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La era

DEL CAPITAL,
1848-1875

BibliótecajE. J. Hobsb.awm de Historia Contemporánea


T ítu lo O riginal
THE ACE OT CAPITAL
1848-187}
W eidcnfcld an d N icolson, Lonches

H o b sb a w m . Eric
l.a e r a d e l c ap ital: 18*18-1875. • 6 a e d . 2 a reim p. - B u e n o s A irea : C ritica, 2010.
3 6 0 p . ; 2 1 x 1 5 cm . - (B iblioteca £ , j H o b sb a w m d e H istoria C o n te m p o rá n e a )

T radu cció n d e : A. G a rc ía Fluixá y C arto A: Cararvci


ISBN 9 7 8 -9 8 7 -9 3 1 7 -1 6 -7
A M arlene. A ndrew y Julia
1. H istoria C o n te m p o rá n e a I. G a rc ía Flutxá. A., trad. II. C aran c i. C ario A ., trad.
III. Título.
COD 909

6“eJidáfi. 2007
2 ' reim presión, 2010

Rcdiscño d e tapa: G ustavo Macri


Ilustración: Detalle de E l Banquero, óleo sobre tela d e Q uentin Metsijs
Traducción de A. GARCÍA FLUIXÁ y CARLO A. CARANCI

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de lo» titulara del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción
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© 1975: E.J. Hobsbawm


© 1W8, d e la traducción castellana pan» Esparta y América:
G u ip o Editorial Planeta S.A.I.C. / Crítica
© 2010 Paidós / Crítica
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Impreso en la Argentina • P rinied in Argentina

Im preso en Buenos Aires Ptint,


Sarmiento 459. Lanús. en febrero de 2010
Tirada: 1000 ejemplares

ISB N 978-987-9317-16 7
2. EL GRAN «BOOM»

A quí el hombre poderoso en las armas de la paz, el capital y


la maquinaria las utiliza para proporcionar comodidad y placer
al público, de quien es su siervo, y de este modo se hace rico al
tiempo que enriquece a otros con sus bienes.
W il u a m W h ew el l , 1852 1

Cualquier pueblo puede conseguir bienestar material sin lác-


ticas subversivas si es dócil, trabaja mucho y se entrega constan-
temente a su autosupcración.
D e lo s e s ta tu to s d e la S o c ié té c o im e l ’Ig n o r a n c c
d e C l e r m o n t -F e r r a n d . 1 8 6 9 2

La zona habitada del mundo se extiende rápidamente. Nuevas


comunidades, esto es. nuevos mercados, surgen a diario en las hasta
ahora regiones desérticas del Nuevo Mundo en Occidente y en las
islas tradicionalmente fértiles del Viejo Mundo en Oriente.
P h ilo p o n o s . 1 8 5 0 *

En 1849 pocos observadores hubieran predicho que 1848 sería la última


revolución general en Occidente. Con excepción de la «república social», las
demandas políticas del liberalismo, el radicalismo democrático y el naciona-
lismo iban a satisfacerse gradualmente a lo largo de los próximos setenta años
en la mayoría de los países desarrollados sin grandes trastornos internos. Y la
estructura social de la pane desarrollada del continente iba a demostrar su ca-
pacidad de resistencia frente a los catastróficos golpes del siglo xx, al menos
hasta la fecha. La razón principal radica en la extraordinaria transformación y
expansión económica de los años comprendidos entre 1848 y principios de la
década de 1870 que es el tema de este capítulo. Este fue el periodo en el que
el mundo se hizo capitalista y una significativa minoría de países «desarrolla-
dos» se convirtieron en economías industriales.
EL GRAN «BOOM,. 43
42 LA ERA DEL CAPITAL, 1848-1875

Como es probable que los sucesos de 1848 la contuvieran temporalmen- y 1857.5 N o es de gran necesidad multiplicar estadísticas, si bien los hombres
te, esta época de avance económico sin precedentes em pezó con un auge que de negocios, especialmente los promotores de las compañías, las leían y las
fue de lo más espectacular. La última y quizá la mayor crisis económica de difundían con avidez.
la especie antigua, perteneciente a un mundo que dependía de las vicisitudes La combinación de capital barato con un rápido aumento de los precios
de las cosechas y las estaciones, había precipitado las revoluciones. El nue- logró que este esplendor económ ico fuera tan satisfactorio para los nego-
vo mundo del «ciclo comercial», que únicamente los socialistas reconocían ciantes ansiosos de beneficios. En el siglo xix los retrocesos (del tipo del ci-
entonces com o ritmo y modo básico de operación de la economía capitalista, clo comercial) significaban siempre descenso de los precios. Los auges eco-
contaba con su propio sistema de fluctuaciones económicas y sus peculiares nómicos era inflacionarios. Aun así, la subida de alrededor de un tercio en el
dificultades seculares. Sin embargo, a mediados de la década de 1840 la os- nivel británico de precios, ocurrida entre 1848-1850 y 1857, fue extraordina-
cura e incierta era del desarrollo capitalista parecía estar llegando a su fin, riamente grande. Los beneficios que aguardaban a productores, comerciantes
y con ello empezaba el gran salto hacia adelante. Los años 1847-1848 su- y, sobre todo, a los promotores eran por esa causa casi irresistibles. A lo lar-
frieron un grave retroceso en el ciclo comercial, probablemente empeorado go de este sorprendente período hubo un momento en que llegó al 50 por 100
por la coincidencia con problemas de la especie antigua. N o obstante, des- la proporción de beneficios sobre capital librado de la crédit mobilier, de Pa-
de una situación puramente capitalista, se trató de una caída más bien seria rís, la compañía financiera que simbolizaba en esta época la expansión capi-
dentro de lo que ya parecía ser una curva de negocios muy boyante. James talista (véase el capítulo 12).6 Y no eran únicamente los hombres de negocios
de Rothschild, quien a principios de 1848 observaba la situación económ i- los que se aprovechaban. Como ya se ha mencionado, los puestos de trabajo
ca con notable complacencia, era un sensato negociante, aunque también un aumentaban a pasos agigantados, tanto en Europa com o en ultramar, adonde
mal profeta político. Parecía que se había pasado lo peor del «pánico» y que emigraban los hombres y mujeres en cantidades enormes (véase el capítu-
existían halagüeñas perspectivas a largo plazo. Y, sin embargo, aunque la lo 11). No sabemos casi nada sobre el desempleo real, pero incluso en
producción industrial se recuperaba con rapidez, e incluso se sacudía la vir- Europa un solo dato será decisivo. Entre 1853 y 1855 la importante subida
tual parálisis de los meses revolucionarios, el ambiente general seguía siendo en el precio de los cereales (el principal elemento en la bolsa de la compra)
incierto. Difícilmente podemos fechar d principio del gran esplendor mundial ya no produjo disturbios de gente hambrienta en ninguna parte excepto en
antes de 1850. algunas regiones muy atrasadas com o en el norte de Italia (el Piamonte) y
Lo que continuó fue tan extraordinario que los hombres se perdían en la España, donde probablemente contribuyó a la revolución de 1854. Los nu-
búsqueda de un precedente. Nunca, por ejemplo, las exportaciones británicas merosos puestos de trabajo y la disposición a conceder elevaciones tempora-
habían aumentado con más celeridad que en los primeros siete años de la dé- les del salario donde era necesario, mellaron el filo del descontento popular.
cada de 1850. A sí los artículos de algodón británicos, vanguardia de la pe- Para los capitalistas, empero, la abundante mano de obra que ahora había en
netración en el mercado a lo largo de casi medio siglo, incrementaron su el mercado resultaba relativamente barata.
índice de crecimiento por encima de las anteriores décadas. Entre 1850 y 1860 La consecuencia política de este esplendor económico fue trascendental,
se habían doblado aproximadamente. En cifras absolutas los logros son to- porque a los gobiernos sacudidos por la revolución les proporcionó un inesti-
davía más sorprendentes: entre 1820 y 1850 estas exportaciones se habían ci- mable respiro, y a la inversa, hizo naufragar las esperanzas de los revolucio-
frado en alrededor de 1.000 millones de metros, mientras que en la década narios. En una palabra. la política entró en un estado de hibernación. En Gran
que va únicamente de 1850 a 1860 habían alcanzado más de los 1.200 mi- Bretaña desapareció el carlismo, y el hecho de que su muerte fuera más pro-
llones de metros. El número de operarios del algodón que había aumentado longada de lo que solían suponer los historiadores no modifica en absoluto su
alrededor de 100.000 entre 1819-1821 y 1844-1846, dobló dicha cifra du- final. Incluso Emest Jones (1819-1869), su dirigente más pertinaz, abandonó,
rante la década de 1 8 5 0 / Y estamos hablando aquí de una gran industria hacia finales de la década de 1850. el intento de reavivar un movimiento in-
establecida de antiguo que, además, en esta década había perdido ventas en dependiente de las clases obreras y, al igual que hicieran la mayoría de los
los mercados europeos debido a la rapidez de los desarrollos de las industrias viejos cartistas, unió su suerte a la de aquellos que deseaban organizar a
locales. Por todas partes podemos encontrar evidencias similares de auge los trabajadores com o grupo de presión en la izquierda radical del liberalis-
económico. La exportación de hierro desde Bélgica se dobló de sobra entre mo. I-a reforma parlamentaria dejó de preocupar a los políticos británicos du-
1851 y 1857. En Prusia, durante el cuarto de siglo anterior a 1850 se fun- rante un tiempo, con lo que se vieron libres para representar sus complicados
daron sesenta y siete sociedades anónimas con un capital total de 45 m illo- números parlamentarios. Hasta Cobden y Bright, los radicales de la clase m e-
nes de táleros, en tanto que sólo entre 1851 y 1857 se establecieron 115 dia que consiguieron la abolición en 1846 de las leyes de cereales, eran ahora
— aparte de las sociedades ferroviarias— con un capital total de 114,5 mi- una aislada minoría en política.
llones; casi todas ellas durante los eufóricos años comprendidos entre 1853 Aún era más importante el respiro para las monarquías restauradas del
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continente y para aquel hijo no deseado de la Revolución francesa, el S e- con su equivalente. Los gigantescos y nuevos rituales de autocomplacencia, las
gundo Imperio de Napoleón III. Éste recibió las mayorías electorales impre- grandes ferias internacionales, fueron los que iniciaron y subrayaron la era de
sionantes y genuinas que dieron color a su pretensión de ser un emperador su victoria mundial; cada uno de los certámenes se celebró en un magnífico
«democrático». Para las viejas monarquías y principados el respiro supuso la monumento dedicado a la riqueza o al progreso técnico: el Crystal Palace, de
disposición de tiempo para la recuperación política y la legitimación de la es- Londres (1851), la Rotonda («más grande que la de San Pedro de Roma»), en
tabilidad y la prosperidad, que en aquellos momentos era políticamente más Viena; cada uno de ellos mostraba un número creciente y variado de artículos
significativa que la legitimidad de sus dinastías. También les proporcionó manufacturados; todos atraían turistas locales y extranjeros en cantidades as-
ingresos sin necesidad de consultar a asambleas representativas y a otros fas- tronómicas. Catorce mil firmas exhibieron sus productos en Londres en 1851
tidiosos intermediarios y dejaron que sus exiliados políticos se mordieran las — la moda quedaba inaugurada de forma apropiada en la patria del capitalis-
uñas de rabia y se atacaran mutuamente de forma brutal en el impotente des- mo— . 24.000 en París; 29.000 en Londres, en 1862; 50.000 en París, en 1867.
tierro. En el transcurso del tiempo se vieron debilitados para los asuntos in- Debido a sus pretensiones, la mayor de todas fue la que conmemoraba el cen-
ternacionales, pero fuertes internamente. Hasta el imperio de los Habsburgo, tenario de Filadelfia y que se celebró en 1876 en Estados Unidos; la inauguró
que sólo por la intervención del ejército ruso había quedado restablecido el presidente ante el emperador y la emperatriz del Brasil —cabezas coronadas
en 1849, por primera y única vez en su historia era ahora capaz de adminis- que ahora se inclinaban habitualmente en presencia de los productos industria-
trar todos sus territorios — entre ellos el de los recalcitrantes h ú n g a ro s- les— y 130.000 ciudadanos jubilosos. Eran los primeros de 10 millones que en
com o un simple absolutismo burocrático centralizado. dicha ocasión pagaron su tributo al «progreso de la época».
Este período de calma llegó a su término con la depresión de 1857. Ha- ¿Cuáles fueron las causas de este progreso? ¿Por qué se aceleró tan es-
blando en términos económicos, este suceso fue una mera interrupción de la pectacularmente la expansión económica en nuestro período? La pregunta de-
edad de oro del crecimiento capitalista que se reanudó, a mayor escala inclu- bería hacerse en realidad al contrario. Lo que nos choca retrospectivamente
sive, en la década de 1860 y que alcanzó su cima en el auge de 1871-1873. de la primera mitad del siglo xix es el contraste que existía entre el enorme
Políticamente transformó la situación. Se está de acuerdo asimismo en que de- y rápido aumento del potencial productivo de la industrialización capitalista y
fraudó las esperanzas de los revolucionarios, quienes, aun admitiendo que «las su incapacidad para ampliar su base, para romper los grillos que la encade-
masas se iban a aletargar extraordinariamente como consecuencia de esta pro- naban. Sin tener en cuenta ahora su capacidad de generar puestos de trabajo
longada prosperidad»,7 habían esperado que produciría otro 1848. Sin embar- a un ritmo comparable o con salarios adecuados, la industrialización capita-
go, la política resurgió. Al poco tiempo las antiguas cuestiones de la política lista creció espectacularmente, pero se mostró incapaz de ampliar el mercado
liberal se hallaban de nuevo en el temario: las unificaciones nacionales italia- para sus productos. En cuanto a los puestos de trabajo, alecciona recordar
na y alemana, la reforma constitucional, las libertades civiles, etc. En tanto que inclusive a finales de la década de 1840 las observadores inteligentes e
que la expansión económica de 1851-1857 se había producido en medio de un informados de Alemania —en vísperas de la explosión industrial en aquel
vacío político, prolongando la derrota y el agotamiento de 1848-1849, después país— podían presumir aún, com o hacen en las naciones subdesarrolladas,
de 1859 coincidió con una actividad política cada vez más intensa. Por otro que ninguna industrialización concebible era capaz de proporcionar empleo
lado, y aunque diversos factores extemos como la guerra civil norteamericana a la vasta y creciente «población sobrante» de la clase pobre. Por esa razón
de 1861-1865 rompieron el discurrir de la década de 1860, este período fue en las décadas de 1830 y 1840 habían sido un período de crisis. Los revolucio-
el aspecto económico relativamente estable. El siguiente retroceso del ciclo co- narios habían confiado en que fuera el final, pero los hombres de negocios
mercial (que de acuerdo con la tendencia y la región ocurrió en algún momento habían temido que pudiera paralizarse su sistema industrial (véase La era de
de 1866-1868) no fue ni tan concentrado, ni tan mundial, ni tan dramático la revolución, capítulo 16).
como el de 1857-1858. Resumiendo, la política resurgió en un período de Por dos motivos no tenían fundamento estas esperanzas o miedos. En pri-
expansión, pero dejó de ser la política de la revolución. mer lugar, y gracias a la presión de su propio capital acumulado rentable, la
temprana economía industrial descubrió lo que Marx denominó su «logro su-
premo»: el ferrocarril. En segundo término, y en parte debido al ferrocarril,
n al buque de vapor y al telégrafo «que representaban finalmente los medios de
comunicación adecuados a los modernos medios de producción»,* la exten-
Si Europa hubiera vivido todavía en la era de los príncipes barrocos se sión geográfica de la economía capitalista se pudo multiplicar a medida que
hubiera llenado de mascaradas espectaculares, procesiones y óperas repre- aumentaba la intensidad de sus transacciones comerciales. Todo el mundo se
sentando a los pies de sus gobernantes alegorías del triunfo económ ico y del convirtió en parte de esta economía. Probablemente, el desarrollo más signi-
progreso industrial. En realidad, el mundo triunfante del capitalismo contaba ficativo de nuestro período sea esta creación de un solo mundo aumentado
46 LA ERA DEL CAPITAL. I $48-1875 El. ORAN «BOOM* 47

(véase el capítulo 3). Desde la perspectiva que le proporcionaba casi medio rigor inútil, ya que hizo disminuir los intereses y estimuló la expansión del
siglo transcurrido. H. M. Hyndman, negociante Victoriano y marxista (aun- crédito. Al cabo de los siete años la provisión de oro mundial había
que sin brillantez en ambas funciones), comparó con absoluto rigor los diez aumentado entre seis y siete veces, y la cantidad de monedas de oro que
años que van de 1847 a 1857 con la era de las grandes conquistas y descu- acuñaron Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos pasó de una inedia anual
brimientos geográficos de Colón, Vasco de Gama, Cortés y Pizarro. Pese a de 4,9 m illones de libras en 1848-1849 a 28,1 millones de libras en cada
que no se realizó ningún otro descubrimiento espectacular y a que, con ex - uno de los años comprendidos entre 1850 y 1856. Aún hoy sigue siendo
cepciones relativamente pequeñas, se llevaron a cabo pocas conquistas por motivo de apasionado debate la función que desempeñaron los lingotes de
nuevos conquistadores militares, a efectos prácticos se añadió un mundo eco- oro en la econom ía mundial, debate en el que no necesitamos entrar. Pro-
nómico completamente nuevo al viejo y quedó integrado en él. bablemente. su ausencia no originó tantos inconvenientes comerciales com o
Esta circunstancia fue particularmente crucial para el desarrollo eco- entonces se pensó, puesto que ya se estaban extendiendo con facilidad y
nómico porque sirvió de base a aquel gigantesco auge exportador — en capi- aumentando a ritmo considerable otros medios de pago com o, por ejemplo,
tales y hombres— que desempeñó tan importante papel en la expansión de los cheques — un nuevo y buen recurso— , las letras de cambio, etc. N o obs-
Gran Bretaña, todavía en aquel tiempo el mayor país capitalista. Salvo quizá tante, la nueva provisión de oro fue en tres aspectos razonablemente incon-
en Estados Unidos, la economía de consumo masivo era aún cuestión del fu- trovertible.
turo. El mercado interior de los pobres, aun cuando no quedaba abastecido En primer lugar contribuyó, quizá crucialmente, al origen de aquella situa-
por los campesinos y los pequeños artesanos, no se consideraba todavía con ción algo rara que se produjo entre 1810 más o menos y el final del siglo xtx,
grandes posibilidades para conseguir un avance económico realmente espec- una época de precios en ascenso o de inflación moderada, aunque fluctuante.
tacular.* Desde luego que no se le conceptuaba despreciable, en un tiempo en Básicamente, la mayor parte de este siglo fue deflacionaria, debido en gran
que la población del mundo desarrollado crecía rápidamente y es probable que medida a la persistente tendencia de la tecnología a abatatar los productos ma-
mejorara su nivel medio de vida (véase el capítulo 12). Con todo, era ya in- nufacturados. y a la existencia de nuevas fuentes de alimentos y de materias
dispensable la enorme extensión colateral del mercado debido a los bienes de primas que depreciaban (si bien con más oscilaciones) los productos prima-
consumo y, quizá principalmente, a los bienes precisos para construir las nue- rios. La deflación a largo plazo, o sea, la presión sobre los márgenes de b e-
vas plantas industriales, fundar empresas de transporte, establecer los servicios neficios. no ocasionó gran extorsión a los negociantes, ya que éstos produ-
públicos y desarrollar las ciudades. El capitalismo terna ahora a su disposición cían y vendían cantidades vastísimas. Sin embargo, hasta después del final de
a todo el mundo, y la expansión del comercio internacional y de la inversión nuestro periodo no benefició gran cosa a los trabajadores, porque o bien sus
internacional mide el entusiasmo con el que se aprestó a conquistarlo. El co- costes de vida no bajaban en la misma medida o sus ingresos eran demasiado
mercio mundial entre 1800 y 1840 no se había doblado por completo. Entre escasos para permitirles que se beneficiaran de forma significativa. Por otro
1850 y 1870 aumentó el 260 por 100. Se vendía todo lo vendible, inclusive ar- lado, com o la inflación elevaba indudablemente los márgenes de beneficios
tículos a los que los países receptores ofrecían clara resistencia, com o ocurría, estimulaba también los negocios. Nuestro período fue básicamente un inter-
por ejemplo, con el opio, cuya exportación desde la India británica a China se cambio inflacionario en un siglo deflacionario.
dobló de sobra en cantidad y casi se triplicó en valor.** Hacia 1875 Gran Bre- En segundo lugar, la disponibilidad de lingotes de oro en grandes canti-
taña había invertido 1.000 millones de libras en el extranjero — tres cuartos dades contribuyó a crear un sistema monetario estable y de confianza basado
desde 1850— , mientras que las inversiones francesas fuera de sus fronteras se en la libra esterlina (ligada a una paridad del oro fija), sin el cual, y como
multiplicaron más de diez veces entre las décadas de 1850 y 1880. demuestra la experiencia de las décadas de 1930 y 1970, el comercio inter-
Algunos observadores contemporáneos, con los ojos puestos en aspec- nacional es más difícil, complejo e imprevisible. En tercer lugar, los mismos
tos menos fundamentales de la econom ía, casi seguramente que hubieran aluviones de buscadores de oro abrieron nuevas regiones, sobre todo en las
subrayado un tercer factor: los grandes descubrimientos de oro en Califor- costas del Pacífico, e intensificaron la actividad económica. De este modo
nia, Australia y otros lugares después de 1848 (véase el capítulo 3). Esta «crearon mercados de la nada», según le dijo tristemente Engels a Marx.
circunstancia multiplicó lo s medios de pago disponibles a la economía Y hacia mediados de la década de 1870 ni California, ni Australia ni otras zo-
mundial y eliminó lo que muchos hombres de negocios consideraban com o nas situadas en la nueva «frontera del mineral» eran ya insignificantes. Entre
todas sumaban muy bien más de los tres millones de habitantes, con mucho
* En tanto que las exportaciones de artículos de algodón británicos se triplicaron en can- más dinero en metálico disponible que otras poblaciones de envergadura
tidad entre 1850 y 1875. el consum o de algodón por el m ercado británico interior aumentó sim-
plemente unos dos tercio*.* comparable.
** El número medio de cofres de Bengala con opio de Malwa que se exportaron anual- Los contemporáneos habrían, sin duda, subrayado también la contribu-
mente en 1844-1849 fue de 43.000. y en 1869-1874 de 8 7.000/° ción de otro factor más: la liberación de la empresa privada, el motor que, se-
48 LA ERA DEL CAPITAL. 1848-1875 EL GRAN «BOOM» 49

gún acuerdo común, potenciaba el progreso de la industria. Nunca ha habido aunque mantuvo las barreras arancelarias — al menos en teoría— únicamente
una unanimidad tan aplastante entre economistas o entre políticos y admi- para efectos fiscales. Sin embargo, apañe de la eliminación o reducción de las
nistradores inteligentes acerca de la fórmula del crecimiento económico: el restricciones, etc., sobre las vías fluviales internacionales como, por ejemplo,
liberalismo económico. Las restantes barreras institucionales que se oponían el Danubio (1857) y el estrecho entre Dinamarca y S uecia además de la sim-
al movimiento libre de los factores de producción, a la empresa libre y a todo plificación del sistema monetario internacional mediante la creación de zo-
lo que posiblemente podía impedir su operación rentable, cayeron ante una nas monetarias mayores (por ejemplo, la Unión Monetaria Latina de Francia,
embestida furiosa realizada a nivel mundial. Este levantamiento general de Bélgica, Suiza e Italia, en 1865), una serie de «tratados de libre comercio»
barreras resulta tan singular porque no se limitó a los estados en los que redujeron sustancial mente las tarifas arancelarias entre las principales nacio-
triunfaba o siquiera influía el liberalismo político. Si es posible, fue más nes industriales en la década de 1860. Hasta Rusia (1863) y España (1868)
drástico en los restaurados principados y monarquías absolutos de Europa se integraron en cierta medida en el movimiento. Sólo Estados Unidos, cuya
que en Inglaterra, Francia y los Países Bajos, ya que en aquéllos quedaba to- industria confiaba grandemente en un mercado interior protegido y muy poco
davía mucho por eliminar. El control de los gremios y las corporaciones so- en las exportaciones, continuó siendo un baluarte del proteccionismo, y
bre la producción artesana, que seguía siendo fuerte en Alemania, dio lugar aun así se produjo allí también una ligera mejoría a principios de la década
al Gewerbefreiheit — libertad para iniciar y practicar cualquier actividad co - de 1870.
mercial— en Austria en 1859, y en la mayor parte de Alemania en la pri- Podemos incluso ir un poco más lejos. En nuestro período, hasta las más
mera mitad de la década de 1860. Por último se estableció completamente en atrevidas y despiadadas economías capitalistas habían dudado en confiar en-
la Federación Alemana del Norte (1869) y en el imperio alemán, provocando teramente en el mercado libre con el que de modo teórico se hallaban com-
el desagrado de numerosos artesanos que 3 partir de entonces desarrollarían prometidos, sobre todo, en la relación entre patronos y obreros. Y ni siquiera
una creciente hostilidad hacia el liberalismo y a su debido tiempo proporcio- en este terreno tan delicado se retiró ninguna obligación no económica. En
narían la base política a los movimientos dereclustas desde la década de 1870. Gran Bretaña se cambió la ley del «amo y el siervo», y se estableció igual-
Suecia, que había abolido los gremios en 1846. estableció la absoluta liber- dad de tratamiento para las violaciones de contrato entre ambas partes; que-
tad en 1864; Dinamarca abolió la vieja legislación gremial en 1849 y 1857; dó abolido el «vínculo anual» de los mineros del norte de Inglaterra, y cada
Rusia, cuya mayor parte jamás había conocido ningún sistema gremial, eli- vez se fue más al contrato de trabajo favorable a los obreros que podían ter-
minó los últimos vestigios de uno en los pueblos (alemanes) de sus provin- minarse con la mínima notificación. Pero hay algo que todavía sorprende
cias del Báltico (1866), si bien por razones políticas siguió restringiendo el más a primera vista: que entre 1867 y 1875 todos los significativos obstácu-
derecho de los judíos a practicar el comercio y los negocios a una zona espe- los legales a los sindicatos obreros y al derecho de huelga fueron abolidos
cífica, la llamada «limitación de establecimiento». con muy pocas protestas (véase el capítulo 6). Muchos otros países dudaban
Esta liquidación legal de los periodos medieval y mercantilista no se res- todavía en otorgar tal libertad a las organizaciones obreras, si bien Napo-
tringió a la legislación de los oficios. Entre 1854 y 1867 las leyes contra la león III suavizó de modo significativo la prohibición legal de los sindicatos.
usura, letra muerta desde tiempo atrás, quedaron suspendidas en Gran Breta- N o obstante, la situación general en las naciones desarrolladas tendía ahora
ña, Holanda, Bélgica y la Alemania del Norte. El estricto control que los a ser com o se la describe en la Gewerbeordnung alemana de 1869: '«Quedan
gobiernos ejercían sobre la minería — incluido el funcionamiento de las determinadas mediante contrato libre las relaciones entre quienes de manera
minas— quedó virtualmente sin efecto, por ejemplo, en Prusia entre 1851 independiente tengan un comercio o negocio y sus oficiales y aprendices».
y 1865, de modo que, contando con el permiso gubernativo, cualquier patrón Únicamente el mercado regiría la compraventa de mano de obra, como gober-
podía ya defender su.derecho a explotar cualquier mineral que encontrara, así naba las demás cosas.
com o dirigir sus operaciones según le apeteciera. De manera similar la for- Es indudable que este vasto proceso de liberalización estimuló la empre-
mación de compañías de negocios (especialmente sociedades anónimas con sa privada y que la liberalización del comercio contribuyó a la expansión
responsabilidad limitada o su equivalente) se realizaba ahora con mucha más económica, aunque no debemos olvidar que era innecesaria mucha liberali-
facilidad y disfrutaban de independencia con respecto al control burocrático. zación formal. Ciertos tipos de libre movimiento internacional que hoy se
Gran Bretaña y Francia fueron las primeras, pero Alemania no estableció el controlan, en especial los concernientes al capital y a la mano de obra, o sea,
registro automático de las compañías hasta 1870. La ley comercial se adap- la emigración, hacia 1848 se daban com o normales en el mundo desarrolla-
tó a la imperante atmósfera de boyante expansión de los negocios. do y apenas se discutían siquiera (véase el capítulo 11). Por otro lado, la cues-
N o obstante, en cierto sentido la tendencia más sorprendente fue el mo- tión de qué parte institucional o cambios legales juegan en la promoción o el
vimiento hacia la completa libertad comercial. D e todos es sabido que sólo entorpecimiento del desarrollo económ ico es demasiado compleja para la
Gran Bretaña (después de 1846) abandonó de foijna total el proteccionismo. sencilla fórmula de la mitad del siglo xix: «la liberalización crea el progreso
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económico». Inclusive antes de la abolición en Gran Bretaña de las leyes de La convicción intelectual, empero, es pocas veces más poderosa que e l pro-
cereales, ocurrida en 1846, había comenzado ya la era de la expansión. No pio interés. Con todo, lo cierto es que la mayoría de las economías indus-
hay duda de que la liberalización proporcionó toda suene de específicos re- trializadas vieron durante este período dos ventajas en el libre comercio. En
sultados positivos. Consecuentemente, Copenhague empezó a desarrollarse primer lugar, la expansión general del comercio mundial, que fue realmente
con mayor celeridad com o ciudad cuando se suprimió el «Peaje del estre- espectacular en comparación con el período anterior a la década de 1840,
cho», que retraía a los barcos de entrar en el Báltico (1857). Mas debe quedar ya que, si bien benefició de manera desproporcionada a los británicos, resul-
en el aire el interrogante respecto hasta qué punto el movimiento mundial tó ventajosa para todos. Evidentemente era deseable tanto un gran comercio
de liberalización fue causa concomitante o consecuencia de la expansión exportador sin trabas com o un abastecimiento abundante y sin estorbos de
económica. La única cosa cierta es que, cuando faltaban otras bases del de- comestibles y materias primas que se conseguiría donde fuese preciso con
sanollo capitalista, dicho movimiento no conseguía demasiado por sí mis- importaciones. Y aunque afectara adversamente a determinados intereses, a
mo. Nadie liberalizó de forma más radical que la República de Nueva Gra- otros, sin embargo, les convenía la liberalización. En segundo lugar, y cual-
nada (Colombia) entre 1848 y 1854, pero ¿quién se iba a atrever a decir que quiera que fuese la futura rivalidad que existiera entre las economías capi-
las grandes esperanzas de prosperidad de sus estadistas se realizarían inme- talistas, en esta etapa de la industrialización iba a ser muy útil para Gran
diatamente o algún día? Bretaña la ventaja de contar con el equipo adecuado, los recursos y el cono-
N o obstante, en Europa estos cambios indicaron una profunda y asom- cimiento de cómo llevarlo a término. Puesto que basta un ejemplo para de-
brosa confianza en el liberalismo económico que, pese a todo, pareció estar mostrarlo, consideremos el cuadro siguiente:
justificado para una generación. Dentro de cada país esto no sorprendió de-
masiado, puesto que la libre empresa capitalista floreció claramente de for- Exportaciones británicas de hierro, acero y maquinaria para ferrocarril
ma impresionante. Después de todo, incluso la libertad de contratación para (totales quinquenales: miles de toneladas) ' 1
los obreros, además de la tolerancia de sindicatos obreros tan fuertes que se
podían establecer mediante el absoluto poder de negociación de sus trabaja- Hierro y acero
<Je carril Maquinaria
dores, apenas daban la impresión de amenazar la rentabilidad, puesto que el
«ejército de reserva del trabajo» (según lo llamaba Marx), compuesto princi- 1 84 5-1 84 9 1.291 4.9 (1 8 4 6 -1 8 5 0 )
palmente de masas de campesinos, ex artesanos y otros que se trasladaban a 1 850 -1 85 4 2 .8 4 6 8,6
las ciudades y. regiones industriales, parecían mantener los salarios a un ni- 1856 -18 60 2 .3 3 3 17,7
vel satisfactoriamente modesto (véanse las capítulos 11 y 12). El entusiasmo 1S61-1865 2 .067 22,7
por el libre comercio internacional es en primer lugar más sorprendente, sal- 1866 -18 70 3 .0 8 9 2 4,9
vo entre los británicos, para quienes significaba en primer término que se les 1870-1875 4 .0 4 0 44,1
permitía vender libremente a bajo precio en todos los mercados del mundo,
y en segundo lugar, que ellos estimulaban a los países subdesarrollados para
que les vendieran, a precios económ icos y en grandes cantidades, sus pro- El hierro y la maquinaria de ferrocarril, que fueron exportados en gran-
ductos, sobre todo alimentos y materias primas, y de este modo podían in- des cantidades desde Gran Bretaña, no imposibilitaron la industrialización de
gresar el dinero con el que comprar las manufacturas británicas. otros países, sino que la facilitó.
Pero ¿por qué los rivales de Gran Bretaña, con la excepción de Estados
Unidos, aceptaron este acuerdo evidentemente desfavorable? (En cambio re-
sultaba muy atractivo para los países subdesarrollados que no buscaban en III
absoluto la competencia industrial: por ejemplo, los estados sureños de Esta-
dos Unidos estaban contentísimos con tener un mercado ilimitado para su Consecuentemente, la economía capitalista recibió de forma simultánea
algodón en Gran Bretaña, y por lo mismo siguieron muy ligados al libre co - (lo que no quiere decir de modo accidental) una serie de estímulos poderosí-
mercio hasta que fueron conquistados por el Norte.) Es decir demasiado que simos. ¿Cuál fue el resultado? La expansión económica se mide de manera
el libre comercio internacional progresó porque, en este breve período, la más adecuada con estadísticas y sus medidas más características en el si-
utopía liberal entusiasmaba de modo genuino hasta a los gobiernos, aunque glo xtx son los caballos de vapor (ya que el motor de vapor era la forma
sólo fuera con la fuerza de lo que ellos consideraban com o su histórica ine- típica de potencia) y los productos asociados de carbón y hierro. La mitad
vitabilidad; sin embargo, no existe duda de que en ellos influyeron los argu- del siglo xtx fue sobre todo la época del humo y el vapor. Durante mucho
mentos económicos que parecían tener casi la fuerza de las leyes naturales. tiempo la producción de carbón se había medido en millones de toneladas.
52 LA ERA DEL CAPITAL. 1S4S-I873 EL GRAN «BOOM. 53

pero ahora se hacía preciso contarla por decenas de millones en cada país, y de vapor productiva había empezado a rezagarse gravemente. Mientras que
por cientos de millones en iodo el mundo. Aproximadamente la mitad de di- en 1850 contaba aún con más de un tercio de la potencia de motor mundial
cha producción — y algo más al com ienzo de nuestro período— procedía de (de «motores fijos»), en 1870 tenía menos de un cuarto: 900.000 CV de un
Gran Bretaña, sin duda el productor mayor y sin comparación posible. La total de 4,1 millones. En cantidades absolutas, Estados Unidos eran un poco
producción de hierro en Gran Bretaña había alcanzado cifras de m illones en mayores en 1850 y dejaron muy atrás a Gran Bretaña en 1870 con más del
la década de 1830 (en 1850 llegó a los 2,5 millones de toneladas), cantida- doble de potencia de motor que el viejo país, pero la expansión industrial
des no conseguidas en ninguna otra parte. Sin embargo, en 1870, Francia, norteamericana, aunque extraordinaria, parecía menos asombrosa que la de
Alemania y Estados Unidos produjeron, cada uno por separado, entre 1 y 2 Alemania. La potencia de vapor fija de esta nación había sido muy modesta
millones de toneladas, si bien Gran Bretaña, todavía el «taller del mundo», en 1850: en total unos 40.000 CV, mucho menos que el 10 por 100 de la bri-
continuó destacada en cabeza con casi 6 millones de toneladas, o alrededor tánica. En 1870, sin embargo, era de 900.000 CV o aproximadamente los
de la mitad de la producción mundial. A lo largo de estos veinte años la pro- mismos que los británicos, distanciándose incidentalmente de Francia, que
ducción mundial de carbón se multiplicó por unas dos veces y media, y la había sido mucho mayor en 1850 (67.000 CV). pero que no llegó a más de
producción mundial de hierro por unas cuatro veces. La potencia de vapor to- los 341.000 en 1870. más de dos veces menos que Bélgica.
tal, empero, se multiplicó por cuatro veces y media, ya que de los 4 millones La industrialización de Alemania fue un hecho histórico importante.
de caballos de vapor de 1850 se pasó a los 18,5 millones en 1870. Aparte de su significación económica, sus implicaciones políticas fueron de
Estos datos, escuetos, indican poco más aparte de que la industrializa- gran alcance. En 1850 la Federación Alemana tenía aproximadamente los
ción progresaba. El hecho significativo es que su progreso era ahora geo- mismos habitantes que Francia, pero contaba con una capacidad industrial in-
gráficamente mucho más amplio, aunque también muy desigual. La difusión comparablemente menor. En 1871 el imperio unido alemán era algo más po-
de los ferrocarriles, y en menor medida de los barcos de vapor, estaba in- puloso que Francia, pero su poder industrial era mucho mayor. Y com o aho-
troduciendo la potencia mecánica en todos los continentes y en países inclu- ra la potencia política y militar se basaban cada vez más en el potencial in-
sive no industrializados. El advenimiento del ferrocarril (véase el capítulo 3) dustrial, la capacidad tecnológica y la pericia, las consecuencias políticas del
fue en sí mismo un sím bolo y un logro revolucionarios, ya que la transfor- desarrollo industrial eran más importantes que anteriormente. Esto lo de-
mación mundial en una sola econom ía interactiva fue en muchos sentidos el mostraron las guerras de la década de 1860 (véase el capítulo 4). A partir de
aspecto más logrado y desde luego el más espectacular de la industriali- entonces ningún estado pudo mantener su sitio en el club de los «grandes
zación. Sin embargo, el «motor fijo» hacía espectaculares progresos en la poderes» sin el mencionado desarrollo industrial.
fábrica, la mina o la fundición. En Suiza, donde no habían más que 34 de Los productos característicos de la época eran el hierro y el carbón, y su
dichos motores en 1850, contaban con casi un millar en 1870. En Austria el símbolo más espectacular, el ferrocarril, combinaba ambos. En comparación,
número ascendió de los 671 de 1852 a los 9.160 de 1875, con un aumento los artículos textiles, el producto más típico de la primera fase de la industria-
en caballos de vapor de más de quince veces. (En comparación, un país lización, se desarrollaron menos. El consumo de algodón durante la década
europeo realmente atrasado com o Portugal tenía aún en 1873 sólo 70 moto- de 1850 fue alrededor de un 60 por 100 más elevado que en la de 1840, perma-
res con un total de 1.200 CV.) La potencia total de vapor de Holanda se neció prácticamente estático durante los años sesenta (debido a que la guerra
multiplicó por trece. civil norteamericana paró la industria) y aumentó un 50 por 100 más o menos
Por otro lado, existían regiones industriales menores y algunas economías en la década de 1870. La producción de lana a lo largo de la década de 1870
industriales europeas, com o la sueca, que apenas habían empezado la indus- fue aproximadamente el doble de la de los años cuarenta. Sin embargo, la pro-
trialización masiva. No obstante, el hecho más significativo era el desarrollo ducción de carbón y de hierro en barras se multiplicó por cinco, en tanto que
desigual de los centros mayores. Al principio de nuestro período Gran Bre- por vez primera se hacía posible la producción masiva de acero. En realidad,
taña y Bélgica eran los únicos países en donde la industria se había desarro- a lo largo de este período las innovaciones tecnológicas en la industria del
llado intensamente, y ambos continuaron con la más elevada industrialización hierro y el acero desempeñaron una función análoga a la de las innovaciones
per cápita. Su consumo de hierro por habitante en 1850 fue de 77 kg y textiles de la época anterior. En el continente (con la única excepción de Bél-
41 kg, respectivamente, en tanto que en Estados Unidos fue de 26 kg: en gica, en donde seguía predominando), el carbón de piedra reemplazó al carbón
Francia, de 17 kg, y en Alemania, de 13 kg. Bélgica era una economía pe- vegetal com o combustible principal en la fundición durante la década de 1850.
queña, aunque relativamente importante: en 1873 todavía producía alrededor Los nuevos procedimientos que surgían por todas partes — el convertidor de
de un 50 por 100 de hierro más que Francia, su vecina mucho mayor. Desde Bessemer (1856), el homo regenerativo de Siemens-Martin (1864)— posibili-
luego que Gran Bretaña era el país industrial por excelencia y, com o hemos taban la manufacturación de acero barato, que sustituía casi definitivamente al
visto, se las arreglaba para mantener su posición^ relativa, si bien su potencia hierro forjado. N o obstante, su importancia radica en el futuro. En 1870 sólo
54 LA ERA DEL CAPITAL. 1848-1875 EL GRAN «BOOM- 55
el 15 por 100 del hierro terminado que produjo Alemania, salía en forma de atrasados que dispusieran de un buen sistema educativo les sería más fácil
acero, menos del 10 por 100 del que se fabricaba en Gran Bretaña. Nuestro desarrollarse, como, por ejemplo, Suecia.*
período no era todavía una época de acero, ni siquiera en lo que se refiere a Es evidente el valor práctico de una buena educación primaria para tec-
armamentos, que fueron los que proporcionaron al nuevo material un impulso nologías con base científica, tanto económicas com o militares. Entre las ra-
significativo. Fue una edad de hierro. zones por las que los prusianos derrotaron con tanta facilidad a los franceses
Con todo, y aunque posibilitó la tecnología revolucionaria del fururo, la en 1870-1871 no es la menor la superior cultura de los soldados prusianos.
nueva «industria pesada» no fue particularmente revolucionaria, salvo quizás Por otro lado, lo que el desarrollo económico precisaba 3 niveles más eleva-
en la escala. Hablando en términos generales, la revolución industrial hasta dos no era tanto la originalidad y la sofisticación científica — que podían to-
los años setenta aún se movía a impulsos de las innovaciones técnicas de marse prestadas— com o la capacidad-para captar y manipular la ciencia: el
1760-1840. N o obstante, las décadas centrales del siglo desarrollaron los «desarrollo»-más que la investigación. Las universidades y las academias téc-
tipos de industria basados en una tecnología bastante más revolucionaria: la nicas norteamericanas que no contaban con el renombre de — digamos—
química y la eléctrica, ésta en lo relativo a las comunicaciones. Cambridge o la Polytcchnique, eran superiores económicamente a las britá-
Con pocas excepciones, las principales invenciones técnicas de la prime- nicas porque proporcionaban a los ingenieros una educación sistemática que
ra fase industrial no requirieron un gran conocimiento científico avanzado. todavía no existía en el viejo país.** Eran asimismo superiores a las france-
Afortunadamente para Gran Bretaña, tales inventos habían estado al alcance sas. porque de sus aulas salían promociones de ingenieros de grado adecua-
de hombres prácticos con experiencia y sentido común com o George Ste- do en vez de formar a unos pocos de excelente inteligencia y bien prepa-
phenson, el gran constructor del ferrocarril. Pero a partir de la mitad del si- rados. En este aspecto los alemanes confiaban en sus magníficas escuelas
glo esta situación em pezó a cambiar. La telegrafía fue estrechamente liga- secundarias en lugar de en sus universidades, y en la década de 1850 inicia-
da a la ciencia académica a través de hombres com o C. Wheatstone (1802- ron la Realschule, escuela secundaria de orientación técnica y moderna.
1875), de Londres, y Wiiliam Thompson (lord Kelvin) (1824-1907). de Glas- Cuando en 1867 se pidió a los «educadísimos» industriales de Renania que
gow. Aunque su primer producto (el color malva) no recibió el beneplácito contribuyeran a la celebración del cincuenta aniversario de la Universidad de
universal desde el punto de vista estético, la industria artificial de los colo- Bonn, todas menos una de las catorce ciudades industriales consideraron la
rantes, un triunfo de la síntesis química masiva, pasó del laboratorio a la fá- renuncia debido a que «los eminentes industriales locales no habían recibido
brica. Lo mismo o c u t t í ó con los explosivos y la fotografía. Por lo menos una una educación académica (wissenschaftlich) superior en las universidades, ni
de las innovaciones cruciales en la producción de acero, el proceso «básico» hasta entonces se la habían proporcionado a sus hijos».13
Con todo, la tecnología tenía base científica y es de notar lo rápida y am-
de Gilchrist-Thomas, surgió de la educación superior. Como evidencian las
pliamente que se adoptaron las innovaciones de unos pocos pioneros científi-
novelas de Julio Veme (1828-1905), el profesor se convirtió en un personaje
cos, siempre que pensaban en términos de fácil transformación en maquinaria.
industrial mucho más significativo que en épocas pasadas: los productores de
Por esa causa nuevas materias primas, que con frecuencia sólo se encontraban
vino de Francia, ¿no recurrieron al gran L. Pasteur (1822-1895) para que les
fuera de Europa, adquirieron una importancia que únicamente estaría clara en
resolviera un problema difícil? (véase el capítulo 14). Por otro lado, el labo-
el período posterior del imperialismo.*'*'* Por eso el petróleo, que ya había
ratorio investigador era ahora parte integral del desarrollo industrial. En
atraído la atención de los ingenieros yanquis y lo utilizaban como combustible
Europa se hallaba ligado a universidades o instituciones similares — el de
Emst Abbe, en Jena. desarrolló realmente los famosos trabajos de Zeiss— ,
* Analfabetismo en determinados países europeos (varones, en porcentajes).'2
pero en Estados Unidos el laboratorio puramente comercial había aparecido
ya com o consecuencia de las compañías telegráficas. Y pronto lo iba a hacer Inglaterra (1875)° 17 Suecia (1875) b \
Francia (1875) * - 18 Dinamarca (1859-1860) * 3
famoso Thomas Alva Edison (1847-1931). Bélgica 23 Italia (I87S) b 52
(1875)*’
La entrada de la ciencia en la industria tuvo una consecuencia significa- Escocia (1875)6 9 Austria (1875)* 42
tiva: en lo sucesivo el sistema educativo sería cada vez más decisivo para el Suiza (1879)* 6 Rusia (1875)* 79
desarrollo industrial. Gran Bretaña y Bélgica, pioneras de la primera fase in- Alemania (1875)* 2 Esparta (1877) b 63
dustrial, no contaban con los pueblos más cultos y sus sistemas de educación a Novios analfabetos; b reclutas analfabetos.
tecnológica y superior (si exceptuamos la escocesa) estaban muy lejos de ser •* Hasta 1898 la única forma de entrar en la ingeniería británica era mediante el apren-
competentes. A partir de ahora, al país que le faltara una educación general dizaje.
y adecuadas instituciones educativas superiores le sería casi imposible con- También tuvieron gran esplendor los depósitos europeos de maíerias primas químicas.
As/ los depósitos alemanes de potasa produjeron 58 000 to re a d a s en 1861-1865, 455.000 tone-
vertirse en una economía «moderna»; y, al contrario, a los países pobres y ladas en 1871-1875 y más de I millón de toneladas en 1881-1885.
56 LA ERA DEL CAPITAL. 1848-1875 EL GRAN «BOOM» 57

para lámparas, con procedimientos químicos adquirió rápidamente nuevos com o granjeros y costureras (la máquina de coser), en oficinas (la máquina de
usos. En 1859 se habían producido solamente 2.000 barriles, pero en 1874 casi escribir), artículos de consumo com o relojes de pulsera, pero especialmente
11 millones de barriles (extraídos sobre todo en Pennsylvania y Nueva York) armas pequeñas y muiüciones de guerra. Tales productos seguían siendo algo
facilitaron ya a John D. Rockefeller (1839-1937) el establecimiento de un con- especializados .y no comunes. Aunque preocupaban a los europeos inteligen-
trol completo sobre la nueva industria mediante el control de su transporte a tes que ya habían notado en la década de 1860 la superioridad tecnológica de
través de su Standard Oil Company. Estados Unidos en la producción en serie, no inquietaban todavía a los «hom-
N o obstante, estas innovaciones parecen ser ahora más significativas de lo bres prácticos», que simplemente pensaban que los norteamericanos no ten-
que lo fueron en su tiempo. Después de todo, a finales de la década de 1860 un drían que molestarse en inventar máquinas para producir artículos inferiores,
experto creía aún que los únicos metales que tenían futuro económico eran los si ya tenían a mano una serie de artesanos diestros y versátiles com o los
que conocían los antiguos, es decir, el hierro, el cobre, el estaño, el plomo, el europeos. Después de todo, ¿no pretendía un funcionario francés a principios
mercurio, el oro y la plata. En cambio, sostenía que el manganeso, el níquel, de la década de 1900 que mientras Francia no pudiera competir con otros paí-
el cobalto y el aluminio «no parecen destinados a desempeñar una función tan ses en la industria de producción en serie, sí que podía afirmarse en la indus-
importante com o sus mayores».14 Fue sin duda notable el aumento de las im- tria en donde la inventiva y la habilidad artesana eran decisivas: la manufac-
portaciones de caucho a Gran Bretaña, ya que de los 385.000 kg de 1850 se turación de automóviles?
pasó a los 8 millones de 1876, pero inclusive estas cantidades eran insigni-
ficantes comparadas con las cifras de veinte años más tarde. Este material
— que aún se recogía predominantemente en bruto en América del Sur— se IV
empleaba principalmente para impermeables y clásticos. En 1876 existían
exactamente 200 teléfonos funcionando en Europa y 380 en Estados Unidos, El negociante que a principios de la década de 1870 echaba una ojeada a
y en la Feria Internacional de Viena causó sensación el funcionamiento por su alrededor podía, por tanto, mostrar confianza, cuando no complacencia.
electricidad de una bomba. Echando la vista atrás podemos ver que el despe- Pero ¿estaba justificada? Porque si bien continuó c incluso se aceleró la gi-
gue decisivo se hallaba muy cerca: el mundo estaba a punto de entrar en la gantesca expansión de la economía mundial, asentada ahora firmemente en
era de la luz y la potencia eléctrica, del acero y de las rápidas aleaciones con la industrialización en diversos países y en una densa y total riada de artícu-
acero, del teléfono y el fonógrafo, de las turbinas y del motor de combustión los, capitales y hombres, el efecto de las específicas inyecciones de energía
interna. Sin embargo, hacia mediados de la década de 1870 todavía no se ha- que había recibido durante la década de 1840 no perduraba. El Nuevo Mun-
bía entrado en la citada era. do abierto a la empresa capitalista seguiría creciendo, pero ya no sería abso-
Aparte de las bases científicas ya mencionadas, la mayor innovación in- lutamente nuevo. (En efecto, en cuanto productos tales com o el grano y el
dustrial fue probablemente la producción en serie de maquinaria que se había trigo de las praderas y pampas americanas y de las estepas rusas empezaban
construido en realidad con métodos de artesanía, com o locomotoras y barcos a inundar el viejo mundo, según sucedió en las décadas de 1870 y 1880, des-
que aún siguieron fabricándose así. La mayor pane de los progresos en la pro- barataban e inquietaban la agricultura de las naciones viejas y nuevas.) Du-
ducción en serie de ingeniería procedía de Estados Unidos, donde se había in- rante una generación continuaría la construcción de los ferrocarriles del
ventado el revólver Colt, el rifle Winchester, el reloj producido en serie, la mundo. Pero ¿qué ocurriría cuando esa construcción fuera menos universal
máquina de coser y (debido a los mataderos de Cincinnati y Chicago en la dé- porque la mayoría de las líneas ferroviarias se hubieran terminado? El
cada de 1860) la moderna cadena de montaje, esto es, el transporte del objeto potencial tecnológico de la primera revolución industrial, la revolución bri-
de producción de una operación a otra. La esencia de la máquina productora de tánica del algodón, el carbón, el hierro y los motores de vapor, parecía ser
máquinas (que implicaba el desarrollo de las modernas herramientas automá- vastísimo. Además, antes de 1848 apenas se había explotado fuera de Gran
ticas o semiautomáticas) era que se la necesitaba en cantidades estandarizadas Bretaña y sólo de modo incompleto dentro de dicha nación. Se podría per-
mucho mayores que a cualquier otra máquina, es decir, por individuos y no donar a una generación el que comenzara a explotar más adecuadamente este
por firmas o instituciones. En 1875 quizá habría en el mundo 62.000 loco- potencial y lo considerara inacabable. Mas no lo era, y en la década de 1870
motoras, pero ¿qué era esta cifra comparada con los 400.000 relojes de ya fueron visibles los límites de este tipo de tecnología. ¿Qué pasaría si se
latón producidos en serie en Estados Unidos en un solo año (1855), y con los dejaba exhausto?
rifles que precisaban los tres millones de soldados federales y confederados A medida que el mundo entraba en la década de 1870 estas pesimistas re-
que movilizó la guerra civil norteamericana entre 1861 y 1865? De ahí que flexiones parecían ser absurdas. Sin embargo, y como se descubrió más tarde,
los artículos con más probabilidad de producción en serie fueran aquellos el proceso de expansión era curiosamente catastrófico. A los auges astronómi-
que podían ser utilizados por grandes cantidad^ de productores pequeños cos les sucedían agudas depresiones de cada vez mayor amplitud mundial y en
58 LA ERA DEL CAPITAL, 1848-1875 BL GRAN -BOOM» 59
ocasiones dramáticas; y todo ello hasta que los precios caían lo bastante como nal de la época, no era tanto el modelo del crecimiento económ ico, el de-
para que quedaran vacíos los mercados abarrotados y aclarados los motivos de sarrollo político, el progreso intelectual y el logro cultural que persistiría
la quiebra de las empresas, hasta que los hombres de negocios empezaban a in- — sin duda con adecuadas mejoras— en el indefinido futuro, sino más bien
vertir y a extenderse para renovar el ciclo. En 1860, después de la primera un tipo especial de intermedio. Con todo, sus consecuciones fueron impre-
de estas depresiones mundiales (véase p. 78), la economía académica, en la sionantes. En esta era industrial el capitalismo se convirtió en una economía
persona del brillante doctor francés Clement Juglar (1818-1905), reconoció y genuinamente mundial y por lo mismo el globo se transformó de expresión
calculó la periodicidad de este «ciclo comercial* que hasta entonces única- geográfica en constante realidad operativa. En lo sucesivo la historia sería
mente habían considerado los socialistas y otros grupos heterodoxos. Así pues, historia del mundo.
aunque estas interrupciones eran dramáticas para la expansión, también eran
temporales. Éntre los hombres de negocios jamás había sido la euforia tan
grande como a principios de la década de 1870, los famosos Gründerjahre (los
años de la promoción de las compañías) en Alemania, la era en que los pro-
yectos más absurdos y claramente fraudulentos de una compañía encontraban
dinero ilimitado para ir adelante. Eran los días en que. según un periodista vie-
nes, «se fundaban las compañías para transportar la aurora boreal en tuberías
hasta St. Stcphcn’s Square y para conseguir ventas masivas de nuestras cremas
de calzado entre los nativos de las islas del Mar del Sun».1*
Entonces se produjo el colapso. Hasta para el paladar de un período al
que le gustaban las elevadas alturas y los subidos colores de sus auges eco-
nómicos, resultaba demasiado dramático: 39.000 km de ferrocarril norte-
americano quedaron paralizados por la quiebra, los valores alemanes bajaron
alrededor de un 60 por 100 entre la cumbre del esplendor económ ico y
1877, y — lo que es peor-— pararon casi la mitad de los altos hornos de los
principales países productores de hierro. El aluvión de emigrantes al Nuevo
Mundo se quedó en riachuelo. Cada año de los comprendidos entre 1865
y 1873 arribaban al puerto de Nueva York más de 200.000 emigrantes, pero
en 1877 sólo llegaron 63.000. Además, y al contrario de lo ocurrido con las
anteriores depresiones del gran auge secular, ésta no parecía tener fin. Nada
menos que en 1889 un estudio alemán que se calificaba a sí mismo de «in-
troducción a los estudios económ icos para funcionarios y negociantes» ob-
servaba que «desde el colapso de la bolsa de 1 87 3..., la palabra “crisis”, con
sólo breves interrupciones, ha estado constantemente en la mente de todos».1*
Y esto se decía en Alemania, el país cuyo crecimiento económ ico a lo largo
de este período siguió siendo muy espectacular. Los historiadores han pues-
to en duda la existencia de lo que se ha llamado la «Gran Depresión» de 1873
a 1896, y, desde luego, no fue ni mucho menos tan dramática com o la de
1929 a 1934, cuando la.econom ía del mundo capitalista casi se detuvo por
completo. Sin embargo, a los contemporáneos no les cabía la menor duda de
que al gran auge le había sucedido la gran depresión.
Una nueva era histórica, política y económica se abre con la depresión de
la década de 1870. Aunque se halla fuera de los límites de este volumen, po-
demos indicar de pasada que minó o destruyó los fundamentos del liberalismo
de mediados del siglo xix que parecían estar tan firmemente establecidos. El
período comprendido entre el final de la década de 1840 y mediados de la
de 1870 demostró que, al contrario de lo que sostenía la sabiduría convencio-

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