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Agotamiento de la Modernidad

El debate “Modernidad- Postmodernidad” se puede entender como la controversia de


un periodo que está en un proceso de mutación y cambios en el mundo, tanto en
ideologías políticas y religiosas, argumentos científicos, criticas filosófica, estéticas y
culturales, nuevos enfoques psicológicos y sociológicos, y nuevas formas de
expresiones artísticas, en resumen, se define como “un periodo en proceso de mutación,
cambios en el mundo y la vida cotidiana”. Este lapso trajo consigo la llamada “Crisis de
la Modernidad”, que según Nicolas Casullo “El sentimiento de la modernidad como
crisis hoy no se interiorizaría sólo en individualidades atormentadas, sino que aparece
como un creciente y generalizado espíritu de época” (El Debate de la Modernidad-
Postmodernidad, 1989), generalmente se admite que la modernidad siempre ha estado
en crisis, el caso es que gracias a la interrupción del pensamiento Postmoderno llego a
su punto culminante; mientras la modernidad creía en la razón, la verdad, la objetividad,
en la explicación definitiva y la idea de progreso universal, la postmodernidad con su
desconfianza y escepticismo, puso en duda aquellos proyectos emancipatorios que
traían consigo la modernidad, por la falta de confianza en la capacidad de razón para
guiarlo.

La transición hacia la postmodernidad, según G. Vattimo, empieza con el lema “Dios


ha muerto” (Mas Allá del Bien y del Mal, Friedrich Nietzsche 1886), siguiendo con “La
Muerte del Hombre” (Las Palabras y Las Cosas, Michel Foucault 1966) y “La Muerte
de la Filosofía” (La Condición Postmoderna, Jean-François Lyotard, 19). Otros otorgan
ese paso a Friedrich Hegel, y también a la caída del Muro de Berlín. Esto planteo un
giro de esa objetividad, alegando que nada es totalmente objetivable. La verdad ya no es
real y como propusieron, desde diferentes enfoques, Nietzsche, Freud, Berson, Ortega
entre otros, la realidad no es fija cognoscible y objetivable sino más bien es un
constructo por segmentos. Esta conformación han sido los iniciadores de la
postmodernidad definida y delimitada, entre muchos otros como Habermas o
Baudraillard; abarcando un rechazo de lo moderno, infundiendo nuevos valores
estéticos, culturales, sociales y económicos.

Al estar situada en un universo tecnológico, la postmodernidad agrego, al concepto


tradicional de conocimiento, el procesamiento de información electrónica e información
mundial. Todo ello encontrándose en un espacio totalmente de conocimiento artificial,
significando así un nuevo paradigma en el área de ciencias socioeconómicas.
La Razón Única Deviene Fragmentada, Cansada y Escéptica.

A la modernidad contesta la posmodernidad. Existen dos corrientes distintas que


abordan la posmodernidad: la teoría de que el proyecto moderno ha acabado y que la
razón no es bandera de nada puesto que no tiene sentido y el proyecto iluminista no
sirve, y la teoría de que la posmodernidad ha de exceder los problemas planteados en la
modernidad, no fragmentar con esta, y arreglarla para que funcione: la posmodernidad
como una especie de proyecto continuador de la modernidad, en la que todavía estamos
inscritos.

El amparo de la posmodernidad nos lleva a admitir, al menos, dos presupuestos de


partida: el rompimiento con la razón y la negación de los grandes metarrelatos
unificadores, a conocer, las grandes narraciones que pretenden dar a entender y
demostrar ciertas creencias compartidas; siendo estos la religión, la filosofía y la
ciencia. Estos, hasta el presente, han sido los grandes relatos totalizadores que servían
como pretexto a la razón. Lyotard (1924-1998) en su obra La condición posmoderna
presenta los metarrelatos como ideas caducas de la ilustración, y la modernidad se
destruye bajo la perseverante pregunta del “¿para qué?”. Ya no busca la verdad o la
razón, busca el sentido.

En la posmodernidad la razón deja de ser el factor humano por excelencia y su lugar


lo ocupa el deseo.

El deseo es la fuerza que determinará nuestras conductas y decisiones en una


búsqueda de satisfacción inmediata, en post del objetivo central de la vida en la
posmodernidad. El objetivo de alcanzar el placer mientras la modernidad se ocupó de
culpabilizar y bloquear al deseo privilegiando la razón, la vida posmoderna se convierte
en una sucesión infinita de deseos y satisfacciones que se van encadenando sin cesar y
sin pausa. Deseamos y buscamos la satisfacción, para que una vez lograda esa
satisfacción volviera a desear y perseguir otra satisfacción. De este modo la vida se va
acelerando, los tiempos de espera se eliminan y la búsqueda de placer se vuelve una
cuestión urgente, una urgencia que se resolverá esencialmente mediante un
procedimiento en nuestro tiempo. Ese procedimiento que resuelve la urgencia es el
consumo, pero no se trata de cualquier consumo, sino un consumo en grado híper.

Eagleton (1998), que exploró las primicias, las ambivalencias, las historias, los
sujetos, las falacias y las contradicciones del posmodernismo, señala que el término
posmodernidad alude a un periodo histórico específico, que cuestiona las nociones
clásicas de la verdad, de la razón, de la identidad y de la objetividad, de la idea de
progreso o de emancipación universal, de los sistemas únicos, de las grandes narrativas
y de los fundamentos definitivos de explicación.
Racionalidad Hermenéutica- Interpretativa

La hermenéutica, también conocida como el arte o teoría de explicar, interpretar o


traducir textos, especialmente escrituras sagradas, textos filosóficos y artísticos para
fijar su verdadero sentido, según se señala en (Diccionario Hispánico Universal, 1961)
es un término afín al latín “sermo”, que indica la eficacia de la expresión lingüística.
Podemos identificar la interpretación como la compresión de un texto en el cual el
sentido no sea evidente a primera vista, y aparte, que sea un problema asentado por la
distancia ya sea historia o lingüística; por lo tanto el hermeneuta es quien se encargara
de interpretar y ayudar a que su compresión sea posible para el público, evitando
cualquier malentendido.

Para el hermeneuta la interpretación debe ser una actividad constante, siendo


enriquecida mediante el estudio y lectura de manera regular. Es necesario tener
conocimiento del tema de la obra que se va a interpretar, así como las expectativas y
emociones del intérprete, pues cada uno tiene habilidades distintas, su propio horizonte,
cultura social, conocimientos previos, control lingüístico, actitudes y esquemas
conceptuales, siendo también una variable la situación que se viva en el momento de la
interpretación, puesto que desde la perspectiva que tenga abordara el texto.

El hermeneuta debe lograr reconocer el sentido, las referencias, que se originan en


una situación concreta (contexto extralingüístico, circunstancias y propósitos) y se
insertan en un entorno determinado, con objetivos, interlocutores y referencia constantes
del mundo. Debe distinguir en un texto los numerosos niveles que este posea
(fonemáticos, sintácticas, semánticos, ideológicos, narrativos, culturales), serán
identificables según y acorde a los códigos que se utilicen en su decodificación y
garantizan el significado del mensaje.

Sin embargo el lenguaje, y en especial el lenguaje científico tienen la característica


peculiar de transformar su objeto de conocimiento, por ello es mejor aclarar los
términos, pues la hermenéutica es desarrolla con textos que pueden permitir diferentes
significados, por lo que el lector trataría de comprender su significado esencial.

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