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EL CINE COMO ARTE

Se debe definir qué es el arte, y aquí surge el primer problema, pues desde los griegos como
Platón y Aristóteles se han estudiado este fenómeno y se han dado diferentes acepciones de la
palabra. Platón, en su República, asegura que el arte es una apariencia respecto a la realidad, y él
mismo sostenía que los buenos poetas hacían sus obras conociendo a fondo su tema a tratar, de lo
contrario, eran simples imitadores.

Por su parte, Aristóteles trató el arte como una representación imitativa con varios elementos de
la realidad: a través de colores, la voz, rimas y demás componentes se encarnaba el día a día de
ciertos pasajes humanos.

Ante lo anterior, podemos afirmar que un buen cineasta, o por lo menos aquel que se jacte de
hacer arte, conoce las formas, métodos e instrumentos necesarios para realizar filmes, como en el
caso de las diversas expresiones artísticas que cuentan con su respectivo conjunto de técnicas y
reglas: en la pintura hay métodos al óleo, reglas de composición, conocimientos de geometría; en
la escultura, estudios de anatomía, cinceles; etc.

El cine, al ser el arte más novedoso, tomó reglas y preceptos de otras disciplinas: elementos de
composición de la pintura y arquitectura, historias de la literatura, etc. Tales elementos
demuestran lo dicho por Aristóteles, pues se usan herramientas y compendios para nutrir al cine
en su necesidad de expresar.

Retomando el idealismo platónico, sabemos que la ficción en el cine es representada con alegorías
y símbolos a la realidad. Un ejemplo muy claro son las películas de Kubrick, en las cuales hay
introspecciones y reflexiones que rozan la filosofía, transmitidas de manera muy armoniosa con
imágenes.

Al recurrir a Immanuel Kant, quien refuerza la idea de que el arte debe ser una representación
producto del trabajo humano, resulta necesario que las historias del séptimo arte tengan de fondo
un mensaje, el cual se pueda hallar a través de la reflexión y la interpretación.

Kant también trata la belleza, cualidad de toda arte. El filósofo europeo define (a grandes rasgos)
la belleza, como aquello que produce placer, proveniente de dos orígenes: de las sensaciones (arte
agradable) o de la reflexión (arte bello). El cine provoca ambas. La primera es evidente cuando se
analiza la dirección de arte de las películas: uno disfruta los paisajes del Señor de los Anillos o el
interior del teatro en el Fantasma de la Ópera; quedamos impactados con la tenebrosidad de un
campo de concentración en la Lista de Schindler o morimos de ganas por visitar un planeta como
el de Avatar.

En cuanto al arte bello, está presente en la intención del equipo que realiza la película al momento
de conjuntar los elementos necesarios para hacer un trabajo reflexivo y digno de apreciarse. Esta
cualidad es perceptible para aquellas personas que están conscientes de las valorizaciones
necesarias para determinar lo bueno o malo de un filme.

Por otra parte, el húngaro Georg Lukacs, estudia al arte desde la literatura, como una estructura
coherente de principio a fin ─con conexiones sólidas entre la historia, los personajes y los
elementos que encierran a la obra, que al final revelarán el mensaje implícito de la misma─, que
representa la realidad con un fin diferente al de la ciencia, es decir, contar la realidad a través de
una imagen y no explicarla en relaciones de causa y efecto.

Este aspecto tratado por Lukacs es visible en los guionistas, pues utilizan metodologías que dan
orden y lógica. Hablamos desde la estructura más simple (introducción, desarrollo y conclusión)
hasta las necesidades dramáticas de los personajes, análisis actanciales, puntos climáticos,
intermedios, entre otras herramientas.

Cuando surgió el cine en 1895, los hermanos Lumiere no hicieron un estudio minucioso de las
artes ya existentes para generar un lenguaje cinematográfico que diera a los filmes el estatus de
artístico. Conforme el cinematógrafo se fue expandiendo por el mundo, Méliès, los ingleses, rusos,
franceses, italianos y norteamericanos hicieron del cine lo que ahora es, dándole la categoría de
arte, distinguiéndose así del teatro, “su familiar más cercano”.

Según Béla Balàzs, el surgimiento del nuevo arte se da por la variación del tamaño de una escena
con relación al teatro, ya que la perspectiva del espectador cambia (lo que antes presenciaba con
sus ojos, ahora lo atestigua a través de una cámara) y las imágenes aisladas (cuadros) son dotadas
de lógica y sentido gracias al montaje. De igual forma, existen más elementos del lenguaje
cinematográfico como la profundidad de campo, los encuadres, movimientos de cámara y planos.

También como en la pintura o literatura, existen movimientos artísticos en el cine, por ejemplo, el
Impresionismo francés son sus vanguardias, el Expresionismo alemán, el Dogma 95, etcétera.

En conclusión, el cine es un arte debido a que es una producción humana que se vale de diversos
elementos para hacer representaciones de la realidad a través de símbolos que despiertan una
satisfacción en el espectador, y que a través del tiempo, ha perfeccionado su lenguaje para la
mejora de sus causa.

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