“Señor Jesucristo, Hijo de Dios, que derribó a la antigua serpiente y la ató en el
Tártaro con los lazos de la oscuridad, protégeme de sus trampas. A través de las oraciones de nuestra Santísima Virgen, la Madre de Dios y siempre Virgen María, del santo Arcángel Miguel y todos los ejércitos celestiales, del santo Profeta y Bautista Juan, del santo evangelista Juan el Teólogo, del santo mártir Cipriano y la mártir Justina, de San Nicolás el Taumaturgo, de San Nikita de Novgorod, de San Juan de Shanghai y San Francisco, el taumaturgo… y de todos los santos, por el poder de la Cruz de la vida y por la intercesión de mi ángel de la guarda, libradme de los malos espíritus, de las personas astutas, de la brujería, las maldiciones, el mal de ojo, y de cualquier calumnia del enemigo. Tu poder omnipotente me preservará del mal, para que, iluminado por tu luz, pueda alcanzar con seguridad el anclaje tranquilo del Reino Celestial y dar allí eternamente gracias a Ti, mi Salvador, junto a Tu Padre y Tu Santísimo Espíritu. Amén.”