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Apuntes 33- Segundo Semestre 1993

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LA HISTORIOGRAFÍA PERUANA EN DEBATE

RESUMEN ABSTRACT

En el conjunto de las disciplinas cientffico-socia/es la History's placeamong scientificand social disciplines Izas
historia Iza adqwrido enorme importancia en el Perú en los grown enormously in importan ce in recentyears. Proofofthis are
últimos años. Prueba de ello son los libros que anualmente se tlze books published and eagarly consumed annually by readers;
publican y se consumen por ávidos lectores, los foros de debate que tlze regular/y organized debates and forms; and the fact tlzat
peri6dicamente se organizan; as( como el hecho que antrop6logos, anthropologzsts, sociologists, economists, arclzeologists and even
soci6/ogos, economistas, arque6/ogos e incluso psicoanalistas se psydwanafysts are turning to history for answers, from time to
Izan aproximado a la histona en busca de respuestas e invadido, time, encroaching on areas. Tlzat Izad previously been considered
algunas veces, predios que antes se consideraban exclusivos del tlze exclusive province of historians. But the fact that history
hzstoriador. Pero el hecho que la historia /zaya adquirido tal shou/d lzave gained suclz importance does not necessarily mean
importancia no significa necesariamente que /zaya estado acom- tlzat this Izas been accompanied by a new focus in its approaches
pañada de una renovaci6n metodo/6gica y temátzca. ¿Se Iza reno- and subject matter. Wlzat' s new about Cleo? This question forms
vadoCUoentrenosotros? Esta interrogante es el punto de partida the point of departure from whiclz the five essays below /ead out.
en la reflexi6n que gufa los cinco ensayos que se publican a The autlzors, ¡ive young, innovative history graduates fr.om the
continuación. lns autores, j6venes e innovadores historiadores Catholic Universzty, expound their views, backed up wzth argu-
graduados en la Pontificia Universidad Cat6lica del Perú, ensa- ments from their particular fields,on tlze problems o¡ the historio-
yan, desde sus respectivos campos de especializaci6n, una respues- graphzcal scene in Peru.
ta a los acucientes problemas del quehacer historiográfico de en
Perú.

dedicado con mayor o menor éxito, a hacer


UN NUEVO PASADO oficio de historiadores. Los últimos años han
sido inusualrnente ricos en actividades acadé-
Juan Carlos Estenssoro micas, pese a su reducido ámbito, significati-
vas. Es también sorprendente que si hace unos
Mientras hoy se habla "en el Mundo" diez años una promoción de historiadores de la
del fin de la Historia y de la crisis de las ideolo- Universidad Católica podía estar formada por
gías -el hombre estaría viviendo el inicio de una tres alumnos, entre los que estudian en este
preciosa y extraña libertad que lo salva de los momento hay una que bordea los veinte. A la
conflictos y del cambio-, mientras esto sucede, maestría en historia acuden graduados de di-
la historia (corno disciplina pero también corno versas universidades tanto de Lima, corno de
cambio, corno futuro) tiene cada vez más vigen- Ayacucho o Cusco. Además, la expectativa por
cia entre nosotros. la carrera ha contribuido sin duda a que la
Hay varios síntomas del interés y del Universidad de Lima se haya animado a abrir
lugar que ocupa hoy la historia en nuestra so- la especialidad. Se habla así de una renovación.
ciedad. En primer lugar está el hecho que desde Pero el historiador, y se me permitirá
hace una década, o incluso desde antes, los una debilidad profesional, está acostumbrado
sociólogos, antropólogos y, en menor medida, a desconfiar de las apariencias. ¿Se ha renovado
los economistas se han preocupado por buscar la historia en nuestro medio o sólo hay una
respuesta a sus preguntas en el pasado y se han demanda para su renovación? En todo caso la
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pregunta más sensata intentaría ver qué es lo fesionales que se mantienen en el empeño de
que se ha renovado en la historia y qué busca o dedicarse a una actividad en la que suele reci-
a qué responde esa renovación. Y para buscar birse remuneraciones esotéricas. Pero señalar
una respuesta hay que recurrir a dos ámbitos: cambios en el nivel institucional no es suficien-
al de la propia historia y al de lo que la sociedad te. Dadas las circunstancias actuales, las de-
exige a sus historiadores o al menos al discurso mandas de la sociedad han cambiado, se exige
histórico. Veamos, en lo posible, estos aspectos. una percepción distinta del pasado para la
Respecto a la propia historia, habría tal comprensión del Perú actual. Entre los libros
vez que aclarar que los historiadores somos sin más leídos y 1o vendidos en ciencias sociales en
duda parte de una disciplina, de una tradición los últimos años, así como en cualquier posible
y vivimos en un diálogo permanente con la lista de preferencias de los "mejores" libros de
historiografía. La aparición de un nuevo traba- esa área, figura un significativo porcentaje de
jo nos plantea su lectura crítica pero también obras de historia o con enfoque histórico, mu-
modela nuestro propio trabajo, nos señala có- cho más de lo que sucedía hace veinte años.
mo debemos afrontar desde ahora un proble- Quien quiera poner a prueba la afirmación po-
ma, qué cosas debemos incorporar a nuestro drá acudir a una encuesta; recuérdese sólo co-
enfoque, pero también de una forma negativa mo ejemplo la difusión y éxito de venta de dos
moldea nuestra "intención"1: aquello que que- libros tan distintos como la Historia del Tahuan-
remos decir de distinto, de nuevo, ya sea si- tinsuyu de Rostworowski o Buscando un Inca de
guiendo y profundizando líneas de trabajo Flores Galindo. Pareciera, por lo tanto, que de
anteriores o definitivamente rompiendo con este lado hay de hecho una renovación o al
ellas, señalando sus debilidades o denunciando menos se la exige. Habrá que ver de qué manera
sus errores, sus prejuicios o los mensajes que se recibe o aceptan las propuestas de la historia
ocultan. Hacer historia no sólo es presentar los para poder cerrar el círculo.
resultados de una investigación "objetiva", pro- Lo que queda pendiente es saber si hay
porcionar una información no conocida hasta la posibilidad de un nuevo pasado y cuál es ese.
el momento, sino también es la construcción de Los artículos que se presentan en estas páginas
un discurso sobre el pasado que siempre se no pretenden necesariamente serlo, pero sí son
define por lo que de ese pasado se ha dicho o una preocupación por encontrarlo.
se ha callado hasta hoy. Desde este punto de
vista, una renovación de la historia significaría NOTA
que se nos presente un pasado que resulte dife-
rente, inédito, antes que simplemente una ver- (1) El término "intención" lo tomamos, aunque
sión mejor dibujada (con más detalles) de la con mucha libertad de: Michael Baxandall.
imagen que teníamos antes. Modelos de Intención. Madrid: Herrnann Blu-
Respecto de lo que la sociedad deman- me, 1989.
da, la relación con el historiador tal vez sea
obvia, pero siempre será difícil conocer de ma-
nera precisa cómo interactúa con su discurso. EL NORTE.
La parte más externa de esta relación está en su Un vacío historiográfico
aspecto institucional. De ese lado vemos cam- Susana Aldana
bios, algunos de los cuales (el aumento del
número de estudiantes, la creación de nuevos Pensemos en nuestra historia, en la his-
centros de estudios y la realización de eventos toria del Perú que hemos estudiado -y que se
académicos) he señalado. También se encuen- sigue estudiando- y nos daremos cuenta que
tra el hecho de que, independientemente que está casi íntegramente construida sobre la base
otros "científicos sociales" se ocupen cada vez de lo que ocurriera en el sur. Los incas no sólo
más de la historia, comienza a aumentar pro- fueron un imperio en su momento, sino tam-
gresivamente el número de historiadores pro- bién posteriormente, captando primero el inte-
La Historiografía Peruana en Debate 115
rés de los etnohistoriadores y luego el de los debatir sobre el Estado-nación, de su conforma-
investigadores sociales. Como consecuencia: ción, si un espacio como el norteño, fuertemen-
una fuerte idealización de esta cultura y una te articulado en tomo al capital mercantil-y por
cuidadosa auscultación de su territorio nuclear: los tanto como un proyecto político -económico
el Cusco. más que definido-, simplemente sea obviado?
La fuerte población nativa concentra- ¿No fue acaso importante la presencia del Esta-
da en la zona sur y el circuito económico que se do Nor-peruano; no jugó ningún rol en la desa-
estableciera alrededor de la plata potosina han parición de la Confederación Perú~ Boliviana?
sido los elementos a partir de los cuales se ha Muchas preguntas más se quedan en el
analizado nuestra historia colonial. Y si nos aire; todo tema de debate en estudio tiene su
referimos al XIX, entender el problema inde- posibilidad correlativa en el norte. Situación,
pendentista es reflexionar sobre Tupac Amaru, que sin entrar en otro punto posible de refle-
el punto de reflexión de los movimientos en xión, nos demuestra la necesidad de propiciar
adelante separatistas y los proyectos políticos el desarrollo de las historias regionales: ellas
que ellos sustentaban en el sur. Si de la Repú- son el modo de integrar a nuestra historia y a
blica se trata, el debate sobre el Estado y nación nuestro presente, áreas generalmente relegadas,..
se centra en el conflicto entre liberales y conser- Para poder aceptar que Clío se renue-
vadores, limeños versus arequipeños y 1o sure- va, debemos tener las pruebas al canto: en blan-
ños en general: en el impacto de la Confe- co y negro. No la pura potencia sino la
deración Perú-Boliviana, en el guano y las me- actualización de esa potencia: una historiogra-
didas gubernamentales que generara; la guerra fía consistente que discurra sobre nuevos temas
con Chile y su impacto (pérdidas de territorio y también -y principalmente- sobre nuevas áreas.
en el sur, desorganización estatal, etc.). El norte,
si aparece, es una simple referencia geográfica
o peor aún, un término en un slogan publicita- ¿DÓNDE ESTÁ LO ANDINO?
rio. El turismo, al menos y aunque sea, explota Entre el mito y el objeto perdido
las posibilidades visuales de la región.
Los pocos trabajos historiográficos que Cecilia Méndez
hay de la zona -incluso esas referencias a las
que se aludía- prácticamente identifican Norte En los últimos años una suerte de telu-
con Trujillo, sus valles aldeanos y cuando mu- rismo neoindigenista parece sacudir diversos
cho Lambayeque. Pero, ¿y qué hay de ese norte sectores intelectuales en el Perú. Quizá lo más
que no es sólo estas dos ciudades? Ese norte que singular de esta ola es que a diferencia de los
es tanto Tumbes como Cajamarca, Jaén como anteriores indigenismos, cuya retórica giraba
Piura, Chachapoyas ... ese gran espacio que es en torno al "indio", el de hoy se diluye en el
una unidad fuertemente cohesionada por si- etéreo lenguaje de "lo andino". Pero hay algo
glos de historia en común y que determina que común entre ambos, es la exaltación e idealiza-
el análisis de la realidad de una de sus áreas sea ción del pasado inca. El fenómeno, sin ser del
incompleto si no está contextualizada en el con- todo nuevo, es bastante más complejo que lo
junto. Ese norte que no conocemos y sin embar- que estas líneas nos permiten expresar. Quere-
go, ha jugado un rol importantísimo en nuestra mos por ahora reflexionar acerca de la respon-
historia. sabilidad que en él les cabe a un grupo de
¿Por qué razones, mientras a princi- intelectuales y a una reciente producción histo-
pios del siglo XIX el sur hervía en rebeliones riográfica peruana, concretamente la de la lla-
como la de Aguilar y Ubalde, Zela, Crespo y mada "utopía andina".
Castillo, Pailladelle, los Angulo, Pumacahua, Simplificando, diríamos que quienes
en el norte (aparentemente) reinaba la calma si asumen el discurso historiográfico de la "utopía
posteriormente fuera esta región la que prime- andina" tal como lo plantea el historiador Ma-
ro se lanzara a la vida independiente? ¿Cómo nuel Burga en su libro El Nacimiento de una
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Utopía y en conferencias públicas, suponen una invención antropológica (del siglo XX) hay en
historia cuyo hilo conductor es un estado de la "resistencia nativista" del Taki Ongoy; cuán
permanente "resistencia" (militar y cultural) de endeble es el sustento histórico del "nacimiento
indios contra españoles; así, exaltan y tiñen de de la utopía andina" en el siglo XVII; cuánto de
cargas valorativas los intentos de "unificación identidad criolla y desprecio por el indio tras
nacional" en tomo a la figura mítica del inca, y los discursos incaistas de la temprana repúbli-
si acaso esta resistencia no ha podido ser habida ca, y cuánto de voluntad propia en los indios
(o inventada) optan por la expulsión casi des- que por aquella misma época se proclamaron
preciativa de dichos períodos o sujetos históri- realistas. Lo que delata la investigación, más
cos de la cronología (¿de la historia?). que indios constantemente "resistiendo" la
Al amparo de este discurso historio- "arremetida occidental", es científicos sociales
gráfico (no necesariamente histórico), y apelan- resistiéndose a admitir la realidad (histórica y
do asimismo a la versión bastante más mati- actual); sacrificando su rica complejidad a fa-
zada, sutil y persuasiva de la "utopía andina" vor de reduccionismos maniqueos o esquemas
elaborada por Alberto Flores Galindo (Buscan- dicotomistas (occidental versus andino).
do un Inca: Identidad y utopía en los andes), algu- Estas observaciones en modo alguno
nos historiadores, sociólogos y antropólogos deben ser leídas como cómplices de una insen-
parecieran haberse erigido en profetas de la sibilidad frente a la opresión de las culturas y
"nacionalidad peruana", y proclamándose sus los hombres, ni hoy ni nunca. Y como historia-
primeros defensores, no han sabido hasta hoy, dores somos los primeros en reconocer que
sin embargo, dar cuenta de lo que están dicien- todo mito tiene un mínimo de fundamentos
do cuando hablan de "lo andino". sociales quepermitenque sea no sólo intentado
No deja de llamar la atención que un sino también acogido. En este sentido, el mito
grupo de intelectuales se haya propuesto dife- de la "utopía andina" no se labra en el vacío.
renciar lo andino (¿de lo "occidental"? ¿del resto Pero, precisamente porque somos historiado-
de la sociedad? ¿de sí mismos?) en el preciso res apostamos por la necesidad de reconstruir
momento en que lo que muestra la realidad es y analizar con sensibilidad pero sin lamentos
un incontenible proceso de fusión cultural, en póstumos lo que pasó.
el que la migración y las comunicaciones jue- Creemos que es una responsabilidad
gan un rol preponderante; y en el que "los ética no adulterar nuestros hallazgos en fun-
andinos", entendidos como los pobladores de ción de lo que "quisiésemos que hubiese sido".
la sierra (otrora indios o campesinos), son cada Y porque si como intelectuales peruanos nos
vez, y por propia voluntad, menos diferencia- preocupa el Perú, como profesionales nos preo-
bies de los "limeños", o de quienquiera preciar- cupan los avances del conocimiento y estamos
se de su background occidental. convencidos de que el conocimiento de la reali-
Pero no sólo la realidad y los propios dad no puede avanzar cuando nos hacemos
andinos desafían discursos de los intelectuales cómplices del Mito.
de la utopía. Éstos pueden confrontarse con los La lucha por la desmitificación del co-
resultados de la más reciente investigación his- nocimiento es particularmente difícil en una
tórica producida en su mayor parte por histo- disciplina que como la historia suele encontrar-
riadores jóvenes. Al amparo de un fino ejercicio se en los linderos mismos de la producción de
profesional, de un cuidadoso cotejo de fuentes la ideología; y en cuyos discursos se ventila,
y de nuevas preocupaciones metodológicas y además, y de manera no siempre consciente,
temáticas (como el interés por la cultura), las problemas de identidad que no sólo son nacio-
más recientes investigaciones revelan que una nales sino también personales, generacionales,
gran cantidad de supuestos sobre los cuales se de gremio profesional y de clase. En este senti-
han articulado los discursos de la utopía no son do, reconocemos que la obsesión con la que
otra cosa que mitos. Sabemos hoy, cuánto de algunos intelectuales se aferran a la prédica de
interés y temor eclesiástico (del siglo XVI) y de "lo andino" no siempre es voluntarista. Los
La Historiografía Peruana en Debate 117
cambios en la realidad social de los últimos En la década de los sesenta, diversos
años han creado una crisis de referentes expli- científicos sociales empezaron a cuestionarse
cativos en las ciencias sociales. Si hasta hace un por qué Latinoamérica se hallaba sumida en el
tiempo "lo andino" no era un problema es por- subdesarrollo económico. Y al analizar cómo
que estaba más claramente diferenciado de lo los ciclos de las exportaciones en los dos últi-
"no andino". Para el investigador social se tra- mos siglos no habían traído beneficios a la re-
taba de un objeto de estudio más o menos gión, se convencían aún más que la integración
claramente establecido. Pero la realidad ha da- al mercado internacional había empobrecido a
do un vuelco en los últimos lustros, creando Latinoamérica. En este sentido, devino central
múltiples crisis en quienes otrora estuvieron estudiar el rol jugado por el liberalismo y la
seguros de sus categorías conceptuales, tanto política de libre comercio en el siglo XIX.
teóricas como políticas. Luego de la Independencia -los de-
La obsesión por "lo andino" pareciera pendentistas razonaban- las clases dominantes
traducir una angustia por la recuperación del en Latinoamérica estuvieron ansiosas por la
"objeto perdido", en términos cognitivos, así riqueza que según ellos, podía provenir del
como una necesidad inconsciente de mantener- comercio con el occidente capitalista. Abrieron
lo, ya que no es posible física, aunque sea con- sus países al capital y productos extranjeros,
ceptualmente lejos. Nos preguntamos si los mas, esto no trajo la prosperidad deseada. Al
discursos en defensa de "lo andino" no escon- contrario, arruinaron a los artesanos locales y
den subtextos que tienen que ver más con pro- empobrecieron aún más a los campesinos en-
blemas de definiciones personales que con la vueltos en nuevas relaciones de mercado, de-
"identidad nacional". jando sólo pequeñas utilidades a cambio. Hacia
Los historiadores, por último, no so- la segunda mitad de la centuria, la orientación
mos profetas de identidades, y esta voluntad de la exportación estuvo definida, trayendo
no nos hace menos políticos. Simplemente re- consigo Estados nacionales débiles y depen-
chazamos la filosofía detrás de todo indigenis- dientes, grandes abismos entre ricos y pobres,
mo, que se atribuye el derecho de "hablar por", y enormes limitaciones estructurales para lo-
"representar a" y hasta "sentir como". Los alu- grar el crecimiento económico. (Ver los trabajos
didos se merecen mucho más respeto y tienen de Fernando Cardoso, Enza Faletto, André G.
voz. Estamos, asimismo, convencidos de que Frank, Celso Furtado y el más patético y difun-
existen formas más profesionales de acceder al dido Eduardo Galeano).
conocimiento histórico que la aproximación Los historiadores que trabajaban el si-
por el mito. Y eso no las hace menos sensibles glo XIX fueron los más reacios a incorporar las
a los problemas actuales y a los destinos del nuevas perspectivas. En este sentido, en la dé-
país. cada de los setenta, algunos aceptaban todavía,
la versión de la historia presentada en los escri-
tos de los historiadores liberales decimonóni-
EL SIGLO XIX. cos, quienes no cuestionaban los efectos de las
Entre la dependencia y el liberalismo políticas liberales en el subdesarrollo latinoa-
mericano, sino que estaban preocupados por
Betford Betalleluz analizar el conflicto y triunfo de las élites libe-
rales (civilización) sobre las masas conservado-
El siglo XIX ha sido analizado en los ras (barbarismo). Esta visión tuvo éxito entre
últimos treinta años desde diversas perspecti- algunos historiadores británicos tradicionales
vas. Cada cual pretendiendo ser más objetiva y (C. Platt y W.M. Mathew), quienes influencia-
realista que las otras. En esta nota daremos una dos por los debates del imperio informal britá-
somera revisión de las principales tendencias nico minimizaron el rol jugado por el capital
que han prevalecido en la historiografía del inglés en el desarrollo del comercio internacio-
siglo en cuestión. nal latinoamericano.
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Otros historiadores en la misma déca- desarrollo histórico; y concluyen que el libera-


da y a inicios de los ochenta tomaron como lismo no fue totalmente aceptado en varios
bandera la perspectiva dependentista. Y para países antes de la década de 1850; y que la
ellos, las élites liberales -ansiosas de participar política del libre comercio continuó siendo ne-
de las ventajas del comercio internacional- en gociada y modificada en conflicto político y
resumen, vendieron sus países al capital forá- debate entre sectores sociales y regiones. Es
neo. Y si hubo algo de resistencia, ésta demoró más, aun cuando los Estados formalmente
lo inevitable: una o dos décadas a lo más, pero adoptaron los principios liberales, los aplicaron
el final fue siempre el mismo. (Ver los trabajos selecta y eclécticamente. En varios casos, el
de Ernesto Yepes, Javier Tantaleán, Heraclio pensamiento liberal, por sí mismo, fue interna-
Bonilla, Alberto Flores Galindo, entre otros). mente contradictorio o fragmentado y el domi-
Es interesante anotar cómo fueron res- nio de una tendencia u otra dependió de las
catados del olvido y glorificados países o perío- luchas internas. El caso peruano es interesante
dos de la historia decimonónica que parecían ir porque luego de la independencia se produjo
contra la corriente. El típico ejemplo fue el Pa- una fuerte alianza de élites proteccionistas que
raguay del Dr. Francia. Llegan incluso a "justi- manejó el país hasta la década de los cuarenta
ficar" regímenes dictatoriales porque, argu- -con una fuerte ideología nacionalista- aniqui-
mentan, fue la única manera de mantener rela- lando cualquier intento de brote liberal (La
ciones -en igualdad de condiciones- con el mer- Confederación Perú-Boliviana). Y aun cuando
cado internacional y redistribuir los frutos de la a mediados de siglo se adoptó formalmente la
producción más equitativamente. doctrina liberal; ésta fue sólo aplicada al sector
En este sentido, analizar el proceso por comercio en la época del guano. En cierta for-
el cual la política de libre comercio fue adopta- ma, el nacionalismo de los años iniciales sirvió
da en el siglo XIX no era importante, pues sería para consolidar el nacimiento y autoritarismo
simplemente narrar una predecible realidad. del Estado peruano decimonónico.
No sorprende entonces, que los estudios he- Por último, en años recientes, el d escré-
chos en las últimas décadas hayan tendido a ser dito de anteriores modelos interpretativos co-
a un nivel nacional y macroeconómico y por mo el marxista, ha conducido a jóvenes
contener poca información acerca de la diversi- historiadores liberales (C. Me Evoy, J. Orrego,
dad regional o de la diferencia intra-élites. (Se L. Palacios y F. Gandolfo) a la búsqueda en el
prefirió consultar fuentes foráneas). siglo XIX de una burguesía peruana que, aún
Estas perspectivas dieron como resul- no tipificada, "necesariamente" debió existir. El
tado final un intercambio de roles de ''buenos" peligro de estos trabajos es caer en el lado
y "malos" para el siglo XIX latinoamericano. opuesto a los dependentistas, al generalizar
Así, para los historiadores tradicionales,las éli- casos aislados al conjunto del país. Otros, bus-
tes liberales encamaban a los buenos, mientras can y descubren "informales" en el siglo pasado
que dictadores, caudillos y masas fueron iden- e incluso en la Colonia (F. Iwasaki y E. Ghersi);
tificados como los malos y retrógrados de la es preciso evitar esta última deformación para
película. Y viceversa para los dependentistas. no caer en viejos determinismos y lograr una
Frente a estos nuevos determinismos, aproximación más genuina del siglo XIX.
en los tempranos ochenta, una más mesurada
generación comienza a estudiar la diversidad
local y relaciones de clase internas en el siglo PENSAR EN EL PRESENTE
XIX. Entre ellos, mencionamos a: F. Mallon, A.
Quiroz, P. Gootenberg, C. Méndez, C. Aguirre, Ricardo Portocarrero
Ch. Walker, N. Manrique, C. Contreras, J.
Deustua, P. Carda y N. Jacobsen. Ellos arguyen Si realizamos una rápida revisión de
que la teoría dependentista impedía la com- los trabajos de historia relacionados con el pre-
prensión del efecto de las luchas internas y el sente siglo, comprobaremos la existencia de
La Historiografía Peruana en Debate 119
una escasa preocupación por la historia recien- Este argumento, en términos de práctica cientí-
te. Si bien la bibliografía no es reducida, debido fica es, como se ve, absurdo; y conlleva a la
a lo variado de los temas que se han enfocado concepción de que la historia es el estudio del
-y faltan muchos más- y al hecho de ser un siglo pasado muerto; el mundo de los vivos no es
que está por terminar, podemos constatar que en parte de su patrimonio. Las diferencias entre
términos temporales ésta sólo llega a 1930, hasta las distintas disciplinas residen en la perspecti-
el fin del período conocido como el Oncenio. va, el método y la teoría. Lo cual no es impedi-
Aun hoy es posible escuchar dos típi- mento para utilizar algunos de sus aportes para
cos argumentos frente a las posibilidades del el trabajo del historiador. Al contrario, ello sig-
historiador de investigar la historia reciente. El nificó un avance para las ciencias sociales en
primero señalaba que este campo le correspon- general. No es posible rechazar por principio la
de a otras disciplinas de las ciencias sociales, contribución de otras disciplinas en los estu-
como la antropología, pero muy especialmente dios históricos. Su peso e influencia ha sido
la sociología y la economía. Dejando para más grande en décadas pasadas y el balance de su
adelante discutir su validez, hay que reconocer contribución está por hacerse. Sin embargo, no
que el peso de los historiadores para los estu- podemos tampoco decir que sea la panacea. ba
dios del presente siglo es limitado. Esto se per- colaboración entre disciplinas está plagada
cibe en el balance historiográfico que, con también de conflictos, malentendidos y medio-
especial énfasis en los estudios sobre la cultura cridad, no sólo de debates fructíferos.
andina, realiza el número 17 de la Revista Andi- En el estudio de la historia reciente del
na, donde no se incluye ninguna investigación siglo XX, la mayor influencia ha sido dada por
dedicada al siglo XX. la sociología. Sin embargo, hay temas en los
El segundo argumento sostiene el ne- cuales los historiadores hemos aportado poco
cesario distanciamiento del historiador con el para la comprensión de ese pasado reciente.
hecho histórico, (el consabido problema de la Por ejemplo, en las interpretaciones históricas
"objetividad"), que sigue siendo un postulado sobre el surgimiento de Sendero Luminoso, la
de algunas corrientes historiográficas que se violencia política y el carácter de la crisis que
resisten a la renovación y actualización. El his- atravesamos. A veces nos quejamos de la inje-
toriador debe ser desapasionado y esto es im- rencia de otras disciplinas en el campo de la
posible con la cercanía de los hechos historia, pero somos nosotros quienes nos he-
estudiados. En todo caso se corre el riesgo de mos apartado de temas imprescindibles, espe-
hacer política y no historia. Este argumento se cialmente de los referidos a nuestro siglo:
esgrimía en nombre de la salvaguarda del "Amemos a nuestro siglo. Es muy hermoso a
"buen nombre" de las familias y descendientes pesar de sus crueldades, a pesar de sus injusti-
de los personajes involucrados en estos hechos, cias, a pesar de sus mercantilismos. Y es muy
evitando condenas o ambigüedades que po- especialmente amoroso con nosotros. No sea-
nían en peligro su "integridad personal". mos ingratos", le escribía Mariátegui a Alberto
En el contexto del Perú de hoy, de una Hidalgo en 1917.
guerra interna contra la subversión y el narco- La historiografía misma ha dado múl-
tráfico, aquel sentido se orienta hacia la posible tiples ejemplos del vínculo y compromiso de
existencia de ideologías subversivas tras las los intelectuales con su siglo. Jorge Basadre, por
preocupaciones del historiador. ejemplo, expresa un paradigma de la relación
Volviendo al primer argumento habría entre historia y presente. Desde sus obras juve-
que preguntarse ¿dónde están los límites entre niles como La Multitud; La Ciudad y el Campo en
las diferentes disciplinas de las ciencias socia- la Historia del Pení; y, Pení: Problema y Posibili-
les? ¿Es posible establecer esos límites a partir dad, hasta sus escritos de madurez como La
de criterios cronológicos? ¿Quién decide cuan- Historia de la República del Pení (1822-1933), esta
do se produce ese corte temporal entre el pasa- relación se manifiesta en comentarios agudos y
do y el presente o qué es historia y qué no lo es? certeros acerca de su época. Ya durante el go-
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biemo del Dr. Bustamante y Rivero, Basadre En la elección de algunos temas, pero
era reconocido como la "conciencia crítica na- sobre todo en la forma de trabajarlos, es posible
cional" por sus Meditaciones sobre el Destino His- percibir la importancia que tiene para el histo-
tórico del Perú (1947), en donde plantea entender riador el comprometerse con su siglo. Escoger
los problemas del presente a partir de la larga un tema y un período histórico para estudiar es
duración. Contribuyó, además, a sentar las ba- un problema de opciones.
ses documentales necesarias para el estudio del Pero no son únicamente opciones indi-
siglo XX. viduales, personales. Ello está determinado por
En la última década, esta tendencia his- los orígenes sociales, la formación recibida y las
toriográfica ha disminuido. ¿Cuáles son las ra- opciones ideológicas y políticas. En el evento
zones para esta situación? ¿Existe algún temor de 1992, de la Universidad Católica, la prepon-
por parte de los historiadores por enfocar los derancia de los temas coloniales fue abrumador
problemas del presente desde la perspectiva de (20 de 24 ponencias). Allí no se juntaron sola-
la historia? ¿Por qué? mente las voluntades y opciones historiográfi-
Una posible explicación podría estar cas individuales. Ello es expresión de la
en lo amargo de nuestra historia reciente, pla- orientación en la formación académica que los
gada de promesas incumplidas. ~ ello habría historiadores de la Universidad Católica recibi-
que sumar los cambios que se están suscitando mos. Debemos reconocer que la República y en
desde las últimas décadas y que están transfor- especial el siglo XX no son incentivados y estu-
mando totalmente la fisonomía del país, cam- diados con la misma dedicación que el período
bios rápidos y radicales que han motivado colonial y su apéndice, la etnohistoria.
entre los intelectuales la confusión, la resigna- ¿Nosotros continuaremos dentro de
ción o el escepticismo. Es la pérdida de ese los marcos estrechos de mirar el pasado y de no
compromiso con los hechos del presente lo que preocuparnos por entender históricamente
ha llevado a algunos historiadores a temas y nuestro presente? Los hechos de los últimos
períodos más cómodos y menos conflictivos, años a nivel mundial han llevado a los intelec-
en donde la distancia permitiría la objetividad tuales de otros países a plantear interpretacio-
y el desapasionamiento, y el no complicarse la nes históricas acerca de esos cambios, interpre-
vida, desenchufarse de la realidad del Perú de taciones mucho más inteligentes que las de
hoy. A los contados historiadores que han man- Fukuyama y El Fin de la Historia. En el Perú, los
tenido esta perspectiva de relación con el pre- intelectuales y especialmente los historiadores
sente (aunque no se circunscriban a estudiar el no hemos realizado algo similar para entender
siglo XX) han sido vinculados y criticados por la dinámica interna de esa crisis y su impacto
sus relaciones políticas y acusados de pertene- en nuestra sociedad. Sin embargo, ya imple-
cera algún grupo subversivo. Sus trabajos son mentamos recetas importadas sin ningún ele-
criticados más desde puntos de vista ideológi- mento crítico. Parece olvidarse algo tan obvio
cos y políticos que académicos. Luego vienen como que los problemas de nuestro presente
la desconfianza y el rechazo, el peligro de ser determinan nuestro futuro. ¿Habremos de es-
identificado con ellos y ser condenados tam- perar pasar el umbral del siglo XX para poder
bién (Véase Márgenes Nº 8, los artículos de Nel- decir que ya podemos estudiar el siglo pasado?
son Manriquey Alberto Flores Galindo). Y esto o, ¿preferiremos llegar a ese umbral sabiendo
puede ser aplicado a historiadores que aunque hacia adónde queremos ir como país, como
no trabajen temas de historia reciente, tengan colectividad, habiendo incluido en nuestras re-
un mínimo de preocupación política y social flexiones históricas a este siglo que se va?
por el Perú de hoy.

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