidad del aire, al ser, que va por el rumbo de la noche, y que en la noche se pierde, sin
nadie que pueda detenerle. Sola va por el sendero. Sola observa la observación que la contempla.
Sola en la quimera, sola en la fusión del hielo, sola en el monte de la primavera, sola en la vida
que con ella camina y a ella espera.

Nadia.- Te estás excediendo. Estás atravesando los límites de lo tolerable.

Daniel.- ¿ No os vendría bien una copa de amistad?.

Nadia.- Me irrita. Es un niño grande que necesita protección.

Luis.- Lo importante es que me quieres.


137
Daniel.- Vuestras arritmias medulares me vienen bien. Contemplaros como una
pareja normal, sin aliñar con los conceptos de padre y madre, es un placer. Da una visión y un
carácter de inusitadas dimensiones.

Luis .- No te confundas.

Daniel.- ¿ Que haríais sin vuestras discrepancias? ¿ Como sujetar, las riendas de
un convivencia constante sin nada que tiraros a la cara? ¿ Como suscitar el amor, sin arrebatos
pasionales, en medio de tanta guerra?. Se descolgaría la noche y la luz no entraría en la
habitación para despertaros.

Nadia.- No te las des de conocernos.

Luis.- Las disensiones son una prueba de amor. Todo es una hoguera, en la que
no debe penetrar el humo del odio o del rencor. Todo es factible y concebible, mientras las
discordancias no sean irritantemente insondables. Las fuerzas de hombre y mujer, deben estar
dispuestas a luchar dentro del hogar, aprender a defenderse y defender las ideas que soportan las
quimeras que se llevan en el corazón, las ilusiones que bordan las encimeras de las olas. En la
intimidad del hogar, el corazón puede desplazarse sin que lo hieran, puede disciplinarse,
renovarse, entenderse y discernir, que toda la vida es un soslayar para retener, un abandonar
para recoger, un alimentar para desnutrir. Unas cosas vienen y otras necesariamente se pierden
en la memoria de los tiempos. Como los años, la juventud, los sueños, las fantasías.

Daniel.- No entiendo que os recojáis en la intimidad, para destrozaros cuando


hay alguien. Aunque sea yo.

Luis.- En la intimidad, no hay dolor que nos separe, ni muro que nos distancie.
Tu madre discrepa todavía más, es más insensible y menos dúctil, más.. .....digamos, vulgar y
deja más al trasluz su sensibilidad sin querer exponerla. En la intimidad, se descubre, porque el
alma no puede esconderse en las sombras con otra alma delante. Cuando hay amor, no hay
lejanía, ni separaciones, ni distancias, ni elucubraciones, ni distorsionamiento. No hay malas
interpretaciones, ni se conjugan los derechos sin exaltar los deberes. Es, entonces, cuando se
muestran las pequeñas esencias del ser, donde podemos ver con asiduidad lo que en otro
momento no podemos ver ni apreciar.

Nadia.- No hagas caso. Es tan raro, en todo momento, que su rareza en la


intimidad no me produce espanto.

Daniel.- Sopla el viento y solo veis la tormenta que se avecina. Sin miedo a
soportarla.

Nadia.- ¿Comprendes, por qué tengo que ser su escudo?

Luis.- Se esponja como una merluza y se engríe como si recibiera un


espaldarazo en el hombro y fuera investida condesa. Las cosas llanas, allanan la petulancia de las
sombras, disciplinan la mente, para servirse de nuestra capacidad de
amar y a la vez de servir. Cuando alguien se refocila con tu entrega, le entregas más. Cuando
vas por el aire y vuelas, quieres que todos vuelen contigo. Quieres dar, a cada uno, ese algo que
posees y no poseen, para que lo posean. Tu felicidad, se convierte en felicidad, si los demás
disfrutan de ella. Que sean ellos, los que al recrearse en tu alegría, se sirvan de la alegría, para
sentir su propia alegría. Que todo sea como una ráfaga de vendaval, en la que te asomas y

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contemplas como se abren las espitas del viento, vuela el aire y se reciclan las tormentas.
Navegas sin temores y se disuelven en agua las lluvias de las nubes.

Nadia.- Sigue encendiendo velas en el aire. No se resigna a bajar de la escalera y


quiere seguir ascendiendo en solapas de resonancias musicales. No se que hacer con él, ni como
decirle que la vida es un conglomerado de lucha, valor, entrega, distracción, compromiso,
fuerza, valentía, cobardía, amor, deseo....

Luis.- Y sociedad y normas.

Nadia.- Sí, sociedad, normas, vecindad, compromiso, colectividad, humanidad,


elucubraciones, teorías, murmullos, runruneos, susurros, cuchicheos, convivencia, armonía,
concordia, comprensión, coexistencia, coordinación, equipo, ayuda, emergencia, distracciones,
fiestas, dificultades, tropiezos, roturas, amistades, confidencias, comunicación, explicaciones,
secretos. Todo lo que implica una travesía en conjunto, donde cada uno piensa como piensa y
todos piensan como uno. Con sus proclamas, sus falsos herrajes, sus anarquías, sus afanes, sus
ansias, sus desenvolvimientos, sus perfidias, sus prejuicios, sus aforos, sus enfermedades, sus
dolores, sus alegrías, sus ruegos, sus atonías, sus miedos, sus algazaras, sus refocilaciones, sus
marchamos de empecinamiento.

Daniel.- Vale, vale. Veo que coincidís en vuestra no coincidencia. Emergéis del
silencio, para gritar y os ponéis, como energúmenos, para disipar las olas de una bonanza. En
vuestra incoherencia, sois coherentes.

Luis.- No te las des de comprensión y captación. Ves lo que te dejamos ver y no


todo. A veces, la distancia se alarga y en otras se acorta. Tu madre me defiende y yo, defiendo
mis ideas ante tu madre. Con lo díscola que es y lo que le gusta mandar, si uno de los dos no
supeditara su aquiescencia, a la comprensión, sería un batí burrillo de mucho alienamiento y no
podríamos convivir. El que más capta, debe supeditarse al menos comprensible. El realista
supera al ideólogo, porque los hechos le dan la razón, pero sin la visión del hermético, que se
encierra en la fantasía, la realidad sería un páramo de calamidades, miedos, temores, dolor,
angustia, agonía.

Nadia.- Sería mas fácil de superar el forcejeo.

Luis.- Menos valioso. Menos ennoblecedor espiritualmente.

Daniel.- Os quedaríais en mantillas sin vuestras discusiones. No sería la vida,


vida, ni la entenderíais.

Luis.- Cuando captes, que la armonía no es decir sí y amen, habrás puesto una
pica en la forma de entender a los seres con los que te relaciones. Somos díscolos y admitimos la
contraposición, la contrapropuesta, los argumentos que disuelvan los nuestros, las formas de
exponer criterios, la manera de evacuar circunferencias alrededor de las suposiciones y
exposiciones. Sin gritos, las razones
bailan, porque hay muchas razones, no una sola, muchas entregas, no solo una partida, muchos
senderos, no solo una ruta. Cada uno tiene una forma de captar los entendimientos, las fisuras de
las formas, la dependencia de las exquisitices, los errores, las grietas de las columnas. Nadie es
más que nadie, solo que uno es capaz de alimentar sus visiones con palabras y otros, en su
timidez, las almacenan en su interior.

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Daniel.- Expectante estoy, en la expectación del expectante, escuchándoos,
aprendiendo con vuestra forma de expresaros. Como hijo, me habéis enseñado a ser noble, y os
lo agradezco, lo que no evita que me vierta en las imperfecciones que la juventud conlleva, en la
similitud con otros jóvenes, otras ideas, otra manera de ser, de pensar, de establecer contactos,
relacionarme, tomar la vida, empañar el sentimiento de amar, correr en pos de las siembra,
madurar en pozos amargos, encontrar vacíos, sentir abismos, coordinar las andenes que rigen los
pensamientos, extender los precipicios de las ideas, abastecer el cuerpo de gangrena, impulsar
el viento con el aire, sobrepasar las nubes, soñar y en los sueños, romper ilusiones.

Nadia.- No pongas, en el fiel de la balanza, lo que tu padre expone, interpreta


siempre las palabras, partiendo del principio que todas sus palabras, están llenas de amor, un
amor superior a la fortaleza del tiempo. Superior a mi propio amor, a la condescendencia con mi
manera de sentir y de obrar. Un amor, por distinto, sencillo, claro, honesto, real, inmenso,
grandioso.

Daniel.- ¿ Así es el amor de un padre?

Nadia.- Así es el amor. Una fuerza inquebrantable, que ningún enemigo


atraviesa, ningún muro derriba, ninguna razón convence, percibe la sangre, el alma conlleva.
Pero tu padre es especial, elípticamente acude a esos conceptos para guarecerse y enaltecerse y
los elude para desconectarse de la responsabilidad. Todo lo que conlleva deber me lo traslada, lo
que implica obligación, me lo delega, cualquier asunto enojoso que implica implicarse, lo
esquiva. Tiene el don, de no estar donde tiene que estar y acudir a donde no debe. Eso implica,
según su versión, bondad, comprensión, confianza, estabilidad, acuerdo, delegación, agudeza,
perspicacia, intuición, cordialidad, confidencia, seguridad, firmeza.

Luis.- Es tu madre, la que establece el curso del acontecer, lo reconozco, la que


sin estruendo, pero con gritos, decide. Tú ya lo sabes hijo.¡Que te voy a contar¡

Nadia.- Los dos nos unimos en ti, tú eres el nexo de unión, en ti hemos
depositado el amor.

Daniel.- No es verdad, que me impliquéis en vuestros desajustes.

Luis.- No hay desajuste, hay aceptación de los hechos. Quiero a tu madre y mi


amor está por encima de la desarbolación del viento, las complicidades del acontecer, las
paredes que las apariencias levantan. Que ella ame o no ame, depende de ella, no de mi.

Daniel.- ¿ Os he dado muchos problemas? ¿ Deseabais tenerme?

Nadia.- No comprendería la vida sin ti, ni tendría la vida sentido, ni lucharía.

Luis.- ¿ A qué vienen tales preguntas? ¿ Acaso no lo sabes? ¿ No lo has


deducido nunca? ¿ No has tomado nuestras manos y sentido nuestras caricias ? ¿Dudas?

Daniel.- Quería confirmar los criterios que me inundan, los paisajes tan extraños
por los que voy, las aleaciones del aire en las tormentas.

Nadia.- ¿ Que se mueve, en tu interior, que desconozca? ¿ Qué aprensiones


rondan por tu cabeza?

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Luis.- Es bueno que pregunte, déjale, no lo inundes de aseveraciones injustas, no
lo conmines, a decir, lo que a lo mejor no quiere decir, ni lo presiones para que escupa lo que
lleva en su alma y por su alma camina. Lo que él, decida en él, decidido está.

Nadia.- ¿ Te acongoja algo, hijo?. No hagas caso de tu padre, ni le oigas. No


quiere empeñarse en conocer lo que te atañe, para no tener que resolverlo.

Luis.- Sigues, mujer, empeñada en premiar la condescendencia. Oírte, sin oír.


Descender, por laberintos, de los cuales tu sola conoces la salida. Te fabricas, un mundo, por el
que me despeñas sin ahogarme en el tumulto. Es tu forma de amar y como tal, la admito, y te
admiro, y comprendo el dolor que te engendra, al tener que soportar tu dolor y el mío, mi
carencia, con tu carencia, mi obesidad con tu grosor. Me proteges como a un niño y como a tal,
me tratas, eres el escudo de la familia, la lanza del guerrero, el baluarte del castillo. No imperes,
en tus dominios, como un sátrapa, ni dictes como un dictador. Podrás, en un momento
determinado confundirte, al confundir tu hogar con un imperio, donde tú imperas y tú eres el
imperio. Obligarás, a que se desarbolen las lanzas y se rebelen los siervos.

Nadia.- Palabras. No he oído hijo, contestarme a mi pregunta.

Daniel.- Todos, hemos tomado atajos en los senderos, desviado los principios
de los sentimientos o al revés, los sentimientos de los principios. Tomado decisiones acordes con
la realidad o no tomado decisiones que deberíamos tomar. Los hechos, destruyen la veracidad de
los pensamientos, la desarticulación de las ideas. Solo los hechos priman, abren caminos sin fin,
en rutas sin fondo, originan consecuencias, senderos nuevos, nuevas miradas en la retina de los
ojos.

Nadia.- Sigo perdida, sin entender......

Luis.- Tu hijo, se está abriendo a la vida. No es otra cosa. Tiene que descubrir
sensaciones nuevas, nuevos aspectos de los acontecimientos, nuevas rutas, nueva música. No va
a estar siempre sometido a tus alas, cubierto por la capa de cemento con la que levantas su capa.
Tiene que respirar un aire nuevo, ver un nuevo mar, nuevas olas, sentirse preso en esas
imperiosas formas del deseo, de la esperanza, de la gloria, de alcanzar una vida que le llene, un
trayecto en el aire, una espoleta que le impulse, una melodía de cuerda con una trompeta al
fondo. Tiene que abrir el cielo para respirar, descubrir las plazas, los jardines, oler las flores, d
recorrer las plazoletas, fondear en las orillas, soñar, tener ilusiones empezar, alzar la mirada, ver
como se extienden las olas y la espuma alcanza la arena. Romper el cascarón que alimenta su
enfermedad y ser libre, libre para soñar, libre para romper los días del tiempo, cabalgar a lomos
de los sueños, emprender con ilusión las ilusiones que se sueñan. El alma se apodera del cuerpo
y la libertad impera. ¿No lo entiendes mujer?

Nadia.- No

Luis.- Mira y piensa.

Nadia.- No puedo, no quiero.....

Luis.- No sostengas tu maza en el anfiteatro de la fuerza. No tienes alas


para volar con el viento. Corras o no corras, en el tiempo, el tiempo corre. Las puertas se abren a
quien tienen que abrirse las puertas y al que se le tienen que cerrar, se le cierran. No hay cuerda
que ate el dogal, ni sierra que el campo sierre. Admitas o no admitas lo que es, es como es y
como es, tiene que ser.
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Daniel.- Corréis, más que yo, en la apreciación de lo que digo. No solvento, la
necesidad de extender la vista por nuevos parajes, tomar decisiones propias,
rozar la arena descalzo, para encontrar puntas de rocas, descender a los acantilados para separar
los valles. Ya lo había descubierto y lo tenía en cuenta. Cada mañana, al descorrer los visillos, la
luz del sol penetraba y sentía como penetraba en mi interior, se encendía la sangre por la vida y
olía el perfume de las flores, que sin perfumar el viento, percibía. En el trayecto de vestirme, se
encendían las luces de las ilusiones, lo que sería el acontecer de lo que sucedería, como vería a
quien quería ver, que era lo que quería, como hablaría al hablar, como sentiría al sentir, como
enturbiaría la melodía del aire, como seguiría el rumbo de las nubes, como me explicaría para
entenderme, como me sublevaría con la intención de sublevarme. Iba, vestido de blanco, en una
carroza blanca, tirada por caballos blancos con arreos de bronce. Miraba, al sol que me miraba y
al sol que me veía, veía.

Luis.- Vale. Vale.

Nadia.- Sigo presa de mi ablución en el agua.

Luis.- Vuelvo a indicarte lo mismo que antes : mira y piensa.

Nadia.- No quiero escapar de mis sueños. No veo otra cosa, que mis brazos se
abren y no los puedo cerrar.

Luis.- Déjate de mandanguerías y no roces la pusilanimidad de tu orgullo. Tú,


que tanto pregonas la fuerza, no digas que careces de valor para enfrentarte a la fuerza, de la
fuerza del valor.

Nadia.- Es mi hijo.

Luis.- Es tu hijo, no tu niño. No es un niño, aunque sea tu hijo y por niño lo


tomes.

Daniel.- Sigo siendo tu hijo y tu niño.

Luis.- Eres lo que eres y ella debe diferenciarlo. No debe confundirse para no
confundirte. Tiene que precisar y admitir, que tu vida es exclusivamente tuya, tuyas tus
decisiones, tuyos tus pensamientos, tuyos tus amigos, tus amistades, tus salidas, encuentros,
desencuentros, cuanto hagas, pienses, idees, decidas, planees. Tu punto de partida debía
iniciarse y se ha iniciado, no dependes de tu madre, ni de mi, ni de lo que te digamos que tienes
que hacer. Solo podemos ayudarte, aconsejarte, indicarte, nada más. Cuanto antes tu madre capte
que es así, mejor para caminar
adelante, sin riesgo de batallas, baluartes, derrumbes, inclinaciones, pendientes,
desmoralizaciones, luchas, derribos, demoliciones. Todo inicio, tiene un fin y el fin llega al
término del inicio, al darnos cuenta que hay otro inicio en ese fin y ese inicio se ha iniciado.

Nadia.- No está preparado todavía.

Luis.- El sí, tú no.

Daniel.- Es verdad. Mis actos no se inclinan por los parajes que mi madre dice
que debo seguir, tengo mis prioridades, mi propia manera de pensar, mi de actuar. No solamente
las tengo, si no que las he seguido y las he convertido en hechos. He cabalgado bajo la batuta de
mis ilusiones y esperanzas, cubriendo etapas en plazos más o menos cortos, acortando,
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alargando, imbuyéndome de parajes, atravesando ríos donde ensayar, como nadar, para que no
me llevara la corriente. He transitado por jardines, con las espinas hiriendo los dedos, divulgando
conceptos que exprimían la mente. He respirado el aire a lomos del viento, sorteado pavimentos
donde se escudaban las sombras, dormido en el silencio de la noche con el ruido de los deseos,
apremiado las intenciones para que se desligaran de los aciertos inciertos, de los descuidos de
las pasiones, coceando en las babuchas del silencio, cuando el corazón expiraba a gritos.

Luis.- Lo dices ahora, podías haberlo dicho antes.

Daniel.- Debíais haberlo deducido.

Nadia.- Te estás extralimitando, creo que es absurdo lo que dices y como


absurdo lo tomo.

Luis.-Piensa y mira

Daniel.- Absurdo es verte tratarme como a un niño y no poder decirte que no lo


soy, por no dañarte, absurdo es contemplar que me contemples como algo intangible, protegible,
quebrantable, destructible, frágil, infantil, menesteroso de ayuda, dúctil, blando, flexible.
Absurdo es, dominar mis convicciones, estudiar mis reacciones, comprobar mis estados de
ánimo, protegerme de una forma irreducible, irreversible, fotografiarme con los ojos, verterme
en la mirada de lo frágil. Absurdo es, querer saber lo que hago y como lo hago, donde voy, de
donde vengo, como debo pensar, reaccionar, extender las manos, controlar los pies, abrasar el
cerebro, estudiar, cumplir, dialogar, salir, entrar.

Nadia.- ¿ Como dices que te controlo?

Luis.- Es una de tus habilidades, no dice nada extraño e incoherente, sino real.
No seas absurda después de citar tantos absurdos. Sé comprensiva y comprende, que es un ser
que tiene que ser libre, sin que le aten tus manos, ni tus caricias, ni tus pensamientos, ni tus
ideas. Tiene que vivir compartiendo sus principios, sus habilidades, sus interrogaciones, sus
dudas, sus hechos, sus consecuencias. Tiene que apoyarse para saltar y no abismarse en el
abismo. Descubrir los rincones del silencio, las peripecias de la soledad, la belleza de los seres
humanos, su diversidad, su diversificación, variedad, complejidad, la enajenación de las mentes,
el amor, la confluencia del río, las olas del mar, la arena de las playas, los rayos del sol, las
nubes, las tormentas, la precocidad de los monumentos, la altura de los astros, la convergencia
de la luna. Entenderse, para entender. Comprenderse, para comprender.

Nadia.- Sangro, estoy sangrando.

Daniel.- Madre

Luis.- No rebotes como una pelota. Ni te duele, ni sientes dolor, ni te alteras. En


el fondo estás alegre de que te digan lo que piensan y más cuando el que piensa, es tu hijo. Estás
llena de gratitud al escucharle y enterarte por él, que no debes tener tanta preocupación, ni tanta
alteración, ni tanto descuido, ni simular que tienes que tener cuidado. Eres una buena mujer,
dentro de una arpía.

Nadia.-Tanto luchar, tanta lucha en solitario, tantos caminos cubiertos de


escoria, tantos promontorios de cemento, tantas pulverizaciones en las espigas del trigo, para
nada. Semilla que cosecha, el que sin haber sembrado recoge, se han roto las compuertas del
viento y el aire penetra en mi habitación desnudándome de amor, me envuelve en carencias, al
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estar sola, al caminar sin apoyo, por un camino solitario, en las sombras, por la noche, con las
hojas caídas del otoño, perdida....

Luis.- No zumbes entre flores, no eres avispa. No te sulfures en azufre, ni agotes


las llamas de las cenizas. Tienes que descubrir en ti, lo que otros, en otros descubren y tú, has
sido incapaz de percibir : que el tiempo corre en pos del tiempo y no hay quien lo alcance, que
los niños se hacen hombres y deciden, que se trilla el campo y se aventa el viento, se oscurecen
las sombras y las noches, cubren con su manto la luz del viento.

Daniel.- No eres tan fuerte, madre, ni tan valiente.

Nadia.- Se desmoronan las noches, en el silencio del alba. Tranquila, la orilla,


yace dormida ante los empujones del mar, acariciada por la espuma. De repente, el mar se
inquieta, se enfurece con la tormenta del aire, levantando en el aire olas inmensas, de inmensa
fuerza, inmensa violencia, arrasando, sin piedad, la arena que separa agua de tierra.

Luis.- No podías simular mayor altanería, ni mostrar más orgullo e


incomprensión.

Daniel.- Es así, no puedo aunque quiera, volver al redil de tus brazos, aunque lo
desee. No debo permanecer arropado en las mimbres de un cesto por el que escurre el agua. Ni
puedo.

Nadia.- No consiento que te vayas, me perdería en el laberinto de los sueños, en


la realidad de la lucha, en un mundo que no deseo.

Luis.- Estoy yo.

Daniel.- Yo sigo existiendo............. Y alguien más.

Nadia.- No entiendo......

Luis.- Me he perdido algo o en algo me pierdo.

Daniel.- Os dije que tenia problemas y no escuchasteis al decirlo. Os volvisteis a


demoler entre vosotros con acuerdos y desacuerdos. Por exceso de amor, no veis el amor que
puede existir en otros ojos, o las perdidas esperanzas de un sueño o el quebranto, de unas
ilusiones, que se quiebran en las tormentas del viento. Solo vosotros,
cercando la ferocidad de una garra sobre el testigo del aire, en la quebrada faz del aliento de una
vida que vive, separada, sin daros cuenta que se ha separado.

Nadia.- Hijo........

Luis.- Deja que respire y contéstame a lo que te pregunte.

Daniel.- Eso he deseado siempre, que me preguntarais, que quisierais saber de


mí, al preguntarme, sin saber de mí sin preguntarme. Que abrierais la urna, donde duerme el
silencio y no hay sombras. Padre, el silencio grita, no penetra la luz y debo buscarla para
encontrar la vida y vivir. Navegar en los mares, con barcos perdidos en las mareas de las
sombras, pernoctar en campos solitarios con gemidos y ruidos, descubrir los riscos de las rocas,
las alteraciones de los suspiros, los arrullos de las ramas, el fulgor de las estrellas, las cúspides de
las cimas, los envoltorios de las carrozas, el miedo, el temor, la pusilanimidad, la escoria, los
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escombros, el fuego que prima sobre las cenizas, la desenvoltura del esfuerzo, la perniciosa
aventura de la aventura, salir en pos de puertas sin salida, sin cerrojos en los candados, sin
permisos, ni firmas.

Luis.- Todo eso está muy bien. Frases. Respóndeme a una pregunta : ¿Qué has
querido decir? ¿Qué, sin decir, has dicho?

Nadia.- Tiene razón nuestro hijo. No nos habíamos dado cuenta y nos hemos
perdido en laberintos por la intransigencia de nuestras discusiones.

Luis:- No le quito la razón a nuestro hijo, ni la pongo en duda. Somos tus padres
y estamos aquí para ayudarte, tanto tu madre como yo, no lo dudes. No me has respondido a la
pregunta.

Daniel.- No he respondido. Antes de responder, quisiera preguntar.

Nadia.- ¿Qué tienes que preguntarnos?. Te queremos.

Luis.- Déjale que hable.

Daniel.-No sé como decirlo........

Nadia.- Decir ¿ El qué....?

Daniel.- Os va a sorprender..... por inesperado.

Luis.- No te lo creas, hijo, la vida es un conjunto de sorpresas, en cajas cerradas,


que al abrirse, uno descubre que estaban abiertas. No hay novedades en el paso de los siglos, ni
en el acontecer, ni en los residuos del silencio. El ayer, es el hoy renovado. Yo fui como tú y tú
serás como tus hijos.

Nadia.- Estoy preocupándome......

Luis.- Dinos, lo que querías decir.

Daniel.- Está bien.......... ¿Os gustaría........ ser...... abuelos?

Luis.-La madre de.....

Nadia.- ¿Abuelos.........? Si no conoces a nadie, si no sales con nadie, si eres un


niño, si.........

Daniel.- Conozco y salgo ¿Cómo si no, podría deciros lo que os digo?

Luis.- ¿Quién es ella ? ........ ¿La conocemos?

Nadia.- ¡Como has podido ser tan depravado, tan imbécil, tan díscolo, tan
desarraigado¡ Yo sin saberlo. Perdida en creer que no sabías la o con un canuto,
empeñada en no descubrir el fondo, de fondos sin descubrir. Solo apoyándome en lo que creía
ver, sin ver, lo que debía ver.

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Daniel.- Solo te veías tú y tu valor. Tu pasión por proteger para que no entrara
la contaminación.

Nadia.- ¿Y ella.....? ¿Lo sabe......? ¿Lo saben sus padres....... ?

Daniel.- Ella me lo ha dicho.

Luis.- ¿La quieres.......? ¿Os queréis........?

Nadia.- ¿Quién es ella ...que me ha robado al hijo...?

Daniel.- Una compañera de clase

Nadia.-¿Una compañera de clase? ¿Pero sabes dónde te has metido..?

Luis.- Donde se han metido

Nadia.- Eso, ¿Sabes donde os habéis metido......? ¿Eres capaz de


comprenderlo....? ¿De intuir siquiera, los problemas que os esperan.....?

Luis.- Descansemos la artillería. Vamos a tomarnos unos segundos, en


tranquilidad y silencio, para asimilar lo que hemos oído....
¡Abuelo¡ ¿Sabes que no suena mal? ¿Sabes que empiezo a asimilar la
palabreja?.¡Abuelo¡ ¿Escuchas abuela? ¿No te suena, dentro de un orden, algo alarmantemente
útil y beneficioso e incluso diría que agradable?.

Nadia.- ¿Que van hacer? ¿Cómo se las van a arreglar? ¿Qué esperan, encontrar
en su camino, para descender por la cuesta que van a subir?

Luis.- Ya has encontrado papeletas para la adversidad. Despeja el corazón, sé


libre por una sola vez y tomate algo por el lado agradable, no por el de la obligación,
problemático, indecoroso, insustancial, desagradable, insoportable, oneroso, confuso, ambiguo,
inicuo, inseguro, nebuloso, equívoco. Alégrate.

Nadia.- ¿ Cómo alegrarme, si todo se le viene encima a mi hijo, ante una vida a
la que va a tener que enfrentarse desde ya?

Luis .- Vas a ser abuela.

Nadia.- ¡Abuela¡ ¿Qué dirán.....?

Luis.- Una arpía abuela. ¡Vaya panorama el que se presenta en esta familia¡. No
se te va a mover el hijo y vas a aumentar el número de vasallos a tu dependencia. Tenías que
sentirte inmensamente alegre y feliz.

Nadia.- No estoy alegre ni feliz. No he sabido educar, ni mostrar el camino del


bien, ni orientar, hacia el futuro, a quien el futuro espera.

Luis.- Esta casa es grande, todo es factible de solucionar y entender,


encontraremos las vueltas, para llegar al destino que cada uno tiene que cumplir. Si por un lado,
no me causa placer la idea, por otro, la idea me alegra. Me alegra hijo, que nos lo hayas contado,

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que podamos servir para ayudarte, como te decíamos. Cuenta con nosotros. Ser abuelo no es tan
nefasto, aunque no lo había pensado, de momento, ¿No estás de acuerdo,...... abuela?

Nadia.- ¿Y ella?

Daniel.- Es compañera de clase y la mayor de cuatro hermanos.

Luis.- ¿La conocemos.....?

Daniel.- No. Nunca ha venido a casa, ni os la he presentado.

Nadia.- ¿Conoces a sus padres?

Daniel.- Ayer hablé por primera vez con ellos. No, no los conocía. Todo es
nuevo, para mí, en una novedad constante. Se ha caído la venda de los ojos y con los ojos
abiertos, corro de un desastre a otro, de un destino a otro, de un lugar a una frontera, de una
puerta a un corredor, sin tiempo para meditar, en la certeza de que lo cierto, tiene vida y es la
vida, de lo cierto, donde entro yo a tomar conciencia, de que es cierto lo que me espera.

Luis.- ¿Desengañado, apesadumbrado?

Daniel.- Desconcertado.

Luis.- Un avatar, que te dará nueva vida y te abrirá resquicios en las compuertas
de tu espíritu.

Daniel.- Devastado por la realidad, roto por tantas incongruencias, tantas


intemperancias, tantas luchas como las que he tenido que afrontar en veinticuatro horas. Un
maremagno de problemas que se acumulan, se ciernen sobre el pensamiento, ideas rotas en los
resquicios del alma. Dolor y alegría, pena y desconsuelo, temor, sombras de vecindad en las
noches, junto a mi cama, en mi ilusión, en mi deseo.

Nadia.- ¿Te quiere?

Daniel .- Sin lugar a dudas, sí.

Luis.- ¿Sabes a lo que te has expuesto? ¿ Eras consciente.....?

Daniel.- Fuera o no fuera consciente de lo hecho, está hecho. Ahora es cuando


tengo que apreciar lo que me habéis enseñado, lo que he aprendido, lo que habéis proyectado en
mi interior. Ahora debo asumir la responsabilidad de mis actos, las consecuencias, las premisas y
los resultados. Cierto que os pido ayuda y os la estoy pidiendo, que estoy aquí sin saber el
camino a tomar, ni el criterio a imponer sobre otros criterios que me exponen, pero tengo que
ubicarme en mi existencia, aceptar lo que viene con sus rémoras y facilidades, ver, aunque no
quiera ver, lo que se abre ante mis ojos. Cuento con vosotros para saber como y lo que tengo
que hacer, como y de que forma puedo hacerlo, de que manera intentarlo, por donde iniciar el
nuevo camino, el nuevo sendero, la nueva vida, de otra vida que se cierne en el cielo de mi
existencia. Soy el responsable y como tal me tomo.

Nadia.- ¿Que vais a hacer?.

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Luis.- Me vas a hacer abuelo, que es algo nuevo para mí. Algo grande,
inesperado. Sin haberlo previsto, he aquí que llega del cielo un período nuevo, en una nueva
versión del acontecer. Una nueva ola, con un nuevo mar, en una playa incólume, desconocida,
inexplorada, amplia, grandiosa, aislada, desierta, solitaria. Me gusta ser abuelo. Me gustará.
Ciclo invertido en el viento, sobre un fuego de llamas en una travesía por el aire.

Daniel.- No lo sé.

Luis.- Abuela, te han quitado la corona y ha surgido, en la herencia, alguien que


hereda poder y mando. No dispondrás de atributos, ni de vara, ni de bastón, ni de cofia.

Nadia.- ¿No te percatas del error, tan tremendo, que ha causado en su perjuicio?
¿Donde irán los planes planteados sobre su futuro? ¿ Por donde recorrerán las sendas de sus
estudios? ¿Qué le espera ?¿Que dirán cuantos nos conocen?

Luis.- Tu hijo está aquí y va a ser padre, te lo está diciendo. ¿No tienes palabras
de elogio y consuelo? ¿Tanto te preocupa la consistencia de lo que hay que hacer o no hacer, lo
que hay que decir o no decir, lo que piensan o no piensan, lo que es o no es?. Viene un nuevo
ser, nuestro, tuyo y mío. Algo para compartir y volver a iniciar el ciclo de la existencia.

Daniel.- No me aparto, de comprender, que lo que hemos hecho, está mal hecho.
Lo asumo. Nos hemos comportado como niños, sin saber ser mayores y nos hemos hecho
mayores, siendo niños. Así es lo que pasa y acontece. De repente, me veo como alguien que da
vida a la vida, que siembra para recoger, que estaca la estaca en el campo para marcar la
propiedad, el coto, la senda, el mojón, el límite, la divisoria ruta. Encamino mis pasos sobre
termitas y rocas, en un pedestal de piedra, para caminar junto a otros seres que se unen a mi ser,
en una existencia nueva, que nada en una nueva existencia.

Luis.- Lo solucionaremos, no te preocupes. Somos una familia de seres, que nos


convertimos en seres llenos de amor, para amarnos y ayudarnos en el amor que nos une.

Daniel.- No os quiero trasladar mi responsabilidad. Si os he preguntado si no os


importaría ser abuelos, no es solo por saberlo, es porque tengo otro problema mayor.

Nadia.- ¿Otro problema....?

Luis.- Tu primera exposición, no ha representado complicación alguna, ni


dificultad fuera del inconveniente de su novedad, pero resolvible. Cualquier otro será previsible
su solución.

Daniel.- Carna, que es como se llama mi compañera, me ha planteado no tenerlo.


No lo quieren sus padres, ni lo quiere ella, ni está dispuesta a tenerlo.

Nadia.- ¿Y tú....?
Daniel.- Yo, sí. No solo es que quiera tenerlo, es que debo tenerlo y me opondré
a cualquier sistema, disposición o planteamiento que se haga en contra.

Luis.- Hijo, lo tendremos. No permitiré que ninguna vida, sea destruida. Nadie
crea, sino Dios, nadie hace nada que no esté previsto que se haga, nadie tiene facultades de
hacer o deshacer, lo que en amor se hace.

Nadia.- ¿Lo has pensado bien ? ¿Tú no eres la madre?


148
Luis.- Con mas razón, como para permitir que la madre lleve, en su conciencia,
tamaña desazón, tamaño desafuero, tamaña desolación, congoja, pesadumbre, tormento, pena,
durante los años que le restan de vida. Nadie puede involucrarse en algo tan malvado, inicuo,
ruin, vil, irreal, ignominioso, indigno, infame, desaforado, desolador, descomunalmente
imprudente e irreversible. Nadie, está previsto, que pueda enfrentarse a un camino sin final,
donde el fondo es un pozo negro, de la conciencia y en el amor.

Nadia.- La ley lo permite y lo autoriza.

Daniel.- La ley no puede franquear mis emociones, mis deseos, mis ilusiones. Si
he cometido algo malo y lo que he hecho no es malo, yo y nadie más que yo, debe arrostrar,
padecer o disfrutar los hechos diseñados, ni tengo por qué arrasar la vida de quien, sin
participar, es la que se ejecuta y destruye. La culpa, si hubiere culpa, que no la hay, no es suya,
ni de mi compañera, ni del amor, ni de la conciencia, es una transferencia de la sociedad, que en
sociedad, establece la manera de comportarse, la necesidad de una forma de vida en la que el
dinero nos ata y prima, nos vuelca en esa disposición a creer que ya no podemos llegar a la cima
de la existencia, a los prorrateos del camino, la pasión, los estudios, la alegría, el placer, la
conmoción, la estantería de los deseos, los prejuicios, los inconvenientes. Es mía y solo mía.
Mía la decisión. No la de decidir con la vida de un tercero, sino la de cumplir con ella, la de
mantener la vida a la que he dado vida, la de no interrumpir el proceso iniciado, lo que ha
crecido en el interior del amor, lo que ha sido creado, lo que es y existe, lo que yo con mis actos
he generado. Yo debo hacer frente, medir mis hechos, establecer mis acciones, compulsar mis
deseos, no después de haberlos conjuntado, sino antes de llegar a realizarlos. El amor pende de
mí y de mi corazón. Ella y yo, somos los únicos que debemos establecer la forma de dilucidar lo
que hay que hacer. ¡ Que me importa la ley ¡ ¿ Por qué la ley se mete donde nadie le pide que se
meta ? ¿Qué tiene, la ley y quien la ha establecido, para que me impulse a ejecutar mal lo que
está bien hecho ? ¿ Quién puede meterse en mi conciencia, para, con mi conciencia, establecer lo
que hacer y no hacer ? ¿Quién puede legislar en contra de la vida ? ¿ Quién puede votar en
contra del amor? ¿Quién puede encerrar, en la cárcel de la inexistencia, a lo que existe y Dios da
vida? ¿Quién se cree que es el que legisla ?¿Por qué nos somete a sus apreciaciones e inclina, a
la conciencia, a someternos al dolor de tener que decidir enfrentándonos unos a otros?.

Luis.- Estás con nosotros. La gente, está atada, a la idea de alimentar la vida con
dinero. Estima, que los hijos, son un hándicap negativo que impiden medrar en la lucha
constante, al requerir atenciones, gastos, sangrías, dispendios que nos impiden concentrarnos en
lo positivo de la competencia, la ascensión, vacaciones, piso, comida, vestido, cenas, lujo,
compras, desarrollo, compromisos, envidia, avaricia, sensaciones nuevas, digresiones, avidez,
complacencia. Un mundo sin formas, donde la moral se deforma, hundiéndonos en los abrazos
de la lujuria y el bienestar, sin prestar atención a la necesidad de escorar el barco para vencer las
tormentas que nos afectan. Lucha, hijo, por lo que nosotros no hemos sabido combatir.
Defiéndete, sin derrumbarte.

Nadia.- Muy bien, muy bien lo que decís, pero lo práctico.........

Daniel.- Lo práctico es defender al que no tiene culpa. Al que hemos metido en


un vientre, con la pasión de la locura, por la locura de la pasión. Si los padres, como padres
quieren defender al hijo, que va a ser padre porque lo aman, temiendo que le secuestre la vida y
la ampute en raíz, el que va a ser padre, por la misma razón, debe defender al hijo, del que por
nacer va a ser su hijo, porque teme que pueda dañarse su vida, y en su vida, por culpa de otros,
la existencia ¿Acaso es mayor el amor de unos que de otros? ¿Cómo no defender el padre, que
va a ser padre, al hijo que va a nacer? ¿No se ama más, a quien se espera, creciendo y creciendo,
en la espera, el amor?
149
Luis.- ¿Dices, que los padres de ella, no quieren.......?

Daniel.- Fue locura apasionarme y en la pasión de la locura junté trozos de


hombre con trozos de mujer, abriendo una senda de vida, por la que camina un ser. Por amor, lo
que hice, hice, por un amor que no comprendí hasta donde alcanzaba, al perderme en la lujuria.
El corazón se fusionó con el aire, reventó en las nubes y se esparció en las tormentas del deseo,
deseo en el deseo de tener, dentro de mí, el fuego de una mujer y su amor. Tener algo que no era
mío para poseerlo y al tenerlo tener lo que busqué y en lo que busqué, poseo. Nadie puede
quitarme lo que logré, sin que mi esfuerzo lo impida. Nadie puede derribar, como muro de
vergüenza, aquello que no me avergüenza y amo. Fue amor profundo, el amor que profesé,
trocando en amor lo que en amor convertí, hacia una nueva vida, en la penumbra de una noche,
en el acontecer de un tiempo, en el desgaste profundo del sentimiento, bajo la idea, de que yo,
era ella y ella me pertenecía y era mía, como yo, de ella.

Luis.- Que no te destruyan el caparazón de la envoltura. Que no os separen los


prejuicios, ni los inconvenientes, ni las normas, ni las leyes, ni lo que os digan, ni lo que dicten,
ateneros al amor, amaros y en el amor, con amor viviréis. Si destruís al comienzo, ese amor, la
envoltura de la naturaleza, vacía, os destruirá para siempre y siempre os atarán al carro de la
desventura, la inoperancia, la amargura, el desdén, la ineficacia, la mordedura del hambriento, el
tormento, la angustia, el desaire, el menosprecio, la postergación, la infamia, el ridículo Os
harán planear contra la consistencia del ser y al descubrir que no tuvisteis fuerzas, os derribarán
en el barro para siempre, destruirán el amor. Si os amáis, uniros en vuestro amor, perteneceros
en vuestra pertenencia. Las normas no pueden arrestaros con la cárcel, ni someteros, ni embargar
vuestros sentimientos, ni envolver la realidad de la conciencia en el ajuste de las normas, ni en
la impericia, de aquellos, que quieren que todos les sigan como borregos.

Nadia.- Ella es su madre. Ella es la que tiene que decidir. Ella prima sobre el
padre y tiene la ley de su parte.

Daniel.- Si me quiere, no prima sobre mí. En el amor, no hay conjunción de


partes, sino una sola parte unida. No hay divergencia en lo diverso, sino unificación en lo
contrario. Si nos hemos amado para ser uno, uno somos. Lo que uno posee es del otro. Lo que
tengo, tiene, lo que tiene, tengo. Si pienso piensa, si distingue distingo, si separa separo, si une
uno.

Nadia.- No puedes ser tan niño para pensar así.

Luis.- Así es como debe pensar. Arropa tus hechos en tu deber y no renuncies
nunca a tus compromisos, a tus deberes. Hacia lo que amas primero, hacia lo que amas después y
hacia lo que debes amar, al final.

Daniel.- Quedé en hablar con..... para darle vuestra opinión. Voy a llamarla por
teléfono ( Sale)

Luis.- ¡Abuelo¡ No suponía la interferencia que representaría en mi mente el


hacerme una idea sobre ese concepto.

Nadia.- No puede ser. No puede ser

Luis.- ¿Qué es lo que no puede ser? Es.

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Nadia.- No pueden tenerlo, no sabrán hacer frente a sus responsabilidades ni
mantenerlo. Serán llevados como cáscaras de nuez por la corriente, no levantarán cabeza.
Dejarán de amarse si la pasión no es superior a su amor.

Luis.- ¿Qué es lo que no pueden tener........ el niño?. Lo tendrán. No permitiré


que mi hijo, sea cómplice de inundar de sangre su sangre, De devastar un campo donde Dios ha
sembrado. De desechar la vida, donde la vida tiene que nacer. No permitiré que se interrumpa la
ascensión de lo que está hecho, para desvirtuar las acciones de quien las ha cometido. La vida es
lo más importante, lo más preciado, no la consideración de la sociedad, del dinero, los amigos,
las circunstancias, las batallas por prosperar, las necesidades de vivir, los afanes de disfrutar, el
concepteo de la vida. La esencia de la existencia es ser y en el ser del ser, es al existencia. Todo
lo demás es fanfarria y dispersión. Si rompes una vasija se derrama su contenido y nunca puedes
volver a recoger lo que se ha derramado. El dolor viene después, cuando comprendes el mal que
has hecho y que es irremediable. Callarás para que nadie oiga, para que nadie escuche, pero en tu
interior cabalga el dolor, la pesadumbre, el hastío, el malestar. Has roto la conciencia con el mal,
has abierto un sendero de maldad, has desvestido la desnudez, desnudando de amor el amor que
estabas dispuesta a dar y tenía que existir. Aparentemente es fácil decir que sí y destruir, porque
la ley no castiga, al revés, incita abre postigos para que penetres, pero decidir es muy difícil,
imposible si alguien no te empuja, si algunos no te insinúan atajos para destruir y mostrarte
formas ocultas de ocultarte.

Nadia.- Peor es no salir adelante. No tener armas para enfrentarte a las


dificultades de la vida.

Luis.- la mayor dificultad es destruir algo que no es nuestro, aunque no le


hayamos dado vida. Esa incomprensión la llevaremos en nuestro interior y no se desplazará ni
nos remitirá a nadie para vivir y mucho menos combatir. El ser, es bueno por naturaleza, si lo
inclinas por terraplenes cae y no se levanta para poder ascender, porque se encuentra
encenagado en el fango donde ha caído. Nadie se eleva después de haber sufrido la alteración del
amor, después de haber destruido la inocencia de su esencia, la comprensión de su ser, la
ascendencia de lo que tiene que dejar escrito en el libro de su existencia. Roto el vástago de la
justicia, en su conciencia, no puede encontrar un trasbordador que lo lleve por el mar para
encontrar otra orilla donde descansar. Se habrán vuelto los vientos contra el aire, las tempestades
se habrán mesurado contra la orilla y el sol las quemará y el fuego las quemará y se derretirán en
la nieve. Nadie, de todos aquellos que clamaron para que hiciera lo que hizo, vendrá en su ayuda,
al revés, le echarán en cara cuanto hizo y el porque, se reirán en su rostro, afearán sus actos,
salpicarán con su odio, le escupirán al rostro. Nadie querrá saber de ti, ni confiar, ni agraciarse.
Eres un ser perdido en un desierto, carente de valor,
hidalguía, honor, vida, misericordia, clemencia, dignidad, decoro, distinción, decencia,
honestidad, conciencia.

Nadia.- La realidad, no es como la planteas. Las normas existen para algo y la


ley, está dictada para evitar los desagravios de estos agravios que surgen inesperadamente en
edad temprana.

Luis.- ¿ Qué dices, mujer? ¿ De qué agravios hablas y qué desagravios te


encienan para pregonar la bondad de una ley nefasta?. El amor es libre y todo cuanto en el amor
se hace, es libertad, aire, respiración. La responsabilidad es otro concepto, que debe estar presten
al actuar y al ejecutar las acciones. Se debe ser consciente antes de hacer. La vida no es errante,
origina consecuencias y obligaciones. N solo es ejecutar para decir he hecho y arrepentirse, sino
hacer para decir : voy a cumplir con las consecuencias.
Daniel ( Que ha entrado).- Dice, que sus padres no quieren que lo tenga.
151
Luis.- ¿ La has dicho que la quieres?

Daniel.- Si

Luis.- ¿Le has dicho que quieres que lo tenga?

Daniel.- Sí

Luis.- ¿Que nosotros queremos que lo tenga ?

Daniel.- Si.

Luis,.- ¿Que estamos dispuestos a tenerla y ayudaros?

Daniel.- ¿ Que destruirá el amor?

Luis.- ¿Es ella quien se opone?

Daniel.- No.

Luis.- Llámala cada cuarto de hora y dile que la quieres. Dile que su amor es
importante y el amor, al amor que conlleva, primordial. Dile que haréis frente a todo, que no se
preocupe, que sois una unidad, que todo es más fácil de lo que a primera vista parece, que estás
dispuesto, por ella, a todo. Que la amas. Llámala constantemente cada cuarto de hora y díselo.
Dile que eres consciente de tu amor y que la amarás más y más, que sentirás su amor. Que es
una bendición tener un hijo, ser madre, adorar a una criatura nueva que en sus brazos dormirá.
Dile y repítele que es tu vida ,que no la destruya. Que lo hecho es un reverberación del amor.
Dile......

Daniel.- Se lo diré, padre, se lo diré, y sabiendo que ella no quiere destruir lo que
lleva dentro, convenceremos a sus padres. No lo dudo.

Luis.-No lo dudes, dilo claro.

Daniel.- Gracias, padre, por tu ayuda

Luis.- Gracias hijo, por ser hijo mío. Y...... por hacerme abuelo, gracias

Fin segundo acto

152
(Se baja el telón y nada más bajarse, se vuelve a levantar. En escena padre e hijo).

Luis.- A vosotros, padres me dirijo, a los que lo sois y a los que podéis serlo. A
los que tenéis que dar consejo y a los que prescindís de los consejos de los que ya son padres y
acudís a otros consejeros.
No hagáis, daño. No matéis. La vida, es amor y el amor, alimento de la
vida. Sin amor, no hay alimento, ni vida, no hay luz para ver, ni aire para respirar, ni grano para
sembrar, ni cosecha para recoger. Sin amor, somos canales sin riego, acequias secas, tierra
baldía. Nada puede llenar el corazón, ni nada lo llena al estar vacío.
¿No aman, los padres a los hijos, más que a sí mismos? ¿No sienten, el
dolor, cuando sus hijos lo sienten? ¿No respiran, en los canales del viento, que llenan los
pulmones de ambos?. Si tú padre que tienes hijos, amas a tus hijos, ¿Cómo no van a amar, a los
hijos que van a tenerlos, antes de tener a los que van a ser sus hijos? ¿No sienten, para sentirlos?
¿No los han hecho para amarlos? ¿No los aman desde el mismo instante de concebirlos?.
Traslada, al consejo que te piden, el amor que tienes a los que tienes por hijos. Ellos, al igual que
tú, ama y son padres, son padres y aman. Tienen en su interior una vida que vive, un ser que es si
nace, al nacer le llamará padre, es alguien que es su carne, su vida, su sangre, su amor, su
evolución, su sentido, su primacía, su orgullo, su preponderancia, su ascendencia, su hidalguía,
su gloria.
¿Cómo vas a decirle, que abra sus entrañas y que sus entrañas saque?
¿Que pierda su vida en la vida que pierde? ¿ Que destruya su amor, al destruir el amor que
posee? ¿Como ser, tan malvado, que porque la ley lo permita, influirle para que no se ate la vida,
que se ate a la maldad de su vientre, al desgarrarlo? ¿Qué esperas, que sea, después de no
haberle dejado ser? ¿Cómo podrá, volver a amaros, si le habéis desgarrado el alma y la
conciencia? ¿Cómo podrá amarse, si ha roto los vínculos que le unían a su amor?.
Despreciad, las leyes que desprecian, las leyes que matan, las leyes que
impiden que el amor progrese, leyes contrarias a la conciencia. Despreciad a los que las han
emitido, aprobado, extendido, promulgado, incitado a cumplirlas. Despreciad a los que así os
desprecian, pensando que sois tan lerdos como ellos, tan malvados, atrofiados, insensatos.
Los padres, que amparándose en la ley, destruyen lo que en su interior
Dios ha creado, se sentirán sucios. Estarán siempre sucios. Los hijos, que han destruido los
impulsos de la sangre, en la sangre que han derramado, huirán de la luz, a esconderse en lo
oculto de sus actos. Que nadie sepa, que nadie lo descubra, que nadie se entere, que nadie
conozca lo que han destruido con sus actos. Se ocultará ante terceros, pero ante sí, no se oculta.
El que lo ha hecho, sabe lo que ha hecho, se siente malvado, de su maldad se culpa y es cierta la
culpa. Cierto es su dolor que mantendrá constante, cierta su pesadumbre que nunca levantará,
cierta su ignominia, su desencanto, el desprecio por su vida al haber despreciado la vida que
debía haber amado. No podrá amar nunca, ni nunca encontrará el amor, porque en el amor se ha
denudado, dejando al desnudo la invalidez de su conciencia. Si sale con alguien, le mentirá para
que no sepa, porque sabe, que si lo sabe, huirá de ella. Al ocultarlo, miente y vivirá en la
mentira. No encontrará paz, ni aliciente en la vida, ni podrá mirar a los ojos con pureza de
conciencia, de amor, de esencia, de entrega.
Es tal, el quebranto que se ocasiona, que cualquier otro quebranto es
pequeño, por inmenso que sea.
Padres, si amáis, sabed que igual que es vuestro amor por ellos, es su
amor por lo que llevan dentro. Comparad y veréis que debéis sopesar las consecuencias antes de
153
dilatar sus pupilas con el miedo a la vida, con las imperiosas arrogancias de la existencia, los
impedimentos, los errores que los demás echarán en cara, el rompimiento de los estándares de la
sociedad. Enseñadles a que se respeten para que respeten, amar para que amen, valorar la vida
que de ellos depende, no temer al temor, no tener miedo al miedo. Que luchen, contra aquellos,
que quieren envolverles en volutas de humo para eliminarles.

Luis y Daniel.- Medid, a los que os miden, con la vara que os miden. El que
dicta leyes inicuas, es inicuo, despreciadle. Luchad, sin miedo, en una guerra con lucha, contra
todos aquellos que quieren minar vuestra conciencia y se apoyan en leyes, que votan, para
someteros.

Luis.-Ofrecen sendas de rosas por jardines cubiertos de flores. No os achiquéis


para hacerles frente, combatidlos. Que se enteren, que vuestras manos no se tiñen, ni vuestras
conciencias. No abdiquéis de vuestros principios. No sigáis a los necios, que en su necedad os
gritan. Luchad por la vida, por vuestros hijos, por la necesidad de que vivan, que no os inciten
con sus errores. Por el amor.

Daniel.- A los que como yo estáis en la posición de ser padres, sedlo. No


dudéis un instante, no abriguéis duda, no os dejéis embaucar por quien sin querer, queriéndoos,
os dejan tendidos en la cuneta. Su amor, es como vuestro amor, ni más ni menos, si ellos os
quieren, nosotros con la misma intensidad, queremos Si ellos son padres, nosotros también lo
somos. Su amor es como el nuestro. No recojáis el guante de, por la sociedad, el dinero, la
necesidad, la diversión, el disfrute, la vida pudra vuestro amor, pudra la integridad de un amor
sincero, único, inviolable, irreversible, inaplazable, inagotable. No hay nada como un hijo, como
ser padre, arropar los ojos de un niño en la tierna mirada de unos ojos, el cariño de un cariño
que abre el corazón al corazón de lo sincero. Una mota de aire, en la respiración del viento, una
inclinación del sol, sobre la luz de la noche, una bocanada de vida en el fluir de los manantiales.
Tuyo es lo que tienes, lo que has levantado en el interior de un pecho, lo que has construido con
los filamentos del amor, lo que con otro ser, en unión, has conseguido. Lo tienes y es tuyo,
único, intransferible, esencial, no lo tires, no lo destruyas, no es recomponible,
Quebrarás tu fuerza ante la impotencia , ante el fallo tan tremendo de
haber fallado a quien de ti dependía y en ti había confiado. No lograrás sosiego, ni paz, te
pisarn con el rodillo de tu impotencia y ante cualquier evento sucumbirás, porque has
demostrado tu impotencia. No creerás en ti jamás, ni podrás luchar con la potencia de la lucha
que la vida de tu vida exige y requiere. Te hundirás en tu propio mar y no nadarás en las olas, ni
verás como el sol calienta, ni sentirás la arena en tus pies, ni la humedad de la noche, ni el
silencio del descanso, ni la barricada de la guerra.
Lucha, contra toda ley que limite tu conciencia, te marque pautas para
extinguir lo que con amor has creado con otro ser en otro ser, que vive y tiene derecho, como tú,
a tener vida Lucha, contra la inquina, de quienes dormitan en la maldad, para engendrar maldad
y dictan leyes que encorven la conciencia. Repele a los que simplifican con fórmulas fáciles, las
sensaciones de amar, de visitar las estrellas de la noche, en los silencios de la calma del mar y ser
amor, de otro amor, que crece, al crecer el amor, la amistad, la unión. Sal a la calle y grita,
responsabilízate de tus actos y di que quieres ser padre, que eres padre. Que no hay ley que
limite tu conciencia, ni norma, idea, impulso, expresión, que te incite a destruir tu amor. El
vuelco del amor, que explosiona en la inocencia de un corazón, que enmarca la existencia de una
vida.

Luis y Daniel.- Medid a los que os miden, con la vara que os miden. El que
dicta leyes inicuas es inicuo, despreciadle. Luchad, sin miedo, en una guerra con lucha, contra
todos aquellos que quieran minar vuestra conciencia y se apoyan en leyes, que votan para
someteros.
154
Daniel.- Sal a la calle y grita : ¡Quiero ser padre¡ ¡Soy padre¡

Luis:- Sal a la calle y grita : ¡Quiero ser abuelo¡ ¡Soy abuelo¡

(Se van abrazados mientras el telón baja lentamente)

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Teatro

TITULO :

DIALOGOS CON LA MUERTE

AUTOR : RAFAEL TORROBA OCHOA

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No llores, por la vida que se va,

Llora, por los que sin irse, quedan,

Por los que al mirar, no ven,

Por los que no ven, lo que al mirar, miran,

Los que sin saber, creen que saben,

Los que en su aprecio, se aprecian,

Los que creen, que no creen, al creer,

Los que afanan, su afán, en afanarse,

Los que tienen y no dan, guardan y esconden,

Acumulan, como avaros, al acumular envidia,

Los que dirigen, para su bien, sin dirigir a los que dirigen,

Los que transportan el mal y muestran el mal que transportan,

Los que mienten, sin verdad y engañan con la mentira,

Nublan la vista, al mirar y miran sin vista,

Ofendiendo, dañan y dañan al ofender,

Los que quieren ser y no son,

Los que son, por querer ser.

No sueñes, con quimeras, ni hagas de las quimeras, sueños,

No te arrastres por el polvo, ni beses los pies de nadie,

Defiende la verdad, la fe, la justicia,

Recuerda, que existe Dios y Dios, es tu rey.

Copyright 2011. Rafael Torroba Ochoa

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DIÁLOGOS CON LA MUERTE

Obra de teatro

Nº de Actos : Dos y un cierre.

Un violinista

En el acto lº, un jardín y el violinista tocando obras de Mendelson, Schubert ... se mantendrá en
escena durante toda la obra

Los dos personajes Juan y Rosa en escena

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ACTO 1º

Juan.- No puedo creer que tengas miedo a la muerte, tú, tan impulsiva, tan
activa, tan.... heroica.

Rosa.- No tengo miedo, simplemente la temo. Eludo pensar en ella, distraerme


de su presencia, olvidarla, lo que no evita, que de cuando en cuando, aparezca ante mí y me
infunda temor. Auténtico temor.

Juan.- ¿Qué es, eso de aparecer?

Rosa.- Significa que cierro los ojos y la veo. Veo su poder, su fuerza, su
legitimidad, su importancia y mi poca estabilidad, consistencia, posibilidad, equilibrio,
seguridad, firmeza. Viento arrasador, contra una mota de polvo.

Juan.- ¿De verdad... la ves?.

Rosa.- De verdad la veo.

Juan.- Estoy intrigado. Cuéntame. Que te dice, que le dices.

Rosa.- Sé, que para ti, esto es motivo de .....digamos.... falsedad, embuste,
mentira, doblez, disimulo, hipocresía, obsolescencia, negatividad, porque no crees en ello. Sabes
que vas a morir, como todos, pero de ahí no pasas. No piensas en ella, aunque pienses y no te
relames por la noche, con el silencio que en tu habitación se aposenta. No te intimidas con la
soledad, ni con los apremios de los gritos, ni con los gritos que los ruidos encienden en el
silencio. Simplemente, lo consideras normal, adecuado, estricto, claro, resuelto en tu mente, sin
discordancia, como lo piensas. Normal.

Juan.- La anormalidad, no es mi fuerte. No buceo en las paraplejías, ni en las


panoplias, ni en la interpretación de los sueños, ni en la premonición de las ilusiones. Salir, a
campo abierto para descubrir nuevos campos, no es mi fuerte.

Rosa.- Tú te lo pierdes, estamos hechos de espacio, además de materia y somos


capaces de alzarnos sobre los picos de los montes y convertirnos en montes que vuelan.

Juan.- Yo no, te lo aseguro.

Rosa.- Al nacer, venimos con un ángel y un demonio, mundo y tiempo, viento y


apariencia, alegría y dolor, sentidos y conciencia, alma y corazón. El bien y el mal, van con
nosotros en el amor, la fe, la ambición, la falsedad. Juntos caminamos cada día, enfrentados
uno con otro, otro con uno, para ver cual vence y cual nos lleva por su camino.

Juan.- No lo veo así yo.

Rosa.- Traemos, con nosotros, un mundo que añadimos al mundo que existe y
ambos, se incorporan en una unidad, como nosotros. Al irnos, no lo olvides, se va con nosotros
el mundo que hemos traído. Nos llevamos el tiempo, las horas, los bienes, la materia, el cuerpo,
los sentidos, el alma, la conciencia, el vaivén de los trigales, las espigas, la siembra, la cosecha,
la hacienda, el devenir de los días, las horas, los recuerdos, los olvidos. Nada dejamos al irnos,
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nos vamos sin que nada quede. Mundo que no tenemos, tiempo del que carecemos, espacio que
se diluye, ni agua, ni mar, ni río, ni olas.

Juan.- El mundo, sigue existiendo y el mar y los ríos y las olas. Nada desaparece
al irnos, solo desaparecemos.

Rosa.- ¡Venga ya¡.

Juan.- ¿Qué dices?

Rosa.- ¿Que te llevas, cuando te vas? ¿Qué traes al venir? Cuando te entierran,
¿Qué mundo te queda, a ti, que te entierran? ¿El que existía? ¿El que te
rodeaba? ¿Tus parientes, tu familia, tus amigos, tus bienes?¿Te llevas el sol, la luna, el campo,
la sierra, el vendaval, la tormenta?.

Juan.- Nada, pero todo sigue existiendo.

Rosa.- Para los demás, para ti, no. Es su mundo, el que sigue existiendo en el
mundo, no el tuyo, no el que trajiste, el que te pertenecía, el que en tus sueños concebías, se
trasladaba a los hechos, convivía con el arrullo del silencio, el clamor de los ruidos.

Juan.- ¿Que pasa con mi hogar, mi.....?

Rosa.- Mi, mi, mi, mi, mi, mi..... no hay mi, al morirte.

Juan.- No cambia el mundo.....

Rosa.- ¿Qué mundo...?. Solo dispones de una caja y una losa, suelo y tierra.

Juan.- Algo es algo, pero mío.

Rosa.- Tuyo nada. Todo lo tuyo se ha ido, se ha desvanecido tu sol, tus sombras,
tus noches, tus ideas, tu pensamiento, tu respiración, tus pies, tus manos, tu corazón, tu alma, tu
conciencia. Al morir, nada es tuyo de lo que era, ni hay mundo que te sea propicio, lo veas, lo
mires, lo contemples, puedas tocarlo, sostenerlo, observarlo, poseerlo. Tuyo no queda nada, ni
cimiento, ni suelo ni tierra, ni losa, ni sepulcro. Muerto, no eres. Has dejado de ser, de sentir, de
padecer, de llorar, de reír, de examinar, de padecer. Se han esfumado los tiempos, los silencios,
los acuerdos, las contemplaciones, las miradas, los deseos. Te has esfumado, en el olvido, con
todo cuanto eras, lo que tenías, lo que has sido, lo que has pensado ser, lo que creías que eras, el
mundo que te apreciaba, el aprecio del mundo, la singularidad de la carne, el festival de las
pasiones, la involución de las injurias. Todo.

Juan.- No sostengo tu apreciación, ¿Qué mundo, se puede ir, si antes de existir


el hombre, existía el mundo? ¿Ha cambiado el mar, el sol, las estrellas, el horizonte, los confines,
la tierra, los abismos? ¿Qué mundo puede traer, al nacer, el hombre, si viene al mundo que
existe?. ¿Cómo ir, a donde es, para traer lo que no es a lo que es y unificarlo con lo que tiene
que ser y después desvanecerse?.

Rosa.- Examínate a ti o mejor, más sencillo, examíname a mí y observa que


ahora estoy contigo, formas parte de mi mundo, estás en mi mundo, hablo contigo, toco las
cosas que tocas, tocamos juntos distintos cosas que nos rodean, hablamos, discutimos, nos

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encharcamos las sombras del desconcierto, pulimos nuestra forma de entendernos. Todo eso
está bien y es. Somos existencia en la existencia, dentro del tiempo, existimos y estamos.
Muero. Tu sigues en tu mundo, nada se altera, sigues teniendo lo que tenías,
tocando lo que tocabas, viendo lo que veías, discutiendo, leyendo, charlando, viviendo. En tu
mundo, no en el mío. No existo y nada de lo que existía en mí existe, no hablo, no pienso, no
toco, no confronto, no establezco armonía, no hay sol, ni luz, ni sombras. Existen, las que
existen en tu mundo. No en el mío, que ya no existe. No incidiré en nada que te afecte, que
pueda sobresaltarte, incitarte, convertirte en alguien cerca de mí. Ya no soy, para soslayar
problemas, discutir, extemporizar. He dilatado el tiempo y en el tiempo, me he dilatado sin
existir. Solo tienes, lo que tienes, en relación con otros que tienen, conformando ambos un
mundo nuevo, al igual que era mi mundo al vivir.

Juan.- No entiendo donde vas a terminar. Cual, el corolario de lo que dices.

Rosa.- Que todo lo que traje me llevo. No hay mundo para mí al no existir, ni
puedo unir mi mundo a tu mundo, ni al de otros mundos conformando la unidad que antes
existía. Falta mi parte. Falto yo. Falta lo que represento, lo que soy, mi ser, el ser que llevo, lo
que conllevo al ser, mi mundo que transporto, lo que comporto con mi mundo, las cosas que
tengo, lo que pienso, lo que hablo, lo que digo, lo que transmito, lo que creo. Nada de nada
puedo hacer, transformar, ni alterar, ni diseccionar, ni romper, ni destruir, ni confeccionar. No
puedo ver una ola, ni subir al monte, ni acariciar tu mano, ni mirar tus ojos, ni advertirte de los
empeños de los sentidos, ni discutir, nada. No tengo mundo que se relacione con tu mundo. No
soy, no veo, no siento, no escucho.
He dejado de tener movimiento y mi mundo no anda. Ha muerto conmigo, está
en mi tumba enterrado, con mis recuerdos, mis olvidos, mi inexistencia, mi hedor, mi enclave en
la tierra, mi portuario de polvo, mis huesos, mi ataúd, mi silencio. Al irme, se ha ido el mundo,
mi mundo. Tú, te quedas con el tuyo mientras vivas. En la unidad del mundo de todos los que
viven.

Juan.- Aunque no estemos en el mundo, seguirá existiendo como es y como es,


seguirá siendo. Lo que has plantado, si has plantado, plantado sigue. Si eres escritor y has
escrito, escrito está lo que está escrito. Si tenías un jardín y has sembrado un árbol, el árbol sigue
en el jardín. Si eres arquitecto y has levantado un edificio, el edificio levantado, donde lo has
levantado, levantado sigue. No varía lo existente, ni deja de existir la existencia, cuando alguien
muere. Sigue existiendo el mundo, con sus inconvenientes, sus mares, sus montes, sus ríos, con
su horizonte, sus estrellas, su espacio, sus tormentas, su lluvia. Con la vida a su alrededor,
permitiendo que todos vivan en un mundo en el que viven. No se altera, ni destruye, ni
desvanece, aunque todos nos hayamos ido. Donde está, seguirá, donde sigue, estará. A pesar del
pesar de cuanto dices.

Rosa.- Mientras vivimos, en la unidad del mundo, conformamos el mundo que


existe. No lo alteramos, solo lo complementamos, le damos lo que somos para que siga
creciendo, ampliándose, cumpliendo sus funciones. Lo que hacemos, lo dejamos, no nos lo
podemos llevar e incrementamos el mundo con lo que hemos dejado hecho. Es nuestra
aportación mientras vivimos, nuestra complementariedad mientras existimos. Si eres escritor y
escribes, cierto es que lo escrito, escrito está ¿Qué escribirás después de muerto ? ¿ Que dejarás,
al mundo, cuando te entierren después de enterrado? ¿ Cómo complementarás la unidad en la
que estabas integrado?. Mientras existes, tu existencia se unifica en la existencia y cuanto hagas,
digas, pienses, se unificará en la existencia, formando parte de ella, mientras vives. Al morir, te
llevas lo que trajiste, nada puedes hacer para rehacer lo que el mundo necesita que se haga, para
complementarle en su unidad, seguir en la variante de las estrellas, el cielo, el espacio, el mar.

163
Juan.- ¿ No respiras el viento? ¿ No te asomas al aire? ¿ No descienden las nubes
para recrear la lluvia?. ¿Acaso tus hechos los amplían o disminuyen?

Rosa.- No altero nada, ni nada puedo alterar. ¿ Respiras el aire después de


muerto? ¿ Te asomas al viento? ¿ Ves descender las nubes ? ¿ Escuchas el ruido de la lluvia ? ¿
Captas el silencio? ¿Te ahogas en las olas? ¿ Recibes la luz del sol? ¿ Hay caminos en tu senda?
¿Puedes tomar una flor, oler su perfume, clavarte sus espinas? ¿Oscurecer las sombras? ¿
Contemplar las noches?

La vida está hecha de ruidos y silencios, puertas y sendas, alteraciones y riesgos.


La muerte va con nosotros, presente, apareciendo, describiendo en la carne hálitos de
ensueños para engañar a la vida y desproveernos del silencio que requiere el alma, la conciencia,
el clamor del amor, la existencia de la piedad, la conveniencia de desatar el esfuerzo, la
preeminencia del amor, la compasión, la compañía, los hijos, la familia, los padres. Es una
lucha entre bien y mal, principio y término, justicia e injusticia, desdén y consuelo, misericordia
y maldad. Se abren, en los cielos, ranuras por las que todo penetra y nos penetra a nosotros, en
ese afán de conquistarlo, poseerlo, engrandecernos en un mundo de materia, no ser cuando
somos, dejar de ser, siendo, desaprovechar las posibilidades de llegar, para enmascararnos en
el tiempo. La muerte lo sabe, va con la vida esperando, escondida, pendiente del viento, de los
puentes que nos conciernen, los ríos que atravesar, las sombras que nos cubren, las horas, las
noches, las vaguedades de la mente, los adoctrinamientos de los sentidos, la evolución de la
sangre, la concupiscencia, la humildad, el placer, la bondad. Examina, decide, y decide al
examinar. La muerte nace con la vida y vive para matarla. En espera de su momento, cuando
menos piensas, cuando menos esperas. Entonces mata y se mata, mata el mundo del que mata y
con el que vive y con el mundo se desvanece, desaparece. No existe. Solo existe la vida del que
muere o la muerte del que está muerto. Profundidad o altura, victoria o derrota, luz o sombra,
alegría o dolor. Sin límite en el tiempo, a perpetuidad, eterno.

Juan.- No hay claroscuro en las sombras, ni puedes impetrar la impunidad de las


noches para soñar. Al soñar, tener sueños y posponer los sueños a la realidad o la realidad a los
sueños. No hay quien no sepa que va a morir, que todo acaba con la muerte y al morir, morimos
y nos entierran. Se acabó. Nadie niega, el espacio corto en el que nos desenvolvemos, la cruda
realidad de que envejecemos, se va la juventud, la infancia, la madurez, las noches, las sombras,
el temperamento, las fuerzas, la voluntad, el deseo. Desnudos nos vamos, maltratados por el
polvo de la tierra, convertidos en cenizas que el viento impulsa. Así lo sabe el sabio y el
ignorante, el necio y el culto, el estúpido, el memo, el majadero, el mentecato, el ilustrado, el
inteligente. Llevamos las botas puestas y con las botas que llevamos puestas, morimos. Con la
frente alzada, los ojos cubiertos, las manos, los pies, la sangre, la semblanza del ayer, los
recuerdos, los olvidos. Lo pasado y el pasado, lo que fue, lo que hemos sido, pensado, hecho.
Sin alterar el mundo del que nos vamos, sin deshacer lo que existe, sin que nada de lo que nos
aconteció no se haya vertido en el mundo y transformado algo de lo visto, sufrido, alegrado,
realzado, contorsionado, previsto. El mundo sigue sin nosotros, creciendo constantemente en un
crecimiento de adelantos, inventos, obras, ciudades, aviones, puertos, barcos.
Sigue y seguirá en el tiempo, al carecer de término el tiempo.

Rosa.- Unes vida y mundo. Das coexistencia a lo que no coexiste y realidad a lo


irreal.

Juan .- Si al llegar al mundo, el mundo existe, ¿Cómo voy a desalojar, lo que


existe, de lo real? ¿Puedo desconectar el monte de su ladera, el abismo del precipicio? ¿ No se
incorpora el viento al aire, el aire al espacio, el espacio a la inmensidad?. Si mis pies, pisan la
tierra, ¿Cómo no voy a expirar, el pulso de la tierra, en la espingarda de los sentidos? ¿Cómo
164
decir, que no piso lo que piso? ¿Cómo decir, que no existe lo que piso, si lo que piso existe? ¿
Acaso, cuando alguien muere, la muerte que le mata, mata al mundo?

Rosa.- ¿Crees que la muerte es independiente de quien muere ? ¿Qué solo hay
una muerte para matar? ¿Que es única en su diversidad? ¿Qué la muerte, es la muerte sin más,
sin diferencias, sin diferenciar?.
Cada uno, en nosotros, transportamos junto con la vida, la muerte, nuestra
muerte, única. Vive en nosotros y al matarnos, muere. Es como el alma, como el cuerpo, como el
pensamiento, como la idea, los conceptos, los sueños, las expresiones, las cavilaciones, los
emporios de las hipótesis. Vive en nuestro interior, con nosotros camina, ofreciendo su
apariencia a lo que suponemos, a los temores, al miedo, a la fuerza de su presencia, al ritmo de
sus presiones. Anida en la noche y en nuestro interior vigila, pendiente siempre de la espera, de
la orden, de la conquista, de la precisión.

Juan.- ¿Dices que hay una muerte en cada uno, diferente? ¿Que la
transportamos como parte de nuestro ser y en nuestro ser, es?¿ Qué al matarnos, muere?

Rosa.- El alma, es el espíritu de la conciencia, la muerte el espíritu de la


materia, del cuerpo. Unidad del ser, en carne y espíritu. Unidad del espíritu en alma y muerte. El
alma, nos da la vida, la muerte, mata. Al matarnos, sale del cuerpo, el alma, se anula la materia,
se convierte en no ser lo que es, no existe, no se ve, no corre, no anda, no piensa. El espíritu, que
era doble, se desdobla, el de la conciencia y el de la carne, el del alma y el de la muerte. Si el
espíritu del alma vive, muere el espíritu de la muerte, si vive el espíritu de la muerte, muere el
espíritu del alma. Uno vive, si otro muere Otro muere, si uno vive. Uno asciende, otro baja. Uno
se adentra en la luz por las puertas del cielo, donde reina Dios. Otro se adentra en lo profundo de
la oscuridad, en el centro del abismo, en lo negro oscuro, muerto, sin vida, sin luz, doliente.
Hay una lucha constante desde que nacemos, una norma invariable de ver lo
mismo en distintas posturas : lucha incesante, lucha abreviad, siempre con la búsqueda de la
verdad, del amor, de la misericordia, la piedad. La muerte nos asusta p para que nos adentremos
en los campos del espíritu de la verdad y la misericordia. No quiere morir, aunque al morir
muera. Nos muestra, de forma clara, la oscuridad del silencio, el dolor, los gritos, la verdad de lo
incesante, la variante de las sendas. Quiere que amemos y en el amor vivamos con el amor,
seamos alimento de paz, justicia. Se nos expresa, con su filamento de dolor y de pena, su
negrura, su andanada de miedo, de dolor, de aflicción, de impostura. Nos señala su deseo de que
vayamos por caminos donde la noche no nos aprese, donde no nos esconda la tristeza, ni la
soledad, ni el silencio, donde la humildad sea un ciclo en nuestro camino y se nos muestre el
alma en toda su plenitud, la verdad de la fe, el camino de la luz, la justicia, la paz. Por eso nos
habla, se dirige a nosotros, nos comenta, nos indica lo que debemos querer, lo que expresamos.
Que nunca nos inclinemos por campos de maleza, donde se aventa la paja y aclaran las rocas, y
se evapora el agua.
La muerte, como todo cuanto Dios crea, lo forja en nuestro bien y para nuestro
bien. Quiere que alcancemos la vida eterna en la vida de Dios. No es nuestro enemigo la muerte,
como no es nuestro enemigo el cuerpo, ni los sentidos. Están hechos como contrapeso del alma,
para que comprendamos que el camino por la vida, es un sendero del tiempo, donde el tiempo
se agosta y se agota el tiempo de vida. Si no comprendemos que hemos venido a atravesar las
fronteras de lo desconocido, para llegar al misterio de la vida, convertimos lo que es orientación,
en perversión, despreciando la aglutinación de la unidad, en una inconmensurable mentira, una
falsedad que nos arrastra, una mole de barro que nos sumerge, un precipicio que nos precipita,
sin encontrar la luz, la comprensión, la verdad, la fe, el viento, la vida, la orientación de las
noches, el caminar del silencio, los gritos de bondad, la misericordia, la contemplación, el rezo,
la comprensión, la belleza, la alegría.

165
Vive en nosotros, la muerte, para que tengamos miedo, temor, precaución. No
olvidemos, que estamos siempre en la punta de lanza del averno, de la insuficiencia, de la falta
de hálito, de la presión de los hechos, de la capacidad de pensar, del amor, que nos inunda de
verdad, manifiesta que está para matarnos, que vamos a morir. Ella es, en nosotros, la punta de
lanza del bisturí, la sombra que nos arrebata el instante de falta de respiración, el subterfugio de
la ilusión, la clarividencia del sueño, la realidad. Camina en nuestro camino, a nuestro lado, nos
mira y la miramos, nos indica y le indicamos, nos induce y alienta, nos parafrasea con la belleza
del viento, nos inclina ante la luz del sol. Dice que todo está por venir y que lo que tiene que
llegar es resplandor, vida, esencia, núcleo de algo que no podemos entender, descifrar,
comprender, imaginar. Si al matarnos, nos mata y vivimos, ella deja de ser muerte. Quiere
morir para que vivamos. No ser para que seamos. Es parte de nuestra parte, en nuestra unidad.
Nos ama, nos quiere, nos respeta, nos indica, nos acompaña.
Juan.- Si no muere, es el espíritu de la materia, el mal, ¿Cómo puede invitarnos
a ser? ¿Cómo puede invitarnos a que usemos el bien, evitando lo que ella es? ¿No te contradices
en lo que dices? ¿Qué verdad puede encerrar, que la muerte vive, después de matar, en el que no
vive y deja la vida, en la vida del que vive, sin ella vivir?¿Acaso piensa?

Rosa.- Somos una unidad de pensamiento, de amor, de realidad, de sueños, de


ilusiones. Una unidad, no parte de una parte o parte de otra parte que se divide y diversifica. No
es la mente la que piensa, el corazón el que siente, los pies los que andan, las manos las que
cogen. Una unidad. Algo intransferible, que nadie puede engrosarnos, transmutarnos,
transferirnos, para convertirse en nosotros y por nosotros pensar, andar, caminar, rezar, oír,
escuchar, hablar. Todo el ser es el ser. Todo cuerpo, alma, corazón, muerte, pensamiento,
carácter, idea, imaginación, ilusión, sueño, conforma nuestro ser, haciendo del interior y el
exterior algo único, indivisible, pensante, seguro, excelente, magnífico, insuperable, inseparable,
indiviso, inequívoco, innegable.
Alma y vida, corazón y mente, muerte y conciencia, van atravesando los
puentes, nadando juntos, corriendo juntos, pensando juntos, manifestándose juntos, en una lucha
constante, no por prevalecer, sino para conquistar en vida, la vida, para que el ser, que es, en el
que vive, viva, no para someterla al polvo, al barro, al fango de la acequia, al polvo de la ceniza,
si no para respirar el aire, visualice el viento, se asome a la belleza del campo, al espacio de las
estrellas, al horizonte de la luz, a la esencia de la luna. Es el mundo, que traemos consigo al
nacer, lo que se introduce en nuestra esencia, para desvanecer los sueños, interferir en esa vida
que espera a la vida. Es el mundo, el que se atraviesa en el camino y arranca esteras de la mente,
ambiciones en los sentidos, grutas en los malecones de las paredes, el que con su maldad y
engaño, engaña al ser que existe y le convierte en esclavo de la apariencia, el mal, la maldad, la
falsedad, lo inexistente, lo vano, el vacío, lo negro, el fondo, la oscuridad, el abismo. La muerte,
al igual que el resto del ser, sufre y se opone. Lucha.

Juan.- ¿Te cae bien la muerte, verdad?

Rosa.- La temo.

Juan.- ¿No es la que nos va a dar la vida?

Rosa..- Tengo miedo de todo lo que no conozco, de lo desconocido. No dudo, de


que está en mí para protegerme, que su afán es que al matarme, viva, que alcance el reino de
Dios, donde Dios reina. Ello, no me evita el miedo, ni el temor. Todos los misterios, nos
inquietan, al desconocerlos.
Juan.- ¿No está para protegerte al matarte? ¿No abre, un campo de luz, cuando
agonizas? ¿No transmuta tu vida, en un cambio de sendero?

166
Rosa.- No puedo evitar el silencio que precede a la alegría. No hay escorzos en
las escorias, ni sombras que no se agosten con la luz. El vacío, me asusta. No es miedo a la
muerte, que me quiere, no es miedo a morir, tengo que morir, es miedo a la justicia que me
espera, para someterme al juicio de la justicia y no puedo asegurar que venza, con mis hechos,
los hechos injustos que he cometido.

Juan.- En eso, estoy de acuerdo. Tus hechos, los que conozco, son nefastos.

Rosa.- No seas malintencionado, ni cretino.

Juan.- ¿Hablas con la muerte? ¿Te habla?

Rosa.- ¿No tienes tú, una voz interior con la que mantienes conversaciones? ¿No
circulas entre carriles de ideas? ¿No dispones, del silencio, para recordar los hechos del día? ¿A
quién llamas, cuando el dolor duele? ¿Con quién te quejas de tus miserias? ¿No te envaras en los
recuerdos? ¿No desvaneces los olvidos? ¿No fusionas el tiempo?

Juan.- Me encrespo con lo que dices, me arrojas a tus sumideros, necesitando


que me extravíe, que altere mis convicciones, que el viento me desplace, el aire me presione,
elevándome sobre los montes y me desparrame sobre las cuencas de las laderas. Complicas lo
sencillo y formulas expresiones carentes de fuerza, de contenido. Hablas por hablar, como si
creyeras lo que dices y me entregas tus fórmulas como algo propicio, consistente, algo normal,
natural, sensato, comprensible.

Rosa.- No. No pretendo llegar a una meta en la que te pierdas, a un laberinto en


el que te introduzcas. Expreso las convicciones que tengo, lo que por la noche cuelga en mi
habitación y se imprime en las raíces del pensamiento. No es díscolo, ni desagradable, al revés,
es una combinación de esperanzas, sueños, ilusiones, expectativas, perspectivas, visiones.

Juan.- No te conduce a ningún puerto, ni te permitirá dormir a la sombra de un


círculo, donde el sol no penetre. Irás perdiéndote, poco a poco, en la selva en la que te formas,
las luces de las torretas se incrustarán en los picos de los árboles, sin penetrar por los arrimaderos
de la selva. Te cubrirán las hojas y las lianas, arremangarán tus brazos, sujetándote.

Rosa.- ¿No temes a la muerte? ¿No la ves? ¿No te avisa? ¿Cómo me dices, que
me estrellaré contra la pelliza de las paredes y me incrustaré en las rocas?. No puedo volar con el
temor, ni sortear los presagios con la vecindad del miedo. La siento. Siento el espaldarazo de sus
brazos contra mi espalda, el flujo de su voz en el silencio, las caricias de sus desvelos, la
incontinencia de sus sollozos. La oigo y me habla. Me habla y la oigo.

Juan.- ¿Cómo ver, lo que no es? ¿Qué desequilibrio, rompe tu equilibrio? ¿Qué
sentimiento puedes sentir, en algo que no siente? Podrás navegar en la noche con luna, en la
negritud de la noche. Sin luz, sin claros en las rampas de las sombras, no podrás caminar, ni dar
un paso, ni descubrir como eres, ni sumirte en el silencio en el que el silencio duerme. Podrás
notar el miedo a lo que desconoces, lo que no puedes tocar, lo que se escabulle sin que veas. Te
puede asustar el roce de una hoja, el movimiento del polvo, el ruido inexistente, la claridad que
se esconde. Es tu mente, la que se deforma en la disformidad de lo que el pensamiento transfiere
a los sentidos, confundiendo la idea con lo que sientes, lo que sientes con lo que piensas, lo que
piensas con lo que es, lo que es con lo que supones, lo que supones con la realidad, la realidad
con lo que crees real, sin apreciar lo evidente.

Rosa.- Sencillo.
167
Juan.- No tomas en cuenta lo que digo. Te aferras a tus ideas y te abstienes de
confrontarlas con opiniones diferentes.

Rosa.- ¿Cómo pensar, que no piensas, que al hablar, interiormente con tu


interior, no avasallas la voluntad de esas insolentes palabras que te confunden? ¿Encadenas los
sueños? ¿No sometes, las ilusiones, a la mirada al cielo, al soporte del viento, la belleza de una
rama, el acorde de una nota? El camino, está prensado de piedras, de maleza, de hiedra, de
flores, de jardines, de parterres, de campos de trigo, de bandadas de aves, de olas, de playas.

Juan.- Mal de males, es la muerte. Fugaz sombra, que sin llamarla acude. Es
igual para todos, no diferente Solo existe una muerte, como una vida, un mundo, una
existencia, un camino, una fuente, un río, un árbol, una hoja, una pendiente, una explanada, un
grano , un declive, un soporte. Vive en el tiempo y no muere. Se dedica a matar y mata. No hace
otra cosa. No es otra cosa. No tiene otra función, ni se detiene en quien es, ni en que lugar, ni a
que edad, ni en el porque. Se adueña de la vida y la detiene. La vida muere. No le des vueltas,
muere, se desvanece, es polvo, se derrama en las sombras y en las sombras corre en pos de
desvanecerse.

Rosa.- Ves, sin ver, lo que tienes delante.

Juan.- Veo lo que veo y lo que veo, es. No traduzco el devenir de los misterios,
ni me introduzco en los misterios para saber que existen. La muerte es, porque todos tenemos
que morir. Nadie se queda en el mundo eternamente. Vivimos en los años, un tiempo,
atravesamos la infancia, la juventud, la madurez, la vejez. Cuando las fuerzas se inclinan en el
tiempo, el tiempo nos inclina ante la muerte y la muerte nos mata o de enfermedad o de un susto,
un ataque al corazón, el detrimento de la mente, el deterioro de la columna, el desequilibrio de
los sentidos, una puerta que cae, un muro que se derriba, el golpeo de una caída, el detrimento
de una operación, una guerra, un parto. Cualquier cosa es suficiente para que la muerte nos
mate.

Rosa.- Si la muerte mata, ¿Quién manda matar, a la muerte? ¿Piensa por ella
misma? ¿Es ella la que decide? ¿Cómo selecciona? ¿Qué leyes la dirigen? ¿Es normal, lo que no
es normal, al no ser normal la muerte? ¿Consideras que es normal porque acontece, como la
vida? ¿No es extraño, que no te extrañes? ¿No te preguntas por qué existes, por qué mueres, por
qué tienes que morir, por qué se tiene que acabar la vida?

Juan.- Puedo preguntarle al árbol, ¿Por qué es árbol?

Rosa.- Puedes y debes.

Juan.- Si preguntara a cada cosa por qué es lo que es, no terminaría nunca de
preguntar, viviría en las preguntas, sin escuchar respuestas, sin saber. Me obligaría a estar, sin
saber que soy, ni lo que soy, ni por qué tengo pies, ni manos, ni por qué camino, ando, entiendo,
escucho, oigo, pienso, siento. Hay que aceptar lo que es, como es y como es, tomarlo, vivirlo,
experimentarlo, aceptarlo y comprenderlo.

Rosa.- Poniendo orejeras al burro, se evita ver.

Juan.- Al perro bozal, para que no ladre. Muy graciosa.

168
Rosa.- No me hace gracia la muerte. La tengo pánico. Abre una puerta a lo
desconocido, a un abismo inmenso, a un espacio eterno, sin retorno, sin poder enmendar yerros,
sin cambiar un ápice cuanto el fin no aclara al sumirnos en las profundidades del misterio. Lo
que se desvele, quedará desvelado, todo será claro, volveremos a recorrer los caminos
recorridos, las experiencias pasadas en el pasado, los hechos, las omisiones, los recuerdos, los
olvidos, lo pensado, lo dejado de pensar, las consecuencias, las termas de los silencios, las
acendradas oscuridades de las sombras, la permeabilidad de la luz en lo claro. Pasadizo estrecho,
el de la justicia, en la justicia estricta de lo justo. Sin que la muerte nos acompañe. Solos.

Juan.- No hay nada más allá. No tengas miedo.

Rosa.- No escucho lo que dices, ni entiendo por qué lo dices, si al igual que yo,
no lo sabes. Yo, creo que sí, tu que no. Yo tengo miedo, tú no. Tú lo admites como normal, yo
no. Supongamos que me equivoco y es cierto lo que tú piensas, ¿Qué mal hago, en prepararme
para que no me pille al descubierto? Si hago el bien, por miedo, ¿Está mal hecho hacer bien, por
tener miedo a la muerte? ¿Será peor mi muerte por obrar bien? ¿Se pudrirán más mis huesos?
¿Seré más polvo?¿Me impulsará más el viento?
Supongamos, que eres tú quien se equivoca. ¿Estarás más cuerdo por no haber
hecho el bien? ¿Si hay una puerta que abrir, podrás abrirla sin llave? ¿Justificará, tu no creencia,
lo que es realmente? ¿Podrás enmendarlo? ¿Te servirá de palanca, para alcanzar lo que no
alcanzas? ¿Te evidenciará? ¿Si te juzga la justicia, por tu injusticia, explicarás, como defensa,
que dudabas?. El tiempo no vuelve, ni vuelve el pasado, ni los años, ni la alteración de los
hechos, ni la divulgación de los pensamientos, ni la oscuridad de las noches, ni la holgura de las
sombras, ni las corrientes del río, ni las cavidades del entorno, ni los campos esparcidos por la
tierra, ni los amaneceres, ni los ocasos. No volverás a emerger en el aire, ni volar en el viento, ni
soñar, ni concebir ilusiones. En la eternidad de lo eterno, no hay fin, ni término. No hay vuelta
atrás.

Juan.- El bien y el mal es prioridad en cada uno, independiente del fin que nos
espera. Es el interior, la bondad innata, la conciencia, la que debe obrar en puridad de
misericordia, no porque el temor nos llene de miedo y se llene de miedo el temor. Es por uno
mismo, en combinación a lo que uno es, para poder ser lo que se es. No por alcanzar honores, ni
prebendas, ni conseguir anchar los pasos angostos de la justicia en una puerta enorme. Es en
cada uno, en nuestra forma de pensar y ser, lo que hace del humano, humano, de la existencia el
ser de la esencia. Sin temor, sin agobios, sin peculiares tridentes que se clavan en la carne.
No por intentar alcanzar se logra obtener. No por seguir el deseo se desea. Si es
el palo el que nos maneja, mal andamos. Si es el castigo el que nos inclina hacia la deriva o la
fortaleza, malo. Malo, es que sea la punzante incisión del dolor, el que hipertrofie la alegría. Es
en liberad......

Rosa.- Con la muerte esperando.

Juan.-Es en libertad, como separamos, el sueño de la fantasía, la humildad del


orgullo, el bien del mal, la conciencia de la muerte, el alma del cuerpo, sin caer en la abstracción
que es el temor el que nos guía, incita, marca la pauta, involucra. Poco valor tendríamos, si así
fuera.

Rosa.- No combines libertad, con lo que somos. Al sentir soledad y silencio, nos
embarcamos hacia los cielos, hacia los sueños, hacia campos donde todo es desconocido e
incierto. Si amamos, el amor no se basa en la libertad, ni tiene que ver con ella, aunque
manifestemos que no nos ata, ni interviene en el sentimiento, en su giro por el viento, en la
involución sobre las olas, en la alteración de la sangre, en las miradas, los deseos, la excreción
169
de las pasiones, la evolución del sentimiento. El amor, nos indica que no estamos hechos de
libertad o en libertad. No gozamos de libertad para amar o no amar. No somos libres en el amor.
Amamos sin determinarlo. Queramos o no queramos, amemos o no, sin nuestro consentimiento
amamos. Incinerados en el fuego, nos quemamos, somos llama, humo, ceniza, polvo, viento,
resplandor.

Juan.- Eso es vida no, muerte. La libertad está en admitir los impulsos. En
seguirlos, mantenerlos, acrecentarlos, destruirlos.

Rosa.- Nada destruyes. Nada rompes contra el cristal del viento. Nada
desmoronas del olimpo de los sentimientos. Las plantas, que en nuestro interior nacen, se
reproducen sin que las cuidemos.

Juan.- Les das un sedante y los calmas. Los fuerzas, en tu voluntad y lentamente
los transformas, los alteras, los reciclas e introduces otros nuevos. El tiempo desequilibra el
equilibrio, volviendo a equilibrar el desequilibrio.

Rosa.- ¿Y la muerte...? ¿Cómo la alteras? ¿Con qué voluntad la fuerzas?¿De qué


esfuerzo te sirves para calmarla y someterla? ¿La encierras en un recinto? ¿La excluyes de tu
mirada? ¿La vigilas con las armas de la vida ?¿La relegas al olvido? ¿La recuerdas?

Juan.- No seas pedante. Vivimos sin la muerte hasta que llega. Es algo natural,
como la enfermedad, la vejez, las arrugas, el desgaste físico. Cuando vienen, vienen, se
presentan y cumplen su oficio.

Rosa.- ¡Que sencillo¡

Juan.- La razón, no discute lo natural, lo admite, lo comprende. No coge una ola


para examinarla, comprobarla, discutir con ella, explorarla, reconocerla, inspeccionarla. No
puede. Tal y como es, la admite, examina por que se produce, como el aire la empuja, como se
desparrama en la playa, como lucha contra las rocas. Pero no le pregunta por que el aire la
empuja, ni por que nace en el mar en lugar de en tierra, ni por que es agua lo que conduce, ni por
que se conduce con agua. No entra a diseccionarla, interferirla, comprobar que masa admite,
como se alza. Nuestro tiempo es limitado, limitado nuestro saber.

Rosa.- Estamos hechos de tiempo, en un tiempo que no existe. Sin darnos cuenta
pasa y para cuando queremos darnos cuenta, ha pasado. Le damos un nombre, decimos que
cumplimos años, que tenemos tantos años. ¡Cómo si al tiempo le importara los años que
tenemos¡. Los años, son un concepto nada exacto, sin percibirlo, manifestamos que nos
anquilosamos en la penumbra de los sueños, soñando con los años pasados en el pasado de los
años. No existe nada de ello, ni los sueños, ni el pasado. No percibirás el tiempo por más que lo
intentes. El presente es pasado, es tan fulminante, que ya es pasado lo que acabamos de pensar,
lo que acabamos de decir. No hay futuro, porque la vida termina. No hay mañana, aunque el
mañana exista, porque no depende de ti. Si no depende de ti ¿ Cómo va a ser futuro, sin saber si
va a ser probable? ¿ Cómo esperar, lo que esperas, si no sabes si lo que esperas va a llegar?. El
futuro de la vida, es la muerte. Va a llegar. Nuestro futuro es que vamos a morir, lo demás,
ocurra o no ocurra, es un accidente, algo en lo que no podemos influir, ni variar.
Atravesaremos, el desierto de la soledad, visitaremos el polvo de lo desolado en el silencio de
las sombras, con las noches apareadas en la luz, para dejar empotrado el deseo y envejecida la
carne.
Escurrimos el tiempo en el angosto precipicio de las ilusiones, encogidos por la
aquiescencia en la precipitación por vivir, antes que la muerte nos llame. Pero ... se va la
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juventud, caen las rampas de la inquietud, nos devoran las ansias de vivir, sin que las ansias nos
permitan apreciar lo que vivimos. Es tal, nuestra intensidad por estar, que estamos, sin estar, al
querer estar. Es tal nuestra inquietud, que la inquietud no nos permite vivir. Queremos tenerlo
todo para gozarlo, poseerlo, utilizarlo, disfrutarlo sin cansarnos de querer tener, sin usar lo que
tenemos. No podemos alcanzar lo inalcanzable, no lo alcanzaremos. Sí que nos alcanzará lo que
no esperamos. Esperemos, lo que sabemos que nos espera seguro, para esperar seguros lo que
nos espera y no esperar, lo que sin esperarlo, nos espera.

Juan.- Eso es la inevitabilidad de los hechos. La determinación de lo


indeterminado.

Rosa.- ¿Vas a evitar la muerte?

Juan.- No.

Rosa.- ¿Es inevitable?

Juan.- Sí

Rosa.- ¿Puedes adelantarla o retrasarla? ¿Anticiparte a ella? ¿Modificarla?


¿Cambiarla.......?
El hombre es libre para cambiar sus criterios, modificar sus ideas, elucubrar en
sus pensamientos, influir en sus decisiones, priorizar sus deseos, determinar sus ilusiones,
anticiparse a los hechos, modificarlos, transformarlos, alterarlos, condicionarlos, estructurarlos,
pensar con unos u otros criterios, sesgar las noches con el silencio, romper las rocas .No puede
influir ni en el nacer, ni en el morir, ni la en la vida, los años, el viento, el sol, las olas, el mar, los
campos, los árboles, los frutos, las estrellas, el firmamento, lo eterno, la eternidad, la
inmensidad. No es capaz de entender siquiera lo que es, para en lo que es, variarlo. El hombre,
en sí mismo, no se pertenece, aunque le pertenezcan ideas y sentimientos. No variará las
sombras, ni las noches, ni las horas, ni los recuerdos, ni los olvidos. Puede enmascarar sus
criterios, sus ambiciones, su ira, su poder, su necedad, su incuria, su desidia, su gula, su
ampulosidad, pero nunca, nunca, alterará el cosmos con sus leyes, la invulnerabilidad de la vida,
el ser al que pertenece, lo que es y a lo que tiende.

Juan.- Catastrofismo evidente. No ocasiona el infecto invernadero, no lanza


bombas atómicas, no destruye el medio ambiente, no calcina los bosques, no pesca, no caza, no
lanza petardos al cielo para incitar las nubes. No destruye, ni descarga arena, ni desmorona
montes. No mata, ni hiere, ni desestabiliza ríos, ni crea diques, compuertas, escolleras, muelles,
malecones, portones, cierres, pantanos, canales, túneles, embalses, marismas, ciénagas. Lo que
hace, no compone lo que descompone, ni descompone lo que compone, simplemente deshace,
altera, desbarata desordena, dimensiona, perturba.

Rosa.- El hombre no destruye nada, ni lo altera, ni lo cambia. ni lo transforma.


Es un ser tan nimio, tan pequeño, tan poca cosa, que aunque lo intente no puede. En nuestra
mente, en nuestro mundo, que también es pequeño, la que intenta desvirtuar lo que es,
cambiarlo, creer que altera, que desordena, que para el mar, turba el curso de los ríos, destruye.
Vano intento. Antes guerreaban y luchaban por tierras, las tierras donde están, estaban, a quien
pertenecían, pertenecen, los ríos siguen su curso, las olas, el mar, las playas. Nadie detiene su
fuerza, ni impone leyes a unas leyes impuestas. Vano criterio, pretender creer, que puede dejar
de ser lo que es, diseccionar lo existente. Vana pretensión de los vanos. El sabio, por más que
sepa no sabe, el ignorante todo lo ignora, el necio ni quiere saber ni ignorar, pero ignora y no
sabe. Así es todo. No por intentar destruir la conciencia, se destruye, no por desmoronar el alma,
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se desmorona, no por gemir, el silencio desaparece. No se van las sombras porque duermas, ni
porque el sol no aparezca, ni porque el día se llene de luz. La vida sigue, sin que nadie pueda
dispersar el tiempo, impedir que siga el curso de los acontecimientos, que se plasmen, sople el
viento, haya estrellas, el espacio siga inmerso en el espacio, la inmensidad en la inmensidad, lo
desconocido en lo desconocido, lo extraño en lo extraño.

Juan.- Somos el rey de la creación.

Rosa.- Cierto. Todo esta a tu disposición. Para que lo uses, no para que lo
poseas, ni lo detentes, ni te lo apropies, ni alteres, ni destruyas. De todo lo existente, tú
únicamente piensas, solo en ti, hay espíritu, conciencia, alma, mundo. Vida y muerte, no. La vida
y la muerte están en todos y en todo. Traes el mundo y unificas, el mundo, en el mundo. Das
vida, a la vida que te dan, para que des vida a la vida. Al morir, te llevas tu mundo, no lo que has
traído de vida. La muerte, solo a ti te mata, para que vivas. Es tu muerte. Por eso eres rey de la
creación, por eso se somete, a tu discreción, la posibilidad de hacer. En tu libertad, eres libre de
crear libertad. No con relación a otros hombres, sino con lo que se te entrega para que
administres.

Juan.- Vas de dislate en dislate. No sabes lo que dices. ¿Crees que el hombre
puede crear lago?. ¿Transformar?. ¿De algo, convertir en algo, lo que algo era?. Pero crear....

Rosa.- El hombre puede fecundar. Y al fecundar, dar vida. No con relación a sí


mismo, sino con relación al mundo: árboles, granos, animales, semillas, trigo, viña, regadíos,
secanos, granjas, huertas, plantaciones, cultivos, cepas, parras, cereales, sotos, florestas, huertas,
jardines, vergeles, prados, bodegas, gallineros, vaquerías, criaderos, corrales, nidos, manadas,
rebaños, piscifactorías, apriscos, invernaderos, corrales, granjas, ranchos. Pensar, escribir,
profetizar, desentrañar, descubrir, cambiar, modificar, cavilar, deliberar, augurar, vaticinar,
predecir, presagiar, presentir, anunciar, adivinar. Caminar, ver, mirar, comprender, especular.
Todo para él, todo en él. Con su mundo y con su muerte.

Juan.- El hombre está hecho para sentir. Su fundamento es sentir. Dar entrada en
su alma a lo que puede ser y es, a lo que puede desenvolverse en su interior y de su interior,
trasladarse al exterior. Combinar ambos en existencias dispares y comunes. Unión y desunión de
lo que separa, divide e integra. Función y disfunción del ser y el no ser.
Nunca pude dilatarme en el concepto de rey de la creación, en el furor de la
tempestad interna de ser para sobrevivir, en la importancia de tener para conseguir, ni lo
especial que se es cuando se defienden los principios. La vida es sencillez y comprensión,
patente para dar, función del alma para que se vea como respiras, como eres, dar amor, entregar
amor, sentir amor. Amar. La carne ama, aman los sentidos, los instintos, los sueños, las
esperanzas, el clamor del viento, el despertar del sol, la aurora, el trasluz de una ventana, un
visillo bordado de seda, el bronce de una campana, el aliento de un silbido, la estrechez de una
lanza, el colorido de una forma, el desplome de una montaña. Todo es amor en la vida, cuando
la vida ama y denota el amor en todo cuanto hace. Cuando uno no se estropea con el abismo de
la ambición, la desmesura de la envidia, la desconfianza de la falsedad, el trasluz de la injuria,
el reconcomer de la necesidad de tener, la espeluznante desmesura del poder. Todo nos incita a
ver como se oscurece el cielo, como las tormentas se aventan con las nubes, como el aire oscila
en el viento, se oyen los subterfugios de la mente hablando de bondad, misericordia, confianza,
plenitud, gloria.
La muerte, en contra de lo que dices no ama, mata. Va, con la guadaña, segando
la vida, sin cabeza, sin vista, sin mirada, sin compasión, sin sueños, sin alegría, vestida de negro.
Sin sembrar, cosecha, sin arar, corta la espiga. No diferencia, ni la edad, ni el color, ni el día, ni
la hora, ni el lugar, ni quien es, ni de quien se trata. No comprueba si está enfermo, sufre, está
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en plena vitalidad, es joven, maduro, infante, viejo Le da igual. Negativa y rencorosa, no da
pauta al descanso, ni descansa. Va a caballo del viento y en el aire se reboza. Siega sin abrir la
boca, sin mirar, sin avisar, ni esperar que las sombras cubran el día, ni reposen los descalabros
del deseo, ni se despresuricen. Nada la detiene, nada la contiene. Libre va y mata Libre es para
matar Libre al escribir los nombres que nombra y al nombrarlos los elimina.

Rosa.- no te distraigas con lo aparente y caigas en la falsedad de lo que ves.


Muchas veces, no ves lo que miras, ves, sin mirar, lo que tienes que mirar, al no mirarlo, no ves
lo que tienes que ver, solo ves lo que ves al mirar, en lo que miras. Dices que la muerte mata,
lógico. Para eso ha sido creada. Míralo desde el punto de vista que la muerte no es el fin, sino el
comienzo, el principio, el nacimiento a la verdadera vida, vida eterna, donde Dios mora y su
morada es Dios. Donde se alzan la fe y el amor como estandarte, la paz, la alegría, la clemencia,
el perdón, la magnanimidad, la generosidad, la concordia, la armonía, el pacto, la confianza, la
conciliación, donde no hay sombra, ni oscuridad, ni agonía, ni enfermedad, ni desolación,
perfidia, temor, miedo, angustia, noche, oscuridad, hambre, miseria, materia, tierra, lucha,
guerra, ambición. ¿Qué es la muerte, al matar, si mata para dar vida?
No oscurece el viento, ni desgarra la carne, ni despotrica contra la enfermedad,
ni nos sume en el dolor, la angustia, la desesperación, el miedo, el temor, la zozobra, la
inquietud, la intranquilidad, la desazón, la ansiedad, el malestar, la molestia, el daño, la
aprensión, la desconfianza, la sospecha, la turbación, el desasosiego, la duda. Nos incita a la paz,
la tranquilidad, la verdad, la fe, la comprensión, el cariño, la verdad, la intuición, la alegría, el
fervor, la esperanza, el consuelo, la consolación, el lenitivo, el alivio, el aplacamiento, la
expectativa, la ilusión, el anhelo, el entusiasmo, la exaltación, el impulso. Nos da el carisma de
su fuerza, nos abre el portón del amor, el fogonazo de la luz, la descomposición de la materia, el
espíritu de la comprensión, la magnanimidad, la sensación de vida, la exaltación de la gloria.
Prima, el paso por la vida, para llegar a la vida. Nos conforta al librarnos de la enfermedad y nos
fortalece al mostrarnos el resplandor del cielo, el azul vibrante del mar, el fundamento de ser de
las estrellas, la inmensidad en el espacio, el espacio en la inmensidad, la inquebrantable esencia
de ser lo que somos, lo que seremos, el camino de la verdad, el pasadizo que conduce al
descanso, la tranquilidad, el sosiego, la paz.
La muerte, no cabalga a lomos del viento, ni se postra en el aire para llevarnos
en su fugaz paso por la vida. Vive en nosotros desde que nacemos y con nosotros muere al
matarnos. Muerta, está en la muerte, con los que mueren. Los que no viven, viven de la muerte
en la muerte. Los que viven, viven de la vida en la vida. Ni el muerto puede vivir, ni el vivo
morir.

Juan.- No hay pasadizos, ni estrechamientos, ni puertas, ni candados, ni cadenas,


ni dársenas, ni llaves, ni precipicios, ni abismos. La vida es igual para todos. Todos viven en la
vida.

Rosa.- Te equivocas, la vida es distinta para todos y cada uno. Cada uno tiene
una vida, en nada semeja a la vida de otro. Solo hay una vida en cada uno, una forma de ser, una
forma de estar, una mente, una manera de entender, de comprender, de aprender, de mencionar,
de diseccionar, de experimentar. Distinta en cada ser, diferente en cada persona, sin coincidencia
alguna con nadie. Una sola es la vida. Una sola.

Juan.- No me refiero en términos individuales, sino en términos generales


Todos nacemos, todos aprendemos a hablar, estudiar, trabajar, estar, escuchar, oír, ver el
campo, navegar en las olas, sumirnos en la luz, caminar, andar, pasear, estar, subir, bajar,
sembrar, arar, asentir, cosechar, discutir, esperar, caminar. Nos atacan las mismas enfermedades,
vemos las mismas combinaciones del mundo, los mismos parajes, mismos mares, mismos ríos, el
mismo espacio, el mismo cielo, la misma inmensidad, las mismas estrellas. Todos, con el paso
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del tiempo envejecemos, notamos la inquietud de la soledad, la angustia, el miedo, la
inquebrantable frontera del temor, la desolación del desierto, la aridez del muérdago, el vacío de
las ideas, la carencia de aire, el trasiego del dolor, la verdad de lo falso, la atonía de las
sombras, la llamada del frío, el invernadero del sol, la fragilidad del deseo, la carencia de
llamas, la disuasión de las pasiones, la carencia de anhelos, lo fatuo de lo vano, el olvido del
pasado, el cerrojo de la luz, la dicotomía de las sombras. Todos vamos y venimos de la misma
forma, abrazados al mismo viento, sumidos en las mismas tempestades, regidos por las mismas
leyes, entregados a los mismos administradores, en las mismas cárceles, con iguales cadenas.
¿Cómo hablar en singular, siendo tantos? ¿Cómo desdoblar los pensamientos,
existiendo tantos pensamientos? ¿Cómo relacionamos lo qué existió con lo que existe? ¿Dónde
se pierde el hilo que nos une? ¿Dónde la diferencia? ¿Dónde se cruzan los caminos? ¿Dónde
inciden las compuertas de lo desconocido? ¿Si somos polvo, por qué nos creemos viento? ¿Qué
soberbia, nos induce a ser soberbios? ¿Dónde se encuentra el ser, al dejar de ser? ¿Existiría la
tierra sin el hombre? ¿El hombre sin la tierra?.

Rosa.- Tú te preguntas, sin responderte. Yo pregunto a la muerte para que


responda y responde.

Juan.- Dependo de la razón para saber. Las preguntas viven sueltas en el aire y
en el aire quedan sin respuestas. No contestan, ni oyen, se conciertan para determinar lo que es o
deja de ser. Simplemente nos acucian la mente, nos desordenan los sentidos, nos sumen en los
misterios y nos confunden.

Rosa.- No oyes, estás sordo. No vives en ti, vives fuera, externamente, sin la
soledad, sin el silencio, sin la esencia de la quietud, del placer de sentirte en otro mundo en
aquiescencia con el alma, cuando el alma prende su quietud en la inquietud de los sentidos. No te
abres al corazón, ni te implicas en decorar la habitación de las sombras en las noches sin luz,
viendo sin ver, escuchando, al oír como se escucha el silencio al hablar, como se oyen los
reparos de los espíritus, las inclinaciones de la conciencia, el pavoroso espacio de la inmensidad.
Deja de lado el temor, las dudas, la interferencia de las ideas, los prejuicios, los
inconvenientes, las ofuscaciones, las manías, las pesadillas, la obcecación, la vacilación, la
incertidumbre, la perplejidad, la irresolución, el titubeo. Céntrate en la disposición de entender,
que cuanto no entiendes, entiendes, que lo que crees que no existe, existe, que lo que piensas que
no es, es, deja que el alma cabalgue al fuego por el campo irreal de lo real, con los cascos en
los sueños y los belfos en el cinturón de la esperanza. Verás irse el cielo de lo incomprensible, la
desmesura de lo inmedible, el abstencionismo de lo existente, la preferencia del contenido sobre
las expresiones, el fundamento de la vida, la estimación del ser, la abreviatura de los instintos, la
evidencia de otros seres, la verdad del camino, la luz, la comprensión, el cariño, la amistad, el
vaivén de los vientos, la velocidad del aire, la cercanía de la luna, la esencia de la ilusión.
Refúgiate en ti y deja libre la libertad de que dispones, sin coartarla, sin encerrarla, sin
domeñarla con pretensiones.

Juan.- Demasiados saltos, sin la pértiga de la fe.

Rosa.- Salta al vacío, en el vacío encontrarás la fe. Si no la encuentras es


preferible que te estrelles. Tendrás miedo de asomarte, de caerte, de vacilar, de romperte la
crisma, rebotar en los aguijones de las piedras. Nada existirá seguro para tu inseguridad. No te
servirán de descanso las noches, ni dormirás sin estrellarte en el temor, ante el miedo a
estrellarte.

Juan.- No menciones lo que interrumpe mis conclusiones. Yo soy la conclusión


de mis opiniones, decido si atravieso los campos o descanso, si cubro el camino o abro una
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zanja nueva, por una nueva senda, en un nuevo caminar. No impongo, a mi existencia, los
términos de la existencia. Penetro la oscuridad, en busca de luz, al encontrarla, la enciendo para
que no se apague. No digas, lo que tengo que hacer porque lo haces, lo que decir porque lo
digas, lo que pienses porque lo piensas. Lo ficticio no existe, ni existe lo aparente, ni se puede
hablar con las sombras, ni patrullar por los escaparates del ayer.

Rosa.- Inténtalo.

Juan.- Cubro el horizonte en busca de algo que sirva de soporte a lo que veo. A
lo que espero de la vida, a lo que me acontece, a lo que siendo marisma no se opone a los
acantilados, ni se implica en la playa de las arenas o en la arena de las playas. No soslayo, ni
voy en el viento, ni diviso con el aire lo que el aire divisa. Estrello los hechos en lo que hago y al
hacerlo, me inmerso en mis actos, compeliendo con ellos o disociándome de lo hecho, al
concebir que he roto los impulsos de la verdad, el frenético acontecer de la vida. La muerte es
un parapeto donde me estrellaré, donde la equidistancia se acerca, se aproxima el ayer, las
circunstancias del pasado, el flujo de la historia vivida, la reflexión de los sueños, el pasaporte
de las ilusiones, la querencia por lo acontecido. Me dibujo en las formas, al ser la forma que
dibujo. Me aprecio o desprecio, me arisco en la insolencia o desgarro la desesperación.

Rosa.- No te detengas en el camino. No pares tu paso, sigue andando, corriendo,


que el viento te impulse, la luz te aprisione, revienten los pies, las manos, el cuerpo, los
ánimos, la verticalidad de la columna, el escape del silencio. No cejes en tu empeño, ni despeñes
tus aficiones, difieras lo inalcanzable. La voluntad no tiene límites. No cerques el corte de los
carriles, ni poliedres los pasillos que llevan al monte. Todo es vida, mientras vives, todo habla
de la vida, de la sensación de estar presente, en presencia del gozo, de cuanto la vista ve y la
mirada absorbe.

Juan.- Me alejo de lo que pienso y pienso que me alejo de lo que digo. Tú, según
dices, hablas con la muerte, yo de la muerte no hablo. Esté, donde esté, presente o no presente,
es importante.

Rosa.- No hablo con la muerte. La muerte no habla, es el alma, la que en mi


interior, establece contacto y en el contacto, se intercambian conceptos, formas de especificar
como son los muros que hemos de atravesar. los impactos que nos han de herir, el paso de las
circunstancias, el reflector de las ideas, lo imponderable de los hechos.

Juan.- No hablan de la vida.

Rosa.- No deletrees las expresiones, ni las contagies con detritus de conceptos.


Todos, en nuestro interior, sentimos que hablamos, que los sentimientos rascan los sentidos, se
dividen y establecen normas. Formas de orientarse, atardecer en el silencio, sombras en las
sombras del acontecer, auroras que incitan a seguir con ansiedad los hechos, vanguardias
reticentes que se esconden en los pilares de los hormigueros, frutas que caen, roturas de
piélagos en los desiertos, dunas, palmeras, oasis, tábanos. Todos nos enroscamos en la
templanza de la soledad al estar solos, hablamos con los recuerdos, recordando los olvidos,
olvidando lo que no conforma nuestro ser en el pasado. Aristas de vida dejadas en los fastos de
los campos. Espinas que llevamos clavadas. Vergeles que pisamos, en parterres de viento. Dando
la mano a la muerte al saltar al vacío y no estrellarnos.

Juan.- Quietas están, las noches, en las sombras. El descanso, no se erosiona en


el silencio. El dolor de las lágrimas, languidece en el llanto. Trato de encontrar lo que dices, en
lo que dices y no lo encuentro. No se calma la pena con angustia, ni el desdén aflorando
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hipocresía. El sendero de la vida no finaliza en la muerte, sino en los hechos. La muerte no
importa, es una consecuencia más de vivir, algo que no podemos evitar, algo normal, como el
respirar, el reír. Venimos llenos de afán por alcanzar cotas de luz en las sombras, palmerales en
los desiertos, ruecas en el girar de los molinos, abarcar repisas en las paredes de los recintos,
ascender, subir, enclavar el ser en la esencia de la vida, para hacer de la vida el ser de la
existencia.
Sin embargo, nuestro camino se corta. Caen las murallas, se derrumban los
edificios, las aficiones se estancan y las fuerzas se desmoronan. Antes de comprobar que la
juventud se ha ido, nos hemos convertido en viejos. Esquilmados de cuerpo, envarados en la
prisión de los sentidos, estamos atrapados en el tiempo, sin tiempo para evadirnos del tiempo.
Ya no hay distancia, ni es lejano el horizonte, ni se estorban las nubes, ni se condicionan las
tormentas, ni la niebla se esconde, ni se empaña la visión de los ojos. Simplemente no vemos. No
podemos tocar, no podemos alcanzar, no podemos visionar el cloquear de la luna, el trampolín
de las olas, la humedad de la arena, la cizalla de las esquirlas, la profundidad de la maleza. Nos
deja tirados en el malecón del albedrío, con la libertad inmersa en un profundo encierro sin
luz. Viendo como la muerte nos mira.

Rosa.- Habla, en lugar de no creer. Cree, antes de hablar. Incesante es la lucha,


incesante la incomprensión, el desmán de los inconvenientes, la desmesura del vacío, la
descongelación del hielo, el rostro de la nieve, la cima de los montes, el paso por las enredaderas.
Solo la muerte, abre la luz del cielo a la claridad y nos invita a pasear. Cuando nada nos ata, la
muerte nos desata.

Juan.- Le das un concepto de salvación.

Rosa.- Es lo que es.

Juan.- Nadie quiere morir. Nadie quiere entregarse a los eventos de lo


desconocido.

Rosa.- Así somos de cobardes.

Juan.- Según tú, la muerte es liberación.

Rosa.- Cierto. La muerte nos ama y su amor, nos libera del dolor.

Juan.- ¡Qué cosas dices¡ ¿ Quién quiere morir? ¿Quién desea extraviarse en los
campos del olvido? ¿Quién abandona, por propia voluntad, lo que tiene, lo que ama, lo que
posee?

Rosa.- Sin esperanza, nadie desea la muerte. No hay deseo en morir. Hay
necesidad de morir.

Juan.- ¿Tú la deseas?

Rosa.- La temo. Temo el grito que se empaña en el silencio, la voz que se


arrastra en los gritos, lo desconocido, el filamento del viento en el nido del espacio, la prueba de
la justicia, la imposibilidad de volver a componer lo descompuesto, el tránsito sin red, la
resonancia de la soledad. Temo, no haber sido lo que tenía que ser, no hacer lo que tenía que
haber hecho, la fragilidad de mis convicciones, las dudas de mis creencias, no haber luchado por
la justicia, mi cobardía, incomprensión, malevolencia, inquina. Tengo miedo de tener miedo.
Temor de mi temor. Angustia en mi angustia. Desolación, ante la irisada blancura de los cielos.
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Juan.- Tú, que hablas de que la muerte te quiere ¿Tienes miedo?

Rosa.- La muerte nos quiere a todos. Cada muerte, ama al ser en el que tiene
que morir y matar. ¿ Cómo no va a amar, con el que nace y atraviesa los muros de la existencia?
¿Cómo no va a sentir amor, después de tanta tragedia y tanta lucha? Se nutre de nuestra
intimidad y es tan íntima como la vida.

Juan.- ¿No te excedes en lo que dices?¿No es la muerte única, igual para todos
Rosa.- ¿Cua l? ¿La que no tiene cabeza? ¿La que con su argolla distrae y con su
hoz siega? ¿La que pasa como el viento y se desvanece en el aire?
¿La que va vestida de negro?. No, no es así.

Juan.- No tiene nombre, aunque la nombremos. La muerte, como la vida, tienen


el mismo fundamento, el mismo origen, la misma composición, la misma estancia en la misma
habitación.

Rosa.- Eso digo, con una diferencia, tú unificas, yo diversifico. La vida no es


igual para nadie. Todos vivimos en el tiempo, con el sol, el aire, el resplandor, las colinas, pero
cada vida, en cada vida, es distinta. Distinta la forma de pensar, la forma de andar, los pelos de
la cabeza, la configuración del rostro, las sombras, las noches, los deseos, la furia, la venganza,
el desamor, las pasiones, la involucración en los hechos, la discriminación, la ira, el saber, la
ignorancia, la pesadumbre, el dolor, la alegría. Distintos, cada uno, al ser únicos, irrepetibles,
inigualables. Nadie se parece nadie. Ningún ser, es como otro ser. Diferentes, distintos,
desiguales, disímiles, incomparables, disparejos, heterogéneos, diferentes, disparejos. ¿ Por qué
nos iba a igualar la muerte? ¿Por qué, si somos diferentes al vivir, no vamos a ser diferentes al
morir?

Juan.- La muerte nos iguala a todos. Sin diferencias.

Rosa.- Nacemos todos igual, ¿Acaso, por nacer igual, somos todos iguales?
¿Somos todos iguales por vivir?. No hay una hoja que se parezca a otra hoja, ni una rama a otra
rama, ni una piedra a otra piedra, ni una montaña a otra montaña, ni un río a otro río, ni una
estrella a otra estrella. ¿Eres capaz de contarlas? ¿Eres capaz de pensar cuantas han existido en el
paso de los siglos y en los siglos que pasarán?. Ninguna es semejante a otra. Ni hoja, ni junco,
ni zarza, ni piedra, ni mota de arena, ni hormiga, ni rosa, ni capullo, ni perfume, ni solaz.

Juan.- Simplificas con lo que vive. Hablamos de la muerte. De morir. De dejar


de existir.

Rosa.- ¿Quieres decir que a todos nos entierran? ¿Que todos nos convertimos en
polvo?. Eso es cosa de hombres. Lo que hacen los hombres siempre se repite, es una constante,
una continuidad, una repetición, sin variantes. ¿Crees que al muerto le importa que lo entierren y
cómo? ¿Supones que se entera? ¿Qué lo agradece? ¿Disponer de un nicho, una lápida, un
sepulcro, un monumento? Ah, el hombre, pequeño, piensa en el muerto, no en la muerte. En el
orgullo de estar orgulloso de quien ha muerto y mantenerlo en el recuerdo. O en el olvido. O
despreciarlo. Cada uno, aprecia lo que aprecia, lo que siente, siente. No así el muerto.

Juan.- Te degradas, al degradarnos. Sentimos dolor al irse el ser que amamos, al


despedirse de la vida dejándonos huérfanos de su presencia.

Rosa.-No hablo de los vivos. Hablo del muerto. ¿Por qué estar triste, si el muerto
ha alcanzado su esperanza? ¿Por qué desolar, con nuestro duelo, su alegría? Con ataúd o sin
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ataúd, será polvo, con sepulcro o sin sepulcro, está muerto. ¿ Le hará feliz, ver llorar?. Si es feliz,
¿Le penará que no lloren?. Si nunca volverá a buscar su hacienda, ¿Le importa que la malgasten,
que la hagan crecer, que la revaloricen?.
En la estrechez de lo estrecho pensamos, al ser estrecha la mente. Si la vida es
un paso, para llegar a la vida, al llegar, abrimos la vida a un mundo nuevo, una estancia
inmensa, una profundidad sin suelo, luz, armonía, amor, alegría. Se ha alcanzado el cenit, se ha
acabado el dolor, la angustia, la desesperación, la agonía, el miedo, el temor, la ira. ¿No es para
estar alegre? ¿No es para reverberar en una llama de fuego? ¿No es para sentirse en paz con la
armonía del cielo?¿ Por qué, entonces, se llenan de pesar los que se quedan y lloran?. La muerte
derriba la cárcel en la que estamos, el cuerpo, la materia, los instintos, los sentidos, las
afecciones, las enfermedades, los gritos, la impaciencia, la afonía, el ruido, el misterio. Nos
incita a navegar por el espacio. A ver, lo que viendo, no hemos visto. Ser inconmensurables en la
inconmensurabilidad del cielo. A ser.
¿Por qué trasladar nuestra pena a la pena del que muere? ¿Por qué incordiar su
felicidad con nuestro incordio?.Vive, por haber muerto. Nace con la muerte ¿Por qué angostar su
felicidad ? Si surge como una brasa que se extiende por el universo, ¿Por qué corregir su vuelo y
desvirtuar su ventura?

Juan.- ¿ Nos ama, porque nos deja libres? ¿De verdad opinas, que la muerte está
en nosotros y de nosotros se alimenta?.

Rosa.- ¿Cómo no va a ser única, al ser únicos?. Cuando nacemos, nace, al


matarnos muere, si nos mata. Siempre mata la carne, la materia, el cuerpo, para dejar libre el
espíritu y que viva al ser libre. Si no vive el ser que mata, no muere la muerte y en la muerte
arrastra el espíritu de la carne, la materia, el mal, la maldad, el fango, el dolor, la miseria, el
fuego, la oscuridad, la sombra, el terror, el miedo, sin inmensidad, sin espacio, sin luz, sin amor,
sin volar, sin vibrar en el tiempo. Pesa tanto, que se hunde y se hunde, por su peso. Se
descalabra, arrollada por arrastrar el espíritu de la materia que no muere.

Juan.- No me has contestado. ¿Está en nosotros?

Rosa.- No solamente está en nosotros, forma parte de nosotros, es parte de


nuestra parte, como la vista, el oído, las manos, los pies, la mirada, el sentimiento, la mente.
Constantemente nos avisa, nos plasma su presencia, nos asocia con su estancia, nos arroba con
su aspecto. No ceja en su tensión con la vida, para indicarnos que todo acaba, que viene sin
esperarla cuando menos esperemos. Nos prepara, para que al llegar el sufrimiento no nos coja
desprevenidos, ni lloremos, ni la deploremos, ni despreciemos su presencia, ni nos agobiemos
ante ella. Busca, que el tránsito, lo hagamos de conformidad a la existencia que llevamos,
esperando en la espera su presencia, acogiéndola como un bien, una esperanza, un sueño, una
puerta abierta, un camino nuevo, un sendero al cielo, una abertura en el espacio, un ladrido hacia
la inmensidad, un poso en el vaho del infinito, un trasvase a la eternidad. Con la mirada alzada,
erguidos, esperando hallar la verdad, la revelación de los misterios, la justicia, la piedad.

Juan.- Te expresas como si fuera un bien, como si todos deseáramos estar en su


ser, para en su ser dejar de ser. Te excitas parodiándola, la elevas por encima de la tierra como
algo inefable, bondadoso, sencillo, adorable, indecible, inenarrable, inexplicable, indescriptible,
clemente, compasivo, magnánimo, sensible, natural, espontáneo, sincero, fascinador, seductor,
sugestivo, como si debiéramos amarla y en su amor fortalecernos. La elevas como una ninfa, la
proclamas como una ventaja sobre la vida, algo que pone fin al miedo, abre pistas a la corriente
de lo excelente, a lo amplio, lo inmenso, lo inconmensurable, lo eterno.

178
Rosa.- Hay que amarla, sí, porque nos ama. Nos insinúa la existencia de
abismos, despeñaderos, sumideros, cloacas, barrancos, piélagos, fosas, precipicios, cunetas,
derrumbes, albañales, sentinas. No solamente nos lo insinúa, si no que nos los muestra, nos
permite cejar en el empeño de despeñarnos, nos incita a calcular las probabilidades, que nos
arrastren las canalizaciones, el barro, los sumideros, el fango, los abrocales del silencio, las
noches negras, el miedo hacia lo desconocido, lo impoluto de las sombras, la tenacidad del
temor, la fantasía de lo inenarrable. Antes de saltar al vacío, nos lo muestra, muestra lo
irrelevante de la vida, el cansancio de las pasiones, la inmoralidad del pensamiento, el
estancamiento de las estaciones, las sombrías apariencias de los deseos, la enjundia del ayer, la
inexistencia del tiempo, el paso de las corrientes, el clamor de las ilusiones, el furor del aire, la
irrupción del viento, las calamidades de los tornados, el cómputo de las tormentas, la división de
los rayos, el huracán de las olas, los guijarros de las rocas, el filtro de la oscuridad en el
silencio.

Juan.- Te extralimitas y te excedes. Curvas la recta, al convertí la muerte en vida


y la vida en muerte. Abres fronteras a las fronteras por donde penetran las marismas de lo
imposible. La muerte está hecha para matar, solo mata. No hace otra cosa, no sirve para otra
cosa, no es otra cosa. Pasa por encima de nosotros tumbándonos en la calcinación de la carne, la
homologación de los huesos, el polvo, la inmaterialización. Nos unifica en el cementerio, nos
iguala, nos arrolla con su fuerza, nos postra en el silencio, en la oscuridad, en las sombras,
acontecer incierto donde ya nada acontece. Bajo tierra, envueltos en lienzo, desnudos, cubiertos
de olvidos, sin voz, sin gritos, sin carne, sin huesos, bajo una losa, en un ataúd de madera.

Rosa.- Ser capaz o no ser capaz. Estar vivo o morir. Ver lo que llega, esperar a
ver lo que va a llegar. Inclinarse para mirar, mirar al inclinarse. Oír al viento, sentir los ojos de
la muerte mirando, escuchar el silencio, gritar al aire, juzgar las pasiones, buscar en el corazón
la afonía, cuadricular las figuras, potenciar el miedo, calcular las horas, imbricar los cereales,
agostar la sierpe de las pasiones, circundar el recorrido del tiempo, manosear las noches,
escudarse en las sombras, pasear por el mar, bucear en las rocas, hostigar los barrancos,
caracolear en los montes, hurgar en el ruido de la mente, germinar con la riada, horadar el color,
angustiarse con la alegría. Que más da cuanto es y lo que somos. Que mas da lo que esperamos
alcanzar, lo que alcanzamos, lo que logramos, lo que nos adiestra para demostrar que existimos,
lo que decimos, deseamos, expresamos, convenimos, apetecemos, anhelamos, ansiamos,
esperamos, formulamos, opinamos. Que mas da. La vida se encierra en cuatro juncos, en el
viento de una paredes cubiertas de años, en el recinto de un cuartel, el escáner de unas variantes,
la fortaleza del alma, la vaguedad, la lujuria, el frenesí, la intemperancia, el aire, el
desgobierno, la injusticia, la ampulosidad, la ambición, la envidia, el sometimiento al mundo, la
fragancia de los bosques, el hervidero del calor, la devastación del desierto, el vuelo de un ave,
el piar de la alondra.
La muerte solo remata. Punto y aparte. Todo lo que nos concierne es un
hervidero de hormigas, vacilaciones, dudas, estercoleros, mimbres, hilos, pintadas. Lo esencial
es la fe, el amor, los hechos, aceptar la vida al aceptar la muerte, aceptar la muerte al aceptar la
vida, Vivir, sabiendo que la muerte da vida a la vida. Conducirnos con verdad, con fe, con
amor en la repisa de las miradas, en la cornisa de la sinceridad, en la justicia, la bondad, la
misericordia, el perdón. Tocando con las manos, lo que la muerte toca con sus manos, sin
separarnos de su aliento, ni desesperar en su ausencia. Esperarla, llega segura, en su momento, a
su hora.

Juan.- Vas, sin ir, saltando. Siegas en hoz, la vida, al apreciar la muerte. ¿Quién
quiere morir?. Separas, en canastas, los hechos, previendo que todo termina, les abres una rendija
y manifiestas que el mundo acaba. Centro, de un centro, donde el mundo es un centro que se
manifiesta, pero no es, es inoperante, aparente inexistente. No hay tierra en la tierra, ni aire en el
179
aire, ni viento, ni montañas, ni cordilleras, todo es, un manto de seda, abreviada en la cobertura
de la mente, desdibujándose al potenciarse la muerte. Una quimera, rapada en el señuelo del
viento, con olas alborotadas, nieblas cercenadas, espigas de trigo granadas de aire, volutas de luz
en la fermentación de la luna, horizonte y mar en un reflejo de sombras. ¿No existe lo que
existe? ¿No es lo que es? ¿ No hay árboles bajo los colmillos del cielo? ¿Se difumina el espacio?
¿Arrastran las estrellas el carro del olvido? ¿ Se hunde el firmamento? ¿Se pierde el horizonte en
lo absoluto?

Rosa.- No hay mundo para el muerto. No vive, no ve, no oye, no escucha, no


siente, no está, no es. ¿ Hay estrellas en su tumba? ¿ Divisa el espacio? ¿Riega con aguas
subterráneas el horizonte? ¿Come, bebe, toma los frutos del árbol, siembra, siega, toca la tierra,
ríe, gime, llora? ¿ Qué mundo existe en su mundo? ¿De que mundo dispone, para que digas que
el mundo sigue? ¿Cuál? ¿En que contorno? ¿Con que extensión?.
No tiene mundo para él .No existe el mundo. ¡ Está muerto¡ ¡Muerto¡ No vive.
Encajonado en un cajón, no se mueve. Ha cristalizado en el polvo y es polvo. Se ha llevado su
mundo, lo que era, lo que tenía, sus recuerdos, sus olvidos, sus dolores, su alegría, su ignominia,
su silencio, sus esperanzas, sus sueños, sus montes, sus ríos, sus montañas, sus abismos. Nada
deja, nada tiene, nada es. Ni siquiera dispone de silencio, ni de soledad, ni de ruido. No hay
tierra, en la tierra que le cubre. No la nota.

Juan.- Buscas un lado falso a la realidad y te enredas. Antes de nacer existía el


mundo y el mundo existe después de morir. Sigue su rumbo independiente de quien nace ni
mueren de quien vive y no vive. El mundo es una realidad constante y seguirá siendo constante.

Rosa.- No para el muerto. Antes, cuando vivía, existía en el mundo y el mundo


existía para él. Al morir, no hay mundo para los muertos, solo para los vivos.

Juan.- No cambia lo que existe. No se altera.

Rosa.- Sí se altera, al nutrirse de los hechos de los que han vivido.

Juan.- Si no existe, ¿Cómo puede alterarse lo que no existe?

Rosa.- El hombre administra lo que le entregan, y tiene que devolver lo que le


han entregado. Con lo que haya plantado, lo que haya hecho, lo que haya cosechado, lo que
haya sembrado, levantado, construido, desmoronado, su vivero, su sementera, su huerto, su
hacienda, espigado, racimado, recolectado, empotrado, derruido, incrementado, encumbrado,
erigido, fundado, edificado, cimentado, arruinado, deshecho, derribado.

Juan.- El mundo se acrecienta con lo que cada ser aporta, porque no se va, no
desaparece, no se desvanece sigue. Impertérrito, como el tiempo, como el viento, como el mar,
como las estrellas, el aire. No hay tempestad que no se sume al cielo, ni cielo que no rebose de
nubes. Los inviernos se suceden, como los veranos, no se despeñan los montes, no se descuelgan
los ríos, por elevación no desaparecen los abismos, ni el horizonte, ni el camino, ni la hierba,
los bosques el silencio, el ruido. Palpita de vida y en la vida que palpita, se estremece. Es un
continuo rebosar, un persistente emplazamiento para el resurgir de los cimientos, un solaz, un
emporio, un foco, un núcleo, regocijo de la vista, esparcimiento del viento, mar y tierra, en una
unión de elementos distintos.

Rosa.- ¿Para quién?

Juan.- Para todos


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Rosa.- Los vivos, no los muertos.

Juan.- La tierra es independiente del hombre, como las estrellas, el espacio, la


inmensidad.

Rosa- ¿Para quién está hecha?

Juan.- Para sustento y alimento de la vida.

Rosa.- ¿Los muertos?

Juan.-Los muertos están muertos y no viven.

Rosa.- No descabelles la imaginación. El rey de la creación, sin creación, no es


rey. Domina mientras vive. Cambia, modifica, altera, traslada, canjea, trueca, permuta, varia,
diferencia, complementa, diluye, sustituye, alterna, en tanto en cuanto ve, mira, oye, toca, anda,
observa, contempla, medita, lucha, guerrea. En su evolución por conservar la existencia,
inventa, metaforsea, descubre, concibe, imagina, idea, declara, revela, abre hitos en los caminos,
atraviesa laderas, con alas revoluciona el aire, restaura ríos, corrige playas, navega por el mar,
desmocha taludes, en beneficio de los que van llegando y tienen que llegar. Cada uno con su
mundo. Cada uno con su muerte. Con su saber e ignorancia cada uno. Depositando, su semilla,
en la falaz siega de la muerte.

Juan.- Sin alterar la existencia de lo que existe.

Rosa.- Alterando lo que existe, al llevarse su mundo, su saber, su forma de


experimentar, sus conocimientos, su conciencia, su justicia, su amor, su fe.

Juan.- No se lleva nada, todo lo deja

Rosa.- Te equivocas, al irse, todo lo que tenía se lo lleva. Se lleva su amor, su


armonía, su saber, su experiencia, sus consejos, afanes, alegría, temores, esperanzas, ilusiones.
Todo se va con él. Todo lo que es él. Queda simplemente lo que no es de él y con él no vino al
venir. Lo demás, lo que ha adquirido, se va con su muerte, Nada deja. Nada queda. Nada
permanece. Se ha roto el hilo que lo unía con otros mundos. Se va su mundo. Lo entierran. Por
eso la muerte llora, no ríe. Sabe, que se mata, al matar. Si al que mata vive, no vive y si al que
mata, no mata, su existencia, es existencia de muerte sin morir, eterna.

Fin Acto 1º

181
Acto 2º

Muerte.- Estáis hablando tanto de mí, que me ha parecido justo venir. No estar
escuchando, oyendo, pendiente de la conversación, sino presente, como presente, es mi
presencia, ante vosotros.

Rosa.- No te veo.

Muerte.- No podéis verme. Al igual que el alma soy espíritu.

Juan.- No veo y oigo hablar.

Muerte.- Hablo con autorización, por mí misma no puedo hacerlo.

Rosa.- No me asustas.

Muerte.- No quiero asustar a nadie, especialmente a ti. Soy tu muerte.

Rosa.- ¿Dónde estás?

Muerte.- Frente a ti

Rosa.- Como podemos saber donde estás?

Muerte.- Trae un trapo y cúbreme. Donde vaya el trapo voy, donde me cubra
estoy cubierta. ( Sale Rosa que vuelve a entrar al cabo de un minuto)

Rosa.- ¿ Sirve ésta?

Muerte.- Sirve cualquiera.

Rosa.- ¿Cómo te la pongo?

Muerte.-No puedes. Déjala encima del sofá, la cogeré y la llevaré en la mano.


Cuando tenga que ponérmela, me la pondré.

Rosa.- Me asusta escuchar sin ver.

Muerte.- No te asustes, no he venido a matarte. El tiempo está abierto al aire y


en el aire vive el viento. Todo está a la espera de lo que se decida, en el momento de decidirse.
No antes ni después, no después ni antes.

Juan.- ¿Quieres impresionarme?

182
Rosa.- Hablo con mi muerte. ¿Escuchas lo que digo? ¿ Escuchas lo que dice?

Juan.- A ti, te escucho perfectamente. Después hay como una especie de


movimiento en el aire, algo que gira en torno a los filamentos de los sonidos, percibiendo algo,
sin poder definirlo.

Rosa.-Verás moverse el embozo que he traído. Lo llevará en la mano para que


captemos por dónde camina y dónde se encuentra cuando hable y cuando hablemos.

Muerte.- Dice que prestes atención y oirás cuando hable.

Rosa.- Me dice que te diga, que prestes atención para que oigas lo que dice
cuando hable.

Juan.- No puede ser que esté aquí, contigo, hablando como si hablara con
alguien que sin hablar habla, sin decir dice, que no se puede ver, ni tocar, pero al que hay que
creer porque se manifiesta como alguien que existe, sin existir. Algo que es, sin ser. Algo que sin
apariencia, parece. Algo, que tú, según tus manifestaciones, afirmas que es tu muerte, como si
la conocieras y hablaras con ella. Algo inapropiado a mi mente. Algo desfasado a mis
conocimientos, algo desterrado de la razón. Algo inerme, infructuoso, vacilante, carente de
realidad, ficticio, engañoso.

Rosa.- No me extraña que te extrañes. Estoy tan extrañada como tú. Lo cual no
impide que sea real lo extraño y cierto lo aparente. Estoy convencida de que es cierto que existe,
la escucho, me oye, le hablo, me habla ¿ Por qué dudar de lo que experimento?¿ Por qué dudar,
de cuanto el cielo abre al abrir la puerta de lo desconocido? ¿ Por qué arriar los sentidos del
alma y despojar al alma de sentidos? ¿No es la vida, en sí misma, un misterio? ¿ No es, nacer,
algo incomprensible? ¿No es, la vida, un racimo de misterios ?¿ No vamos por caminos que
nunca hemos recorrido? ¿No nos vamos en el tiempo? ¿No se va el tiempo sin que lo veamos?
¿No respiramos el aire? ¿No se tuercen las nubes? ¿No se acorralan las estrellas ? ¿ No
dormimos en el silencio? ¿No se abren las sombras a la luz ? ¿No se rompe la armonía del sol al
esconderse ?¿Qué te extraña, lo extraño, si todo es extraño?.

Juan.- La razón, no puede admitir, lo que la razón no admite. No puedo afirmar


que veo lo que no veo. Que escucho, lo que oigo, sin saber quien me dice lo que escucho. No
puedo tocar lo que no toco, ni experimentar lo que no experimento, por más misterios que
incidan en la vida, por más que corra el tiempo y no lo vea correr, por más que el aire me
empuje, la lluvia me moje, se hiele el agua, se destripen granizo y nieve, los montes se
atraviesen en las simas del hemisferio. Lo inexplicable tiene su explicación, lo incomprensible
comprensión, que la muerte te hable y yo la escuche, no entra en los varemos de mi aceptación.

Rosa.- No te habla a ti, me habla a mí.

Juan.- Pretendes descifrar mi ignorancia, con verosimilitudes aparentes. No lo


admito.

Rosa.- Ni aún viendo ves, ni oyendo oyes. Las incursiones, de los espectros no
los manejo, ni son presentables para que los contemplemos. Todo es imaginación, círculo
silueteado de una presencia desigual y dispareja. Cúmulo de puertas, con espejos, donde al
abrir el espejo se cierra la puerta y al revés. Nada es como se observa, ni nada se observa al
verlo. Es real, a la vez que aparente y aparente al ser real. Peor, ¿Qué es, lo que es, si nosotros
no somos lo que somos? ¿A qué viene ver, si no ves lo que miras ?¿Qué ves en mí, para
183
considerar que me ves? ¿Qué relámpago observas en el cielo, con su luz envuelta en la
tormenta y dices que se parte entre nubes?. Figuraciones y figuraciones, consorcio de impulsos,
estribaciones de los sentidos, imaginarias proezas de la vista. ¿ Es el mar el que levanta las
olas? ¿Son las olas, las que se levantan, por ser mar?.

Muerte.- Río.

Rosa.- ¿De qué te ríes?

Juan.- No me río. Tu admites, lo que no admito, ni puedo admitir. Lo que se


contrapone al sentido común. Lo que se esparce, como un olor agridulce, que se desvanece con
el humo del silencio. Sin morir, hablas con la muerte, y si mueres, no puedes hablar. ¿Cómo unes
extremo y extremo?.

Muerte.- Eso

Rosa.- No hay explicación a lo que no puedo explicar. No me explico el paso de


los años, ni los recuerdos de juventud, ni los olvidos del pasado, ni la inflexión de los sentidos, ni
la incordia de los deseos, ni el juego de las pasiones, ni las necesidades de la ambición, la ira, el
temor, el miedo, la envidia, la indecencia, la desesperación. Estamos asaeteados, por tantas
espinas que se nos clavan, que no da tiempo a extraer una, cuando se nos ha clavado otra. Vamos
por la vida, siguiendo el rumbo que la vida ha trazado, la mampostería de las paredes, la
involución de los vestigios, las ilusiones, las esperanzas, los sueños, las vacilaciones, la
inclemencia, el susurro de las horas, el malecón del pensamiento, el amor, la fe, la sinceridad
oculta, la ocultación de la alegría, la desproporción del desengaño, la enemistad, la picardía, el
relevo de la bondad, la implacable necesidad de comer, de andar, de caminar. Inmersos en tantos
contextos, no podemos separar uno de otro, ni aislarlo, ni desprendernos de ellos. Están en
nosotros, nos imponen sus normas, sus reglas, sus principios y nosotros cargamos con las
consecuencias. Aislamos la mente para ocultar la desesperación que nos une con otras
desesperaciones y el mundo. Mundo que nos aprisiona, arrojándonos por un camino trazado sin
llegar a puerto, sin alcanzar cimas, siempre equidistante, siempre cubierto de rocas, siempre
cuesta arriba, siempre poblado de encinas, bosques, zarzas, colinas, abismos, desolación,
desierto, arena, peñascos, barrancos, fosas, despeñaderos, simas, piélagos, precipicios.

Muerte.- Hablas del mundo, no de mí.

Juan.- Despotricas contra el acontecer, contra las marismas de las sombras,


vertiendo hiel en el suceder del tiempo, en el paso de las angustias, el desfalco de las horas, la
cortedad de la vida, las ansias de vivir, la impotencia de alargar la existencia, la inclemencia de
la piel, la rugosidad de la carne, la presión de los sentidos, las pasiones, los rubores de la mirada.
Es el mundo que vives, no tienes otro, no puedes alejarte de él, ni desvincularte de cuanto en él
hay : gente, personas, familia, lucha, belleza, campos, trigo, sembrados, cielos, nubes, sol,
flores. Se bifurcan los horrores, en la entronización del temor, conforme pasas de maduro a viejo.
La mente nos juega malas pasadas, todo se va destruyendo, envejeciendo, difuminando,
escondiéndose en la vetusta longevidad de las arrugas, y nos vamos consumiendo, entumeciendo,
disipando, extinguiendo, con el mundo en el que vivimos.

Muerte.- Es el momento de la vida. donde aparezco con más intensidad. Lo


puedo hacer en otro momento, haciéndolo cuando corresponde. Mi tiempo está escrito en el
cerebro de mi cerebro, ajustándome a él. Todo se concierta a lo que es y para la que ha sido
creado. Dios marca, la marca, en mi frente.

184
Rosa.- El mundo no envejece, se transforma. No coincidimos en el concepto. Tú
partes de que el mundo es único, independiente de las personas, yo digo que el mundo se renueva
con los nuevos mundos que aportan los nuevos nacimientos, los nuevos conocimientos de los
que se han adentrado en la vida, al vivir sus nuevas formas de entender, de comprender,
derribar, construir, levantar, asimilar la vida de sus intereses a las leyes naturales, interceder
con las leyes, descubrir nuevas etapas, dar nuevas rutas a las nuevas enfermedades, nuevos
alimentos, nuevas especies destruyendo otras, nuevas cadenas de alimentación, otras especies de
animales, otros invertebrados, otros vacíos en el espacio, otros planetas, otra consistencia de
cuanto somos. Arropando el conocimiento al conocimiento, al saber lo que se sabía y
aumentarlo, alterarlo, ampliarlo, renovarlo. Vamos subiendo los escalones del mundo, creciendo
el número de personas, seres, mundos anexionados. Unos restan, otros suman. Unos se van,
otros vienen. El mundo, en lugar de envejecer, se incrementa, renace, se mece como el viento
con sus nuevas incorporaciones. Hasta que se destruya el hombre. Sin el hombre no hay mundo,
ni mundos.

Muerte.- No estoy para matar, aunque mate. No destruyo, levanto. No rompo la


armonía, soy concierto, música, voz, grito, silencio, soledad, alegría. Vengo, con cada ser, para
aportar al mundo lo que cada ser aporta. No hay un mundo único, aunque único es el mundo,
como único es el ser humano con sus dedos, sus pies, sus manos, su vida, su muerte, su
conciencia, sus sentidos. Todos los nacidos, a una, forman el mundo. Todo lo que vive, a una,
forma la vida. Uno, es la unidad. En la Trinidad, uno. En la diversidad de muertes, una muerte.
Muchas hormigas, pero una sola hormiga, nunca será león, ni árbol, ni mariposa, ni viento.

Juan.- El mundo se degrada con la vida. Envejece, como todo lo que existe y
se transforma, como todo lo que el viento sopla y el aire mece. Escasean los alimentos, al no
aumentar la tierra a repartir y el mayor el número de hombres. Van desapareciendo bosques,
contaminando ríos, degradando la atmósfera, mayores infortunios en las enfermedades, nuevas
plagas, nuevas consignas de leyes. Se abren túneles en la tierra, se atraviesa el mar, se rebana el
subsuelo, se comunican ríos, se levantan presas, muros entre naciones, las ideologías aprietan
las carnes.

Rosa.- No vuelvas el viento, ni ices la bandera del desabastecimiento, el


infortunio, la desesperación, el hambre, la avidez, el apetito, el anhelo. En cada siglo se ha
experimentado y dicho, lo mismo. Siempre se ha superado, siempre se han descubierto nuevas
formas de sembrar, de plantar, de acrecentar el estómago de la tierra para que diera alimentos.
El hambre, no es porque no exista lo suficiente para todos, es porque todo se reparte mal. Lo
desperdicia, quien tiene la parte del que no tiene. Nada queda al azar, nada al descubierto, nada
envuelto en la oscuridad, sigue el mismo sol, la misma luna, el mismo mar, surgen
piscifactorías, sembrados al sol, el espacio para descubrir y servirnos de depósito del que extraer
alimentos. Si el hombre no se desmandara en su avaricia, su ambición, su ansia de poder, su
injusticia, no habría hambre. El mundo de cada uno es un mundo de vida, no de muerte,
venimos a vivir, no para vivir y gozar de la vida, sino para atravesar sus paredes, saltar por
encima de los abismos, superar pruebas, aclimatarnos al tiempo, abastecernos de amor, sembrar
en el alma, recoger en la conciencia, tener fe, superar las pruebas, cubrir la tierra, dejarla que
muera al morir. Ningún alimento nos vamos a llevar. Ni trozos de mundo, ni partes del planeta,
ni una mota de arena, ni una sombra, ni un pellizco de luz, ni un dedo, ni un pie, un
sentimiento, una mirada, una pierna, un recuerdo, un olvido, un estremecimiento, una
impresión, una emoción, el conocimiento, el saber, la ignorancia, la mente, el corazón, los
deseos, las pasiones, las ideas.

Muerte.- Cierro el círculo de la vida y abro el círculo de lo inmenso. Soy la


puerta al misterio, la verdad, la justicia. Dentro del que muere, muero, y muero con el que muere.
185
Lo mato. Rompo los puentes que le unían al universo, la materia, lo despreciable, lo caduco, lo
pasajero, lo efímero, lo perecedero, precario, fugaz, temporal, ruin, indigno, vil, infame.

Juan.- Sigues describiendo el mundo como algo que no vive por sí y en sí. No
concebido a existir independiente de las personas que existen, animales, plantas, mar, aire, sol,
espacio, inmensidad. Pedaleando por los circunloquios de la apariencia sin ser real, de lo real que
es aparente. Nada detiene tu imaginación al determinar, que al morir, muere todo lo existen y
deja de existir.

Rosa.- Para el que muere.

Juan.- Dejan de vivir los vivos, el ser, la tierra, el volar las nubes, correr el
viento, almacenar los almacenes, repudiar el ser, los sentimientos, el expandir del aire, el
espacio, la lluvia, el firmamento. Todo lo que es, no es, dejando de ser. Como si se detuviera el
rodar del cosmos, la primavera, el verano, las lluvias, el grano, las tormentas. Queda el espacio
sin espacio, se aniquilan las corrientes del pensamiento, las razones, las miradas, los reflejos de
la mente, la dispersión de los lugares, la bravura del mar, la pendiente de las olas.

Rosa.- Pregúntale al muerto, que le queda de la vida, que espacio existe, que
sentimientos, que tormentas, que lluvia, que verano, que otoño, que invierno. Pregúntales por lo
que siente, lo que sintió, lo que dejó de sentir, olvidó, repudió, amó, sabía, ignoró. La noche
prende en la oscuridad, todo es negro, un vacío, vacío de todo. Nada detiene su inexistencia, su
desaparición, se ha ido con el mundo con el que vino y con lo que vino, se llevó. Sin puertas que
abrir, sin fronteras que cruzar, sin pasajes que atravesar. Hizo lo que tenía que hacer y en lo que
hizo se desvaneció, dejando su impronta en la inexistencia de su existencia. Se disuelve, con
las otras existencias, en la unidad de un mundo, que sigue aunando partes para ser único y uno.

Muerte.- Momento, en el que yo aparezco. Mientras vivo en la vida, soy débil. A


la hora de morir, no hay quien pueda conmigo. Mato sin mirar, sin esperar un segundo, en un
instante. Salgo de la cárcel del cuerpo y rompo los cierres de lo que es la vida. Cierro el paso
hacia lo desconocido y abro lo desconocido al paso de la vida.... o de la muerte. Tengo que
estar presente, para que mi presencia marque la orientación de cada ser. Si vive, muero, si no
muere, vivo. Si al matar lo que mato deja el alma libre, en su libertad soy libre, si se ata, mato y
no soy libre, soy una muerte que vivo conmigo misma en los abismos, con la materia, la
profundidad, el dolor, la miseria, el miedo, el temor, el castigo, el gemido, el fuego, la negrura,
sin ver, sin oír, asumido en la materia, consumido sin consumirme, sin contemplar la luz, solo
masa y ruido, conmiseración y peligro, oscuridad sin ver, solo, sin peldaños, sin escaleras,
afligido, sollozante, escarnecido, golpeado, vapuleado, magullado, molido.

Juan.- Oigo, sin entender lo que a veces oigo, ¿Tú oyes?

Muerte.- ¿Cómo no voy a luchar, juntamente con el alma, contra el cuerpo, si el


castigo de quien se castiga me castiga? ¿Como no voy a expedir gritos y aparecerme ante el que
vive, para que tenga miedo de mi miedo y en su temor, tema que temo? ¿Cómo no, estar
pendiente de exponerle, que no hay vuelta del abismo, que no hay puerta que al cerrase se abra,
ni dolor mayor que el de permanecer en el dolor?. Sufro, al ver que no puedo salir de ese cuerpo,
que al morir, conmigo muere y en mi muerte se mantiene, muriendo constantemente sin morir.
Su condena, es mi condena y me condena a morir, viviendo en la muerte, sin dejar de ser
muerte, al matarme.

Rosa.- Perfectamente oigo. Al no tener tus dudas, lo que escucho lo admito y lo


aparente, lo tengo por cierto. Como cierto es que hay otro universo inmenso, donde todo lo
186
creado cabe y tiene vida todo lo que ha vivido, todo lo que ha sido, lo que es y lo que será.. Si
el mundo en que estamos, no somos capaces de verlo, tampoco somos capaces de ver lo que en
otro universo, es universo, existente en su inmensidad.

Muerte.- No lo puedes imaginar. Yo lo he visto y en cada espíritu caben


inmensidades inmensas, no hay límites, ni vallas, ni cercas, ni puentes, ni puertas, ni escaleras.
Inmensidad inmensa en un amor inmenso, con inmensa paz, inmensa felicidad, contemplación
del espíritu en el espíritu. ¿ Cómo no voy a cercar la mente del que cierra la puerta? ¿ Cómo no
alertarle del peligro, en que si ama al mundo, el mundo le aporta? ¿ Como no advertirle que la
vida es un camino, solo un camino, hacia el espíritu, la vida, la bondad, la misericordia, la
contemplación, la felicidad? ¿Cómo no llorar, ante su incomprensión? ¿Cómo no impedirle, que
se aferre a la materia, la ofuscación, la aberración, la inmisericordia, la ambición, la avaricia, el
fiasco, la envidia, la malicia, el yerro, el poder, el mal, el fango, las piedras, la maleza, el furgón
de las sombras?.

Juan.- Lo que existió, existe. No percibo el color de las sombras, salvo el negro,
no encuentro esos parámetros de medir dudas, enturbiar el conocimiento con rombos de tragedia,
amalgamar el mundo para formar un mundo inédito que no se desvanece, y es, en principio,
aparentemente eterno. Al derruirse, si se destruye, destruirá la vida que en su contorno encierra,
se vigorizará en una forma que gira en el espacio, con otros planetas, descomponiéndose en
trozos, girando en el planetario de la luz, con las sombras.

Muerte.- No hay eternidad de principio, como no hay eternidad de fin. La muerte


no mata la vida, ni destruye. Corrompe la materia, no el espíritu. Desguaza el viento, en el
periplo de las sombras y lo guarda en el seno de la existencia. Sin tiempo, el tiempo no destruye,
ni se rozan los hilos prensados de la lluvia, ni se desvanecen las nubes, ni dejan de cabalgar a
lomos del espacio los planetas. Lo aparente es real, nada hay aparente, producto de la mente, de
la imaginación, del saber, la ignorancia. Lo que sea, que se quiera que sea, es, lo que se quiera
ver, se ve, lo que el espíritu acuerda, aparece. No existe la imposibilidad, ni lo inasequible, ni lo
ilusorio, ni lo impracticable, ni impedimento, traba, dificultad, inconveniente, obstáculo.
Al matar, no mato la vida, mato la muerte. Sin muerte, no hay vida, no se
penetra en la verdad, no se descubre el misterio, no se abren las compuertas de la realidad de la
existencia, lo creado, lo por crear, lo que es, lo que está siendo, lo que va a ser, lo que espera a la
espera, lo que es amor, piedad, lo que se refrenda con el amor y la fe.

Rosa.- ¿ Qué hay en las sombras, para que nos asusten? ¿Por qué nuestro miedo
a morir? ¿Qué importancia le damos al mundo al dejar de existir?
Si estamos condenados a morir, ¿Qué sentido tiene la lucha?.

Juan.- Libertad. Luchamos por la libertad.

Rosas.- ¿De qué libertad hablas?

Juan.- La libertad de enfrentarnos, nosotros mismos, a los impedimentos de la


vida, la muerte, los inconvenientes, las razones de la mente, la crueldad, los deseos, los instintos,
las pasiones, los misterios, la falsedad, la inclemencia, el paso del tiempo, la vejez, la
enfermedad, la oposición, la inquina, la mentira, el engaño, el fiasco, la individualidad.
Luchamos para llegar a la meta del hombre, al monte desde el que todo se divisa, el imperio de
la sangre, las naciones, los pueblos, la soberanía, las leyes, superar la necesidad, los
impedimentos, las carencias, la pobreza, la deslealtad, el ridículo, la malevolencia del malévolo.
Alcanzar la igualdad, disponer de la tierra, poseer el poder, tener.

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Rosa.- Hablas de los derechos humanos. El mayor derecho es morir en paz,
morir con amor, morir con fe. El mayor derecho es amar, no hacer daño a nadie, no malgastar la
vida en crecer, mandar, poseer. incrementar la hacienda, dictar leyes injustas, guerrear, romper
fronteras, incumplir normas, intemperar pasiones, abrir escuetas sombras sobre la luz, irrumpir
en las leyes naturales, impedir la realización de cada ser, de cada potencia, de cada alma. Hay
que virar, a los seres, hacia su destino final, indicarles que perseveren en la justicia, la bondad, la
clemencia. Cristo nos dio la norma, hay que seguirla. Ningún mal propicia en su enseñanza,
ningún daño en la esperanza, nada malo, a nadie ofende, a nadie injuria. Marca el bien, el
camino, la fe, la manera de ser, de cada ser, en su interior.

Muerte.- Mi nombre es muerte y no mato. Me mato al matar, para al matarme,


dar vida. Amo al ser del que formo parte y en la parte que soy, del ser que amo, propicio que no
se aparte del camino de la verdad. Le recuerdo que tiene que morir, que su tiempo es corto, corto
el recorrido, corto el sendero, inexistente el mundo, falsas las pasiones, falsa la envidia,
innecesaria la injuria, desesperante la ira, la maldad, el rencor, la envidia, la ambición, el
desgarro del alma, la codicia. Duermo con él, las manos agarradas a sus manos, para llevarle por
las travesías del viento, indicándole lo que puede ser si es veraz, si no transige las normas, si
cumple, si ama, si siente, si se aprecia y me aprecia. No le incito al temor, aunque tema y al
temerme, le digo que transita por el sendero del tiempo, los altavoces del aire, las premuras de
las sombras, la querencia de las nubes, la solidaridad del sol, la perseverancia de la luz. Le amo
e indico que soy amor, le recuerdo que estoy en él para matarle, que es mi mirada, la que en un
instante, sin esperarme, llego, que está su hora trazada, su vicisitud cumplida, que no espere del
mundo promesas, ni apariencias, ni realidades. No existe para él, ni él existe, desde el momento
que le mate. Nada queda de su existencia, nada que pueda mostrar al irse, ni a su espíritu, ni a
su conciencia. Quedará conmigo, a mi merced, no porque quiera matarle, si no porque quiero
darle vida, encenderle en la luz, ascenderle en las llamas, que se inserte en la inmensidad y en la
inmensidad de la fe, alcance la esperanza.

Juan.- Hablo de derechos como hablo de deberes. No acierto a comprender que


me hables de la muerte y no pueda hablarte de la vida. ¿Cual es nuestra función en este mundo?
¿ Qué principios rigen? ¿Qué absorbemos de los principios? ¿Qué nos marca la conciencia?
¿Qué nos propicia la mente?

Rosa.- La vida, es un pasaje, un sendero, un asomarse al abismo para llegar al


cielo.

Juan.- Largo pasaje en un tránsito de tiempo.

Rosa.- Un segundo. La vida es un segundo. Antes de darte cuenta se ha


cumplido el tiempo y el tiempo se ha ido. ¿Existieron los griegos, los romanos, las tribus, las
hordas, los antropófagos, los pigmeos? ¿Los has visto? ¿Qué han dejado? ¿Quiénes fueron?
¿Los conoces? ¿Dónde se encuentran? ¿Qué reyes gobernaron Asia en la Edad Media? ¿Quiénes
trituraron las contiendas, las luchas? ¿Quiénes guerrearon con los adictos al orden? ¿Quiénes lo
infringieron? ¿Quiénes se sometieron? ¿Quiénes triunfaron? ¿Cuantos eran? ¿Pasaron los siglos?
¿Cuantos siglos?
Nada sabemos. Los libros, dejan escritos hechos, que sucedieron en algunos
pasados del pasado. ¿Dicen verdad en lo que dicen? ¿De cuantos hablan ? ¿Sólo de los que
hablan existieron? ¿Y los demás?

Juan.- Quedan sus ideas para recapacitar.

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Rosa.- De eso se compone el mundo. En eso se basa el mundo. Cada ser aporta
al mundo algo y ese algo es lo que permanece al venir nuevos mundos. Mundos nuevos que se
van perfeccionando, ampliando, elevando, cumpliendo, para seguir existiendo en una unidad,
que se ajusta a la conjunción de unidades. Cada ser, en cada época, con su generación, aporta a la
existencia lo que en su existencia descubre, inventa, concibe, imagina, levanta, idea, construye,
improvisa, innova. Al sumarse los nuevos mundos, llevan incorporados esos nuevos conceptos,
averiguaciones, adelantos, mejoras, evoluciones, adelantos, esas formas de entender sus
variantes, que a la vez, varían el mundo, variándolo conforme a su disconformidad, asociándolo
a su disociación. Reúnen, en un mismo concepto, la concepción de lo que es su mentira, su
verdad, su apariencia, su fosilización, su aceptación, su apariencia. El mundo se desborda, en
cuanto aporta al mundo cada mundo, uniendo, en su unidad, lo que la unidad diferenciada
aporta.

Muerte.- Sin esperar el silencio, el silencio llega. Sin que la noche se cubra, se
oye el mugir del viento, el acorde de una orquesta que rompe la armonía en la desarmonía del
ruido. Toques de bengalas con clarines de melancolía. Llevo, delante de mí, una trompeta, la
pedanía sonora de un movimiento del aire, la angustia de un dolor, que sin dolor se abre en la
garganta de quien sin esperar, espera. Se conmueve, la voz que grita. Grita, la voz que llora.
Teme el miedo, al miedo del que teme. Desnudan su conciencia y se abren al recuerdo de su
vida. Recorridos que han recorrido, horas que han pasado por los sentimientos, las alegrías, los
pesares, los silencios, las picardías, los olvidos, los recuerdos, los hechos, las desazones, las
prevaricaciones, los esfuerzos, las promesas, las maldades, la verdad, el sufrimiento, la agonía,
la esperanza, la melancolía, las ilusiones. Prendidos en el obstáculo de su aberración, ven que
llego, y me miran sin verme. No creen que la vida se rompe, que hay que atravesar el tiempo,
irse por la puerta del olvido, aporrear las casacas del cementerio. No esperan que les pueda
acontecer que se desvíen del camino, que se dispare la oscuridad, que se abra el vacío, que se
disocien de la carne, que se distorsione la fatiga, que el cuerpo se rompa, el corazón se
descargue, la conciencia cobre vida, el alma salga del cuerpo, la muerte venga a visitarles.
En lugar de amarme, sienten miedo. Miedo a lo desconocido, a lo incierto, a la
justicia, al abismo del silencio, a la negrura de la noche, a las noches negras de las sombras, a lo
que pueda acontecer, a lo que suceda. No me miran para amarme, sino para temerme. No quieren
que aparezca, ni venga, ni me asocie con ellos. Yo, que los amo, noto que no me aman, que se
dispersan ante el miedo y temen, con temor, que yo, la muerte, no pueda disipar su miedo,
arrebatarles con mi fuerza, envolverles con mi aliento, desintegrarles contra el aire, diseminarles
en el polvo, enroscarles en la negra pesadumbre de la indolencia. Yo, que voy a darles la vida y
en ellos vivo. Que soy parte de su parte, les abro el contenido de la felicidad, el cielo, la
esperanza, la verdad, la aclaración del misterio, la paz, la armonía, el espíritu, la luz, la fe, el
amor.
Sin querer dejar la tierra, tienen que dejarla. Se aferran con garras y zarpas, con
uñas y garfios, con inquebrantable fuerza a la materia, como si la materia pudiera ofrecerles
algo, darles sentido a su vida, incorporarlos a la quimera de que no transcurra el tiempo, no se
disuelva el polvo, no se estrujen las sombras, no se aclaren los abismos, no se enfurezcan las
olas, no se desplace el viento, no se desparrame el mar, no se incline la arena. El ser humano es
débil, se consume sin estuprar su orgullo, sin decantarse por el conocimiento de que todo es una
apariencia que lleva a la verdad, que todo es un camino que hay que recorrer, un tiempo que
atravesar, unas sombras que vencer, una estancia que se va a derrumbar.
Si me aparezco, se asustan, si no aparezco me temen. Si les digo algo, se
inquietan. Sabiendo que van a morir, temen que van a morir. Lo que saben que va a ocurrir les
estremece. Les acorrala el dolor, la enfermedad, la dolencia, el mal, el padecimiento, el achaque,
el sufrimiento, el malestar, el daño, las arrugas, la vejez, la carencia de movimiento, la
longevidad, la senectud, la ancianidad, la indolencia, la inseguridad, la soledad, la indiferencia,
la desgana, la dejadez, la perplejidad, la incertidumbre, la vacilación, la duda, la
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incomunicación, el aislamiento, el retraimiento, la irresolución, aun así, se atan a la vida, no
quieren dejar que se vaya el aire, ni se disuelva la luz, ni el sol no aparezca, ni se difuminen las
tormentas, ni se aproximen los montes, ni es escancie el viento, ni se aleje la aurora. Quieren ser
eternos, volver a ser jóvenes, madurar de viejos, reanudar sus relaciones, recordar sus recuerdos,
rememorar las luces de las sombras, bañarse a la luz de la luna, tomar las manos que con sus
manos tuvieron. Quieren ser, sin ser, lo que siendo, fueron y dejaron de ser. Volver a tener, lo
que tuvieron, sin tener lo que tienen. En su falsedad de vida, viven lo que no viven, viviendo, en
el pasado, lo que en el pasado no vivieron.

Rosa.- No habléis así. Yo os tengo miedo. Sé, que me amáis, sé que buscáis mi
felicidad, eso no evita que os tenga miedo, temor, respeto. No a ti, por lo que eres, sino a ti por lo
que representas y a quien representas. Cuando tu brazo nos tuerce, se termina el tiempo, se
acaba el paso fronterizo, no hay vuelta atrás, no hay mirada que se pueda extender, ni mundo, ni
hora, ni semana, ni día. Lo que es, ha sido, lo que ha sido, será, lo que fue, ha pasado, ya no hay
presente, ni resquicio para ver el sol, ni osar tocar el viento. Ya no hay un segundo para
recapacitar, meditar, retornar a pedir perdón por los errores, rectificar, osar anticiparse a lo que
nos espera. La eternidad extiende sus alas y se abre como una palmera. Nuestro tributo se va a
examinar, se va a comprobar con lo que hemos administrado, cumplido, entregado, dado, amado,
cubierto con los pies, tocado con las manos, levantado, derribado, construido. Lo cierto y lo
incierto, lo probable y lo real, lo concebido y lo imaginado, lo expresado y lo sin expresar, lo
retenido en el alma y lo que el alma ha expelido, lo sentido, lo que el sentimiento ha sentido al
sentir, lo expuesto ante la vista de los demás, los hechos empleados de amor, de fe, confianza,
de piedad, de consideración, de respeto, de integridad, de verdad, de mentira, de injusticia, de
maldad. Sin nada oculto, sin poder ocultar nada. Sin reversión, sin posibilidad de engaño, sin
errores ni abismos que sortear, con sus consecuencias.
Temo por mí, por cuanto el miedo, hasta que sepa si vivo o muero, me inunda
por lo atrabiliario de mi pequeñez, la presencia ante la presencia de la verdad, la justicia, la
bondad, el amor, el bien. Por lo que ver, al ver lo que tengo que ver, me asusta lo que se arriba en
la montaña, lo que se extiende por las colinas, lo que se abre al viento y el viento empuja, lo que
es aire, y lo que es humo, los que es siembra y cosecha, lo que es almacenar, entregar, dar.
Miedo de no haber servido con toda la lealtad necesaria a quien me ha dado la vida. Miedo de
no haber administrado con justicia, de no haber servido a la verdad. De haberme diluido en
cosas nimias, rencillas pequeñas, inoperantes ideas, baluartes que sin vencer levantaba, por no
haber tenido valor, conciencia, concepción de mi paso por la vida. Miedo de haberme envuelto
en rampas de odio, de ira, de adversidad, haberme quejado de los posos de la noche, de la
incapacidad de las sombras, no sentir el sol, no recibir el brillo de la luz, no sortear los
precipicios, no mira al mar desde los miradores del alma. Miedo de haber sido injusto, haber
abusado de mi condición, no haber sido todo lo humano que mi Señor me marcó. Miedo de
morir, miedo de no vivir, miedo de no estar presente en el cielo de Dios.

Muerte.- Abrir el muro del viento es mi condición. Soy la llave, no la puerta. No


tengas miedo a quien te ama. ¿Cómo temer al que te ama?. Respeto sí, consideración sí,
obediencia sí, pero temor, miedo, recelo, desconfianza, sospecha, turbación, duda, desasosiego,
no. Tan inmenso como el infinito, es su infinito amor. Hay tanta bondad, que todo es bondad,
tanta piedad, que todo es piedad, ¿Cómo tener miedo ante tanto bien, tanta paternidad, tanta
protección, tanta justicia, tanta misericordia, tanta clemencia, tanto perdón?. Camina, sin temor,
por tu camino, que yo saldré a tu encuentro para juntarnos, los dos, en un incienso de alabanza y
turbación, agradecimiento y retribución, reconocimiento y gratitud.
Sobre el mar de la calma, se extenderá la luz. Soles resplandeciendo ante el sol
del resplandor. Torbellinos envueltos en el cultivo de la ilusión. Navegarán los vientos, se
incinerarán los mares, se cubrirán los aposentos de silencio y en el desconcierto de la luna,
surgirá el sol de soles, iluminación que ilumina sin retener el aire, ni explorar nubes, ni aclarar
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tormentas, ni reciclarse en la turbación. En un fasto de llamas, tus pies, aprisionarán la tierra, se
juntarán con el espacio, se inundarán de fuego, de paz, de extensión, todo se verá con la vista
del espíritu, la turbación de la conciencia, la vida llena de vida, el amor, la conquista del
misterio, la explanada del universo, el viento de la imaginación, la contienda de los cielos.
Veré como se elevan los que descansan en Dios y yo, que soy la muerte, descansaré en el
silencio, en la soledad de haber sido el puente de la vida, de haber servido a quien me llevó en
su vida para darle vida y que viviera. Yo, que soy presa de muerte, moriré para siempre al dejar
libre la vida. Muriendo, formaré parte de la vida del que vive y descansaré. No hay muerte donde
la vida camina, donde se profundiza la existencia, donde todo es felicidad, alegría, alabanza,
consuelo, concordia, ilusión.

Rosa.- Eterna es la eternidad. Para siempre. ¿Cómo no temer, al miedo de temer?


¿Cómo descoyuntar la tierra en polvaredas de viento? ¿Cómo ver el fuego sin que prenda la
llama?. Hablas conmigo y al hablarme temo. Temo quedarme dormida en el ruido del mundo, en
las cavilaciones de los deseos, la postración de la lujuria, la incapacidad de dar, el desasosiego
de la esperanza, dejarme dominar por los espejos que me contorsionan, los acicates del deseo, las
añagazas de la carne, la impresión del viento, las vociferantes roturas de las leyes, los impulsos
de quienes nos gobiernan y conducen, las prebendas del poder, las aleaciones de las calumnias,
los recovecos de las ilusiones, lo errático de la ambición, la fundamentación de los sueños. En
cada recorrido me pierdo, al no verme incrustada bajo el imperio de la conciencia, si no de la
tierra, del mundo, las cavernas, el misterio, la impotencia, la desazón, la enfermedad, el dolor, la
necesidad, la penuria, el miedo. Al verte, temo que voy a morir y temo esperando que llegues.
Deseo que tomes mis manos, que me lleves por los conductos de la soledad, los arrabales del
silencio, las paredes de las noches, para dejarme envuelta ante la vida, la verdad, la alegría, la
alabanza, la redención. A la vez que lo deseo, el miedo se vuelve contra mí y me hiere. Hiere el
perfil de la vanidad, los recortes de las noches, la capacidad de herir de las ramas, la caída de las
hojas, la precariedad del tiempo, el paso de los años, la responsabilidad de los hechos, la
vulgaridad del ser, la innecesaria prevención de estar juntos, las cadenas por demoler los vicios
de la ruindad. Temo y mi temor me confunde. Amo y temo. Espero y la espera me conduce al
miedo. La esperanza espera y en mi esperanza, espero la magnanimidad de la vida eterna, la
plenitud de lo eterno, la inmensidad de lo inmenso, la piedad, la gracia, el amor, la fe. Tengo fe
y dudo. Cuanto mayor es la duda, mayor es la fe.

Muerte.- Vivo en la muerte y de la muerte. Soy quien mata y al matar, doy vida.
Nutro a las personas, de mi presencia para que sepan que existo, que acudiré en punto a la hora,
que no dejaré pasar el tiempo, rían, griten, lloren, sufran enfermedades, no las sufran, se disipen
en el agua, intenten escapar, rocen la superficie del mar, escudriñen la atmósfera. Nadie está más
presente, en su presencia, que yo. Les aviso, les aturdo, les mezclo mi arteria de negrura, de
profundidad, de abismo, de noche, de sombras. Sin mostrarme, les muestro que la vida es un
rumbo para hallar el camino, no un camino. Inserto mis alas en sus sueños, sin mirarles les
miro, sin que me vean me sientan, sin tenerles en mis manos toco las manos y se rozan las
carnes. Oyen las ventiscas del silencio, los espasmos del vacío, la esclerosis de la existencia, la
falacia del mundo, la inoperancia de la ambición, el servirse de la vida para vivir, sin pensar en
mí. Les conmino a pensar, meditar, absorberse en sí mismos, recaudando la pericia de saber que
puedo llegar en cualquier momento, en cualquier lugar, a cualquier hora. Cuando llego, sin decir
palabra, mato, sin avisar, rompo el viento, sin estar presente en el aluvión, apago la velocidad
del aire, sin romper las olas, paro las olas . Nada queda de cuanto tenían, nada que pueda
servirles, nada. Ni nadie.
Trenzado de troncos, espanto a las bestias, domino las fuerzas indómitas, los
terremotos, las cavernas, insondables praderas, oasis, mesetas, majadas, pastos, ejidos,
campiñas, la gangrena de la sangre, la irritación de la avaricia, la demencia de la mente, la
desidia de las pasiones, la irrupción de las sensaciones, el furor de las llamas, el yunque de la
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inmundicia, el fango, el barro, la tentación, la fusión de la noche, el espanto de la mañana, el
amanecer de una brisa, una piedra que se descuelga, un borrón de tinta, un cascabel en el
limbo de una ilusión, un sueño, una cornisa. Amo y con el amor que amo, mato para dar vida.
Corto la respiración, bebo el susurro del aire, descorro las cortinas de lo incierto, someto a
desaparición el mundo, disocio la carne del alma, destruyo la materia, resplandece el
resplandor, brilla el cielo, doy acordes a la música ,disipo el dolor, quiebro las almenas de los
castillos . El alma, libre, vuela en vuelo hacia Dios, sin tierra, sin pesos, sin agobios, sin pesares,
sin nubes, sin tormentas, sin espejos, sin asideros, sin abismos, sin barro, sin tumbas, sin pies,
sin manos, sin alas, sin sombras, sin noches, hacia la eternidad donde está la morada del Señor.

Rosa.- ¿Cómo puedes matar y decir que amas? ¿Cómo mostrar las garras, al
morir y decir, al que desgarras, que le desgarras por amor? ¿ Si le quitas, al morir, el aire que
respira, no le robas? ¿Si le desahucias de su mundo y se lo arrebatas, no es dolor lo que causas?
¿No angustias la angustia? ¿No sublimas el pesar? ¿No arrinconas el silencio? ¿No sumes en
intranquilidad la tranquilidad? ¿ No ahondas el abismo? ¿No desgarras el precipicio de la
soledad ?¿No cercenas el ruido? ¿No abates el tiempo?. Causas espanto porque todo lo arrebatas,
nada dejas, nada inquieres, ni preguntas, nada contestas. Sin avisar, postras tu manto y cubres
la vida. Vienes sin esperarte y sin esperarte matas. ¿No encolerizas la cólera? ¿No abrumas la
tristeza? ¿No cortas las amarras? ¿ No enfundas, el silencio, en lápidas de bronces? ¿No
escondes la luz ?¿No acuñas el rigor de la semblanza del miedo? ¿No rompes el grito? ¿ No
distorsionas la voz?.
No calma, tu presencia, la calma, inquieta. Al descubrir la hora las manecillas
del reloj, el cuerpo sabe que se ha disparado el aire, se han estrellado las estrellas, se ha cursado
la orden de vagar por el viento, de ser polvo, de volver a ser lo que era : materia y barro,
silencio, nada. Es el sufrimiento el que penetra, el agobio, la congoja, la amargura, el
desconsuelo, la pesadumbre, la confusión, la consternación, el desconsuelo. Terror a saltar al
vacío sin cuerdas, sin compañía, sin ayuda, sin retroceso. Se quiera o no se quiera, la inmensidad
aparece, se abre la tumba, se entierra el cuerpo, el ataúd se posa, el tiempo sigue sin nuestro
tiempo, sigue el mundo sin nuestro mundo, siguen los ropajes de las olas, las albardillas del mar,
la humedad de la arena, el curso del horizonte, el nacimiento del sol, la aurora, el bucear del las
algas, la concavidad del perfume, el pastoreo de las hojas. Sin nosotros.

Muerte.- ¿Has venido a vivir y tienes miedo? ¿A qué temes? ¿Que te espanta?
¿Qué esperas que no esperabas? ¿Te crees eterno?

Rosa.- Me acusas con una añagaza. La lucha, es una constante de la vida y la


vida, una constante de la lucha. Nunca se sabe quien va a ganar, quien va a vencer, quien volverá
al aire, quien se sumergirá en la tierra, por eso da miedo el miedo y se teme. La apuesta de la
conciencia es estricta, como estricta es el alma. Cursamos, la indolencia de ser piedras, que
pesamos en la superficie del agua y nos hundimos. Hechos de tierra, esa tierra nos apergamina
los sentidos, nos inclina hacia el camino del placer, las ilusiones, los sueños, la picardía, el
alcance de las montañas, la fútil sobriedad de las rocas, el asidero de las pasiones, la envidia, la
desidia, el goce, la injusticia. Hacia lo fácil, lo que no representa esfuerzo, lo que nos da poder y
fama, lo que nos levanta por encima de los otros, no lo que nos ocasiona deberes, ni
obligaciones, ni compromisos, ni desilusiones, ni tragedias. Miramos la vida como algo digno de
ser vivido, de gozar, de sentirla, planear por los jardines, cortar ramas, acariciar espinas,
bañarnos con olas, sumergirnos en el agua, sentir sus caricias, el color de sus frutos, el sabor de
sus especies, la rebanada del viento. Desconociendo, que es la lucha, la que nos hace fuertes, la
que nos llena de valor ante el temor, la que nos propicia hacia el cielo, la que instrumenta la
carencia de sombras, la que esconde las noches, la que insinúa al viento que se esconda. Son las
constantes del valor para luchar contra los instintos, la que nos levanta el alma, da espesor a la
conciencia, espera a la esperanza. Nos quita el miedo, el temblor, la agonía, la perversidad, el
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dolor, nos deja inmunes al tiempo, a la muerte, al silencio, a desaparecer con la estridencia del
aire.

Muerte.- Desconocen que estoy llena de amor. Amo al ser que voy a quitar la
vida. Al quitársela, se la doy. La vida no es importante, lo cierto, lo seguro, no es vivir sino
morir. Transitamos por el mundo, de nuestro mundo, en busca del descanso, la primicia de ser,
la aventura de conocer cuanto se ha creado, lo que es, como se extiende en la verdad, como la
verdad se enciende. Vivo inmersa con el ser que es, en la profundidad de su misterio, llenos de
miedo, de terrores, de infructuosos silencios, de noches, de sombras, de errores, de aciertos, del
dominio de las ideas, de esclarecimientos del pensamiento, feroces dilemas, ensordeceros
gritos. Vengo a quitar los desaciertos de la existencia, dar paz, sosiego, tranquilidad, abro la
puerta de la verdad, descubro los misterios, doy llama a la libertad, libertad para llegar al cielo,
volar por la inmensidad, disfrutar de lo que Dios ha creado para cada ser y en cada ser. Soy el
amor que corta a la madre tiempo su invulnerabilidad, la lucha sangrienta, la corrupción del
cuerpo, la vaguedad en la esencia del existir. Soy la mano que conduce al resplandor, la
inmensidad, el horizonte, la eternidad. Dependo de ti, al depender tú de mí, al estar contigo vivo
de tu aprecio y te aprecio. Te amo y es, con amor, como corto la existencia, dejo el espacio,
arrastro tu mundo, destruyo la apariencia, arruino la ambición, desordeno las apetencias,
devasto el imperio, arraso los deseos, desmantelo las tribulaciones, asolo la enfermedad, doy
rienda suelta al corte de la existencia, dejo sin existir lo que existe, sin recuerdos, sin olvidos,
sin pasado, sin presente. Levanto el velo de mi amor y doy muestras de cuanto amor siento.

Rosa.- ¿Quieres decirme que me amas?

Muerte.- Doy rienda suelta a la calma. Cuando te abrace, verás el resplandor, la


felicidad, el sosiego. Se acaba la aspereza de la tierra, la lucha, el precipicio del miedo, la
descoordinación del silencio, la ambigüedad de las dudas, la perfidia, los deseos, el viento, el
aire, el desorden, la enfermedad, el frío, la temperatura, el ambiente, la sociedad, la desmesura,
el abismo, la inclemencia, la descoordinación, el mar, las lagunas, la vituperación, la sangre, el
murmullo, la enfermedad, el dolor, la apariencia, la alegría, el resquemor, la impotencia. Lo que
viniste a buscar, encuentras. Lo que aspirabas, consigues. Se abre la vida a la vida, la eternidad a
lo eterno, lo inmenso a la inmensidad, luz, paz, fe, amor.
Hago, lo que tenía que hacer: Vivir o morir, después de matarte, depende de ti,
lo que hayas hecho, lo que hayas omitido. A cada uno, en cada uno, doy lo que precisa, cumplo
mi función amándole, mostrándole, con mi presencia, que su futuro es atravesar el muro de la
muerte, finalizar su libertad al dejar de ser libre, rendir cuentas, y según las cuentas que rinda,
vivir o morir. Si vive, vive sin mí, si muere me ata a la muerte, en un morir constante al matarle
constantemente.

Rosa.- ¿Como temerte si me amas?

Muerte.-No me temas. No temas nada malo de mí. Me presento en tu presencia,


para que me recuerdes y recuerdes que tu fin es morir, que todo lo que vales no vale en este
mundo, en esta tierra. Tu valor es alcanzar la vida no la muerte. Aparezco, para servirte, como
una muestra de que todo acaba, el tiempo se va, cada segundo que pasa es un segundo menos
que te queda. Estoy constantemente a tu lado, esperando, como tú, la hora de darte la hora,
acorralar el silencio, mostrarte lo efímero de la materia. Antes de llegar, te aviso, con un
segundo, un segundo de dolor o un segundo de gloria. Capear el torrente de la materia o
disolverte en la materia. Te incito, al mostrarte tu vida pasada en el paso de un segundo. Me
reclino en el sosiego para sosegarte, para que medites, elijas. Soy el último escalón de la
escalera, el último rellano, el último trampolín, la última nota, el último suspiro. Tu último
segundo de libertad, tu última libertad en la tierra. No desperdicies lo que Dios te da. Te amo y
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en el amor con el que te amo, me debato en tu presencia. Tu bien, es mi bien, si vuelas ibre, libre
soy en mi muerte al matarte. Cumplo mi función de ayudarte a vivir, al matarte.

Rosa.- ¿Puedo rasgar, las sombras de la noche de mi pasado?

Muerte.- Puedes.

Rosa.- ¿Puedo cruzar mi aliento con la respiración de la vida?

Muerte.- Puedes.

Rosa.- ¿Puede socavar el arrepentimiento todos los abismos que he sondeado?

Muerte.- Puedes

Rosa.- ¿Recorro mi vida entera en un segundo?

Muerte.- Tu vida entera

Rosa.- ¿Descubro las ideas, los sentimientos, los pensamientos, los hechos, las
omisiones?

Muerte.- Los descubres.

Rosa.- ¿Vuelven los recuerdos?

Muerte.- Vuelven los que quieras recordar.

Rosa.- ¿Es aterradora tu presencia?

Muerte.- No. Yo te quiero

Rosa.- ¿ Me das la mano?

Muerte.- Te doy la mano y te acaricio.

Rosa.- ¿No abres el precipicio de la muerte?

Muerte.- Abro la muerte, no el precipicio. Abro la puerta de la vida. Separo el


espíritu de la materia.

Rosa.- ¿Mueres al matarme?

Muerte.- Muero, si vives. Si no vives, soy la muerte y en la muerte sigo.

Rosa.- ¿Por qué si no vivo, sigues existiendo?

Muerte.-No he cumplido mi deber

Rosa.- ¿Qué deber?

194
Muerte.- Matar, para dar vida. Amar al matar. Servir al ser, de quien soy parte, y
en el que al existir, existo. Paro el tiempo, detengo la noche, arrebato el mundo, separo materia
de espíritu. No soy libre para decidir. Decide, el ser que vive, mientras vive. El ser, que ve el
infinito, que intuye la inmensidad, que es en la creación poderoso, medita, comprende, entiende,
ama, odia, cavila, recapacita, llora, ríe, siembra, cosecha, da, entrega, toma, recoge, dispone,
envidia, ambiciona, discurre, razona, piensa. Es libre para decidir y en su decisión, reflexiona,
teniendo en cuenta, que serán sus obras, con sus decisiones las que marquen el camino, la
esperanza, la justicia, su presente, su futuro, el vivir, el morir, la luz, el abismo.

Rosa.- ¿Por qué, si no vive no mueres, si has separado materia de espíritu?.

Muerte.- No he cumplido. Al no haber cumplido, mato y no muero. Si al que


mato, no muere, sigue inmerso en la muerte, soy la muerte del muerto. No tiene vida, pero sí
muerte, sigue muriendo eternamente. En mi muerte , en mi profundidad, en mi silencio, en mi
dolor, en mis gritos, en mi oscuridad, en mi abismo. Su condena, es mi condena.

Rosa.- ¿Se puede salir?

Muerte.- No. No hay tiempo, ni días, ni horas, ni luz. Solo oscuridad. No veo.
No tengo ojos. No miro. No tengo cuerpo, ni manos, ni pies, aunque dispongo de cuanto
disponía el muerto. Muerto estoy en la muerte. Sin poder vivir.

Rosa.- ¿Qué haces?

Muerte.- No hago, nos hacen.

Rosa.- ¿Qué os hacen?

Muerte.- Sin ver, en la maldad, ¿Que hace la maldad?. Ente pilares de crueldad,
¿Qué hace la crueldad?. Al no haberse arrepentido de los hechos, vuelven los hechos con el daño
que se hizo y el daño, araña el daño y lo eriza, lo enristra en madejas de fuego y quema la
maldad de la muerte, muriendo en vida de muerte. Quiere que desaparezca la maldad del hecho,
el daño, pero no desaparece, se endurece, se ensancha, se fortifica, se robustece, se vigoriza, se
aumenta, agranda, amplifica. Rota, en una rotación perenne, sin fin.

Rosa.- ¿Y el dolor?

Muerte.- No se sabe bien, lo que es el dolor, hasta no descender aquí. Sin aire,
sin respiración, sin viento, sin luz, sin esperanza, sin sueños, sin ilusiones, sin vida, sin amor, sin
fe, sin alegrías, solo pena y dolor, solo angustia, desesperación, solo desconsuelo, venganza,
miedo, horror, temor, pesar, arrepentimiento, ansiedad, inquietud, zozobra, desazón. Ni un
segundo de paz, ni un segundo de silencio, ni un segundo de calma, ni un segundo de esperanza,
ni un segundo de amor.

Rosa.- ¿Por qué no mueren, si están muertos?

Muerte.- Están muertos para la vida, no para la muerte.

Rosa.- Si han muerto.....

Muerte.- No han muerto, mientras yo no muera. No muero nunca, si no viven.


Por eso es mayor y más inmenso el dolor, al saber que no puedo morir.
195
Rosa.- Tú no existes.

Muerte.- Estoy hablando contigo.

Rosa.- Imagino, que hablas conmigo, no que de verdad hablemos.

Muerte.- ¿Te dice algo, lo que te digo?

Rosa.- No lo entiendo.

Muerte.- ¿Qué no entiendes?

Rosa.- No entiendo que sin matar, mates, no entiendo que mates para dar vida,
no entiendo que nos ames. No entiendo, que el muerto viva en tu muerte si no vive y tú al
matarle no mueras.

Muerte.- No tienes que entender todo, solo lo necesario, lo que te baste, lo


suficiente, lo probable. Debes saber que estoy en ti, para matarte. Que vas a morir.

Rosa.- Es indudable que voy a morir.

Muerte.- Yo soy tu muerte. Yo soy quien va a matarte. Soy la sombra de tu


sombra, la luz que se apaga en tus ojos, la verdad de lo que te espera, tu final.

Rosa.- ¿Que haces por mí?

Muerte.- Me muestro, constantemente, para que no me olvides, para que no


olvides que vas a morir, que no eres eterna, que tienes que rendir cuentas, que tu vida no está
creada para permanecer en el mundo. Nada te vas a llevar de lo que tienes, de lo que acumulas,
nada te va a dar la materia. No eres materia. Vienes sola y sola te irás. Rendirás cuenta de lo que
te han entregado y de como lo has administrado. El tiempo se va en el tiempo y nadie lo detiene.
Contigo, se va tu tiempo, el único de que dispones. Contémplame, para que sepas donde vas,
que es lo que vas a encontrar al final del camino.

Rosa.- Me das miedo.

Muerte.- ¿Te da miedo la verdad? ¿Prefieres ignorarla? ¿Te da seguridad no


saberlo?.

Rosa.- No

Muerte.- Siempre que me llamas, acudo. Sin llamarme, me muestro. Por la


noche acaricio tus sueños y en tus sueños, te acaricio. Desplazo el pensamiento por el aire y le
muestro la inmensidad, lo que es preciso alcanzar, lo que tiene que obtener, lo que tiene que
conseguir. Al lado de la conciencia del vivir, soy la conciencia de la muerte.

Rosa.- ¿Eres única?

Muerte.- En ti, soy única. Dispones de una vida, solo una, aunque la vida esté
compuesta de muchas vidas, que a la vez que tú, viven. Un solo mundo, con otros mundos,
conformando un mundo único. Una sola muerte, la tuya, accediendo, con otras muertes, a la
unidad de la muerte. Todo es diferente en la existencia, nada hay igual, nada idéntico a otro,
196
cada uno con su identidad propia : las hojas, los árboles, las ramas, el tiempo, el aire, las horas,
los segundos, las piedras, las rocas, los planetas, el espacio, la inmensidad, las nubes. Dios todo
lo crea en una unidad, como el ser, con sus pies sus manos, su mente, su corazón, su sangre, sus
labios, su pensamiento, su pelo, sus ojos, su mirada. Dentro de cada parte, que conforma la
unidad, todo distinto. No hay un pelo igual a otro, ni una hoja igual a otra hoja, ni una rama igual
a otra rama. Igual ocurre con la muerte.

Rosa.- ¿Cómo puede ser?

Muerte.- No lo sé. Solo sé, que es. Por generaciones y generaciones que existan,
no habrá nadie igual a otro. Ni una ola a otra ola, ni una piedra a otra piedra, ni un pájaro a otro
pájaro, ni una hormiga a otra hormiga. Misterio que desconocemos. Así es y así será, sean las
generaciones que sean, los siglos y milenios de siglos. Los pasados, los futuros, los que puedan
existir y existan.

Rosa.- ¿Qué hago yo, hablando con quién no existe? ¿Cómo puedo ser, tan lerda,
para interrogarme sin saber? ¿Por qué le doy voz al viento, nombre a los sueños, realidad a las
dudas?.

Muerte.- Vana gloria, la de la gloria vana, vano reflejo el reflejo vano, vana
apariencia la apariencia vana. No tortures la mente, no puebles de ideas lo sencillo. La muerte
existe, existe la vida, existe el cielo, todo existe en la esperanza. Nada escapa a los designios del
tiempo, las prerrogativas de la existencia, al sentido poderoso del aire, el sol, la verdad, el amor,
la fe, el alma, el camino. Vienes a recorrer un camino, recórrelo, a atravesar una espesura,
atraviésala, a alcanzar los pasos que comunican la mentira y el espíritu, únelos mientras están
unidos. No separes lo que no se separa, no intentes comprender lo que no comprendes, no
busques lo que no has de encontrar. Céntrate en el amor, la piedad, la humildad, la misericordia,
las leyes del espíritu, lo que Dios marca, lo que la luz esponja en tu conciencia, lo que el alma
dicta. No dudes de ti, ni dudes de lo que con ti hablas, ni de lo que con ti planeas, ni de lo que
hagas. Hecho está , cuando está hecho, conseguido, cuando conseguido. Tu vida se inserta en la
muerte, y al morir alcanzas el cenit de la vida, el paso por la montaña, el trino del jilguero, la
voz de la verdad, la evidencia de lo real, la desaparición de lo inexistente, la fundición de la
materia, el escape de la conciencia, la creencia del alma. Se quiebra el curso de los ríos, se
desvanecen las aguas, se anticipan las olas al mar, el viento a la tormenta, y no hay tormenta, ni
nube, ni horizonte, ni sombra, ni enfermedad, ni luz, ni silencio, ni permanencia, ni existencia,
ni ser.

Rosa.- Sueño, en mis creencias, al creer en los sueños. Sin hablar, hablo,
escucho, pondero el alma, me arrullo en la conciencia, siento como el amor me inunda, al
inundarme el miedo. ¿Cómo puedo hablar contigo si estás muerta?

Muerte.- No hablas conmigo, hablas contigo misma.

Rosa.- No comprendo......

Muerte.- Forma parte de ti. Sin ti no existo, ni puedo morir, ni matarte. Estoy
dentro de ti, como una parte más en tu unidad. Todo cuanto hay en ti, está hecho por Dios para
ayudarte : los brazos, los ojos, los labios, el entendimiento, el corazón. Es lo ajeno a ti lo que
viene a destruirte : el mundo, sus bienes, sus espejos, su deformación, su mentira, su falsedad, su
orgullo, su ambición, el frenesí de la injuria, la pasión, los deseos de desear, tomar otros seres,
poseerlos, alcanzar cotas de imperio, dominar. Es la guerra del guerrero la que inculca
desavenencias en tu alma, en tu ser, es tu forma de ser la que te da forma, la que moldea tus
197
ilusiones. Es tu libertad, la que abre las vías de la indolencia o el esfuerzo, la apariencia o la
realidad. Eres tú, en ti, quien marca, con tu libertad, el camino de la luz o de las sombras, la ruta
a seguir, la piedad o la malicia, el vivir para morir o el morir para vivir.

Rosa.- ¿No te separas de mí?

Muerte.- Nunca. Al imaginar, que imaginas, que la vida es ser feliz, me muestro.
Muestro mi cara al rostro de tu mirada y te digo : tienes que morir, no lo olvides, no olvides que
estoy aquí para matarte en cualquier momento, sin que esperes a que me presente.

Rosa.- ¿Me das miedo?

Muerte.- Te prevengo.

Rosa.- Si pretendo ser feliz, ¿ Por qué no serlo?

Muerte.- La vida es dolor, esfuerzo, amor y fe.

Rosa.- ¿Eso me impide ser feliz?

Muerte.- La felicidad, no consiste en ser feliz en el mundo. La felicidad es ser


feliz con uno mismo, en el interior del alma, en la existencia. No tendrás miedo de verme, ni de
mirarme, ni te infundiré aprensión, recelo, temor. Al revés, seré para ti, una especie de
esperanza, un sueño, una alegría, mas alegría que la que experimentas viviendo. Si en tu interior
caminas con tu alma sana, sanos serán tus sentimientos. Si vives en la verdad y sientes que la
verdad te eleva, no temerás al viento, ni someterte a la ira, ni descender al barro, ni tus pies
acobardarse con el fango. Si tu camino, lo llenas de amor, el amor vibra en tu alma, en tu
conciencia, en tus ideas, en tu pensamiento, en la presencia de tu muerte, en mi presencia, en tu
constancia. Nada te infundirá temor, ni deseo, ni escudriñará tus pasiones, ni desvelará tus
sueños.

Rosa.- Si no te veo ¿Por qué te escucho?. Si no te muestras, ¿Cómo verte?

Muerte.- Oyes lo que dices, al decírtelo interiormente. Reposa en el silencio. Si


quieres verme, mírate al espejo y dime que ves al mirarte. ¿ La misma persona que ayer? ¿No
oyes silbar el viento? ¿No captas, a tu alrededor, el silencio, la soledad, el abismo, la
profundidad, el paso del tiempo, las paredes, el vapor, los ríos, los abetos? ¿ Que queda de ti, al
mirarte cuando te ves, si lo que ves al mirarte, no es lo que ves, cuando te ves? ¿ Qué refleja tu
rostro : felicidad, miedo, angustia, temor, alegría, desconsuelo, agobio, impureza, deseo? ¿No
ves, como me ves, cuando te miras? ¿No contemplas, lo que tu alma contempla, al
contemplarte?. No te engañes, ves el paso de los años, las arrugas, el miedo, las noches, las
sombras, las dudas. La verdad.

Rosa.- ¿Qué tiene que ver eso con la felicidad ? ¿Con la vida?

Muerte.- Tiene que ver con la muerte. ¿No lo entiendes?. La vida vive para la
muerte, su fin es morir, nacemos para morir. El alma es la vida, yo soy la muerte. Los dos
estamos en ti para protegerte, amarte, guardarte, consolarte, reconfortarte, esperanzarte,
animarte, fortalecerte, levantarte cuando te caigas, llevarte por las andas de la verdad, llenarte de
amor, mostrarte la humildad, la bondad, la paciencia, la misericordia, el perdón. Somos tu casco
y tu lanza para la batalla. Dios nos ha dispuesto como vanguardia de tu lucha, refugio de tu
esperanza, baluarte de tu fortaleza.
198
Rosa.- ¿Cuando tengo que morir?

Muerte.- No lo sé. No depende de mi.

Rosa.- ¿No eres quién mata?

Muerte.- Soy quien mata, no quien fija la hora, ni el momento, ni el lugar, ni la


fecha.

Rosa.- Porca muerte, la tuya, que no tienes vida propia.

Muerte.- Así es y así lo asumo.

Rosa.- ¿Quién lo marca?

Muerte.- El que te ha dado la vida. El que es la vida y la muerte, el todo y la


nada, lo posible y lo imposible, lo existente y lo que no existe.

Rosa.- ¿ Como te lo indica?

Muerte.-No me indica nada, simplemente me dice ve y voy.

Rosa.- ¿Como lo haces?

Muerte.- ¿El qué?

Rosa.- Matar

Muerte.- No mato, doy vida

Rosa.- ¿Como das vida?

Muerte.- Matando

Rosa.- Ya me has dicho que matando, ¿Cómo?

Muerte.- Te mato, matándome. Separo cuerpo y alma. Dejo libre el alma de la


materia. Voy a Dios a rendirle cuentas. Si vives, doy gracias a Dios por haber cumplido y estar
dentro de ti, si mueres, vuelvo a la muerte para seguir siendo muerte en la muerte.

Rosa.- Dependes de mí.

Muerte.- Soy una parte de ti.

Rosa.- Cuando hablo contigo, siento frío. Se me hiela el corazón. Noto un pesar
tremendo que me inunda de miedo, de temor, de un silencio profundo, con el alma cubierta de
hielo y el corazón latiendo a un ritmo intenso.

Muerte.- No es extraño. Extraño sería que no sintieses el frío rebozando el


viento, galvanizando tus miembros, cubriendo la mente de espasmo y horror. No hay razón que
me convenza, ni fuerza que pueda detenerme.

199
Rosa.- Si temo, soy frágil. Si te escucho y no me enfurezco, débil. Si creo
superar los miedos, deleznable. Inconsistente, si no tengo presente cuanto oigo. Si no me
dispongo a luchar, endeble. Enclenque, si me arrumbo en la distancia del tiempo. Si no sigo el
camino a seguir, cobarde. Aprensiva, si me demudo ante la lucha. Recelosa, si dudo. Si tiemblo,
temerosa. Si me oculto en la pasividad, alfeñique. El miedo que me inspiras, me da valor para
luchar, para no tenerte miedo, vencer el terror que me inspiras, no someterme a tu imperio,
vencerme para alcanzar el camino, llegar a la meta, robustecer mi fe, mi energía, mi vida, mi
consistencia, mi amor.

Muerte.- Eso pretendo.

Rosa.- Correré en el viento, verteré mi casa en las alturas, construiré la soledad


sobre la vetusta tierra de mis silencios y al sentirme sola, en la soledad, cubriré las noches con
los sueños.

Muerte.- Seré la almohada de tu cabeza, el grito que exhala el alma, el roer de la


conciencia, la voz que alboroza las ilusiones. Te esperaré antes de que llegues, para al llegar,
esperarte. Cuando la noche te abrace, notarás como mi sombra es la sombra que te turba, alud de
un torrente, afluencia de un vertedero, remolino, hervidero, alud. Saltaré, de gota en gota,
resbalando por tu frente y notarás el salado resquicio del sol. Las compuertas de la vida, son los
asideros del cielo. No cejes en tu empeño. No te despeñes en la materia. Ama a gritos, en
silencio, en el silencio del grito, en el grito del silencio. Ama. Amando, encontrarás el alma y
con el alma, la muerte.

Rosa.- Seré yo, quien marque la pauta de mi existencia. Yo, quien recorra los
reductos de los castillos. Yo, quien sin temor te llame, para que a mi llamada acudas. Yo, quien
avente el tiempo en el viento. Es mi vida, la que vive y mi muerte, la que me persigue para
matarme.

Muerte.- No te pavonees en el carruaje que te traslada. Eres humo y viento. Solo


a través de mí, alcanzarás el ser, para ser. A través de mí, serás. Dios, te ha dado el ser y ha
confiado en mí, para matarte. En una unidad de vida o una unidad de muerte.

Rosa.- ¿De qué te sirves para arrancar las sombras?

Muerte.- No necesito servirme de nada, yo soy la sombra.

Rosa.- ¿Cómo sientes el amor?

Muerte.- El amor, es una exaltación del alma. Fundirse con ella, en ella
concentrarse, imprimirse en su unidad, coherente, cambiante, envolvente, absorbente, inmensa,
desvaneciendo en el aire el susurro de la materia, despojando los instintos de sus primarias
convicciones. Elevar el mundo, superponiéndose al mundo, alcanzar el cielo, deshilachar el hilo
y descoser, por un segundo, un segundo de verdad, en la verdad de la conciencia y del corazón,
la fluidez de la esperanza, la desaparición del deseo, la fusión de la ansiedad con una simple
mirada. Es la demostración de que el hombre llega al infinito, de que el hombre es infinito,
infinita su transmisión, infinita su verdad, infinita su piedad, su consideración, su altruismo, su
miramiento, su clemencia, su virtud, su miramiento, su respeto, su capacidad de entregarse, su
entrega. En el amor vive, es en el amor y con amor, como debe vivir y recorrer el camino.
Amando a sus hermanos, a Dios, la verdad, la fe, la justicia. No amando al mundo, que es
materia, se desvanece, se disipa, se esfuma, ingrediente de una masa inexistente. No amándose,

200
a sí mismo, envolviéndose en su miseria, no amando la apariencia. Amando, para dar,
entregarse a sus hermanos en Cristo y al entregarse, ser, en su entrega, infinito.

Rosa.- ¿Tú amas así? ¿No estás conformada para desvanecer la vida, descorrer
las cortinas del silencio, de la soledad, del misterio, del abandono, de la destierro, la
incomunicación, la exclusión, el ostracismo, el exilio, el confinamiento, la expulsión?

Muerte.- ¿Cómo puedes escucharme y no oír? ¿Cómo quieres verme, si aunque


veas, no ves? ¿Qué te hace dudar de lo que te enseño?

Rosa.- No dudo, pregunto.

Muerte.- Pregunta incierta, para destruir lo cierto. ¿Pretendes pensar, que no sé


lo que piensas?

Rosa.- No has contestado.

Muerte.- Poco has entendido, si no conoces la repuesta. Si tú amas, amo.


Cuando tu amor se eleva, me elevo en tu amor. Vengo amándote, desde que viniste, al venir
contigo. Estoy hecha de amor, en el amor y para el amor. En ti, lleno la capacidad, juntamente
con el alma, de amar. Al alejarte, me acerco, recordándote que estoy aquí, presente, para
matarte. Mi función es que vivas, para al morir, vivir. Te recuerdo que la vida es un tránsito,
donde el amor de Dios es el camino, la verdad, la fe que el Señor nos inculca con sus leyes y
mandamientos. Cuando amas, notas que existe el infinito y noto que el infinito existe. Te
extiendes por el viento y tu corazón se envuelve en el aire y vuela. Darías tu vida por quien
amas, entregarías tu existencia, tiemblas de tanto amor, al llenarse de amor el alma. No hay
obstáculos ante el amor, ni fronteras, ni noches, ni sombras, ni pesadumbre, enfermedad, dolor.
No hay color en su piel, ni defectos en su presencia. Solo un aura, un hálito, una brisa, un vaho,
un resuello, una espiración, una racha de viento, un perfume, una flor, una espesura, un boscaje,
una jungla, un bosque, una fronda, una selva, una enramada. ¿Cómo no vencer a la vida, para
convertirte en amor? ¿ Cómo no querer llegar a Dios, que es el amor, para en el amor de
Dios, ser amor?. Yo, que soy la muerte y mato, mato por amor, para que vivas.

Rosa.- Eres falaz y mentirosa. Nos odias, por eso nos matas.

Muerte.- ¡Cuan corta es la mente y que poco alcance tiene¡. No vas a vivir
eternamente, luego tienes que morir. No conoces la vida que existe después de que os mate, ni lo
que os espera en el inmenso cielo de Dios, en su inmensa existencia. Si así fuera, comprenderías
como de extenso es mi amor, como es mi amor el que mata, como es la vida que viene, de
felicidad, alegría, amor. Tras el tiempo de tu existencia, llega la existencia sin tiempo. Rumbo,
sin rumbo, en el rumbo del amor. Infinitas extensiones en la extensión infinita. Luz en la luz,
libertad, espíritu.
No habrá sombras, ni ocultación, ni misterios, ni preguntas, ni respuestas, ni
congoja, ni temor, ni muerte, solo vida. Lo que quieras ver, verás, planetas serán tus pies, tus
ojos estrellas, serás nube y viento, sol, agua, continente, mar, ola, playa, arena. Sin alas serás aire
y volarás. Nadie detendrá tu vuelo, nadie segará tu hierba, nadie escarbará en tu cerebro. En
Dios, todo es único, como único es Dios, única su creación, único el ser, único su reino, la
inmensidad, la fe, la verdad, el todo, la nada, la alabanza, el silencio, la paternidad, la filiación.
No hay muerte en la muerte. No muere el que vive.
Rosa.- ¿Por qué vivir, si no es vivir, el vivir en esta vida? ¿Por qué huimos de
la muerte, si la muerte nos beneficia, nos ensalza, nos cobija, nos ama?¿ Por qué la repelemos
con miedo, temor, terror, espanto, pánico?
201
Muerte.- No me conocéis y me teméis. No profundizáis en la meditación,
escapáis en la apariencia, la materia, las prebendas, el desconocimiento, los deseos, las
pasiones, los apetitos, la codicia, las pretensiones, la falsedad, lo inútil, lo carente, lo insulso, lo
despreciable, la voracidad, el hambre, las fantasías, la presunción, el orgullo, la soberbia, la
maldad, la ira, la mentira, la envidia. Sacáis los sentidos del saco de los instintos, dándoles
apariencia de verdad, siguiendo el curso de sus vertidos al fango, de su arribo al lodo, de su
pócima, de su légamo, deshonra, descrédito. Sembráis apetencias en el mundo y el mundo os da
apetencias, ganas, ambiciones, materiales de derribo, pesadas piedras, inservibles reductos,
infructuosos ríos, campos baldíos, miedo, agonía, dolor, cascajos, desconsuelo, angustia,
tribulación. Sin notarlo, os hace esclavos de vuestra impericia, vuestra molicie, insensibilidad,
desorden, voluptuosidad, deleite, torpeza, desmaña, ineptitud, insuficiencia, incapacidad,
incompetencia. No pensáis, no tenéis dudas, no respiráis el aire, no veis el cielo, no miráis como
respira el silencio, como duermen las noches, os cubren las sombras. Como yo, aparezco ante
vosotros, para mostraros que todo conduce a mí, que todo lleva a mí, que sin mí no seréis nada,
nada conseguiréis sin seguirme, sin temerme, sin escucharme, sin saber que os amo, que soy
parte vuestra y en vuestro interior soy.

Rosa.- Te imaginas grande, porque matas.

Muerte.- No soy grande, ni pequeña. Existo mientras existes. Soy mientras eres.
No tengo existencia propia, ni poder, ni lengua, ni hábitos, ni presencia. Si mato, es para dar
vida. No es mi intención matar, por eso aparezco y te hablo y te digo que medites y pienses.
Corto es el tiempo. La vida que vives es corta. Eterna la que te espera. Atraviesa el puente,
amando, sin atarte a la tierra, sin fisuras en la fe, con verdad, humildad, piedad, misericordia. Al
otro lado del puente, al cruzarlo, impera la justicia de Dios. No te descalabres en el viento, no te
apresures en el follaje de la espesura, no cortes las ramas de la verdad, ni comas los frutos de la
malicia. La vida pasa en un segundo, no pases un segundo sin vida.

Rosa.- Tengo miedo. Te temo.

Muerte.- Todos tenemos miedo. Si tienes miedo, yo, tengo miedo. Si me temes,
me temo.

Rosa.- No puedo evitarlo.

Muerte.- No lo evites. Recapacita. No te hablo para ensalzarte, si no para


estrechar la ruta de tu camino, mostrarte la maleza, los despropósitos, los disparates, lo absurdo,
los dislates, la locura, las barbaridades de la aprensión, los arrebatos de la ira, la condescendencia
de las pasiones. Evita el desajuste de la conciencia, el desbarre del alma, la insolidaridad con tus
hermanos, la carencia de amor. Estoy a tu lado. Témeme. El temor te permitirá conocerme y al
final, amarme. Al llegar a tu lado, me tenderás la mano y me acogerás en tu corazón. Estarás
esperándome, sin miedo, sin angustia, sin pavor, sin inquietud. Con ansiedad por vivir, por ver a
Dios, atravesar el río, coronar el monte, descansar.

Rosa.- Imposible.

Muerte.- Agradeciendo que el camino termine.

Rosa.- Solo tengo una vida.

Muerte.- Que la carne se convierta en polvo, sea libre la libertad, que el alma
vuele en los cielos, sea cometa la verdad, inmensa la fe, la justicia resplandor. Sin espejos
202
atravesando la mirada, sin falsos prototipos, sin enfermedades que se escudan en el dolor, sin
quebrantos en los huesos, sin pirámides en las ideas, sin abruptos campos de tierra, sin tragedias
en el silencio, sin temores en las noches, sin hileras de arrugas, sin vacilaciones, sin compresión,
sin molduras de hojas en las tapiadas del aire. En el reino de los reinos. En el reino de Dios.

Rosa.- Me haces soñar.

Muerte.- No sueñes. Ama. En el amor, encontrarás mas sueños de los que puedas
soñar. No te evadas de la realidad al caminar. Solo al morir, comprenderás que los sueños son
realidad. Si vives, tu vida será un sueño. Sueño real, en la realidad del Señor. Si mueres y no
muero, será agónica tu agonía. Sin agonizar en la muerte, estarás muerta, muriendo, sin morir.
Por más que imagines, no puedes imaginar la angustia de la agonía. Agonía eterna en una eterna
angustia.
Témeme y en tu temor, ten presente que vendré a matarte, a quitarte la vida. Sin
que me esperes, llego, sin avisarte separo alma de cuerpo. Hundo mi ser, en el ser del que muere
y al matarle, me mato. No volverás a morir. No volverás a la tierra. Se han despejado los montes,
quebrado los espacios. Con tu mundo te entierran, para que no vuelvas. No tienes hogar, ni
hacienda, ni cuerpo, ni carne, ni sangre, ni pies, ni pensamiento, ni manos, ni corazón, ni mente.
Se va, al separarse lo que era de lo que no es. Se vacía el vacío. Viento y humo. Vanidad y aire.

Rosa.- Me pierdo en la duda del amor, del miedo, la vida, la espera, la


cobardía, la sinceridad, el terror. Sin pretender saber, sé que pretendo saber lo que pretendo
conocer. Evitar las montañas del camino, las murallas, los días, el silencio, las noches, los
abismos, la impericia, la discordancia de la vejez, la disección de las ideas, la aprensión de las
arrugas. Te llamo, acudes y me escondo. Miro, sin ver, lo que al mirar, no veo. Sin escuchar,
oigo y lo que oigo, no escucho. El silencio se tiñe de luz y la luz de silencio.

Muerte.- El pozo de la verdad está en tu interior. Presta atención al viento, al


susurro de las hojas, al colorido del campo, el rumor del aire, el bisbiseo de las olas, el cuchicheo
de las ramas, el balbuceo de las rocas, el arco iris del horizonte, el descenso de la bruma, la
impenetrable confusión de la niebla, el fundamento de un aguacero, el cabeceo de una espiga, el
desmoronamiento del tiempo, la inquietud de una brasa, el apogeo de una llama, la desaprensión
del deseo, la inmoralidad de la calumnia, la sordina de la lujuria. Marcada está tu hora. No mires
atrás, no hay pasado. No hay ayer, en el ayer. Sola estás en tu soledad. Contigo misma. En la
interinidad de una vida, en una vida interina. Sin lugar donde esconderte, ni mundo al que asirte.
Sola con tus hechos, tu alma, tu amor, tu fe, tu verdad, tu camino, tu muerte.

Rosa.- ¿Cómo resistir?

Muerte.- Amando.

Rosa.- ¿Cómo saber?

Muerte.- Llámame para enseñarte.

Rosa.- Estoy sola

Muerte.- No hay soledad en la soledad, sino silencio. Habla con tu alma. Tu


alma está viva. En tu conciencia. Dios es la conciencia del alma. Con la verdad acudiremos en tu
ayuda, así nos lo encargan y así lo cumpliremos.

Rosa.- Ayúdame a alcanzarte.


203
Muerte.- Te esperaré. Siempre espero.

Rosa.- No es penosa la noche.

Muerte.- Ni la soledad, ni el silencio.

Rosa.- No me dejes

Muerte.- ¿Cómo dejarte, si soy parte de ti?. Estoy en ti, dentro. Mostrándote la
furia del viento, la delgadez del silbido, el estrecho abismo del pasadizo, la inquebrantable
holgura del cielo, el paso del tiempo, el temor a las sombras, la falsedad del mundo, lo inútil de
la materia, lo pasajero de los sueños, la esperanza de que mi mano te alcance cuando me tiendas
la mano, el espesor de un alambre, la abundancia de la cosecha cuando el amor siembra, el
camino de la vida, el tránsito desde el miedo.

Juan.- Te oigo balbucear constantemente y moverte. ¿Con quién hablas?

Rosa.- Con nadie

Muerte.- No mientas, di la verdad.

Rosa.- Me tomarán por necia.

Muerte.- No yo. Necio será quien no te entienda, al decir lo que entiendes que no
entiendes y que, con quien hablas, te escuche, sin que ellos escuchen la voz que les habla.

Rosa.- Hablo con la muerte

Juan.- ¿Que te dice?

Rosa.- Que voy a morir.

Juan.- Todos lo sabemos. Todos vamos a morir. Vaya cosa me dices.

Rosa.- Que me ama

Juan.- ¿Que te ama la muerte?

Rosa.- Sí, cada muerte, ama a cada ser con el que convive y tiene que morir.

Juan.- La muerte, no tiene tiempo de hablar, solo de matar. No tiene presencia ni


está presente, solo viene cuando nos llega la hora de morir, ni antes ni después.

Rosa.- La muerte se nos aparece para que la temamos. Tengamos miedo y en el


miedo que tenemos, nos comportemos con amor, busquemos la fe, el resplandor, el camino, la
luz, la verdad, el bien. A Dios.

Juan.- No es la muerte la que nos asusta, si no el paso del tiempo, las


enfermedades, el dolor, la vida.

Rosa.- Si no tuviéramos que morir, nada de ello nos asustaría. Lo soportaríamos,


lo venceríamos, lo dominaríamos. Es la muerte, con su presencia en su ausencia, la que nos
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muestra que todo se va en un santiamén, un instante, un segundo, un pasaje por el puente, un
recorrido por el río, una acequia, una orilla, un pasadizo, un quiebro imprevisto, una calamidad.

Juan.- Morimos de enfermedad, accidente, vejez, malestar, padecimiento, dolor,


achaque, sufrimiento. No porque la muerte acuda, sino porque al no ser la vida eterna, tenemos
que morir de una cosa u otra. El cuerpo se engatilla en el tiempo y el tiempo lo arroja por la
barandilla del silencio. Para siempre.

Rosa.- Fácil es la explicación y sencilla. Tenemos que morir y morimos. Se


acaba la vida y la vida se acaba, sin más. Nos entierran y bajo tierra desaparecemos. Se apodera
el olvido y los recuerdos se desvanecen. Silencio y noche, putrefacción y polvo. Ya no hay vida
en la vida.

Juan.- Cierto

Rosa.- No se extenderán los pasajes del ayer, no recordaremos el movimiento de


los ríos, ni las fachadas de los bosques, ni el sondeo de las olas ni el boomerang de los arrecifes.
Se habrá desvanecido el cielo, el sol, las estrellas, el universo, los planetas, al existencia, el ser,
el aire, la realidad, el silencio, la noche, la sombra. La muerte, la vida.

Juan.- Nada queda tras la rotonda del tiempo. Acaba la vida en el silencio, en la
soledad, en las sombras, sin vida, en un ataúd, un cementerio, una lápida, bajo una losa.

Rosa.- ¿Nada más?

Juan.- Nada más

Rosa.- La muerte te espera. ¿No tienes miedo?

Juan.- A todos nos espera la muerte. Claro que le tengo miedo. Miedo a morir,
miedo al dolor, miedo a lo inexistente, miedo al no conocer, a lo irremediable, a desaparecer, a
no ser, a dejar de existir. Miedo, al temor, de que al llegar la muerte, le tenga miedo.

Rosa.- ¿Cómo lo combates?

Juan.- ¿Cómo combatir lo irremediable?. Aceptándolo.

Rosa.- ¿Sin más?

Juan.- Sin más

Rosa.- Habla con la muerte. Llámala.

Juan.- La muerte no habla.

Rosa.- Inténtalo.¿ No hay, en tu interior, una voz que constantemente dice lo que
es y lo que no es, lo que se debe hacer y lo que no?. ¿Cuando el silencio te arrebata, no escuchas
el sonido del silencio? ¿No te marca la inflexión de la vida ? ¿No esquilma el mal del fango ?¿
No te advierte?

Juan.- Oculto la desesperación del ruido, para no desesperarme en el ruido de la


desesperación.
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Rosa.- No te ocultes. Expande tus sentimientos, el amor. Da libertad al alma,
libertad al universo, a lo que ves al mirar, a lo que sientes al respirar el viento, la estridencia de
las olas, el color del campo, la explosión de las nubes, el azul del cielo. Verás como la muerte
acude, como se despierta tu miedo al ver tanta belleza y ser ajeno a ella, al mostrarte lo infinito
del universo, lo inapreciable de la materia, lo que te espera, lo que puedes alcanzar más allá de
los sueños. La muerte abre la vida a todo ello, es la puerta a atravesar, la linde que separa, el
mojón que distancia el fin del límite, la verdad de la mentira, la realidad de la apariencia.
¡La veo¡ ¡Viene¡. Ven, no tengo miedo. Te espero. Tiendo las manos, acógelas.
Abre tus puertas. Deja paso a la vida. ¡ Déjame pasar¡

Fin Acto 2º

Sube el telón. Los mismos personajes en la misma posición

Muerte.- Sin techo, ni noche, no soy sombra, ni luz. Agarro la vida con las
manos y las manos de la vida me sujetan. Dentro de cada ser, soy la respiración que no respira,
aliento que no alienta, movimiento sin andar, giro sin vuelta. Hago, del ser, lo que es, para que
no sea, llego antes de que llegue la ventisca, arrebato al ruido el silencio, calmo el agobio de la
angustia. La vida desde que se nace, busca la muerte, yo desde que con el que nace, nazco, busco
la vida. Al contrario de lo que se piensa, no mato, no vengo a quitar el viento, ni rodar bajo el
cimiento de los pedestales, ni destruir los castillos, derribar murales, cortar la sangre, envenenar
el pensamiento. No soy hoz, ni siego, ni voy sin cabeza, ni me visto de negro, ni aparezco en la
voz, ni rompo el ruido, ni coarto el aliento. No voy con cadenas, ni encadeno, ni soy sombra de
la luz, ni apago el sol, ni enciendo con llamas el techo.
Soy amor, en el amor del ser con el que camino. Antes de que la vida termine,
calmo la ansiedad, doy resplandor, muestro la abertura de los cielos, la fisura del universo, el
colorido de la verdad, la fe, la realidad de lo que espera a la muerte. Le permito, antes de morir,
que llegue a conocer toda su vida al traspiés de un segundo. Es un segundo de vida, en la vida
del que muere, antes de morir, para ver lo que ha sido, lo que es, lo que puede ser y viendo,
pueda arrepentirse, mostrar su alma al alma, la verdad a la verdad, la fe a la fe, el amor al amor,
la bondad a la bondad. Pueda cruzar el puerto de las sombras, el puente de los ríos, los abismos
insondables, la desviación de la incuria, la relajación de los solsticios.
No mato para matar, doy luz a la vida. Devasto la enfermedad, quito el dolor,
deshago la vejez, talo las arrugas, corto el sufrimiento, desmantelo la angustia, desbarato la
inquietud, desarmo el miedo, desgarro el temor, derroco la impaciencia,
destruyo el dislate, corroboro la efectividad del amor, doy muestra de la existencia de otra
existencia. Soy parte, en la parte que soy, de la parte que como parte, me corresponde. Equilibrio
el desgaste, la insuficiencia, la carencia, la destrucción. Compongo, las paredes del pasillo donde
se esconde la noche e impido, que penetre, con sus sombras, en la luz. Inicio la quietud, la

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tranquilidad, el equilibrio, la serenidad, la paz, la placidez, el sosiego, el equilibrio, la
ecuanimidad. Sin mí, el desarreglo de la vida, sería inmenso.
Ante el ser que aparezco, descubro que existo. No oculto que estoy oculta, no
pregono que no vengo. Indico, con el alma, el camino a seguir, los pasos a dar, la carencia de
fundamento en esta apariencia en la que existimos. Lo importante está por llegar. Es la vida que
viene, la verdadera vida, la vida de verdad, vida eterna que no podemos perder, ni permitir que
se pierda, se desvaríe, quede inmersa en tierra, se abisme en los abismos, se inserte en la
profundidad negra de negritud inmensa. ¡Tienes que vivir¡. Si vives, vivo, si mueres, muero, en
una muerte que no muere. No tengas miedo de mí, ten miedo de ti, de no cumplir, no amar, no
sentir piedad, no escuchar a la conciencia, someterte al orgullo, las prebendas, la lujuria, las
pasiones, la ambición, los deseos, los instintos, la materia, la envidia, la codicia, la presunción,
los celos, el interés, la avidez, el desamor, la falsía, el desmán, la indecencia, la injuria, la
calumnia.

El camino es corto, corto el sufrimiento, corto el desvío, la guerra, la lucha. No


desfallezcas, yo estoy contigo, a tu lado, sufriendo lo que sufres, experimentando lo que
experimentas, diciéndote que tienes que morir en cualquier momento, en cualquier instante, que
nada te preocupe, nada vale lo que vales, no te aferres a lo que va a dejar de existir, al barro, las
rocas, la arena, el artificio del mundo, la apariencia. Te mataré cuando menos lo esperes,
espérame. Ten temor, del temor de no temerme. Amame. En el miedo al miedo de que te mate,
no te mato, para que no vivas, por odio, rencor, animadversión, antipatía, encono, resentimiento.
Te mato porque te amo, por amor, para que vivas. Separo, la carne del alma y en la separación
que separo, separo materia y espíritu. Abro la cárcel que te encerraba, las púas que te afligían,
los soportes de tierra, la insuficiencia de la verdad, la carencia de alegría, el paso del tiempo, la
debilidad, la enfermedad, el cansancio, la lucha, el desaliento, la extenuación, el malestar, el
achaque, la dolencia, la anemia, el debilitamiento, la insuficiencia, la soledad.
Os hablo, porque os quiero. Os mato con amor. Llamadme. Escuchad mi voz.
Sentid la presencia de Dios. Amad. Amaos.

Baja el telón.

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