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Lectura. Moda
Lectura. Moda
En la necesidad de vestirse el hombre Prehistórico se dio cuenta que los animales no sólo le
servían para cazarlos, matarlos y poder alimentarse, también podía aprovechar su piel para
cubrirse, por lo que empezó a utilizarlos.
Pero se dio cuenta que la piel del animal que le cubría los hombros le estorbaba en algunos
movimientos y dejaba parte del cuerpo al descubierto. Por tanto, se hacía necesario darle una
forma a las pieles para que se adaptaran al cuerpo. El segundo problema era en que las pieles
de los animales, al secarse se endurecen y se vuelven intratables, por lo que había que
encontrar algún método para hacerlas flexibles y suaves. El procedimiento más sencillo era
una laboriosa masticación. Las mujeres esquimales tenían como labor el mascar las pieles que
sus maridos traían de la caza de los animales. Otro método que se usaba consistía en
humedecer y golpear la piel con un mazo en varias ocasiones, quitando así los residuos de
tejido que pudieran quedar pegados a la piel, pero había un problema más, si las pieles se
mojaban, había que repetir todo el proceso de nuevo. Poco tiempo después, se descubrió que
al frotar aceite o grasa en la piel ésta se mantenía flexible durante más tiempo, si esperaban
hasta que el aceite se secaba, lo cual ayudó mucho en el tratamiento y en la conservación.
Tiempo después se descubrieron los tintes y la forma de aplicarlos. En la corteza de ciertos
árboles, como son el sauce y del roble, contienen ácido tánico, éste se obtenía de la
maceración en agua de la corteza y sumergían la piel, durante un tiempo a esta solución. Las
pieles, gracias al agua, se hacen más flexibles e impermeables.
Los primeros vestidos hechos por el hombre fueron con las pieles ya preparadas, porque las
podían cortar y dar forma; llegando así a uno de los grandes avances tecnológicos de la historia
del vestido, tan importante como la invención de la rueda o el descubrimiento del fuego: la
invención de la aguja con ojo para poder ensartar el hilo, cortar las pieles y darles la forma
necesaria para su uso.
Se han encontrado agujas hechas de marfil en diferentes cuevas paleolíticas, elaboradas con
marfil de mamut, colmillos de foca y huesos de renos, con más de 40,000 años de antigüedad.
El gran avance permitió coser las pieles unas con otras y adecuarlas a la morfología del cuerpo.
Es posible que el proceso del afieltrado, es decir la fabricación del fieltro, fuera el primer paso
en la elaboración de las telas. El proceso se desarrolla en Asia Central y consiste en peinar la
lana o el pelo, luego se humedece y a continuación se coloca en hileras sobre una esterilla
que se enrolla de forma muy tensa; después se golpea con un palo. Así, las hebras de pelo de
lana se unen y el fieltro resultante es flexible, caliente y mucho más duradero; además se
puede coser y cortar para hacer alfombras, trajes, mantas y tiendas y tenían muchos más usos.
También fueron importantes en la fabricación del vestido las fibras vegetales, que se
aprovechaban de la corteza de los árboles como la higuera o la morera. Ésta se fabricaba a
partir de tiras con la corteza y luego se ponían en agua. Se colocaban en tres capas sobre una
piedra lisa poniendo la central a contraveta, en ángulo recto con respecto a las otras dos. Se
golpeaban con un mazo fuerte hasta que se juntaban unas con las otras. Después, el tejido
que provenía de fibras naturales, se trataba con aceite o se pintaba para hacerlo más duradero
y poder usarlo. De esta forma también se elaboraba el papiro y sobre el material se escribía,
de una forma rudimentaria. Proceso que puede considerarse como un punto intermedio entre
el a fieltrado y la tejeduría. Se usaba también el cáñamo, el lino, o el algodón. Sin embargo,
las fibras se cultivaban y, por tanto, apenas las utilizaron los pueblos nómadas en estado de
pastoreo, para que se tuviera el tiempo de cosecharlas y poderlas hilar. Las tribus también
tenían ovejas y la lana se empleaba ya en el Neolítico. Los animales más útiles fueron la llama,
la alpaca y la vicuña, de los cuales también se obtiene fibra para la fabricación de vestidos y
así cubrirse del frio.
A principios de 1800, la ropa se hacía completamente a mano, las familias cosían los
pantalones, camisas, zapatos y vestidos con una aguja e hilo. Pero en 1846, Elias Howe lo
cambió todo, se le ocurrió otra manera de hacer ropa, patentó la primera máquina de coser
práctica. La máquina de coser sobre la base de su invención original hizo posible la
producción masiva de ropa en una escala mucho más grande de lo que había sido posible. A
principios de 1800, la mayoría de la gente no tenía el dinero para gastarse en ropa, por no
hablar de una muy pequeña selección de tiendas donde comprar ropa. En ese momento todo
se realizaba a mano. Las familias cosían los pantalones, camisas, zapatos y vestidos con una
aguja e hilo. Sin embargo, Elias Howe lo cambió todo, se le ocurrió otra manera de hacer ropa
y patentó la primera máquina de coser práctica en 1846.
En 1846, la idea de una máquina de coser no era nada nuevo. La primera patente para una
máquina se había concedido en Inglaterra en 1755, en Austria en 1819, en los EE.UU. en 1826
y Francia en 1830 Las primeras máquinas de coser fueron diseñados para aplicaciones
industriales. En 1755, el inventor estadounidense Charles T. Wiesenthal, diseñó y patentó
una aguja de doble punta para eliminar la necesidad de girar la aguja un poco con cada
puntada. Henry Lye, de Filadelfia, obtuvo una patente de marzo en 1826, para una invención
para coser cuero, pero no se ha encontrado ningún registro exacto para saber con certeza los
inicios de las máquinas de coser.
ACTIVIDAD: Preguntas elaboradas por el docente lector para debatir con los estudiantes.
La historia de la moda comienza con la aparición del Homo sapiens, que en principio se cubrió
de pieles de los animales que cazaba. En el neolítico el ser humano sabe ya hilar y tejer, pero
las ropas que utiliza son trozos de pequeñas dimensiones, que no se adaptan al cuerpo,
aunque aparecen ya los primeros dibujos ornamentales, en forma de cenefas. En Egipto ya se
dan vestigios de prendas muy elaboradas, siendo el lino su principal materia para confeccionar
telas. La base de su indumentaria era el shenti, una pieza de lino que envolvía las caderas,
sujeta con un cinturón. Durante el Imperio Nuevo apareció el calasiris, una túnica ceñida al
cuerpo, considerada de lujo. La principal prenda femenina era la blusa, una túnica larga y
ceñida de distinto color según la posición social: blanca para las campesinas, rojo o azafrán
para rangos más elevados. En Mesopotamia, la otra gran civilización del Próximo Oriente,
los sumerios solían vestir con largos mantones de lana, de tipo falda, adornados con franjas
de vivos colores y con pliegues y largos mechones de tela. Los asirios usaban túnicas de lana,
cuya largura dependía de la clase social, hasta las rodillas el pueblo llano, hasta los pies las
clases dirigentes. Los persas usaban prendas de vivo colorido, destacando el púrpura y el
amarillo, y adornados con dibujos de colores, generalmente círculos, estrellas y flores, de color
azul, blanco o amarillo.
En Grecia se usaba el lino, la lana y el algodón, y más tarde la seda —proveniente de Oriente—
, con prendas de piezas rectangulares ribeteadas por los cuatro lados, sin costura ni dobladillo,
acompañadas de fíbulas y cinturones. El vestido más antiguo era la exomis, una tela
rectangular sujeta al hombro izquierdo, anudada bajo el brazo derecho y ceñida por un
cinturón. Los campesinos llevaban pieles curtidas o vestidos gruesos de lana, con un gorro
de cuero llamado kyné. Las clases más favorecidas portaban vestidos de lino o lana fina,
llamados quitón, cubiertos por un manto denominado himatión. Las mujeres llevaban una
túnica larga llamada peplo, y también usaban himatión, plegado de otra forma.
Edad Media
Los pueblos germánicos que acabaron con el Imperio Romano introdujeron la práctica de
coser la ropa, y usaban prendas de lana, generalmente una túnica corta de mangas largas,
unos calzones largos o pantalones —que adoptaron los soldados romanos tras la conquista
de la Galia— y un sayo sobre los hombros. En la Edad Media el material más utilizado fue la
lana, siendo muy apreciados los paños de Frisia; el lino fino —llamado cainsil— se usaba para
camisas y calzas. Por lo general, el hombre llevaba dos túnicas: una fina de hilo a modo de
camisa, llamada brial, y otra de lana más larga, de mangas estrechas y ceñida con un cinturón
de cuero; además, llevaba calzones y una capa. La mujer también llevaba dos túnicas,
la camisia, interior de mangas estrechas, y la estola, larga hasta los pies y de mangas anchas;
encima podían llevar una capa, un manto o una clámide, y era común el uso de un velo que
cubría la cabeza. En el Medievo también fue corriente el uso de guantes, de hilo para el verano
y de piel para el invierno. Desde el siglo XII aumentó el uso de la seda, así como del algodón,
que tenía su principal centro de producción en Italia. En el siglo XIII apareció
el vellux (terciopelo), y aumentó la elaboración de peletería. En el siglo XIV se acortaron los
calzones, que pasan a llamarse calzas altas, y sobre la camisa se llevaba un jubón, prenda
ajustada al cuerpo que cubría desde los hombros hasta la cintura. 4
Edad Moderna
En el Renacimiento surgió el concepto de moda tal como lo entendemos hoy día,
introduciéndose nuevos géneros y adquiriendo la costura un alto grado de profesionalización.
En la Italia renacentista aparecieron los trajes más ricos y espectaculares de la historia, de
vivos colores y formas imaginativas y originales, otorgando gran relevancia a las mangas, a
los pliegues y a las caídas de tela de forma vertical, con finos bordados y rica pasamanería.
En el siglo XVI el calzón corto era a modo de bombacho, y continuó usándose el jubón, junto
a capas de diverso tipo y adornos como la gorguera, tela de encajes fruncidos que cubría el
cuello. En el atuendo femenino apareció el corsé, que ceñía la cintura, sobre una falda en
forma de campana llamada crinolina, hecha de tela y crin de caballo, y reforzada con aros
metálicos. En el siglo XVII predominaron las formas sobrias, austeras, por influencia religiosa,
siendo el paño el material más utilizado, y la seda sólo al alcance de las clases elevadas. El
jubón se transformó en chaqueta, con el cuello de volantes de encaje almidonados, y el calzón
se alargó y quedó por debajo de unas altas botas. En Francia, la corte de Luis XIV favoreció la
alta costura, empezando a dictar la evolución de la moda a nivel europeo. Apareció entonces
la corbata, en un principio en forma de lazo, anudada al cuello; también apareció la casaca,
una larga chaqueta ajustada con forma acampanada en su parte inferior.
Década del 2000
A lo largo de los años 2000, toma fuerza el concepto de las tribus urbanas. Éstas influyeron
directamente en los modos de vestir, principalmente por la creciente exposición a los medios
masivos como Internet. Si bien las subculturas ya existen desde los 60 y 70,
como Beatnik y Hippies, algunas no adoptan el sentimiento contracultural que dio origen a las
mismas, siendo únicamente identificables por su forma de vestir, por ejemplo, la cultura emo.
Tanto los hombres como las mujeres adoptan el chándal para casi todo tipo de ocasión. Las
mujeres usan shorts, faldas, minifaldas y pantalones de tiro alto, y se reincorporan algunas
prendas de los años 1980, regresando el estampado floreado. En cuanto al calzado, las
mujeres usan botas fuertes, zuecos o sandalias.
En la actualidad, los hombres introducen el escote en V junto con pantalones pitillos y
zapatillas de marca en su vestuario. Los pantalones claros, aunque, por otro lado, los
pantalones oscuros aportan una gran elegancia, tanto como las camisas abiertas con
camisetas debajo y arremangadas. Las mujeres prefieren moda fresca, pero con un toque
moderno, poco maquillaje y cabello natural con peinados estructurados, incorporando detalles
de la moda de los años 1960. Lo clasico tiene una fuerte presencia en el armario femenino. En
cambio, en el vestir masculino empieza a crecer una moda alternativa que busca la identidad,
en la que influyen las tendencias y gustos propios, dando lugar a un estilo un poco más
arriesgado y divertido.
Búsqueda de identidad:
La moda y las marcas no solo acogen el deseo de imitar a otras personas o a una comunidad
determinada, sino de expresar la individualidad; esto es, aunque la indumentaria indica nuestra
afiliación a comunidades concretas y expresa valores, ideas y estilos de vida compartidos, no
queremos ser «clones» vestidos de forma idéntica a los miembros de esa comunidad. La ropa
que elegimos llevar representa un compromiso entre las exigencias del mundo social, el medio
al que pertenecemos y nuestros deseos individuales. Una moda que tenga éxito capta el
«estado de ánimo» o el «gusto» que está surgiendo. La moda, como discurso y como práctica,
encarna al cuerpo, haciéndolo social e identificable y explica cómo esta construcción del
cuerpo a través de la ropa es de considerable importancia para el desarrollo de la sociedad
moderna.
A lo largo de la historia, las distintas culturas, ciudades y grupos sociales han utilizado
indumentaria perteneciente a la moda como soporte para hacer manifestación pública de su
universo particular simbólico, es decir, sus ideologías, credos, cultura emocional, tradiciones,
etc.; al igual que como un elemento comunicativo para informar sobre el grupo que la crea.
«También los individuos, tomados en términos de identidad personal, perciben que “el vestido
habla” y cumple una función socializadora en cuanto a que lo que nos ponemos contribuye al
proceso de creación de nuestra imagen, entendida en términos, no de lo que realmente somos,
sino de cómo nos perciben los demás.»
Así, la moda se ha convertido en la expresión cultural de gustos, estilos de vida o la identidad
personal, en otras palabras, en una metacultura capaz de expandirse con la ayuda de los
medios de comunicación social, que mediante la publicidad y marketing, segmentan el
mercado y se dirigen a las masas de forma personalizada; explotando el rol de adquisición y
construcción de la personalidad expresada mediante objetos de consumo que se convierten
en una extensión de lo que somos, debido al significado que se les otorga en los medios, ya
sea heredado, tradicional o emergente. «La moda serviría de eficaz contrapeso para estimular
la entidad personal y con ello nuestra condición de personas» Glover, 2017.
Nuevos desafíos de la moda
Hoy en día, la industria de la moda está siendo puesta en duda por su proceso productivo y su
consumo.
Algunas marcas de moda han sido denunciadas por no ofrecer condiciones de trabajo
dignas a sus trabajadores.
Muchos procesos productivos no son amigables con el medio ambiente y solo toman en
consideración satisfacer la cambiante demanda de los consumidores. En esta materia hay
una gran tarea por realizar; se debe considerar que las nuevas generaciones son cada vez
más fluctuantes con sus gustos. Las redes sociales proporcionan mucha información desde
todos los rincones del mundo, lo que produce también que nuevas tendencias se difundan,
se masifiquen y queden obsoletas de forma más rápida.
Actualmente algunas marcas y amantes de la moda han resaltado el valor de la ropa usada
y han preferido modificar sus propias prendas o las de otros, conforme con los estilos que
se llevan, contribuyendo al reciclaje de las prendas.
A lo largo de la historia de la moda se ha ido difundiendo una imagen distorsionada de la
belleza, del cuerpo y de la mujer. De a poco han ido surgiendo grandes marcas de moda
que a través de sus campañas han mostrado que no hay una forma de cuerpo o talla
perfecta, ni tampoco una raza, color de piel, o un peso perfecto.
ACTIVIDAD: Preguntas elaboradas por el docente lector para debatir con los estudiantes.