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CUATRO OBRAS DE TEATRO
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© 2011 Bubok Publishing S.L.
1ª edición
ISBN: 978-84-9009-173-9
DL: M-36323-2011
Impreso en España / Printed in Spain
Impreso por Bubok
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CUATRO OBRAS DE TEATRO SE COMPONE DE:
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T E A T R O
D E S I L U S I O N E S
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Busca en tu corazón la inquietud y descubre la inquietud en tu corazón. Sentirás
trotar el viento, caminar el aire, navegar los montes, roer las rocas, agudizar el ingenio, escorar
los rompientes de las orillas.
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DESILUSIONES
Teatro
Personajes:
1).- Andrés. De cincuenta y ocho años, aspecto muy bien conservado, pelo
cano. Casado. Dos hijos. Uno de los cuales tiene una niña.
2).- Begoña. Divorciada. Cuarenta años. Fue miss en una ciudad española.
Tiene tres hijos. De 14, 13, y 10 años.
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ACTO 1º
Begoña.- Sí.
Begoña.- Sí.
Carlos - No.
Begoña.- La lectura permite alambicar las ideas para que las sensaciones se acoplen
a los sentidos y el ser note como se eleva por encima de las cosas que nos atan.
Carlos.- Cualquier lerdo entiende que solo se llega al fin por el principio.
Begoña.- No hay bases ni principios. Hay que saber dar, entregar. Hay que
extenuarse en adquirir aquellos comienzos que palpitan en la desafectación de nuestro ser por el
resto de los seres. La reflexión de un esfuerzo. La incontinencia de un deseo. El extender las
manos para que depositen en ella los ideales. El dejar que los suspiros calen en el alma para
abrir los sueños al pensamiento. Y la realidad de un temblor. Y el estruendo de una caricia. Y el
llanto de la lujuria.
Carlos.- Eres una pedante. Siempre que tocas algo enraizado en tu interior, te alzas
como una longaniza de fuego y expides humo a mansalva. ¿Le has explicado todo eso a tu
marido?
Carlos.- Te empeñas en hacerme patente solo el físico. Pero estoy ataviado con
la indolente voluntad de no dejarme atajar por los empalagos del amor. No pretendas
confundirme en tu interpretación. Sé lo que buscas. Y sabes muy bien que yo solo sé disfrutar.
No sé amar. No quiero amar. Y no quiero ser amado. Deseado sí.
Begoña.- No puedo. No puedo. Estoy con las heridas sangrando y noto como el
dolor engendra situaciones que se superponen al ideal de la pasión. Estoy enredada en las
convulsiones de unos principios que juegan con las coberturas de la imaginación. He pasado de
ser esposa y estoy enredada en las barreras de la ilusión. Pero no puedo dejar de ser madre. Ni
olvidar la sangre que supura en el interior de la carne. Vivo en la contradicción permanente de
saberme estéril para dar y confiada en la posibilidad de la entrega.
Begoña.- Demuestras lo que dices que eres. Todo placer entraña dolor. Y todo
goce implica obligación. No por decir no quiero, deja de existir el sentimiento. Cuando uno se ha
bañado en el mar, ha sentido el goce de las olas, se ha refrescado con la espuma y se ha
adentrado en el misterio de la profundidad, puede volver a bañarse, en el mismo mar o en otro. Y
cada vez, cada instante, cada inmersión será distinta. Como distintas serán las voces que se
extraigan de dos seres abrazados en el momento de la confusión de sus instintos. O en el
momento de la confesión de sus amores.
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Begoña.- No es desesperación, es desconcierto. Estoy ubicada en un desierto por
el que reptan las arenas sin alcanzar nunca la silueta fija de un muro. Siempre en el vaivén del
viento. Siempre huyendo del crepúsculo para esconderme en la falacia del ensueño. Siempre
sumiéndome en una placidez de pasión desbordada sin alcanzar nunca el mar. Pero siempre
exigiendo. Siempre estimulando la captación de otro entendimiento que se arrastre con la misma
avaricia de la posesión. Eludiendo un compromiso que arde en las quimeras de la fantasía. Y
dejando que la vida nos arrincone en un vulgar estandarte indigno del pensamiento.
Carlos.- No puedo levantar las pesas que quieren sujetarme a la espalda. Cuando
los momentos se apresuren a desmenuzar mis bases y me dejen pendiente de las congojas,
asumiré lo que pueda arrastrar. Y lo arrastraré. Lo que debes saber es que estoy iniciando el paso
de un laberinto por el que busco encontrarme con la felicidad y saber en que consiste y como
mantenerla. No estoy hecho para entenderte. Ni para ayudarte. Ni para sostenerte. Tienes el
parapeto de mi consistencia. Tienes el estímulo de mi devoción. Y tienes todo aquello que a
través de la claridad del horizonte pueda mostrarte para que aclares tus tormentas y alcances tus
nubes.
Begoña.- No puedes imaginar como pretendo darte las deficiencias en las que
me he inmerso. Como te entrego la experiencia para que puedas correr libre por el campo y
alcanzar el atardecer en las lindes del bosque. Para que te apareen las sombras cuando la luz se
enturbia. Para que ningún rubor reclame tu incontinencia cuando llame el sentido del gozo a tu
puerta. Para que sepas caminar sin que se derrumben los vientos ni se estrechen los linderos.
Para que rujas cuando el placer se adentre en tu interior y te vuelva soplo. Puedes tomar de mi
todo lo que yo he dejado. Y aprender lo que significa la envoltura de un huracán en las
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inmediaciones de una revolución. Para que puedas hurgar en tu interior sin que este se
descalabre. Para eso sirvo. Para eso siento tus brazos y te entrego los míos. Para eso rujo en la
convivencia de los sentidos. Porque sé donde se pierden los instintos y donde se fumigan las
pasiones. Y sé como se desorientan las palabras con las acciones. Y sé cómo la noche se funde
con el amanecer en un día que no va a nacer. Y es el dolor el que llega. Y la desesperación. Y la
desilusión. Y se agotan las ganas y se eliminan las trincheras de la lucha. Y se abandona el
placer.
Begoña.- No. Los caminos se hacen cruentos si las sensaciones huyen de ti. Si
no sientes el brillo de las estrellas o no captas el olor de las amapolas. Cuando no existen
jardines, ni flores. Ni hay árboles en el bosque , ni hay bosques. Laberintos sí Y cuevas en los
laberintos. Y sombras, muchas sombras. Y gritos, muchos gritos. Vacilas y con cada traspiés la
cimentación de tus ideas se quiebra en escarpadas laderas que se aventan hacia el precipicio. Y
el alma no ve. Y vacila el cuerpo. Y notas como se arraigan en ti las arpas de un cincel que
clavetea tus instintos. Y notas como la aversión prende. Como huyes de la presencia. Como
evades el arrojo de los deseos o las caricias del cuerpo. O los inciertos devenires de las noches en
la almohada. Si han dejado a un lado la delicadeza te han dejado a un lado a ti. Te han
abandonado. Te han roto las corolas de los filamentos y han fulminado tus esporas. El vacío se
hace espeso. Y se hace inmenso el precipicio. Y la negrura entra. Entra a raudales por todos los
círculos de tu dimensión. Y te hace pequeña, pequeña, estéril, estéril, pueril, insignificante,
vacía, lacia. Y no quieres que se abran los ojos. O que nazcan las emociones. O que vuelva a ti
el sabor de la vida. Se va arrinconando la alegría y las ansias de establecer los recuadros de tus
deseos. Y el espejo te refleja como una onda cubierta de gasas. De gasas negras. De perfiles
macilentos. De penas que te envuelven. De horrores que envuelven tus penas. Y de pesares que
te doblan.
Carlos.- ¿ Y el amor?
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Carlos.- Muy emocionante. ¿Todo eso has sido capaz de sentirlo?
¿Has tarareado el silbido del tren cuando sus ruedas trituraban tus espasmos? ¿Te has apoyado en
el humo de la acequia y te has bañado en el manantial del espasmo? ¿Has bebido fuego y
comido sangre?
Carlos.- Deja esas palabras tontas que no hacen mas que enturbiar las verdades
de la conciencia. Yo quiero vivir. Vivir. ¿ Lo entiendes?. No concibo la muerte. No quiero ser
pasto de ese sentimiento de desfiguración que envuelve la duda . Ni ensombrecer los sueños con
los vaivenes de las vacilaciones. Quiero estar en el placer para poder gozar de los instantes que
se forjan en las montañas de la existencia. Y arrancar las flores del jardín. Y perfumarme con los
vientos. Y adorar los crepúsculos bañados en el rojo fluorescente del deseo. Y acariciar las
formas de los andares de unos ojos cariñosos. Y soñar. Siempre soñar. Hartarme de luz. Hablar
con los tiempos de los que fueron pasado y nombrarlos para que me expliquen como
acariciaron las conciencias de los deseos. Correr por los montes y visitar los llanos. Ver como
crece el trigo y como se espiga el grano. Como se cubre con las naves el espacio. Como el
hombre rompe la luna y cohabita con ella en el mismo lupanar. Y amar. Siempre amar. Y sentir.
Siempre sentir. Y gozar. Y extasiarme con las caricias que me acarician. Y servir de pasto al
gozo y a la satisfacción. Y de estímulo a las intenciones.
Begoña.- En una palabra: no. Esa es otra diferencia a tener en cuenta: yo si sería
capaz de matar por odio. Con tal de alcanzar otras playas en las que sumergirme u otros paisajes
que visitar. Salir de ese maligno embudo en el que la mente me sumerge y que me impide
pensar. Con tal de eludir tanta borrasca y tanta inclemencia en el alma llegaría a los limites de
cualquier confín. Porque no es la capacidad, es que no soy yo quien piensa. Ni yo quien
determina. Ni yo quien se trasvasa por el cerebro a otros lares desprovistos de agua. Es que toda
la ambición, todo el empeño, toda la fuerza está atada a un banderín que dice: sal. Sal de ahí.
Escapa, huye, escóndete. Elimina el origen del mal, destruye la impiedad. Libra tu alma. Libra
tu pensamiento : líbrate y busca la claridad, busca la vida, busca la sinceridad, busca el esfuerzo
y el deseo. Y el bien.
Carlos.- ¿No le estas clavando un puñal con tu actuación? ¿No estás ofendiendo
su dignidad o menospreciando sus valores? ¿Qué te dice?.
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Begoña.- Que puedo arrinconar las fuerzas en el lindero desconocido de lo
inapreciable y aprovecharme de ellas porque ya no siento las heridas, ni se incuba en mi el
esfuerzo ni las pasiones me atan a los seres. Puedo agarrar la existencia con las manos y
bebérmela. Puedo arrinconar los espacios en el tiempo y desprenderme de la vida. Puedo
sentirme contrahecha y despojar las virtudes de su esencia. Estoy llena de las ánforas del veneno
y nadie incubará en mi interior símiles de aptitud bondadosa o clemencia. Solo siento los
esfuerzos vanos de la ansiedad. Y en mi rigen los principios de la desesperación y el
desconcierto.
No se abrirán nuevas rutas ni florecerán los campos. He deshecho los jardines y
he violentado la plenitud de la alegría. Estoy enfundada en la miseria y cualquier accidente que
inunde mi corazón solo será un parapeto contra la guerra. Nunca podré sentir nada hacia nadie.
Ni amaré. Ni dejaré que pisoteen las extremidades de mis deseos. Cualquiera que pretenda de mi
algo mas de lo que yo quiera darle se encontrará con la negación. Y cualquiera que suponga que
puede dominarme o superponerse a mí o encontrar en mí, base de su actuación o soporte de sus
ideas, gemirá en el fuego de la inconsecuencia. Nada se ha tornado sagrado. Solo yo. Ni siquiera
la vida tiene vigor. Solo la ansiedad de una insatisfacción coherente con la maldad. Todo lo que
arrastre estará cubierto de una capa de nieve negra. Y no habrá manantiales en mi nacimiento ni
ríos en mis sentimientos ni mares que me estrechen en sus brazos. Estaré involucrada en la
desesperación y llevaré como bandera esa misma desesperación.
Carlos.- De sentir, sí. Porque conmigo has sentido. O yo siento por los dos. O mi
desconocimiento del ser es tan profundo que confundo lo vano con lo irreal o lo inasequible con
lo inaprensible.
Begoña.-Tienes que desconfiar. Y debes saber que las apariencias son el sino de
las desventajas. Todo se envuelve en celofán y se cubre de sedas transparentes que solo dejan al
descubierto la silueta del color o el arrobado esquinazo de una melodía o el sabor de un fruto
maduro. Los sentimientos se reciclan en el interior y se pasean por los instintos para embargar
los principios en un batiburrillo de ambición y deseo. No confundas el giro con el movimiento o
el espacio con el brillo de las estrellas. Solo cuando se muestren los sentimientos o cuando la
verdad se arrobe el cenit de su agonía, podrás descubrir el ser que convive contigo. Se piensa
de manera distinta a la que se actúa y se manifiesta lo que es conveniente para satisfacer, en
cierto modo, a aquellas personas que nos rodean. Se mira al trasluz del rabillo del ojo para
observar la impresión de nuestro cuerpo en otro ser. Dejamos al desnudo la vanidad para que
pueda ser satisfecha con el agradecimiento. Y en el amor, dejamos que sean los instintos los que
ambicionen los deseos y los que pregonen las necesidades.
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Begoña.- Para engañarte a ti mismo. Y adquirir una auto-estima lejana a tu
propia personalidad.
Begoña.- No escuchas lo que te digo. Y serás golpeado con toda la fuerza del
vendaval. Sobre todo cuando mas confiado estés y creas que has conquistado la cima del
Everest. Navegas bajo la ignorancia y confías en la bondad de la vida. O en la realización del
efímero acontecer de los sueños. ¡ Y no sabes con cuanto afán predomina el sufrimiento! ¡ Y
como se abren las penas en el hogar de lo insensible!
Tañer la sinfonía de un deseo en lo inhóspito de una ilusión que vive en el corazón! ¡Corear el
sonido de una rama que siente el beso de un fruto que se desparrama!. ¡Esperar a que los
acontecimientos circunden la vida y nos enseñen las claridades de una puesta de luna al
anochecer1. ¡ Tocar las manos con las manos! ¡Besar los labios que se esfuerzan en esgrimir la
dulzura del contacto! ¡ Saborear la ternura de unos dedos surcando las curvaturas de los
ciervos!.! Beber en el aliento de una palabra que musita amor! ¡ Y crecer , crecer en los ideales,
en las ambiciones, en los sueños, en las imágenes de una multitud que se apiña en las
incubaciones de la ilusión!
Carlos.- Hasta que las rutilantes estrellas asoman sus pretiles en la plenitud de la
posesión y la entrega. Hasta que las olas se encrespan en las marismas y surcan con violencias
suaves las efemérides de las orillas. Hasta que se apasionen los deseos y se note la ternura en el
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abrasado concierto de la pasión. Nada se desvanecerá en la inconsciencia o se perderá en los
caminos deshabitados. Nada se roerá contra las piedras y ladrará al muro de las corrientes. Nada
interferirá en esa compulsión de fuego que arrebata los sentidos y nos hace palpitar por el
ensueño. Se abrirán los ecos del desierto y en las cuevas tañerá la dulzaina de una flauta
amparada en los murmullos del silencio.
Carlos.- Las palabras tienen que parir rayos que crucen la carne y afloren
sensaciones. No se pueden encadenar las imágenes de los sueños, ni se pueden encadenar los
propósitos de las ideas. Con el rocío amanece el fluir de la vida y se disparan los olores de la
virginidad de los vientos. Caracolean las pasiones y nacemos con un nuevo resplandor al surgir
de un abeto en la cima de un recinto. Tenemos que divisar el horizonte para pisotear sus laderas
y caminar por sus llanos. Y embebernos en las corrientes para descabalgar en los mares.
Tenemos que hacernos llanura para mariposear en los verdes acantilados de los montes y
sostener el recinto de sus piedras. Tenemos que navegar para sentir la caricia de la espuma en los
confines de nuestra carne. Y tenemos que aflorar los instintos para notar como el amor nos
invita a nacer en los pañales de otro amor.
Y aprender. Experimentar para saber. Conocer. Entregar para recoger. Y dejar que se aireen los
sentimientos y se alcen los humos del resplandor. Para que el mundo y sus confines se encierren
en nuestro interior. Y las llanuras se confundan con el infinito.
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Begoña.- Mírame. Yo fui todo eso y me han abierto en canal. Me han
abandonado entre los pedernales del dolor y me han arrastrado por las rendijas del tiempo. Todo
se escondió en las ruinas del acontecer. Deja que te abra los ojos. Que te lleve de la mano. Que te
inflame de las conspicuas velocidades del amor y de las inocuidades de los sentimientos. Deja
que guíe tu desesperación para que nunca desees.
Carlos.- Tu has tenido experiencias que te han desbordado y quieres que tome lo
falso que hay en ellas. O lo verdadero. Yo espero que se sumen en la inconsciencia los hechos y
que estos se apoderen de los sentimientos. Quiero sentir por mí solo las alteraciones del fuego. El
resquemor de las salpicaduras. La inercia de la velocidad que acelera los sentidos. Quiero
navegar por los valles y tocar los alientos de los bosques y los perfumes de los jardines. Para
poder dar el cuerpo a tanta ambición y tanto terremoto que me espera. Para poder desnudar el
alma a tanta improvisación como deviene en cada esquina , en cada momento, en cada instante.
En cualquier amanecer. Y estar pendiente de las pérdidas del sueño o de las efemérides de los
hechos. O de la evolución de las caricias que se desparraman por el cuerpo y anuncian las
curvaturas del instinto. Quiero estrechar el pulso de la vida. Y dejarme visitar por tanta ansiedad
como el propio acontecer enseña.
Carlos.- No pretendo ser insaciable o vanidoso. Espero sentir las voces que me
llamen a las puertas de los eventos indescifrables para penetrar en su interior y vivir esa
fragancia innata de lo desconocido. Quiero enaltecer el cuerpo para apretar las sensaciones del
alma y gozar en la experimentación de los ideales que estrujan la humanidad. Quiero amar y ser
de alguien que busque en mi lo que ansía su interior. Y vaciarme en el espacio. Y navegar en las
columnas de los vientos. Y sumergirme en la frondosidad de lo impenetrable. Y con las olas
navegar hacia un horizonte poblado de hambrientos desfiladeros que mueren en lontananza.
Carlos.- No puedo por ello alejarme de la hondonada en la que debe ser tumba
de los criterios. Tengo que crecer en la intuición de que todo mi ser nace para lograr la
estabilidad de la conciencia y la claridad del cuerpo. De que estoy hecho para lograr semilleros
en los que sembrarme y anhelos que exteriorizar. Y alcanzar las altas cotas del fuego que
aprisiona el rojo de la pasión. Porque la materia que me conforma es huidiza y pastosa. Requiere
experimentar las sensaciones desconocidas para albergar la sensatez de la vida. Y tengo que
bañarme en el mar de las convicciones Y tengo que navegar por las olas de la decepción. Y
tengo que sentir el gozo que evoluciona los sentidos y escarapela las sensaciones.
Carlos.-No ves la vida como un aliciente sino como una maldición. O como
una losa que se abigarra a tu cuello y te sumerge en un ocaso sin luz e incongruente. Yo la veo
como algo frágil, sencillo y resplandeciente, algo que insufla valor y que nos impulsa a ascender
por los desgarrados asideros de los desfiladeros de las experiencias. Hay que asimilar que
formamos parte de un complejo que nos incita continuamente a la observación y la
competencia. Al asidero de los principios y a la concepción del bien. Impidiendo que los albores
del mal nos coarten. O que nos laceren las flechas de la impotencia por la obnubilidad de los
sentidos.
Hay que navegar en el barco al que nos hemos subido. Y soltar las velas y
empujar los remos. Con todos. Con los alicientes y los impedimentos que el propio navegar
arrostra. Contra los vientos que nos revocan y contra las olas que nos empujan. Contra las
fuerzas de la noche y contra los asideros de la luz. Y contra el agua y contra el surco que se abre
en la convivencia. Y contra el temor que lo desconocido nos produce. Hay que ir en pos de la
isla misteriosa que nos enseña los prismas de la aventura y las prebendas del placer.
Carlos.- Bah, Las puertas se abren con el empuje y con la velocidad. La mente
puede abarcar los flujos de la ambición y remodelar la etereidad de los sueños. Basta colocar los
oportunos espigones en el puerto para que el faro ilumine la frondosidad de la superficie y el
punto de amarre.
TELON
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Acto I I
La casa de Andrés
Andrés.- Sí.
Andrés.- No quédate.
(Begoña. sale de la habitación. Andrés sigue sentado sin saber que hacer, toma una revista, coge
el teléfono. La deja. Vuelve a abrirse la puerta por donde ha salido Begoña y vuelve).
Begoña.- Pues no me voy. Si hay que discutir mejor ahora que luego.
Andrés..- Tan sola, sí, tan sola. Sin mí. Y yo solo, sin ti.
Andrés.- No hay hechos. Tenemos que hablar para volver a ser lo que éramos.
Dime que he hecho mal y lo corregiré.
Begoña.- No hay nada que corregir porque no hay corrección en el alma. Cuando
los sentimientos se dispersan y cambian, no vuelven. Se han ido por las esclusas del cuerpo, y ya
no tiene lugar ni cabida ni en los sentidos ni en el cuerpo.
Andrés.-Algo quedará de mí en ti. Tenemos dos hijos que hemos hecho juntos.
No lo olvides.
Begoña.- Lo único que de verdad hemos hecho juntos. Pero no te valgas de eso.
Eso te valía antes, ahora no te vale.
Begoña.- Nos necesitaban a los dos. Si, nos necesitaban cuando nos
necesitaban. Cuando yo tenía necesidad de ti, porque sola no me valía. Cuando me encontraba
indefensa y baja, en la calamidad de mi suerte. ¡Sí, nos necesitaban¡, cuando por la noche no
dormían o cuando del colegio nos llamaban porque se encontraban flojos en el amor que les
entregábamos. Sí, cuando había que cuidarles y enseñarles, amarles y acompañarles, mostrarles
la cruda realidad de la necesidad de ser padres. ¿Donde te metiste? ¿ Donde te encontrabas
cuando el médico venía? ¿ Y cuándo te llamaba? ¿Y cuando necesitaba de tu fuerza porque la
mía no la encontraba? ¿ Y cuando el dolor me consumía? . Yo te necesitaba mas que tus hijos y
en tus hijos te necesitaba. Y tu........ Prefiero no comenzar a decir lo que no debo ni quiero decir.
Prefiero no oírte decir que me quieres, porque nunca me has querido. Te has querido en ti y yo
era el complemento de ese amor que te tenías. Ni me querías ni nos querías. Te queríamos y te
quería. Esa era la diferencia. Y no la viste.
Andrés.- Puede ser que no lo viera. Que fuera egoísta. Pero de ahí a decir.... que
no los quería, hay mucha diferencia. O que no te quería. ¡ Como no iba a quererte si te quiero y
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te sigo queriendo¡ ¡ Como no iba a quererlos si los quiero¡. Sois mi vida y no puedo vivir sin
vuestra compañía. Sin sentiros. Sin sentir que os cuido y me cuidáis. Que somos juntos, una
familia. Una unidad no partida ni compartida. Algo único e inenarrable. Una familia. ¿
Entiendes? ¡ Una familia¡. Algo propio de la esencia de la vida. Algo que no se hace más que día
a día. Entregando y dando. Cada cual con lo que puede. Y si no te di, porque no lo veía,
haberme enseñado a ver, para darte lo que necesitabas o querías. No me culpes por amarte.
Cúlpame por no haber visto lo que sentías, pero no me achaques lo que no es achacable ni me
imputes lo que no es imputable. Si has dejado de amarme, vuelve a amarme, yo no he dejado de
quererte, ni quiero dejar de quererte, ni quiero olvidarte o perderte.
Andrés.- Hay tiempo, mucho tiempo por delante. Haré lo que tenga que hacer y
corregiré lo que tenga que corregir. ¡No me dejes¡¡ No nos dejes¡. Te quiero. Te necesito.¡ Te
necesitamos¡.
Begoña.- Para mí, no. Hay odio en mi corazón. ¡ Odio¡ ¿Comprendes lo que
digo? Odio. Negación, dolor, frustración, fracaso, naufragio, desengaño, infortunio.
( Andrés, la abraza)
( Begoña, llorando)
(Begoña sale de la habitación por el mismo sitio que había entrado, va a lavarse y
Andrés .- Lo he oído.
Begoña.- Estás perdiendo la dignidad para ponerlo todo difícil. No imaginé que
pudieras caer tan bajo. Eres tan insensible que me desconciertas en reacciones tan deplorables
en ti. Tan comedido, tan sensato, tan pueril, tan creído. Tan irremediablemente egoísta y
narcisista. Tan....
Andrés.- Soy todo lo que dices y mas. Pero hay algo que debes saber y quiero
repetirte para que lo comprendas. ¡ Que te quiero¡. ¡ Quiero a mi familia¡
Begoña.- Nada tenía que decir. Tu lo tenias que ver para abrir nuevas vías a un
amor que se perdía. ¿ No lo notabas?. ¿ No sentías que no sentía? ¿No notabas como se abría
la distancia en los cuerpos al rozarse?. ¿ No veías como temblaba cuando tus manos me
tocaban.?.
Andrés.- No lo notaba.
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Andrés.- ¿Qué o quien dices que dice?
Andrés.- Sueñas.
Begoña.- No soy una niña ni soy una vieja. Estoy en la flor, donde se expande el
olor y perfuma el aire llamando al amor. O llamando a la venganza del amor en el amor de la
venganza. Estoy hecha, porque el sufrir me ha hecho. Tú, me has hecho, con tu presunción y tu
ignominia. Y al estar hecha, puedo salir sin miedo a ver lo que no he visto y luchar. ¡Luchar si¡,
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por lograr lo que al cerrarme con candado no me has permitido conseguir. O no me has querido
dar o no me has permitido ver.
De otra manera hubiera ahogado la felicidad de mis hijos, y la paz de una familia que tu dices
mantener y proteger. Y yo digo, que abandonaste, sin preocuparte de lo que te tenías que
preocupar, ni entregar, lo que sin pedir te suplicaban. Me dejaste en la cuneta del barro y querías
que fuera una gacela para dispararme. Para devorarme entre las quijadas de tu placer. No
pensaste en mi sino en ti. Tu trabajo, tu ascensión, tu primacía, tu valer, tu presunción, tu
inquina. Menos tu familia de la que tanto pregonas. A la que me echas en cara como si me
hubiera olvidado que soy madre. Pero una cosa es ser madre y otra ser esposa. Esposa fui y no
tengo que ser esposa si mi esposo no es esposo y me trata como esposa. Con las esposas de
ambos en las muñecas del cuello y en los embudos del corazón. Atados el uno al otro. No el uno
para el otro. No para servir y ser objeto del placer. Sino para amar. Para amar y ser uno en el
amor. Un solo cuerpo en el cuerpo, una unidad en la unidad. Un solo renglón al escribir. Un solo
lápiz y un solo papel.
Andrés.- No lo sabía.
Begoña.- ¿Como vas a saber lo que pasaba, si solo vivías en ti, dentro de la
prolongada ensimismación en tu contemplación?. Hasta que me dije ¡Basta¡. No puedo desafinar
al tocar en la orquesta porque la orquesta puede concluir. Y puedo destruir la orquesta. Puedo
dejar de tocar, para que encuentren alguien que no desafine. Y me puse a luchar. No para
aprender a tocar, sino para encontrar otra forma de tocar en otra orquesta.
Begoña.- Sí
Begoña.- Puede ser. Pero tuve que elegir: o ser infeliz en la orquesta y hacer a
todos infelices o encontrar otra tecla que tocar con otro instrumento bajo otra batuta.
Begoña.- Lo descubriré.
Begoña.- Lo llamo libertad. Ansiedad de respirar. Ave fénix que alcanza el cielo
sin inhalar. Lo llamo alma libre emancipada. Volar. Volar en un vuelo sin parar. Ir al infinito con
las velas desplegadas. Mirar desde lo alto como camina la gente, como las olas se bañan, como
los montes se alzan en las crestas de los montes. Ver los galeotes con sus esquirlas hendiendo el
mar. Las islas batiendo sus alas entre las aguas que las limitan. Y bracear en el espacio sintiendo
como el aire me acaricia.
Andrés.- ¡ Bravo¡. ¡Bravo¡. Muy bien, muy bien. Muy altruista. Muy hermoso.
Muy real. Y tus hijos en la tierra, mirando a ver si te ven navegar, para que los saludes y te
saluden y se alegren con tu alegrar. ¡Bravo¡ ¡Bravo¡. ¡Que bonito es soñar¡. ¡Qué peligroso el
despertar¡.¿ Sabes de que hablas al hablar?.
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Andrés.- No lo creo. Estás asustada y te engañas para no asustarte más. No
conoces tu camino. Ni sabes como andar. Creo que te has inclinado por una forma de pensar
ajena al pensar. Como una niña pequeña que dice por decir lo que dice como si fuera algo genial.
¡ No es genial nada de lo que dices¡ ¡ Es una tontería a tus años que me daría vergüenza pensar¡.
Andrés.- El que te de igual no quiere dejar de decir que seas una barbacoa que
no prende. Te estas clavando un estilete en el corazón y sangras por una herida que te has hecho
y nos quieres culpar de que te la hemos hecho. Para librar tu responsabilidad, y alejar las dudas
de tu conciencia. ¡ Pues no¡. Carece de validez cuanto piensas y es una cobardía solo el pensar.
Si me has dejado de amar, no me culpes. Cúlpate. Culpándote, podrás volverme a amar. Si me
culpas, nunca me amarás. No me hagas responsable de tu invalidez mental y de la agonía de tus
sombras que te encierran en la soledad. Acude a mí cuando quieras. No te quedes sola. No te
encierres y te pongas a llorar. Cuando quieras llorar, ven a mis brazos a llorar. Yo lloraré contigo
y juntos lloraremos al llorar. Sentirás entonces mi amor y lo notarás en tu corazón. Y descubrirás
que te quiero. Que siempre te he querido. Que para mí eres el amor y no hay más amor que el
tuyo. Y el de tus hijos.
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Andrés.- Puedo ayudar. Déjame intentarlo.
Begoña.- ¿Intentar el que ?. ¿Que sienta placer en tus brazos cuando no siento
placer? ¿ Que llore contigo, para verte llorar y ver llorar a mis hijos?. ¿Que salgamos juntos a
respirar sin saber que decirnos? ¿ Que me ponga yo el batín y tú te quedes en la cocina?. No es
fácil ver lo que la niebla enreda cuando la niebla desciende. Se difuminan las formas y todo
queda internado en las sombras que la niebla proyecta sobre las sombras. Se necesitan años para
deformar lo que los años han formado. Tiempo, mucho tiempo, para levantar lo que el tiempo ha
levantado. No hay atajos en el alma. Ni en el amor hay atajos.
Begoña.- Estoy deshecha y solo busco libertad. No quiero volver a estar atada
con unas obligaciones que me superan. No quiero que me arrastre el odio por las tormentas que
me envuelven ni por los arrebatos que me aceleran. He superado la frialdad que me envolvía y
deseo caminar por el camino emprendido en busca de esa felicidad de que hablan y que yo tenía.
Quiero volver a sentir lo que es la alegría y lo que es tener el alma llena de amor. Llenarme con
la respiración que respira, con el hablar del que habla, con el mirar del que mira. Con sentir
como sus alas me amparan y como me ampara la vitalidad de su amor. Sentir que se enciende el
sol y que el sol se enciende por mí. Solo por mí. Que se abre un nuevo día para que yo respire y
para que sea una luz mía, solo mía. Quiero volver a estar en esa pendiente que era un vacilar
continuo pero alegre. Un caerme sin caerme, porque al sujetarme me sujetan. Un parapeto contra
el muro de las corrientes y contra el furor de las borrascas. Un rodeo por llegar a una meta , que
antes tenía y ahora carezco.
Andrés.- No amor. No quiero que llores o que sientas dolor. Tu felicidad es más
importante que la mía. Dime lo que quieras que haga y lo haré. Te quiero. Siempre te he querido
y no puedo dejar de quererte aunque no me quieras. Aunque me odies, te quiero. Y te querré
siempre.
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Begoña.- No puedo......
(Begoña.- se echa las manos a los ojos para calmar el dolor que la agobia).
Begoña.- ¡Suelta¡
Andrés.- No eres débil, eres niña. Y cuando te muestras como niña, eres
adorable. Y me siento fuerte al verte débil.
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Begoña.- Noto paz en mi agonía.
Andrés.- Has dejado salir el impulso que te impedía respirar y respiras. Respira
fuerte, ahora que respiras, para echar fuera todo lo que dentro te consumía. Deja libre el alma.
Oye como las hojas revientan en las ramas. Como el viento cala por las rendijas de los suspiros
que escapan. Como hay un clamor dentro de ti que dice: ama. Como el olor de las flores peina la
mañana. Como se abren las ventanas. Todo un aspirar el aire de la vida, para disfrutar de la
vida, cuando el cristal no se empaña.
Andrés.- Crees que no tienes libertad. Pero eres libre amor. Siempre has sido
libre. Todos tenemos una libertad compartida. Una libertad que se estrecha al estrecharse en la
libertad que cobija. Al chocar con las otras libertades, que al ser libres, se limitan con las otras
libertades. El aire pertenece a todos y todos lo comparten. No es de nadie y es de todos.
Begoña.- Volar....
Andrés.- Eres mujer y te quiero como mujer aunque te quiera como niña.
Begoña.- No cambias.
Andrés.- La lucha nunca termina, vida mía. Si vences porque has vencido. Y se
te han vencido, porque la derrota enseña.
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Andrés.- No hay vuelos libres en libertad. Alguien dispara cuando más tranquila
vuelas y te atrapa en tu vuelo sin volver a dejarte volar.
¿No querías que te explicara.....?. Ha llegado el momento de que comprendas lo que quería darte
a entender.
Andrés.- Será algún conocido .Ya verás. Algún vecino en todo caso.
pone a pasear. Se oyen murmullos fuera. Antes de abrirse la puerta se oye a Begoña
(Andrés se levantase acerca al mueble que hay en el salón saca una botella y una
copa. Y un sifón.... la llena.)
Andrés.- Tenga
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(Otro silencio prolongado)
una plaza. Pero he llegado. Creí que tendría que llamar porque se me estaba haciendo tarde.
(Otro silencio)
Andrés.- Yo tampoco.
Andrés.- ¿Le has contado que no bebemos...? ¿No le habrás contado que pijama
me pongo? ¡Cómo veo que cuentas tanto....¡
Begoña.- Carlos.
(Otro silencio)
Andrés.- ¿Y bien......?
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Carlos.- No me parece mal. Suena bien.
Carlos.- A mí no me ofende.
Begoña.- ¡Calla¡
Andrés.- Me dan ganas de reír. Si no fuera porque estoy nervioso, me reiría. Un
pipiolo.... amigo de mi mujer...... No te concebí con tanto afán de aprender.
(Otro silencio)
Begoña.- ¡Que grosero eres¡. Cosas. Hablamos de cosas. Nos contamos cosas.
Somos personas que hablamos.
Andrés.- Personas que habláis de cosas. Todas las personas cuando hablan,
hablan de cosas. No ladran
(Andrés se levanta para poner otra copa. Carlos mira a Begoña y le enseña el reloj indicándole
que el tiempo se acaba.)
Andrés.- Tenga.
Carlos.- Gracias.
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Andrés.- ¿Darme cuenta.... de que... ?
Begoña.-Que me voy
Begoña.- Te dije que tenía que volar. Que salir, Que buscar el camino para andar
y ver como el viento me envuelve en el perfil de sus melenas. Para poder vivir. Encontrar la
libertad. Dejar de sufrir.
Andrés.- ¿Con él....? ¿Con este pipiolo insignificante...? ¿Con este hijo
de mala ralea...?
Carlos.- La quiero
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Begoña.- Tú, te quedas. Aunque te mate.¿ No has dicho que me quieres?. Lucha
por el amor si me quieres.
Carlos.- Vaya lío en el que me has metido. Te dije, vente. Y tu, no. Ven a por
mí. Yo que no, tú que sí. Y hete aquí los dos con ese frenético que me llama merengue. Me
marcho.
(Se abre la puerta del fondo y aparece a con un cuchillo largo de cocina)
Begoña.- Quédate.
(Andrés se levanta nuevamente del sofá para dirigirse a él con intención de clavarle
Andrés.- Cosas particulares dice, como si no supiera .... mas que yo.....
a se echa a llorar y tiembla. b lo consuela, le acaricia, le mima
Begoña.-Tranquilízate. Suelta.
(dirigiéndose a Carlos)
(Andrés a se vuelve a acelerar y agarra por el cuello a su mujer, Carlos se levanta a todo correr
y acude en ayuda de Begoña)
(Andrés se pone nuevamente a llorar, suelta a Begoña y se pone a pedir y a suplicar. Begoña se
levanta y pasea, para poder respirar. Poco a poco encuentra la respiración.)
Begoña.- Sí, si que hay sueños. Si que hay flores en los jardines. Y playas y olas
y mar. Si que hay campos donde florecen los campos y tierras donde dan fruto las tierras.
Andrés.-No te irás.
Begoña.- Me iré.
Calos.- Se vendrá
Begoña.- Me iré a tu casa no a vivir contigo, sino a tener un lugar donde iniciar
el inicio. A pensar como hacer realidad lo que para vosotros es soñar.
Begoña.- Los dos no habéis captado lo que soy. Uno se has engañado porque
me tiene y me posee. Y el otro se engaña porque quiere tenerme y poseerme. ¡Soy libre¡ ¡Libre¡.
El mundo me abre sus puertas y queréis ponerme cadenas cuando se han roto las cadenas.
Cuando voy a dejar de sufrir queréis que vuelva a sufrir. Que vuelva a caer en las redes de la
monotonía. Que no escape del nido como una golondrina. Que me desnuque en las rocas sin
contemplar como el sol se esconde al atardecer. No. No y no. Voy a ver el amanecer yo sola. En
las playas de la ilusión, con la armonía de la luz. Sin que se estreche el silencio ni me empuje la
soledad. Vivir. Vivir.
Begoña.- Voy a por las maletas. Me voy. Están preparadas. Me llevo poco. Os
dejo solos. Si queréis mataros, mataros.
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(Begoña se levanta y sale por la puerta primera a la derecha. Nada más cerrarse la puerta
Andrés y Carlos se miran. Van uno hacia el otro como si quisieran matarse. Se abrazan.)
(Carlos y Andrés se miran airados y desafiantes) (Se abre la puerta ligeramente y se entreve
que Begoña está mirando a ver si ocurre algo entre los dos. Pendiente. Se cierra la puerta)
Andrés..- ¿ Que es lo que no sabías, enano?. Voy a matarte. (Se dirige al lugar
donde está el cuchillo y lo recoge. Se dirige a Carlos de forma violenta. Y al llegar donde
Carlos, en lugar de clavarle el puñal, lo abraza).
Carlos.- Es una mujer formidable. Tienes suerte . Es una mujer admirable y muy
inteligente.
Andrés.- Pero es una niña. Sigue creyendo que está en la edad de merecer y al
cumplir los años se siente como si fuera a envejecer y quiere salir para no sentir que envejece.
Ha estado demasiado protegida. Tiene que despabilar y mejor con una prueba que con la
realidad.
Carlos.- Lo que te ha dicho es verdad. No hemos sido amantes. Pero no te creas
me ha costado una barbaridad el mantenerme sin inquietarme. Ha habido momentos que he
podido fallar.
Carlos.- Otra vez, cuando encargues algo ten cuidado, porque todos fallamos y
todos ante una mujer como la tuya podemos fallar y enamorarnos. Y si nos enamoramos estamos
dispuestos a quitártela.
Carlos.- Con lo del cuchillo no, pero cuando las has cogido del cuello sí que me
he asustado.
Andrés.- Sabía hasta donde apretaba. Pero hubiera seguido un rato. Ese placer
merece un trago.
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Carlos.- ¿Y ahora......?
Carlos.-Pero hecho
Andrés.- Si se va, llévatela. Déjale tu casa libre para que tenga una casa en la
que estar. No sabe lo que es vivir. Y si se va la he perdido para siempre. Si se queda he ganado la
partida. Y como es inteligente, aprenderá.
Andrés.- No hace falta que le digas nada. Le dejas las llaves del piso. La nevera
con comida y dinero. Y le dices que le pasarás dinero, para que cuide la casa. Una cosa es que
me separe de ella y otra que la deje a la intemperie, con sus ideas, sin saber como ni por donde
camina.
Carlos.- Se irá.
Andrés.- Que te calles. ¡Es mi mujer ¡. la quiero y quiero luchar por ella. Es la
madre de mis hijos y la necesitan. Y la necesito
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Andrés.- No te vayas. Te quiero
Begoña.- Tengo que irme. Tengo que encontrar el camino por el que navegar
sola en la soledad de un transitar que me abra a la verdad de lo que quiero. No puedo aguantar
este sufrir que me confunde y estrecha la felicidad de mis hijos y la tuya. Tengo que llegar al
borde del precipicio para ver si soy capaz de saltar o de hundirme. Estoy ahogada en este hogar.
Ahogada y sola. Ahogada y quieta sin saber por donde tirar. Me ha costado mucho decidirme y
no puedo volverme atrás. He de emprender el tránsito de la libertad, y descubrir si es preferible
la libertad o las cadenas que atan a las obligaciones en la tranquilidad de un hogar.
Andrés.- No te vayas. Te quiero y no puedo vivir sin ti. ¿ Que va a ser de tus
hijos?.¿Qué va a ser de mí?.
(Begoña se dirige a donde están las dos maletas. Andrés y Carlos también. Cada uno tira de una
en dirección contraria.)
Begoña.-Estaos quietos, no soy un asno para que uno tire del ronzal y el otro del
rabo.
Andrés.- No te irás.
Begoña.- ¿No comprendes que tengo que arriesgarme?. Que no os doy felicidad.
¿ Que en cierto modo no lo hago solo por mí?.
Begoña.- Tengo que sacar el odio que hay en mi. Esa ansiedad que me mata.
Esa pena que me agobia y me maltrata. Ese estar de esquina en esquina con los lloros en la pena
de las lágrimas.
Carlos.- (Que ha vuelto a entrar).- Voy sacando las maletas es hora de irnos.
(recoge la otra maleta).
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Andrés.- No te vayas. Puedo dejarte la casa, irme yo para que pruebes. Puedo
marcharme y dejaros libres. Puede.... ¡menos que te vayas.... Menos que me dejes..... menos que
no te tenga ....¡
Begoña.-No es Carlos, soy yo. Carlos solo me sirve para lo que me sirve.
Begoña.- Me voy
Begoña.-Me voy.
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Andrés.- No es justo. No es justo que eches a rodar la familia por un mozalbete.
O por un querer ser alguien, que busque la novedad de la suerte en la calle. Buscar algo que no
existe. Dejar lo que tienes por un sueño. Creer que vas a encontrar fuera lo que dentro posees.
Carlos.- ¿Vamos?
Begoña.- Voy
Andrés.-¡ No te vayas¡
Begoña.- Me voy
(Carlos y Begoña salen juntos por la puerta. Se oyen ruidos de maletas. Se cargan las maletas
en el coche. Mientras Andrés se desespera. Se lleva las manos a la cabeza. Se levanta, se sienta.
Toma el cuchillo, lo deja. Va y viene. Al cabo de un instante se abre la puerta y se ve a Begoña
entrar).
Begoña.-No he podido irme. Tengo que sufrir mi suerte. Tengo que sufrir y
amargarme
Andrés.- Yo te haré sufrir para que sufras. Mi amor. Te quiero. Pondré grilletes a
tus cadenas para que nunca te sueltes. Y te haré sufrir. Sufrirás cuanto quieras. Yo estaré para
que consigas ese dolor que tanto ansías. Te quiero mi amor. Te quiero
FIN
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TEATRO
E S T U P O R
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MIRAR
Y en el precipicio, el silencio.
No te pierdas en la noche,
El grito en el silencio.
Rescoldos de fuegos
Apariencias de enjundias
El grito de la mirada,
Fuego en el barro.
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Toda la obra se desarrolla en espacios abruptos, en blanco y negro con distintas
evoluciones focales : montes, lagos, ríos, dependiendo de la ocasión y el momento. Una música
de piano, arpa o violín, indistintamente y única acompaña las disertaciones según corresponda a
un actor u otro.
Dos Actos
Personajes
1.- Jiro, extraído de la metodología de ser griega, como los otros dos
2.- Neon
3.- Ura
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ACTO 1
Neon.- Era, pero no soy. Viví, en mis tiempos de vida, cuando la vida era vida
y no era muerte el vivir. Vivía con los alicientes de la esperanza. Amalgama de color en unos
colores que saltan a la vista. Y no veía, al ver ni escuchaba al oír. Solo consistía en tomar de la
vida el viento, respirar, reír, absorber el fruto y arrojar la cáscara.
Dejé que se fueran las noches, en las mañanas, y como la cigarra, cantaba al
dormir y al despertar buscaba la forma de hacer de la vida un jardín. Para mí.
El soplo del cielo, el aspirar de las nubes, la conquista del espacio, la mirada vertida en las
estrellas con la luna abierta al mar. La soledad del silencio, los gritos de la verdad. Todo era una
forma de entender, que nada entendía para ser, y al no ser, no sabía que por no ser, no llegaría a
sentir el viento, el aire, ni lo que siente el viento, ni lo que es ser nube, ni el concierto de las
estrellas, ni la claridad de la luz.
He destrozado la tumba donde el polvo descansa. He abierto confines de miseria
en la miseria del alma Y donde cae la luz, la luz no se enciende. Voy arrastrando la carne, en la
confluencia del río con la sangre. Y no hay mar, ni olas, ni confines, ni tierra, ni materia, ni
esperanza. Vertido en mí, me he quedado sin mí en el vertido. No hay sierra que me acoja, ni
monte en el que me desperdigue, ni inmensidad, ni espacio, ni infinito, ni gloria. Solo cavidad en
el muro. Solo rencor en el alma, solo abismos y sombras, quebradas y cordilleras, sin luz.
Palpando la esperanza, sin esperanza.
¿ Entiendes lo que digo ?. Voy, pero no voy, camino, pero no camino, sin estar,
soy y al estar, no soy. Rastro sin rastro, al no ver como el rastro se pierde en un mundo que no
existe. Existía al existir y era al ser. Pero tan pronto me fui, se fue conmigo, y me dejó en la
abertura del abismo profundo. En la profundidad negra de lo negro del abismo. Inquieto sin ver.
Perdido aunque mirase. Palpando las rocas de las profundidades de lo inescrutable, con el temor
de temer que me hirieran las puntas que avistaban las manos. Inquieto, me inquietaba en el
temor. Y el temor se hacía intenso, profundo, interior, interno, inmenso, infinito. Y a mayor
temor, mayor era el temor. Y cuanto más temía, más crecía el temor. Era la continuidad de una
aguja, penetrando con su filo en la carne del corazón. Llama de fuego, en una boca con fuego en
su llama. Sin paredes, todo eran paredes. Sin muros, todo eran muros. Sin suelo, todo era suelo.
Encendían las sombra las sombras encendidas. Y no tenía por donde huir, ni como huir, ni como
escapar, ni como dejar de sentir. Sentía y el dolor sentía conmigo. Lloraba y en el dolor de
llorar, las lágrimas se encendían. Todo era una larga miseria de barro, que con barro me sostenía
en el fuego.
Fango y miseria. Corrupción y fétido olor. Me escondía sin ver, y como no veía,
no me escondía. La noche, era noche, sin día. Y sin día, no había noches. Todo sombras oscuras
en la negritud de las sombras. Marmitas de agua encendidas. Calabozos y temor, terror, pavor,
miedo. Y en el miedo, se entretenía el temor. Recelo aprensión, desasosiego. Y con el temor, el
pavor descendía. Y volvía el temor, para encender el miedo, y el miedo, para encerrar el pavor.
Miseria y agonía. Y volvía la agonía a la miseria. El miedo que no se iba, la noche que no venía,
y la luz que no existía. Quejidos salían de la voz, de los quejidos, lloros y lamentos. Y al llorar,
los lamentos lloraban. Y lloraban los lamentos de los lloros. Confines de almas. Alargadas
hileras, de sombras, sin sombra. Nadie es nadie y nadie ve, que vea, para decir que nos veía.
Nadie, en los acercamientos de los gritos y sin gritos, nadie se entendía.
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Bajaba y subía, sin que tuviera fin, la bajada, ni descendiera la subida. Se
desparramaban los miembros, y de repente, los miembros volvían a desparramarse en las
encendidas brisas del fuego. Continuaba la continuidad del viento, sin que sintiéramos el viento,
solo el calor que despedía. Nada era, como fue, como éramos. Nada que pudiéramos concebir al
concebir. Nada entre los murmullos de los requerimientos de los sentidos. Nada en la carne de
los miembros, nada que pudiera hacernos discernir la concepción de lo que concebíamos.
Lamentos que se lamentaban. Gritos que gritaban. Agonía de silencio, en un silencio de agonía.
Sin cuerpo, no había cuerpo que resistiera la venganza de la mente en la conciencia. La razón,
sin razón, no se entendía con la razón. Desconcierto en el desconcierto. Depresión en los
abismos que se abarcaban en las depresiones de los abismos.
Jin.- Veo, que has venido para verte y que no te vea. Escucharte, sin oírte y sin
oírte, escucharte. Captar las sombras de la noche a la luz del día. Y sin luz, captar las sombras de
la oscuridad. La tenue melodía en un silencio angosto, en la angostura de la nada. Sentir, como
en la nada, existe la existencia, sin nada, teniendo el todo, disponiendo del todo, sin tener nada.
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y monte. Horizonte y luna, espacio y superficie. Creencias vanas, en las vanas creencias de las
ideas, que se forjan en la mente.
Donde estoy , no existe la existencia. No existo, ni soy. La conciencia roe, con el
gusano, la conciencia de la conciencia. No tengo cuerpo, pero el cuerpo arde. No tengo manos, ni
pies, ni sentimientos, ni corazón, ni torso, ni mente, pero todo está en llamas, ardiendo sin parar,
con las llamas ardiendo en las manos, los pies, el corazón, los sentidos, los sentimientos, los
pensamientos, los hechos, el ayer. No tengo ayer y el ayer viene a derretir la maleza, de la
aproximación de la oscuridad, a la oscuridad de las sombras. Perdido, si tener tiempo, en un
tiempo perdido. Ya no hay tiempo, en el tiempo. No hay camino, en el camino. Preso, en la
prisión del ayer, la justicia me ha encadenado al dolor Y encendido en el fuego del dolor, no hay
tiempo, ni existencia, ni luz, ni sombra, ni esperanza, ni sueño. Solo temor, miedo, pavor,
aprensión, recelo, desconfianza, sospecha, duda, turbación, desasosiego, algarabía de gritos que
no gritan, voces que no se escuchan, maldiciones y desesperanza. No soy, cuando pude ser. La
llama del poder ser, en lo que pude ser, enciende mi agonía. Ese recuerdo, es la llama que se
enciende en mis sentidos y hace que mis sentidos se quemen. Siento, en un sentimiento que no
siente. El dolor se encauza en el dolor.
He venido, sin ver, y aunque te mire, no veo. Sigo en la oscuridad, sin los pies
seguros. Sin que sienta el suelo, ni las bandas de los árboles, ni el surco de las paredes. Voy
enajenado, sin que la enajenación se pierda un segundo de enajenación. Sigo, aunque te mire,
sin tener cunetas en las que guarecerme. Oigo, sin escuchar los gritos de las voces. Ruidos, que
maldicen a los ruidos. Me persigue el ayer y noto como las ideas se han roto para perseguirnos.
La libertad prendió en esperanzas de libertad y convirtió el amor, en amarme, para servirme.
Hice, de la fe, el cementerio de la verdad. Engañé a mis engaños y me mentí con mis mentiras.
Viví, sin vivir, y creyendo vivir, moría. No dejé entrar en el alma los principios del amor, ni las
angustias de la humildad. Perseguí la ficción de la molicie, las pasiones, la lujuria, el regalo, el
deleite, la voluptuosidad, la comodidad, la blandura, la fogosidad de los ímpetus, la exaltación
de los calores, la ambigüedad de los principios, la maldad, los trastornos de la mente, el
sensualismo, el erotismo, el goce, el regodeo, la delectación, el deleite, la complacencia, la
satisfacción. Envidia, malicia, molicie. Celos, pelusa, desazón, rivalidad. Malignidad,
perversidad, depravación, malevolencia, delito, traición.
Irresolución, voluptuosidad, acomodación. Apoyado en tanta desolación, convertí el oasis en
desierto y olvidé que nací para amar, y que solo el amor me abriría las puertas de la fe y de la
verdad.
Olvidé, en el olvido, los principios. Desoí la voz de la conciencia. La bruma del
amanecer en las mañanas. El gorjeo de las aves en el cielo. Las tormentas, aquejadas de nubes,
que se estrellaban contra las tempestades. El grano que se asomaba a la espiga y tumbaba la
cabeza. El surco que abría el arado en las mejillas del campo. Campos de hierbas, flores en los
tendidos del cielo, el horizonte, el clamor de las gargantas por el paso de las hendiduras. No vi la
luz de las olas, ni el quebrar de la luna, ni la asolación de los empeños, en el sueño de las
estrellas. No oí las campanadas de los gritos, ni las voces de la encarnación de la bondad. Siendo
en mí, solo me oía. Solo respondía a la voz de mi egolatría y mi ambición, a mis sentidos,
abiertos de ambiciones, sin disimular su ambición. Rincones de escoria en la maleza. Vanidad en
el viento. Humo en las espirales de los sarmientos. Sin granos, sin cepas, sin frutos. Caminaba,
sin caminar, por los caminos, sin tener caminos por los que caminar. Era una sombra de sombras,
una espiga sin grano, escoria, polvo, fango, cárcel, espina.
Neon.- No veo lo que ves. No tengo ojos. Tu existes, yo no existo. Tienes aire y
viento, mar y olas, espacio y rocas. Montañas y montes, paradigmas de soluciones y espacio en
los paradigmas. Manos y pies, espíritu, forma, contubernio, conglomerado, maneras,
respiración, consunción, esfuerzo, alas. En lo profundo del abismo, solo hay abismo y
profundidad. Años sin años, rocas sin rocas, fuego en las llamas, llamas y fuego Sin cenizas, sin
escapar en las ranuras de la brisa, ni por la brisa de las ranuras. El temor de la nada, llena la nada
de temor. Vivimos, sin vivir, una vida de miedo, en el miedo de vivir.
Negro lo negro. Oscuro lo oscuro. Las llamas no lucen, solo queman la entrañas.
No lucen los fuegos encendidos al estar encendidos en lo que sin cuerpo es cuerpo. En lo que sin
ser pies son pies y sin ser manos, son manos. En la mente agobiada por la mente, roída por la
conciencia. Y en la conciencia roe la conciencia los hechos que acontecieron. El ayer se invierte
en el ayer y vuelve el ayer a aparecer cubierto de hechos en los hechos. No existo y existen los
hechos. No estoy y los veo sin estar. Aúnan sus fuerzas para apelmazar la carne en la sangre del
miedo. Por los regueros de la vida se extienden los regueros de sangre encendida. Roedores que
muerden. Sombras oscuras que aparecen en la oscuridad de las sombras. Perdido, sin ver, no
vemos los cimientos de los fondos ni la profundidad de los abismos ni las consecuencias de los
hechos. Y se repiten. Una y otra vez. Y otra vez y otra. Sin días, sin término en los días, sin que
la vista se apague, sin que se apague el silencio, sin que duerman las iras de los tormentos. Nada
se opone a la nada. La nada vive en nosotros y nos convierte en nada de nada, para agobiarnos
con las alas de los hechos.
Tumultos, esparcidos en tanta profundidad, no hay pensamientos ni ideas. Ni
aunque tuviéramos, serían ideas o pensamientos. No sirven. No hay nada que sirva en la
oscuridad negra, con la negra oscuridad como fondo. Terror y pánico. Espanto, consternación,
pavor, alarma, sobresalto, desgarro, dolor, corte, truncamiento, susto. Bajamos en péndulos de
clavos y se clavan, los clavos, en la pendiente de las llanuras del cuerpo. Estímulos, al estímulo,
al alcanzar amplios espacios en los que sentirnos con las heridas al descubierto. Las glándulas
del sobresalto encadenan las cadenas de los sentidos, extendiendo, en el espacio inmenso, la
inmensidad del espacio que esparce más el dolor que compartimos. Nos llenamos de dolor, en el
espacio del que disponemos, y al disponer de lo que tenemos, nos cierran con clavos las murallas
del espacio.
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Nada soy, salvo fuego. Soy llama. Voy por la sangre, encendiendo la sangre con
las alarmas de las llamas. Si toco, no toco, carezco de tacto, pero siento que siento el contacto del
dolor que roe el cuerpo. Gangrenas espesas, espesando la gangrena. No hay cadenas, que
encadenen el cuerpo, porque no hay cuerpo que encadenar. Se encadena la mente, la conciencia,
el pensamiento. La nada, encadenada a una nada, que agrieta la nada, con el dolor incesante de
unos hechos que existieron. Vuelvo a estar donde se abría el agujero de la trampa y en la trampa
del engaño, miento, y mi mentira es cimiento de dolor que encabeza los cimientos que me sumen
en los cimientos del suelo. Me aplasta y me someten al martirio de aplastarme como al hierro,
sumergiéndome en la fragua del hierro Encadenado, sin cadena, noto como las cadenas me
encadenan a cada momento. No tengo cuerpo, y en mi extensa extensión, toda la extensión es
simiente de dolor. Dolor cimentado en el dolor. Lágrimas que no lloran. Lágrimas enfundas en
fuego. Lágrimas de ira, de sopor, de injurias y lamentos. Nada que pueda cambiar el instante o el
momento, la hora, el lugar, el día o la fecha. Nada, en la nada del viento. Nada en el viento de la
nada. Pero en mi nada, todo es tormento, todo es dolor. Siento el hedor inmenso en la
inmensidad del dolor. Lleno de temor en el inmenso temor. Lleno de pavor en el inmenso
pavor. Sumergido, en el fondo de los arietes de la conciencia, con el roer que roe, continuamente,
la conciencia del dolor.
No hay perdón a mi castigo. Ni a los pecados cometidos. Me arañan en el
tiempo, cuando se cometieron y vuelven los tiempos, a mostrarme como cometía los pecados.
Como ambicionaba la ambición. Como me sumergía en el mundo, para disfrutar del mundo, a
través de mis actos. Cada hecho, golpea en el hecho, y me golpea. No es que recuerde los
recuerdos, son los recuerdos los que vienen a recordarme la satisfacción con la que me satisfacía.
La forma de vivir en que vivía. Mis defectos e inclinaciones, mis deficiencias, imperfecciones,
prevaricaciones, insuficiencias, carencias, lacras, desperfectos, infortunios, transgresiones,
estafas, violaciones, atropellos, culpas, delitos, infidelidades y la privación, con que privaba, a
los privados de sus necesidades. Vienen los recuerdos a castigarme con sus avances en las
cadenas de los hierros y golpean las marismas del espacio, retumbando en el cuerpo, sin cuerpo,
en la carne sin carne, en los pies sin pies, en las manos sin manos. Sin querer sentir, siento que
siento en la repercusión de una carne que no tengo, de un cuerpo del que no dispongo, de una
vida de la que carezco El temor, me duele en el temor y el dolor agrava el dolor, encendiendo, en
el fuego encendido, las llamas del fuego. Me esparzo, sin esparcirme, y sin querer, quiero no
querer y no puedo querer, porque no quiero con el alma, al carecer de alma en el cuerpo. No
puedo sentir, ni puedo tener sentimientos. No soy nada y en la nada, no se puede alcanzar algo.
Nada tengo salvo dolor. Nada poseo salvo el roer de la conciencia. Voy de forzado con las
cadenas llameando en las celdas de la sangre, con la sangre encendida en la conciencia.
Recordando los recuerdos y a cada recuerdo, el recuerdo enciende la sangre con las llamas del
averno. Sin luz, en oscuridad. Oscuro lo negro, oscuro lo profundo. Sin fondo, sin cuerpo el
cuerpo, sin el alma. Perdido en los recuerdos, que no se pierden con los recuerdos. Insuflando el
fuego del dolor, en el dolor de las llamas.
No veo, aunque se enciendan las brasas de los ojos. Carezco de ojos y del
sentido de ver. Encuadrado en las emergencias del no ser, nada poseo para encender las gavillas
del viento y salir de este tormento que me atormenta. Rasgo la cintura de la noche y no hay
noche que pueda rasgar. Nada es que pueda ser y nada es que pueda entender. No soy ceniza y
no me convierto en ceniza, sigo siendo fuego, gusano y roedor de la conciencia. Roe la
conciencia la llama del gusano y el gusano roe el cuerpo y la conciencia y las pasiones que tuve
y los recuerdos que afloran. En embrujos de dolor se acomoda el temor y temo. Tengo pavor y
vivo en el pavor constantemente, de una forma continua, sin evitar que el dolor se convierta en
pavor y el miedo en temor. Y el miedo del temor en pavor. Ruidos que me asustan. Noches que
no veo. Precipicios en los que me sumerjo. Llamas y dolor constantes, en un constante sentir
dolor. Garrochas que siembran en los sentidos, los recuerdos del tiempo. Sin tiempo. Sin que se
acorten las distancias. Sin distancias en el tiempo. Sin poder ver, ni sentir, ni acudir al tiempo,
para destruir el tiempo. En la eternidad eterna de lo eterno. Nada puedo hacer para evitar no ser
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nada. El pavimento del suelo no existe, ni existe el suelo en el pavimento, ni hay pavimento, ni
hay suelo. Solo desvanecimiento, vértigo, vahído, mareo, flojedad, ligereza, inconsistencia,
vacío, frío, miedo, llamas en el fuego, fuego en las llamas, gritos en el vacío. Vacío con gritos,
gusanos que lamen la conciencia y roen la conciencia con sus martillos.
Jin.- Veo, que no me ves y hablas para que vea, pero yo veo. No estoy inmerso
en lo profundo de un deseo o en un deseo profundo en el que abarque la conciencia. El camino es
un camino llano, lleno de luz, ambientado en la presencia de Dios. En su presencia, la
existencia existe, y existe la vida y todo es vida. Todo es inmenso, infinito, eterno. Todo es, el
todo de cuanto se pueda pensar. Amar y amor, es el fundamento. No es necesaria la fe porque
todo la verdad aparece ante los ojos y vemos. No hay misterios, solo inmensidad ; inmenso lo
eterno, y eterno lo inmenso. No hay desigualdad en los iguales, ni igualdad en los desiguales.
Escucho el aire y al escucharlo, te escucho. Oigo el florecer de las flores y en su florecer, te
oigo. Todo es un conjunto en el conjunto. Todo es vida en un ser que existe, sin cuerpo, en un
cuerpo que existe. No como nacimos, ni como nos volvimos en el tiempo, si no sin el tiempo y
sin el cuerpo que tuvimos. Todo es alma y el alma inunda la conciencia, la sangre, el corazón, las
manos, los pies, el sentido, la razón, la mente. No hay subterfugios, ni discordancias, ni
inclemencias, ni días, ni noches. Ni cuerpo, ni mente, ni pies, ni manos, ni torso, ni corazón.
Somos un todo en el todo. Todo en la existencia del que existe y es Y en lo que es, somos.
Somos parte de lo que es. En su interior, existimos y en su interior vamos, cantamos, alabamos,
sentimos, florecemos.
Neon.- Me amé, sin dejar de amarme y amé cuanto tenía, y era, cuanto hacía,
cuanto pensaba, mi manera de obrar, mi manera de acumular, mi manera de conseguir los
esfuerzos para alcanzar la potestad de la gloria, Subir y subir en las escalas de los peldaños de la
ambición y la avaricia. Era un jinete empedernido de la molicie y la malicia. Amaba mi amor por
la vida, la vida que me amaba, el sol que se repetía con la existencia de mi ser. Las cosas que me
rodeaban, lo que pensaba, omitía y hacía. Era ajeno a las pesadillas de las circunstancias.
Acumular y tener, era la constante en la marcha por mi camino. No veía como el camino se
angostaba, ni se perdía en los campos de las malezas y las marañas. Amaba la existencia, el
viento, el aire, las componendas de las olas, el rasurado del horizonte, el vuelco de las gaviotas,
el surco del arado, el grano, la semilla, el campo, las riberas y los ríos. Todo era un amor
constante hacia lo que tenía. Las pisadas de mis pies, los calzos de mis sandalias, el terrón de la
tierra, las piedras de los sembrados. Era una alegría ver como nacía el día y como se escondía al
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llegar la noche. Vivía para mí y en mí. Lleno de amor en mí, al tenerme por amado Y en mi
amor solo me amaba. Solo yo era objeto de amor. Yo el principio de mi fin y el fin de mi
principio. Yo, mi existencia, la necesidad de sentir las pasiones y gozar con la fruición de los
deseos, la lujuria, la pesadilla del frío, la miseria del vacío, la estancia, sin estancia, en el rasgueo
de las guitarras. Yo, como colofón del deseo. Yo, sin importarme cuanto a mi alrededor existía.
Mi pasión y mi criterio. El desván de la lujuria y la pasión desenfrenada de la ambición.
Me han atrapado los recuerdos, y los recuerdos roen la conciencia. Devastador el
miedo, el terror de tanto recuerdo, al sentir como se convierten en púas que laceran la conciencia.
No veo y al no ver, no puedo conseguir volver, para ser en mi existencia y olvidar donde estoy,
lo que tengo en lo que soy. Dolor en el fuego. Llamas que se encienden con las quemaduras del
cuerpo. Sin tener y sin existir, me abrasan la sangre y encienden la masa que me sostiene. Pavor
y desolación, cortando las púas del viento, que no existe. Gritos sin silencio. Estruendo de dolor
en cuantos existimos, en el dolor de ese abismo, en el que nos encontramos sumergidos.
Recuerdos que me atacan. La vida pasada, en la vida que rasga los hechos de la conciencia.
Cada segundo, un segundo eterno. Y es eterno cada segundo. Sin pasar vuelven y vuelven sin
haber pasado. Siento, como siento a cada sentimiento, en unos sentimientos que no sienten.
Dolor y dolor. Gritos y gritos, lamentos que lamentan. Nada que pueda evitar que la nada me
atormente. Tormento, del tormento de la nada, en una nada, que me aprisiona en los recuerdos.
Me fui, en los reflejos de un escaparate de existencia. Mundo perfecto, en el que
la perfección de mi vida, era gozar del gozo. Y gozaba. Nada se oponía a la calumnia del grito.
Nada en contra de los murmullos, en las murmuraciones de los sentidos. La envidia, que
atenazaba a cuantos miraban, no conseguían devastar la cantidad de ambición que ambicionaba.
Conseguí tener y tenía. Conseguí almacenar y almacenaba. Campos con servidores, hacienda,
posesiones, cosas. Cuanto el dinero alcanzaba, conseguía. La tragedia no me perseguía . El
viento se enmarcaba en las flores que el jardín prodigaba. El jardinero traía el perfume, para
que me perfumara. Vestía, con vestidos de gasa, en la seda de las gasas. Era anfitrión de
anfitriones. Comida y bebida. Horas y horas en las atenuantes y esclarecidos amaneceres de la
aurora. Nada impedía que sostuviera el ser, como si el ser tuviera vida eterna. Vivía, sin pensar
que además de la vida, existe la muerte. Que no hay nadie que eternamente se conserve y
eternamente tenga y eternamente almacene la mercancía de la hacienda y las cosas. Vano de mí,
en mi vanidad no tenía en cuenta que todo acaba. Que todo muere al morir. Y que al morir, todo
se desvanece. Vano, en mi vanidad no me convencía de que todo se podía ir por el sendero de la
noche. Y llegó la noche y no vi la noche. Ni vi el clamor que se encendía en mi cuerpo, ni el
alma que tendía a ser libre. Seguía conmigo, en mi amor. Mi amor por mí, mi amor por la vida,
mi amor porque me envidiaran, mi amor por tener, por refrescar la fuente del río, por conservar
el río y la fuente, la muralla y el castillo, el campo, la fama, la gloria, la ambición, la avaricia, el
desdén, la molicie, la malicia y el devaneo de la mente. No sufría desmanes, ni me desmandaban
los avatares de las noches. Seguía escrutando el amanecer, para amanecer en la vida y vivirla.
De una forma constante. De una forma continua. Sin perder la vida, para que la vida no me
perdiera. Por no perderme, estoy en la vida y sus recuerdos son constantes. Vivo en los
recuerdos que encienden mi muerte. En mi muerte, con el amor a la vida, la vida me da muerte.
Y dolor. Temor y pavor. Miedo constante. Llama, fuego, agonía, grito.
Jin.- No hay vuelta atrás en el camino del ser. La fluctuación de las sombras,
quedaron envueltas en la noche. Todo se convirtió en un ir por el viento, para navegar por las
estrellas y convencernos, de que el amor, es vida y la vida, amor y fe. Vivir, es mantener
constantemente la piedad, el servicio de amar y servir, la bondad, en la bondad, la misericordia,
el perdón. Vivir, es un paso por el tiempo, para alcanzar el tiempo de vivir. Quien vive antes,
después no vive. Y el que no vive, vive. La muerte, abre el camino de vida o muerte. Al morir, se
quiebran las constantes del ser, del cuerpo, de la sangre, de la verdad, de entender, la conciencia,
la fe, la Palabra, la agonía, la miseria, el clamor, el amor y el ser.
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No se puede agonizar, en la agonía de las pasiones, para luego emerger en las
olas de la noche. O en el viento del mar. O con el mar envuelto en el florecer de las flores. Todo
es congruente en la verdadera verdad. En la creación, nada es mera intención. Todo tiene su
fundamento, su base, su aquiescencia, su clarividencia y su ley. Nada es por ser y nada es, en el
ser, por ser, sin más. La creación, es un camino de creación, al ser creado. Vivir en la creación.
Dios nos ama, y en su amor, como hijos, nos mantiene para que toda la creación nos sirva, como
le sirve al Señor. Vida en la vida, para poder sentir, que la vida, es amor de Dios. Que en el
amor de Dios se encuentra la vida. No se puede ver la luz, sin entender, que la luz, es el camino
de la fe. Y del amor. Y de la constancia en permanecer al servicio del Señor.
Atravesar continentes en nuevos continentes, hurgar en las inmensidades de las
nieves, amular la aquiescencia de los ríos. Ser río y viento, monte y valle. Extender las manos en
la noche, tocar la noche con las manos, ser noche en la noche, día en el día. Navegar solitario o
acompañado, cubierto o despejado. Todo es, en todo cuanto es y existe, y existe en cuanto que
somos. Ser jardín y flor, fruto y árbol, rama y raíz. Expandir, el soplo de la vida, en la vida que
el soplo expande. Soñar, sin soñar, en la oclusión de unos sueños ocultos en la claridad del sol.
Salir, por superficies ocultas, en las ocultas superficies que sobresalen. Descender por las
cataratas de hielo. Trasponer espacios y espacios, nubes y nubes. Ser nube y espacio. Dotar de
amor a cuanto toquen las manos, miren los ojos o claree en la vida. Ola, arena, orilla, hoz,
arado, espiga. Oración y rezo, alabanza y gloria. Alabar al Señor y en su alabanza, alabarle.
La concepción, que concibo, es la misma concepción que concibes. En
diferentes paisajes y con diferentes canciones. Te han enviado para hablar conmigo. Yo estoy
aquí, para hablar contigo. Lo que dices, digo y lo que digo, dices. Separados por un muro. Entre
la nada y el todo, no hay todo ni nada. No hay intermedio que marque la medida de la media.. No
hay media, en la medida. Tú no ves y yo veo. Tú no tienes alma y yo la tengo. Tú no estás en la
luz y yo solo estoy en la luz. Tú no vives y yo vivo. Tú estás muerto y yo no muero. Caterva de
aglomeraciones desequilibradas. Rasgos faciales contraídos en las pupilas del cuerpo. En el
intermedio, se desequilibra el equilibrio. Blanco y negro. Todo y nada. Nada y todo
Neon.- Solo zumban los ruidos. No tengo oído para oír, ni mente para entender.
Solo recuerdos que me hieren. Llamas que se encienden con los recuerdos. Solo trajines de
miedo, envolturas de temor, pasajes negros, en los negros pasajes, donde la oscuridad es oscura y
negro lo negro. Sin luz, sin día, sin viento, sin ternura, sin aire, sin sol, sin agua, mar, orilla,
viento, rebozo, esquina, hueco, figura, lamento, comprensión, amor, cebada, maíz, roca, valle,
mirada, hielo, nieve, granizo, tormenta, torbellino, explosión. No tengo vida para vivir, porque
estoy muerto y en la muerte, en la que vivo, solo hay putrefacción y hedor, malaventura,
enquistes, desgarros, fisuras, honduras, despojos, miembros rotos, desperdicios. Masa, que
conforma mi masa, en una masa extensa, que arde en el fuego. Arde con las llamas, que se
llaman, para arder juntas. Recuerdos, en los recuerdos, insuflan en los fuelles viento, y soplan,
en un soplar constante, para maldecir los hechos que acontecieron y las omisiones que se
omitieron. No voy, por no ver donde voy y no camino, porque no hay caminos. Guijarros en los
pies que no son pies. Noches eternas, en unas noches que se pierden en el tiempo. Sin tiempo,
la noche no tiene luz ni luz la noche. No veo, ni escucho, solo siento, como ardo, en las llamas
que arden en la sangre en la que ardo. Ruinas de la mente, en unas ruinas que se convierten en
masas que me atrancan al suelo y en el suelo, me despojan de la vida, vida que no tengo. Matan
la vida de una forma constante. Matan, para matarme, y no me matan. Muero y no muero, al no
tener vida. Y sin vivir, vivo, en una vida que no vive, al no vivir por estar muerto.
Carroñas desdentadas. Dientes que supuran en los dientes. Calaveras y
calabozos. Aprensión eterna, en una aprensión, que aprisiona la mente en un constante roer la
conciencia. No existía el mundo, que existía. Me engañé con las mentiras y en el engaño, desvié
la vida, de la vida y me sumí en depositar el amor en la tierra. En la carne, en la materia. Amé el
polvo y la grasa, el fango y el hierro, la furia y el desdén, la ira, la maledicencia, la avaricia, la
pasión, la lujuria, la malicia. Ahora pago por lo que disfruté y en el disfrute, que no disfruté,
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extiendo el pago que pago. Nada puedo hacer, para que los recuerdos no vengan. Vienen y
vienen, están en mí y me mantienen en la tierra. Tierra falsa, en una falsedad de la mentira. No
existía el mundo, ni existe. Solo es un mundo aparente, una conveniencia de la mente, para
traspasar las fronteras de los muros y envanecernos con la maldad de la mentira.
Yacen ocultos, lo tesoros que oculté. Pesan, al pesarme los tesoros. Atesoré
piedras, en barrancos. Despojé las olas, para sumergirme en el fondo de los mares. Visité
pantanos y los oculté, para que nadie viera los pantanos que escondí. No me privé del gozo de la
carne, ni de que la carne gozara con sus pasiones. Por dañar, hice daño. Por construir, derribé.
Por levantar alijos de sol, derribé las sombras. Colgué estacas, en los peldaños de la humildad.
Destruí, para no dar. Deshice, lo que otros hicieron, para edificar sobre lo que deshice.
Orgulloso, desenvolví la batuta del orgullo, en las barras regias del látigo. Y con el látigo,
estampé rayas de sangre en las espaldas de los muros. Surqué, estampidas de miedo en la
justicia. Y con la justicia, ajusticié la verdad de los incautos, que pedían la merced de ser
atendidos en su agonía. Acampé en la felonía de los felones. Y la maldad vino a mí, para
someterme a la maldad, de una crueldad incruenta. Rapsodas de melodías, en una vida llena de
lujos, en la que los lujos vivían de mí. Prisionero, necesitaba alimentar lo que mi cuerpo, en la
carne, precisaba. Y cuanto más lo alimentaba, mayor dependencia interfería en la dependencia a
la que me sometía. En lugar de sostener, lo que tenía que sostener, me sostenían, para que
sostuviera. No era yo quien establecía las normas, eran las cosas, las que establecían las normas
por las que me debía regir.
No podía derribar los muros que había levantado y tampoco quería. La
importancia de ser importante, la necesidad de apelmazar el ombligo de las pasiones. La entereza
de ascender al monte, para que el monte percibiera que mis pies lo pisaban y lo estacaban contra
el valle. La dependencia de los que me servían. La inclemencia de la clemencia. La supuración
de las llagas que abría. La oclusión de cuantos enemigos se me enfrentaban. Era sentir, un alza,
en el sentimiento de la agonía, la necesidad de que la agonía sintiera, en mí, el sentir de la
agonía. Una mezcla de sinrazón, en la razón de existir. Existía, para convertir mi existencia en un
edén y era, la pasión, la que entorpecía que pudiera vivir en el edén. No había edén en la vida, todo era
una mentira sobre otra mentira. Un engaño sobre otro engaño. Falacia y disfunción de la falacia. Nadie es
nadie, para conquistar las nubes o tomar el aire y respirarlo, para que otros no lo respiren. No podía
doblegar las mentes, ni los corazones. Podía establecer jerarquías de mando, fusiones de miradas llenas de
envidia Valores sin valor. Condiciones sin condición. Establecimiento sin establecer. Almacenes sin
almacenar. Cosechas sin recoger. Orgías de ámbar, para que el ámbar se convirtiera en orgías que otros
deseaban. Tanto y tanto me envolví en la tierra, que no me desnudaba y no contemplaba como se iba la
vida, sin ver que la vida se iba. Y sin desnudarme, en la meditación, no asumí las consecuencias de las
leyes que regían la institución de la muerte y lo que la muerte representaba. Era mi afición por la vida, mi
ansiedad de vivir. Mi confusión y mentira. Nube perdida en el horizonte, que volaba a merced de las
aves de rapiña y de la rapiña de las aves. Y me consumieron. Y me consumí. Y me olvidaron con la
agonía del olvido, pero no se han perdido los recuerdos. Tengo los recuerdos en la carne, en la sangre.
Miseria de tanta materia, tanta tierra, tanta ruina, tanta ira, tanta melodía sin música, tanta armonía sin
concierto, tanta tierra rodeada de agua y tanta agua sin tierra.
No puedo ver. La muerte no ve. He muerto, con la muerte y no tengo vida.
Embarrancado en el abismo, me consumo en las llamas que el fuego enciende en la sangre. Vago
de recuerdo en recuerdo. Y los recuerdos, todos a una, vienen a mí, para encenderme en las
llamas del recuerdo. Postrimerías de un ser, que existió y en su existencia, vivió sin vivir. Me
dominaban los vicios. Era vivir en la carne, vivir en la sangre. Y al dormir, dormía en los vicios
que me consumían. Pensaba sin pensar y amanecía sin amanecer. Requiriendo más y más, en un
continuo requerir, para alcanzar cotas de pasiones que se fundían en un segundo. Requería
nuevos gozos, nuevas pasiones, nuevas intenciones, nuevos mundos, nuevas mentiras, nuevos
impulsos, nuevos engaños. Nuevas disquisiciones contra las ideas, para interferir en las ideas
que me confundían. Vivía inmerso, en una inmersión, sobre la ambición de los deseos. Todo
deseo, era un deseo que deseaba. No es que me satisficiera, es que obligaba a desear. Cuanto
mayor era el deseo, menor la satisfacción que el deseo me prodigaba. Y al satisfacerlo, precisaba
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de otro deseo mayor. Cada deseo se imbuía de deseo para seguir deseando. Cadena, en la cadena
del miedo por no tener, y cadena, en las cadenas por la necesidad de almacenar. Inmerso en las
aguas, las aguas no me dejaban respirar, ni dormir, ni descansar, ni buscar alicientes para vivir.
Ni vivir para buscar alicientes. Consumido, en el consumo de consumir, no entendía de otra cosa
que de consumir de una forma constante. Días sin horas, sin tiempo, sin segundos, sin meses, sin
días, sin años. Sin tener en cuenta, las cuentas que pendían de los contagios del cuerpo.
Jin.- Somos, en el que es, existimos, en el que existe, y en el que tiene, tenemos.
Todo nos viene, del que todo lo tiene y contiene el todo. En el todo, no hay partes. Somos aire y
viento, vendaval y tormenta, río, mar, lago, continente, espacio, infinito, inmensidad, luna, sol,
estrella, fruto, árbol, tierra, animal, ave, insecto, pez, agua, semilla, grano, espiga. Cuanto
queremos ser, somos en el que es Y llenos del que es, somos . Existimos sin que las ilusiones
nos impidan ser en la existencia. Si queremos ser ave, somos ave, si tierra, tierra, si árbol, árbol,
si aire, aire, si viento, viento, si estrella, estrella, si infinito, infinito, si espacio, espacio, si ola,
ola, si mar, mar, si río, río. En el todo de la existencia, somos, al ser en el todo. Vivimos con la
vida del que vive y en el que vive. Donde no hay muerte, ni sombra, ni nada que impida al ser
que es, vivir y gozar de cuanta creación, en su creación convive . Podemos ser rama y hoja,
bosque y encina . Nube y vendaval, tornado y rayo, agua y siembra, segador y sembrado. Nada
impide al todo, dentro del todo, que la vida viva en el que vive, y todo lo comprende y todo lo
encierra. El todo, es una precisión de existencia, luz, amor, fe, congruencia. No hay sueños,
porque los sueños son la vida y la vida es soñar, y sin soñar, tenemos lo que soñamos. No es
necesario tener ilusiones, porque cualquier ilusión es, en nosotros, al estar en nosotros la ilusión
que pueda ser. Si navegar, navegamos, si correr, corremos, si saltar, saltamos, si ser corriente y
manantial, somos manantial y corriente, si remolino, remolino, si bosque, bosque. La vida, vive
con cuanto el Señor ha creado, en todo lo creado y por crear. Dios es la vida, y en la vida de
Dios, no hay límites, ni fronteras, ni alturas, ni profundidades, ni grosores, ni sombras, ni
oscuridad. Todo es, en el todo de Dios. Y en Dios, el todo es, para los que son en Dios. Todo y
parte, de la parte del todo, en el todo de cada parte.
La inmensidad de Dios, está en la inmensidad de todos y cada uno de los que
están en Dios. Dios es inmenso, e inmenso el que está en Dios. La vida eterna en la vida eterna
de Dios, no es una concepción limitada al cuerpo, a la materia al grosor de las piernas o el
alcance de los pies o a los vestigios de la mirada o la largura de las fronteras o los avatares de la
luz. Es Espíritu. Todos juntos formamos y conformamos el Espíritu de Dios. Dios es la unidad
de todos, todas las presencias, todo cuanto vive en la vida, todo cuanto es, todo cuanto existe. En
Dios se forma una conjunción de lo creado, lo por crear, lo que existe, lo que tiene que existir, lo
que existirá, lo que ha venido, lo que es y lo que tiene que venir. Dios, sin acepción de nombre,
forma y conforma cuanto es. Y es, en lo que es. Y en lo que es, existe. Y cuanto existe y es, es
y existe en El.
La presencia del Señor, diferencia al que está o no está presente en El. Al que
está o no está presente en su presencia. Vive, el que vive de su vida.
Neon.- Nado, en la nada de la nada, porque nada tengo, nada soy y nada puedo
ser. Nada tengo y nada puedo tener. No tengo vida, ni existencia, ni existo, ni soy, ni seré, ni
puedo ser. Elegí la materia, y soy materia. Y la materia era apariencia, falsedad, engaño. No
existe la materia, ni vi que no existía. Me confundí al apreciar lo que no tenía vida y quise vivir,
con vida, en una vida carente de vida. Viento y humo, vanidad y polvo. Me abandonó el espíritu
y ahora no puedo pensar, ni sentir, ni amar, ni correr, ni esperar, ni confiar, ni halagar. Solo los
recuerdos conviven en mí, para convertir la materia, en la falsedad con la que falseé la materia.
Garfios, en la oscuridad profunda, amalgaman las sombras que se ocultan. No veo, ni oigo, ni
escucho, ni siento, ni palpito, ni sueño, ni hay ilusiones, ni esperanzas. Solo recuerdos, de los
hechos, que vacían el vacío del que me rodeé al vivir. Solo vacío, en las púas de los tiempos,
para vaciar los tiempos de las púas de los recuerdos. Y el gusano que roe cuanto hice, por no
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hacer lo que tenía que haber hecho. Sin evitar, que cuanto mas profunda sea la nada, más roe la
nada que me abruma.
El mundo, es una unidad de mundos que se acoplan. Cada uno aporta el suyo y
se relaciona con los demás, para conformar una equivalencia de actuaciones que se interfieren en
una actuación conjunta. Se conforma un mundo nuevo, que adquiere consistencia, para cuantos
vengan a confrontarse a través de nuevos mundos. Variación del espacio, en el espacio, sin que
nada altere la esencia de la separación, que separa cada ser de cada mundo y cada mundo de cada
ser. Diferentes, en la diferencia, somos iguales en lo diverso y conformamos una unidad,
divergente, en la convergencia de lo distinto. Y todo continúa, sin que se pueda alterar la unidad
de lo único. ¿ Cómo pude encerrarme en la espeluznante visión de no ver? ¿ Cómo pude
equivocarme después de tanto mirar? ¿ Cómo desenvolverme en la iniquidad de unas acciones,
que se continuaban en las acciones de un nuevo mundo?. Rompí la equidad y restregué mi
postura con la postura del amor. No amé, ni quise amar. Me amé, en la inconsistencia de un
amor que solo se amaba. Roto, en las fronteras de cuanto la mente alcanzaba, encerré en la
cárcel la conciencia y primé la preeminencia de lo insalubre e insano. Quise subvenir el tiempo y
reconvertir el mundo, para que se asumiera en la conformidad de mi pensamiento. No vi el
tiempo, ni el aire, ni el viento, ni el cielo, ni los rayos, ni las tormentas, ni los ríos, ni los árboles,
ni la causalidad de las horas, ni los segundos del cuerpo.
Amasado en una masa, soy una masa de cuerpo. Encendido, por dentro y por
fuera, sin fuego ardo. Y arde la materia en una incandescencia constante. Miedo y terror, cortan
a tijeretazos profundos los instantes. No veo, ni puedo ver. No oigo, ni puedo oír. No toco, ni
puedo tocar. Abismado en el abismo, no se a que distancia está profundo ni que profunda es la
distancia que me separa del abismo. Los recuerdos avivan el miedo y hacen que los hechos
corten en pedazos la mente de los pensamientos que soldaron los sentidos a la carne. No vivo,
porque no tengo vida. No hay espíritu en mí, ni tengo espíritu . Masa amorfa, en una amorfa
consistencia. No hay ni piedad, ni bondad, ni altruismo, ni justicia, ni misericordia, ni perdón, ni
gracia, ni clemencia, ni caridad, ni perdón, ni compasión, ni humanidad, ni generosidad, ni
desprendimiento, ni liberalidad, ni comprensión, ni ecuanimidad, ni imparcialidad, ni equidad, ni
entereza, ni firmeza, ni rectitud, ni probidad, ni indulgencia, ni caridad, ni tolerancia, ni
benignidad, ni gentileza, ni gallardía, ni desinterés, ni magnanimidad, ni nobleza, ni
prodigalidad, ni lástima, ni sensibilidad, ni ternura, ni amor, ni esplendidez, ni munificencia, ni
rumbo, ni magnificencia. Ni aire, ni viento, ni sol, ni gris, ni tormenta, ni nubes, ni ilusión, ni
esperanza, ni sueños. Nadie entrará para sacarme. Nadie vendrá a aliviarme, darme fortaleza o
conformarme en tanto dolor. Yo, que tuve regimientos de hombres para seguirme a una sola
voz. Yo, que vencía a cuantos se opusieron a cuanto dispuse. Yo que convertí la tierra en llamas
y encendí con las llamas el fuego de las ciudades. Yo, que maté a cuantos quise y como quise.
Yo, que era invencible e indestructible. Yo, que me aferré a la vida y la distorsioné con el
campo, con las tierras, con los mares, con los lagos. Yo, que dispuse como los continentes
tenían que desarreglarse, para arreglarse en la mente de mis ilusiones. Yo, que almacené
almacenes de granos y aguas, campos y tierras, sembrados y lagunas, manantiales y salinas. Yo,
que cabalgué a lomos de gigantes para dominar a los enanos. Yo, que hice enanos, a los gigantes.
Yo, que lastimé la fiereza de los fieros y destruí la fortaleza de los fuertes. Yo, que enganché
hombres y hombres a los remos de las galeras. Yo, que hice y deshice cárceles y rampas, por las
rampas de la cárceles. Yo, que tuve a mis pies los pies que caminaban y las mentes de los que
pensaban. Yo, que fui la fortaleza del fuerte y la vida del viviente. Yo, que lamía la oscuridad
con el temblor de las corazas. Yo, que alimenté las sombras de la noche en la oscuridad de los
jinetes. Yo, que tronaba los espacios y todos se cubrían de miedo al oír mi nombre. Yo, que fui el
principio de dinastías, el origen de reyes, caudillo de caudillos. Yo, que cubrí los montes de
castillos. Heme aquí suplicante y suplicando. Solo y solitario.
Neon.- En la nada, existente en la nada, no soy nada. Nada tengo, nada soy, nada
puedo alcanzar o lograr. Elegí la muerte y estoy en la muerte. Elegí la materia, el mundo y al no
existir ni materia ni mundo, sometido estoy a la nada. A la inexistencia, en una existencia sin
nada. Negro abismo en lo profundo de lo negro. Ni oigo, ni escucho, ni camino, ni ando, ni
vuelo, ni veo, ni sé como soy, ni como estoy, ni por donde, sin pisar, no piso. No hay suelo bajo
mis pies y no tengo pies, ni fondo, ni espíritu. Las almas centrifugan la materia con la que me
visto y no me visto en la materia, ya que no hay materia en el fuego. Soy, en el fuego, fuego, en
la llama, llama, en el terror, terror, en el miedo, miedo. Me contemplo en la nada de la nada y
nada puedo contemplar en la nada. Sumergido en las llamas, ardo sin sumergirme en el fuego.
Inmerso en el fuego, no tengo llamas. Miedo que corroe la nada que me envuelve y no
encuentro nada en lo que apoyarme para evitar el miedo que me muerde. Pavor que se enciende
en las ramas de un pavor inmenso sin divisar como el pavor me atenaza en un pavor que me
arrastra. Terror profundo de un profundo terror que me sujeta al terror sin nada que evite el
terror que me aferra. Sumergido, en fondo sin fondo, la inmersión en la nada hace de la nada el
temor y el terror, el miedo, el pavor, el pánico, el espanto, el susto, la consternación, el
sobresalto, la alarma, el recelo, la aprensión, el descuido, la desconfianza, la sospecha, la duda, la
turbación, el desasosiego, la ignominia, la desnutrición, el incendio, el reconcomio, la
prevención, las espinas, la desorientación, la consternación, el desaliento, el agotamiento, la
ofuscación, la infamia, el deshonor, la ansiedad, la zozobra, el malestar, la tribulación, el
desvelo, la preocupación, la postración, el abatimiento, el decaimiento, la desmoralización, el
cansancio, la consternación, el nerviosismo, la angustia, el tormento, el tedio, el fastidio, el ansia,
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la inquietud, la extenuación, la postración, la obcecación, la locura, la ceguera, la opresión, la
degradación, el oprobio, la afrenta.
Roen los hechos, en la conciencia de los hechos Y los recuerdos acuden para
postración de tanto abatimiento y tanta aberración. Roe, sin dejar de roer, el roer en la
conciencia. Las frases, olores, vientos, calumnias, requerimientos, angustias, dolor, la vida
pasada, el transcurrir que transcurre por el transcurso de una vida. Los días que se fueron y que
vuelven inmersos en los días. Hechos y hechos, omisiones y omisiones, consecuencias y
consecuencias. Alarmas de recuerdos, en los alarmados recuerdos que roen la conciencia.
Nada calma la sed que devora el tormento. Nada se desvía de su meta, en un
arrebato inútil, de paralización en el tiempo. Nada que merme la inseguridad del dolor, que se
duele en el temor de tanto arrepentimiento, tanto pavor, tanto terror y tanto miedo.
Consternación en un silencio de gritos. Absurdos cráteres, que abren el cuerpo en trozos de
sílice, que despedazan el fuego. Oscuridad, sin que las llamas alumbren. Sin posar, el reposo, en
el reposo de los pies. Sin pies, para reposar. Repasando, los recuerdos, en unos recuerdos que
pasan, repasándonos en sus recuerdos. Una y otra vez, otra vez, otra, otra y otra. Ideas, razones
momentos, segundos, instantes, aires, soles, olas, brumas, playas, dichos, conversaciones,
murmullos, murmuraciones, alegrías, olores, lamentos, dolores, ambiciones, avaricia, lujuria, ira,
pasión, deseo, placer. Desde el nacer, hasta el morir. Desde el morir, hasta la muerte.
Nada detiene la nada. Nada se detiene en la nada. No hay ayer, que atraviese las
profundidades oscuras de los abismos. No vuelve a ser, el ayer, un reciclaje en el tiempo, para
devolver el tiempo y volver a renacer, para nacer nuevamente. Despojado, en los despojos, me
despojan, en la nada eterna, de lo que tuve al vivir. Por no renunciar, no tengo. Por un segundo
de apariencia, una eternidad de muerte. Pude ser, y no soy. Pude existir, y no existo. Pude vivir,
y no vivo. La nada, es un clamor inmenso, que me clava en la nada. Palabras y palabras, ideas e
ideas, razones y razones, pasaron. Y vuelven, en los recuerdos, a pasar por los pasos que
pasaron. Y me angustia, en la angustia, con el dolor que roe los recuerdos, en la conciencia. La
desviación de las sombras, las locuras de las noches, los cimientos de poderes angustiados en la
sensación firme del cemento. Ruinas, de pozos en ruinas, con las omisiones de los hechos.
Jardines, llenos de flores pisoteados. Montes, devastados por el paso de gigantes armados, para
devastar los montes. Seda y brocal. Manjares en cubiertos de plata. Almacenes llenos de grano.
Pedrerías de lujo, engastadas en los tabloides de las mangas. Basamentos de peldaños de
mármol.
Fui, y porque fui, no soy. Engañado, me engañé y persistí en el engaño. Aventar
las riquezas en los escondites del tiempo. Amasar poder en la levadura de los acontecimientos.
Pisar, las sombras de la noche, para enderezar la luz. Sostuve en mis manos el cetro de la gloria,
como algo importante, como si en el mundo existiera gloria. Como si se pudiera alcanzar, con el
pavoneo de los dedos, los cielos de las tormentas. Tuve, en mis manos, la mentira falaz del
engaño, y me convertí en engaño falaz de la mentira . Tuve tiempo, para salir y entrar en las
disposiciones de la vida, y lograr, el momento de vivir, para llegar a la vida. No pensé, ni
medité. Tuve, por tener, la banda de la locura, en la mente. Y en la mente, con la locura, dejé
que las ideas se envolvieran en la carne de los sentidos, y sintieran, con los sentidos, la ambición
de la carne. La exención de las travesuras de las ideas. Dejé, en las puertas de los castillos, las
hogueras del fuego encendidas, para que encendieran el frío, al nacer la primavera. ¡Cuanto
error en un segundo¡. Tiempo perdido en el transcurrir del tiempo. Sin vida, gasté la vida en
morir. Por morir, viví la vida. Vivía para morir, y muerto, no hay vida, al morir por vivir.
Jin.- Las noches, se olvidaron en el olvido. Pasaron por la vida, como la vida
pasa por las noches. En el tiempo, de un tiempo, que se ha ido. En la vida, donde Dios vive y
donde, con Dios, vivimos en su presencia, sin ayer, ni recuerdos. Todo es, como era, y es, como
en su creación, fue creado. Todo vive, en una existencia, que existe en Dios. Todo, en Dios, vive.
Dios es la vida, el camino, la fe, el amor, la gloria, la gracia, la misericordia, la clemencia, el
perdón. Insepultas las sepulturas, no hay muertos en los sepulcros. No hay polvo de carne, ni
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materia en la carne de los sentidos, ni mentes que se revuelvan contra la sangre. Es la vida, que
vive, en todos los momentos de cuanto es y existe. La vida que se cierne en el infinito, bajo los
espacios inmensos, en las nubes de los cielos, en los cielos con nubes, en el mar, en el río, en la
inmensidad inmensa del universo. En la gloria de Dios. Siervo del Señor, soy hijo de mi Señor,
a su servicio. Carabelas de vientos, en la proa de la existencia, al estar en presencia del Señor y
vivir en su presencia. Ser parte, en la unidad de una vida, que vive en la unidad del infinito. En la
creación, que se recrea en todo lo creado, y se envuelve en lo creado, para modelar el tiempo en
los años y ver y admirar como todo se convierte en inicio y continuidad, en principio y
terminación, en comienzo y culminación. Años sin tiempo, en los tiempos sin años, en la esfera
de una existencia que se renueva, y vuelve a ser existencia y vida, y vuelve a la vida de la
existencia, para existir. El árbol que se cortó, vuelve a ser árbol. Vuelven las especies, a ser
especies, a recorrer, un camino recorrido, que se vuelve a recorrer. Lagos, que eran montes.
Montes, que eran lagos. Mares y espacios, en el agua de los mares, sin espacio en los espacios de
los mares. Todo, en el todo de un Dios que posee el todo, y todo lo conserva en su existencia, al
abarcar el todo, antes, durante y después de ser creado. Vuelven los días, a ser días, y los
tiempos, a rondar los tiempos. Campos y campos, animales y plantas, aves y peces, aguas y
tierra. Todo cubierto, en la cobertura de una existencia que existió, y existe, al volver a existir
en su existencia.
Libres de pensar, maduramos en el amor, para pensar libres. Y al amar,
encontrar en el amor la fe. Parpadeo de una locura de vida que transita por un mundo de materia.
Cosas y cosas, enfundadas en la inexperiencia de algo que viene con nosotros a vivir y con
nosotros se pierde al morir. Todo lo que vemos, ansiamos o trasladamos a la mente, es la
vestimenta de un mundo, que nace cuando nacemos y vive mientras vivimos. Amar a quien nos
da la vida. Amar al Creador de cuanto es y existe. Amor, para amar la vida, de quien es la vida y
nos ama. No amar lo que transportamos con la ficción de la mente en los sentidos, con los
augurios del placer en las pasiones, con las pasiones envueltas en los rumores de los sentidos,
con la lascivia de la lujuria, la prontitud del placer, en el deseo, al desear en el deseo, el placer.
La noche se va con el día y al llegar el día, las sombras se pierden en la luz. Venimos, a vivir un
segundo de tiempo, para en un segundo, irnos. Nuestra vida se compone de un mundo que
arrastramos con el cuerpo y al irse el cuerpo, se va, con el cuerpo, el mundo. Unificamos
nuestra unidad, de lo que vemos, en la unidad de los que, al igual que nosotros, ven lo que ven, y
unimos las visiones en un mundo falaz y aparente. El viento se desnuda y no vemos como se
desnuda el viento. Ni como el aire se comprime en la espesura de los bosques. O como el
silencio se resquebraja en los muros de las voces. Hechos de carne, no somos carne. Ni tenemos
carne para llenar el mundo. La muerte nos abre el ser, al ser que dio la vida, a los seres que
viven Y es, en el ser que vive, donde se encuentra la existencia. Donde seremos, al ser, y donde
al ser, entraremos en el ser que existe. Y en esa existencia, existiremos. Eso es la vida. No la
materia, ni la sangre, ni el cuerpo, ni las palabras, ni los deseos. Solo amor y fe. Solo encuentros
con Dios, en la creación de Dios. En la inmensidad del espacio. En el inmenso infinito. En la
vida, que nace al morir, y vive después de la muerte.
Todos elegimos en libertad. Cree, el que quiere creer. Llenos de amor, nacemos
del amor y estamos hechos de amor. Del amor, nace la fe; de la fe, la creencia; de la creencia, la
verdad. Libres son los espacios. Libres los vientos, la lluvia, las tormentas, los tornados, los
árboles, los pájaros, la noche, el día, el mar, las olas, la arena, el sol, la luna, las estrellas. Todos
alaban a Dios por su creación. Nosotros disponemos, además, de la facultad de decidir, elegir,
optar, preferir, escoger, seleccionar, solventar, disponer, concluir, resolver, satisfacer, remediar,
desvanecer. No cambiaremos los fundamentos del nacer y del morir, pero irradiaremos en el
viento los hechos, las omisiones, las ideas, las conclusiones, los pensamientos, el saber, la
necedad, el poder, la amistad, la humildad, la clemencia. Y ajustaremos las consecuencias a los
hechos, en el debatir de los hechos antes de producirse. La conciencia, esclarece las ventajas o
los inconvenientes, lo correcto o lo incorrecto, lo adecuado o inconveniente. La conciencia
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inserta las leyes que rigen la vida de los hechos; los hechos acarrean las evoluciones del espíritu.
Y en el espíritu, rendiremos cuentas, a cuenta de las acciones.
Jin.- La vida pasada, pasó. Todo ha quedado sin recuerdos, en el olvido. Todo
olvidado, sin recuerdos. ¿ Para qué ver los montes, si veo los montes sin mirar? ¿Para que oler
las flores, si huelo las flores en el viento?. La vida, donde vivo, es infinitamente superior a la que
en su momento viví ¿ Por qué evocar, si lo que hay, supera a lo que había ? ¿ Qué monte, puede
ensoñar la mirada, si soy monte y mirada?. Si puedo estar en el valle, ¿ Por qué recordar el
valle?. Soy viento y aire ¿Cómo recordar la respiración, al susurrar en el susurro de la noche?.
Soy susurro y respiración, aire y vuelo, viento, y en el viento voy por los montes, los valles, los
huracanes, los vendavales, los ciclones, los tifones, las tormentas, el agua, la nieve, la tempestad
y la niebla. ¿Por qué sumirme en algo inferior si en lo superior me valgo?. Todo se olvida en los
recuerdos, al dejar los recuerdos en el olvido. Me olvido de que recordaba y en los recuerdos, no
recuerdo, porque olvido.
Espacios inmensos. En el espacio navego, como espacio que soy. El espíritu es,
lo que es, en Dios. Dios es todo. Todo vive en la vida de Dios. Todo vuelve a ser como era y
todo se vuelve a sembrar en la vista de la mirada, al mirar las flores, oler el perfume, los granos
de trigo, las espigas. El monte, vuelve a ser monte, con sus bosques, felinos, aves, serpientes,
culebras, grillos, insectos, lagos, lagunas, ranas, avisperos, enjambres. Todo en Dios, al ser
Dios en todo y nosotros en el todo de Dios. La vida, la luz, la alegría, la sensibilidad, la ternura,
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la comprensión, el sentimiento, el afecto, la simpatía, el apego, la afección, la devoción, el
agrado, el cariño, el amor, el consuelo, la bondad, la clemencia, la adhesión, el afecto, el alivio,
la consolación, el lenitivo, el aprecio, la simpatía, el fervor, el recogimiento, el celo, la
contemplación, el misticismo, la fe.
Jin.- El que vivió para vivir, la muerte le segó la vida. El que vivió para morir, la
muerte le hizo nacer a la vida. El que tuvo, no tiene. El que ambicionó, su ambición le perdió.
¿Que demuestras, tu, a quien han mandado venir?
Neon.- Que la nada existe, aunque no hay existencia en la nada, sino dolor y
agonía, sufrimiento, angustia, amargura, desconsuelo, tribulación, inquietud, ansia, ahogo,
pesadumbre, consternación, miedo, terror, aprensión, desconfianza, recelo, pánico, pavor,
espanto, susto, sobresalto, consternación.
Eternamente oscuro, eternamente en un infinito negro. Donde no hay olvido.
Donde se cuecen las secuencias de los hechos, para roer los hechos en la conciencia. No vivas
del amor. Vive en el amor.
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82
Acto segundo
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Se ha rasgado el ayer en el tiempo. Y se ha transformado, el olvido, en recuerdo
del olvido, con el olvido del recuerdo. Recordando, en el olvido, los recuerdos. Vienen los
recuerdos olvidados. No se repiten, en la repetición de los hechos. Acontecieron, y su acontecer,
es en Dios, un libro abierto, para cuando quiera acceder, abrirlo, cerrarlo, suprimirlo, volverlo
a imprimir, o volverlo a leer. La vida, inmersa en mi vida, es, al hacerla en mi ser. Existo, en el
ser de Dios. Y en el ser, en el que existo, todo es posible y todo es. Creación , ayer, hoy,
presente, futuro. Amor, fe, bondad, clemencia, perdón, misericordia, gloria y gracia.
Ura.- No puedo deshacer lo que hice. Lo que respiré, respirado queda. El aire,
que mis pulmones absorbieron, está absorbido. No puedo devolver al viento lo que el viento me
dio, ni entregar a las nubes, las miradas de su paso, ni encorvar la espalda sobre el campo que la
encorvé. Se han abierto las fosas de la distancia, y en la distancia, me pierdo. No encuentro los
hechos, ni los sucesos, ni como sucedieron, ni como acontecieron. Se que sucedió, y lo que
sucedió reformó mis ideas y transformó la esencia del ser. Inmerso en cuestiones que alteraban
los caminos por los que caminaba. Senderos abiertos en el monte, pasajes con puentes sobre los
ríos. Orillas en los descampados, y en el cielo, luz vertiendo sombras entre nogales y
sembrados. Todo acontecía, en un acontecer, que finaliza en el tiempo. Termino, cuando el
tiempo termina. Todo acaba, cuando no ha comenzado. Dispuse de la luz, para abrillantar las
posibilidades de crecer y ascender, tener y conseguir, obtener y lograr. Tuve en mis manos, las
manos de la armonía, de la felicidad, de la pasión, del deseo. Y deseé. Claro que deseé y deseo.
Claro que me detuve en las hemorragias de los sentidos, en la desmoralización de la conciencia,
en la erradicación de la fe. Claro que me atuve a los hechos y los descompuse. Fui, por caminos
diversos, y en los caminos, me perdí. Y no me encontraba. Las noches se hacían cortas, cortos
eran los días y cortos los tiempos. La vida se acorta conforme se alargan los años en los huesos.
Frentes que se abren en las inclinaciones de los montes. Abismos, colinas, planicies,
precipicios, despeñaderos, simas, tajos, altozanos, cerros, oteros, alcores, collados. Desde los
picos del monte, en las agudezas del camino, observé como todo se va disipando. La bruma, el
temblor del viento, la niebla, el sonido, la voz, el grito, el absurdo, lo chabacano, lo importante,
lo esencial, lo banal, lo humano, lo consciente, lo inconsciente. Todo se pierde en el laberinto de
los sentidos. En la mente, por imposición de las ideas. Y las ideas se imponen en las razones. Y
las razones nos llevan por senderos, atajos, recovecos, veredas, recodos, curvas, vueltas, plazas,
plazoletas, esquinas, sendas, meandros, hijuelas. Mentiras y engaños. Polvo y humo.Claro que
descubrí la posición de las olas, la ubicación de los barcos, la proa de los mares, la popa de las
arenas. Claro que entendí, que la vida se va y no vuelve, que solo vivimos una vez, que solo
divisamos la estrechez de una pasión, la lozanía de un nombre, o la claridad de una ilusión, la
vanidad de un sueño, la perfidia de una mentira, el presentimiento del dolor. Claro que estuve en
la panoplia de los embustes, en la cercanía del engaño, la lubricación de la verdad, la ambición
de la falsía, el impulso de la envidia, la avidez de la ambición . Advertí, como hombre, que
evolucionaba según el viento soplara, según las cosas prendieran en el alma, según divisara los
aludes de las montañas, las nieves encerradas en las nubes, las cornisas de los deseos, la verdad,
la mentira, el amor, la fe, el engaño. Claro que sostuve el día en la noche. Claro que tuve el sol
en la palestra del firmamento. Claro que vi como me sumía en el ayer, al tener el ayer a la puerta
del hoy. Todo adosado, en la desproporción, de una porción de vida en los sentidos, navegando
por los arroyos, para sumergirme en el río y llegar al mar.
Los años, han abierto las caderas, encanecido el pelo, incoado arrugas,
desmembrado los sentidos. No corre la sangre, ni la habilidad de los dedos se encuentra en las
manos. Todo se circunscribe a tranquilidad, sensación de que todo acaba sin empezar. Es, como
un viento, que sopla en el horizonte, pero no alcanzamos ni nos alcanza. Sabemos que está allí y
sopla, pero su soplo, no vitaliza nuestra mente. Se aflojan los pestillos de las ventanas, las
paredes muerden el polvo de lo negro. Los tejados dejan que se abran las tejas en los capiteles
del miedo. No hay resguardo para la vida. Ni lugar donde esconderse, para que la muerte no
llegue. Los murmullos se perciben con la nitidez del silencio, con los silbidos que emergen en
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los ecos de las cuevas. Ya no hay pasiones que enciendan los fuegos de la ilusión, ni sueños que
alivien las desilusiones. Se cercenan los aludes y no hay tempestad ni tormentas. No hay nieve
en los polos, ni aves que canten al amanecer, ni flores que perfumen las noches. Estamos
embargados en la panoplia de una cercanía del espacio, gemidos de aguas que asolan los ríos,
corrientes embravecidas de olas, rocas prensadas en los talludos alvéolos de los arrecifes.
Promontorios de montes, bifurcaciones y excoriaciones de cañadas.
¿ Qué he hecho en mi vida ? ¿ Dónde he arrojado tantos años ?. La vela pende de
la consistencia del hilo. ¿ Como he distribuido los valores ? ¿Qué es lo importante ? No hay
respuestas, solo preguntas. El ciclo de los acontecimientos, los periplos de los viajes, para
adquirir conocimientos, los estudios, las clases, los profesores, las pasiones, los dolores, las
alegrías, el tamaño de los errores, la combinación de las mentiras, la complacencia de los
deseos. He pasado por el tiempo y el tiempo me ha atravesado con su paso. ¿ A quién he amado
? ¿ Qué he amado? ¿ Qué soy ?¿ Dónde esconder lo que sé ? ¿ Cómo me puedo valer de lo que
tengo, para huir del pasado? ¿ Como comprar el presente? ¿ Quién me espera ? ¿ Qué espero?
¿Qué siento, ahora que me envuelvo en la piel de la fantasía?. En la placentera lucidez de lo
incomprensible, amanece el día, y en el amanecer, confluye lo que piense, diga, sienta, sepa,
intuya, espere, tenga, desee, vislumbre, entrevea, perciba, discierna, distinga, divise, descubra,
conozca, apetezca anhele, ansíe, quiera, espere, aprecie, indique explique, exponga, solicite,
señale, apunte. Todo se va. Nada queda. La soledad, el silencio, la fantasía, el sueño, la vanidad,
la porfía, el engaño, la mentira, la verdad, el engreimiento, la inmodestia, la presunción, la
jactancia, la suficiencia, la pedantería, la pertinacia, la testarudez, la ofuscación, la contumacia,
la renuencia, la cerrazón, la obcecación, la falacia, el disimulo, el artificio, la treta, la picardía, la
astucia, la artimaña. Envoltorio de aprensiones en los lienzos del sepulcro. Losas estampadas en
el granito de las mazmorras. Y en el silencio, los gritos de la malevolencia, el desacuerdo, la
impotencia, el ayer y el olvido.
Neon.- Nada de lo que tienes, te vas a llevar. Nada. Absolutamente nada. Las
dudas se esparcen ante los momentos que se avecinan y estás metido en los sondeos de la
penumbra. Has vivido y no sabes como encontrarte con la muerte. No conoces la muerte, ni
quieres saber de ella. Las cosas retienen la abundancia de los deseos y la confluencia de las
pasiones. Nada constriñe el lamento, nada presiona la conciencia.
Ura.- Las orillas se acercan a mí, y veo como las arenas atrapan las piernas.¡ No
pudo moverme¡ ¡ No me muevo¡ Estoy inmerso en una decadencia de la carne condenada a
morir. Viene la muerte a llevarme y sus manos se asientan en mi garganta. ¡Las noto¡. Noto que
siento el sudor del frío, el calor del hielo, la gigantesca pira que me arrastra por los muros de lo
desconocido. Noto la serpiente mirando mis ojos. Mis ojos en la serpiente y no puedo evitar
mirar, lo que miro, ni sentir lo que siento. Noto que me pierdo en la travesura del espacio. No
oigo los gritos, ni me oigo en los rugidos de las sombras que se aquietan en el silencio. Me
pierdo en los instantes que vienen. ¡ Tengo miedo ¡¡Me atenaza el miedo ¡. Estoy preso, de una
prisión, que el tiempo construye con nosotros dentro. ¡ No noto el cuerpo ¡ ¡No noto el correr de
la sangre¡. Voy con la mente vacía. ¡ Estoy vacío¡ ¿ Qué silencio es el que oigo? ¿Qué nos
duerme en las sombras sin que pueda dormir? ¿Qué oigo, para percibir que la vida se encuentra
olvidada, en el olvido ? ¿Qué muerte me espera, si me estoy muriendo? ¿Dónde tengo la
cabeza? ¿ Qué cabeza tengo?. Arden las inquietudes y me noto inquieto. Sin esperar, espero, y
sin tener, noto que tengo los pies amarrados por las manos de la muerte. Tiran de mí y me
llevan. Noto como me lleva el silencio, como la soledad se antepone a la luz. El grito no grita, ni
oigo mi voz, ni me oigo.
¿Que haré con mis casas ?¿Dónde dejaré mis campos? ¿Y los almacenes?
¿Quién de mis hijos cuidaré lo que he levantado? ¿Quién derribará lo que he construido?. Todo
se queda aquí y no me lo puedo llevar. ¿Se acordarán de mí, mis criados?. Claro que se
acordarán, para denigrarme. Al fin estarán libres de la desconfianza y la vigilancia. Mis hijos no
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son como yo, ni mi mujer tampoco. Lo perderán todo antes de tenerlo y lo que les quede lo
malgastarán..¡Los conozco¡ Conozco su forma de pensar, los deseos de que muera, los deseos de
sucederme y disponer de lo mío. Quieren tener lo mío, porque no saben tener lo suyo. Siempre
han vivido a mi costa, siempre a mis espaldas, siempre con mi alimento y en mi casa. ¿Qué harán
sin mí? ¿ Cómo vivirán sin mi vigilancia y mis consejos?. ¡ Se perderán en el viento¡ Irán, poco
a poco, empalideciendo y los engañarán porque son unos inútiles y unos necios. Les arrollarán
los trenes y se los comerán por los dedos de los pies ¿Quién lo va a cuidar, como yo lo cuido? ¿
Quién podrá hacer lo que hago?. ¡Todo se envolverá en el aire y se volverá viento¡. No sabrán
cuando cosechar, ni como se cosecha. No les enseñé como debía y ahora no puedo enseñarles.
¡Dios mío, dame vida para enseñarles¡ ¡Dame más tiempo para mostrar a mis hijos como deben
hacerlo¡ ¡Dame vida, para conservar mi hacienda e ir dándosela poco a poco, para que no la
pierdan ¡Dame tiempo, para consolidar lo que estaba haciendo¡.
¡Que digo¡ ¡Que necio soy en mi necedad¡ Desvarío. Los años se confabulan
contra la mente y me vuelven viejo antes de que la vejez ancle en los pensamientos. Isabel , s, se
llamaba Isabel, lo recuerdo muy bien. ¿ Cuantos años tenía yo? ¿Diecisiete , dieciséis, quince,? ¡
Qué jóvenes éramos¡ El mundo se abría lozano y tomaba las rosas como alimento y el viento
me lo bebía para desayuno. Dormía en la noche para por el día se arrimaban la alegría del cuerpo
y se allanaban los campos con la mirada. Corría en pos del aire y de la nieve y me envolvía en
los lamentos de la alegría. En la alegría de ser joven y fuerte, de correr como el viento y cabalgar
a lomos de la noche y la luz. Libre de amar y sentir deseos de amor y sentir el amor y sus deseos
y desear amar y desear amor en el deseo. Libre de tomar las manos, acariciar los dedos, mirar a
los ojos, sentir el pelo resbalando por las mejillas, escuchar sus risas y sus lamentos, sus
palabras y sus dichos. De oír los murmullos del silencio, las murmuraciones de la gente, los
chascarrillos de los pueblos, las vecindad de los amigos, la confianza de los viejos, el amor de
los padres, la travesura de las noches. Libre de emplear las mentiras y escudriñar la verdad. Libre
de salir por el viento y ver otras ciudades, caminar y correr, malgastar el poder para poder
malgastar el poderío de las fuerzas . Libre para soñar y en los sueños ser caballero y jinete, rey
emperador, conde, marqués, monte, castillo, celda. Libre para engastar mi escudo en las
espuelas del caballo. Libre para encender hogueras en la sangre. Libre para esconderme en los
silos, correr tras las mujeres, gritar al viento que era libre, decir, sin pudor, que mi libertad me
hacia sensible y en la sensibilidad se leía el amor. Libre de envolver la claridad de la soledad en
los griteríos de la gente. Libre de estar en multitud y no ser multitud. Libre de escorarme en el
mar y visitar los barcos de las urbes. Libre de salir, entrar, percibir, escabullirme, regodearme
de las ideas de los viejos y sus consejos, sucumbir a las pasiones. Libre de estrechar los cuerpos
jóvenes de las jóvenes mujeres. Libre de que me asaltaran las pasiones. Libre de amar y ser libre
en el amor. Libre de sentirme en libertad. Libre de decir cuanto quisiera, sin inhibirme. Libre de
esperar, ansiar, tener, ambicionar, odiar, repeler, conseguir, aclarar, concebir, pensar.
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los días, ni el lamer de los perros en la carne, ni la sensación de la fatiga. El que no combate, no
sabe del sufrimiento de la lucha.
Las calamidades se han enseñoreado de las pasiones y ya no tengo pasiones, solo
calamidades. El cuerpo se dilata en los sobresaltos de las enfermedades. Tanto esperar en el
viento y el aire se ha vuelto contra las nubes de mis noches. Me han dejado sin noches, sin
sombras y sin luz. No tengo instintos para llegar a las cumbres de los montes, ni para visitar las
tierras, ni sembrarlas, ni recoger la cosecha. En esta habitación me han recluido los reductos
de la mente. Las ideas y los trabajos se han confinado en este garito. No hay espacios para ver, ni
horizontes para caminar, ni recorridos para transitar. Ámbitos estrechos en la pequeñez de la
vida. No puedo soñar, en los engaños de una ficción, que la realidad destruye. No hay ilusiones,
que caminen con mis pasos, al no tener pasos para ilusionarme. Se han roto las barreras de la
vida y veo como la vida me reta a crear nuevas barreras. ¡Que falsedad la del mundo ¡ ¡ Que
incoherencia la de la lucha, por luchar ¡ Las cosas se pierden, se prensan, se hacen polvo y se
desmoronan. Crees que tienes, cuando has acumulado, y al mirar lo que tienes, para disfrutarlo,
ves que no tienes. Nace un nuevo combate en una nueva lucha, un nuevo camino en una nueva
carretera, un nuevo fin en una nueva meta, una nueva dimensión del espacio. Una nueva
tempestad en la tormenta. Una nueva nube en el cielo. Una nueva ola en el mar. Una nueva
corriente navegando. Y el cuerpo, roto en el descalabro del esfuerzo, nota su impotencia, su
desequilibrio, su escasez de valentía, sus años, sus esquilmes, sus dolencias, sus enfermedades,
sus querencias, sus padecimientos, sus males, sus malestares, sus sufrimientos, sus dolores, sus
achaques, su inseguridad, su inestabilidad, su oscilación, su tambaleo, su variación, su
vacilación, si ineptitud, su inhabilidad, su incapacidad, su ineficacia, su incompetencia su
incoherencia.
Jin.- ¿Lloras porque tienes?. ¿Te arrepientes de no haber vivido? ¿No has
educado a tus hijos?. ¿Que es, para ti, la vida? ¿Qué esperas de la vida? ¿Que acontecimientos
sublimes esperas? ¿No es el sol un navegante solitario? ¿No te sonreía la luna, cuando segabas
el campo? ¿No cursa el agua, la corriente del río, para segar tus campos? ¿No te han dado fruto
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las cosechas? ¿ No has apoyado tus pies en la tierra, para no caer en el espacio? ¿No has sentido
la afluencia del viento? ¿La humedad de las tormentas? ¿La altura de las estrellas, la inmensidad
del espacio, la profundidad del infinito? ¿No has doblado tu cuerpo en el trabajo, no has utilizado
las manos, no te has servido del arado, no has ascendido por los montes, nos has allanado los
socavones, los montículos y las depresiones? ¿No has utilizado para tu descanso las sombras de
la higuera? ¿No has respirado el viento? ¿No has olido las flores ? ¿No has comido y vestido ?.
Has querido tener y tienes ¿Por qué lloras? ¿A quién culpas?. Todos tienen que morir. Todos
mueren. ¿Que esperabas? ¿Escapar sin muerte?
Neon.- Nada se da por si solo. Solo la nada viene sola. Cuando se inicia el
tiempo de la muerte, la muerte, sin preguntar, avanza sus pasos y muestra sus ojos. Rompe el
armisticio de la vida, envuelve el polvo en ceniza, putrefacta la carne y envuelve el viento en
hedor. Los rasgos de las sombras se alargan y prende la oscuridad en la noche. Nada escapa a la
presión de su opresión, a la rigidez de su hoz, al vacío del espíritu en la cavidad del cuerpo. Vela
los gritos que acuden en auxilio de la voz. En silencio, expira el grito. Nada se oye, nada se ve,
nada tiembla. No hay respiración, ni luz, ni noche ni sombras, ni hora, ni tiempo, ni día. El que
era, no es, el que existía, no existe, el que pensaba, no piensa, el que se quejaba, no se queja, el
que aspiraba, no aspira.
Jin.- Ama, para ver con la luz del amor, el camino. Espacios interminables de
espacios. Estrellas y estrellas, tan grandes como la tierra y más grandes, pueblan el infinito.
Todo, en el infinito de Dios. Todo, en la inmensidad del amor. Todo, en el inmenso ser de la fe y
la humildad, la creación, la gloria, la gracia. Todo, esperando, en esa espera de la esperanza.
¿Qué es, más largo que tu mirada y más corto que tus ojos? ¿Cómo puede, el pensamiento, volar
en los recuerdos y cubrir toda tu vida pasada en el paso de un segundo? ¿Puedes volver a la
juventud? ¿Puedes retornar en el tiempo? Inmensidad sin fin, en el fin inmenso. ¿Dónde
termina el infinito? ¿Tiene fin? ¿Quién te crees que eres, para creer que eres? ¿Que puedas dejar,
en un mundo que contigo vino y contigo se va?. Si no existes, ¿ Qué mundo existe para ti?. Todo
lo que has hecho, hecho está, y sus consecuencias están expandidas en el viento. Existen y no
puedes cambiarlas. Puedes buscar, en tu interior, la verdad, la fe, la comprensión, el
arrepentimiento, el amor. Lo hecho no se deshace. No mires atrás, mira al cielo, el universo, las
estrellas, la luna, el mar, el sol. Han estado contigo, para que las vieras, las miraras, las
contemplaras y alabaras a su creador. Perennes días y noches, al amanecer y al atardecer, cuando
las sombras cubren el día y el asombro del viento cubre las sombras. ¿No has visto que te miran,
para que les mires? ¿No comprendes que existen, para que existas?. ¿No te abren el espíritu a la
inmensidad? ¿No quiebran tus locuras por la carne? ¿Qué te piden? ¿Qué te exigen? ¿No
alaban a Dios?. Afirman, que son esperanza de la espera, alabanza de la alabanza, gloria de la
gloria, reino del Señor en el reino de la tierra.
No oscurezcas la luz, no te lances al abismo de la locura, en la ambición de la
carne. No acudas al mundo, para asentarte en el mundo y gozar de las mentiras de las pasiones y
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los deseos. No escanees la sombra de la lujuria, ni te asomes al barranco de las efusiones. Ama y
vive de amor y en el amor. Entrega y da, para tener al irte Comprueba que tu vida es un batiente
contra el deshonor y la mentira, la falacia y el engaño, la conquista y la ambición, el deseo, la
envidia, la calumnia, la lujuria, la malicia, el estercolero, la molicie, la herrumbre, la perdición,
la falsedad, el embuste, la depravación, la perversidad, la maldad, la voluptuosidad, la lascivia, el
desorden, la incongruencia, el ateismo, el libertinaje, la corrupción, el desenfreno.
Neon.- Suerte tienes de que puedes curar tus heridas. Las pinzas de hierro
expandirán los garfios sobre las pasiones y podrás dejar que no te engañen las mentiras. Mi
orgullo era tal, que no podía permitir que nadie hiciera sombra a las sombras, que no asimilara
la tierra y no me encumbrara sobre los montes. Catapultas de hierro eran el impedimento a
trasvasar la dulzura. Nada sopesaba mi mano, para alterar la valentía del brazo, la conjunción de
los jinetes, formados con su penacho y su lanza. Los vítores aclamando la gloria del vencedor,
los denuestos de los vencidos, la mortífera matanza entre los cuerpos caídos. El cielo rojo, rojos
los ojos que miraban al cielo, rojo el río, roja la ira y rojo el retumbar de los rayos. No podía
volver la mirada a otro lado. No podía detener el caballo, ni descabalgar del lomo que me
sostenía. A mis pies la vida derrotada, con la victoria sobre la vida. Falso viento y falso humo.
Falsa vanidad y falso engaño. La valentía del cobarde era la cobardía del valiente. No permitía ni
a otro ni a otros, ni otro tambor, ni otra cuerda, ni otro ser, ni otra existencia. Envuelto en la
nada, la nada me envolvía. No por matar, morían y no por morir, mataba. Era mi muerte la que
encerraba cada vida. Mi muerte la que atravesaba mi espada. Derrotado en la victoria, gritaba en
la victoria, como si de verdad venciera. Mentira, engaño, falsedad, falsía, embuste, patraña,
exageración, paparrucha, farsa, engañifa, apariencia, quimera, falacia. Más me hundía al crecer y
más crecía al hundirme. Más veía el futuro y menos el porvenir. Hileras de peldaños bajaban,
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cuando creía subir. La vida es un carromato al que te subes para empujar, no para que te
empujen. Sin consigues lo que ansías, las ansias te destrozarán la vida.
Ura.- Quiero vivir. Quiero empezar la vida. Quiero rastrear en las noches los
arroyos y los manantiales. Quiero beber de la fuente que mana, del surtido que germina. Quiero
estribar en las estribaciones de los continentes. No quiero morir.
Ura.- No quiero irme del mundo. Tengo miedo. Quiero empezar de nuevo,
volver al principio, volver a nacer, volver a sentir el viento, ver el mar, el cielo, captar el
universo, sumirme en el mar, nadar en el río, sembrar el trigo, recoger la cosecha.
Ura.- No he vivido, ¿Cómo voy a entrar a la vida sin vivir? ¿Que vida me espera
si no sé lo que es la vida?. ¿Quién mantendrá a recaudo mis bienes? ¿Quién me velará en la
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sepultura? ¿Quién sembrará mis campos y segará mi cosecha?. ¿Quién me arropará cuando el
frío me envuelva?.
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101
102
TEATRO
C A R E N C I A S
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LUZ
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3
¿Es más rico, el pobre que el rico? ¿Es más pobre, el rico
que el pobre?
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4
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TEATRO
CARENCIAS
ACTO 1º
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Nadia.- No puede ser.... no puede ser..... no puede ser....no puede ser...
Nadia.- Si pudiera decirte las dudas que me agobian. Los agobios que me
originan dudas. El paso por un túnel, sin que la luz se aviste. El largo camino, de un camino sin
orillas. El balandro, de un barco, sumergiendo su eslora en tierra. La tormenta, de una tempestad,
que explota en la soledad de un faro.
Luis.- Muy bien. Muy bien. Veo que las palabras enardecen y permiten que
expresemos reacciones que no tienen sentido alguno, aunque sí las frases. De todo lo que has
dicho, me quedo con la idea de que estás luchando interiormente y no sabes a donde te conduce,
ni lo que quieres, ni lo que es, ni lo que puede ser, ni si es interpretable, ni si te afecta, ni si
podrías soportarlo, ni si quieres conservarlo. Todo un dilema, vamos.
Luis.-No, no soy de gran ayuda. Soy y me reconozco débil. Huyo del combate,
más y más, si es cuerpo a cuerpo. Perdería cada lucha. Antes de perderla, huyo, como perro con
el rabo entre las piernas, sujetándome en la insensatez, reconociendo la debilidad de mi carácter.
Y la insensibilidad, que para determinados temas, muestro.
Nadia.- Exacto
Luis.- Te lo agradezco. Reconoce, que a cambio, has tenido potestad para
determinar lo adecuado, lo conveniente, y tomar las decisiones que creyeras mas aptas para cada
momento, hora y lugar. Lo uno, por lo otro.
Nadia.- Tus ideas, no me hacen tomar el sol en la playa. No quiero sol, ni arena,
ni mar, ni aire de mar, ni montaña. En la trastienda, han quedado las ilusiones, las esperanzas, los
sueños, las emociones, las inquietudes, los sobresaltos, las alteraciones, las perspectivas, los
entusiasmos, los espejismos, las quimeras. Han navegado, en alta mar y en alta mar, se han
hundido. Hay rescoldos, en el fuego, y en el fuego, cenizas, no llamas ni humo.
Luis.- He dado lo mejor mío, sin profundizar, en cada instante, en aquello que
pueda ser retrospectivo o incoherente. He procurado mostrarme como soy, no puedo ocultar mi
manera de ser. Así era, así soy, así seré. No intervengo en mi forma de ser, para adaptarme a
otro forma de ser y ser, un ser, diferente al ser que soy. En ese caso, sería otro dejando de ser yo.
Me adapto a lo que soy en lo que soy, vivo, me manifiesto, me conformo, me soporto, doy todo
lo que tengo dentro, sin ocultarlo. Si amo, amo, si pienso, pienso, si digo, digo, si obro, obro. No
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encontrarás falsedad en mi comportamiento, en la consistencia de ideas, en los caminos que
emprendo. La debilidad, es fortaleza. Si consideras debilidad, a la fortaleza, soy débil. En mi
debilidad me defiendo, me mantengo como ser, vivo, veo y la vida, la adapto a la consistencia
que tengo, sin excederme en mis posibilidades, sin extraer presuntuosos equilibrios de los que
no dispongo. Consistencia o carencia.
Luis.- Eres una paradoja, como es una paradoja el amor, una paradoja el
pensamiento y lo que se piensa. Tú dices lo blanco de lo negro, y yo lo negro, de lo blanco. Tu
ves con tus ojos y yo con mis ojos miro lo que miran tus ojos y no lo veo. Tu hablas, como si
todo fuera un arqueo del puente, desde el que se adivina el porvenir y yo cascarrío en las
hipótesis de que cada uno es un plato que ningún otro puede degustar. Lo que siento, veo,
hablo, digo, comprendo, entiendo, discuto, dialogo, pienso, converso, mascullo, inicio, concibo,
imagino, innovo, hago, emprendo, no es ni será como tu lo ves, hablas, dices, degustas,
comprendes, entiendes, mascullas, chirrías, susurras, murmuras, percibes, intuyes, vislumbras,
haces, sueñas, racionalizas. Cada uno es, en cada uno, el mundo del que al nacer, con él nace, y
el modo con el que nace. Blanco, el que nace blanco. Negro, el que nace negro. Manco, el que
nace manco. Rico, el que rico nace. Cada uno en cada tierra y cada tierra en su país, cada país
con sus montañas, sus ríos, su mar, su orilla, su viento, su aire. La mente, es un volcán que
centrifuga en el alma y en la conciencia, forjándose en las erupciones interiores de una
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continuidad en el lamento, la mente, los hechos, las acciones, la compañía, la sociedad, la
alegría, la soledad, el silencio, la vida, el dolor. Unos eruptan, otros se llevan la erupción a la
muerte. Nada cambia, sin percibirse, ni percibiéndose.
Nadia.- Esa es la diferencia. Yo digo que todo puede cambiarse, todo puede
volverse de arriba abajo y de abajo arriba. Voluntad y esfuerzo, valentía y tesón, arresto,
atrevimiento, carácter, arrojo, brío, temeridad, intrepidez, bravura, empeño, terquedad,
insistencia, obstinación, constancia, comprensión, dedicación, tolerancia, idea. Luchar contra el
viento, aunque el viento te arrastre. No tener miedo, ni dudas, ni dejar que te agobien, ni primen
los inconvenientes, ni dominen las suspicacias, las inclemencias, las incorduras, los recelos, las
aprensiones, la desconfianza, los susurros de las sombras, las incógnitas de las murmuraciones,
la dejación de principios, la alteración de las formas, la violencia del valor, el desprecio del
inmaduro, la saciedad del necio, la incongruencia del vano, la imperiosidad del avaro, el
desconocimiento del ignorante, la vanidad del vano.
Luis.- Para, para un poco. Arremetes con velocidad y no hay quien pueda
enfrentarse a tanta palabrería y tanto desconocimiento. No pongo en duda tu saber, obstinación,
fuerza, valor y tu ..... digamos..... fortaleza de espíritu. Sin llegar al fondo de mi ser, quieres que
mi ser, sea esa tarántula que muerde y pica. No soy un ser, para otro ser, ni un alma para otra
alma. Ya...ya sé que todo es en comparación con mi carácter y en confrontación con mis
decisiones, pero.... no puedo desescombrar los escombros de la construcción en mi interior, ni
derrumbar lo que tanto esfuerzo me ha costado levantar, aunque para ti, solo sean escombros. Lo
que soy, solo lo puedo ser yo, nadie mas. Nadie tiene lo que tengo y no tengo lo de nadie. No
presumo de nada y nadie puede presumir de ser alguien. Todos estamos en plena canícula de la
vida, por un camino de comprensiones, estímulos, concentración y tránsito. Todo se nos ha dado
hecho y de todo disfrutamos, sin que sea nuestro. No quiero que me compares, ni que por
comparación me deshilaches o me conviertas en un zurrón de encaje. Puedo ser, solo, lo que soy.
No puedo, ni ser otro, ni llegar a parecerme a otro, para no ser el que soy.
Luis.- Ni se debe.
Nadia.- He dejado pasar las nubes y no me han mojado. He visto correr el viento
y no me ha impulsado El aire no ha descubierto la frondosidad del fruto que pendía del árbol y
heme aquí, en la incertidumbre del desconcierto, en lo incierto de lo cierto.
Nadia.- Tu, te has comido las cerezas y desgajado la rama, para que otro no
coma.
Luis.- Eres incorregible. Tú pusiste las cerezas, en mi mano, para que las
degustara y me las pusiste en la boca, para que las comiera. Y las comí. Como todos. Todos
comemos lo que nos sirven para comer y lo aceptamos como un bien, una delicia, algo que nos
enorgullece y nos llena el espíritu. Cierto que las comí, las volvería a comer. No me arrepiento.
No he protestado de ti, ni protesto, admito como eres, como piensas. No pretendo cambiarte,
moldearte con otro barro, discriminarte, embutirte en otra ropa, sentarte en otro barco, navegar
en otra ola. Tal como eres, te acepté y te acepto. Tal como has sido, has sido, eres y no he
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podido menos de dejarme llevar en ti, para ser de tu agrado. No he alcanzado a ser esa nube, que
tu corazón buscaba en el espacio. No lo he sido y no lo soy. Ni lo seré nunca.
Nadia.- No, no lo has sido. Fuiste una tormenta que el viento arrastró en la
lluvia. Una cometa, en lugar de un rayo. Un avispero, en una jaula de ilusiones. Una suposición
falsa, de un deseo verdadero. No puse fantasía, en la fantasía, desbordándome la corriente. Aquí
estamos, juntos, en el tiempo, sin tiempo para estar juntos y sin tiempo para enmendar los yerros
de las ilusiones. Como dices, eres como eres. No he podido transportarte a mis sueños, como un
conde con coraza, un rey con sus vasallos. La realidad aleja el pasado y deja sin pasado a lo que
aleja. Nada vuelve a aparecer, ni del ayer, ni en el hoy, ni del pasado, ni en el presente.
Luis.- Al que piensa, antes que al iluso. Al que ve la realidad, antes que al que
quiere transformar la realidad a su capricho. Al final, solo hablan de los hechos del señor, pero
los hechos los ejecuta el escudero, el señor solo los alimenta para crearlos y después de crearlos,
destruirlos. Es un rufián que desconoce el valor la dignidad, la hidalguía, el honor, el servicio, la
comprensión, el amor, la humildad. Todo lo mezcla a voluntad de su voluntad y da, a su
voluntad, el marasmo de la realidad, sin atenerse a las normas de la vida, de la sociedad, la
convivencia, la amistad. Es un perogrullo que no piensa, ni siente, ni ve, ni comprende. Sueña.
Sueña que es caballero y es un pendón. Sueña, en convertir sus gestas, en gestas de caballero. En
lugar de hacer el caballero las gestas, hacen las gestas, al caballero. No hay mayor orfandad, en
la vida, que contemplar como piensan.
Nadia.- Que vacuo, es el que se desloma en el vacío, creyendo que los demás
son vacuos.
Luis.- No llegaremos, a la misma meta, sin la dejación del uno por el otro. No
hay dos ideas uniformes, ni dos pensamientos iguales. El rumbo, está en función, de la
disfunción del aire. Las montañas son las que son, como los mares, los ríos, los árboles, los
frutos, lo que cambia es la forma de verlos, disfrutarlos, consumirlos, apreciarlos, diferenciarlos,
distinguirlos, poseerlos, darlos, comerlos. En la forma de percibirlos, contemplarlos,
interpretarlos, estimarlos, respetarlos, valorarlos. Como los sentimientos, la vida, el futuro, el
presente, los vecinos, la sociedad, las leyes, la convivencia, los padres, los hijos.
Luis.- Sí, en la forma de amarlos especialmente. Tal como son, con defectos y
virtudes.
Nadia.- Demasiado para mí, que solo aspiro a alguien que me encamine, me
marque la ruta, disponga de mis actos, encubra mis hechos, me desborde en la apariencia, me
suma en el alambiques de las pasiones y los deseos. Alguien, que descarne la carne, anule la
voluntad, apriete mi garganta hasta impedirme respirar, que se posesione de mi ser, de mi alma,
de mis sentidos, de mis complejos, de mis debilidades, mis fuerzas, mis anhelos, mis
posibilidades, mis encuentros, mis alteraciones, mis enfrentamientos, mis ilusiones, mis sueños.
Alguien, que sin desnudarme me desnude, me conquiste sin avasallarme, se posesione de mi ser
y en mi ser, tenga su trono y su cetro. Alguien, que diferencie lo hermoso de lo bello, que
defienda lo bello de lo hermoso, que acampe en las noches, sea la luz de la noche y del día, luz.
Alguien que me bañe en el mar y con el mar, se funda en mi cuerpo. Alguien que se aprisque en
el campo y en el monte. Que rodee los precipicios y vuele, conmigo, en mis evoluciones.
Alguien, que en la desmesura de las sombras, me convierta en sombra y como sombra me tome.
Alguien que se fusione en el paladeo del alma fundiéndose en el hielo del deseo.
Luis.- ¿Como has podido vivir conmigo, tantos años? ¿Qué trincheras, has
abierto en tu alma, para desatascar tantas trincheras? ¿Dónde has depositado, las faldas de tus
vuelos? ¿En qué rincón, te has aturdido, para concentrar tanto desconsuelo? El paso del tiempo,
abre vías insólitas en el tiempo que vivimos, dejando al descubierto sensaciones de estar
prisioneros en celdas de castigo. Unos, por amar, otros por no amar al que le ama. Unos, por
sentir amor, otros por no sentir el amor que otro siente. Unos, por ver como la noche sigue al
día, otros, por ver como el día sigue a la noche. Unos, por llorar en las esquinas, otros, por ir, de
esquina en esquina a la busca del amor. Unos, por desear, otros por tener deseos. Unos, por
acariciar unas manos, otros por no querer que se las acaricien. Unos, por levantarse temprano,
otros por no levantarse. Estamos hechos de hilos de distinto engranaje, con adversidad en lo
adverso y una contradicción en la contrariedad, para no alcanzar nunca la felicidad, para
desenvolvernos, sin ver, como lo sencillo, es fácil, y convertir en difícil, lo sencillo.
Nadia.- ¿En que te crees diferente? ¿Quién, no admira lo que ve? ¿Quién, se
revela, contra lo que en su mano tiene?
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despiertan. Ahora voy en el tren, esperando un apeadero. ¿Qué habrá?. No lo sé. Hay apeaderos
y debo encontrarlos y buscarlos antes que todo desaparezca.
Nadia.- No buscamos príncipes de sangre azul. Buscamos un ser, que nos ame,
nos atienda, nos cuide, nos mime, nos eleve por encima de las demás mujeres, nos diferencie,
nos marque la diferencia en el perfume de las flores, nos lleve por los derroteros de los pasajes,
las corrientes encrespadas. Nos haga sentirnos fuertes en la debilidad, débiles en la fortaleza,
suaves, tiernas, clementes, llenas de pasión, apasionadas, vertidas en las pasiones de la pasión
por ser de la pasión, pasión. Que nos hagan ver lo que no vemos, sentir como se siente al sentir el
sentimiento, alcanzar con el aire el viento, navegar en las olas. Ser marea, playa, arena,
desierto, oasis, palmera, cascarón, barco. Que el mar nos maree y mareemos al mar con la
fuerza de nuestros mareos. Que seamos como el rayo en la tormenta, como fruto que madera al
son de la primavera. Que reciclemos en el furor y maduremos en la ira de la sangre. Demos
carne a la carne, al espíritu, espíritu, bajo el cuidado de la ternura, el calor, el cariño, la simpatía,
el afecto, el deseo, el apego, la afección, la amistad, la paz.
No pedimos dinero, ni poder, ni gloria, ni fama, ni ser altas como una montaña o
alegres como una cigarra. Solo, que el ser que nos cuide, sea ser, en nuestro ser y con nuestro
ser se integre y conforme. Que veamos como camina en nuestro camino, anda con nuestro paso,
vive con nuestra vida y de nuestra vida, vive. Que nos reporte tranquilidad, descanso, sosiego,
gozo, placer, simpatía, agrado, calma, orden, serenidad, ecuanimidad, confianza, seguridad, paz.
Luis.- Amar no es exigir, sino dar. No se puede pedir, hay que entregar. No decir
quiero o dame, sino toma, ten. Disfruta de lo que te entrego, entregándome a ti. Soy para ti, en
ti y de ti. No me oculto, ni salgo, ni empeño mi voluntad, ni distraigo mi sangre, mi, carne, mi
salud, mi empeño. Te doy lo que tengo, lo que soy, lo que espero, lo que alcanzo, lo que puedo
alcanzar .Eso es lo que deseo y espero, al ser tú, mi deseo y mi esperanza. Si no separas tu
persona, de la personalidad a la que te unes, no podrás amar, ni servirás para amar, ni para que te
119
amen. Serás un piedra que resbala por el monte y se despeña. No esperes conseguir altos vuelos,
al volar, altas nubes, en la tormenta, altos cielos, al soñar. Todo es, en la realidad, una
circunstancia de la vida que une dos vidas, en un común de vida. Unión de esfuerzos, para
enfrentarles a las dilaciones, los empeños, las carencias, las dificultades, las enfermedades, los
hijos, las carencias, las posesiones, las ambiciones, los recuerdos, los olvidos, las ilusiones, las
presiones, las ideas, los empeños, el solaz de las sombras, la ternura del cariño, la unión de
cuerpos, el rodar de las tinieblas, los desengaños, las deserciones, los impedimentos, el trabajo,
el esfuerzo, el dolor, la alegría.
Pedir, puedes pedir. Todos pedimos. Todos queremos, que nos ensalcen, nos
alaben, nos adoren, nos eleven, nos alcen, nos muestren en facetas de seres que superan al resto
de los mortales. No prestes atención a los que lo hacen. Te mienten. Para engañarte, te muestran
lo que no eres, lo que sin ser, puedes ser, lo que puedes alcanzar, sin tener. Te hundirán en las
cornejas del desierto, en la canícula del barro, en la abyección de lo abyecto. Después de
aprovecharse, te desecharán, arrojándote al vacío.
Luis.-Nuestro hijo.
(Entra en la habitación Daniel)
120
Daniel.- En plena apoteosis de teorías contrarias y contradictorias, que es como
os gusta.
Luis.- Decías......
Luis.- Ya me parecía......
Luis.- Creí ver, a tu madre, preocupada por algo. Algo, que desconozco y no
sé,..... pero que tu madre sabe, cree que sabe o presiente que sabe.
Daniel.-¿Mamá......?
Daniel.- Papa...
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Nadia.- Tienes un padre, que huye de cualquier concepto, que le desestabilice.
Me observa, para aprender, pero ni observando aprende. Ha descamisado los botones de la
camisa y cree que son los de la bragueta.
Luis.- ¿Entonces.....?
Daniel.- Mamá....
Luis.- Antes de que hables, debes saber que nosotros estamos aquí, para
ayudarte. Has venido al mundo, para cumplir un fin, acorde con tus capacidades.
Ayudar, amar. Sentir el peso que transportas, ante la vulnerabilidad de la vida y la necesaria
presencia de la muerte. Hagas lo que hagas, debes enfrentarte a tus hechos, solucionarlos con
amor, fe, comprensión, sin dañar a nadie, sin ocasionar mal alguno, sin perturbar las iras del
viento, las fisuras de la fragancia de las flores. No te pierdas en los alrededores de la
incompetencia o en las desmesuradas sombras de la noche. Enciende tu alma a la conciencia y
con arreglo a ella, actúa. Sin perturbar el contenido de las falacias de las mentiras o servirte
del engaño. Sigue la línea recta y no busques atajos en tus caminos. No hay atajos ante los
hechos, ni ante las promesas, ni ante las obligaciones, ni los deberes. No hay paredes que corten
el agua, ni mar que se arrugue ante los acantilados.
Luis.- Chiquillada o no, es un problema para él y como tal, hay que tomarlo.
¿De qué se trata?.
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sea avivan los sentimientos y se comparten, donde todo se vierte, en un río, de corrientes unidas,
que enfilan las gargantas de los mares.
Luis.- No hay nada, que una tanto, lo que puede separarse. Nada que prime
tanto, sobre los intereses personales. Nada, que se esconda en los aledaños de lo desconocido y
se haga tan claro, conciso y consciente como el sol y la luna. Todo se comparte, en un afán de
dividir en partes lo que es uno.
Luis.- Quieras o no, tienes que vivir. Quieras o no, tienes que descubrir la
manera de expresarse, la conciencia sobre un mundo que nos domina y nos obliga a caminar,
por un camino, que debemos dominar, para no ser absorbidos por las incidencias del viento o los
arreos de los caminos. Los problemas, sean cuales sean, abren las puertas a un camino
desconocido, a un espacio, donde el viento, susurra y el hambre nos corroe el cuerpo y nos
enjuicia bajo el derrame de los deseos. Es, la lucha, la que nos abre el sendero. La lucha la que
nos hace humanos y fuertes, convencidos y con ideas, con conocimientos y dominando
sueños e ilusiones. Es la lucha la que observa a la orilla del mar, y permitiéndonos ver, como
lucha contra la orilla, como se disuelve en la arena para derramarla en las mareas. No tengas
miedo a los problemas que te puedan aquejar y no te quejes por los problemas que te inunden o
por las decisiones a tomar. Ello te servirá para robustecer tu alma, conformar tu mente a la
sensación de sentir que las piedras se nos clavan en los pies y nos sangran, la espiral de los
deseos.
No dudes, en expresar, lo que tengas que expresar, haz frente a tus hechos y en
los hechos, haz frente a las consecuencias que se derivan. Tú solo, conoces el alcance de tu
fortaleza, prescinde de lo que opinen los demás, lo que piensen, lo que te digan, lo que crean que
debes hacer, lo que tu madre y yo pensemos, digamos, insinuemos, aconsejemos,
manifestemos. Es tu voluntad la que debe asomarse por tu corazón y la que debe imperar por
encima de los montes, los precipicios, los abismos, el espacio, la inmensidad. Es tu vida la que
en cada decisión pones en juego. No juegues con tu vida. Ten miedo, antes de ejecutar tus actos,
nunca después de ejecutados. Obra con amor. Antepón, el amor, a la conveniencia, los deseos, la
envidia, la avaricia, el desdén, la injuria o cualquier otro mal que pueda recaer en terceros, y
cuanto hagas, será correcto. Asume tus consecuencias, desdeña la mentira y el engaño. Pide
consejo, pregunta por las respuestas a tus dudas. No sigas el consejo, ni aceptes las respuestas,
críbalos, que reposen en tu conciencia y cuando tengas claro, en tu interior, lo que es claro, deja
que la claridad te envuelva y obra, con la claridad de lo claro.
Lidia.- Verás, que tu padre, elude el problema. Quiere que seas tú el que se
encare con él, sin ayuda. Que rebotes, en la inconmensurable complacencia de tus posibilidades
y en tus posibilidades te absorbas. Que seas, solo tú, el que, sin que la crispación llene tu alma,
sea tu alma la que, llena de crispación, se enfrente a cuanto puede ser una alteración del
problema. No quiere que le traslades tu indefinición. Que le obligues a presenciar como te
debates, en tu interioridad, para comprender lo que puede pasarte y eludirlo.
Andrés.- De repente todo se aplana. Sin darse cuenta, cambia el módulo de las
sombras y las sombras abren las noches y los claros. Abres las puertas cerradas y cierras, con
candados, las puertas de los años. Se van aquellas ideas que imperaban y lo que imperaba, se
transforma en vano. Vano el acontecer de lo que aconteció, vanos los años que han pasado, vano
las apreciaciones de lo que pensábamos, vano el sondeo de las noches, vanas las luces que se
abren en las quijadas de los sueños, vanas las ilusiones, la banal de lo vano, el vano de las
puertas. Vano el sentimiento de independencia que reinaba en el corazón. Vano el sentimiento de
sentir, al ser, en el sentimiento, un sentimiento vano. Todo se torna de un color distinto. Las
auroras se abren al viento y el viento persigue al aire. La noche, se acordona en las sombras y las
sombras adelgazan en el silencio. Todo se torna ámbar, de un recalcitrante rojo.
Vengo a pedir y me pedís. Vengo a sembrar, las semillas de mis dispendios y
pedís que are en vuestros campos. Me alejo de los sueños y los sueños me persiguen, me
inquietan con sus habilidades, mostrándome campos con orillas sin sembrados Con robles
atisbados en las afueras de los bosques. Rodeado voy, sin rodear, las orillas de los ríos. El
ajetreo, me nutre de indiferencia, al sentir, en el amor, un deseo incontenible de no sentir.
Luis.- Vas viendo, hijo, los regueros que dejan las luces de los espejos. No
permitas que se obstruya la observación de la luz, o las ranuras del silencio se obturen en la
soledad de tus silencios. La vida es no solo un comienzo si no un camino cubierto de
socavones y rampas, fugaces hileras de cruces en cada aldea y en cada pueblo. Verás con tu
esfuerzo como el camino no se obtura. Como hay trampas en cada destino al convertirse cada
destino en una trampa. No mires atrás nunca, ve siempre atado a tus dolores en las faldas del
equilibrio y no desgarres las curvas ni desdores las rectas. Todo es un sendero y un atajo, una
vuelta, un adelanto y un retroceso. Descansa y al descansar mira el camino cubierto y da, a tu
sembrado, una vuelta con el esmero de tu esfuerzo. Tu lucha es solo tuya. Tuyo el retroceso o el
124
adelanto. Nadie te puede empujar sin tu permiso, nadie puede llevar por donde no quieras. Ve
con tus decisiones, decidiendo. Imponiéndote en tus criterios, determinando lo que debes hacer,
lo que haces, lo que piensas, lo que irrita tu voluntad, lo que malea tu mente, lo que edulcora tu
alma, lo que ennoblece al hombre, lo que debes hacer y cuando, lo que debes observar y
comprender, lo que debes hablar, a quien, con quien. No permitas que obturen tus ranuras ni
cieguen abismos que te impiden el camino, con falsos puentes tendidos en la espesura de las
sombras.
Tienes un problema. Tendrás muchos problemas. Debes elegir tus vistas, las
sendas a recorrer, el guión de tus preguntas, el filón de tus respuestas, la sonoridad de largura
en la cobertura del tiempo Verás como se apoyan los hombros de los que sufren y como te
sentirás cubierto de oscuridad, por las noches. No tengas miedo ni te espeluznes con el horror a
las sombras, con el temor al miedo, con la desventura de la soledad. Sé firme en tu ponderación y
pondera tu conformidad con la valoración del amor. Y decide. No te atranques en tus decisiones.
Que no decidan sin que decidas. Que nadie rompa la cuerda que te ata al valor. Si tienes que
tomar una decisión, tómala, no esperes. No se solucionan con veleidades las premuras de los
hombre ni se alteran las cualidades de las olas ni se interrumpen las corrientes de los ríos.
Si decido, no decides. Si tu madre decide, ni decides, ni decido. Querrá llevarte
en su vientre, con su amor y no verte como lo que eres: un hombre que tiene que tener el valor,
de tener valor, sin que sea valerosa su madre. No cruces, la raya de la cobardía, al primer embate
de la vida. Tus hechos y sus consecuencias, son las consecuencias de tus hechos. Afróntalos. No
desvirtúes su importancia, ni desgarres el alma con la impotencia. Taladra, tu juventud,
desvistiendo de seda la fantasía. Si te sublimas, todo es sublime, si te inunda el temor, no
quebrarás las fronteras de la noche y a cualquier tempestad, te mojarás en el agua y te hundirás
en el fango.
Nadia.- No planteo decidir, pero si hay un problema, hay que tomar una
decisión para conseguir su resolución. No digo, que sea bueno estar en enfrentamientos
constantes con todos los dilemas que la mente nos plantea, o que debamos vivir en la duda de
nuestras convicciones y estar presto a asumir las obligaciones sociales y las que la sociedad nos
impone como tal. Vivimos con gente y la gente tiene que relacionarse, convivir, permanecer
junta, ver los mismos vientos, las mismas tormentas, las mismas cimas, los mismos montes. Si
hay productos que precisamos, todos precisamos los mismos productos, Todos vivimos
conforme a un calendario de vida que nos viene impuesto y una normativa de sociedad, que la
sociedad nos impone. En otro caso, sería un desfase irregular, sobre un montón de principios, en
los que regiría la ley del más fuerte y la incapacidad de subsistir.
126
Daniel.- Yo....
Daniel.- No entiendo.....
Lidia.- Lo que tienes que entender, es que tu padre no quiere tomar decisión
alguna. Quiere que tú decidas. Que no le impongas la obligación de ser él, quien tome la
responsabilidad de decidir. Tendrás su compromiso mental, pero no su brazo. Dispondrás de la
efusión de sus palabras, no de sus manos. Podrás inclinarte por los espacios, pero el no será ni
aire, ni viento, ni extenderá las alas, ni encenderá el fuego, ni apagará las llamas. Se irá de la
realidad por el sendero de las ideas y no se volcará en allanar los caminos, ni sortear los
abismos que la realidad nos impone.
Luis.- No permitas que tu madre luche por ti. No le des entrada a tu mansión.
Discrepa de quien quiera aposentarse en tus habitaciones, si tú, voluntariamente, no le dejas
entrar. No cejes en tus empeños y no descarriles antes de subir la estafeta de la solidaridad, la
perseverancia, la persistencia, la firmeza, la tenacidad, la paciencia, la corrosión. No te anonades
en la inmensidad de las olas, ni te fundas en el fangal del engaño, en las quimeras de los sueños,
ni cambies la primavera, ni olvides el tiempo de las estaciones. Abre la tempestad de la vida,
inunda tu alma de sensaciones, cabalga al trote, antes de que el trote cabalgue en los años. Se tú,
en tus errores y aciertos, tus enmiendas, tus equivocaciones, tus deslices, tus caídas, tus faltas,
tu prudencia, tu mesura, tu tacto. No dañes a nadie, ni a nadie engañes. No temas a la vida ni a la
muerte. La vida, se desliza en un trineo. La muerte, tan próxima y tan lejana, es un paréntesis,
que se cierra al abrirse.
LUIS.- NO enturbies el agua, ni mezcles lo que no es, con lo que es. Las
palabras dicen, lo que quieren decir, no otra cosa, no las intérpretes. Los dos queremos su bien.
Daniel.- ¡ Que difícil es, entender, que me entendáis¡. Cada vida tiene un sesgo,
por el que atraviesa la bondad o la malicia. Todo se interpreta bajo una conciencia u otra, unas
siglas de amor u otras. Todas son buenas y aceptables, todas diversas y discontinuas. Aviesas y
desmesuradas, se convierten en pavesas de montañas. Un recorrido, donde el sol amanece y se
esconde, donde la luna apremia la luz y la noche duerme entre sombras.
Daniel .-No puedo derivar hacia paisajes desconocidos. He oído como pensáis.
Debo meditar y pensar. Os diré, después lo que apremia mi voluntad y lo que enreda el devenir
de los actos y sus consecuencias.
( Sale de la habitación)
Nadia.- Le has herido y me has herido. Has vuelto a cerrar las puertas al
compromiso. Siempre te quedas a medio camino. Siempre te retrasas en la toma de decisiones,
siempre enredas la realidad volando en las ilusiones.
Voy a ayudarle. A explicarle que estoy dispuesta a decidir lo que tiene que
hacer. Y hacerlo.
130
ACTO 2º
La misma habitación anterior. Nadia limpiando el polvo. Daniel entra por la puerta
lateral, se acerca a su madre, la coge y la besa.
Daniel.- Los hijos necesitamos, de cuando en cuando, ver los parámetros de los
linderos para observar las rectas y las curvas.
Nadia.- Lo que necesitáis, son unos buenos azotes para que no os descarriéis.
Sois una generación, basada en la dispersión de las familias. El mundo se ha hecho pequeño y las
personas nos hemos hecho unos grandes hedonistas. Es el culto al dinero, la fama, el cuerpo, la
ambición, la heredad, el progreso. Es una sociedad cuarteada por la falta de criterios y valores,
de moralidad, ideales, estímulos, ideas, pensamientos, humildad, convencimiento, meditación,
reflexión, ilusiones, sueños. Crece muy deprisa, demasiadas personas, muchos mundos en uno,
sin criterios para dominar las pasiones, sin fuerzas para doblegar las contrariedades,
subordinados a la juventud, sin ver la muerte, sin captar como poco a poco, vamos destruyendo
la existencia en una erradicación de animales, peces, árboles, aves, tierra.
Daniel.- No exageres
Nadia.- ¡Que más quisiera que exagerar¡. Tengo miedo. Un miedo insano que
me altera. Miedo a la vida, cuando era la vida la que tenía que tener miedo. Miedo a la gente, las
personas, la fantasía, la esperanza, el desengaño, al misterio, a la muerte, al sentido de la
responsabilidad, a quererte, a tenerte a mi lado, a que dependas de mí, a que dependa de ti, a que
tu padre me abandone, a abandonar a tu padre, a quedarme sola, a vivir en compañía. Miedo, al
miedo, de temer al miedo. Miedo a captar la inconsistencia de lo existente, a no comprender que
existencia es la que llevo, a no ver el fin del camino, ni comprender el porque de la lucha.
Miedo a rebosar el agua en un lago, a bañarme en el mar y no salir, a hastiarme de aire y navegar
en el espacio, a sombrear las sombras en las noches, a ser hoja y no árbol, a ver como el campo
me absorbe, a contemplar el amanecer tras el viento, a robustecer las llagas del dolor, a la
quimera, la desproporción, la soledad, la gente, las personas, al desconsuelo, a la enfermedad, al
dolor, a carecer de dolor, a vivir sin estar en la vida, a no llenar la vida de vida, no esperar en la
espera de la esperanza, no ver como el sol quiebra el monte, ni como las mareas rebasan la
arena, ni como oigo el resoplar de las nubes, ni como la tormenta se almacena en la despensa de
las noches. Tengo miedo de mí, miedo de mi miedo.
Daniel.- Tu, que eres tan valiente. No conocía estas dependencias de la mente,
ni estas dispersiones en el vacío.
131
Nadia.- Tiene razón, tu padre, de que tienes que depender de ti mismo. Debes
conocer las dependencias a las que estamos sometidos y los peligros que acechan, no solo
cuando salimos, sino en la soledad en la que penetramos. Vivimos en sociedad, pero el corazón
está solo. Sola está el alma, solos nosotros contra las aprensiones, los motivos, las circunstancias,
las intemperancias del cuerpo. Solos en las decisiones, en los hechos, en las motivaciones, solos
en las circunstancias, solos en las consecuencias. Solos vamos y venimos aunque tengamos
manos en que apoyarnos y sombras que nos acojan. Solos vamos por los terrenos y caminamos
solos por los vientos. Nadie te apoyará en su bastón, ni cubrirá con sus pies tu camino. Tendrás
que ir solo. Llevando a otros o permitiendo que otros te lleven. Solo vivirás en la noche, solo en
los sueños, solo en los recuerdos, solo en los olvidos, solo en las profundas simas de lo
desconocido y en lo conocido de los recuerdos.
Daniel.- Osada sois, madre, en la timidez del pensamiento. Nada detiene lo que
no puede detener el viento. Lo que sin verse, no se ve, no puede entregarse sin verlo.
Nadia.- No soples la vela antes que la vela se apague. Estás abriendo la puerta
creyendo que es tu fuerza la que la abre. No te engañes, la puerta se abre sola, con el tiempo, la
abre el tiempo y en el tiempo se cierra. Es un ciclón que vuela y antes da que amanezca la noche,
se hace la noche sombra y anochece, el intento de amanecer de la luz sobre la sombra.
132
Nadia.- En la vida, hijo, no hay rumbo, no busques, con la mirada orientación en
los planetas. Son amalgamas de reflejos, apariencias, espacios inmensos, donde la inmensidad se
pierde, donde se aprecia la vanidad de lo vano, la pequeñez de los sueños, la inverosimilitud de
lo verdadero. Te hacen girar en fulgores de relámpagos, y al despertar, la realidad te llena de
vacío, el vacío de lo lleno, que solo llenamos, al pensar que lo llenamos.
Daniel.- Vine con un problema y siento, como si hubiera sido el problema el que
me ha abierto la puerta de lo desconocido. El que ha herido la juventud y ha postrado los años
pasados en recuerdos. Veo el acontecer de un nuevo sendero, una nueva meta, un nuevo
caminar en los fulgores de la vida. Noto como la vida se abre, de par en par, a los pensamientos.
Estoy inmerso, en esa sensación de comenzar a ver de manera distinta lo que antes no veía. A
comprender lo que no comprendía. A distinguir, diferenciar, obtener provecho de las miradas,
captar las sinergias de lo que existe y es, de lo que se siente y sentimos, de lo que sienten y nos
dan, para darnos sus sentidos. De los sentimientos que se vierten en otros mundos llenos de
sentimientos. Nado en la energía del río y noto, como el río, en su energía, me arrastra en la
corriente, siendo, río y yo, una unidad en el agua que cursa la corriente.
133
Nadia.- Te vas a perder en el intrínseco pasaje de la vida, en el intersticio de una
rotonda, en los coladeros de una glorieta. Al igual que tu padre, esperas, la llegada a puerto, de
los barcos, para disfrutar de las sombras de la noche y de las esperanzas puestas en el viaje de un
nuevo viaje, con otro nuevo puerto y otra nueva estela. Crees que el mar te abrirá el camino de
los lugares remotos, donde lo desconocido brillará en lo alto de los acantilados y el espeso
rumor de las sombras se olvide ante la luz de los cometas. No hay nada nuevo. Tras ver una
cosa, la cosa vista, es vieja. Se esparcen las visiones y se detestan. Se enfrentan, como enemigos
insidiosos, contra la verdad del tiempo y el tiempo vence a la verdad y a la mentira. Hay que
disfrutar del placer de no disfrutar. No te detengas ante las frágiles columnas de un sueño, se
desmoronarán antes de que tus manos las toquen o tu mente las traslade al despertar.
Nadia.- No has abierto los ojos y pretendes ver. Todo es una hábil grieta en el
muro de la felicidad. La buscamos constantemente para pararnos ante ella y quedarnos quietos, a
su lado, contemplándola, saboreándola. No hay muro, al ser la
felicidad, una creación de la ilusión, un escape de la voluntad, un deseo de la imaginación.
Cuando se yergue el espejo de una sombra aparece una raya en la esquina de una acción o una
rama atascada en los desacuerdos con los que lavamos los latidos de la sangre. Cuando oyes
gritar a tu alma, notas como no es la felicidad la que grita, sino la pesadumbre de arrastrar la
infelicidad. Queremos escapar de los acontecimientos y elevarnos en la climatología de las
correderas de las nubes y nos perdemos.
Hosca es la noche, cuando impresiona nuestros sueños y nos envuelve en la
claridad de las sombras. Al batir sus alas, sobre las ilusiones, palpita la claridad en una
inmensidad sin descubrir, sin desvelar acontecimientos sin ocurrir. Nosotros, que debemos
participar, solo somos aláteres de unas acciones que se cumplen para abatir el poder que
creemos tener. Grandes en lo pequeño, somos pequeños en lo grande. Podemos abrir puertas en
las columnas de los templos, girar en los torbellinos de la lluvia y no somos capaces de alzar un
palmo un pelo, ni vislumbrar por donde irá el viento o como girarán las estrellas en el
firmamento. No te ampares, hijo, en tu veleidad para alcanzar cotas inexistentes. No existen
barreras que podamos derribar, ni mundos que construir, ni soportes que elevar. La frontera de lo
débil se mezcla con lo defectuoso, lo defectuoso con lo inútil, lo inútil con lo apreciable, lo
apreciable con lo valioso, y lo valioso, duerme en el alma, sin que la vida arranque, ni el
amanecer, ni el rocío de las luces, ni el clarear de los imperios.
La transparencia se difumina, como el paso del tiempo, como las olas que el
tiempo ha cubierto, con otras olas, en las mismas orillas y con las mismas rocas. Todo pasa,
rompiéndose en el acantilado del pasado, durmiendo en el olvido, olvidándose de lo que
pensábamos, sentíamos, escuchábamos, oíamos, desplegábamos con la mente, envolvíamos con
cariño, recordábamos, apreciábamos con los sentidos. Todo se desploma sin que lo veamos
134
desplomarse. Es fugaz el paso del día, fugaz el perfume de la rosa, fugaz la hora de las alegrías,
fugaz la enfermedad y el dolor, fugaz la vida, fugaz la paciencia y el sentido de lo conveniente,
fugaces los hechos, las consecuencias, los vahídos de la mente, las circunstancias de las ideas, las
alteraciones de lo sorprendente, la sorpresa de lo intranscendente. Todo es fugaz, al ser nosotros
fugaces. Nos desvanecemos en el aire al convertirnos en polvo.
Luis.- (Que había entrado sin que se dieran cuenta madre e hijo) ... una
negativista insoportable, una nebulosa envuelta en niebla, una bruma caliginosa, inaguantable,
insufrible, insoportable...., buena persona. No tomes sus palabras por lo que dicen, toma sus
hechos, su cariño, su amor, su lucha, su valor, su voluntad, su esfuerzo.
Luis.- Conoces lo que ella dice, su amor, sus palabras, su entrega, dedicación,
impulsos. Te ha dado el ser que eres, para que tomes de ella lo que quieras. Está más en ti que en
mí. Por mí lucharía, por ti moriría.
Daniel.- ¿Y tú...?
Luis.- Yo......No soy tan real como tu madre, ni me apego a las cosas, ni a las
personas, ni a los seres, ni a las distorsiones, ni a los sinsabores, ni a las conveniencias, las
apariencias, los deseos, las opiniones. No me ofusco en la intimidad, ni me altera la complejidad
de las ideas. Estamos hechos, de ideales, que no podemos enterrar con las pasiones. No debemos
confundir lo que somos, con lo que esperamos, lo que queremos alcanzar, conseguir,
desarrollar, lograr, poseer. La paternidad es un elemento mas de mi consistencia, como la alegría,
el dolor, la dignidad, la eficiencia, la constancia, la clemencia, el pundonor. Y lo admito. No me
condiciono por ello. Tengo que ser como soy, independientemente de los axiomas que corroan
las posibilidades de la existencia, las circunstancias que bordeen el devenir de la vida, las
apreciaciones que los demás puedan tener de las vueltas del viento, las inclemencias de la nieve,
la consistencia del hielo, la fundamentación de las rocas, la ingerencia de las tormentas, la
subordinación al mar de las olas. No puedo alterar, que he venido para llegar a la meta de mi
existencia y ser, en mi existencia, el que existo. No hay otro en mí, mas que yo. No puedo
desdoblarme, ni incidirme, ni extasiarme ante mi saber, mis logros, mis falsedades, mis mentiras,
mis verdades. No alteraré las reflexiones, ni las meditaciones, ni las conveniencias, las
apelaciones a las ideas para ir por rotondas que desconozco o caminos diversos a los que debo
recorrer. Nada puede detenerme antes de que me detenga. Soy padre, pero no debo dejar de ser
yo, por ello, ni puedo permitir que me desborden las ansias de amar, los deseos de que seas
como quiero que seas. Tu serás el que eres y como eres, vivirás.
Nadia.- Tu obligación no eres tú, sino tu familia. Te debes a tus deberes y en tus
deberes, debes centrar los esfuerzos de tu vida.
Luis.- Hijo, nadie puede pensar por ti, más que tu. Nadie puede sentir, por ti, lo
que tu sientes. Nadie puede atravesar tu dolor, ni conformar tu alegría, ni adentrarse en tu
interior, ni advertirte de los peligros, las fantasías, los rumores, los recuerdos, los olvidos, las
necesidades, los deberes, las obligaciones. Solo estás tú, contigo mismo, en la toma de
decisiones. Solo tú, puedes entregarte a las consecuencias de lo que decidas. Tu mundo es un
mundo exclusivamente tuyo Tu lo traes y tu te lo
llevas. Vienes con él puesto, como una manta, con él te vas, cuando te vayas. No puedes
evitarlo, ni eludirlo, ni impedirlo. Dependes en todo momento de ti y todo lo tuyo es
exclusivamente tuyo, no puedes trasladarlo, ni empotrarlo en otros mundos, ni devolverlo, ni
racionarlo, ni empeorarlo, ni mejorarlo. Tienes que ascender con tus alas, dormir con tus
sueños, pensar con tu mente. Tu corazón es tuyo, tuya tu sangre, tuyos los rayos de la mañana
que absorbes, tuyo el amanecer, tuya la mirada, tuyas las manos, los pies, los dedos Tuyo lo que
posees, porque solo te posees tú. Cuando dejes de poseerte, no serás nada, ni nadie. Obra según
tu conciencia y no te dejes influir por nadie. Ni por tu madre, ni por tu padre. Obra por amor y
con amor, entrega lo que eres y desde el amor contemplarás tu obra y estarás contento con ella.
La verdad siempre resalta en la noche y brilla, como una estrella, en el horizonte de la realidad.
Luis.- Mi obligación....
136
Nadia.- ¿ Por qué no guardas tu vanidad en el bolsillo y olvidas que no estás solo
en la vida? ¿Qué reflexión, te induce, a suponer que a nadie impones, ni nadie te impone?. Se
estrellarán las olas contra los vientos y seguirás resuelto a mantener que a ti no te afectan. Se
quebrarán las entrañas de la miseria y nos envolverán los miedos de las sombras y seguirás
creyendo que a ti no te conmueven, impresionan,
sobresaltan, ni te inducen, ni alarman. Se rompe el movimiento de la arena y sigues inmerso en
la orilla, esperando... esperando... como si el sol solo saliera por ti. Pensando....pensando... como
si el pensar fuera parte de tu cuerpo y comiera de tu sangre sin que necesitaras alimentar los
sentidos para seguir viviendo.
Exiges, sin exigirte; clamas, sin oír los clamores de los que claman. Lloras, sin
que los lloros de los demás te afecten. Sumido, en la versatilidad de tu incoherencia, asumes la
profundidad de un pozo profundo, sin que nada escape, tenga valor, consistencia, presencia,
pueda evaporarse, dispersarse, distanciarse, disiparse derrocharse. No hay tormenta que cale tu
coraza ni viento que arrastre tu impenetrable porosidad. Te has convertido en un ser alejado,
distante, incoherente, refutable, despreciable.
Daniel.-Madre.....
Luis.- Deja que tu madre discrepe. Deja que abra resquicios en las sombras de su
enfermedad. Ella vive dentro de la sociedad y se nutre de las afirmaciones de sus amistades y
compañías. Déjala. No verá brillar el sol, ni distinguirá el amanecer, ni absorberá el colorido de
una puesta de sol. Si vives, sin que la naturaleza te dirija, serás pasto de la calamidad, la
indolencia, la insolencia, la desesperación, la incredulidad. No encontrarás espacio donde
asentar las murallas de tu existencia, los valores de la dignidad. La persona está hecha para
amalgamar incidencias de otros seres. Hechos, en nosotros mismos, de nuestra verdad, nuestra
fe, nuestra moralidad, nuestra independencia, valor, fulgor, arrogancia, poder, alegría, dolor.
Somos, cada uno, un ser impenetrable, único, hermético, misterioso, enigmático, insuperable,
ideal. Solos con una vida, una mente, un corazón, un alma, un cuerpo, una mente, una ilusión, un
sueño, un mundo, una esperanza, una agonía, un silencio, una ranura, una cordura, una locura, un
valor, una cobardía. Todo, en nosotros, es irrepetible e irrecuperable.
Vivimos en el tiempo y el tiempo se marcha, al marcharnos. Vamos soplando,
por los caminos, de unos ejercicios que nos conducen por las rampas del misterio, al misterio.
No nos detiene el miedo, ni la oscuridad, ni el silencio, ni la nieve, ni el viento, ni la ansiedad, la
ambición, la lujuria, el pensamiento, el desconsuelo, la aflicción, las alegrías, los sueños, las
ilusiones, las decepciones, el olvido, las murallas, las tormentas, las sendas, las ensenadas, los
caminos. Nade detiene una vida que ha nacido para morir. Nada es un obstáculo que pueda
pararla, ni detenerla, ni encorvarla, ni doblarla. Camina, sin parar, con el ritmo del silencio, al
amparo de las sombras, en busca de oscuridad. Islote de una bruma, mampara de un espejo,
abismo en una profundidad, sima de un alero, quimera en la mente, idea en la abstracción,
ruta, obstinación, deseo. No hay sociedad, ni mundo, ni gente, que atraviese con la veloz
velocidad del aire, al ser, que va por el rumbo de la noche, y que en la noche se pierde, sin
nadie que pueda detenerle. Sola va por el sendero. Sola observa la observación que la contempla.
Sola en la quimera, sola en la fusión del hielo, sola en el monte de la primavera, sola en la vida
que con ella camina y a ella espera.
Luis .- No te confundas.
Daniel.- ¿ Que haríais sin vuestras discrepancias? ¿ Como sujetar, las riendas de
un convivencia constante sin nada que tiraros a la cara? ¿ Como suscitar el amor, sin arrebatos
pasionales, en medio de tanta guerra?. Se descolgaría la noche y la luz no entraría en la
habitación para despertaros.
Luis.- Las disensiones son una prueba de amor. Todo es una hoguera, en la que
no debe penetrar el humo del odio o del rencor. Todo es factible y concebible, mientras las
discordancias no sean irritantemente insondables. Las fuerzas de hombre y mujer, deben estar
dispuestas a luchar dentro del hogar, aprender a defenderse y defender las ideas que soportan las
quimeras que se llevan en el corazón, las ilusiones que bordan las encimeras de las olas. En la
intimidad del hogar, el corazón puede desplazarse sin que lo hieran, puede disciplinarse,
renovarse, entenderse y discernir, que toda la vida es un soslayar para retener, un abandonar
para recoger, un alimentar para desnutrir. Unas cosas vienen y otras necesariamente se pierden
en la memoria de los tiempos. Como los años, la juventud, los sueños, las fantasías.
Luis.- En la intimidad, no hay dolor que nos separe, ni muro que nos distancie.
Tu madre discrepa todavía más, es más insensible y menos dúctil, más.. .....digamos, vulgar y
deja más al trasluz su sensibilidad sin querer exponerla. En la intimidad, se descubre, porque el
alma no puede esconderse en las sombras con otra alma delante. Cuando hay amor, no hay
lejanía, ni separaciones, ni distancias, ni elucubraciones, ni distorsionamiento. No hay malas
interpretaciones, ni se conjugan los derechos sin exaltar los deberes. Es, entonces, cuando se
muestran las pequeñas esencias del ser, donde podemos ver con asiduidad lo que en otro
momento no podemos ver ni apreciar.
Daniel.- Sopla el viento y solo veis la tormenta que se avecina. Sin miedo a
soportarla.
138
contemplas como se abren las espitas del viento, vuela el aire y se reciclan las tormentas.
Navegas sin temores y se disuelven en agua las lluvias de las nubes.
Daniel.- Vale, vale. Veo que coincidís en vuestra no coincidencia. Emergéis del
silencio, para gritar y os ponéis, como energúmenos, para disipar las olas de una bonanza. En
vuestra incoherencia, sois coherentes.
Luis.- Cuando captes, que la armonía no es decir sí y amen, habrás puesto una
pica en la forma de entender a los seres con los que te relaciones. Somos díscolos y admitimos la
contraposición, la contrapropuesta, los argumentos que disuelvan los nuestros, las formas de
exponer criterios, la manera de evacuar circunferencias alrededor de las suposiciones y
exposiciones. Sin gritos, las razones
bailan, porque hay muchas razones, no una sola, muchas entregas, no solo una partida, muchos
senderos, no solo una ruta. Cada uno tiene una forma de captar los entendimientos, las fisuras de
las formas, la dependencia de las exquisitices, los errores, las grietas de las columnas. Nadie es
más que nadie, solo que uno es capaz de alimentar sus visiones con palabras y otros, en su
timidez, las almacenan en su interior.
139
Daniel.- Expectante estoy, en la expectación del expectante, escuchándoos,
aprendiendo con vuestra forma de expresaros. Como hijo, me habéis enseñado a ser noble, y os
lo agradezco, lo que no evita que me vierta en las imperfecciones que la juventud conlleva, en la
similitud con otros jóvenes, otras ideas, otra manera de ser, de pensar, de establecer contactos,
relacionarme, tomar la vida, empañar el sentimiento de amar, correr en pos de las siembra,
madurar en pozos amargos, encontrar vacíos, sentir abismos, coordinar las andenes que rigen los
pensamientos, extender los precipicios de las ideas, abastecer el cuerpo de gangrena, impulsar
el viento con el aire, sobrepasar las nubes, soñar y en los sueños, romper ilusiones.
Nadia.- Los dos nos unimos en ti, tú eres el nexo de unión, en ti hemos
depositado el amor.
Daniel.- Quería confirmar los criterios que me inundan, los paisajes tan extraños
por los que voy, las aleaciones del aire en las tormentas.
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Luis.- Es bueno que pregunte, déjale, no lo inundes de aseveraciones injustas, no
lo conmines, a decir, lo que a lo mejor no quiere decir, ni lo presiones para que escupa lo que
lleva en su alma y por su alma camina. Lo que él, decida en él, decidido está.
Daniel.- Todos, hemos tomado atajos en los senderos, desviado los principios
de los sentimientos o al revés, los sentimientos de los principios. Tomado decisiones acordes con
la realidad o no tomado decisiones que deberíamos tomar. Los hechos, destruyen la veracidad de
los pensamientos, la desarticulación de las ideas. Solo los hechos priman, abren caminos sin fin,
en rutas sin fondo, originan consecuencias, senderos nuevos, nuevas miradas en la retina de los
ojos.
Luis.- Tu hijo, se está abriendo a la vida. No es otra cosa. Tiene que descubrir
sensaciones nuevas, nuevos aspectos de los acontecimientos, nuevas rutas, nueva música. No va
a estar siempre sometido a tus alas, cubierto por la capa de cemento con la que levantas su capa.
Tiene que respirar un aire nuevo, ver un nuevo mar, nuevas olas, sentirse preso en esas
imperiosas formas del deseo, de la esperanza, de la gloria, de alcanzar una vida que le llene, un
trayecto en el aire, una espoleta que le impulse, una melodía de cuerda con una trompeta al
fondo. Tiene que abrir el cielo para respirar, descubrir las plazas, los jardines, oler las flores, d
recorrer las plazoletas, fondear en las orillas, soñar, tener ilusiones empezar, alzar la mirada, ver
como se extienden las olas y la espuma alcanza la arena. Romper el cascarón que alimenta su
enfermedad y ser libre, libre para soñar, libre para romper los días del tiempo, cabalgar a lomos
de los sueños, emprender con ilusión las ilusiones que se sueñan. El alma se apodera del cuerpo
y la libertad impera. ¿No lo entiendes mujer?
Nadia.- No
Nadia.- No quiero escapar de mis sueños. No veo otra cosa, que mis brazos se
abren y no los puedo cerrar.
Nadia.- Es mi hijo.
Luis.- Eres lo que eres y ella debe diferenciarlo. No debe confundirse para no
confundirte. Tiene que precisar y admitir, que tu vida es exclusivamente tuya, tuyas tus
decisiones, tuyos tus pensamientos, tuyos tus amigos, tus amistades, tus salidas, encuentros,
desencuentros, cuanto hagas, pienses, idees, decidas, planees. Tu punto de partida debía
iniciarse y se ha iniciado, no dependes de tu madre, ni de mi, ni de lo que te digamos que tienes
que hacer. Solo podemos ayudarte, aconsejarte, indicarte, nada más. Cuanto antes tu madre capte
que es así, mejor para caminar
adelante, sin riesgo de batallas, baluartes, derrumbes, inclinaciones, pendientes,
desmoralizaciones, luchas, derribos, demoliciones. Todo inicio, tiene un fin y el fin llega al
término del inicio, al darnos cuenta que hay otro inicio en ese fin y ese inicio se ha iniciado.
Daniel.- Es verdad. Mis actos no se inclinan por los parajes que mi madre dice
que debo seguir, tengo mis prioridades, mi propia manera de pensar, mi de actuar. No solamente
las tengo, si no que las he seguido y las he convertido en hechos. He cabalgado bajo la batuta de
mis ilusiones y esperanzas, cubriendo etapas en plazos más o menos cortos, acortando,
142
alargando, imbuyéndome de parajes, atravesando ríos donde ensayar, como nadar, para que no
me llevara la corriente. He transitado por jardines, con las espinas hiriendo los dedos, divulgando
conceptos que exprimían la mente. He respirado el aire a lomos del viento, sorteado pavimentos
donde se escudaban las sombras, dormido en el silencio de la noche con el ruido de los deseos,
apremiado las intenciones para que se desligaran de los aciertos inciertos, de los descuidos de
las pasiones, coceando en las babuchas del silencio, cuando el corazón expiraba a gritos.
Luis.-Piensa y mira
Luis.- Es una de tus habilidades, no dice nada extraño e incoherente, sino real.
No seas absurda después de citar tantos absurdos. Sé comprensiva y comprende, que es un ser
que tiene que ser libre, sin que le aten tus manos, ni tus caricias, ni tus pensamientos, ni tus
ideas. Tiene que vivir compartiendo sus principios, sus habilidades, sus interrogaciones, sus
dudas, sus hechos, sus consecuencias. Tiene que apoyarse para saltar y no abismarse en el
abismo. Descubrir los rincones del silencio, las peripecias de la soledad, la belleza de los seres
humanos, su diversidad, su diversificación, variedad, complejidad, la enajenación de las mentes,
el amor, la confluencia del río, las olas del mar, la arena de las playas, los rayos del sol, las
nubes, las tormentas, la precocidad de los monumentos, la altura de los astros, la convergencia
de la luna. Entenderse, para entender. Comprenderse, para comprender.
Daniel.- Madre
Daniel.- Es así, no puedo aunque quiera, volver al redil de tus brazos, aunque lo
desee. No debo permanecer arropado en las mimbres de un cesto por el que escurre el agua. Ni
puedo.
Nadia.- No entiendo......
Nadia.- Hijo........
Luis.- Todo eso está muy bien. Frases. Respóndeme a una pregunta : ¿Qué has
querido decir? ¿Qué, sin decir, has dicho?
Nadia.- Tiene razón nuestro hijo. No nos habíamos dado cuenta y nos hemos
perdido en laberintos por la intransigencia de nuestras discusiones.
Luis:- No le quito la razón a nuestro hijo, ni la pongo en duda. Somos tus padres
y estamos aquí para ayudarte, tanto tu madre como yo, no lo dudes. No me has respondido a la
pregunta.
Nadia.- ¡Como has podido ser tan depravado, tan imbécil, tan díscolo, tan
desarraigado¡ Yo sin saberlo. Perdida en creer que no sabías la o con un canuto,
empeñada en no descubrir el fondo, de fondos sin descubrir. Solo apoyándome en lo que creía
ver, sin ver, lo que debía ver.
145
Daniel.- Solo te veías tú y tu valor. Tu pasión por proteger para que no entrara
la contaminación.
Nadia.- ¿Que van hacer? ¿Cómo se las van a arreglar? ¿Qué esperan, encontrar
en su camino, para descender por la cuesta que van a subir?
Nadia.- ¿ Cómo alegrarme, si todo se le viene encima a mi hijo, ante una vida a
la que va a tener que enfrentarse desde ya?
Luis.- Una arpía abuela. ¡Vaya panorama el que se presenta en esta familia¡. No
se te va a mover el hijo y vas a aumentar el número de vasallos a tu dependencia. Tenías que
sentirte inmensamente alegre y feliz.
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que podamos servir para ayudarte, como te decíamos. Cuenta con nosotros. Ser abuelo no es tan
nefasto, aunque no lo había pensado, de momento, ¿No estás de acuerdo,...... abuela?
Nadia.- ¿Y ella?
Daniel.- Ayer hablé por primera vez con ellos. No, no los conocía. Todo es
nuevo, para mí, en una novedad constante. Se ha caído la venda de los ojos y con los ojos
abiertos, corro de un desastre a otro, de un destino a otro, de un lugar a una frontera, de una
puerta a un corredor, sin tiempo para meditar, en la certeza de que lo cierto, tiene vida y es la
vida, de lo cierto, donde entro yo a tomar conciencia, de que es cierto lo que me espera.
Daniel.- Desconcertado.
Luis.- Un avatar, que te dará nueva vida y te abrirá resquicios en las compuertas
de tu espíritu.
147
Luis.- Me vas a hacer abuelo, que es algo nuevo para mí. Algo grande,
inesperado. Sin haberlo previsto, he aquí que llega del cielo un período nuevo, en una nueva
versión del acontecer. Una nueva ola, con un nuevo mar, en una playa incólume, desconocida,
inexplorada, amplia, grandiosa, aislada, desierta, solitaria. Me gusta ser abuelo. Me gustará.
Ciclo invertido en el viento, sobre un fuego de llamas en una travesía por el aire.
Daniel.- No lo sé.
Nadia.- ¿No te percatas del error, tan tremendo, que ha causado en su perjuicio?
¿Donde irán los planes planteados sobre su futuro? ¿ Por donde recorrerán las sendas de sus
estudios? ¿Qué le espera ?¿Que dirán cuantos nos conocen?
Luis.- Tu hijo está aquí y va a ser padre, te lo está diciendo. ¿No tienes palabras
de elogio y consuelo? ¿Tanto te preocupa la consistencia de lo que hay que hacer o no hacer, lo
que hay que decir o no decir, lo que piensan o no piensan, lo que es o no es?. Viene un nuevo
ser, nuestro, tuyo y mío. Algo para compartir y volver a iniciar el ciclo de la existencia.
Daniel.- No me aparto, de comprender, que lo que hemos hecho, está mal hecho.
Lo asumo. Nos hemos comportado como niños, sin saber ser mayores y nos hemos hecho
mayores, siendo niños. Así es lo que pasa y acontece. De repente, me veo como alguien que da
vida a la vida, que siembra para recoger, que estaca la estaca en el campo para marcar la
propiedad, el coto, la senda, el mojón, el límite, la divisoria ruta. Encamino mis pasos sobre
termitas y rocas, en un pedestal de piedra, para caminar junto a otros seres que se unen a mi ser,
en una existencia nueva, que nada en una nueva existencia.
Nadia.- ¿Y tú....?
Daniel.- Yo, sí. No solo es que quiera tenerlo, es que debo tenerlo y me opondré
a cualquier sistema, disposición o planteamiento que se haga en contra.
Luis.- Hijo, lo tendremos. No permitiré que ninguna vida, sea destruida. Nadie
crea, sino Dios, nadie hace nada que no esté previsto que se haga, nadie tiene facultades de
hacer o deshacer, lo que en amor se hace.
Daniel.- La ley no puede franquear mis emociones, mis deseos, mis ilusiones. Si
he cometido algo malo y lo que he hecho no es malo, yo y nadie más que yo, debe arrostrar,
padecer o disfrutar los hechos diseñados, ni tengo por qué arrasar la vida de quien, sin
participar, es la que se ejecuta y destruye. La culpa, si hubiere culpa, que no la hay, no es suya,
ni de mi compañera, ni del amor, ni de la conciencia, es una transferencia de la sociedad, que en
sociedad, establece la manera de comportarse, la necesidad de una forma de vida en la que el
dinero nos ata y prima, nos vuelca en esa disposición a creer que ya no podemos llegar a la cima
de la existencia, a los prorrateos del camino, la pasión, los estudios, la alegría, el placer, la
conmoción, la estantería de los deseos, los prejuicios, los inconvenientes. Es mía y solo mía.
Mía la decisión. No la de decidir con la vida de un tercero, sino la de cumplir con ella, la de
mantener la vida a la que he dado vida, la de no interrumpir el proceso iniciado, lo que ha
crecido en el interior del amor, lo que ha sido creado, lo que es y existe, lo que yo con mis actos
he generado. Yo debo hacer frente, medir mis hechos, establecer mis acciones, compulsar mis
deseos, no después de haberlos conjuntado, sino antes de llegar a realizarlos. El amor pende de
mí y de mi corazón. Ella y yo, somos los únicos que debemos establecer la forma de dilucidar lo
que hay que hacer. ¡ Que me importa la ley ¡ ¿ Por qué la ley se mete donde nadie le pide que se
meta ? ¿Qué tiene, la ley y quien la ha establecido, para que me impulse a ejecutar mal lo que
está bien hecho ? ¿ Quién puede meterse en mi conciencia, para, con mi conciencia, establecer lo
que hacer y no hacer ? ¿Quién puede legislar en contra de la vida ? ¿ Quién puede votar en
contra del amor? ¿Quién puede encerrar, en la cárcel de la inexistencia, a lo que existe y Dios da
vida? ¿Quién se cree que es el que legisla ?¿Por qué nos somete a sus apreciaciones e inclina, a
la conciencia, a someternos al dolor de tener que decidir enfrentándonos unos a otros?.
Luis.- Estás con nosotros. La gente, está atada, a la idea de alimentar la vida con
dinero. Estima, que los hijos, son un hándicap negativo que impiden medrar en la lucha
constante, al requerir atenciones, gastos, sangrías, dispendios que nos impiden concentrarnos en
lo positivo de la competencia, la ascensión, vacaciones, piso, comida, vestido, cenas, lujo,
compras, desarrollo, compromisos, envidia, avaricia, sensaciones nuevas, digresiones, avidez,
complacencia. Un mundo sin formas, donde la moral se deforma, hundiéndonos en los abrazos
de la lujuria y el bienestar, sin prestar atención a la necesidad de escorar el barco para vencer las
tormentas que nos afectan. Lucha, hijo, por lo que nosotros no hemos sabido combatir.
Defiéndete, sin derrumbarte.
Nadia.- Ella es su madre. Ella es la que tiene que decidir. Ella prima sobre el
padre y tiene la ley de su parte.
Luis.- Así es como debe pensar. Arropa tus hechos en tu deber y no renuncies
nunca a tus compromisos, a tus deberes. Hacia lo que amas primero, hacia lo que amas después y
hacia lo que debes amar, al final.
Daniel.- Quedé en hablar con..... para darle vuestra opinión. Voy a llamarla por
teléfono ( Sale)
150
Nadia.- No pueden tenerlo, no sabrán hacer frente a sus responsabilidades ni
mantenerlo. Serán llevados como cáscaras de nuez por la corriente, no levantarán cabeza.
Dejarán de amarse si la pasión no es superior a su amor.
Daniel.- Si
Daniel.- Sí
Daniel.- Si.
Daniel.- No.
Luis.- Llámala cada cuarto de hora y dile que la quieres. Dile que su amor es
importante y el amor, al amor que conlleva, primordial. Dile que haréis frente a todo, que no se
preocupe, que sois una unidad, que todo es más fácil de lo que a primera vista parece, que estás
dispuesto, por ella, a todo. Que la amas. Llámala constantemente cada cuarto de hora y díselo.
Dile que eres consciente de tu amor y que la amarás más y más, que sentirás su amor. Que es
una bendición tener un hijo, ser madre, adorar a una criatura nueva que en sus brazos dormirá.
Dile y repítele que es tu vida ,que no la destruya. Que lo hecho es un reverberación del amor.
Dile......
Daniel.- Se lo diré, padre, se lo diré, y sabiendo que ella no quiere destruir lo que
lleva dentro, convenceremos a sus padres. No lo dudo.
Luis.- Gracias hijo, por ser hijo mío. Y...... por hacerme abuelo, gracias
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(Se baja el telón y nada más bajarse, se vuelve a levantar. En escena padre e hijo).
Luis.- A vosotros, padres me dirijo, a los que lo sois y a los que podéis serlo. A
los que tenéis que dar consejo y a los que prescindís de los consejos de los que ya son padres y
acudís a otros consejeros.
No hagáis, daño. No matéis. La vida, es amor y el amor, alimento de la
vida. Sin amor, no hay alimento, ni vida, no hay luz para ver, ni aire para respirar, ni grano para
sembrar, ni cosecha para recoger. Sin amor, somos canales sin riego, acequias secas, tierra
baldía. Nada puede llenar el corazón, ni nada lo llena al estar vacío.
¿No aman, los padres a los hijos, más que a sí mismos? ¿No sienten, el
dolor, cuando sus hijos lo sienten? ¿No respiran, en los canales del viento, que llenan los
pulmones de ambos?. Si tú padre que tienes hijos, amas a tus hijos, ¿Cómo no van a amar, a los
hijos que van a tenerlos, antes de tener a los que van a ser sus hijos? ¿No sienten, para sentirlos?
¿No los han hecho para amarlos? ¿No los aman desde el mismo instante de concebirlos?.
Traslada, al consejo que te piden, el amor que tienes a los que tienes por hijos. Ellos, al igual que
tú, ama y son padres, son padres y aman. Tienen en su interior una vida que vive, un ser que es si
nace, al nacer le llamará padre, es alguien que es su carne, su vida, su sangre, su amor, su
evolución, su sentido, su primacía, su orgullo, su preponderancia, su ascendencia, su hidalguía,
su gloria.
¿Cómo vas a decirle, que abra sus entrañas y que sus entrañas saque?
¿Que pierda su vida en la vida que pierde? ¿ Que destruya su amor, al destruir el amor que
posee? ¿Como ser, tan malvado, que porque la ley lo permita, influirle para que no se ate la vida,
que se ate a la maldad de su vientre, al desgarrarlo? ¿Qué esperas, que sea, después de no
haberle dejado ser? ¿Cómo podrá, volver a amaros, si le habéis desgarrado el alma y la
conciencia? ¿Cómo podrá amarse, si ha roto los vínculos que le unían a su amor?.
Despreciad, las leyes que desprecian, las leyes que matan, las leyes que
impiden que el amor progrese, leyes contrarias a la conciencia. Despreciad a los que las han
emitido, aprobado, extendido, promulgado, incitado a cumplirlas. Despreciad a los que así os
desprecian, pensando que sois tan lerdos como ellos, tan malvados, atrofiados, insensatos.
Los padres, que amparándose en la ley, destruyen lo que en su interior
Dios ha creado, se sentirán sucios. Estarán siempre sucios. Los hijos, que han destruido los
impulsos de la sangre, en la sangre que han derramado, huirán de la luz, a esconderse en lo
oculto de sus actos. Que nadie sepa, que nadie lo descubra, que nadie se entere, que nadie
conozca lo que han destruido con sus actos. Se ocultará ante terceros, pero ante sí, no se oculta.
El que lo ha hecho, sabe lo que ha hecho, se siente malvado, de su maldad se culpa y es cierta la
culpa. Cierto es su dolor que mantendrá constante, cierta su pesadumbre que nunca levantará,
cierta su ignominia, su desencanto, el desprecio por su vida al haber despreciado la vida que
debía haber amado. No podrá amar nunca, ni nunca encontrará el amor, porque en el amor se ha
denudado, dejando al desnudo la invalidez de su conciencia. Si sale con alguien, le mentirá para
que no sepa, porque sabe, que si lo sabe, huirá de ella. Al ocultarlo, miente y vivirá en la
mentira. No encontrará paz, ni aliciente en la vida, ni podrá mirar a los ojos con pureza de
conciencia, de amor, de esencia, de entrega.
Es tal, el quebranto que se ocasiona, que cualquier otro quebranto es
pequeño, por inmenso que sea.
Padres, si amáis, sabed que igual que es vuestro amor por ellos, es su
amor por lo que llevan dentro. Comparad y veréis que debéis sopesar las consecuencias antes de
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dilatar sus pupilas con el miedo a la vida, con las imperiosas arrogancias de la existencia, los
impedimentos, los errores que los demás echarán en cara, el rompimiento de los estándares de la
sociedad. Enseñadles a que se respeten para que respeten, amar para que amen, valorar la vida
que de ellos depende, no temer al temor, no tener miedo al miedo. Que luchen, contra aquellos,
que quieren envolverles en volutas de humo para eliminarles.
Luis y Daniel.- Medid, a los que os miden, con la vara que os miden. El que
dicta leyes inicuas, es inicuo, despreciadle. Luchad, sin miedo, en una guerra con lucha, contra
todos aquellos que quieren minar vuestra conciencia y se apoyan en leyes, que votan, para
someteros.
Luis y Daniel.- Medid a los que os miden, con la vara que os miden. El que
dicta leyes inicuas es inicuo, despreciadle. Luchad, sin miedo, en una guerra con lucha, contra
todos aquellos que quieran minar vuestra conciencia y se apoyan en leyes, que votan para
someteros.
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Daniel.- Sal a la calle y grita : ¡Quiero ser padre¡ ¡Soy padre¡
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156
Teatro
TITULO :
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No llores, por la vida que se va,
Los que dirigen, para su bien, sin dirigir a los que dirigen,
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DIÁLOGOS CON LA MUERTE
Obra de teatro
Un violinista
En el acto lº, un jardín y el violinista tocando obras de Mendelson, Schubert ... se mantendrá en
escena durante toda la obra
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ACTO 1º
Juan.- No puedo creer que tengas miedo a la muerte, tú, tan impulsiva, tan
activa, tan.... heroica.
Rosa.- Significa que cierro los ojos y la veo. Veo su poder, su fuerza, su
legitimidad, su importancia y mi poca estabilidad, consistencia, posibilidad, equilibrio,
seguridad, firmeza. Viento arrasador, contra una mota de polvo.
Rosa.- Sé, que para ti, esto es motivo de .....digamos.... falsedad, embuste,
mentira, doblez, disimulo, hipocresía, obsolescencia, negatividad, porque no crees en ello. Sabes
que vas a morir, como todos, pero de ahí no pasas. No piensas en ella, aunque pienses y no te
relames por la noche, con el silencio que en tu habitación se aposenta. No te intimidas con la
soledad, ni con los apremios de los gritos, ni con los gritos que los ruidos encienden en el
silencio. Simplemente, lo consideras normal, adecuado, estricto, claro, resuelto en tu mente, sin
discordancia, como lo piensas. Normal.
Rosa.- Traemos, con nosotros, un mundo que añadimos al mundo que existe y
ambos, se incorporan en una unidad, como nosotros. Al irnos, no lo olvides, se va con nosotros
el mundo que hemos traído. Nos llevamos el tiempo, las horas, los bienes, la materia, el cuerpo,
los sentidos, el alma, la conciencia, el vaivén de los trigales, las espigas, la siembra, la cosecha,
la hacienda, el devenir de los días, las horas, los recuerdos, los olvidos. Nada dejamos al irnos,
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nos vamos sin que nada quede. Mundo que no tenemos, tiempo del que carecemos, espacio que
se diluye, ni agua, ni mar, ni río, ni olas.
Juan.- El mundo, sigue existiendo y el mar y los ríos y las olas. Nada desaparece
al irnos, solo desaparecemos.
Rosa.- ¿Que te llevas, cuando te vas? ¿Qué traes al venir? Cuando te entierran,
¿Qué mundo te queda, a ti, que te entierran? ¿El que existía? ¿El que te
rodeaba? ¿Tus parientes, tu familia, tus amigos, tus bienes?¿Te llevas el sol, la luna, el campo,
la sierra, el vendaval, la tormenta?.
Rosa.- Para los demás, para ti, no. Es su mundo, el que sigue existiendo en el
mundo, no el tuyo, no el que trajiste, el que te pertenecía, el que en tus sueños concebías, se
trasladaba a los hechos, convivía con el arrullo del silencio, el clamor de los ruidos.
Rosa.- Mi, mi, mi, mi, mi, mi..... no hay mi, al morirte.
Rosa.- ¿Qué mundo...?. Solo dispones de una caja y una losa, suelo y tierra.
Rosa.- Tuyo nada. Todo lo tuyo se ha ido, se ha desvanecido tu sol, tus sombras,
tus noches, tus ideas, tu pensamiento, tu respiración, tus pies, tus manos, tu corazón, tu alma, tu
conciencia. Al morir, nada es tuyo de lo que era, ni hay mundo que te sea propicio, lo veas, lo
mires, lo contemples, puedas tocarlo, sostenerlo, observarlo, poseerlo. Tuyo no queda nada, ni
cimiento, ni suelo ni tierra, ni losa, ni sepulcro. Muerto, no eres. Has dejado de ser, de sentir, de
padecer, de llorar, de reír, de examinar, de padecer. Se han esfumado los tiempos, los silencios,
los acuerdos, las contemplaciones, las miradas, los deseos. Te has esfumado, en el olvido, con
todo cuanto eras, lo que tenías, lo que has sido, lo que has pensado ser, lo que creías que eras, el
mundo que te apreciaba, el aprecio del mundo, la singularidad de la carne, el festival de las
pasiones, la involución de las injurias. Todo.
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encharcamos las sombras del desconcierto, pulimos nuestra forma de entendernos. Todo eso
está bien y es. Somos existencia en la existencia, dentro del tiempo, existimos y estamos.
Muero. Tu sigues en tu mundo, nada se altera, sigues teniendo lo que tenías,
tocando lo que tocabas, viendo lo que veías, discutiendo, leyendo, charlando, viviendo. En tu
mundo, no en el mío. No existo y nada de lo que existía en mí existe, no hablo, no pienso, no
toco, no confronto, no establezco armonía, no hay sol, ni luz, ni sombras. Existen, las que
existen en tu mundo. No en el mío, que ya no existe. No incidiré en nada que te afecte, que
pueda sobresaltarte, incitarte, convertirte en alguien cerca de mí. Ya no soy, para soslayar
problemas, discutir, extemporizar. He dilatado el tiempo y en el tiempo, me he dilatado sin
existir. Solo tienes, lo que tienes, en relación con otros que tienen, conformando ambos un
mundo nuevo, al igual que era mi mundo al vivir.
Rosa.- Que todo lo que traje me llevo. No hay mundo para mí al no existir, ni
puedo unir mi mundo a tu mundo, ni al de otros mundos conformando la unidad que antes
existía. Falta mi parte. Falto yo. Falta lo que represento, lo que soy, mi ser, el ser que llevo, lo
que conllevo al ser, mi mundo que transporto, lo que comporto con mi mundo, las cosas que
tengo, lo que pienso, lo que hablo, lo que digo, lo que transmito, lo que creo. Nada de nada
puedo hacer, transformar, ni alterar, ni diseccionar, ni romper, ni destruir, ni confeccionar. No
puedo ver una ola, ni subir al monte, ni acariciar tu mano, ni mirar tus ojos, ni advertirte de los
empeños de los sentidos, ni discutir, nada. No tengo mundo que se relacione con tu mundo. No
soy, no veo, no siento, no escucho.
He dejado de tener movimiento y mi mundo no anda. Ha muerto conmigo, está
en mi tumba enterrado, con mis recuerdos, mis olvidos, mi inexistencia, mi hedor, mi enclave en
la tierra, mi portuario de polvo, mis huesos, mi ataúd, mi silencio. Al irme, se ha ido el mundo,
mi mundo. Tú, te quedas con el tuyo mientras vivas. En la unidad del mundo de todos los que
viven.
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Juan.- ¿ No respiras el viento? ¿ No te asomas al aire? ¿ No descienden las nubes
para recrear la lluvia?. ¿Acaso tus hechos los amplían o disminuyen?
Rosa.- ¿Crees que la muerte es independiente de quien muere ? ¿Qué solo hay
una muerte para matar? ¿Que es única en su diversidad? ¿Qué la muerte, es la muerte sin más,
sin diferencias, sin diferenciar?.
Cada uno, en nosotros, transportamos junto con la vida, la muerte, nuestra
muerte, única. Vive en nosotros y al matarnos, muere. Es como el alma, como el cuerpo, como el
pensamiento, como la idea, los conceptos, los sueños, las expresiones, las cavilaciones, los
emporios de las hipótesis. Vive en nuestro interior, con nosotros camina, ofreciendo su
apariencia a lo que suponemos, a los temores, al miedo, a la fuerza de su presencia, al ritmo de
sus presiones. Anida en la noche y en nuestro interior vigila, pendiente siempre de la espera, de
la orden, de la conquista, de la precisión.
Juan.- ¿Dices que hay una muerte en cada uno, diferente? ¿Que la
transportamos como parte de nuestro ser y en nuestro ser, es?¿ Qué al matarnos, muere?
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Vive en nosotros, la muerte, para que tengamos miedo, temor, precaución. No
olvidemos, que estamos siempre en la punta de lanza del averno, de la insuficiencia, de la falta
de hálito, de la presión de los hechos, de la capacidad de pensar, del amor, que nos inunda de
verdad, manifiesta que está para matarnos, que vamos a morir. Ella es, en nosotros, la punta de
lanza del bisturí, la sombra que nos arrebata el instante de falta de respiración, el subterfugio de
la ilusión, la clarividencia del sueño, la realidad. Camina en nuestro camino, a nuestro lado, nos
mira y la miramos, nos indica y le indicamos, nos induce y alienta, nos parafrasea con la belleza
del viento, nos inclina ante la luz del sol. Dice que todo está por venir y que lo que tiene que
llegar es resplandor, vida, esencia, núcleo de algo que no podemos entender, descifrar,
comprender, imaginar. Si al matarnos, nos mata y vivimos, ella deja de ser muerte. Quiere
morir para que vivamos. No ser para que seamos. Es parte de nuestra parte, en nuestra unidad.
Nos ama, nos quiere, nos respeta, nos indica, nos acompaña.
Juan.- Si no muere, es el espíritu de la materia, el mal, ¿Cómo puede invitarnos
a ser? ¿Cómo puede invitarnos a que usemos el bien, evitando lo que ella es? ¿No te contradices
en lo que dices? ¿Qué verdad puede encerrar, que la muerte vive, después de matar, en el que no
vive y deja la vida, en la vida del que vive, sin ella vivir?¿Acaso piensa?
Rosa.- La temo.
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Rosa.- No puedo evitar el silencio que precede a la alegría. No hay escorzos en
las escorias, ni sombras que no se agosten con la luz. El vacío, me asusta. No es miedo a la
muerte, que me quiere, no es miedo a morir, tengo que morir, es miedo a la justicia que me
espera, para someterme al juicio de la justicia y no puedo asegurar que venza, con mis hechos,
los hechos injustos que he cometido.
Juan.- En eso, estoy de acuerdo. Tus hechos, los que conozco, son nefastos.
Rosa.- ¿No tienes tú, una voz interior con la que mantienes conversaciones? ¿No
circulas entre carriles de ideas? ¿No dispones, del silencio, para recordar los hechos del día? ¿A
quién llamas, cuando el dolor duele? ¿Con quién te quejas de tus miserias? ¿No te envaras en los
recuerdos? ¿No desvaneces los olvidos? ¿No fusionas el tiempo?
Rosa.- ¿No temes a la muerte? ¿No la ves? ¿No te avisa? ¿Cómo me dices, que
me estrellaré contra la pelliza de las paredes y me incrustaré en las rocas?. No puedo volar con el
temor, ni sortear los presagios con la vecindad del miedo. La siento. Siento el espaldarazo de sus
brazos contra mi espalda, el flujo de su voz en el silencio, las caricias de sus desvelos, la
incontinencia de sus sollozos. La oigo y me habla. Me habla y la oigo.
Juan.- ¿Cómo ver, lo que no es? ¿Qué desequilibrio, rompe tu equilibrio? ¿Qué
sentimiento puedes sentir, en algo que no siente? Podrás navegar en la noche con luna, en la
negritud de la noche. Sin luz, sin claros en las rampas de las sombras, no podrás caminar, ni dar
un paso, ni descubrir como eres, ni sumirte en el silencio en el que el silencio duerme. Podrás
notar el miedo a lo que desconoces, lo que no puedes tocar, lo que se escabulle sin que veas. Te
puede asustar el roce de una hoja, el movimiento del polvo, el ruido inexistente, la claridad que
se esconde. Es tu mente, la que se deforma en la disformidad de lo que el pensamiento transfiere
a los sentidos, confundiendo la idea con lo que sientes, lo que sientes con lo que piensas, lo que
piensas con lo que es, lo que es con lo que supones, lo que supones con la realidad, la realidad
con lo que crees real, sin apreciar lo evidente.
Rosa.- Sencillo.
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Juan.- No tomas en cuenta lo que digo. Te aferras a tus ideas y te abstienes de
confrontarlas con opiniones diferentes.
Juan.- Mal de males, es la muerte. Fugaz sombra, que sin llamarla acude. Es
igual para todos, no diferente Solo existe una muerte, como una vida, un mundo, una
existencia, un camino, una fuente, un río, un árbol, una hoja, una pendiente, una explanada, un
grano , un declive, un soporte. Vive en el tiempo y no muere. Se dedica a matar y mata. No hace
otra cosa. No es otra cosa. No tiene otra función, ni se detiene en quien es, ni en que lugar, ni a
que edad, ni en el porque. Se adueña de la vida y la detiene. La vida muere. No le des vueltas,
muere, se desvanece, es polvo, se derrama en las sombras y en las sombras corre en pos de
desvanecerse.
Juan.- Veo lo que veo y lo que veo, es. No traduzco el devenir de los misterios,
ni me introduzco en los misterios para saber que existen. La muerte es, porque todos tenemos
que morir. Nadie se queda en el mundo eternamente. Vivimos en los años, un tiempo,
atravesamos la infancia, la juventud, la madurez, la vejez. Cuando las fuerzas se inclinan en el
tiempo, el tiempo nos inclina ante la muerte y la muerte nos mata o de enfermedad o de un susto,
un ataque al corazón, el detrimento de la mente, el deterioro de la columna, el desequilibrio de
los sentidos, una puerta que cae, un muro que se derriba, el golpeo de una caída, el detrimento
de una operación, una guerra, un parto. Cualquier cosa es suficiente para que la muerte nos
mate.
Rosa.- Si la muerte mata, ¿Quién manda matar, a la muerte? ¿Piensa por ella
misma? ¿Es ella la que decide? ¿Cómo selecciona? ¿Qué leyes la dirigen? ¿Es normal, lo que no
es normal, al no ser normal la muerte? ¿Consideras que es normal porque acontece, como la
vida? ¿No es extraño, que no te extrañes? ¿No te preguntas por qué existes, por qué mueres, por
qué tienes que morir, por qué se tiene que acabar la vida?
Juan.- Si preguntara a cada cosa por qué es lo que es, no terminaría nunca de
preguntar, viviría en las preguntas, sin escuchar respuestas, sin saber. Me obligaría a estar, sin
saber que soy, ni lo que soy, ni por qué tengo pies, ni manos, ni por qué camino, ando, entiendo,
escucho, oigo, pienso, siento. Hay que aceptar lo que es, como es y como es, tomarlo, vivirlo,
experimentarlo, aceptarlo y comprenderlo.
168
Rosa.- No me hace gracia la muerte. La tengo pánico. Abre una puerta a lo
desconocido, a un abismo inmenso, a un espacio eterno, sin retorno, sin poder enmendar yerros,
sin cambiar un ápice cuanto el fin no aclara al sumirnos en las profundidades del misterio. Lo
que se desvele, quedará desvelado, todo será claro, volveremos a recorrer los caminos
recorridos, las experiencias pasadas en el pasado, los hechos, las omisiones, los recuerdos, los
olvidos, lo pensado, lo dejado de pensar, las consecuencias, las termas de los silencios, las
acendradas oscuridades de las sombras, la permeabilidad de la luz en lo claro. Pasadizo estrecho,
el de la justicia, en la justicia estricta de lo justo. Sin que la muerte nos acompañe. Solos.
Rosa.- No escucho lo que dices, ni entiendo por qué lo dices, si al igual que yo,
no lo sabes. Yo, creo que sí, tu que no. Yo tengo miedo, tú no. Tú lo admites como normal, yo
no. Supongamos que me equivoco y es cierto lo que tú piensas, ¿Qué mal hago, en prepararme
para que no me pille al descubierto? Si hago el bien, por miedo, ¿Está mal hecho hacer bien, por
tener miedo a la muerte? ¿Será peor mi muerte por obrar bien? ¿Se pudrirán más mis huesos?
¿Seré más polvo?¿Me impulsará más el viento?
Supongamos, que eres tú quien se equivoca. ¿Estarás más cuerdo por no haber
hecho el bien? ¿Si hay una puerta que abrir, podrás abrirla sin llave? ¿Justificará, tu no creencia,
lo que es realmente? ¿Podrás enmendarlo? ¿Te servirá de palanca, para alcanzar lo que no
alcanzas? ¿Te evidenciará? ¿Si te juzga la justicia, por tu injusticia, explicarás, como defensa,
que dudabas?. El tiempo no vuelve, ni vuelve el pasado, ni los años, ni la alteración de los
hechos, ni la divulgación de los pensamientos, ni la oscuridad de las noches, ni la holgura de las
sombras, ni las corrientes del río, ni las cavidades del entorno, ni los campos esparcidos por la
tierra, ni los amaneceres, ni los ocasos. No volverás a emerger en el aire, ni volar en el viento, ni
soñar, ni concebir ilusiones. En la eternidad de lo eterno, no hay fin, ni término. No hay vuelta
atrás.
Juan.- El bien y el mal es prioridad en cada uno, independiente del fin que nos
espera. Es el interior, la bondad innata, la conciencia, la que debe obrar en puridad de
misericordia, no porque el temor nos llene de miedo y se llene de miedo el temor. Es por uno
mismo, en combinación a lo que uno es, para poder ser lo que se es. No por alcanzar honores, ni
prebendas, ni conseguir anchar los pasos angostos de la justicia en una puerta enorme. Es en
cada uno, en nuestra forma de pensar y ser, lo que hace del humano, humano, de la existencia el
ser de la esencia. Sin temor, sin agobios, sin peculiares tridentes que se clavan en la carne.
No por intentar alcanzar se logra obtener. No por seguir el deseo se desea. Si es
el palo el que nos maneja, mal andamos. Si es el castigo el que nos inclina hacia la deriva o la
fortaleza, malo. Malo, es que sea la punzante incisión del dolor, el que hipertrofie la alegría. Es
en liberad......
Rosa.- No combines libertad, con lo que somos. Al sentir soledad y silencio, nos
embarcamos hacia los cielos, hacia los sueños, hacia campos donde todo es desconocido e
incierto. Si amamos, el amor no se basa en la libertad, ni tiene que ver con ella, aunque
manifestemos que no nos ata, ni interviene en el sentimiento, en su giro por el viento, en la
involución sobre las olas, en la alteración de la sangre, en las miradas, los deseos, la excreción
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de las pasiones, la evolución del sentimiento. El amor, nos indica que no estamos hechos de
libertad o en libertad. No gozamos de libertad para amar o no amar. No somos libres en el amor.
Amamos sin determinarlo. Queramos o no queramos, amemos o no, sin nuestro consentimiento
amamos. Incinerados en el fuego, nos quemamos, somos llama, humo, ceniza, polvo, viento,
resplandor.
Juan.- Eso es vida no, muerte. La libertad está en admitir los impulsos. En
seguirlos, mantenerlos, acrecentarlos, destruirlos.
Rosa.- Nada destruyes. Nada rompes contra el cristal del viento. Nada
desmoronas del olimpo de los sentimientos. Las plantas, que en nuestro interior nacen, se
reproducen sin que las cuidemos.
Juan.- Les das un sedante y los calmas. Los fuerzas, en tu voluntad y lentamente
los transformas, los alteras, los reciclas e introduces otros nuevos. El tiempo desequilibra el
equilibrio, volviendo a equilibrar el desequilibrio.
Juan.- No seas pedante. Vivimos sin la muerte hasta que llega. Es algo natural,
como la enfermedad, la vejez, las arrugas, el desgaste físico. Cuando vienen, vienen, se
presentan y cumplen su oficio.
Rosa.- Estamos hechos de tiempo, en un tiempo que no existe. Sin darnos cuenta
pasa y para cuando queremos darnos cuenta, ha pasado. Le damos un nombre, decimos que
cumplimos años, que tenemos tantos años. ¡Cómo si al tiempo le importara los años que
tenemos¡. Los años, son un concepto nada exacto, sin percibirlo, manifestamos que nos
anquilosamos en la penumbra de los sueños, soñando con los años pasados en el pasado de los
años. No existe nada de ello, ni los sueños, ni el pasado. No percibirás el tiempo por más que lo
intentes. El presente es pasado, es tan fulminante, que ya es pasado lo que acabamos de pensar,
lo que acabamos de decir. No hay futuro, porque la vida termina. No hay mañana, aunque el
mañana exista, porque no depende de ti. Si no depende de ti ¿ Cómo va a ser futuro, sin saber si
va a ser probable? ¿ Cómo esperar, lo que esperas, si no sabes si lo que esperas va a llegar?. El
futuro de la vida, es la muerte. Va a llegar. Nuestro futuro es que vamos a morir, lo demás,
ocurra o no ocurra, es un accidente, algo en lo que no podemos influir, ni variar.
Atravesaremos, el desierto de la soledad, visitaremos el polvo de lo desolado en el silencio de
las sombras, con las noches apareadas en la luz, para dejar empotrado el deseo y envejecida la
carne.
Escurrimos el tiempo en el angosto precipicio de las ilusiones, encogidos por la
aquiescencia en la precipitación por vivir, antes que la muerte nos llame. Pero ... se va la
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juventud, caen las rampas de la inquietud, nos devoran las ansias de vivir, sin que las ansias nos
permitan apreciar lo que vivimos. Es tal, nuestra intensidad por estar, que estamos, sin estar, al
querer estar. Es tal nuestra inquietud, que la inquietud no nos permite vivir. Queremos tenerlo
todo para gozarlo, poseerlo, utilizarlo, disfrutarlo sin cansarnos de querer tener, sin usar lo que
tenemos. No podemos alcanzar lo inalcanzable, no lo alcanzaremos. Sí que nos alcanzará lo que
no esperamos. Esperemos, lo que sabemos que nos espera seguro, para esperar seguros lo que
nos espera y no esperar, lo que sin esperarlo, nos espera.
Juan.- No.
Juan.- Sí
Rosa.- Cierto. Todo esta a tu disposición. Para que lo uses, no para que lo
poseas, ni lo detentes, ni te lo apropies, ni alteres, ni destruyas. De todo lo existente, tú
únicamente piensas, solo en ti, hay espíritu, conciencia, alma, mundo. Vida y muerte, no. La vida
y la muerte están en todos y en todo. Traes el mundo y unificas, el mundo, en el mundo. Das
vida, a la vida que te dan, para que des vida a la vida. Al morir, te llevas tu mundo, no lo que has
traído de vida. La muerte, solo a ti te mata, para que vivas. Es tu muerte. Por eso eres rey de la
creación, por eso se somete, a tu discreción, la posibilidad de hacer. En tu libertad, eres libre de
crear libertad. No con relación a otros hombres, sino con lo que se te entrega para que
administres.
Juan.- Vas de dislate en dislate. No sabes lo que dices. ¿Crees que el hombre
puede crear lago?. ¿Transformar?. ¿De algo, convertir en algo, lo que algo era?. Pero crear....
Juan.- El hombre está hecho para sentir. Su fundamento es sentir. Dar entrada en
su alma a lo que puede ser y es, a lo que puede desenvolverse en su interior y de su interior,
trasladarse al exterior. Combinar ambos en existencias dispares y comunes. Unión y desunión de
lo que separa, divide e integra. Función y disfunción del ser y el no ser.
Nunca pude dilatarme en el concepto de rey de la creación, en el furor de la
tempestad interna de ser para sobrevivir, en la importancia de tener para conseguir, ni lo
especial que se es cuando se defienden los principios. La vida es sencillez y comprensión,
patente para dar, función del alma para que se vea como respiras, como eres, dar amor, entregar
amor, sentir amor. Amar. La carne ama, aman los sentidos, los instintos, los sueños, las
esperanzas, el clamor del viento, el despertar del sol, la aurora, el trasluz de una ventana, un
visillo bordado de seda, el bronce de una campana, el aliento de un silbido, la estrechez de una
lanza, el colorido de una forma, el desplome de una montaña. Todo es amor en la vida, cuando
la vida ama y denota el amor en todo cuanto hace. Cuando uno no se estropea con el abismo de
la ambición, la desmesura de la envidia, la desconfianza de la falsedad, el trasluz de la injuria,
el reconcomer de la necesidad de tener, la espeluznante desmesura del poder. Todo nos incita a
ver como se oscurece el cielo, como las tormentas se aventan con las nubes, como el aire oscila
en el viento, se oyen los subterfugios de la mente hablando de bondad, misericordia, confianza,
plenitud, gloria.
La muerte, en contra de lo que dices no ama, mata. Va, con la guadaña, segando
la vida, sin cabeza, sin vista, sin mirada, sin compasión, sin sueños, sin alegría, vestida de negro.
Sin sembrar, cosecha, sin arar, corta la espiga. No diferencia, ni la edad, ni el color, ni el día, ni
la hora, ni el lugar, ni quien es, ni de quien se trata. No comprueba si está enfermo, sufre, está
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en plena vitalidad, es joven, maduro, infante, viejo Le da igual. Negativa y rencorosa, no da
pauta al descanso, ni descansa. Va a caballo del viento y en el aire se reboza. Siega sin abrir la
boca, sin mirar, sin avisar, ni esperar que las sombras cubran el día, ni reposen los descalabros
del deseo, ni se despresuricen. Nada la detiene, nada la contiene. Libre va y mata Libre es para
matar Libre al escribir los nombres que nombra y al nombrarlos los elimina.
Rosa.- Te equivocas, la vida es distinta para todos y cada uno. Cada uno tiene
una vida, en nada semeja a la vida de otro. Solo hay una vida en cada uno, una forma de ser, una
forma de estar, una mente, una manera de entender, de comprender, de aprender, de mencionar,
de diseccionar, de experimentar. Distinta en cada ser, diferente en cada persona, sin coincidencia
alguna con nadie. Una sola es la vida. Una sola.
Juan.- Dependo de la razón para saber. Las preguntas viven sueltas en el aire y
en el aire quedan sin respuestas. No contestan, ni oyen, se conciertan para determinar lo que es o
deja de ser. Simplemente nos acucian la mente, nos desordenan los sentidos, nos sumen en los
misterios y nos confunden.
Rosa.- No oyes, estás sordo. No vives en ti, vives fuera, externamente, sin la
soledad, sin el silencio, sin la esencia de la quietud, del placer de sentirte en otro mundo en
aquiescencia con el alma, cuando el alma prende su quietud en la inquietud de los sentidos. No te
abres al corazón, ni te implicas en decorar la habitación de las sombras en las noches sin luz,
viendo sin ver, escuchando, al oír como se escucha el silencio al hablar, como se oyen los
reparos de los espíritus, las inclinaciones de la conciencia, el pavoroso espacio de la inmensidad.
Deja de lado el temor, las dudas, la interferencia de las ideas, los prejuicios, los
inconvenientes, las ofuscaciones, las manías, las pesadillas, la obcecación, la vacilación, la
incertidumbre, la perplejidad, la irresolución, el titubeo. Céntrate en la disposición de entender,
que cuanto no entiendes, entiendes, que lo que crees que no existe, existe, que lo que piensas que
no es, es, deja que el alma cabalgue al fuego por el campo irreal de lo real, con los cascos en
los sueños y los belfos en el cinturón de la esperanza. Verás irse el cielo de lo incomprensible, la
desmesura de lo inmedible, el abstencionismo de lo existente, la preferencia del contenido sobre
las expresiones, el fundamento de la vida, la estimación del ser, la abreviatura de los instintos, la
evidencia de otros seres, la verdad del camino, la luz, la comprensión, el cariño, la amistad, el
vaivén de los vientos, la velocidad del aire, la cercanía de la luna, la esencia de la ilusión.
Refúgiate en ti y deja libre la libertad de que dispones, sin coartarla, sin encerrarla, sin
domeñarla con pretensiones.
Rosa.- Inténtalo.
Juan.- Cubro el horizonte en busca de algo que sirva de soporte a lo que veo. A
lo que espero de la vida, a lo que me acontece, a lo que siendo marisma no se opone a los
acantilados, ni se implica en la playa de las arenas o en la arena de las playas. No soslayo, ni
voy en el viento, ni diviso con el aire lo que el aire divisa. Estrello los hechos en lo que hago y al
hacerlo, me inmerso en mis actos, compeliendo con ellos o disociándome de lo hecho, al
concebir que he roto los impulsos de la verdad, el frenético acontecer de la vida. La muerte es
un parapeto donde me estrellaré, donde la equidistancia se acerca, se aproxima el ayer, las
circunstancias del pasado, el flujo de la historia vivida, la reflexión de los sueños, el pasaporte
de las ilusiones, la querencia por lo acontecido. Me dibujo en las formas, al ser la forma que
dibujo. Me aprecio o desprecio, me arisco en la insolencia o desgarro la desesperación.
Juan.- Me alejo de lo que pienso y pienso que me alejo de lo que digo. Tú, según
dices, hablas con la muerte, yo de la muerte no hablo. Esté, donde esté, presente o no presente,
es importante.
Rosa.- Cierto. La muerte nos ama y su amor, nos libera del dolor.
Juan.- ¡Qué cosas dices¡ ¿ Quién quiere morir? ¿Quién desea extraviarse en los
campos del olvido? ¿Quién abandona, por propia voluntad, lo que tiene, lo que ama, lo que
posee?
Rosa.- Sin esperanza, nadie desea la muerte. No hay deseo en morir. Hay
necesidad de morir.
Rosa.- La muerte nos quiere a todos. Cada muerte, ama al ser en el que tiene
que morir y matar. ¿ Cómo no va a amar, con el que nace y atraviesa los muros de la existencia?
¿Cómo no va a sentir amor, después de tanta tragedia y tanta lucha? Se nutre de nuestra
intimidad y es tan íntima como la vida.
Juan.- ¿No te excedes en lo que dices?¿No es la muerte única, igual para todos
Rosa.- ¿Cua l? ¿La que no tiene cabeza? ¿La que con su argolla distrae y con su
hoz siega? ¿La que pasa como el viento y se desvanece en el aire?
¿La que va vestida de negro?. No, no es así.
Rosa.- Nacemos todos igual, ¿Acaso, por nacer igual, somos todos iguales?
¿Somos todos iguales por vivir?. No hay una hoja que se parezca a otra hoja, ni una rama a otra
rama, ni una piedra a otra piedra, ni una montaña a otra montaña, ni un río a otro río, ni una
estrella a otra estrella. ¿Eres capaz de contarlas? ¿Eres capaz de pensar cuantas han existido en el
paso de los siglos y en los siglos que pasarán?. Ninguna es semejante a otra. Ni hoja, ni junco,
ni zarza, ni piedra, ni mota de arena, ni hormiga, ni rosa, ni capullo, ni perfume, ni solaz.
Rosa.- ¿Quieres decir que a todos nos entierran? ¿Que todos nos convertimos en
polvo?. Eso es cosa de hombres. Lo que hacen los hombres siempre se repite, es una constante,
una continuidad, una repetición, sin variantes. ¿Crees que al muerto le importa que lo entierren y
cómo? ¿Supones que se entera? ¿Qué lo agradece? ¿Disponer de un nicho, una lápida, un
sepulcro, un monumento? Ah, el hombre, pequeño, piensa en el muerto, no en la muerte. En el
orgullo de estar orgulloso de quien ha muerto y mantenerlo en el recuerdo. O en el olvido. O
despreciarlo. Cada uno, aprecia lo que aprecia, lo que siente, siente. No así el muerto.
Rosa.-No hablo de los vivos. Hablo del muerto. ¿Por qué estar triste, si el muerto
ha alcanzado su esperanza? ¿Por qué desolar, con nuestro duelo, su alegría? Con ataúd o sin
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ataúd, será polvo, con sepulcro o sin sepulcro, está muerto. ¿ Le hará feliz, ver llorar?. Si es feliz,
¿Le penará que no lloren?. Si nunca volverá a buscar su hacienda, ¿Le importa que la malgasten,
que la hagan crecer, que la revaloricen?.
En la estrechez de lo estrecho pensamos, al ser estrecha la mente. Si la vida es
un paso, para llegar a la vida, al llegar, abrimos la vida a un mundo nuevo, una estancia
inmensa, una profundidad sin suelo, luz, armonía, amor, alegría. Se ha alcanzado el cenit, se ha
acabado el dolor, la angustia, la desesperación, la agonía, el miedo, el temor, la ira. ¿No es para
estar alegre? ¿No es para reverberar en una llama de fuego? ¿No es para sentirse en paz con la
armonía del cielo?¿ Por qué, entonces, se llenan de pesar los que se quedan y lloran?. La muerte
derriba la cárcel en la que estamos, el cuerpo, la materia, los instintos, los sentidos, las
afecciones, las enfermedades, los gritos, la impaciencia, la afonía, el ruido, el misterio. Nos
incita a navegar por el espacio. A ver, lo que viendo, no hemos visto. Ser inconmensurables en la
inconmensurabilidad del cielo. A ser.
¿Por qué trasladar nuestra pena a la pena del que muere? ¿Por qué incordiar su
felicidad con nuestro incordio?.Vive, por haber muerto. Nace con la muerte ¿Por qué angostar su
felicidad ? Si surge como una brasa que se extiende por el universo, ¿Por qué corregir su vuelo y
desvirtuar su ventura?
Juan.- ¿ Nos ama, porque nos deja libres? ¿De verdad opinas, que la muerte está
en nosotros y de nosotros se alimenta?.
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Rosa.- Hay que amarla, sí, porque nos ama. Nos insinúa la existencia de
abismos, despeñaderos, sumideros, cloacas, barrancos, piélagos, fosas, precipicios, cunetas,
derrumbes, albañales, sentinas. No solamente nos lo insinúa, si no que nos los muestra, nos
permite cejar en el empeño de despeñarnos, nos incita a calcular las probabilidades, que nos
arrastren las canalizaciones, el barro, los sumideros, el fango, los abrocales del silencio, las
noches negras, el miedo hacia lo desconocido, lo impoluto de las sombras, la tenacidad del
temor, la fantasía de lo inenarrable. Antes de saltar al vacío, nos lo muestra, muestra lo
irrelevante de la vida, el cansancio de las pasiones, la inmoralidad del pensamiento, el
estancamiento de las estaciones, las sombrías apariencias de los deseos, la enjundia del ayer, la
inexistencia del tiempo, el paso de las corrientes, el clamor de las ilusiones, el furor del aire, la
irrupción del viento, las calamidades de los tornados, el cómputo de las tormentas, la división de
los rayos, el huracán de las olas, los guijarros de las rocas, el filtro de la oscuridad en el
silencio.
Rosa.- Ser capaz o no ser capaz. Estar vivo o morir. Ver lo que llega, esperar a
ver lo que va a llegar. Inclinarse para mirar, mirar al inclinarse. Oír al viento, sentir los ojos de
la muerte mirando, escuchar el silencio, gritar al aire, juzgar las pasiones, buscar en el corazón
la afonía, cuadricular las figuras, potenciar el miedo, calcular las horas, imbricar los cereales,
agostar la sierpe de las pasiones, circundar el recorrido del tiempo, manosear las noches,
escudarse en las sombras, pasear por el mar, bucear en las rocas, hostigar los barrancos,
caracolear en los montes, hurgar en el ruido de la mente, germinar con la riada, horadar el color,
angustiarse con la alegría. Que más da cuanto es y lo que somos. Que mas da lo que esperamos
alcanzar, lo que alcanzamos, lo que logramos, lo que nos adiestra para demostrar que existimos,
lo que decimos, deseamos, expresamos, convenimos, apetecemos, anhelamos, ansiamos,
esperamos, formulamos, opinamos. Que mas da. La vida se encierra en cuatro juncos, en el
viento de una paredes cubiertas de años, en el recinto de un cuartel, el escáner de unas variantes,
la fortaleza del alma, la vaguedad, la lujuria, el frenesí, la intemperancia, el aire, el
desgobierno, la injusticia, la ampulosidad, la ambición, la envidia, el sometimiento al mundo, la
fragancia de los bosques, el hervidero del calor, la devastación del desierto, el vuelo de un ave,
el piar de la alondra.
La muerte solo remata. Punto y aparte. Todo lo que nos concierne es un
hervidero de hormigas, vacilaciones, dudas, estercoleros, mimbres, hilos, pintadas. Lo esencial
es la fe, el amor, los hechos, aceptar la vida al aceptar la muerte, aceptar la muerte al aceptar la
vida, Vivir, sabiendo que la muerte da vida a la vida. Conducirnos con verdad, con fe, con
amor en la repisa de las miradas, en la cornisa de la sinceridad, en la justicia, la bondad, la
misericordia, el perdón. Tocando con las manos, lo que la muerte toca con sus manos, sin
separarnos de su aliento, ni desesperar en su ausencia. Esperarla, llega segura, en su momento, a
su hora.
Juan.- Vas, sin ir, saltando. Siegas en hoz, la vida, al apreciar la muerte. ¿Quién
quiere morir?. Separas, en canastas, los hechos, previendo que todo termina, les abres una rendija
y manifiestas que el mundo acaba. Centro, de un centro, donde el mundo es un centro que se
manifiesta, pero no es, es inoperante, aparente inexistente. No hay tierra en la tierra, ni aire en el
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aire, ni viento, ni montañas, ni cordilleras, todo es, un manto de seda, abreviada en la cobertura
de la mente, desdibujándose al potenciarse la muerte. Una quimera, rapada en el señuelo del
viento, con olas alborotadas, nieblas cercenadas, espigas de trigo granadas de aire, volutas de luz
en la fermentación de la luna, horizonte y mar en un reflejo de sombras. ¿No existe lo que
existe? ¿No es lo que es? ¿ No hay árboles bajo los colmillos del cielo? ¿Se difumina el espacio?
¿Arrastran las estrellas el carro del olvido? ¿ Se hunde el firmamento? ¿Se pierde el horizonte en
lo absoluto?
Juan.- El mundo se acrecienta con lo que cada ser aporta, porque no se va, no
desaparece, no se desvanece sigue. Impertérrito, como el tiempo, como el viento, como el mar,
como las estrellas, el aire. No hay tempestad que no se sume al cielo, ni cielo que no rebose de
nubes. Los inviernos se suceden, como los veranos, no se despeñan los montes, no se descuelgan
los ríos, por elevación no desaparecen los abismos, ni el horizonte, ni el camino, ni la hierba,
los bosques el silencio, el ruido. Palpita de vida y en la vida que palpita, se estremece. Es un
continuo rebosar, un persistente emplazamiento para el resurgir de los cimientos, un solaz, un
emporio, un foco, un núcleo, regocijo de la vista, esparcimiento del viento, mar y tierra, en una
unión de elementos distintos.
Fin Acto 1º
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Acto 2º
Muerte.- Estáis hablando tanto de mí, que me ha parecido justo venir. No estar
escuchando, oyendo, pendiente de la conversación, sino presente, como presente, es mi
presencia, ante vosotros.
Rosa.- No te veo.
Rosa.- No me asustas.
Muerte.- Frente a ti
Muerte.- Trae un trapo y cúbreme. Donde vaya el trapo voy, donde me cubra
estoy cubierta. ( Sale Rosa que vuelve a entrar al cabo de un minuto)
182
Rosa.- Hablo con mi muerte. ¿Escuchas lo que digo? ¿ Escuchas lo que dice?
Rosa.- Me dice que te diga, que prestes atención para que oigas lo que dice
cuando hable.
Juan.- No puede ser que esté aquí, contigo, hablando como si hablara con
alguien que sin hablar habla, sin decir dice, que no se puede ver, ni tocar, pero al que hay que
creer porque se manifiesta como alguien que existe, sin existir. Algo que es, sin ser. Algo que sin
apariencia, parece. Algo, que tú, según tus manifestaciones, afirmas que es tu muerte, como si
la conocieras y hablaras con ella. Algo inapropiado a mi mente. Algo desfasado a mis
conocimientos, algo desterrado de la razón. Algo inerme, infructuoso, vacilante, carente de
realidad, ficticio, engañoso.
Rosa.- No me extraña que te extrañes. Estoy tan extrañada como tú. Lo cual no
impide que sea real lo extraño y cierto lo aparente. Estoy convencida de que es cierto que existe,
la escucho, me oye, le hablo, me habla ¿ Por qué dudar de lo que experimento?¿ Por qué dudar,
de cuanto el cielo abre al abrir la puerta de lo desconocido? ¿ Por qué arriar los sentidos del
alma y despojar al alma de sentidos? ¿No es la vida, en sí misma, un misterio? ¿ No es, nacer,
algo incomprensible? ¿No es, la vida, un racimo de misterios ?¿ No vamos por caminos que
nunca hemos recorrido? ¿No nos vamos en el tiempo? ¿No se va el tiempo sin que lo veamos?
¿No respiramos el aire? ¿No se tuercen las nubes? ¿No se acorralan las estrellas ? ¿ No
dormimos en el silencio? ¿No se abren las sombras a la luz ? ¿No se rompe la armonía del sol al
esconderse ?¿Qué te extraña, lo extraño, si todo es extraño?.
Rosa.- Ni aún viendo ves, ni oyendo oyes. Las incursiones, de los espectros no
los manejo, ni son presentables para que los contemplemos. Todo es imaginación, círculo
silueteado de una presencia desigual y dispareja. Cúmulo de puertas, con espejos, donde al
abrir el espejo se cierra la puerta y al revés. Nada es como se observa, ni nada se observa al
verlo. Es real, a la vez que aparente y aparente al ser real. Peor, ¿Qué es, lo que es, si nosotros
no somos lo que somos? ¿A qué viene ver, si no ves lo que miras ?¿Qué ves en mí, para
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considerar que me ves? ¿Qué relámpago observas en el cielo, con su luz envuelta en la
tormenta y dices que se parte entre nubes?. Figuraciones y figuraciones, consorcio de impulsos,
estribaciones de los sentidos, imaginarias proezas de la vista. ¿ Es el mar el que levanta las
olas? ¿Son las olas, las que se levantan, por ser mar?.
Muerte.- Río.
Muerte.- Eso
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Rosa.- El mundo no envejece, se transforma. No coincidimos en el concepto. Tú
partes de que el mundo es único, independiente de las personas, yo digo que el mundo se renueva
con los nuevos mundos que aportan los nuevos nacimientos, los nuevos conocimientos de los
que se han adentrado en la vida, al vivir sus nuevas formas de entender, de comprender,
derribar, construir, levantar, asimilar la vida de sus intereses a las leyes naturales, interceder
con las leyes, descubrir nuevas etapas, dar nuevas rutas a las nuevas enfermedades, nuevos
alimentos, nuevas especies destruyendo otras, nuevas cadenas de alimentación, otras especies de
animales, otros invertebrados, otros vacíos en el espacio, otros planetas, otra consistencia de
cuanto somos. Arropando el conocimiento al conocimiento, al saber lo que se sabía y
aumentarlo, alterarlo, ampliarlo, renovarlo. Vamos subiendo los escalones del mundo, creciendo
el número de personas, seres, mundos anexionados. Unos restan, otros suman. Unos se van,
otros vienen. El mundo, en lugar de envejecer, se incrementa, renace, se mece como el viento
con sus nuevas incorporaciones. Hasta que se destruya el hombre. Sin el hombre no hay mundo,
ni mundos.
Juan.- El mundo se degrada con la vida. Envejece, como todo lo que existe y
se transforma, como todo lo que el viento sopla y el aire mece. Escasean los alimentos, al no
aumentar la tierra a repartir y el mayor el número de hombres. Van desapareciendo bosques,
contaminando ríos, degradando la atmósfera, mayores infortunios en las enfermedades, nuevas
plagas, nuevas consignas de leyes. Se abren túneles en la tierra, se atraviesa el mar, se rebana el
subsuelo, se comunican ríos, se levantan presas, muros entre naciones, las ideologías aprietan
las carnes.
Juan.- Sigues describiendo el mundo como algo que no vive por sí y en sí. No
concebido a existir independiente de las personas que existen, animales, plantas, mar, aire, sol,
espacio, inmensidad. Pedaleando por los circunloquios de la apariencia sin ser real, de lo real que
es aparente. Nada detiene tu imaginación al determinar, que al morir, muere todo lo existen y
deja de existir.
Juan.- Dejan de vivir los vivos, el ser, la tierra, el volar las nubes, correr el
viento, almacenar los almacenes, repudiar el ser, los sentimientos, el expandir del aire, el
espacio, la lluvia, el firmamento. Todo lo que es, no es, dejando de ser. Como si se detuviera el
rodar del cosmos, la primavera, el verano, las lluvias, el grano, las tormentas. Queda el espacio
sin espacio, se aniquilan las corrientes del pensamiento, las razones, las miradas, los reflejos de
la mente, la dispersión de los lugares, la bravura del mar, la pendiente de las olas.
Rosa.- Pregúntale al muerto, que le queda de la vida, que espacio existe, que
sentimientos, que tormentas, que lluvia, que verano, que otoño, que invierno. Pregúntales por lo
que siente, lo que sintió, lo que dejó de sentir, olvidó, repudió, amó, sabía, ignoró. La noche
prende en la oscuridad, todo es negro, un vacío, vacío de todo. Nada detiene su inexistencia, su
desaparición, se ha ido con el mundo con el que vino y con lo que vino, se llevó. Sin puertas que
abrir, sin fronteras que cruzar, sin pasajes que atravesar. Hizo lo que tenía que hacer y en lo que
hizo se desvaneció, dejando su impronta en la inexistencia de su existencia. Se disuelve, con
las otras existencias, en la unidad de un mundo, que sigue aunando partes para ser único y uno.
Juan.- Lo que existió, existe. No percibo el color de las sombras, salvo el negro,
no encuentro esos parámetros de medir dudas, enturbiar el conocimiento con rombos de tragedia,
amalgamar el mundo para formar un mundo inédito que no se desvanece, y es, en principio,
aparentemente eterno. Al derruirse, si se destruye, destruirá la vida que en su contorno encierra,
se vigorizará en una forma que gira en el espacio, con otros planetas, descomponiéndose en
trozos, girando en el planetario de la luz, con las sombras.
Rosa.- ¿ Qué hay en las sombras, para que nos asusten? ¿Por qué nuestro miedo
a morir? ¿Qué importancia le damos al mundo al dejar de existir?
Si estamos condenados a morir, ¿Qué sentido tiene la lucha?.
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Rosa.- Hablas de los derechos humanos. El mayor derecho es morir en paz,
morir con amor, morir con fe. El mayor derecho es amar, no hacer daño a nadie, no malgastar la
vida en crecer, mandar, poseer. incrementar la hacienda, dictar leyes injustas, guerrear, romper
fronteras, incumplir normas, intemperar pasiones, abrir escuetas sombras sobre la luz, irrumpir
en las leyes naturales, impedir la realización de cada ser, de cada potencia, de cada alma. Hay
que virar, a los seres, hacia su destino final, indicarles que perseveren en la justicia, la bondad, la
clemencia. Cristo nos dio la norma, hay que seguirla. Ningún mal propicia en su enseñanza,
ningún daño en la esperanza, nada malo, a nadie ofende, a nadie injuria. Marca el bien, el
camino, la fe, la manera de ser, de cada ser, en su interior.
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Rosa.- De eso se compone el mundo. En eso se basa el mundo. Cada ser aporta
al mundo algo y ese algo es lo que permanece al venir nuevos mundos. Mundos nuevos que se
van perfeccionando, ampliando, elevando, cumpliendo, para seguir existiendo en una unidad,
que se ajusta a la conjunción de unidades. Cada ser, en cada época, con su generación, aporta a la
existencia lo que en su existencia descubre, inventa, concibe, imagina, levanta, idea, construye,
improvisa, innova. Al sumarse los nuevos mundos, llevan incorporados esos nuevos conceptos,
averiguaciones, adelantos, mejoras, evoluciones, adelantos, esas formas de entender sus
variantes, que a la vez, varían el mundo, variándolo conforme a su disconformidad, asociándolo
a su disociación. Reúnen, en un mismo concepto, la concepción de lo que es su mentira, su
verdad, su apariencia, su fosilización, su aceptación, su apariencia. El mundo se desborda, en
cuanto aporta al mundo cada mundo, uniendo, en su unidad, lo que la unidad diferenciada
aporta.
Muerte.- Sin esperar el silencio, el silencio llega. Sin que la noche se cubra, se
oye el mugir del viento, el acorde de una orquesta que rompe la armonía en la desarmonía del
ruido. Toques de bengalas con clarines de melancolía. Llevo, delante de mí, una trompeta, la
pedanía sonora de un movimiento del aire, la angustia de un dolor, que sin dolor se abre en la
garganta de quien sin esperar, espera. Se conmueve, la voz que grita. Grita, la voz que llora.
Teme el miedo, al miedo del que teme. Desnudan su conciencia y se abren al recuerdo de su
vida. Recorridos que han recorrido, horas que han pasado por los sentimientos, las alegrías, los
pesares, los silencios, las picardías, los olvidos, los recuerdos, los hechos, las desazones, las
prevaricaciones, los esfuerzos, las promesas, las maldades, la verdad, el sufrimiento, la agonía,
la esperanza, la melancolía, las ilusiones. Prendidos en el obstáculo de su aberración, ven que
llego, y me miran sin verme. No creen que la vida se rompe, que hay que atravesar el tiempo,
irse por la puerta del olvido, aporrear las casacas del cementerio. No esperan que les pueda
acontecer que se desvíen del camino, que se dispare la oscuridad, que se abra el vacío, que se
disocien de la carne, que se distorsione la fatiga, que el cuerpo se rompa, el corazón se
descargue, la conciencia cobre vida, el alma salga del cuerpo, la muerte venga a visitarles.
En lugar de amarme, sienten miedo. Miedo a lo desconocido, a lo incierto, a la
justicia, al abismo del silencio, a la negrura de la noche, a las noches negras de las sombras, a lo
que pueda acontecer, a lo que suceda. No me miran para amarme, sino para temerme. No quieren
que aparezca, ni venga, ni me asocie con ellos. Yo, que los amo, noto que no me aman, que se
dispersan ante el miedo y temen, con temor, que yo, la muerte, no pueda disipar su miedo,
arrebatarles con mi fuerza, envolverles con mi aliento, desintegrarles contra el aire, diseminarles
en el polvo, enroscarles en la negra pesadumbre de la indolencia. Yo, que voy a darles la vida y
en ellos vivo. Que soy parte de su parte, les abro el contenido de la felicidad, el cielo, la
esperanza, la verdad, la aclaración del misterio, la paz, la armonía, el espíritu, la luz, la fe, el
amor.
Sin querer dejar la tierra, tienen que dejarla. Se aferran con garras y zarpas, con
uñas y garfios, con inquebrantable fuerza a la materia, como si la materia pudiera ofrecerles
algo, darles sentido a su vida, incorporarlos a la quimera de que no transcurra el tiempo, no se
disuelva el polvo, no se estrujen las sombras, no se aclaren los abismos, no se enfurezcan las
olas, no se desplace el viento, no se desparrame el mar, no se incline la arena. El ser humano es
débil, se consume sin estuprar su orgullo, sin decantarse por el conocimiento de que todo es una
apariencia que lleva a la verdad, que todo es un camino que hay que recorrer, un tiempo que
atravesar, unas sombras que vencer, una estancia que se va a derrumbar.
Si me aparezco, se asustan, si no aparezco me temen. Si les digo algo, se
inquietan. Sabiendo que van a morir, temen que van a morir. Lo que saben que va a ocurrir les
estremece. Les acorrala el dolor, la enfermedad, la dolencia, el mal, el padecimiento, el achaque,
el sufrimiento, el malestar, el daño, las arrugas, la vejez, la carencia de movimiento, la
longevidad, la senectud, la ancianidad, la indolencia, la inseguridad, la soledad, la indiferencia,
la desgana, la dejadez, la perplejidad, la incertidumbre, la vacilación, la duda, la
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incomunicación, el aislamiento, el retraimiento, la irresolución, aun así, se atan a la vida, no
quieren dejar que se vaya el aire, ni se disuelva la luz, ni el sol no aparezca, ni se difuminen las
tormentas, ni se aproximen los montes, ni es escancie el viento, ni se aleje la aurora. Quieren ser
eternos, volver a ser jóvenes, madurar de viejos, reanudar sus relaciones, recordar sus recuerdos,
rememorar las luces de las sombras, bañarse a la luz de la luna, tomar las manos que con sus
manos tuvieron. Quieren ser, sin ser, lo que siendo, fueron y dejaron de ser. Volver a tener, lo
que tuvieron, sin tener lo que tienen. En su falsedad de vida, viven lo que no viven, viviendo, en
el pasado, lo que en el pasado no vivieron.
Rosa.- No habléis así. Yo os tengo miedo. Sé, que me amáis, sé que buscáis mi
felicidad, eso no evita que os tenga miedo, temor, respeto. No a ti, por lo que eres, sino a ti por lo
que representas y a quien representas. Cuando tu brazo nos tuerce, se termina el tiempo, se
acaba el paso fronterizo, no hay vuelta atrás, no hay mirada que se pueda extender, ni mundo, ni
hora, ni semana, ni día. Lo que es, ha sido, lo que ha sido, será, lo que fue, ha pasado, ya no hay
presente, ni resquicio para ver el sol, ni osar tocar el viento. Ya no hay un segundo para
recapacitar, meditar, retornar a pedir perdón por los errores, rectificar, osar anticiparse a lo que
nos espera. La eternidad extiende sus alas y se abre como una palmera. Nuestro tributo se va a
examinar, se va a comprobar con lo que hemos administrado, cumplido, entregado, dado, amado,
cubierto con los pies, tocado con las manos, levantado, derribado, construido. Lo cierto y lo
incierto, lo probable y lo real, lo concebido y lo imaginado, lo expresado y lo sin expresar, lo
retenido en el alma y lo que el alma ha expelido, lo sentido, lo que el sentimiento ha sentido al
sentir, lo expuesto ante la vista de los demás, los hechos empleados de amor, de fe, confianza,
de piedad, de consideración, de respeto, de integridad, de verdad, de mentira, de injusticia, de
maldad. Sin nada oculto, sin poder ocultar nada. Sin reversión, sin posibilidad de engaño, sin
errores ni abismos que sortear, con sus consecuencias.
Temo por mí, por cuanto el miedo, hasta que sepa si vivo o muero, me inunda
por lo atrabiliario de mi pequeñez, la presencia ante la presencia de la verdad, la justicia, la
bondad, el amor, el bien. Por lo que ver, al ver lo que tengo que ver, me asusta lo que se arriba en
la montaña, lo que se extiende por las colinas, lo que se abre al viento y el viento empuja, lo que
es aire, y lo que es humo, los que es siembra y cosecha, lo que es almacenar, entregar, dar.
Miedo de no haber servido con toda la lealtad necesaria a quien me ha dado la vida. Miedo de
no haber administrado con justicia, de no haber servido a la verdad. De haberme diluido en
cosas nimias, rencillas pequeñas, inoperantes ideas, baluartes que sin vencer levantaba, por no
haber tenido valor, conciencia, concepción de mi paso por la vida. Miedo de haberme envuelto
en rampas de odio, de ira, de adversidad, haberme quejado de los posos de la noche, de la
incapacidad de las sombras, no sentir el sol, no recibir el brillo de la luz, no sortear los
precipicios, no mira al mar desde los miradores del alma. Miedo de haber sido injusto, haber
abusado de mi condición, no haber sido todo lo humano que mi Señor me marcó. Miedo de
morir, miedo de no vivir, miedo de no estar presente en el cielo de Dios.
Muerte.- Vivo en la muerte y de la muerte. Soy quien mata y al matar, doy vida.
Nutro a las personas, de mi presencia para que sepan que existo, que acudiré en punto a la hora,
que no dejaré pasar el tiempo, rían, griten, lloren, sufran enfermedades, no las sufran, se disipen
en el agua, intenten escapar, rocen la superficie del mar, escudriñen la atmósfera. Nadie está más
presente, en su presencia, que yo. Les aviso, les aturdo, les mezclo mi arteria de negrura, de
profundidad, de abismo, de noche, de sombras. Sin mostrarme, les muestro que la vida es un
rumbo para hallar el camino, no un camino. Inserto mis alas en sus sueños, sin mirarles les
miro, sin que me vean me sientan, sin tenerles en mis manos toco las manos y se rozan las
carnes. Oyen las ventiscas del silencio, los espasmos del vacío, la esclerosis de la existencia, la
falacia del mundo, la inoperancia de la ambición, el servirse de la vida para vivir, sin pensar en
mí. Les conmino a pensar, meditar, absorberse en sí mismos, recaudando la pericia de saber que
puedo llegar en cualquier momento, en cualquier lugar, a cualquier hora. Cuando llego, sin decir
palabra, mato, sin avisar, rompo el viento, sin estar presente en el aluvión, apago la velocidad
del aire, sin romper las olas, paro las olas . Nada queda de cuanto tenían, nada que pueda
servirles, nada. Ni nadie.
Trenzado de troncos, espanto a las bestias, domino las fuerzas indómitas, los
terremotos, las cavernas, insondables praderas, oasis, mesetas, majadas, pastos, ejidos,
campiñas, la gangrena de la sangre, la irritación de la avaricia, la demencia de la mente, la
desidia de las pasiones, la irrupción de las sensaciones, el furor de las llamas, el yunque de la
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inmundicia, el fango, el barro, la tentación, la fusión de la noche, el espanto de la mañana, el
amanecer de una brisa, una piedra que se descuelga, un borrón de tinta, un cascabel en el
limbo de una ilusión, un sueño, una cornisa. Amo y con el amor que amo, mato para dar vida.
Corto la respiración, bebo el susurro del aire, descorro las cortinas de lo incierto, someto a
desaparición el mundo, disocio la carne del alma, destruyo la materia, resplandece el
resplandor, brilla el cielo, doy acordes a la música ,disipo el dolor, quiebro las almenas de los
castillos . El alma, libre, vuela en vuelo hacia Dios, sin tierra, sin pesos, sin agobios, sin pesares,
sin nubes, sin tormentas, sin espejos, sin asideros, sin abismos, sin barro, sin tumbas, sin pies,
sin manos, sin alas, sin sombras, sin noches, hacia la eternidad donde está la morada del Señor.
Rosa.- ¿Cómo puedes matar y decir que amas? ¿Cómo mostrar las garras, al
morir y decir, al que desgarras, que le desgarras por amor? ¿ Si le quitas, al morir, el aire que
respira, no le robas? ¿Si le desahucias de su mundo y se lo arrebatas, no es dolor lo que causas?
¿No angustias la angustia? ¿No sublimas el pesar? ¿No arrinconas el silencio? ¿No sumes en
intranquilidad la tranquilidad? ¿ No ahondas el abismo? ¿No desgarras el precipicio de la
soledad ?¿No cercenas el ruido? ¿No abates el tiempo?. Causas espanto porque todo lo arrebatas,
nada dejas, nada inquieres, ni preguntas, nada contestas. Sin avisar, postras tu manto y cubres
la vida. Vienes sin esperarte y sin esperarte matas. ¿No encolerizas la cólera? ¿No abrumas la
tristeza? ¿No cortas las amarras? ¿ No enfundas, el silencio, en lápidas de bronces? ¿No
escondes la luz ?¿No acuñas el rigor de la semblanza del miedo? ¿No rompes el grito? ¿ No
distorsionas la voz?.
No calma, tu presencia, la calma, inquieta. Al descubrir la hora las manecillas
del reloj, el cuerpo sabe que se ha disparado el aire, se han estrellado las estrellas, se ha cursado
la orden de vagar por el viento, de ser polvo, de volver a ser lo que era : materia y barro,
silencio, nada. Es el sufrimiento el que penetra, el agobio, la congoja, la amargura, el
desconsuelo, la pesadumbre, la confusión, la consternación, el desconsuelo. Terror a saltar al
vacío sin cuerdas, sin compañía, sin ayuda, sin retroceso. Se quiera o no se quiera, la inmensidad
aparece, se abre la tumba, se entierra el cuerpo, el ataúd se posa, el tiempo sigue sin nuestro
tiempo, sigue el mundo sin nuestro mundo, siguen los ropajes de las olas, las albardillas del mar,
la humedad de la arena, el curso del horizonte, el nacimiento del sol, la aurora, el bucear del las
algas, la concavidad del perfume, el pastoreo de las hojas. Sin nosotros.
Muerte.- ¿Has venido a vivir y tienes miedo? ¿A qué temes? ¿Que te espanta?
¿Qué esperas que no esperabas? ¿Te crees eterno?
Muerte.- Desconocen que estoy llena de amor. Amo al ser que voy a quitar la
vida. Al quitársela, se la doy. La vida no es importante, lo cierto, lo seguro, no es vivir sino
morir. Transitamos por el mundo, de nuestro mundo, en busca del descanso, la primicia de ser,
la aventura de conocer cuanto se ha creado, lo que es, como se extiende en la verdad, como la
verdad se enciende. Vivo inmersa con el ser que es, en la profundidad de su misterio, llenos de
miedo, de terrores, de infructuosos silencios, de noches, de sombras, de errores, de aciertos, del
dominio de las ideas, de esclarecimientos del pensamiento, feroces dilemas, ensordeceros
gritos. Vengo a quitar los desaciertos de la existencia, dar paz, sosiego, tranquilidad, abro la
puerta de la verdad, descubro los misterios, doy llama a la libertad, libertad para llegar al cielo,
volar por la inmensidad, disfrutar de lo que Dios ha creado para cada ser y en cada ser. Soy el
amor que corta a la madre tiempo su invulnerabilidad, la lucha sangrienta, la corrupción del
cuerpo, la vaguedad en la esencia del existir. Soy la mano que conduce al resplandor, la
inmensidad, el horizonte, la eternidad. Dependo de ti, al depender tú de mí, al estar contigo vivo
de tu aprecio y te aprecio. Te amo y es, con amor, como corto la existencia, dejo el espacio,
arrastro tu mundo, destruyo la apariencia, arruino la ambición, desordeno las apetencias,
devasto el imperio, arraso los deseos, desmantelo las tribulaciones, asolo la enfermedad, doy
rienda suelta al corte de la existencia, dejo sin existir lo que existe, sin recuerdos, sin olvidos,
sin pasado, sin presente. Levanto el velo de mi amor y doy muestras de cuanto amor siento.
Muerte.- Puedes.
Muerte.- Puedes.
Muerte.- Puedes
Rosa.- ¿Descubro las ideas, los sentimientos, los pensamientos, los hechos, las
omisiones?
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Muerte.- Matar, para dar vida. Amar al matar. Servir al ser, de quien soy parte, y
en el que al existir, existo. Paro el tiempo, detengo la noche, arrebato el mundo, separo materia
de espíritu. No soy libre para decidir. Decide, el ser que vive, mientras vive. El ser, que ve el
infinito, que intuye la inmensidad, que es en la creación poderoso, medita, comprende, entiende,
ama, odia, cavila, recapacita, llora, ríe, siembra, cosecha, da, entrega, toma, recoge, dispone,
envidia, ambiciona, discurre, razona, piensa. Es libre para decidir y en su decisión, reflexiona,
teniendo en cuenta, que serán sus obras, con sus decisiones las que marquen el camino, la
esperanza, la justicia, su presente, su futuro, el vivir, el morir, la luz, el abismo.
Muerte.- No. No hay tiempo, ni días, ni horas, ni luz. Solo oscuridad. No veo.
No tengo ojos. No miro. No tengo cuerpo, ni manos, ni pies, aunque dispongo de cuanto
disponía el muerto. Muerto estoy en la muerte. Sin poder vivir.
Muerte.- Sin ver, en la maldad, ¿Que hace la maldad?. Ente pilares de crueldad,
¿Qué hace la crueldad?. Al no haberse arrepentido de los hechos, vuelven los hechos con el daño
que se hizo y el daño, araña el daño y lo eriza, lo enristra en madejas de fuego y quema la
maldad de la muerte, muriendo en vida de muerte. Quiere que desaparezca la maldad del hecho,
el daño, pero no desaparece, se endurece, se ensancha, se fortifica, se robustece, se vigoriza, se
aumenta, agranda, amplifica. Rota, en una rotación perenne, sin fin.
Rosa.- ¿Y el dolor?
Muerte.- No se sabe bien, lo que es el dolor, hasta no descender aquí. Sin aire,
sin respiración, sin viento, sin luz, sin esperanza, sin sueños, sin ilusiones, sin vida, sin amor, sin
fe, sin alegrías, solo pena y dolor, solo angustia, desesperación, solo desconsuelo, venganza,
miedo, horror, temor, pesar, arrepentimiento, ansiedad, inquietud, zozobra, desazón. Ni un
segundo de paz, ni un segundo de silencio, ni un segundo de calma, ni un segundo de esperanza,
ni un segundo de amor.
Rosa.- No lo entiendo.
Rosa.- No entiendo que sin matar, mates, no entiendo que mates para dar vida,
no entiendo que nos ames. No entiendo, que el muerto viva en tu muerte si no vive y tú al
matarle no mueras.
Rosa.- No
Muerte.- En ti, soy única. Dispones de una vida, solo una, aunque la vida esté
compuesta de muchas vidas, que a la vez que tú, viven. Un solo mundo, con otros mundos,
conformando un mundo único. Una sola muerte, la tuya, accediendo, con otras muertes, a la
unidad de la muerte. Todo es diferente en la existencia, nada hay igual, nada idéntico a otro,
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cada uno con su identidad propia : las hojas, los árboles, las ramas, el tiempo, el aire, las horas,
los segundos, las piedras, las rocas, los planetas, el espacio, la inmensidad, las nubes. Dios todo
lo crea en una unidad, como el ser, con sus pies sus manos, su mente, su corazón, su sangre, sus
labios, su pensamiento, su pelo, sus ojos, su mirada. Dentro de cada parte, que conforma la
unidad, todo distinto. No hay un pelo igual a otro, ni una hoja igual a otra hoja, ni una rama igual
a otra rama. Igual ocurre con la muerte.
Muerte.- No lo sé. Solo sé, que es. Por generaciones y generaciones que existan,
no habrá nadie igual a otro. Ni una ola a otra ola, ni una piedra a otra piedra, ni un pájaro a otro
pájaro, ni una hormiga a otra hormiga. Misterio que desconocemos. Así es y así será, sean las
generaciones que sean, los siglos y milenios de siglos. Los pasados, los futuros, los que puedan
existir y existan.
Rosa.- ¿Qué hago yo, hablando con quién no existe? ¿Cómo puedo ser, tan lerda,
para interrogarme sin saber? ¿Por qué le doy voz al viento, nombre a los sueños, realidad a las
dudas?.
Muerte.- Vana gloria, la de la gloria vana, vano reflejo el reflejo vano, vana
apariencia la apariencia vana. No tortures la mente, no puebles de ideas lo sencillo. La muerte
existe, existe la vida, existe el cielo, todo existe en la esperanza. Nada escapa a los designios del
tiempo, las prerrogativas de la existencia, al sentido poderoso del aire, el sol, la verdad, el amor,
la fe, el alma, el camino. Vienes a recorrer un camino, recórrelo, a atravesar una espesura,
atraviésala, a alcanzar los pasos que comunican la mentira y el espíritu, únelos mientras están
unidos. No separes lo que no se separa, no intentes comprender lo que no comprendes, no
busques lo que no has de encontrar. Céntrate en el amor, la piedad, la humildad, la misericordia,
las leyes del espíritu, lo que Dios marca, lo que la luz esponja en tu conciencia, lo que el alma
dicta. No dudes de ti, ni dudes de lo que con ti hablas, ni de lo que con ti planeas, ni de lo que
hagas. Hecho está , cuando está hecho, conseguido, cuando conseguido. Tu vida se inserta en la
muerte, y al morir alcanzas el cenit de la vida, el paso por la montaña, el trino del jilguero, la
voz de la verdad, la evidencia de lo real, la desaparición de lo inexistente, la fundición de la
materia, el escape de la conciencia, la creencia del alma. Se quiebra el curso de los ríos, se
desvanecen las aguas, se anticipan las olas al mar, el viento a la tormenta, y no hay tormenta, ni
nube, ni horizonte, ni sombra, ni enfermedad, ni luz, ni silencio, ni permanencia, ni existencia,
ni ser.
Rosa.- Sueño, en mis creencias, al creer en los sueños. Sin hablar, hablo,
escucho, pondero el alma, me arrullo en la conciencia, siento como el amor me inunda, al
inundarme el miedo. ¿Cómo puedo hablar contigo si estás muerta?
Rosa.- No comprendo......
Muerte.- Forma parte de ti. Sin ti no existo, ni puedo morir, ni matarte. Estoy
dentro de ti, como una parte más en tu unidad. Todo cuanto hay en ti, está hecho por Dios para
ayudarte : los brazos, los ojos, los labios, el entendimiento, el corazón. Es lo ajeno a ti lo que
viene a destruirte : el mundo, sus bienes, sus espejos, su deformación, su mentira, su falsedad, su
orgullo, su ambición, el frenesí de la injuria, la pasión, los deseos de desear, tomar otros seres,
poseerlos, alcanzar cotas de imperio, dominar. Es la guerra del guerrero la que inculca
desavenencias en tu alma, en tu ser, es tu forma de ser la que te da forma, la que moldea tus
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ilusiones. Es tu libertad, la que abre las vías de la indolencia o el esfuerzo, la apariencia o la
realidad. Eres tú, en ti, quien marca, con tu libertad, el camino de la luz o de las sombras, la ruta
a seguir, la piedad o la malicia, el vivir para morir o el morir para vivir.
Muerte.- Nunca. Al imaginar, que imaginas, que la vida es ser feliz, me muestro.
Muestro mi cara al rostro de tu mirada y te digo : tienes que morir, no lo olvides, no olvides que
estoy aquí para matarte en cualquier momento, sin que esperes a que me presente.
Muerte.- Te prevengo.
Rosa.- ¿Qué tiene que ver eso con la felicidad ? ¿Con la vida?
Muerte.- Tiene que ver con la muerte. ¿No lo entiendes?. La vida vive para la
muerte, su fin es morir, nacemos para morir. El alma es la vida, yo soy la muerte. Los dos
estamos en ti para protegerte, amarte, guardarte, consolarte, reconfortarte, esperanzarte,
animarte, fortalecerte, levantarte cuando te caigas, llevarte por las andas de la verdad, llenarte de
amor, mostrarte la humildad, la bondad, la paciencia, la misericordia, el perdón. Somos tu casco
y tu lanza para la batalla. Dios nos ha dispuesto como vanguardia de tu lucha, refugio de tu
esperanza, baluarte de tu fortaleza.
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Rosa.- ¿Cuando tengo que morir?
Rosa.- Matar
Muerte.- Matando
Rosa.- Cuando hablo contigo, siento frío. Se me hiela el corazón. Noto un pesar
tremendo que me inunda de miedo, de temor, de un silencio profundo, con el alma cubierta de
hielo y el corazón latiendo a un ritmo intenso.
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Rosa.- Si temo, soy frágil. Si te escucho y no me enfurezco, débil. Si creo
superar los miedos, deleznable. Inconsistente, si no tengo presente cuanto oigo. Si no me
dispongo a luchar, endeble. Enclenque, si me arrumbo en la distancia del tiempo. Si no sigo el
camino a seguir, cobarde. Aprensiva, si me demudo ante la lucha. Recelosa, si dudo. Si tiemblo,
temerosa. Si me oculto en la pasividad, alfeñique. El miedo que me inspiras, me da valor para
luchar, para no tenerte miedo, vencer el terror que me inspiras, no someterme a tu imperio,
vencerme para alcanzar el camino, llegar a la meta, robustecer mi fe, mi energía, mi vida, mi
consistencia, mi amor.
Rosa.- Seré yo, quien marque la pauta de mi existencia. Yo, quien recorra los
reductos de los castillos. Yo, quien sin temor te llame, para que a mi llamada acudas. Yo, quien
avente el tiempo en el viento. Es mi vida, la que vive y mi muerte, la que me persigue para
matarme.
Muerte.- El amor, es una exaltación del alma. Fundirse con ella, en ella
concentrarse, imprimirse en su unidad, coherente, cambiante, envolvente, absorbente, inmensa,
desvaneciendo en el aire el susurro de la materia, despojando los instintos de sus primarias
convicciones. Elevar el mundo, superponiéndose al mundo, alcanzar el cielo, deshilachar el hilo
y descoser, por un segundo, un segundo de verdad, en la verdad de la conciencia y del corazón,
la fluidez de la esperanza, la desaparición del deseo, la fusión de la ansiedad con una simple
mirada. Es la demostración de que el hombre llega al infinito, de que el hombre es infinito,
infinita su transmisión, infinita su verdad, infinita su piedad, su consideración, su altruismo, su
miramiento, su clemencia, su virtud, su miramiento, su respeto, su capacidad de entregarse, su
entrega. En el amor vive, es en el amor y con amor, como debe vivir y recorrer el camino.
Amando a sus hermanos, a Dios, la verdad, la fe, la justicia. No amando al mundo, que es
materia, se desvanece, se disipa, se esfuma, ingrediente de una masa inexistente. No amándose,
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a sí mismo, envolviéndose en su miseria, no amando la apariencia. Amando, para dar,
entregarse a sus hermanos en Cristo y al entregarse, ser, en su entrega, infinito.
Rosa.- ¿Tú amas así? ¿No estás conformada para desvanecer la vida, descorrer
las cortinas del silencio, de la soledad, del misterio, del abandono, de la destierro, la
incomunicación, la exclusión, el ostracismo, el exilio, el confinamiento, la expulsión?
Rosa.- Eres falaz y mentirosa. Nos odias, por eso nos matas.
Muerte.- ¡Cuan corta es la mente y que poco alcance tiene¡. No vas a vivir
eternamente, luego tienes que morir. No conoces la vida que existe después de que os mate, ni lo
que os espera en el inmenso cielo de Dios, en su inmensa existencia. Si así fuera, comprenderías
como de extenso es mi amor, como es mi amor el que mata, como es la vida que viene, de
felicidad, alegría, amor. Tras el tiempo de tu existencia, llega la existencia sin tiempo. Rumbo,
sin rumbo, en el rumbo del amor. Infinitas extensiones en la extensión infinita. Luz en la luz,
libertad, espíritu.
No habrá sombras, ni ocultación, ni misterios, ni preguntas, ni respuestas, ni
congoja, ni temor, ni muerte, solo vida. Lo que quieras ver, verás, planetas serán tus pies, tus
ojos estrellas, serás nube y viento, sol, agua, continente, mar, ola, playa, arena. Sin alas serás aire
y volarás. Nadie detendrá tu vuelo, nadie segará tu hierba, nadie escarbará en tu cerebro. En
Dios, todo es único, como único es Dios, única su creación, único el ser, único su reino, la
inmensidad, la fe, la verdad, el todo, la nada, la alabanza, el silencio, la paternidad, la filiación.
No hay muerte en la muerte. No muere el que vive.
Rosa.- ¿Por qué vivir, si no es vivir, el vivir en esta vida? ¿Por qué huimos de
la muerte, si la muerte nos beneficia, nos ensalza, nos cobija, nos ama?¿ Por qué la repelemos
con miedo, temor, terror, espanto, pánico?
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Muerte.- No me conocéis y me teméis. No profundizáis en la meditación,
escapáis en la apariencia, la materia, las prebendas, el desconocimiento, los deseos, las
pasiones, los apetitos, la codicia, las pretensiones, la falsedad, lo inútil, lo carente, lo insulso, lo
despreciable, la voracidad, el hambre, las fantasías, la presunción, el orgullo, la soberbia, la
maldad, la ira, la mentira, la envidia. Sacáis los sentidos del saco de los instintos, dándoles
apariencia de verdad, siguiendo el curso de sus vertidos al fango, de su arribo al lodo, de su
pócima, de su légamo, deshonra, descrédito. Sembráis apetencias en el mundo y el mundo os da
apetencias, ganas, ambiciones, materiales de derribo, pesadas piedras, inservibles reductos,
infructuosos ríos, campos baldíos, miedo, agonía, dolor, cascajos, desconsuelo, angustia,
tribulación. Sin notarlo, os hace esclavos de vuestra impericia, vuestra molicie, insensibilidad,
desorden, voluptuosidad, deleite, torpeza, desmaña, ineptitud, insuficiencia, incapacidad,
incompetencia. No pensáis, no tenéis dudas, no respiráis el aire, no veis el cielo, no miráis como
respira el silencio, como duermen las noches, os cubren las sombras. Como yo, aparezco ante
vosotros, para mostraros que todo conduce a mí, que todo lleva a mí, que sin mí no seréis nada,
nada conseguiréis sin seguirme, sin temerme, sin escucharme, sin saber que os amo, que soy
parte vuestra y en vuestro interior soy.
Muerte.- No soy grande, ni pequeña. Existo mientras existes. Soy mientras eres.
No tengo existencia propia, ni poder, ni lengua, ni hábitos, ni presencia. Si mato, es para dar
vida. No es mi intención matar, por eso aparezco y te hablo y te digo que medites y pienses.
Corto es el tiempo. La vida que vives es corta. Eterna la que te espera. Atraviesa el puente,
amando, sin atarte a la tierra, sin fisuras en la fe, con verdad, humildad, piedad, misericordia. Al
otro lado del puente, al cruzarlo, impera la justicia de Dios. No te descalabres en el viento, no te
apresures en el follaje de la espesura, no cortes las ramas de la verdad, ni comas los frutos de la
malicia. La vida pasa en un segundo, no pases un segundo sin vida.
Muerte.- Todos tenemos miedo. Si tienes miedo, yo, tengo miedo. Si me temes,
me temo.
Rosa.- Imposible.
Muerte.- Que la carne se convierta en polvo, sea libre la libertad, que el alma
vuele en los cielos, sea cometa la verdad, inmensa la fe, la justicia resplandor. Sin espejos
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atravesando la mirada, sin falsos prototipos, sin enfermedades que se escudan en el dolor, sin
quebrantos en los huesos, sin pirámides en las ideas, sin abruptos campos de tierra, sin tragedias
en el silencio, sin temores en las noches, sin hileras de arrugas, sin vacilaciones, sin compresión,
sin molduras de hojas en las tapiadas del aire. En el reino de los reinos. En el reino de Dios.
Muerte.- No sueñes. Ama. En el amor, encontrarás mas sueños de los que puedas
soñar. No te evadas de la realidad al caminar. Solo al morir, comprenderás que los sueños son
realidad. Si vives, tu vida será un sueño. Sueño real, en la realidad del Señor. Si mueres y no
muero, será agónica tu agonía. Sin agonizar en la muerte, estarás muerta, muriendo, sin morir.
Por más que imagines, no puedes imaginar la angustia de la agonía. Agonía eterna en una eterna
angustia.
Témeme y en tu temor, ten presente que vendré a matarte, a quitarte la vida. Sin
que me esperes, llego, sin avisarte separo alma de cuerpo. Hundo mi ser, en el ser del que muere
y al matarle, me mato. No volverás a morir. No volverás a la tierra. Se han despejado los montes,
quebrado los espacios. Con tu mundo te entierran, para que no vuelvas. No tienes hogar, ni
hacienda, ni cuerpo, ni carne, ni sangre, ni pies, ni pensamiento, ni manos, ni corazón, ni mente.
Se va, al separarse lo que era de lo que no es. Se vacía el vacío. Viento y humo. Vanidad y aire.
Muerte.- Amando.
Rosa.- No me dejes
Muerte.- ¿Cómo dejarte, si soy parte de ti?. Estoy en ti, dentro. Mostrándote la
furia del viento, la delgadez del silbido, el estrecho abismo del pasadizo, la inquebrantable
holgura del cielo, el paso del tiempo, el temor a las sombras, la falsedad del mundo, lo inútil de
la materia, lo pasajero de los sueños, la esperanza de que mi mano te alcance cuando me tiendas
la mano, el espesor de un alambre, la abundancia de la cosecha cuando el amor siembra, el
camino de la vida, el tránsito desde el miedo.
Muerte.- No yo. Necio será quien no te entienda, al decir lo que entiendes que no
entiendes y que, con quien hablas, te escuche, sin que ellos escuchen la voz que les habla.
Rosa.- Sí, cada muerte, ama a cada ser con el que convive y tiene que morir.
Juan.- Cierto
Juan.- Nada queda tras la rotonda del tiempo. Acaba la vida en el silencio, en la
soledad, en las sombras, sin vida, en un ataúd, un cementerio, una lápida, bajo una losa.
Juan.- A todos nos espera la muerte. Claro que le tengo miedo. Miedo a morir,
miedo al dolor, miedo a lo inexistente, miedo al no conocer, a lo irremediable, a desaparecer, a
no ser, a dejar de existir. Miedo, al temor, de que al llegar la muerte, le tenga miedo.
Rosa.- Inténtalo.¿ No hay, en tu interior, una voz que constantemente dice lo que
es y lo que no es, lo que se debe hacer y lo que no?. ¿Cuando el silencio te arrebata, no escuchas
el sonido del silencio? ¿No te marca la inflexión de la vida ? ¿No esquilma el mal del fango ?¿
No te advierte?
Fin Acto 2º
Muerte.- Sin techo, ni noche, no soy sombra, ni luz. Agarro la vida con las
manos y las manos de la vida me sujetan. Dentro de cada ser, soy la respiración que no respira,
aliento que no alienta, movimiento sin andar, giro sin vuelta. Hago, del ser, lo que es, para que
no sea, llego antes de que llegue la ventisca, arrebato al ruido el silencio, calmo el agobio de la
angustia. La vida desde que se nace, busca la muerte, yo desde que con el que nace, nazco, busco
la vida. Al contrario de lo que se piensa, no mato, no vengo a quitar el viento, ni rodar bajo el
cimiento de los pedestales, ni destruir los castillos, derribar murales, cortar la sangre, envenenar
el pensamiento. No soy hoz, ni siego, ni voy sin cabeza, ni me visto de negro, ni aparezco en la
voz, ni rompo el ruido, ni coarto el aliento. No voy con cadenas, ni encadeno, ni soy sombra de
la luz, ni apago el sol, ni enciendo con llamas el techo.
Soy amor, en el amor del ser con el que camino. Antes de que la vida termine,
calmo la ansiedad, doy resplandor, muestro la abertura de los cielos, la fisura del universo, el
colorido de la verdad, la fe, la realidad de lo que espera a la muerte. Le permito, antes de morir,
que llegue a conocer toda su vida al traspiés de un segundo. Es un segundo de vida, en la vida
del que muere, antes de morir, para ver lo que ha sido, lo que es, lo que puede ser y viendo,
pueda arrepentirse, mostrar su alma al alma, la verdad a la verdad, la fe a la fe, el amor al amor,
la bondad a la bondad. Pueda cruzar el puerto de las sombras, el puente de los ríos, los abismos
insondables, la desviación de la incuria, la relajación de los solsticios.
No mato para matar, doy luz a la vida. Devasto la enfermedad, quito el dolor,
deshago la vejez, talo las arrugas, corto el sufrimiento, desmantelo la angustia, desbarato la
inquietud, desarmo el miedo, desgarro el temor, derroco la impaciencia,
destruyo el dislate, corroboro la efectividad del amor, doy muestra de la existencia de otra
existencia. Soy parte, en la parte que soy, de la parte que como parte, me corresponde. Equilibrio
el desgaste, la insuficiencia, la carencia, la destrucción. Compongo, las paredes del pasillo donde
se esconde la noche e impido, que penetre, con sus sombras, en la luz. Inicio la quietud, la
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tranquilidad, el equilibrio, la serenidad, la paz, la placidez, el sosiego, el equilibrio, la
ecuanimidad. Sin mí, el desarreglo de la vida, sería inmenso.
Ante el ser que aparezco, descubro que existo. No oculto que estoy oculta, no
pregono que no vengo. Indico, con el alma, el camino a seguir, los pasos a dar, la carencia de
fundamento en esta apariencia en la que existimos. Lo importante está por llegar. Es la vida que
viene, la verdadera vida, la vida de verdad, vida eterna que no podemos perder, ni permitir que
se pierda, se desvaríe, quede inmersa en tierra, se abisme en los abismos, se inserte en la
profundidad negra de negritud inmensa. ¡Tienes que vivir¡. Si vives, vivo, si mueres, muero, en
una muerte que no muere. No tengas miedo de mí, ten miedo de ti, de no cumplir, no amar, no
sentir piedad, no escuchar a la conciencia, someterte al orgullo, las prebendas, la lujuria, las
pasiones, la ambición, los deseos, los instintos, la materia, la envidia, la codicia, la presunción,
los celos, el interés, la avidez, el desamor, la falsía, el desmán, la indecencia, la injuria, la
calumnia.
Baja el telón.
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