Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Art 77 de la constitución:
“Se protege el matrimonio entre un hombre y una mujer, fundado en el libre consentimiento
y en la igualdad absoluta de los derechos y deberes de los cónyuges. Las uniones estables
de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos establecidos en la ley
producirán los mismos efectos que el matrimonio.”
CONCEPTO
La unión estable de hecho, es la cohabitación o vida en común, elemento que puede ser
sustituido por la convivencia en visitas constantes, socorro mutuo, ayuda económica
reiterada, vida social conjunta, e hijos, entre un hombre y una mujer, sin impedimentos para
contraer matrimonio, tal unión será con carácter de permanencia (dos años mínimo), y que
la pareja sea soltera, formada por divorciados o viudos entre sí o con solteros, sin que
existan impedimentos dirimentes que impidan el matrimonio. Y para reclamar posibles
efectos civiles del matrimonio es necesario que una sentencia definitivamente firme la
reconozca, siendo la relación excluyente de otras con iguales características.
ELEMENTOS:
Unidad:
Pues al igual que el matrimonio, implica que solo se puede existir una unión entre un solo
hombre y una sola mujer, para ser considerada como válida.
Consentimiento:
Se fundamenta en el acuerdo entre los unidos de tomarse como pareja, entre ellos y ante los
demás, no siendo necesaria la convivencia bajo el mismo techo.
Perpetuidad:
La unión también implica permanencia en el tiempo y debe ser mínimo dos años.
Formalidad
No está sujeto a formas legales, solo que aquel que lo alegue debe probarlo y ha de ser
declarado o reconocido para que surta efectos, mediante sentencia definitivamente firme.
Disolubilidad:
Pues puede quedar disuelto por el acuerdo de voluntades y si alguno de los unidos desea
reclamar bienes debe establecerse en la sentencia la fecha de inicio de la relación y la fecha
de terminación de la misma.
CONCUBINATO
CONCEPTO
Es una unión no matrimonial entre un hombre y una mujer solteros, la cual está signada por
la permanencia de la vida en común, siendo la soltería un elemento decisivo en la
calificación del concubinato, tal como se desprende del artículo 767 de Código Civil y 7,
letra a) de la Ley del Seguro Social, así lo manifiesta el TSJ en tal sentencia. De allí la
diferencia entre las uniones estables de hecho y el concubinato, la cohabitación bajo un
mismo techo, pues todos los concubinatos son uniones estables de hecho, pero no todas las
uniones estables de hecho son concubinato, de acuerdo con la sentencia in comento.
Dentro de este contexto Pérez y Tesara (2005), definen el concubinato como la situación de
hecho en que se encuentran dos personas de distinto sexo que hacen vida en común sin
estar unidos en matrimonio y sin que haya impedimentos para contraerlo. Se trata, pues, de
una unión de hecho con caracteres de estabilidad y permanencia; quedan indudablemente
excluidas de su concepto tanto la unión transitoria de corta duración, como las relaciones
sexuales estables pero no acompañadas de cohabitación.
ELEMENTOS:
Unidad:
Implica que solo se puede establecerse entre un solo hombre y una sola mujer.
Consentimiento:
Perpetuidad:
Formalidad
No existe ninguna formalidad, solo el acuerdo de los concubinos en permanecer juntos bajo
un mismo techo, y sin que ninguno tenga impedimentos para el matrimonio, además
también debe ser probado por quien lo alegue y declarado mediante sentencia
definitivamente firme. En ocasiones se expide en la jefatura civil una constancia de
convivencia la cual es meramente para efectos de adquisición de vivienda o para gozar de
beneficios en los seguros, cabe señalar que son requisitos solicitados por algunos
organismos, y que por la costumbre y uso se emplean para comprobar la existencia de una
relación concubinaria, debiéndose destacar que el medio para comprobar dicha existencia a
fines de reclamar herencia, por ejemplo, es la sentencia antes dicha.
Disolubilidad:
Puede quedar disuelto por la voluntad de las partes en cualquier momento. Toda vez que
interrumpan la cohabitación y por ende la permanencia.
MATRIMONIO
Efectos Personales:
Existen deberes entre los cónyuges: fidelidad, vivir juntos y socorro mutuo. Uso opcional
del apellido del marido.
Efectos Personales:
No existen deberes entre los unidos: la vida en común se verifica porque sea una relación
seria y compenetrada, que se esté en presencia de una pareja.
No puede usar el apellido del concubino o del unido, pues la condición de concubino (a) o
unido (a), no modifica el estado civil, por tanto no puede alterar la identidad de la persona.
Extinción de la relación:
Extinción de la relación:
por muerte o repudio de la relación por cualquiera de los componentes, ruptura de la
continuidad de la relación (porque uno contraiga matrimonio con otra persona). En
consecuencia, si fuere concubino (a), se le denominaría ex concubino (a).
Régimen patrimonial:
Hay pensión de sobre vivencia, tienen derecho a la asistencia médica integral, tienen
derecho a reclamar indemnizaciones que correspondan a su pareja fallecida, pueden pedir
prestamos para la obtención de vivienda.
La esposa hereda y concurre con los otros herederos según el orden de suceder señalado en
el Código Civil (artículo 824 y 825) en materia de sucesión sin testamento, conforme al
artículo 807 del Código Civil.
Régimen patrimonial:
Se trata de beneficios económicos que surgen del patrimonio de los concubinos: ahorro,
seguro, inversiones del contribuyente, todo lo que se refiere al patrimonio común. En
consecuencia para los concubinos hay pensión de sobre vivencia, les corresponde la
asistencia médica integral, tienen derecho a reclamar indemnizaciones que correspondan a
su pareja fallecida, son elegibles en los prestamos para la obtención de vivienda. Su
disolución se hace por muerte o de hecho, supuesto en el cual se debe alegar y probar por
quien pretende a disolución y liquidación de la comunidad.
Entre los unidos existen derechos sucesorales a tenor de lo expresado en el artículo 823 del
Código Civil, siempre que el deceso de uno de ellos ocurra durante la existencia de la
unión. Una vez haya cesado, la situación es igual a la de los cónyuges separados de cuerpos
o divorciados. Además concurre con los otros herederos según el orden de suceder señalado
en el Código Civil (artículo 824 y 825) en materia de sucesión ab intestato, conforme al
artículo 807 del Código Civil, y habrá que respetársele su legítima (artículo 883 del Código
Civil) si existiere testamento. Igualmente, las causales de indignidad que haya entre los
concubinos, se aplicarán conforme al artículo 810 del Código Civil. Así lo expresa la
Sentencia in comento. Igual ocurre en el caso de ausencia, puede pedir pensión alimentaría.
§
Países Bajos
En 2001 Países Bajos fue el primer Estado del mundo en reconocer el derecho al
matrimonio a las parejas del mismo sexo. En 1995 el gobierno encargó a una comisión
parlamentaria investigar la posibilidad de establecer matrimonios entre personas del mismo
sexo, dos años después la comisión concluyó que las parejas del mismo sexo deberían
poder optar al derecho al matrimonio. En 2000 se aprobó la ley de matrimonios entre
personas del mismo sexo por 49 votos contra 26 en el Senado y por 109 contra 33 en el
Parlamento. La ley entró en vigor el 1 de abril de 2001. Pese el voto negativo de la mayoría
de diputados de partidos cristianos (en la oposición en el momento de la aprobación), estos
partidos no mostraron intención de derogar la ley al llegar al gobierno en 2002. Hasta 2005
se celebraron en los Países Bajos 6.600 matrimonios entre personas del mismo sexo.
Bélgica
En Bélgica el matrimonio entre personas del mismo sexo entró en vigor el 30 de enero de
2003. En 2002 se presentó en el Senado de Bélgica y en Cámara Belga de Representantes
una enmienda para extender el derecho al matrimonio a las parejas homosexuales,
resultando aprobada por 46 votos contra 15 y 91 votos contra 2, respectivamente. En un
principio la ley prohibía que un ciudadano belga se casase con otro ciudadano de un país
que no permitiera el matrimonio entre personas del mismo sexo y no contemplaba la
adopción. Estas restricciones fueron derogadas en 2004 la primera y en 2006 la segunda. En
julio de 2005 se había contabilizado un total de 5.850 matrimonios de este tipo.
España
En España la ley que reconoce el derecho de las parejas del mismo sexo al matrimonio
entró en vigor el 3 de julio de 2005. El Congreso de los Diputados aprobó la ley en una
primera votación por 183 votos a favor contra 136. A su paso por el Senado la ley fue
vetada por 131 votos contra 119. De vuelta al Congreso el veto fue levantado y la ley
finalmente aprobada por 187 votos a 147. La aprobación de la ley suscitó la oposición de la
Iglesia Católica y del Partido Popular, que presentó un recurso de inconstitucionalidad ante
el Tribunal Constitucional, cuya resolución aún se espera. La población española se mostró
en un 66% a favor. Hacia finales de 2008 se habían celebrado en España 12.648
matrimonios entre personas del mismo sexo. Una encuesta de 2011 realizada en España
reveló que un 56% de los ciudadanos se muestra a favor de que la unión entre personas del
mismo sexo se denomine «matrimonio» y de que puedan adoptar hijos.30
Canadá
Sudáfrica
Noruega
En Noruega la ley que establece el matrimonio entre personas del mismo sexo entró en
vigor el 1 de enero de 2009. La propuesta de ley presentada por el gobierno de centro
izquierda fue aprobada en la cámara alta por 23 votos frente a 17 y en la cámara baja por 84
frente a 41. La ley contó con el apoyó de los partidos de la coalición gobernante, Partido de
los Trabajadores Noruegos, el Sosialistisk venstreparti y elPartido del Centro, así como del
partido conservador Høyre y del partido liberal Vestre de la oposición. En contra se
posicionaron el Partido Democristiano y el Partido de derecha populista, Partido del
Progreso.
Suecia
El matrimonio entre personas del mismo sexo en Suecia entró en vigor el 1 de mayo de
2009. La ley que contó con el apoyo de seis de los siete partidos que poseen representación
parlamentaria fue presentada por el gobierno de coalición de centroderecha.31 El resultado
de la votación en el parlamento fue de 261 votos a favor y 22 en contra. El Partido
Moderado, el Partido Centrista, el Partido Popular Liberal, elPartido de Izquierda, el
Partido Verde y el Partido Socialdemócrata votaron mayoritariamente a favor, mientras que
la mayoría de los diputados del Partido Demócrata Cristiano votó en contra.
Portugal
§ 31 de mayo - La ley fue publicada en Diário da República y asi la ley de los matrimonios
entre personas del mismo sexo en Portugal entra en vigor al dia 5 de junio.40
Islandia
Argentina
Si bien fue en la jurisdicción de Tierra del Fuego donde se registró el primer Matrimonio
entre personas del mismo sexo en Latinoamérica,41fue recién el 15 de julio de 2010 cuando
se aprobó en Argentina el matrimonio entre personas del mismo sexo.42 Fue apoyado
mayoritariamente —aunque no unánimemente— por el oficialismo, y el apoyo de otras
fuerzas fue decisivo. Fue aprobado en las dos cámaras del Congreso Nacional, tanto la que
representa al pueblo, como la que representa a las provincias.
Esta discusión comenzó en octubre de 2007, cuando la diputada del partido Frente para la
Victoria (actualmente pertenece a Nuevo Encuentro), Vilma Ibarra, presentó un proyecto
destinado a dar igualdad entre homosexuales y heterosexuales.43
Los sectores que más se opusieron fueron la Iglesia católica, las confesiones protestantes44
y los partidos conservadores del país, algunos sectores de la Unión Cívica Radical, una
minoría del oficialista Frente para la Victoria, el partido llamado «Peronismo Federal», y
otros sectores, como la Universidad Católica Argentina y el periódico La Nación.
Se difundió una nota del cardenal primado Jorge Bergoglio en que calificaba el avance
legislativo del proyecto como «una “movida” del Diablo» y en la que alentaba a acompañar
«esta guerra de Dios» contra la posibilidad de que los homosexuales pudieran casarse. La
presidenta Cristina Fernández, desde Pekín, criticó esos dichos respondiendo "son cosas
que remiten a tiempos de la Inquisición".45También la Iglesia intentó promover sin éxito la
realización de un plebiscito al respecto46 Los partidos conservadores argumentan como la
«defensa de la familia» y «el orden natural de las cosas», y dicen que es una ley impulsada
por el oficialismo para dividir al país. En todo el país se convocaron marchas en contra del
proyecto.47
La senadora del «Peronismo Federal», Liliana Negre de Alonso, que creó una polémica al
decir que "esta ley favorecería el tráfico ilegal de semen y de óvulos", logró conseguir
500.000 firmas en contra del proyecto y consensuó un nuevo proyecto —que finalmente fue
desechado— que hubiera prohibido que las parejas de homosexuales adopten hijos (la
implicación más polémica de la ley enviada al Senado) o se realicen inseminaciones
artificiales.48
Los sectores a favor son la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans
(FALGBT), la Comunidad Homosexual Argentina(CHA), la UBA (Universidad de Buenos
Aires)49 junto a otras universidades públicas del país, las organizaciones de Derechos
Humanos, como Madres de Plaza de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo, el INADI (Instituto
Nacional contra la Discriminación), la CGT (Confederación General del Trabajo), la CTA,
los partidos progresistas, como el Frente para la Victoria (oficialismo), el Partido Socialista,
Nuevo Encuentro, Frente Amplio, Coalición Cívica, parte del PRO, la UCR (Unión Cívica
Radical), Proyecto Sur, entre otros. Los medios en su gran mayoría apoyaron esta ley, y
dieron amplia cobertura al tema, así como algunas Iglesias Protestantes Históricas como la
Iglesia Evangélica Luterana Unida y la Iglesia Evangélica Alemana del Río de la Plata.
Algunos miembros de la Iglesia católica también se manifestaron a favor.50 LGTB impulsó
una campaña publicitaria sin fines de lucro mostrando actores de renombre, filósofos e
historiadores a favor del matrimonio «igualitario». También impulsaron marchas a favor,
donde concurrieron tanto gays como heterosexuales. Los partidos políticos impulsaron esta
ley para lograr la igualdad de derechos y para no crear un clima de homofobia y de
heterosexismo en el país.
Estados Unidos
A nivel federal Estados Unidos aprobó en 1996 la Ley para la Defensa del Matrimonio en
el que se define el matrimonio como la unión de un hombre con una mujer, por lo que las
leyes federales no pueden reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo.
A nivel de los Estados el matrimonio entre personas del mismo sexo es reconocido por
cinco Estados y por el Distrito de Columbia. El primero en aprobarlo, tras decisión judicial,
fue Massachusetts en 2004; Connecticut lo hizo en 2008, también tras un fallo judicial.
Iowa legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2009, aunque ya había
permitido estos matrimonios durante un día en 2007, el que va del 30 al 31 de agosto.
Vermont, que también aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo, fue el primero
en Estados Unidos en hacerlo por la vía legislativa. La ley de matrimonio de Nuevo
Hampshire entró en vigor el 1 de enero de 2010, esta ley fue aprobada por las cámaras del
Estado, siendo la primera que no recibía el veto de un gobernador. Posteriores intentos de
abolir las leyes de matrimonio entre personas del mismo sexo en Iowa y Nuevo Hampshire
han sido rechazados. En 2010 fue aprobado en el Distrito de Columbia (Washington D.C.).
Por otro lado, cabe señalar que algunas facciones políticas ya estudian hacer lo mismo en
las ciudades de Monterrey (Nuevo León),Guadalajara (Jalisco) y Veracruz (estado de
Veracruz), así como el acceso a los derechos de los cónyuges en un matrimonio civil
reconocido por la autoridad (distintos de los derechos de los concubinos y de los miembros
de las sociedades de convivencia), tales como la seguridad social (en trámite en el ámbito
federal), la pensión por viudez o divorcio y, también, la unión del patrimonio para solicitar
préstamos personales.
MENORES Y FAMILIA
Existen una amplia evidencia que muestra que los menores criados por progenitores del
mismo sexo se desenvuelven igual de bien que aquellos criados por progenitores de distinto
sexo. Más de 25 años de investigación documentan que no existe relación entre la
orientación sexual de los progenitores y cualquier medida de adaptación emocional,
psicológica y conductual del menor. Estos datos han demostrado que no existe riesgo para
los menores como resultado de crecer en una familia con uno o más progenitores gays.83 Si
los progenitores gays, lesbianas o bisexuales fueran inherentemente menos capaces que
otros progenitores heterosexuales comparables, sus hijos mostrarían problemas sin importar
el tipo de la muestra. Este patrón claramente no se ha demostrado. Dados los fracasos
consistentes en la literatura de investigación a la hora de demostrar que la hipótesis nula es
falsa, el peso de la evidencia empírica corresponde a aquellos que argumentan que los
menores criados por progenitores pertenecientes a una minoría sexual tienen más
problemas que los menores criados por progenitores heterosexuales.84 No hay
investigaciones que apoyen la creencia generalizada de que el género de los progenitores
sea importante para el bienestar de los menores.85
RELIGION
En el mundo religioso no existe consenso sobre los matrimonios entre personas del mismo
sexo, aunque la mayoría de las denominaciones religiosas se oponen a éste. Entre ellas se
encuentran la Iglesia Católica,105 algunos grupos cristianos bautistas como los cristianos
bautistas fundamentalistas,107 los cristianos Protestantes en general,108 los Mormones, los
Testigos de Jehová, el Islamismo y la Iglesia luterana.109 Entre las iglesias que casan a
parejas del mismo sexo se encuentra la Iglesia Luterana Sueca, la Iglesia Unida de Canadá,
la Iglesia Unida de Cristo, la Iglesia Universalista, los Cuáqueros, el Judaísmo reformado, y
diversas denominaciones minoritarias del Hinduismo y el Budismo. También existen otras
iglesias que bendicen los matrimonios o uniones entre personas del mismo sexo aunque no
con el rito matrimonial.
EL MATRIMONIO
Teóricamente, la edad para contraer matrimonio debería ser aquella en que los contrayentes
hubiesen alcanzado la pubertad, es decir, la capacidad de procrear; pero, como esa situación
es diferente para cada individuo, las legislaciones han tenido que acudir a la ficción legal de
que la aptitud sexual para celebrar nupcias se produce automáticamente en la mujer a una
determinada edad y en el hombre a otra, siendo la pubertad en aquella mas anticipada que
en éste.
El matrimonio produce una serie de efectos jurídicos entre los cónyuges y frente a terceras
personas, de los cuales los fundamentales son las obligaciones conyugales, el parentesco y
el régimen económico del matrimonio. Además, en la mayoría de países produce de
derecho la emancipación del contrayente menor de edad, con lo cual éste queda libre de la
patria potestad de sus padres y podrá en adelante actuar como si fuera mayor, aunque
posteriormente se divorcie.
.- La mujer casada podrá usar el apellido del marido. Este derecho subsiste aún
después de la disolución del matrimonio por causa de muerte, mientras no contraiga nuevas
nupcias.
El marido y la mujer están obligados a contribuir en la medida de los recursos de cada uno,
al cuidado y mantenimiento del hogar común, y a las cargas y demás gastos matrimoniales.
Es importante destacar que la fijación del domicilio conyugal debe ser designado con
arreglo al mutuo acuerdo de los esposos, tal como reza en el artículo 140 del CCV.
El matrimonio no puede contraerse sino entre un solo hombre y una sola mujer. La Ley no
reconoce otro matrimonio contraído en Venezuela sino el que se reglamenta por el presente
Título, siendo el único que producirá efectos legales, tanto respecto de las personas como
respecto de los bienes.
Para que el matrimonio en Venezuela posea validez es necesario que cumpla con los
requisitos correspondientes establecidos en la sección III del título IV, y se establecen los
siguientes:
Artículo 46
No pueden contraer válidamente matrimonio la mujer que no haya cumplido catorce (14)
años de edad y el varón que no haya cumplido dieciséis (16) años.
Artículo 47
Artículo 48
Artículo 49
Para que el consentimiento sea válido debe ser libre. En el caso de rapto no será válido el
consentimiento si no se presta o ratifica después de devuelta la persona a su plena libertad.
Se reputa que no hay consentimiento cuando existe error respecto de la identidad de la
persona.
Artículo 50
No se permite ni es válido el matrimonio contraído por una persona ligada por otro
anterior, ni el de un ministro de cualquier culto a quien le sea prohibido el matrimonio por
su respectiva religión.
Artículo 51
No se permite ni es válido el matrimonio entre ascendientes y descendientes ni entre afines
en línea recta.
Artículo 52
Artículo 53
No se permite el matrimonio entre tíos y sobrinos, ni entre tíos y los descendientes de los
sobrinos. Tampoco se permite el matrimonio entre cuñados cuando el que produjo la
afinidad quedó disuelto por divorcio.
Artículo 54
Artículo 55
Artículo 56
No podrá contraer matrimonio el encausado por rapto, violación o seducción, mientras dure
el juicio criminal que se le forme y mientras no cumpla la pena a que haya sido condenado,
a no ser que lo celebre con la mujer agraviada.
Artículo 57
La mujer no puede contraer válidamente matrimonio sino después de diez (10) meses
contados a partir de la anulación o disolución del anterior matrimonio, excepto en el caso
de que antes de dicho lapso haya ocurrido el parto o produzca evidencia médica
documentada de la cual resulte que no está embarazada.
Artículo 58
Artículo 59
Artículo 60
A falta del padre y de la madre se necesita el consentimiento de los abuelos y abuelas del
menor. En caso de desacuerdo bastará que consientan en el matrimonio dos de ellos. Si
esto no fuere posible, corresponderá al Juez de Menores del domicilio del menor autorizar
o no el matrimonio, oída la opinión de los abuelos y abuelas. Contra esta decisión no habrá
recurso alguno.
Artículo 61
Artículo 62
1. A la mujer menor que haya dado a luz un hijo o que se encuentre en estado de gravidez.
2. Al varón menor cuando la mujer con la que quiere contraer matrimonio ha concebido un
hijo que aquél reconoce como suyo o que ha sido declarado judicialmente como tal.
Artículo 63
Contra la negativa de consentimiento por parte de los llamados por la Ley a darlo no habrá
recurso alguno, salvo que la negativa fuere del tutor, caso en el cual podrá ocurrirse al Juez
de Primera Instancia del domicilio del menor para que resuelva lo conveniente.
Artículo 64
Se entiende que faltan el padre, la madre o los ascendientes, no sólo por haber fallecido,
sino también por los motivos siguientes;
Artículo 65
Los Jueces de Primera Instancia en lo Civil pueden dispensar el impedimento que existe
entre los tíos y sobrinos de cualquier grado y entre los cuñados. Nulidad del Matrimonio
Todos aquellos matrimonios que se realizan con algún incumplimiento legal en cuanto a los
requisitos que se exigidos, son anulables, porque la nulidad matrimonial es una acción que
se realiza contra aquellos matrimonios que padecen en su formación, la falta de un
elemento esencial, pero que en realidad se pueden ampliar a aquellos casos en los que se
celebren matrimonio sin intervención del funcionario autorizado para realizar la boda, o en
el matrimonio en artículo de muerte se hubiera contraído sin testigos o con personas no
aptas para serlo, Cuando se celebra entre determinadas personas, prohibidas por el Código
Civil (por ejemplo menores de edad no emancipados), salvo en aquellos casos en que se
haya producido una dispensa, es decir, se haya dado autorización, a pesar de estar
prohibido.
Requisitos
Son los mismos requisitos para la nulidad absoluta y para la nulidad relativa ya que se
sustancia por los mismos tramites de juicio ordinario pero existen ciertas peculiaridades a
las que nos referimos:
- Dejar los hijos al cuidado de uno de los cónyuges o de ambos, o bajo la guarda de un
tercero.
Concepto:
Se refiere así, cuando la norma violada en su celebración y que determina la ineficacia del
vínculo, y que ha sido consagrada por la ley con el único y exclusivo propósito de
salvaguardar el orden público.
Características:
c) Todo interesado puede prevalerse de ella: Por que puede ser demandada judicialmente
por toda persona que tenga interés legítimo y actual y son:
- Los cónyuges de algunos de los contrayentes (Artículo 122 del Código Civil).
- Los ascendientes de los cónyuges (Artículos 117 y 122 del Código Civil).
- El fiscal del Ministerio Público (Artículo 130 del Código de Procedimiento Civil).
- Toda persona con interés legitimo y actual (Artículos 117, 122 y 123 del Código Civil).
Casos:
Las violaciones de requisitos de fondo o de forma del matrimonio son las siguientes:
- Ausencia de consentimientos.
- Ausencia de funcionario autorizado.
- Testigos inhábiles.
Nulidad Relativa
Concepto:
Características:
1) Matrimonio de incapaces por razón de edad (Artículo 117 del Código Civil):
- Titularidad de la acción de anulación: Es cuando la declaración judicial puede ser
solicitada por todo interesado.
II. Cuando la mujer que no tiene la edad señalada por la ley para contraer matrimonio ha
concebido.
Características:
3). Incapacidad de alguno de los contrayentes por falta de potencia sexual (Artículo 119
del Código Civil): Características:
- Titularidad de la acción de anulación: Le corresponde al otro cónyuge (no afectado
de incapacidad). El legislador a querido dejar la decisión del caso a dicho contrayente, que
es la única victima de la situación.
Matrimonio putativo:
La buena fe: consiste en el subjetivo estado de creencia, por parte de uno o de los dos
contrayentes, al tiempo de celebrar el matrimonio, de que lo contraen válidamente, aunque
exista un error de hecho o de derecho, con tal de que sea excusable, siendo indiferente el
conocimiento posterior del error; en cambio, para el Derecho canónico dejará de ser
putativo el matrimonio desde el momento en que los esposos conocen la causa de nulidad,
de modo que los hijos concebidos después de tal conocimiento no se reputan legítimos. La
buena fe se presume, salvo constancia de lo contrario, cuya prueba corre a cargo de quien la
impugna.
Art. 148 CC: "Entre marido y mujer, si no hubiere convención en contrario, son comunes,
de por mitad, las ganancias o beneficios que se obtengan durante el matrimonio" El artículo
precedente ha dejado bien en claro que la comunidad de gananciales es un régimen
supletorio que otorga de por mitad a los cónyuges la propiedad sobre los bienes comunes.
Más adelante se verá hasta qué punto lo que se establece el artículo es verdad, porque el
artículo consagra una afirmación "muy general" de que todos los bienes o ganancias
obtenidas durante el matrimonio son comunes, es por ello que tenemos que ser muy
precisos, porque hay una gran cantidad de bienes que se adquieren durante el matrimonio
que NO son comunes sino que son PROPIOS y lo establece el mismo Código, pero ese
artículo lo que hace es entrañar una idea general de lo que es la materia; más exacto hubiese
sido si hubiera señalado : " los adquirido a título oneroso" en contraposición a los
adquiridos a título gratuito, puesto que los adquiridos a título "gratuito", aun después del
matrimonio son "propios" , por regla; y los adquiridos título "oneroso" como regla ( porque
también tiene excepciones) son "comunes". Es importante tener en cuenta que no todos los
bienes adquiridos durante el matrimonio forman parte de dicha comunidad, puesto que,
como veremos en adelante hay muchos bienes que, a pesar de ser adquiridos durante el
matrimonio, son propios (del cónyuge que los haya adquirido) Ej. Bienes adquiridos a título
gratuito.
En lo que respecta a los efectos patrimoniales, se encuentra el régimen de bienes en el
matrimonio, conformado por el grupo de normas que enmarca los aspectos económicos que
brotan de los cónyuges entre sí o entre éstos con terceros. Dichas normas pueden ser
acogidas por el consenso de voluntades de ambos sujetos, o en caso contrario, son
determinadas por la propia ley.
Esta situación se origina por causa del mismo matrimonio en sí; pues aunque su propósito
original sea no pecuniario, en la convivencia permanente de dos personas se suscitan una
serie de gastos impostergables que requieren ser subsanados. Y si bien se ha dicho
anteriormente que los deberes de hombre y mujer en el matrimonio son iguales, en
consecuencia ambos deberán soportar los gastos de manera compartida, pues recae en ellos
el soporte económico del hogar; incluyendo en él sus atenciones personales así como las
atenciones con personas frente a las cuales están obligados (hijos, familiares enfermos,
acreedores, etcétera).
Las Capitulaciones Matrimoniales: son acuerdos que realiza la pareja próxima a casarse
para determinar el tratamiento que será aplicado a sus bienes patrimoniales, una vez
efectuado el matrimonio, y en tanto que la duración de éste.
Estos pactos se caracterizan por ser bilaterales (pues son efectuados por ambos
contrayentes); además son accesorios al matrimonio (ya que no podrán celebrarse de
manera independiente a él, si el matrimonio no llega a realizarse o en caso de declararse
nulo, las capitulaciones no surten efecto alguno); son solemnes (para su debida ejecución es
necesario cumplir con las formalidades de ley); son personalísimos (así como lo es el
matrimonio, pues son llevadas a cabo exclusivamente por la pareja); son inapelablemente
anteriores al matrimonio (si no son pactadas previamente, ya no podrán serlo, siendo
sometida dicha unión al régimen supletorio); y por último son inmutables (no pueden
modificarse después de la celebración del matrimonio).
Por otra parte se encuentra el régimen legal supletorio:
La Comunidad Limitada de Gananciales: ésta entra en escena cuando los futuros cónyuges
no ejercen el derecho que les otorga la ley para elegir su régimen patrimonial matrimonial,
supliendo el vacío que podría causar esa falta de escogencia.
Entre marido y mujer, si no hubiere convención en contrario, son comunes, de por mitad,
las ganancias o beneficios que se obtengan durante el matrimonio.
Artículo 161. Los bienes donados o prometidos a uno de los cónyuges, por razón del
matrimonio, aún antes de su celebración, son de la comunidad, a menos que el donante
manifieste lo contrario.
Artículo 163. El aumento de valor por mejoras hechas en los bienes propios de los
cónyuges, con dinero de la comunidad, o por la industria de los cónyuges, pertenece a la
comunidad.
Los bienes propios de cada uno de los esposos, es decir, los que no forman parte de
los gananciales, están expresados en el CCV como sigue:
Artículo 151. Son bienes propios de los cónyuges los que pertenecen al marido y a
la mujer al tiempo de contraer matrimonio, y los que durante éste adquieran por donación,
herencia, legado o por cualquier título lucrativo. Son también propios los bienes derivados
de las accesiones naturales y la plusvalía de dichos bienes, tesoros y bienes muebles
abandonados que hallare alguno de los cónyuges, así como los vestidos, joyas y otros
enceres u objetos de uso personal o exclusivo de la mujer o del marido.
Artículo 152. Se hacen propios del respectivo cónyuge los bienes adquiridos durante el
matrimonio:
2.- Por derecho de retracto ejercido sobre los bienes propios por el respectivo
cónyuge y con dinero de su patrimonio.
3.- Por dación en pago hecha al respectivo cónyuge por obligaciones provenientes de
bienes propios.
4.- Los que adquiera durante el matrimonio a título oneroso, cuando la causa de
adquisición ha precedido al casamiento.
5.- La indemnización por accidentes o por seguros de vida, de daños personales o de
enfermedades, deducidas las primas pagadas por la comunidad.
6.- Por compra hecha con dinero proveniente de la enajenación de otros bienes
propios del cónyuge adquiriente.
7.- Por compra hecha con dinero propio del cónyuge adquiriente, siempre que haga
constar la procedencia del dinero y que la adquisición la hace para sí.
En caso de fraude, quedan a salvo las acciones de los perjudicados para hacer declarar
judicialmente a quien corresponde la propiedad adquirida.
COMUNIDAD ORDINARIA
COMUNIDAD DE GANANCIALES
Teóricamente sólo pueden haber dos propietarios (los cónyuges) de los bienes que
conforman la comunidad y SIEMPRE la proporción será de por mitad (cada uno es dueño
del 50% de los bienes de la comunidad). Excepción: El Matrimonio putativoEj. El hombre
musulmán que de buena fe cree que en nuestro país se acepta la poligamia y contrae
matrimonio con dos mujeres. Conforme al profesor, en este caso la primera mujer no
debería verse perjudicada por el segundo matrimonio, así que el porcentaje de propiedad
sobre los bienes sería así: Primera mujer 50%, Hombre 50% dividido entre él y las
siguientes esposas, si hay dos esposas el hombre y la segunda esposa poseerían un 25% de
los bienes cada uno.
Disposición: Los comuneros pueden disponer libremente de su cuota parte en el bien Ej. Si
yo soy dueña del 25% de una finca, yo puedo tomar esa parte y venderla, cederla, donarla,
etc.
Más adelante veremos que la administración de los bienes comunes de la pareja se maneja
de una manera distinta a la unanimidad.
Extinción: Subsiste después de la muerte de los comuneros, porque los herederos pueden
ocupar su lugar en la comunidad.
Fuente: Las fuentes de la comunidad ordinaria son muy variadas: donaciones, herencias,
compra conjunta, legados y otras.
La única fuente de la comunidad de gananciales es el Matrimonio.
La comunidad ordinaria es vista con malos ojos por el legislador, prueba de esto se
encuentra en algunas de las limitaciones que existen en su regulación (como que no pueden
pactarse por más de 5 años), por otra parte, normalmente son poco prácticas desde el punto
de vista económico, ya que con el pasar del tiempo la cantidad de comuneros suele ser
mayor, hasta que, en un determinado momento, a cada comunero le toca sólo una pequeña
parte de dinero por su parte.
SOCIEDAD
COMUNIDAD DE GANANCIALES
No tiene personalidad jurídica, se trata de dos patrimonios en los cuales existen bienes
comunes y bienes propios.
Se forman por mutuo consenso y se extinguen por mutuo disenso, es decir, que se respeta la
autonomía de la voluntad de las partes.
El matrimonio se forma consensualmente, pero no puede disolverse de la misma manera,
además sus normas, suelen ser de orden público.
Cada cónyuge recibe el 50% de las utilidades percibidas por la comunidad de gananciales y
es algo que no puede variar.
No están permitidas las sociedades universales Primer aparte del Art. 1650 CC: "Se prohíbe
toda sociedad a título universal, sea de bienes presentes y venideros o de unos u otros…".
Son mutables, es decir, que pueden sufrir modificaciones, siempre que se acuerden por los
socios.
Disolución De La Comunidad
Si hubiere mala fe de parte de ambos cónyuges, los gananciales corresponderán a los hijos,
y sólo en defecto de éstos, a los contrayentes.
También se disuelve la comunidad por la ausencia declarada y por la quiebra de uno de los
cónyuges, y por la separación judicial de bienes, en los casos autorizados por este Código.
Casos De Extinción:
· Nulidad del matrimonio: Será causal de extinción de la comunidad cuando la nulidad sea
declarada por una sentencia definitivamente firme, aún cuando la sentencia no lo declare en
forma expresa.
· Ausencia declarada de uno de los cónyuges: Este es un punto que será explicado con
calma porque debemos ser cuidadosos con él. En principio diremos que para que la
comunidad se extinga por esta vía debe ser declarada la ausencia (cuando existen dudas
razonables acerca de la vida o muerte de la persona) por sentencia definitivamente firme,
no bastará con la presunción de ausencia.
La no presencia existe cuando la persona tiene menos de dos o tres años desaparecido, si la
persona dejó algún mandatario éste lo representará, puesto que se presume que esa es la
persona de su confianza y que si dejó mandatario es porque planeaba ausentarse por un
cierto tiempo. Pasados dos o tres años de la No presencia los herederos podrán solicitar que
se haga la declaración de ausencia, si la persona dejó mandatario se deben esperar tres años
y si no lo ha hecho con esperar dos años bastará Art. 421 CC: "Después de dos años de
ausencia presunta o de tres, si el ausente ha dejado mandatario para la administración de sus
bienes, los presuntos herederos ab-intestato y contradictoriamente con ellos los herederos
testamentarios, y quien tenga sobre los bienes del ausente derechos que dependan de su
muerte, pueden pedir al Tribunal que declare la ausencia".
Los herederos del ausente, si éste hubiese muerto el día de las últimas noticias de su
existencia, o los herederos de aquéllos, pueden pedir al Juez la posesión provisional de los
bienes.
También todos los que tengan sobre los bienes del ausente derechos que dependan de la
condición de su muerte, pueden pedir, contradictoriamente con los herederos, que se les
acuerde el ejercicio provisional de esos derechos.
La solicitud se publicará por la prensa durante tres meses, con intervalos de quince días por
lo menos. Pasado dicho período se procederá a la evacuación de las pruebas y a la
declaración consiguiente".
Al liquidarse la comunidad conyugal los derechos sobre los bienes comunes dejan de ser
de por mitad y lo que se persigue es que cada cónyuge se quede con la totalidad de cierto
grupo de bienes, sacrificando otros Ej. El matrimonio tenía los apartamentos 1 y 2, sobre
los cuales cada cónyuge era propietario del 50%, al liquidarse la comunidad, se le
entregaría un apartamento a cada cónyuge, con lo cual cada uno sería propietario del 100%
sobre uno de los apartamentos, sacrificando el otro. Aclara el profesor que no se trata de
una operación tan sencilla como se ve en el ejemplo anterior, puesto que los patrimonios de
los cónyuges suelen ser heterogéneos (conformados por distintos tipos de bienes).
Art. 768 CC: "A nadie puede obligarse a permanecer en comunidad y siempre puede
cualquiera de los partícipes demandar la partición.
Sin embargo, es válido el pacto de que se deba permanecer en comunidad por un tiempo
determinado, no mayor de cinco años.
Caracteres de la liquidación:
· Cualquiera de los cónyuges tiene derecho a exigir la partición de los bienes comunes, ya
que a nadie puede obligarse a permanecer en comunidad y sabemos que, cuando se disuelve
la comunidad de gananciales, es sustituida por una comunidad ordinaria.
Etapas de la liquidación:
.- Levantamiento del inventario: En primer lugar se determina y avalúa el activo en
común (muebles, inmuebles y créditos contra terceros), incluyendo por ejemplo los frutos
producidos por los bienes propios de cada cónyuge que contribuyen a formar los bienes
comunes. Luego se determina el pasivo en común, es decir las deudas comunes que no
hubieren sido satisfechas para el momento de la liquidación, en la determinación del pasivo
hay que tomar en cuenta las cargas comunes no compensadas Ej. El caso de la operación de
uno de los hijos pagada completamente por uno de los cónyuges. Finalmente se determinan
los activos líquidos, es decir la diferencia entre los activos y los pasivos.
.- Formación de Lotes: Estos se forman integrando grupos de bienes que han de ser
adjudicados en propiedad exclusiva a cada uno de los cónyuges. En principio, los dos lotes
deberían ser iguales, para no perjudicar a ninguno de los cónyuges, el problema se
encuentra en que no siempre se puede hacer así (porque por ejemplo los cónyuges tenían
una sola casa, que vale más que todos los demás bienes), por lo tanto se ha llegado a la
conclusión de que los lotes deben ser equivalentes en valor económico y en tipos de bienes.
Si a uno de los cónyuges se le debe una compensación por haber satisfecho con bienes
propios deudas comunes, debe entregársele; si uno de los esposos ha asumido una carga
común frente a un tercero, queda personalmente responsabilizado por su deuda y en su lote
deben incluirse vienes suficientes para satisfacerla. Existe la figura conocida como
lasvueltas, que son empleadas cuando las personas no se ponen de acuerdo Ej. Si el lote A,
vale 50 millones más que el lote B, yo puedo pagarle a mi ex-cónyuge los 50 millones de
mi propio peculio, para yo quedarme con dicho lote. Esto sucede si yo tengo especial
interés en algunos bienes que le adjudicaron al otro.
Efectos de la liquidación:
.- Cesación del estado de indivisión. Cada cónyuge o ex cónyuge se hace propietario
exclusivo de los bienes que integran su lote.
Puede también haber lugar a la rescisión, cuando uno de los coherederos ha padecido lesión
que exceda del cuarto de su parte en la partición. La simple omisión de un objeto de la
herencia, no da lugar a la acción de rescisión, sino a una partición suplementaria".
.- Art. 179 CC: "En caso de restablecerse la comunidad, sus efectos son como si la
separación no se hubiere efectuado, sin perjuicio de los derechos adquiridos por terceros
durante la separación. El restablecimiento deberá constar en instrumento registrado" En
todo caso siempre queda a salvo los derechos adquiridos por terceros de buena fe durante el
tiempo intermedio. En cuanto a la posibilidad de reestablecer la comunidad, existe una gran
discusión en la doctrina:
Isabel Grisanti, Dominici y Barrios Guzmán: Consideran que la comunidad conyugal puede
reestablecerse en todo caso que se haya disuelto por causa diferente a la disolución del
matrimonio (por muerte o divorcio), y a la nulidad del mismo. Tal posibilidad se impone en
razón de que, desaparecidos los obstáculos que determinaron su disolución, es natural que
la comunidad pueda resurgir. En consecuencia, conforme a esta posición siempre que se
haya disuelto la comunidad, subsistiendo el matrimonio, aquella puede reestablecerse.
Entiéndase que esto es en caso de ausencia, rehabilitación del cónyuge fallido o disolución
de la comunidad por sentencia firme y separación de bienes.
Art. 214 CC: "La posesión de estado de hijo se establece por la existencia suficiente de
hechos que indiquen normalmente las relaciones de filiación y parentesco de un individuo
con las personas que se señalan como sus progenitores y la familia a la que dice pertenecer.
· Que la persona haya usado el apellido de quien pretende tener por padre o madre.
· Que éstos le hayan dispensado el trato de hijo, y él, a su vez, los haya tratado como
padre y madre.
· Que haya sido reconocido como hijo de tales personas por la familia o la sociedad"
Con ocasión de este artículo el profesor nos recomienda repasar de nuevo los elementos de
la posesión de estado y nos indica que ella ocurre cuando una persona se comporta como si
fuera el dueño de tal estado Ej.Que Luis se comporte como si fuera hijo de Andrés y María,
aunque en la realidad no lo sea.
EL DIVORCIO
El divorcio, es la figura jurídica que anula la existencia del matrimonio, celebrado entre dos
personas.
son taxativas las causales de divorcio en Venezuela (185 CC) las siguientes:
1). El adulterio
6). La adicción al alcohol o las drogas, cuando esta situación haga imposible la vida en
común
b) Tribunales de Municipio para los casos que no hayan hijos (Niños, Niñas y
Adolescentes)
MODELO
CIUDADANO
SU DESPACHO
En cuanto a Bienes que liquidar, no hay liquidación alguna puesto que no existen
gananciales en nuestra comunidad conyugal. Pedimos, que la presente solicitud sea
admitida y sustanciada conforme a derecho, y en fin, declarado nuestro divorcio con todos
los Pronunciamientos de Ley, todo de conformidad con el Artículo 185-A de nuestro
Código Civil Vigente. Es Justicia que esperamos en la ciudad de _______, a los _______
días del mes de _______, del año 2000.
OBSERVACION:
Esta solicitud debe ser hecha por parte de los cónyuges, cuando lleven cinco años
separados, o sea, sin vida común marital. Es una reforma reciente del Código Civil Patrio, y
también se le llama a esta solicitud, Demanda o Escrito de divorcio.
Artículo 185-A del Código Civil: “Cuando los cónyuges han permanecido separados, de
hecho por más de cinco (5) años, cualquiera de ellos podrá solicitar el divorcio, alegando
ruptura prolongada de la vida en común.
En caso de que la solicitud sea presentada por un extranjero que hubiere contraído
matrimonio en el exterior, deberá acreditar constancia de residencia de diez (10) años en el
país.
Admitida la solicitud, el Juez librará sendas boletas de citación al otro cónyuge y al Fiscal
del Ministerio Público, enviándoles además copia de la solicitud.
SEPARACION DE CUERPOS
MODELO
Ciudadano
Juez de Primera Instancia de Protección al Niño y al Adolescente
Su Despacho.-
Consta de copia certificada que marcada con la letra "A" acompañamos a este escrito, que
contrajimos matrimonio por ante el Prefecto del Municipio Autónomo Chacao del Estado
Miranda, en fecha 11 de agosto de 1993, según consta en acta de matrimonio expedida en
esa misma fecha. De dicha unión matrimonial procreamos dos (02) hijos de nombres xxxx,
quien nació el xx de enero de xxxx, y xxxx, quien nació el xxxx, lo cual se evidencia de
copias certificadas de las partidas de nacimiento marcadas con las letras "B y C"
acompañamos a esta solicitud.
Ahora bien, ciudadano Juez, de mutuo y común acuerdo hemos convenido en separarnos de
cuerpos y bienes, conforme a lo establecido en el artículo 189 del Código Civil. La
separación por nosotros acordada se regirá por las siguientes disposiciones:
DE LOS HIJOS
REGIMEN DE VISITAS
1.- Un apartamento, distinguido con el N -------, ubicado en el Piso ---- del Edificio
--------------, ubicado en ------------------------------------------------------- Miranda. Dicho
apartamento tiene un área aproximada de ------------------------------------- (----------Mts2). El
inmueble en referencia se encuentra bajo la posesión de los cónyuges, y el cual fue
adquirida por ambos cónyuges, según consta de documento registrado el día---- de
----------- de ----------bajo el Nº---------, folio-----, Tomo------, Protocolo---------, en la
Oficina Subalterna de --------------- y cuyos linderos, medidas y demás especificaciones
constan en el citado documento marcado “C”, el cual se anexa copia certificada. El
apartamento anteriormente identificado fue adquirido por el precio de ------------------
(--------), adeudándolos conyugues la suma de -------------------------(----), que comprende el
capital mas los intereses. Cada uno de los cónyuges conserva el cincuenta por ciento (50%)
del activo de la propiedad, y a la vez, se obligan cada uno de ellos a cancelar el cincuenta
por ciento (50%) de la cantidad de ------------------------(--------). Cancelado que haya sido el
saldo del precio adeudado del inmueble propiedad conyugal, cada uno de los cónyuges
conserva el cincuenta por ciento (50%) de la propiedad del apartamento. Aparte de este
bien conyugal, adquirimos un vehículo Placa ------, serial de Carrocería-------------.
Marca-------------, Modelo:------------, Tipo:--------------------, Uso:--------------,
Colores:---------------- Serial del Motor:--------------------, el cual se encuentra a nombre del
cónyuge-----------------------------, tal y como consta del certificado de registro de vehículos
expedido por el Servicio Autónomo de Transporte y Tránsito Terrestre del Ministerio de
Transporte y Comunicaciones--------------, marcado con la letra “R”, ambos cónyuges
declaran que dicho bien, se encuentra en perfectas y excelentes condiciones, como tampoco
pesa ningún tipo de gravamen.
2.- El mueblaje adquirido para la residencia del hogar común, que se encuentra en
dicho apartamento con un valor estimado ------------------------------- (----------)..
PASIVOS
Escribe un blog
Compartir en Pinterest
2 comentarios:
Responder
SALA CONSTITUCIONAL
DE LA SOLICITUD DE INTERPRETACIÓN
1.- Que le fue reconocido por el Juzgado Noveno de Primera Instancia de Familia y
Menores de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas el 7 de marzo de
1995, a su representada el carácter de concubina del ciudadano SOIL ACKOSKI, con quien
mantuvo una unión no matrimonial durante 23 años.
- Que en virtud de que el artículo 77 de la Constitución extiende los efectos del matrimonio
a las uniones estables de hecho y dichos efectos son regulados por el Código Civil, siendo
uno de los efectos civiles del matrimonio, el derecho potestativo de la mujer a utilizar el
apellido de su esposo mientras no contraiga nuevas nupcias en caso de quedar viuda,
indicó, que sí podría en su carácter de concubina utilizar el apellido de su concubino y
proceder a cambiar su documento de identificación conforme a lo establecido en los
artículos 11 y 12 de la Ley Orgánica de Identificación.
En efecto, para que obre la presunción de comunidad, conforme al artículo 767 del Código
Civil, la mujer debe probar; que se adquirió o aumentó un patrimonio durante la unión de
hecho; y que durante el tiempo en que se formó o aumentó el patrimonio vivió en
permanente concubinato con el hombre contra quien hace valer la presunción a su favor
establecida por el artículo 767 eiusdem. La formación o aumento del patrimonio es cosa
real, los bienes en comunidad, no importa que existan documentados a nombre de uno sólo
de los concubinos, es parte de lo que se pide; basta por tanto, evidenciar su existencia, tal
como lo hizo la recurrida. La causa, es decir, el porqué se pide, consiste en la unión
concubinaria permanente, respecto de la cual existe en autos el alegato de hechos y la
prueba respectiva, pero que no fueron analizados exhaustivamente por la recurrida
.
7.- Que, “(...) como señaló igualmente el Constituyente, todos estos derechos (es decir, los
derechos sociales y de las familias referidos en el Capítulo V), constituyen la base
fundamental del nuevo ordenamiento jurídico en el que la vida, la ética, la libertad, la
justicia, la dignidad, la igualdad, la solidaridad, el compromiso, los deberes ciudadanos y la
seguridad jurídica, son valores que concurren en la acción transformadora del Estado”. Para
luego afirmar, que “artículo 77 de la Constitución es de aplicación preeminente a cualquier
norma subordinada y como tal, la norma subordinada requiere de una interpretación acorde
con la finalidad expresada en dicha disposición”.
- Que, al establecer el contenido del artículo 77 de la Constitución, que las uniones estables
de hecho que cumplan los requisitos establecidos en la ley, producirán los mismos efectos
del matrimonio, caben las interrogantes siguientes:”¿Corresponde a los concubinos la
totalidad de los efectos civiles del matrimonio establecidos en el CC y en otras leyes de la
República? ¿A que efectos se esta refiriendo la disposición Constitucional, a aquellos
derechos y cargas entre las personas o sólo respecto a sus bienes? ¿Cuáles son y como se
aplican?”.
- Que, “(e)n atención al fallo de fecha 22/09/2000 (Servio T.L.) en el cual se exige al que
incoa esta acción expresar con precisión en qué consiste la interpretación, a los fines de
precisar en que supuesto se encuentra el solicitante, y como se señaló al principio de este
escrito, la presente acción versa sobre el alcance de este dispositivo constitucional, en
relación a las normas legales preconstitucionales que regulan los efectos del matrimonio
civil, que no incluyen dentro de sus supuestos de hecho, a las uniones estables de hecho no
matrimoniales, motivo por el cual se requiere conocer el alcance del artículo 77 de la
CRBV, para que su implementación de la vida practica y jurídica de todas las personas que
se encuentren en la situación allí concebida, sea uniforme y se eviten fallos
contradictorios”.
- Que “…el matrimonio civil es el único que produce efectos legales, respecto de las
personas como de sus bienes, y para poder reclamar esos efectos civiles, se requiere de la
prueba escrita (documento público) donde conste la celebración del acto. Resulta entonces
evidente, de la lectura de la disposición del artículo 113 del CC, que la misma constituye
una limitante del precepto establecido en el artículo 77 constitucional”.
- Que, a partir del artículo 137 del Código Civil, se regulan los efectos del matrimonio, en
cuanto a las personas y sus bienes, ya que en cuanto a las personas, este artículo coloca en
cabeza de los cónyuges la obligación de vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse
mutuamente, siendo optativo para la mujer utilizar el apellido de su esposo, lo que es un
derecho a su favor, que subsistirá después de disuelto el vínculo por la muerte de su
cónyuge y mientras no contraiga nuevas nupcias. Adujo, que los cónyuges están obligados
a contribuir en la medida de sus recursos, al cuidado y mantenimiento del hogar común y a
las demás cargas matrimoniales, pudiendo ser obligado judicialmente el cónyuge que sin
causa justificada dejare de cumplir con dichas obligaciones, de allí que “¿Estos efectos son
extensibles a las uniones no matrimoniales, en cuanto a la obligación de contribuir al
cuidado y mantenimiento del hogar común y las cargas de la comunidad previstas en el
CC?”.
- Que “(...) las uniones estables de hecho, en sus efectos legales se equiparan al matrimonio
por mandato constitucional; pero respecto a los efectos reconocidos en el CC, ¿cómo se les
aplicará a estas uniones no matrimoniales, si los concubinos no pueden disolver el vinculo
que los une mediante divorcio, nulidad o separación judicial de bienes por vía
jurisdiccional, toda vez que no han celebrado el matrimonio como tal, pero de hecho
funcionan exactamente igual?”.
- Que “(p)areciera que la respuesta se encuentra en el artículo 767 del mismo texto legal,
que establece: (...). Del análisis de este artículo, no cabe la mejor duda que lo regulado para
este tipo de uniones en el CC, se limita a la comunidad ordinaria de bienes, surtiendo esta
comunidad sólo efectos entre ellos y sus herederos, sin importar a nombre de quien estén
documentados los bienes. Visto de una manera simple, lo allí preceptuado no viola el
derecho de propiedad de los concubinos o los derechos sucesorales de sus herederos, si
deciden finalizar su relación no matrimonial; pero esta comunidad no existirá si uno de
ellos está casado. De alguna manera, este artículo se equipara en sus efectos al artículo 148
del CC, que expresa que entre marido y mujer, si no hubiere convención en contrario, son
comunes de por mitad, las ganancias o beneficios que se obtengan durante el matrimonio,
comunidad que comienza precisamente el día de la celebración del matrimonio (art. 149 del
CC), pero surge la pregunta de que si en esta separación de la comunidad que existe entre
ellos, entrará a discutirse el valor de la plusvalía de los bienes propios que tenían antes de
unirse de hecho”.
- Que, al disolverse el vinculo de hecho que los une por la muerte de uno de los cónyuges,
el artículo 767 del Código Civil limita al concubino o concubina en los derechos que se le
otorgan al cónyuge en la sucesión de su causante, ya que esta norma en específico, no
reconoce la comunidad universal concedida a los que sí contraen matrimonio, existiendo
contradicción entre lo que dispone esta norma legal y el artículo 77 de la Constitución, el
cual extiende los efectos legales que nacen del matrimonio a las uniones establecidas de
hecho.
16.- Que surge la necesidad de conocer si los concubinos que decidan disolver su unión
estable de hecho, podrán a los fines de preservar el caudal común, tener acceso a las
normativas legales que amparan a los cónyuges para resguardar su patrimonio, tales como
las establecidas en los artículos 191 al 196 del Código Civil que sólo proceden en caso de
divorcio. Señaló el solicitante, que “(...) para los que están casados y tienen la prueba de la
celebración de esa unión, en materia de disolución y liquidación de la comunidad, el
artículo 174 faculta al Juez para dictar las providencias que estimare convenientes a la
seguridad de los bienes comunes, mientras dure el juicio. En el caso de los concubinos no
puede hablarse de separación de cuerpos o divorcio como tales, entonces, de surgir una
separación de cuerpos de hecho que finalice la relación concubinaria, ¿cómo se regularía lo
concerniente tanto a la disolución y liquidación de la comunidad, y cómo haría el cónyuge
que se vea afectado para preservar ese patrimonio común? ¿Podría solicitar al Juez la
cautela prevista en el artículo 174 o la del 191? ¿Podría el concubino hacer extensibles a él
los efectos del artículo 195 del CC, sobre acordar pensión de alimentos al concubino que se
encuentre incapacitado para trabajar y carezca de otros medios para sufragar sus
necesidades?”.
17.- Que, el artículo 175 del Código Civil dispone que acordada la separación queda
extinguida la comunidad y se hará la liquidación de ésta; en consecuencia “¿A partir de qué
momento cesa la comunidad en una unión estable de hecho al ser imposible que medie una
separación judicial que determine de manera precisa el momento en que la misma cesa?,
ello debido a que en el fallo mero declarativo que da certeza de la relación concubinaria,
sólo abarca ese hecho, al ser esa la función de los fallos declarativos, que no son de la
naturaleza de los fallos de condena o constitutivos”.
18.- Que también surge una duda en cuanto a si los concubinos pueden celebrar
capitulaciones matrimoniales válidamente, con ocasión a lo cual “Pondré un ejemplo: A y
B deciden contraer matrimonio civil y cumplen con todos los requisitos establecidos en la
ley, pero antes de celebrar el acto deciden suscribir un contrato de capitulaciones, el cual
cumple todas las formalidades legales hasta su registro, llegado el día fijado para celebrarse
el matrimonio manifiestan voluntariamente no celebrarlo ante el funcionario público, pero
desde ese día deciden convivir juntos como una familia. Pasan los años y pueden ocurrir
dos supuestos: a) deciden separarse o B) muere uno de ellos, ¿esas capitulaciones
matrimoniales serán oponibles a ellos por la extensión de los efectos del matrimonio?
¿Existió comunidad entre ellos? ¿En caso de muerte solo le correspondería la legítima?”.
19.- Que el artículo 154 del Código Civil regula la libre administración y disposición de los
bienes propios, pero “…para poder disponer de ellos a título gratuito, renunciar a herencias
y legados, necesitará del consentimiento del otro. De nuevo, surgen una serie de
interrogantes en esta materia, por lo que ¿será valida (sic) la actuación que un concubino
realice en estos casos específicos sin el consentimiento del otro?.
20.- Que, con base en el artículo 168 del Código Civil, se requiere del consentimiento de
ambos cónyuges para enajenar a título gratuito u oneroso o para gravar los bienes
gananciales cuando se trate de inmuebles, derechos o bienes muebles sometidos a régimen
de publicidad, acciones, obligaciones y cuotas de compañías, fondos de comercio, así como
aportes de dichos bienes a sociedades; surgiendo de nuevo la interrogante “¿podrá el
concubino oponer en una acción judicial incoada contra el patrimonio común, el litis
consorcio necesario por ser la legitimación en juicio conjunta conforme a esa norma?”, para
luego indicar que con fundamento en el artículo 171 del Código Civil, al no estar casado
legalmente pero siendo considerado como tal por la Constitución, si ¿podría en vía
jurisdiccional solicitar esta cautela provisional?.
21.- Que, en materia de ausencia en cuanto a los efectos de su declaración, el artículo 427
del Código Civil expresa que al cónyuge del ausente, además de lo que le corresponde por
convenios de matrimonio y por sucesión, puede en caso necesario, obtener una pensión
alimentaría, que se determinará por la condición de la familia y la cuantía del patrimonio
del ausente; de allí que, ¿cómo quedan las uniones estables de hecho en relación a este
supuesto específico, cuando uno de ellos es declarado ausente?.
22.- Que, “(a)l ser la muerte una de las causas de disolución del matrimonio, en el artículo
807 se expresa que las sucesiones se defieren por ley o por testamento y será intestada
cuando en todo o en parte falta la sucesión testamentaria. El artículo 823 establece que el
matrimonio crea derechos sucesorios para el cónyuge de la persona cuya sucesión se trate.
Estos derechos cesan con la separación de cuerpos y de bienes sea por mutuo
consentimiento, sea contenciosa, salvo prueba, en ambos casos, de reconciliación. Este
supuesto, ¿será aplicable a las uniones estables de hecho que estuviesen separados por un
lapso determinado de tiempo y posteriormente se hubieren reconciliado?”.
23.- Que, en materia sucesoral el Código Civil (artículos 796, 807, 823-825, 883-887)
reconoce al cónyuge sobreviviente una serie de derechos sobre el patrimonio de su
causante, los cuales por mandato constitucional deberían ser extendidos a los concubinos, al
encontrase éstos en idéntica situación con los que han contraído matrimonio. Señaló que,
además, el artículo 1481 del Código Civil establece que entre marido y mujer no puede
haber venta de bienes, como consecuencia de lo cual surgió la interrogante de ¿cómo opera
esa prohibición legal, si los efectos de esa unión de hecho son exactos al matrimonio?
¿puede ser alegado por uno de los concubinos o por un tercero que fue afectado por la venta
realizada?.
24.- Que el Código Civil regula otros efectos del matrimonio que “…no se han citado en
este escrito, como las causales de disolución del vínculo matrimonial, o el delito de
bigamia, pero que podrían ser interpretados por esa Sala a la luz de lo preceptuado en el
artículo 77, por considerar quien suscribe este escrito, que las uniones estables de hecho
sólo producen efectos si la pareja es soltera, porque al estar uno de ellos casado, tal
extensión de los efectos se haría inaplicable, al proteger la CRBV a la institución de la
familia fundamentada en el matrimonio y a la luz de la Constitución, estas uniones se están
protegiendo en la misma dimensión que a la familia, por ser esa su esencia”.
25.- Que como consecuencia de lo antes apuntado, “…caben las dudas siguientes ¿En las
uniones estables de hecho que se consoliden en contravención al CC, y en las cuales se
generan las nulidadades (sic) del matrimonio (impedimentos dirimentes e impedientes)
cómo se manejan los efectos civiles que el mismo Código les reconoce?”.
Finalmente, señaló que la interpretación aquí solicitada es de suma importancia, por cuanto
si los efectos del matrimonio se aplican a las uniones estables de hecho conforme a los
requisitos de ley, debe determinarse su alcance, a los fines de que todos los Tribunales de la
Repúblicas apliquen de manera uniforme estos efectos que por extensión consagró el texto
constitucional y están desarrollados en el Código Civil del 1942, reformado en 1982, la cual
es una ley preconstitucional que sólo regulaba lo relativo en las uniones concubinarias a la
filiación de los hijos nacidos en ellas y los bienes que pertenecían a los concubinos, pero
fuera de eso no se aplicaban ni se extendían los efectos del matrimonio consagrados en
dicho texto legal, que ahora por extensión le son aplicables en su totalidad.
II
El artículo 77 constitucional reza “Las uniones estables entre un hombre y una mujer que
cumplan los requisitos establecidos en la ley producirán los mismos efectos que el
matrimonio”.
Resulta interesante para la Sala resaltar que dicha norma use la voz “unión estable” entre el
hombre y la mujer, y no la de concubino o concubina utilizada en el artículo 49.5 eiusdem;
y ello es así porque unión estable es el género, tal como se desprende del artículo 146 del
Código Orgánico Tributario, o del artículo 13-5 de la Ley de Empresas de Seguros y
Reaseguros, o del artículo 785 de la Ley de Cajas de Ahorro y Fondos de Ahorro, siendo el
concubinato una de sus especies.
Se trata de una situación fáctica que requiere de declaración judicial y que la califica el
juez, tomando en cuenta las condiciones de lo que debe entenderse por una vida en común.
Además de los derechos sobre los bienes comunes que nacen durante esa unión (artículo
767 eiusdem), el artículo 211 del Código Civil, entre otros, reconoce otros efectos jurídicos
al concubinato, como sería la existencia de la presunción pater ist est para los hijos nacidos
durante su vigencia .
Dado lo expuesto, para la Sala es claro que actualmente el concubinato que puede ser
declarado tal es aquel que reúne los requisitos del artículo 767 del Código Civil, y él viene
a ser una de las formas de uniones estables contempladas en el artículo constitucional, ya
que cumple los requisitos establecidos en la ley (Código Civil), para ser reconocido como
tal unión. Por ahora –a los fines del citado artículo 77-el concubinato es por excelencia la
unión estable allí señalada, y así se declara.
Lo anterior no significa que la ley no pueda tipificar otros tipos de relaciones entre hombres
y mujeres como uniones estables a los efectos del artículo 77 constitucional, tomando en
cuenta la permanencia y notoriedad de la relación, cohabitación, etc. y, por ello, el Proyecto
de Ley Orgánica de Protección a la Familia, la Maternidad y la Paternidad, discutida en la
Asamblea Nacional, en los artículo 40 al 49, desarrolla las uniones estables de hecho, como
una figura propia mientras que el concubinato como figura distinta a la anterior, fue
desarrollado en los artículos 50 al 53.
Pero como, al contrario del matrimonio que se perfecciona mediante el acto matrimonial,
recogido en la partida de matrimonio, no se tiene fecha cierta de cuándo comienza la unión
estable, ella debe ser alegada por quien tenga interés en que se declare (parte o tercero) y
probada sus características, tales como la permanencia o estabilidad en el tiempo, los signos
exteriores de la existencia de la unión (lo que resulta similar a la prueba de la posesión de
estado en cuanto a la fama y el trato, ya que la condición de la pareja como tal, debe ser
reconocida por el grupo social donde se desenvuelve), así como la necesidad de que la
relación sea excluyente de otra de iguales características, debido a la propia condición de la
estabilidad. Si la unión estable se equipara al matrimonio, y la bigamia se encuentra
prohibida, a juicio de esta Sala es imposible, para que ella produzca efectos jurídicos, la
coexistencia de varias relaciones a la vez en igual plano, a menos que la Ley expresamente
señale excepciones. Ahora bien, corresponde conforme al artículo 77 constitucional, a la
reserva legal la regulación de las otras uniones estables diversas al concubinato y, por ello,
le está a la Sala vedado, aun por la vía de la jurisdicción normativa, realizar la tipificación
de estas otras uniones, y así se declara.
Señalado lo anterior, debe la Sala señalar cuáles de los efectos del matrimonio son
aplicables a las “uniones estables de hecho entre hombre y mujer”, de conformidad con la
petición de la accionante, siendo necesario apuntar que aunque el concubinato es un tipo de
unión estable, por ser él la figura regulada en la Ley, a él se referirá la Sala indistintamente
como “unión estable” o concubinato, pero reconociendo que dentro del concepto de unión
estable pueden existir tipos diferentes al concubinato. La Sala con fines de abarcar ambas
clases de uniones, y por tanto al género, utilizará el término de unión estable en este fallo,
para referirse a todas las posibilidades, incluida el concubinato.
En primer lugar considera la Sala que, para reclamar los posibles efectos civiles del
matrimonio, es necesario que la “unión estable” haya sido declarada conforme a la ley, por
lo que se requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca.
Ahora bien, el matrimonio –por su carácter formal- es una institución que nace y se prueba
de manera distinta al concubinato o a cualquier otra unión estable, y por ello estas últimas
no pueden equipararse íntegramente al matrimonio y, por tanto, no puede pretenderse que,
automáticamente, todos los efectos del matrimonio se apliquen a las “uniones estables”.
En consecuencia, no es posible una declaración general que asimile las uniones (de
cualquier tipo) al matrimonio, y por lo tanto, observa la Sala, hay que distinguir cuáles
efectos del matrimonio se aplican al concubinato y a las posibles otras uniones estables.
Debido a lo expuesto, pasa la Sala a examinar los efectos del matrimonio aplicables a las
uniones estables y al concubinato, y ella considera que los deberes que el artículo 137 del
Código Civil impone a los cónyuges y cuya violación se convierte en causales de divorcio
(ver en el artículo 185 del Código Civil los ordinales 1° y 2°), no existen en el concubinato
ni en las otras uniones.
Unión estable no significa, necesariamente, bajo un mismo techo (aunque esto sea un
símbolo de ella), sino permanencia en una relación, caracterizada por actos que,
objetivamente, hacen presumir a las personas (terceros) que se está ante una pareja, que
actúan con apariencia de un matrimonio o, al menos, de una relación seria y compenetrada,
lo que constituye la vida en común.
Se trata de una relación permanente entre un hombre y una mujer, y no de una entre un
hombre y varias mujeres (así todas ellas estén en igual plano) y viceversa.
A juicio de la Sala, así como no existe el deber de vivir juntos, tampoco puede existir el de
fidelidad contemplado en el artículo 137 del Código Civil, por lo que la violación de
deberes como el de fidelidad o de vida en común (artículo 137 citado) no producen efectos
jurídicos, quedando rota la “unión” por el repudio que de ella haga cualquiera de los
componentes, lo que viene dado porque uno de ellos contraiga matrimonio con otra
persona, o porque, por cualquier razón, se rompió la continuidad de la relación. Extinguida
la relación, la ley, al menos en el concubinato, reconoce la condición de exconcubino como
lo hace el artículo 42 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia.
También otorga el artículo 173 del Código Civil, el derecho optativo de la mujer de utilizar
el apellido de su marido.
A juicio de esta Sala, la utilización de apellidos distintos al propio, como sería para la mujer
el del marido, es un derecho que le nace solamente del acto matrimonial, que conlleva a que
añada algo a su identidad, y que se ve sostenido por el acta de matrimonio que refleja un
nuevo estado civil.
El estado civil de las personas naturales, está formado por los nacimientos y matrimonios, y
necesariamente por las mutaciones que éste sufre (divorcio, por ejemplo), que se anotan al
margen de las partidas del estado civil.
Para la Sala, el que la unión estable en general produzca los mismos efectos que el
matrimonio, no significa –se repite- que ella se convierte en matrimonio, sino que se le
equipara; es decir, en lo que sea posible. Sin embargo, la condición jurídica de la unión
estable, en principio, no permite a la mujer el uso del apellido del marido.
El estado civil surge de unas manifestaciones de voluntad formales contenidas en las actas
del estado civil, así como de las transformaciones que éste recibe y que constan en las notas
marginales de las partidas.
Se trata de una cuestión formal que permite no sólo conocer la condición de la persona,
sino que resulta la piedra angular del sistema de identificación.
No existe, en estos momentos y para esta fecha, una partida del estado civil de concubinato,
u otro tipo de unión, que otorgue el estado de concubino o unido y, por tanto, los símbolos
que representan el estado civil, como el uso del apellido del marido por la mujer; a juicio de
la Sala, no puede ser utilizado por quien no ha contraído matrimonio.
Ahora bien, al equipararse al matrimonio, el genero “unión estable” debe tener, al igual que
éste, un régimen patrimonial, y conforme al artículo 767 del Código Civil, correspondiente
al concubinato pero aplicable en la actualidad por analogía a las uniones de hecho, éste es
el de la comunidad en los bienes adquiridos durante el tiempo de existencia de la unión. Se
trata de una comunidad de bienes que se rige, debido a la equiparación, que es posible en
esta materia, por las normas del régimen patrimonial-matrimonial.
Se trata de beneficios económicos que surgen del patrimonio de los concubinos: ahorro,
seguro, inversiones del contribuyente (artículo 104 de la Ley de Impuesto sobre la Renta lo
reconoce), etc., y ello, en criterio de la Sala, conduce a que si se va a equiparar el
concubinato al matrimonio, por mandato del artículo 77 constitucional, los efectos
matrimoniales extensibles no pueden limitarse a los puntualmente señalados en las leyes
citadas o en otras normas, sino a todo lo que pueda conformar el patrimonio común, ya que
bastante de ese patrimonio está comprometido por las leyes referidas.
Tal comunidad de bienes, a diferencia del divorcio que exige declaración judicial, finaliza
cuando la unión se rompe, lo cual –excepto por causa de muerte- es una cuestión de hecho
que debe ser alegada y probada por quien pretende la disolución y liquidación de la
comunidad. A juicio de la Sala, y como resultado natural de tal situación, quien demanda la
disolución y liquidación de la comunidad, podrá pedir al juez se dicten las providencias del
artículo 174 del Código Civil, en el supuesto en él contemplado.
Ahora bien, como no existe una acción de separación de cuerpos del concubinato y menos
una de divorcio, por tratarse la ruptura de la unión de una situación de hecho que puede
ocurrir en cualquier momento en forma unilateral, los artículos 191 y 192 del Código Civil
resultan inaplicables, y así se declara; sin embargo, en los procesos tendientes a que se
reconozca el concubinato o la unión estable, se podrán dictar las medidas preventivas
necesarias para la preservación de los hijos y bienes comunes.
Resulta importante para esta interpretación, dilucidar si es posible que entre los concubinos
o personas unidas, existe un régimen patrimonial distinto al de la comunidad de bienes, tal
como el previsto en el Código Civil en materia de capitulaciones matrimoniales.
A juicio de esta Sala, ello es imposible, porque la esencia del concubinato o de la unión
estable no viene dada –como en el matrimonio- por un documento que crea el vínculo,
como lo es el acta de matrimonio, sino por la unión permanente (estable) entre el hombre y
la mujer, lo que requiere un transcurso de tiempo (que ponderará el juez), el cual es el que
califica la estabilidad de la unión; y siendo ello así, a priori no puede existir una declaración
registrada de las partes constitutivas de la unión, en el sentido de cómo manejarán los
bienes que se obtengan durante ella.
Igualmente, la Sala tiene que examinar la posibilidad para uno de los miembros de una
unión o concubinato, de la existencia del concubinato putativo, que nace cuando uno de
ellos, de buena fe, desconoce la condición de casado del otro. A juicio de esta Sala, en estos
supuestos funcionará con el concubino de buena fe, las normas sobre el matrimonio
putativo, aplicables a los bienes.
Ahora bien, equiparando a los concubinos o a los unidos a los cónyuges en lo compatible
entre estas figuras y el matrimonio, considera la Sala que mientras exista la unión, cada uno
podrá exigir alimentos al otro partícipe, a menos que carezca de recursos o bienes propios
para suministrarlos, caso en que podrá exigirlos a las personas señaladas en el artículo 285
del Código Civil.
Debido a los efectos y alcances señalados, la sentencia que declare la unión, surtirá los
efectos de las sentencias a que se refiere el ordinal 2° del artículo 507 del Código Civil, el
cual se aplicará en toda su extensión, menos en lo referente a la necesidad de registro de la
sentencia, lo cual no está previsto –y por lo tanto carece de procedimiento- en la Ley.
Esta ausencia de registro y, por tanto, de publicidad, que puede mantener al concubinato
oculto respecto a los terceros, plantea la pregunta de si es nula la venta entre los
concubinos, tal como lo establece el artículo 1481 con respecto a los cónyuges.
A juicio de esta Sala, dados los efectos que se reconocen a la “unión estable”, sería una
fuente de fraude para los acreedores de cualquiera de los concubinos, aceptar que uno
vendiera al otro los bienes comunes documentados a su nombre o poseídos por él y, en
consecuencia, quien demuestre que la venta ha ocurrido entre ellos, puede invocar la
existencia de la unión y tratarlos como bienes comunes o, según los casos, pedir la nulidad
del negocio.
Debe la Sala acotar que el único concubinato que produce efectos equiparables al
matrimonio, es el que se delinea en este fallo; y se hace tal acotamiento porque algunas
leyes denominan concubina a la mujer que vive con un hombre a pesar que éste tiene
impedimento para contraer matrimonio con ella, cuando en realidad tal concubinato es
contrario al artículo 767 del Código Civil y a lo que conceptualiza este fallo.
El mal uso de la palabra concubina, en el sentido inmediatamente indicado, aparece en los
artículos 397 y 399 del Código Penal, y así se declara.
También acota la Sala que diversas leyes vigentes, tales como el Código Orgánico
Tributario (artículo 146-4), la Ley de Empresas de Seguros y Reaseguros (artículos 13-5 y
21), la Ley de Cajas de Ahorro y Fondos de Ahorro (artículos 78-5 y 136), señalan
impedimentos para acceder a cargos para quienes mantengan uniones estables de hecho.
Igualmente, a éstos se refieren los artículos 56 de la Ley del Cuerpo de Investigaciones
Científicas, Penales y Criminalísticas, y 71 de la Ley del Contrato de Seguros.
Ahora bien, como la ley no ha determinado aún quiénes se consideran que viven en unión
estable de hecho, tal mención, en todos los casos, a juicio de esta Sala, debe entenderse en
la actualidad que se aplica por igual a los concubinos, ya que con relación específica a
ellos, existen prohibiciones en el artículo 20 de la Ley de Minas.
Por último, y como resultado de lo interpretado, es que cuando en una relación jurídica
concreta, una de las partes actúa en su condición de concubino, para los efectos de esa
relación la existencia del concubinato queda reconocida por las partes y, en consecuencia,
entre las partes de la relación o el negocio, se reputará que una de ellas se vincula con el
concubinato.
Igualmente, la interpretación que se hace en este fallo es sin perjuicio de los derechos de los
pueblos y comunidades indígenas, en cuanto a su organización social, usos y costumbres,
reconocidos en el artículo 119 constitucional.
DECISIÓN
Por las razones que anteceden esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,
administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara
Resuelta la solicitud de interpretación del artículo 77 de la Constitución en los términos
expresados en la parte motiva del presente fallo.
" ... Las uniones estables de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos
establecidos en la ley producirán los mismos efectos que el matrimonio".
“…Ahora bien, el matrimonio – por su carácter formal - es una institución que nace y se
prueba de manera distinta al concubinato o a cualquier otra unión estable, y por ello estas
últimas no pueden equipararse íntegramente al matrimonio y, por tanto, no puede
pretenderse que, automáticamente, todos los efectos del matrimonio se apliquen a las
“uniones estables …”.
(…)
“Ahora bien, al equipararse al matrimonio, el genero “unión estable” debe tener, al igual
que éste, un régimen patrimonial, y conforme al artículo 767 del Código Civil,
correspondiente al concubinato pero aplicable en la actualidad por analogía a las uniones de
hecho, éste es el de la comunidad en los bienes adquiridos durante el tiempo de existencia
de la unión. Se trata de una comunidad de bienes que se rige, debido a la equiparación, que
es posible en esta materia, por las normas del régimen patrimonial-matrimonial …”
(Cursivas nuestras).
(iii) Sin embargo, luego la Sala equipara el género “unión estable” al matrimonio, y así
debe tener, al igual que éste, un régimen patrimonial (comunidad de gananciales por causa
de la equiparación).
Todo eso viene a demostrar, sin ninguna vacilación, que la unión de hecho no puede
equiparse al matrimonio (asimilarse, dar por igual o equivalente de modo total y en cuanto
a su naturaleza existencial). Por una parte, los propios cónyuges no aceptan la equiparación
cuando no quieren vivir dentro de la unión fáctica, y tampoco los convivientes de hecho
puesto que no desean contraer matrimonio. Por este motivo no se puede imponer un estatus
a los mismos en contra de su voluntad o consentimiento. No se pueden equiparar pues se
trata de dos instituciones diferentes desde el punto de vista antropológico , cultural,
ideológico, filosófico, doctrinal, político y sociológico.
Refiriéndose al concubinato,
“(…) Se trata de una situación fáctica que requiere de declaración judicial y que la califica
el juez, tomando en cuenta las condiciones de lo que debe entenderse por vida en común
(…)”
Y luego adiciona:
“(…) En primer lugar considera la Sala que, para reclamar los posibles efectos civiles del
matrimonio, es necesario que la “unión estable” haya sido declarada conforme a la ley, por
lo que se requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca.
(ii) Para reclamar los posibles efectos civiles del matrimonio, es necesario que la “unión
estable” haya sido declarada conforme a la ley, por lo que se requiere una sentencia
definitivamente firme que la reconozca, dictada en un proceso con ese fin, y;
(iii) La Sala no resuelve que sea necesario se establezca en primer lugar judicialmente la
existencia de la situación de hecho, esto es, la unión concubinaria; y que una vez
definitivamente firme esa decisión, es que podrían las partes solicitar la partición y
liquidación de esa comunidad, ni que de lo contrario el juez estaría incurriendo en un
exceso de jurisdicción.
Hasta ahora, en nuestro país, la unión concubinaria corresponde a una cuestión fáctica o de
hecho (certeza material presunta), que requiere ser calificada por el tribunal, en beneficio
del conviviente que tenga interés, mediante la correspondiente declaración judicial que
establezca la existencia de la misma (certeza jurídica). La certeza jurídica se establece,
entonces, mediante la fijación de los hechos por el juez a través de la actualización de los
mismos en el tiempo que ocurrieron o tuvieron lugar durante la convivencia para que la
misma sea tal (more uxorio) y así poderlos calificar jurídicamente y originar sus
consecuencias con los elementos de convicción, y producir la sentencia declarativa, no
constitutiva de derechos; declarativa porque como afirma la Sala Constitucional en la
decisión in commento, dado el carácter vinculante de la misma, conforme a lo establecido
en el artículo 335 de la Constitución, ordena la publicación del fallo en la Gaceta Oficial de
la República, sin perjuicio que desde que entró en vigencia la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, los derechos de los concubinos han quedado reconocidos
constitucionalmente.
Entonces, ¿la sentencia judicial es el único medio de prueba para la existencia de la unión
convivencial fáctica? ¿Los convivientes no pueden demostrarla voluntariamente mediante
instrumento auténtico?
La declaración que pueden emitir los convivientes puede tener fines diferentes a la sola
demostración de la convivencia. Así, por ejemplo, conocer cómo quedarán los bienes que
se adquieran durante la unión, si son propios de cada uno de ellos, o no; o para obtener un
beneficio común o particular ante determinada institución, persona jurídica o natural, con
ocasión del trabajo u otra circunstancia. En cambio, la declaración judicial deviene de la
pretensión de uno de los concubinos que la dirige al Estado, a través del juez para que el
objeto de la acción, que es la sentencia mediante la actividad procesal, origine la decisión
que declare la existencia de la unión fáctica que en el petitum de la demanda se requiere o
solicita.
“(…) como, al contrario del matrimonio que se perfecciona mediante el acto matrimonial,
recogido en la partida de matrimonio, no se tiene fecha cierta de cuándo comienza la unión
estable, ella debe ser alegada por quien tenga interés en que se declare (parte o tercero) y
probada sus características, tales como la permanencia o estabilidad en el tiempo, los signos
exteriores de la existencia de la unión (lo que resulta similar a la prueba de la posesión de
estado en cuanto a la fama y el trato, ya que la condición de la pareja como tal, debe ser
reconocida por el grupo social donde se desenvuelve), así como la necesidad de que la
relación sea excluyente de otra de iguales características, debido a la propia condición de la
estabilidad…”.
De allí que considere la Sala que, para reclamar los posibles efectos civiles del
matrimonio, es necesario que la “unión estable” haya sido declarada conforme a la ley, por
lo que se requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca.
“Las sentencias definitivamente firmes recaídas en los juicios sobre estado civil y
capacidad de las personas y los decretos de adopción una vez insertados en los registros
respectivos, producirán los efectos siguientes: … 2º Las sentencias declarativas, en que se
reconozca o se niegue la filiación o sobre reclamación o negación de estado y cualquiera
otra que no sea de las mencionadas en el número anterior, producirán inmediatamente los
mismos efectos absolutos que aquéllas; pero dentro del año siguiente a su publicación
podrán los interesados que no intervinieron en el juicio, demandar a todos los que fueron
parte en él, sin excepción alguna, para que se declare la falsedad del estado o de la filiación
reconocidos en el fallo impugnado. No tendrán este recurso los herederos ni los
causahabientes de las partes en el primer juicio ni los que no intervinieron en él a pesar de
haber tenido conocimiento oportuno de la instauración del procedimiento.
La sentencia que se dicte en el segundo juicio será obligatoria para todos, así para las partes
como para los terceros. Contra ella no se admitirá recurso alguno.
A los efectos del cómputo del año fijado para la caducidad del recurso concedido en este
artículo, un extracto de toda sentencia que declare o niegue el estado o la filiación, se
publicará en un periódico de la localidad sede del Tribunal que la dictó. Si no hubiere
periódico en la localidad sede del Tribunal, la publicación se hará por un medio idóneo.
Asimismo, siempre que se promueva una acción sobre la cual haya de recaer un fallo
comprendido en este artículo, el Tribunal hará publicar un edicto en el cual, en forma
resumida, se haga saber que determinada persona ha propuesto una acción relativa a
filiación o al estado civil; y llamando a hacerse parte en el juicio a todo el que tenga interés
directo y manifiesto en el asunto”.
Como bien dispone el artículo 78 del Código de Procedimiento Civil, se trata de una
conexión de pretensiones de orden subjetivo, pues cuando uno de los convivientes acciona
al otro para que el tribunal declare la existencia de la unión convivencial y pide se proceda
a la partición y liquidación de los bienes comunitarios, ¿es porque existe identidad de partes
entre esas dos pretensiones que justifica su acumulación inicial en la misma demanda
primigenia, al no ser incompatibles ni excluyentes entre sí y de la manera como infra
observamos?
Opina GUASP que dos o más pretensiones son incompatibles cuando, por las
consecuencias judiciales que están llamadas a producir, no pueden ser legalmente
conjugadas. El autor hace referencia a la competencia del juez y a la naturaleza del
procedimiento. En cuanto a la incompatibilidad de las prensiones “cuando el juez que deba
conocer de la acción principal sea incompetente por razón de la materia o de la cuantía
litigiosa para conocer de la acumulada”; y “cuando con arreglo a ley deba ventilarse y
decidirse las acciones en juicios de diferente naturaleza”; y señala que si el juez no es
competente para conocer de todas y cada una de las pretensiones cumuladas, la unión
inicial de las pretensiones no podrá ser admitida. Esta regla, dice, aplicada en toda su
amplitud, dificultaría extraordinariamente la expedita acumulación inicial de acciones. Para
obviar precisamente la rigidez es para lo que se crea la figura de la conexión como causa
modificadora de la competencia, es decir, un supuesto que autoriza a que el Juez
competente para una cierta pretensión pueda conocer de otra u otras conexas a ella.
La Sala de Casación Civil del TSJ, en sentencia RC- 00176 del 13 de marzo de 2006 (caso:
“Ingrid Reyes Centeno contra Roberto Jesús Blanco Colorado”), resolvió lo siguiente:
“(…) La Sala observa, que en el caso que nos ocupa se acumularon dos pretensiones en el
libelo de demanda: la acción merodeclarativa de reconocimiento de unión concubinaria y
la de partición de bienes de la comunidad, que no podían ser acumuladas en una misma
demanda, pues es necesario que se establezca en primer lugar judicialmente la existencia o
no de la situación de hecho, esto es, la unión concubinaria; y, una vez definitivamente firme
esa decisión, es que podrían las partes solicitar la partición de esa comunidad, de lo
contrario el juez estaría incurriendo en un exceso de jurisdicción …” (negrillas de la Sala).
Y la misma Sala de Casación Civil en decisión RC-00384, del 6 de junio de 2006 (caso:
“Vestalia de La Cruz Ron contra Isabel Cheksbir de Fernández y otros”), decidió:
“(…) Por aplicación de los anteriores criterios jurisprudenciales al caso de marras, los
cuales se reiteran en este fallo, si la demandante pretende partir y liquidar los bienes
habidos en la comunidad concubinaria que afirma existió entre ella y su difunto concubino,
ha debido acompañar al escrito introductorio de la demanda copia certificada de la
declaración judicial de la existencia del mismo (...)”.
“(…) que mediante esta acción la parte actora pretende la liquidación y partición de una
comunidad concubinaria que aún no ha sido calificada como tal por juez alguno; por
consiguiente, la presente demanda no debió ser admitida porque mal pueden liquidarse y
partirse los bienes de una relación de hecho estable, como lo es el alegado concubinato, que
aún no ha sido reconocida judicialmente (…)”.
Sin embargo, esa sentencia definitivamente firme que reconozca la existencia de la “unión
estable” (a que se refiere el artículo 77 de la Constitución venezolana vigente), responde a
la interrogante ¿qué pretende el concubino o la concubina? Es decir, cuál es la finalidad de
esa sentencia. La finalidad tiene que ver según el tipo o clase de acción, porque, en el
ámbito de las relaciones more uxorio, la decisión judicial que se produzca – establecedora
de su existencia para que produzca los efectos indicados en el artículo 77 eiusdem –
deviene de una acción de juzgamiento o conocimiento. Para HERNANDO DEVIS
ECHANDÍA , la acción de juzgamiento o conocimiento o declarativa genérica, es la que se
ejercita para iniciar un proceso de esta clase, es decir, para que el juez juzgue acerca de la
existencia del derecho o pretensión que el demandante alega y de las obligaciones que
reclama a cargo del demandado, o para resolver sobre la responsabilidad del sindicado. Por
lo tanto, en esta clase se comprenden las acciones declarativas puras, de condena y de
declaración constitutiva, que forman el grupo general de las acciones declarativas. Por su
parte, JUÁN JOSÉ BOCARANDA , sostiene que se entiende como acción concubinaria
declarativa aquélla que interpone un concubino contra el otro, para que, declarada por el
Tribunal la configuración de la relación extramatrimonial, y establecida la existencia de la
comunidad de bienes, se condene al demandado a entregar al demandante la parte del
patrimonio que le corresponde.
De modo, pues, que de nada le serviría la sola declaración judicial - sobre la existencia de
la unión fáctica - de no ser su finalidad, luego e inmediatamente, obtener y en el mismo
proceso esa partición patrimonial como consecuencia de haberse roto o extinguido tal
unión; pues la mera declaración no es susceptible de ejecución. Por eso, la antes citada
decisión de la Sala de Casación Civil del TSJ (RC-00176, del 13 de marzo de 2006)
pareciera no comprender que es un error hablar de acumulación de acciones del mismo
actor en la demanda, pues lo que existe es acumulación de pretensiones y no de acciones, y
sólo se ejercita una acción. A propósito de ello, en el Código de Procedimiento Civil
vigente se corrigió el error consuetudinario que contenía ese equívoco y se estableció que
el demandante podrá acumular en el libelo cuantas pretensiones le competan contra el
demandado, aunque deriven de diferentes títulos. Cuando la Sala de Casación Civil del TSJ
afirma “que en el caso que nos ocupa se acumularon dos pretensiones en el libelo de
demanda: la acción merodeclarativa de reconocimiento de unión concubinaria y la de
partición de bienes de la comunidad”, podría confundirse “pretensión” con “acción”.
Acción y pretensión son conceptos distintos y distintos sus elementos en cuanto a los
sujetos, objeto y su causa. (i) En efecto, los “sujetos” del derecho de la acción son: el
demandante o actor (sujeto activo) y el juez en representación del Estado (sujeto pasivo).
Los sujetos de la pretensión son: el actor o demandante (sujeto activo) y el demandado
(sujeto pasivo). El "objeto" de la acción es la sentencia, no es la obtención o logro de las
pretensiones contenidas en la demanda. El "objeto de la pretensión" – en tal caso - es la
búsqueda de esa sentencia favorable que otorgue lo que se pidió o pretendió con la acción
propuesta. (ii) La "causa petendi" y "la causa de la acción". La causa petendi es la razón de
pedir. La razón de la pretensión es el fundamento que se le da, como afirma
CARNELUTTI.
(ii) Cuando se acumulan procesos judiciales por separado. Luego, entonces, hay necesidad
de referirnos a la "acumulación de pretensiones", puesto que cuando se solicita la
declaratoria de existencia de la unión more uxorio o concubinaria, la partición y
liquidación de la misma, existen dos pretensiones en la misma demanda del actor contra el
demandado. Pero no hay allí dos acciones sino una sola acción. ¿Cuál será la acción? La
acción, como dice CHIOVENDA , es el poder jurídico de dar vida (porre in essere) a la
condición para la actuación de la voluntad de la ley; o como sostiene ALSINA , la acción es
un derecho público subjetivo mediante el cual se requiere la intervención del órgano
jurisdiccional para la protección de una pretensión jurídica. Esto es evidente. ¿Cuál es la
pretensión? La pretensión es el actuar por el que requiere (demandante) solicitando la
declaratoria de existencia de la unión more uxorio o concubinaria y la subsiguiente
partición y liquidación de la comunidad concubinaria. Como se aprecia, hay una pluralidad
de pretensiones. Dos pretensiones acumuladas en la misma demanda del actor.
(a) Pluralidad simple, o sea, aquella en que las diversas pretensiones reunidas se reclaman
todas de modo concurrente, y para satisfacer al titular de la pretensión debería el órgano
jurisdiccional actuarlas todas frente al sujeto pasivo de la misma.
(b) Pluralidad alternativa, es aquella en que el titular, si bien reclama dos o más
actuaciones distintas, no pide que sean realizadas una y otra, sino que la verificación de
cualquiera de ellas basta para satisfacerle.
(c) Pluralidad subsidiaria, es aquella en que el demandante pide al órgano jurisdiccional, en
primer lugar, una sola actuación, pero en segundo término, subordinadamente, para el caso
de que la primera petición sea denegada formular otra pretensión. De la anterior
clasificación nos interesa - en la presente temática - el tipo correspondiente a la "pluralidad
simple de pretensiones", por reunirse estas en una misma demanda, de modo que el órgano
jurisdiccional las resuelva todas frente al demandado y en beneficio del actor (de ser
procedentes), como lo constituye el caso relativo a la declaratoria de existencia de la unión
more uxorio o concubinaria y la subsiguiente partición y liquidación de la comunidad
fáctica. Aquí se comenta si es o no procedente plantear, en la misma demanda del actor, la
"acumulación de esas dos pretensiones" en razón de que se ha afirmado que esa
acumulación es excluyente, por ser tales pedimentos contrarios entre si y tener
procedimientos legales incompatibles.
Sin embargo, como hemos observado en las dos decisiones supra citadas, y aún cuando
como observamos, la Sala Constitucional en la decisión interpretativa del artículo 77
Constitucional, in commento, no resolvió que sea necesario se establezca en primer lugar
judicialmente la existencia de la unión concubinaria; y que una vez definitivamente firme
esa decisión sólo así podrían las partes solicitar la partición de esa comunidad; sin embargo
la Sala de Casación Civil del TSJ llega a disponer que “si la demandante pretende partir y
liquidar los bienes habidos en la comunidad concubinaria que afirma existió entre ella y su
difunto concubino, ha debido acompañar al escrito introductorio de la demanda copia
certificada de la declaración judicial de la existencia del mismo”; y, además, “en el caso
que nos ocupa se acumularon dos pretensiones en el libelo de demanda: la acción
merodeclarativa de reconocimiento de unión concubinaria y la de partición de bienes de la
comunidad, que no podían ser acumuladas en una misma demanda, pues es necesario que
se establezca en primer lugar judicialmente la existencia o no de la situación de hecho, esto
es, la unión concubinaria; y, una vez definitivamente firme esa decisión, es que podrían las
partes solicitar la partición de esa comunidad, de lo contrario el juez estaría incurriendo en
un exceso de jurisdicción”. Por eso, con LIEBMAN preguntamos: ¿Puede el actor
limitarse a pedir la declaración de certeza, o debe – si quiere accionar – pedir la condena?
Pero ¿dónde está la norma que constriña al actor a pedir en cada caso la tutela jurídica en la
forma más completa permitida por la situación de hecho? Esta norma, dice, no existe, y no
se puede, por eso, limitar su libertad de elección y prohibirle que se contente con la simple
declaración de certeza aún el caso de que podría obtener lo más, esto es, la condena.
En cuanto a los sujetos, los convivientes more uxorio no están sustraídos al ámbito de la
jurisdicción. Al contrario, pueden estar inmersos, no excluidos. En atención al objeto, lo
relativo a las pretensiones de declaración judicial de la unión convivencial y la subsiguiente
partición de los bienes comunes, es materia civil strictu sensu, no extraña al mismo, que se
rige no solo por el Código Civil sino por el de su procedimiento. Por último, la actividad,
en orden al lugar, tiempo y forma de esa actividad. En la doctrina procesal se refiere a que
por razón del lugar existen límites de la jurisdicción, en cuanto a que ésta no puede conocer
de las pretensiones que se formulen fuera del espacio que determina la extensión geográfica
de la soberanía del Estado; por razón del tiempo, existen límites en la jurisdicción, en
cuanto a que ésta sólo puede intervenir en tanto estén vigentes las normas a que su
implantación se debe; y, por razón de la forma existen límites de la jurisdicción, en cuanto a
que ésta solo puede funcionar del modo que intrínsecamente le es propio, esto es, mediante
la recogida, examen y actuación o denegación de pretensiones, quedando fuera de su
ámbito normal la posibilidad de que sus mandatos asuman la forma de una declaración
general o espontánea.
En otro contexto temático, mientras la unión funcione como pareja estable pareciera no
tener sentido aquella declaración judicial, y tampoco cuando la unión convivencial es de
derecho como en el caso que proponía el artículo 57 del Proyecto de Ley de Protección a la
Familia, la Maternidad y la Paternidad (que se desechó):
“La pareja que integre una unión estable de hecho, constituida por documento auténtico
debidamente protocolizado, que cumpla los requisitos y exigencias de esta Ley, que con su
esfuerzo material e intelectual contribuye a la formación del patrimonio de los
convivientes, accederá a la comunidad a los gananciales habidos durante del tiempo de su
existencia de la convivencia …”.
“En todo caso, la disolución y cesación de la unión estable de hecho aunque no hubiese
sido legalmente equiparada en sus efectos al matrimonio, a pesar de haber cumplido las
exigencias de los artículos anteriores, le dará derecho a cada uno de la pareja para acceder a
la partición por mitad de los bienes del patrimonio formado y los frutos que hubieren
obtenido a título oneroso durante la unión (…)
La experiencia demuestra que el interés económico es el que mueve, por lo general, hacia
aquella declaración judicial; y no tendría ningún sentido quedarse en la misma y acudir a un
proceso judicial separado para solicitar la partición de los bienes comunes. De allí que nada
impide se acumulen sendas pretensiones en la misma demanda, pues no son incompatibles,
contrarias entre sí ni excluyentes y por razón de la materia corresponden al conocimiento
del mismo Tribunal, más aún cuando esa acumulación de pretensiones no es contraria al
orden público, a las buenas costumbres o a alguna disposición expresa de la Ley. Los
procedimientos tampoco son incompatibles entre sí; pues el procedimiento declarativo en
referencia no tiene pautado un procedimiento especial , por lo cual se ventilará por el
procedimiento ordinario , al igual que el procedimiento aplicable a la partición o división
de bienes comunes que se tramitará por el mismo procedimiento dentro de las previsiones
del artículo 77 y siguientes del Código de Procedimiento Civil; pues obviamente primero se
declara la unión fáctica, cuando corresponda, e inmediatamente después de quedar
definitivamente firme y ejecutoriada la sentencia, se procedería – por el mismo tribunal - a
la partición y liquidación patrimonial, en cuyo caso, dentro del orden de prioridades
procesales, no existe ninguna incompatibilidad, al agotarse la primera fase y entrarse al
cumplimiento de la segunda, pues las mismas no tienen lugar al mismo tiempo, y tampoco
se realiza una en defecto de la otra.
2.2.3. Fallos del Tribunal (Corte) Supremo (a) de Justicia vinculados al tema:
“ … Se advierte que durante los lapsos previstos en los carteles que fueron publicados en
la prensa conforme a la Ley de la materia para empezar a los sucesores de … y a los demás
posibles propietarios, poseedores, arrendatarios, acreedores y en general a todo el que
tuviera o pretendiera tener algún derecho en el inmueble a expropiarse, … El propietario,
conforme a lo expresado en la certificación relativa la propiedad y gravámenes expedida
por la Oficina Subalterna de Registro Público … , es el ciudadano … Ahora bien, el
propietario falleció en fecha …, ab-intestato y sin descendientes u otros parientes, excepto
la ciudadana … con quien mantuvo unión “no matrimonial” por espacio de diez (10) años.
Acompañó al presente escrito, justificativo para perpetua memoria levantado por ante el
Juzgado …
El 6 de febrero del año en curso la señora … expuso: “En mi carácter de concubina del
ciudadano … propietario de la parcela de terreno objeto de la presente solicitud de
expropiación, de acuerdo con la presunción establecida en el artículo 767 del Código Civil,
según consta de autos, convengo en el justiprecio de dicho inmueble realizado por la
Comisión de Avalúo a los fines de la ocupación previa del mismo … y, en consecuencia,
solicito respetuosamente de este Alto Tribunal, me sea entregada la cantidad que me
corresponde de dicha suma, …”
(i) La demanda no fue declarada inadmisible, pues se supone que la Sala claramente
observó que la justiciable obtenía la satisfacción completa de su interés mediante la misma
demanda, y no a través de una acción diferente.
(iv) Por último, la Sala ordenó se pagara a la concubina el precio del inmueble expropiado.
Es decir, la Sala no solo dirimió el conflicto planteado sino que impuso el derecho. Es de
suponer que, en esa forma, la Sala encontró plenamente satisfecho el interés de la
concubina peticionaria.
2.2.3.2. La Sala de Casación Civil en sentencia RC- 0323 del 26 de julio de 2002 (caso:
“Arcángel Mora contra Ana Ramona Mejías Ruíz”), resolvió lo siguiente:
“(…) El artículo 341 del Código de Procedimiento Civil, dispone que el tribunal admitirá la
demanda “si no es contraria al orden público, a las buenas costumbres o a alguna
disposición expresa de la Ley”. De lo contrario debe negar su admisión expresando los
motivos de su negativa. Ahora bien, el artículo 16 del mismo código señala lo siguiente:
“Para proponer la demanda el actor debe tener interés actual. Además de los casos previstos
en la Ley, el interés puede estar limitado a la mera declaración de la existencia o
inexistencia de un derecho o de una relación jurídica. No es admisible la demanda de mera
declaración cuando el demandante puede obtener la satisfacción completa de su interés
mediante una acción diferente.” (Subrayado de la Sala)
De conformidad con la parte final de la citada norma, las acciones merodeclarativas que no
satisfagan completamente el interés del accionante no son admisibles, ello en virtud del
principio de economía procesal, pues nada hace un tribunal al conocer de una acción que no
logra su objetivo, como es declarar certeza sobre un derecho o una relación jurídica que se
tiene como incierta, o ventilar un proceso que sólo pretende preconstituir una prueba para
un juicio posterior. Por tanto, la satisfacción completa del interés del actor deviene en
condición necesaria para la admisibilidad de dicha demanda, que de no cumplirse estaría
prohibida por la ley, es decir, por el mismo artículo 16 del Código de Procedimiento
Civil…
En el caso concreto, esta Sala observa que la parte actora interpuso una acción
merodeclarativa para obtener los siguientes pronunciamientos: a) Que entre él y la
demandada existió una relación concubinaria desde marzo de 1985 hasta junio de 1994; b)
Que durante dicha unión ambos adquirieron un inmueble; y, c) Que el cincuenta (50%) por
ciento del referido bien le pertenece al actor. Ahora bien, es evidente que lo que se pretende
con dicha acción es preconstituir una prueba que podrá usarse en un juicio de partición de
comunidad, con base en la cuota parte que éste alega tener sobre un inmueble.
Siendo así, la acción de mera certeza propuesta por el formalizante no cumple con el
requisito exigido por el artículo 16 del Código de Procedimiento Civil, pues existe en
nuestro ordenamiento jurídico otra acción que permite al actor satisfacer completamente su
interés, como es la partición y liquidación de la comunidad concubinaria. Por tanto, la
demanda intentada es inadmisible por prohibición expresamente del artículo 16 eiusdem.
Todas estas razones conducen a la Sala a casar de oficio y sin reenvío el fallo recurrido, ya
que se hace innecesario un nuevo pronunciamiento sobre el fondo, de conformidad con el
artículo 320 del Código de Procedimiento Civil y, en consecuencia, declara inadmisible la
demanda incoada por la parte actora, ciudadano Arcángel Mora, contra la ciudadana Ana
Ramona Mejías Ruiz, por infracción directa de los artículos 341 y 16 in fine, del Código de
Procedimiento Civil, anulándose en consecuencia el mencionado auto de admisión de fecha
12 de junio de 2000, proferido por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del estado Táchira, así como todas
las actuaciones posteriores al mismo. Así se decide”
(Destacado nuestro).
Por eso, según la concepción formalista de la justicia, una primera acepción de la expresión
"formalismo jurídico", se refiere a cierta teoría de la justicia, en particular, según la cual
acto justo es aquel que es conforme a la ley, e injusto aquel que está en desacuerdo con ella,
como refiere BOBBIO, y más exactamente se debería llamar "formalismo ético", porque
tiene en común con todas las teorías formalistas de la ética de la afirmación de que el juicio
ético consiste en un juicio de conformidad de un acto con la norma, de donde bueno es el
acto realizado para cumplir con la ley, y malo aquel que se realiza para transgredirla. El
término más común para designar esta teoría es el "legalismo". Entre los muchos análisis
críticos - según sostiene - a que se ha dado lugar el formalismo, destaca como muy preciso
y matizado, el de BOBBIO. Distingue cuatro acepciones. En la primera de ellas de
formalismo jurídico se entiende la teoría de la justicia según la cual el acto justo es el
conforme a la ley, y el injusto el disconforme; con lo que formalismo jurídico equivale aquí
al más estricto legalismo cifrado en el cumplimiento del deber emanado de la norma. En
una segunda acepción, el formalismo se centra en la delimitación de lo jurídico (respecto de
lo moral, lo económico, lo consuetudinario), sin tomar en cuenta el contenido y sí sólo la
forma, como aparece de manera muy acusada en la fórmula de KELSEN, para el cual lo
que caracteriza al derecho no es ésta o aquella materia que sea objeto de regulación ni el fin
perseguido sino la forma y en particular la regulación mediante el ejercicio del poder
coactivo. Así surge el normativismo; y en relación con él una tercera acepción del
formalismo, que se traduce en la concepción de la ciencia jurídica como, ciencia formal,
cuyo cometido no es la explicación causal ni la justificación teleológica, sino la
construcción, el sistema y la dogmática. Un cuarto significado del formalismo jurídico se
manifiesta, según BOBBIO, en la teoría de la interpretación jurídica, al propugnar la
hegemonía de la interpretación lógica y sistemática sobre la histórica y teleológica
(jurisprudencia conceptual frente. jurisprudencia de intereses) y estimar que el juez
despliega un cometido exclusivamente declarativo y nunca creador del derecho. Así pues,
hay cuatro variantes del formalismo: el legalismo, referido a la teoría de la justicia; el
normativismo, concerniente a la teoría del derecho; el dogmatismo, que expresa un modo
de entender la ciencia del derecho, y el conceptualismo que se manifiesta en teoría de la
interpretación
En el contraste de los artículos preconstitucionales 16, 78, 341 y 777 del Código de
Procedimiento Civil con los artículos 26, 49 y 257 de la Constitución vigente, aquellos no
pueden soportar o resistir su presencia ante la contradicción que pudiera plantearse, dado su
característico formalismo in extremis; y de modo concreto con el principio constitucional
según el cual “El proceso constituye un instrumento fundamental para la realización de la
justicia … No se sacrificará la justicia por la omisión de formalidades no esenciales” (art.
257 CRBV). Por eso, la justicia que los justiciables exigen es la que dé respuesta inmediata,
eficaz, con trámites, criterios, directrices, reglas y fórmulas que no sacrifiquen la justicia
material del caso concreto. Se trata de la necesidad de subvertir los estándares y las reglas
reiterada y tradicionalmente establecidas por el sistema, que chocan con los principios y
valores constitucionales.
2.2.3.3 La Sala de Casación Civil en sentencia RC- 00371 del 30 de mayo de 2007 (el
mismo caso: “Arcángel Mora contra Ana Ramona Mejías Ruíz”), dispuso:
“(…) En resguardo del derecho que tienen las partes a la tutela judicial efectiva y al libre
acceso a los órganos de administración de justicia a fin de materializar el derecho de
defensa y el de petición, contenidos en los artículos 49, 26 y 51 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, esta Sala de conformidad con la disposición legal
consagrada en el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil, y al principio
constitucional que reza “...El proceso constituye un instrumento para la realización de la
justicia...” dispuesto en el artículo 257 constitucional, tiene la prerrogativa de extender su
examen hasta el fondo del litigio, sin formalismos, cuando por sí misma, detecte la
infracción de una norma de orden público o constitucional.
Por tanto, con el fin de aplicar una recta y sana administración de justicia, la Sala procede a
ignorar las denuncias formuladas en el escrito de formalización, y autorizada por la
facultad que le confiere el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil, hará
pronunciamiento expreso, para casar la decisión recurrida en infracciones de orden público
y constitucional que se han verificado en el caso bajo juzgamiento …
Ahora bien, en virtud del señalamiento hecho por el actor al invocar decisión emanada de
esta Sala en la que alega le fue recomendado el procedimiento de partición y liquidación de
la comunidad concubinaria, se estima oportuno destacar que de la revisión de las actas que
conforman el presente expediente se pudo constatar la existencia de la referida sentencia, y
a los fines de lograr una mayor comprensión de la situación procesal que envuelve a la
presente causa, se hace menester revisar el contenido del fallo en cuestión dictado el 26 de
julio de 2002, en el expediente N° 2001-000590, N° 323, el cual textualmente dice: …
Al respecto, la Sala consideró: “(...) lo que se pretende con dicha acción es preconstituir
una prueba que podrá usarse en un juicio de partición de comunidad, con base en la cuota
parte que éste alega tener sobre un inmueble”; estimando igualmente que “la acción de
mera certeza propuesta por el formalizante no cumple con el requisito exigido por el
artículo 16 del Código de Procedimiento Civil, pues existe en nuestro ordenamiento
jurídico otra acción que permite al actor satisfacer completamente su interés, como es la
partición y liquidación de la comunidad concubinaria (...)”.
Es decir, en aquélla oportunidad se le indicó al demandante cuál era la vía procesal idónea
que debía ejercer a los fines de obtener la tutela invocada, por lo que éste, en acatamiento a
tal mandato, procedió a demandar nuevamente la partición y liquidación de la comunidad
concubinaria, a través de demanda que inició el proceso en el cual se dictó la recurrida
actualmente en casación.
Ahora bien, la Sala Constitucional de este Alto Tribunal, en sentencia de fecha 15 de julio
de 2005, N° 1682, expediente 04-3301, con motivo de un recurso de interpretación del
artículo 77 constitucional sobre la figura jurídica del concubinato expresó lo siguiente: …
De tal manera que el Juzgador de alzada, a los fines de resolver la situación jurídica
sometida a su consideración, debió, imperiosamente, analizar las particularidades del caso,
y de esta forma, advertir la existencia de la Sentencia de esta Sala, que constituyó cosa
juzgada entre las partes, mediante la cual se indicaba que la vía procesal idónea para
obtener la tutela judicial solicitada era la del procedimiento de partición y liquidación de
comunidad concubinaria.
Siendo así, si bien es cierto que existen actualmente dos criterios, a saber, el de la Sala
Constitucional y el de esta Sala de Casación Civil, que coinciden en sostener que para
reclamar la partición debe acreditarse en autos, como documento fundamental, la decisión
definitivamente firme que haya declarado la existencia de la comunidad concubinaria en un
proceso anterior, también es cierto, que existió una sentencia previa dictada por esta misma
Sala, que guiaba la conducta del demandante, hoy recurrente, en forma contraria.
En razón de ello, el juez de la recurrida, al aplicar la tesis imperante, tanto en la Sala Civil
como en la Sala Constitucional, generó una consecuencia nefasta para aquél justiciable que
guiado por esta Sala de Casación Civil, en aquélla oportunidad, interpuso su demanda de
declaración de la comunidad concubinaria, partición y liquidación, lo que evidentemente
coartó su acceso a la justicia, y le produjo una sanción por una conducta ordenada
jurisprudencialmente, que en todo caso no le era imputable.
Igualmente, hizo caso omiso a la doctrina imperante tanto en la Sala Civil, como en la
Constitucional, con respecto al principio pro actione y acceso a la justicia en el cual se
enfatiza la idea referida a tales principios que forman parte del núcleo esencial de los
derechos fundamentales a la tutela judicial eficaz y al debido proceso, y en razón de ello,
deben prevalecer las interpretaciones que los favorezcan. (Ver. Entre otras, Sentencias N°
351, de fecha 30 de mayo de 2006, de esta Sala, caso: Aura Elena Rincón de Moreno contra
Heriz Moreno Toro, y sentencia de la Sala Constitucional Nº 5043, fecha 15 de diciembre
de 2005, expediente N° 05-1212, caso: Alí José Rivas Bolívar y otros)-
Con la sentencia in commento, queda demostrado que estas normas de procedimiento, aun
cuando se consideren como de orden público, al ser preconstitucionales se deben adaptar a
la Constitución, constitucionalizado como ha quedado el proceso judicial venezolano, pues
el mismo constituye un instrumento fundamental para la realización de la justicia material
del caso concreto y no se sacrificará ésta por la omisión de formalidades no esenciales; por
lo cual entonces se permite la tramitación simultánea, en un mismo procedimiento, de las
pretensiones de declaración de la comunidad concubinaria, su partición y liquidación, lo
cual deja de ser la acumulación prohibida a que se contrae el artículo 78 del Código de
Procedimiento Civil, sin que sea necesario que para el segundo procedimiento previamente
se haya declarado, mediante sentencia definitivamente firme, la existencia del vínculo
concubinario, en cuyo caso ésta (la sentencia) merodeclarativa concubinaria no es el
documento fundamental que exigen los artículos 777 y 778 eiusdem para la admisibilidad
de la misma , pues de no ser así se habría declarado inadmisible la demanda, lo cual no
ocurrió sino que se interpreta como que tal instrumento fundamental puede constituirse al
declararse la certeza existencial de la unión fáctica, dentro del proceso en el cual han sido
acumuladas las diversas pretensiones en comentario. Por eso se admite que entre los
ciudadanos, a que se refiere la litis, existió la relación concubinaria que adujo el actor y que
durante esa unión ambos adquirieron un inmueble, correspondiendo el cincuenta por ciento
(50%) del mismo al demandante.
2.2.3.4. La Sala de Casación Social del TSJ en sentencia nº 2106 del 19 de octubre de
2007, en el juicio que por indemnizaciones por accidente de trabajo, lucro cesante y daño
moral siguió la ciudadana Delia Bautista Rodríguez, actuando como causahabiente del
ciudadano Anibal José Rodríguez, contra la sociedad mercantil Corporación De Servicios
Agropecuarios S.A; estableció lo siguiente:
2.2.3.5. La Sala Constitucional del TSJ en decisión nº 1682, interpretativa del artículo 77
constitucional, de fecha 15 de julio de 2005, con carácter vinculante estableció:
“ … A juicio de esta Sala, dados los efectos que se reconocen a la “unión estable”, sería una
fuente de fraude para los acreedores de cualquiera de los concubinos, aceptar que uno
vendiera al otro los bienes comunes documentados a su nombre o poseídos por él y, en
consecuencia, quien demuestre que la venta ha ocurrido entre ellos, puede invocar la
existencia de la unión y tratarlos como bienes comunes o, según los casos, pedir la nulidad
del negocio ... “ (destacado nuestro)
“ … Ahora bien, como no existe una acción de separación de cuerpos del concubinato y
menos una de divorcio, por tratarse la ruptura de la unión de una situación de hecho que
puede ocurrir en cualquier momento en forma unilateral, los artículos 191 y 192 del Código
Civil resultan inaplicables, y así se declara; sin embargo, en los procesos tendientes a que
se reconozca el concubinato o la unión estable, se podrán dictar las medidas preventivas
necesarias para la preservación de los hijos y bienes comunes …”
En cuanto a la citada decisión, podemos señalar lo siguiente:
(i) Cuando uno de los convivientes vende los bienes al otro en perjuicio del tercero
acreedor. ¿Quiere decir que, en tal hipótesis, se da por demostrada la unión concubinaria
sin que el tribunal previamente la declare? En efecto, parece desprenderse que si uno de los
convivientes tiene bienes a su nombre o los posee y los enajena al otro, si el tercero
acreedor del enajenante demuestra la venta, puede invocar la existencia de la unión fáctica
y tratar esos bienes como de la comunidad concubinaria o, según los casos, pedir la nulidad
del negocio; con lo cual se da por demostrada esa unión sin necesidad de que el tribunal
declare su existencia previamente. De ser así, ninguno de los convivientes tendría necesidad
de que la unión fáctica fuese declarada en proceso previo y por separado al de la partición y
liquidación de los bienes comunitarios; previamente sí pero en el mismo proceso donde se
requiere la partición y liquidación de la comunidad patrimonial, pues quedó demostrada su
existencia al encontrarse, de tal modo, plenamente satisfecho el interés de cualesquiera de
los concubinos.
(ii) Cuando el tercero tiene acreencias contra la comunidad . Para la Sala Constitucional
“los terceros que tengan acreencias contra la comunidad – supuesto diferente cuando el
tercero tiene acreencias contra uno de los convivientes - podrán cobrarse de los bienes
comunes, y a ese fin si la unión estable o el concubinato no ha sido declarado
judicialmente, los terceros pueden tener interés que se reconozca mediante sentencia, para
así cobrar sus acreencias de los bienes comunes. Para ello tendrán que alegar y probar la
comunidad, demandando a ambos concubinos o sus herederos”. En este segundo supuesto,
es decir, el tercero tiene acreencias contra la comunidad (ambos convivientes como
deudores ), para poder exigirlas o cobrarlas tiene que obtener sentencia declarativa
concubinaria, en cuyo caso la misma constituye el instrumento fundamental de la demanda
por lo cual deberá acompañarla a la misma.
(iii) Por último, y a modo de conclusión decimos, afirma la Sala Constitucional que, “como
no existe una acción de separación de cuerpos del concubinato y menos una de divorcio,
por tratarse la ruptura de la unión de una situación de hecho que puede ocurrir en cualquier
momento en forma unilateral, los artículos 191 y 192 del Código Civil resultan
inaplicables, y así se declara; sin embargo, en los procesos tendientes a que se reconozca el
concubinato o la unión estable, se podrán dictar las medidas preventivas necesarias para la
preservación de los hijos y bienes comunes” (destacado nuestro). Por tanto, en el proceso
declarativo de la unión fáctica se pueden dictar las cautelares necesarias con la finalidad
que afirma la Sala Constitucional, de donde puede deducirse que de quedar firmes las
mismas, lo serán con efecto dentro del mismo proceso que conducirá, es de suponer,
habiendo sido declarada la existencia de la unión de hecho, a la pretendida partición y
liquidación de los bienes comunes, sin necesidad de tener que acudirse a un segundo
proceso. De no ser así, ¿qué hacer con las cautelares dictadas? ¿Se llevarán junto la
sentencia declarativa al segundo proceso comprensivo de partición y liquidación? A
propósito, en esa sentencia “considera la Sala que, para reclamar los posibles efectos civiles
del matrimonio, es necesario que la “unión estable” haya sido declarada conforme a la ley,
por lo que se requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca; y que la
actualidad, es necesaria una declaración judicial de la unión estable o del concubinato,
dictada en un proceso con ese fin”. Como se observa, la Sala no afirma que ese proceso
tiene que ser primeramente declarativo de la existencia de la unión concubinaria, y que
después, en proceso aparte, se resuelva la partición y liquidación que contenga como
documento fundamental esa declaración de certeza.
Al analizarse el artículo 767 del Código Civil, dentro de la propia interpretación del artículo
77 de la Constitución venezolana vigente, se produce una interrelación entre el ámbito
constitucional y el iusprivatístico, para adaptar la norma preconstitucional a la Constitución
vigente, según la Constitución, conforme a la Constitución, pero exigente en cuanto a que
la interpretación según la Constitución no puede ser interpretación contra legem. Al existir
valores constitucionales en conflicto o cuando hay principios en conflicto, la Sala
Constitucional del TSJ está obligada a ponderar cuál prevalece tomando en consideración la
unidad normativa constitucional y las circunstancias del caso según argumentos razonables.
Se trata de dar vida al texto constitucional para elaborar lo que la doctrina ha denominado
“Derecho constitucional viviente”.
El artículo 767 del Código Civil se refiere a la comunidad universal de ganancias (art.
1.650 CC) obtenidas durante la unión no matrimonial, partiendo de la presunción iuris
tantum de comunidad patrimonial a que se contrae esa norma; más aún cuando al artículo
767 del Código Civil el legislador lo ubicó en el LIBRO SEGUNDO (De los bienes, de la
propiedad y de sus modificaciones), Título IV (De la comunidad), contempla en el artículo
759 eiusdem que “La comunidad de bienes se regirá por las disposiciones del presente
Título, a falta de pacto entre los comuneros o de disposiciones especiales”. Tal y como
puede colegirse, un ámbito material específico comunitario patrimonial se regula en el
artículo 767 al prevenir el mismo que “Se presume la comunidad”, con lo cual indica, de
modo preciso, que se regula esa comunidad patrimonial entre convivientes y los efectos que
la presunción originan entre ellos y sus respectivos herederos y también entre uno de los
mismos y los causahabientes del otro; siempre y cuando uno de ellos no esté casado.
Por tanto, para que esa unión produzca los mismos efectos que el matrimonio, hay que
tomar en consideración que su interpretación no puede realizarse aisladamente del artículo
137 eiusdem, que exige la obligación de los cónyuges de vivir juntos y guardarse fidelidad,
como de las demás normas del Código Civil en orden al matrimonio y que resulten
aplicables. El artículo 77 de CRBV es claro al respecto cuando exige el cumplimiento de
dos requisitos inevitablemente concurrentes: que la unión more uxorio sea estable y cumpla
los requisitos establecidos en la ley. Esto indica que si faltare cualesquiera de tales
requisitos impretermitibles, la unión de que se trate no podrá ser declarada judicialmente a
los efectos del artículo 767 del Código Civil, y por tanto no podrá producir los mismos
efectos que el matrimonio en el ámbito patrimonial, en cuanto comunes de por mitad las
ganancias o beneficios que se obtengan durante la relación convivencial. Esa norma civil
resultaría contradictoria si no se interpretara conforme al artículo 77 constitucional, pues no
hay dos tipos de uniones more uxorio: las regladas en el artículo 767 en referencia, y otras
bajo el amparo del artículo 77 in commento. La unión fáctica, a que ambas normas se
refieren, es la misma. Por consiguiente, actualmente el concubinato que puede ser
declarado tal es aquel que reúne los requisitos del artículo 767 del Código Civil en el
ámbito patrimonial, pero en correspondencia con el artículo 77 de CRBV en su amplitud
hermética (al incluir los efectos tanto personales como patrimoniales), pues, además, no
caben dos interpretaciones distintas, es decir, una interpretación para esa norma legal y otra
para la norma constitucional.
Ahora bien, ante lo afirmado por la Sala Constitucional, es de observar que la sola
existencia de unión concubinaria o more uxorio estable o permanente, no es suficiente, pues
el conviviente que tenga interés en demostrarla requiere de una decisión judicial que así la
declare ; pues sólo así la presunción iuris tantum hace surgir, a su vez, la presunción de
comunidad que consagra el artículo 767 del Código Civil. Sin embargo, el conviviente
demandado puede demostrar lo contrario, probando la ausencia de cohabitación o
convivencia con carácter de permanencia; así como la falta de singularidad en cuanto a la
relación permanente entre el mismo hombre y la misma mujer, y no entre él y varias
mujeres, o entre ella y varios hombres; o que aquél está casado o es ella la que está casada;
o cualquier otro hecho indicativo de la falta de permanencia, o la existencia de
impedimento dirimente absoluto que impida el ejercicio de la capacidad matrimonial.
Mientras no se dicte la legislación específica que regule la unión fáctica, de manera que se
establezcan los requisitos para su existencia, la situación de precariedad que caracteriza a
dicha presunción continuará dependiendo de la sentencia que declare la existencia de la
unión concubinaria o de hecho. Sin embargo, la identidad del matrimonio no puede ser
asumida o absorbida por esa legislación, y las exigencias propias de cada identidad
autónoma tienen que mantenerse como realidades diferentes.
Efectivamente, con la aparición del artículo 77 de la Constitución venezolana vigente, el
régimen comunitario patrimonial, a que se refiere el artículo 767 del Código Civil, sufre
cambios profundos, porque hace extender su contenido más allá de lo puramente literal,
penetrando ese régimen para conducirlo a que se someta al propio texto constitucional, es
decir, que los efectos patrimoniales se van a esparcir en todas las posibilidades de
distribución tal y como si esa unión fáctica fuese como la matrimonial, excepto si uno de
los convivientes está casado y otras situaciones propias y exclusivas del matrimonio; pues
en caso contrario no tendría sentido alguno el matrimonio que sería igual a la unión more
uxorio. Es indudable que este principio - cuando uno de los convivientes está casado – por
disposición de la misma norma indica que la estructura y el sistema nuevo que crea el
artículo 77 eiusdem hace referencia a uno de los requisitos establecidos en la ley, puesto
que de no ser así el matrimonio habría quedado reducido a cenizas en cuanto concierne a su
estructura interpareja o interpersonal y patrimonial, generándose graves conflictos en la
vida familiar.
¿De qué manera se resolvería el conflicto insurgente, cuando uno de los convivientes
pretendiese reclamar judicialmente los gananciales o la legítima a los herederos
legitimarios, al cónyuge supérstite no separado legalmente de cuerpos y de bienes? En el
artículo 41 del Proyecto de Ley de Protección a la Familia, la Maternidad y la Paternidad,
que fue desechado, se establecía: “Cuando se demuestre entre personas casadas la
existencia de separaciones de hecho prolongadas conforme a lo previsto en el artículo 185-
A del Código Civil y se haya extinguido el lapso de caducidad para el ejercicio de la acción
penal por adulterio, las uniones estables de hecho entre parejas de un hombre y una mujer,
producirán los mismos efectos filiales, patrimoniales y sucesorales que en el matrimonio,
conforme la normativa de esta Ley”. Es decir, que si una persona estaba casada y separada
de hecho de la otra por más de cinco (5) años, como lo previene el articulo 185-A del
Código Civil, y a su vez mantenía unión adúltera con otra, y se había extinguido el lapso de
caducidad para el ejercicio de la acción penal por adulterio, las uniones estables de hecho
entre parejas de un hombre y una mujer producirían los mismos efectos patrimoniales y
sucesorales que el matrimonio.
Entonces, si dentro de esa misma situación, opina FRANCISCO LÓPEZ HERRERA ,
pudiera además existir una comunidad concubinaria entre alguno de los cónyuges y una
tercera persona, resultaría que la totalidad de las adquisiciones efectuada por cualquiera de
dichos concubinos mientras exista el concubinato, también debería pertenecer a estos de
por mitad, no obstante que normalmente se tratará de los mismos bienes gananciales. Ahora
bien, es de todo punto imposible asignar simultáneamente a tres personas la mitad de un
mismo patrimonio; lo cual confirma y ratifica la intención del legislador en el sentido de
que no puede existir la comunidad concubinaria, si uno de los concubinos está unido en
matrimonio con otra persona.
Conforme al artículo 767 del Código Civil, se presume la comunidad, salvo prueba en
contrario , en aquellos casos de unión no matrimonial, cuando la mujer o el hombre en su
caso, demuestre que ha vivido permanentemente en tal estado aunque los bienes cuya
comunidad se quiere establecer aparezcan a nombre de uno solo de ellos. Como se puede
apreciar, esta presunción de comunidad no es iuris et de iure, pues no se aplica si uno de
ellos está casado. La presunción es iuris tantum de comunidad patrimonial pues la misma
admite prueba en contrario, y surge con la sola prueba o demostración en juicio de haber
vivido permanentemente en unión no matrimonial y que el tribunal declare mediante
sentencia la existencia de esa unión fáctica; no obstante que esa presunción de comunidad
no es de pleno derecho, aun cuando durante la misma se hayan adquirido bienes. Bajo el
rigor de tal temática, la presunción insurgente es iuris tantum (la ley admite la existencia
del hecho, salvo se demuestre lo contrario) y no iure et de iure (de pleno y absoluto
derecho), pues entonces la ley no admitiría prueba en contrario , siendo imposible eludir la
aplicación de determinadas normas contenidas en el Código Civil, por la propia remisión
que el artículo 77 in commento realiza de modo expreso, al estatuir que las uniones estables
de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos establecidos en la ley
producirán los mismos efectos que el matrimonio. En este caso, esos requisitos legales,
dentro del inevitable juego de las presunciones, tienen que ver con los artículos 148 y 164
del Código Civil, en concordancia con los artículos 151, 152, 822, 823 y 824 eiusdem, entre
otros.
En efecto, según el artículo 148 del Código Civil, entre marido y mujer, si no hubiere
convención en contrario, son comunes, de por mitad, las ganancias o beneficios que se
obtengan durante el matrimonio; mientras que conforme al artículo 164 eiusdem, se
presume que pertenecen a la comunidad todos los bienes existentes mientras no se pruebe
que son propios de alguno de los cónyuges (presunción iuris tantum).
Como puede apreciarse, esas dos normas consagran, cada una de las mismas, su
correspondiente presunción de comunidad patrimonial: la presunción iuris tantum de la
comunidad de bienes durante el matrimonio, siempre que no exista régimen capitular
matrimonial que la excluya (arts. 141-147, CC); entendiéndose que, a tenor de lo dispuesto
en el artículo 151 del Código Civil, son bienes propios de cada cónyuge los que adquiera
durante el matrimonio por donación, herencia, legado o por cualquier otro título lucrativo ;
los bienes derivados de las acciones naturales y la plusvalía de dichos bienes, los tesoros y
bienes muebles abandonados que hallare alguno de los cónyuges, así como los vestidos,
joyas y otros enseres u objetos de uso personal o exclusivo de la mujer o el marido; y que,
por estatuirlo el artículo 152 eiusdem, se hacen propios de cada cónyuge los adquiridos
durante el matrimonio: Por permuta con otros bienes propios del cónyuge, por derecho de
retracto ejercido sobre los bienes propios por el respectivo cónyuge y con dinero de su
patrimonio. por dación en pago hecha al respectivo cónyuge por obligaciones provenientes
de bienes propios; los que adquiera durante el matrimonio o a título oneroso, cuando la
causa de adquisición ha precedido al casamiento; la indemnización por accidentes o por
seguros de vida, de daños personales o de enfermedades, deducidas las primas pagadas por
la comunidad; por compra hecha con dinero proveniente de la enajenación de otros bienes
propios del cónyuge adquirente; y, por compra hecha con dinero propio del cónyuge
adquirente, siempre que haga constar la procedencia del dinero y que la adquisición la hace
para sí.
Conforme a lo contemplado en el artículo 767 del Código Civil, no es posible admitir que
los requisitos exigidos en la ley, para que la unión estable de hecho entre un hombre y una
mujer produzca los mismos efectos del matrimonio, a tenor de lo preceptuado en el artículo
77 de la CRBV, se reduzcan a los establecidos en el precitado artículo 767 ; pues, en caso
contrario, sería más fácil reclamar aquellos efectos conviviendo de hecho que contrayendo
matrimonio. Por las mismas formalidades exigidas para la celebración del acto
matrimonial, así como de los taxativos requisitos establecidos para que el matrimonio se
extinga, los cónyuges estarían en desventaja a la hora de comparar el ámbito formal para el
inicio de la vida convivencial y la matrimonial, así como el procedimiento para la extinción
de uno y otro vínculos. Más fácil, en todos los aspectos, la disolución de la unión
convivencial que la matrimonial. Pero, además, a la hora de preguntarse y comparar de qué
lado hay más derechos y deberes, no hay duda que los hay en el matrimonio, pues la
mayoría de los mismos – no todos - están legislados. Estaríamos en presencia de una
situación fáctica sin exigencias, sin ninguna formalidad y exigua responsabilidad en orden a
los derechos y deberes, con la facilidad que implica romper o extinguir la unión fáctica,
frente a las exigencias establecidas en la ley para disolver el matrimonio. En la unión
fáctica sólo habría que demostrar que la mujer o el hombre, en su caso, ha vivido
permanentemente en tal estado (unión concubinaria) para que esa unión produjera los
mismos efectos personales y patrimoniales del matrimonio, y eso no es posible puesto que
la propia norma constitucional – artículo 77 – requiere que la unión convivencial para que
produzca los mismos efectos que el matrimonio debe cumplir con los requisitos
establecidos en la ley, y la ley no es solo el artículo 767 del Código Civil, sino todas las
demás normas legales atinentes a los efectos personales y patrimoniales que el vínculo
matrimonial genera, dentro de lo posible y real.
4. EL CONCUBINATO PUTATIVO
“(…) Igualmente, la Sala tiene que examinar la posibilidad para uno de los miembros de
una unión o concubinato, de la existencia del concubinato putativo que nace cuando uno de
ellos, de buena fe, desconoce la condición de casado del otro. A juicio de esta Sala, en estos
supuestos funcionará con el concubino de buena fe, las normas sobre el matrimonio
putativo, aplicables a los bienes (…)”
En atención a lo expresado por la Sala, allí se observan especialmente tres (3) inferencias:
(i) La presencia del concubinato putativo que se genera cuando el concubino de buena fe
ignora la condición de casado del otro. Pareciera, entonces, que no será putativo ante la
existencia de los demás impedimentos dirimentes para contraer válidamente matrimonio.
De ser así, entonces el concubinato putativo - a que se refiere la Sala Constitucional - se
concreta únicamente al tipo que la misma determina de manera simplificada o reducida.
(ii) Ese desconocimiento o ignorancia del estado civil del otro conviviente, conduce a que
el de buena fe goce de los beneficios o efectos del matrimonio putativo, en relación a los
bienes. ¿Se traduce que, en tales casos, al concubinato putativo se aplican las normas del
régimen de bienes en el matrimonio, pero no las atinentes a los efectos personales del
mismo? De ser así, ¿qué ocurre con los efectos de orden personal interpareja y en relación
con los hijos e hijas?
(iii) Para la existencia del concubinato putativo debe previamente declararse judicialmente
la existencia de la unión fáctica mediante sentencia firme y, desde luego, producirse la
declaración de nulidad de la misma mediante decisión también firme. Sin la declaración de
nulidad no puede hablarse, en propiedad, de concubinato putativo, como no puede
afirmarse el matrimonio putativo sin la sentencia que declare su nulidad.
La buena fe exigida consiste en el subjetivo estado de creencia, por parte de uno o de los
dos convivientes, al tiempo de iniciar la convivencia de modo estable, desde que existe
como unión more uxorio, que la inician válidamente aunque exista un error de hecho o de
derecho, siempre que sea excusable, siendo indiferente el conocimiento posterior del error.
La buena fe se presume, salvo prueba en contrario que corresponde a quien la impugna.
Por tanto, en cuanto a la primera inferencia - sobre la presencia del concubinato putativo
que se genera cuando el concubino de buena fe ignora la condición de casado del otro -
indica que ese tipo de concubinato sólo se da cuando el concubino de buena fe ignora la
condición de casado del otro; en cuyo caso, entonces, no sería putativa la relación por otra
causa distinta a la de existir un matrimonio anterior del conviviente de que se trate. Sería
putativo únicamente cuando se produjere la violación del artículo 50 del Código Civil, por
causa de bigamia.
Bajo esta apreciación el concubinato putativo dependerá únicamente de ese motivo (la
existencia de un matrimonio anterior ignorado por el concubino de buena fe), pero no lo
será, haciendo nosotros un símil comparativo con lo afirmado por la Sala y por fuerza de lo
dispuesto en el artículo 77 de la CRBV, entre otros, en los casos siguientes:
1) No podrá ser putativo cuando el conviviente ignore que la mujer no ha cumplido catorce
(14) años de edad, o el varón que no ha cumplido dieciséis (16) años (art. 46, CC); aun
cuando no se requerirá la edad prescrita en el artículo 46, cuando: 1. La mujer menor haya
dado a luz un hijo o que se encuentre en estado de gravidez; y, 2. El varón menor cuando la
mujer ha concebido un hijo que aquél reconoce como suyo o que ha sido declarado
judicialmente como tal (art. 62, CC). No obstante, las personas que no hubiesen llegado a la
edad requerida para contraer matrimonio válidamente, no podrá impugnarse: 1º Cuando los
contrayentes hayan alcanzado dicha edad sin que se haya iniciado el juicio de nulidad; 2º
Cuando la mujer que no tenga la edad exigida, haya concebido. Sin embargo, como el
matrimonio putativo es aquel declarado nulo pero válido para aquel de los cónyuges que lo
contrajo de buena fe, con efectos desde su celebración hasta la sentencia de nulidad,
entonces habría que observar que la unión more uxorio sería putativa para el conviviente
que ignoraba la incapacidad del otro en relación a lo dispuesto en el artículo 46 in
commento, pero que no es putativo porque la Sala solo se refiere al concubinato putativo
cuando el concubino de buena fe ignora la condición de casado del otro.
2) Tampoco podría ser putativa la unión concubinaria, cuando se diere el caso de adolecer
de impotencia manifiesta y permanente (art. 47, CC). Mutatis mutandis, la misma
consideración que antecede y en relación con las subsiguientes anotaciones sobre la misma
temática.
3) De igual manera, en el caso del entredicho por causa de demencia ni el que no se halle en
su juicio (art. 47, CC).
Tal reducción pareciera aparejar, como consecuencia, que el efecto será patrimonial y no
personal (entre lo convivientes y en relación a los hijos), pero que en realidad aquí la
simplificación no opera porque es imposible que el efecto personal convivencial no ocurra.
Y en relación con los hijos, en tal caso, son hijos tal y como si hubiesen sido concebidos y
nacidos en la unión matrimonial. Es más, comprobada la filiación, el hijo concebido y
nacido fuera del matrimonio tiene la misma condición que el hijo nacido o concebido
durante el matrimonio con relación al padre y a la madre y a los parientes consanguíneos de
éstos, conforme así lo contempla el artículo 234 del Código Civil.
De aplicarse ese principio al matrimonio declarado nulo, dejaría el mismo como si jamás se
hubiese celebrado, en cuyo caso se crearía tremenda problemática en relación con los hijos
habidos en esa unión, así como sobre los bienes adquiridos. Ante esa circunstancia surgió
en el Derecho Canónico la noción del matrimonio putativo (putare: creer, suponer), para
regular los efectos de la nulidad cuando el matrimonio se contrajo suponiendo uno o ambos
contrayentes que el vínculo era válido; que el mismo se había celebrado mediante la buena
fe, de uno o de ambos, al ignorarse el vicio que dio lugar a la nulidad o la anulabilidad del
acto matrimonial, vicio o defecto que existe al momento de la celebración. De allí que esa
concepción del matrimonio putativo es una excepción al mencionado principio general en
cuanto a los efectos de la nulidad. La buena fe se entenderá, entonces, como el
desconocimiento del impedimento matrimonial en el momento de la celebración por parte
del que contrajo matrimonio, o de ambos; como también el contraído con vicios del
consentimiento.
Sin embargo, se discute en la doctrina que no habrá buena fe por ignorancia o error de
derecho, y que tampoco existirá la misma por ignorancia o error de hecho que no sea
excusable, a menos que el error sea ocasionado por dolo .
Tratándose del error de hecho, se afirma que el mismo debe ser excusable, o de la justa
causa para incurrir en error, salvo el caso de dolo donde el error deviene del engaño o el
ardid del otro contrayente o por la acción de un tercero. Bueno el ejemplo que da
EDUARDO ZANNONI en el caso del bígamo, cuya mala fe se presume porque su anterior
matrimonio no estaba disuelto o anulado, mal podría alegar desconocimiento del
impedimento del ligamen. Por tanto, cabe presumir que el bígamo sabe que está casado y
que no puede contraer válidamente un segundo matrimonio. Pero supóngase que el bígamo
alegara y probara error excusable, como ocurriría en el siguiente caso: su cónyuge del
primer matrimonio desapareció en ocasión de un secuestro y, tiempo después, se da la
noticia pública de su muerte en ocasión de identificarse un cadáver por la policía,
inscribiéndose su defunción. Pero más tarde resulta que la identificación del cadáver fue
errónea porque reaparece el cónyuge a quien se creía muerto, quien en realidad, sólo había
sido retenido por sus secuestradores y finalmente dejado en libertad. Planteada la nulidad
del segundo matrimonio, el bígamo deberá invocar y probar su buena fe, es decir, la
excusabilidad de su error, o lo que es lo mismo, la razón para errar. Todo ello, sin perjuicio
de que si de las propias circunstancias de la causa estos hechos resultaran acreditados, el
juez debería calificar de buena fe al bígamo aunque éste no hubiera expresamente invocado
el error excusable.
Considera la Sala que para reclamar los posibles efectos civiles del matrimonio, es
necesario que la “unión estable” haya sido declarada conforme a la ley, por lo que se
requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca. Por esa misma razón es de
considerar la necesaria declaratoria del concubinato putativo, para que produzca los mismos
efectos que el matrimonio putativo. En realidad resulta complicado y hasta difícil admitir
que la unión more uxorio pueda ser declarada nula o anulada por sentencia firme, cuando
para su nacimiento no se utilizó alguna formalidad ni el cumplimiento de determinados
requisitos, como en el caso del matrimonio; pero si no antecede tal declaración judicial de
nulidad, entonces ¿cómo podría hablarse con propiedad de concubinato putativo?
¿Concubinato declarado nulo? El matrimonio putativo se reputa válido para el cónyuge que
contrajo matrimonio de buena fe y siempre en beneficio de los hijos, desde la celebración
hasta la fecha de la sentencia declarativa de su nulidad. Por eso, resulta dificultoso
demandar la nulidad de la unión de hecho o concubinaria, pues su nacimiento depende de la
voluntad recíproca de los convivientes sin ninguna otra formalidad establecida en la ley, y
su extinción o disolución se produce por el acuerdo recíproco, como también por decisión
unilateral de uno solo de los convivientes. Habría que declarar judicialmente primero la
existencia de la unión fáctica, y luego declarar la nulidad de la misma con fundamento en la
existencia de un impedimento dirimente que no autorizaba la celebración del matrimonio, y
que uno de los convivientes actuó de buena fe para que sea putativo para él. Por ejemplo, si
uno de los convivientes de hecho, de buena fe, desconoce o ignora la condición de casado
del otro, en tal supuesto funcionarán, con el concubinato de buena fe, las normas del
matrimonio putativo aplicables a los bienes, como afirma la Sala Constitucional; es
indudable que para que los efectos del matrimonio putativo se puedan aplicar en la praxis,
se requiere una declaración judicial que afirme que ese conviviente fue de buena fe, a través
de la declaración de nulidad de la unión fáctica, pues, en caso contrario, no cabría hablar de
concubinato putativo. Como puede observarse, en tal caso, estamos en presencia de una
problemática de difícil comprensión y solución, pues para la Sala Constitucional la
existencia del concubinato putativo nace cuando uno de ellos, de buena fe, desconoce la
condición de casado del otro, y en estos supuestos funcionarán con el concubino de buena
fe, las normas sobre el matrimonio putativo, aplicables a los bienes.
Con sobrada razón el artículo 127 del Código Civil, estatuye: “El matrimonio declarado
nulo produce efectos civiles, tanto respecto de los cónyuges como respecto de los hijos, aun
nacidos antes del matrimonio, si ha sido contraído de buena fe por ambos contrayentes. Si
sólo hubo buena fe de uno de los cónyuges, el matrimonio surte efectos civiles únicamente
en favor de él y de los hijos. Si hubo mala fe de ambos cónyuges, el matrimonio sólo
produce efectos civiles respecto de los hijos”. En consecuencia, ¿cuál sería la causa o
motivo que sirva de fundamento a la demanda de nulidad o anulabilidad del concubinato?
El tribunal tendría primeramente que declarar la existencia del concubinato, luego
declararlo nulo o anulado con fundamento en la norma jurídica específicamente infringida,
y, asimismo, establecer que esa unión es putativa por haberse contraído o celebrado en
violación de un impedimento dirimente que no permitía su celebración, pero de buena fe
por uno de los concubinos o por ambos, según las circunstancias fácticas del caso concreto.
El matrimonio putativo, para que sea tal tendría, entonces, que cumplir varios requisitos:
(i) El matrimonio para que pueda declararse como putativo exige que el mismo se haya
contraído. Esto implica que se debe comprobar la celebración del mismo, pues nadie puede
reclamar los efectos civiles del matrimonio si no presenta copia certificada del acta de su
celebración, excepto en los casos previstos en los artículos 211 y 458, como así lo
preceptúa el artículo 113 del Código Civil. A falta de inscripción del acta de matrimonio en
el Registro destinado a esta finalidad, como lo pauta el artículo 115 eiusdem, cuando haya
indicios de que por dolo o culpa del funcionario respectivo, no se ha inscrito el acta de
matrimonio, los cónyuges pueden pedir que se declare la existencia del matrimonio, según
las reglas establecidas en el artículo 458, siempre que concurran las circunstancias
siguientes: 1° Que se presente prueba auténtica de la publicación o fijación del cartel de
matrimonio, salvo los casos previstos en los artículos 70, 96 y 101.
(ii). Nulidad del matrimonio por sentencia definitivamente firme, para que pueda reputarse
válido para el cónyuge (o ambos) de buena fe y siempre en relación con los hijos, desde su
celebración hasta la fecha de la sentencia que declare la nulidad. Mientras no se produzca la
nulidad el matrimonio celebrado de modo irregular continuará produciendo efectos como si
fuese válido. Asimismo, mientras el concubinato no sea declarado nulo no podrá hablarse
de concubinato putativo.
(iii) La buena fe. Como quiera que nuestra legislación - afirma ISABEL GRISANTI
AVELEDO DE LUIGI - concede efectos, respecto a los hijos, al matrimonio celebrado de
mala fe por ambos contrayentes, la buena fe pierde su condición de requisito autónomo del
matrimonio putativo y se convierte en presupuesto subjetivo, que sirve solamente para
señalar la extensión de los efectos con relación a los cónyuges.
Por tanto, para que la unión more uxorio o concubinaria sea reputada putativa, se requeriría:
(i) Que la unión more uxorio sea declarada por el Tribunal competente a través de sentencia
definitivamente firme. Este requisito constituye la primera exigencia para demostrar,
mediante declaración judicial, la existencia de esa unión y de modo inevitable la fecha de
su inicio, pues sin la misma no se puede conocer con certeza desde cuando empieza a
producir los efectos de putativo y hasta cuándo. (ii) Que tal unión sea declarada nula o
anulada por ese mismo tipo de sentencia y con valor de putativo para el conviviente de
buena fe, desde su celebración hasta la declaración judicial de nulidad, y siempre en
beneficio de los hijos, aún cuando la Sala Constitucional nada afirmó al respecto. La
problemática en este punto está en que la unión concubinaria no se celebra, pues no existen
hasta ahora en nuestra legislación formalidades conducentes a ello, y como hemos
observado su nacimiento es sólo consensus, por lo cual se dificulta la prueba de su inicio de
modo claro y determinante. (iii) La buena fe, que significa para el conviviente more uxorio,
el desconocimiento de la existencia en el otro de una causa o motivo que obstaculiza o
impide la celebración del matrimonio entre ellos, es decir, la existencia de un impedimento
dirimente que impide el concubinato entre ellos, conducente a la nulidad del mismo. La
buena fe consistirá en la errada creencia de uno o ambos convivientes, que los mismos
iniciaron la unión concubinaria, sin que al momento existiese algún impedimento legal que
la obstaculizara.
La Sala Constitucional afirma la existencia del concubinato putativo, cuando uno de los
convivientes more uxorio de buena fe, desconoce o ignora la condición de casado del otro,
en cuyos supuestos funcionarán, con el concubinato de buena fe, las normas del matrimonio
putativo aplicables a los bienes (efecto patrimonial). Aun cuando la Sala no hace referencia
a los efectos de carácter personal y familiar (entre los convivientes y en relación con los
hijos e hijas), los mismos son imposibles de evitar.
En tal caso, aun cuando el criterio de la Sala Constitucional se refiere al conviviente que
desconoce o ignora la condición de casado del otro, en cuyo supuesto funcionarán, con el
concubinato de buena fe, las normas del matrimonio putativo aplicables a los bienes (efecto
patrimonial); no obstante el concubinato putativo así declarado por sentencia firme, como
requisito sine quam non, produciría de manera inevitable los siguientes efectos de orden
personal y patrimonial:
4.2.1.2. Efectos sobre los pactos concubinarios : Nada impide que los convivientes
estipulen, pacten o convengan, en relación a los bienes que adquiera durante la convivencia,
sin que se les denomine capitulaciones concubinarias. Pareciera no comprenderse por qué
los convivientes no pueden al menos celebrar un convenio en el sentido de cómo manejarán
los bienes que se obtengan durante ella, aún cuando no se denomine capitulaciones a ese
convenio dentro del contexto a que se contraen los artículos 141, 143, 144, 145, 146 y 147
del Código Civil; pues puede ocurrir que un hombre y una mujer se pongan de acuerdo para
iniciar una convivencia more uxorio, y con tal finalidad otorguen registralmente un
instrumento – antes de iniciar tal convivencia – en donde se establezca que los bienes que
cada uno adquiera quedan excluidos de la comunidad concubinaria . ¿Tendrá o no valor tal
convenio o pacto entre ellos y ante los terceros? Si tiene valor de tal modo. La ley no lo
prohíbe, pues más bien se permite que constituyan y reglen entre ellos, mediante
convención, un vínculo de esa naturaleza (art. 1.133, CC). Por tanto, cuando ambos
concubinos han sido de mala fe (por ejemplo, ambos saben que están casados), el convenio
queda anulado tanto ad-nunc como ex tunc; en caso de concubinato putativo para ambos
convivientes, se considerará válido el pacto o convenio hasta la fecha de la anulación; y, en
caso de concubinato putativo para un solo de los concubinos la unión more uxorio es válida
para el que obró de buena fe, y como si no hubieran existido para el otro.
4.2.1.4. Sobre las donaciones con ocasión del concubinato : (a) Si ambos concubinos son
de mala fe, las donaciones corresponderán íntegramente a los hijos. Si no hay hijos las
donaciones quedarán sin efecto. (b) La unión es putativa para ambos convivientes: si la
donación fue hecha a ambos, pertenecerá de por mitad a cada conviviente. Si fue sólo para
uno de ellos, conservará él la donación. (c) Concubinato putativo para uno solo de los
convivientes: corresponderán al de buena fe las donaciones hechas a ambos. Las
donaciones dadas a favor del concubino de mala fe deben ser devueltas al donante.
4.2.1.5 Efectos sobre la vocación hereditaria intestada: (a) Si ambos convivientes han
actuando de mala fe, cada uno pierde la vocación hereditaria intestada respecto del otro. (b)
Caso de concubinato putativo para ambos convivientes, si fallece uno antes de la
declaración judicial de nulidad del concubinato , el ex concubino supérstite no tiene
vocación hereditaria ab-intestato en tal sucesión, pues el concubinato putativo produciría
efecto hacia el pasado y desde la celebración del concubinato hasta la fecha de la nulidad
declarada del mismo, pero no hacia el futuro. Lo mismo no ocurre cuando uno de los
concubinos fallece con anterioridad a la sentencia que declare la nulidad de esa unión, pues
el sobreviviente de buena fe lo heredaría. (c) Cuando el concubinato es putativo para uno
solo de los convivientes, si fallece el de mala fe lo sucede el de buena fe. Si fallece el de
buena fe, el otro conviviente no lo hereda en forma intestada. (d) A partir de la sentencia, la
nulidad hace cesar la vocación sucesoria recíproca . Sin embargo, en el caso del
matrimonio, por ejemplo, si la muerte de uno de los cónyuges tiene lugar durante el juicio
de nulidad, el otro mantiene esa vocación porque el vínculo matrimonial está produciendo
los efectos del matrimonio válido; a un cuando la nulidad se pronuncie con posterioridad.
(a) Efectos sobre la patria potestad. Si el concubinato anulado vale como putativo para
ambos convivientes, los mismos deben tenerse como ascendientes de sus hijos y por tanto
ejercen los derechos y deberes correspondientes a la patria potestad.
(b) SI el concubinato vale como putativo únicamente en relación con uno de los
convivientes, el de mala fe no puede pretender sobre sus hijos aquellos derechos y la patria
potestad corresponde al de buena fe.
(c) Si ambos convivieron de mala fe, el concubinato anulado no vale como putativo
respecto de ninguno de ellos y corresponde al juez decidir a cuál le otorgará la patria
potestad de los menores.
5. CONCLUSIONES
La calificación a que se refiere la Sala la realiza el juez, tomando en cuenta las condiciones
de lo que debe entenderse por vida en común. Sin embargo, la expresión “vida en común”
no es lo mismo que la “estabilidad” y tampoco comprende la pluralidad de los requisitos
establecidos en la ley, a que contrae el artículo 77 constitucional (" ... Las uniones estables
de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos establecidos en la ley
producirán los mismos efectos que el matrimonio". Destacado nuestro). Por tanto, para que
la unión fáctica sea declara judicialmente mediante sentencia definitivamente firme a los
efectos del artículo 77 en referencia, el juzgador debe encontrar que esa convivencia es
estable y cumple los requisitos establecidos en la ley. La vida en común, en comentario,
sólo constituye un elemento integrador del concepto estabilidad.
La Sala Constitucional “tiene que examinar la posibilidad para uno de los miembros de una
unión o concubinato, de la existencia del concubinato putativo que nace cuando uno de
ellos, de buena fe, desconoce la condición de casado del otro. A juicio de esta Sala, en estos
supuestos funcionará con el concubino de buena fe, las normas sobre el matrimonio
putativo, aplicables a los bienes”. Como se observa, para la Sala la presencia del
concubinato putativo se genera cuando el concubino de buena fe ignora la condición de
casado del otro, reduciendo el alcance de lo que sería el concubinato putativo únicamente al
impedimento dirimente absoluto de vínculo anterior (art. 50, CC), cuando existen más
impedimentos de tal carácter que también dan lugar a que la convivencia, en sus efectos, no
perjudica al conviviente de buena fe. Por eso pareciera que no será putativo ante la
existencia de los demás impedimentos dirimentes para contraer válidamente matrimonio.
De ser así, entonces el concubinato putativo - a que se refiere la Sala Constitucional - se
concreta únicamente al tipo que la misma determina de manera simplificada o reducida.
Asimismo, el desconocimiento o ignorancia del estado civil del otro conviviente- según la
Sala - conduce a que el de buena fe goce de los beneficios o efectos del matrimonio
putativo, en relación a los bienes. La Sala no dice por qué en los supuestos a que se refiere
funcionará con el concubino de buena fe las normas sobre matrimonio putativo, aplicable a
los bienes, y omite referirse (o incluir) los efectos personales que el concubinato putativo
inevitablemente tiene que producir en beneficio del conviviente de buena fe, y de los hijos e
hijas. ¿Se traduce que, en tales casos, al concubinato putativo se aplican las normas del
régimen de bienes en el matrimonio, pero no las atinentes a los efectos personales del
mismo? De ser así, ¿qué ocurre con los efectos de orden personal interpareja y en relación
con los hijos e hijas? Por último, para la existencia del concubinato putativo debe
previamente declararse judicialmente la existencia de la unión fáctica mediante sentencia
firme y, desde luego, producirse la declaración de nulidad de la misma (unión
concubinaria) mediante decisión también firme. La Sala no observa nada al respecto. No
obstante, sin la declaración de nulidad no puede hablarse, en propiedad, de concubinato
putativo, como no puede afirmarse el matrimonio putativo sin la sentencia que declare su
nulidad.
4 diferencias legales entre matrimonio y pareja de hecho
(c) 2019 Europa Press. Está expresamente prohibida la redistribución y la redifusión de este
contenido sin su previo y expreso consentimiento.
1. Introducción
La familia, institución que aparece en la historia como una comunidad creada por el
matrimonio y compuesta por progenitores y procreados, además de otras personas
conviventes o no, unidas por lazos de sangre o por sumisión a una misma autoridad; es el
eje social primario donde el individuo comienza a girar en torno a los demás.
Aristóteles la definió como una convivencia querida por la naturaleza misma para los actos
de la vida cotidiana, con lo que señalaba que tiene su base en la propia naturaleza, en orden
al cumplimiento del fin para el cual es querida o exigida. Dicho fin es la conservación de la
vida, bien por satisfacción de necesidades físicas y espirituales, o bien por engendrar y
educar a nuevas generaciones.
Por la importancia que tiene con respecto a la sociedad, la familia ha sido llamada "célula
social", ya que entre ambas existe la misma relación que entre la célula y el organismo
vivo. Dentro de la sociedad constituye la pieza esencial y uno de los cimientos que la
sostiene; por eso se ha dicho que las especies animales que no tienen familia también
carecen de sociedad. De ahí que configure un fenómeno social tan antiguo como la
humanidad misma, y que la filosofía cristiana sitúe su origen en los albores de la
humanidad, en la primera pareja creada por Dios, la cual, multiplicándose, ha llenado la
tierra.
Tanto nuestra legislación como las de otros países latinos carecen de un marco jurídico
completo que codifique cabalmente las relaciones personales, patrimoniales y frente a
terceros de las parejas que conforman estos matrimonios naturales. Sosegadamente y muy
poco a poco han ido reconociendo determinados derechos a los concubinos; mas sin
embargo, ha sido la labor de los tribunales a través de sus veredictos la que ha otorgado
procedente seguridad jurídica a las circunstancias surgidas de estos casos.
Ante un contexto tan enraizado que va incrementándose día tras día, resulta forzosa y hasta
perentoria una regulación legal integral, buscando la formalización de las relaciones
nacidas dentro de estas uniones, tendiente sobre todo a proteger más aún los intereses de las
partes, afianzando su seguridad, considerando que se trata de una alternativa cultural al
matrimonio, procurando que surta los mismos efectos de un enlace civil. De esta manera
transformaría lo que hasta ahora encarna una opción cultural en otra legal, tomando como
ejemplo legislaciones como las de Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, El Salvador, Panamá, e
inclusive en menor grado, la nuestra.
2. ¿Qué es el Matrimonio?
"El amor que hay entre dos, mujer y marido, es el más estrecho, como es notorio, porque le
principia la naturaleza y le acrecienta la gracia, y le entiende la costumbre, y le enlazan
estrechísimamente otras muchas obligaciones".
Esta institución, dentro del Derecho Civil Moderno, contempla las siguientes cualidades:
Unidad, porque se realiza entre un solo hombre y una sola mujer; tal como lo contempla el
artículo 77 de nuestra Constitución vigente, y el Código Civil en su artículo 44.
Perpetuidad, pues el matrimonio se celebra con la aspiración de que esa unión perdure en el
tiempo; y su consentimiento debe otorgarse sin someterlo a término o condición alguna.
Intervención del Estado, a través de un funcionario público competente, quien debe prestar
declaración referente a la nueva unión que ha presenciado.
Diversas corrientes jurídicas han pretendido establecer teorías acerca del origen del
matrimonio. Entre ellas se destacan la Teoría Contractualista, según la cual el matrimonio
es un contrato con características peculiares, ya que constituye un acuerdo de voluntades
entre las partes (contrayente) para crear un nuevo vínculo jurídico: el vínculo jurídico
matrimonial; la Teoría del Negocio Jurídico Complejo, pues lo considera como tal,
enmarcado por el consentimiento de las partes y la presencia solemne del Estado; la Teoría
del Contrato Institucionalizado, porque proviene del mutuo acuerdo entre los contrayentes
y, una vez perfeccionado, recibe de la autoridad de la ley las normas que lo rigen y los
efectos que produce. De acuerdo con esto, la legislación venezolana hace pensar que se
considera la Teoría del Matrimonio como Contrato, atendiendo al Capítulo II, Título IV del
Libro Primero del Código Civil vigente que se titula De las formalidades que deben
preceder al contrato de matrimonio.
La mujer casada podrá usar el apellido del marido. Este derecho subsiste aún después de la
disolución del matrimonio por causa de muerte, mientras no contraiga nuevas nupcias.
El marido y la mujer están obligados a contribuir en la medida de los recursos de cada uno,
al cuidado y mantenimiento del hogar común, y a las cargas y demás gastos matrimoniales.
Es importante destacar que la fijación del domicilio conyugal debe ser designado con
arreglo al mutuo acuerdo de los esposos, tal como reza en el artículo 140 del CCV.
Esta situación se origina por causa del mismo matrimonio en sí; pues aunque su propósito
original sea no pecuniario, en la convivencia permanente de dos personas se suscitan una
serie de gastos impostergables que requieren ser subsanados. Y si bien se ha dicho
anteriormente que los deberes de hombre y mujer en el matrimonio son iguales, en
consecuencia ambos deberán soportar los gastos de manera compartida, pues recae en ellos
el soporte económico del hogar; incluyendo en él sus atenciones personales así como las
atenciones con personas frente a las cuales están obligados (hijos, familiares enfermos,
acreedores, etcétera).
Las Capitulaciones Matrimoniales son acuerdos que realiza la pareja próxima a casarse para
determinar el tratamiento que será aplicado a sus bienes patrimoniales, una vez efectuado el
matrimonio, y en tanto que la duración de éste.
Estos pactos se caracterizan por ser bilaterales (pues son efectuados por ambos
contrayentes); además son accesorios al matrimonio (ya que no podrán celebrarse de
manera independiente a él, si el matrimonio no llega a realizarse o en caso de declararse
nulo, las capitulaciones no surten efecto alguno); son solemnes (para su debida ejecución es
necesario cumplir con las formalidades de ley); son personalísimos (así como lo es el
matrimonio, pues son llevadas a cabo exclusivamente por la pareja); son inapelablemente
anteriores al matrimonio (si no son pactadas previamente, ya no podrán serlo, siendo
sometida dicha unión al régimen supletorio); y por último son inmutables (no pueden
modificarse después de la celebración del matrimonio).
Entre marido y mujer, si no hubiere convención en contrario, son comunes, de por mitad,
las ganancias o beneficios que se obtengan durante el matrimonio.
Así, la Comunidad Limitada de Gananciales puede definirse como un género de comunidad
limitada, constituido por la propiedad compartida de un conjunto de bienes, que se
consideran comunes a ambos cónyuges; siendo tales bienes las ganancias o beneficios
obtenidos por cualquiera de ellos durante el matrimonio; manteniendo esa propiedad al
margen de la existencia (absolutamente legal y por demás obvia) de bienes propios de cada
esposo.
Por ser especial y genérica, posee cualidades que la diferencian de la comunidad corriente
de bienes. Entre éstas puede mencionarse el hecho de que sólo puede existir entre
cónyuges, quedando prohibida la sociedad de ganancias a título universal surgida entre
personas que no gocen de este parentesco (según el artículo 1650 del CCV). Las cuotas de
copropiedad se mantienen inalterables, correspondiente a la mitad de las ganancias (artículo
148 del CCV). No puede ser establecida previamente a la celebración del matrimonio
(artículo 149 del CCV). Su sistematización corresponde al texto legal, y nunca a la voluntad
de las partes. Y por último, no persigue fines lucrativos, sino que busca el debido
cumplimiento de las obligaciones que trae consigo el matrimonio.
Luego, dentro de ésta comunidad de gananciales se hallan dos conjuntos bienes: aquéllos
propios de cada cónyuge, y aquéllos que pasan a ser compartidos por ambos. Éstos últimos
se constituyen por las ganancias obtenidas por su trabajo, así como también los
rendimientos (frutos, rentas e intereses) que generan los bienes comunes y propios. De
igual manera, constituyen gananciales los bienes adquiridos con otros gananciales.
Artículo 158. El derecho de usufructo o de pensión, forma parte de los bienes propios del
cónyuge a quien pertenece; pero las pensiones y frutos correspondientes a los primeros
veinte años del matrimonio, corresponden a la comunidad en los cuatro quintos. De los
veinte años en adelante todos los frutos y pensiones corresponden a la comunidad.
Artículo 161. Los bienes donados o prometidos a uno de los cónyuges, por razón del
matrimonio, aún antes de su celebración, son de la comunidad, a menos que el donante
manifieste lo contrario.
Artículo 163. El aumento de valor por mejoras hechas en los bienes propios de los
cónyuges, con dinero de la comunidad, o por la industria de los cónyuges, pertenece a la
comunidad.
Los bienes propios de cada uno de los esposos, es decir, los que no forman parte de los
gananciales, están expresados en el CCV como sigue:
Artículo 151. Son bienes propios de los cónyuges los que pertenecen al marido y a la mujer
al tiempo de contraer matrimonio, y los que durante éste adquieran por donación, herencia,
legado o por cualquier título lucrativo. Son también propios los bienes derivados de las
accesiones naturales y la plusvalía de dichos bienes, tesoros y bienes muebles abandonados
que hallare alguno de los cónyuges, así como los vestidos, joyas y otros enceres u objetos
de uso personal o exclusivo de la mujer o del marido.
Artículo 152. Se hacen propios del respectivo cónyuge los bienes adquiridos durante el
matrimonio:
Por derecho de retracto ejercido sobre los bienes propios por el respectivo cónyuge y con
dinero de su patrimonio.
Por dación en pago hecha al respectivo cónyuge por obligaciones provenientes de bienes
propios.
Los que adquiera durante el matrimonio a título oneroso, cuando la causa de adquisición ha
precedido al casamiento.
Por compra hecha con dinero proveniente de la enajenación de otros bienes propios del
cónyuge adquiriente.
Por compra hecha con dinero propio del cónyuge adquiriente, siempre que haga constar la
procedencia del dinero y que la adquisición la hace para sí.
En caso de fraude, quedan a salvo las acciones de los perjudicados para hacer declarar
judicialmente a quien corresponde la propiedad adquirida.
"En la unidad de los dos el hombre y la mujer son llamados a existir recíprocamente, el uno
para el otro"
Específicamente en Venezuela podría asegurarse que el setenta por ciento de las familias
viven en uniones extramatrimoniales, incluso se ha llegado a decir que "los venezolanos
tenemos vocación hacia la vida en concubinato" (González: 1999, p.7).
Este modo de actuar social ha sido definido como una unión monogámica entre un hombre
y una mujer que, aunque posean la capacidad requerida para celebrar un matrimonio,
mantiene una sociedad de hecho (siendo aquélla que, a pesar de ser lícita, no ha cumplido
con todos los requisitos legales para la constitución del matrimonio) permanente y
responsable, cuyo fin sea edificar una familia, cumpliendo con los deberes recíprocos de
cohabitación, socorro y respeto, todo esto bajo la apariencia de un matrimonio.
El concubinato en nuestra sociedad aparece como una realidad latente que se halla al
margen de la legislación y que requiere ser tomada en cuenta de manera inminente, debido
a su veloz incremento actual, pudiéndose apreciar que cada día son más y más las parejas
que deciden formar una unión extramatrimonial como solución a su situación.
Entre los elementos que fundamentan esta sociedad se encuentran algunos, tales como:
Notoriedad de la comunidad de vida, los concubinos deben convivir como marido y mujer,
es decir, simulando la relación de pareja que hay dentro del matrimonio, y conociendo
subjetivamente tal situación. Esto deberá ser advertido también por la comunidad que les
rodea, implicando así cierto carácter de publicidad.
Unión monogámica, ninguno de los miembros de la pareja puede mantener una relación
ajena a la del concubinato legítimo y permanente, pues no se admite el adulterio, al igual
que en el matrimonio (ya que esto constituye un delito tipificado en nuestro Código Penal).
Capacidad para contraer matrimonio, es decir, que puedan cumplir con todos los requisitos
que la ley establece para ello; a pesar de que decidan no celebrar su unión de tal modo.
Este fenómeno social se produce por gran diversidad de factores de índole tanto económico
como cultural. En cuanto a los económicos, se garantiza que constituyen la razón casi
primordial, ya que en los bajos niveles que integran nuestra sociedad resulta mucho más
arduo imponer la figura jurídica del matrimonio, optando por una vía más fácil,
representada por las uniones extraconyugales, que no llevan consigo obligación legal
alguna. En relación con las causas de carácter cultural, se encuentra la falta de desarrollo en
la educación; pues esto ocasiona que el venezolano de escasos recursos no comprenda
cabalmente la importancia de un vínculo familiar sistematizadamente organizado.
Esta situación tiene escena en nuestro mundo jurídico debido a que la relación
extramatrimonial implica un valor intrínseco en sí misma al cual el Derecho no puede dar la
espalda, pues si lo hiciera estaría yendo en contra de su misma esencia, como es la de
organizador de las formalidades requeridas por los supuestos jurídicos que surgen día tras
día en la sociedad.
La protección jurídica otorgada al concubinato por parte del legislador venezolano, a través
de una reducida (mas no poco ineludible) organización, cubre ciertos aspectos de ese
carácter personal que se indicó precedentemente. La primera parte del artículo 70 del CCV
señala:
Así, tomando en consideración que las situaciones de hecho a las que se refiere la norma
son cada vez más numerosas, y que la función del Derecho en este caso debe ser llamar al
ciudadano a la debida guarda de las instituciones jurídicas básicas de la sociedad, tal como
lo es el matrimonio, pilar fundamental del resguardo de la familia, el Código exonera de la
introducción de los recaudos para la celebración del matrimonio a que hace referencia en su
artículo 69, de modo que las parejas que se hallen motivadas a legalizar su unión
concubinaria, no encuentren ningún impedimento para hacerlo, y gocen de la debida
protección jurídica que su posición requiere.
El CCV considera un último aspecto de la relación extramatrimonial a nivel personal en su
artículo 211:
Se presume, salvo prueba en contrario, que el hombre que vivía con la mujer en
concubinato notorio para la fecha en que tuvo lugar el nacimiento del hijo, ha cohabitado
con ella durante el período de la concepción.
En consecuencia, se observa una vez más que nuestra normativa busca salvaguardar el
fenómeno extramatrimonial como cimiento real de la manifestación de la familia, al
expresar que bajo presunción iuris tantum se facilita la prueba de la filiación del niño
nacido de pareja de concubinos.
Diversos estatutos como la Convención Internacional de los Derechos del Niño y la nueva
Ley Orgánica de la Protección al Niño y al Adolescente (LOPNA), además de la reforma de
nuestro Código Civil en 1982, entre otros, han ratificado la libertad probatoria para el
establecimiento de la filiación, han eliminado la diferenciación entre hijos naturales y
legítimos (válida para el Código de 1942), todo ello en aras de promover el desarrollo pleno
y estable de la personalidad de todo niño, protegiéndolo de cualquier clase de maltrato o
menosprecio que pudiese sufrir; pues resguardar su situación es velar a la vez por el futuro
crecimiento de la sociedad, con ciudadanos considerados con su propia persona y con
quienes que les rodean.
En tal caso, una vez probada la posesión de estado de concubina respecto del hombre con el
cual cohabita para el momento del alumbramiento, se asume que éste convivió con ella para
el momento de la concepción; evitando así la incertidumbre referente a la paternidad que
resulta muy frecuente en estos casos. La norma está equiparando esta presunción iuris
tantum con la presunción de paternidad en el matrimonio.
Por otra parte, cuando el acto de reconocimiento del hijo nacido fuera del matrimonio no se
hiciere de manera voluntaria, la madre del niño (o incluso éste personalmente, según se dé
la situación) podrá acudir a todo género de pruebas; incluyendo exámenes hematológicos y
heredobiológicos, constancia de la posesión de estado de hijo, etcétera. Una vez establecida
la filiación, el padre queda en la obligación de prestar a su hijo pensión alimentaria
(entendida como el suministro de todos los medios que requiera para su manutención). De
igual modo, comenzará a desempeñar el ejercicio de la patria potestad (la cual consistirá en
la protección integral del sujeto confiada a sus padres) y de la guarda (referida a la debida
satisfacción que debe darse a las exigencias del menor, vigilándolo y educándolo) de su
descendiente, pero de manera conjunta con la madre, pues así lo establece la ley; siempre y
cuando alguno de ellos no incurra en los impedimentos previstos por la LOPNA para
practicar estos deberes de padre. Todos estos supuestos de responsabilidad paterna serán
llevados a cabo mientras el hijo sea menor de edad no emancipado, o en caso de que se
trate de un mayor de edad inhabilitado.
Gracias a estos aspectos previstos en el CCV para la adecuada regulación del concubinato,
es posible afirmar que éste, al igual que el matrimonio, origina determinados efectos
pecuniarios que involucran a ambos miembros de la unión de hecho, así como a terceros
que se vean relacionados a ella.
Abriendo un paréntesis dentro de este respecto, es posible asegurar que la situación jurídica
de estas uniones de hecho (como también se les denomina) se ha visto modificada con la
introducción del CCV vigente, ya que para 1942, en su artículo 767 determinaba que:
Del análisis de ambas disposiciones se deduce que, nuestro actual Código ha producido
beneficios en cuanto a la situación de la mujer, pues el derogado le imponía a ésta la carga
absoluta de la prueba de haber vivido permanentemente en concubinato (a través de la
mejor evidencia que es la posesión de estado que se requiere probar: trato, fama y
continuidad), así como con su trabajo haber fomentado el crecimiento del patrimonio de su
pareja (sin importar a nombre de quién se encuentre); haciendo fácil de tal modo el camino
del hombre para aprovecharse de ella. Además, se modificó la terminología empleada, al
sustituir la excepción de adulterio alterándola por la fórmula que indica que el artículo no
es aplicable cuando uno de los concubinos esté casado.
Esta situación jurídica es regulada según la intención del legislador de acuerdo con lo que
determine la costumbre y con la aplicación de la analogía del manejo de la comunidad
conyugal en muchos aspectos; permitiendo que los concubinos gocen del derecho de
compartir la masa común de bienes que ha ido generándose dentro de su unión, tal como
ocurre en el caso de la comunidad limitada de gananciales en el matrimonio, siempre y
cuando haya certificación del contexto vinculante en el que se encuentran ambos individuos
y de que ninguno se encuentre bajo otra unión (matrimonial), pues si alguno de éstos
faltara, no cabría presunción alguna de la comunidad, sencillamente no existiría.
4. Artículo 77 de la Constitución
"Es imposible que la República valga nada si las familias, que son sus pilares, están mal
fundadas".
(Juan Bodino)
Como consecuencia de la forma de vida en familia que adopta la sociedad como estructura
substancial para apoyar sus basamentos, el ser humano requiere necesariamente de una
autoridad que, atendiendo al bien común, señale las normas por las cuales puedan y deban
los hombres regular dicha conducta. Con tal propósito, aparece dentro de un aspecto
sumamente concreto y específico la figura del Derecho de Familia, regulando esta
situación. Pero, muy por encima de éste, se encuentra una ordenanza de carácter supremo
que ampara y acoge los derechos de todos por igual, a través de su perfil imperativo e
ineludible. Es ésta la norma primaria de Kelsen, la Carta Magna de la nación; en la cual se
recogen todos los principios más elementales concebidos en la mente del legislador, para
consagrar los derechos fundamentales a través de la imposición de deberes de respeto de los
mismos.
Con relación al punto que trata el presente capítulo, vale mencionar entre esos nuevos
derechos que dejan de ser sobrentendidos para tener regulación específica, el artículo 77
perteneciente al capítulo que trata De los derechos sociales y de las familias; según el cual:
De acuerdo con esta apreciación, es posible verificar que nuestra actual norma suprema
reconoce la pluralidad de las familias;
es decir, no circunscribe el nacimiento de las mismas exclusivamente al matrimonio, sino
que el legislador se percata de que resulta necesario elevar a rango constitucional de igual
modo a aquéllas surgidas de las uniones estables de hecho, pues la regla cuenta con un fin
específico y deja de ser una simple exigencia de carácter formal sin relación alguna con la
realidad social de la nación. Dicho fin consiste en proteger a la familia dentro de la cual se
fomentan los valores principales de la sociedad, procurando así el adecuado crecimiento
ético y personal de todos los individuos ciudadanos de la República, a través de la
intermediación de la ley.
Por tanto, en efecto pareciera favorable esta determinación, pues así aquellos sujetos (los
mismos concubinos, por ejemplo) que, bajo cualquier circunstancia, resultaran
perjudicados, ya sea económica o incluso moralmente, debido a que la ley no ampare la
situación en la cual se ven envueltos, pueden recurrir a la analogía que les está brindando la
Constitución, simulando los efectos de la unión matrimonial dentro de ese nexo natural.
5. Conclusiones
Luego de revisar el marco teórico referido a qué es la institución del matrimonio y qué la
figura del concubinato, además de cuál es en realidad el propósito ulterior de la familia; así
como la normativa competente para ello (Constitución Nacional y Código Civil) y revisar si
su aplicación es la más adecuada respecto situación que vivimos actualmente; es posible
considerar que debido a la situación del concubinato es más que justificable promover su
formalización y sistematización, es decir, alentar a que se le reconozcan efectos no sólo
patrimoniales sino personales, así como los compromisos y facultades de protección,
fidelidad, convivencia, correcta filiación, entre otros; debido a que en nuestro caso implanta
una alternativa sumamente habitual de fundar un hogar de hecho para llevar a cabo un
modo de vida homólogo a aquél que se da en el matrimonio.
Es por ello que resulta deber primordial de la actual Asamblea Nacional (cuerpo legislativo
del estado), en vista a la decisión que tomó en su carácter constituyente al incluir como
prerrogativa constitucional en el artículo 77 de la Constitución la asimilación en cuanto a
efectos de la unión matrimonial a la concubinaria, partiendo del supuesto de que ambas son
forjadoras de familia; la creación de una ley especial que regule todos los vacíos jurídicos
que deja la norma mencionada, ya que no son previstos por completo en las disposiciones
del CCV previamente analizados.
6. Bibliografía
Legislación empleada:
egumi@cantv.net
Esta investigación que realizo está dedicada a examinar los diferentes problema que se
presentan hoy concubinato-e-hijosdía en nuestra sociedad. En Venezuela se observa que
predomina el machismo, notamos que la mujer es tratada como un objeto y es
menospreciada por su condición, la sociedad adopto esto y se convirtió en algo más allá de
una tradición, se convirtió en una convicción que viene de la mayoría de los padres,
hombres de familia y cabezas de hogares que transmiten estas falsas y erróneas enseñanzas
a sus hijos o que a falta de una figura paterna el niño ve que puede y está justificado que
haga lo mismo que hizo su padre al dejar a su madre.
Este problema cada vez se intensifica más, ya no solo bombardean a los niños, adolescentes
y jóvenes los padres, hombres o mujeres de su alrededor, sino también de los medios de
comunicación vienen gran parte de este problema, también de la música, las amistades
erróneas, las adicciones a las drogas, la incentivación de las personas que rodean a un ser a
que lleve una vida desenfrenada se sexo inseguro e inestable y propenso a problemas que
vemos que agobian cada día más a los venezolanos, como crímenes pasionales, maltrato a
la mujer por celos del hombre y por no conocer su personalidad.
El concubinato en nuestra sociedad aparece como una realidad latente que se halla al
margen de la legislación y que requiere ser tomada en cuenta de manera inminente, debido
a su veloz incremento actual, pudiéndose apreciar que cada día son más y más las parejas
que deciden formar una unión extramatrimonial como solución a su situación. Entre los
elementos que fundamentan esta sociedad se encuentran algunos, tales como: Inestabilidad,
diferencia clave entre el matrimonio y el concubinato, ya que éste no cuenta con una
formalidad que incluya al menos la apariencia de permanencia.
Los concubinos no poseen un verdadero vínculo legal que los una, a pesar de que dicha
unión se realice con miras a un verdadero futuro estable y duradero.
Notoriedad de la comunidad de vida, los concubinos deben convivir como marido y mujer,
es decir, simulando la relación de pareja que hay dentro del matrimonio, y conociendo
subjetivamente tal situación. Esto deberá ser advertido también por la comunidad que les
rodea, implicando así cierto carácter de publicidad.
Unión monogámica, ninguno de los miembros de la pareja puede mantener una relación
ajena a la del concubinato legítimo y permanente, pues no se admite el adulterio, al igual
que en el matrimonio (ya que esto constituye un delito tipificado en nuestro condigo penal).
Individuos de sexo diferente, aplicando analógicamente el principio que determina el
Código Civil venezolano en cuanto afirma que el matrimonio sólo puede celebrarse entre
un hombre y una mujer. Así, se prohíbe toda posibilidad de uniones incongruentes entre
personas del mismo sexo. Capacidad para contraer matrimonio, es decir, que puedan
cumplir con todos los requisitos que la ley establece para ello; a pesar de que decidan no
celebrar su unión de tal modo.
Este fenómeno social se produce por gran diversidad de factores de índole tanto económico
como cultural. En cuanto a los económicos, se garantiza que constituyen la razón casi
primordial, ya que en los bajos niveles que integran nuestra sociedad resulta mucho más
arduo imponer la figura jurídica del matrimonio, optando por una vía más fácil,
representada por las uniones extraconyugales, que no llevan consigo obligación legal
alguna.
Según Gilberto Guerrero (2008) la unión more uxorio o concubinaria es la unión estable
entre un solo hombre y una sola mujer que lleven notoria comunidad de vida, tal y como si
fuesen casados, aun cuando no cumplan los trámites formales de la celebración del
matrimonio, sin impedimento dirimente para contraerlo, o para el ejercicio de la capacidad
convivencial.
La Ley que Regula el Subsistema de Pensiones (articulo 69-6) que otorga a los concubinos
pensión de sobrevivencia; la Ley del Estatuto sobre el Régimen de Jubilaciones y Pensiones
de los Funcionarios de la Administración Pública, Estadal Y municipal otorga a la
concubina derechos a la pensión de sobrevivencia (articulo 16-3); las Normas de Operación
del decreto con Rango y Fuerza de ley que regula el Subsistema de Viviendas (artículos 34)
prevén al concubinato como elegibles para los préstamos para la obtención de vivienda; la
Ley de Seguro Social (articulo 7-a) otorga a la concubina el derecho a una asistencia
médica integral; la Ley Orgánica del Trabajo (artículo 568) da al concubino el derecho de
reclamar las indemnizaciones que serán de su pareja fallecida.
Unidad y Heterosexualidad: Implica que solo se puede establecerse entre un solo hombre y
una sola mujer.
Consentimiento: Se fundamenta en el acuerdo de voluntades en convivir juntos como
pareja, bajo el mismo techo, sin ningún impedimento para contraer nupcias.
Disolubilidad: Puede quedar disuelto por la voluntad de las partes en cualquier momento.
Toda vez que interrumpan la cohabitación y por ende la permanencia.
Cohabitación: Los mismos concubinos deben estar viviendo en un mismo lugar y deben
poseer el mismo domicilio, comunidad de vida y de lecho, El rasgo que distingue una unión
concubinaria de una mera relación circunstancial, es el de la cohabitación.
Permanencia y estabilidad: Debe existir prolongado en el tiempo, mínimo dos años. Debe
haber permanencia entre la pareja al igual o lo más cercano a la unión y la permanencia en
un matrimonio, la relación de los concubinos no puede ser momentánea, ni accidental.
Debe ser duradera. A tal punto que, faltando esta modalidad, resultaría inaplicables la casi
totalidad de los efectos que cabe adjudicar al concubinato.
Singularidad: Este concepto implica que la totalidad de los elementos que constituyen el
concubinato debe darse solamente entre los dos sujetos; pero no se destruye la singularidad
por el hecho de que alguno de dichos elementos se de entre uno de los concubinos y otro
sujeto, en la medida en que ello resulte posible.
Mutuo acuerdo o decisión unilateral: Cuando ya los dos o uno de los concubinos muestra el
deseo o manifiesta su rechazo a la relación concubinaria, con el simple acuerdo de
separarse o aún más fácil, con la manifestación o decisión de uno de los concubinos se
podrá extinguir la citada unión estable de hecho.
Surgen los derechos sucesorios bien cuando un concubino muere, es declarado ausente o se
le presume muerto. El problema para el conviviente more uxorio supérstite está en que si el
declarado ausente dejo cónyuge sobreviviente e hijos o descendientes, o cualquier
ascendiente colateral, dentro del orden de suceder, en quienes se defiera la herencia, tendrá
que probar su cualidad de concubino dentro de los requisitos impretermitibles (y
concurrentes) establecidos en el artículo 77 de la Constitución vigente, pues en caso
contrario carece de legitimidad para solicitar la declaratoria de ausencia.
Es mayor la problemática para el concubino en el caso del cónyuge supérstite, pues el
matrimonio crea derechos sucesorios para el cónyuge de la persona de cuya sucesión se
trate, que no esté separado de cuerpos y de bienes sea por mutuo consentimiento, sea
contenciosa, salvo prueba, en ambos casos, de reconciliación, en cuyo caso el concubino
more uxorio queda excluido como heredero ab intestato y, por tanto, carece de cualidad
para solicitar judicialmente la declaratoria de ausencia.
En efecto, que el conviviente pruebe que la unión fue estable, es decir, “que ha vivido
permanentemente en tal estado” como lo previene el artículo 767 del Código Civil y
además que la unión convivencial cumpla los requisitos establecidos en la ley, pues la
presunción de comunidad emergente en los casos de unión no matrimonial, en tal caso,
surte efecto entre los convivientes y sus respectivos herederos y también entre uno de ellos
y los herederos del otro; con derecho a concurrir (cuando ha sido declarada, mediante
sentencia definitiva firme) reclamando su cuota hereditaria, e incluso por razones de
justicia y equidad con derecho a la legítimidad, pues la unión more uxorio así declarada,
crea derechos sucesorios para el conviviente o la conviviente de la persona cuya sucesión se
trate, y tales derechos cesan con la separación convivencial.
El concubino concurre con los descendientes cuya filiación este legalmente comprobada,
tomando una parte igual a la de un hijo, y de no existir hijos o descendientes cuya filiación
este legalmente comprobada, habiendo ascendientes le corresponderá la mitad de la
herencia a aquellos y al conviviente o la conviviente la otra mitad.
Bases legales:
Esta investigación halla su fuente normativa-jurídica en el artículo 77 de la Carta Magna,
articulo por demás, novedoso, no obstante el tema del concubinato, específicamente en
cuanto a beneficios económicos post mortem, se incorpora dentro del cuerpo legislativo
venezolano, en algunas leyes orgánicas y especiales pasaron a consagrar y proteger los
derechos de los concubinos, tal es el caso de las siguientes leyes:
• Las Normas de Operación del decreto con Rango y Fuerza de ley que regula el
Subsistema de Viviendas (artículo 34).
De igual manera sirve como base legal la jurisprudencia pacifica y reiterada de la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia respecto a los recursos de interpretación
interpuestos en relación al citado artículo de la constitución, dado que las decisiones que
emanan de esta Sala son de carácter vinculante y de obligatorio cumplimiento a todos los
Tribunales del país.
“Artículo 77. Se protege el matrimonio entre un hombre y una mujer, el cual se funda en el
libre consentimiento y en la igualdad absoluta de los derechos y deberes de los cónyuges.
Las uniones estables de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos
establecidos en la ley producirán los mismos efectos que el matrimonio”.
En un principio, se planteó que los concubinos tendrían los mismos derechos que los
cónyuges, en virtud que bien dice el artículo: “…producirán los mismos efectos que el
matrimonio”
Anuncios
Anuncios
Tu voto:
Rate This
norma
22/03/2015 de 23:22
El concubinato regularizado ante la alcaldía por dos días antes que fallezca un conviviente
es legal y aplica todos los beneficios?
Responder
Responder
INTRODUCCIÓN
Ahora bien, ¿será que solo mediante el matrimonio un hombre y una mujer pueden
permanecer juntos con los mismos fines (amarse, convivir, procrear)?, ¿existe válidamente
otra figura legal que contemple derechos para las personas que asumen estas formas
distintas de permanencia bajo la semejanza del matrimonio sin llegar a serlo?, ¿Qué efectos
alcanzan a los unidos validamente fuera del matrimonio?.
MATRIMONIO
CONCEPTO
De acuerdo con Padrón y González (1991), el matrimonio es la unión legal de un hombre y
una mujer con la finalidad de vivir juntos, a perpetuidad, procrear y socorrerse mutuamente.
ELEMENTOS
Unidad:
Implica que solo se puede contraer entre un solo hombre y una sola mujer.
Consentimiento:
Perpetuidad:
Ello debido a que su celebración depende de la voluntad la cual para ser valida no puede
someterse a término ni condición alguna, esto indica que si los cónyuges lo desean pueden
estar juntos toda la vida de estos.
Formalidad
Esta sujeto a ciertas formas legales: ante una autoridad civil, previos esponsales, entre
otros.
Disolubilidad:
Laicismo
Por cuanto que aunque se permite la celebración de formalidades religiosas, las mismas
solo se pueden hacer luego de celebrada la solemnidad civil legal.
Los requisitos pueden ser de fondo y de forma. Los de fondo se refieren a la esencia misma
del matrimonio y están contenidos en tres categorías:
1.- Supuestos o elementos esenciales del matrimonio:
Los elementos sine quanon para la existencia del matrimonio es la diversidad de sexo, pues
aunque el fin primario de esta unión no es la procreación, la misma es consecuencia
instintiva de todas las especies, así por ejemplo en la legislación venezolana es nulo el
matrimonio entre personas de un mismo sexo; el consentimiento que debe ser expreso, puro
y simple, serio en el que debe estar ausente, el error y la violencia y por último la presencia
de un funcionario público competente.
Que implica la aptitud legal para actuar. En el caso del matrimonio se toma en
consideración: la edad mínima, la cordura o salud mental y la potencia sexual permanente.
Los efectos o consecuencia personales son el estado civil como condición personal pues por
su voluntad deja se ser soltero, para ser casado y puede dejar de ser casado para ser
divorciado. El matrimonio crea un vínculo entre los esposos que genera derechos y
obligaciones reciprocas.
Por ende, de acuerdo con Meléndez, (2005) subsisten los siguientes deberes recíprocos:
Deber de convivencia, es decir que el domicilio conyugal que es elegido de común acuerdo
debe ser el lugar de cohabitación de los esposos. También está el deber de ambos cónyuges
de contribuir al mantenimiento del hogar. En lo que respecta a los hijos la Patria Potestad es
ejercida por ambos cónyuges. Además los cónyuges tienen el deber de prestarse auxilio
recíproco, y el matrimonio crea un vínculo de afinidad con los familiares de los cónyuges.
La ley dispone que la capacidad civil del hombre y de la mujer son iguales.
Deber de fidelidad
Deber de cohabitación
Deber de protección, los cónyuges se deben solidaridad y protección tanto moral como
física.
Contribución a los gastos del hogar(antes los gastos eran pagados por el hombre pero desde
que la mujer comienza a trabajar se compensa con el cuidado a los hijos y al hogar)
También existen consecuencias en cuanto a los bienes, pues se puede dar previamente las
capitulaciones matrimoniales o funciona la comunidad de gananciales, como régimen
supletorio legal a la voluntad de las partes.
La norma constitucional reza en el artículo 77 que las uniones estables de hecho tendrán los
mismos efectos que el matrimonio.
CONCEPTO
La unión estable de hecho, es la cohabitación o vida en común, elemento que puede ser
sustituido por la convivencia en visitas constantes, socorro mutuo, ayuda económica
reiterada, vida social conjunta, e hijos, entre un hombre y una mujer, sin impedimentos para
contraer matrimonio, tal unión será con carácter de permanencia (dos años mínimo), y que
la pareja sea soltera, formada por divorciados o viudos entre sí o con solteros, sin que
existan impedimentos dirimentes que impidan el matrimonio. Y para reclamar posibles
efectos civiles del matrimonio es necesario que una sentencia definitivamente firme la
reconozca, siendo la relación excluyente de otras con iguales características. Así lo expresa
la Sala del TSJ.
ELEMENTOS:
Unidad:
Pues al igual que el matrimonio, implica que solo se puede existir una unión entre un solo
hombre y una sola mujer, para ser considerada como válida.
Consentimiento:
Se fundamenta en el acuerdo entre los unidos de tomarse como pareja, entre ellos y ante los
demás, no siendo necesaria la convivencia bajo el mismo techo.
Perpetuidad:
La unión también implica permanencia en el tiempo y debe ser mínimo dos años.
Formalidad
No esta sujeto a formas legales, solo que aquel que lo alegue debe probarlo y ha de ser
declarado o reconocido para que surta efectos, mediante sentencia definitivamente firme.
Disolubilidad:
Pues puede quedar disuelto por el acuerdo de voluntades y si alguno de los unidos desea
reclamar bienes debe establecerse en la sentencia la fecha de inicio de la relación y la fecha
de terminación de la misma.
CONCUBINATO
CONCEPTO
Es una unión no matrimonial entre un hombre y una mujer solteros, la cual está signada por
la permanencia de la vida en común, siendo la soltería un elemento decisivo en la
calificación del concubinato, tal como se desprende del artículo 767 de Código Civil y 7,
letra a) de la Ley del Seguro Social, así lo manifiesta el TSJ en tal sentencia. De allí la
diferencia entre las uniones estables de hecho y el concubinato, la cohabitación bajo un
mismo techo, pues todos los concubinatos son uniones estables de hecho, pero no todas las
uniones estables de hecho son concubinato, de acuerdo con la sentencia in comento.
Dentro de este contexto Pérez y Tesara (2005), definen el concubinato como la situación de
hecho en que se encuentran dos personas de distinto sexo que hacen vida en común sin
estar unidos en matrimonio y sin que haya impedimentos para contraerlo. Se trata, pues, de
una unión de hecho con caracteres de estabilidad y permanencia; quedan indudablemente
excluidas de su concepto tanto la unión transitoria de corta duración, como las relaciones
sexuales estables pero no acompañadas de cohabitación.
ELEMENTOS:
Unidad:
Implica que solo se puede establecerse entre un solo hombre y una sola mujer.
Consentimiento:
Perpetuidad:
Formalidad
No existe ninguna formalidad, solo el acuerdo de los concubinos en permanecer juntos bajo
un mismo techo, y sin que ninguno tenga impedimentos para el matrimonio, además
también debe ser probado por quien lo alegue y declarado mediante sentencia
definitivamente firme. En ocasiones se expide en la jefatura civil una constancia de
convivencia la cual es meramente para efectos de adquisición de vivienda o para gozar de
beneficios en los seguros, cabe señalar que son requisitos solicitados por algunos
organismos, y que por la costumbre y uso se emplean para comprobar la existencia de una
relación concubinaria, debiéndose destacar que el medio para comprobar dicha existencia a
fines de reclamar herencia, por ejemplo, es la sentencia antes dicha.
Disolubilidad:
Puede quedar disuelto por la voluntad de las partes en cualquier momento. Toda vez que
interrumpan la cohabitación y por ende la permanencia.
MATRIMONIO
Efectos Personales:
Existen deberes entre los cónyuges: fidelidad, vivir juntos y socorro mutuo. Uso opcional
del apellido del marido.
Efectos Personales:
No existen deberes entre los unidos: la vida en común se verifica porque sea una relación
seria y compenetrada, que se esté en presencia de una pareja.
No puede usar el apellido del concubino o del unido, pues la condición de concubino (a) o
unido (a), no modifica el estado civil, por tanto no puede alterar la identidad de la persona.
Extinción de la relación:
Extinción de la relación:
Régimen patrimonial:
La esposa hereda y concurre con los otros herederos según el orden de suceder señalado en
el Código Civil (artículo 824 y 825) en materia de sucesión sin testamento, conforme al
artículo 807 del Código Civil.
Régimen patrimonial:
Se trata de beneficios económicos que surgen del patrimonio de los concubinos: ahorro,
seguro, inversiones del contribuyente, todo lo que se refiere al patrimonio común. En
consecuencia para los concubinos hay pensión de sobre vivencia, les corresponde la
asistencia médica integral, tienen derecho a reclamar indemnizaciones que correspondan a
su pareja fallecida, son elegibles en los prestamos para la obtención de vivienda.
Su disolución se hace por muerte o de hecho, supuesto en el cual se debe alegar y probar
por quien pretende a disolución y liquidación de la comunidad.
Entre los unidos existen derechos sucesorales a tenor de lo expresado en el artículo 823 del
Código Civil, siempre que el deceso de uno de ellos ocurra durante la existencia de la
unión. Una vez haya cesado, la situación es igual a la de los cónyuges separados de cuerpos
o divorciados. Además concurre con los otros herederos según el orden de suceder señalado
en el Código Civil (artículo 824 y 825) en materia de sucesión ab intestato, conforme al
artículo 807 del Código Civil, y habrá que respetársele su legítima (artículo 883 del Código
Civil) si existiere testamento. Igualmente, las causales de indignidad que haya entre los
concubinos, se aplicarán conforme al artículo 810 del Código Civil. Así lo expresa la
Sentencia in comento. Igual ocurre en el caso de ausencia, puede pedir pensión alimentaría.
CONCLUSIÓN
Debido a la gran cantidad de preguntas, por las dudas que genera este tema, he decidido
realizar una explicación mas detallada del mismo, para suministrarles mayor información.
1. ¿La Disolución del Concubinato debe realizarse ante la misma Oficina donde hice la
manifestación de unión?
Esta notificación se realizara dentro de los 5 días hábiles siguientes, y de no ser posible
localizarlo, se realizara entonces una notificación por carteles.
Puede ser una Manifestación Unilateral, es decir, sin que la otra persona firme, usted lleva
la manifestación al Registro y ellos se encargaran de notificar a la otra persona para que
firme la disolución.
En este caso sera el Tribunal el que remita la Sentencia definitivamente firme al Registro
que corresponda para su inserción en el Libro y la colocación de la nota marginal
correspondiente.
MODELO DE MANIFESTACIÓN UNILATERAL DE DISOLUCIÓN DE
CONCUBINATO.
CIUDADANO:
SU DESPACHO.-
TERCERO: De esta unión estable de hecho procreamos una hija que lleva por nombre …,
nacida en esta ciudad de Caracas, el día seis (18) de diciembre de dos mil uno (2001),
contando actualmente con nueve (09) años de edad.
CUARTO: Pido que una vez evacuada la presente solicitud, me sean devueltos, los
originales con sus resultas, a la mayor brevedad. En Caracas, a los veintinueve (29) días del
mes de noviembre de dos mil once (2011).
Cónyuges (Ambos esposos)
De acuerdo al Código Civil, el matrimonio no puede contraerse sino entre un solo hombre y
una sola mujer.
Con el matrimonio el marido y la mujer adquieren los mismos derechos y asumen los
mismos deberes.
Del matrimonio deriva la obligación de los cónyuges de vivir juntos, guardarse fidelidad y
socorrerse mutuamente.
Este derecho subsiste aun después de la disolución del matrimonio por causa de muerte
mientras no contraiga nuevas nupcias.
En cuanto a la comunidad de bienes, entre marido y mujer si no hubiere convención en
contrario, son comunes, de por mitad, las ganancias o beneficios que se obtengan durante el
matrimonio.
Por lo que esta comunidad de los bienes gananciales comienza precisamente el día de la
celebración del matrimonio, cualquiera estipulación contraria será nula.
Es decir, que entre los cónyuges de manera privada NO se permite la partición de bienes.
Algunos cónyuges cometen el error innecesario de obligar al otro cónyuge, bajo cualquier
coacción de registrar la separación de bienes por una Notaria Pública.
Tal procedimiento es nulo, por cuanto solo le corresponde tal decisión a los Tribunales de
Mediación, Sustancianción de Niños, Niñas y Adolescentes, cuando existan menores de
edad, por los Tribunales de Municipios y por los Tribunales de Primera Instancia
dependiendo de la cuantía.
Esto solo se puede realizar a través del Tribunal con competencia en la materia, cuando se
proceda con la separación de bienes y la disolución del vínculo matrimonial.
Pero existen la capitulaciones matrimoniales donde debe quedar registrado por documento
autentico en el Registro Público, en la jurisdicción del lugar donde se celebre el
matrimonio, antes de la celebración del matrimonio, so pena de nulidad.
Esto significa que los bienes de los cónyuges serán de cada uno de ellos y en caso de
divorcio, esos bienes le seguirán perteneciendo a cada uno de los ex cónyuges.
Es importante, manifestar que mientras existe el matrimonio, para los cónyuges no existe la
unión estable de hecho o concubinato con otra persona, por cuanto estas figuras jurídicas
están en contraposición de lo establecido en el Código Civil.
En tal sentido, si en un momento determinado uno de los cónyuges tiene una amante y le
regala un carro o un apartamento y esos fondos corresponden a la comunidad de
gananciales de ambos cónyuges, el otro cónyuge puede recuperar tal bien mediante las
acciones judiciales que pueda ejercer.
Pero si este regalo procede de una donación que le hayan dado al cónyuge antes de casarse,
que provenga de un tesoro o de una lotería que se lo hayan regalado sus padres, hermanos,
amigos o que sean de su dinero de la cuenta bancaria, registrado en capitulaciones
matrimoniales el otro cónyuge, legalmente NO puede reclamar nada a la amante.
También si uno de los cónyuges le regala un apartamento a un amante, pero que sea
producto de la venta de sus inmuebles que registro mediante capitulaciones matrimoniales,
ese apartamento será de la amante y la cónyuge NO podrá ejercer ninguna acción legal.
Esto solo le servirá al otro cónyuge solo para ejercer las acciones legales para un divorcio.
En tal sentido, las capitulaciones matrimoniales deben solo deben celebrarse ANTES del
matrimonio, por lo que al contraerse matrimonio sin haber perfeccionado las capitulaciones
matrimoniales, estas no podrán celebrarse y esta situación traerá consigo la aplicación del
régimen supletorio.
Amante
Es la mujer adultera.
La amante son aquellas personas producto de los impulsos pasionales que conducen a las
relaciones extramatrimoniales.
Concubina
El concubinato, unión permanente entre personas de diferentes sexos, las cuales no tienen
la intención de considerarse como marido y mujer por falta de affectio maritales.
Durante el periodo clásico estas uniones están toleradas por el derecho y escapan a la
sanción de Augusto a las uniones ilegitimas y fueron frecuentes en razón de las distintas
categorías senadores y libertinas, gobernadores de provincia.
Guillermo Cabanellas, señala que la concubina es aquella mujer que sin haber contraído
legitimo matrimonio con el hombre, vive y cohabita con él como si fuera su marido y lo
ejemplariza con la barragana.
Es el estado en que se encuentra el hombre y la mujer cuando comparten casa y vida como
si fueran esposos, pero sin haber contraído matrimonio.
Tal vez por suprimirse las formalidades en uniones mal vistas socialmente, la relación
evoluciono al significado exclusivo actual.
Matrimonio y unión libre.
El Código Civil, señala que se presume la comunidad, salvo prueba en contrario en aquellos
casos de unión no matrimonial, cuando la mujer o el hombre, demuestre que ha vivido
permanentemente en tal estado aunque los bienes cuya comunidad se quiere establecer
aparezcan a nombre de uno solo de ellos.
Tal presunción solo surge efectos legales entre ellos dos y entre sus respectivos herederos
del otro.
Esto lo debe hacer mediante una acción mero declarativa ante el Tribunal competente por la
materia.
En este sentido el Código de Procedimiento Civil, señala que para proponer la demanda el
actor debe tener interés jurídico actual.
La Sala de Casación Civil del Máximo Tribunal de la República manifiesta que tiene por
objeto declarar la existencia o no de un derecho, o una situación jurídica o el verdadero
alcance de una determinada relación jurídica.
El Código Civil reconoce otros efectos jurídicos al concubinato, como sería la existencia de
la presunción de pater istest para los hijos nacidos durante su vigencia.
Por tanto, que actualmente el concubinato que puede ser declarado, es aquel que reúna los
requisitos del Código Civil y esto viene a ser una de las formas de uniones estables
contempladas en el artículo 77 de la Carta Magna.
En tal sentido, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia manifiesta que el
concubinato es por excelencia la unión estable manifestada en nuestra Constitución.
La unión estable de hecho entre un hombre y una mujer, representa un concepto amplio que
va a producir efectos jurídicos.
Por tanto, las uniones estables de hecho, incluido el concubinato no son necesariamente
similares al matrimonio y aunque la vida en común, como será un hogar, es un indicador de
la existencia de ellas.
Pero puede obviarse siempre que la relación permanente se traduzca en otras formas de
convivencias, como visitas constantes, socorro mutuo, ayuda económica reiterada, vida
social conjunta, hijos entre otros.
Es importante señalar que el Tribunal Supremo de Justicia indica que el tiempo de duración
de la unión, es decir de la unión estable y del concubinato sea al menos de dos años
mínimo, lo cual podrá ayudar al Juez para la calificación de la permanencia.
A juicio de la Sala Constitucional, así como no existe el deber de vivir juntos, tampoco
puede existir el de fidelidad, por lo que la violación de los deberes como el de fidelidad o
de vida en común, no produce efectos jurídicos.
Quedando rota la unión por el repudio que de ella haga cualquiera de los componentes, lo
que viene dado porque uno de ellos contraiga matrimonio con otra persona o por cualquier
otra razón, se rompa la continuidad de la relación.
Asimismo, existen otros artículos referentes al tema que están publicados en este blog.
Este texto hecho público el 30 de Enero de 2018 refiere a las leyes vigentes para la fecha, si
estás leyendo este escrito, es porque aún siguen en vigencia, de llegar a cambiar las leyes al
respecto en algún momento, modificaré el texto para ponerlo al día con el nuevo
ordenamiento jurídico
UNIONES ESTABLES DE HECHO O CONCUBINATO: SENTENCIA QUE
INTERPRETA EL ART. 77 DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL SOBRE EL
ALCANCE DE SU EQUIPARACIÓN CON EL MATRIMONIO CIVIL (SALA
CONSTITUCIONAL)
Resulta interesante para la Sala resaltar que dicha norma use la voz “unión estable” entre el
hombre y la mujer, y no la de concubino o concubina utilizada en el artículo 49.5 eiusdem;
y ello es así porque unión estable es el género, tal como se desprende del artículo 146 del
Código Orgánico Tributario, o del artículo 13-5 de la Ley de Empresas de Seguros y
Reaseguros, o del artículo 785 de la Ley de Cajas de Ahorro y Fondos de Ahorro, siendo el
concubinato una de sus especies.
Se trata de una situación fáctica que requiere de declaración judicial y que la califica el
juez, tomando en cuenta las condiciones de lo que debe entenderse por una vida en común.
Además de los derechos sobre los bienes comunes que nacen durante esa unión (artículo
767 eiusdem), el artículo 211 del Código Civil, entre otros, reconoce otros efectos jurídicos
al concubinato, como sería la existencia de la presunción pater ist est para los hijos nacidos
durante su vigencia .
Dado lo expuesto, para la Sala es claro que actualmente el concubinato que puede ser
declarado tal es aquel que reúne los requisitos del artículo 767 del Código Civil, y él viene
a ser una de las formas de uniones estables contempladas en el artículo constitucional, ya
que cumple los requisitos establecidos en la ley (Código Civil), para ser reconocido como
tal unión. Por ahora –a los fines del citado artículo 77-el concubinato es por excelencia la
unión estable allí señalada, y así se declara.
Lo anterior no significa que la ley no pueda tipificar otros tipos de relaciones entre hombres
y mujeres como uniones estables a los efectos del artículo 77 constitucional, tomando en
cuenta la permanencia y notoriedad de la relación, cohabitación, etc. y, por ello, el Proyecto
de Ley Orgánica de Protección a la Familia, la Maternidad y la Paternidad, discutida en la
Asamblea Nacional, en los artículo 40 al 49, desarrolla las uniones estables de hecho, como
una figura propia mientras que el concubinato como figura distinta a la anterior, fue
desarrollado en los artículos 50 al 53.
“Unión estable de hecho entre un hombre y una mujer”, representa un concepto amplio que
va a producir efectos jurídicos, independientemente de la contribución económica de cada
uno de los unidos en el incremento o formación del patrimonio común o en el de uno de
ellos, siendo lo relevante para la determinación de la unión estable, la cohabitación o vida
en común, con carácter de permanencia, y que la pareja sea soltera, formada por
divorciados o viudos entre sí o con solteros, sin que existan impedimentos dirimentes que
impidan el matrimonio.
Pero como, al contrario del matrimonio que se perfecciona mediante el acto matrimonial,
recogido en la partida de matrimonio, no se tiene fecha cierta de cuándo comienza la unión
estable, ella debe ser alegada por quien tenga interés en que se declare (parte o tercero) y
probada sus características, tales como la permanencia o estabilidad en el tiempo, los signos
exteriores de la existencia de la unión (lo que resulta similar a la prueba de la posesión de
estado en cuanto a la fama y el trato, ya que la condición de la pareja como tal, debe ser
reconocida por el grupo social donde se desenvuelve), así como la necesidad de que la
relación sea excluyente de otra de iguales características, debido a la propia condición de la
estabilidad. Si la unión estable se equipara al matrimonio, y la bigamia se encuentra
prohibida, a juicio de esta Sala es imposible, para que ella produzca efectos jurídicos, la
coexistencia de varias relaciones a la vez en igual plano, a menos que la Ley expresamente
señale excepciones. Ahora bien, corresponde conforme al artículo 77 constitucional, a la
reserva legal la regulación de las otras uniones estables diversas al concubinato y, por ello,
le está a la Sala vedado, aun por la vía de la jurisdicción normativa, realizar la tipificación
de estas otras uniones, y así se declara.
Señalado lo anterior, debe la Sala señalar cuáles de los efectos del matrimonio son
aplicables a las “uniones estables de hecho entre hombre y mujer”, de conformidad con la
petición de la accionante, siendo necesario apuntar que aunque el concubinato es un tipo de
unión estable, por ser él la figura regulada en la Ley, a él se referirá la Sala indistintamente
como “unión estable” o concubinato, pero reconociendo que dentro del concepto de unión
estable pueden existir tipos diferentes al concubinato. La Sala con fines de abarcar ambas
clases de uniones, y por tanto al género, utilizará el término de unión estable en este fallo,
para referirse a todas las posibilidades, incluida el concubinato.
En primer lugar considera la Sala que, para reclamar los posibles efectos civiles del
matrimonio, es necesario que la “unión estable” haya sido declarada conforme a la ley, por
lo que se requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca.
Ahora bien, el matrimonio –por su carácter formal- es una institución que nace y se prueba
de manera distinta al concubinato o a cualquier otra unión estable, y por ello estas últimas
no pueden equipararse íntegramente al matrimonio y, por tanto, no puede pretenderse que,
automáticamente, todos los efectos del matrimonio se apliquen a las “uniones estables”.
En consecuencia, no es posible una declaración general que asimile las uniones (de
cualquier tipo) al matrimonio, y por lo tanto, observa la Sala, hay que distinguir cuáles
efectos del matrimonio se aplican al concubinato y a las posibles otras uniones estables.
Estas uniones (incluido el concubinato) no son necesariamente similares al matrimonio, y
aunque la vida en común (con hogar común) es un indicador de la existencia de ellas, tal
como se desprende del artículo 70 del Código Civil, este elemento puede obviarse siempre
que la relación permanente se traduzca en otras formas de convivencia, como visitas
constantes, socorro mutuo, ayuda económica reiterada, vida social conjunta, hijos, etc.
Siguiendo indicadores que nacen de las propias leyes, el tiempo de duración de la unión, al
menos de dos años mínimo, podrá ayudar al juez para la calificación de la permanencia, ya
que ese fue el término contemplado por el artículo 33 de la Ley del Seguro Social, al
regular el derecho de la concubina a la pensión de sobrevivencia.
Debido a lo expuesto, pasa la Sala a examinar los efectos del matrimonio aplicables a las
uniones estables y al concubinato, y ella considera que los deberes que el artículo 137 del
Código Civil impone a los cónyuges y cuya violación se convierte en causales de divorcio
(ver en el artículo 185 del Código Civil los ordinales 1° y 2°), no existen en el concubinato
ni en las otras uniones.
Unión estable no significa, necesariamente, bajo un mismo techo (aunque esto sea un
símbolo de ella), sino permanencia en una relación, caracterizada por actos que,
objetivamente, hacen presumir a las personas (terceros) que se está ante una pareja, que
actúan con apariencia de un matrimonio o, al menos, de una relación seria y compenetrada,
lo que constituye la vida en común.
Se trata de una relación permanente entre un hombre y una mujer, y no de una entre un
hombre y varias mujeres (así todas ellas estén en igual plano) y viceversa.
A juicio de la Sala, así como no existe el deber de vivir juntos, tampoco puede existir el de
fidelidad contemplado en el artículo 137 del Código Civil, por lo que la violación de
deberes como el de fidelidad o de vida en común (artículo 137 citado) no producen efectos
jurídicos, quedando rota la “unión” por el repudio que de ella haga cualquiera de los
componentes, lo que viene dado porque uno de ellos contraiga matrimonio con otra
persona, o porque, por cualquier razón, se rompió la continuidad de la relación. Extinguida
la relación, la ley, al menos en el concubinato, reconoce la condición de exconcubino como
lo hace el artículo 42 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia.
En cuanto al deber de socorrerse mutuamente, contemplado para los cónyuges en el artículo
137 del Código Civil, la Sala considera que este sí existe en cualquier tipo de unión, ya que
si legalmente las uniones (o al menos el concubinato) generan derechos –como los
alimentarios- los cuales normalmente corresponden a los cónyuges mientras dure el
matrimonio, los componentes de estas uniones de hecho deben tener también esos derechos,
como luego se explica, y ello se corresponde con el deber de socorro mutuo comentado.
También otorga el artículo 173 del Código Civil, el derecho optativo de la mujer de utilizar
el apellido de su marido.
A juicio de esta Sala, la utilización de apellidos distintos al propio, como sería para la mujer
el del marido, es un derecho que le nace solamente del acto matrimonial, que conlleva a que
añada algo a su identidad, y que se ve sostenido por el acta de matrimonio que refleja un
nuevo estado civil.
El estado civil de las personas naturales, está formado por los nacimientos y matrimonios, y
necesariamente por las mutaciones que éste sufre (divorcio, por ejemplo), que se anotan al
margen de las partidas del estado civil.
Para la Sala, el que la unión estable en general produzca los mismos efectos que el
matrimonio, no significa –se repite- que ella se convierte en matrimonio, sino que se le
equipara; es decir, en lo que sea posible. Sin embargo, la condición jurídica de la unión
estable, en principio, no permite a la mujer el uso del apellido del marido.
El estado civil surge de unas manifestaciones de voluntad formales contenidas en las actas
del estado civil, así como de las transformaciones que éste recibe y que constan en las notas
marginales de las partidas.
Se trata de una cuestión formal que permite no sólo conocer la condición de la persona,
sino que resulta la piedra angular del sistema de identificación.
No existe, en estos momentos y para esta fecha, una partida del estado civil de concubinato,
u otro tipo de unión, que otorgue el estado de concubino o unido y, por tanto, los símbolos
que representan el estado civil, como el uso del apellido del marido por la mujer; a juicio de
la Sala, no puede ser utilizado por quien no ha contraído matrimonio.
Ahora bien, al equipararse al matrimonio, el genero “unión estable” debe tener, al igual que
éste, un régimen patrimonial, y conforme al artículo 767 del Código Civil, correspondiente
al concubinato pero aplicable en la actualidad por analogía a las uniones de hecho, éste es
el de la comunidad en los bienes adquiridos durante el tiempo de existencia de la unión. Se
trata de una comunidad de bienes que se rige, debido a la equiparación, que es posible en
esta materia, por las normas del régimen patrimonial-matrimonial.
La Ley que Regula el Subsistema de Pensiones (artículo 69-6) otorga a los concubinos
pensión de sobrevivencia; la Ley del Estatuto sobre el Régimen de Jubilaciones y Pensiones
de los Funcionarios de la Administración Pública Estadal y Municipal, otorga a la
concubina derechos a la pensión de sobrevivencia (artículo 16-3); las Normas de Operación
del Decreto con Rango y Fuerza de Ley de los Préstamos Hipotecarios a Largo Plazo
(artículo 130), así como las Normas d Operación del Decreto con Rango y Fuerza d Ley
que Regula el Subsistema de Viviendas (artículo 34) prevén al concubinato como elegibles
para los préstamos para la obtención de vivienda; la Ley del Seguro Social (artículo 7-a)
otorga a la concubina el derecho a una asistencia médica integral; la Ley Orgánica del
Trabajo (artículo 568) da al concubino el derecho de reclamar las indemnizaciones que
corresponderán a su pareja fallecida, e igual derecho otorga el Estatuto de la Función
Pública (artículo 31).
Se trata de beneficios económicos que surgen del patrimonio de los concubinos: ahorro,
seguro, inversiones del contribuyente (artículo 104 de la Ley de Impuesto sobre la Renta lo
reconoce), etc., y ello, en criterio de la Sala, conduce a que si se va a equiparar el
concubinato al matrimonio, por mandato del artículo 77 constitucional, los efectos
matrimoniales extensibles no pueden limitarse a los puntualmente señalados en las leyes
citadas o en otras normas, sino a todo lo que pueda conformar el patrimonio común, ya que
bastante de ese patrimonio está comprometido por las leyes referidas.
Tal comunidad de bienes, a diferencia del divorcio que exige declaración judicial, finaliza
cuando la unión se rompe, lo cual –excepto por causa de muerte- es una cuestión de hecho
que debe ser alegada y probada por quien pretende la disolución y liquidación de la
comunidad. A juicio de la Sala, y como resultado natural de tal situación, quien demanda la
disolución y liquidación de la comunidad, podrá pedir al juez se dicten las providencias del
artículo 174 del Código Civil, en el supuesto en él contemplado.
Ahora bien, como no existe una acción de separación de cuerpos del concubinato y menos
una de divorcio, por tratarse la ruptura de la unión de una situación de hecho que puede
ocurrir en cualquier momento en forma unilateral, los artículos 191 y 192 del Código Civil
resultan inaplicables, y así se declara; sin embargo, en los procesos tendientes a que se
reconozca el concubinato o la unión estable, se podrán dictar las medidas preventivas
necesarias para la preservación de los hijos y bienes comunes.
Resulta importante para esta interpretación, dilucidar si es posible que entre los concubinos
o personas unidas, existe un régimen patrimonial distinto al de la comunidad de bienes, tal
como el previsto en el Código Civil en materia de capitulaciones matrimoniales.
A juicio de esta Sala, ello es imposible, porque la esencia del concubinato o de la unión
estable no viene dada –como en el matrimonio- por un documento que crea el vínculo,
como lo es el acta de matrimonio, sino por la unión permanente (estable) entre el hombre y
la mujer, lo que requiere un transcurso de tiempo (que ponderará el juez), el cual es el que
califica la estabilidad de la unión; y siendo ello así, a priori no puede existir una declaración
registrada de las partes constitutivas de la unión, en el sentido de cómo manejarán los
bienes que se obtengan durante ella.
Igualmente, la Sala tiene que examinar la posibilidad para uno de los miembros de una
unión o concubinato, de la existencia del concubinato putativo, que nace cuando uno de
ellos, de buena fe, desconoce la condición de casado del otro. A juicio de esta Sala, en estos
supuestos funcionará con el concubino de buena fe, las normas sobre el matrimonio
putativo, aplicables a los bienes.
Como resultado de la equiparación reconocida en el artículo 77 constitucional, en cuanto a
los efectos y alcances de la unión estable (concubinato) con el matrimonio, la Sala
interpreta que entre los sujetos que la conforman, que ocupan rangos similares a los de los
cónyuges, existen derechos sucesorales a tenor de lo expresado en el artículo 823 del
Código Civil, siempre que el deceso de uno de ellos ocurra durante la existencia de la
unión. Una vez haya cesado, la situación es igual a la de los cónyuges separados de cuerpos
o divorciados.
Ahora bien, equiparando a los concubinos o a los unidos a los cónyuges en lo compatible
entre estas figuras y el matrimonio, considera la Sala que mientras exista la unión, cada uno
podrá exigir alimentos al otro partícipe, a menos que carezca de recursos o bienes propios
para suministrarlos, caso en que podrá exigirlos a las personas señaladas en el artículo 285
del Código Civil.
En los casos en que se incoen acciones sucesorales o alimentarias, o contra terceros, sin que
existe previamente una declaración judicial de la existencia del concubinato o la unión
estable, la demanda requerirá que se declaren éstas previamente, por lo que en la misma
deberá alegarse y probarse tal condición.
Debido a los efectos y alcances señalados, la sentencia que declare la unión, surtirá los
efectos de las sentencias a que se refiere el ordinal 2° del artículo 507 del Código Civil, el
cual se aplicará en toda su extensión, menos en lo referente a la necesidad de registro de la
sentencia, lo cual no está previsto –y por lo tanto carece de procedimiento- en la Ley.
Esta ausencia de registro y, por tanto, de publicidad, que puede mantener al concubinato
oculto respecto a los terceros, plantea la pregunta de si es nula la venta entre los
concubinos, tal como lo establece el artículo 1481 con respecto a los cónyuges.
A juicio de esta Sala, dados los efectos que se reconocen a la “unión estable”, sería una
fuente de fraude para los acreedores de cualquiera de los concubinos, aceptar que uno
vendiera al otro los bienes comunes documentados a su nombre o poseídos por él y, en
consecuencia, quien demuestre que la venta ha ocurrido entre ellos, puede invocar la
existencia de la unión y tratarlos como bienes comunes o, según los casos, pedir la nulidad
del negocio.
Debe la Sala acotar que el único concubinato que produce efectos equiparables al
matrimonio, es el que se delinea en este fallo; y se hace tal acotamiento porque algunas
leyes denominan concubina a la mujer que vive con un hombre a pesar que éste tiene
impedimento para contraer matrimonio con ella, cuando en realidad tal concubinato es
contrario al artículo 767 del Código Civil y a lo que conceptualiza este fallo.
También acota la Sala que diversas leyes vigentes, tales como el Código Orgánico
Tributario (artículo 146-4), la Ley de Empresas de Seguros y Reaseguros (artículos 13-5 y
21), la Ley de Cajas de Ahorro y Fondos de Ahorro (artículos 78-5 y 136), señalan
impedimentos para acceder a cargos para quienes mantengan uniones estables de hecho.
Igualmente, a éstos se refieren los artículos 56 de la Ley del Cuerpo de Investigaciones
Científicas, Penales y Criminalísticas, y 71 de la Ley del Contrato de Seguros.
Ahora bien, como la ley no ha determinado aún quiénes se consideran que viven en unión
estable de hecho, tal mención, en todos los casos, a juicio de esta Sala, debe entenderse en
la actualidad que se aplica por igual a los concubinos, ya que con relación específica a
ellos, existen prohibiciones en el artículo 20 de la Ley de Minas.
Por último, y como resultado de lo interpretado, es que cuando en una relación jurídica
concreta, una de las partes actúa en su condición de concubino, para los efectos de esa
relación la existencia del concubinato queda reconocida por las partes y, en consecuencia,
entre las partes de la relación o el negocio, se reputará que una de ellas se vincula con el
concubinato.
Igualmente, la interpretación que se hace en este fallo es sin perjuicio de los derechos de los
pueblos y comunidades indígenas, en cuanto a su organización social, usos y costumbres,
reconocidos en el artículo 119 constitucional.
DECISIÓN
Por las razones que anteceden esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,
administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara
RESUELTA la solicitud de interpretación del artículo 77 de la Constitución en los términos
expresados en la parte motiva del presente fallo.
La Presidenta de la Sala,
Luisa Estella Morales Lamuño
El Vicepresidente-Ponente,
Los Magistrados,
El Secretario,
04-3301
JECR/
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/junio/188624-RC.000405-29616-2016-16-
098.HTML
Extracto:
Manifestación de voluntad.
Decisión judicial.
Artículo 118. La libre manifestación de voluntad efectuada entre un hombre y una mujer,
declarada de manera conjunta, de mantener una unión estable de hecho, conforme a los
requisitos establecidos en la ley, se registrará en el libro correspondiente, adquiriendo a
partir de este momento plenos efectos jurídicos, sin menoscabo del reconocimiento de
cualquier derecho anterior al registro.
Artículo 119. Toda decisión judicial definitivamente firme que declare o reconozca la
existencia de una unión estable de hecho, será insertada en el Registro Civil. Los jueces y
las juezas de la República Bolivariana de Venezuela deben remitir copia certificada de la
decisión judicial definitivamente firme a las oficinas municipales de Registro Civil, para su
inserción en el libro correspondiente.
Decisión judicial.
La muerte de una de las personas unidas de hecho, por declaratoria del sobreviviente.
En los casos de disolución unilateral de las uniones estables de hecho, el registrador o la
registradora civil deberá notificar a la otra persona unida de hecho, de conformidad con la
ley.
Tal como se desprende de las normas jurídicas anteriormente transcritas, se incorpora, que
además de la decisión judicial declarativa de existencia de unión estable de hecho, las
partes pueden registrar éstas uniones así como su disolución, con la simple manifestación
de voluntad efectuada entre un hombre y una mujer declarada de manera conjunta ante el
Registrador Civil, adquiriendo a partir de este momento plenos efectos jurídicos, sin
menoscabo del reconocimiento de cualquier derecho anterior al registro.”
Comentario de Acceso a la Justicia: La Sala fija criterio acerca del registro de las uniones
estables de hecho y establece la diferencia entre la declaración voluntaria y la judicial y el
registro de la disolución del vínculo.
Unión Estable De Hecho Jurisprudencia TSJ 2016
EN SU NOMBRE
Expediente N° 5686
ABOGADA ASISTENTE
MOTIVO
Vista la anterior demanda, recibida en este Tribunal por distribución en fecha 06 de febrero
de 2009, suscrita y presentada por la ciudadana YOVIRKA MILENA HERNANDEZ
ALVARADO, Venezolana, mayor de edad, titular de la Cédula de la cédula de Identidad
Nro. 17.469.678, debidamente asistida por la abogada YARIANA SUAREZ, Inpreabogado
No. 96.761, contra el ciudadano EDIXON ALEXANDER OROPEZA, venezolano, mayor
de edad, titular de la Cédula de Identidad N° 15.768.928, en virtud de la misma, el Tribunal
observa:
En el escrito libelar la solicitante manifiesta que desde el mes de agosto de 2004, se unieron
de manera estable y de hecho en concubinato los ciudadanos Yovirka Hernández y Edixon
Oropeza ya identificados. Durante la referida unión de hecho procrearon un hijo de nombre
ALEXANDER JOSSUE OROPEZA HERNANDEZ que en la actualidad cuenta con dos
años y ocho meses de edad; que adquirieron el siguiente bien inmueble una parcela de
terreno propio y la casa sobre ella construida distinguida con el N° town house 12, Numeral
catastral 120-23-01-010212, ubicada en el conjunto residencial San Fernando, avenida
Sorte, Chivacoa Municipio Bruzual del Estado Yaracuy, siendo sus linderos los siguientes
NORTE: Con 19,30 mts con parcela N° 11; SUR: Con 19,30mts Con parcela 13; ESTE:
Con 7,00mts con terrenos municipales; y OESTE: Con 7,00 mts con calle interna, además
le corresponde 2,10% de parcelación sobre la superficie total del terreno, en el mismo
documento de adquisición protocolizado por ante la oficina de Registro Inmobiliario del
Municipio Bruzual del Estado Yaracuy, bajo el N° 7, Folios 38 al 46, Protocolo Primero,
Tomo Tercero, Cuarto Trimestre del año 2008.
“Se protege el matrimonio entre un hombre y una mujer, el cual se funda en el libre
consentimiento y en la igualdad absoluta de los derechos y deberes de los cónyuges. Las
uniones estables de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos
establecidos en la ley producirán los mismos efectos del matrimonio”
Concatenado con el artículo transcrito, tenemos el artículo 767 del Código Civil, que señala
lo siguientes:
“…En primer lugar considera la Sala que, para reclamar los posibles efectos civiles del
matrimonio, es necesario que la “unión estable” haya sido declarada conforme a la Ley, por
lo que se requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca…”
“…En la actualidad es necesaria una declaración judicial de la unión estable o del
concubinato; dictada en un proceso con ese fin; la cual contenga la duración del mismo…
… por lo que la sentencia declarativa del concubinato debe señalar la fecha de su inicio y
de su fin, si fuera el caso; y reconocer, igualmente, la duración de la unión, cuando ella se
ha roto y luego se reconstituido, computando para la determinación final, el tiempo
transcurrido desde la fecha de su inicio…”
“…Ahora bien, el matrimonio – por su carácter formal – es una institución que nace y se
prueba de manera distinta al concubinato o a cualquier otra unión estable, y por ello estas
ultimas no pueden equipararse íntegramente al matrimonio, y por tanto, no puede
pretenderse que, automáticamente, todos los efectos del matrimonio se apliquen a las
“uniones estables”…
Ahora bien, de la revisión del libelo de la demanda y sus anexos, no se desprende que esté
suficientemente probada por sentencia definitivamente firme para tales efectos, la
existencia de la unión estable de hecho o concubinaria, por tal motivo debe esta juzgadora
no admitir la presente liquidación y partición de bienes pertenecientes a la unión estable de
hecho o concubinaria y así se declara.
Por todo lo anteriormente expuesto, este Tribunal Tercero de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, Administrando
Justicia en Nombre de la República Bolivariana de Venezuela y por Autoridad de la Ley,
DECLARA LA NO ADMISIÓN DE LA PRESENTE DEMANDA DE LIQUIDACION Y
PARTICIÓN DE BIENES DE LA UNION ESTABLE DE HECHO O CONCUBINARIA,
por no estar probada en sentencia definitivamente firme la existencia de dicha unión. Y ASI
SE DECIDE.
La Jueza,
La Secretaria Temporal,
En esta misma fecha y siendo las 11:15 a.m., se publicó y registró la anterior decisión.
La Secretaria Temporal,
Comentario
Nombre
Para partir, separar o dividir los bienes es necesaria la declaración y partición de unión
concubinaria abogado en Caracas previa por un tribunal mediante sentencia definitiva y
firme de la unión estable de hecho o concubinato. Impera la prohibición absoluta para los
jueces de declarar Con Lugar demandas de partición de comunidades concubinarias cuando
no conste una sentencia de fecha anterior que haya declarado el concubinato. Son dos
situaciones distintas, una es la declaración judicial de la existencia de la relación
concubinaria, y otra, la subsiguiente disolución, liquidación y partición de los bienes que la
integran; la segunda supone la existencia de la primera.
Para partir, separar o dividir los bienes es necesaria la declaración y partición de unión
concubinaria abogado en Caracas previa por un tribunal
La ley especial prevé que el Tribunal de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes puede
aprobar acuerdos de uniones estables de hecho, cuando haya menores, siendo esa la
situación que nos ocupa, por lo que el juzgado dictaminó el Reconocimiento del
Concubinato habido entre los solicitantes, aprobó la disolución y ordenó declaración y
partición de unión concubinaria abogado en Caracas de los bienes adquiridos, esto, en la
misma sentencia. Significa que la sentencia abrazó los tres pedimentos: declarar la
existencia del concubinato, la disolución y partición de los bienes de la comunidad.