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Psicología Fisiológica
¿El dolor Existe?
MSc Rita César
El Dolor
El dolor es una sensación que se manifiesta cuando algún problema ocurre en nuestro organismo
por medio de los estímulos enviados por los nervios al cerebro y éste, a su vez, envía los estímulos
al córtex motor para que libere una reacción. La reacción liberada por el córtex es enviada para al
órgano de la dolor por medio de los nervios.
El dolor es esencial para la sobrevivencia de la especie. La asociación internacional para los estudios
del dolor lo define como “una sensación es una experiencia emocional desagradable asociada con
el actual o potencial daño residual”. El dolor es una percepción determinada por la interacción entre
la actividad neurosensorial, la variedad comportamental y factores psicológicos.
La sensación de dolor es determinada para cada individuo a partir de las sensaciones que sintió los
primeros años de vida, es decir, la primera sensación que estimuló su organismo a recuperarse
liberando tal sensación fue determinante para la percepción de la misma. De esta forma, se puede
decir que el dolor es una sensación individual y subjetiva.
Existen varios casos que estimulan a nuestro organismo a liberar reacciones dolorosas como:
nerviosismo, resaca, posiciones erradas del cuerpo, acostarse o levantarse de forma errada,
exagerar en ejercicios físicos, permanecer por mucho tiempo en una misma posición, esfuerzo
repetitivo, estrés, entre otras.
Gracias a la variedad de reacciones a las modificaciones del medio ambiente y las propias, cada
organismo representa un complejo sistema condicionado, cuyas fuerzas internas a cada momento
se equilibran con las externas del medio ambiente. Ese equilibrio es expresado en la variabilidad de
las reacciones de respuesta a la acción de los agentes del mundo exterior y las propias. Por eso, los
animales desarrollan el sistema nervioso, que adquiere especial significado en la regulación de las
funciones orgánicas.
Los principales procesos desarrollados en la experiencia sensorial del dolor son dos (2): la
percepción al dolor y la reacción al dolor.
La reacción al dolor viene a ser la manifestación del individuo de su percepción de una experiencia
desagradable. Esta fase del proceso del dolor involucra factores neuro-anatómicos y
fisiopsicológicos extremamente complejos que engloban el córtex, sistema límbico, hipotálamo,
tálamo y que determinan exactamente la conducta del paciente en referencia a su experiencia
desagradable.
En medicina esas dos (2) características deben ser consideradas para el control del dolor. En
pacientes excesivamente aprensivos la aplicación de la anestesia local puede ser inadecuada.
Debido al miedo y la ansiedad esas personas puedan interpretar mal estímulos no nocivos. Sistemas
centrales de integración pueden operar de tal manera que estímulos banales, no nocivos, sean
interpretados como dolorosos. En muchos casos, el control de la percepción del dolor por el uso de
anestésicos locales debe estar asociada con el empleo de analgésicos y drogas psicoactivas para el
control de la reacción al dolor.
Así pues, un estímulo aplicado a un diente, como por ejemplo el contracto de un taladro dental en
su reparación, genera un impulso similar en todas las personas saludables y que atiende al sistema
nervioso central por vías específicas, donde es percibido e interpretado, determinando una reacción
del paciente, reacción que varía de una persona a otra, y de un día para otro en la misma persona.
El tratamiento del dolor depende de su estímulo generado. De esta forma, puede ser
medicamentado y tratado con fisioterapia, crioterapia, masajes, acupuntura, quinestesiología y
otros. Existen formas de prevenir algunos dolores como aliviar las tensiones del día, mantener la
postura correcta, dormir bien, practicar actividades físicas sin exagerar y estiramientos.
El dolor es causado por la modificación de las condiciones normales de un organismo vivo. Ese
organismo necesita evaluar su capacidad de responder, con reacciones de adaptación, a las
modificaciones que ocurren en el medio ambiente
Receptores
Doctorado en Orientación de la Conducta
Psicología Fisiológica
¿El dolor Existe?
MSc Rita César
Los elementos que captan los estímulos al ser transmitidos al sistema nervioso central, para el
análisis de una posible reacción, son llamados receptores. Los receptores son tejidos nerviosos
especializados, sensibles a alteraciones específicas que se producen en el medio ambiente.
Las modalidades de sensación pueden ser percibidas y diferenciadas unas de otras debido a los
diferentes tipos de receptores. La búsqueda fisiológica demostró que estímulos específicos son
captados por receptores específicos y así, por ejemplo, los receptores del dolor solamente
responden con la sensación de dolor a cualquier estímulo que esté asociado a una reacción similar.
Los receptores pueden ser clasificados en dos (2) grandes grupos: los Exteroceptores y los
interoceptores.
1. Los Exteroceptores: Permiten la revisión de los estímulos emanados del entorno. Son
encontrados en la piel, mucosas o sus anexos (uñas, pelos y dientes). Dentro de la
sensaciones captadas por los exteroceptores pueden ser mencionadas las siguientes:
a) Tacto: Para el tacto tenemos tres (3) tipos de receptores morfológicamente distintos:
corpúsculos de Merkel, corpúsculos de Meissner y las terminaciones de las raíces de los
pelos. Los dos primeros son abundantes en las mucosas de los labios y oral.
b) Temperatura: Los receptores de la temperatura son literalmente encontrados en la
mucosa oral, labios y piel. Los sensibles al frio son los bulbos terminales de Krause y los
sensibles al calor son los corpúsculos de Ruffini.
c) Presión: Responden por esa sensación los corpúsculos de Golgi-Mazzoni y los de Paccini,
destinados a presiones profundas, sensibles a la deformación mecánica.
2. Los Interoceptores: son aquellos sensibles a alteraciones del medio interno, es decir, son
responsables por la propiocepción. Abarcan los receptores situados en las vísceras,
músculos, tendones y en el periodonto y son denominados fusos neuromusculares o
propioceptores.
En el periodonto desempeñan una función vital en la preservación de la relación alveolo-
dental. La maloclusión con la consecuente fuerza anormal sobre el diente, estimula los
propioceptores periodontales de modo tal que el paciente tiende a aliviar el dolor
masticando más intensamente y frecuentemente con los dientes del lado opuesto. Estos
receptores periodontales son tan sensibles que es posible, con una hoja de papel entre los
dientes, notar diferencias de fracciones de milímetro de espesor, lo que no sería posible con
el sentido del tacto. Desempeñan importante papel en el mecanismo inconsciente por lo
cual los músculos que actúan en contra de la fuerza de gravedad (masseter, temporal e
pterigoideo medial) impiden la caída de la mandíbula. El movimiento de la mandíbula
(voluntaria o pasivamente), la noción del movimiento y la posición de la misma pueden ser
descritas por el paciente, aun con los ojos cerrados, gracias a la sensibilidad de estos
receptores.
a) Excitación y adaptación: Un estímulo para ser recibido, debe exceder una intensidad
crítica. El choque leve de un diente puede ser indoloro, pero una masticación brusca,
aplicada sobre ese diente por un cuerpo duro puede producir dolor. De esta forma,
todos los receptores tienen un umbral crítico, abajo del cual el receptor no es activado,
por lo tanto el individuo no es consciente del estímulo, y no se inicia la conducción del
estímulo por la neurona hasta el sistema nervioso central.
Por ello, para excitar, el estímulo debe exceder una intensidad crítico, por ende debe
obedecer al umbral. Además de todo esto, el estímulo debe provocar una alteración del
medio, más rápidamente que una determinada velocidad, para que produzca
excitación.
Para el dolor casi no ocurre adaptación, así como ocurre con el tacto. Los receptores del
dolor se adaptan muy lentamente y ello es beneficioso, pues el dolor es una sensación
útil desde el punto de vista de mecanismo protector: una fácil adaptación impediría las
señales de aviso de peligro.
b) Especificidad: Los diversos receptores no únicamente difieren morfológicamente entre
sí, sino también por el hecho que cada uno funge a una modalidad sensitiva. Esto
equivale a decir que los corpúsculos de Ruffini reaccionan normalmente al calor, los de
Golgi-Mazzoni responden a la presión, o sea, a la presión que fue aplicada a los
receptores Ruffini; ellos no inicia per sé un impulso y ni el calor aplicado a los Golgi-
Mazzoni provoco per sé una respuesta. La prioridad del receptor a un tipo de estímulo
en particular, es lo que le da el nombre de especificidad.
c) Intensidad: Las diferencias de intensidad de la estimulación son fácilmente percibidas:
podemos distinguir fácilmente una bofetada versus una palmada afectuosa. Ese
discernimiento está condicionado por dos (2) mecanismos: 1. La velocidad de descarga
de un receptor está en función de la intensidad de la estimulación; cuanto más fuerte
el estímulo, más rápida será la velocidad de la descarga. Un estímulo fuerte produce un
torrente de impulso, mientras otro más débil, en el mismo periodo de tiempo, dará
origen a unos pocos impulsos. 2. Raramente un estímulo afecta un receptor. Un
estímulo débil provocaría una vaga respuesta en los receptores más sensibles. Un
estímulo fuerte activaría, además de los receptores más sensibles, aquellos cuyo umbral
de intensidad es más elevado.
Teoría de la Especialidad: Fue propuesta por Descartes en 1644, como un sistema del dolor por canal
directo de la piel para el cerebro. Ese concepto persistió hasta el siglo pasado, cuando Muller postuló
la transmisión del impulso a través de los nervios sensitivos. Al final del siglo 19, Von Frey desarrolló
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el concepto de receptores cutáneos específicos entre el calor, frio y el dolor. Las terminaciones
nerviosas libres fueron implicadas como receptores del dolor. Se admitió la existencia de un centro
de dolor en el interior del cerebro, lo cual sería responsable por las manifestaciones de experiencia
desagradable. Esa teoría fue responsable por el surgimiento de diversos métodos quirúrgicos en la
manipulación de dolores crónicas, por medio de seccionamiento de nervios.
Teoría del control de gatillo: fue propuesta por Melzack & Wall en 1965. Aunque esta pueda ser
expuesta de forma simple, sus diversificaciones son extremadamente complejas. No todos sus
aspectos están suficientemente aclarados y no reciben el total acuerdo de los investigadores, pero
esa teoría viene recibiendo mucha atención actualmente, por el hecho de tomar en cuenta un
elemento primordial en el mecanismo del dolor: la emoción. Las teorías que la antecedían eran
comprensibles y lógicas, pero tenían una grave falla: veían el dolor como simplemente un tipo de
reacción estimulo-respuesta e ignoraban casi totalmente el papel de la emoción.
La teoría del control del gatillo puede explicar estos fenómenos y es por eso que fue considerada
como revolucionara en el estudio del dolor. En términos simples, esa teoría puede ser expuesta de
la siguiente manera: los millones de receptores del cuerpo conservan el cerebro abastecido de
informaciones sobre la temperatura y condiciones de los tejidos y de los órganos. Los receptores y
el sistema nervioso central se comunican por medio de un complejo código neural, por medio de
una intrincada red de nervios. El corte de un nervio en el microscopio se asemeja a un cable
eléctrico, hecho de muchas fibras de varios espesores. Las más gruesas transmiten impulsos como
los originados en los receptores del tacto; las más finas, de transmisión más lenta, conducen los
impulsos del dolor. Esos nervios convergen en la médula espinal y allí, los autores de la teoría
admiten la existencia de un mecanismo semejante a una puerta que usualmente permanece cerrada
para bloquear el dolor, pero a veces se abre para admitirlo.
Desde el trozo de piel en el que ocurre la estimulación causante del dolor, las vías nerviosas
transmiten la información hasta la primera estación de relevo en la médula espinal. Desde ahí, como
podemos ver en la imagen, la información sigue su camino hasta el siguiente punto de relevo situado
en el tálamo a través del tracto espinotalámico si la información procede del cuerpo o a través del
tracto trigéminotalámico si la información procede del rosto. Luego del relevo en el tálamo, la
información sigue su ascenso hasta la corteza somatosensitiva, en donde podemos decir que ocurre
el componente discriminativo del dolor.
¿Y el componente afectivo? Del tálamo parten otras vías de dolor que conducen impulsos nerviosos
a la transformación de emociones negativas en hipotálamo y amígdala. Gracias a estas conexiones,
podemos entender por qué el dolor nos resulta desagradable (o como, por el contrario, a otras
personas puede resultarle agradable).
¿Cómo pueden hacer esto? Estos axones descendentes pueden regular la activación de las vías
ascendentes influyendo directamente sobre las neuronas que transmiten los impulsos al cerebro o
a través de interneuronas que regularán la transmisión, promoviéndola o inhibiéndola.
Estas vías descendentes para regular el dolor parten de los diferentes centros de proyección de las
vías ascendentes del dolor que hemos mencionado como causantes de la dimensión discriminativa
y afectiva del dolor: la corteza somatosensitiva, amígdala e hipotálamo. De estos parten
proyecciones descendentes hacia la sustancia gris periacueductal, en donde las vías se “diseminan”
por diferentes centros para llegar a los lugares de acción en la médula espinal.
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BIBLIOGRAFÍA
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