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Universidad Iberoamericana

Revista del Departamento de Letras


Universidad Iberoamericana

Revista del Departamento de Letras

Rector José Morales Orozco

Vicerrector académico Javier Prado Galán

Directora del departamento de letras Gloria Prado Garduño

Directora de publicaciones Araceli Téllez Treja

Editor Ignacio Padilla

Co-editora Elizabeth de Régules Silva

Asistente editorial Gabriela Valenzuela Navarrete

Consejo editorial José Ramón Alcántara (Universidad Iberoamericana Cd. de


México, México); Juan Alcántara (Universidad
Iberoamericana Cd. de México, México); Isabel Contreras
(Universidad Iberoamericana Cd. de México, México); Laura
Guerrero (Universidad Iberoamericana Cd. de México,
México); Silvia Ruiz (Universidad Iberoamericana Cd. de
México, México)

AlterTexto. Revista del Departamento de Letras, Núm. 4, julio-diciembre, 2013, es una publicación electrónica
semestral editada por la Universidad Iberoamericana, A. C. Domicilio de la publicación: Departamento de Letras de
la Universidad Iberoamericana. Prol. Paseo de la Reforma 880, Col. Lomas de Santa Fe, C.P. 01219, México, D.F.,
Tel. 555950-4919, www.ibero.mxlpublicaciones.publica@ibero.mx; revistaaltertextouia@gmail.com Editor
responsable: Ignacio Fernando Padilla Suárez. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2013-072409104100-
203, ISSN: 1665-4862, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable del sitio web y
actualizaciones: Dirección de Comunicación Institucional de la Universidad Iberoamericana. Prol. Paseo de la
Reforma 880, Col. Lomas de Santa Fe, C.P. 01219, México, D.F., Tel. 555950-4000. fecha de la última modificación,
15 de junio de 2014.
*Las ideas aquí expuestas son responsabilidad exclusiva de los autores.
*EI material de esta revista puede ser reproducido sin autorización para su uso personal o en el aula de clases,
Siempre y cuando se mencione como fuente el artículo y su autor, y la Revista AlterTexto del Departamento de
Letras de la U.!liversidad Iberoamericana Ciudad de México.

Nueva poca. Núm. 4. Julio-diciembre, 2013. ISSN 16654862 2


AlterTexfo: Revista del Departamento de responde al deseo de
Letras
profesores, alumnos y egresados del Departamento de Letras de la Universidad
Iberoamericana Ciudad de México de promover la creación, teoría y crítica literarias.
Buscamos fomentar el diálogo con la comunidad académica nacional e internacional,
en aras de fortalecer los estudios literarios contemporáneos y, al mismo tiempo,
impulsar la creación literaria en formatos breves -y no tanto-, de crónicas, reseñas,
ficción narrativa y poesía.

El objetivo de la revista es publicar trabajos inéditos de autores nacionales y


extranjeros que:

• Sean obras de creación literaria original (poesía, ficción narrativa breve, crónica,
ensayo literario, reseña); o
• Sean resultado de trabajos de investigación sobre las diferentes manifestaciones
literarias contemporáneas.

AlterTexfo está estructurada con secciones que favorecen la convivencia de la


creación y el estudio académico: Los Trabajos y los Días es una sección consagrada a
la crónica o a los híbridos cronísticos que se anuncian ya como el género por
excelencia del siglo XXI así como reseñas sobre obras recientes, cualquiera que sea su
género; la sección Lepidópteros abre sus puertas a la ficción narrativa y a la poesía,
mientras que la sección intitulada Entomó/ogos preserva el espacio tradicional para el
ensayo académico.

La calidad del contenido publicado es vigilada por su comité editorial, apoyado


por un conjunto de evaluadores conformado por investigadores activos nacionales y
extranjeros reconocidos en nuestra área y sujetos a un compromiso de imparcialidad,
acordes con los principios de libertad académica, de conciencia, autonomía de
pensamiento, sin dependencia ni sujeción a intereses económicos o políticos
extrauniversitarios, constante y sincera apertura al diálogo con todas las corrientes
ideológicas y el sentido profundo y operante de justicia social que tiende al desarrollo
integral de las comunidades humanas, de manera acorde con los postulados de la
Universidad Iberoamericana.

AlterTexto es una publicación semestral dirigida a estudiantes de licenciatura y


posgrado de Literatura y programas afines, a profesores, investigadores y creadores en
nuestra área y a todo el público que comparta con nosotros el interés por las letras y su
interacción con todas los demás derroteros del quehacer humano.
Editorial

Ignacio Padilla 5

Entomólogos

Andrés Pérez Sepúlveda 6 La herencia inmerecida en El olvido que


seremos de Héctor Abad Faciolince / The
undeserved heritage in El olvido que seremos by
Héctor Abad Faciolince

Iván Méndez González 17 El surco enamorado: Hacia una poética


intersticial en la lírica de Coral Bracho / The
Loved Groove: Towards an Interstitíal Poetic in the
Lyrics of Coral Bracho

Tarik Torres Mojica 32 Macedonio Fernández y su espíritu de


vanguardia / Macedonio Fernández and his
A vant-garde spirit

Lepidópteros

Daniela Bléjer 44 Delirium

Omar Delgado 46 No te acuerdes de Acapulco

Cony Vera 53 Yo nomás soy el chofer

Marcela López Hernández 56 Decapiten el porvenir

Los trabajos y los días

Atzaed Arreola 58 El arte de llorar por un zapato

Lucila Saravia 61 Espacios límite

Ignacio Padilla 63 La cábala de Melquíades

Carmen Ros 65 Novela / Holocausto mexicano

Iram Isaí Evangelista 67 Teoría / Para qué sirve Paul Ricreur en crítica
y creación literaria

Alicia Pastrana 69 Novela / Loba: una gran hazaña literaria


Macedonio Fernández y su espíritu de vanguardia

Macedonio Fernández and his Avant-garde spirit

Tarik Torres Mojica


Universidad de Guanajuato campus León. México
tarik.torres@gmail.com

Por medio del presente artículo se This paper is an approach to


revisará Museo de la novela de la Macedonio Fernandez's Museo de la
Eterna, de Macedonio Fernández, con novela de la Eterna, in arder to
el propósito de plantear algunas understand the historical and cultural
señales que permitan comprender las context from which it emerged, and its
condiciones bajo las que surgió, así characteristics as a literary work. For
como sus características como texto this purpose, in first instance, the
literario. Con este fin se hará un historical background will be explored
recorrido histórico que aborde los as well as the characteristics of the
orígenes y el carácter de la Latin American literary avant-garde of
vanguardias literarias de inicio del siglo the early Twentieth Century, and,
XX, tanto en su forma conceptual como secondly, there will be a Hermeneutical
en su manifestación en América Latina, approach to this work of Macedonio
para, finalmente, abordar Fernández.
hermenéuticamente esta obra.

Palabras clave: Macedonio Key words: Macedonio Fernández,


Fernández, Museo de la novela de la Museo de la novela de la Eterna, Latin
Eterna, novela latinoamericana, American Novel, Literary Avant-garde
vanguardias literarias movements

Introducción

¿Qué tiempos nos ha tocado vivir? En una época se llegó a creer que la
representación de los mejores hombres -¿y mujeres?- y de las más nobles acciones
era lo propio de las artes literarias. La Poética aristotélica es un ejemplo de aquellas
perspectivas. Posteriormente, se vio a la literatura como un vehículo de formación
moral, para luego transformarla en un vehículo por el que podíamos acceder a la
genialidad y la sensibilidad de un autor; los románticos se encargaron de difundir estas
ideas. El lector, en cualquier caso, era testigo de lo que alguien había establecido en un
texto; su operación consistía únicamente en seguir el camino trazado por la mano y
genio de un autor. En la literatura ya estaba todo armado, dispuesto, como quien asiste
a una mesa de restorán, revisa la carta que contiene el menú y se prepara a disfrutar
de un plato, confiándose a las habilidades de un maestro cocinero.
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Con la irrupción de las vanguardias, el comensal tuvo que convertirse en más


que un degustador; fue necesario que se levantara de la mesa y tuvo que aprender a
ser partícipe del proceso de creación. Y no sólo eso: se tuvo la noción de que el mundo
estaba cambiando, que existía una complejidad en la que los nuevos descubrimientos
generados a finales del siglo XIX y a principios del XX estaban provocando cambios
sustanciales en la vida y forma de pensar de las personas. En la exposición universal
de París, en 1900, las personas se asomaron a lo que se imaginó sería el futuro: el
metal desnudo se postuló para sustituir las médulas de roca; los ventanales de cristal
abrían las posibilidades de observar el cielo sin necesidad de salir de casa. La voz de
las personas podía atravesar largas distancias en cuestión de segundos; la luz de las
velas era menos interesante que el filamento de un foco. Eran los alegres tiempos en
que la novedad, la idea de progreso y la posibilidad de aparición de un nuevo mundo,
mejor que el del siglo anterior, iluminaba la visión de las personas comunes y
corrientes. También los artistas eran deslumbrados e iluminados que estaban
inspirados por la luz del nuevo mundo tecnológico.

La Primera Guerra Mundial fue un descalabro en la carrera hacia el "progreso"


anunciado en la Feria Universal de París. Es posible que este episodio haya sembrado
la duda respecto a lo que podía suceder con un progreso aplicado no necesariamente
al servicio de los más grandes ideales de la humanidad. Tal vez aquí fue donde los
movimientos de vanguardia europeos intuyeron que había que apropiarse de la ciencia
y sus logros, que era necesario humanizar al filamento, a la radio y al telégrafo.
Posiblemente de esta manera quedarían conjurados los demonios de la ciencia.

¿Y qué sucedía en América Latina? Habíamos cruzado por un siglo en el que la


pregunta se centraba en la identidad y el deseo de cimentar nuestras independencias.
El siglo XIX fue el siglo de las paradojas, en las que, desde nuestras diferentes
historias, nos enfrentamos al ¿deseo?, ¿necesidad? de ser modernos en medio de las
convulsiones políticas, de ser europeos e indios condenados a convivir en un mismo
espacio llamado "patria"; europeos atrapados en este continente llamado América, o
indios sin carta de identidad entrampados en un presente occidental izado.

En las artes, el Romanticismo fue para los americanos una plataforma por la que
se trató de hallar una respuesta a nuestro estar en el mundo. Se dice que fue una
manera de exaltar nuestras aspiraciones nacionales e individuales. Tal vez. Sin
embargo, también, a lo largo del XIX se buscó adoptar otras estéticas que atravesaron
a cuentagotas, y a veces a destiempo, por el Atlántico. Y tuvimos momentos
naturalistas y realistas y, finalmente, nos postulamos como modernistas.

El Modernismo fue nuestro Romanticismo, afirmó Alfonso Reyes. Fue el intento


de ser nosotros mismos y la posibilidad de generar lazos a lo largo del continente y con
España. Fue la oportunidad de empezar a tener una sola voz y responder a una sola
tradición hispánica que nos permitiría ingresar al concierto universal de Occidente. La
lengua fue. la puerta de entrada.

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y cuando en apariencia ya todo estaba dicho, los movimientos sociales,


culturales y políticos que se vivieron al inicio del siglo XX mostraron fisuras en las
formas modernistas y las voces que todavía clamaban la vigencia de las instituciones
tradicionales hispánicas o, como en Argentina, seguía la pugna por una lengua propia,
producto del mestizaje cultural y social gestado por las inmigraciones.

En este contexto complejo se gestó la obra de Macedonio Fernández, un autor


que parece ser el reflejo de una época de paradojas, de búsqueda de novedades que
por medio de las palabras pretendió eludir a la muerte.

Muerte de la técnica. El lector como creador

La técnica no permanece estática, sino que se encuentra sujeta a un proceso de


constante transformación. Noé Jitrik, en su ensayo "Destrucción y formas en las
narraciones", hizo notar que la técnica después de varios siglos de búsquedas, logró
institucionalizarse en la época burguesa; su desintegración iniciaría a comienzos del
siglo XX (237). El aura que se había creado alrededor de la imagen genial del autor
comenzó a desgajarse. Entonces, ingresó en el horizonte la idea de que la narración
podía también ser configurada por el lector, elemento que en el pasado no era
considerado como parte del acto de conformación de la obra escrita.

A partir de los movimientos de vanguardia emergió de manera sistemática un


cuestionamiento respecto a quién es el lector, su manera peculiar de aproximarse a la
obra de arte literaria y la manera en que se realizaba el proceso de apropiación. A la
par, también existió preocupación por abrir rutas no exploradas por la cultura
tradicional. Paul Ricoeur menciona que con las vanguardias apareció la figura del
narrador no digno de confianza, es decir, una voz narrativa que no transmite certezas,
sino que busca sembrar trampas al lector desapercibido (872-873).

Con la irrupción de las vanguardias, la labor de escritura de la obra literaria


estuvo marcada por el autocuestionamiento, es decir, que existió un reconocimiento por
parte de los autores de que no es posible la aprehensión total de un mundo, porque la
realidad es, de sí, compleja. Estas dudas fueron transmitidas al lector, quien también se
transformó en parte activa del proceso de conocer (Jitrik, Destrucción 221). Esta labor
de autocuestionarse se contrapone a la perspectiva de la literatura realista, la que
pretendía, por medio de lo narrado, de las palabras, ser un espejo fiel de la realidad.

Un elemento que permitió reflejar este autocuestionamiento es el montaje, es


decir: "un sistema o conjunto de sistemas de estructuras móviles, alterables,
remplazables [sic] física [...] y significativamente que tiende a mantenerse sobre
conceptos de fluidez y movilidad" (Jitrik, Destrucción 237). A través del montaje el lector
tiene la posibilidad de, por medio de los fragmentos, armar el conjunto contenido en la
obra escrita, la que, a su vez, se reestructurará no únicamente por la revisión de los
fragmentos, sino a través del reordenamiento de los elementos separados. Así es como
el lector ti.ene la posibilidad de: "recuperar una libertad sin la cual, por otra parte, la
escritura es repetición" (Jitrik, Destrucción 238).

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Macedonio Fernández y la vanguardia

Los elementos de montaje y el cuestionamiento de la técnica se encuentran


presentes a lo largo del Museo de la novela de la Eterna, de Macedonio Fernández,
aspectos que, además, comenzaron a aparecer de manera sistemática a lo largo de la
literatura generada durante el siglo XX, en específico en la literatura de las vanguardias
y que parece seguirse fortaleciendo en la llamada literatura de la Posmodernidad.
Empero, aquí surge un problema: si bien Macedonio Fernández vivió y participó de la
vanguardia en Argentina, su obra escapa de los esquemas temporales tradicionales, es
decir, ya antes de la llegada del ultraísmo y el surgimiento del movimiento
martinfierrista, Macedonio escribía una literatura que podríamos considerar de
vanguardia; incluso, sus obras continuaron en una constante búsqueda vanguardista a
pesar de la disolución de los movimientos literarios argentinos.

Si miramos esta situación desde una posición historicista, el caso de la obra de


Macedonio Fernández podría plantear un problema grave que, tal vez, podría
resolverse afirmando, de manera simplista, que Macedonio Fernández fue un autor
genial, un iluminado -o un loco en el peor de los casos-, Si, por el contrario, tratamos
de pensar de una manera un poco más compleja y tomamos en cuenta que, por el
contrario, la obra de Macedonio se gestó en un ámbito cambiante que abrió
perspectivas que le ayudaron a hacer conscientes determinadas preocupaciones y
tendencias ya exploradas en sus primeros trabajos, y que le ayudaron a seguir
madurándolas aún después de la desaparición de ese ambiente propicio para la
recepción y generación de una obra tan peculiar como la suya, entonces podremos
tener una visión un tanto más completa y justa.

¿Por qué considerar la obra de Macedonio Fernández, en específico su Museo


de la novela de la Eterna, como vanguardista? En principio, la propuesta es por
cuestión contextual histórica: en el periodo del florecimiento de las vanguardias, sobre
todo del ultraísmo en argentina, la obra de Macedonio logró ponerse en un primer
plano, y porque, más allá del aspecto temporal histórico, su obra es congruente con un
espíritu de vanguardia.

y a todo esto, ¿qué es la literatura de vanguardia?

El espíritu de la vanguardia

El término vanguardia, significa "adelantarse, estar al frente". Es un término


militar que fue empleado por los movimientos artísticos europeos de inicios del siglo XX
para afirmar una rebelión contra la tradición o el establishment. Noé Jitrik comenta que
este adelantarse: "no es tan sólo como en el ejército, para marcar un rumbo, sino para
establecer un corte respecto de aquello que queda atrás: tomar forma de vanguardia
para romper lo que queda atrás y aun para que lo que precede se rompa" (Notas 67).
Guillermo--de Torre complementa la visión afirmando que la llamada vanguardia: "no
aspiraba a ninguna permanencia y menos aún a la inmovilidad" (24). De esta forma, si

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bien es cierto que no existió un movimiento que por sí mismo pudiera llamarse
Vanguardia, es decir, que no se trató de una escuela sino de diversos ismos que
surgieron y desaparecieron en la primera mitad del siglo XX, los grupos que emergieron
en dicho periodo compartían un espíritu de constante búsqueda de la innovación que
les permitiera estar en constante transformación y evolución, además de tender a un
internacionalismo y un antitradicionalismo (26).

Por otra parte, otro de los rasgos de los movimientos de vanguardia es que, a
través de sus diversas manifestaciones, existe una conciencia de época y una toma de
distancia con respecto de lo natural (Jitrik, Notas 63); es decir, que a través de las
obras vanguardistas se reconoce que es el mismo ser humano quien puede crear, es
capaz de generar, por sí mismo, extensiones de sí en lo existente en la naturaleza, que
al mismo tiempo le ayudan a imponerse al orden natural de las cosas. No obstante, es
también la proclamación de lo constantemente nuevo, cambiante, que no puede
detener su paso para contemplar; por el contrario, es necesario superar, perfeccionar lo
creado.

Guillermo de Torre cita a Max Nordau, quien, en un manifiesto, pone en claro


esta idea de búsqueda persistente de la novedad, de la perfección:

El crimen capital para un escritor es el conformismo, la imitación, la sumisión a


las reglas y las enseñanzas. La obra de un escritor debe ser el reflejo
aumentado de su personalidad. La única excusa que un hombre tiene para
escribir es escribirse a sí mismo, es revelar la especie de mundo reflejo en su
mundo original; su única excusa es ser original: debe decir cosas todavía no
dichas y decirlas de forma inédita. Debe crear su propia estética (35).

De esta manera, para lograr gestar la perfección, los movimientos de


vanguardia, además de realizar una crítica abierta a lo tradicionalmente aceptado por
medio de la publicación de manifiestos, 1 frecuentemente, a través de la escritura
misma, desnudan sus operaciones y procedimientos creativos y las colocan a la vista
del lector (Jitrik, Notas 67).

En resumen, los movimientos de vanguardia pusieron en marcha no sólo un


pensamiento que cuestionaba el orden de las cosas y proponía una constante
superación de lo ya existente. Esta crítica, a la larga, fue desgastando a la vanguardia
misma y desembocó en la disolución de los diversos grupos y movimientos que la
tomaron como estandarte.

Históricamente la vanguardia en América Latina se desarrolló de manera tardía


y, de acuerdo con algunos autores, tiene raíces europeas. Empero, el vanguardismo
que fue arraigando en esta parte del mundo no representó un calca de los proyectos
europeos; en palabras de Héctor Libe rtilla: "las vanguardias americanas alcanzan a

1Textos en los que cada movimiento hacía proclama pública de sus propios fines y métodos para lograr
romper la inmovilización en la que, afirmaban, se encontraban sumidas la sociedad y la cultura de su
tiempo.

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relacionarse con otras vanguardias apenas en un punto extremo de contacto: el


acercamiento a una atmósfera de investigación y crítica que obliga a reubicar límites y
funciones tradicionalmente aceptados: el ataque a las formas literarias naturalizadas
por un hábito social; el desocultamiento de aquella materialidad local como defensa de
un texto objeto que evite la costumbre del intercambio dado y la destruya" (Jitrik, Notas
61-62).

La vanguardia en Argentina

La idea de la vanguardia no habría podido arraigar en América Latina de no


haber existido las condiciones socioculturales adecuadas. Noé Jitrik afirma: "la
vanguardia florece en un clima de agitación política" (Notas 66-67), o al menos en un
contexto en el que las instituciones sociales, culturales y políticas se encuentren en
proceso de reacomodo.

En el caso de México, los movimientos de vanguardia, el Estridentismo y los


Contemporáneos, por ejemplo, florecieron en un momento en el que la sociedad y el
Estado mexicano se hallaron en un proceso de reordenamiento después de un periodo
de más de 10 años de guerra civil, y en el que la búsqueda de la modernización en
todas las estructuras nacionales era patente.

Por lo que respecta al caso de Argentina, el contexto que permitió el desarrollo


de la vanguardia, fue el de la bonanza económica. Noé Jitrik nos proporciona una
semblanza de qué ocurría hacia 1916 en ese país:

Cuando Irigoyen sube al poder en 1916, luego de 23 años de conspiraciones y


cavilación, con él ascienden a la vida pública y a las pretensiones sociales y
culturales, vastos sectores humanos de muy reciente configuración clasista.
Burguesía criolla urbana-porteña, burguesía de origen inmigrante, pequeña
burguesía proveniente del interior, incipiente proletariado hacen su aparición en
la escena política derribando las esperanzas sucesorias de la trabajosamente
consolidada oligarquía nacional, resumen y órgano de la alta burguesía liberal
argentina. Estos grupos son desechados por la poesía oficial (cuyos mojones
eran neoclasicismo, romanticismo, postromanticismo, modernismo) pero son tan
numerosos que anegan y ahogan la facultad característica de los viejos tiempos
de engendrar élites numerosas, representativas y gravitantes (Poesía 201-02).

En este ambiente de cambio, la poesía gauchesca empezó a perder sus


interlocutores por no representar los intereses y necesidades de expresión de sectores
sociales diferentes a aquellos de identidad criolla -o con tendencias criollistas-: "la
poesía de sainete es humorística y exclusiva de los sectores inmigrantes o que tienen
relación con ellos, de manera que [la poesía gauchesca] tampoco puede prestar
servicio" (Jitrik, Poesía 203-04).

En..esteambiente de transformaciones que sufrió la Argentina lograron llegar los


primeros manifiestos vanguardistas, y posteriormente, con la llegada de un joven Jorge

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Luis Borges, hacia 1921, la vanguardia tomaría forma a través de la importación del
ultraísmo, y más específicamente a través de la revista Martín Fierro (Rodríguez 32).

El ímpetu ultraísta duraría aproximadamente una década. Al final, al igual que


los demás movimientos de vanguardia, se disolvería, dejando sólo algunas cuantas
figuras testimoniales, como Oliverio Girondo y Macedonio Fernández, de los tiempos
en que en la Argentina hubo un movimiento de vanguardia (Rodríguez 39-40).

Museo de la novela de la Eterna: un prolongado génesis

Museo de la novela de la Eterna es una obra curiosa no únicamente por su


estructura, sino por ser un texto que a lo largo de la vida de Macedonio se fue
construyendo. Se puede encontrar un espíritu de indagación reflexiva y crítica en la
primera obra de Macedonio Fernández, quien "a través de un humo ácidamente
intelectual replantea muy en silencio la posibilidad de una poesía argentina sobre una
base no anecdótica sino trascendente" (Jitrik, Poesía 204).

La primera obra literaria de Macedonio Fernández, generada a finales del siglo


XIX en un ambiente literario que vive los mejores momentos del modernismo, es
peculiar, por lo que Graciela Sola llama "la búsqueda de una realidad ya sea por vía
metacientífica o vagamente mística y, en suma, el inconformismo ante la transcripción
superficial de la realidad exterior e interior" (Rodríguez 23).

Estas búsquedas primeras no empezarían a desarrollarse de manera plena, sino


hasta la década de los años veinte del siglo XX, con la llegada del ultraísmo a la
Argentina y la conformación del grupo martinfierrista en el que militaban escritores
jóvenes e inquietos como Jorge Luis Borges y Oliverio Girando, entre otros. Fue en
1928, con la publicación de la novela No todo es vigilia la de los ojos abiertos, cuando
emergieron algunos ¿personajes? que habrían de conformar la novela del Museo..., lo
mismo que el estilo indagatorio, irónico y desconcertante. En palabras de Fernando
Rodríguez Lafuente:

El libro establece un intermitente diálogo con el lector, que justifica las continuas
digresiones, cuya razón final no es otra sino la de que el propio lector descubra
las ideas que se expresan a medida que se van produciendo. Este conjunto de
ideas y procedimientos a la manera de un borrador, de papeles sueltos escritos
por un personaje de novela -De un amor el No-Existente Caballero- que
interfiere la argumentación del autor y entra y sale de la obra como un
impertinente y sabio interlocutor de la propia obra macedoniana (35).

Los años veinte fueron un periodo bastante activo para Macedonio Fernández.
En este tiempo se transformó en un escritor reconocido, candidato a la presidencia de
la república Argentina2 y en la que vio publicadas dos novelas: la ya mencionada No

20e acuerda con un relato de Borges, Fernando Latour y César Fernández Moreno, Macedonio afirmó
que muchas personas desean tener un kiosco de cigarrillos pero casi nadie ambiciona ser presidente
(Rodrfguez 33).

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todo es vigilia... y Papeles de Recién venido. Esta última obra, de acuerdo con
Rodríguez Lafuente, es "una miscelánea de artículos, ensayos, humoradas" (36).

Después de la disolución del martinfierrismo, Macedonio Fernández se


transformó en una figura que por instantes de desdibujó y, por momentos, fue una
suerte de fantasma que representaba una vanguardia argentina superada. En su
biografía se resalta el hecho que se convirtió en un hombre sin morada fija y que de
vez en vez seguía publicando empleando un estilo que, en su momento, fue concebido
como un vanguardismo trasnochado o, en el mejor de los casos, como una escritura
generada para Macedonio mismo. Rodríguez Lafuente comenta este hecho, afirmando:
"a diferencia de la mayor parte de los escritores hispanoamericanos, permanece al
margen de las modas e insinuaciones europeas o norteamericanas, no sale de Buenos
Aires, desde allí escribe y describe las intuiciones de la nueva concepción del hecho
literario" (43).

Finalmente, en 1947, Macedonio se estableció de manera definitiva en casa de


su hijo Adolfo, hasta que el 10 de febrero de 1952, muere. El Museo de la novela de la
eterna no sería publicada, en su versión definitiva, hasta 1975, quince años después de
su muerte.

Museo de la novela de la Eterna: un legado por explorar

Geney Beltrán Félix afirma que:

Macedonio nunca será un autor de [...] numerosísimos lectores. Antes bien, el


embrujo macedoniano se da, por lo que he podido advertir, en espíritus
desasosegados, temerosos, inquietos, sí, pero también en búsqueda
esperanzada de esa autoenesfesia cuasibudista que permita huir -ilusamente,
claro- de las emociones, el dolor y el mundo. 0, si no huir, por lo menos
enfrentarlos (15).

No puede negarse que lo anterior es cierto: tratar de penetrar en una obra tan
compleja como el Museo de la novela de la Eterna, es un reto para cualquier lector. La
gran cantidad de prólogos que por momentos se dispersan en una infinidad de
temáticas, que postergan y, a la vez, constituyen la novela, son un reto que exigen del
lector paciencia y apertura.

En este Museo... el lector se enfrenta a una miscelánea en la que la voz


narrativa -¿Macedonio?- desnuda el proceso de escritura e invita al lector a ser
parte de este proceso creador. Por principio, el aparente laberinto de prólogos,
capítulos y demás fragmentos que conforman la ¿novela? son una invitación a armar el
propio modelo que mejor le parezca al lector-escritor. En otras palabras, el lector
recorre los pasillos de un museo donde, al parecer, se encuentran encerrados todos los
recursos posibles para la conformación de una obra literaria perfecta: las palabras
vueltas ideas, plantadas en un texto por un narrador-autor, Macedonio Fernández, son
sólo un escaparate de piezas que se encuentran a disposición de un lector-personaje

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que va articulando de diversas maneras lo que, en apariencia, no tiene una conexión


clara.

El deseo de hacer del lector un personaje activo en este proceso de armado de


la novela se vuelven más evidentes en los prólogos en los que la voz narrativa se dirige
al lector de la obra, agradeciéndole, llamándole la atención, amonestándole o
suplicándole que no desista en el esfuerzo de seguir articulando la exégesis. Pero,
¿quién es el lector modelo para la obra de Macedonio? Se trata del lector fragmentario,
a quien Macedonio Fernández le dice: "He aquí que leíste toda mi novela sin saberlo, te
tornaste lector seguido e insabido al contártelo todo dispersamente y antes de la
novela. El lector salteado es el más expuesto conmigo a leer seguido" (119).

Museo de la novela de la Eterna no es una novela realista: el autor mismo se


postula como personaje de la novela que ha escrito. En el "Prólogo a mi persona de
autor", Macedonio afirma: "Soy imaginador de un cosa: la no-muerte; y la trabajo
artísticamente por la trocación del yo, la derrota de la estabilidad de cada uno en su yo"
(32). Esta operación más propia de una argumentación filosófica que de una clara labor
de narración ficcional -al menos de una ficción tradicional-, desmonta la idea del
autor como poseedor de una verdad y como el artífice que reestructura la realidad y la
refleja en palabras a través del texto. Empero, el autor imagina y en el proceso de
imaginación pretende vencer la muerte. Su obra, sus palabras, le permitirán sobrevivir
en el mundo de las ideas, como un nombre, un personaje más dentro de su universo de
ficción.

Macedonio Fernández ironiza respecto a todo esfuerzo por hacer de la literatura


un reflejo de la realidad cuando hace un casting de personajes. En la novela se
presenta un personaje viajero que es contratado para aparecer y desaparecer de
manera intermitente, y que "funciona únicamente como extinguidor de la alucinación
que llegue a amenazar de realismo al relato" (Fernández 41). También vemos cómo
irrumpe un muchacho con un garrote que, a pesar de que se le procura mantener a
raya -"no vaya a andar provocando chichones en la narración" (100)-, aparece y
desaparece. Y, además, observamos cómo emerge un personaje femenino que se
había presentado a participar en la obra, pero que fue rechazada porque se veía
obligada a salir con frecuencia a cuidar que no se derramara la leche que había dejado
en la estufa.

La negación mayor del realismo en la obra de Macedonio es la proclamación de


que una obra literaria debe sustentarse por sí misma sin la necesidad de un contexto
externo, es decir, hacer de la obra un "Hogar de la no existencia", tal como anuncia en
uno de los varios prólogos que conforman el Museo...

Es posible que una de las grandes intuiciones de Macedonio Fernández haya


sido la proclamación de la muerte del autor, aún antes de que Roland Sarthes la
hubiera anunciado. Desde la obra, Macedonio habla del autor como un personaje más
y cede el...espaciocreador al lector, el que, a su vez, es un personaje más que viaja
saltando de prólogo en prólogo, de apartado en apartado conformando una historia que

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en la riqueza de sus diversos componentes podría recomponerse de varias maneras,


tal como propuso Sarthes en su ensayo SIZ. Por esta razón se nos anuncia, una y otra
vez, que nos estamos enfrentando a una novela incompleta, imperfecta porque las
palabras escritas necesitan de un elemento, el lector, que haga que los personajes y el
mundo autocontenido se muevan y adquieran un sentido. Por ello, en uno de sus
prólogos titulado "A los críticos", afirma:

Mi novela es fallida, pero quisiera que se me reconociera que soy el primero que
ha usado el prodigioso instrumento de conmoción conciencial que es el
personaje de novela en su verdadera eficiencia y virtud: la conmoción total de la
conciencia, y no la de ocupación trivial de la conciencia de un tópico particular,
efímero, precario, de ella, y que con ello y algunos otros pensamientos que van
formulados en el conjunto del libro, encamino, hago más lIegadora esa
Perfección que vosotros [los críticos] esperáis, purificante, y ejemplificando algo
también, una severa doctrina de arte literario (Fernández 18).

Macedonio, a su vez, se propone hacer del proceso de la lectura de su Museo...


una operación irritante, es decir, pretende fracturar constantemente las expectativas de
la crítica y del lector exponiendo una obra que en principio necesita ser leída de
manera no lineal, que debe construirse en medio de la multiplicidad de variantes que se
plantean a través de los fragmentos, que no apunta hacia una verdad única sino que
invita a la desconfianza y a la revisión de los juicios a los que se va llegando conforme
avanza -o se va deteniendo- el proceso de lectura, en la que el autor sólo ha
cumplido con la función de presentar piezas desarmadas para que el lector llegue a sus
propias conclusiones; pretende desgastar la figura del autor genial con ironías en
contra de sí, en contra de las operaciones tradicionales de configuración, valoración y
apropiación de la obra de ficción:

[... ] invito al lector a no detenerse a desenredar absurdos, cohonestar


contradicciones, sino que siga el cauce de arrastre emocional que la lectura
vaya promoviendo minúsculamente en él [...] quiero que el lector sepa siempre
que está leyendo una novela y no viendo un vivir, no presenciando una 'vida' [...]
Lo que quiero es muy otra cosa, es ganarlo a él como personaje, es decir que
por un instante crea él mismo no vivir" (35-36).

A manera de conclusión

No es posible agotar una obra como el Museo de la novela de la Eterna, de


Macedonio Fernández. Intentar hacerlo sería una operación absurda y que iría en
contra de la misma obra. Me parece que uno de los grandes méritos del Museo ... es el
de suscitar, cuestionar y llevar a la reflexión de qué es la obra de arte literaria, bajo qué
supuestos la generamos, la consumimos y cómo y por qué nos la apropiamos. En este
sentido, puede decirse que el Museo... es una obra que cumple su objetivo como obra
de vanguardia al mantenerse al frente en el terreno de la lucha al proponer una forma
novedosa..de leer y al proponer un libro de arena como la obra (im)perfecta: cada
lectura, cada reelaboración dará por resultado una obra diferente, siempre nueva, con

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un significante estático -siempre leemos los mismos signos impresos-, pero con un
significado flotante -nunca interpretamos lo mismo.

No es raro que Macedonio Fernández haya propuesto un museo de piezas,


novedoso por su propuesta de la búsqueda de un lector activo, practicante de lo que
Paul Ricoeur llamó Poética de la lectura (877), que terminará enfrentándose a una obra
eterna, infinita por los grados de lectura que contiene.

No se puede negar que es desesperante enfrentarse a una obra como la de


Macedonio. No obstante, es una experiencia que vale la pena más por las preguntas
que genera, que por las respuestas que presenta. No en vano en Museo.. puede
leerse: "Si fracasa como talla que llamo novela, mi Estética salvará el caso: admito que
se la tome por novela, por fantasía de buen género, por novela suplente. Si falla como
novela puede ser que mi Estética haga de buena novela" (38).

Fuentes citadas

Beltrán Félix, Geney. "Macedonio Fernández o la escritura contra el miedo". La Jornada Semanal. 21
de agosto de 2005: 8-9; 15. Impreso.

De Torre, Guillermo. "Introducción". Historia de las literaturas de vanguardia. Volumen 1. Madrid:


Guadarrama, 1971. 17-79. Impreso.

Fernández, Macedonio. Museo de la novela de la Eterna. México: FCE, 1993. Impreso.

Jitrik, Noé. "Destrucción y formas en las narraciones". América Latina en su literatura. César
Fernández Moreno, Coord. México: Siglo XXI-Unesco, 2000. Pp. 219-242. Impreso.

-' "Notas sobre la vanguardia latinoamericana". La vibración del presente. México: FCE, 1987. Pp.
60-78. Impreso.

-' "Poesía Argentina entre radicalismos". Ensayos y estudios de literatura argentina. Buenos Aires:
Galerna, 1970. Pp. 200-221. Impreso.

Ricoeur, Paul. "Mundo del texto y mundo del lector". Tiempo y narración 111.México: Siglo XXI, 2003.
864-900. Impreso.

Rodríguez Lafuente, Fernando. "Prohibido irse de Buenos Aires". Museo de la novela de la Eterna.
Macedonio Fernández. Madrid: Cátedra, 1995.20-45. Impreso.

-' "Para una etopeya de Macedonio Fernández. Un escritor a la contra". Museo de la novela de la
Eterna. Macedonio Fernández. Madrid: Cátedra, 1995. 20-45. Impreso.

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