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Antes del surgimiento de la nación persa, la zona del Medio Oriente venía siendo azotada por
las guerras. El foco de estas guerras era el pueblo agresor y militarista de Asiria. Los asirios
constantemente lanzaban campañas contra los pueblos que los rodeaban, saqueando,
efectuando matanzas y deportando a las poblaciones o a sus clases dirigentes por lo menos.
Esto provocó un gran deterioro humano y económico en toda la zona, incluso en Asiria, que
llegó a despoblarse debido a las graves bajas sufridas en las guerras. Finalmente Asiria
comenzó a debilitarse, sus enemigos se unieron en una gran coalición, la derrotaron y para el
año 610 a. C. los asirios habían sido totalmente sometidos. La nueva situación mostró cuatro
nuevos ejes de poder: en el actual Irán y el oeste de Turquía, los medos;
en Mesopotamia, Siria y Palestina los neobabilonios; en el Norte de África los egipcios, que
intentaban extender su influencia a Palestina y Siria; y en la zona de Turquía, diferentes
estados, con influencias griegas. Estos estados englobaban variadas poblaciones, no todas
sumisas al nuevo orden.[cita requerida] Siguió habiendo guerras, pero no tan cruentas como
las campañas asirias. El mayor problema era que, a pesar de tener un gobierno nominal,
estaban desorganizados. Muchos de esos gobiernos eran intolerantes y cobraban impuestos
excesivos. Los persas eran un núcleo de pueblos con identidad propia que habitaban en el sur
del actual Irán, estando sometidos al gobierno de los medos, pero con un cierto grado
de autogobierno.
La expansión persa[editar]
En el 559 a. C. asume el trono de Persia Ciro II, de la dinastía Aqueménida. Hasta ese
momento los persas eran nominalmente súbditos de los medos. Con Ciro esto cambió, puesto
que independizó al país y lanzó a continuación una guerra de conquista contra sus antiguos
amos. A pesar de haberlos derrotado, Ciro les permitió seguir ocupando cargos y mantener
cierta autonomía. Luego se dedicó a conquistar las zonas del Asia Central y la frontera con
la India, donde se fundaron ciudades y se construyeron fortificaciones para proteger
el Imperio frente a los ataques de los nómadas del Asia Central. A continuación las fuerzas
persas pasaron a la ofensiva en Asia Menor y subyugaron el reino de Lidia, cuyo rey era el
famoso Creso. Esta zona junto con Jonia estaba poblada por griegos o tenía influencia griega,
lo que hizo que la población fuera levantisca. Luego de un periodo sin guerras los persas
atacaron Babilonia apoderándose además de toda la Mesopotamia, Siria y Palestina. Los
persas liberaron a los palestinos de su cautiverio en Babilonia y en muchas zonas fueron
recibidos como libertadores. Luego de estas campañas falleció Ciro II y lo sucedió en el
trono Cambises, que conquistó Egipto para Persia. Egipto nunca aceptó el dominio persa, por
lo que eran frecuentes las conspiraciones y los alzamientos. En varias oportunidades se
sublevó y logró recuperar su independencia por algún tiempo. También las zonas griegas del
Asia menor se sublevaron entre 499 y 494 a. C. (revuelta jónica) con ayuda de los griegos de
Europa especialmente de Atenas, lo que llevó a los persas a tratar de eliminar la amenaza
griega en dos oportunidades, fracasando estrepitosamente. A partir de la derrota en Grecia los
griegos con sus recursos limitados pasaron a la ofensiva, atacando en algunos puntos o
apoyando a los revoltosos en otros, sin dañar demasiado al Imperio aqueménida. Los persas
hábilmente promovieron la rivalidad entre Atenas y Esparta.
Los persas llegaron a ocupar territorios desde el norte de Grecia hasta el río Indo y el Amu
Daria, incluyendo Tracia, Egipto, Oriente Medio, Asia Menor y el Cáucaso.
Cronología[editar]
559: Ciro II; es coronado como rey de los persas.
549 al 546: Tras sublevarse los persas conquistan Media.
546: Ciro conquista Asia Menor, toma Sardes y hace prisionero a Creso el rey de Lidia.
539: Los persas conquistan Babilonia.
530: Cambises II es el nuevo rey.
525: Los persas conquistan Egipto.
522: Revuelta en Libia contra los persas. Darío I es proclamado rey.
516: Campañas de Darío en Tracia.
499: Revuelta en Jonia contra los persas.
498: Sublevación de Caria y Chipre.
494: Sumisión de los Carios y toma de Mileto, la principal ciudad jonia.
490: Primera guerra médica, los griegos rechazan la invasión persa en la batalla de
Maratón.
486: Muerte de Darío mientras preparaba una campaña contra los griegos. Sublevación
en el delta del Nilo. Jerjes, su hijo, asume el trono.
480: Segunda guerra médica, los griegos consiguen aguantar cinco días, pero los persas
consiguen cruzar el paso de las Termópilas y llegan a Atenas para reducirla a cenizas.
479: Se subleva Babilonia sin éxito, treinta mil griegos, de los cuales diez mil espartanos,
interceptan a los persas en Platea; una batalla que dará comienzo a la caída del Imperio
persa.
465: El rey Jerjes es asesinado; asume el gobierno Artajerjes I.
459: Los atenienses lanzan una expedición para liberar Egipto pero los persas triunfan al
mando de Flor.
La caída del Imperio persa[editar]
Los persas no tenían rivales militares gracias a su gran ejército, excepto los griegos que eran
superiores en sus tácticas. Los griegos tenían en su contra la gran fragmentación política. En
Grecia el poder estaba dividido entre ciudades estado, mientras que Persia era
un imperio enorme totalmente unificado. Los reyes persas hábilmente promovieron las
disputas entre estados griegos para evitar que alguno tuviera la hegemonía. Pero finalmente
eso sucedió.
Alrededor del año 350 a. C., Filipo II, el rey de Macedonia, emprendió una política expansiva
de su reino, organizando un ejército regular muy profesional y creando armamentos y tácticas
aún superiores a las clásicas tácticas griegas. Gracias a esto logró unificar amplias zonas de
Grecia incorporándolas a su reino y sometiendo a su mandato con cierto grado de autonomía
al resto de las ciudades griegas con excepción de Esparta. Filipo obligó a los estados griegos
a cesar las luchas, colocó guarniciones macedonias en los puntos estratégicos y se formó una
liga de estados griegos que formarían un ejército para invadir el Imperio Persa. Cuando todo
estaba preparado Filipo fue asesinado. Entonces su hijo Alejandro ocupó el trono. La invasión
debió demorarse para volver a someter a los estados griegos que ante la muerte de Filipo
pretendieron recobrar su independencia. Alejandro logró dominarlos y en el año 334 a. C.
cruzó al Asia menor y derrotó a los persas en Granico. Las ciudades jonias resistieron la
invasión griega cosa que sería sorprendente 150 años atrás. Alejandro, después de tomar
esas ciudades, tomó la mayor parte de Asia Menor con poca resistencia. Un año después todo
el poderío del ejército persa lo enfrentó en la batalla de Issos y nuevamente los persas fueron
derrotados; después de esto cayeron en poder griego siria, donde las ciudades fenicias
resistieron, Palestina y Egipto, donde los griegos fueron bienvenidos como libertadores. En el
año 331 a. C. los griegos entraron en Mesopotamia, a pesar de que el rey persa Darío les
ofreció la paz estos la rechazaron. Los persas se enfrentaron a los griegos en la
histórica batalla de Gaugamela con un renovado ejército pero fueron derrotados una vez más,
y el rey Darío fue asesinado por los nobles. Los griegos tomaron Babilonia y las ciudades
de Susa, Persépolis y Ecbatana, siendo Persépolis incendiada para vengar la destrucción de
Atenas durante la invasión persa a Grecia. Los persas continuaron resistiendo con una guerra
al estilo guerrillero en las zonas del norte y el este de Irán y el Asia Central, pero los griegos
finalmente lograron invadir también esas zonas aplastando los últimos focos de resistencia. A
pesar de la caída el estado persa resurgió y desapareció varias veces a través de la historia y
su legado se extiende hasta el actual estado de Irán.
Ejército[editar]
El ejército persa se caracterizaba por dos cosas: destreza y puntería. El ejército personal se
componía de soldados entrenados para la batalla llamados los "Inmortales". Era un ejército de
12 000 hombres; se les decía así porque cada vez que caía uno era repuesto por otro de la
reserva; y los arqueros a caballo, eran una especialidad de los persas que requería una
coordinación y habilidad excepcional, que combinaba la arquería con la caballería. Era
heterogéneo. La guardia del rey eran “Los Diez Mil Inmortales”. Había batallones de lanceros,
arqueros y caballería, así como mercenarios.
En la educación de los hijos, que dura desde los cinco hasta los veinte años, solamente les enseñan
tres cosas: montar a caballo, disparar el arco y decir la verdad.
Heródoto, CXXXVI.1
Cultura persa[editar]
De la misma forma que en la agricultura y el comercio, el Imperio persa jugó un rol
preponderante en el desarrollo material de su civilización. Existía el concepto de arte imperial,
situación que implicaba que las manifestaciones artísticas debían reflejar las creencias e
intereses de las autoridades imperiales y crearon la tintura
El arte imperial persa se caracterizaba por ser una mezcla de las diversas manifestaciones
culturales que poseían los habitantes del territorio que se despliega a los pies de los Montes
Zagros. En el arte imperial estaban representadas las creencias y tradiciones locales de los
pueblos sometidos al dominio persa; sin embargo, todas las obras imperiales coincidían en
mostrar una cosmovisión de la vida según las indicaciones del imperio.
Debido al carácter expansivo que adquirió Persia con la subida al trono de Ciro II y sus
sucesores, la cosmovisión persa estaba compuesta, además, por elementos provenientes de
Egipto, Babilonia, Grecia y el resto de sus conquistas territoriales.
Una de las mayores muestras del desarrollo material persa, es la ciudad de Persépolis. Sus
creadores fueron los emperadores Darío y su heredero Jerjes, quienes la convirtieron en la
capital del imperio; no obstante, la ciudad siguió creciendo durante dos siglos más hasta que
fue destruida por Alejandro Magno.
Persépolis se ubicaba en la zona central del territorio persa y en ella estaba ubicado el centro
neurálgico del emperador y, además, la ciudad estaba protegida por una enorme fortaleza.
Como conclusión podemos agregar que uno de los mayores logros del imperio levantado por
Ciro II fue su capacidad para mantener cohesionados a una gran variedad de etnias que
habitaban Persia, mediante la inclusión de las tradiciones locales en la cultura imperial. Este
elemento fue el principal factor de la unidad imperial y permitió a los persas desarrollar el
poderío suficiente para expandir enormemente las fronteras de su territorio.
La religión persa[editar]
La religión persa provino de las predicaciones del profeta Zarathustra, fundador
del mazdeísmo o como este llamaba a su religión Daena Vanguji, que se piensa predicó en el
siglo VI antes de Cristo, parte en Asia Central y parte en Irán, adoptando los persas su
religión. El libro sagrado de esta religión era el Avesta y su punto principal era la existencia de
dos espíritus principales; uno llamado Ahura Mazda, que era la representación del bien y otro
llamado Angra Mainyu, que era la representación del mal. La religión persa también incluía
conceptos novedosos como el juicio final en el cual el espíritu de los muertos era juzgado
sobre la base de sus acciones en la vida y eso definiría su futuro en su nueva vida después de
la muerte.
Esta religión todavía existe en Irán y es una de las religiones oficialmente permitidas, aunque
la religión mayoritaria es el islam. También hay seguidores de Zarathustra en India y otros
países, llamados parsis, la base de esta religión es: "pensar bien, hablar bien, hacer bien".
Arte Persa[editar]
El arte persa recibió influencias egipcias y, sobre todo, mesopotámicas (toros androcéfalos,
empleo del arco).
Entre sus realizaciones destacan las apadanas (palacios de recepción) y las tumbas reales
excavadas en acantilados y decoradas con relieves que representan las diversas provincias
del imperio. Destacan también, además de las pirámides, los capiteles formados por troncos
de toro contrapuestos y la perfección de su cerámica vidriada. No aportaron grandes
novedades ya que su arquitectura se derivaba del mundo mesopotámico.