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Ramon Grosfoguel
Reseña
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como tal (Fanon 1967). En |este último caso, la extensión de derechos, recursos
materiales y el reconocimiento de sus subjetividades, identidades, espiritualidades
y epistemologías son negados.
Esta definición nos permite concebir distintas formas de racismo y evadir los
reduccionismos de muchas de las definiciones existentes. Dependiendo de las
diferentes historias coloniales en las diversas regiones del mundo, la jerarquía de
superioridad/inferioridad respecto de la línea de lo humano puede ser construida
mediante diferentes marcadores raciales. El racismo puede ser marcado por color,
etnia, lengua, cultura y/o religión.
A pesar de que desde las épocas coloniales el racismo por color ha sido el
marcador racial dominante en la mayor parte del mundo, no es la única o exclusiva
forma de marcador racial. En muchas ocasiones, se confunde el marcador social
de racismo particular/concreto de una región del mundo al considerarlo como la
forma exclusiva y universal de racismo.
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Las elites occidentalizadas del Tercer Mundo (africanas, asiáticas o
latinoamericanas) reproducen las prácticas racistas contra los grupos
étnicos/raciales en los que, dependiendo de la historia local/colonial, aquellos
considerados “inferiores”, por debajo de la línea de lo humano, pueden ser
definidos o marcados por líneas religiosas, étnicas, culturales o de color.
La racialización ocurre a través del patrón de marcar los cuerpos. Algunos cuerpos
son racializados como superiores y otros, como inferiores. El punto importante
aquí es que aquellos sujetos localizados por sobre la línea de lo humano,
racializados como superiores, viven en lo que los filósofos afro-caribeños
seguidores del trabajo de Fanon llamaron la “zona del ser”, mientras que los
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sujetos que viven en la parte inferior de la línea demarcatoria viven en la “zona del
no-ser” (Fanon, 1967, Gordon 2006, Wynter 2003 y Maldonado-Torres 2008).
En el contexto de haber sido racializados como seres superiores en la zona del ser
hay sujetos que viven opresión de clase, de género, sexual y/o nacional/colonial.
Sin embargo; no experimentan opresión racial, sino más bien privilegio racial. Así,
cuando los sujetos experimentan opresiones, estas se hallan mitigadas por el
privilegio racial. Como será discutido posteriormente, esto tiene implicancias
fundamentales en el modo que las opresiones de carácter sexual,
nacional/colonial, de clase o género son vividas.
Dado que en la zona del no-ser los sujetos son racializados como inferiores, ellos
sufren opresión racial en lugar de privilegio racial. El entrelazado interseccional
entre opresiones de clase, de género, sexuales o nacionales/coloniales que
existen en la zona del no-ser son en consecuencia, cualitativamente distintas de
las formas en que esas opresiones son vividas y articuladas en la zona del ser. En
la zona del no-ser, las múltiples opresiones son agravadas por la opresión racial.
El punto que debe aquí enfatizarse aquí es que existe una diferencia cualitativa
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entre cómo se interseccionan/entrelazan las opresiones que son articuladas y
vividas en la zona del ser y aquellas en la zona del no-ser en el “sistema-mundo
capitalista/patriarcal occidental/cristiano moderno/colonial” (Grosfoguel, 2011).
Para Fanon, el “Otro” hegeliano son las poblaciones de los centros occidentales
metropolitanos o los sujetos occidentalizados de la periferia a quienes se les
reconoce su humanidad como tal, pero que al mismo tiempo vive opresiones no
raciales basadas en la clase, la sexualidad, el género o las dominaciones
nacionales/coloniales, bajo la hegemonía del “Yo” imperial en sus respectivas
regiones o países. La zona del ser y la zona del no-ser no se encuentran en
lugares geográficos específicos, sino más bien en una posición dentro de las
estructuras raciales de dominación que operan a escala global entre los centros y
las periferias, pero que también se manifiestan a escala nacional y local en contra
de diversos grupos considerados racialmente “inferiores”.
Existen zonas del ser y zonas del no-ser a nivel global entre centros
occidentalizados y periferias no occidentales (colonialidad global). Pero existen
además zonas del ser y zonas del no-ser, no solo al interior de los centros
metropolitanos (sujetos raciales/coloniales en zonas urbanas, regiones, guetos,
comunidades segregadas, etc.), sino también en las periferias (colonialismo
interno). Las zonas del no-ser dentro de un país metropolitano o periférico son las
zonas de colonialismo interno. Sin embargo, es aquí donde la sociología
decolonial critica de Boaventura de Sousa Santos (2010) contribuye a clarificar la
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diferencia racial entre la zona del ser y la zona del no-ser. Esto está relacionado
con la cuestión de la materialidad de la dominación.
Según De Sousa Santos (2007; 2010), la modernidad se caracteriza por una línea
que separa en forma abismal a los habitantes que se hallan sobre ella de los que
están por debajo. Esta línea es la que demarca las zonas en las que los códigos
legales son reconocidos entre los imperios europeos y las zonas anárquicas en las
cuales la violencia es la regla. Las zonas donde impera la ley corresponden a los
europeos o a la raza superior mientras que las zonas anárquicas, a los territorios
coloniales.
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autonomía e igualdad que forman parte de los discursos y de las instituciones
utilizadas para la administración de los conflictos en la zona del ser. Debido al
hecho que el opresor “Yo” reconoce la humanidad del oprimido “Otro” en la zona
del ser, este último sufre opresiones por clase, género, sexualidad y
nacional/colonial que son mitigadas por el privilegio racial de tener como
materialidad de la dominación métodos de “regulación” y “emancipación”. Como
tendencia, los conflictos en la zona del ser se regulan mediante medios no
violentos. La violencia es siempre una excepción, usada únicamente en momentos
excepcionales. Existen momentos de violencia en la zona del ser, pero existen
más como una excepción que como una regla.
Por el contrario, como afirma De Sousa Santos (2007; 2010), en la zona del no-ser
–por debajo de la línea abismal– en la que las personas son deshumanizadas en
el sentido de ser consideradas por debajo de la línea de lo humano como no-
humanos/sub-humanos, los métodos utilizados por el “Yo”
imperial/capitalista/masculino/heterosexual y su sistema institucional para la
administración de los conflictos, es por medio de la violencia y por
apropiación/desposesión pública. Como tendencia, los conflictos en la zona del
no-ser se administran con violencia perpetua, con momentos excepcionales en los
que se utilizan métodos de regulación y emancipación. Esta es la inversión de la
forma en la que los conflictos se manejan en la zona del ser. La violencia racista y
la desposesión usada como materialidad de dominación en la zona del no-ser
agrava las experiencias sufridas de opresiones de clase, género, sexualidad y
nacional/colonial sufridas.
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ser colapsa en la zona del no-ser, en la cual no hay reconocimiento de la
humanidad del otro. Esto último tiene importantes implicancias tales como las que
describe De Sousa Santos.
En resumen: los conflictos en la zona del ser son administrados a través de la paz
perpetua con excepcionales momentos de guerra; en la zona del no-ser
encontramos guerra perpetua con excepcionales momentos de paz. Las
opresiones de clase, de género y de sexualidad sufridas al interior de la zona del
ser y del no-ser no son lo mismo. Teniendo en cuenta que en la zona del ser los
conflictos con las elites dominantes y las clases en el poder no son raciales; en los
conflictos de clase, de género y de sexualidad el “Otro Ser” que comparte los
privilegios de los códigos legales y de derechos, los discursos de emancipación
del Iluminismo y sus procesos pacíficos de negociación y de resolución de
conflictos. En cambio, como en la zona del no-ser los conflictos de clase, de
género y de sexualidad están al mismo tiempo articulados con la opresión racial,
los primeros se administran con métodos violentos y apropiación/desposesión
constantes. Las opresiones de clase, de género y de sexualidad como las que vive
el “Otro No-Ser” se agravan por la articulación conjunta de esas opresiones con la
opresión racial.