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DOMESTICARLOS?
Periodismo Científico Elías Leiva Lobos
Apreciados en todo el mundo por su sabor, los cítricos han sido durante siglos
uno de los cultivos de mayor valor económico, especialmente en la cuenca
mediterránea. Pero esto no siempre fue así. Surgidos en Asia, fueron domesticados
hace al menos 3.300 años, aunque al principio eran tan ácidos que no se podían
comer y se desconocía cuándo, cómo y dónde aparecieron los cítricos “dulces”. Un
reciente estudio ha resuelto el misterio de la historia de los cítricos —y también nos
da pistas para obtener naranjas más sabrosas y saludables.
La hipótesis más aceptada hasta ahora era que la transformación de los cítricos
en frutos comestibles fue relativamente reciente, tras su introducción y
asentamiento a orillas del Mediterráneo; y la isla de Córcega era la principal
candidata, en gran medida por ser la cuna de la sidra corsa o dulce. Sin embargo
una investigación —realizada en el John Innes Centre (Reino Unido) y basada en el
análisis genético de múltiples variedades— ha descubierto que el origen de los
cítricos “dulces” se remonta a una antigua mutación de un único gen, que surgió en
China casi desde el mismo momento de su adopción como cultivo por el hombre.
Este hallazgo abre el foco sobre cómo se produjo la posterior expansión de estas
plantas hacia occidente, a través de Persia. Una expansión que está íntimamente
vinculada a la diáspora de los hebreos, dado el papel fundamental que
desempeña la cidra o toronja (el etrog hebreo) en la ceremonia religiosa del Sukkot.
“Los cítricos ofrecen la oportunidad de combinar genética y genómica con elementos
fascinantes de la historia, el arte, la arqueología y la religión”, explica a OpenMind
el líder del equipo investigador, Eugenio Butelli.
Los resultados alcanzados por el equipo del Eugenio Butelli invitan a pensar que la
presencia de la mutación dulce, ya desde el principio de esta peregrinación, pudo
facilitar su asentamiento y popularización en los nuevos territorios. Más aún cuando,
a partir del rastreo genético efectuado, los investigadores plantean la hipótesis de
que el verdadero etrog sería ya el mutante “no ácido”; y eso encajaría con lo que
dicen las escrituras religiosas del Talmud, que en diversos pasajes lo presenta como
una fruta “dulce” y “deliciosa”.
Miguel Barral
@migbarral