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Del acontecimiento
Débiles estimaciones
Es en principio, como lo estudió largamente Paul Veyne2 , que los acontecimientos que
no son, o más bien, son una serie de acontecimientos fabricados por la «débil estimación» de
los movimientos humanos y sociales. Al historiador le cuesta reconocer el acontecimiento si
éste no posee una dimensión importante; ahora bien, sin embargo, existen acontecimientos
pequeños y frágiles, sin grandes amplitudes, que conforman de alguna manera «un poco» la
historia. Podemos ser «algo» alborotadores o «algo» creyentes pero no demasiado (lo cual no
quiere decir mediocres). Para un ojo atento a la infinita declinación de mecanismos sociales y
humanos, el «algo» es uno de los fundamentos que conduce, materializa o en cambio impulsa
el conjunto de las opiniones y visiones del mundo.
El tiempo fue a menudo en historia la identificación intensiva del marginal y del
desviado, del hecho transgresor y del aislamiento, regresando por fin mansamente a la norma.
Pero el tiempo no es todavía el establecimiento de conjuntos de pensamientos, actitudes,
hechos o categorías mentales que se encuentran inmersos en sus débiles estimaciones,
constituyen acontecimientos que serían tan importantes como otros; transformando incluso los
términos del discurso, los conceptos y las nociones que son normalmente parte integrante. El
simple acto social, conforma en su debilidad y en sus hábitos uno de los grandes motores de
los acontecimientos. La trama existencial y acontecimental está tejida de esta producción
insensible de «algo», o de lo banal, de lo débilmente experimentado.
Dijo Chris Marker*** , sobre su película Sans Soleil**** (1983): “Después de unas
cuantas giras mundiales, sólo la banalidad me interesa aún”. Volver a transcribir acerca de la
banalidad al interior de los dramas y de los no dramas, comprender e interpretar las
expectativas y los silencios de la opinión pública, para centrarse en la forma en la que se
articula la aparente banalidad de los sentimientos con la forma de representar las tragedias,
éste es otro aspecto del acontecimiento.
El acontecimiento guarda la visión del futuro
Al continuar con el tema del acontecimiento poco visible y sin embargo significativo,
es necesario hablar aquí de un caso importante para la investigación del estatuto del
acontecimiento. Un acontecimiento, por más trágico o insignificante que sea, cuando surge, es
decir, cuando los rastros que contiene pueden alcanzarnos, guarda en sí mismo (o al menos en
su enunciación) la visión del futuro de aquellos que provienen de haberlos sufrido o temido
como posibles. La visión del futuro es constitutiva del «momento-acontecimiento», incluso
aquella del pasado: hablamos de un acontecimiento en relación con la caracterización de lo
que sucederá, de aquello que por suerte o desgracia va a ocurrir. Hablamos de ello en función
de lo que sabemos que ha existido en el pasado. En el siglo XVIII, para señalar un caso, una
multitud, aunque fuera mínima, notificada en los archivos, es narrada por la policía o por las
crónicas ya sobredimensionado de lo que ha podido suceder anteriormente, y de aquello que
fatalmente sucederá en un futuro cercano si… Ningún acontecimiento se puede reducir a
aquello que se recuerda, ni sobre aquello que se puede anticipar, todas estas son dificultades
que los historiadores tienen para asumir cuando se ajustan cronológicamente a la regla y al
momento, descuidando cierto espesor de la temporalidad de los hechos.
Lo escasamente perceptible
Antes de pensar en ello, precisemos una cosa: «Lo más previsible en historia es su
impredecibilidad»5 de esta frase, podemos extraer una postura intelectual. En efecto ¿por qué
«lo ocurrido» conlleva frecuentemente para el historiador una prohibición de la imaginación?
Y por qué no reflexionar, paralelamente a la fabricación del acontecimiento, a todo lo que no
ha sucedido y habría podido pasar; aquello que permite dejar las palabras abiertas en otros
lugares que han podido mantener otra forma, color o tamaño. Así planteado se produce la
indagación del no acontecimiento acaecido, puede preguntarse sobre aquello que fabrica el
acontecimiento, sobre quienes construyen el acontecimiento.
El acontecimiento anunciado
No retomaremos aquí el debate tan actual sobre la memoria y la historia8 . Por memoria
del acontecimiento, entendemos simplemente la forma en que se insinúa en el cuerpo
colectivo social, es uno o varios lugares originarios que varían según y a medida que
transcurre el tiempo. Un acontecimiento importante, reprimido por razones políticas (por
caso, la guerra de Argelia), es probable que tenga un rostro agudo y extremadamente culpable
cuarenta años después de su llegada. De manera similar, generaciones enteras pueden ser
acompañados por un acontecimiento que marcará sus posiciones éticas, su forma de
acercamiento al mundo. Acontecimientos mucho menos importantes son también portadores
de efectos durante prolongado tiempo: fiestas, rituales, ceremonias que nutren nuestros
calendarios, mezclando dominios de lo republicano, de lo religioso o de lo heroico. La
sociedad está pautada por los ritmos acontecimentales pasados. Seguro se reconstruye sin
detener el acontecimiento, que tendrá múltiples inflexiones según la época en que será
recibido. Por otra parte y al mismo tiempo, la memoria del acontecimiento para quienes lo han
vivido incluso hace mucho tiempo, informa al historiador sobre lo que es para él lo más difícil
de lograr: encontrar el grado de sensibilidad, social, política con el cual otros han reconstruido
el acontecimiento, se han identificado con él o lo han rechazado inexorablemente. La
memoria del acontecimiento determina su significado, a medida que se recuerde.
Es imposible concluir esta reflexión histórica sobre el acontecimiento sin destacar de
manera casi evidente que; si su percepción no se da por sí misma, y que si se está de acuerdo
sobre la realidad del acontecimiento como en construcción; él es a propósito de sí mismo, de
los tipos de interpretación totalmente contradictorios según que pertenezca a tal o cual capa
social. El acontecimiento carece en sí mismo de neutralidad: socialmente fabricado, es
apropiado de maneras muy diferentes por el conjunto de los estratos sociales. Y estas
apropiaciones pueden sin duda entrar en conflicto entre sí: ningún acontecimiento puede
establecerse sin tener en cuenta el estado de dominaciones y sumisiones internas de la
sociedad, la multiplicidad de medidas contra el orden social, la situación económica y política
que lo generan y aquellas que, tan diferentes, sobre las cuales de una manera repentina va a
surgir y luego durar.
Un acontecimiento en historia es una unión de alteridades, es más que un segmento de
tiempo, se espera que siga su destino, el significado de su recepción y las representaciones
que tenemos de él. Las alteridades pueden ser combates, luchas sociales visibles o
inexistentes, expresadas o no, son también el lugar de inscripción del acontecimiento. Por
ello, la movilidad del acontecimiento impone una infinita flexibilidad por parte de la
perspectiva histórica que se centre en él.
*
Traducido del francés por Miguel Ángel Ochoa. Quisiera agradecer muy especialmente a Graciela Urbano,
quien ha contribuido a pulir notablemente con sus comentarios, sugerencias y observaciones esta traducción.
**
Arlette Farge, «Penser et definir l’événement en histoire. Approche des situations et des acteurs sociaux» en
Terrain. Revue d’ethonology de l’Europe, 38, 2002, pp. 67-78. Esta reflexión sobre el caso que aquí se propone
es el resultado de un trabajo en curso sobre la escritura de la historia. También es alimentado por el trabajo
conjunto con Pierre Laborie en nuestro seminario conjunto «Evento y Recepción» en la École des Hautes Études
en Sciences Sociales. Farge es además Investigadora del CNRS, Centre de recherches historiques, París.
1
M. Foucault, «La vie des hommes infâmes » en D. Defert & Fr. Ewald (dir.), Dits et écrits de Michel Foucault,
1954-1988, vol. 2: 1970-1975, Paris, Gallimard, p. 237. Hay traducción en español: Michel Foucault, La vida de
los hombres infames, Buenos Aires, Altamira, 1996. [N. del T.]
2
P. Veyne, «L’interprétation et l’interprète. A propos des choses de la religión » en Enquête, Nro. 3: «Interpréter,
surinterpréter», 1996, pp. 160-180. También puede consultarse en francés en: http://revueagone.revues.org/837
[N. del T.]
***
El cineasta francés falleció a los 91 años en julio de 2012. Entre sus obras destacadas se encuentran: Sans
Soleil [Sin sol], La Jetée [El muelle] de 1962 y Loin du Vietnam [Lejos de Vietnam] de 1967, además de haber
sido coguionista de una de los documentales más aterradores y significativos de la historia del cine, en el cual se
muestra con imágenes originales de 1944 los padecimientos de los prisioneros de Auschwitz: Noche y niebla
(Nuit et brouillard) de Alain Resnais. La película se filma durante 1955, en el contexto de la Guerra Fría. [N. del
T.]
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Tres niños en una carretera en Islandia, una tripulación somnolienta a bordo de un ferry, un emú en Île de
France, un bello rostro de las islas Bijagos , un cementerio de gatos a las afuera de Tokio, vagabundos en
Namidabashi, los habitantes de la Isla de Fogo, Cabo Verde, un carnaval en Bissau... Así inicia el relato una
mujer desconocida que lee las cartas remitidas por un operador de cámara, Sandor Kra sna, que a través del
registro de las imágenes de sus viajes se interroga sobre la memoria y la función del recuerdo, «que no es lo
contrario del olvido, sino su opuesto», para elaborar una lista personal de «cosas que hacen latir el corazón». [N.
del T.]
3
A. Farge, Le goût de l’archive, Paris, Le Seuil, 1989. Hay traducción al español: Arlette Farge, La atracción del
archivo, Valencia, Institucio Alfons El Magnanim, 1991. [N. del T]
4
P. Bourdieu, Méditations pascaliennes. Eléments pour une philosophie négative, Paris, Le Seuil, 1997. Hay
traducción al español: Pierre Bourdieu, Meditaciones pascalianas, Barcelona, Anagrama, 1999. [N. del T]
5
P. Cabanel & P. Laborie (dir.), Penser la défaite, Toulouse, Privat, 2002. La obra todavía se encontraba en
prensa cuando la autora publica este artículo.
6
P. Cabanel & P. Laborie (dir.), ob. cit.
7
P. Laborie, L’opinion française sous Vichy. Les Français et la crise d’identité nationale, 1936-1944, Paris, Le
Seuil, 2001.
8
P. Ricoeur, La mémoire, l’histoire et l’oubli, Paris, Le Seuil, 2000. Hay traducción al español: Paul Ricoeur, La
memoria, la historia y el olvido, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2004. [N. del T]