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Análisis del artículo 77 de la constitución sobre la unión estable de hechos, supuestos de su

existencia y disolución y liquidación según la nueva legislación del código civil

Subsistencia es un término usado para definir aquello empleado para el sustento o


mantenimiento de un mismo a través de los medios necesarios. Es el medio por el cual un
organismo se mantiene vivo.

El supuesto jurídico es una hipótesis de cuya realización dependen las consecuencias


jurídicos planteados por la norma. Las consecuencias jurídicas a las que da origen al
supuesto puede consistir en la creación, la transmisión, la modificación, o la extinción de
derechos y obligaciones.

Artículo 77 Se protege el matrimonio entre un hombre y una mujer, fundado en el libre


consentimiento y en la igualdad absoluta de los derechos y deberes de los cónyuges. Las
uniones estables de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos
establecidos en la ley producirán los mismos efectos que el matrimonio.
UNIONES ESTABLES DE HECHO

Art 77 de la constitución:

“Se protege el matrimonio entre un hombre y una mujer, fundado en el libre consentimiento
y en la igualdad absoluta de los derechos y deberes de los cónyuges. Las uniones estables
de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos establecidos en la ley
producirán los mismos efectos que el matrimonio.”

Verificar la sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de fecha


15/07/2005 cuyo expediente es el 04-331 del caso Carmela Manpieri, que interpuso un
recurso de interpretación con respecto a la uniones de hecho.

CONCEPTO

La unión estable de hecho, es la cohabitación o vida en común, elemento que puede ser
sustituido por la convivencia en visitas constantes, socorro mutuo, ayuda económica
reiterada, vida social conjunta, e hijos, entre un hombre y una mujer, sin impedimentos para
contraer matrimonio, tal unión será con carácter de permanencia (dos años mínimo), y que
la pareja sea soltera, formada por divorciados o viudos entre sí o con solteros, sin que
existan impedimentos dirimentes que impidan el matrimonio. Y para reclamar posibles
efectos civiles del matrimonio es necesario que una sentencia definitivamente firme la
reconozca, siendo la relación excluyente de otras con iguales características.
ELEMENTOS:

Unidad:

Pues al igual que el matrimonio, implica que solo se puede existir una unión entre un solo
hombre y una sola mujer, para ser considerada como válida.

Consentimiento:

Se fundamenta en el acuerdo entre los unidos de tomarse como pareja, entre ellos y ante los
demás, no siendo necesaria la convivencia bajo el mismo techo.

Perpetuidad:

La unión también implica permanencia en el tiempo y debe ser mínimo dos años.

Formalidad

No está sujeto a formas legales, solo que aquel que lo alegue debe probarlo y ha de ser
declarado o reconocido para que surta efectos, mediante sentencia definitivamente firme.

Disolubilidad:

Pues puede quedar disuelto por el acuerdo de voluntades y si alguno de los unidos desea
reclamar bienes debe establecerse en la sentencia la fecha de inicio de la relación y la fecha
de terminación de la misma.

CONCUBINATO

CONCEPTO

Es una unión no matrimonial entre un hombre y una mujer solteros, la cual está signada por
la permanencia de la vida en común, siendo la soltería un elemento decisivo en la
calificación del concubinato, tal como se desprende del artículo 767 de Código Civil y 7,
letra a) de la Ley del Seguro Social, así lo manifiesta el TSJ en tal sentencia. De allí la
diferencia entre las uniones estables de hecho y el concubinato, la cohabitación bajo un
mismo techo, pues todos los concubinatos son uniones estables de hecho, pero no todas las
uniones estables de hecho son concubinato, de acuerdo con la sentencia in comento.

Dentro de este contexto Pérez y Tesara (2005), definen el concubinato como la situación de
hecho en que se encuentran dos personas de distinto sexo que hacen vida en común sin
estar unidos en matrimonio y sin que haya impedimentos para contraerlo. Se trata, pues, de
una unión de hecho con caracteres de estabilidad y permanencia; quedan indudablemente
excluidas de su concepto tanto la unión transitoria de corta duración, como las relaciones
sexuales estables pero no acompañadas de cohabitación.

ELEMENTOS:

Unidad:

Implica que solo se puede establecerse entre un solo hombre y una sola mujer.

Consentimiento:

Se fundamenta en el acuerdo de voluntades en convivir juntos como pareja, bajo el mismo


techo, sin ningún impedimento para contraer nupcias.

Perpetuidad:

Debe existir prolongado en el tiempo, mínimo dos años.

Formalidad

No existe ninguna formalidad, solo el acuerdo de los concubinos en permanecer juntos bajo
un mismo techo, y sin que ninguno tenga impedimentos para el matrimonio, además
también debe ser probado por quien lo alegue y declarado mediante sentencia
definitivamente firme. En ocasiones se expide en la jefatura civil una constancia de
convivencia la cual es meramente para efectos de adquisición de vivienda o para gozar de
beneficios en los seguros, cabe señalar que son requisitos solicitados por algunos
organismos, y que por la costumbre y uso se emplean para comprobar la existencia de una
relación concubinaria, debiéndose destacar que el medio para comprobar dicha existencia a
fines de reclamar herencia, por ejemplo, es la sentencia antes dicha.
Disolubilidad:

Puede quedar disuelto por la voluntad de las partes en cualquier momento. Toda vez que
interrumpan la cohabitación y por ende la permanencia.

Dada todas las consideraciones anteriores se procede a elaborar un cuadro comparativo de


los efectos del matrimonio y de las uniones estables de hecho, entendiendo dentro de esta al
concubinato como especie, que en los términos de la CRBV, son equiparables y que
emergen de la interpretación que el TSJ hiciera del artículo 77 de la Carta Magna.

MATRIMONIO

UNIONES ESTABLES DE HECHO

Efectos Personales:

Existen deberes entre los cónyuges: fidelidad, vivir juntos y socorro mutuo. Uso opcional
del apellido del marido.

Efectos Personales:

No existen deberes entre los unidos: la vida en común se verifica porque sea una relación
seria y compenetrada, que se esté en presencia de una pareja.

Sin embargo el deber de socorro mutuo si subsiste.

No puede usar el apellido del concubino o del unido, pues la condición de concubino (a) o
unido (a), no modifica el estado civil, por tanto no puede alterar la identidad de la persona.

Extinción de la relación:

Por divorcio o muerte. En consecuencia se le denomina ex cónyuge.

Extinción de la relación:
por muerte o repudio de la relación por cualquiera de los componentes, ruptura de la
continuidad de la relación (porque uno contraiga matrimonio con otra persona). En
consecuencia, si fuere concubino (a), se le denominaría ex concubino (a).

Régimen patrimonial:

Capitulaciones matrimoniales, o comunidad limitada de gananciales.

Hay pensión de sobre vivencia, tienen derecho a la asistencia médica integral, tienen
derecho a reclamar indemnizaciones que correspondan a su pareja fallecida, pueden pedir
prestamos para la obtención de vivienda.

Tal comunidad se disuelve con el divorcio o en la solicitud de separación de cuerpos se


especifica la separación de bienes también.

La esposa hereda y concurre con los otros herederos según el orden de suceder señalado en
el Código Civil (artículo 824 y 825) en materia de sucesión sin testamento, conforme al
artículo 807 del Código Civil.

Son nulas as ventas entre los esposos.

Régimen patrimonial:

Se trata de beneficios económicos que surgen del patrimonio de los concubinos: ahorro,
seguro, inversiones del contribuyente, todo lo que se refiere al patrimonio común. En
consecuencia para los concubinos hay pensión de sobre vivencia, les corresponde la
asistencia médica integral, tienen derecho a reclamar indemnizaciones que correspondan a
su pareja fallecida, son elegibles en los prestamos para la obtención de vivienda. Su
disolución se hace por muerte o de hecho, supuesto en el cual se debe alegar y probar por
quien pretende a disolución y liquidación de la comunidad.

Entre los unidos existen derechos sucesorales a tenor de lo expresado en el artículo 823 del
Código Civil, siempre que el deceso de uno de ellos ocurra durante la existencia de la
unión. Una vez haya cesado, la situación es igual a la de los cónyuges separados de cuerpos
o divorciados. Además concurre con los otros herederos según el orden de suceder señalado
en el Código Civil (artículo 824 y 825) en materia de sucesión ab intestato, conforme al
artículo 807 del Código Civil, y habrá que respetársele su legítima (artículo 883 del Código
Civil) si existiere testamento. Igualmente, las causales de indignidad que haya entre los
concubinos, se aplicarán conforme al artículo 810 del Código Civil. Así lo expresa la
Sentencia in comento. Igual ocurre en el caso de ausencia, puede pedir pensión alimentaría.

Son nulas las ventas entre los unidos.

Basados en la realidad de las relaciones humanas, el derecho que es un fenómeno social


actuando como factor, porque incide sobre las conductas y las regula y como producto
social, porque emerge de las necesidades del colectivo, es así como regula las uniones que
distintas al matrimonio albergan bajo sus alas a las familias, entendiendo que la finalidad
principal es la protección a los niños y adolescentes y en honor a muchas personas que por
no llenar requisitos formales del matrimonio eran excluidas de muchos beneficios sociales,
legales y económicos, es así como finalmente mediante la constitución y la jurisprudencia
se asemejan, en lo que sea posible , los efectos del matrimonio a las uniones estables de
hecho entre ellas el concubinato.

De lo anterior se evidencia la importancia que tiene el hecho de que el legislador responda a


las exigencias de la convivencia social, pues la sociedad por ser un agente cambiante,
modifica las conductas, lo que debe generar, como en efecto lo hace, la transformación
legislativa y lo que es más importante el cambio paradigmático de la conciencia cultural y
social.

Cabe señalar, de acuerdo con la apreciación de la investigación, que con la asimilación de


todas las uniones al matrimonio, definitivamente la institución matrimonial es el modelo
por excelencia de unión entre un hombre y una mujer y que ha llegado con su evolución a
celebrarse más que por motivos económicos y culturales, por razones de amor y
sentimiento entre los contrayentes.

LAS UNIONES HOMOSEXUALES O ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO.

La homosexualidad no es ni un trastorno ni una enfermedad, sino una variante normal de la


orientación sexual humana. La inmensa mayoría de gays y lesbianas viven vidas felices,
sanas, bien adaptadas y productivas. Muchos gays y lesbianas mantienen relaciones
permanentes con personas del mismo sexo. En términos psicológicos esenciales, estas
relaciones son el equivalente de las relaciones heterosexuales. La institución del
matrimonio permite a los individuos un rango de beneficios que tienen un impacto
favorable en su bienestar físico y mental. Un gran número de niños están siendo criado
actualmente por lesbianas y gays, tanto en parejas del mismo sexo como madres y padres
solteros. La investigación empírica ha mostrado de manera consistente que los progenitores
homosexuales no se diferencian de los heterosexuales en cuanto a habilidades parentales, y
que sus hijos no muestran ningún déficit comparados con hijos criados por progenitores
heterosexuales. Las políticas estatales que vetan el matrimonio entre personas del mismo
sexo se basan exclusivamente en la orientación sexual. Como tales, son tanto una
consecuencia del estigma históricamente asociado a la homosexualidad, como una
manifestación estructural de ese estigma. Adicionalmente, permitir que se casaran les daría
acceso al apoyo social que facilita y refuerza los matrimonios heterosexuales, con todos los
beneficios psicológicos y físicos asociados con dicho apoyo. Además, si sus progenitores
pueden casarse, los hijos de las parejas del mismo sexo se beneficiarán no sólo de la
estabilidad legal y otros beneficios familiares que proporciona el matrimonio, sino también
de la eliminación de la estigmatización patrocinada por el estado de sus familias. No hay
base científica para distinguir entre parejas del mismo sexo y parejas de distinto sexo con
respecto a sus derechos legales, obligaciones, beneficios, y deberes otorgados por el
matrimonio civil.

Distribución geográfica actual

Situación legal de la homosexualidad en el mundo Sin información Comportamiento


homosexual legal Matrimonio homosexual Uniones civiles Sin uniones civiles
Reconocimiento de matrimonios homosexuales realizados en otros países/o estados al
interior del país Comportamiento homosexual ilegal Pena menor Pena mayor
Prisión perpetua Pena de muerte
Actualmente los países en los cuales el matrimonio homosexual es legal en todo su
territorio son:

§ Países Bajos (desde 2001)

§ Bélgica (desde 2003)

§ España (desde 2005)

§ Canadá (desde 2005)

§ Sudáfrica (desde 2006)

§ Noruega (desde 2009)

§ Suecia (desde 2009)

§ Portugal (desde 2010)26

§ Islandia (desde 2010)27

§ Argentina (desde 2010)28

Además el matrimonio es legal en seis jurisdicciones de Estados Unidos:

§ Massachusetts (desde 2004)

§ Connecticut (desde 2008)

§ Iowa (desde 2009)

§ Vermont (desde 2009)

§ Nuevo Hampshire (desde 2010)

§ Washington, D.C. (en vigor desde 2010)

Y en una jurisdicción de México:

§ México, D. F. (desde 2010)

§
Países Bajos

En 2001 Países Bajos fue el primer Estado del mundo en reconocer el derecho al
matrimonio a las parejas del mismo sexo. En 1995 el gobierno encargó a una comisión
parlamentaria investigar la posibilidad de establecer matrimonios entre personas del mismo
sexo, dos años después la comisión concluyó que las parejas del mismo sexo deberían
poder optar al derecho al matrimonio. En 2000 se aprobó la ley de matrimonios entre
personas del mismo sexo por 49 votos contra 26 en el Senado y por 109 contra 33 en el
Parlamento. La ley entró en vigor el 1 de abril de 2001. Pese el voto negativo de la mayoría
de diputados de partidos cristianos (en la oposición en el momento de la aprobación), estos
partidos no mostraron intención de derogar la ley al llegar al gobierno en 2002. Hasta 2005
se celebraron en los Países Bajos 6.600 matrimonios entre personas del mismo sexo.

Bélgica

En Bélgica el matrimonio entre personas del mismo sexo entró en vigor el 30 de enero de
2003. En 2002 se presentó en el Senado de Bélgica y en Cámara Belga de Representantes
una enmienda para extender el derecho al matrimonio a las parejas homosexuales,
resultando aprobada por 46 votos contra 15 y 91 votos contra 2, respectivamente. En un
principio la ley prohibía que un ciudadano belga se casase con otro ciudadano de un país
que no permitiera el matrimonio entre personas del mismo sexo y no contemplaba la
adopción. Estas restricciones fueron derogadas en 2004 la primera y en 2006 la segunda. En
julio de 2005 se había contabilizado un total de 5.850 matrimonios de este tipo.

España

En España la ley que reconoce el derecho de las parejas del mismo sexo al matrimonio
entró en vigor el 3 de julio de 2005. El Congreso de los Diputados aprobó la ley en una
primera votación por 183 votos a favor contra 136. A su paso por el Senado la ley fue
vetada por 131 votos contra 119. De vuelta al Congreso el veto fue levantado y la ley
finalmente aprobada por 187 votos a 147. La aprobación de la ley suscitó la oposición de la
Iglesia Católica y del Partido Popular, que presentó un recurso de inconstitucionalidad ante
el Tribunal Constitucional, cuya resolución aún se espera. La población española se mostró
en un 66% a favor. Hacia finales de 2008 se habían celebrado en España 12.648
matrimonios entre personas del mismo sexo. Una encuesta de 2011 realizada en España
reveló que un 56% de los ciudadanos se muestra a favor de que la unión entre personas del
mismo sexo se denomine «matrimonio» y de que puedan adoptar hijos.30

Canadá

La ley de matrimonios homosexuales en Canadá se hizo efectiva el 20 de julio de 2005. Fue


el primer país del continente americano que lo legaliza. Desde 2003 diversas provincias de
Canadá habían aprobado el matrimonio, en total antes de la aprobación a nivel nacional en
9 de las 13 regiones canadienses ya regía una ley similar. El 9 de diciembre de 2004 el
Tribunal Supremo de Canadá sentenció que el acceso al matrimonio de las parejas del
mismo sexo era constitucional y que era el gobierno federal el que tenía jurisdicción
exclusiva de reconocer ese derecho. Esto dio pie al gobierno liberal a presentar una ley de
matrimonios homosexuales que tras el paso por la Cámara de los Comunes de Canadá
donde recibió el respaldo de 158 frente a 133, llegó al Senado donde fue aprobada por 46 a
22. Hasta octubre de 2006 fueron celebrados 12.438 matrimonios entre personas del mismo
sexo en Canadá.

Sudáfrica

El 30 de noviembre de 2006 se hizo efectiva la ley de matrimonios homosexuales en


Sudáfrica. En diciembre de 2005 una sentencia del Tribunal Constitucional de Sudáfrica
dictaminó que era injustificable la discriminación basada en la orientación sexual y dio un
plazo de 12 meses al gobierno para que modificara la Ley Nacional de Matrimonio
sustituyendo las palabras marido o esposa por la palabra cónyuges. La ley fue aprobada por
la Asamblea Nacional de Sudáfrica con el respaldo de 230 a favor frente a 41 votos en
contra.

Noruega

En Noruega la ley que establece el matrimonio entre personas del mismo sexo entró en
vigor el 1 de enero de 2009. La propuesta de ley presentada por el gobierno de centro
izquierda fue aprobada en la cámara alta por 23 votos frente a 17 y en la cámara baja por 84
frente a 41. La ley contó con el apoyó de los partidos de la coalición gobernante, Partido de
los Trabajadores Noruegos, el Sosialistisk venstreparti y elPartido del Centro, así como del
partido conservador Høyre y del partido liberal Vestre de la oposición. En contra se
posicionaron el Partido Democristiano y el Partido de derecha populista, Partido del
Progreso.

Suecia

El matrimonio entre personas del mismo sexo en Suecia entró en vigor el 1 de mayo de
2009. La ley que contó con el apoyo de seis de los siete partidos que poseen representación
parlamentaria fue presentada por el gobierno de coalición de centroderecha.31 El resultado
de la votación en el parlamento fue de 261 votos a favor y 22 en contra. El Partido
Moderado, el Partido Centrista, el Partido Popular Liberal, elPartido de Izquierda, el
Partido Verde y el Partido Socialdemócrata votaron mayoritariamente a favor, mientras que
la mayoría de los diputados del Partido Demócrata Cristiano votó en contra.

Portugal

El matrimonio fue aprobado durante 2010:

§ 8 de enero - Votación en el pleno de la Asamblea de la República, el parlamiento luso


aprueba la propuesta del gobierno.32

§ 10 de febrero - Aprobación por parte la Asamblea de la República.33

§ 5 de marzo - Recepción del decreto por el presidente de la República Aníbal Cavaco


Silva.34

§ 13 de marzo - El presidente de la República envía la ley al Tribunal Constitucional.35

§ 8 de abril - El Tribunal Constitucional emite su parecer afirmando que no hay


inconstitucionalidad.36

§ 23 de abril - Termina el plazo para una eventual modificación o pedido de nulidad de la


ley.

§ 26 de abril - El Tribunal Constitucional envía la ley para su publicación en el Diário da


República.37
§ 28 de abril - Publicación de la ley en el Diário da República.38

§ 17 de mayo - Estando en contra, igual el Presidente sanciona la ley, argumentando que


en hora de crisis no hay que dividir al país, sino unirlo más39

§ 31 de mayo - La ley fue publicada en Diário da República y asi la ley de los matrimonios
entre personas del mismo sexo en Portugal entra en vigor al dia 5 de junio.40

Islandia

El 11 de junio de 2010, el Parlamento de Islandia aprobó sin votos en contra (con 49


diputados presentes de un total de 63). Islandia se convirtió así en el noveno pais del mundo
que aprueba el matrimonio entre personas del mismo sexo. De esta forma se cumplió el
programa electoral de la coalición gobernante, encabezado por la socialdemócrata Johanna
Sigurdardóttir, que además es la primera política lesbiana del mundo en ocupar la posición
de primera ministra. La entrada en vigor del nuevo régimen matrimonial conlleva la
derogación de la regulación específica que permitía las uniones entre personas del mismo
sexo, vigente en Islandia desde el año 1996.

Argentina

Si bien fue en la jurisdicción de Tierra del Fuego donde se registró el primer Matrimonio
entre personas del mismo sexo en Latinoamérica,41fue recién el 15 de julio de 2010 cuando
se aprobó en Argentina el matrimonio entre personas del mismo sexo.42 Fue apoyado
mayoritariamente —aunque no unánimemente— por el oficialismo, y el apoyo de otras
fuerzas fue decisivo. Fue aprobado en las dos cámaras del Congreso Nacional, tanto la que
representa al pueblo, como la que representa a las provincias.

Esta discusión comenzó en octubre de 2007, cuando la diputada del partido Frente para la
Victoria (actualmente pertenece a Nuevo Encuentro), Vilma Ibarra, presentó un proyecto
destinado a dar igualdad entre homosexuales y heterosexuales.43

Los sectores que más se opusieron fueron la Iglesia católica, las confesiones protestantes44
y los partidos conservadores del país, algunos sectores de la Unión Cívica Radical, una
minoría del oficialista Frente para la Victoria, el partido llamado «Peronismo Federal», y
otros sectores, como la Universidad Católica Argentina y el periódico La Nación.

Se difundió una nota del cardenal primado Jorge Bergoglio en que calificaba el avance
legislativo del proyecto como «una “movida” del Diablo» y en la que alentaba a acompañar
«esta guerra de Dios» contra la posibilidad de que los homosexuales pudieran casarse. La
presidenta Cristina Fernández, desde Pekín, criticó esos dichos respondiendo "son cosas
que remiten a tiempos de la Inquisición".45También la Iglesia intentó promover sin éxito la
realización de un plebiscito al respecto46 Los partidos conservadores argumentan como la
«defensa de la familia» y «el orden natural de las cosas», y dicen que es una ley impulsada
por el oficialismo para dividir al país. En todo el país se convocaron marchas en contra del
proyecto.47

La senadora del «Peronismo Federal», Liliana Negre de Alonso, que creó una polémica al
decir que "esta ley favorecería el tráfico ilegal de semen y de óvulos", logró conseguir
500.000 firmas en contra del proyecto y consensuó un nuevo proyecto —que finalmente fue
desechado— que hubiera prohibido que las parejas de homosexuales adopten hijos (la
implicación más polémica de la ley enviada al Senado) o se realicen inseminaciones
artificiales.48

Los sectores a favor son la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans
(FALGBT), la Comunidad Homosexual Argentina(CHA), la UBA (Universidad de Buenos
Aires)49 junto a otras universidades públicas del país, las organizaciones de Derechos
Humanos, como Madres de Plaza de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo, el INADI (Instituto
Nacional contra la Discriminación), la CGT (Confederación General del Trabajo), la CTA,
los partidos progresistas, como el Frente para la Victoria (oficialismo), el Partido Socialista,
Nuevo Encuentro, Frente Amplio, Coalición Cívica, parte del PRO, la UCR (Unión Cívica
Radical), Proyecto Sur, entre otros. Los medios en su gran mayoría apoyaron esta ley, y
dieron amplia cobertura al tema, así como algunas Iglesias Protestantes Históricas como la
Iglesia Evangélica Luterana Unida y la Iglesia Evangélica Alemana del Río de la Plata.
Algunos miembros de la Iglesia católica también se manifestaron a favor.50 LGTB impulsó
una campaña publicitaria sin fines de lucro mostrando actores de renombre, filósofos e
historiadores a favor del matrimonio «igualitario». También impulsaron marchas a favor,
donde concurrieron tanto gays como heterosexuales. Los partidos políticos impulsaron esta
ley para lograr la igualdad de derechos y para no crear un clima de homofobia y de
heterosexismo en el país.

El 28 de diciembre del 2009 se oficializó en Argentina el primer matrimonio entre personas


del mismo sexo51 Es un hecho trascendente porque fue el primero de Latinoamérica, lo que
provocó una gran polémica en todo el continente. Alex Freyre y José María Di Bello
lograron conseguirlo luego de que el 13 de noviembre un tribunal de la ciudad de Buenos
Aires les diera un permiso de contraer matrimonio. Iban a casarse el 1 de diciembre, pero
una controversia judicial impidió el trámite. Finalmente lograron casarse en la provincia
patagónica de Tierra del Fuego, gracias al consentimiento y un decreto ejecutivo de la
gobernadora de esa provincia, Fabiana Ríos. Desde entonces lucharon constantemente a
favor de la ley de matrimonio.

El 5 de mayo de 2010 la Cámara de Diputados de la Nación dio media sanción al proyecto,


y en la madrugada del 15 de julio de 2010 se aprobó finalmente en el Senado de la Nación,
con 33 votos a favor, 27 en contra y 3 abstenciones. Así se convierte en el primer país de
Latinoamérica en aprobarlo a nivel nacional.52 El 30 de julio del 2010, en el registro civil
de la ciudad de Frías, provincia de Santiago del Estero, se realizó el casamiento de José
Luis David Navarro y Miguel Ángel Calefato, siendo el primer matrimonio igualitario
realizado en el país bajo el amparo de la nueva ley.53

Estados Unidos

A nivel federal Estados Unidos aprobó en 1996 la Ley para la Defensa del Matrimonio en
el que se define el matrimonio como la unión de un hombre con una mujer, por lo que las
leyes federales no pueden reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo.

A nivel de los Estados el matrimonio entre personas del mismo sexo es reconocido por
cinco Estados y por el Distrito de Columbia. El primero en aprobarlo, tras decisión judicial,
fue Massachusetts en 2004; Connecticut lo hizo en 2008, también tras un fallo judicial.
Iowa legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2009, aunque ya había
permitido estos matrimonios durante un día en 2007, el que va del 30 al 31 de agosto.
Vermont, que también aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo, fue el primero
en Estados Unidos en hacerlo por la vía legislativa. La ley de matrimonio de Nuevo
Hampshire entró en vigor el 1 de enero de 2010, esta ley fue aprobada por las cámaras del
Estado, siendo la primera que no recibía el veto de un gobernador. Posteriores intentos de
abolir las leyes de matrimonio entre personas del mismo sexo en Iowa y Nuevo Hampshire
han sido rechazados. En 2010 fue aprobado en el Distrito de Columbia (Washington D.C.).

En 2008 la Corte Suprema del estado de California declaró inconstitucional la prohibición


del matrimonio entre personas del mismo sexo y legalizó el matrimonio homosexual en el
estado. Esta decisión fue revertida cinco meses más tarde por un referéndum el 4 de
noviembre de 2008, a través de la llamada Proposición 8 que enmendó la Constitución con
el fin de que el matrimonio sólo fuera entre un hombre y una mujer. Los 18.000
matrimonios entre personas del mismo sexo que se habían oficializado hasta ese momento
permanecen legales.54

Distrito Federal (México)

El 21 de diciembre de 2009, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, en la ciudad de


México, aprobó por mayoría de 39 votos a favor, 20 en contra y cinco abstenciones, el
establecimiento de la alianza entre personas del mismo sexo, incluyendo su derecho a la
adopción, a partir de la iniciativa presentada por el partido gobernante de la ciudad capital,
Partido de la Revolución Democrática.29 Esto convirtió al Distrito Federal en la única
entidad federativa de México y la primera de América Latina que aprueba ese tipo de
unión. La iniciativa incluye reformas a seis artículos del código civil,55 en especial al
artículo 146 para que, en lugar de establecer "El matrimonio es la unión libre de un hombre
y una mujer (...)", como antes decía, señale actualmente que es "La unión libre de dos
personas (...)", y al artículo 391, referido a la adopción, de la que podrán disponer las
parejas del mismo sexo.

En consecuencia, toda pareja, independientemente de su orientación sexual, podrá casarse


en dicha entidad federativa y adoptar en la misma, cuando los dos estén conformes en
considerar al adoptado como hijo (...). Es de subrayar que, aunque muchos medios de
comunicación, organizaciones de derechos humanos y de la sociedad civil, asociaciones
políticas y varios políticos locales quisieron hacer énfasis en que esos derechos fueron
adquiridos en el Distrito Federal para la comunidad integrada por las minorías sexuales
(reconocida internacionalmente como comunidad LGBT, por sus siglas en inglés), la
generalidad de la reforma así como su terminología legal desvirtúan de hecho el que haya
sido un logro de los miembros no heterosexuales de la sociedad mexicana. Ello resulta
todavía más evidente unos cuantos meses después de la euforia inicial provocada por las
enmiendas, pues son modificaciones tendientes a evitar cualquier tipo de discriminación,
por ejemplo, entre quienes son consortes y quienes son concubinos.

Por otro lado, cabe señalar que algunas facciones políticas ya estudian hacer lo mismo en
las ciudades de Monterrey (Nuevo León),Guadalajara (Jalisco) y Veracruz (estado de
Veracruz), así como el acceso a los derechos de los cónyuges en un matrimonio civil
reconocido por la autoridad (distintos de los derechos de los concubinos y de los miembros
de las sociedades de convivencia), tales como la seguridad social (en trámite en el ámbito
federal), la pensión por viudez o divorcio y, también, la unión del patrimonio para solicitar
préstamos personales.

Algunos estados con gobiernos de tendencia conservadora (Baja California, Guanajuato,


Jalisco, Morelos, Sonora y Tlaxcala) promovieron un juicio ante la Suprema Corte de
Justicia, para no reconocer los enlaces entre homosexuales, en el que argumentaban que los
residentes de los estados en donde la unión civil entre personas del mismo sexo no está
permitido irían al Distrito Federal a contraer nupcias y luego regresarían a su estado de
residencia exigiendo los derechos que esa entidad concede a los matrimonios. Al respecto,
la Suprema Corte resolvió que las demandas de dichos estados eran "notoriamente
improcedentes".56 No fue sino hasta el 5 de agosto de 2010 que la Suprema Corte decidió,
por nueve votos contra dos, que los demás estados de la República mexicana están
obligados a reconocer la validez de los casamientos entre personas del mismo sexo que se
realicen en el Distrito Federal, pero que si la aplicación de aquella norma (art. 146 del
código civil del Distrito Federal) genera conflicto en esos estados, serán los tribunales
locales los que definirán qué hacer en cada caso.57

MENORES Y FAMILIA
Existen una amplia evidencia que muestra que los menores criados por progenitores del
mismo sexo se desenvuelven igual de bien que aquellos criados por progenitores de distinto
sexo. Más de 25 años de investigación documentan que no existe relación entre la
orientación sexual de los progenitores y cualquier medida de adaptación emocional,
psicológica y conductual del menor. Estos datos han demostrado que no existe riesgo para
los menores como resultado de crecer en una familia con uno o más progenitores gays.83 Si
los progenitores gays, lesbianas o bisexuales fueran inherentemente menos capaces que
otros progenitores heterosexuales comparables, sus hijos mostrarían problemas sin importar
el tipo de la muestra. Este patrón claramente no se ha demostrado. Dados los fracasos
consistentes en la literatura de investigación a la hora de demostrar que la hipótesis nula es
falsa, el peso de la evidencia empírica corresponde a aquellos que argumentan que los
menores criados por progenitores pertenecientes a una minoría sexual tienen más
problemas que los menores criados por progenitores heterosexuales.84 No hay
investigaciones que apoyen la creencia generalizada de que el género de los progenitores
sea importante para el bienestar de los menores.85

RELIGION

En el mundo religioso no existe consenso sobre los matrimonios entre personas del mismo
sexo, aunque la mayoría de las denominaciones religiosas se oponen a éste. Entre ellas se
encuentran la Iglesia Católica,105 algunos grupos cristianos bautistas como los cristianos
bautistas fundamentalistas,107 los cristianos Protestantes en general,108 los Mormones, los
Testigos de Jehová, el Islamismo y la Iglesia luterana.109 Entre las iglesias que casan a
parejas del mismo sexo se encuentra la Iglesia Luterana Sueca, la Iglesia Unida de Canadá,
la Iglesia Unida de Cristo, la Iglesia Universalista, los Cuáqueros, el Judaísmo reformado, y
diversas denominaciones minoritarias del Hinduismo y el Budismo. También existen otras
iglesias que bendicen los matrimonios o uniones entre personas del mismo sexo aunque no
con el rito matrimonial.

EL MATRIMONIO

El diccionario de la Real Academia Española define al matrimonio como la unión de


hombre y mujer concertada de por vida mediante determinados méritos o formalidades
legales. Esto es en cuanto al matrimonio civil. En lo que se refiere al matrimonio
canónico, el propio diccionario expresa que se trata de un sacramento propio de legos, por
el cual hombre y mujer se ligan perpetuamente como arreglo a las prescripciones de la
iglesia

Teóricamente, la edad para contraer matrimonio debería ser aquella en que los contrayentes
hubiesen alcanzado la pubertad, es decir, la capacidad de procrear; pero, como esa situación
es diferente para cada individuo, las legislaciones han tenido que acudir a la ficción legal de
que la aptitud sexual para celebrar nupcias se produce automáticamente en la mujer a una
determinada edad y en el hombre a otra, siendo la pubertad en aquella mas anticipada que
en éste.

Efectos del matrimonio

El matrimonio produce una serie de efectos jurídicos entre los cónyuges y frente a terceras
personas, de los cuales los fundamentales son las obligaciones conyugales, el parentesco y
el régimen económico del matrimonio. Además, en la mayoría de países produce de
derecho la emancipación del contrayente menor de edad, con lo cual éste queda libre de la
patria potestad de sus padres y podrá en adelante actuar como si fuera mayor, aunque
posteriormente se divorcie.

Precisamente, por el mismo hecho de tratarse de un contrato, el matrimonio suscita una


serie de efectos, tan peculiares como él mismo. Un efecto general, y de carácter
fundamental en esta materia está constituido por la creación de un nuevo estado para con
los sujetos: el estado conyugal; generando un vínculo que es algo más que un parentesco,
ya que es una unión más íntima, un vínculo matrimonial. Esta naciente condición de
cónyuges determina un entretejido de recíprocos derechos y deberes, originando asimismo
relaciones tanto personales como patrimoniales.

En cuanto a las relaciones personales, es necesario hacer referencia a los derechos y


deberes de los esposos, mencionados anteriormente. Estos están consagrados en el Código
Civil Venezolano (CCV), el cual en su artículo 137 establece que:
.- Con el matrimonio el marido y la mujer adquieren los mismos derechos y asumen
los mismos deberes. Del matrimonio deriva la obligación de los cónyuges de vivir juntos,
guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente.

.- La mujer casada podrá usar el apellido del marido. Este derecho subsiste aún
después de la disolución del matrimonio por causa de muerte, mientras no contraiga nuevas
nupcias.

.- La negativa de la mujer casada a usar el apellido del marido no se considerará, en


ningún caso, como falta a los deberes que la ley impone por efecto del matrimonio.

.- De igual modo, en el primer aparte del artículo 139 se contempla que:

El marido y la mujer están obligados a contribuir en la medida de los recursos de cada uno,
al cuidado y mantenimiento del hogar común, y a las cargas y demás gastos matrimoniales.

Gracias a tales disposiciones se puede decir que el legislador venezolano incluye el


Principio de la Igualdad del Hombre y la Mujer dentro de esta normativa, ya que ambos
asumen idénticos deberes, los cuales constituyen derechos de los que goza el otro. Esos
deberes serán de carácter legal (se encuentran consagrados en la ley), ético (se confían al
afecto y a la conciencia del marido y de la mujer), recíproco (cada uno de los esposos los
tiene para con el otro, y de orden público (no son relajables por el deseo de los cónyuges).

Es importante destacar que la fijación del domicilio conyugal debe ser designado con
arreglo al mutuo acuerdo de los esposos, tal como reza en el artículo 140 del CCV.

Validez del Matrimonio

Según el Código Civil de Venezuela CC en su artículo 44 tipifica:

El matrimonio no puede contraerse sino entre un solo hombre y una sola mujer. La Ley no
reconoce otro matrimonio contraído en Venezuela sino el que se reglamenta por el presente
Título, siendo el único que producirá efectos legales, tanto respecto de las personas como
respecto de los bienes.
Para que el matrimonio en Venezuela posea validez es necesario que cumpla con los
requisitos correspondientes establecidos en la sección III del título IV, y se establecen los
siguientes:

Artículo 46

No pueden contraer válidamente matrimonio la mujer que no haya cumplido catorce (14)
años de edad y el varón que no haya cumplido dieciséis (16) años.

Artículo 47

No puede contraer válidamente matrimonio el que adolece de impotencia manifiesta y


permanente.

Artículo 48

Tampoco puede contraer válidamente matrimonio el entredicho por causa de demencia ni el


que no se halle en su juicio. Si la interdicción ha sido únicamente promovida, se
suspenderá la celebración del matrimonio hasta que la autoridad judicial haya decidido
definitivamente.

Artículo 49

Para que el consentimiento sea válido debe ser libre. En el caso de rapto no será válido el
consentimiento si no se presta o ratifica después de devuelta la persona a su plena libertad.
Se reputa que no hay consentimiento cuando existe error respecto de la identidad de la
persona.

Artículo 50

No se permite ni es válido el matrimonio contraído por una persona ligada por otro
anterior, ni el de un ministro de cualquier culto a quien le sea prohibido el matrimonio por
su respectiva religión.

Artículo 51
No se permite ni es válido el matrimonio entre ascendientes y descendientes ni entre afines
en línea recta.

Artículo 52

Tampoco se permite ni es válido el matrimonio entre hermanos.

Artículo 53

No se permite el matrimonio entre tíos y sobrinos, ni entre tíos y los descendientes de los
sobrinos. Tampoco se permite el matrimonio entre cuñados cuando el que produjo la
afinidad quedó disuelto por divorcio.

Artículo 54

No es permitido ni válido el matrimonio del adoptante con el adoptado y sus descendientes,


entre el adoptante y el cónyuge del adoptado, ni entre el adoptado y el cónyuge del
adoptante, mientras dure la adopción.

Artículo 55

No se permite ni es válido el matrimonio entre el condenado como reo o cómplice de


homicidio ejecutado, frustrado o intentado contra uno de los cónyuges, y el otro cónyuge.
Mientras estuviere pendiente el juicio criminal, tampoco podrá celebrarse el matrimonio.

Artículo 56

No podrá contraer matrimonio el encausado por rapto, violación o seducción, mientras dure
el juicio criminal que se le forme y mientras no cumpla la pena a que haya sido condenado,
a no ser que lo celebre con la mujer agraviada.

Artículo 57

La mujer no puede contraer válidamente matrimonio sino después de diez (10) meses
contados a partir de la anulación o disolución del anterior matrimonio, excepto en el caso
de que antes de dicho lapso haya ocurrido el parto o produzca evidencia médica
documentada de la cual resulte que no está embarazada.
Artículo 58

No se permite el matrimonio del tutor o curador o alguno de sus descendientes con la


persona que tiene o han tenido bajo su protección, en tanto que, fenecida la tutela o
curatela, no haya recaído la aprobación de las cuentas de su cargo; salvo que el Juez ante
quien se constituyó la tutela o el del domicilio del tutor, por causas graves, expida la
autorización.

Artículo 59

El menor de edad no puede contraer matrimonio sin el consentimiento de sus padres. En


caso de desacuerdo entre los padres, o de imposibilidad de manifestarlo, corresponderá al
Juez de Menores del domicilio del menor autorizar o no el matrimonio, oída la opinión de
los padres si fuere posible. Contra estas decisiones no habrá recurso alguno.

Artículo 60

A falta del padre y de la madre se necesita el consentimiento de los abuelos y abuelas del
menor. En caso de desacuerdo bastará que consientan en el matrimonio dos de ellos. Si
esto no fuere posible, corresponderá al Juez de Menores del domicilio del menor autorizar
o no el matrimonio, oída la opinión de los abuelos y abuelas. Contra esta decisión no habrá
recurso alguno.

Artículo 61

A falta de padres, abuelos y abuelas, se necesita el consentimiento del tutor; si éste no


existe, se pedirá la autorización del Juez de Menores del domicilio del menor.

Artículo 62

No se requerirá la edad prescrita en el artículo 46:

1. A la mujer menor que haya dado a luz un hijo o que se encuentre en estado de gravidez.

2. Al varón menor cuando la mujer con la que quiere contraer matrimonio ha concebido un
hijo que aquél reconoce como suyo o que ha sido declarado judicialmente como tal.
Artículo 63

Contra la negativa de consentimiento por parte de los llamados por la Ley a darlo no habrá
recurso alguno, salvo que la negativa fuere del tutor, caso en el cual podrá ocurrirse al Juez
de Primera Instancia del domicilio del menor para que resuelva lo conveniente.

Artículo 64

Se entiende que faltan el padre, la madre o los ascendientes, no sólo por haber fallecido,
sino también por los motivos siguientes;

1º Demencia perpetua o temporal, mientras dure.

2º Declaración o presunción de ausencia, o estada en países extranjeros de donde no puede


obtenerse contestación en menos de tres meses.

3º La condenación a pena que lleve consigo la inhabilitación, mientras dure ésta.

4º Privación, por sentencia, de la patria potestad.

Artículo 65

Los Jueces de Primera Instancia en lo Civil pueden dispensar el impedimento que existe
entre los tíos y sobrinos de cualquier grado y entre los cuñados. Nulidad del Matrimonio

Todos aquellos matrimonios que se realizan con algún incumplimiento legal en cuanto a los
requisitos que se exigidos, son anulables, porque la nulidad matrimonial es una acción que
se realiza contra aquellos matrimonios que padecen en su formación, la falta de un
elemento esencial, pero que en realidad se pueden ampliar a aquellos casos en los que se
celebren matrimonio sin intervención del funcionario autorizado para realizar la boda, o en
el matrimonio en artículo de muerte se hubiera contraído sin testigos o con personas no
aptas para serlo, Cuando se celebra entre determinadas personas, prohibidas por el Código
Civil (por ejemplo menores de edad no emancipados), salvo en aquellos casos en que se
haya producido una dispensa, es decir, se haya dado autorización, a pesar de estar
prohibido.

Requisitos
Son los mismos requisitos para la nulidad absoluta y para la nulidad relativa ya que se
sustancia por los mismos tramites de juicio ordinario pero existen ciertas peculiaridades a
las que nos referimos:

a) Naturaleza de la Acción: Ya que la acción de nulidad absoluta y nulidad relativa es


declarativa de negación o de impugnación.

b) Publicidad Previa: Cuando hay una acción de nulidad matrimonial se publique un


edicto en un diario de circulación en el lugar donde el tribunal de la causa tiene su sede, en
el cual se de informe preciso sobre el procedimiento del actor.

c) Fuero Competente: El Juez de Familia es quien conoce la acción, con jurisdicción en


el lugar donde los demandantes tienen su domicilio.

d) Medida Preventiva: Cuando se introduce la demanda de nulidad del matrimonio, el


tribunal puede, a instancia del actor o cualquiera de los cónyuges en oficio, si alguno de
ellos fuere menor de edad, dictar la separación de los cónyuges, el juez toma medidas
provisionales. Estas son:

- Dejar los hijos al cuidado de uno de los cónyuges o de ambos, o bajo la guarda de un
tercero.

- Dictar las medidas que considere procedentes, entre las provisionales

e) Especialidades Procésales: En dicho juicio debe intervenir el representante del


Ministerio Público. La decisión definitiva de primera instancia debe ser consultada al
superior siempre que declare con lugar la demanda.

f) Naturaleza de la Sentencia: la sentencia debe ser carácter declarativo; ya que se


limita a reconocer el derecho existente entre los aparentes cónyuges con anterioridad al
juicio.

g) Publicidad de la Sentencia: Cuando el proceso de nulidad de matrimonio, el Juez debe


pasar copia certificada de la sentencia definitiva a los funcionarios encargados donde se
asentó el Acta de Matrimonio, para que se haga los tramites pertinentes.
Nulidad Absoluta

Concepto:

Se refiere así, cuando la norma violada en su celebración y que determina la ineficacia del
vínculo, y que ha sido consagrada por la ley con el único y exclusivo propósito de
salvaguardar el orden público.

Características:

a) No prescribe ni caduca: Por que el vínculo no es convalible, si la acción


correspondiente solo fuere ejercida dentro de determinado plazo, al expirar este, produciría
de hecho una convalidación tácita del matrimonio irregular.

b) No es covalidable: Por que no puede ser objeto de convalidación expresa ni tácita. El


orden público se encuentra interesado de desaparecer la vida jurídica y por eso no admite
ningún medio legal que permita amparar al vínculo de la declaración judicial de nulidad.

c) Todo interesado puede prevalerse de ella: Por que puede ser demandada judicialmente
por toda persona que tenga interés legítimo y actual y son:

- Los propios cónyuges (Artículos 117 y 122 del Código Civil).

- Los cónyuges de algunos de los contrayentes (Artículo 122 del Código Civil).

- Los ascendientes de los cónyuges (Artículos 117 y 122 del Código Civil).

- El fiscal del Ministerio Público (Artículo 130 del Código de Procedimiento Civil).

- Toda persona con interés legitimo y actual (Artículos 117, 122 y 123 del Código Civil).

Casos:

Las violaciones de requisitos de fondo o de forma del matrimonio son las siguientes:

a) Violación de supuestos matrimoniales:

- Contrayentes del mismo sexo.

- Ausencia de consentimientos.
- Ausencia de funcionario autorizado.

b) Violación de impedimentos dirimentes:

- Violación de impedimento de vínculo matrimonial anterior.

- Violación de impedimento de orden.

- Violación de impedimento de rapto.

- Violación de impedimento de consaguinidad.

- Violación de impedimento de afinidad.

- Violación de impedimento de adopción.

- Violación de impedimento de crimen.

c) Violación de formalidades en matrimonio in art mortis (Artículo 98 del Código Civil):

- Numero insuficiente de testigos.

- Testigos inhábiles.

Nulidad Relativa

Concepto:

Consiste en la norma legal violada en su celebración que determina la ineficacia del


vínculo, y protege intereses de orden público y a la vez fue consagrada por el legislador
como protección al interés particular de alguno de los contrayentes o de ambos.

Características:

Nulidad relativa alegable por todo interesado: son tres,

1) Matrimonio de incapaces por razón de edad (Artículo 117 del Código Civil):
- Titularidad de la acción de anulación: Es cuando la declaración judicial puede ser
solicitada por todo interesado.

- Caducidad de la acción de anulación: Caduca al ocurrir cualquiera de los siguientes


hechos:

I. Cuando los contrayentes llegan a la edad requerida para contraer validamente el


vinculo.

II. Cuando la mujer que no tiene la edad señalada por la ley para contraer matrimonio ha
concebido.

- Convalidación tácita del matrimonio: Es invalido por razones de incapacidad en


cuanto la edad de los contrayentes, no es susceptible de convalidación expresa; pero es
objeto de convalidación tácita, antes que se interponga la acción de anulación, antes que
caduque.

2) Incompetencia territorial del funcionario: La nulidad relativa del matrimonio esta


prevista en la 2da parte del artículo 117 del Código Civil, ya que en caso aludido solo se
plantea cuando el funcionario que presencia el matrimonio esta autorizado por la ley para
ello, pero actúa fuera de su jurisdicción territorial. Sus características:

- Titularidad de la acción de anulación: Corresponde a toda persona autorizada.

- Caducidad de la acción de anulación: Es al cumplirse un año de celebrado el


matrimonio.

- Convalidación de la acción de anulación: cuando se intenta la acción de nulidad


relativa dentro del año inmediato siguiente a la celebración del acto, pero no puede ser
convalidado en forma expresa.

3) Defecto de los testigos: El matrimonio ordinario y el que regula en artículo de muerte,


celebrado sin la asistencia de los testigos que la ley exige es relativamente nulo, artículo
117 del Código Civil, 2da parte.
Nulidad relativa alegable por determinadas personas: Hay otros casos en los que
determinadas personas, que son siempre las mismas y son:

1). Vicios en el consentimiento matrimonial:

Características:

- Titularidad de la acción de anulación: Solo corresponde al contrayente que sufrió el


vicio de consentimiento.

- Caducidad de la acción de anulación: La acción se extingue si los contrayentes


cohabitan durante 1 mes, después de cesada la violencia.

- Convalidación del matrimonio: Los contrayentes pueden convalidar tácitamente el


matrimonio anulable por vicios en el consentimiento de sus partes, manteniendo la
cohabitación durante un mes, desde la fecha de la desaparición del vicio.

2). Incapacidad de alguno de los contrayentes por falta de cordura:

- Titularidad de la acción de anulación: Son los siguientes:

I. Al contrayente entredicho o insano, cuando sea rehabilitado.

II. Al tutor del contrayente entredicho.

III. Al otro cónyuge (sano y capaz).

- Caducidad de la acción de anulación: Es cuando los cónyuges cohabitan durante un


mes después de la revocación de la interdicción del insano.

- Convalidación tácita del matrimonio: Se logra con la cohabitación de los cónyuges


por el termino de un mes, a partir de la fecha de la revocación de la interdicción del
incapaz.

3). Incapacidad de alguno de los contrayentes por falta de potencia sexual (Artículo 119
del Código Civil): Características:
- Titularidad de la acción de anulación: Le corresponde al otro cónyuge (no afectado
de incapacidad). El legislador a querido dejar la decisión del caso a dicho contrayente, que
es la única victima de la situación.

- La acción de anulación no prescribe ni caduca: Como se trata de una acción de


declaración de estado, no esta sujeta al termino de prescripción.

- El matrimonio no es convalidable: El matrimonio celebrado por el impotente no


puede ser objeto de confirmación expresa, puesto que nada prevé la ley al respecto,
tampoco es susceptible de convalidación tácita por que la anulación puede ser intentada en
cualquier tiempo por el cónyuge capaz

Matrimonio putativo:

Terminológicamente derivado de putativus, reputado, tenido por tal, es la ficción jurídica


por la que, aun siendo nulo un matrimonio, se considera válido en beneficio del cónyuge
que al contraerlo hubiera obrado de buena fe. Antecedentes hay en las opiniones de Pedro
Lombardo, Hugo de San Víctor y otros, recogidas por algunas decisiones pontificias y en
las Decretales de Gregorio IX (tít. III y XVII, lib. IV); en el CIC (can. 1015: «Si por lo
menos uno de los cónyuges ha procedido de buena fe al celebrar matrimonio inválido, éste
se llama putativo hasta que ambos conozcan con certeza la nulidad»); Partida IV, leyes 3a,
tít. 3° y 2°, tít. 15.

Será putativo el matrimonio si, a pesar de adolecer de vicios determinados de la declaración


judicial de nulidad, surte, hasta la firmeza de ésta, plenos efectos civiles para el cónyuge o
cónyuges que los desconocían al tiempo de celebrarlo, e incluso después de la misma para
los hijos cuyos padres hubieran conocido aquéllos. Esto último (con cierto precedente en un
rescripto de los emperadores Marco Aurelio y Lucio Vero, en el antiguo Código prusiano y
en alguna disposición del suizo) inspirado en el fin de evitar que se haga víctimas de culpas
ajenas a seres inocentes, constituye innovación muy trascendente respecto del tradicional
criterio legal civil y canónico, que exigía siempre la buena fe, al menos, de uno de los
esposos, para conceder legitimidad a los hijos.

La buena fe: consiste en el subjetivo estado de creencia, por parte de uno o de los dos
contrayentes, al tiempo de celebrar el matrimonio, de que lo contraen válidamente, aunque
exista un error de hecho o de derecho, con tal de que sea excusable, siendo indiferente el
conocimiento posterior del error; en cambio, para el Derecho canónico dejará de ser
putativo el matrimonio desde el momento en que los esposos conocen la causa de nulidad,
de modo que los hijos concebidos después de tal conocimiento no se reputan legítimos. La
buena fe se presume, salvo constancia de lo contrario, cuya prueba corre a cargo de quien la
impugna.

Régimen económico del Matrimonio

Art. 148 CC: "Entre marido y mujer, si no hubiere convención en contrario, son comunes,
de por mitad, las ganancias o beneficios que se obtengan durante el matrimonio" El artículo
precedente ha dejado bien en claro que la comunidad de gananciales es un régimen
supletorio que otorga de por mitad a los cónyuges la propiedad sobre los bienes comunes.
Más adelante se verá hasta qué punto lo que se establece el artículo es verdad, porque el
artículo consagra una afirmación "muy general" de que todos los bienes o ganancias
obtenidas durante el matrimonio son comunes, es por ello que tenemos que ser muy
precisos, porque hay una gran cantidad de bienes que se adquieren durante el matrimonio
que NO son comunes sino que son PROPIOS y lo establece el mismo Código, pero ese
artículo lo que hace es entrañar una idea general de lo que es la materia; más exacto hubiese
sido si hubiera señalado : " los adquirido a título oneroso" en contraposición a los
adquiridos a título gratuito, puesto que los adquiridos a título "gratuito", aun después del
matrimonio son "propios" , por regla; y los adquiridos título "oneroso" como regla ( porque
también tiene excepciones) son "comunes". Es importante tener en cuenta que no todos los
bienes adquiridos durante el matrimonio forman parte de dicha comunidad, puesto que,
como veremos en adelante hay muchos bienes que, a pesar de ser adquiridos durante el
matrimonio, son propios (del cónyuge que los haya adquirido) Ej. Bienes adquiridos a título
gratuito.
En lo que respecta a los efectos patrimoniales, se encuentra el régimen de bienes en el
matrimonio, conformado por el grupo de normas que enmarca los aspectos económicos que
brotan de los cónyuges entre sí o entre éstos con terceros. Dichas normas pueden ser
acogidas por el consenso de voluntades de ambos sujetos, o en caso contrario, son
determinadas por la propia ley.

Esta situación se origina por causa del mismo matrimonio en sí; pues aunque su propósito
original sea no pecuniario, en la convivencia permanente de dos personas se suscitan una
serie de gastos impostergables que requieren ser subsanados. Y si bien se ha dicho
anteriormente que los deberes de hombre y mujer en el matrimonio son iguales, en
consecuencia ambos deberán soportar los gastos de manera compartida, pues recae en ellos
el soporte económico del hogar; incluyendo en él sus atenciones personales así como las
atenciones con personas frente a las cuales están obligados (hijos, familiares enfermos,
acreedores, etcétera).

Cuando la pareja decide llegar a un acuerdo previo al matrimonio para regular su


patrimonio dentro de la vida conyugal, se habla de Capitulaciones Matrimoniales. Si no es
llevado a cabo este procedimiento, la ley procura un régimen supletorio: la Comunidad
Limitada de Gananciales.

Las Capitulaciones Matrimoniales: son acuerdos que realiza la pareja próxima a casarse
para determinar el tratamiento que será aplicado a sus bienes patrimoniales, una vez
efectuado el matrimonio, y en tanto que la duración de éste.

Estos pactos se caracterizan por ser bilaterales (pues son efectuados por ambos
contrayentes); además son accesorios al matrimonio (ya que no podrán celebrarse de
manera independiente a él, si el matrimonio no llega a realizarse o en caso de declararse
nulo, las capitulaciones no surten efecto alguno); son solemnes (para su debida ejecución es
necesario cumplir con las formalidades de ley); son personalísimos (así como lo es el
matrimonio, pues son llevadas a cabo exclusivamente por la pareja); son inapelablemente
anteriores al matrimonio (si no son pactadas previamente, ya no podrán serlo, siendo
sometida dicha unión al régimen supletorio); y por último son inmutables (no pueden
modificarse después de la celebración del matrimonio).
Por otra parte se encuentra el régimen legal supletorio:

La Comunidad Limitada de Gananciales: ésta entra en escena cuando los futuros cónyuges
no ejercen el derecho que les otorga la ley para elegir su régimen patrimonial matrimonial,
supliendo el vacío que podría causar esa falta de escogencia.

Está consagrado en el artículo 148 del CCV que establece:

Entre marido y mujer, si no hubiere convención en contrario, son comunes, de por mitad,
las ganancias o beneficios que se obtengan durante el matrimonio.

Así, la Comunidad Limitada de Gananciales puede definirse como un género de comunidad


limitada, constituido por la propiedad compartida de un conjunto de bienes, que se
consideran comunes a ambos cónyuges; siendo tales bienes las ganancias o beneficios
obtenidos por cualquiera de ellos durante el matrimonio; manteniendo esa propiedad al
margen de la existencia (absolutamente legal y por demás obvia) de bienes propios de cada
esposo.

Por ser especial y genérica, posee cualidades que la diferencian de la comunidad


corriente de bienes. Entre éstas puede mencionarse el hecho de que sólo puede existir entre
cónyuges, quedando prohibida la sociedad de ganancias a título universal surgida entre
personas que no gocen de este parentesco (según el artículo 1650 del CCV). Las cuotas de
copropiedad se mantienen inalterables, correspondiente a la mitad de las ganancias (artículo
148 del CCV). No puede ser establecida previamente a la celebración del matrimonio
(artículo 149 del CCV). Su sistematización corresponde al texto legal, y nunca a la voluntad
de las partes. Y por último, no persigue fines lucrativos, sino que busca el debido
cumplimiento de las obligaciones que trae consigo el matrimonio.

Luego, dentro de ésta comunidad de gananciales se hallan dos conjuntos bienes:


aquéllos propios de cada cónyuge, y aquéllos que pasan a ser compartidos por ambos. éstos
últimos se constituyen por las ganancias obtenidas por su trabajo, así como también los
rendimientos (frutos, rentas e intereses) que generan los bienes comunes y propios. De
igual manera, constituyen gananciales los bienes adquiridos con otros gananciales.
Artículo 158. El derecho de usufructo o de pensión, forma parte de los bienes
propios del cónyuge a quien pertenece; pero las pensiones y frutos correspondientes a los
primeros veinte años del matrimonio, corresponden a la comunidad en los cuatro quintos.
De los veinte años en adelante todos los frutos y pensiones corresponden a la comunidad.

Artículo 161. Los bienes donados o prometidos a uno de los cónyuges, por razón del
matrimonio, aún antes de su celebración, son de la comunidad, a menos que el donante
manifieste lo contrario.

Artículo 163. El aumento de valor por mejoras hechas en los bienes propios de los
cónyuges, con dinero de la comunidad, o por la industria de los cónyuges, pertenece a la
comunidad.

Los bienes propios de cada uno de los esposos, es decir, los que no forman parte de
los gananciales, están expresados en el CCV como sigue:

Artículo 151. Son bienes propios de los cónyuges los que pertenecen al marido y a
la mujer al tiempo de contraer matrimonio, y los que durante éste adquieran por donación,
herencia, legado o por cualquier título lucrativo. Son también propios los bienes derivados
de las accesiones naturales y la plusvalía de dichos bienes, tesoros y bienes muebles
abandonados que hallare alguno de los cónyuges, así como los vestidos, joyas y otros
enceres u objetos de uso personal o exclusivo de la mujer o del marido.

Artículo 152. Se hacen propios del respectivo cónyuge los bienes adquiridos durante el
matrimonio:

1.- Por permuta con otros bienes propios del cónyuge.

2.- Por derecho de retracto ejercido sobre los bienes propios por el respectivo
cónyuge y con dinero de su patrimonio.

3.- Por dación en pago hecha al respectivo cónyuge por obligaciones provenientes de
bienes propios.

4.- Los que adquiera durante el matrimonio a título oneroso, cuando la causa de
adquisición ha precedido al casamiento.
5.- La indemnización por accidentes o por seguros de vida, de daños personales o de
enfermedades, deducidas las primas pagadas por la comunidad.

6.- Por compra hecha con dinero proveniente de la enajenación de otros bienes
propios del cónyuge adquiriente.

7.- Por compra hecha con dinero propio del cónyuge adquiriente, siempre que haga
constar la procedencia del dinero y que la adquisición la hace para sí.

En caso de fraude, quedan a salvo las acciones de los perjudicados para hacer declarar
judicialmente a quien corresponde la propiedad adquirida.

Es fundamental mencionar el supuesto de los Derechos de Autor, debido a que éstos


permanecen como bienes propios del cónyuge que mediante su actividad intelectual los
produjo, aún cuando hayan sido adquiridos durante el matrimonio.

El mantenimiento económico del hogar únicamente no gira en torno a las propiedades y


transacciones de los esposos; ambos también deberán correr (de por mitad) con las
denominadas cargas comunes, constituidas por las responsabilidades o deudas adquiridas
por cualquiera de los cónyuges o ambos, pero que por su origen no deben ser soportadas
individualmente, sino en comunidad, según lo indican los artículos 165 y 166 del CCV.

Comunidad Ordinaria y Comunidad de Gananciales:

COMUNIDAD ORDINARIA

COMUNIDAD DE GANANCIALES

Ubicación: Art. 759 al 770 CC.

Art. 148 al 183 CC.

Cantidad de propietarios: Hay varios propietarios de un solo bien y cada comunero es


propietario de un determinado porcentaje del bien (puede ser el 1%, el 10%, el 20%, etc.),
pero la comunidad como tal es propietaria del bien en su conjunto Ej. Los herederos son
comuneros de los bienes que han heredado.

Pueden haber cuantos comuneros se quiera.

Teóricamente sólo pueden haber dos propietarios (los cónyuges) de los bienes que
conforman la comunidad y SIEMPRE la proporción será de por mitad (cada uno es dueño
del 50% de los bienes de la comunidad). Excepción: El Matrimonio putativoEj. El hombre
musulmán que de buena fe cree que en nuestro país se acepta la poligamia y contrae
matrimonio con dos mujeres. Conforme al profesor, en este caso la primera mujer no
debería verse perjudicada por el segundo matrimonio, así que el porcentaje de propiedad
sobre los bienes sería así: Primera mujer 50%, Hombre 50% dividido entre él y las
siguientes esposas, si hay dos esposas el hombre y la segunda esposa poseerían un 25% de
los bienes cada uno.

Disposición: Los comuneros pueden disponer libremente de su cuota parte en el bien Ej. Si
yo soy dueña del 25% de una finca, yo puedo tomar esa parte y venderla, cederla, donarla,
etc.

Los bienes de la comunidad de gananciales en principio no son de libre disposición Ej.Yo


para vender un bien de la comunidad necesito de la autorización de mi esposo.

Administración: Se requiere unanimidad entre los comuneros para las decisiones


correspondientes a la administración de los bienes.

Más adelante veremos que la administración de los bienes comunes de la pareja se maneja
de una manera distinta a la unanimidad.

Extinción: Subsiste después de la muerte de los comuneros, porque los herederos pueden
ocupar su lugar en la comunidad.

Se extingue con la muerte.

Fuente: Las fuentes de la comunidad ordinaria son muy variadas: donaciones, herencias,
compra conjunta, legados y otras.
La única fuente de la comunidad de gananciales es el Matrimonio.

La comunidad ordinaria es vista con malos ojos por el legislador, prueba de esto se
encuentra en algunas de las limitaciones que existen en su regulación (como que no pueden
pactarse por más de 5 años), por otra parte, normalmente son poco prácticas desde el punto
de vista económico, ya que con el pasar del tiempo la cantidad de comuneros suele ser
mayor, hasta que, en un determinado momento, a cada comunero le toca sólo una pequeña
parte de dinero por su parte.

El régimen matrimonial es totalmente lógico porque la pareja busca mantener, al menos en


principio, el resto de sus vidas en comunidad y así como tienen entre sí deberes de
asistencia y socorro, es apenas lógico que los cónyuges mantengan algunos bienes en
comunidad, ya que, comparten una comunidad de vida.

Sociedad y Comunidad de Gananciales:

SOCIEDAD

COMUNIDAD DE GANANCIALES

Es un contrato que, entre otras cosas, persigue fines de lucro.

Ya en el primer parcial dejamos bien claro que el matrimonio no es un contrato y, como es


de suponer, no es de su esencia que persiga algún fin de lucro.

Pueden y, normalmente, adquieren personalidad jurídica.

No tiene personalidad jurídica, se trata de dos patrimonios en los cuales existen bienes
comunes y bienes propios.

Se forman por mutuo consenso y se extinguen por mutuo disenso, es decir, que se respeta la
autonomía de la voluntad de las partes.
El matrimonio se forma consensualmente, pero no puede disolverse de la misma manera,
además sus normas, suelen ser de orden público.

Cada socio va a recibir utilidades en proporción a su propiedad Ej. Si poseo el 30% de la


propiedad, en ese mismo porcentaje recibiré las utilidades percibidas por la sociedad.

Cada cónyuge recibe el 50% de las utilidades percibidas por la comunidad de gananciales y
es algo que no puede variar.

No se extinguen por muerte de los socios.

Se extingue por muerte de los cónyuges.

La administración de la sociedad se realiza por acuerdo entre los socios.

La administración de la comunidad se encuentra regida por el código civil.

No están permitidas las sociedades universales Primer aparte del Art. 1650 CC: "Se prohíbe
toda sociedad a título universal, sea de bienes presentes y venideros o de unos u otros…".

Están permitidas las ganancias universales para la comunidad de ganancialesSegundo


aparte del Art. 1650 CC: "Se prohíbe asimismo, toda sociedad de ganancias a título
universal, excepto entre cónyuges…".

Son mutables, es decir, que pueden sufrir modificaciones, siempre que se acuerden por los
socios.

La comunidad de gananciales no puede recibir modificaciones y se rige estrictamente por el


Código Civil, es inmutable.

Disolución De La Comunidad

Al extinguirse la comunidad el régimen deja de producir sus efectos patrimoniales, en


principio la Comunidad de Gananciales sólo se extingue con la extinción del matrimonio,
pero en casos excepcionales puede ocurrir que se disuelva ésta sin disolverse el
matrimonio. Es importante resaltar que la Comunidad de Gananciales sólo se disolverá por
las causas establecidas taxativamente en la ley, causas que además, son de interpretación
restrictiva. También se extingue la comunidad por la declaración de nulidad del
matrimonio; cuando hay matrimonio putativo la comunidad produce plenos efectos hasta la
declaración de nulidad, si uno de los cónyuges es de buena fé los gananciales corresponden
a ése, si ambos son de mala fe corresponden a los hijos y de no haber hijos, corresponderán
a ambos de por mitad Art. 173 CC: "La comunidad de los bienes en el matrimonio se
extingue por el hecho de disolverse éste o cuando se le declare nulo. En este último caso, el
cónyuge que hubiere obrado con mala fe no tendrá parte en los gananciales.

Si hubiere mala fe de parte de ambos cónyuges, los gananciales corresponderán a los hijos,
y sólo en defecto de éstos, a los contrayentes.

También se disuelve la comunidad por la ausencia declarada y por la quiebra de uno de los
cónyuges, y por la separación judicial de bienes, en los casos autorizados por este Código.

Toda disolución y liquidación voluntaria es nula, salvo lo dispuesto en el artículo 190".

Casos De Extinción:

· Disolución del matrimonio: El matrimonio se extingue al disolverse el matrimonio, ya


sea por muerte de uno de los cónyuges o por divorcio, pero en éste caso es necesario que la
sentencia declare expresamente la extinción de la comunidad.

· Nulidad del matrimonio: Será causal de extinción de la comunidad cuando la nulidad sea
declarada por una sentencia definitivamente firme, aún cuando la sentencia no lo declare en
forma expresa.

· Ausencia declarada de uno de los cónyuges: Este es un punto que será explicado con
calma porque debemos ser cuidadosos con él. En principio diremos que para que la
comunidad se extinga por esta vía debe ser declarada la ausencia (cuando existen dudas
razonables acerca de la vida o muerte de la persona) por sentencia definitivamente firme,
no bastará con la presunción de ausencia.

La no presencia existe cuando la persona tiene menos de dos o tres años desaparecido, si la
persona dejó algún mandatario éste lo representará, puesto que se presume que esa es la
persona de su confianza y que si dejó mandatario es porque planeaba ausentarse por un
cierto tiempo. Pasados dos o tres años de la No presencia los herederos podrán solicitar que
se haga la declaración de ausencia, si la persona dejó mandatario se deben esperar tres años
y si no lo ha hecho con esperar dos años bastará Art. 421 CC: "Después de dos años de
ausencia presunta o de tres, si el ausente ha dejado mandatario para la administración de sus
bienes, los presuntos herederos ab-intestato y contradictoriamente con ellos los herederos
testamentarios, y quien tenga sobre los bienes del ausente derechos que dependan de su
muerte, pueden pedir al Tribunal que declare la ausencia".

La declaración de ausencia produce efectos importantes en cuanto a la administración de


los bienes, entre ellos, que se le entrega la provisional posesión de los bienes a los
presuntos herederos Art. 426 CC: "Ejecutoriada la sentencia que declare la ausencia, el
Tribunal, a solicitud de cualquier interesado ordenará la apertura de los actos de última
voluntad del ausente.

Los herederos del ausente, si éste hubiese muerto el día de las últimas noticias de su
existencia, o los herederos de aquéllos, pueden pedir al Juez la posesión provisional de los
bienes.

También todos los que tengan sobre los bienes del ausente derechos que dependan de la
condición de su muerte, pueden pedir, contradictoriamente con los herederos, que se les
acuerde el ejercicio provisional de esos derechos.

Ni a los herederos ni a las demás personas precedentemente indicadas, se les pondrá en


posesión de los bienes ni en ejercicio de sus derechos eventuales, sino dando caución
hipotecaria, prendaria o fideyusoria, por una cantidad que fijará el Juez, o mediante
cualesquiera otras precauciones que estime convenientes en interés del ausente, si no se
pudiere prestar la caución".

La presunción de muerte ocurre después de los 10 años de ausencia de la persona, en cuyo


caso: Si el cónyuge del ausente se casa el matrimonio no es nulo, salvo que se compruebe la
existencia de la bigamia o que aparezca el ausente, esto sucede porque la presunción de
muerte NO extingue el matrimonio Art. 434 CC: "Si la ausencia ha continuado por espacio
de diez años desde que fue declarada, o si han transcurrido cien años desde el nacimiento
del ausente, el Juez, a petición de cualquier interesado, declarará la presunción de muerte
del ausente, acordará la posesión definitiva de los bienes y la cesación de las garantías que
se hayan impuesto. Esta determinación se publicará por la imprenta". Nuestro Código
establece además la llamada Presunción de muerte por accidente, que tiene lugar cuando la
persona ha desaparecido luego de que ha ocurrido una catástrofe (Ej. Deslave de Vargas),
razón por la cual, el tiempo exigido para la declaración de la misma es más corto y su
declaración produce los mismos efectos que la declaración de ausencia Art. 438 CC: "Si
una persona se ha encontrado en un naufragio, incendio, terremoto, guerra u otro siniestro
semejante, y a raíz de éste no se ha tenido noticia de su existencia, se presume que ha
muerto. Esta presunción será declarada por el Juez de Primera Instancia del domicilio, a
petición de cualquier presunto heredero ab-intestato o testamentario, o de quienquiera que
tenga acciones eventuales que dependan de la muerte de aquella persona, previa la
comprobación de los hechos.

La solicitud se publicará por la prensa durante tres meses, con intervalos de quince días por
lo menos. Pasado dicho período se procederá a la evacuación de las pruebas y a la
declaración consiguiente".

· Quiebra de uno de los cónyuges: En caso de quiebra la administración de los


bienes del fallido la tienen los acreedores y como es lógico no tiene ningún sentido que
subsista la comunidad, razón por la cual, una vez que uno de los cónyuges es declarado en
quiebra por sentencia definitivamente firme, se extingue la comunidad.

· Separación Judicial de Bienes: Según el profesor esta separación judicial se


produce en tres casos: Separación de mutuo acuerdo, separación por acción judicial y por
mala administración de los bienes por parte de uno de los cónyuges.

· Administración irregular de los bienes comunes: Cuando uno de los cónyuges


administre en forma irregular los bienes comunes, el otro puede acudir ante el juez para
ponerlo en conocimiento de la situación y que éste tome las medidas que considere
pertinentes. Si las medidas acordadas por el juez no fueren suficientes, el otro cónyuge
puede pedir la separación de bienes, la cual será tramitada por el Procedimiento Ordinario
(se debe registrar el libelo de la demanda, porque si la sentencia declara con lugar la acción,
los efectos se cuentan a partir del registro del libelo) Art. 171 CC:"En el caso de que alguno
de los cónyuges se exceda de los límites de una administración regular o arriesgue con
imprudencia los bienes comunes que está administrando, el Juez podrá, a solicitud del otro
cónyuge, dictar las providencias que estime conducentes a evitar aquel peligro, previo
conocimiento de causa. De lo decidido se oirá apelación en un solo efecto, si se acordaren
las medidas y libremente, en caso contrario. Si las medidas tomadas no bastaren, el
cónyuge perjudicado podrá pedir separación de bienes".

Efectos De La Disolución De La Comunidad:

El efecto principal es que se sustituye la comunidad de gananciales por una comunidad


ordinaria, entre los cónyuges o ex-cónyuges (recuerden que se puede disolver subsistiendo
el matrimonio) o sus herederos. Esa comunidad ordinaria se rige por las disposiciones
relativas a la comunidad ordinaria y sólo termina con la liquidación de la misma, es posible
que se nos remita a las normas de partición de herencias, esto es así, porque la comunidad
de gananciales es un régimen supletorio.

· Desaparece la comunidad de los frutos de los bienes propios.

· Todo lo adquirido por los cónyuges con su trabajo es propio.

· La comunidad se sustituye por una comunidad ordinaria.

· Cesan las limitaciones en cuanto a disposición de bienes, herencias y legados.

· En principio, se mantiene la situación frente a terceros, porque las deudas no


se dividen.

· Subsisten los deberes frente a la familia y el derecho a alimentos entre


esposo.

Liquidación De Bienes Comunes:

Al liquidarse la comunidad conyugal los derechos sobre los bienes comunes dejan de ser
de por mitad y lo que se persigue es que cada cónyuge se quede con la totalidad de cierto
grupo de bienes, sacrificando otros Ej. El matrimonio tenía los apartamentos 1 y 2, sobre
los cuales cada cónyuge era propietario del 50%, al liquidarse la comunidad, se le
entregaría un apartamento a cada cónyuge, con lo cual cada uno sería propietario del 100%
sobre uno de los apartamentos, sacrificando el otro. Aclara el profesor que no se trata de
una operación tan sencilla como se ve en el ejemplo anterior, puesto que los patrimonios de
los cónyuges suelen ser heterogéneos (conformados por distintos tipos de bienes).

Art. 768 CC: "A nadie puede obligarse a permanecer en comunidad y siempre puede
cualquiera de los partícipes demandar la partición.

Sin embargo, es válido el pacto de que se deba permanecer en comunidad por un tiempo
determinado, no mayor de cinco años.

La autoridad judicial, sin embargo, cuando lo exijan graves y urgentes circunstancias,


puede ordenar la división de la cosa común, aun antes del tiempo convenido". Quien
pretenda formar parte en un juicio de partición requerirá de plena capacidad, ya que éste
supone actos de disposición.

Caracteres de la liquidación:

· Cualquiera de los cónyuges tiene derecho a exigir la partición de los bienes comunes, ya
que a nadie puede obligarse a permanecer en comunidad y sabemos que, cuando se disuelve
la comunidad de gananciales, es sustituida por una comunidad ordinaria.

· La liquidación y partición de la disuelta comunidad de gananciales es un acto de


disposición por lo que se requiere plena capacidad de las partes, si alguna de ellas fuere
incapaz, debe ser representada, asistida o autorizada según el régimen de protección que le
corresponda.

· La liquidación de la extinguida comunidad de gananciales puede hacerse judicial o


extrajudicialmente.

Etapas de la liquidación:
.- Levantamiento del inventario: En primer lugar se determina y avalúa el activo en
común (muebles, inmuebles y créditos contra terceros), incluyendo por ejemplo los frutos
producidos por los bienes propios de cada cónyuge que contribuyen a formar los bienes
comunes. Luego se determina el pasivo en común, es decir las deudas comunes que no
hubieren sido satisfechas para el momento de la liquidación, en la determinación del pasivo
hay que tomar en cuenta las cargas comunes no compensadas Ej. El caso de la operación de
uno de los hijos pagada completamente por uno de los cónyuges. Finalmente se determinan
los activos líquidos, es decir la diferencia entre los activos y los pasivos.

.- Formación de Lotes: Estos se forman integrando grupos de bienes que han de ser
adjudicados en propiedad exclusiva a cada uno de los cónyuges. En principio, los dos lotes
deberían ser iguales, para no perjudicar a ninguno de los cónyuges, el problema se
encuentra en que no siempre se puede hacer así (porque por ejemplo los cónyuges tenían
una sola casa, que vale más que todos los demás bienes), por lo tanto se ha llegado a la
conclusión de que los lotes deben ser equivalentes en valor económico y en tipos de bienes.
Si a uno de los cónyuges se le debe una compensación por haber satisfecho con bienes
propios deudas comunes, debe entregársele; si uno de los esposos ha asumido una carga
común frente a un tercero, queda personalmente responsabilizado por su deuda y en su lote
deben incluirse vienes suficientes para satisfacerla. Existe la figura conocida como
lasvueltas, que son empleadas cuando las personas no se ponen de acuerdo Ej. Si el lote A,
vale 50 millones más que el lote B, yo puedo pagarle a mi ex-cónyuge los 50 millones de
mi propio peculio, para yo quedarme con dicho lote. Esto sucede si yo tengo especial
interés en algunos bienes que le adjudicaron al otro.

.- Adjudicación de Lotes: Es la atribución en propiedad exclusiva a cada uno de los


comuneros, de los bienes que integran su lote. La partición puede ser amistosa o judicial.
Cuando es amistosa, el traspaso de propiedad de cada lote a su adjudicatario se produce con
la aprobación definitiva de la partición. Cuando ésta es judicial, la transmisión de la
propiedad ocurre cuando el tribunal declara terminada y sellada la partición.

Efectos de la liquidación:
.- Cesación del estado de indivisión. Cada cónyuge o ex cónyuge se hace propietario
exclusivo de los bienes que integran su lote.

.- Efecto declarativo de la partición. Se presume que cada parte se hace propietario


exclusivo de los bienes constitutivos de su lote de partición, con efecto desde la fecha de la
disolución de la comunidad y que, desde entonces, no tuvo derecho alguno sobre los bienes
que componen la porción del otro.

.- Garantía de los lotes. Los cónyuges o ex -cónyuges se deben mutuo saneamiento


por las evicciones y perturbaciones procedentes de causa anterior a la partición, a menos
que la evicción se verifique por culpa de quien la sufre. Se garantizan además la existencia
de los créditos y la solvencia de los deudores de éstos.

.- Si alguna de las partes resulta perjudicada en más de la cuarta parte en la partición,


tiene derecho a pedir la Rescisión por Lesiones (institución que tiende a desaparecer,
porque causa una gran inseguridad jurídica, ya que en definitiva nadie sabe cuánto vale un
bien) Ej. Si voy a vender algo en 100Bs me parece que está barato, pero si lo voy a comprar
en ese preció me parece que está caro Art. 1.120 CC: "Las particiones pueden rescindirse
por las mismas causas que dan lugar a la rescisión de los contratos.

Puede también haber lugar a la rescisión, cuando uno de los coherederos ha padecido lesión
que exceda del cuarto de su parte en la partición. La simple omisión de un objeto de la
herencia, no da lugar a la acción de rescisión, sino a una partición suplementaria".

.- Art. 179 CC: "En caso de restablecerse la comunidad, sus efectos son como si la
separación no se hubiere efectuado, sin perjuicio de los derechos adquiridos por terceros
durante la separación. El restablecimiento deberá constar en instrumento registrado" En
todo caso siempre queda a salvo los derechos adquiridos por terceros de buena fe durante el
tiempo intermedio. En cuanto a la posibilidad de reestablecer la comunidad, existe una gran
discusión en la doctrina:

Isabel Grisanti, Dominici y Barrios Guzmán: Consideran que la comunidad conyugal puede
reestablecerse en todo caso que se haya disuelto por causa diferente a la disolución del
matrimonio (por muerte o divorcio), y a la nulidad del mismo. Tal posibilidad se impone en
razón de que, desaparecidos los obstáculos que determinaron su disolución, es natural que
la comunidad pueda resurgir. En consecuencia, conforme a esta posición siempre que se
haya disuelto la comunidad, subsistiendo el matrimonio, aquella puede reestablecerse.
Entiéndase que esto es en caso de ausencia, rehabilitación del cónyuge fallido o disolución
de la comunidad por sentencia firme y separación de bienes.

López Herrera: consideran que no siempre puede reestablecerse la comunidad de


gananciales después que ha quedado disuelta y que ello procede sólo cuando la causa de su
extinción fue la separación de bienes entre los cónyuges por administración irregular o
cuando dicha separación de bienes resulta de la sentencia definitiva y firme que declare la
separación de cuerpos y de bienes o del decreto judicial de separación de cuerpos y de
bienes, dictado con vista a la solicitud hecha por los cónyuges de mutuo acuerdo.

La prueba del matrimonio: La prueba de la filiación matrimonial implica la prueba de sus


cuatro elementos, los cuales son: el acta o partida de matrimonio (para comprobar que el
hijo proviene de la pareja casada), la maternidad, la paternidad y la concepción del hijo
durante el matrimonio Art. 213 CC: "Se presume, salvo prueba en contrario, que la
concepción tuvo lugar en los primeros ciento veintiún (121) días de los trescientos (300)
que preceden el día del nacimiento".

Art. 214 CC: "La posesión de estado de hijo se establece por la existencia suficiente de
hechos que indiquen normalmente las relaciones de filiación y parentesco de un individuo
con las personas que se señalan como sus progenitores y la familia a la que dice pertenecer.

Los principales entre estos hechos son:

· Que la persona haya usado el apellido de quien pretende tener por padre o madre.

· Que éstos le hayan dispensado el trato de hijo, y él, a su vez, los haya tratado como
padre y madre.

· Que haya sido reconocido como hijo de tales personas por la familia o la sociedad"
Con ocasión de este artículo el profesor nos recomienda repasar de nuevo los elementos de
la posesión de estado y nos indica que ella ocurre cuando una persona se comporta como si
fuera el dueño de tal estado Ej.Que Luis se comporte como si fuera hijo de Andrés y María,
aunque en la realidad no lo sea.

EL DIVORCIO

El divorcio, es la figura jurídica que anula la existencia del matrimonio, celebrado entre dos
personas.

son taxativas las causales de divorcio en Venezuela (185 CC) las siguientes:

1). El adulterio

2). El abandono voluntario

3). Maltratos u ofensas graves que hagan imposible la vida en común

4). El intento de uno de los esposos en corromper o prostituir a su esposo o su esposa o a


los hijos o la complicidad en tal hecho

5). Ser condenado por cometer un delito grave

6). La adicción al alcohol o las drogas, cuando esta situación haga imposible la vida en
común

7). La incapacidad mental de uno de los cónyuges a causa de perturbaciones psiquiátricas


graves que hagan imposible la vida en común.

Los tipos de divorcios en Venezuela son:

1- Separación de Cuerpos y de Bienes de mutuo acuerdo

2-. Divorcio 185-A (rápido o express)

3. -Demanda de divorcio o Contencioso

En los casos de los divorcios internacionales, el vinculo conyugal es disuelto un Tribunal


extranjero, sin embargo, para que la sentencia surta efectos legales Venezuela, hay que
pedir el pase legal ó exequátur, ante el Tribunal Supremo de Justicia, en caso de haber
contención o ante un Tribunal Superior si no hubo contención.
Tribunales Competentes:

a) Tribunales de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes. Cuando se trate de divorcios


con hijos (Niños, Niñas y Adolescentes) (art. 177 La Ley Orgánica para la Protección del
Niño y del Adolescente)

b) Tribunales de Municipio para los casos que no hayan hijos (Niños, Niñas y
Adolescentes)

Finalmente, los trámites de divorcio en Venezuela, conllevan directamente el cese de la


vida en común, la extinción del régimen económico de bienes gananciales, la revocación de
los poderes de representación (si los hubiere), el uso y disfrute del domicilio conyugal para
uno de los cónyuges, la patria potestad de los hijos menores, así como la guarda y custodia
y, finalmente el establecimiento de las pensiones de alimentos a favor de los hijos habidos
en el matrimonio y la pensión compensatoria a favor de uno de los cónyuges, si procediese.

DIVORCIO BREVE 185-A

MODELO

CIUDADANO

JUEZ DE PRIMERA INSTANCIA EN LO CIVIL DE

SU DESPACHO

Nosotros _______ y _______, cónyuges, mayores de edad, de este domicilio. de


nacionalidad _______ y profesión _______, el primero y la segunda _____
respectivamente con Cédulas de Identidad Nos _______ y _______, respectivamente,
asistidos en este acto por el Doctor _______ abogado en ejercicio, y también de este
domicilio, inscrito en el Inpreabogado bajo el No _______, ante usted con la venia de
estilo, ocurrimos para exponer: Contrajimos matrimonio por ante la Primera Autoridad
Civil de _______, en fecha _______, según consta del Acta dc Matrimonio que
acompañamos marcada “A”. De esta unión procreamos dos hijos de nombres _______,
y _______, de _______, y _______, años respectivamente, según consta de
Partidas de Nacimiento que acompañamos marcada “B” y “C”, en donde consta que ambos
son mayores dc cinco años. Después de contraído el matrimonio prenombrado fijamos, el
domicilio conyugal en esta ciudad en la dirección siguiente _______, en donde habitamos
ininterrumpidamente hasta que nuestra vida conyugal fue interrumpida en el mes de
_______, año _______ y hasta la fecha no la hemos reanudado, por lo que decidimos no
continuar con una relación, donde la vida en común no era ni es posible, habiéndose
tornado lamentablemente en una ruptura prolongada y definitiva de la misma.

Respecto a los prenombrados menores _______, y _______, hemos convenido de mutuo


acuerdo en lo siguiente: 1) Ambos quedarán bajo la guarda de su madre. 2) El padre les
pasara como pensión alimenticia la cantidad de _______ Bs. mensuales. 3) La Patria
potestad será compartida entre padre y madre. 4) El padre podrá visitar a sus menores hijos
en cualquier momento del día, siempre que no interrumpa sus labores escolares. En cuanto
a las Navidades sean, pasadas con el padre, y el Año Nuevo y los Reyes serán pasados con
la madre, alternativamente. En cuanto a la Semana Santa y Carnaval, cuando la Semana
Santa la pasen con el padre, el Carnaval lo pasarán con la madre, ambas cosas en forma
alternativa año tras año. El Día del Padre lo pasarán con el padre. El Día de la Madre lo
pasarán con la madre. El día de sus cumpleaños serán pasados al lado de su madre y su
padre asistirá a la reunión que se celebre en esas ocasiones. En cuanto a las vacaciones
escolares se dividirán exactamente por mitad; la primera mitad será pasada con el padre, y
la segunda mitad será pasada con la madre.

En cuanto a Bienes que liquidar, no hay liquidación alguna puesto que no existen
gananciales en nuestra comunidad conyugal. Pedimos, que la presente solicitud sea
admitida y sustanciada conforme a derecho, y en fin, declarado nuestro divorcio con todos
los Pronunciamientos de Ley, todo de conformidad con el Artículo 185-A de nuestro
Código Civil Vigente. Es Justicia que esperamos en la ciudad de _______, a los _______
días del mes de _______, del año 2000.

OBSERVACION:
Esta solicitud debe ser hecha por parte de los cónyuges, cuando lleven cinco años
separados, o sea, sin vida común marital. Es una reforma reciente del Código Civil Patrio, y
también se le llama a esta solicitud, Demanda o Escrito de divorcio.

Artículo 185-A del Código Civil: “Cuando los cónyuges han permanecido separados, de
hecho por más de cinco (5) años, cualquiera de ellos podrá solicitar el divorcio, alegando
ruptura prolongada de la vida en común.

Con la solicitud deberá acompañarse copia certificada de la Partida de matrimonio.

En caso de que la solicitud sea presentada por un extranjero que hubiere contraído
matrimonio en el exterior, deberá acreditar constancia de residencia de diez (10) años en el
país.

Admitida la solicitud, el Juez librará sendas boletas de citación al otro cónyuge y al Fiscal
del Ministerio Público, enviándoles además copia de la solicitud.

EI otro cónyuge deberá comparecer personalmente ante el Juez en la tercera audiencia


después de citado. Si reconociere cl hecho y si cl Fiscal del Ministerio Público no hiciere
oposición dentro de las diez audiencias siguientes, cl Juez declarará cl divorcio en la
duodécima. audiencia siguiente a la comparecencia de los interesados.

Si cl otro cónyuge no compareciere personalmente o si al comparecer negare el hecho, o si


el Fiscal del Ministerio Público lo objetare, se declarará terminado el procedimiento y se
ordenara el archivo del expediente’.

SEPARACION DE CUERPOS

MODELO

Ciudadano
Juez de Primera Instancia de Protección al Niño y al Adolescente

De la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas

Su Despacho.-

Nosotros, xxxxxxxxx y xxxx, venezolanos, mayores de edad, domiciliados en Caracas,


cónyuges, titulares de las Cédulas de Identidad Nos. xxx y xxx, respectivamente, asistidos
en este acto por ----------------------------------, abogado en ejercicio e inscrito por ante el
Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el N ----------, ante usted respetuosamente
ocurrimos para exponer:

Consta de copia certificada que marcada con la letra "A" acompañamos a este escrito, que
contrajimos matrimonio por ante el Prefecto del Municipio Autónomo Chacao del Estado
Miranda, en fecha 11 de agosto de 1993, según consta en acta de matrimonio expedida en
esa misma fecha. De dicha unión matrimonial procreamos dos (02) hijos de nombres xxxx,
quien nació el xx de enero de xxxx, y xxxx, quien nació el xxxx, lo cual se evidencia de
copias certificadas de las partidas de nacimiento marcadas con las letras "B y C"
acompañamos a esta solicitud.

Ahora bien, ciudadano Juez, de mutuo y común acuerdo hemos convenido en separarnos de
cuerpos y bienes, conforme a lo establecido en el artículo 189 del Código Civil. La
separación por nosotros acordada se regirá por las siguientes disposiciones:

DE LOS HIJOS

PATRIA POTESTAD. GUARDA Y CUSTODIA.

REGIMEN DE VISITAS

PRIMERA: Los cónyuges ejercerán conjuntamente la patria potestad sobre los


niños habidos en el matrimonio.

SEGUNDA: Los menores hijos permanecerán bajo la guarda y custodia de la madre,


quien sin perjuicio de lo establecido en beneficio de los derechos del padre, la ejercerá
hasta que éste alcance la mayoridad.
TERCERA: El ciudadano ya identificado depositará los días quince y último de
cada mes la cantidad de bolívares (Bs. ) en el Juzgado de Menores de la
Circunscripción Judicial del por concepto de pensión de alimentos para sus menores
hijos equivalente al treinta y tres por ciento (33,33%) de sus ingresos. Dichas cantidades
serán retiradas por la madre de dichos menores, la ciudadana o por quien ella autorice
suficientemente. Esta cantidad será aumentada en caso de que el obligado disfrute de un
aumento en sus ingresos, ya que el mismo, tiene conciencia de que mientras más crezcan
los niños tienen más necesidades. Estarán a cargo de ambos padres, en forma conjunta,
todos los gastos extraordinarios y de carácter no periódico, tales como los de asistencia
médica y odontológicos, matrículas escolares, obtención de útiles y uniformes escolares.

CUARTA: El ciudadano ya identificado podrá visitar a los menores en la di-


rección señalada o en la que se señale en caso de cambio, en los días y forma que aquí se
determina: Dos fines de semana alternados al mes, pero siempre llevándolos a dormir con
su madre, a menos que los lleve de paseo o de excursión y previo aviso a la madre de
dichos menores para que pueda retenerlos esa noche de sábado a domingo, y reintégralos
domingo a la seis de la tarde. El día del padre lo pasarán con el padre, y el día de la madre
lo pasarán con su madre. En cuanto a la Semana Santa y Carnaval serán alternados, el
primer año tocará Carnaval al padre y Semana Santa a la madre, el segundo año tocará
Carnaval a la madre y Semana Santa al padre. y así sucesivamente alternando cada año, lo
mismo con Navidad Año Nuevo y Reyes: El primer año pasarán Navidad con la madre y
Año Nuevo y Reyes con el padre, el segundo año pasarán Navidad con el padre, Año
Nuevo y Reyes con la madre y así sucesivamente alternando cada año hasta su mayoría de
edad. En cuanto a las vacaciones escolares la primera mitad podrán pasarla con el padre y
la otra mitad con la madre.

II.- REGIMEN PATRIMONIAL

QUINTA: Al contraer matrimonio ambos cónyuges declaran que no existe


comunidad de gananciales, ni obligaciones o beneficios a cargo o a favor de uno u otro
cónyuge y que nada tiene que reclamarse por ningún otro concepto, excepto la obligación
estipulada en el presente documento. Durante la vigencia de nuestra unión, fueron
adquiridos los siguientes bienes:
ACTIVOS

1.- Un apartamento, distinguido con el N -------, ubicado en el Piso ---- del Edificio
--------------, ubicado en ------------------------------------------------------- Miranda. Dicho
apartamento tiene un área aproximada de ------------------------------------- (----------Mts2). El
inmueble en referencia se encuentra bajo la posesión de los cónyuges, y el cual fue
adquirida por ambos cónyuges, según consta de documento registrado el día---- de
----------- de ----------bajo el Nº---------, folio-----, Tomo------, Protocolo---------, en la
Oficina Subalterna de --------------- y cuyos linderos, medidas y demás especificaciones
constan en el citado documento marcado “C”, el cual se anexa copia certificada. El
apartamento anteriormente identificado fue adquirido por el precio de ------------------
(--------), adeudándolos conyugues la suma de -------------------------(----), que comprende el
capital mas los intereses. Cada uno de los cónyuges conserva el cincuenta por ciento (50%)
del activo de la propiedad, y a la vez, se obligan cada uno de ellos a cancelar el cincuenta
por ciento (50%) de la cantidad de ------------------------(--------). Cancelado que haya sido el
saldo del precio adeudado del inmueble propiedad conyugal, cada uno de los cónyuges
conserva el cincuenta por ciento (50%) de la propiedad del apartamento. Aparte de este
bien conyugal, adquirimos un vehículo Placa ------, serial de Carrocería-------------.
Marca-------------, Modelo:------------, Tipo:--------------------, Uso:--------------,
Colores:---------------- Serial del Motor:--------------------, el cual se encuentra a nombre del
cónyuge-----------------------------, tal y como consta del certificado de registro de vehículos
expedido por el Servicio Autónomo de Transporte y Tránsito Terrestre del Ministerio de
Transporte y Comunicaciones--------------, marcado con la letra “R”, ambos cónyuges
declaran que dicho bien, se encuentra en perfectas y excelentes condiciones, como tampoco
pesa ningún tipo de gravamen.

2.- El mueblaje adquirido para la residencia del hogar común, que se encuentra en
dicho apartamento con un valor estimado ------------------------------- (----------)..

PASIVOS

1.- La cantidad de----------------------------------- (Bs.-----------------) adeudados


a---------------------------. en calidad de préstamo, según se evidencia del documento.
Los bienes del activo anteriormente identificados han sido avaluados de común acuerdo en
la cantidad total de ---------------------------------- (Bs.-------------), resultantes de la
sumatoria de los valores individuales asignados a cada uno de dichos bienes. El monto
total del pasivo que soporta a esta fecha la comunidad conyugal asciende a la cantidad de
----------------------------------------------------- (Bs.--------------------).

SEXTA: El ciudadano MARIO RAMON VASQUEZ RUBIO, manifiesta su voluntad


de ceder su CINCUENTA POR CIENTO (50%) del activo cancelado asta el momento del
apartamento descrito en el ordinal 1 del particular relativo al activo de la comunidad
conyugal a sus dos menores y únicos hijos de nombres ALEJANDRO MIGUEL, quien
nació el 10 de enero de 1997, y ANDREA CAROLINA, quien nació el 30 de noviembre de
1999.

La ciudadana MARCELA JANETT CORTES DE VASQUEZ, se compromete en un lapso


no mayor de SEIS (06) MESES, a cancelarle al ciudadano MARIO RAMON VASQUEZ
RUBIO, la cantidad de --------------- bolívares (Bs.--------), el cual es equivalente al
CINCUENTA POR CIENTO (50%) de la venta de mis joyas y artículos de valor.

Ambos cónyuges manifiestan su voluntad de que el vehículo Placa ------, serial de


Carrocería-------------. Marca-------------, Modelo:------------, Tipo:--------------------,
Uso:--------------, Colores:---------------- Serial del Motor:--------------------, el cual se
encuentra a nombre del cónyuge-----------------------------, será objeto de venta efectuada de
mutuo acuerdo entre ambos comuneros, y cuyo producto será distribuido entre ellos en
porcentajes iguales al CINCUENTA POR CIENTO (50%) para cada uno, en un lapso no
mayor de un mes y el cual se encontrara bajo la única responsabilidad del cónyuge
encargado de dicha venta.

Con las anteriores adjudicaciones, hemos convenido en liquidar, partir y disolver la


comunidad de gananciales existentes entre nosotros en razón del matrimonio y pedimos al
ciudadano Juez que, al decretar la separación de cuerpos y bienes solicitada, así se sirva
acordarlo, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 189 del Código Civil.

Publicado por tibiveliz72 en 11:29

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2 comentarios:

ROSA VILLARROEL29 de septiembre de 2015, 18:12

BUENAS NOCHES ME GUSTARIA LEER UN DOCUMENTO DONDE SE


DETERMINE EL REGIMEN DE LA COMUNIDAD DE GANANCIALES EN EL
CONCUBINATO. O CAPITULACIONES CONCUBINARIAS
Responder

Leonor Padron2 de enero de 2017, 13:28

Buenas tardes me gustaria saber si la liquidacion de la comunidad ordinaria no se dio por


inmotivacion de la parte que demando para el divorcio y luego de 32 años muere el
exconyugue y la demandante es ahora cuando quiere reclamar su 50% de un bien que se
adquirio 4 dias despues del matrimnio (50%) y dos años despues que ella lo abandona
adquiere el otro 50%

Responder

SALA CONSTITUCIONAL

Magistrado-Ponente Dr. J.E.C.R.

El 9 de diciembre de 2004, el abogado A.F.G.U., inscrito en el Instituto de Previsión Social


del Abogado bajo el N° 57.999, actuando como apoderado judicial de la ciudadana
CARMELA MAMPIERI GIULIANI, titular de la cédula de identidad Nº 6.282.745,
solicitó la interpretación del artículo 77 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela.
En la misma oportunidad, se designó como ponente al Magistrado que, con tal carácter,
suscribe el presente fallo.

Mediante decisión dictada el 22 de abril de 2005, esta Sala admitió recurso de


interpretación interpuesto y, en consecuencia, ordenó notificar al Fiscal del Ministerio
Público, para que, en el lapso de cinco (5) días de despacho siguientes a dicha notificación,
consignara –si lo consideraba necesario- escrito contentivo de los argumentos en torno al
sentido e interpretación que ha de brindarse al artículo 77 constitucional. Igualmente, se
acordó no efectuar audiencia oral, en virtud de que la Sala decidirá exclusivamente con
base en lo cursante en autos.

Practicada la notificación ordenada y cumplido el lapso establecido en la decisión antes


indicada, la Sala pasa a decidir sobre el fondo del presente recurso, en los términos
siguientes:

DE LA SOLICITUD DE INTERPRETACIÓN

El apoderado judicial de la solicitante fundamentó su recurso en lo siguiente:

1.- Que le fue reconocido por el Juzgado Noveno de Primera Instancia de Familia y
Menores de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas el 7 de marzo de
1995, a su representada el carácter de concubina del ciudadano SOIL ACKOSKI, con quien
mantuvo una unión no matrimonial durante 23 años.
- Que en virtud de que el artículo 77 de la Constitución extiende los efectos del matrimonio
a las uniones estables de hecho y dichos efectos son regulados por el Código Civil, siendo
uno de los efectos civiles del matrimonio, el derecho potestativo de la mujer a utilizar el
apellido de su esposo mientras no contraiga nuevas nupcias en caso de quedar viuda,
indicó, que sí podría en su carácter de concubina utilizar el apellido de su concubino y
proceder a cambiar su documento de identificación conforme a lo establecido en los
artículos 11 y 12 de la Ley Orgánica de Identificación.

- Que el artículo 77 de la Constitución, equipara al matrimonio a las uniones estables de


hecho entre un hombre y una mujer, que cumplan con los requisitos de la ley, estableciendo
que ambas instituciones al unísono, entendidas como familia tendrán y producirán respecto
de sus miembros los efectos establecidos en la Ley. Indicó que, “(p)revio al reconocimiento
de los citados valores en la norma constitucional, nuestra legislación constituía un claro
ejemplo de incongruencia entre el derecho abstracto y la realidad social, con retardos
notables respecto a la doctrina moderna y con escatimados y tardíos avances en la materia.
Estos hechos se ven reflejados en la reforma del Código Civil de 1982, en la cual se
modificó el esquema de familia a favor de un sistema plural en el cual se vieron incluidos la
mujer y a los hijos que constituían una familia, aún cuando ello ocurriere fuera del
matrimonio. En este sentido, se modificó el artículo 767 del Código Civil, haciendo un
reconocimiento a las uniones de hecho como consecuencia de una existente realidad
social”.

- Que, de la disposición del artículo 77 de la Constitución se deduce indiscutiblemente, la


equiparación de la unión concubinaria con el matrimonio, con respecto a los efectos que
éste produce, siempre y cuando la primera cumpla con los requisitos de ley, toda vez que
ambas constituyen expresiones del concepto de familia.
- Que, del análisis de dicha norma se colige, “(...) en primer término, que debe cumplirse
una exigencia previa, como lo es, la determinación del cumplimiento de los requisitos
establecidos en la ley. Inferimos que los requisitos a que hace referencia la norma, son
aquéllos aplicables a la disposición del artículo 767 del Código Civil”. Señaló, que “(...)
para determinarse cuáles son esos efectos, vigentes y aplicables, el intérprete debe remitirse
obligatoriamente a las normas que rigen los efectos del matrimonio, es decir, las
disposiciones del Código Civil como ordenamiento positivo que regula especialmente esa
materia”.

- Que, conforme a lo expresado por el Constituyente, el artículo 77 de la Constitución, es de


aplicación preeminente a cualquier norma subordinada y requiere de una interpretación
acorde con su finalidad. Sostuvo, que en ese mismo sentido, la Sala de Casación Social de
este M.T., en sentencia del 13 de noviembre de 2001 (Caso: M. delC.L.M.) y la Sala de
Casación Civil el 15 de noviembre de 2000, dispuso que:

En efecto, para que obre la presunción de comunidad, conforme al artículo 767 del Código
Civil, la mujer debe probar; que se adquirió o aumentó un patrimonio durante la unión de
hecho; y que durante el tiempo en que se formó o aumentó el patrimonio vivió en
permanente concubinato con el hombre contra quien hace valer la presunción a su favor
establecida por el artículo 767 eiusdem. La formación o aumento del patrimonio es cosa
real, los bienes en comunidad, no importa que existan documentados a nombre de uno sólo
de los concubinos, es parte de lo que se pide; basta por tanto, evidenciar su existencia, tal
como lo hizo la recurrida. La causa, es decir, el porqué se pide, consiste en la unión
concubinaria permanente, respecto de la cual existe en autos el alegato de hechos y la
prueba respectiva, pero que no fueron analizados exhaustivamente por la recurrida

.
7.- Que, “(...) como señaló igualmente el Constituyente, todos estos derechos (es decir, los
derechos sociales y de las familias referidos en el Capítulo V), constituyen la base
fundamental del nuevo ordenamiento jurídico en el que la vida, la ética, la libertad, la
justicia, la dignidad, la igualdad, la solidaridad, el compromiso, los deberes ciudadanos y la
seguridad jurídica, son valores que concurren en la acción transformadora del Estado”. Para
luego afirmar, que “artículo 77 de la Constitución es de aplicación preeminente a cualquier
norma subordinada y como tal, la norma subordinada requiere de una interpretación acorde
con la finalidad expresada en dicha disposición”.

- Que, “(c)omo la finalidad de esta acción es esclarecedora y completiva, como lo ha


sentado esta Sala en el fallo citado (2077/2002), y en ningún momento puede invadir la
reserva legal que es competencia exclusiva del Poder Legislativo, es necesario que se
interprete el artículo 77 en concordancia con las leyes preconstitucionales que desarrollan
los efectos del matrimonio, en especifico el CC, ya que las dudas que surgen de su
interpretación, al extenderse estos efectos a las uniones estables de hecho, deben encontrar
un cauce procesal adecuado para su deducción en sede judicial, toda vez que este no se
encuentra predeterminado para los concubinos, y tal y como están concebidas las normas
preconstitucionales, marcan un problema para el ejercicio de los derechos fundamentales y
para el mantenimiento del orden público y la paz social, estableciendo en la práctica una
desigualdad entre aquellos miembros de una familia que hayan celebrado el matrimonio y
aquéllos que no lo hayan hecho”.

- Que, al establecer el contenido del artículo 77 de la Constitución, que las uniones estables
de hecho que cumplan los requisitos establecidos en la ley, producirán los mismos efectos
del matrimonio, caben las interrogantes siguientes:”¿Corresponde a los concubinos la
totalidad de los efectos civiles del matrimonio establecidos en el CC y en otras leyes de la
República? ¿A que efectos se esta refiriendo la disposición Constitucional, a aquellos
derechos y cargas entre las personas o sólo respecto a sus bienes? ¿Cuáles son y como se
aplican?”.
- Que, “(e)n atención al fallo de fecha 22/09/2000 (Servio T.L.) en el cual se exige al que
incoa esta acción expresar con precisión en qué consiste la interpretación, a los fines de
precisar en que supuesto se encuentra el solicitante, y como se señaló al principio de este
escrito, la presente acción versa sobre el alcance de este dispositivo constitucional, en
relación a las normas legales preconstitucionales que regulan los efectos del matrimonio
civil, que no incluyen dentro de sus supuestos de hecho, a las uniones estables de hecho no
matrimoniales, motivo por el cual se requiere conocer el alcance del artículo 77 de la
CRBV, para que su implementación de la vida practica y jurídica de todas las personas que
se encuentren en la situación allí concebida, sea uniforme y se eviten fallos
contradictorios”.

- Que “…el matrimonio civil es el único que produce efectos legales, respecto de las
personas como de sus bienes, y para poder reclamar esos efectos civiles, se requiere de la
prueba escrita (documento público) donde conste la celebración del acto. Resulta entonces
evidente, de la lectura de la disposición del artículo 113 del CC, que la misma constituye
una limitante del precepto establecido en el artículo 77 constitucional”.

- Que, a partir del artículo 137 del Código Civil, se regulan los efectos del matrimonio, en
cuanto a las personas y sus bienes, ya que en cuanto a las personas, este artículo coloca en
cabeza de los cónyuges la obligación de vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse
mutuamente, siendo optativo para la mujer utilizar el apellido de su esposo, lo que es un
derecho a su favor, que subsistirá después de disuelto el vínculo por la muerte de su
cónyuge y mientras no contraiga nuevas nupcias. Adujo, que los cónyuges están obligados
a contribuir en la medida de sus recursos, al cuidado y mantenimiento del hogar común y a
las demás cargas matrimoniales, pudiendo ser obligado judicialmente el cónyuge que sin
causa justificada dejare de cumplir con dichas obligaciones, de allí que “¿Estos efectos son
extensibles a las uniones no matrimoniales, en cuanto a la obligación de contribuir al
cuidado y mantenimiento del hogar común y las cargas de la comunidad previstas en el
CC?”.

- Que “(...) las uniones estables de hecho, en sus efectos legales se equiparan al matrimonio
por mandato constitucional; pero respecto a los efectos reconocidos en el CC, ¿cómo se les
aplicará a estas uniones no matrimoniales, si los concubinos no pueden disolver el vinculo
que los une mediante divorcio, nulidad o separación judicial de bienes por vía
jurisdiccional, toda vez que no han celebrado el matrimonio como tal, pero de hecho
funcionan exactamente igual?”.

- Que “(p)areciera que la respuesta se encuentra en el artículo 767 del mismo texto legal,
que establece: (...). Del análisis de este artículo, no cabe la mejor duda que lo regulado para
este tipo de uniones en el CC, se limita a la comunidad ordinaria de bienes, surtiendo esta
comunidad sólo efectos entre ellos y sus herederos, sin importar a nombre de quien estén
documentados los bienes. Visto de una manera simple, lo allí preceptuado no viola el
derecho de propiedad de los concubinos o los derechos sucesorales de sus herederos, si
deciden finalizar su relación no matrimonial; pero esta comunidad no existirá si uno de
ellos está casado. De alguna manera, este artículo se equipara en sus efectos al artículo 148
del CC, que expresa que entre marido y mujer, si no hubiere convención en contrario, son
comunes de por mitad, las ganancias o beneficios que se obtengan durante el matrimonio,
comunidad que comienza precisamente el día de la celebración del matrimonio (art. 149 del
CC), pero surge la pregunta de que si en esta separación de la comunidad que existe entre
ellos, entrará a discutirse el valor de la plusvalía de los bienes propios que tenían antes de
unirse de hecho”.

- Que, al disolverse el vinculo de hecho que los une por la muerte de uno de los cónyuges,
el artículo 767 del Código Civil limita al concubino o concubina en los derechos que se le
otorgan al cónyuge en la sucesión de su causante, ya que esta norma en específico, no
reconoce la comunidad universal concedida a los que sí contraen matrimonio, existiendo
contradicción entre lo que dispone esta norma legal y el artículo 77 de la Constitución, el
cual extiende los efectos legales que nacen del matrimonio a las uniones establecidas de
hecho.

16.- Que surge la necesidad de conocer si los concubinos que decidan disolver su unión
estable de hecho, podrán a los fines de preservar el caudal común, tener acceso a las
normativas legales que amparan a los cónyuges para resguardar su patrimonio, tales como
las establecidas en los artículos 191 al 196 del Código Civil que sólo proceden en caso de
divorcio. Señaló el solicitante, que “(...) para los que están casados y tienen la prueba de la
celebración de esa unión, en materia de disolución y liquidación de la comunidad, el
artículo 174 faculta al Juez para dictar las providencias que estimare convenientes a la
seguridad de los bienes comunes, mientras dure el juicio. En el caso de los concubinos no
puede hablarse de separación de cuerpos o divorcio como tales, entonces, de surgir una
separación de cuerpos de hecho que finalice la relación concubinaria, ¿cómo se regularía lo
concerniente tanto a la disolución y liquidación de la comunidad, y cómo haría el cónyuge
que se vea afectado para preservar ese patrimonio común? ¿Podría solicitar al Juez la
cautela prevista en el artículo 174 o la del 191? ¿Podría el concubino hacer extensibles a él
los efectos del artículo 195 del CC, sobre acordar pensión de alimentos al concubino que se
encuentre incapacitado para trabajar y carezca de otros medios para sufragar sus
necesidades?”.

17.- Que, el artículo 175 del Código Civil dispone que acordada la separación queda
extinguida la comunidad y se hará la liquidación de ésta; en consecuencia “¿A partir de qué
momento cesa la comunidad en una unión estable de hecho al ser imposible que medie una
separación judicial que determine de manera precisa el momento en que la misma cesa?,
ello debido a que en el fallo mero declarativo que da certeza de la relación concubinaria,
sólo abarca ese hecho, al ser esa la función de los fallos declarativos, que no son de la
naturaleza de los fallos de condena o constitutivos”.
18.- Que también surge una duda en cuanto a si los concubinos pueden celebrar
capitulaciones matrimoniales válidamente, con ocasión a lo cual “Pondré un ejemplo: A y
B deciden contraer matrimonio civil y cumplen con todos los requisitos establecidos en la
ley, pero antes de celebrar el acto deciden suscribir un contrato de capitulaciones, el cual
cumple todas las formalidades legales hasta su registro, llegado el día fijado para celebrarse
el matrimonio manifiestan voluntariamente no celebrarlo ante el funcionario público, pero
desde ese día deciden convivir juntos como una familia. Pasan los años y pueden ocurrir
dos supuestos: a) deciden separarse o B) muere uno de ellos, ¿esas capitulaciones
matrimoniales serán oponibles a ellos por la extensión de los efectos del matrimonio?
¿Existió comunidad entre ellos? ¿En caso de muerte solo le correspondería la legítima?”.

19.- Que el artículo 154 del Código Civil regula la libre administración y disposición de los
bienes propios, pero “…para poder disponer de ellos a título gratuito, renunciar a herencias
y legados, necesitará del consentimiento del otro. De nuevo, surgen una serie de
interrogantes en esta materia, por lo que ¿será valida (sic) la actuación que un concubino
realice en estos casos específicos sin el consentimiento del otro?.

20.- Que, con base en el artículo 168 del Código Civil, se requiere del consentimiento de
ambos cónyuges para enajenar a título gratuito u oneroso o para gravar los bienes
gananciales cuando se trate de inmuebles, derechos o bienes muebles sometidos a régimen
de publicidad, acciones, obligaciones y cuotas de compañías, fondos de comercio, así como
aportes de dichos bienes a sociedades; surgiendo de nuevo la interrogante “¿podrá el
concubino oponer en una acción judicial incoada contra el patrimonio común, el litis
consorcio necesario por ser la legitimación en juicio conjunta conforme a esa norma?”, para
luego indicar que con fundamento en el artículo 171 del Código Civil, al no estar casado
legalmente pero siendo considerado como tal por la Constitución, si ¿podría en vía
jurisdiccional solicitar esta cautela provisional?.
21.- Que, en materia de ausencia en cuanto a los efectos de su declaración, el artículo 427
del Código Civil expresa que al cónyuge del ausente, además de lo que le corresponde por
convenios de matrimonio y por sucesión, puede en caso necesario, obtener una pensión
alimentaría, que se determinará por la condición de la familia y la cuantía del patrimonio
del ausente; de allí que, ¿cómo quedan las uniones estables de hecho en relación a este
supuesto específico, cuando uno de ellos es declarado ausente?.

22.- Que, “(a)l ser la muerte una de las causas de disolución del matrimonio, en el artículo
807 se expresa que las sucesiones se defieren por ley o por testamento y será intestada
cuando en todo o en parte falta la sucesión testamentaria. El artículo 823 establece que el
matrimonio crea derechos sucesorios para el cónyuge de la persona cuya sucesión se trate.
Estos derechos cesan con la separación de cuerpos y de bienes sea por mutuo
consentimiento, sea contenciosa, salvo prueba, en ambos casos, de reconciliación. Este
supuesto, ¿será aplicable a las uniones estables de hecho que estuviesen separados por un
lapso determinado de tiempo y posteriormente se hubieren reconciliado?”.

23.- Que, en materia sucesoral el Código Civil (artículos 796, 807, 823-825, 883-887)
reconoce al cónyuge sobreviviente una serie de derechos sobre el patrimonio de su
causante, los cuales por mandato constitucional deberían ser extendidos a los concubinos, al
encontrase éstos en idéntica situación con los que han contraído matrimonio. Señaló que,
además, el artículo 1481 del Código Civil establece que entre marido y mujer no puede
haber venta de bienes, como consecuencia de lo cual surgió la interrogante de ¿cómo opera
esa prohibición legal, si los efectos de esa unión de hecho son exactos al matrimonio?
¿puede ser alegado por uno de los concubinos o por un tercero que fue afectado por la venta
realizada?.
24.- Que el Código Civil regula otros efectos del matrimonio que “…no se han citado en
este escrito, como las causales de disolución del vínculo matrimonial, o el delito de
bigamia, pero que podrían ser interpretados por esa Sala a la luz de lo preceptuado en el
artículo 77, por considerar quien suscribe este escrito, que las uniones estables de hecho
sólo producen efectos si la pareja es soltera, porque al estar uno de ellos casado, tal
extensión de los efectos se haría inaplicable, al proteger la CRBV a la institución de la
familia fundamentada en el matrimonio y a la luz de la Constitución, estas uniones se están
protegiendo en la misma dimensión que a la familia, por ser esa su esencia”.

25.- Que como consecuencia de lo antes apuntado, “…caben las dudas siguientes ¿En las
uniones estables de hecho que se consoliden en contravención al CC, y en las cuales se
generan las nulidadades (sic) del matrimonio (impedimentos dirimentes e impedientes)
cómo se manejan los efectos civiles que el mismo Código les reconoce?”.

Finalmente, señaló que la interpretación aquí solicitada es de suma importancia, por cuanto
si los efectos del matrimonio se aplican a las uniones estables de hecho conforme a los
requisitos de ley, debe determinarse su alcance, a los fines de que todos los Tribunales de la
Repúblicas apliquen de manera uniforme estos efectos que por extensión consagró el texto
constitucional y están desarrollados en el Código Civil del 1942, reformado en 1982, la cual
es una ley preconstitucional que sólo regulaba lo relativo en las uniones concubinarias a la
filiación de los hijos nacidos en ellas y los bienes que pertenecían a los concubinos, pero
fuera de eso no se aplicaban ni se extendían los efectos del matrimonio consagrados en
dicho texto legal, que ahora por extensión le son aplicables en su totalidad.

II

CONSIDERACIONES PARA DECIDIR


Corresponde a esta Sala decidir el fondo de la presente interpretación del artículo 77 de la
Constitución, para lo cual se observa:

El artículo 77 constitucional reza “Las uniones estables entre un hombre y una mujer que
cumplan los requisitos establecidos en la ley producirán los mismos efectos que el
matrimonio”.

Resulta interesante para la Sala resaltar que dicha norma use la voz “unión estable” entre el
hombre y la mujer, y no la de concubino o concubina utilizada en el artículo 49.5 eiusdem;
y ello es así porque unión estable es el género, tal como se desprende del artículo 146 del
Código Orgánico Tributario, o del artículo 13-5 de la Ley de Empresas de Seguros y
Reaseguros, o del artículo 785 de la Ley de Cajas de Ahorro y Fondos de Ahorro, siendo el
concubinato una de sus especies.

El concubinato es un concepto jurídico, contemplado en el artículo 767 del Código Civil, y


tiene como característica –que emana del propio Código Civil- el que se trata de una unión
no matrimonial (en el sentido de que no se han llenado las formalidades legales del
matrimonio) entre un hombre y una mujer solteros, la cual está signada por la permanencia
de la vida en común (la soltería viene a resultar un elemento decisivo en la calificación del
concubinato, tal como se desprende del artículo 767 de Código Civil y 7, letra a) de la Ley
del Seguro Social).

Se trata de una situación fáctica que requiere de declaración judicial y que la califica el
juez, tomando en cuenta las condiciones de lo que debe entenderse por una vida en común.
Además de los derechos sobre los bienes comunes que nacen durante esa unión (artículo
767 eiusdem), el artículo 211 del Código Civil, entre otros, reconoce otros efectos jurídicos
al concubinato, como sería la existencia de la presunción pater ist est para los hijos nacidos
durante su vigencia .

Dado lo expuesto, para la Sala es claro que actualmente el concubinato que puede ser
declarado tal es aquel que reúne los requisitos del artículo 767 del Código Civil, y él viene
a ser una de las formas de uniones estables contempladas en el artículo constitucional, ya
que cumple los requisitos establecidos en la ley (Código Civil), para ser reconocido como
tal unión. Por ahora –a los fines del citado artículo 77-el concubinato es por excelencia la
unión estable allí señalada, y así se declara.

Lo anterior no significa que la ley no pueda tipificar otros tipos de relaciones entre hombres
y mujeres como uniones estables a los efectos del artículo 77 constitucional, tomando en
cuenta la permanencia y notoriedad de la relación, cohabitación, etc. y, por ello, el Proyecto
de Ley Orgánica de Protección a la Familia, la Maternidad y la Paternidad, discutida en la
Asamblea Nacional, en los artículo 40 al 49, desarrolla las uniones estables de hecho, como
una figura propia mientras que el concubinato como figura distinta a la anterior, fue
desarrollado en los artículos 50 al 53.

Unión estable de hecho entre un hombre y una mujer

, representa un concepto amplio que va a producir efectos jurídicos, independientemente de


la contribución económica de cada uno de los unidos en el incremento o formación del
patrimonio común o en el de uno de ellos, siendo lo relevante para la determinación de la
unión estable, la cohabitación o vida en común, con carácter de permanencia, y que la
pareja sea soltera, formada por divorciados o viudos entre sí o con solteros, sin que existan
impedimentos dirimentes que impidan el matrimonio.

Pero como, al contrario del matrimonio que se perfecciona mediante el acto matrimonial,
recogido en la partida de matrimonio, no se tiene fecha cierta de cuándo comienza la unión
estable, ella debe ser alegada por quien tenga interés en que se declare (parte o tercero) y
probada sus características, tales como la permanencia o estabilidad en el tiempo, los signos
exteriores de la existencia de la unión (lo que resulta similar a la prueba de la posesión de
estado en cuanto a la fama y el trato, ya que la condición de la pareja como tal, debe ser
reconocida por el grupo social donde se desenvuelve), así como la necesidad de que la
relación sea excluyente de otra de iguales características, debido a la propia condición de la
estabilidad. Si la unión estable se equipara al matrimonio, y la bigamia se encuentra
prohibida, a juicio de esta Sala es imposible, para que ella produzca efectos jurídicos, la
coexistencia de varias relaciones a la vez en igual plano, a menos que la Ley expresamente
señale excepciones. Ahora bien, corresponde conforme al artículo 77 constitucional, a la
reserva legal la regulación de las otras uniones estables diversas al concubinato y, por ello,
le está a la Sala vedado, aun por la vía de la jurisdicción normativa, realizar la tipificación
de estas otras uniones, y así se declara.

Señalado lo anterior, debe la Sala señalar cuáles de los efectos del matrimonio son
aplicables a las “uniones estables de hecho entre hombre y mujer”, de conformidad con la
petición de la accionante, siendo necesario apuntar que aunque el concubinato es un tipo de
unión estable, por ser él la figura regulada en la Ley, a él se referirá la Sala indistintamente
como “unión estable” o concubinato, pero reconociendo que dentro del concepto de unión
estable pueden existir tipos diferentes al concubinato. La Sala con fines de abarcar ambas
clases de uniones, y por tanto al género, utilizará el término de unión estable en este fallo,
para referirse a todas las posibilidades, incluida el concubinato.
En primer lugar considera la Sala que, para reclamar los posibles efectos civiles del
matrimonio, es necesario que la “unión estable” haya sido declarada conforme a la ley, por
lo que se requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca.

En la actualidad, es necesaria una declaración judicial de la unión estable o del


concubinato; dictada en un proceso con ese fin; la cual contenga la duración del mismo, lo
que facilita, en caso del concubinato, la aplicación del artículo 211 del Código Civil, ya que
la concepción de un hijo durante la existencia del mismo, hace presumir que el concubino
es el padre del hijo o hija, por lo que la sentencia declarativa del concubinato debe señalar
la fecha de su inicio y de su fin, si fuera el caso; y reconocer, igualmente, la duración de la
unión, cuando ella se ha roto y luego se ha reconstituido, computando para la determinación
final, el tiempo transcurrido desde la fecha de su inicio.

Ahora bien, el matrimonio –por su carácter formal- es una institución que nace y se prueba
de manera distinta al concubinato o a cualquier otra unión estable, y por ello estas últimas
no pueden equipararse íntegramente al matrimonio y, por tanto, no puede pretenderse que,
automáticamente, todos los efectos del matrimonio se apliquen a las “uniones estables”.

En consecuencia, no es posible una declaración general que asimile las uniones (de
cualquier tipo) al matrimonio, y por lo tanto, observa la Sala, hay que distinguir cuáles
efectos del matrimonio se aplican al concubinato y a las posibles otras uniones estables.

Estas uniones (incluido el concubinato) no son necesariamente similares al matrimonio, y


aunque la vida en común (con hogar común) es un indicador de la existencia de ellas, tal
como se desprende del artículo 70 del Código Civil, este elemento puede obviarse siempre
que la relación permanente se traduzca en otras formas de convivencia, como visitas
constantes, socorro mutuo, ayuda económica reiterada, vida social conjunta, hijos, etc.
Siguiendo indicadores que nacen de las propias leyes, el tiempo de duración de la unión, al
menos de dos años mínimo, podrá ayudar al juez para la calificación de la permanencia, ya
que ese fue el término contemplado por el artículo 33 de la Ley del Seguro Social, al
regular el derecho de la concubina a la pensión de sobrevivencia.

Debido a lo expuesto, pasa la Sala a examinar los efectos del matrimonio aplicables a las
uniones estables y al concubinato, y ella considera que los deberes que el artículo 137 del
Código Civil impone a los cónyuges y cuya violación se convierte en causales de divorcio
(ver en el artículo 185 del Código Civil los ordinales 1° y 2°), no existen en el concubinato
ni en las otras uniones.

Unión estable no significa, necesariamente, bajo un mismo techo (aunque esto sea un
símbolo de ella), sino permanencia en una relación, caracterizada por actos que,
objetivamente, hacen presumir a las personas (terceros) que se está ante una pareja, que
actúan con apariencia de un matrimonio o, al menos, de una relación seria y compenetrada,
lo que constituye la vida en común.

Se trata de una relación permanente entre un hombre y una mujer, y no de una entre un
hombre y varias mujeres (así todas ellas estén en igual plano) y viceversa.

A juicio de la Sala, así como no existe el deber de vivir juntos, tampoco puede existir el de
fidelidad contemplado en el artículo 137 del Código Civil, por lo que la violación de
deberes como el de fidelidad o de vida en común (artículo 137 citado) no producen efectos
jurídicos, quedando rota la “unión” por el repudio que de ella haga cualquiera de los
componentes, lo que viene dado porque uno de ellos contraiga matrimonio con otra
persona, o porque, por cualquier razón, se rompió la continuidad de la relación. Extinguida
la relación, la ley, al menos en el concubinato, reconoce la condición de exconcubino como
lo hace el artículo 42 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia.

En cuanto al deber de socorrerse mutuamente, contemplado para los cónyuges en el artículo


137 del Código Civil, la Sala considera que este sí existe en cualquier tipo de unión, ya que
si legalmente las uniones (o al menos el concubinato) generan derechos –como los
alimentarios- los cuales normalmente corresponden a los cónyuges mientras dure el
matrimonio, los componentes de estas uniones de hecho deben tener también esos derechos,
como luego se explica, y ello se corresponde con el deber de socorro mutuo comentado.

También otorga el artículo 173 del Código Civil, el derecho optativo de la mujer de utilizar
el apellido de su marido.

A juicio de esta Sala, la utilización de apellidos distintos al propio, como sería para la mujer
el del marido, es un derecho que le nace solamente del acto matrimonial, que conlleva a que
añada algo a su identidad, y que se ve sostenido por el acta de matrimonio que refleja un
nuevo estado civil.

El estado civil de las personas naturales, está formado por los nacimientos y matrimonios, y
necesariamente por las mutaciones que éste sufre (divorcio, por ejemplo), que se anotan al
margen de las partidas del estado civil.

Para la Sala, el que la unión estable en general produzca los mismos efectos que el
matrimonio, no significa –se repite- que ella se convierte en matrimonio, sino que se le
equipara; es decir, en lo que sea posible. Sin embargo, la condición jurídica de la unión
estable, en principio, no permite a la mujer el uso del apellido del marido.
El estado civil surge de unas manifestaciones de voluntad formales contenidas en las actas
del estado civil, así como de las transformaciones que éste recibe y que constan en las notas
marginales de las partidas.

Se trata de una cuestión formal que permite no sólo conocer la condición de la persona,
sino que resulta la piedra angular del sistema de identificación.

No existe, en estos momentos y para esta fecha, una partida del estado civil de concubinato,
u otro tipo de unión, que otorgue el estado de concubino o unido y, por tanto, los símbolos
que representan el estado civil, como el uso del apellido del marido por la mujer; a juicio de
la Sala, no puede ser utilizado por quien no ha contraído matrimonio.

Ahora bien, al equipararse al matrimonio, el genero “unión estable” debe tener, al igual que
éste, un régimen patrimonial, y conforme al artículo 767 del Código Civil, correspondiente
al concubinato pero aplicable en la actualidad por analogía a las uniones de hecho, éste es
el de la comunidad en los bienes adquiridos durante el tiempo de existencia de la unión. Se
trata de una comunidad de bienes que se rige, debido a la equiparación, que es posible en
esta materia, por las normas del régimen patrimonial-matrimonial.

Diversas leyes de la República otorgan a los concubinos derechos patrimoniales y sociales


en diferentes áreas de la vida, y esto, a juicio de la Sala, es un indicador que a los
concubinos se les está reconociendo beneficios económicos como resultado de su unión,
por lo que, el artículo 77 eiusdem, al considerarlas equiparadas al matrimonio, lo lógico es
pensar que sus derechos avanzan hasta alcanzar los patrimoniales del matrimonio,
reconocidos puntualmente en otras leyes.
La Ley que Regula el Subsistema de Pensiones (artículo 69-6) otorga a los concubinos
pensión de sobrevivencia; la Ley del Estatuto sobre el Régimen de Jubilaciones y Pensiones
de los Funcionarios de la Administración Pública Estadal y Municipal, otorga a la
concubina derechos a la pensión de sobrevivencia (artículo 16-3); las Normas de Operación
del Decreto con Rango y Fuerza de Ley de los Préstamos Hipotecarios a Largo Plazo
(artículo 130), así como las Normas d Operación del Decreto con Rango y Fuerza d Ley
que Regula el Subsistema de Viviendas (artículo 34) prevén al concubinato como elegibles
para los préstamos para la obtención de vivienda; la Ley del Seguro Social (artículo 7-a)
otorga a la concubina el derecho a una asistencia médica integral; la Ley Orgánica del
Trabajo (artículo 568) da al concubino el derecho de reclamar las indemnizaciones que
corresponderán a su pareja fallecida, e igual derecho otorga el Estatuto de la Función
Pública (artículo 31).

Se trata de beneficios económicos que surgen del patrimonio de los concubinos: ahorro,
seguro, inversiones del contribuyente (artículo 104 de la Ley de Impuesto sobre la Renta lo
reconoce), etc., y ello, en criterio de la Sala, conduce a que si se va a equiparar el
concubinato al matrimonio, por mandato del artículo 77 constitucional, los efectos
matrimoniales extensibles no pueden limitarse a los puntualmente señalados en las leyes
citadas o en otras normas, sino a todo lo que pueda conformar el patrimonio común, ya que
bastante de ese patrimonio está comprometido por las leyes referidas.

Tal comunidad de bienes, a diferencia del divorcio que exige declaración judicial, finaliza
cuando la unión se rompe, lo cual –excepto por causa de muerte- es una cuestión de hecho
que debe ser alegada y probada por quien pretende la disolución y liquidación de la
comunidad. A juicio de la Sala, y como resultado natural de tal situación, quien demanda la
disolución y liquidación de la comunidad, podrá pedir al juez se dicten las providencias del
artículo 174 del Código Civil, en el supuesto en él contemplado.
Ahora bien, como no existe una acción de separación de cuerpos del concubinato y menos
una de divorcio, por tratarse la ruptura de la unión de una situación de hecho que puede
ocurrir en cualquier momento en forma unilateral, los artículos 191 y 192 del Código Civil
resultan inaplicables, y así se declara; sin embargo, en los procesos tendientes a que se
reconozca el concubinato o la unión estable, se podrán dictar las medidas preventivas
necesarias para la preservación de los hijos y bienes comunes.

Al aparecer el artículo 77 constitucional, surgen cambios profundos en el régimen


concubinario del artículo 767 del Código Civil, ya que existiendo la unión estable o
permanente, no hay necesidad de presumir, legalmente, comunidad alguna, ya que ésta
existe de pleno derecho –si hay bienes- con respecto de lo adquirido, al igual que en el
matrimonio, durante el tiempo que duró la unión y, como comunidad, no es que surte
efectos legales entre ellos dos y entre sus respectivos herederos, o entre uno de ellos y los
herederos del otro, como lo contempla el artículo 767 del Código Civil, sino que, al igual
que los bienes a que se refiere el artículo 168 del Código Civil, los terceros que tengan
acreencias contra la comunidad podrán cobrarse de los bienes comunes, tal como lo pauta
dicha norma.

A ese fin, si la unión estable o el concubinato no ha sido declarada judicialmente, los


terceros pueden tener interés que se reconozca mediante sentencia, para así cobrar sus
acreencias de los bienes comunes. Para ello tendrán que alegar y probar la comunidad,
demandando a ambos concubinos o sus herederos.

No existiendo mecanismos de publicidad que comuniquen la existencia del concubinato, ni


que registren las sentencias que lo declaren, para los terceros con interés en los bienes
comunes, resulta –la mayoría de las veces- imposible conocer previamente la existencia del
concubinato y cuáles son esos bienes comunes; motivo por el cual la Sala considera que
exigir la aplicación del artículo 168 del Código Civil resultaría contrario al principio de que
a nadie puede pedírsele lo imposible, ya que al no conocer la existencia de concubinato, ni
estar los concubinos obligados a declarar tal condición, en las demandas que involucren los
bienes comunes, bastará demandar a aquel que aparezca como dueño de ellos, e igualmente
éste legítimamente podrá incoar las acciones contra los terceros relativos a los bienes
comunes, a menos que la propiedad sobre ellos esté documentada a favor de ambos.

Ahora bien, declarado judicialmente el concubinato, cualquiera de los concubinos, en


defensa de sus intereses, puede incoar la acción prevenida en el artículo 171 del Código
Civil en beneficio de los bienes comunes y obtener la preservación de los mismos mediante
las providencias que decrete el juez.

Resulta importante para esta interpretación, dilucidar si es posible que entre los concubinos
o personas unidas, existe un régimen patrimonial distinto al de la comunidad de bienes, tal
como el previsto en el Código Civil en materia de capitulaciones matrimoniales.

A juicio de esta Sala, ello es imposible, porque la esencia del concubinato o de la unión
estable no viene dada –como en el matrimonio- por un documento que crea el vínculo,
como lo es el acta de matrimonio, sino por la unión permanente (estable) entre el hombre y
la mujer, lo que requiere un transcurso de tiempo (que ponderará el juez), el cual es el que
califica la estabilidad de la unión; y siendo ello así, a priori no puede existir una declaración
registrada de las partes constitutivas de la unión, en el sentido de cómo manejarán los
bienes que se obtengan durante ella.

Igualmente, la Sala tiene que examinar la posibilidad para uno de los miembros de una
unión o concubinato, de la existencia del concubinato putativo, que nace cuando uno de
ellos, de buena fe, desconoce la condición de casado del otro. A juicio de esta Sala, en estos
supuestos funcionará con el concubino de buena fe, las normas sobre el matrimonio
putativo, aplicables a los bienes.

Como resultado de la equiparación reconocida en el artículo 77 constitucional, en cuanto a


los efectos y alcances de la unión estable (concubinato) con el matrimonio, la Sala
interpreta que entre los sujetos que la conforman, que ocupan rangos similares a los de los
cónyuges, existen derechos sucesorales a tenor de lo expresado en el artículo 823 del
Código Civil, siempre que el deceso de uno de ellos ocurra durante la existencia de la
unión. Una vez haya cesado, la situación es igual a la de los cónyuges separados de cuerpos
o divorciados.

Al reconocerse a cada componente de la unión derechos sucesorales con relación al otro, el


sobreviviente o supérstite, al ocupar el puesto de un cónyuge, concurre con los otros
herederos según el orden de suceder señalado en el Código Civil (artículo 824 y 825) en
materia de sucesión ab intestato, conforme al artículo 807 del Código Civil, y habrá que
respetársele su legítima (artículo 883 del Código Civil) si existiere testamento. Igualmente,
las causales de indignidad que haya entre los concubinos, se aplicarán conforme al artículo
810 del Código Civil.

Ahora bien, equiparando a los concubinos o a los unidos a los cónyuges en lo compatible
entre estas figuras y el matrimonio, considera la Sala que mientras exista la unión, cada uno
podrá exigir alimentos al otro partícipe, a menos que carezca de recursos o bienes propios
para suministrarlos, caso en que podrá exigirlos a las personas señaladas en el artículo 285
del Código Civil.

Igualmente, en caso de declaración de ausencia de uno de los miembros de la unión, la otra


podrá obtener una pensión alimentaria conforme al artículo 427 del Código Civil.
En los casos en que se incoen acciones sucesorales o alimentarias, o contra terceros, sin que
existe previamente una declaración judicial de la existencia del concubinato o la unión
estable, la demanda requerirá que se declaren éstas previamente, por lo que en la misma
deberá alegarse y probarse tal condición.

Debido a los efectos y alcances señalados, la sentencia que declare la unión, surtirá los
efectos de las sentencias a que se refiere el ordinal 2° del artículo 507 del Código Civil, el
cual se aplicará en toda su extensión, menos en lo referente a la necesidad de registro de la
sentencia, lo cual no está previsto –y por lo tanto carece de procedimiento- en la Ley.

Esta ausencia de registro y, por tanto, de publicidad, que puede mantener al concubinato
oculto respecto a los terceros, plantea la pregunta de si es nula la venta entre los
concubinos, tal como lo establece el artículo 1481 con respecto a los cónyuges.

A juicio de esta Sala, dados los efectos que se reconocen a la “unión estable”, sería una
fuente de fraude para los acreedores de cualquiera de los concubinos, aceptar que uno
vendiera al otro los bienes comunes documentados a su nombre o poseídos por él y, en
consecuencia, quien demuestre que la venta ha ocurrido entre ellos, puede invocar la
existencia de la unión y tratarlos como bienes comunes o, según los casos, pedir la nulidad
del negocio.

Debe la Sala acotar que el único concubinato que produce efectos equiparables al
matrimonio, es el que se delinea en este fallo; y se hace tal acotamiento porque algunas
leyes denominan concubina a la mujer que vive con un hombre a pesar que éste tiene
impedimento para contraer matrimonio con ella, cuando en realidad tal concubinato es
contrario al artículo 767 del Código Civil y a lo que conceptualiza este fallo.
El mal uso de la palabra concubina, en el sentido inmediatamente indicado, aparece en los
artículos 397 y 399 del Código Penal, y así se declara.

También acota la Sala que diversas leyes vigentes, tales como el Código Orgánico
Tributario (artículo 146-4), la Ley de Empresas de Seguros y Reaseguros (artículos 13-5 y
21), la Ley de Cajas de Ahorro y Fondos de Ahorro (artículos 78-5 y 136), señalan
impedimentos para acceder a cargos para quienes mantengan uniones estables de hecho.
Igualmente, a éstos se refieren los artículos 56 de la Ley del Cuerpo de Investigaciones
Científicas, Penales y Criminalísticas, y 71 de la Ley del Contrato de Seguros.

Ahora bien, como la ley no ha determinado aún quiénes se consideran que viven en unión
estable de hecho, tal mención, en todos los casos, a juicio de esta Sala, debe entenderse en
la actualidad que se aplica por igual a los concubinos, ya que con relación específica a
ellos, existen prohibiciones en el artículo 20 de la Ley de Minas.

Por último, y como resultado de lo interpretado, es que cuando en una relación jurídica
concreta, una de las partes actúa en su condición de concubino, para los efectos de esa
relación la existencia del concubinato queda reconocida por las partes y, en consecuencia,
entre las partes de la relación o el negocio, se reputará que una de ellas se vincula con el
concubinato.

Queda en los términos expuestos, resuelta la interpretación solicitada, y dado el carácter


vinculante de la misma, conforme a lo establecido en el artículo 335 de la Constitución, se
ordena la publicación del presente fallo en la Gaceta Oficial de la República, sin perjuicio
que desde que entró en vigencia la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
los derechos de los concubinos han quedado reconocidos constitucionalmente. Así se
decide.

Igualmente, la interpretación que se hace en este fallo es sin perjuicio de los derechos de los
pueblos y comunidades indígenas, en cuanto a su organización social, usos y costumbres,
reconocidos en el artículo 119 constitucional.

DECISIÓN

Por las razones que anteceden esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,
administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara
Resuelta la solicitud de interpretación del artículo 77 de la Constitución en los términos
expresados en la parte motiva del presente fallo.

Dado el carácter vinculante de la misma, se ordena la publicación del presente fallo en la


Gaceta Oficial de la República, y es a partir de dicha publicación que este fallo comenzará
a surtir efectos.

Publíquese y regístrese. Cúmplase lo ordenado. Archívese el expediente.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Audiencias de la Sala Constitucional del Tribunal


Supremo de Justicia, en Caracas, a los 15 días del mes de julio de dos mil cinco (2005).
Años: 195 ° de la Independencia y 146° de la Federación.
La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (en lo sucesivo TSJ)interpretó el
artículo 77 de la Constitución Nacional, en decisión Nº 1682, de fecha 15 de julio de 2005
(caso: “Carmela Mampieri Giuliani), específicamente en la parte que establece:

" ... Las uniones estables de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos
establecidos en la ley producirán los mismos efectos que el matrimonio".

De la pluralidad de temas resueltos por la Sala Constitucional, nuestros comentarios


únicamente tocan los puntos indicados en el sumario.
1. LA EQUIPARACIÓN ENTRE EL MATRIMONIO Y LA UNIÓN DE HECHO O
CONCUBINATO

En la decisión interpretativa in commento, la Sala Constitucional del TSJ equipara


parcialmente la unión de hecho o concubinato al matrimonio, en orden a los efectos que
éste produce, de la manera siguiente:

“…Ahora bien, el matrimonio – por su carácter formal - es una institución que nace y se
prueba de manera distinta al concubinato o a cualquier otra unión estable, y por ello estas
últimas no pueden equipararse íntegramente al matrimonio y, por tanto, no puede
pretenderse que, automáticamente, todos los efectos del matrimonio se apliquen a las
“uniones estables …”.

Estas uniones (incluido el concubinato) no son necesariamente similares al matrimonio …”

(…)

“Ahora bien, al equipararse al matrimonio, el genero “unión estable” debe tener, al igual
que éste, un régimen patrimonial, y conforme al artículo 767 del Código Civil,
correspondiente al concubinato pero aplicable en la actualidad por analogía a las uniones de
hecho, éste es el de la comunidad en los bienes adquiridos durante el tiempo de existencia
de la unión. Se trata de una comunidad de bienes que se rige, debido a la equiparación, que
es posible en esta materia, por las normas del régimen patrimonial-matrimonial …”
(Cursivas nuestras).

De lo resuelto por la Sala, tres (3) deducciones pueden extraerse:

(i) Como el matrimonio nace y se prueba de manera distinta al concubinato, o a cualquiera


otra unión estable (aún cuando no indica a qué otras uniones estables se refiere), la
diferencia - en su nacimiento como en el orden probático - hace que tanto las unas como las
otras no pueden equipararse íntegramente al matrimonio; y, en consecuencia, los efectos del
matrimonio (personales y patrimoniales) no se producen totalmente en la unión fáctica. En
tal caso, la unión more uxorio o estable de hecho (concubinato) y cualquiera otra unión
estable, no son necesariamente similares al matrimonio, es decir, ni iguales, ni equivalentes.
(ii) La unión estable de hecho (concubinato) y cualquiera otra unión estable, no son
necesariamente similares al matrimonio, es decir, ni semejantes o parecidas, por lo cual no
son equiparables.

(iii) Sin embargo, luego la Sala equipara el género “unión estable” al matrimonio, y así
debe tener, al igual que éste, un régimen patrimonial (comunidad de gananciales por causa
de la equiparación).

Todo eso viene a demostrar, sin ninguna vacilación, que la unión de hecho no puede
equiparse al matrimonio (asimilarse, dar por igual o equivalente de modo total y en cuanto
a su naturaleza existencial). Por una parte, los propios cónyuges no aceptan la equiparación
cuando no quieren vivir dentro de la unión fáctica, y tampoco los convivientes de hecho
puesto que no desean contraer matrimonio. Por este motivo no se puede imponer un estatus
a los mismos en contra de su voluntad o consentimiento. No se pueden equiparar pues se
trata de dos instituciones diferentes desde el punto de vista antropológico , cultural,
ideológico, filosófico, doctrinal, político y sociológico.

El matrimonio es una unión o vínculo de Derecho. La unión de hecho es eso: de hecho, y


cuando en la doctrina, legislación, jurisprudencia y la Constitución se insiste en la
expresión “unión de hecho”, resulta precisa la diferencia entre ambas realidades. Así, la
norma constitucional da prevalencia y jerarquía normativa a la protección al matrimonio;
mientras que la unión de hecho, allí está sometida o condicionada, para que pueda producir
los mismos efectos que el matrimonio, al cumplimiento de los requisitos establecidos en la
ley. Ello significa que mientras el matrimonio, en esa norma constitucional, aparece con su
propia identidad, especificidad, autonomía funcional y estructural, sin tener que acudir a
otras exigencias, requisitos o modelos (para adquirir su plenitud e integridad), para que
produzca sus efectos (personales y patrimoniales); a la unión more uxorio o de hecho entre
un hombre y una mujer, se coloca dentro de una estructura normativa, especialmente de
principio, condicionada a parecerse al matrimonio (algo así como un matrimonio de
segunda clase); o como una copia del original del que toma su apariencia pero que como
copia no es igual en sustancia o contenido, pero que se reproduce del original para que se
parezca al mismo y produzca los efectos del matrimonio, o al menos que tiene la
posibilidad de convertirse en matrimonio; en cuyo caso – cuando no se transforma o
convierte - esa unión queda como de rango inferior que aspira semejársele, sin que adquiera
su mismo y propio contenido, su mismo sistema, que genere los plenos efectos en la
relación interpareja, entre el hombre y la mujer convivientes. No obstante, ello no significa,
de ninguna manera, que la unión fáctica o convivencial entre un hombre y una mujer quede
desprotegida, más aún cuando ésta es una realidad social con características diferentes al
matrimonio, salvo que entre ambas uniones existe un signo único o igual que no los
diferencia, como es la unión de pareja integrada por el hombre y la mujer.

No obstante, la Constitución pareciera equiparar la unión de hecho al matrimonio, en


ambos casos entre un hombre y una mujer, pero sólo y de modo relativo en cuanto
concierne a los derechos y los deberes recíprocos, pero que en relación a los hijos la
diferencia no existe. Cuando el hombre y la mujer se unen de hecho, lo hacen
indudablemente para no someterse al régimen matrimonial, y aun siendo una familia con
protección, esa unión fáctica no es equivalente al matrimonio; de manera que al producirse
conflictos en el ejercicio de los deberes-derechos, hay que asumir o adoptar el caso
concreto para llegar a la conclusión solutiva, pero no es posible deducir todos o los mismos
efectos del matrimonio. Por eso hablamos de relatividad de los efectos a que se refiere el
artículo 77 constitucional (como por ejemplo, la mujer no puede usar el apellido de su
conviniente), que reconoce y garantiza el derecho del hombre y la mujer a contraer
matrimonio, pero no autoriza el matrimonio entre dos personas del mismo sexo.

2. UNIÓN MORE UXORIO Y SU DECLARACIÓN JUDICIAL. LA ACCIÓN


CONCUBINARIA DECLARATIVA Y ACUMULACIÓN DE PRETENSIONES.

2.1. La unión more uxorio y su declaración judicial

En la decisión interpretativa in commento la Sala Constitucional resuelve lo siguiente:

Refiriéndose al concubinato,

“(…) Se trata de una situación fáctica que requiere de declaración judicial y que la califica
el juez, tomando en cuenta las condiciones de lo que debe entenderse por vida en común
(…)”
Y luego adiciona:

“(…) En primer lugar considera la Sala que, para reclamar los posibles efectos civiles del
matrimonio, es necesario que la “unión estable” haya sido declarada conforme a la ley, por
lo que se requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca.

En la actualidad, es necesaria una declaración judicial de la unión estable o del


concubinato; dictada en un proceso con ese fin (…)”

De lo resuelto por la Sala Constitucional, se deduce:

(i) Que para la existencia de la unión fáctica se requiere de la declaración judicial;

(ii) Para reclamar los posibles efectos civiles del matrimonio, es necesario que la “unión
estable” haya sido declarada conforme a la ley, por lo que se requiere una sentencia
definitivamente firme que la reconozca, dictada en un proceso con ese fin, y;

(iii) La Sala no resuelve que sea necesario se establezca en primer lugar judicialmente la
existencia de la situación de hecho, esto es, la unión concubinaria; y que una vez
definitivamente firme esa decisión, es que podrían las partes solicitar la partición y
liquidación de esa comunidad, ni que de lo contrario el juez estaría incurriendo en un
exceso de jurisdicción.

Hasta ahora, en nuestro país, la unión concubinaria corresponde a una cuestión fáctica o de
hecho (certeza material presunta), que requiere ser calificada por el tribunal, en beneficio
del conviviente que tenga interés, mediante la correspondiente declaración judicial que
establezca la existencia de la misma (certeza jurídica). La certeza jurídica se establece,
entonces, mediante la fijación de los hechos por el juez a través de la actualización de los
mismos en el tiempo que ocurrieron o tuvieron lugar durante la convivencia para que la
misma sea tal (more uxorio) y así poderlos calificar jurídicamente y originar sus
consecuencias con los elementos de convicción, y producir la sentencia declarativa, no
constitutiva de derechos; declarativa porque como afirma la Sala Constitucional en la
decisión in commento, dado el carácter vinculante de la misma, conforme a lo establecido
en el artículo 335 de la Constitución, ordena la publicación del fallo en la Gaceta Oficial de
la República, sin perjuicio que desde que entró en vigencia la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, los derechos de los concubinos han quedado reconocidos
constitucionalmente.

Entonces, ¿la sentencia judicial es el único medio de prueba para la existencia de la unión
convivencial fáctica? ¿Los convivientes no pueden demostrarla voluntariamente mediante
instrumento auténtico?

En la doctrina mayoritariamente parece prevalecer el criterio conforme al cual para la


comprobación de la existencia de la unión more uxorio o concubinaria entre un hombre y
una mujer, es absolutamente necesario la sentencia judicial, que es el acto que le da certeza
y eficacia jurídica. La decisión judicial no tiene naturaleza constitutiva sino declarativa,
pues la declaración le da certeza jurídica a la sociedad patrimonial y ello obedece a que la
certeza jurídica en referencia no constituye requisito esencial para la existencia, sino para la
seguridad jurídica. Antes de la declaración judicial de existencia la unión convivencial tiene
existencia por si misma, desde el momento en que se reúnan las condiciones exigidas para
ello, aun cuando no haya sido declarada judicialmente y, por lo tanto, también carezca de la
aludida certeza jurídica, que impide los efectos jurídicos que le otorga la Constitución y la
ley. Por eso, la declaración hace producir los efectos desde que la unión se creó (efecto
declarativo) y hacía el futuro y no desde que la sentencia quede firme (efecto constitutivo).

¿Y si los convivientes han otorgado un instrumento público o auténtico que demuestre la


existencia de esa unión, en tal caso no se requerirá de esa declaración judicial?. El
problema no se reduce sólo a su demostración instrumental. Ese instrumento sin ninguna
duda que la demuestra siempre que esa unión sea calificada de estable, que entre otras
exigencias haya habido cohabitación o vida en común, con carácter de permanencia y
notoriedad, sin que existan impedimentos dirimentes que impidan el ejercicio de la
capacidad convivencial. Si el problema está en la comprobación de su inicio, de no
expresarse nada al respecto en ese instrumento, el inicio tiene importancia en varios
aspectos, y uno de ellos corresponde al patrimonial para conocer si los bienes adquiridos
por uno solo de los convivientes pertenece o no a la comunidad concubinaria, dependiendo
que uno de los mismos no esté casado, dentro de la temática que construye el artículo 767
del Código Civil y conforme a la tutela prevista en el artículo 77 de la Constitución
venezolana. Y, además, la estabilidad de esa unión concubinaria resulta importante en
orden a la propia permanencia, porque aquella declaración de emitirse únicamente para
manifestarla, por motivos incluso fuera de lo real, sin que contenga expresado el tiempo
que ha durado la misma, habría también que comprobarlo para los diversos efectos
establecidos en la ley. Aquel instrumento público o auténtico puede verse reducido a una
simple declaración bilateral, si la convivencia que indica sus otorgantes carece de la exigida
estabilidad a que se refiere el artículo 77 eiusdem, no obstante poder constituir una
importante presunción para contribuir a la demostración de la existencia de la unión
convivencial. Ese instrumento puede mostrar una verdad formal, pero puede ser inútil ante
la exigencia de la verdad material que da contenido existencial a la realidad fáctica a tenor
de lo establecido en el artículo 77 ibídem, pues esa verdad formal resultará intrascendente
cuando uno de los convivientes pretende demostrar la unión estable con ese instrumento
otorgado y el otro demuestra que la unión no ha sido estable. Tal es el caso, por ejemplo, de
la falta de cohabitación, o la ausencia de la singularidad o fidelidad, no permanencia,
ausencia de notoriedad, o la existencia de impedimentos dirimentes que obstaculizan el
ejercicio de la capacidad convivencial. En cualesquiera de tales casos, esa unión que se
afirma convivencial no es estable y no reúne los requisitos exigidos en la Ley (Código Civil
especialmente) para que produzca relativamente los mismos efectos que el matrimonio, tal
como lo preceptúa el artículo 77 in commento.

La declaración que pueden emitir los convivientes puede tener fines diferentes a la sola
demostración de la convivencia. Así, por ejemplo, conocer cómo quedarán los bienes que
se adquieran durante la unión, si son propios de cada uno de ellos, o no; o para obtener un
beneficio común o particular ante determinada institución, persona jurídica o natural, con
ocasión del trabajo u otra circunstancia. En cambio, la declaración judicial deviene de la
pretensión de uno de los concubinos que la dirige al Estado, a través del juez para que el
objeto de la acción, que es la sentencia mediante la actividad procesal, origine la decisión
que declare la existencia de la unión fáctica que en el petitum de la demanda se requiere o
solicita.

Ahora bien, para la Sala Constitucional:

“(…) como, al contrario del matrimonio que se perfecciona mediante el acto matrimonial,
recogido en la partida de matrimonio, no se tiene fecha cierta de cuándo comienza la unión
estable, ella debe ser alegada por quien tenga interés en que se declare (parte o tercero) y
probada sus características, tales como la permanencia o estabilidad en el tiempo, los signos
exteriores de la existencia de la unión (lo que resulta similar a la prueba de la posesión de
estado en cuanto a la fama y el trato, ya que la condición de la pareja como tal, debe ser
reconocida por el grupo social donde se desenvuelve), así como la necesidad de que la
relación sea excluyente de otra de iguales características, debido a la propia condición de la
estabilidad…”.

De allí que considere la Sala que, para reclamar los posibles efectos civiles del
matrimonio, es necesario que la “unión estable” haya sido declarada conforme a la ley, por
lo que se requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca.

Por último, para la Sala Constitucional, en la decisión interpretativa in commento,


“Debido a los efectos y alcances señalados, la sentencia que declare la unión, surtirá los
efectos de las sentencias a que se refiere el ordinal 2° del artículo 507 del Código Civil, el
cual se aplicará en toda su extensión, menos en lo referente a la necesidad de registro de la
sentencia, lo cual no está previsto – por lo tanto carece de procedimiento - en la Ley”
(Cursivas nuestras). Dadas las consecuencias que esta decisión interpretativa producen, nos
permitimos citar el artículo 507 del Código Civil en su ordinal 2º que dispone lo siguiente:

“Las sentencias definitivamente firmes recaídas en los juicios sobre estado civil y
capacidad de las personas y los decretos de adopción una vez insertados en los registros
respectivos, producirán los efectos siguientes: … 2º Las sentencias declarativas, en que se
reconozca o se niegue la filiación o sobre reclamación o negación de estado y cualquiera
otra que no sea de las mencionadas en el número anterior, producirán inmediatamente los
mismos efectos absolutos que aquéllas; pero dentro del año siguiente a su publicación
podrán los interesados que no intervinieron en el juicio, demandar a todos los que fueron
parte en él, sin excepción alguna, para que se declare la falsedad del estado o de la filiación
reconocidos en el fallo impugnado. No tendrán este recurso los herederos ni los
causahabientes de las partes en el primer juicio ni los que no intervinieron en él a pesar de
haber tenido conocimiento oportuno de la instauración del procedimiento.
La sentencia que se dicte en el segundo juicio será obligatoria para todos, así para las partes
como para los terceros. Contra ella no se admitirá recurso alguno.

A los efectos del cómputo del año fijado para la caducidad del recurso concedido en este
artículo, un extracto de toda sentencia que declare o niegue el estado o la filiación, se
publicará en un periódico de la localidad sede del Tribunal que la dictó. Si no hubiere
periódico en la localidad sede del Tribunal, la publicación se hará por un medio idóneo.
Asimismo, siempre que se promueva una acción sobre la cual haya de recaer un fallo
comprendido en este artículo, el Tribunal hará publicar un edicto en el cual, en forma
resumida, se haga saber que determinada persona ha propuesto una acción relativa a
filiación o al estado civil; y llamando a hacerse parte en el juicio a todo el que tenga interés
directo y manifiesto en el asunto”.

Significa, entonces, que la sentencia merodeclarativa definitivamente firme, sobre la


existencia de la unión more uxorio, no requiere de su inserción en el registro respectivo
para que de inmediato produzca plenos efectos; pero dentro del año siguiente a su
publicación podrán los interesados que no intervinieron en el juicio, demandar a todos los
que fueron parte en él, sin excepción alguna, para que se declare la falsedad del estado
reconocido en el fallo impugnado, pero no tendrán este recurso los herederos ni los
causahabientes de los convivientes more uxorio en el primer juicio, ni los que no
intervinieron en él a pesar de haber tenido conocimiento oportuno de la instauración del
procedimiento. Esto indica que los terceros , así como pueden solicitar se declare aquella
unión convivencial, en acción principal o como terceros coadyuvantes , también pueden
pedir se declare la falsedad del estado convivencial more uxorio, que fue declarado
mediante sentencia definidamente firme, de no haber tenido conocimiento oportuno de la
instauración de ese procedimiento. Por eso, cuando se promueva la acción merodeclarativa
de existencia de la unión more uxorio, el Tribunal deberá hacer publicar un edicto en el
cual, en forma resumida, se haga saber que determinada persona ha propuesto una acción
relativa al estado concubinario; y llamando a hacerse parte en el juicio a todo el que tenga
interés directo y manifiesto en el asunto, de conformidad con el artículo 507 in fine del
Código Civil.

2.2. Acción concubinaria declarativa y acumulación de pretensiones


Como ya observamos, la Sala Constitucional no resuelve que sea necesario se establezca en
primer lugar judicialmente la existencia de la situación de hecho, esto es, la unión
concubinaria; y que una vez definitivamente firme esa decisión, es que podrían las partes
solicitar la partición de esa comunidad, ni que de lo contrario el juez estaría incurriendo en
un exceso de jurisdicción; como tampoco prohibió la acumulación de las pretensiones
merodeclarativa concubinaria y la de partición y liquidación de la comunidad patrimonial.
Aun cuando se legisle sobre la unión estable de hecho, aquella unión de tal carácter que no
haya cumplido con los requisitos a que se refiera esa ley, no por esto dejará de ser una
unión de hecho o concubinaria dentro del contexto del artículo 767 del Código Civil, para
el caso de que esta norma no llegare a quedar expresa o tácitamente derogada. Esta posible
derogación tácita parcial podría haberse producido por la colisión del artículo 41 del
abandonado Proyecto de Ley de Protección a la Familia, la Maternidad y la Paternidad ,
con el artículo 767 del Código Civil, cuando aquel contemplaba: “Cuando se demuestre
entre personas casadas la existencia de separaciones de hecho prolongadas conforme a lo
previsto en el artículo 185-A del Código Civil y se haya extinguido el lapso de caducidad
para el ejercicio de la acción penal por adulterio, las uniones estables de hecho entre parejas
de un hombre y una mujer, producirán los mismos efectos filiales, patrimoniales y
sucesorales que en el matrimonio, conforme la normativa de esta Ley”. Es decir, que la
presunción de comunidad concubinaria, a que se refiere el artículo 767 del Código Civil, no
se aplicaría cuando uno de los convivientes estuviere casado, pero sí cuando se demostrare
entre personas casadas la existencia de separaciones de hecho prolongadas conforme a lo
previsto en el artículo 185-A del Código Civil, y se hubiere extinguido el lapso de
caducidad para el ejercicio de la acción penal por adulterio. En tal caso existiría colisión
entre ambas normas que pudiera devenir en la derogación parcial tácita del artículo 767 del
Código Civil en ese aspecto, pero la misma quedaría vigente a los fines de la presunción de
la comunidad concubinaria en aquellos casos cuando la mujer y el hombre en su casos
demuestre que ha vivido permanentemente en tal estado, sin que los mismos hayan
legalizado la unión conforme a esa Ley, porque no les interesaba o no querían, en cuyo caso
podría ocurrir que después cualquiera de los mismos podría requerir la demostración de la
existencia de esa comunidad concubinaria a través de la decisión judicial que así la declare.
Estaremos, entonces, en presencia de la acción merodeclarativa concubinaria, y resulta
interesante, al efecto, observar si es procedente o no acumular en la misma demanda las
pretensiones de declaración de certeza de la unión concubinaria y la de partición de la
comunidad patrimonial de la misma.

Los artículos 77 y 78 el Código de Procedimiento Civil disponen lo siguiente:

Artículo 77. El demandante podrá acumular en el libelo cuantas pretensiones le competan


contra el demandado, aunque deriven de diferentes títulos.

Artículo 78. No podrán acumularse en el mismo libelo pretensiones que se excluyan


mutuamente o que sean contrarias entre sí; ni las que por razón de la materia no
correspondan al conocimiento del mismo Tribunal; ni aquéllas cuyos procedimientos sean
incompatibles entre sí. Sin embargo, podrán acumularse en un mismo libelo dos o más
pretensiones incompatibles para que sean resueltas una como subsidiaria de otra, siempre
que sus respectivos procedimientos no sean incompatibles entre sí.

Como bien dispone el artículo 78 del Código de Procedimiento Civil, se trata de una
conexión de pretensiones de orden subjetivo, pues cuando uno de los convivientes acciona
al otro para que el tribunal declare la existencia de la unión convivencial y pide se proceda
a la partición y liquidación de los bienes comunitarios, ¿es porque existe identidad de partes
entre esas dos pretensiones que justifica su acumulación inicial en la misma demanda
primigenia, al no ser incompatibles ni excluyentes entre sí y de la manera como infra
observamos?

Opina GUASP que dos o más pretensiones son incompatibles cuando, por las
consecuencias judiciales que están llamadas a producir, no pueden ser legalmente
conjugadas. El autor hace referencia a la competencia del juez y a la naturaleza del
procedimiento. En cuanto a la incompatibilidad de las prensiones “cuando el juez que deba
conocer de la acción principal sea incompetente por razón de la materia o de la cuantía
litigiosa para conocer de la acumulada”; y “cuando con arreglo a ley deba ventilarse y
decidirse las acciones en juicios de diferente naturaleza”; y señala que si el juez no es
competente para conocer de todas y cada una de las pretensiones cumuladas, la unión
inicial de las pretensiones no podrá ser admitida. Esta regla, dice, aplicada en toda su
amplitud, dificultaría extraordinariamente la expedita acumulación inicial de acciones. Para
obviar precisamente la rigidez es para lo que se crea la figura de la conexión como causa
modificadora de la competencia, es decir, un supuesto que autoriza a que el Juez
competente para una cierta pretensión pueda conocer de otra u otras conexas a ella.

El juego de la conexión ha de tenerse, pues, en cuenta, inexcusablemente, para comprender


el sentido de la prohibición actual. La conexión, como aduce VÉSCOVI , significa la
vinculación, relación, enlace o nexo entre dos o más procedimientos, que determina,
generalmente, que deben ser decididos por un mismo juez. La conexión puede aparecer
antes de iniciarse el proceso, y entonces se produce el fenómeno de la acumulación de
pretensiones. También puede darse al contestar la demanda, en el caso de plantearse
reconvención, citación en garantía, llamamiento de tercero, etc. Lo mismo sucede en el
fenómeno de la tercería. Finalmente, la conexión en el curso de dos procesos puede
conducir al fenómeno de la acumulación procesal (acumulación de autos o de procesos).

La pluralidad inicial de pretensiones que pueden acumularse en la misma demanda del


actor puede ocurrir cuando las mismas son conexas entre sí. Por eso, ¿es procedente
acumular en la misma demanda del actor las pretensión merodeclarativa de existencia de la
unión more uxorio o concubinaria y la de partición y liquidación de los bienes habidos
durante esa unión?

La Sala de Casación Civil del TSJ, en sentencia RC- 00176 del 13 de marzo de 2006 (caso:
“Ingrid Reyes Centeno contra Roberto Jesús Blanco Colorado”), resolvió lo siguiente:

“(…) La Sala observa, que en el caso que nos ocupa se acumularon dos pretensiones en el
libelo de demanda: la acción merodeclarativa de reconocimiento de unión concubinaria y
la de partición de bienes de la comunidad, que no podían ser acumuladas en una misma
demanda, pues es necesario que se establezca en primer lugar judicialmente la existencia o
no de la situación de hecho, esto es, la unión concubinaria; y, una vez definitivamente firme
esa decisión, es que podrían las partes solicitar la partición de esa comunidad, de lo
contrario el juez estaría incurriendo en un exceso de jurisdicción …” (negrillas de la Sala).

Y la misma Sala de Casación Civil en decisión RC-00384, del 6 de junio de 2006 (caso:
“Vestalia de La Cruz Ron contra Isabel Cheksbir de Fernández y otros”), decidió:
“(…) Por aplicación de los anteriores criterios jurisprudenciales al caso de marras, los
cuales se reiteran en este fallo, si la demandante pretende partir y liquidar los bienes
habidos en la comunidad concubinaria que afirma existió entre ella y su difunto concubino,
ha debido acompañar al escrito introductorio de la demanda copia certificada de la
declaración judicial de la existencia del mismo (...)”.

“(…) que mediante esta acción la parte actora pretende la liquidación y partición de una
comunidad concubinaria que aún no ha sido calificada como tal por juez alguno; por
consiguiente, la presente demanda no debió ser admitida porque mal pueden liquidarse y
partirse los bienes de una relación de hecho estable, como lo es el alegado concubinato, que
aún no ha sido reconocida judicialmente (…)”.

Sin embargo, esa sentencia definitivamente firme que reconozca la existencia de la “unión
estable” (a que se refiere el artículo 77 de la Constitución venezolana vigente), responde a
la interrogante ¿qué pretende el concubino o la concubina? Es decir, cuál es la finalidad de
esa sentencia. La finalidad tiene que ver según el tipo o clase de acción, porque, en el
ámbito de las relaciones more uxorio, la decisión judicial que se produzca – establecedora
de su existencia para que produzca los efectos indicados en el artículo 77 eiusdem –
deviene de una acción de juzgamiento o conocimiento. Para HERNANDO DEVIS
ECHANDÍA , la acción de juzgamiento o conocimiento o declarativa genérica, es la que se
ejercita para iniciar un proceso de esta clase, es decir, para que el juez juzgue acerca de la
existencia del derecho o pretensión que el demandante alega y de las obligaciones que
reclama a cargo del demandado, o para resolver sobre la responsabilidad del sindicado. Por
lo tanto, en esta clase se comprenden las acciones declarativas puras, de condena y de
declaración constitutiva, que forman el grupo general de las acciones declarativas. Por su
parte, JUÁN JOSÉ BOCARANDA , sostiene que se entiende como acción concubinaria
declarativa aquélla que interpone un concubino contra el otro, para que, declarada por el
Tribunal la configuración de la relación extramatrimonial, y establecida la existencia de la
comunidad de bienes, se condene al demandado a entregar al demandante la parte del
patrimonio que le corresponde.

Cuando el concubino o la concubina pide al juez o tribunal que declare la existencia de la


unión more uxorio, está pretendiendo la búsqueda de la certeza jurídica de la misma, para
que produzca los efectos legales correspondientes. Sin embargo, la aspiración de quien
pretende no es quedarse en la mera declaración de certeza (sentencia merodeclarativa), sino
ir más allá de la misma y con fundamento en la misma y ante la presunción de comunidad
de los bienes habidos durante la unión a tenor con lo pautado en el artículo 767 del Código
Civil, se proceda a la partición de los bienes comunes (sentencia declarativa - condenatoria,
que deviene de un proceso mixto en cuanto comprende a las dos pretensiones bajo el rigor
de una sola acción); pues como bien afirma HERNANDO DEVIS ECHANDÍA , puede
suceder y es muy frecuente que el proceso requerido por el actor sea mixto, es decir,
declarativo y de condena; de declaración constitutiva y de condena; declarativo y de
declaración constitutiva y de condena; cautelar y de declaración constitutiva o declarativo.
Parece entonces se ejercitaran varias acciones, una para cada clase de peticiones; pero esto
es un error, ya que la acción que inicia un proceso es siempre una. Lo que puede existir
múltiple es la pretensión. Para ver claramente la verdad de esta afirmación, observa el
autor, basta recordar que toda acción conduce a la sentencia mediante el proceso; por lo
tanto, una es jurídicamente suficiente. Puede decirse en estos casos que la acción es de
naturaleza mixta , ya que persigue una actividad compleja y mixta del juez. Pero jamás
puede halarse de ejercicio de varias acciones en una demanda, en sentido procesal; o no ser
que se use el término en sentido material, para referirse a los distintos derechos materiales
objeto de la demanda o a las diversas pretensiones que de ellos quiere deducirse.

De modo, pues, que de nada le serviría la sola declaración judicial - sobre la existencia de
la unión fáctica - de no ser su finalidad, luego e inmediatamente, obtener y en el mismo
proceso esa partición patrimonial como consecuencia de haberse roto o extinguido tal
unión; pues la mera declaración no es susceptible de ejecución. Por eso, la antes citada
decisión de la Sala de Casación Civil del TSJ (RC-00176, del 13 de marzo de 2006)
pareciera no comprender que es un error hablar de acumulación de acciones del mismo
actor en la demanda, pues lo que existe es acumulación de pretensiones y no de acciones, y
sólo se ejercita una acción. A propósito de ello, en el Código de Procedimiento Civil
vigente se corrigió el error consuetudinario que contenía ese equívoco y se estableció que
el demandante podrá acumular en el libelo cuantas pretensiones le competan contra el
demandado, aunque deriven de diferentes títulos. Cuando la Sala de Casación Civil del TSJ
afirma “que en el caso que nos ocupa se acumularon dos pretensiones en el libelo de
demanda: la acción merodeclarativa de reconocimiento de unión concubinaria y la de
partición de bienes de la comunidad”, podría confundirse “pretensión” con “acción”.

Se ha afirmado que es un error hablar de "acumulación de acciones" del mismo demandante


en la demanda. Lo que existe es "acumulación de pretensiones y no de acciones". Sólo se
ejercita una acción. Pero la pretensión no es la acción. La acción es el poder jurídico de
hacer valer la pretensión. Ese poder jurídico existe en el individuo, al decir de COUTURE,
aún cuando la pretensión sea infundada. La acción, aunque no se la deba confundir con el
derecho (material) hecho valer en juicio, sea, sin embargo, un derecho (procesal), como
sostiene CARNELUTTI , sirve para distinguirla de la pretensión, con la cual se ha
confundido a menudo y continúa confundiéndosela. Basta para su distinción exacta
recordar que, mientras la acción es una relación, la pretensión es un hecho, y más
concretamente, un acto jurídico, ambos conceptos pertenecen, por tanto, a zonas distintas y
aún opuestas de la ciencia, cuales son la estática y la dinámica del derecho.

Acción y pretensión son conceptos distintos y distintos sus elementos en cuanto a los
sujetos, objeto y su causa. (i) En efecto, los “sujetos” del derecho de la acción son: el
demandante o actor (sujeto activo) y el juez en representación del Estado (sujeto pasivo).
Los sujetos de la pretensión son: el actor o demandante (sujeto activo) y el demandado
(sujeto pasivo). El "objeto" de la acción es la sentencia, no es la obtención o logro de las
pretensiones contenidas en la demanda. El "objeto de la pretensión" – en tal caso - es la
búsqueda de esa sentencia favorable que otorgue lo que se pidió o pretendió con la acción
propuesta. (ii) La "causa petendi" y "la causa de la acción". La causa petendi es la razón de
pedir. La razón de la pretensión es el fundamento que se le da, como afirma
CARNELUTTI.

Luego, entonces, ¿cuándo existe verdadera acumulación de acciones en una misma


demanda, de acuerdo con lo expresado por el artículo 78 del Código de Procedimiento
Civil? Existe verdadera acumulación de acciones, en una misma demanda, en dos casos a
saber:

(i) Cuando el demandado, en el acto de contestación de la demanda, demanda a su


demandante, esto es, cuando reconviene. Con CARNELUTTI diremos que en este caso sí
existe "acumulación de acciones", porque hay dos demandas separadas, e
independientemente se está ejerciendo la acción e imponiendo al juez la obligación de
proveer sobre aquella.

(ii) Cuando se acumulan procesos judiciales por separado. Luego, entonces, hay necesidad
de referirnos a la "acumulación de pretensiones", puesto que cuando se solicita la
declaratoria de existencia de la unión more uxorio o concubinaria, la partición y
liquidación de la misma, existen dos pretensiones en la misma demanda del actor contra el
demandado. Pero no hay allí dos acciones sino una sola acción. ¿Cuál será la acción? La
acción, como dice CHIOVENDA , es el poder jurídico de dar vida (porre in essere) a la
condición para la actuación de la voluntad de la ley; o como sostiene ALSINA , la acción es
un derecho público subjetivo mediante el cual se requiere la intervención del órgano
jurisdiccional para la protección de una pretensión jurídica. Esto es evidente. ¿Cuál es la
pretensión? La pretensión es el actuar por el que requiere (demandante) solicitando la
declaratoria de existencia de la unión more uxorio o concubinaria y la subsiguiente
partición y liquidación de la comunidad concubinaria. Como se aprecia, hay una pluralidad
de pretensiones. Dos pretensiones acumuladas en la misma demanda del actor.

En la doctrina se han planteado varios criterios para la clasificación de la "pluralidad de


pretensiones". Nosotros seguiremos la que presenta GUASP con la idea de permitirnos
ubicar el sentido que nos interesa de "pretensión", no su concepto:

(a) Pluralidad simple, o sea, aquella en que las diversas pretensiones reunidas se reclaman
todas de modo concurrente, y para satisfacer al titular de la pretensión debería el órgano
jurisdiccional actuarlas todas frente al sujeto pasivo de la misma.

(b) Pluralidad alternativa, es aquella en que el titular, si bien reclama dos o más
actuaciones distintas, no pide que sean realizadas una y otra, sino que la verificación de
cualquiera de ellas basta para satisfacerle.
(c) Pluralidad subsidiaria, es aquella en que el demandante pide al órgano jurisdiccional, en
primer lugar, una sola actuación, pero en segundo término, subordinadamente, para el caso
de que la primera petición sea denegada formular otra pretensión. De la anterior
clasificación nos interesa - en la presente temática - el tipo correspondiente a la "pluralidad
simple de pretensiones", por reunirse estas en una misma demanda, de modo que el órgano
jurisdiccional las resuelva todas frente al demandado y en beneficio del actor (de ser
procedentes), como lo constituye el caso relativo a la declaratoria de existencia de la unión
more uxorio o concubinaria y la subsiguiente partición y liquidación de la comunidad
fáctica. Aquí se comenta si es o no procedente plantear, en la misma demanda del actor, la
"acumulación de esas dos pretensiones" en razón de que se ha afirmado que esa
acumulación es excluyente, por ser tales pedimentos contrarios entre si y tener
procedimientos legales incompatibles.

Toda incompatibilidad implica contrariedad o contradicción. Por tanto, lo incompatible


plantea exclusión. Entonces trataremos de comentar el sentido que tiene el vocablo
"incompatibilidad". Al efecto podemos hablar de dos tipos de "incompatibilidades", o más
concretamente "incompatibilidad de pretensiones".

2.2.1. Incompatibilidad de carácter material

Esta incompatibilidad se refiere a que dos o más pretensiones son materialmente


excluyentes o incompatibles, cuando los efectos jurídicos o los simples efectos económicos
pueden producir no pueden subsistir al mismo tiempo, al oponerse entre si. ¿Existirá esa
incompatibilidad en el caso de la declaratoria de existencia de la unión more uxorio o
concubinaria y la subsiguiente partición y liquidación de la comunidad patrimonial
comunitaria? Consideramos que no, ya que el efecto jurídico de la declaración judicial de
existencia de la unión more uxorio, es producir los efectos personales y patrimoniales a que
nos referimos; y esa declaración no resulta incompatible o excluyente con la partición y
liquidación de esa comunidad patrimonial. Ambas pretensiones - la declaratoria de
existencia de la unión more uxorio o concubinaria y la subsiguiente partición y liquidación
de la comunidad concubinaria - pueden perfectamente subsistir simultáneamente en la
misma demanda del actor, pues los efectos de sendas pretensiones no se oponen entre sí,
tratándose que las pretensiones de las cuales derivan se han reunido y reclamado de modo
“concurrente", en cuanto coexisten por tener la misma causa o razón de pedir.

Es evidente, pues, que la "incompatibilidad por razón de la materia", la constituye la


naturaleza de la relación jurídica o del estado jurídico que forma la materia sobre la cual se
pide la actuación del órgano jurisdiccional. No está allí en juego el valor de la causa, sino la
naturaleza de la relación jurídica, no obstante, como afirma ROCCO en su citada obra, el
criterio de la materia viene a veces a entrecruzarse también con el valor, como subordinado
que está a él. En tal caso son dos criterios que determinan la competencia, a saber, el valor
y la materia de la causa. Pero conviene observar que en aquellas relaciones o estados
jurídicos en que, por el carácter ideal y no patrimonial de su contenido, no puede servir el
criterio del valor, sirve, objetiva y exclusivamente, el criterio de la materia. Por eso, a lo
mejor, nuestro Código de Procedimiento Civil trata en una misma sección "De la
competencia del juez por la materia y por el valor de la demanda" (artículos 28 al 39). Así,
por ejemplo, el articulo 33 eiusdem establece que: "Cuando una demanda contenga varios
puntos, se sumará el valor de todos ellos para determinar el de la causa, si dependen del
mismo título”.

2.2.3. Incompatibilidad de carácter procesal

Esta incompatibilidad, entendida como la imposibilidad de acumular en la misma demanda


pretensiones que, por razón de la materia, no corresponda al conocimiento del mismo
Tribunal, que ha de conocer de la principal, ni aquellas cuyos procedimientos legales sean
incompatibles entre o que se excluyan mutuamente. De consiguiente, ¿son incompatibles
los procedimientos relativos la declaratoria de existencia de la unión more uxorio o
concubinaria y la subsiguiente partición y liquidación de la comunidad concubinaria? No,
no lo son, puesto que declarada judicialmente aquella unión convivencial, al quedar la
sentencia definitivamente firme y ejecutoriada no existe impedimento alguno para que el
mismo tribunal civil ordinario que la dictó, entre en la fase del procedimiento de partición y
liquidación, conforme lo dispuesto en el artículo 777 y siguientes del Código de
Procedimiento Civil. Existe, además, otra razón dada por la conexión causal en cuanto a
que podrán acumularse y ejercitarse al mismo tiempo las pretensiones que uno tenga contra
otro, siempre que nazcan de un mismo titulo o se funden en una misma causa de pedir. Más
aún cuando, como sostiene DEVIS ECHANDÍA en su citada obra, esta mayor facilidad de
acumular pretensiones del mismo demandante, favorece la economía procesal, pues
disminuye el tiempo, el trabajo y el dinero que significarían varios procesos separados. Y
observamos nosotros, ¿acaso no es precisamente todo esto lo que se pretende desde el
punto de vista de la economía procesal? Además, ¿qué sentido tiene llevar dos procesos por
separado? Evidentemente ninguno.

Sin embargo, como hemos observado en las dos decisiones supra citadas, y aún cuando
como observamos, la Sala Constitucional en la decisión interpretativa del artículo 77
Constitucional, in commento, no resolvió que sea necesario se establezca en primer lugar
judicialmente la existencia de la unión concubinaria; y que una vez definitivamente firme
esa decisión sólo así podrían las partes solicitar la partición de esa comunidad; sin embargo
la Sala de Casación Civil del TSJ llega a disponer que “si la demandante pretende partir y
liquidar los bienes habidos en la comunidad concubinaria que afirma existió entre ella y su
difunto concubino, ha debido acompañar al escrito introductorio de la demanda copia
certificada de la declaración judicial de la existencia del mismo”; y, además, “en el caso
que nos ocupa se acumularon dos pretensiones en el libelo de demanda: la acción
merodeclarativa de reconocimiento de unión concubinaria y la de partición de bienes de la
comunidad, que no podían ser acumuladas en una misma demanda, pues es necesario que
se establezca en primer lugar judicialmente la existencia o no de la situación de hecho, esto
es, la unión concubinaria; y, una vez definitivamente firme esa decisión, es que podrían las
partes solicitar la partición de esa comunidad, de lo contrario el juez estaría incurriendo en
un exceso de jurisdicción”. Por eso, con LIEBMAN preguntamos: ¿Puede el actor
limitarse a pedir la declaración de certeza, o debe – si quiere accionar – pedir la condena?
Pero ¿dónde está la norma que constriña al actor a pedir en cada caso la tutela jurídica en la
forma más completa permitida por la situación de hecho? Esta norma, dice, no existe, y no
se puede, por eso, limitar su libertad de elección y prohibirle que se contente con la simple
declaración de certeza aún el caso de que podría obtener lo más, esto es, la condena.

Además, afirma la Sala de Casación Civil que de acumularse la acción merodeclarativa de


reconocimiento de unión concubinaria y la de partición de bienes de la comunidad, que no
podían ser acumuladas en una misma demanda, de procederse así el juez estaría incurriendo
en un exceso de jurisdicción. Es correcto que la actividad jurisdiccional está sometida en la
praxis a ciertos límites que, sobrepasados los mismos da lugar a una decisión inválida por
incurrir en exceso o da lugar a un defecto de jurisdicción. Así, en el ámbito civil, que atañe
la materia in commento, existen tres límites a la actividad jurisdiccional, en relación con los
sujetos, el objeto y la actividad.

En cuanto a los sujetos, los convivientes more uxorio no están sustraídos al ámbito de la
jurisdicción. Al contrario, pueden estar inmersos, no excluidos. En atención al objeto, lo
relativo a las pretensiones de declaración judicial de la unión convivencial y la subsiguiente
partición de los bienes comunes, es materia civil strictu sensu, no extraña al mismo, que se
rige no solo por el Código Civil sino por el de su procedimiento. Por último, la actividad,
en orden al lugar, tiempo y forma de esa actividad. En la doctrina procesal se refiere a que
por razón del lugar existen límites de la jurisdicción, en cuanto a que ésta no puede conocer
de las pretensiones que se formulen fuera del espacio que determina la extensión geográfica
de la soberanía del Estado; por razón del tiempo, existen límites en la jurisdicción, en
cuanto a que ésta sólo puede intervenir en tanto estén vigentes las normas a que su
implantación se debe; y, por razón de la forma existen límites de la jurisdicción, en cuanto a
que ésta solo puede funcionar del modo que intrínsecamente le es propio, esto es, mediante
la recogida, examen y actuación o denegación de pretensiones, quedando fuera de su
ámbito normal la posibilidad de que sus mandatos asuman la forma de una declaración
general o espontánea.

Obtener la declaración de certeza concubinaria previamente y en juicio aparte,


acompañando copia certificada de la sentencia como requisito para su admisibilidad, ¿no
podría constituir obstáculo para el ejercicio de la tutela judicial efectiva y un formalismo
inútil?, pues la Constitución venezolana vigente en su trajinado artículo 26 establece: “Toda
persona tiene derecho de acceso a los órganos de administración de justicia para hacer valer
sus derechos e intereses, incluso los colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los mismos
y a obtener con prontitud la decisión correspondiente. El Estado garantizará una justicia
gratuita, accesible, imparcial, idónea, transparente, autónoma, independiente, responsable,
equitativa y expedita, sin dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles”. Y
habiendo sido constitucionalizado el proceso judicial venezolano, el mismo constituye un
instrumento fundamental para la realización de la justicia y no se sacrificará ésta por la
omisión de formalidades no esenciales, tal como lo contempla el artículo 257 eiusdem. Por
eso, a modo de ejemplo, ¿de qué manera reparar el daño que causaría el conviviente que se
insolventó para no partir los bienes comunitarios? De modo más concreto: ¿Quién
indemniza al conviviente perjudicado por esa insolvencia intencional?

En otro contexto temático, mientras la unión funcione como pareja estable pareciera no
tener sentido aquella declaración judicial, y tampoco cuando la unión convivencial es de
derecho como en el caso que proponía el artículo 57 del Proyecto de Ley de Protección a la
Familia, la Maternidad y la Paternidad (que se desechó):

“La pareja que integre una unión estable de hecho, constituida por documento auténtico
debidamente protocolizado, que cumpla los requisitos y exigencias de esta Ley, que con su
esfuerzo material e intelectual contribuye a la formación del patrimonio de los
convivientes, accederá a la comunidad a los gananciales habidos durante del tiempo de su
existencia de la convivencia …”.

Sin embargo, entendemos que la mencionada acumulación de pretensiones no tendría


lugar de haberse aprobado el artículo 49 del mencionado Proyecto de Ley, cuando los
convivientes de hecho formalizan la unión, o la inician, dando cumplimiento a las
formalidades exigidas en ese Proyecto de ley, que pautaba (también se desechó):

“En todo caso, la disolución y cesación de la unión estable de hecho aunque no hubiese
sido legalmente equiparada en sus efectos al matrimonio, a pesar de haber cumplido las
exigencias de los artículos anteriores, le dará derecho a cada uno de la pareja para acceder a
la partición por mitad de los bienes del patrimonio formado y los frutos que hubieren
obtenido a título oneroso durante la unión (…)

Y la acumulación de pretensiones en la misma demanda del actor no tendría lugar, puesto


que sería la disolución y cesación de la unión estable de hecho la que permitiría la posterior
partición de los bienes comunitarios, más aún si nos remitimos al articulo 173 del Código
Civil, conforme al cual la comunidad de los bienes en el matrimonio se extingue por el
hecho de disolverse éste o cuando se le declare nulo. También se disuelve la comunidad por
la ausencia declarada y por la quiebra de uno de los cónyuges, y por la separación judicial
de bienes, en los casos autorizados por este Código. Toda disolución y liquidación
voluntaria es nula, salvo lo dispuesto en el artículo 190. Y esta última norma estatuye que
en todo caso de separación de cuerpos, cualquiera de los cónyuges podrá pedir la
separación de bienes, pero, si aquélla fuere por mutuo consentimiento, la separación de
bienes no producirá efectos contra terceros, sino después de tres meses de protocolizada la
declaratoria en la Oficina Subalterna de Registro del domicilio conyugal. Mutatis mutandis,
la situación no variará, en tales casos, en la situación de la unión more uxorio o
concubinaria, a tenor de lo pautado en el artículo 77 de la Constitución venezolana vigente.

La experiencia demuestra que el interés económico es el que mueve, por lo general, hacia
aquella declaración judicial; y no tendría ningún sentido quedarse en la misma y acudir a un
proceso judicial separado para solicitar la partición de los bienes comunes. De allí que nada
impide se acumulen sendas pretensiones en la misma demanda, pues no son incompatibles,
contrarias entre sí ni excluyentes y por razón de la materia corresponden al conocimiento
del mismo Tribunal, más aún cuando esa acumulación de pretensiones no es contraria al
orden público, a las buenas costumbres o a alguna disposición expresa de la Ley. Los
procedimientos tampoco son incompatibles entre sí; pues el procedimiento declarativo en
referencia no tiene pautado un procedimiento especial , por lo cual se ventilará por el
procedimiento ordinario , al igual que el procedimiento aplicable a la partición o división
de bienes comunes que se tramitará por el mismo procedimiento dentro de las previsiones
del artículo 77 y siguientes del Código de Procedimiento Civil; pues obviamente primero se
declara la unión fáctica, cuando corresponda, e inmediatamente después de quedar
definitivamente firme y ejecutoriada la sentencia, se procedería – por el mismo tribunal - a
la partición y liquidación patrimonial, en cuyo caso, dentro del orden de prioridades
procesales, no existe ninguna incompatibilidad, al agotarse la primera fase y entrarse al
cumplimiento de la segunda, pues las mismas no tienen lugar al mismo tiempo, y tampoco
se realiza una en defecto de la otra.

2.2.3. Fallos del Tribunal (Corte) Supremo (a) de Justicia vinculados al tema:

Con vista a lo resuelto por la Sala Constitucional en la decisión interpretativa en


comentario, dada la importancia del tema, citamos cinco (5) sentencias del Máximo
Tribunal de la República:
2.2.3.1. La Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia (en lo sucesivo
CSJ) en sentencia de fecha 28 de mayo de 1975 (Procuraduría General de la República en
solicitud de expropiación), con fundamento en el artículo 767 del Código Civil, dispuso se
pagara a la concubina la parte correspondiente del precio del bien expropiado habido
durante la unión no matrimonial, sin que ésta hubiese sido previamente declarada mediante
sentencia; observó y dispuso:

“ … Se advierte que durante los lapsos previstos en los carteles que fueron publicados en
la prensa conforme a la Ley de la materia para empezar a los sucesores de … y a los demás
posibles propietarios, poseedores, arrendatarios, acreedores y en general a todo el que
tuviera o pretendiera tener algún derecho en el inmueble a expropiarse, … El propietario,
conforme a lo expresado en la certificación relativa la propiedad y gravámenes expedida
por la Oficina Subalterna de Registro Público … , es el ciudadano … Ahora bien, el
propietario falleció en fecha …, ab-intestato y sin descendientes u otros parientes, excepto
la ciudadana … con quien mantuvo unión “no matrimonial” por espacio de diez (10) años.
Acompañó al presente escrito, justificativo para perpetua memoria levantado por ante el
Juzgado …

El 6 de febrero del año en curso la señora … expuso: “En mi carácter de concubina del
ciudadano … propietario de la parcela de terreno objeto de la presente solicitud de
expropiación, de acuerdo con la presunción establecida en el artículo 767 del Código Civil,
según consta de autos, convengo en el justiprecio de dicho inmueble realizado por la
Comisión de Avalúo a los fines de la ocupación previa del mismo … y, en consecuencia,
solicito respetuosamente de este Alto Tribunal, me sea entregada la cantidad que me
corresponde de dicha suma, …”

Con relación a la petición de la señora … se observa:

Conforme a la disposición transcrita, se observa que en el presente caso, la señora … ha


demostrado, que vivió permanentemente en unión no matrimonial con … durante la época
en que éste adquirió el inmueble objeto de la expropiación y hasta la fecha de su
fallecimiento y que contribuyó con su trabajo a la formación y aumento del patrimonio del
de-cujus; y, por otra parte, la referida documentación no fue impugnada por persona alguna,
ni lo que respecta a la mitad restante de los derechos de propiedad del mencionado terreno”.

De la anteriormente citada sentencia, deducimos lo siguiente:

(i) La demanda no fue declarada inadmisible, pues se supone que la Sala claramente
observó que la justiciable obtenía la satisfacción completa de su interés mediante la misma
demanda, y no a través de una acción diferente.

(ii) Nada afirmó la Sala en cuanto a la acumulación de pretensiones de la peticionante, pues


la misma alegó ser concubina del de cujus sin haber previamente demostrado la existencia
de la unión fáctica mediante sentencia de declaración de certeza; y al dar por demostrada
esa unión convivencial, requirió el pago del precio del bien expropiado.

(iii) La Sala tampoco observó ningún exceso de jurisdicción, al admitir la petición de la


concubina y encontrar ajustada la misma al artículo 767 del Código Civil, dando así por
demostrada la unión convivencial con las pruebas que la peticionaria acompañó, sin que la
concubina hubiese presentado previamente sentencia de declaración de certeza de la unión
fáctica que dijo haber existido con el de cujus.

(iv) Por último, la Sala ordenó se pagara a la concubina el precio del inmueble expropiado.
Es decir, la Sala no solo dirimió el conflicto planteado sino que impuso el derecho. Es de
suponer que, en esa forma, la Sala encontró plenamente satisfecho el interés de la
concubina peticionaria.

2.2.3.2. La Sala de Casación Civil en sentencia RC- 0323 del 26 de julio de 2002 (caso:
“Arcángel Mora contra Ana Ramona Mejías Ruíz”), resolvió lo siguiente:

“(…) El artículo 341 del Código de Procedimiento Civil, dispone que el tribunal admitirá la
demanda “si no es contraria al orden público, a las buenas costumbres o a alguna
disposición expresa de la Ley”. De lo contrario debe negar su admisión expresando los
motivos de su negativa. Ahora bien, el artículo 16 del mismo código señala lo siguiente:

“Para proponer la demanda el actor debe tener interés actual. Además de los casos previstos
en la Ley, el interés puede estar limitado a la mera declaración de la existencia o
inexistencia de un derecho o de una relación jurídica. No es admisible la demanda de mera
declaración cuando el demandante puede obtener la satisfacción completa de su interés
mediante una acción diferente.” (Subrayado de la Sala)

De conformidad con la parte final de la citada norma, las acciones merodeclarativas que no
satisfagan completamente el interés del accionante no son admisibles, ello en virtud del
principio de economía procesal, pues nada hace un tribunal al conocer de una acción que no
logra su objetivo, como es declarar certeza sobre un derecho o una relación jurídica que se
tiene como incierta, o ventilar un proceso que sólo pretende preconstituir una prueba para
un juicio posterior. Por tanto, la satisfacción completa del interés del actor deviene en
condición necesaria para la admisibilidad de dicha demanda, que de no cumplirse estaría
prohibida por la ley, es decir, por el mismo artículo 16 del Código de Procedimiento
Civil…

En el caso concreto, esta Sala observa que la parte actora interpuso una acción
merodeclarativa para obtener los siguientes pronunciamientos: a) Que entre él y la
demandada existió una relación concubinaria desde marzo de 1985 hasta junio de 1994; b)
Que durante dicha unión ambos adquirieron un inmueble; y, c) Que el cincuenta (50%) por
ciento del referido bien le pertenece al actor. Ahora bien, es evidente que lo que se pretende
con dicha acción es preconstituir una prueba que podrá usarse en un juicio de partición de
comunidad, con base en la cuota parte que éste alega tener sobre un inmueble.

Siendo así, la acción de mera certeza propuesta por el formalizante no cumple con el
requisito exigido por el artículo 16 del Código de Procedimiento Civil, pues existe en
nuestro ordenamiento jurídico otra acción que permite al actor satisfacer completamente su
interés, como es la partición y liquidación de la comunidad concubinaria. Por tanto, la
demanda intentada es inadmisible por prohibición expresamente del artículo 16 eiusdem.

Todas estas razones conducen a la Sala a casar de oficio y sin reenvío el fallo recurrido, ya
que se hace innecesario un nuevo pronunciamiento sobre el fondo, de conformidad con el
artículo 320 del Código de Procedimiento Civil y, en consecuencia, declara inadmisible la
demanda incoada por la parte actora, ciudadano Arcángel Mora, contra la ciudadana Ana
Ramona Mejías Ruiz, por infracción directa de los artículos 341 y 16 in fine, del Código de
Procedimiento Civil, anulándose en consecuencia el mencionado auto de admisión de fecha
12 de junio de 2000, proferido por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del estado Táchira, así como todas
las actuaciones posteriores al mismo. Así se decide”

(Destacado nuestro).

Del contenido señalado se infiere, con fundamento en el artículo 16 del Código de


Procedimiento Civil , la Sala de Casación Civil determinó la inadmisibilidad de la demanda
merodeclarativa concubinaria al no satisfacer la misma completamente el interés del actor,
en aplicación del artículo 341 eiusdem, respecto a la prohibición de la ley de admitir la
acción propuesta; pues en nuestro ordenamiento jurídico – sostiene - existe otra acción que
permite al actor satisfacer completamente su interés, como es la partición y liquidación de
la comunidad patrimonial convivencial.

Al resolver de tal modo, en atención a lo que dispone el artículo 16 del Código de


Procedimiento Civil e indicar que la acción que permite al actor satisfacer completamente
su interés es la partición y liquidación de la comunidad patrimonial convivencial; pareciera
indudable que se obvia la pretensión merodeclarativa y la acción directa sería la
mencionada, en cuyo caso se daría por demostrada (tácitamente, o al menos que se
demuestre en el proceso de declaración de certeza) la relación concubinaria; no obstante
que la aplicación del artículo 16 eiusdem, en tal hipótesis, parece complicar la situación si
en el caso propuesto la acción directa es la de partición y liquidación de la unión
concubinaria. De ser así, entonces resulta más razonable el argumento de la acumulación de
la pretensión merodeclarativa concubinaria y la de partición y liquidación de la misma ;
pues mientras los convivientes no “legalicen” su unión conforme a lo que disponga la ley
que se dicte para regular las uniones more uxorio, su unión seguirá siendo fáctica, en cuyo
caso (ante la acumulación de pretensiones) obviamente no hay posibilidad de fallos
contrarios o contradictorios, las mismas guardan relación, no son incompatibles, ni tienen
procedimientos distintos de modo sustancial, con alguna variante en el ámbito puramente
formalista; con influencia la acumulación (de modo terminante) en la celeridad procesal ,
sin desmedro de los recursos económicos de los intervinientes y en cuanto al tiempo. Es
más, en la doctrina se ha llegado a sostener que la tutela jurídica que se obtiene por la mera
declaración no es cualitativamente distinta de la que se alcanza con la condena, siendo
solamente en aquélla más limitada y restringida que en ésta, de modo que, si se las
compara, resulta que la mera declaración es un minus respecto a la condena, no un aliud .
Luego, entonces, si la tutela que se obtiene con la sentencia merodeclarativa, en su esencia
no tiene mayor diferencia que la correspondiente a la tutela que se otorga a la sentencia de
condena; y aún cuando la diferencia que existe se concreta al alcance que comporta una y
otra tutela en cuanto a que la primera es más restringida que la segunda (un minus no un
aliud); por el beneficio de la tutela, la restricción no tiene el poder o la fuerza para impedir
la acumulación de las referidas pretensiones, pues obviamente no hay posibilidad de fallos
contrarios o contradictorios, las mismas guardan relación, no son incompatibles ni tienen
procedimientos distintos de modo sustancial, salvo insignificantes signos formalistas
prohibidos en los artículos 26 y 257 de la Constitución venezolana vigente.

El thema en discusión encuentra transitorio obstáculo en el positivismo jurídico, que


todavía ejerce decisiva influencia en la aplicación del Derecho, y así se obstaculiza - a
través de formalismos - que el justiciable tenga acceso a la justicia material del caso
concreto. En efecto, el positivismo jurídico sólo toma en consideración las normas que
deben aplicarse en todo o no aplicarse y por eso es estrictamente normativo, por ejemplo,
en el caso de los artículos 16, 78, 341 y 777 del Código de Procedimiento Civil, en relación
con la temática de nuestro discurrir, pues se aplican o no se aplican y parece que resulta
más formal su aplicación literal, es decir, que fuera de las normas nada es posible; dejando
por fuera la argumentación y la motivación que hagan efectivas la equidad y la justicia del
caso específico, en la solución del mismo, obviando así el análisis y subsunción de los
principios y los valores constitucionales, pues de tomarse en consideración en el
razonamiento la solución podría ser otra, en medio de la contradicción entre la norma
establecida, que tiene ciertas formalidades invariables desde el punto de vista meramente
literal, que las presente rígidas e inflexibles. Y en atención a los principios, se ha afirmado
que los mismos hacen referencia a la justicia y la equidad, mientras las normas se aplican o
no se aplican, los principios dan razones para decidir en un sentido determinado, pero, a
diferencia de las normas, su enunciado no determina las condiciones de su aplicación. El
contenido material del principio – su peso específico – es el que determina cuándo se debe
aplicar en una situación determinada. Los principios, además, informan las normas jurídicas
concretas de tal forma que la literalidad de la norma puede ser desatendida por el juez
cuando viola un principio que en ese caso específico se considera importante .

Nuestra Constitución es antiformalista (en contraposición al extremismo que significan las


formalidades rituales excesivas que se apartan, por ser tales, de la finalidad de las mismas
que es contribuir, como medios o instrumentos, a la realización de la justicia); y ratifica al
mismo tiempo (la Constitución) la necesidad de las formas procesales necesarias o útiles en
el ámbito jurídico, en la realización de los actos del proceso; por lo cual el Código de
Procedimiento Civil contempla que "Los actos procesales se realizarán en la forma prevista
en este Código y en las leyes especiales. Cuando la ley no señale la forma para la
realización de algún acto, serán admitidas todas aquellas que el Juez considere idóneas para
lograr los fines del mismo" (artículo 7); pero, como afirma el Tribunal Constitucional
español, "ningún requisito formal puede convertirse en obstáculo que impida
injustificadamente un pronunciamiento sobre el fondo"; y que "no son admisibles aquellos
obstáculos que puedan estimarse excesivos, que sea producto de un formalismo y que no se
compaginen con el necesario derecho a la justicia, o que no aparezcan como justificados y
proporcionados conforme a las finalidades para que se establecen, que deben, en todo caso,
ser adecuadas a la Constitución" (sentencia 57/1985).

Por eso, según la concepción formalista de la justicia, una primera acepción de la expresión
"formalismo jurídico", se refiere a cierta teoría de la justicia, en particular, según la cual
acto justo es aquel que es conforme a la ley, e injusto aquel que está en desacuerdo con ella,
como refiere BOBBIO, y más exactamente se debería llamar "formalismo ético", porque
tiene en común con todas las teorías formalistas de la ética de la afirmación de que el juicio
ético consiste en un juicio de conformidad de un acto con la norma, de donde bueno es el
acto realizado para cumplir con la ley, y malo aquel que se realiza para transgredirla. El
término más común para designar esta teoría es el "legalismo". Entre los muchos análisis
críticos - según sostiene - a que se ha dado lugar el formalismo, destaca como muy preciso
y matizado, el de BOBBIO. Distingue cuatro acepciones. En la primera de ellas de
formalismo jurídico se entiende la teoría de la justicia según la cual el acto justo es el
conforme a la ley, y el injusto el disconforme; con lo que formalismo jurídico equivale aquí
al más estricto legalismo cifrado en el cumplimiento del deber emanado de la norma. En
una segunda acepción, el formalismo se centra en la delimitación de lo jurídico (respecto de
lo moral, lo económico, lo consuetudinario), sin tomar en cuenta el contenido y sí sólo la
forma, como aparece de manera muy acusada en la fórmula de KELSEN, para el cual lo
que caracteriza al derecho no es ésta o aquella materia que sea objeto de regulación ni el fin
perseguido sino la forma y en particular la regulación mediante el ejercicio del poder
coactivo. Así surge el normativismo; y en relación con él una tercera acepción del
formalismo, que se traduce en la concepción de la ciencia jurídica como, ciencia formal,
cuyo cometido no es la explicación causal ni la justificación teleológica, sino la
construcción, el sistema y la dogmática. Un cuarto significado del formalismo jurídico se
manifiesta, según BOBBIO, en la teoría de la interpretación jurídica, al propugnar la
hegemonía de la interpretación lógica y sistemática sobre la histórica y teleológica
(jurisprudencia conceptual frente. jurisprudencia de intereses) y estimar que el juez
despliega un cometido exclusivamente declarativo y nunca creador del derecho. Así pues,
hay cuatro variantes del formalismo: el legalismo, referido a la teoría de la justicia; el
normativismo, concerniente a la teoría del derecho; el dogmatismo, que expresa un modo
de entender la ciencia del derecho, y el conceptualismo que se manifiesta en teoría de la
interpretación

En el contraste de los artículos preconstitucionales 16, 78, 341 y 777 del Código de
Procedimiento Civil con los artículos 26, 49 y 257 de la Constitución vigente, aquellos no
pueden soportar o resistir su presencia ante la contradicción que pudiera plantearse, dado su
característico formalismo in extremis; y de modo concreto con el principio constitucional
según el cual “El proceso constituye un instrumento fundamental para la realización de la
justicia … No se sacrificará la justicia por la omisión de formalidades no esenciales” (art.
257 CRBV). Por eso, la justicia que los justiciables exigen es la que dé respuesta inmediata,
eficaz, con trámites, criterios, directrices, reglas y fórmulas que no sacrifiquen la justicia
material del caso concreto. Se trata de la necesidad de subvertir los estándares y las reglas
reiterada y tradicionalmente establecidas por el sistema, que chocan con los principios y
valores constitucionales.

2.2.3.3 La Sala de Casación Civil en sentencia RC- 00371 del 30 de mayo de 2007 (el
mismo caso: “Arcángel Mora contra Ana Ramona Mejías Ruíz”), dispuso:
“(…) En resguardo del derecho que tienen las partes a la tutela judicial efectiva y al libre
acceso a los órganos de administración de justicia a fin de materializar el derecho de
defensa y el de petición, contenidos en los artículos 49, 26 y 51 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, esta Sala de conformidad con la disposición legal
consagrada en el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil, y al principio
constitucional que reza “...El proceso constituye un instrumento para la realización de la
justicia...” dispuesto en el artículo 257 constitucional, tiene la prerrogativa de extender su
examen hasta el fondo del litigio, sin formalismos, cuando por sí misma, detecte la
infracción de una norma de orden público o constitucional.

Por tanto, con el fin de aplicar una recta y sana administración de justicia, la Sala procede a
ignorar las denuncias formuladas en el escrito de formalización, y autorizada por la
facultad que le confiere el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil, hará
pronunciamiento expreso, para casar la decisión recurrida en infracciones de orden público
y constitucional que se han verificado en el caso bajo juzgamiento …

Al decidir las cuestiones previas, el Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil,


Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del estado Táchira, las declaró con
lugar e inadmisible la pretensión del demandante “...por no haber presentado prueba
fehaciente de la existencia de la comunidad concubinaria, con la presentación de la
sentencia definitivamente firme que debió agregar a los autos...”, decisión que fue apelada
por la parte actora ...

Para decidir, la Sala observa:

El recurrente, en la oportunidad de subsanar la cuestión previa contenida en el ordinal 6°


del artículo 346 del Código de Procedimiento Civil, referida al defecto de forma del libelo
de la demanda, invocó sentencia dictada por esta Sala en fecha 26 de julio de 2002, en el
marco del proceso por el cual pretendió el “reconocimiento de la comunidad concubinaria y
posterior partición del inmueble hoy objeto de esta demanda”, sosteniendo que “el mismo
Tribunal Supremo de Justicia recomendó este procedimiento de partición”.

Ahora bien, en virtud del señalamiento hecho por el actor al invocar decisión emanada de
esta Sala en la que alega le fue recomendado el procedimiento de partición y liquidación de
la comunidad concubinaria, se estima oportuno destacar que de la revisión de las actas que
conforman el presente expediente se pudo constatar la existencia de la referida sentencia, y
a los fines de lograr una mayor comprensión de la situación procesal que envuelve a la
presente causa, se hace menester revisar el contenido del fallo en cuestión dictado el 26 de
julio de 2002, en el expediente N° 2001-000590, N° 323, el cual textualmente dice: …

Como se puede colegir de la anterior trascripción, el ciudadano Arcángel Mora en un


proceso anterior al de autos, demandó a la ciudadana Ana Ramona Mejías Ruiz en el que
pretendió se declarara que; a) entre él y la ciudadana antes mencionada existió una relación
concubinaria desde marzo de 1985 hasta junio de 1994; b) que durante esa unión ambos
adquirieron un inmueble; y c) que el cincuenta por ciento (50%) del referido bien pertenece
al demandante.

Al respecto, la Sala consideró: “(...) lo que se pretende con dicha acción es preconstituir
una prueba que podrá usarse en un juicio de partición de comunidad, con base en la cuota
parte que éste alega tener sobre un inmueble”; estimando igualmente que “la acción de
mera certeza propuesta por el formalizante no cumple con el requisito exigido por el
artículo 16 del Código de Procedimiento Civil, pues existe en nuestro ordenamiento
jurídico otra acción que permite al actor satisfacer completamente su interés, como es la
partición y liquidación de la comunidad concubinaria (...)”.

Es decir, en aquélla oportunidad se le indicó al demandante cuál era la vía procesal idónea
que debía ejercer a los fines de obtener la tutela invocada, por lo que éste, en acatamiento a
tal mandato, procedió a demandar nuevamente la partición y liquidación de la comunidad
concubinaria, a través de demanda que inició el proceso en el cual se dictó la recurrida
actualmente en casación.

Ahora bien, la Sala Constitucional de este Alto Tribunal, en sentencia de fecha 15 de julio
de 2005, N° 1682, expediente 04-3301, con motivo de un recurso de interpretación del
artículo 77 constitucional sobre la figura jurídica del concubinato expresó lo siguiente: …

La doctrina antes apuntada es clara al sostener que la tramitación simultánea, en un mismo


procedimiento, de las pretensiones de declaración de la comunidad concubinaria su
partición y liquidación, constituye la acumulación prohibida por el artículo 78 del Código
de Procedimiento Civil, por cuanto para la procedencia del segundo procedimiento es
necesario que previamente se haya declarado, mediante sentencia definitivamente firme, la
existencia del vínculo concubinario, en razón de que ésta es el documento fundamental que
exigen los artículos 777 y 778 eiusdem para la admisibilidad de la misma …

De lo anteriormente expuesto, se evidencia que, existe un punto de derecho analizado en


forma divergente en el tiempo en el que transcurrió el iter procedimental, es decir, en el
transcurso del precisado juicio surgieron tesis que contrariaron aquélla decisión dictada por
esta Sala Civil en fecha en fecha 26 de julio de 2002, que ordenó al demandante incoar su
pretensión por el procedimiento de partición y liquidación de comunidad concubinaria.

De tal manera que el Juzgador de alzada, a los fines de resolver la situación jurídica
sometida a su consideración, debió, imperiosamente, analizar las particularidades del caso,
y de esta forma, advertir la existencia de la Sentencia de esta Sala, que constituyó cosa
juzgada entre las partes, mediante la cual se indicaba que la vía procesal idónea para
obtener la tutela judicial solicitada era la del procedimiento de partición y liquidación de
comunidad concubinaria.

Siendo así, si bien es cierto que existen actualmente dos criterios, a saber, el de la Sala
Constitucional y el de esta Sala de Casación Civil, que coinciden en sostener que para
reclamar la partición debe acreditarse en autos, como documento fundamental, la decisión
definitivamente firme que haya declarado la existencia de la comunidad concubinaria en un
proceso anterior, también es cierto, que existió una sentencia previa dictada por esta misma
Sala, que guiaba la conducta del demandante, hoy recurrente, en forma contraria.

En razón de ello, el juez de la recurrida, al aplicar la tesis imperante, tanto en la Sala Civil
como en la Sala Constitucional, generó una consecuencia nefasta para aquél justiciable que
guiado por esta Sala de Casación Civil, en aquélla oportunidad, interpuso su demanda de
declaración de la comunidad concubinaria, partición y liquidación, lo que evidentemente
coartó su acceso a la justicia, y le produjo una sanción por una conducta ordenada
jurisprudencialmente, que en todo caso no le era imputable.

Es claro pues, que el ad quem con su pronunciamiento, obvió interpretar la situación


presentada a su consideración conforme a los mandamientos proclamados en la carta
magna, en sus artículos 26 y 257, en los que se enaltece al proceso como instrumento
fundamental para la realización de la justicia y se prioriza el derecho de toda persona de
acceder a los órganos de administración de justicia para hacer valer sus derechos e
intereses.

Igualmente, hizo caso omiso a la doctrina imperante tanto en la Sala Civil, como en la
Constitucional, con respecto al principio pro actione y acceso a la justicia en el cual se
enfatiza la idea referida a tales principios que forman parte del núcleo esencial de los
derechos fundamentales a la tutela judicial eficaz y al debido proceso, y en razón de ello,
deben prevalecer las interpretaciones que los favorezcan. (Ver. Entre otras, Sentencias N°
351, de fecha 30 de mayo de 2006, de esta Sala, caso: Aura Elena Rincón de Moreno contra
Heriz Moreno Toro, y sentencia de la Sala Constitucional Nº 5043, fecha 15 de diciembre
de 2005, expediente N° 05-1212, caso: Alí José Rivas Bolívar y otros)-

Lo expuesto, permite determinar que la sentencia recurrida, generó indefensión de la parte


demandante, hoy recurrente, ya que lo dejó huérfano de defensas, pese a que el mismo,
procedió conforme a lo precisado por la Sala; por ello, actúo contrario al mandato
contentivo en el artículo 15 del Código Procesal Civil, 26, 49 y 257 de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela. Así se decide.

En atención a lo anteriormente explanado, y en aras de la tutela judicial efectiva y del


acceso a los órganos de administración de justicia, con el fin de impedir el quebrantamiento
a la tutela jurisdiccional, esta Sala evidencia que el juez de alzada debió dar prioridad a lo
establecido en la sentencia de fecha 22 de julio de 2002, en la cual se indicaba la forma
mediante el cual el demandante debía canalizar su pretensión

Lo expresado, permite determinar que la sentencia recurrida, al declarar sin lugar la


demanda, aduciendo a razones contrarias a las dadas por esta máxima jurisdicción en fecha
22 de julio de 2002, ocasionó la indefensión de la parte demandante, hoy recurrente, y la
dejó desamparada en el ejercicio de sus derechos, pese a que él mismo, procedió conforme
a lo precisado por dicha decisión, por ello, actúo contrario al mandato consagrado en el
artículo 15 del Código de Procedimiento Civil, y los artículos 26, 49 y 257 de la
Constitución Bolivariana de Venezuela. Así se decide.
En esta decisión, aún cuando se mantiene el criterio reiterado de que la acumulación de
pretensiones incompatibles, no puede darse en ningún caso, es decir, ni de forma simple o
concurrente, ni de manera subsidiaria; y que, por tanto, la inepta acumulación de
pretensiones en los casos en que éstas se excluyan mutuamente o cuyos procedimientos
sean incompatibles, constituye causal de inadmisibilidad de la demanda; sin embargo la
Sala cede ante la situación planteada y renuncia en el caso concreto (con sentido teleológico
en la praxis) al criterio de la acumulación de pretensiones que afirma prohibida - ante una
situación excepcional como la que se observa – con vista a la prevalencia de los artículos
15 del Código de Procedimiento Civil y 26, 49 y 257 de la Constitución vigente, frente a lo
dispuesto en los artículos 16, 78, 341 y 777 del Código de Procedimiento Civil, es decir,
que los desaplica (tácitamente) a fin de aplicar la Constitución con preferencia, de lo cual, a
su vez, se infiere que los artículos 16, 78, 341 y 777 eiusdem, son normas orden público
relativo y por tanto renunciables los derechos-deberes que las mismas contemplan; pues de
otra manera la Sala no habría dejando de tomarlas en cuenta en todo caso.

Con la sentencia in commento, queda demostrado que estas normas de procedimiento, aun
cuando se consideren como de orden público, al ser preconstitucionales se deben adaptar a
la Constitución, constitucionalizado como ha quedado el proceso judicial venezolano, pues
el mismo constituye un instrumento fundamental para la realización de la justicia material
del caso concreto y no se sacrificará ésta por la omisión de formalidades no esenciales; por
lo cual entonces se permite la tramitación simultánea, en un mismo procedimiento, de las
pretensiones de declaración de la comunidad concubinaria, su partición y liquidación, lo
cual deja de ser la acumulación prohibida a que se contrae el artículo 78 del Código de
Procedimiento Civil, sin que sea necesario que para el segundo procedimiento previamente
se haya declarado, mediante sentencia definitivamente firme, la existencia del vínculo
concubinario, en cuyo caso ésta (la sentencia) merodeclarativa concubinaria no es el
documento fundamental que exigen los artículos 777 y 778 eiusdem para la admisibilidad
de la misma , pues de no ser así se habría declarado inadmisible la demanda, lo cual no
ocurrió sino que se interpreta como que tal instrumento fundamental puede constituirse al
declararse la certeza existencial de la unión fáctica, dentro del proceso en el cual han sido
acumuladas las diversas pretensiones en comentario. Por eso se admite que entre los
ciudadanos, a que se refiere la litis, existió la relación concubinaria que adujo el actor y que
durante esa unión ambos adquirieron un inmueble, correspondiendo el cincuenta por ciento
(50%) del mismo al demandante.

2.2.3.4. La Sala de Casación Social del TSJ en sentencia nº 2106 del 19 de octubre de
2007, en el juicio que por indemnizaciones por accidente de trabajo, lucro cesante y daño
moral siguió la ciudadana Delia Bautista Rodríguez, actuando como causahabiente del
ciudadano Anibal José Rodríguez, contra la sociedad mercantil Corporación De Servicios
Agropecuarios S.A; estableció lo siguiente:

“ … la parte actora consignó original de la constancia de concubinato, al cual se le otorga


pleno valor probatorio, evidenciándose de la misma que la actora, convivió en concubinato
durante 19 años con el hoy occiso; copia certificada de la partida de nacimiento de su hijo,
… quien actualmente cuenta con doce años de edad, … de la cual se evidencia que dicho
ciudadano es hijo del occiso y de su concubina la ciudadana, Delia Bautista Rodríguez, y su
minoridad; y como consecuencia de lo expuesto debe establecer esta Sala, con fundamento
en las consideraciones de equidad y equilibrio que deben conducir al juez en la tarea de
cuantificar el daño moral, que la indemnización a la que debe ser condenada la empresa
demandada, asciende a la cantidad de CIEN MILLONES DE BOLIVARES (Bs.
100.000.000,00) de los cuales CINCUENTA MILLONES DE BOLÍVARES (Bs.
50.000.000,00) deben cancelársele a la actora y los otros CINCUENTA MILLONES DE
BOLÍVARES (Bs. 50.000.000,00), están destinados al menor, Eduardo José Rodríguez
Rodríguez, quien los recibirá a través de su progenitora, en su condición de representante
legal, los cuales serán custodiados por un Tribunal de Protección del Niño y del
Adolescente de la Circunscripción Judicial del Estado Sucre con sede en la ciudad de
Cumaná. El Tribunal designado tiene que supervisar que ese dinero sea empleado
exclusivamente para la alimentación y el sostenimiento del menor hasta que cumpla su
mayoría de edad, debiéndose enterar la suma que estimara conveniente y en los plazos que
a su arbitrio fueren idóneos, ello, en sujeción a los cometidos antes enunciados. Así se
establece” (destacado nuestro).

Con fundamento en lo trascrito, observamos: la demandante alegó ser concubina del


trabajador fallecido, como consecuencia de un accidente en el trabajo, sin que previamente
hubiese probado la existencia de la unión concubinaria mediante sentencia de declaración
de certeza definitivamente firme, es decir, dio por demostrada esa unión convivencial
consignando la original de la constancia de concubinato, a cuyo instrumento la Sala otorgó
pleno valor probatorio, evidenciándose de la misma que la actora, convivió en concubinato
durante 19 años con el occiso. La demandante solicitó se condenara a la demandada al pago
de los conceptos que narra en la demanda. La Sala Social del TSJ, en la citada sentencia, no
observó y menos declaró algún exceso de jurisdicción. Al contrario, también dio por
demostrada la unión convivencial, en las pretensiones acumuladas, aducida por la actora
con la “constancia de concubinato” promovida por la misma, y condenó a la demandada,
con fundamento en la equidad y equilibrio que deben conducir al juez en la tarea de
cuantificar el daño moral, a la indemnización del mismo en la expresada suma dineraria, en
un 50% para la ex concubina y el otro 50 % para su menor hijo habido durante la unión
fáctica, como consecuencia de darse por demostrada la unión convivencial, sin necesidad
de que la misma fuese declarada en proceso previo y por separado. Por eso la Sala dirimió
el conflicto judicial e impuso el derecho, al encontrar plenamente satisfecho el interés de la
concubina peticionaria, liquidándose el bien patrimonial de manera directa.

2.2.3.5. La Sala Constitucional del TSJ en decisión nº 1682, interpretativa del artículo 77
constitucional, de fecha 15 de julio de 2005, con carácter vinculante estableció:

“ … A juicio de esta Sala, dados los efectos que se reconocen a la “unión estable”, sería una
fuente de fraude para los acreedores de cualquiera de los concubinos, aceptar que uno
vendiera al otro los bienes comunes documentados a su nombre o poseídos por él y, en
consecuencia, quien demuestre que la venta ha ocurrido entre ellos, puede invocar la
existencia de la unión y tratarlos como bienes comunes o, según los casos, pedir la nulidad
del negocio ... “ (destacado nuestro)

“ … Ahora bien, como no existe una acción de separación de cuerpos del concubinato y
menos una de divorcio, por tratarse la ruptura de la unión de una situación de hecho que
puede ocurrir en cualquier momento en forma unilateral, los artículos 191 y 192 del Código
Civil resultan inaplicables, y así se declara; sin embargo, en los procesos tendientes a que
se reconozca el concubinato o la unión estable, se podrán dictar las medidas preventivas
necesarias para la preservación de los hijos y bienes comunes …”
En cuanto a la citada decisión, podemos señalar lo siguiente:

(i) Cuando uno de los convivientes vende los bienes al otro en perjuicio del tercero
acreedor. ¿Quiere decir que, en tal hipótesis, se da por demostrada la unión concubinaria
sin que el tribunal previamente la declare? En efecto, parece desprenderse que si uno de los
convivientes tiene bienes a su nombre o los posee y los enajena al otro, si el tercero
acreedor del enajenante demuestra la venta, puede invocar la existencia de la unión fáctica
y tratar esos bienes como de la comunidad concubinaria o, según los casos, pedir la nulidad
del negocio; con lo cual se da por demostrada esa unión sin necesidad de que el tribunal
declare su existencia previamente. De ser así, ninguno de los convivientes tendría necesidad
de que la unión fáctica fuese declarada en proceso previo y por separado al de la partición y
liquidación de los bienes comunitarios; previamente sí pero en el mismo proceso donde se
requiere la partición y liquidación de la comunidad patrimonial, pues quedó demostrada su
existencia al encontrarse, de tal modo, plenamente satisfecho el interés de cualesquiera de
los concubinos.

(ii) Cuando el tercero tiene acreencias contra la comunidad . Para la Sala Constitucional
“los terceros que tengan acreencias contra la comunidad – supuesto diferente cuando el
tercero tiene acreencias contra uno de los convivientes - podrán cobrarse de los bienes
comunes, y a ese fin si la unión estable o el concubinato no ha sido declarado
judicialmente, los terceros pueden tener interés que se reconozca mediante sentencia, para
así cobrar sus acreencias de los bienes comunes. Para ello tendrán que alegar y probar la
comunidad, demandando a ambos concubinos o sus herederos”. En este segundo supuesto,
es decir, el tercero tiene acreencias contra la comunidad (ambos convivientes como
deudores ), para poder exigirlas o cobrarlas tiene que obtener sentencia declarativa
concubinaria, en cuyo caso la misma constituye el instrumento fundamental de la demanda
por lo cual deberá acompañarla a la misma.

(iii) Por último, y a modo de conclusión decimos, afirma la Sala Constitucional que, “como
no existe una acción de separación de cuerpos del concubinato y menos una de divorcio,
por tratarse la ruptura de la unión de una situación de hecho que puede ocurrir en cualquier
momento en forma unilateral, los artículos 191 y 192 del Código Civil resultan
inaplicables, y así se declara; sin embargo, en los procesos tendientes a que se reconozca el
concubinato o la unión estable, se podrán dictar las medidas preventivas necesarias para la
preservación de los hijos y bienes comunes” (destacado nuestro). Por tanto, en el proceso
declarativo de la unión fáctica se pueden dictar las cautelares necesarias con la finalidad
que afirma la Sala Constitucional, de donde puede deducirse que de quedar firmes las
mismas, lo serán con efecto dentro del mismo proceso que conducirá, es de suponer,
habiendo sido declarada la existencia de la unión de hecho, a la pretendida partición y
liquidación de los bienes comunes, sin necesidad de tener que acudirse a un segundo
proceso. De no ser así, ¿qué hacer con las cautelares dictadas? ¿Se llevarán junto la
sentencia declarativa al segundo proceso comprensivo de partición y liquidación? A
propósito, en esa sentencia “considera la Sala que, para reclamar los posibles efectos civiles
del matrimonio, es necesario que la “unión estable” haya sido declarada conforme a la ley,
por lo que se requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca; y que la
actualidad, es necesaria una declaración judicial de la unión estable o del concubinato,
dictada en un proceso con ese fin”. Como se observa, la Sala no afirma que ese proceso
tiene que ser primeramente declarativo de la existencia de la unión concubinaria, y que
después, en proceso aparte, se resuelva la partición y liquidación que contenga como
documento fundamental esa declaración de certeza.

3. LOS ARTÍCULOS 767 DEL CÓDIGO CIVIL Y 77 CONSTITUCIONAL

Para la Sala Constitucional, en la decisión interpretativa en comentario, “actualmente el


concubinato que puede ser declarado tal es aquel que reúne los requisitos del artículo 767
del Código Civil, y él viene a ser una de las formas de uniones estables contempladas en el
artículo constitucional, ya que cumple los requisitos establecidos en la ley (Código Civil),
para ser reconocido como tal unión. Por ahora – a los fines del citado artículo 77- el
concubinato es por excelencia la unión estable allí señalada”.

Al analizarse el artículo 767 del Código Civil, dentro de la propia interpretación del artículo
77 de la Constitución venezolana vigente, se produce una interrelación entre el ámbito
constitucional y el iusprivatístico, para adaptar la norma preconstitucional a la Constitución
vigente, según la Constitución, conforme a la Constitución, pero exigente en cuanto a que
la interpretación según la Constitución no puede ser interpretación contra legem. Al existir
valores constitucionales en conflicto o cuando hay principios en conflicto, la Sala
Constitucional del TSJ está obligada a ponderar cuál prevalece tomando en consideración la
unidad normativa constitucional y las circunstancias del caso según argumentos razonables.
Se trata de dar vida al texto constitucional para elaborar lo que la doctrina ha denominado
“Derecho constitucional viviente”.

El artículo 767 del Código Civil se refiere a la comunidad universal de ganancias (art.
1.650 CC) obtenidas durante la unión no matrimonial, partiendo de la presunción iuris
tantum de comunidad patrimonial a que se contrae esa norma; más aún cuando al artículo
767 del Código Civil el legislador lo ubicó en el LIBRO SEGUNDO (De los bienes, de la
propiedad y de sus modificaciones), Título IV (De la comunidad), contempla en el artículo
759 eiusdem que “La comunidad de bienes se regirá por las disposiciones del presente
Título, a falta de pacto entre los comuneros o de disposiciones especiales”. Tal y como
puede colegirse, un ámbito material específico comunitario patrimonial se regula en el
artículo 767 al prevenir el mismo que “Se presume la comunidad”, con lo cual indica, de
modo preciso, que se regula esa comunidad patrimonial entre convivientes y los efectos que
la presunción originan entre ellos y sus respectivos herederos y también entre uno de los
mismos y los causahabientes del otro; siempre y cuando uno de ellos no esté casado.

La complicada situación de los convivientes en caso de adulterio por parte de uno o de


ambos, en orden a la exclusión de aquella presunción de comunidad, no solo por
disposición del artículo 767 del Código Civil, sino especialmente con fundamento en el
artículo 77 constitucional, dada la prevalencia y protección al matrimonio al disponer: “Se
protege el matrimonio entre un hombre y una mujer, el cual se funda en el libre
consentimiento y en la igualdad absoluta de los derechos y los deberes de los cónyuges …”.
Sin embargo, se ha llegado a sostener que el adulterio - en la comunidad concubinaria - no
priva a la concubina del derecho a reclamar lo que es resultado de la convivencia
permanente con el concubino; tal como así lo sostuvo la Sala de Casación Civil de la Corte
Suprema de Justicia en sentencia del 13 de octubre de 1982, afirmando que “la existencia
de adulterio en la comunidad concubinaria, excluye la presunción de la existencia de tal
comunidad que simplificaría la prueba en beneficio de la concubina, pero no la priva del
derecho de reclamar lo que es resultado de la convivencia permanente con el concubino y
del incremento de su patrimonio como resultado de su esfuerzo personal, es decir, la causa
ilícita de la unión no desvirtúa la realidad de la existencia de la unión y de la contribución
de la concubina al incremento del patrimonio que figura a nombre del concubino”. No
obstante, la misma Sala en sentencia del 7 de marzo de 1991(caso: B. Acevedo contra J.
Chacón), afirmó que, “Como expresamente queda excluida la presunción de unión
concubinaria en los casos en los cuales uno de los concubinos sea casado, en el presente
caso al darse este supuesto, fue aplicado correctamente por el Sentenciador el artículo 767
del Código Civil, para resolver la controversia”

Por tanto, para que esa unión produzca los mismos efectos que el matrimonio, hay que
tomar en consideración que su interpretación no puede realizarse aisladamente del artículo
137 eiusdem, que exige la obligación de los cónyuges de vivir juntos y guardarse fidelidad,
como de las demás normas del Código Civil en orden al matrimonio y que resulten
aplicables. El artículo 77 de CRBV es claro al respecto cuando exige el cumplimiento de
dos requisitos inevitablemente concurrentes: que la unión more uxorio sea estable y cumpla
los requisitos establecidos en la ley. Esto indica que si faltare cualesquiera de tales
requisitos impretermitibles, la unión de que se trate no podrá ser declarada judicialmente a
los efectos del artículo 767 del Código Civil, y por tanto no podrá producir los mismos
efectos que el matrimonio en el ámbito patrimonial, en cuanto comunes de por mitad las
ganancias o beneficios que se obtengan durante la relación convivencial. Esa norma civil
resultaría contradictoria si no se interpretara conforme al artículo 77 constitucional, pues no
hay dos tipos de uniones more uxorio: las regladas en el artículo 767 en referencia, y otras
bajo el amparo del artículo 77 in commento. La unión fáctica, a que ambas normas se
refieren, es la misma. Por consiguiente, actualmente el concubinato que puede ser
declarado tal es aquel que reúne los requisitos del artículo 767 del Código Civil en el
ámbito patrimonial, pero en correspondencia con el artículo 77 de CRBV en su amplitud
hermética (al incluir los efectos tanto personales como patrimoniales), pues, además, no
caben dos interpretaciones distintas, es decir, una interpretación para esa norma legal y otra
para la norma constitucional.

Y también resuelve la Sala Constitucional que al aparecer el artículo 77 constitucional,


surgen cambios profundos en el régimen concubinario del artículo 767 del Código Civil, ya
que existiendo la unión estable o permanente, no hay necesidad de presumir, legalmente,
comunidad alguna, ya que ésta existe de pleno derecho – si hay bienes - con respecto de lo
adquirido, al igual que en el matrimonio, durante el tiempo que duró la unión y, como
comunidad, no es que surte efectos legales entre ellos dos y entre sus respectivos herederos,
o entre uno de ellos y los herederos del otro, como lo contempla el artículo 767 del Código
Civil, sino que, al igual que los bienes a que se refiere el artículo 168 del Código Civil, los
terceros que tengan acreencias contra la comunidad podrán cobrarse de los bienes
comunes, tal como lo pauta dicha norma. Sin embargo, se opina que la presunción de
comunidad concubinaria, surte efectos única y exclusivamente respecto de los concubinos
entre sí; entre los herederos de cada uno de ellos; y en las relaciones del hombre o de la
mujer, con los herederos de una u otro. Pero en cambio, no funciona respecto de terceras
personas: para éstas la propiedad de los bienes que aparezcan a nombre de malquiera de los
concubinos se gobierna por las reglas del Derecho común.

Ahora bien, ante lo afirmado por la Sala Constitucional, es de observar que la sola
existencia de unión concubinaria o more uxorio estable o permanente, no es suficiente, pues
el conviviente que tenga interés en demostrarla requiere de una decisión judicial que así la
declare ; pues sólo así la presunción iuris tantum hace surgir, a su vez, la presunción de
comunidad que consagra el artículo 767 del Código Civil. Sin embargo, el conviviente
demandado puede demostrar lo contrario, probando la ausencia de cohabitación o
convivencia con carácter de permanencia; así como la falta de singularidad en cuanto a la
relación permanente entre el mismo hombre y la misma mujer, y no entre él y varias
mujeres, o entre ella y varios hombres; o que aquél está casado o es ella la que está casada;
o cualquier otro hecho indicativo de la falta de permanencia, o la existencia de
impedimento dirimente absoluto que impida el ejercicio de la capacidad matrimonial.
Mientras no se dicte la legislación específica que regule la unión fáctica, de manera que se
establezcan los requisitos para su existencia, la situación de precariedad que caracteriza a
dicha presunción continuará dependiendo de la sentencia que declare la existencia de la
unión concubinaria o de hecho. Sin embargo, la identidad del matrimonio no puede ser
asumida o absorbida por esa legislación, y las exigencias propias de cada identidad
autónoma tienen que mantenerse como realidades diferentes.
Efectivamente, con la aparición del artículo 77 de la Constitución venezolana vigente, el
régimen comunitario patrimonial, a que se refiere el artículo 767 del Código Civil, sufre
cambios profundos, porque hace extender su contenido más allá de lo puramente literal,
penetrando ese régimen para conducirlo a que se someta al propio texto constitucional, es
decir, que los efectos patrimoniales se van a esparcir en todas las posibilidades de
distribución tal y como si esa unión fáctica fuese como la matrimonial, excepto si uno de
los convivientes está casado y otras situaciones propias y exclusivas del matrimonio; pues
en caso contrario no tendría sentido alguno el matrimonio que sería igual a la unión more
uxorio. Es indudable que este principio - cuando uno de los convivientes está casado – por
disposición de la misma norma indica que la estructura y el sistema nuevo que crea el
artículo 77 eiusdem hace referencia a uno de los requisitos establecidos en la ley, puesto
que de no ser así el matrimonio habría quedado reducido a cenizas en cuanto concierne a su
estructura interpareja o interpersonal y patrimonial, generándose graves conflictos en la
vida familiar.

¿De qué manera se resolvería el conflicto insurgente, cuando uno de los convivientes
pretendiese reclamar judicialmente los gananciales o la legítima a los herederos
legitimarios, al cónyuge supérstite no separado legalmente de cuerpos y de bienes? En el
artículo 41 del Proyecto de Ley de Protección a la Familia, la Maternidad y la Paternidad,
que fue desechado, se establecía: “Cuando se demuestre entre personas casadas la
existencia de separaciones de hecho prolongadas conforme a lo previsto en el artículo 185-
A del Código Civil y se haya extinguido el lapso de caducidad para el ejercicio de la acción
penal por adulterio, las uniones estables de hecho entre parejas de un hombre y una mujer,
producirán los mismos efectos filiales, patrimoniales y sucesorales que en el matrimonio,
conforme la normativa de esta Ley”. Es decir, que si una persona estaba casada y separada
de hecho de la otra por más de cinco (5) años, como lo previene el articulo 185-A del
Código Civil, y a su vez mantenía unión adúltera con otra, y se había extinguido el lapso de
caducidad para el ejercicio de la acción penal por adulterio, las uniones estables de hecho
entre parejas de un hombre y una mujer producirían los mismos efectos patrimoniales y
sucesorales que el matrimonio.
Entonces, si dentro de esa misma situación, opina FRANCISCO LÓPEZ HERRERA ,
pudiera además existir una comunidad concubinaria entre alguno de los cónyuges y una
tercera persona, resultaría que la totalidad de las adquisiciones efectuada por cualquiera de
dichos concubinos mientras exista el concubinato, también debería pertenecer a estos de
por mitad, no obstante que normalmente se tratará de los mismos bienes gananciales. Ahora
bien, es de todo punto imposible asignar simultáneamente a tres personas la mitad de un
mismo patrimonio; lo cual confirma y ratifica la intención del legislador en el sentido de
que no puede existir la comunidad concubinaria, si uno de los concubinos está unido en
matrimonio con otra persona.

Conforme al artículo 767 del Código Civil, se presume la comunidad, salvo prueba en
contrario , en aquellos casos de unión no matrimonial, cuando la mujer o el hombre en su
caso, demuestre que ha vivido permanentemente en tal estado aunque los bienes cuya
comunidad se quiere establecer aparezcan a nombre de uno solo de ellos. Como se puede
apreciar, esta presunción de comunidad no es iuris et de iure, pues no se aplica si uno de
ellos está casado. La presunción es iuris tantum de comunidad patrimonial pues la misma
admite prueba en contrario, y surge con la sola prueba o demostración en juicio de haber
vivido permanentemente en unión no matrimonial y que el tribunal declare mediante
sentencia la existencia de esa unión fáctica; no obstante que esa presunción de comunidad
no es de pleno derecho, aun cuando durante la misma se hayan adquirido bienes. Bajo el
rigor de tal temática, la presunción insurgente es iuris tantum (la ley admite la existencia
del hecho, salvo se demuestre lo contrario) y no iure et de iure (de pleno y absoluto
derecho), pues entonces la ley no admitiría prueba en contrario , siendo imposible eludir la
aplicación de determinadas normas contenidas en el Código Civil, por la propia remisión
que el artículo 77 in commento realiza de modo expreso, al estatuir que las uniones estables
de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos establecidos en la ley
producirán los mismos efectos que el matrimonio. En este caso, esos requisitos legales,
dentro del inevitable juego de las presunciones, tienen que ver con los artículos 148 y 164
del Código Civil, en concordancia con los artículos 151, 152, 822, 823 y 824 eiusdem, entre
otros.
En efecto, según el artículo 148 del Código Civil, entre marido y mujer, si no hubiere
convención en contrario, son comunes, de por mitad, las ganancias o beneficios que se
obtengan durante el matrimonio; mientras que conforme al artículo 164 eiusdem, se
presume que pertenecen a la comunidad todos los bienes existentes mientras no se pruebe
que son propios de alguno de los cónyuges (presunción iuris tantum).

Como puede apreciarse, esas dos normas consagran, cada una de las mismas, su
correspondiente presunción de comunidad patrimonial: la presunción iuris tantum de la
comunidad de bienes durante el matrimonio, siempre que no exista régimen capitular
matrimonial que la excluya (arts. 141-147, CC); entendiéndose que, a tenor de lo dispuesto
en el artículo 151 del Código Civil, son bienes propios de cada cónyuge los que adquiera
durante el matrimonio por donación, herencia, legado o por cualquier otro título lucrativo ;
los bienes derivados de las acciones naturales y la plusvalía de dichos bienes, los tesoros y
bienes muebles abandonados que hallare alguno de los cónyuges, así como los vestidos,
joyas y otros enseres u objetos de uso personal o exclusivo de la mujer o el marido; y que,
por estatuirlo el artículo 152 eiusdem, se hacen propios de cada cónyuge los adquiridos
durante el matrimonio: Por permuta con otros bienes propios del cónyuge, por derecho de
retracto ejercido sobre los bienes propios por el respectivo cónyuge y con dinero de su
patrimonio. por dación en pago hecha al respectivo cónyuge por obligaciones provenientes
de bienes propios; los que adquiera durante el matrimonio o a título oneroso, cuando la
causa de adquisición ha precedido al casamiento; la indemnización por accidentes o por
seguros de vida, de daños personales o de enfermedades, deducidas las primas pagadas por
la comunidad; por compra hecha con dinero proveniente de la enajenación de otros bienes
propios del cónyuge adquirente; y, por compra hecha con dinero propio del cónyuge
adquirente, siempre que haga constar la procedencia del dinero y que la adquisición la hace
para sí.

Conforme a lo contemplado en el artículo 767 del Código Civil, no es posible admitir que
los requisitos exigidos en la ley, para que la unión estable de hecho entre un hombre y una
mujer produzca los mismos efectos del matrimonio, a tenor de lo preceptuado en el artículo
77 de la CRBV, se reduzcan a los establecidos en el precitado artículo 767 ; pues, en caso
contrario, sería más fácil reclamar aquellos efectos conviviendo de hecho que contrayendo
matrimonio. Por las mismas formalidades exigidas para la celebración del acto
matrimonial, así como de los taxativos requisitos establecidos para que el matrimonio se
extinga, los cónyuges estarían en desventaja a la hora de comparar el ámbito formal para el
inicio de la vida convivencial y la matrimonial, así como el procedimiento para la extinción
de uno y otro vínculos. Más fácil, en todos los aspectos, la disolución de la unión
convivencial que la matrimonial. Pero, además, a la hora de preguntarse y comparar de qué
lado hay más derechos y deberes, no hay duda que los hay en el matrimonio, pues la
mayoría de los mismos – no todos - están legislados. Estaríamos en presencia de una
situación fáctica sin exigencias, sin ninguna formalidad y exigua responsabilidad en orden a
los derechos y deberes, con la facilidad que implica romper o extinguir la unión fáctica,
frente a las exigencias establecidas en la ley para disolver el matrimonio. En la unión
fáctica sólo habría que demostrar que la mujer o el hombre, en su caso, ha vivido
permanentemente en tal estado (unión concubinaria) para que esa unión produjera los
mismos efectos personales y patrimoniales del matrimonio, y eso no es posible puesto que
la propia norma constitucional – artículo 77 – requiere que la unión convivencial para que
produzca los mismos efectos que el matrimonio debe cumplir con los requisitos
establecidos en la ley, y la ley no es solo el artículo 767 del Código Civil, sino todas las
demás normas legales atinentes a los efectos personales y patrimoniales que el vínculo
matrimonial genera, dentro de lo posible y real.

4. EL CONCUBINATO PUTATIVO

4.1. Lo que afirma la Sala Constitucional del TSJ

En el fallo in comento dictado por la Sala Constitucional, declaró la existencia del


concubinato putativo afirmando lo siguiente:

“(…) Igualmente, la Sala tiene que examinar la posibilidad para uno de los miembros de
una unión o concubinato, de la existencia del concubinato putativo que nace cuando uno de
ellos, de buena fe, desconoce la condición de casado del otro. A juicio de esta Sala, en estos
supuestos funcionará con el concubino de buena fe, las normas sobre el matrimonio
putativo, aplicables a los bienes (…)”

En atención a lo expresado por la Sala, allí se observan especialmente tres (3) inferencias:
(i) La presencia del concubinato putativo que se genera cuando el concubino de buena fe
ignora la condición de casado del otro. Pareciera, entonces, que no será putativo ante la
existencia de los demás impedimentos dirimentes para contraer válidamente matrimonio.
De ser así, entonces el concubinato putativo - a que se refiere la Sala Constitucional - se
concreta únicamente al tipo que la misma determina de manera simplificada o reducida.

(ii) Ese desconocimiento o ignorancia del estado civil del otro conviviente, conduce a que
el de buena fe goce de los beneficios o efectos del matrimonio putativo, en relación a los
bienes. ¿Se traduce que, en tales casos, al concubinato putativo se aplican las normas del
régimen de bienes en el matrimonio, pero no las atinentes a los efectos personales del
mismo? De ser así, ¿qué ocurre con los efectos de orden personal interpareja y en relación
con los hijos e hijas?

(iii) Para la existencia del concubinato putativo debe previamente declararse judicialmente
la existencia de la unión fáctica mediante sentencia firme y, desde luego, producirse la
declaración de nulidad de la misma mediante decisión también firme. Sin la declaración de
nulidad no puede hablarse, en propiedad, de concubinato putativo, como no puede
afirmarse el matrimonio putativo sin la sentencia que declare su nulidad.

La buena fe exigida consiste en el subjetivo estado de creencia, por parte de uno o de los
dos convivientes, al tiempo de iniciar la convivencia de modo estable, desde que existe
como unión more uxorio, que la inician válidamente aunque exista un error de hecho o de
derecho, siempre que sea excusable, siendo indiferente el conocimiento posterior del error.
La buena fe se presume, salvo prueba en contrario que corresponde a quien la impugna.

Por tanto, en cuanto a la primera inferencia - sobre la presencia del concubinato putativo
que se genera cuando el concubino de buena fe ignora la condición de casado del otro -
indica que ese tipo de concubinato sólo se da cuando el concubino de buena fe ignora la
condición de casado del otro; en cuyo caso, entonces, no sería putativa la relación por otra
causa distinta a la de existir un matrimonio anterior del conviviente de que se trate. Sería
putativo únicamente cuando se produjere la violación del artículo 50 del Código Civil, por
causa de bigamia.
Bajo esta apreciación el concubinato putativo dependerá únicamente de ese motivo (la
existencia de un matrimonio anterior ignorado por el concubino de buena fe), pero no lo
será, haciendo nosotros un símil comparativo con lo afirmado por la Sala y por fuerza de lo
dispuesto en el artículo 77 de la CRBV, entre otros, en los casos siguientes:

1) No podrá ser putativo cuando el conviviente ignore que la mujer no ha cumplido catorce
(14) años de edad, o el varón que no ha cumplido dieciséis (16) años (art. 46, CC); aun
cuando no se requerirá la edad prescrita en el artículo 46, cuando: 1. La mujer menor haya
dado a luz un hijo o que se encuentre en estado de gravidez; y, 2. El varón menor cuando la
mujer ha concebido un hijo que aquél reconoce como suyo o que ha sido declarado
judicialmente como tal (art. 62, CC). No obstante, las personas que no hubiesen llegado a la
edad requerida para contraer matrimonio válidamente, no podrá impugnarse: 1º Cuando los
contrayentes hayan alcanzado dicha edad sin que se haya iniciado el juicio de nulidad; 2º
Cuando la mujer que no tenga la edad exigida, haya concebido. Sin embargo, como el
matrimonio putativo es aquel declarado nulo pero válido para aquel de los cónyuges que lo
contrajo de buena fe, con efectos desde su celebración hasta la sentencia de nulidad,
entonces habría que observar que la unión more uxorio sería putativa para el conviviente
que ignoraba la incapacidad del otro en relación a lo dispuesto en el artículo 46 in
commento, pero que no es putativo porque la Sala solo se refiere al concubinato putativo
cuando el concubino de buena fe ignora la condición de casado del otro.

2) Tampoco podría ser putativa la unión concubinaria, cuando se diere el caso de adolecer
de impotencia manifiesta y permanente (art. 47, CC). Mutatis mutandis, la misma
consideración que antecede y en relación con las subsiguientes anotaciones sobre la misma
temática.

3) De igual manera, en el caso del entredicho por causa de demencia ni el que no se halle en
su juicio (art. 47, CC).

4) Tampoco podría ser putativa la unión concubinaria entre convivientes ascendientes y


descendientes, ni entre afines en línea recta (art. 51, CC).

5) No sería putativo el matrimonio entre hermanos (art. 52, CC).


6) No podría ser putativa la unión more uxorio o concubinaria entre tíos y sobrinos, ni entre
tíos y los descendientes de los sobrinos. Tampoco entre cuñados cuando el que produjo la
afinidad quedó disuelto por divorcio (art. 53, CC).

En relación a la segunda inferencia, en cuanto al desconocimiento o ignorancia del estado


civil del otro conviviente, conducente a que el concubino de buena fe goce de los beneficios
o efectos del matrimonio putativo, en relación a los bienes (efectos de orden patrimonial);
la decisión de la Sala tácitamente excluye los efectos de orden personal entre los
concubinos y los hijos, pues la existencia del concubinato putativo – como afirma la Sala -
nace cuando uno de ellos, de buena fe, desconoce la condición de casado del otro. A juicio
de la Sala, en estos supuestos funcionará con el concubino de buena fe, las normas sobre el
matrimonio putativo, aplicables a los bienes; bajo cuya apreciación el concubinato putativo
queda reducido o simplificado en sus efectos, cuando uno de los convivientes, el de buena
fe, ignora la condición de casado del otro.

Tal reducción pareciera aparejar, como consecuencia, que el efecto será patrimonial y no
personal (entre lo convivientes y en relación a los hijos), pero que en realidad aquí la
simplificación no opera porque es imposible que el efecto personal convivencial no ocurra.
Y en relación con los hijos, en tal caso, son hijos tal y como si hubiesen sido concebidos y
nacidos en la unión matrimonial. Es más, comprobada la filiación, el hijo concebido y
nacido fuera del matrimonio tiene la misma condición que el hijo nacido o concebido
durante el matrimonio con relación al padre y a la madre y a los parientes consanguíneos de
éstos, conforme así lo contempla el artículo 234 del Código Civil.

En consideración a la tercera inferencia, es necesario se produzca previamente la


declaración judicial de existencia del concubinato mediante sentencia firme, como única
forma para que pueda existir el concubinato putativo como consecuencia de la declaración
judicial de su nulidad, aun cuando nada se diga al respecto en la decisión in commento. Ello
es así porque conforme al artículo 127 del Código Civil, el matrimonio declarado nulo
produce efectos civiles, tanto respecto de los cónyuges como respecto de los hijos, aun
nacidos antes del matrimonio, si ha sido contraído de buena fe por ambos contrayentes; y si
sólo hubo buena fe de uno de los cónyuges, el matrimonio surte efectos civiles únicamente
en favor de él y de los hijos. Si hubo mala fe de ambos cónyuges, el matrimonio sólo
produce efectos civiles respecto de los hijos.

Si se habla de concubinato putativo es porque se admite el matrimonio putativo. Así, el


matrimonio putativo consiste en aquel que es declarado nulo o anulado, cuando concurre la
circunstancia de reputarse válido para uno o ambos cónyuges, y por consiguiente produce
efectos para el o los cónyuges de buena fe, siempre en beneficio de los hijos, desde su
celebración hasta la fecha de la sentencia que declare la nulidad. En consecuencia, en
contraste comparativo, por concubinato putativo (putativo: que se predica sin serlo) puede
entenderse como el declarado nulo cuando concurriere la circunstancia de reputarse válido
sólo para el o los convivientes de buena fe, siempre en beneficio de los hijos y no solo en el
ámbito de los bienes, desde su inicio hasta la fecha de la sentencia que declare la nulidad.
Esto significa que no puede existir concubinato putativo sin una sentencia que así lo
declare, lo cual podría resultar complicada su comprensión. El calificativo de putativo, con
efectos válidos, tiene que devenir de una sentencia que así lo declare. Como principio
general, la nulidad pronunciada mediante sentencia firme, deja las cosas en el mismo estado
en que se encontraban antes del acto declarado nulo, por lo que produce efectos retroactivos
(ex tunc) al día de celebración del acto. Esa sentencia es declarativa por esa misma
circunstancia o motivo.

De aplicarse ese principio al matrimonio declarado nulo, dejaría el mismo como si jamás se
hubiese celebrado, en cuyo caso se crearía tremenda problemática en relación con los hijos
habidos en esa unión, así como sobre los bienes adquiridos. Ante esa circunstancia surgió
en el Derecho Canónico la noción del matrimonio putativo (putare: creer, suponer), para
regular los efectos de la nulidad cuando el matrimonio se contrajo suponiendo uno o ambos
contrayentes que el vínculo era válido; que el mismo se había celebrado mediante la buena
fe, de uno o de ambos, al ignorarse el vicio que dio lugar a la nulidad o la anulabilidad del
acto matrimonial, vicio o defecto que existe al momento de la celebración. De allí que esa
concepción del matrimonio putativo es una excepción al mencionado principio general en
cuanto a los efectos de la nulidad. La buena fe se entenderá, entonces, como el
desconocimiento del impedimento matrimonial en el momento de la celebración por parte
del que contrajo matrimonio, o de ambos; como también el contraído con vicios del
consentimiento.

Sin embargo, se discute en la doctrina que no habrá buena fe por ignorancia o error de
derecho, y que tampoco existirá la misma por ignorancia o error de hecho que no sea
excusable, a menos que el error sea ocasionado por dolo .

En cuando al error de derecho, el artículo 2º del Código Civil contempla que “ La


ignorancia de la ley no excusa de su cumplimiento”, por lo cual el error de derecho no
impide los efectos legales que producen los actos lícitos, como tampoco obviará la
responsabilidad por los ilegales. Ese principio contiene, a su vez, el de la seguridad jurídica,
como fundamento del orden social, pues si no sería muy fácil sustraerse a las consecuencias
o los efectos del acto, alegando y probando que se ignoraba la ley. En efecto, como observa
BELLUSCIO , ¿es que alguien podría alegar que no sabía que no podía casarse con su hija,
con su hermana o con su nuera?, ¿o que le estaba vedado llevar a las nupcias a un impúber
o a un insano?, ¿o que no podía casarse por segunda vez sin estar disuelto su anterior
matrimonio?, ¿o que no podía hacerlo con la viuda de aquel a quien dio muerte?, ¿o que la
ley no le permitía abusar del error, engañar u ofrecer violencia para lograr la celebración?,
¿o que sabiéndose impotente no podía contraer matrimonio?

Tratándose del error de hecho, se afirma que el mismo debe ser excusable, o de la justa
causa para incurrir en error, salvo el caso de dolo donde el error deviene del engaño o el
ardid del otro contrayente o por la acción de un tercero. Bueno el ejemplo que da
EDUARDO ZANNONI en el caso del bígamo, cuya mala fe se presume porque su anterior
matrimonio no estaba disuelto o anulado, mal podría alegar desconocimiento del
impedimento del ligamen. Por tanto, cabe presumir que el bígamo sabe que está casado y
que no puede contraer válidamente un segundo matrimonio. Pero supóngase que el bígamo
alegara y probara error excusable, como ocurriría en el siguiente caso: su cónyuge del
primer matrimonio desapareció en ocasión de un secuestro y, tiempo después, se da la
noticia pública de su muerte en ocasión de identificarse un cadáver por la policía,
inscribiéndose su defunción. Pero más tarde resulta que la identificación del cadáver fue
errónea porque reaparece el cónyuge a quien se creía muerto, quien en realidad, sólo había
sido retenido por sus secuestradores y finalmente dejado en libertad. Planteada la nulidad
del segundo matrimonio, el bígamo deberá invocar y probar su buena fe, es decir, la
excusabilidad de su error, o lo que es lo mismo, la razón para errar. Todo ello, sin perjuicio
de que si de las propias circunstancias de la causa estos hechos resultaran acreditados, el
juez debería calificar de buena fe al bígamo aunque éste no hubiera expresamente invocado
el error excusable.

Considera la Sala que para reclamar los posibles efectos civiles del matrimonio, es
necesario que la “unión estable” haya sido declarada conforme a la ley, por lo que se
requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca. Por esa misma razón es de
considerar la necesaria declaratoria del concubinato putativo, para que produzca los mismos
efectos que el matrimonio putativo. En realidad resulta complicado y hasta difícil admitir
que la unión more uxorio pueda ser declarada nula o anulada por sentencia firme, cuando
para su nacimiento no se utilizó alguna formalidad ni el cumplimiento de determinados
requisitos, como en el caso del matrimonio; pero si no antecede tal declaración judicial de
nulidad, entonces ¿cómo podría hablarse con propiedad de concubinato putativo?

¿Concubinato declarado nulo? El matrimonio putativo se reputa válido para el cónyuge que
contrajo matrimonio de buena fe y siempre en beneficio de los hijos, desde la celebración
hasta la fecha de la sentencia declarativa de su nulidad. Por eso, resulta dificultoso
demandar la nulidad de la unión de hecho o concubinaria, pues su nacimiento depende de la
voluntad recíproca de los convivientes sin ninguna otra formalidad establecida en la ley, y
su extinción o disolución se produce por el acuerdo recíproco, como también por decisión
unilateral de uno solo de los convivientes. Habría que declarar judicialmente primero la
existencia de la unión fáctica, y luego declarar la nulidad de la misma con fundamento en la
existencia de un impedimento dirimente que no autorizaba la celebración del matrimonio, y
que uno de los convivientes actuó de buena fe para que sea putativo para él. Por ejemplo, si
uno de los convivientes de hecho, de buena fe, desconoce o ignora la condición de casado
del otro, en tal supuesto funcionarán, con el concubinato de buena fe, las normas del
matrimonio putativo aplicables a los bienes, como afirma la Sala Constitucional; es
indudable que para que los efectos del matrimonio putativo se puedan aplicar en la praxis,
se requiere una declaración judicial que afirme que ese conviviente fue de buena fe, a través
de la declaración de nulidad de la unión fáctica, pues, en caso contrario, no cabría hablar de
concubinato putativo. Como puede observarse, en tal caso, estamos en presencia de una
problemática de difícil comprensión y solución, pues para la Sala Constitucional la
existencia del concubinato putativo nace cuando uno de ellos, de buena fe, desconoce la
condición de casado del otro, y en estos supuestos funcionarán con el concubino de buena
fe, las normas sobre el matrimonio putativo, aplicables a los bienes.

Con sobrada razón el artículo 127 del Código Civil, estatuye: “El matrimonio declarado
nulo produce efectos civiles, tanto respecto de los cónyuges como respecto de los hijos, aun
nacidos antes del matrimonio, si ha sido contraído de buena fe por ambos contrayentes. Si
sólo hubo buena fe de uno de los cónyuges, el matrimonio surte efectos civiles únicamente
en favor de él y de los hijos. Si hubo mala fe de ambos cónyuges, el matrimonio sólo
produce efectos civiles respecto de los hijos”. En consecuencia, ¿cuál sería la causa o
motivo que sirva de fundamento a la demanda de nulidad o anulabilidad del concubinato?
El tribunal tendría primeramente que declarar la existencia del concubinato, luego
declararlo nulo o anulado con fundamento en la norma jurídica específicamente infringida,
y, asimismo, establecer que esa unión es putativa por haberse contraído o celebrado en
violación de un impedimento dirimente que no permitía su celebración, pero de buena fe
por uno de los concubinos o por ambos, según las circunstancias fácticas del caso concreto.

El matrimonio putativo, para que sea tal tendría, entonces, que cumplir varios requisitos:

(i) El matrimonio para que pueda declararse como putativo exige que el mismo se haya
contraído. Esto implica que se debe comprobar la celebración del mismo, pues nadie puede
reclamar los efectos civiles del matrimonio si no presenta copia certificada del acta de su
celebración, excepto en los casos previstos en los artículos 211 y 458, como así lo
preceptúa el artículo 113 del Código Civil. A falta de inscripción del acta de matrimonio en
el Registro destinado a esta finalidad, como lo pauta el artículo 115 eiusdem, cuando haya
indicios de que por dolo o culpa del funcionario respectivo, no se ha inscrito el acta de
matrimonio, los cónyuges pueden pedir que se declare la existencia del matrimonio, según
las reglas establecidas en el artículo 458, siempre que concurran las circunstancias
siguientes: 1° Que se presente prueba auténtica de la publicación o fijación del cartel de
matrimonio, salvo los casos previstos en los artículos 70, 96 y 101.

(ii). Nulidad del matrimonio por sentencia definitivamente firme, para que pueda reputarse
válido para el cónyuge (o ambos) de buena fe y siempre en relación con los hijos, desde su
celebración hasta la fecha de la sentencia que declare la nulidad. Mientras no se produzca la
nulidad el matrimonio celebrado de modo irregular continuará produciendo efectos como si
fuese válido. Asimismo, mientras el concubinato no sea declarado nulo no podrá hablarse
de concubinato putativo.

(iii) La buena fe. Como quiera que nuestra legislación - afirma ISABEL GRISANTI
AVELEDO DE LUIGI - concede efectos, respecto a los hijos, al matrimonio celebrado de
mala fe por ambos contrayentes, la buena fe pierde su condición de requisito autónomo del
matrimonio putativo y se convierte en presupuesto subjetivo, que sirve solamente para
señalar la extensión de los efectos con relación a los cónyuges.

Sin embargo, como la sentencia de nulidad que pronuncia el juez es declarativa,


proyectando sus efectos con carácter retroactivo, al día de la celebración del acto, tal
principio en el ámbito matrimonial tiene una connotación distinta cuando el matrimonio se
celebró bajo la creencia por uno de los contrayentes, o por ambos, que no existía al
momento ningún impedimento que invalidara el acto, ignorando el vicio que
posteriormente podría conducir a la nulidad del matrimonio. Por eso, el matrimonio que se
declara nulo no será putativo para el cónyuge que actuó de mala fe, y si ambos actuaron de
mala fe no será putativo para ninguno de los mismos y, en consecuencia, los efectos de
validez no comprenderá a ninguno de los contrayentes, es decir, que la doctrina del
matrimonio putativo constituye una excepción al principio general en orden a los efectos de
la nulidad.

Por tanto, para que la unión more uxorio o concubinaria sea reputada putativa, se requeriría:
(i) Que la unión more uxorio sea declarada por el Tribunal competente a través de sentencia
definitivamente firme. Este requisito constituye la primera exigencia para demostrar,
mediante declaración judicial, la existencia de esa unión y de modo inevitable la fecha de
su inicio, pues sin la misma no se puede conocer con certeza desde cuando empieza a
producir los efectos de putativo y hasta cuándo. (ii) Que tal unión sea declarada nula o
anulada por ese mismo tipo de sentencia y con valor de putativo para el conviviente de
buena fe, desde su celebración hasta la declaración judicial de nulidad, y siempre en
beneficio de los hijos, aún cuando la Sala Constitucional nada afirmó al respecto. La
problemática en este punto está en que la unión concubinaria no se celebra, pues no existen
hasta ahora en nuestra legislación formalidades conducentes a ello, y como hemos
observado su nacimiento es sólo consensus, por lo cual se dificulta la prueba de su inicio de
modo claro y determinante. (iii) La buena fe, que significa para el conviviente more uxorio,
el desconocimiento de la existencia en el otro de una causa o motivo que obstaculiza o
impide la celebración del matrimonio entre ellos, es decir, la existencia de un impedimento
dirimente que impide el concubinato entre ellos, conducente a la nulidad del mismo. La
buena fe consistirá en la errada creencia de uno o ambos convivientes, que los mismos
iniciaron la unión concubinaria, sin que al momento existiese algún impedimento legal que
la obstaculizara.

4.2. Efectos del concubinato putativo

La Sala Constitucional afirma la existencia del concubinato putativo, cuando uno de los
convivientes more uxorio de buena fe, desconoce o ignora la condición de casado del otro,
en cuyos supuestos funcionarán, con el concubinato de buena fe, las normas del matrimonio
putativo aplicables a los bienes (efecto patrimonial). Aun cuando la Sala no hace referencia
a los efectos de carácter personal y familiar (entre los convivientes y en relación con los
hijos e hijas), los mismos son imposibles de evitar.

En tal caso, aun cuando el criterio de la Sala Constitucional se refiere al conviviente que
desconoce o ignora la condición de casado del otro, en cuyo supuesto funcionarán, con el
concubinato de buena fe, las normas del matrimonio putativo aplicables a los bienes (efecto
patrimonial); no obstante el concubinato putativo así declarado por sentencia firme, como
requisito sine quam non, produciría de manera inevitable los siguientes efectos de orden
personal y patrimonial:

4.2.1 Respecto de los convivientes


4.2.1.1 Efectos de carácter personal y familiar: (a) cuando el concubinato declarado nulo no
produce efectos de putativo a favor de ninguno de los convivientes, se considera que jamás
existió entre ellos el estado concubinario. (b) La unión more uxorio es putativa para ambos
convivientes cuando el vínculo se considera válido y legal desde la fecha del inicio de esa
unión, hasta la de la anulación, en cuyo caso el estado concubinario existe para ellos
durante ese período y produce allí todos los efectos de validez, pero desaparece y se
extingue a partir de la declaración de nulidad. (c) Si el concubinato es putativo para uno
solo de los concubinos, el vínculo produce efectos para el pasado, desde la fecha de inicio
de la unión concubinaria hasta su anulación (pues de no declararse la nulidad de la unión,
no existirá concubinato putativo, así como no existe matrimonio putativo si no se declara la
nulidad del mismo); y produce todos sus efectos de orden personal y familiar a favor del
concubino de buena fe, pero no determina ningún efecto a favor del conviviente de mala fe.
El primero se considera concubino desde la fecha de inicio de esa unión fáctica hasta la
anulación, y el segundo, como si jamás estuvo unido en concubinato.

4.2.1.2. Efectos sobre los pactos concubinarios : Nada impide que los convivientes
estipulen, pacten o convengan, en relación a los bienes que adquiera durante la convivencia,
sin que se les denomine capitulaciones concubinarias. Pareciera no comprenderse por qué
los convivientes no pueden al menos celebrar un convenio en el sentido de cómo manejarán
los bienes que se obtengan durante ella, aún cuando no se denomine capitulaciones a ese
convenio dentro del contexto a que se contraen los artículos 141, 143, 144, 145, 146 y 147
del Código Civil; pues puede ocurrir que un hombre y una mujer se pongan de acuerdo para
iniciar una convivencia more uxorio, y con tal finalidad otorguen registralmente un
instrumento – antes de iniciar tal convivencia – en donde se establezca que los bienes que
cada uno adquiera quedan excluidos de la comunidad concubinaria . ¿Tendrá o no valor tal
convenio o pacto entre ellos y ante los terceros? Si tiene valor de tal modo. La ley no lo
prohíbe, pues más bien se permite que constituyan y reglen entre ellos, mediante
convención, un vínculo de esa naturaleza (art. 1.133, CC). Por tanto, cuando ambos
concubinos han sido de mala fe (por ejemplo, ambos saben que están casados), el convenio
queda anulado tanto ad-nunc como ex tunc; en caso de concubinato putativo para ambos
convivientes, se considerará válido el pacto o convenio hasta la fecha de la anulación; y, en
caso de concubinato putativo para un solo de los concubinos la unión more uxorio es válida
para el que obró de buena fe, y como si no hubieran existido para el otro.

4.2.1.3. Efectos sobre la comunidad de gananciales: (a) Si el concubinato anulado no vale


como putativo para ninguno de los concubinos, la comunidad de gananciales corresponde a
los hijos nacidos en esa unión. Si no hay hijos se dividen los bienes entre los dos
concubinos. (b) En caso de unión more uxorio putativa para ambos concubinos, se divide
entre ellos los gananciales. (c) Cuando esa unión es putativa para uno solo de los
convivientes, los bienes corresponden íntegramente al mismo.

4.2.1.4. Sobre las donaciones con ocasión del concubinato : (a) Si ambos concubinos son
de mala fe, las donaciones corresponderán íntegramente a los hijos. Si no hay hijos las
donaciones quedarán sin efecto. (b) La unión es putativa para ambos convivientes: si la
donación fue hecha a ambos, pertenecerá de por mitad a cada conviviente. Si fue sólo para
uno de ellos, conservará él la donación. (c) Concubinato putativo para uno solo de los
convivientes: corresponderán al de buena fe las donaciones hechas a ambos. Las
donaciones dadas a favor del concubino de mala fe deben ser devueltas al donante.

4.2.1.5 Efectos sobre la vocación hereditaria intestada: (a) Si ambos convivientes han
actuando de mala fe, cada uno pierde la vocación hereditaria intestada respecto del otro. (b)
Caso de concubinato putativo para ambos convivientes, si fallece uno antes de la
declaración judicial de nulidad del concubinato , el ex concubino supérstite no tiene
vocación hereditaria ab-intestato en tal sucesión, pues el concubinato putativo produciría
efecto hacia el pasado y desde la celebración del concubinato hasta la fecha de la nulidad
declarada del mismo, pero no hacia el futuro. Lo mismo no ocurre cuando uno de los
concubinos fallece con anterioridad a la sentencia que declare la nulidad de esa unión, pues
el sobreviviente de buena fe lo heredaría. (c) Cuando el concubinato es putativo para uno
solo de los convivientes, si fallece el de mala fe lo sucede el de buena fe. Si fallece el de
buena fe, el otro conviviente no lo hereda en forma intestada. (d) A partir de la sentencia, la
nulidad hace cesar la vocación sucesoria recíproca . Sin embargo, en el caso del
matrimonio, por ejemplo, si la muerte de uno de los cónyuges tiene lugar durante el juicio
de nulidad, el otro mantiene esa vocación porque el vínculo matrimonial está produciendo
los efectos del matrimonio válido; a un cuando la nulidad se pronuncie con posterioridad.

4.2.2 Efectos sobre los hijos

(a) Efectos sobre la patria potestad. Si el concubinato anulado vale como putativo para
ambos convivientes, los mismos deben tenerse como ascendientes de sus hijos y por tanto
ejercen los derechos y deberes correspondientes a la patria potestad.

(b) SI el concubinato vale como putativo únicamente en relación con uno de los
convivientes, el de mala fe no puede pretender sobre sus hijos aquellos derechos y la patria
potestad corresponde al de buena fe.

(c) Si ambos convivieron de mala fe, el concubinato anulado no vale como putativo
respecto de ninguno de ellos y corresponde al juez decidir a cuál le otorgará la patria
potestad de los menores.

5. CONCLUSIONES

Como se ha podido apreciar, la Sala Constitucional en la sentencia en comentario equipara


la unión de hecho o more uxorio al matrimonio de dos maneras diferentes: a) Equiparación
parcial. Como el matrimonio – según la Sala - nace y se prueba de manera distinta al
concubinato, o a cualquiera otra unión estable, la diferencia - en su nacimiento como en el
orden probático - hace que tanto las unas como las otras no pueden equipararse
íntegramente al matrimonio; y, en consecuencia, los efectos del matrimonio (personales y
patrimoniales) no se producen íntegramente en la unión fáctica. En tal caso, la unión more
uxorio o estable de hecho (concubinato) y cualquiera otra unión estable, no son
necesariamente similares al matrimonio, es decir, ni iguales, ni equivalentes. Se desprende
de la decisión de la Sala que si la unión fáctica naciera y se probara de igual modo que el
matrimonio, entonces aquélla se equipararía íntegramente al matrimonio y produciría
automáticamente todos los efectos del mismo. Obviamente que ambas instituciones nacen y
se prueban de manera diferente, pero es posible pensar que no sea tal diferencia la que
impida la producción de los mismos efectos (personales y patrimoniales), sino motivos
diferentes, tales como que no son equiparables, no son iguales ni similares; aún cuando el
artículo 77 constitucional pareciera equipararlas pero relativamente. Además, la Sala no
indica a qué otras uniones estables se refiere, dejándolas en una zona de penumbra. b)
Equiparación total patrimonial. la Sala equipara el género “unión estable” al matrimonio, y
así debe tener, al igual que éste, un régimen patrimonial (comunidad de gananciales por
causa de la equiparación). Se trata de una equiparación limitada a lo patrimonial, que
pareciera dejar de lado lo relativo a los efectos personales (interconvivenciales y en
relación con los hijos e hijas), al no afirmarlos en ese contexto.

La unión fáctica y su declaración judicial. Para la Sala Constitucional, la unión


concubinaria o more uxorio “Se trata de una situación fáctica que requiere de declaración
judicial y que la califica el juez, tomando en cuenta las condiciones de lo que debe
entenderse por vida en común”; por lo cual “En primer lugar considera la Sala que, para
reclamar los posibles efectos civiles del matrimonio, es necesario que la “unión estable”
haya sido declarada conforme a la ley, por lo que se requiere una sentencia definitivamente
firme que la reconozca. En la actualidad, es necesaria una declaración judicial de la unión
estable o del concubinato; dictada en un proceso con ese fin”.

La calificación a que se refiere la Sala la realiza el juez, tomando en cuenta las condiciones
de lo que debe entenderse por vida en común. Sin embargo, la expresión “vida en común”
no es lo mismo que la “estabilidad” y tampoco comprende la pluralidad de los requisitos
establecidos en la ley, a que contrae el artículo 77 constitucional (" ... Las uniones estables
de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos establecidos en la ley
producirán los mismos efectos que el matrimonio". Destacado nuestro). Por tanto, para que
la unión fáctica sea declara judicialmente mediante sentencia definitivamente firme a los
efectos del artículo 77 en referencia, el juzgador debe encontrar que esa convivencia es
estable y cumple los requisitos establecidos en la ley. La vida en común, en comentario,
sólo constituye un elemento integrador del concepto estabilidad.

Dispone la Sala que en la actualidad, es necesaria una declaración judicial de la unión


estable o del concubinato dictada en un proceso con ese fin. Esta última afirmación es
exacta. No obstante, la misma no indica que en el "proceso con ese fin" sea excluyente de
la acumulación al mismo de la pretensión de partición y liquidación de los bienes comunes
convivenciales, del modo como hemos analizado, pues toda prohibición debe ser expresa,
no es tácita ni sobreentendida. La Sala no prohíbe la acumulación de pretensiones y no
obstante la Sala Civil declara inadmisible la demanda por la acumulación en la misma de
las pretensiones merodeclarativa concubinaria, la partición y liquidación de la comunidad
patrimonial, como hemos observado. Por eso, la estabilidad y los requisitos se conjugan en
los conceptos permanencia, singularidad, cohabitación, notoriedad y la inexistencia de
impedimentos dirimentes que impidan el ejercicio de la capacidad convivencial.

La Sala Constitucional “tiene que examinar la posibilidad para uno de los miembros de una
unión o concubinato, de la existencia del concubinato putativo que nace cuando uno de
ellos, de buena fe, desconoce la condición de casado del otro. A juicio de esta Sala, en estos
supuestos funcionará con el concubino de buena fe, las normas sobre el matrimonio
putativo, aplicables a los bienes”. Como se observa, para la Sala la presencia del
concubinato putativo se genera cuando el concubino de buena fe ignora la condición de
casado del otro, reduciendo el alcance de lo que sería el concubinato putativo únicamente al
impedimento dirimente absoluto de vínculo anterior (art. 50, CC), cuando existen más
impedimentos de tal carácter que también dan lugar a que la convivencia, en sus efectos, no
perjudica al conviviente de buena fe. Por eso pareciera que no será putativo ante la
existencia de los demás impedimentos dirimentes para contraer válidamente matrimonio.
De ser así, entonces el concubinato putativo - a que se refiere la Sala Constitucional - se
concreta únicamente al tipo que la misma determina de manera simplificada o reducida.
Asimismo, el desconocimiento o ignorancia del estado civil del otro conviviente- según la
Sala - conduce a que el de buena fe goce de los beneficios o efectos del matrimonio
putativo, en relación a los bienes. La Sala no dice por qué en los supuestos a que se refiere
funcionará con el concubino de buena fe las normas sobre matrimonio putativo, aplicable a
los bienes, y omite referirse (o incluir) los efectos personales que el concubinato putativo
inevitablemente tiene que producir en beneficio del conviviente de buena fe, y de los hijos e
hijas. ¿Se traduce que, en tales casos, al concubinato putativo se aplican las normas del
régimen de bienes en el matrimonio, pero no las atinentes a los efectos personales del
mismo? De ser así, ¿qué ocurre con los efectos de orden personal interpareja y en relación
con los hijos e hijas? Por último, para la existencia del concubinato putativo debe
previamente declararse judicialmente la existencia de la unión fáctica mediante sentencia
firme y, desde luego, producirse la declaración de nulidad de la misma (unión
concubinaria) mediante decisión también firme. La Sala no observa nada al respecto. No
obstante, sin la declaración de nulidad no puede hablarse, en propiedad, de concubinato
putativo, como no puede afirmarse el matrimonio putativo sin la sentencia que declare su
nulidad.
4 diferencias legales entre matrimonio y pareja de hecho

Existen muchas confusiones entre los conceptos de "matrimonio" y "pareja de hecho". El


matrimonio es la unión estable entre dos personas que se comprometen a una vida juntos, a
ayudarse, a actuar en interés de la familia que forman, a guardarse fidelidad y a compartir
las responsabilidades domésticas y el cuidado de los hijos. La figura del matrimonio se
encuentra perfectamente descrita en nuestro ordenamiento jurídico, en el que se definen sus
efectos, tanto en el ámbito personal com ...

Leer más: https://www.hacerfamilia.com/familia/noticia-diferencias-legales-matrimonio-


pareja-hecho-20150414133445.html

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contenido sin su previo y expreso consentimiento.
1. Introducción

La familia, institución que aparece en la historia como una comunidad creada por el
matrimonio y compuesta por progenitores y procreados, además de otras personas
conviventes o no, unidas por lazos de sangre o por sumisión a una misma autoridad; es el
eje social primario donde el individuo comienza a girar en torno a los demás.

Aristóteles la definió como una convivencia querida por la naturaleza misma para los actos
de la vida cotidiana, con lo que señalaba que tiene su base en la propia naturaleza, en orden
al cumplimiento del fin para el cual es querida o exigida. Dicho fin es la conservación de la
vida, bien por satisfacción de necesidades físicas y espirituales, o bien por engendrar y
educar a nuevas generaciones.

Por la importancia que tiene con respecto a la sociedad, la familia ha sido llamada "célula
social", ya que entre ambas existe la misma relación que entre la célula y el organismo
vivo. Dentro de la sociedad constituye la pieza esencial y uno de los cimientos que la
sostiene; por eso se ha dicho que las especies animales que no tienen familia también
carecen de sociedad. De ahí que configure un fenómeno social tan antiguo como la
humanidad misma, y que la filosofía cristiana sitúe su origen en los albores de la
humanidad, en la primera pareja creada por Dios, la cual, multiplicándose, ha llenado la
tierra.

Aunque el matrimonio es en esencia una relación de personas que da origen al hecho de la


familia; el Derecho se ocupa por igual de regular aquellas uniones estables de hecho que
constituyen un hogar, obedeciendo ha costumbres e idiosincrasias, siendo una realidad
social más frecuente que el legislador ha empezado a tratar, pero que aún no han sido
objeto de un estudio serio y riguroso en nuestro ordenamiento.

Tanto nuestra legislación como las de otros países latinos carecen de un marco jurídico
completo que codifique cabalmente las relaciones personales, patrimoniales y frente a
terceros de las parejas que conforman estos matrimonios naturales. Sosegadamente y muy
poco a poco han ido reconociendo determinados derechos a los concubinos; mas sin
embargo, ha sido la labor de los tribunales a través de sus veredictos la que ha otorgado
procedente seguridad jurídica a las circunstancias surgidas de estos casos.

Ante un contexto tan enraizado que va incrementándose día tras día, resulta forzosa y hasta
perentoria una regulación legal integral, buscando la formalización de las relaciones
nacidas dentro de estas uniones, tendiente sobre todo a proteger más aún los intereses de las
partes, afianzando su seguridad, considerando que se trata de una alternativa cultural al
matrimonio, procurando que surta los mismos efectos de un enlace civil. De esta manera
transformaría lo que hasta ahora encarna una opción cultural en otra legal, tomando como
ejemplo legislaciones como las de Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, El Salvador, Panamá, e
inclusive en menor grado, la nuestra.

En Venezuela más de la mitad de las familias emanan de una unión extramatrimonial. Y


esta cifra no puede pasar fácilmente desapercibida. Es por ello que la interrogante planteada
en este trabajo es si, conforme a las disposiciones del Código Civil y de la Constitución
Nacional, ¿resulta beneficioso o no para la familia venezolana que un precepto
constitucional ordene que toda unión estable de hecho genere los mismos efectos que el
matrimonio?

La metodología empleada en este trabajo es de carácter bibliográfico, reseñando la


situación de los distintos tipos de familia (matrimonio y concubinato), así como de análisis
de la normativa referida para tratar el tema propuesto.

2. ¿Qué es el Matrimonio?

"El amor que hay entre dos, mujer y marido, es el más estrecho, como es notorio, porque le
principia la naturaleza y le acrecienta la gracia, y le entiende la costumbre, y le enlazan
estrechísimamente otras muchas obligaciones".

(Fray Luis de León)

El hombre, desde el principio de los tiempos, ha sentido la necesidad de vivir en


comunidad, rodeado de sus semejantes. Gracias a su evolución, esta forma de vida fue
instaurada bajo el nombre de sociedad, teniendo como núcleo central la unión de hombres y
mujeres para reproducir su especie, constituyéndose así la familia como célula fundamental
de la misma, dentro del ámbito jurídico, religioso, y de la vida en todas sus modalidades. Y
el Derecho ha tomado parte en ella, no creándola (puesto que ella configura un fenómeno
natural), sino sistematizando sus aspectos fundamentales. Así tiene su origen el
matrimonio, como intervención clave, específicamente dentro del Derecho de Familia.

La palabra matrimonio, de acuerdo con la opinión de un sector de la doctrina, se deriva de


la palabra latina matri munium que significa carga, gravamen de la madre. Esto podría
conducir a conclusiones erróneas, pues el matrimonio no tiene por qué representar una
pesada carga para la mujer. Por ende, existe otro punto de vista sociológico que considera
la frase matrem muniens, que implica defensa, protección de la madre.

Existen definiciones de carácter jurídico-formal, teleológico y sociológico para el


matrimonio. Conjugándolas en una sola, podríamos decir que es "la unión legal de un
hombre y una mujer para establecer entre ellos una plena y perpetua comunidad de vida"
(Grisanti: 2000, p.88). Constituye el matrimonio la unión del hombre y la mujer consagrada
por la ley formando una unidad perfecta de vida física y espiritual. Es, por tanto, una unión
total de vida, que convierte al esposo y a la esposa en una sola carne (tal como dice el
Génesis), fundiéndolos en una unidad superior, a través de un acto jurídico por el cual
establecen entre sí una alianza que la ley sanciona.

Su importancia radica en la condición que posee de asiento básico de las relaciones


personales, y por tanto, de la sociedad; ya que sus fines primordiales son, entre otros,
procurar auxilio y complemento mutuo entre ambos cónyuges, constituyendo la clave para
perpetuar la especie, así como formar a las nuevas generaciones, inculcando en ellas
valores humanos esenciales.

Esta institución, dentro del Derecho Civil Moderno, contempla las siguientes cualidades:

Unidad, porque se realiza entre un solo hombre y una sola mujer; tal como lo contempla el
artículo 77 de nuestra Constitución vigente, y el Código Civil en su artículo 44.

Perpetuidad, pues el matrimonio se celebra con la aspiración de que esa unión perdure en el
tiempo; y su consentimiento debe otorgarse sin someterlo a término o condición alguna.

Laicismo, debido a que produce efectos jurídicos.


Solemnidad, porque requiere de formalidades previstas en la ley para su celebración.

Consentimiento, ya que se requiere de la plena voluntad de ambos contrayentes respecto del


acto que están realizando.

Intervención del Estado, a través de un funcionario público competente, quien debe prestar
declaración referente a la nueva unión que ha presenciado.

Diversas corrientes jurídicas han pretendido establecer teorías acerca del origen del
matrimonio. Entre ellas se destacan la Teoría Contractualista, según la cual el matrimonio
es un contrato con características peculiares, ya que constituye un acuerdo de voluntades
entre las partes (contrayente) para crear un nuevo vínculo jurídico: el vínculo jurídico
matrimonial; la Teoría del Negocio Jurídico Complejo, pues lo considera como tal,
enmarcado por el consentimiento de las partes y la presencia solemne del Estado; la Teoría
del Contrato Institucionalizado, porque proviene del mutuo acuerdo entre los contrayentes
y, una vez perfeccionado, recibe de la autoridad de la ley las normas que lo rigen y los
efectos que produce. De acuerdo con esto, la legislación venezolana hace pensar que se
considera la Teoría del Matrimonio como Contrato, atendiendo al Capítulo II, Título IV del
Libro Primero del Código Civil vigente que se titula De las formalidades que deben
preceder al contrato de matrimonio.

Precisamente, por el mismo hecho de tratarse de un contrato, el matrimonio suscita una


serie de efectos, tan peculiares como él mismo. Un efecto general, y de carácter
fundamental en esta materia está constituido por la creación de un nuevo estado para con
los sujetos: el estado conyugal; generando un vínculo que es algo más que un parentesco,
ya que es una unión más íntima, un vínculo matrimonial. Esta naciente condición de
cónyuges determina un entretejido de recíprocos derechos y deberes, originando asimismo
relaciones tanto personales como patrimoniales.

En cuanto a las relaciones personales, es necesario hacer referencia a los derechos y


deberes de los esposos, mencionados anteriormente. Estos están consagrados en el Código
Civil Venezolano (CCV), el cual en su artículo 137 establece que:
Con el matrimonio el marido y la mujer adquieren los mismos derechos y asumen los
mismos deberes. Del matrimonio deriva la obligación de los cónyuges de vivir juntos,
guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente.

La mujer casada podrá usar el apellido del marido. Este derecho subsiste aún después de la
disolución del matrimonio por causa de muerte, mientras no contraiga nuevas nupcias.

La negativa de la mujer casada a usar el apellido del marido no se considerará, en ningún


caso, como falta a los deberes que la ley impone por efecto del matrimonio.

De igual modo, en el primer aparte del artículo 139 se contempla que:

El marido y la mujer están obligados a contribuir en la medida de los recursos de cada uno,
al cuidado y mantenimiento del hogar común, y a las cargas y demás gastos matrimoniales.

Gracias a tales disposiciones es posible concluir que el legislador venezolano incluye el


Principio de la Igualdad del Hombre y la Mujer dentro de esta normativa, ya que ambos
asumen idénticos deberes, los cuales constituyen derechos de los que goza el otro. Esos
deberes serán de carácter legal (se encuentran consagrados en la ley), ético (se confían al
afecto y a la conciencia del marido y de la mujer), recíproco (cada uno de los esposos los
tiene para con el otro, y de orden público (no son relajables por el deseo de los cónyuges).

Es importante destacar que la fijación del domicilio conyugal debe ser designado con
arreglo al mutuo acuerdo de los esposos, tal como reza en el artículo 140 del CCV.

Finalmente, en lo que respecta a los efectos patrimoniales, se encuentra el régimen de


bienes en el matrimonio, conformado por el grupo de normas que enmarca los aspectos
económicos que brotan de los cónyuges entre sí o entre éstos con terceros. Dichas normas
pueden ser acogidas por el consenso de voluntades de ambos sujetos, o en caso contrario,
son determinadas por la propia ley.

Esta situación se origina por causa del mismo matrimonio en sí; pues aunque su propósito
original sea no pecuniario, en la convivencia permanente de dos personas se suscitan una
serie de gastos impostergables que requieren ser subsanados. Y si bien se ha dicho
anteriormente que los deberes de hombre y mujer en el matrimonio son iguales, en
consecuencia ambos deberán soportar los gastos de manera compartida, pues recae en ellos
el soporte económico del hogar; incluyendo en él sus atenciones personales así como las
atenciones con personas frente a las cuales están obligados (hijos, familiares enfermos,
acreedores, etcétera).

Cuando la pareja decide llegar a un acuerdo previo al matrimonio para regular su


patrimonio dentro de la vida conyugal, se habla de Capitulaciones Matrimoniales. Si no es
llevado a cabo este procedimiento, la ley procura un régimen supletorio: la Comunidad
Limitada de Gananciales.

Las Capitulaciones Matrimoniales son acuerdos que realiza la pareja próxima a casarse para
determinar el tratamiento que será aplicado a sus bienes patrimoniales, una vez efectuado el
matrimonio, y en tanto que la duración de éste.

Estos pactos se caracterizan por ser bilaterales (pues son efectuados por ambos
contrayentes); además son accesorios al matrimonio (ya que no podrán celebrarse de
manera independiente a él, si el matrimonio no llega a realizarse o en caso de declararse
nulo, las capitulaciones no surten efecto alguno); son solemnes (para su debida ejecución es
necesario cumplir con las formalidades de ley); son personalísimos (así como lo es el
matrimonio, pues son llevadas a cabo exclusivamente por la pareja); son inapelablemente
anteriores al matrimonio (si no son pactadas previamente, ya no podrán serlo, siendo
sometida dicha unión al régimen supletorio); y por último son inmutables (no pueden
modificarse después de la celebración del matrimonio).

Por otra parte se encuentra el régimen legal supletorio: la Comunidad Limitada de


Gananciales. Ésta entra en escena cuando los futuros cónyuges no ejercen el derecho que
les otorga la ley para elegir su régimen patrimonial matrimonial, supliendo el vacío que
podría causar esa falta de escogencia. Está consagrado en el artículo 148 del CCV que
establece:

Entre marido y mujer, si no hubiere convención en contrario, son comunes, de por mitad,
las ganancias o beneficios que se obtengan durante el matrimonio.
Así, la Comunidad Limitada de Gananciales puede definirse como un género de comunidad
limitada, constituido por la propiedad compartida de un conjunto de bienes, que se
consideran comunes a ambos cónyuges; siendo tales bienes las ganancias o beneficios
obtenidos por cualquiera de ellos durante el matrimonio; manteniendo esa propiedad al
margen de la existencia (absolutamente legal y por demás obvia) de bienes propios de cada
esposo.

Por ser especial y genérica, posee cualidades que la diferencian de la comunidad corriente
de bienes. Entre éstas puede mencionarse el hecho de que sólo puede existir entre
cónyuges, quedando prohibida la sociedad de ganancias a título universal surgida entre
personas que no gocen de este parentesco (según el artículo 1650 del CCV). Las cuotas de
copropiedad se mantienen inalterables, correspondiente a la mitad de las ganancias (artículo
148 del CCV). No puede ser establecida previamente a la celebración del matrimonio
(artículo 149 del CCV). Su sistematización corresponde al texto legal, y nunca a la voluntad
de las partes. Y por último, no persigue fines lucrativos, sino que busca el debido
cumplimiento de las obligaciones que trae consigo el matrimonio.

Luego, dentro de ésta comunidad de gananciales se hallan dos conjuntos bienes: aquéllos
propios de cada cónyuge, y aquéllos que pasan a ser compartidos por ambos. Éstos últimos
se constituyen por las ganancias obtenidas por su trabajo, así como también los
rendimientos (frutos, rentas e intereses) que generan los bienes comunes y propios. De
igual manera, constituyen gananciales los bienes adquiridos con otros gananciales.

Artículo 158. El derecho de usufructo o de pensión, forma parte de los bienes propios del
cónyuge a quien pertenece; pero las pensiones y frutos correspondientes a los primeros
veinte años del matrimonio, corresponden a la comunidad en los cuatro quintos. De los
veinte años en adelante todos los frutos y pensiones corresponden a la comunidad.

Artículo 161. Los bienes donados o prometidos a uno de los cónyuges, por razón del
matrimonio, aún antes de su celebración, son de la comunidad, a menos que el donante
manifieste lo contrario.
Artículo 163. El aumento de valor por mejoras hechas en los bienes propios de los
cónyuges, con dinero de la comunidad, o por la industria de los cónyuges, pertenece a la
comunidad.

Los bienes propios de cada uno de los esposos, es decir, los que no forman parte de los
gananciales, están expresados en el CCV como sigue:

Artículo 151. Son bienes propios de los cónyuges los que pertenecen al marido y a la mujer
al tiempo de contraer matrimonio, y los que durante éste adquieran por donación, herencia,
legado o por cualquier título lucrativo. Son también propios los bienes derivados de las
accesiones naturales y la plusvalía de dichos bienes, tesoros y bienes muebles abandonados
que hallare alguno de los cónyuges, así como los vestidos, joyas y otros enceres u objetos
de uso personal o exclusivo de la mujer o del marido.

Artículo 152. Se hacen propios del respectivo cónyuge los bienes adquiridos durante el
matrimonio:

Por permuta con otros bienes propios del cónyuge.

Por derecho de retracto ejercido sobre los bienes propios por el respectivo cónyuge y con
dinero de su patrimonio.

Por dación en pago hecha al respectivo cónyuge por obligaciones provenientes de bienes
propios.

Los que adquiera durante el matrimonio a título oneroso, cuando la causa de adquisición ha
precedido al casamiento.

La indemnización por accidentes o por seguros de vida, de daños personales o de


enfermedades, deducidas las primas pagadas por la comunidad.

Por compra hecha con dinero proveniente de la enajenación de otros bienes propios del
cónyuge adquiriente.
Por compra hecha con dinero propio del cónyuge adquiriente, siempre que haga constar la
procedencia del dinero y que la adquisición la hace para sí.

En caso de fraude, quedan a salvo las acciones de los perjudicados para hacer declarar
judicialmente a quien corresponde la propiedad adquirida.

Es fundamental mencionar el supuesto de los Derechos de Autor, debido a que éstos


permanecen como bienes propios del cónyuge que mediante su actividad intelectual los
produjo, aún cuando hayan sido adquiridos durante el matrimonio.

El mantenimiento económico del hogar únicamente no gira en torno a las propiedades y


transacciones de los esposos; ambos también deberán correr (de por mitad) con las
denominadas cargas comunes, constituidas por las responsabilidades o deudas adquiridas
por cualquiera de los cónyuges o ambos, pero que por su origen no deben ser soportadas
individualmente, sino en comunidad, según lo indican los artículos 165 y 166 del CCV.

Para concluir, esta comunidad limitada de gananciales incluye, obviamente, cláusulas a


través de las cuales puede disolverse el vínculo generado de ese régimen patrimonial
matrimonial. Nuestro CCV, en su artículo 173, enumera de manera taxativa tales causas de
separación; es decir, que no podrán ser impuestas por la voluntad particular de los
cónyuges, siendo así de orden público. Cuando, por cualquiera de las causales expuestas, se
extingue la comunidad de gananciales, esto acarrea como consecuencia que la misma se
sustituye por una comunidad ordinaria entre los cónyuges y los ex cónyuges, o sus
herederos. Ésta se regirá por la normativa relativa a la comunidad, y sólo llegará a su fin
una vez sea liquidada.

El legislador venezolano considera a la familia como elemento fundamental para el


crecimiento y desarrollado de la sociedad; y plantea la salvaguarda de dicha situación a
partir de la sistematización de esa institución llamada matrimonio, procurando evitar que
por motivos erróneos o de carácter doloso, alguno de sus miembros (los cónyuges), así
como sus descendientes y todos aquéllos relacionados que posean un interés en la
comunidad conyugal, puedan verse afectados de modo alguno; manteniendo protegida esta
figura para que en ningún momento lleguen a desvirtuarse, ocasionando daños, los efectos
que ella conlleva intrínsecamente por tratarse de la unión pura y total de un hombre con una
mujer.

3. La Figura del Concubinato

"En la unidad de los dos el hombre y la mujer son llamados a existir recíprocamente, el uno
para el otro"

(Juan Pablo II)

A pesar de que el matrimonio aparece como una institución prácticamente de condición


universal, regulado tanto por el Derecho como por las distintas religiones existentes; con el
paso de los años, ha ido creciendo progresivamente bajo su sombra la figura del
concubinato.

Específicamente en Venezuela podría asegurarse que el setenta por ciento de las familias
viven en uniones extramatrimoniales, incluso se ha llegado a decir que "los venezolanos
tenemos vocación hacia la vida en concubinato" (González: 1999, p.7).

Este modo de actuar social ha sido definido como una unión monogámica entre un hombre
y una mujer que, aunque posean la capacidad requerida para celebrar un matrimonio,
mantiene una sociedad de hecho (siendo aquélla que, a pesar de ser lícita, no ha cumplido
con todos los requisitos legales para la constitución del matrimonio) permanente y
responsable, cuyo fin sea edificar una familia, cumpliendo con los deberes recíprocos de
cohabitación, socorro y respeto, todo esto bajo la apariencia de un matrimonio.

El concubinato en nuestra sociedad aparece como una realidad latente que se halla al
margen de la legislación y que requiere ser tomada en cuenta de manera inminente, debido
a su veloz incremento actual, pudiéndose apreciar que cada día son más y más las parejas
que deciden formar una unión extramatrimonial como solución a su situación.
Entre los elementos que fundamentan esta sociedad se encuentran algunos, tales como:

Inestabilidad, diferencia clave entre el matrimonio y el concubinato, ya que éste no cuenta


con una formalidad que incluya al menos la apariencia de permanencia. Los concubinos no
poseen un verdadero vínculo legal que los una, a pesar de que dicha unión se realice con
miras a un verdadero futuro estable y duradero.

Notoriedad de la comunidad de vida, los concubinos deben convivir como marido y mujer,
es decir, simulando la relación de pareja que hay dentro del matrimonio, y conociendo
subjetivamente tal situación. Esto deberá ser advertido también por la comunidad que les
rodea, implicando así cierto carácter de publicidad.

Unión monogámica, ninguno de los miembros de la pareja puede mantener una relación
ajena a la del concubinato legítimo y permanente, pues no se admite el adulterio, al igual
que en el matrimonio (ya que esto constituye un delito tipificado en nuestro Código Penal).

Individuos de sexo diferente, aplicando analógicamente el principio que determina el CCV


en cuanto afirma que el matrimonio sólo puede celebrarse entre un hombre y una mujer.
Así, se prohíbe toda posibilidad de uniones incongruentes entre personas del mismo sexo.

Capacidad para contraer matrimonio, es decir, que puedan cumplir con todos los requisitos
que la ley establece para ello; a pesar de que decidan no celebrar su unión de tal modo.

Este fenómeno social se produce por gran diversidad de factores de índole tanto económico
como cultural. En cuanto a los económicos, se garantiza que constituyen la razón casi
primordial, ya que en los bajos niveles que integran nuestra sociedad resulta mucho más
arduo imponer la figura jurídica del matrimonio, optando por una vía más fácil,
representada por las uniones extraconyugales, que no llevan consigo obligación legal
alguna. En relación con las causas de carácter cultural, se encuentra la falta de desarrollo en
la educación; pues esto ocasiona que el venezolano de escasos recursos no comprenda
cabalmente la importancia de un vínculo familiar sistematizadamente organizado.

Parece imperioso delimitar la frontera que cubre el concepto de la relación concubinaria en


sí, es decir, su aspecto personal. Para ello es indispensable aclarar dentro de cuál o cuáles
conceptos jurídico-institucionales se ubica la situación en cuestión. Resulta sin duda
incuestionable que el concubinato representa un estado meramente familiar, ya que cumple
básicamente con las funciones del mismo. Pese a ello, únicamente representa dicha
circunstancia y no la constituye como tal, debido a que no posee un lazo biológico entre la
pareja ni una sentencia de matrimonio firmes que lleguen a sustentarla; así se da en este
caso la existencia de un estado aparente de familia, basado en los hechos y no en el
Derecho. De modo que los concubinos desarrollan ante la comunidad en la cual se
desenvuelven una aparente vida conyugal de marido y mujer (cuando la unión es pública y
no oculta, claro está), sin estar unidos por el vínculo matrimonial que otorga la ley.

Esta situación tiene escena en nuestro mundo jurídico debido a que la relación
extramatrimonial implica un valor intrínseco en sí misma al cual el Derecho no puede dar la
espalda, pues si lo hiciera estaría yendo en contra de su misma esencia, como es la de
organizador de las formalidades requeridas por los supuestos jurídicos que surgen día tras
día en la sociedad.

La protección jurídica otorgada al concubinato por parte del legislador venezolano, a través
de una reducida (mas no poco ineludible) organización, cubre ciertos aspectos de ese
carácter personal que se indicó precedentemente. La primera parte del artículo 70 del CCV
señala:

Podrá prescindirse de los documentos indicados en el artículo anterior y de la previa


fijación de carteles, cuando los contrayentes deseen legalizar la unión concubinaria
existente en que hayan estado viviendo. Esta circunstancia se certificará expresamente en la
partida matrimonial...

Así, tomando en consideración que las situaciones de hecho a las que se refiere la norma
son cada vez más numerosas, y que la función del Derecho en este caso debe ser llamar al
ciudadano a la debida guarda de las instituciones jurídicas básicas de la sociedad, tal como
lo es el matrimonio, pilar fundamental del resguardo de la familia, el Código exonera de la
introducción de los recaudos para la celebración del matrimonio a que hace referencia en su
artículo 69, de modo que las parejas que se hallen motivadas a legalizar su unión
concubinaria, no encuentren ningún impedimento para hacerlo, y gocen de la debida
protección jurídica que su posición requiere.
El CCV considera un último aspecto de la relación extramatrimonial a nivel personal en su
artículo 211:

Se presume, salvo prueba en contrario, que el hombre que vivía con la mujer en
concubinato notorio para la fecha en que tuvo lugar el nacimiento del hijo, ha cohabitado
con ella durante el período de la concepción.

En consecuencia, se observa una vez más que nuestra normativa busca salvaguardar el
fenómeno extramatrimonial como cimiento real de la manifestación de la familia, al
expresar que bajo presunción iuris tantum se facilita la prueba de la filiación del niño
nacido de pareja de concubinos.

Diversos estatutos como la Convención Internacional de los Derechos del Niño y la nueva
Ley Orgánica de la Protección al Niño y al Adolescente (LOPNA), además de la reforma de
nuestro Código Civil en 1982, entre otros, han ratificado la libertad probatoria para el
establecimiento de la filiación, han eliminado la diferenciación entre hijos naturales y
legítimos (válida para el Código de 1942), todo ello en aras de promover el desarrollo pleno
y estable de la personalidad de todo niño, protegiéndolo de cualquier clase de maltrato o
menosprecio que pudiese sufrir; pues resguardar su situación es velar a la vez por el futuro
crecimiento de la sociedad, con ciudadanos considerados con su propia persona y con
quienes que les rodean.

En tal caso, una vez probada la posesión de estado de concubina respecto del hombre con el
cual cohabita para el momento del alumbramiento, se asume que éste convivió con ella para
el momento de la concepción; evitando así la incertidumbre referente a la paternidad que
resulta muy frecuente en estos casos. La norma está equiparando esta presunción iuris
tantum con la presunción de paternidad en el matrimonio.

Por otra parte, cuando el acto de reconocimiento del hijo nacido fuera del matrimonio no se
hiciere de manera voluntaria, la madre del niño (o incluso éste personalmente, según se dé
la situación) podrá acudir a todo género de pruebas; incluyendo exámenes hematológicos y
heredobiológicos, constancia de la posesión de estado de hijo, etcétera. Una vez establecida
la filiación, el padre queda en la obligación de prestar a su hijo pensión alimentaria
(entendida como el suministro de todos los medios que requiera para su manutención). De
igual modo, comenzará a desempeñar el ejercicio de la patria potestad (la cual consistirá en
la protección integral del sujeto confiada a sus padres) y de la guarda (referida a la debida
satisfacción que debe darse a las exigencias del menor, vigilándolo y educándolo) de su
descendiente, pero de manera conjunta con la madre, pues así lo establece la ley; siempre y
cuando alguno de ellos no incurra en los impedimentos previstos por la LOPNA para
practicar estos deberes de padre. Todos estos supuestos de responsabilidad paterna serán
llevados a cabo mientras el hijo sea menor de edad no emancipado, o en caso de que se
trate de un mayor de edad inhabilitado.

Gracias a estos aspectos previstos en el CCV para la adecuada regulación del concubinato,
es posible afirmar que éste, al igual que el matrimonio, origina determinados efectos
pecuniarios que involucran a ambos miembros de la unión de hecho, así como a terceros
que se vean relacionados a ella.

La existencia del estado aparente de familia que genera el concubinato da cabida al


surgimiento de un Derecho aparente, según autores como Bossert, llegando a la situación
de que se originen negociaciones y relaciones jurídicas de la pareja (o uno de sus
miembros) con terceros, tal como si fuesen un verdadero matrimonio, gozando de sus
aparentes efectos pertinentes; siempre y cuando esta unión resulte notoria y estable
(procurando respaldar de igual modo los intereses ajenos involucrados con motivo de buena
fe); circunscribiendo elementalmente dentro de dichas relaciones jurídicas los deberes que
tendrán los concubinos con sus hijos, en caso de que los tengan, analizados arriba. Así, esta
simulación de un matrimonio en una unión estable de hecho debe ser debidamente probada
a través de presunciones, demostración por excelencia en estos casos según la doctrina
venezolana, bien sean iuris tantum (que admiten prueba en contrario) o bien iuris et de iure
(que no admiten prueba en contrario); señalando la certeza del parentesco que relaciona a la
pareja envuelta en la negociación.

La principal presunción que considera nuestro Código en cuanto al carácter patrimonial de


toda unión extramatrimonial, se encuentra en el artículo 767 y se refiere a la Comunidad
Concubinaria:
Se presume la comunidad, salvo prueba en contrario, en aquellos casos de unión no
matrimonial, cuando la mujer, o el hombre, en su caso, demuestre que ha vivido
permanentemente en tal estado aunque los bienes cuya comunidad se quiere establecer
aparezcan a nombre de uno solo de ellos. Tal presunción sólo surte efectos legales entre
ellos dos y entre sus respectivos herederos y también entre uno de ellos y los herederos del
otro. Lo dispuesto en este artículo no se aplica si uno de ellos está casado.

Abriendo un paréntesis dentro de este respecto, es posible asegurar que la situación jurídica
de estas uniones de hecho (como también se les denomina) se ha visto modificada con la
introducción del CCV vigente, ya que para 1942, en su artículo 767 determinaba que:

Se presume la comunidad, salvo prueba en contrario, en aquellos casos de unión no


matrimonial, cuando la mujer demuestra que ha vivido permanentemente en tal estado y ha
contribuido con su trabajo a la formación o aumento del patrimonio del hombre, aunque los
bienes cuya comunidad se quiera establecer aparezcan documentados a nombre de uno solo
de ellos. Tal presunción solamente surte efectos legales entre ellos dos y entre sus
respectivos herederos, y también entre uno de ellos y los herederos del otro, salvo el caso
de adulterio.

Del análisis de ambas disposiciones se deduce que, nuestro actual Código ha producido
beneficios en cuanto a la situación de la mujer, pues el derogado le imponía a ésta la carga
absoluta de la prueba de haber vivido permanentemente en concubinato (a través de la
mejor evidencia que es la posesión de estado que se requiere probar: trato, fama y
continuidad), así como con su trabajo haber fomentado el crecimiento del patrimonio de su
pareja (sin importar a nombre de quién se encuentre); haciendo fácil de tal modo el camino
del hombre para aprovecharse de ella. Además, se modificó la terminología empleada, al
sustituir la excepción de adulterio alterándola por la fórmula que indica que el artículo no
es aplicable cuando uno de los concubinos esté casado.

Luego, la comunidad concubinaria se vincula a un "cuasi-contrato de comunidad" en


cuanto a las relaciones económicas de la pareja que conforma la unión de hecho; debido a
que puede considerarse que poseen todas las características del mismo, entre ellas
voluntariedad (la unión proviene de un mutuo acuerdo), licitud (ya que no existe norma
alguna en nuestra legislación que considere al concubinato como un delito), así como el
hecho de que el trabajo (de ambos o de uno solo) también es deliberado y legal, y genera un
deber recíproco entre las partes.

Esta situación jurídica es regulada según la intención del legislador de acuerdo con lo que
determine la costumbre y con la aplicación de la analogía del manejo de la comunidad
conyugal en muchos aspectos; permitiendo que los concubinos gocen del derecho de
compartir la masa común de bienes que ha ido generándose dentro de su unión, tal como
ocurre en el caso de la comunidad limitada de gananciales en el matrimonio, siempre y
cuando haya certificación del contexto vinculante en el que se encuentran ambos individuos
y de que ninguno se encuentre bajo otra unión (matrimonial), pues si alguno de éstos
faltara, no cabría presunción alguna de la comunidad, sencillamente no existiría.

4. Artículo 77 de la Constitución

¿Es o no favorable esta equivalencia?

"Es imposible que la República valga nada si las familias, que son sus pilares, están mal
fundadas".

(Juan Bodino)

Como consecuencia de la forma de vida en familia que adopta la sociedad como estructura
substancial para apoyar sus basamentos, el ser humano requiere necesariamente de una
autoridad que, atendiendo al bien común, señale las normas por las cuales puedan y deban
los hombres regular dicha conducta. Con tal propósito, aparece dentro de un aspecto
sumamente concreto y específico la figura del Derecho de Familia, regulando esta
situación. Pero, muy por encima de éste, se encuentra una ordenanza de carácter supremo
que ampara y acoge los derechos de todos por igual, a través de su perfil imperativo e
ineludible. Es ésta la norma primaria de Kelsen, la Carta Magna de la nación; en la cual se
recogen todos los principios más elementales concebidos en la mente del legislador, para
consagrar los derechos fundamentales a través de la imposición de deberes de respeto de los
mismos.

En fecha de 23 de Enero de 1961 se sanciona la Constitución venezolana que sustituirá al


régimen dictatorial instaurado por el General Pérez Jiménez, luego de ser destituido del
poder por la revolución llevada a cabo un año antes. Esta novedosa propuesta legislativa
procuraba protección para la familia pero, quizás de una forma muy reducida en
consideración a la situación que comenzaba a vivir el país para ese entonces. Reconocía su
posición de fundamento de la sociedad, previendo que no se vieran perturbadas sus
condiciones económicas ni morales. Se protegía al matrimonio, pues como se ha explicado
anteriormente, constituye la institución jurídica por excelencia de preservación de la
familia. Pero, no velaba por la tutela de la comunidad originada en el seno de una unión no
matrimonial, limitando esa materia a las pocas disposiciones que consideraba al respecto el
Código Civil.

Actualmente, como resultado de un proceso de cambio en el ámbito político e institucional


a través de la actuación de una Asamblea Nacional Constituyente, ha sido promulgada la
nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, electa por decisión popular
en el año 1999. Ésta introdujo una serie de cambios en la estructura convencional que traía
nuestro antiguo texto al implementar derechos que, a pesar de ser inherentes a la persona
humana, no estaban previstos expresamente en aquél.

Con relación al punto que trata el presente capítulo, vale mencionar entre esos nuevos
derechos que dejan de ser sobrentendidos para tener regulación específica, el artículo 77
perteneciente al capítulo que trata De los derechos sociales y de las familias; según el cual:

Se protege el matrimonio entre un hombre y una mujer, fundado en el libre consentimiento


y en la igualdad absoluta de los derechos y deberes de los cónyuges. Las uniones estables
de hechos entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos establecidos en la ley
producirán los mismos efectos que el matrimonio.

De acuerdo con esta apreciación, es posible verificar que nuestra actual norma suprema
reconoce la pluralidad de las familias;
es decir, no circunscribe el nacimiento de las mismas exclusivamente al matrimonio, sino
que el legislador se percata de que resulta necesario elevar a rango constitucional de igual
modo a aquéllas surgidas de las uniones estables de hecho, pues la regla cuenta con un fin
específico y deja de ser una simple exigencia de carácter formal sin relación alguna con la
realidad social de la nación. Dicho fin consiste en proteger a la familia dentro de la cual se
fomentan los valores principales de la sociedad, procurando así el adecuado crecimiento
ético y personal de todos los individuos ciudadanos de la República, a través de la
intermediación de la ley.

Luego, queda eliminada la discriminación presente entre "familia matrimonial" (legal) y


"familia concubinaria" (natural), ya que siempre y cuando tal unión estable de hecho entre
un hombre y una mujer cumpla con los ya expuestos requerimientos del artículo 767 del
CCV, tal como la estabilidad que debe existir en la pareja (afín en ese sentido a la relación
de cónyuges), goza de la igualdad que se merece emanando los mismos deberes y derechos
que dicha institución (matrimonio), bien sea que ellos estén expresados en el Código o en la
propia Constitución.

Además, la disposición deja abierta la posibilidad de que la situación del concubinato se


vea regulada más a fondo en un futuro en leyes especiales o en alguna modificación del
CCV, pues la idea que propone el texto constitucional resulta vaga, al no concretar de
manera exacta cuáles serán los efectos del matrimonio que serán aplicados correlativamente
a la unión concubinaria, evitando que se desmedre el hogar surgido de ella, así como los
valores familiares de sus miembros.

Por tanto, en efecto pareciera favorable esta determinación, pues así aquellos sujetos (los
mismos concubinos, por ejemplo) que, bajo cualquier circunstancia, resultaran
perjudicados, ya sea económica o incluso moralmente, debido a que la ley no ampare la
situación en la cual se ven envueltos, pueden recurrir a la analogía que les está brindando la
Constitución, simulando los efectos de la unión matrimonial dentro de ese nexo natural.

5. Conclusiones
Luego de revisar el marco teórico referido a qué es la institución del matrimonio y qué la
figura del concubinato, además de cuál es en realidad el propósito ulterior de la familia; así
como la normativa competente para ello (Constitución Nacional y Código Civil) y revisar si
su aplicación es la más adecuada respecto situación que vivimos actualmente; es posible
considerar que debido a la situación del concubinato es más que justificable promover su
formalización y sistematización, es decir, alentar a que se le reconozcan efectos no sólo
patrimoniales sino personales, así como los compromisos y facultades de protección,
fidelidad, convivencia, correcta filiación, entre otros; debido a que en nuestro caso implanta
una alternativa sumamente habitual de fundar un hogar de hecho para llevar a cabo un
modo de vida homólogo a aquél que se da en el matrimonio.

Es por ello que resulta deber primordial de la actual Asamblea Nacional (cuerpo legislativo
del estado), en vista a la decisión que tomó en su carácter constituyente al incluir como
prerrogativa constitucional en el artículo 77 de la Constitución la asimilación en cuanto a
efectos de la unión matrimonial a la concubinaria, partiendo del supuesto de que ambas son
forjadoras de familia; la creación de una ley especial que regule todos los vacíos jurídicos
que deja la norma mencionada, ya que no son previstos por completo en las disposiciones
del CCV previamente analizados.

La familia constituye el fundamento de toda sociedad humana y es en su seno donde se


crean los lazos afectivos imprescindibles para transmitir la cultura y los valores ideológicos
y morales de unas generaciones a otras. Por ello el Derecho como instrumento protector de
las relaciones personales tiene la responsabilidad de brindarle toda la resguardo que ella
requiera, sin importar el modo en el cual se origine.

6. Bibliografía

CHALBAUD ZERPA, R. Instituciones Sociales. Ediciones UCAB.


Caracas, 1994. pp. 97-124.

GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, A. El Concubinato. Editorial Buchivacoa.

Caracas, 1999. 331p.

GRISANTI AVELEDO DE LUIGI, I. Lecciones de Derecho de Familia.

Vadell Hermanos Editores. Caracas, 2000. 547p.

Legislación empleada:

Código Civil Venezolano de 1982.

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2000).

Constitución de la República de Venezuela (1961).

Trabajo enviado por:

María Alejandra Pérez G. (19 años) y

egumi@cantv.net

m Beniyen Tesara V. (20 años)

Estudiantes 3er. Año de Derecho.


El Concubinato (Unión estable de Hecho) en el Ordenamiento Jurídico Venezolano
13/10/2014 ChacinDouglas

Esta investigación que realizo está dedicada a examinar los diferentes problema que se
presentan hoy concubinato-e-hijosdía en nuestra sociedad. En Venezuela se observa que
predomina el machismo, notamos que la mujer es tratada como un objeto y es
menospreciada por su condición, la sociedad adopto esto y se convirtió en algo más allá de
una tradición, se convirtió en una convicción que viene de la mayoría de los padres,
hombres de familia y cabezas de hogares que transmiten estas falsas y erróneas enseñanzas
a sus hijos o que a falta de una figura paterna el niño ve que puede y está justificado que
haga lo mismo que hizo su padre al dejar a su madre.

Todas estas convicciones, adopciones y asimilaciones que se han adquirido y se han


aceptado en la sociedad son la causa de tantas madres solteras, de tantos embarazos
precoces, de tantas enfermedades venéreas y del declive total de la pura unión del
matrimonio.

Este problema cada vez se intensifica más, ya no solo bombardean a los niños, adolescentes
y jóvenes los padres, hombres o mujeres de su alrededor, sino también de los medios de
comunicación vienen gran parte de este problema, también de la música, las amistades
erróneas, las adicciones a las drogas, la incentivación de las personas que rodean a un ser a
que lleve una vida desenfrenada se sexo inseguro e inestable y propenso a problemas que
vemos que agobian cada día más a los venezolanos, como crímenes pasionales, maltrato a
la mujer por celos del hombre y por no conocer su personalidad.

En medio de estos problemas el Estado y sus legislaciones se han encargado lo mejor


posible de formalizar las uniones estables de hecho para que no sean simplemente uniones
sexuales entre una pareja sino que adquieran el mismo peso que la institución del
matrimonio y así se dé a valorar una relación entre un hombre y una mujer.
El derecho también ha dejado muy claro que el matrimonio y las uniones estables de hecho
siempre deben ser entre un hombre y una mujer nunca entre personas del mismo sexo, y
para que sea legalmente reconocido como una unión estable de hecho se debe reafirmar que
la misma posee estabilidad, cohabitación, permanencia, singularidad, notoriedad y ausencia
de impedimentos para el ejercicio de la capacidad convivencial tales como el adulterio, las
dos personas deben ser solteras.

El concubinato en nuestra sociedad aparece como una realidad latente que se halla al
margen de la legislación y que requiere ser tomada en cuenta de manera inminente, debido
a su veloz incremento actual, pudiéndose apreciar que cada día son más y más las parejas
que deciden formar una unión extramatrimonial como solución a su situación. Entre los
elementos que fundamentan esta sociedad se encuentran algunos, tales como: Inestabilidad,
diferencia clave entre el matrimonio y el concubinato, ya que éste no cuenta con una
formalidad que incluya al menos la apariencia de permanencia.

Los concubinos no poseen un verdadero vínculo legal que los una, a pesar de que dicha
unión se realice con miras a un verdadero futuro estable y duradero.

Notoriedad de la comunidad de vida, los concubinos deben convivir como marido y mujer,
es decir, simulando la relación de pareja que hay dentro del matrimonio, y conociendo
subjetivamente tal situación. Esto deberá ser advertido también por la comunidad que les
rodea, implicando así cierto carácter de publicidad.

Unión monogámica, ninguno de los miembros de la pareja puede mantener una relación
ajena a la del concubinato legítimo y permanente, pues no se admite el adulterio, al igual
que en el matrimonio (ya que esto constituye un delito tipificado en nuestro condigo penal).
Individuos de sexo diferente, aplicando analógicamente el principio que determina el
Código Civil venezolano en cuanto afirma que el matrimonio sólo puede celebrarse entre
un hombre y una mujer. Así, se prohíbe toda posibilidad de uniones incongruentes entre
personas del mismo sexo. Capacidad para contraer matrimonio, es decir, que puedan
cumplir con todos los requisitos que la ley establece para ello; a pesar de que decidan no
celebrar su unión de tal modo.

Este fenómeno social se produce por gran diversidad de factores de índole tanto económico
como cultural. En cuanto a los económicos, se garantiza que constituyen la razón casi
primordial, ya que en los bajos niveles que integran nuestra sociedad resulta mucho más
arduo imponer la figura jurídica del matrimonio, optando por una vía más fácil,
representada por las uniones extraconyugales, que no llevan consigo obligación legal
alguna.

En relación con las causas de carácter cultural, se encuentra la falta de desarrollo en la


educación; pues esto ocasiona que el venezolano de escasos recursos no comprenda
cabalmente la importancia de un vínculo familiar sistematizado.

Parece imperioso delimitar la frontera que cubre el concepto de la relación concubinaria en


sí, es decir, su aspecto personal. Para ello es indispensable aclarar dentro de cuál o cuáles
conceptos jurídico-institucionales se ubica la situación en cuestión.

Resulta sin duda incuestionable que el concubinato representa un estado meramente


familiar, ya que cumple básicamente con las funciones del mismo. Pese a ello, únicamente
representa dicha circunstancia y no la constituye como tal, debido a que no posee un lazo
biológico entre la pareja ni una sentencia de matrimonio firmes que lleguen a sustentarla;
así se da en este caso la existencia de un estado aparente de familia, basado en los hechos y
no en el Derecho. De modo que los concubinos desarrollan ante la comunidad en la cual se
desenvuelven una aparente vida conyugal de marido y mujer (cuando la unión es pública y
no oculta, claro está), sin estar unidos por el vínculo matrimonial que otorga la ley.

Analizando el tema de forma más científica y objetiva;

Según Gilberto Guerrero (2008) la unión more uxorio o concubinaria es la unión estable
entre un solo hombre y una sola mujer que lleven notoria comunidad de vida, tal y como si
fuesen casados, aun cuando no cumplan los trámites formales de la celebración del
matrimonio, sin impedimento dirimente para contraerlo, o para el ejercicio de la capacidad
convivencial.

Así mismo Guillermo Cabanellas (2007) dice que el concubinato es la relación de un


hombre con su concubina (la vida marital con aquel), estado en que se encuentra el hombre
y la mujer cuando comparten casa y vida como si fueran esposos, pero sin haber contraído
ninguna especie de matrimonio.

Manuel Peña Bernaldo de Quiros (2008) el concubinato es una situación de hecho en la


cual se encuentran un hombre y una mujer quienes conviven establemente al modo
conyugal, pero sin contraer matrimonio legalmente.

Régimen patrimonial en el concubinato:


A los concubinos se les está reconociendo beneficios económicos como resultado de su
unión, por lo que, el artículo 77 de la Carta Magna, al considerarla equiparadas al
matrimonio, lo lógico es pensar que sus derechos avanzan hasta alcanzar los patrimoniales
del matrimonio, reconocido puntualmente en otras leyes entre otros beneficios que surgen
del patrimonio de los concubinos: ahorro, seguro, inversiones del contribuyente, y ello, en
criterio de la Sala Constitucional, conduce a que si se va a equiparar el concubinato al
matrimonio, por mandato del artículo 77 constitucional.

Los efectos matrimoniales extensibles no pueden limitarse a los puntualmente señalados en


las leyes citadas o en otras normas, sino a todo lo que pueda conformar el patrimonio
común, ya que bastante de ese patrimonio está comprometido por leyes referidas como lo
es;

La Ley que Regula el Subsistema de Pensiones (articulo 69-6) que otorga a los concubinos
pensión de sobrevivencia; la Ley del Estatuto sobre el Régimen de Jubilaciones y Pensiones
de los Funcionarios de la Administración Pública, Estadal Y municipal otorga a la
concubina derechos a la pensión de sobrevivencia (articulo 16-3); las Normas de Operación
del decreto con Rango y Fuerza de ley que regula el Subsistema de Viviendas (artículos 34)
prevén al concubinato como elegibles para los préstamos para la obtención de vivienda; la
Ley de Seguro Social (articulo 7-a) otorga a la concubina el derecho a una asistencia
médica integral; la Ley Orgánica del Trabajo (artículo 568) da al concubino el derecho de
reclamar las indemnizaciones que serán de su pareja fallecida.

Elementos del Concubinato:

Unidad y Heterosexualidad: Implica que solo se puede establecerse entre un solo hombre y
una sola mujer.
Consentimiento: Se fundamenta en el acuerdo de voluntades en convivir juntos como
pareja, bajo el mismo techo, sin ningún impedimento para contraer nupcias.

Formalidad: No existe ninguna formalidad, solo el acuerdo de los concubinos en


permanecer juntos bajo un mismo techo, y sin que ninguno tenga impedimentos para el
matrimonio, además también debe ser probado por quien lo alegue y declarado mediante
sentencia definitivamente firme. En ocasiones se expide en la jefatura civil una constancia
de convivencia la cual es meramente para efectos de adquisición de vivienda o para gozar
de beneficios en los seguros, cabe señalar que son requisitos solicitados por algunos
organismos, y que por la costumbre y uso se emplean para comprobar la existencia de una
relación concubinaria, debiéndose destacar que el medio para comprobar dicha existencia a
fines de reclamar herencia, por ejemplo, es la sentencia antes dicha.

Disolubilidad: Puede quedar disuelto por la voluntad de las partes en cualquier momento.
Toda vez que interrumpan la cohabitación y por ende la permanencia.

Cohabitación: Los mismos concubinos deben estar viviendo en un mismo lugar y deben
poseer el mismo domicilio, comunidad de vida y de lecho, El rasgo que distingue una unión
concubinaria de una mera relación circunstancial, es el de la cohabitación.

Permanencia y estabilidad: Debe existir prolongado en el tiempo, mínimo dos años. Debe
haber permanencia entre la pareja al igual o lo más cercano a la unión y la permanencia en
un matrimonio, la relación de los concubinos no puede ser momentánea, ni accidental.
Debe ser duradera. A tal punto que, faltando esta modalidad, resultaría inaplicables la casi
totalidad de los efectos que cabe adjudicar al concubinato.
Singularidad: Este concepto implica que la totalidad de los elementos que constituyen el
concubinato debe darse solamente entre los dos sujetos; pero no se destruye la singularidad
por el hecho de que alguno de dichos elementos se de entre uno de los concubinos y otro
sujeto, en la medida en que ello resulte posible.

Notoriedad: La unión del hombre y la mujer consiste en una comunidad de hecho, de


habitación y de vida, debe ser susceptible de público conocimiento; es decir, no debe ser
ocultada por los sujetos.

Ausencia de impedimentos para el ejercicio de la capacidad convivencial: La inexistencia


de algún elemento constitutivo del concubinato no implica, per se, la inaplicabilidad, en
ciertos casos, de determinadas soluciones. En tales supuestos no existirá, en plenitud,
concubinato; pero habrá que estudiar el problema concreto que se plantea, para precisar si,
aunque este dado en otra forma de relación extraconyugal, dicho problema presenta los
mismos caracteres, bases y consecuencias prácticas que cuando aparecen en el concubinato.

Por ejemplo: si faltara la cohabitación, igualmente podría establecerse la existencia de una


sociedad de hecho, probando los aportes realizados, la voluntad de obtener ganancias y
repartir utilidades etc. Dándose todos los elementos del concubinato, excepto la notoriedad,
tendría vigencia la presunción de paternidad que en ciertos casos existe respecto de los
hijos de la concubina, pues dicha presunción está basada en la comunidad de lecho,
habitación y vida, en condiciones de singularidad.

Causas de extinción del concubinato:


La muerte: Se extingue por la cesación de los signos vitales de uno de los concubinos,
desde el punto de vista material o corporal. La vida es consustancial con la personalidad y
esta se extingue por la muerte de la persona.

Mutuo acuerdo o decisión unilateral: Cuando ya los dos o uno de los concubinos muestra el
deseo o manifiesta su rechazo a la relación concubinaria, con el simple acuerdo de
separarse o aún más fácil, con la manifestación o decisión de uno de los concubinos se
podrá extinguir la citada unión estable de hecho.

Declaratoria de ausencia: Ocurre cuando uno de los concubinos solicita la declaración de


ausencia presunta transcurrido dos años si el presunto ausente no dejo apoderado y tres
años si el que se presume ausente dejo apoderado, por lo cual según el artículo 448 del
Código Civil se declara ausente a la persona que haya desaparecido desde su ultimo
domicilio o de su última residencia, y de quien no se tenga noticias.

Los derechos sucesorios en el concubinato:

Surgen los derechos sucesorios bien cuando un concubino muere, es declarado ausente o se
le presume muerto. El problema para el conviviente more uxorio supérstite está en que si el
declarado ausente dejo cónyuge sobreviviente e hijos o descendientes, o cualquier
ascendiente colateral, dentro del orden de suceder, en quienes se defiera la herencia, tendrá
que probar su cualidad de concubino dentro de los requisitos impretermitibles (y
concurrentes) establecidos en el artículo 77 de la Constitución vigente, pues en caso
contrario carece de legitimidad para solicitar la declaratoria de ausencia.
Es mayor la problemática para el concubino en el caso del cónyuge supérstite, pues el
matrimonio crea derechos sucesorios para el cónyuge de la persona de cuya sucesión se
trate, que no esté separado de cuerpos y de bienes sea por mutuo consentimiento, sea
contenciosa, salvo prueba, en ambos casos, de reconciliación, en cuyo caso el concubino
more uxorio queda excluido como heredero ab intestato y, por tanto, carece de cualidad
para solicitar judicialmente la declaratoria de ausencia.

El artículo 77 de la Constitución Nacional, en su segunda parte, expresa que “las uniones


estables de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan con los requisitos establecidos
en la ley producirán los mismos efectos que el matrimonio”; lo cual permite precisar que la
unión estable de hecho producirá relativamente los mismos efectos que el matrimonio,
siempre que la misma cumpla los requisitos establecidos en la ley, entre cuyos requisitos se
encuentra aquel según el cual para contraer válidamente matrimonio se requiere que uno de
los contrayentes no esté unido a matrimonio anterior.

El hecho de adquirirse bienes durante la convivencia fáctica no significa el impretermitible


requisito constitucional de la estabilidad, pues esta denota permanencia, que se aplica a lo
que no está en peligro de caer, descomponerse, de cambiar o desaparecer; que se mantiene
de modo indefinido, sin conclusión o terminación. Cuando uno de los convivientes no está
unido a matrimonio anterior, no existe impedimento alguno para que como sobreviviente
goce de los derechos sucesorios de su causante (soltero, casado o divorciado) con quien
convivió, no porque se equipare su unión al matrimonio, sino porque le corresponde tal
derecho, siempre que esa unión hubiere sido estable y cumplido los requisitos exigidos en
la ley.

En efecto, que el conviviente pruebe que la unión fue estable, es decir, “que ha vivido
permanentemente en tal estado” como lo previene el artículo 767 del Código Civil y
además que la unión convivencial cumpla los requisitos establecidos en la ley, pues la
presunción de comunidad emergente en los casos de unión no matrimonial, en tal caso,
surte efecto entre los convivientes y sus respectivos herederos y también entre uno de ellos
y los herederos del otro; con derecho a concurrir (cuando ha sido declarada, mediante
sentencia definitiva firme) reclamando su cuota hereditaria, e incluso por razones de
justicia y equidad con derecho a la legítimidad, pues la unión more uxorio así declarada,
crea derechos sucesorios para el conviviente o la conviviente de la persona cuya sucesión se
trate, y tales derechos cesan con la separación convivencial.

El concubino concurre con los descendientes cuya filiación este legalmente comprobada,
tomando una parte igual a la de un hijo, y de no existir hijos o descendientes cuya filiación
este legalmente comprobada, habiendo ascendientes le corresponderá la mitad de la
herencia a aquellos y al conviviente o la conviviente la otra mitad.

A falta de ascendientes, corresponde la mitad de la herencia al conviviente y la otra mitad a


los hermanos y por derecho de representación a los sobrinos. A falta de estos hermanos y
sobrinos, la herencia corresponde íntegramente al conviviente o la conviviente, y si faltare
este corresponde a los hermanos y sobrinos expresados.

A falta del conviviente o de la conviviente, ascendientes, hermanos y sobrinos, sucederán al


de cujus sus otros colaterales consanguíneos. A falta de todos los herederos ab intestato
designados, los bienes del de cujus pasan al patrimonio de la nación, previo pago de las
obligaciones insolutas (Artículos 824, 825 y 832 del Código Civil). Asimismo, el
conviviente more uxorio puede aceptar la herencia pura y simplemente o a beneficio de
inventario (Artículo 99 Código Civil). Obviamente puede repudiar la herencia en forma
expresa y que conste en instrumento público (Articulo 1.012 ejusdem)

Bases legales:
Esta investigación halla su fuente normativa-jurídica en el artículo 77 de la Carta Magna,
articulo por demás, novedoso, no obstante el tema del concubinato, específicamente en
cuanto a beneficios económicos post mortem, se incorpora dentro del cuerpo legislativo
venezolano, en algunas leyes orgánicas y especiales pasaron a consagrar y proteger los
derechos de los concubinos, tal es el caso de las siguientes leyes:

• Ley que Regula el Subsistema de Pensiones (articulo 69-6).

• La Ley del Estatuto sobre el Régimen de Jubilaciones y Pensiones de los Funcionarios de


la Administración Pública, Estadal y Municipal (articulo 16-3).

• Las Normas de Operación del decreto con Rango y Fuerza de ley que regula el
Subsistema de Viviendas (artículo 34).

• La Ley de Seguro Social (articulo 7-a)

• La Ley Orgánica del Trabajo (artículo 568)

• El Estatuto de la Función Pública.

De igual manera sirve como base legal la jurisprudencia pacifica y reiterada de la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia respecto a los recursos de interpretación
interpuestos en relación al citado artículo de la constitución, dado que las decisiones que
emanan de esta Sala son de carácter vinculante y de obligatorio cumplimiento a todos los
Tribunales del país.

Análisis del Artículo 77 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela:

“Artículo 77. Se protege el matrimonio entre un hombre y una mujer, el cual se funda en el
libre consentimiento y en la igualdad absoluta de los derechos y deberes de los cónyuges.
Las uniones estables de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos
establecidos en la ley producirán los mismos efectos que el matrimonio”.
En un principio, se planteó que los concubinos tendrían los mismos derechos que los
cónyuges, en virtud que bien dice el artículo: “…producirán los mismos efectos que el
matrimonio”

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la Dama de la Justicia

Un comentario en “El Concubinato (Unión estable de Hecho) en el Ordenamiento Jurídico


Venezolano”

norma

22/03/2015 de 23:22

El concubinato regularizado ante la alcaldía por dos días antes que fallezca un conviviente
es legal y aplica todos los beneficios?

Responder
Responder
INTRODUCCIÓN

El ser humano está impregnado de un dispositivo de sociabilidad indisoluble de su propia


naturaleza, por esta razón necesita la cercanía de otros hombres para encontrar su equilibrio
y vivir en armonía, es así como se ha unido de generación en generación formando, desde
las formas mas primitivas, como la familia, hasta las mas sofisticadas, como la sociedad,
una red humana de relaciones que le permiten alcanzar un desarrollo integral.
La familia, entendida bajo los principios de unidad y pluralidad, alberga en su seno la
indiscutible realidad de la convivencia social de las personas, es el primer ambiente para el
desarrollo armónico y esencia para el desenvolvimiento de los miembros de la misma;
debido a que es la forma mas antigua de asociación, posterior a la cual nace el estado y a la
par de la historia las normas de convivencia, el derecho como factor y producto social
aparece para regular las conductas y estatuye formas legales para controlar las actuaciones
de los particulares y del Estado mismo, ejemplo de ello es la instauración de la figura del
matrimonio como institución mediante la cual un hombre y una mujer sin impedimentos
legales pueden decidir convivir juntos, bajo un mismo techo, con el fin de amarse y
procrear formalizando su unión ante un funcionario del Estado para que tal acto tenga fe
publica, formando por ende y en definitiva una familia, en principio, nuclear.

Ahora bien, ¿será que solo mediante el matrimonio un hombre y una mujer pueden
permanecer juntos con los mismos fines (amarse, convivir, procrear)?, ¿existe válidamente
otra figura legal que contemple derechos para las personas que asumen estas formas
distintas de permanencia bajo la semejanza del matrimonio sin llegar a serlo?, ¿Qué efectos
alcanzan a los unidos validamente fuera del matrimonio?.

Todas estas interrogantes serán dilucidadas en la presente investigación, la cual en forma


sencilla establecerá la existencia o no de tales figuras distintas al matrimonio, los efectos
del matrimonio y de las uniones sobre la base de la jurisprudencia, de la doctrina y del
ordenamiento jurídico venezolano vigente.

MATRIMONIO

CONCEPTO
De acuerdo con Padrón y González (1991), el matrimonio es la unión legal de un hombre y
una mujer con la finalidad de vivir juntos, a perpetuidad, procrear y socorrerse mutuamente.

ELEMENTOS

Unidad:

Implica que solo se puede contraer entre un solo hombre y una sola mujer.

Consentimiento:

Se fundamenta en el acuerdo entre los contrayentes de tomarse como marido y mujer, el


cual debe manifestarse en el momento de la celebración del acto.

Perpetuidad:

Ello debido a que su celebración depende de la voluntad la cual para ser valida no puede
someterse a término ni condición alguna, esto indica que si los cónyuges lo desean pueden
estar juntos toda la vida de estos.

Formalidad
Esta sujeto a ciertas formas legales: ante una autoridad civil, previos esponsales, entre
otros.

Intervención del Estado:

Para que sea formalizado el vinculo matrimonial es necesaria la presencia de un funcionario


publico que de fe del acto para que una vez que los contrayentes manifiesten su s
voluntades el declare la formación de tal lazo.

Disolubilidad:

Pues puede quedar disuelto por el divorcio.

Laicismo

Por cuanto que aunque se permite la celebración de formalidades religiosas, las mismas
solo se pueden hacer luego de celebrada la solemnidad civil legal.

REQUISITOS DEL MATRIMONIO:

Los requisitos pueden ser de fondo y de forma. Los de fondo se refieren a la esencia misma
del matrimonio y están contenidos en tres categorías:
1.- Supuestos o elementos esenciales del matrimonio:

Los elementos sine quanon para la existencia del matrimonio es la diversidad de sexo, pues
aunque el fin primario de esta unión no es la procreación, la misma es consecuencia
instintiva de todas las especies, así por ejemplo en la legislación venezolana es nulo el
matrimonio entre personas de un mismo sexo; el consentimiento que debe ser expreso, puro
y simple, serio en el que debe estar ausente, el error y la violencia y por último la presencia
de un funcionario público competente.

2.- Capacidad de las partes:

Que implica la aptitud legal para actuar. En el caso del matrimonio se toma en
consideración: la edad mínima, la cordura o salud mental y la potencia sexual permanente.

3.- Ausencia de impedimentos matrimoniales:

Es decir que no existan obstáculos legales para el ejercicio de la capacidad matrimonial.


Existen impedimentos dirimentes e impedientes.

En cuanto a los impedimentos dirimentes las prohibiciones legales de celebración del


matrimonio, cuya violación acarrea la nulidad absoluta del acto matrimonial, los hay
absolutos cuando prohíben la celebración del matrimonio entre la persona afectada por el
impedimento y cualquier otra del sexo opuesto (vinculo anterior) y relativos aquellos que
prohíben la celebración del matrimonio entre la persona afectada y otra persona
específicamente (ascendientes descendientes).
Sobre los impedimentos impedientes, son lo obstáculos legales para celebrar el matrimonio
cuya violación no acarrea nulidad absoluta ni relativa del acto, la consecuencia que pudiera
acarrear seria una sanción pecuniaria y en ocasiones ninguna sanción. Estos impedimentos
pueden ser dispensables y no dispensables los primeros permiten el levantamiento o
suspensión de la prohibición legal para celebrar la unión (impedimento de matrimonio entre
tíos y sobrinos).

En lo referente a lo no dispensables, cuando no se puede levantar o suspender la


prohibición legal (impedimento de autorización).

EFECTOS DEL MATRIMONIO:

El matrimonio acarrea efectos personales y patrimoniales para los cónyuges.

Los efectos o consecuencia personales son el estado civil como condición personal pues por
su voluntad deja se ser soltero, para ser casado y puede dejar de ser casado para ser
divorciado. El matrimonio crea un vínculo entre los esposos que genera derechos y
obligaciones reciprocas.

Por ende, de acuerdo con Meléndez, (2005) subsisten los siguientes deberes recíprocos:
Deber de convivencia, es decir que el domicilio conyugal que es elegido de común acuerdo
debe ser el lugar de cohabitación de los esposos. También está el deber de ambos cónyuges
de contribuir al mantenimiento del hogar. En lo que respecta a los hijos la Patria Potestad es
ejercida por ambos cónyuges. Además los cónyuges tienen el deber de prestarse auxilio
recíproco, y el matrimonio crea un vínculo de afinidad con los familiares de los cónyuges.
La ley dispone que la capacidad civil del hombre y de la mujer son iguales.

De lo anterior se puede resumir los derechos y deberes de los cónyuges:

Deber de fidelidad

Deber de cohabitación

Elección de domicilio conyugal

Deber de asistencia, los cónyuges se deben auxilio, solidaridad y tolerancia mutua.

Deber de protección, los cónyuges se deben solidaridad y protección tanto moral como
física.

Contribución a los gastos del hogar(antes los gastos eran pagados por el hombre pero desde
que la mujer comienza a trabajar se compensa con el cuidado a los hijos y al hogar)

Usar el apellido del marido no es obligación, es optativo.

También existen consecuencias en cuanto a los bienes, pues se puede dar previamente las
capitulaciones matrimoniales o funciona la comunidad de gananciales, como régimen
supletorio legal a la voluntad de las partes.

Así, la Comunidad Limitada de Gananciales puede definirse como un género de comunidad


limitada, constituido por la propiedad compartida de un conjunto de bienes, que se
consideran comunes a ambos cónyuges; siendo tales bienes las ganancias o beneficios
obtenidos por cualquiera de ellos durante el matrimonio; manteniendo esa propiedad al
margen de la existencia (absolutamente legal y por demás obvia) de bienes propios de cada
esposo.( Pérez y Tesara, 2005).
UNIONES ESTABLES DE HECHO

La norma constitucional reza en el artículo 77 que las uniones estables de hecho tendrán los
mismos efectos que el matrimonio.

Evidentemente de tal artículo no se verifica con especificidad las características de las


uniones estables de hecho, por lo que se hace imperioso acudir a la sentencia de la Sala
Constitucional ___en lo adelante la Sala___del Tribunal Supremo de Justicia ___para los
efectos del presente ensayo TSJ___ de fecha 15/07/2005 cuyo expediente es el 04-331 del
caso Carmela Manpieri, que interpuso un recurso de interpretación. Y en la cual el ponente
fue del Dr. Jesús Cabrera.

Así las cosas el concubinato es una especie de unión estable de hecho.

CONCEPTO

La unión estable de hecho, es la cohabitación o vida en común, elemento que puede ser
sustituido por la convivencia en visitas constantes, socorro mutuo, ayuda económica
reiterada, vida social conjunta, e hijos, entre un hombre y una mujer, sin impedimentos para
contraer matrimonio, tal unión será con carácter de permanencia (dos años mínimo), y que
la pareja sea soltera, formada por divorciados o viudos entre sí o con solteros, sin que
existan impedimentos dirimentes que impidan el matrimonio. Y para reclamar posibles
efectos civiles del matrimonio es necesario que una sentencia definitivamente firme la
reconozca, siendo la relación excluyente de otras con iguales características. Así lo expresa
la Sala del TSJ.
ELEMENTOS:

Unidad:

Pues al igual que el matrimonio, implica que solo se puede existir una unión entre un solo
hombre y una sola mujer, para ser considerada como válida.

Consentimiento:

Se fundamenta en el acuerdo entre los unidos de tomarse como pareja, entre ellos y ante los
demás, no siendo necesaria la convivencia bajo el mismo techo.

Perpetuidad:

La unión también implica permanencia en el tiempo y debe ser mínimo dos años.

Formalidad

No esta sujeto a formas legales, solo que aquel que lo alegue debe probarlo y ha de ser
declarado o reconocido para que surta efectos, mediante sentencia definitivamente firme.
Disolubilidad:

Pues puede quedar disuelto por el acuerdo de voluntades y si alguno de los unidos desea
reclamar bienes debe establecerse en la sentencia la fecha de inicio de la relación y la fecha
de terminación de la misma.

CONCUBINATO

CONCEPTO

Es una unión no matrimonial entre un hombre y una mujer solteros, la cual está signada por
la permanencia de la vida en común, siendo la soltería un elemento decisivo en la
calificación del concubinato, tal como se desprende del artículo 767 de Código Civil y 7,
letra a) de la Ley del Seguro Social, así lo manifiesta el TSJ en tal sentencia. De allí la
diferencia entre las uniones estables de hecho y el concubinato, la cohabitación bajo un
mismo techo, pues todos los concubinatos son uniones estables de hecho, pero no todas las
uniones estables de hecho son concubinato, de acuerdo con la sentencia in comento.

Dentro de este contexto Pérez y Tesara (2005), definen el concubinato como la situación de
hecho en que se encuentran dos personas de distinto sexo que hacen vida en común sin
estar unidos en matrimonio y sin que haya impedimentos para contraerlo. Se trata, pues, de
una unión de hecho con caracteres de estabilidad y permanencia; quedan indudablemente
excluidas de su concepto tanto la unión transitoria de corta duración, como las relaciones
sexuales estables pero no acompañadas de cohabitación.
ELEMENTOS:

Unidad:

Implica que solo se puede establecerse entre un solo hombre y una sola mujer.

Consentimiento:

Se fundamenta en el acuerdo de voluntades en convivir juntos como pareja, bajo el mismo


techo, sin ningún impedimento para contraer nupcias.

Perpetuidad:

Debe existir prolongado en el tiempo, mínimo dos años.

Formalidad

No existe ninguna formalidad, solo el acuerdo de los concubinos en permanecer juntos bajo
un mismo techo, y sin que ninguno tenga impedimentos para el matrimonio, además
también debe ser probado por quien lo alegue y declarado mediante sentencia
definitivamente firme. En ocasiones se expide en la jefatura civil una constancia de
convivencia la cual es meramente para efectos de adquisición de vivienda o para gozar de
beneficios en los seguros, cabe señalar que son requisitos solicitados por algunos
organismos, y que por la costumbre y uso se emplean para comprobar la existencia de una
relación concubinaria, debiéndose destacar que el medio para comprobar dicha existencia a
fines de reclamar herencia, por ejemplo, es la sentencia antes dicha.

Disolubilidad:

Puede quedar disuelto por la voluntad de las partes en cualquier momento. Toda vez que
interrumpan la cohabitación y por ende la permanencia.

Dada todas las consideraciones anteriores se procede a elaborar un cuadro comparativo de


los efectos del matrimonio y de las uniones estables de hecho, entendiendo dentro de esta al
concubinato como especie, que en los términos de la CRBV, son equiparables y que
emergen de la interpretación que el TSJ hiciera del artículo 77 de la Carta Magna.

MATRIMONIO

UNIONES ESTABLES DE HECHO

Efectos Personales:

Existen deberes entre los cónyuges: fidelidad, vivir juntos y socorro mutuo. Uso opcional
del apellido del marido.

Efectos Personales:
No existen deberes entre los unidos: la vida en común se verifica porque sea una relación
seria y compenetrada, que se esté en presencia de una pareja.

Sin embargo el deber de socorro mutuo si subsiste.

No puede usar el apellido del concubino o del unido, pues la condición de concubino (a) o
unido (a), no modifica el estado civil, por tanto no puede alterar la identidad de la persona.

Extinción de la relación:

Por divorcio o muerte. En consecuencia se le denomina ex cónyuge.

Extinción de la relación:

por muerte o repudio de la relación por cualquiera de los componentes, ruptura de la


continuidad de la relación (porque uno contraiga matrimonio con otra persona). En
consecuencia, si fuere concubino (a), se le denominaría ex concubino (a).

Régimen patrimonial:

Capitulaciones matrimoniales, o comunidad limitada de gananciales.


Hay pensión de sobre vivencia, tienen derecho a la asistencia médica integral, tienen
derecho a reclamar indemnizaciones que correspondan a su pareja fallecida, pueden pedir
prestamos para la obtención de vivienda.

Tal comunidad se disuelve con el divorcio o en la solicitud de separación de cuerpos se


especifica la separación de bienes también.

La esposa hereda y concurre con los otros herederos según el orden de suceder señalado en
el Código Civil (artículo 824 y 825) en materia de sucesión sin testamento, conforme al
artículo 807 del Código Civil.

Son nulas as ventas entre los esposos.

Régimen patrimonial:

Se trata de beneficios económicos que surgen del patrimonio de los concubinos: ahorro,
seguro, inversiones del contribuyente, todo lo que se refiere al patrimonio común. En
consecuencia para los concubinos hay pensión de sobre vivencia, les corresponde la
asistencia médica integral, tienen derecho a reclamar indemnizaciones que correspondan a
su pareja fallecida, son elegibles en los prestamos para la obtención de vivienda.

Su disolución se hace por muerte o de hecho, supuesto en el cual se debe alegar y probar
por quien pretende a disolución y liquidación de la comunidad.
Entre los unidos existen derechos sucesorales a tenor de lo expresado en el artículo 823 del
Código Civil, siempre que el deceso de uno de ellos ocurra durante la existencia de la
unión. Una vez haya cesado, la situación es igual a la de los cónyuges separados de cuerpos
o divorciados. Además concurre con los otros herederos según el orden de suceder señalado
en el Código Civil (artículo 824 y 825) en materia de sucesión ab intestato, conforme al
artículo 807 del Código Civil, y habrá que respetársele su legítima (artículo 883 del Código
Civil) si existiere testamento. Igualmente, las causales de indignidad que haya entre los
concubinos, se aplicarán conforme al artículo 810 del Código Civil. Así lo expresa la
Sentencia in comento. Igual ocurre en el caso de ausencia, puede pedir pensión alimentaría.

Son nulas las ventas entre los unidos.

CONCLUSIÓN

Basados en la realidad de las relaciones humanas, el derecho que es un fenómeno social


actuando como factor, porque incide sobre las conductas y las regula y como producto
social, porque emerge de las necesidades del colectivo, es así como regula las uniones que
distintas al matrimonio albergan bajo sus alas a las familias, entendiendo que la finalidad
principal es la protección a los niños y adolescentes y en honor a muchas personas que por
no llenar requisitos formales del matrimonio eran excluidas de muchos beneficios sociales,
legales y económicos, es así como finalmente mediante la constitución y la jurisprudencia
se asemejan, en lo que sea posible , los efectos del matrimonio a las uniones estables de
hecho entre ellas el concubinato.

De lo anterior se evidencia la importancia que tiene el hecho de que el legislador responda a


las exigencias de la convivencia social, pues la sociedad por ser un agente cambiante,
modifica las conductas, lo que debe generar, como en efecto lo hace, la transformación
legislativa y lo que es mas importante el cambio paradigmático de la conciencia cultural y
social.

Cabe señalar, de acuerdo con la apreciación de la autora de la investigación, que con la


asimilación de todas las uniones al matrimonio, definitivamente la institución matrimonial
es el modelo por excelencia de unión entre un hombre y una mujer y que ha llegado con su
evolución a celebrarse mas que por motivos económicos y culturales, por razones de amor
y sentimiento entre los contrayentes.
CONCUBINATO II (Disolución del Concubinato.)

Disolución del Concubinato.

Debido a la gran cantidad de preguntas, por las dudas que genera este tema, he decidido
realizar una explicación mas detallada del mismo, para suministrarles mayor información.

1. ¿La Disolución del Concubinato debe realizarse ante la misma Oficina donde hice la
manifestación de unión?

La manifestación de querer disolver el Concubinato o la Unión Estable de hecho, no es


necesario realizar en la misma Oficina de Registro donde se realizo en principio la
manifestación de querer unirse con la otra persona.

Si usted se encuentra en otra ciudad puede realizar la disolución en donde se encuentre, y la


oficina donde manifieste que no quiere seguir en concubinato sera remitida a la oficina en
donde en principio fue hecha la unión.

2. ¿Si mi Ex-pareja no quiere disolver la Unión Estable de Hecho, puede realizar la


disolución yo solo ?

Si se puede realizar y es lo que se llama la "MANIFESTACIÓN UNILATERAL" de


disolver el Concubinato, esta manifestación deberá hacerse en el ultimo lugar de residencia
de la pareja, la persona que realice la manifestación deberá señalar el domicilio de la otra
persona para que esta sea notificada.

Esta notificación se realizara dentro de los 5 días hábiles siguientes, y de no ser posible
localizarlo, se realizara entonces una notificación por carteles.

3. ¿Si estoy con otra persona y me uní en concubinato como hago?

Si ya no se encuentra con la persona que se unió en concubinato y quiere casarse o unirse


en concubinato con otra persona, lo que tiene que hacer es realizar la manifestación de
disolución del concubinato, el Registrador le expedirá un documento que acreditara la
disolución del concubinato y podrá en ese momento unirse en concubinato con otra persona
o casarse.

4.¿Es necesario que la otra persona firme la Manifestación de Disolución?

Puede ser una Manifestación Unilateral, es decir, sin que la otra persona firme, usted lleva
la manifestación al Registro y ellos se encargaran de notificar a la otra persona para que
firme la disolución.

5.¿En el Caso de que la Disolución sea por Decisión Judicial?

En este caso sera el Tribunal el que remita la Sentencia definitivamente firme al Registro
que corresponda para su inserción en el Libro y la colocación de la nota marginal
correspondiente.
MODELO DE MANIFESTACIÓN UNILATERAL DE DISOLUCIÓN DE
CONCUBINATO.

CIUDADANO:

NOTARIO PÚBLICO O REGISTRADOR PUBLICO.

SU DESPACHO.-

Yo,...venezolano, soltera, respectivamente, mayor de edad, hábiles en derecho, de este


domicilio, y titular de la cédula de identidad V.- …, respectivamente, con fundamento en
el Ord. 1 del Artículo 122 de Ley Orgánica del Registro Civil, a los fines de
MANIFESTAR MI DECISIÓN DE DISOLVER LA UNIÓN ESTABLE DE HECHO que
mantuve con el Ciudadano... desde el día … (…) septiembre de mil novecientos noventa …
(19…), por el presente documento declaro, que:

PRIMERO: No Residimos juntos desde la fecha... motivado a ...

SEGUNDO: Nuestra ultimo lugar de Residencia fue ....

TERCERO: De esta unión estable de hecho procreamos una hija que lleva por nombre …,
nacida en esta ciudad de Caracas, el día seis (18) de diciembre de dos mil uno (2001),
contando actualmente con nueve (09) años de edad.

CUARTO: Pido que una vez evacuada la presente solicitud, me sean devueltos, los
originales con sus resultas, a la mayor brevedad. En Caracas, a los veintinueve (29) días del
mes de noviembre de dos mil once (2011).
Cónyuges (Ambos esposos)

De acuerdo al Código Civil, el matrimonio no puede contraerse sino entre un solo hombre y
una sola mujer.

La ley no reconoce otro matrimonio en Venezuela sino el establecido en nuestra


legislación.

Con el matrimonio el marido y la mujer adquieren los mismos derechos y asumen los
mismos deberes.

Del matrimonio deriva la obligación de los cónyuges de vivir juntos, guardarse fidelidad y
socorrerse mutuamente.

La mujer casada podrá usar el apellido del marido.

Este derecho subsiste aun después de la disolución del matrimonio por causa de muerte
mientras no contraiga nuevas nupcias.
En cuanto a la comunidad de bienes, entre marido y mujer si no hubiere convención en
contrario, son comunes, de por mitad, las ganancias o beneficios que se obtengan durante el
matrimonio.

Por lo que esta comunidad de los bienes gananciales comienza precisamente el día de la
celebración del matrimonio, cualquiera estipulación contraria será nula.

Es decir, que entre los cónyuges de manera privada NO se permite la partición de bienes.

Algunos cónyuges cometen el error innecesario de obligar al otro cónyuge, bajo cualquier
coacción de registrar la separación de bienes por una Notaria Pública.

Tal procedimiento es nulo, por cuanto solo le corresponde tal decisión a los Tribunales de
Mediación, Sustancianción de Niños, Niñas y Adolescentes, cuando existan menores de
edad, por los Tribunales de Municipios y por los Tribunales de Primera Instancia
dependiendo de la cuantía.

Esto solo se puede realizar a través del Tribunal con competencia en la materia, cuando se
proceda con la separación de bienes y la disolución del vínculo matrimonial.

Con la solicitud de divorcio por el artículo 185-A NO se debe solicitar la separación de


bienes por cuanto la ley lo prohíbe.

Solo procede una vez ejecutoriada la sentencia de divorcio.


De igual manera, el Código Civil establece que entre marido y mujer NO puede haber
ventas de bienes. Lo que significa que esa venta es nula.

Pero existen la capitulaciones matrimoniales donde debe quedar registrado por documento
autentico en el Registro Público, en la jurisdicción del lugar donde se celebre el
matrimonio, antes de la celebración del matrimonio, so pena de nulidad.

Esto significa que los bienes de los cónyuges serán de cada uno de ellos y en caso de
divorcio, esos bienes le seguirán perteneciendo a cada uno de los ex cónyuges.

Es importante, manifestar que mientras existe el matrimonio, para los cónyuges no existe la
unión estable de hecho o concubinato con otra persona, por cuanto estas figuras jurídicas
están en contraposición de lo establecido en el Código Civil.

En tal sentido, si en un momento determinado uno de los cónyuges tiene una amante y le
regala un carro o un apartamento y esos fondos corresponden a la comunidad de
gananciales de ambos cónyuges, el otro cónyuge puede recuperar tal bien mediante las
acciones judiciales que pueda ejercer.

Pero si este regalo procede de una donación que le hayan dado al cónyuge antes de casarse,
que provenga de un tesoro o de una lotería que se lo hayan regalado sus padres, hermanos,
amigos o que sean de su dinero de la cuenta bancaria, registrado en capitulaciones
matrimoniales el otro cónyuge, legalmente NO puede reclamar nada a la amante.
También si uno de los cónyuges le regala un apartamento a un amante, pero que sea
producto de la venta de sus inmuebles que registro mediante capitulaciones matrimoniales,
ese apartamento será de la amante y la cónyuge NO podrá ejercer ninguna acción legal.

Esto solo le servirá al otro cónyuge solo para ejercer las acciones legales para un divorcio.

En tal sentido, las capitulaciones matrimoniales deben solo deben celebrarse ANTES del
matrimonio, por lo que al contraerse matrimonio sin haber perfeccionado las capitulaciones
matrimoniales, estas no podrán celebrarse y esta situación traerá consigo la aplicación del
régimen supletorio.

Esto significa que se aplicará la comunidad limitada de gananciales.

Amante

Es la mujer adultera.

En sentido malicioso amancebado o adultero.

Abarraganada, barragana, entretenida, mantenida, moza, protegida, querendona, querida,


rebusque.

La amante son aquellas personas producto de los impulsos pasionales que conducen a las
relaciones extramatrimoniales.
Concubina

El concubinato, unión permanente entre personas de diferentes sexos, las cuales no tienen
la intención de considerarse como marido y mujer por falta de affectio maritales.

Durante el periodo clásico estas uniones están toleradas por el derecho y escapan a la
sanción de Augusto a las uniones ilegitimas y fueron frecuentes en razón de las distintas
categorías senadores y libertinas, gobernadores de provincia.

En el derecho postclásico se regulan ampliamente, y Justiniano distingue los hijos habidos


de concubinato de los vulgos concepto, pudiendo ser legitimados y la mujer honesta puede
ser concubina.

Guillermo Cabanellas, señala que la concubina es aquella mujer que sin haber contraído
legitimo matrimonio con el hombre, vive y cohabita con él como si fuera su marido y lo
ejemplariza con la barragana.

Es el estado en que se encuentra el hombre y la mujer cuando comparten casa y vida como
si fueran esposos, pero sin haber contraído matrimonio.

En el Derecho Romano y en el Canónico de los primeros siglos el concubinato era un


verdadero matrimonio, pero contraído con mujer de inferior clase social o de dudosa
moralidad.

Tal vez por suprimirse las formalidades en uniones mal vistas socialmente, la relación
evoluciono al significado exclusivo actual.
Matrimonio y unión libre.

Difundido en ciertos estratos sociales, el concubinato intenta reivindicarse hasta en lo


idiomático y adopta hoy con mucha frecuencia el rotulo de unión libre, e incluso se intenta
equipararla con el matrimonio legitimo.

Dar al concubinato la misma categoría del matrimonio en relación a personas con


capacidad para contraer legítimas nupcias, significaría nada menos y nada más que la
destrucción del principio en la cual se basa la unión.

La mutua asistencia y defensa de los cónyuges, que contraigan matrimonio, frente a la


espontanea constancia que se brindan en su iniciación los compañeros o amantes

El Código Civil, señala que se presume la comunidad, salvo prueba en contrario en aquellos
casos de unión no matrimonial, cuando la mujer o el hombre, demuestre que ha vivido
permanentemente en tal estado aunque los bienes cuya comunidad se quiere establecer
aparezcan a nombre de uno solo de ellos.

Tal presunción solo surge efectos legales entre ellos dos y entre sus respectivos herederos
del otro.

Lo dispuesto en este artículo NO se aplica si uno de ellos está casado.


Esta norma jurídica tiene la particularidad de que la mujer NO tiene que probar nada en
cuanto a que contribuyó al aumento del patrimonio del hombre.

En el concubinato de acuerdo a esta norma jurídica, no aplica lo que señala la norma


jurídica, pero si la mujer demuestra que contribuyó con el aumento del patrimonio del
hombre, si le correspondería una parte.

Esto lo debe hacer mediante una acción mero declarativa ante el Tribunal competente por la
materia.

En este sentido el Código de Procedimiento Civil, señala que para proponer la demanda el
actor debe tener interés jurídico actual.

Ahora bien, no es admisible la demanda de mera declaración cuando el demandante prueba


obtener la satisfacción completa de sus intereses mediante una acción diferente.

La Sala de Casación Civil del Máximo Tribunal de la República manifiesta que tiene por
objeto declarar la existencia o no de un derecho, o una situación jurídica o el verdadero
alcance de una determinada relación jurídica.

Uniones estables de hecho

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela indica, que las uniones estables


entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos establecidos en la ley producirán
los mismos efectos que el matrimonio.
En sentencia de julio del 2005 la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,
señaló que la unión estable entre un hombre y una mujer, lo expresa de esa manera y NO
de concubinato.

En tal sentido, manifiesta la Sala Constitucional que el concubinato se trata de una


situación fáctica que requiere de la declaración judicial y que la califica el Juez, tomando en
cuenta las condiciones de lo que debe entenderse por una vida común.

El Código Civil reconoce otros efectos jurídicos al concubinato, como sería la existencia de
la presunción de pater istest para los hijos nacidos durante su vigencia.

Por tanto, que actualmente el concubinato que puede ser declarado, es aquel que reúna los
requisitos del Código Civil y esto viene a ser una de las formas de uniones estables
contempladas en el artículo 77 de la Carta Magna.

En tal sentido, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia manifiesta que el
concubinato es por excelencia la unión estable manifestada en nuestra Constitución.

La unión estable de hecho entre un hombre y una mujer, representa un concepto amplio que
va a producir efectos jurídicos.

Independientemente de la contribución económica de cada uno de ellos, siendo lo relevante


para la determinación de la unión estable, la cohabitación o vida en común, con carácter de
permanencia, y que la pareja sea soltera, formada por divorciados o viudos entre sí o con
solteros, sin que existan impedimentos dirimentes que impidan el matrimonio

Según la Sala Constitucional, la sentencia de declaratoria del concubinato debe señalar la


fecha de su inicio y de su fin, si fuera el caso y reconocer, igualmente, la duración de la
unión, cuando ella se ha roto y luego se ha reconstruido, computando para la determinación
final el tiempo transcurrido desde su inicio.

Por tanto, las uniones estables de hecho, incluido el concubinato no son necesariamente
similares al matrimonio y aunque la vida en común, como será un hogar, es un indicador de
la existencia de ellas.

Pero puede obviarse siempre que la relación permanente se traduzca en otras formas de
convivencias, como visitas constantes, socorro mutuo, ayuda económica reiterada, vida
social conjunta, hijos entre otros.

Es importante señalar que el Tribunal Supremo de Justicia indica que el tiempo de duración
de la unión, es decir de la unión estable y del concubinato sea al menos de dos años
mínimo, lo cual podrá ayudar al Juez para la calificación de la permanencia.

A juicio de la Sala Constitucional, así como no existe el deber de vivir juntos, tampoco
puede existir el de fidelidad, por lo que la violación de los deberes como el de fidelidad o
de vida en común, no produce efectos jurídicos.
Quedando rota la unión por el repudio que de ella haga cualquiera de los componentes, lo
que viene dado porque uno de ellos contraiga matrimonio con otra persona o por cualquier
otra razón, se rompa la continuidad de la relación.

La partición de bienes está ampliamente analizada en los artículos correspondientes a la


plusvalía, 7 en total, en el primero de ellos explico que lo recibido por herencia NO entra
dentro de esta comunidad ni objetos de uso personal

Por tanto, allí se encontrará abundante material sobre la materia.

Asimismo, existen otros artículos referentes al tema que están publicados en este blog.

Siempre respondo a las inquietudes, escríbelas aquí abajo en la sección de comentarios

Este texto hecho público el 30 de Enero de 2018 refiere a las leyes vigentes para la fecha, si
estás leyendo este escrito, es porque aún siguen en vigencia, de llegar a cambiar las leyes al
respecto en algún momento, modificaré el texto para ponerlo al día con el nuevo
ordenamiento jurídico
UNIONES ESTABLES DE HECHO O CONCUBINATO: SENTENCIA QUE
INTERPRETA EL ART. 77 DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL SOBRE EL
ALCANCE DE SU EQUIPARACIÓN CON EL MATRIMONIO CIVIL (SALA
CONSTITUCIONAL)

Corresponde a esta Sala decidir el fondo de la presente interpretación del artículo 77 de la


Constitución, para lo cual se observa:
El artículo 77 constitucional reza “Las uniones estables entre un hombre y una mujer que
cumplan los requisitos establecidos en la ley producirán los mismos efectos que el
matrimonio”.

Resulta interesante para la Sala resaltar que dicha norma use la voz “unión estable” entre el
hombre y la mujer, y no la de concubino o concubina utilizada en el artículo 49.5 eiusdem;
y ello es así porque unión estable es el género, tal como se desprende del artículo 146 del
Código Orgánico Tributario, o del artículo 13-5 de la Ley de Empresas de Seguros y
Reaseguros, o del artículo 785 de la Ley de Cajas de Ahorro y Fondos de Ahorro, siendo el
concubinato una de sus especies.

El concubinato es un concepto jurídico, contemplado en el artículo 767 del Código Civil, y


tiene como característica –que emana del propio Código Civil- el que se trata de una unión
no matrimonial (en el sentido de que no se han llenado las formalidades legales del
matrimonio) entre un hombre y una mujer solteros, la cual está signada por la permanencia
de la vida en común (la soltería viene a resultar un elemento decisivo en la calificación del
concubinato, tal como se desprende del artículo 767 de Código Civil y 7, letra a) de la Ley
del Seguro Social).

Se trata de una situación fáctica que requiere de declaración judicial y que la califica el
juez, tomando en cuenta las condiciones de lo que debe entenderse por una vida en común.

Además de los derechos sobre los bienes comunes que nacen durante esa unión (artículo
767 eiusdem), el artículo 211 del Código Civil, entre otros, reconoce otros efectos jurídicos
al concubinato, como sería la existencia de la presunción pater ist est para los hijos nacidos
durante su vigencia .

Dado lo expuesto, para la Sala es claro que actualmente el concubinato que puede ser
declarado tal es aquel que reúne los requisitos del artículo 767 del Código Civil, y él viene
a ser una de las formas de uniones estables contempladas en el artículo constitucional, ya
que cumple los requisitos establecidos en la ley (Código Civil), para ser reconocido como
tal unión. Por ahora –a los fines del citado artículo 77-el concubinato es por excelencia la
unión estable allí señalada, y así se declara.
Lo anterior no significa que la ley no pueda tipificar otros tipos de relaciones entre hombres
y mujeres como uniones estables a los efectos del artículo 77 constitucional, tomando en
cuenta la permanencia y notoriedad de la relación, cohabitación, etc. y, por ello, el Proyecto
de Ley Orgánica de Protección a la Familia, la Maternidad y la Paternidad, discutida en la
Asamblea Nacional, en los artículo 40 al 49, desarrolla las uniones estables de hecho, como
una figura propia mientras que el concubinato como figura distinta a la anterior, fue
desarrollado en los artículos 50 al 53.

“Unión estable de hecho entre un hombre y una mujer”, representa un concepto amplio que
va a producir efectos jurídicos, independientemente de la contribución económica de cada
uno de los unidos en el incremento o formación del patrimonio común o en el de uno de
ellos, siendo lo relevante para la determinación de la unión estable, la cohabitación o vida
en común, con carácter de permanencia, y que la pareja sea soltera, formada por
divorciados o viudos entre sí o con solteros, sin que existan impedimentos dirimentes que
impidan el matrimonio.

Pero como, al contrario del matrimonio que se perfecciona mediante el acto matrimonial,
recogido en la partida de matrimonio, no se tiene fecha cierta de cuándo comienza la unión
estable, ella debe ser alegada por quien tenga interés en que se declare (parte o tercero) y
probada sus características, tales como la permanencia o estabilidad en el tiempo, los signos
exteriores de la existencia de la unión (lo que resulta similar a la prueba de la posesión de
estado en cuanto a la fama y el trato, ya que la condición de la pareja como tal, debe ser
reconocida por el grupo social donde se desenvuelve), así como la necesidad de que la
relación sea excluyente de otra de iguales características, debido a la propia condición de la
estabilidad. Si la unión estable se equipara al matrimonio, y la bigamia se encuentra
prohibida, a juicio de esta Sala es imposible, para que ella produzca efectos jurídicos, la
coexistencia de varias relaciones a la vez en igual plano, a menos que la Ley expresamente
señale excepciones. Ahora bien, corresponde conforme al artículo 77 constitucional, a la
reserva legal la regulación de las otras uniones estables diversas al concubinato y, por ello,
le está a la Sala vedado, aun por la vía de la jurisdicción normativa, realizar la tipificación
de estas otras uniones, y así se declara.

Señalado lo anterior, debe la Sala señalar cuáles de los efectos del matrimonio son
aplicables a las “uniones estables de hecho entre hombre y mujer”, de conformidad con la
petición de la accionante, siendo necesario apuntar que aunque el concubinato es un tipo de
unión estable, por ser él la figura regulada en la Ley, a él se referirá la Sala indistintamente
como “unión estable” o concubinato, pero reconociendo que dentro del concepto de unión
estable pueden existir tipos diferentes al concubinato. La Sala con fines de abarcar ambas
clases de uniones, y por tanto al género, utilizará el término de unión estable en este fallo,
para referirse a todas las posibilidades, incluida el concubinato.

En primer lugar considera la Sala que, para reclamar los posibles efectos civiles del
matrimonio, es necesario que la “unión estable” haya sido declarada conforme a la ley, por
lo que se requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca.

En la actualidad, es necesaria una declaración judicial de la unión estable o del


concubinato; dictada en un proceso con ese fin; la cual contenga la duración del mismo, lo
que facilita, en caso del concubinato, la aplicación del artículo 211 del Código Civil, ya que
la concepción de un hijo durante la existencia del mismo, hace presumir que el concubino
es el padre del hijo o hija, por lo que la sentencia declarativa del concubinato debe señalar
la fecha de su inicio y de su fin, si fuera el caso; y reconocer, igualmente, la duración de la
unión, cuando ella se ha roto y luego se ha reconstituido, computando para la determinación
final, el tiempo transcurrido desde la fecha de su inicio.

Ahora bien, el matrimonio –por su carácter formal- es una institución que nace y se prueba
de manera distinta al concubinato o a cualquier otra unión estable, y por ello estas últimas
no pueden equipararse íntegramente al matrimonio y, por tanto, no puede pretenderse que,
automáticamente, todos los efectos del matrimonio se apliquen a las “uniones estables”.

En consecuencia, no es posible una declaración general que asimile las uniones (de
cualquier tipo) al matrimonio, y por lo tanto, observa la Sala, hay que distinguir cuáles
efectos del matrimonio se aplican al concubinato y a las posibles otras uniones estables.
Estas uniones (incluido el concubinato) no son necesariamente similares al matrimonio, y
aunque la vida en común (con hogar común) es un indicador de la existencia de ellas, tal
como se desprende del artículo 70 del Código Civil, este elemento puede obviarse siempre
que la relación permanente se traduzca en otras formas de convivencia, como visitas
constantes, socorro mutuo, ayuda económica reiterada, vida social conjunta, hijos, etc.

Siguiendo indicadores que nacen de las propias leyes, el tiempo de duración de la unión, al
menos de dos años mínimo, podrá ayudar al juez para la calificación de la permanencia, ya
que ese fue el término contemplado por el artículo 33 de la Ley del Seguro Social, al
regular el derecho de la concubina a la pensión de sobrevivencia.

Debido a lo expuesto, pasa la Sala a examinar los efectos del matrimonio aplicables a las
uniones estables y al concubinato, y ella considera que los deberes que el artículo 137 del
Código Civil impone a los cónyuges y cuya violación se convierte en causales de divorcio
(ver en el artículo 185 del Código Civil los ordinales 1° y 2°), no existen en el concubinato
ni en las otras uniones.

Unión estable no significa, necesariamente, bajo un mismo techo (aunque esto sea un
símbolo de ella), sino permanencia en una relación, caracterizada por actos que,
objetivamente, hacen presumir a las personas (terceros) que se está ante una pareja, que
actúan con apariencia de un matrimonio o, al menos, de una relación seria y compenetrada,
lo que constituye la vida en común.

Se trata de una relación permanente entre un hombre y una mujer, y no de una entre un
hombre y varias mujeres (así todas ellas estén en igual plano) y viceversa.

A juicio de la Sala, así como no existe el deber de vivir juntos, tampoco puede existir el de
fidelidad contemplado en el artículo 137 del Código Civil, por lo que la violación de
deberes como el de fidelidad o de vida en común (artículo 137 citado) no producen efectos
jurídicos, quedando rota la “unión” por el repudio que de ella haga cualquiera de los
componentes, lo que viene dado porque uno de ellos contraiga matrimonio con otra
persona, o porque, por cualquier razón, se rompió la continuidad de la relación. Extinguida
la relación, la ley, al menos en el concubinato, reconoce la condición de exconcubino como
lo hace el artículo 42 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia.
En cuanto al deber de socorrerse mutuamente, contemplado para los cónyuges en el artículo
137 del Código Civil, la Sala considera que este sí existe en cualquier tipo de unión, ya que
si legalmente las uniones (o al menos el concubinato) generan derechos –como los
alimentarios- los cuales normalmente corresponden a los cónyuges mientras dure el
matrimonio, los componentes de estas uniones de hecho deben tener también esos derechos,
como luego se explica, y ello se corresponde con el deber de socorro mutuo comentado.

También otorga el artículo 173 del Código Civil, el derecho optativo de la mujer de utilizar
el apellido de su marido.

A juicio de esta Sala, la utilización de apellidos distintos al propio, como sería para la mujer
el del marido, es un derecho que le nace solamente del acto matrimonial, que conlleva a que
añada algo a su identidad, y que se ve sostenido por el acta de matrimonio que refleja un
nuevo estado civil.

El estado civil de las personas naturales, está formado por los nacimientos y matrimonios, y
necesariamente por las mutaciones que éste sufre (divorcio, por ejemplo), que se anotan al
margen de las partidas del estado civil.

Para la Sala, el que la unión estable en general produzca los mismos efectos que el
matrimonio, no significa –se repite- que ella se convierte en matrimonio, sino que se le
equipara; es decir, en lo que sea posible. Sin embargo, la condición jurídica de la unión
estable, en principio, no permite a la mujer el uso del apellido del marido.

El estado civil surge de unas manifestaciones de voluntad formales contenidas en las actas
del estado civil, así como de las transformaciones que éste recibe y que constan en las notas
marginales de las partidas.

Se trata de una cuestión formal que permite no sólo conocer la condición de la persona,
sino que resulta la piedra angular del sistema de identificación.

No existe, en estos momentos y para esta fecha, una partida del estado civil de concubinato,
u otro tipo de unión, que otorgue el estado de concubino o unido y, por tanto, los símbolos
que representan el estado civil, como el uso del apellido del marido por la mujer; a juicio de
la Sala, no puede ser utilizado por quien no ha contraído matrimonio.
Ahora bien, al equipararse al matrimonio, el genero “unión estable” debe tener, al igual que
éste, un régimen patrimonial, y conforme al artículo 767 del Código Civil, correspondiente
al concubinato pero aplicable en la actualidad por analogía a las uniones de hecho, éste es
el de la comunidad en los bienes adquiridos durante el tiempo de existencia de la unión. Se
trata de una comunidad de bienes que se rige, debido a la equiparación, que es posible en
esta materia, por las normas del régimen patrimonial-matrimonial.

Diversas leyes de la República otorgan a los concubinos derechos patrimoniales y sociales


en diferentes áreas de la vida, y esto, a juicio de la Sala, es un indicador que a los
concubinos se les está reconociendo beneficios económicos como resultado de su unión,
por lo que, el artículo 77 eiusdem, al considerarlas equiparadas al matrimonio, lo lógico es
pensar que sus derechos avanzan hasta alcanzar los patrimoniales del matrimonio,
reconocidos puntualmente en otras leyes.

La Ley que Regula el Subsistema de Pensiones (artículo 69-6) otorga a los concubinos
pensión de sobrevivencia; la Ley del Estatuto sobre el Régimen de Jubilaciones y Pensiones
de los Funcionarios de la Administración Pública Estadal y Municipal, otorga a la
concubina derechos a la pensión de sobrevivencia (artículo 16-3); las Normas de Operación
del Decreto con Rango y Fuerza de Ley de los Préstamos Hipotecarios a Largo Plazo
(artículo 130), así como las Normas d Operación del Decreto con Rango y Fuerza d Ley
que Regula el Subsistema de Viviendas (artículo 34) prevén al concubinato como elegibles
para los préstamos para la obtención de vivienda; la Ley del Seguro Social (artículo 7-a)
otorga a la concubina el derecho a una asistencia médica integral; la Ley Orgánica del
Trabajo (artículo 568) da al concubino el derecho de reclamar las indemnizaciones que
corresponderán a su pareja fallecida, e igual derecho otorga el Estatuto de la Función
Pública (artículo 31).

Se trata de beneficios económicos que surgen del patrimonio de los concubinos: ahorro,
seguro, inversiones del contribuyente (artículo 104 de la Ley de Impuesto sobre la Renta lo
reconoce), etc., y ello, en criterio de la Sala, conduce a que si se va a equiparar el
concubinato al matrimonio, por mandato del artículo 77 constitucional, los efectos
matrimoniales extensibles no pueden limitarse a los puntualmente señalados en las leyes
citadas o en otras normas, sino a todo lo que pueda conformar el patrimonio común, ya que
bastante de ese patrimonio está comprometido por las leyes referidas.

Tal comunidad de bienes, a diferencia del divorcio que exige declaración judicial, finaliza
cuando la unión se rompe, lo cual –excepto por causa de muerte- es una cuestión de hecho
que debe ser alegada y probada por quien pretende la disolución y liquidación de la
comunidad. A juicio de la Sala, y como resultado natural de tal situación, quien demanda la
disolución y liquidación de la comunidad, podrá pedir al juez se dicten las providencias del
artículo 174 del Código Civil, en el supuesto en él contemplado.

Ahora bien, como no existe una acción de separación de cuerpos del concubinato y menos
una de divorcio, por tratarse la ruptura de la unión de una situación de hecho que puede
ocurrir en cualquier momento en forma unilateral, los artículos 191 y 192 del Código Civil
resultan inaplicables, y así se declara; sin embargo, en los procesos tendientes a que se
reconozca el concubinato o la unión estable, se podrán dictar las medidas preventivas
necesarias para la preservación de los hijos y bienes comunes.

Al aparecer el artículo 77 constitucional, surgen cambios profundos en el régimen


concubinario del artículo 767 del Código Civil, ya que existiendo la unión estable o
permanente, no hay necesidad de presumir, legalmente, comunidad alguna, ya que ésta
existe de pleno derecho –si hay bienes- con respecto de lo adquirido, al igual que en el
matrimonio, durante el tiempo que duró la unión y, como comunidad, no es que surte
efectos legales entre ellos dos y entre sus respectivos herederos, o entre uno de ellos y los
herederos del otro, como lo contempla el artículo 767 del Código Civil, sino que, al igual
que los bienes a que se refiere el artículo 168 del Código Civil, los terceros que tengan
acreencias contra la comunidad podrán cobrarse de los bienes comunes, tal como lo pauta
dicha norma.

A ese fin, si la unión estable o el concubinato no ha sido declarada judicialmente, los


terceros pueden tener interés que se reconozca mediante sentencia, para así cobrar sus
acreencias de los bienes comunes. Para ello tendrán que alegar y probar la comunidad,
demandando a ambos concubinos o sus herederos.
No existiendo mecanismos de publicidad que comuniquen la existencia del concubinato, ni
que registren las sentencias que lo declaren, para los terceros con interés en los bienes
comunes, resulta –la mayoría de las veces- imposible conocer previamente la existencia del
concubinato y cuáles son esos bienes comunes; motivo por el cual la Sala considera que
exigir la aplicación del artículo 168 del Código Civil resultaría contrario al principio de que
a nadie puede pedírsele lo imposible, ya que al no conocer la existencia de concubinato, ni
estar los concubinos obligados a declarar tal condición, en las demandas que involucren los
bienes comunes, bastará demandar a aquel que aparezca como dueño de ellos, e igualmente
éste legítimamente podrá incoar las acciones contra los terceros relativos a los bienes
comunes, a menos que la propiedad sobre ellos esté documentada a favor de ambos.

Ahora bien, declarado judicialmente el concubinato, cualquiera de los concubinos, en


defensa de sus intereses, puede incoar la acción prevenida en el artículo 171 del Código
Civil en beneficio de los bienes comunes y obtener la preservación de los mismos mediante
las providencias que decrete el juez.

Resulta importante para esta interpretación, dilucidar si es posible que entre los concubinos
o personas unidas, existe un régimen patrimonial distinto al de la comunidad de bienes, tal
como el previsto en el Código Civil en materia de capitulaciones matrimoniales.

A juicio de esta Sala, ello es imposible, porque la esencia del concubinato o de la unión
estable no viene dada –como en el matrimonio- por un documento que crea el vínculo,
como lo es el acta de matrimonio, sino por la unión permanente (estable) entre el hombre y
la mujer, lo que requiere un transcurso de tiempo (que ponderará el juez), el cual es el que
califica la estabilidad de la unión; y siendo ello así, a priori no puede existir una declaración
registrada de las partes constitutivas de la unión, en el sentido de cómo manejarán los
bienes que se obtengan durante ella.

Igualmente, la Sala tiene que examinar la posibilidad para uno de los miembros de una
unión o concubinato, de la existencia del concubinato putativo, que nace cuando uno de
ellos, de buena fe, desconoce la condición de casado del otro. A juicio de esta Sala, en estos
supuestos funcionará con el concubino de buena fe, las normas sobre el matrimonio
putativo, aplicables a los bienes.
Como resultado de la equiparación reconocida en el artículo 77 constitucional, en cuanto a
los efectos y alcances de la unión estable (concubinato) con el matrimonio, la Sala
interpreta que entre los sujetos que la conforman, que ocupan rangos similares a los de los
cónyuges, existen derechos sucesorales a tenor de lo expresado en el artículo 823 del
Código Civil, siempre que el deceso de uno de ellos ocurra durante la existencia de la
unión. Una vez haya cesado, la situación es igual a la de los cónyuges separados de cuerpos
o divorciados.

Al reconocerse a cada componente de la unión derechos sucesorales con relación al otro, el


sobreviviente o supérstite, al ocupar el puesto de un cónyuge, concurre con los otros
herederos según el orden de suceder señalado en el Código Civil (artículo 824 y 825) en
materia de sucesión ab intestato, conforme al artículo 807 del Código Civil, y habrá que
respetársele su legítima (artículo 883 del Código Civil) si existiere testamento. Igualmente,
las causales de indignidad que haya entre los concubinos, se aplicarán conforme al artículo
810 del Código Civil.

Ahora bien, equiparando a los concubinos o a los unidos a los cónyuges en lo compatible
entre estas figuras y el matrimonio, considera la Sala que mientras exista la unión, cada uno
podrá exigir alimentos al otro partícipe, a menos que carezca de recursos o bienes propios
para suministrarlos, caso en que podrá exigirlos a las personas señaladas en el artículo 285
del Código Civil.

Igualmente, en caso de declaración de ausencia de uno de los miembros de la unión, la otra


podrá obtener una pensión alimentaria conforme al artículo 427 del Código Civil.

En los casos en que se incoen acciones sucesorales o alimentarias, o contra terceros, sin que
existe previamente una declaración judicial de la existencia del concubinato o la unión
estable, la demanda requerirá que se declaren éstas previamente, por lo que en la misma
deberá alegarse y probarse tal condición.

Debido a los efectos y alcances señalados, la sentencia que declare la unión, surtirá los
efectos de las sentencias a que se refiere el ordinal 2° del artículo 507 del Código Civil, el
cual se aplicará en toda su extensión, menos en lo referente a la necesidad de registro de la
sentencia, lo cual no está previsto –y por lo tanto carece de procedimiento- en la Ley.
Esta ausencia de registro y, por tanto, de publicidad, que puede mantener al concubinato
oculto respecto a los terceros, plantea la pregunta de si es nula la venta entre los
concubinos, tal como lo establece el artículo 1481 con respecto a los cónyuges.

A juicio de esta Sala, dados los efectos que se reconocen a la “unión estable”, sería una
fuente de fraude para los acreedores de cualquiera de los concubinos, aceptar que uno
vendiera al otro los bienes comunes documentados a su nombre o poseídos por él y, en
consecuencia, quien demuestre que la venta ha ocurrido entre ellos, puede invocar la
existencia de la unión y tratarlos como bienes comunes o, según los casos, pedir la nulidad
del negocio.

Debe la Sala acotar que el único concubinato que produce efectos equiparables al
matrimonio, es el que se delinea en este fallo; y se hace tal acotamiento porque algunas
leyes denominan concubina a la mujer que vive con un hombre a pesar que éste tiene
impedimento para contraer matrimonio con ella, cuando en realidad tal concubinato es
contrario al artículo 767 del Código Civil y a lo que conceptualiza este fallo.

El mal uso de la palabra concubina, en el sentido inmediatamente indicado, aparece en los


artículos 397 y 399 del Código Penal, y así se declara.

También acota la Sala que diversas leyes vigentes, tales como el Código Orgánico
Tributario (artículo 146-4), la Ley de Empresas de Seguros y Reaseguros (artículos 13-5 y
21), la Ley de Cajas de Ahorro y Fondos de Ahorro (artículos 78-5 y 136), señalan
impedimentos para acceder a cargos para quienes mantengan uniones estables de hecho.
Igualmente, a éstos se refieren los artículos 56 de la Ley del Cuerpo de Investigaciones
Científicas, Penales y Criminalísticas, y 71 de la Ley del Contrato de Seguros.

Ahora bien, como la ley no ha determinado aún quiénes se consideran que viven en unión
estable de hecho, tal mención, en todos los casos, a juicio de esta Sala, debe entenderse en
la actualidad que se aplica por igual a los concubinos, ya que con relación específica a
ellos, existen prohibiciones en el artículo 20 de la Ley de Minas.

Por último, y como resultado de lo interpretado, es que cuando en una relación jurídica
concreta, una de las partes actúa en su condición de concubino, para los efectos de esa
relación la existencia del concubinato queda reconocida por las partes y, en consecuencia,
entre las partes de la relación o el negocio, se reputará que una de ellas se vincula con el
concubinato.

Queda en los términos expuestos, resuelta la interpretación solicitada, y dado el carácter


vinculante de la misma, conforme a lo establecido en el artículo 335 de la Constitución, se
ordena la publicación del presente fallo en la Gaceta Oficial de la República, sin perjuicio
que desde que entró en vigencia la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
los derechos de los concubinos han quedado reconocidos constitucionalmente. Así se
decide.

Igualmente, la interpretación que se hace en este fallo es sin perjuicio de los derechos de los
pueblos y comunidades indígenas, en cuanto a su organización social, usos y costumbres,
reconocidos en el artículo 119 constitucional.

DECISIÓN

Por las razones que anteceden esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,
administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara
RESUELTA la solicitud de interpretación del artículo 77 de la Constitución en los términos
expresados en la parte motiva del presente fallo.

Dado el carácter vinculante de la misma, se ordena la publicación del presente fallo en la


Gaceta Oficial de la República, y es a partir de dicha publicación que este fallo comenzará
a surtir efectos.

Publíquese y regístrese. Cúmplase lo ordenado. Archívese el expediente.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Audiencias de la Sala Constitucional del Tribunal


Supremo de Justicia, en Caracas, a los 15 días del mes de julio de dos mil cinco (2005).
Años: 195 ° de la Independencia y 146° de la Federación.

La Presidenta de la Sala,
Luisa Estella Morales Lamuño

El Vicepresidente-Ponente,

Jesús Eduardo Cabrera Romero

Los Magistrados,

Pedro Rafael Rondón Haaz

Luis Velázquez Alvaray


Francisco Carrasquero López

Marcos Tulio Dugarte Padrón

Arcadio Delgado Rosales

El Secretario,

José Leonardo Requena Cabello

04-3301

JECR/
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/junio/188624-RC.000405-29616-2016-16-
098.HTML

Sala: de Casación Social

Tipo De Recurso: Casación


Sentencia N° 438 Fecha: 29-05-2017

Caso: Partición de mutuo acuerdo interpuesta por DEISY LLANIRE RODRÍGUEZ


MERCADO y RONDER JAMES MUÑOZ SOSA

Decisión: Se declara con lugar el recurso de casación contra la sentencia dictada el 26 de


enero de 2015, por el Juzgado Superior de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la
Circunscripción Judicial del estado Aragua y se homologa el acuerdo de partición.

Extracto:

“No obstante, la entrada en vigor de la Ley Orgánica de Registro Civil publicada en la


Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N° 39.264 en fecha 15 de
septiembre de 2009, cuya vigencia comenzó el 15 de marzo de 2010, supuso la posibilidad
de registrar las uniones estables de hecho, así como su disolución, satisfaciendo en parte los
supuestos que pueden ocurrir, como es, la voluntaria manifestación de los interesados de la
iniciación y finalización de la unión estable, que deben realizar ante la autoridad
competente, por tanto, no obsta para que en otros casos deba recurrirse a la vía judicial.

La mencionada Ley Orgánica de Registro Civil, reguló un procedimiento administrativo


para los casos en los cuales las personas que decidan tener una unión estable lo hagan
cumpliendo con los requisitos de ley para que tenga plenos efectos, y como se indicó
anteriormente, no se opone a que existan casos distintos por la misma naturaleza de la
institución. En dicha Ley se estableció las formas de registrar la unión estable de hecho, de
la siguiente manera:
Artículo 117. Las uniones estables de hecho se registrarán en virtud de:

Manifestación de voluntad.

Documento auténtico o público.

Decisión judicial.

Artículo 118. La libre manifestación de voluntad efectuada entre un hombre y una mujer,
declarada de manera conjunta, de mantener una unión estable de hecho, conforme a los
requisitos establecidos en la ley, se registrará en el libro correspondiente, adquiriendo a
partir de este momento plenos efectos jurídicos, sin menoscabo del reconocimiento de
cualquier derecho anterior al registro.

Artículo 119. Toda decisión judicial definitivamente firme que declare o reconozca la
existencia de una unión estable de hecho, será insertada en el Registro Civil. Los jueces y
las juezas de la República Bolivariana de Venezuela deben remitir copia certificada de la
decisión judicial definitivamente firme a las oficinas municipales de Registro Civil, para su
inserción en el libro correspondiente.

Artículo 122. Se registrará la declaratoria de disolución de las uniones estables de hecho, en


los siguientes casos:

Manifestación de voluntad efectuada unilateral o conjuntamente por las personas unidas de


hecho ante el Registro Civil.

Decisión judicial.

La muerte de una de las personas unidas de hecho, por declaratoria del sobreviviente.
En los casos de disolución unilateral de las uniones estables de hecho, el registrador o la
registradora civil deberá notificar a la otra persona unida de hecho, de conformidad con la
ley.

Tal como se desprende de las normas jurídicas anteriormente transcritas, se incorpora, que
además de la decisión judicial declarativa de existencia de unión estable de hecho, las
partes pueden registrar éstas uniones así como su disolución, con la simple manifestación
de voluntad efectuada entre un hombre y una mujer declarada de manera conjunta ante el
Registrador Civil, adquiriendo a partir de este momento plenos efectos jurídicos, sin
menoscabo del reconocimiento de cualquier derecho anterior al registro.”

Comentario de Acceso a la Justicia: La Sala fija criterio acerca del registro de las uniones
estables de hecho y establece la diferencia entre la declaración voluntaria y la judicial y el
registro de la disolución del vínculo.
Unión Estable De Hecho Jurisprudencia TSJ 2016

CONCUBINATO MARCH 20, 2016


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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

EN SU NOMBRE

JUZGADO TERCERO DE PRIMERA INSTANCIA EN LO CIVIL, MERCANTIL Y


DEL TRANSITO DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO YARACUY

San Felipe, 11 de febrero de 2009

Años: 198° y 149°

Expediente N° 5686

PARTE ACTORA : YOVIRKA MILENA HERNANDEZ ALVARADO, Venezolana,


mayor de edad, titular de la Cédula de la cédula de Identidad Nro. 17.469.678, domiciliada
en Chivacoa, Municipio Bruzual del Estado Yaracuy.

ABOGADA ASISTENTE

PARTE ACTORA : YARIANA SUAREZ, Inpreabogado No. 96.761


PARTE DEMANDADA : EDIXON ALEXANDER OROPEZA, venezolano, mayor de
edad, titular de la Cédula de Identidad N° 15.768.928, domiciliado en la avenida Los
Leones, calle 04, sector Monte Oscuro, Chivacoa, Municipio Bruzual del Estado Yaracuy.

MOTIVO

: LIQUIDACION Y PARTICION DE BIENES DE LA UNION ESTABLE DE HECHO O


CONCUBINARIA.

Vista la anterior demanda, recibida en este Tribunal por distribución en fecha 06 de febrero
de 2009, suscrita y presentada por la ciudadana YOVIRKA MILENA HERNANDEZ
ALVARADO, Venezolana, mayor de edad, titular de la Cédula de la cédula de Identidad
Nro. 17.469.678, debidamente asistida por la abogada YARIANA SUAREZ, Inpreabogado
No. 96.761, contra el ciudadano EDIXON ALEXANDER OROPEZA, venezolano, mayor
de edad, titular de la Cédula de Identidad N° 15.768.928, en virtud de la misma, el Tribunal
observa:

En el escrito libelar la solicitante manifiesta que desde el mes de agosto de 2004, se unieron
de manera estable y de hecho en concubinato los ciudadanos Yovirka Hernández y Edixon
Oropeza ya identificados. Durante la referida unión de hecho procrearon un hijo de nombre
ALEXANDER JOSSUE OROPEZA HERNANDEZ que en la actualidad cuenta con dos
años y ocho meses de edad; que adquirieron el siguiente bien inmueble una parcela de
terreno propio y la casa sobre ella construida distinguida con el N° town house 12, Numeral
catastral 120-23-01-010212, ubicada en el conjunto residencial San Fernando, avenida
Sorte, Chivacoa Municipio Bruzual del Estado Yaracuy, siendo sus linderos los siguientes
NORTE: Con 19,30 mts con parcela N° 11; SUR: Con 19,30mts Con parcela 13; ESTE:
Con 7,00mts con terrenos municipales; y OESTE: Con 7,00 mts con calle interna, además
le corresponde 2,10% de parcelación sobre la superficie total del terreno, en el mismo
documento de adquisición protocolizado por ante la oficina de Registro Inmobiliario del
Municipio Bruzual del Estado Yaracuy, bajo el N° 7, Folios 38 al 46, Protocolo Primero,
Tomo Tercero, Cuarto Trimestre del año 2008.

A TALES EFECTOS, ESTE TRIBUNAL OBSERVA:

Dispone el Artículo 77 del texto constitucional, lo siguiente:

“Se protege el matrimonio entre un hombre y una mujer, el cual se funda en el libre
consentimiento y en la igualdad absoluta de los derechos y deberes de los cónyuges. Las
uniones estables de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos
establecidos en la ley producirán los mismos efectos del matrimonio”

Concatenado con el artículo transcrito, tenemos el artículo 767 del Código Civil, que señala
lo siguientes:

“Se presume la comunidad, salvo prueba en contrario, en aquellos casos de unión no


matrimonial, cuando la mujer o el hombre en su caso, demuestre que ha vivido
permanentemente en tal estado aunque los bienes cuya comunidad se quiere establecer
aparezcan a nombre de uno solo de ellos. Tal presunción sólo surte efectos legales entre
ellos dos y entre sus respectivos herederos y también entre uno de ellos y los herederos del
otro. Lo dispuesto en este artículo no se aplica si uno de ellos esta casado.”

Asimismo, la Jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia en sentencia de la Sala


Constitucional de fecha 15 de Julio de 2005, Expediente N° 04-3301, la cual es de carácter
vinculante para los Tribunales de la República, establece:

“…En primer lugar considera la Sala que, para reclamar los posibles efectos civiles del
matrimonio, es necesario que la “unión estable” haya sido declarada conforme a la Ley, por
lo que se requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca…”
“…En la actualidad es necesaria una declaración judicial de la unión estable o del
concubinato; dictada en un proceso con ese fin; la cual contenga la duración del mismo…
… por lo que la sentencia declarativa del concubinato debe señalar la fecha de su inicio y
de su fin, si fuera el caso; y reconocer, igualmente, la duración de la unión, cuando ella se
ha roto y luego se reconstituido, computando para la determinación final, el tiempo
transcurrido desde la fecha de su inicio…”

“…Ahora bien, el matrimonio – por su carácter formal – es una institución que nace y se
prueba de manera distinta al concubinato o a cualquier otra unión estable, y por ello estas
ultimas no pueden equipararse íntegramente al matrimonio, y por tanto, no puede
pretenderse que, automáticamente, todos los efectos del matrimonio se apliquen a las
“uniones estables”…

Explanado todo lo anterior, esta Juzgadora se acoge al criterio de la Sala Constitucional,


estableciendo que es necesario probar la existencia de la unión estable de hecho o
concubinaria, que en definitiva es la que genera efectos patrimoniales, pues tal comunidad
admite prueba en contrario, o sea, es una presunción juris tantum; dicha presunción debe
probarse mediante una gama de pruebas muy extensas, circunstancia esta ratificada por la
jurisprudencia.

Ahora bien, de la revisión del libelo de la demanda y sus anexos, no se desprende que esté
suficientemente probada por sentencia definitivamente firme para tales efectos, la
existencia de la unión estable de hecho o concubinaria, por tal motivo debe esta juzgadora
no admitir la presente liquidación y partición de bienes pertenecientes a la unión estable de
hecho o concubinaria y así se declara.

Por todo lo anteriormente expuesto, este Tribunal Tercero de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, Administrando
Justicia en Nombre de la República Bolivariana de Venezuela y por Autoridad de la Ley,
DECLARA LA NO ADMISIÓN DE LA PRESENTE DEMANDA DE LIQUIDACION Y
PARTICIÓN DE BIENES DE LA UNION ESTABLE DE HECHO O CONCUBINARIA,
por no estar probada en sentencia definitivamente firme la existencia de dicha unión. Y ASI
SE DECIDE.

PUBLIQUESE, REGISTRESE Y DEJESE COPIA CERTIFICADA.

Dado, firmado y sellado en la Sala de Despacho de este Juzgado Tercero de Primera


Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado
Yaracuy. En San Felipe, a los once (11) días del Mes de febrero de 2009. Años: 198° y
149°.

La Jueza,

Abog. WENDY C. YÁNEZ RODRÍGUEZ

La Secretaria Temporal,

Abg° INES M. MARTINEZ

En esta misma fecha y siendo las 11:15 a.m., se publicó y registró la anterior decisión.

La Secretaria Temporal,

Abg° INES M. MARTINEZ


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Para partir, separar o dividir los bienes es necesaria la declaración y partición de unión
concubinaria abogado en Caracas previa por un tribunal mediante sentencia definitiva y
firme de la unión estable de hecho o concubinato. Impera la prohibición absoluta para los
jueces de declarar Con Lugar demandas de partición de comunidades concubinarias cuando
no conste una sentencia de fecha anterior que haya declarado el concubinato. Son dos
situaciones distintas, una es la declaración judicial de la existencia de la relación
concubinaria, y otra, la subsiguiente disolución, liquidación y partición de los bienes que la
integran; la segunda supone la existencia de la primera.
Para partir, separar o dividir los bienes es necesaria la declaración y partición de unión
concubinaria abogado en Caracas previa por un tribunal

Para poder asegurar la declaración y partición de unión concubinaria abogado en Caracas.


El artículo 117 de la Ley Orgánica de Registro Civil (LRC) dispone: «Las uniones estables
de hecho se registrarán en virtud de: 1. Manifestación de voluntad. 2. Documento auténtico
o público. 3. Decisión judicial». De la norma transcrita se evidencia que la ley faculta a los
tribunales para que decidan sobre la existencia de las uniones estables de hecho, al estipular
que las relaciones concubinarias se registrarán en virtud de una decisión judicial (numeral
3º). De manera que sí es competencia de los tribunales reconocer la existencia del
concubinato; no es competencia exclusiva de los registros o notarías públicas. En apoyo de
lo anterior consta el artículo 119 LRC: «Toda decisión judicial definitivamente firme que
declare o reconozca la existencia de una unión estable de hecho, será inserta en el Registro
Civil…».

En nuestra condición de abogados litigantes en Venezuela patrocinamos ante el tribunal a


los ciudadanos firmantes de un acuerdo donde reconocieron la relación concubinaria que
mantuvieron por años. Narran que por estar terminada a la fecha esa unión, demandan la
disolución y partición de la comunidad concubinaria. Piden al juez que apruebe u
homologue el acuerdo en una misma sentencia, que reconozca el concubinato, la disolución
y ordene la división de los bienes. Todo en atención a la expresa voluntad de los
concubinos interesados.

La ley especial prevé que el Tribunal de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes puede
aprobar acuerdos de uniones estables de hecho, cuando haya menores, siendo esa la
situación que nos ocupa, por lo que el juzgado dictaminó el Reconocimiento del
Concubinato habido entre los solicitantes, aprobó la disolución y ordenó declaración y
partición de unión concubinaria abogado en Caracas de los bienes adquiridos, esto, en la
misma sentencia. Significa que la sentencia abrazó los tres pedimentos: declarar la
existencia del concubinato, la disolución y partición de los bienes de la comunidad.

Definición de liquidación. La liquidación es la acción y el resultado de liquidar, que


significa, entre otras cosas, concretar el pago total de una cuenta, ajustar un cálculo o
finalizar un cierto estado de algo.

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