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¿Qué es Racismo?

Ramon Grosfoguel

Universidad de California, Berkeley

Reseña

Este artículo ofrece una definición de racismo inspirada en el trabajo de Frantz


Fanon, Boaventura de Sousa Santos y Filósofos Fanonianos Caribeños
contemporáneos. Discute el racismo en relación con la zona del ser y la zona del
no-ser. El racismo es considerado como deshumanización producto de la
materialidad de la dominación ejercida por el sistema-mundo en la zona del no-ser
(violencia y desposeimiento), en antagonismo con la materialidad de la dominación
en la zona del ser (regulación y emancipación).

Este enfoque muestra como la interseccionalidad de las opresiones opera en


forma diferente y opuesta para las personas oprimidas que se hallan en la zona
del ser y del no-ser. Mientras que en la zona del ser las opresiones son mitigadas
por el privilegio racial, en la zona del no-ser las opresiones son agravadas por la
opresión racial.

El racismo es una jerarquía global de superioridad e inferioridad respecto de la


línea de lo humano, que ha sido política, cultural y económicamente producido y
reproducido durante siglos por las instituciones del “sistema-mundo
capitalista/patriarcal occidental/cristiano moderno/colonial” (Grosfoguel, 2011).

Las personas clasificadas sobre la línea de lo humano son socialmente


reconocidas en su humanidad como seres humanos y, por ello, gozan del acceso
a derechos (humanos, civiles, de la mujer y /o laborales), recursos materiales y el
reconocimiento social de sus subjetividades, identidades, epistemologías y
espiritualidades. Aquellos por debajo de la línea de lo humano son considerados
subhumanos o no-humanos; esto es, su humanidad es cuestionada y negada

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como tal (Fanon 1967). En |este último caso, la extensión de derechos, recursos
materiales y el reconocimiento de sus subjetividades, identidades, espiritualidades
y epistemologías son negados.

Esta definición nos permite concebir distintas formas de racismo y evadir los
reduccionismos de muchas de las definiciones existentes. Dependiendo de las
diferentes historias coloniales en las diversas regiones del mundo, la jerarquía de
superioridad/inferioridad respecto de la línea de lo humano puede ser construida
mediante diferentes marcadores raciales. El racismo puede ser marcado por color,
etnia, lengua, cultura y/o religión.

A pesar de que desde las épocas coloniales el racismo por color ha sido el
marcador racial dominante en la mayor parte del mundo, no es la única o exclusiva
forma de marcador racial. En muchas ocasiones, se confunde el marcador social
de racismo particular/concreto de una región del mundo al considerarlo como la
forma exclusiva y universal de racismo.

Trasladar el análisis de un particular-concreto a un universal-abstracto nos


conduce a errores en el análisis. Así, cuando la forma social particular que el
racismo adopta en la región o país en que hemos sido socializados (por ejemplo
racismo de color) es considerada como definición universal de racismo, perdemos
de vista que los marcadores racistas no son necesariamente los mismos en otras
regiones del mundo

El problema de tomar un marcador racial particular como la definición de racismo


nos lleva a abordar la falsa conclusión de que este no existe en otras partes del
mundo si la manera de demarcarlo en una región o país concretos no coincide con
la forma del “sentido común” de hacerlo en el propio país de uno. Este ejemplo
forma parte del “nacionalismo metodológico” generalizado. (Wimmer and Glick-
Schiller 2003; Amelina et. Al. 2012) que oscurece el amplio y mundial
entendimiento de un problema moderno/colonial como es el racismo.

El racismo es un orden jerárquico de superioridad/inferioridad sobre la línea de lo


humano. Esta jerarquía puede ser construida y delimitada de diversas maneras.

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Las elites occidentalizadas del Tercer Mundo (africanas, asiáticas o
latinoamericanas) reproducen las prácticas racistas contra los grupos
étnicos/raciales en los que, dependiendo de la historia local/colonial, aquellos
considerados “inferiores”, por debajo de la línea de lo humano, pueden ser
definidos o marcados por líneas religiosas, étnicas, culturales o de color.

En la historia colonial de Irlanda, los británicos construyeron su superioridad racial


sobre los irlandeses, no a través de marcadores del color de piel, sino a través de
marcadores religiosos (Ignatiev, 2008). Cuando los colonizadores y los
colonizados comparten el mismo color de piel, la marca racial de
superioridad/inferioridad sobre la línea de lo humano debe ser construido con un
marcador diferente al de racismo por color. Lo que a primera vista pudiera parecer
un conflicto religioso entre protestantes y católicos es, de hecho, un conflicto
racial/colonial.

Lo mismo puede decirse de la islamofobia en Europa y en los Estados Unidos


actualmente (Sayyid and Vakil, 2011). La identidad religiosa musulmana hoy
constituye uno de los más prominentes marcadores de superioridad/inferioridad.
Los musulmanes son hoy vistos en Norteamérica y en Europa como “bárbaros”,
“anticuados”, “incivilizados”, “violentos”, “terroristas”, “abusadores de niños,
mujeres y homosexuales”, “inadaptados a los valores europeos”, etc. Dije “uno de
los indicadores más prominentes” porque en estas dos regiones del mundo, el
racismo por color continúa siendo de gran importancia y se entremezcla de
manera compleja con el racismo religioso. Sin embargo, mientras que la jerarquía
étnica/racial de superioridad/inferioridad es delimitada por el color de piel en
muchas regiones del mundo, en otras es establecida por la identidad étnica,
lingüística, religiosa o cultural.

La racialización ocurre a través del patrón de marcar los cuerpos. Algunos cuerpos
son racializados como superiores y otros, como inferiores. El punto importante
aquí es que aquellos sujetos localizados por sobre la línea de lo humano,
racializados como superiores, viven en lo que los filósofos afro-caribeños
seguidores del trabajo de Fanon llamaron la “zona del ser”, mientras que los

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sujetos que viven en la parte inferior de la línea demarcatoria viven en la “zona del
no-ser” (Fanon, 1967, Gordon 2006, Wynter 2003 y Maldonado-Torres 2008).

Interseccionalidades/Implicaciones diferenciadas: Zona del Ser y Zona del


No-Ser

En el sistema-mundo imperial/capitalista/colonial, la raza constituye la línea


divisoria que atraviesa múltiples relaciones de poder como son las de clase,
sexuales y de género a escala global. La “interseccionalidad” de jerarquías de
raza, clase, sexualidad y género, un concepto desarrollado por feministas negras
(Davis 1983, Crenshaw 1991), se da en las dos zonas del mundo que describe
Fanon (centro y periferia). Sin embargo, la experiencia de las distintas opresiones
vividas y el modo particular en que se articula la interseccionalidad es diferente en
la zona del ser y en la zona del no-ser. Esto es crucial porque el racismo no es
solamente una cuestión de prejuicio o estereotipos, sino que por sobre todo es
una jerarquía institucional/estructural relacionada con la materialidad de la
dominación.

En el contexto de haber sido racializados como seres superiores en la zona del ser
hay sujetos que viven opresión de clase, de género, sexual y/o nacional/colonial.
Sin embargo; no experimentan opresión racial, sino más bien privilegio racial. Así,
cuando los sujetos experimentan opresiones, estas se hallan mitigadas por el
privilegio racial. Como será discutido posteriormente, esto tiene implicancias
fundamentales en el modo que las opresiones de carácter sexual,
nacional/colonial, de clase o género son vividas.

Dado que en la zona del no-ser los sujetos son racializados como inferiores, ellos
sufren opresión racial en lugar de privilegio racial. El entrelazado interseccional
entre opresiones de clase, de género, sexuales o nacionales/coloniales que
existen en la zona del no-ser son en consecuencia, cualitativamente distintas de
las formas en que esas opresiones son vividas y articuladas en la zona del ser. En
la zona del no-ser, las múltiples opresiones son agravadas por la opresión racial.
El punto que debe aquí enfatizarse aquí es que existe una diferencia cualitativa

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entre cómo se interseccionan/entrelazan las opresiones que son articuladas y
vividas en la zona del ser y aquellas en la zona del no-ser en el “sistema-mundo
capitalista/patriarcal occidental/cristiano moderno/colonial” (Grosfoguel, 2011).

Ninguna de estas zonas es homogénea. Ambas son espacios heterogéneos.


Siguiendo a Fanon (1967), podemos decir que dentro de la zona del ser existen
continuos conflictos entre lo que la dialéctica hegeliana caracteriza como el “Yo” y
el “Otro”. En la dialéctica del “Yo” y el “Otro”, en la zona del ser hay conflictos; pero
éstos no son raciales, ya que el opresor “Yo” reconoce la humanidad del oprimido
“Otro”. El “Yo” en el sistema-mundo imperialista/capitalista/patriarcal es en el
centro la elite occidental, heterosexual, masculina, metropolitana, en tanto que en
la periferia es la elite occidentalizada, heterosexual, masculina. El colonialismo
interno existe tanto en el centro de dicho sistema como en la periferia.

Para Fanon, el “Otro” hegeliano son las poblaciones de los centros occidentales
metropolitanos o los sujetos occidentalizados de la periferia a quienes se les
reconoce su humanidad como tal, pero que al mismo tiempo vive opresiones no
raciales basadas en la clase, la sexualidad, el género o las dominaciones
nacionales/coloniales, bajo la hegemonía del “Yo” imperial en sus respectivas
regiones o países. La zona del ser y la zona del no-ser no se encuentran en
lugares geográficos específicos, sino más bien en una posición dentro de las
estructuras raciales de dominación que operan a escala global entre los centros y
las periferias, pero que también se manifiestan a escala nacional y local en contra
de diversos grupos considerados racialmente “inferiores”.

Existen zonas del ser y zonas del no-ser a nivel global entre centros
occidentalizados y periferias no occidentales (colonialidad global). Pero existen
además zonas del ser y zonas del no-ser, no solo al interior de los centros
metropolitanos (sujetos raciales/coloniales en zonas urbanas, regiones, guetos,
comunidades segregadas, etc.), sino también en las periferias (colonialismo
interno). Las zonas del no-ser dentro de un país metropolitano o periférico son las
zonas de colonialismo interno. Sin embargo, es aquí donde la sociología
decolonial critica de Boaventura de Sousa Santos (2010) contribuye a clarificar la

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diferencia racial entre la zona del ser y la zona del no-ser. Esto está relacionado
con la cuestión de la materialidad de la dominación.

Las Zonas de Fanon y la Línea Abismal de De Sousa Santos

Según De Sousa Santos (2007; 2010), la modernidad se caracteriza por una línea
que separa en forma abismal a los habitantes que se hallan sobre ella de los que
están por debajo. Esta línea es la que demarca las zonas en las que los códigos
legales son reconocidos entre los imperios europeos y las zonas anárquicas en las
cuales la violencia es la regla. Las zonas donde impera la ley corresponden a los
europeos o a la raza superior mientras que las zonas anárquicas, a los territorios
coloniales.

De Sousa Santos refiere en este punto al Tratado de Tordesillas de 1494 entre el


Imperio Español y el Imperio Portugués. El Tratado de Tordesillas fue suscripto
para clarificar la confusión creada entre los dos imperios por el nuevo territorio
colonial reclamado en el Nuevo Mundo.

Si trasladamos la “línea abismal” como equivalente a la “línea de lo humano”


fanoniana y consideramos a aquellos por sobre la línea abismal como en la zona
del ser mientras que aquellos que viven por debajo de la línea como en la zona del
no-ser, entonces es posible establecer un diálogo entre el trabajo de De Sousa
Santos y el de Fanon que podría enriquecer nuestro entendimiento de la
modernidad y del sistema-mundo capitalista/imperial/patriarcal/racial/colonial en el
que habitamos. La diferencia entre las dos zonas está vinculada con la
materialidad de la dominación en las jerarquías raciales. Para De Sousa Santos
(2006), el modo que los conflictos son administrados en la zona del ser (por sobre
la línea abismal) es a través de lo que él llama mecanismos de regulación y
emancipación.

“Regulación” refiere a derechos civiles/humanos/de la mujer/laborales y los


códigos legales, relaciones de civilidad, espacios de negociación y acción política
que son reconocidos por el oprimido “Otro” en sus conflictos con el opresor “Yo”
en la zona del ser. “Emancipación” se vincula con los discursos de libertad,

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autonomía e igualdad que forman parte de los discursos y de las instituciones
utilizadas para la administración de los conflictos en la zona del ser. Debido al
hecho que el opresor “Yo” reconoce la humanidad del oprimido “Otro” en la zona
del ser, este último sufre opresiones por clase, género, sexualidad y
nacional/colonial que son mitigadas por el privilegio racial de tener como
materialidad de la dominación métodos de “regulación” y “emancipación”. Como
tendencia, los conflictos en la zona del ser se regulan mediante medios no
violentos. La violencia es siempre una excepción, usada únicamente en momentos
excepcionales. Existen momentos de violencia en la zona del ser, pero existen
más como una excepción que como una regla.

Por el contrario, como afirma De Sousa Santos (2007; 2010), en la zona del no-ser
–por debajo de la línea abismal– en la que las personas son deshumanizadas en
el sentido de ser consideradas por debajo de la línea de lo humano como no-
humanos/sub-humanos, los métodos utilizados por el “Yo”
imperial/capitalista/masculino/heterosexual y su sistema institucional para la
administración de los conflictos, es por medio de la violencia y por
apropiación/desposesión pública. Como tendencia, los conflictos en la zona del
no-ser se administran con violencia perpetua, con momentos excepcionales en los
que se utilizan métodos de regulación y emancipación. Esta es la inversión de la
forma en la que los conflictos se manejan en la zona del ser. La violencia racista y
la desposesión usada como materialidad de dominación en la zona del no-ser
agrava las experiencias sufridas de opresiones de clase, género, sexualidad y
nacional/colonial sufridas.

Como la humanidad de las personas clasificadas en la zona del no-ser no es


reconocida y dado que son tratados como no-humanos o sub-humanos, es decir,
sin normas de derechos o civilidad, entonces los actos de violencia, violación y
apropiación son permitidos. Dichos actos serían considerados inaceptables en la
zona del ser. Para De Sousa Santos, ambas zonas son constitutivas de la otra y
forman parte del proyecto de modernidad colonial. Por otro lado, para Fanon, la
dialéctica del mutuo reconocimiento del “Yo” y del “Otro” que existe en la zona del

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ser colapsa en la zona del no-ser, en la cual no hay reconocimiento de la
humanidad del otro. Esto último tiene importantes implicancias tales como las que
describe De Sousa Santos.

En resumen: los conflictos en la zona del ser son administrados a través de la paz
perpetua con excepcionales momentos de guerra; en la zona del no-ser
encontramos guerra perpetua con excepcionales momentos de paz. Las
opresiones de clase, de género y de sexualidad sufridas al interior de la zona del
ser y del no-ser no son lo mismo. Teniendo en cuenta que en la zona del ser los
conflictos con las elites dominantes y las clases en el poder no son raciales; en los
conflictos de clase, de género y de sexualidad el “Otro Ser” que comparte los
privilegios de los códigos legales y de derechos, los discursos de emancipación
del Iluminismo y sus procesos pacíficos de negociación y de resolución de
conflictos. En cambio, como en la zona del no-ser los conflictos de clase, de
género y de sexualidad están al mismo tiempo articulados con la opresión racial,
los primeros se administran con métodos violentos y apropiación/desposesión
constantes. Las opresiones de clase, de género y de sexualidad como las que vive
el “Otro No-Ser” se agravan por la articulación conjunta de esas opresiones con la
opresión racial.

Texto Original: Ramón Grosfoguel

Traducción: Adelina Casano

Elaboración del texto final: Federico Carelli - Leonardo Martinelli

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