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Capitulo II
1921. Preside la República Hipólito Yrigoyen. Tucumán, gran ciudad y centro cultural
irradia el esplendor de la caña de azúcar, y a la par, inmensas franjas de pobreza. A la
capital de esa provincia han llegado, tiempo atrás, para instalarse y trabajar, un
matrimonio de esforzados y soñadores inmigrantes italianos: Alfonso Ragone y
Custodia de Angelis, oriundos de Palermo, Sicilia. Y en el año mencionado nace su
tercer hijo, Miguel -al que han de suceder otros cinco más-. Es el 21 de enero y da
comienzo una vida singular para un hombre excepcional; ese devenir habrá de
culminar trágicamente, cuando estaba en la madurez, en 1976. Había recorrido un
duro tránsito de esfuerzos, sacrificios, escasas satisfacciones y hartas
incomprensiones.
Miguel Ragone fue a la escuela primaria en su ciudad natal. Para ese tiempo, en
busca de mejores horizontes, los Ragone disponen mudarse a Salta, donde abrirán un
negocio gastronómico en el centro de la ciudad, calle Urquiza al 600: la Parrillada
Ragone.
Es también momento de su paso por el periodismo cuando hacia 1938, siendo aún
estudiante secundario, se desempeña como reportero en el diario salteño "Nueva
Epoca", un matiz destacable en su etapa de formación.
Cumplió esta fase de sus estudios en Buenos Aires, en la UBA, cuando la opulenta
capital rioplatense alternaba el brillo y las sombras de su prosperidad con los tantos
marginados que la depresión del año 1930 había dejado como restos de un naufragio.
Por su lado Ragone definía los rasgos físicos y temperamentales que lo habrían de
caracterizar durante su no muy larga vida. Según los testimonios, ya manifestaba su
honda vida interior, trasuntada en su afecto por la soledad, en su tendencia al silencio.
Un rostro con rasgos de dureza y una invariable seriedad, económico al momento de
la sonrisa -y menos las risas, joven de pocas palabras y cortantes. Austero en el vestir,
aunque siempre decoroso. Privaban en él el sentido de la responsabilidad y un innato
amor hacia los desvalidos, hacia los pobres, volcando toda su dedicación hacia éstos
en su labor hospitalaria. Era él un foco que polarizaba la atención de muchos de sus
compañeros, quienes sentían la atracción de su personalidad vigorosa, a quien las
carencias materiales y los pocos recursos personales no irían a desviarlo ni impedirle
culminar con la profesión que se había fijado como meta.
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Son los años suyos en el Hospital Alvear, en la calle Warnes al 2000, en el barrio
Agronomía, donde compartirá las jornadas con su futuro colega, Raúl Matera. Y con
varios salteños destacados en las nóminas de los alumnos, el personal médico y los
profesores, como éstos, que alcanzaran relieve en su profesión: los doctores José W.
Tobías, Diego Zavaleta, Arturo Oñativia, Diego Luis Outes. Y el magisterio impecable
de un santiagueño que daría mucho de sí a la Argentina y a Ragone: El doctor Ramón
Carrillo, primer ministro de Salud, designación producida durante el inicial gobierno de
Perón. Allí alcanza el futuro político la jerarquía de ayudante en la Cátedra de
Neurocirugía.
Es un período donde Ragone toma también contacto con las realidades de la vida
cívica, participando en el centro estudiantil, nutriéndose de ideas de sano
nacionalismo, encolumnándose en las manifestaciones estudiantiles, reclamando por
los detenidos en esos actos, encontrando su comprensión en la senda que va
abriendo Perón desde el gobierno, coincidiendo en el supremo designio de dignificar a
las masas populares y laboriosas.
Tras ese lapso y esa maduración adquirida, pide a Carrillo que disponga la
construcción de un hospital neuropsiquiátrico para Salta; accediendo el ministro,
encomienda a Ragone la misión de preparar todo lo correspondiente, comenzando por
el equipamiento hospitalario que personalmente Ragone se ocupa de adquirir. Hecho,
parte una caravana de camiones con los equipos y materiales para el futuro hospital,
comisión que encabezan el doctor. Fernando J. Andrés -subsecretario de salud
pública- y el juvenil Ragone. Es 1950, año de clamor sanmartiniano y de grandes
realizaciones gubernamentales. Bastan pocos meses y el hospital neuropsiquiátrico
entra en funciones, con sus dependencias y su quirófano, siendo puesto bajo la
dirección de Ragone, hasta que producido el golpe de 1955, es cesanteado sin más ni
más. Hoy este hospital que originalmente llevó el nombre de Dr. Kristofredo Jakob,
justicieramente ostenta el de quién lo realizara y dirigiera: Miguel Ragone.
De esos años es el vínculo y la relación con las jóvenes camadas peronistas, como los
nombres de Carlos Xamena, Ricardo Falú, Michel Ortiz, Juan E. Marocco, Armando
Caro, Higinio Pellegrini, Abraham Rallé, Olivio Ríos, Tomás Ryan, Horacio Bravo
Herrera, Dante Lovaglio, Jorge Aranda Huerta, Juan Carlos Cornejo Linares y tantos
más, a los que el tiempo y los caminos de la política fueron dispersando en distintos
sectores internos del justicialismo.
Al igual en 1962 se intenta postularlo para similar cargo, que Ragone no acepta, lo
mismo que en los pocos interregnos democráticos que se producen entre aquellos
años y 1972, tampoco admite distintas candidaturas para cargos legislativos que le
son ofrecidos.
Con el transcurso de los años adquiere una quinta en la zona de Limache, destinada a
los veranos y a los fines de semana. También organiza y dirige la Clínica Cruz Azul, de
Alberdi al 300 y adquiere una finca en Anta, cercana a J.V. González, donde muchas
veces encontró la paz y el silencio tan escasos para un médico y un político.
Así fue Ragone, el hombre. El que en el campo de la política actuó con coherencia en
las ideas y consecuente con los principios, avanzando pausadamente hasta el
encuentro de su destino. Como veremos, su partido lo elige candidato a la
gobernación y triunfa holgadamente. Y es precisamente en esa etapa que han de
comenzar sus penurias, ocasionadas por los intolerantes que se obstinaban en no
dejarlo gobernar y en adjudicarle culpas que no le pertenecían en modo alguno, sino a
los tiempos en que se vivía en la Argentina, perturbada por años de dictaduras,
proscripciones y golpes de Estado.
Su sueldo era menor que el de los legisladores salteños y que el de todos los demás
gobernadores del país. Cuando ante la presión de sus directos funcionarios, debió
actualizarse la remuneración deteriorado por la inflación, aceptó incrementarlas para el
presupuesto de 1974, pero dejando expreso que él no percibiría diferencia alguna y
permanecería con su retribución original. Un raro ejemplo cívico, que debe ser objeto
de homenaje y admiración.
Tras ese año y medio de tensión entre pasiones desatadas y vientos cruzados, llega el
momento buscado por sus rivales desde la primera hora: la intervención federal.
El equipo
médico
que dirigía
el doctor
Ramón
Carrillo en
Buenos
Aires. En
el extremo
izquierdo aparece (sentado) el doctor Miguel Ragone.
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Domado de médico,
Miguel Ragone se
integró al equipo de
trabajo del ministro
de Salud del
entonces
presidente Perón,
doctor Ramón
Carrillo.
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TESTIMONIO
José Rallé fue uno de los jóvenes integrantes del gabinete provincial
que acompañó a Miguel Ragone. Le tocó liderar el área social, una
de las que descolló por su labor y marcó la personalidad de esa
administración. Hoy, el ex Secretario de Estado nos cuenta
cómo sucedía todo, por aquel entonces.
- En mi juventud. Era un gran amigo de mi padre; es decir, primero que nada vino la
amistad. Aparte de amigo, era el médico personal de mi padre y en la lucha política
tomé contacto con él en la Lista Verde, desde la cual se lanzó su candidatura a
gobernador. Se alcanzó un triunfo extraordinario, con el porcentaje de votos más
grande que recuerde la historia política de Salta. Esta victoria sin precedentes se
debió, fundamentalmente, a la figura del doctor; era conocido como el médico del
pueblo porque era muy humanitario, humilde y afectuoso con la gente humilde.
También por los dieciocho años de proscripción del peronismo y de la actividad
política. La gente de Salta se pronuncia por quien tenía confianza.
- Por sus propias características, él le dio a su gobierno un perfil netamente social, sin
descuidar otras áreas de gobierno. A mí me tocó en suerte dirigir el área de seguridad
social, que a su plan lo delineó el propio gobernador; lo tenía permanentemente frente
a mis espaldas, marcándome el ritmo, exigiéndome que cumpla con la gestión que él
había impuesto. Una obra fue convertir el Patronato de Menores en la Dirección de
Familia y Minoridad, y a esa estructura arcaica se le dio un sentido moderno; se dictó
la Ley de Familia y Minoridad, donde tuve la colaboración de la doctora Cristina Garros
(actual integrante de la Corte provincial) y de la doctora Yolanda Bargardi. Además se
dicta la ley de creación de Cooperativas y Mutualidades a fin de impulsar el
cooperativismo. También se puso en marcha el Plan de Promoción del Desarrollo
Agrícola para Aborígenes y Criollos
- El mayor problema fue con la dirigencia de Salta. Algunos sectores del peronismo
local intentaron demonizar la figura de Ragone, llevaban cargas terribles al gobierno
nacional sobre Ragone y su gabinete. O eran marxistas, o ya eran montoneros,
cualquier cosa; el tema era denostarlo, con un sentido meramente golpista. Pienso que
a esta gente ni se le cruzó por la mente que todos aquellos cuentos que llevaban al
orden nacional iban a desembocar en lo que finalmente le ocurrió a Ragone; hoy
deben tener un cargo de conciencia muy, grande con lo que le pasó al ex gobernador
y a muchos otros.
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-Absolutamente falso. Era un peronista con todas las letras y nada más. El sale a la
candidatura por la Lista Verde, una lista tradicional de la Resistencia. Por ejemplo, el
doctor Ramón Jorge (ex secretario de Cultura), un hombre apolítico; Roberto Guzmán
(ex Secretario de Economía), que venía del MID y era un técnico de lujo para cualquier
gobierno. Cuando nos intervinieron, salimos con Ragone de la Casa de Gobierno, que
entonces estaba en Mitre 23, cruzamos la plaza caminando, la gente nos saludaba y
subimos a su auto, partiendo con la serenidad que da la conciencia tranquila