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Derecho Procesal Civil I

"La Oralidad en el
Proceso Civil"

Alumno: Moyano, Juan Manuel

Docente: Dr. Gustavo Massano

MAESTRÍA EN DERECHO PROCESAL

UNIVERSIDAD SIGLO 21
La Oralidad en el Proceso Civil

La sanción de la Ley provincial N° 10.555 estableció la oralidad para los procesos


judiciales de daños y perjuicios que, por su cuantía, tramiten por el juicio abreviado. Se puede
señalar que mediante esta ley, nuestra Provincia, cumplimenta con lo establecido en el art. 14
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966, que integra nuestro bloque de
constitucional según lo establece el inc. 22 del art. 75 de la Constitución Nacional. La
mencionada normativa internacional señala que el derecho a ser oído públicamente también se
establece para la determinación de los derechos y obligaciones civiles.

Se debe aclarar que lo regulado en nuestra Provincia no es un proceso oral puro, sino
que es un sistema mixto donde prevalece la oralidad por sobre la escritura. En este sentido,
Giuseppe Chiovenda sostenía que un proceso oral puro podía imaginarse solamente en un
proceso primitivo1. La mencionada norma provincial estable que la demanda, su contestación
o reconvención y las excepciones seguirán siendo tramitadas de manera escrita. Sin embargo,
el núcleo del nuevo proceso está en dos audiencias: la preliminar y la complementaria, que
son de carácter oral.

Es por ello que ha resurgido en nuestra Provincia la temática de la oralidad en los


procesos judiciales en general. Pero en el presente trabajo intentaré realizar un análisis de la
oralidad en el Proceso Civil específicamente; asimismo, intentaré no encerrarme únicamente
en lo legislado en la Ley provincial N° 10.555 sino que pretendo realizar un análisis más
amplio del tema en cuestión.

Para comenzar debo señalar que la implementación del sistema de oralidad conlleva
un cambio estructural del sistema de justicia que, como señala Román Abellaneda "…propone
revisar la concepción tradicional del proceso procurando una justa composición de los
intereses en juego de modo más eficiente e inmediato"2. Aunque no se diga de manera
expresa, este cambio elemental de los sistemas procesal tiene como objetivo principal la
concentración de actos procesales y, por lo tanto, la celeridad. Para cumplir con esta meta es
necesario un cambio radical en las formas de trabajar y de pensar de todos los operadores
judiciales.

1
Concurso Reflejar 2017 - "La Oralidad en lo Civil y Comercial: Cuestiones que plantea la implementación; y/o
aspectos de diseño procesal, y/o conocimientos, habilidades y actitudes necesarias". Instituto de Capacitación
Judicial de las Provincias Argentinas y Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Pág. 27.
2
Román Abellanda (2019). El proceso civil por audiencias en la provincia de Córdoba. Análisis de la ley
provincial 10.555 y del Protocolo de Gestión del proceso civil oral. LLC 2019 (mayo), 1.
La preeminencia de la oralidad permite que los sujetos procesales estén en un
permanente contacto personal, el Juez tiene un acercamiento directo con las partes en las
audiencias orales, esto hace al principio de inmediatez, otra de las piedras fundamentales de
este tipo de proceso. El magistrado, al tener contacto directo con las partes, interpretará los
hechos y las pruebas de primera mano, lo que se verá reflejado en una mejor calidad de las
resoluciones que dicte, la sentencia será en base a las actividades procesales directamente
percibidas por el propio juzgador.

Además de tener como objetivo la reducción de la duración del proceso a través de la


concentración de actos procesales, también se busca la celeridad por medio de otro método
alternativo de resolución de conflictos, la conciliación.

Asimismo, más allá que el Juez no puede iniciar de oficio las causas, la oralidad en el
proceso civil le otorga un rol protagónico; esto no quiere decir que se convierta el proceso en
uno de carácter puramente dispositivo pero se consagra un juzgador activo y director del
proceso. A los procesos orales el Juez los debe dirigir con el principio de economía procesal
en mente, no puede permitir que el expediente no avance, pero para ello necesita que las
partes cumplan con el principio de colaboración procesal.

Esta cuestión la vemos reflejada en el Código Civil y Comercial ya que ha consolidado


en el orden nacional el paradigma del activismo judicial a través de una mayor participación
de Juez en el proceso y, esto se evidencia más fácilmente mediante la instrumentación de la
oralidad.

Inmediatez

Este principio requiere una relación directa y personal del Tribunal, más
específicamente del magistrado, con las partes y con todo el material del proceso. Una vez
entablada la demanda y contestada, el Juez debe tomar contacto directo con las partes y con
las pruebas del proceso.

Con el sistema de la oralidad, como se dijo supra, se le otorga al magistrado un rol


protagónico, no solo a la hora de decidir la controversia sino en el desarrollo del proceso. No
debe solo escuchar a las partes, debe dirigir el proceso fijando los límites del debate, se le
exige una participación activa. Es importante que el Juez se interiorice en los hechos
invocados en el líbelo introductorio, su contestación y el material probatorio. El conocimiento
de la causa le permitirá dilucidar, juntos con los operadores y auxiliares que intervengan, los
hechos controvertidos, los que no están en discusión, las pruebas pertinentes y así, controlar
de manera eficaz el proceso. Asimismo, le permite al juzgador formar su convicción a medida
que se produzca la prueba y se desarrolla el debate.

Se debe hacer la salvedad que la inmediación no influye de igual modo en todo tipo de
pruebas, sino que tiene una mayor repercusión en el testimonio de las partes o de terceros. La
aclaración es correcta si se tiene en cuenta que quienes la sostienen, hacen énfasis en la clave
visual y en cierta conexión sensitiva del Juez con el órgano de prueba.

Al leer un expediente el juzgador no oye, ni puede observar a las partes; al tomar


contacto directa con ellas, a través de la oralidad, tendrá un mayor nivel de percepción y, en
consecuencia, de certeza de lo que realmente sucedió, lo que tendrá como resultado una
solución más justa.

Además, como sostiene Mario Masciotra, el contacto directo del magistrado con las
partes genera transparencia a su accionar. Es importante que las partes conozcan
personalmente a quien va a decidir la contienda. Igualmente, esta relación inmediata facilita
la labor conciliadora del magistrado ya que puede proponer fórmulas para simplificar y
reducir las cuestiones litigiosas surgidas en el proceso o que tengan que ver con la cuestión
principal.

En síntesis, se podría resumir al principio de inmediación en el proceso oral civil en


tres premisas básicas: 1) el Juez conoce directamente a las partes; 2) el Juez recepta
directamente la prueba rendida; 3) es el mismo Juez el que dicta sentencia3.

A lo largo de la Ley 10.555 si puede observar el principio de inmediatez, como por


ejemplo, en el art. 3 se establece una Audiencia Preliminar en la que el Juez escuchará a las
partes y las invitará a conciliar, con potestades para proponerles fórmulas conciliatorias. Pero
el art. 8 es el más explícito, allí se establece que las audiencias previstas en la ley serán
presididas y dirigidas por el tribunal, su presencia es inexcusable e indelegable bajo pena de
nulidad. Es decir, establece de manera obligatoria que el Juzgador debe tomar contacto directo
con las partes y con las pruebas del proceso.

3
PICÓ, I. JUNOY, Joan, "Oralidad y control de las pruebas personales en segunda instancia: hacia la búsqueda
del necesario equilibrio", Revista de Derecho Procesal, 2011-1, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2011, ps.
444/445.
Fórmulas conciliadoras

El contacto directo con las partes permite al Juez invitarlas a conciliar, proponiendo
fórmulas conciliadoras. Es decir, a través del estudio del caso el juzgador se empapa de su
contenido, conoce así lo que desea el actor, las defensas esgrimidas por el demandado, los
hechos agregados al expediente y, aquí, debe asumir un mayor protagonismo aún,
proponiendo fórmulas de avenimiento que beneficien a ambas partes. Se trata de una función
que tiende a lograr el avenimiento total o parcial de las diferencias que separan las posiciones
de las partes.

De esta manera, el magistrado "… podrá advertir a las partes de la posible suerte de
sus pretensiones y defensas, sin que ello implique prejuzgamiento ni adelanto de opinión"4.
La experiencia señala que cuando las partes expresan sus verdaderas pretensiones al Juez, a
veces no condicen con exactitud con lo que se reclama o están dispuestos a renunciar a una
parte de sus objetivos, que normalmente no lo señalan en un documento escrito. Por ello, el
tribunal debe percibir esta situación y transformar en sumas dinerarias las posible fórmulas
conciliadoras.

Es decir, el Juez no solo debe invitar a las partes a conciliar sino que debe asumir el
rol protagónico del proceso y proponer formas de solucionar el litigio. Para esto es importante
la preparación del juzgador y las técnicas de negociación que vaya a utilizar. Más allá de las
destrezas naturales que los jueces puedan tener, es útil que conozcan técnicas de
comunicación, que comprendan el lenguaje gestual o los modos de abordaje del conflicto5.

Cuando el sistema es preeminentemente oral, el magistrado puede proponer una


conciliación en más de una etapa del proceso. Quizás pueda ofrecer una fórmula conciliatoria
con la demanda y su contestación pero también podría ofrecer otra cuando las pruebas ya
estén producidas y, de esta manera, evitar que a las partes se les "imponga" una solución a
través de una sentencia.

En el art. 3 de la ley 10.555 se le otorga al Juez la facultad de proponer fórmulas


conciliadoras pero interpreto que, no debe entenderse que esta posibilidad solo puede
ejercerse en la Audiencia Preliminar sino que puede darse en cualquier momento del proceso.

4
Román Abellanda (2019). El proceso civil por audiencias en la provincia de Córdoba. Análisis de la ley
provincial 10.555 y del Protocolo de Gestión del proceso civil oral. LLC 2019 (mayo), 1.
5
Díaz de Vivar, Elisa y Vila, Rosa: Menos fojas y mejor Justicia (A propósito del art. 360 del código procesal),
E.D. 168-1001, ap. IV.
Fijación de los hechos

En caso de que no haya un avenimiento totalmente exitoso en la etapa introductoria


del litigio, el juzgador deberá fijar el "objeto litigioso y los hechos controvertidos". Aquí
también se observa la importancia que tiene el conocimiento por parte del Juez de la causa, es
fundamental conocer el objeto del litigio y los hechos que están en discusión.

La doctrina se encuentra dividida en cuanto a la conveniencia de la fijación de los


hechos que están en discusión, por parte del magistrado a cargo de la causa. Algunos señalan
que a veces es conveniente fijar los hechos controvertidos, sobre todo cuando el Juez advierte
que la litigiosidad se define por la acreditación de un hecho principal y algunos accesorios que
no tienen complejidad. Pero en otros casos, la fijación de estos hechos puede traer
redundancia y problemas mayores.

Seara López afirma que "... no se aprecia como necesaria tal fijación de hechos
controvertidos, ya que estos son los que se plasmaron en los escritos constitutivos (salvo los
hechos nuevos) y no se ve la conveniencia de repetirlos o delimitarlos introduciendo una
complicación disfuncional. En efecto, tal fijación de hechos podría crear ocasiones nuevas de
disenso y obligaría a una tarea interpretativa del Juez tendiente al cierre o clausura de estos,
en forma innecesaria y prematura". Por lo que, es importante la interpretación del juzgador
en cada caso en particular, en algunos será conveniente delimitar los hechos controvertidos y
en otros no ya que podrían complicar el proceso.

Aun así, se debe señalar que uno de los beneficios de fijar los hechos se produce al
momento de pre calificar la prueba. Si el Juez detecta hechos no controvertidos puede
inadmitir la prueba que intente probarlos, colaborando así con el principio de celeridad y
economía procesal. En el mismo sentido, el magistrado puede detectar que algunos hechos no
son conducentes para la solución del problema.

En la doctrina se impone un criterio amplio en la apreciación de los hechos que


resultan relativos a la decisión del litigio ya que ello normalmente se hace en la sentencia
definitiva y si se anticipa la oportunidad de su consideración deben tratarse supuestos claros y
concluyentes. Debe prevalecer el criterio de amplitud favorable a la admisión de los hechos y
a la producción de las pruebas. Esto no quita potestades al Juez pero debe actuar con máxima
prudencia para no causar agravios innecesarios a las partes ya que está en juego el derecho de
defensa de ellas.
Isidoro Eisner señala que en esta etapa no es que el Juez fije o determine
enunciativamente los hechos litigiosos, sino que, simplemente, descarta los que no deben
tenerse por tales6. En este sentido, se podría decir que el Juez al descartar hechos no
controvertidos, lo que está haciendo no es "fijar" hechos, sino excluyendo lo que no es
materia de pleito y por esta vía, quedan hechos litigiosos los que, habiendo sido articulados,
no fueron eliminados.

El proceso con prevalencia oral permite que el Juez escuche a las partes y después fije
los hechos que sean conducentes a la decisión del litigio. Es decir, que más allá de los hechos
relatados en la demanda y su contestación, las partes pueden hacer un relato directo de cómo
transcurrieron los acontecimientos. Esto permite que la percepción que tiene el juzgador de
las palabras que utilizarán las partes en sus relatos, superará a las que puedan resultar de la
lectura de los escritos presentados, y aún más, será el momento oportuno para indagar algunas
cuestiones fácticas que aparecen confusas o contradictorias. De esta manera, el magistrado
establecerá los hechos que integran el objeto del proceso y respecto de los cuales deberá
pronunciarse al resolver.

Allí está la importancia de la fijación de los hechos, la sentencia se debe basar en ellos.
Así como debe haber una congruencia subjetiva, es decir que el Juez debe decidir respecto de
las partes que intervinieron en el pleito como actor y demandado, debe existir una
correspondencia objetiva. Por lo que el Juez no debe fallar: ultra petita (concediendo más de
lo reclamado), infra petita (concediendo menos de lo reclamado sin dar fundamentos acerca
de las razones por las que se reduce lo pretendido - incongruencia y falta de fundamentación-.
Si diera las razones, sólo importaría un acogimiento parcial del objeto pretendido); extra
petita (concede algo que no ha sido pedido por las partes); ni citra petita (omite pronunciarse
sobre alguno de los hechos litigiosos).

Asimismo, en la sentencia debe haber una relación fáctica o causal, deben tratarse los
tópicos ingresados al proceso, sino una de las partes podría ser condenada en virtud de
cuestiones respecto de las cuales no tuvo oportunidad de defenderse.

Esto quiere decir que la sentencia no debe apartarse de los capítulos de la litis, la parte
dispositiva debe tener congruencia extrínseca con las pretensiones deducidas. En virtud del

6
EISNER, Isidoro, "La fijación de los hechos litigiosos", Revista del Colegio de Abogados de La Plata, 30, p.
142, obra citada por BERIZONCE, Roberto, "La audiencia preliminar: un acto esencial del proceso. (A
propósito del flamante ordenamiento procesal rionegrino)", LA LEY 1988-E, p. 754.
principio Iura Novit Curia el Juez es el único dotado de la facultad específica de administrar
justicia aplicando e interpretando la norma para resolver los conflictos de los particulares, sin
embargo, debe pronunciarse sobre el tema que las partes han planteado, sin transgredir,
ignorar o modificar lo pedido, en virtud también del principio de Congruencia Procesal.

En la ley 10.555 se establece explícitamente el deber del Juzgador de "Fijar el objeto


litigioso y los hechos controvertidos" en el inc. c) del art. 3.

Preclasificación y carga de la prueba

Directamente relacionado con el apartado anterior, "Fijación de los hechos", se


encuentra la temática de la preclasificación de la prueba, que implica la potestad del Juez de
analizar al momento de proveer a la prueba ofrecida, la pertinencia, conducencia e idoneidad
del medio probatorio de que se trate. El magistrado tiene la potestad de desechar la prueba que
a su criterio fuere impertinente o inconducente para la solución del litigio.

Una vez que el Juez fijó los hechos controvertidos entre las partes, debe determinar las
pruebas necesarias para comprobar tales hechos y descartar las innecesarias, superabundantes
o inconducentes. Como se dijo en el apartado anterior, esta función debe ser llevada a cabo
con máxima precaución ya que podría correr riesgo la garantía de defensa en juicio de alguna
de las partes. Por esta cuestión, Román Abellaneda señala que "…sería conveniente que las
decisiones sobre la prueba se adopten en términos de provisoriedad /…/ Los hechos objeto de
la prueba se encuentran interconectados, no se presentan tan aislados en la realidad como
pueden estarlo en el mundo de los conceptos, y sería sobreestimar ingenuamente las
posibilidades reales del Juez, creer que en un momento tan temprano del trámite pueda tener
una visión clara y abarcadora de la prueba necesaria como para dejar de lado por
irrelevante o inconducente alguna de ellas sin un humano agregado que dé cuenta de la
provisionalidad de la estimación. Proponemos sobre este punto aludir a lo que prima facie
parece necesario, a que la denegatoria se limita ´al estado actual de la causa´, y a la reserva
de ´lo que pudiera posteriormente resolverse´ en uso de las facultades que otorga la ley”.

Con relación a los hechos controvertidos, se recomienda que el Juez asuma varias
hipótesis de decisión de fondo y allí decidir la prueba relevante y necesaria. El problema se da
porque el actor en su demanda introduce los hechos principales y luego, en la etapa probatoria
puede probar los accesorios, por lo que al desestimar algún medio probatorio podría poner en
riesgo la comprobación de alguno de los segundos hechos.
Por esta razón, es importante que el juzgador requiera a las partes las explicaciones de
los hechos que pretendan comprobar con las pruebas propuestas ya que suelen intentar
producir pruebas de hechos que no están controvertidos o que ya están reconocidos o
acreditados en la causa.

Otra posibilidad, que colabora con el efectivo cumplimiento de la materia probatoria,


es que el juzgador realice una puesta en común con las partes y logren consensuar qué prueba
de las ofrecidas resultan importantes y útiles para la causa. De esta manera, las partes
renuncian de forma voluntaria de la producción de algún medio de prueba que sea repetitivo,
superfluo o innecesario.

Pero algunos van más allá de la preclasificación de la prueba y sostienen, en base al


principio de la economía procesal, el magistrado podría convertir una prueba testimonial, por
ejemplo, en una informativa. Sostienen que sería una prueba menos costosa y más fácil de
producir ya que no se dependería de que el testigo asista a la audiencia o no. Esta posibilidad
está plasmada en el inciso e) del art. 3 de la ley 10.555. Por supuesto, se entiende que esta
potestad debe ser ejercida con máxima cautela y sostienen que solo sería viable reemplazar
una pericial por otra prueba más fácil y económica de producir, y no al revés.

Conjuntamente con la clasificación de la prueba que realiza el magistrado, el Juez


podrá distribuir la carga de la prueba teniendo en cuenta cuál de las partes se halla en mejor
situación de aportarla. La regla clásica de la carga de la prueba determina que cada una de las
partes tiene la carga de probar el presupuesto fáctico contenido en la norma que invoca en
apoyo de su pretensión.

Pero esta regla clásica puede generar complicaciones, lo que para una de las partes
puede ser muy difícil de demostrar, para la otra puede ser accesible. Por esta razón, el Juez
debe ir analizando cada una de las pruebas y evaluar para qué parte es más fácil aportarla al
juicio, la que se encuentre en mejores condiciones de probar deberá suministrarla al proceso.
Esta teoría se denomina la "carga probatoria dinámica" la que "(...) constituye una regla de
distribución de la carga probatoria caracterizada por gravar al litigante que se encuentre en
'mejores condiciones de probar', con la responsabilidad de acreditar el hecho de que se trate,
o en caso contrario, correr el riesgo de no triunfar en el litigio"7.

7
Conf. FERRER, Sergio, "Carga probatoria dinámica: panorama actual y algunas precisiones", Semanario
Jurídico, 1091, 30/05/1996, p. 590.
El juzgador a cargo del proceso debe tener en cuenta qué parte se halla en mejores
condiciones de aportar al proceso la prueba ofrecida. Puede suceder que una de las pares
tenga especiales conocimientos de lo sucedido o mayor acceso a una información necesaria o
le sea menos costoso conseguir la prueba.

Esto no significa que la teoría de "la carga dinámica de la prueba" no tenga en cuenta
las reglas clásicas de la carga probatoria, sino que trata de complementarlas y mejorarlas,
flexibilizando su aplicación en los casos en que quien debía probar según la regla tradicional
se vea imposibilitado de hacerlo por motivos ajenos a su voluntad.

Aun así, hay una parte de la doctrina que sostiene que no es suficiente la mejor
posición de una parte para acercar el elemento probatorio al proceso sino que también exige
que a la parte responsable de acreditar el hecho en cuestión (según las reglas clásicas), le sea
imposible o dificultoso hacerlo aunque ponga todo su empeño. Es decir, a la parte a quien se
le desplaza la carga probatoria debe tener una posibilidad lógica de acercar el elemento
probatorio.

No puedo pasar por alto que la cuestión de la distribución de la carga de la prueba


también es criticada ya que para algunos, al indicar a qué parte le corresponde acreditar
determinado hecho significaría un adelanto de opinión sobre el sentido de la resolución final
del Juez interviniente. Fundamentan este cuestionamiento señalado que si parte obligada no
aporta el elemento probatorio al proceso, se producirá una presunción en su contra.

Interrogatorio a testigos y a peritos

En los interrogatorios correspondientes al proceso oral civil la mejor manera para


interrogar es la narrativa, no se recomienda preguntar al testigo de manera interrogativa.
Además, se invita a evitar las preguntas largas con demasiada información, lo mejor es hacer
preguntas cortas y que el testigo hable sin tanta información previa.

También es recomendable no presionar al testigo, ni "ahogarlo" con preguntas. La


psicología del testimonio sostiene que cuando se hace esto, el testigo tiende a decir lo que el
interrogador está buscando y no la verdad de cómo percibió los hechos.

La psicología del testimonio es el conjunto de conocimientos que se basa en los


resultados de las investigaciones de los campos de la Psicología Experimental y la Psicología
Social e intenta determinar la calidad (exactitud y credibilidad) de los testimonios prestan los
testigos presenciales8.

El testimonio de los testigos se basa, fundamentalmente, en la capacidad de su


memoria, que se afecta por el solo hecho del paso del tiempo. Por esta razón es complicado
valorar un testimonio aislado, no siempre el testigo no declara porque no tiene la voluntad de
hacerlo o si lo hace erróneamente es con el fin de engañar. La psicología del testimonio
sostiene que no se debe valorar al testigo sino a sus dichos, a lo que declara. No hay que
valorar al testigo sino al testimonio.

Con relación al lenguaje no verbal, la actitud del que declara al momento de hacerlo.
Hay síntomas que se hacen de manera automática, no voluntaria, como la palidez del rostro, el
tartamudeo, movimientos de las manos y la inseguridad en la expresión, pueden significar
distintas cosas para cada uno de nosotros. Por lo que, se debe tener en cuenta la declaración
con estos síntomas sin dejar de lado otros datos fácticos ya aportados a la causa.

El profesor Nieva Fenoll sostiene que existen cuatro parámetros que deben tenerse en
cuenta para saber si un testigo miente o dice la verdad: 1. La declaración debe ser coherentes
sin contradicciones importantes; 2. El testigo debe ser capaz de describir las características
que no pudieron pasar desapercibidas y que rodeaban al hecho en cuestión; 3. Debe haber
otros elementos de pruebas que permitan corroborar la declaración; 4. Se deben valorar los
"comentarios oportunistas", que no tienen como objetivo narrar los hechos sino lograr
convencimiento a través de percepciones personales. Estos comentarios se valoran de distinta
forma si son dichos por una de las partes, un familiar o amigo, o por un perito ya que entiende
que conoce más de profesión que el resto de los presentes.

Sobre el interrogatorio al perito, se establece que el Juez debe dirigir el pedido de


explicaciones al perito, debiendo moderar los planteos de las partes y declarar su pertinencia o
conducencia.

Integración de la litis

La teoría procesalista sostiene que parte de un proceso es toda persona humana o de


existencia ideal, pública o privada, que hace valer una pretensión en un determinado proceso

8
Román Abellanda (2019). El proceso civil por audiencias en la provincia de Córdoba. Análisis de la ley
provincial 10.555 y del Protocolo de Gestión del proceso civil oral. LLC 2019 (mayo), 1.
y contra quien se ejerce ese reclamo. Con respecto a los terceros, no todos tienen una
vinculación con la relación jurídica sustancial que se discute en un caso en particular; los
terceros interesados son aquellos que se manifiestan así o porque son denunciados por quienes
ya están dentro del proceso, son comunes a la controversia.

Existen dos modalidades de intervención de terceros: coactiva y voluntaria. El tercero


que acude voluntariamente al proceso puede ser adhesivo simple, es decir que actúa en
nombre propio pero en función de un interés ajeno, o adhesivo litisconsorcial, es un tercero
que invoca legitimación causal, por lo que tiene la misma jerarquía que la de las partes
principales, o sea que pudo demandar o ser demandado. Al tercero adhesivo simple, la
sentencia lo afecta indirectamente. En cambio, al litisconsorcial lo afecta directamente haya
sido convocado o hubiera acudido voluntariamente.

En la intervención coactiva del tercero hay varias posturas, algunos dicen que no se
podría condenar a alguien que no fue demandado ya que la relación procesal se traba entre el
actor y a quien demandada, no con el que cita el demandado. El Tribunal Superior de Justicia
de nuestra Provincia no abala esta postura, sostiene que la sentencia tendrá los mismos efectos
para las partes y los terceros.

La citación coactiva a un tercero se hace al contestar la demanda con una relación de


hecho donde se diga que es lo que sucedió y en función de lo relatado, el magistrado citará, o
no, coactivamente al otro sujeto. Hay una postura que señala que la intervención es impuesta
por el Tribunal a cargo de la causa.

Otra figura es la intervención de terceros principal o excluyente, donde se concurre al


proceso con una pretensión propia e incompatible con las de las partes originarias, es decir
que enfrenta a ambas partes y se conforma un litisconsorcio porque el tercero excluyente
demanda al actor y al demando; aquí, el Juez primero debe resolver la situación del tercero.

La intervención de terceros, al igual que la litis pendencia, la acumulación de procesos


y la cosa juzgada, tiende a evitar la multiplicidad de trámites y, así, el dictado de sentencias
contradictorias.

Retomando el procedimiento oral en particular se debieron realizar algunos reajustes


con respecto a la intervención de terceros. Para comenzar, se sostiene que el Juez debe
resolver sin ningún tipo de demora la solicitud de intervención de terceros, incluso sin correrle
traslado a la contraria; este trámite produce la suspensión del juicio principal hasta que
comparezca el citado se venza el plazo para hacerlo.

Parte de la doctrina sostiene que el pedido de intervención de un tercero es una


cuestión de puro derecho, por esta razón se permite no correrle traslado a la contraria y que
resuelva el Juez directamente.

Con respecto a la intervención voluntaria de los terceros, como no entorpece el trámite


del juicio principal podría ser tratado como un incidente. Algunos dicen que el Juez debería
resolverlos sin más trámites y otros, que se le debería correr traslado al actor y al demandado
y el juzgador resolverlo en la audiencia preliminar. En este tipo de intervención, a priori, sería
más complicado cumplir acabadamente con los principios de celeridad, economía y
concentración procesal que se pregonan en el proceso oral.

Conclusiones

El sistema procesal que actualmente se utiliza fue una herramienta diseñada para una
época y una realidad distinta a las actuales, por ello se ha vuelto un proceso lento y engorroso,
se demora demasiado en llegar a una sentencia de un tribunal.

Uno de los factores que propende a la excesiva demora es la escritura, que entre otras
cuestiones no permite que varios actos procesales se concentren en uno solo. Para mudarnos a
un proceso oral es necesario un cambio de paradigmas, un cambio de mentalidad en los
operadores y en los auxiliares judiciales.

En los procesos orales un requisito esencial es el contacto del Juez con las partes y con
las fuentes de prueba, por ende, con el objeto litigioso. El contacto con las partes del proceso
tiene como objetivo lograr un diálogo continuo y evitar que el Juez sea un mero espectador
del "ida y vuelta" entre actor y demandado. Además, la relación entre el magistrado y las
partes permite determinar en forma directa el foco del conflicto y en base a él puede trabajarse
en una conciliación.

Por su parte, la relación directa entre el Juzgador y la prueba permitirá que la búsqueda
de la verdad objetiva sea real, para así tener una sentencia debidamente fundamentada. La
interpretación de la prueba por parte del Juez en un proceso oral es de manera inmediata, por
lo que produce una mayor convicción en su valoración. Por ello, la sentencia tendrá un plus al
mostrar la propia percepción de quien decide, provocando mayor certeza y por lo tanto,
seguridad jurídica. En este proceso no existe una intermediación en la decodificación del
mensaje como sucede en el proceso escrito. De esta manera se contribuye a la satisfacción del
principio a la tutela judicial efectiva consagrado en nuestra Constitución Nacional.

Para que el proceso oral logre sus objetivos es necesario asignarle a los jueces más
facultades que las que poseen en los procesos eminentemente escritos. En estos procesos
deben tener facultades de pre clasificar y distribuir las pruebas, resolver incidentes sin
sustanciación en los casos que sea posible, etc.

Asimismo, para que los procesos orales cumplan con sus metas es necesario contar
con una infraestructura judicial adecuada, debe tenerse en cuenta la cantidad de jueces y las
audiencias a fijares, el personal a cargo de cada Juzgador, el espacio físico y las herramientas
tecnológicas necesarias para llevar a cabo las audiencias. Si no se tienen en cuenta estos
factores, indefectiblemente el "proceso por audiencias" fracasará.

El sistema oral en sí, a priori, se muestra más adaptado a la realidad y actualidad que
nos rodea que el eminentemente escrito. Como principales beneficios observo, que la
concentración de actos procesales conlleva a la celeridad procesal, y la inmediación del Juez,
además de aumentar las probabilidades de llegar a un acuerdo conciliatorio, tiene como
positivo que producirá una sentencia de mayor calidad debido a la percepción directa de los
objetos probatorios por parte del Juzgador.

En definitiva, la oralidad efectiva garantiza la celeridad y transparencia del sistema


judicial; auspicia la motivación adecuada (credibilidad) de las decisiones jurisdiccionales,
todo lo cual contribuye decisivamente a materializar el fin público del proceso, que es
procurar la paz social.

Bibliografía

- Héctor Mario Chayer, Juan Pablo Marcet. Nueva gestión judicial: oralidad en los procesos
civiles.

- Renzo N, Murina Cadierno. La oralidad en lo Civil y Comercial: cuestiones que plantea la


implementación; y/o aspectos de diseño procesal, y/o conocimientos, habilidades y actitudes
necesarias. Premio Reflejar 2017.
- Román Abellanda (2019). El proceso civil por audiencias en la provincia de Córdoba.
Análisis de la ley provincial 10.555 y del Protocolo de Gestión del proceso civil oral. LLC
2019 (mayo), 1.

- Picó, I. Junoy, Joan, "Oralidad y control de las pruebas personales en segunda instancia:
hacia la búsqueda del necesario equilibrio", Revista de Derecho Procesal, 2011-1, Ed.
Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2011, ps. 444/445.

- Díaz de Vivar, Elisa y Vila, Rosa: Menos fojas y mejor Justicia (A propósito del art. 360 del
código procesal), E.D. 168-1001, ap. IV.

- Eisner, Isidoro, "La fijación de los hechos litigiosos", Revista del Colegio de Abogados de
La Plata, 30, p. 142, obra citada por BERIZONCE, Roberto, "La audiencia preliminar: un acto
esencial del proceso. (A propósito del flamante ordenamiento procesal rionegrino)", LA LEY
1988-E, p. 754.

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