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LA MEDITACIÓN CRISTIANA (parte 1)

Un breve estudio acerca de la práctica puritana de meditar en


las escrituras
Texto clave: Salmo 119:15-16

Introducción

Las escrituras enseñan que los cristianos deben crecer y madurar


espiritualmente. Se espera que todos aquellos que han sido llamados y
redimidos por Dios manifiesten un avance en el conocimiento de Dios y en la
práctica cristiana (conducta y carácter en continua transformación). Ver 2
Pedro 3:18. (ocupar la analogía de la planta que crece gracias al cuidado y
provisión constante, ya sea por providencia divino o por un agricultor o
jardinero).

El mayor obstáculo en el día de hoy para cultivar una vida espiritual saludable
y en constante crecimiento es el tiempo (generalmente asignamos poco
tiempo a la oración y a la lectura de las escrituras). Y a raíz de este problema
hemos descuido e ignorado por completo los beneficios de la práctica de la
meditación.

(Además, ignorar el significado que las escrituras otorga al término


“meditación” se puede asociar a la práctica pagana conocido como la
meditación transcendental). Lo anterior es, básicamente, vaciar la mente para
desconectarse del mundo material y unirse a la mente cósmica.

Antiguamente, la meditación bíblica era una actividad ejercida por todos los
creyentes. Este ejercicio espiritual consistía en reflexionar y separarse del
pecado para acercarse a Dios y al prójimo. Los puritanos predicaban
frecuentemente acerca de la meditación bíblica.

Es por ello que en este estudio vamos a examinar la práctica puritana de la


meditación. A continuación, se presente los siguientes encabezados:

 Definición, características tipos de meditación


 El deber y la necesidad de la meditación
 El modo de la meditación
 Temas de meditación
 Beneficios de la meditación
 Obstáculos de la meditación

Desarrollo del tema

Definición, características, y tipos de meditación

La palabra meditar significa “pensar en” o “reflexionar”. También significa


susurrar o hablar entre dientes, hacer sonido con la boca. Implica un dialogo
con uno mismo en tono bajo de aquellos pasajes que desean memorizarse.

La biblia señala que los antiguos creyentes hacían uso de la meditación en


diversas circunstancias. Ver Gén.24:63; Josué 1:8 por señalar algunos casos.
Pero el término meditación se observa mayoritariamente en el libro de los
Salmos. Ver Salmo 1:1-2; 63:6; 119:148.

La meditación siempre debe involucrar una reflexión seria sobre algún asunto
de peso. Por ejemplo, los filósofos meditan y reflexionan en conceptos sobre la
materia y el universo, los creyentes en cambio, reflexionan sobre Dios y sus
decretos eternos y la voluntad del hombre.

Es debido a lo anteriormente señalado que la meditación bíblica implica pensar


en Dios y su Palabra (fijar o establecer la mente a Dios y sus atributos, Cristo y
su obra redentora, la voluntad de Dios para su pueblo). Por lo tanto, la
meditación no tiene su fundamento ni es la causa que surge de una
experiencia mística o imaginativa. Es un ejercicio racional complementado con
la influencia del Espíritu Santo, aplicando en el corazón/ en todo el ser/, la
verdad de las escrituras. Ver Salmo 103:1-5. Atribuye a Dios hechos
comprobados en la experiencia de la Salvación.

Es por ello que la meditación involucra tanto la mente como el corazón. El


creyente se acerca a la reflexión bíblica tanto con la mente como con los
afectos. Thomas Watson definió la meditación como “un santo ejercicio de la
mente por el que traemos a la memoria las verdades de Dios y, con seriedad,
reflexionamos sobre ellas y nos las aplicamos”.

La meditación debe afectar todo el ser el hombre: El intelecto (informa,


conoce, razona) los afectos (los deseos) y la voluntad (la meditación produce
sus efectos en la vida práctica/ transforma, dirige o guía, produce las actitudes
y conductas justas y piadosas).

Los puritanos creían que la meditación era un deber que potenciaba todos los
demás deberes de la vida cristiana (La meditación facilita el diligente uso de
los medios de Gracia, la lectura de las escrituras, la audición de sermones, la
oración y todas las demás ordenanzas de Cristo). Acentúa las marcas de la
Gracia (arrepentimiento, fe) y fortalece las relaciones con los demás (amor a
Dios, a los hermanos, y al prójimo en general).

La meditación tiene principalmente como objetos, positivamente a Dios y sus


atributos y voluntad, Cristo y su amor por su pueblo y negativamente, el
pecado la gravedad y sus consecuencias, el mundo y sus tentaciones, satanás
y sus ataques.

Los puritanos escribieron sobre dos tipos de meditaciones: La ocasional y la


deliberada.

Ocasional: Es aquella que toma lo que se observa con los sentidos para elevar
los pensamientos a cosas celestiales o espirituales. En esta meditación el
creyente reflexiona en Dios, en Cristo a partir de objetos de la naturaleza y
situaciones o experiencias cotidianas. Hay ejemplo en las parábolas de Cristo
(El gran banquete, los obreros y la viña del Señor, en los proverbios 6:6-8, en el
salmo 8:3 (contemplación a partir de las cosas creadas). A través de la
imaginación podemos reflexionar en Dios y sus maravillosa Gracia.

La meditación ocasional es la más fácil de practicar para el creyente, porque


puede realizarse en cualquier momento o circunstancia. La mente carnal
piensa en las cosas de la carne, pero la mente espiritual piensa en las cosas
espirituales. Por lo cual, el creyente puede ver todas las cosas en Dios y puede
extraer meditaciones útiles en todas las cosas que se encuentra.

Pero lo anterior también tiene sus peligros. Por lo cual se debe necesariamente
restringir la imaginación con los límites de la palabra de Dios. (Explicar con un
ejemplo de transgredir el Día del Señor para ir de un paseo al campo /el deseo
legítimo de deleitarse en la creación de Dios como excusa para no
congregarse). Debemos pensar en aquello que las escrituras nos revelan y
enseña (también es necesario llevar todo pensamiento al escrutinio (examen)
de las escrituras).

Meditación diaria y deliberada:

Esta se realiza en horarios prefijados. Es aquella que se ejercita en un tiempo


destinado y apartado. También es de carácter privado en el cual se medita en
las cosas espirituales.

También una meditación deliberada es una aplicación seria de la mente en


alguna materia espiritual. Es un ejercicio reflexivo que busca informar a la
mente con el conocimiento de Dios, avivar el corazón (las emociones y los
afectos) y que los propósitos se eleven a un mayor amor por Dios y por un
aborrecimiento del pecado (avivar la voluntad a través de la obediencia)

Es profundizar con mayor dedicación en la palabra de Dios. Es más que leer de


manera superficial, y se debe distinguir de una simple lectura ocasional.

La meditación deliberada se ejercita empleando al menos cuatro fuentes:


1. Las escrituras
2. Las verdades prácticas del cristianismo
3. Las ocasiones providenciales (experiencias)
4. Los sermones

En cuanto a los sermones, estos deben proveer de un espacio para la


meditación privada (explicar sobre la necesidad de profundizar en los
sermones). Como señalaba un predicador: Es mejor oír solo un sermón y
meditar en él, que oír dos sermones y no meditar en ninguno.

Ver el Salmo 119:15-16

La meditación puede considerarse como un antídoto contra la pereza y tibieza


espiritual. Conocer a Dios debe ser nuestro mayor anhelo en esta vida, y aquel
noble deseo se logra al estudiar y profundizar diariamente en las escrituras.

¡Cuánta meditación necesitamos en este día!

La próxima semana veremos la necesidad y el deber de la meditación bíblica.

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