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Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia; porque su

ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus frutos más que el oro fino. Más preciosa es
que la piedras preciosas; y todo lo que puede desear, no se puede comparar a ella. Da pues a
tu sierva un corazón sabio y entendido.

“Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; y todo cuánto se pueda desear, no es
de compararse con ella” (Proverbios 8:11)

Al necio no le complace el discernimiento: tan sólo hace alarde de su propia opinión.


Proverbios 18:2

El temor del Señor es corrección y sabiduría; la humildad precede a la honra.

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