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ARQUEOLOGÍA Cuba Arqueológica | Año V, núm.

1 | 2012

¿Masculino y femenino?
Representaciones del género y el poder
en los andes venezolanos
Carlos ESCALONA VILLALONGA
Universidad Central de Venezuela (Venezuela)
E-mail: syahoram@gmail.com

Resumen: Abstract:
Este trabajo, toma como marco de referencia las pie- Accordingly, by this work, using as a frame of refer-
zas figurativas antropomorfas de las culturas tribales ence the anthropomorphic figurative pieces of the
jerárquico-cacicales Betijoque-Mirinday en los andes hierarchical chiefdoms Mirinday-Betijoque at the
venezolanos respectivamente, se plantea una investi- Venezuelan Andes. We considered an inquiry by way
gación de carácter comparativo entre diferentes pocas, of comparison between different periods, regions and /
regiones y/o culturas, grupos cerámicos de la costa or culture from body theory in archeology. Through
central y Orinoco venezolanos, desde la teoría del formal deconstruction of parts for the definition of
cuerpo en la arqueología. Mediante la deconstrucción figurative patterns, dare we say anthropomorphic ce-
formal de las piezas para la definición de patrones ramic pieces were probably powerful vehicles used by
figurativos, nos atrevemos a decir que las piezas an- the company to spread personal and communal identi-
tropomorfas en cerámica fueron, probablemente, po- ties and reveal socially accepted power relations be-
derosos vehículos utilizados por la sociedad para di- tween the individuals and their environment. The
fundir identidades personales o comunales socialmen- worldviews are revealed and in-corporated in material
te aceptadas y evidencian las relaciones de poder entre representations as the figurines.
los individuos y su medio ambiente. Las visiones de Key words: body, human figuration, gender, power,
mundo se revelan y se incorporan en representaciones body, Betijoque-Mirinday styles.
materiales como las figurinas.
Palabras clave: figuración antropomorfa, género,
poder, cuerpo, estilos Betijoque-Mirinday.

Esquema de organización sociopolítica de las Modo de vida tribal igualitario


sociedades prehispánicas de Venezuela
La tribalización de los cazadores y recolecto-

E n Venezuela se han propuesto esquemas


clasificatorios generales para las culturas
prehispánicas del país. Vargas (1990. Ver
también Sanoja 2006), propone un esquema de 4
categorías de clasificación o modos de vida para
res implico la complejidad social con dos propó-
sitos, por un lado, garantizar la producción y por
el otro, garantizar la propiedad y el proceso de
producción. El sedentarismo determino que la
recolección y la apropiación no fuesen suficientes
las sociedades prehispánicas: el modo de vida para mantener el crecimiento constante de la so-
igualitario de recolectores cazadores, el modo de ciedad luego de la estabilización territorial. Los
vida tribal igualitario, el modo de vida tribal cambios durante el proceso de tribalización, en
jerárquico-cacical y el modo de vida clasista ini- relación al modo de vida igualitario de recolecto-
cial. res cazadores, suponen un desarrollo en la efica-

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cia y las funciones de instrumentos y medios de tos sectores de la población, prestación de servi-
producción. Un establecimiento de los procesos cios, etc.
de producción de alimentos, crecimiento sosteni-
do de la producción y todos aquellos factores que
suponen la reproducción (en mayor medida) del
grupo social. Ampliar y diversificar la produc-
ción, es decir, la necesidad de producir un plus-
producto (Vargas: 1990; 100). No había diferen-
cias entre en productor primario y el consumidor,
ni tampoco existe una planificación social del
trabajo.
Cambios en el régimen de propiedad porque, si
bien sigue siendo colectiva, ahora son propieta-
rios objetivos de los medios naturales de produc-
ción como objeto de trabajo. Presencia definitiva
de aldeas como base física de las unidades socia-
les. Un surgimiento de complementariedad eco-
nómica entre aldeas, lo cual, implica el intercam-
bio tanto de materia prima como de materiales
manufacturados (Vargas: 1990; 100). Relaciones
sociales basadas en el parentesco que progresi-
vamente se transforman hasta devenir en políticas
o de subordinación. La reciprocidad está restrin-
gida ahora a la tribu y supone el compromiso en-
tre grupos para asegurar la propiedad. La fuerza FIG. 1A. Figura antropomorfa betijoque (Foto:
de trabajo se controla dentro de un mismo grupo Mirta Linero Baroni)
de parentesco (Vargas: 1990; 100-1).

Modo de vida tribal jerárquico-cacical

Este modo de vida surge producto de las con-


tradicciones en el modo de vida tribal igualitario
cuando se hace más difícil compatibilizar la co-
participación de todo el colectivo en las decisio-
nes sobre el ordenamiento del proceso productivo
y en la distribución de los recursos y de la pro-
piedad colectiva, por ello, fue preciso el surgi-
miento de una estructura social jerarquizada que
mantenía el control del trabajo y del conocimien-
to (Sanoja; 2006: 37). Vargas (1990: 108), aclara
que el término cacical no es sinónimo de la pre-
sencia de un cacique sino de la existencia de una
institución que cumplía con funciones similares a
las que ejercieron los caciques. El modo de vida
cacical no solo existió en lugares donde se dieron
cacicazgos o jefaturas, sino también donde existió FIG. 1B. Figura antropomorfa mirinday (Foto:
una estructura social desigual, concretada en pa- Mirta Linero Baroni)
trones de distribución diferencial para los distin-

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El modo de vida tribal jerárquico-cacical su- gía histórica, la arqueología de espacio y del pai-
pone trasformaciones importantes de los patrones saje, el uso de la teoría, la arqueología simbólica,
de distribución y cambio, alterándose el sistema la teoría feminista en la arqueología, es dentro de
de acceso colectivo a la producción. La transfor- esta última donde se enmarca el nacimiento de
mación de las relaciones de parentesco en políti- otras matrices de interpretación como la teoría del
cas surge como consecuencia del crecimiento de cuerpo en la arqueología.
una aldea sobre el resto, lo cual, afecta los patro- La Arqueología del Cuerpo “influenciada por
nes de complementación económica, esto fue la fenomenología, teorías feministas y los trabajos
factible por la existencia de un mayor desarrollo de Foucault” (Joyce; 2005: 141), propone una
de las fuerzas productivas en donde hay que con- semiótica en la producción, reproducción, acción
siderar, de manera importante, la fase física o y experiencia de los cuerpos en el pasado. Los
medio ambiente donde tal aldea se desarrolla y el arqueólogos estudian el cuerpo mediante tres cla-
carácter de sus modos de trabajo (Vargas; 1990: ses de evidencia en el registro arqueológico, res-
101). tos físicos humanos, arquitectura y paisaje e imá-
Estos cambios se objetivan en la existencia de genes figurativas antropomorfas. Por ello deben
una aldea central, la cual asume el papel de sede tomar en cuenta que, la construcción de la expe-
de un poder político, religioso, administrativo y, riencia corporal se constituye a partir de ciertos
eventualmente, manufacturero. Así mismo, co- tipos diferentes de experiencia (Meskell; 1999).
mienza a existir apropiación de sobretrabajo de Primero podemos mencionar una experiencia
otras aldeas bajo la forma de “tributos” (Vargas; material del cuerpo, es decir, la forma en come-
1990: 101). En este modo de vida algunos indivi- mos, dormimos, caminamos, etc., la cual es dife-
duos se liberan del rol primario de productores y rente en cada individuo. Segundo, existen ele-
pasan a ocupar su tiempo en el procesamiento de mentos sociales constitutivos y constructivos del
materias primas (artesanos) o a distribuir los bie- cuerpo que dependen del contexto cultural. En
nes manufacturados. Esto último implica el sur- tercer lugar, están las operaciones de sexo y/o de
gimiento de rangos, estamentos o jerarquías de- género en el cuerpo, además de todos los otros
ntro de la estructura social, los cuales, probable- marcadores de identidad como sexualidad, edad,
mente, eran hereditarios (Vargas; 1990: 101). El etc. Por último, hay la dimensión individual, la
status social de los dirigentes se ve acompañado cuál es una experiencia de vida y de pensamiento
de un patrimonio, lo que implica la separación, única en nuestros propios cuerpos.
dentro del patrimonio colectivo, de uno reservado
sólo para estos grupos; esto genera una institución El cuerpo como objeto
que legitima la desigualdad social y permite que
el plusproducto adquiera carácter de excedente de Para comprender cualquier forma de figura-
producción (Vargas; 1990: 101-2). ción antropomorfa debemos separarlas en dos
planos existenciales de la realidad. Un primer
Un nuevo paradigma toma cuerpo en la ar- plano, que denominaremos, plano físico, es decir
queología la realidad sensorialmente perceptible. Un segun-
do plano, cultural, es decir, los constructos
Luego del empirismo hegemónico del proce- simbólicos insertos en los objetos, la realidad
sualismo la arqueología comienza a nutrirse de representada (ver Augé; 1996: 44. Ver también
propuestas interpretativas y visiones críticas y la Levi-Strauss 1971). Una cultura toma elementos
descripción fue dejada atrás por la interpretación del plano natural, los identifica, los separa, los
y nace una nueva episteme en la historia del pen- significa y los simboliza pasándolos al plano cul-
samiento arqueológico, la Arqueología Postpro- tural. En resumen, la finalidad es pensar el cuerpo
cesual. Esta nueva episteme abrió numerosos como una cosa y la cosa, el objeto, como cuerpo.
campos de estudio, los que no necesariamente Los objetos/cuerpo que nos interesan para esta
nacen de esta escuela de pensamiento, sino que investigación son símbolos modelados en arcilla.
son apropiados de otras disciplinas. La arqueolo- A diferencia de los objetos/cuerpos tallados o

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esculpidos en roca o madera, se puede pensar que miniatura, los cuales, intervienen en el proceso de
la arcilla permite una plasticidad y capacidad para interpretación o aprensión de la figura y demanda
conseguir formas más similares, es decir, me- que el espectador haga inferencias sobre ella. La
tonímicas al cuerpo. En el caso de la estatuaria compresión implica la concentración que las mi-
figurativa en Mesoamérica e incluso Colombia, niaturas reproducen lo que es normal en la rutina
son piezas de gran tamaño, poco manipulables, día a día del espectador, es decir, “actividades y
inmuebles. Las figuras antropomorfas de Vene- pensamientos al estar reducidos producen una
zuela, son piezas muebles que pueden ser trans- expresión más densa de esa parte de la realidad de
portadas y manipuladas, la gran mayoría con gran representan” (Bailey; 2005: 32).
facilidad, esto nos lleva a otra propiedad plástica
de la cerámica, se pueden modelar piezas figura-
tivas igualmente imitativas al cuerpo que las esta-
tuas líticas pero en una menor talla. Esto trae un
elemento importante, las figuras miniaturas o el
miniaturism (Bailey; 2005: 26).

FIG. 2A. Figura antropomorfa betijoque (Foto:


Mirta Linero Baroni)
FIG. 2B. Figura antropomorfa mirinday (Foto:
Reducir o aumentar la escala de algo implica Mirta Linero Baroni)
dos cosas (Bailey; 2005: 28). La primera implica
la irremediable pérdida de ciertos detalles cuando
Las miniaturas tienen un efecto importante en
reducimos la escala de un objeto. Esta selección
las personas que las observan o las manipulan, las
no es para nada aleatoria, se representa lo necesa-
miniaturas agrandan al espectador, lo hacen gi-
rio para cumplir un fin específico. La segunda
gante, omnipotente y omnisciente. Es decir, estas
regla está relacionada al aumento de la escala y la
le dan el poder al espectador de controlar física-
poca practicidad, al momento de la manipulación
mente y a su antojo, una parte de la realidad que,
y observación del objeto, cuando se trata de algo
sin este objeto figurativo, no estaría en capacidad
de gran tamaño. Esta manipulación de la realidad
de hacer. Hacen el mundo natural, generalmente
en una versión reducida implica dos procesos:
inasible, más manejable. Una propiedad que de-
La abstracción implica la alteración y selec-
bemos tomar en cuenta en las piezas que tenemos
ción intencional de los detalles a representar en la
como muestra para esta investigación es su tridi-
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mensionalidad. Al tener profundidad, se pueden aves e incluso la domesticación de animales


pensar en ellas, por ejemplo, como contenedores (Wagner; 1988: 96). La interacción con otras zo-
de un contenido, que puede ser físico (agua, gra- nas (al igual que el comercio y el intercambio)
nos, etc.) o simbólico. fue importante debido a la presencia de objetos
Tomando en cuenta lo dicho anteriormente, culturales exóticos e igualmente restos zoológicos
podemos ofrecer la definición de figuración an- y botánicos de otras áreas.
tropomorfa cerámica que utilizaremos en esta in- Los entierros eran de tipo primario directo y
vestigación. Entendemos una pieza figurativa an- eran cubiertos con piedras de moler y rodeados de
tropomorfa como una miniatura imitativa plástica fragmentos de cerámica, carbón, ceniza, mazor-
tridimensional del cuerpo humano, real o ideal, a cas de maíz quemada y otro material votivo como
la cual se le agregan contenidos de manera inten- placas aladas de serpentinita (Perera 1979) y vasi-
cional para comunicar a otros, aspectos reales y jas, sobre todo incensarios policromos que refle-
simbólicos de la cultura en cual ha sido producida jan funciones simbólico-religiosas ((Wagner
la pieza. Para nosotros, estos contenidos pueden 1999). También se presentan entierros indirectos
reflejar, como ya mencionamos, patrones ideoló- que evidencia un tratamiento diferencial de los
gicos de las sociedades donde fueron producidas muertos.
y utilizadas, como por ejemplo la relación entre La vida ceremonial de las comunidades andi-
los individuos y la in-corporación del poder. nas parece haber tenido varias formas de expre-
sión, habría existido
Los grupos tribales jerárquico-cacicales de los
Andes venezolanos “…una fase domestica (…) donde los in-
censarios trípodes hechos en arcilla servían,
Estos grupos se caracterizaron por una arqui- posiblemente, para quemar las nueces o la
tectura lítica incipiente, terrazas agrícolas, canales grasa de cacaco que se ofrecia como ofren-
de riego, acueductos, mintoyes (Wagner 1972; da a las divinidades. Otra fase individual,
1999, Vargas 1969) -cuya función principal era pero secreta, e habría cumplido en las cue-
funeraria o de almacenaje para tubérculos y gra- vas que servían como adoratorios, donde
nos (silos)- muros de piedra, caminos, escaleras. los individuos, o posiblemente el chaman
Además de viviendas de bahareque, caña y made- de la comunidad actuando como interme-
ra (Wagner; 1999: 98). diario, depositaban sus ofrendas bajo la
El cultivo con terrazas era de campos peque- forma de frutos de cacao, vasijas, tejidos,
ños, este dependía del uso de instrumentos ma- pendientes alados, figurinas de arcilla o ta-
nuales de labranza lo que limitaba la escala de las lladas en piedra, etc. Una tercera modalidad
operaciones individuales y, hasta cierto punto, la sería la festividad anual que se daba en la
distribución general del cultivo, pero no la inten- esfera del cotidiano público…” (Sanoja y
sidad del uso de la tierra (Sanoja y Vargas 1999). Vargas; 1999: 68).
La terracería no implica una alta densidad po-
blacional aunque si una sociedad organizada y La representación antropomorfa tardía en el área
especialmente estable. Este mejoramiento de los andina de Venezuela. Estilos Betijoque y Mirin-
modos de uso de la tierra “tendían a reforzar la day
estratificación o jerarquización social basada en
la gestión, la propiedad o la posesión de la tierra” Luego de analizar ambos estilos notamos que,
(Sanoja y Vargas; 1999: 65). posiblemente como consecuencia de la división
Su base de subsistencia fue la agricultura, es- social del trabajo y el papel de los individuos de-
pecialmente cultivaban maíz aunque también lo ntro de una jerarquizada estructura política, la
complementaban con yuca y la papa. Además de producción cerámica comienza a manifestar una
ello, la alimentación se completó con la recolec- lógica representacional distinta, en la que la figu-
ción de frutos silvestres, caracoles de tierra y la ra humana se individualiza tanto en el sentido de
cacería de conejos, picures, venados, báquiros, separarse del orden artefactual utilitario, lo que

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no ocurre en las sociedades igualitarias orino-


quenses y comienza a gestarse en los grupos je-
rarquizados valencioides, como de enfatizar los
rasgos particulares o específicos de los individuos
representados.

FIG. 3B. Figura antropomorfa mirinday (Foto:


Mirta Linero Baroni)

Lo mismo ocurre con la decoración. Se presen-


tan similitudes en los motivos pintados, pero cada
sociedad mantiene elementos identitarios particu-
lares, siendo la mayor profusión de piezas con
pintura pertenecientes al estilo Betijoque y las
FIG. 3A. Figura antropomorfa betijoque (Foto: piezas de poca o ninguna decoración pintada al
Mirta Linero Baroni) estilo Mirinday. Sin embargo, para las sociedades
barrancoides y saladoides, la representación
También, la figura de lo masculino se hace simbólica del cuerpo responde a una relación
claramente visible en ambos estilos, aunque no hombre-naturaleza-cultura, la valencioide a una
mas profusa que las figuras femeninas y asexua- asociación de lo femenino con lo cultural-natural,
das. Este fenómeno es único en esta colección en para las sociedades andinas responde a dos cosas,
particular, al contrario a las anteriormente anali- por una parte, a la diferenciación entre lo mascu-
zadas, a partir de la deconstrucción formal e ico- lino, lo femenino y lo feminizado y, por otro lado,
nográfica de las piezas Betijoque y Mirinday no- a la relación entre lo sagrado y lo político. En
tamos una particular similitud en forma de repre- estas sociedades estratificadas se construyó un
sentar los rasgos corporales y la decoración. Esto, discurso mediante el cual se igualaron las contra-
al igual que en las sociedades barrancoide y sala- dicciones sociales de tal forma que, lo ceremonial
doide, pudo ser consecuencia de una hermandad y lo estético se unificaron en el proceso de simbo-
pantribal consecuencia de la proximidad espacial lización del poder, la subordinación y la des-
y temporal que compartían estos grupos andinos. igualdad social entre individuos y géneros. El
Aunque no estamos sugiriendo que cumplió la poder se reviste de sacralidad y esta sacralidad
misma función que en las culturas orinoquenses
tempranas. “…se expresa en un orden que aparece co-
mo necesario y que se legitima con la su

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FIG. 4. Figuras antropomorfas del Lago de Valencia. Serie Valencioide (Foto: Mirta Linero Baroni)

bordinación (…), haciendo de ella un ins- zuela, se presentan feminizados, es decir, compar-
trumento de mando. Este principio “orde- ten elementos estéticos y simbólicos de las figu-
nador” que tiene el poder, parece tener re- ras femeninas.
sonancia no sólo en la organización social, Si bien hemos propuesto que en el caso valen-
sino también en las manifestaciones estéti- cioide la feminidad es asociada a lo cultural-
cas de las sociedades tribales, debido a que natural, además que las piezas asexuadas tienden
muchas de las formas ideológicas del poder a ser femeninas (debido a similitudes morfológi-
suelen vivirse estéticamente…” (Delgado; cas en la representación) y que lo masculino se
1989: 55). representa estéticamente en otros medios (físicos
o no), ¿qué ocurre en el caso de estas culturas
Como mencionamos, dentro de esta cultura se andinas donde lo masculino es claramente repre-
produce una diferenciación plástica y probable- sentado en la cerámica? Pareciese que existe una
mente conceptual del cuerpo y de la relación re- feminización o un acercamiento a lo femenino en
presentativa sexo/género. Se representan indivi- las piezas asexuadas. Ahora poniendo a un lado
duos masculinos sedentes sobre un banco, feme- esto, ¿acaso estas representaciones figurativas
ninos sedentes sobre si y de pie, ninguno de ellos representan individuos (aunque sea de forma con-
presenta apéndices como en el caso valencioide. ceptual) sin sexo? Probablemente la respuesta sea
También existen piezas que representan indivi- afirmativa. Estas piezas pueden representan indi-
duos asexuados que, de la misma forma que los viduos en un estado previo a “alcanzar” un esta-
grupos jerárquicos de la costa central de Vene- tus de género dentro de la sociedad mediante,
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posiblemente, un ritual de paso como ocurre en estudio de la figuración antropomorfa, no como


culturas contemporáneas y, posiblemente, la fe- elementos particulares y apartados de las demás
minización de estas piezas es producto de la aso- esferas sociales, sino como parte de la dinámica
ciación de estos individuos no adultos o en estado total de cada una de las culturas estudiadas, como
de niñez a la madre o al seno materno de la fami- por ejemplo la organización social y las represen-
lia o del grupo, aunque no necesariamente eran taciones materiales del poder.
exclusivamente las mujeres quienes criaban a los Retomemos un poco lo dicho, a manera de
niños. En cuanto a la relación de lo masculino y conclusión intracultural, para cada una de estas
lo femenino en esta cultura, se denota una gran sociedades. Como vimos cada forma de represen-
importancia tación responde a la relación entre los individuos
de la cultura productora y su ambiente, entre in-
“…de la mujer como reproductora de la dividuos o entre ámbitos sociales como lo político
fuerza de trabajo. Este sustrato económico y lo ceremonial. La contradicción principal de los
se recrea, tanto simbólica como estética- grupos barrancoides y saladoides era la relación
mente, en la imagen de la mujer como ico- hombre-naturaleza y su incorporación a la cultura
no. No obstante, la importancia centraliza- pensado estos como un todo indisoluble. Para el
dora de la actividad económica, política, caso valencioide, lo contradictorio subyace en la
militar y religiosa que recae sobre la figura asociación de la feminidad representada en las
del cacique, se reproduce (…) en una ico- figuras con la representación cultural (física) de
nografía que pone de manifiesto la fuerza y la mujer como un concepto abstracto y naturaleza
la solemnidad que le confiere el poder” en forma de apéndices zoo y fitomorfos. Más, sin
(Delgado; 1989: 65). embargo, la figura humana no es pensada dentro
de un sistema natural total. Esto último debido a
Como se aprecia, luego del análisis de la la importancia del individuo en sistemas políticos
muestra, la parafernalia representada en piezas estratificados. En cambio, en el caso de las socie-
Betijoque y Mirinday no implica, con excepción dades andinas, existe una marcada separación
de la perforación del lóbulo, una modificación del total entre hombre-naturaleza y, ésta última, no se
cuerpo como en el caso de Valencia. Incluso el asocia directamente a la cultura. Lo político-
tatuaje no involucra un cambio en la naturalidad ceremonial toma un papel central en las represen-
de la piel y las proporciones corporales como, por taciones estéticas del cuerpo. También existe una
ejemplo, lo hacen la escarificación y la deforma- clara diferenciación entre lo masculino y lo feme-
ción craneal intencional. nino. Sobre esto podemos concluir que las formas
o modos de representar al ser social, mediante
Acercamiento teórico final a la figuración an- cuerpos modelados en cerámica, guarda una co-
tropomorfa de los estilos betijoque-mirinday y rrespondencia directa con la relación individuo-
su comparación con las series barrancoide- naturaleza-cultura-sociedad en términos de los
saladoide y valencioide modos de vida e ideologías específicas de cada
cultura.
Una vez finalizado este largo recorrido teórico En relación al hecho de si en estas sociedades
a través de representaciones figurativas de socie- la figuración antropomorfa cerámica refleja
dades de los andes de Venezuela, estamos listos prácticas corporales o performatividad de la so-
para realizar una propuesta integrativa final para ciedad a la que pertenecen, podríamos decir que,
la comprensión de estos fenómenos estéticos, al menos con la muestra analizada, sólo logramos
producto, como vimos, de contextos específicos suponer que las figuras masculinas andinas refie-
de producción tecnológica, sociopolítica e ide- ren a actividades rituales, debido a que estas se
ológica de cada sociedad. La teoría del cuerpo y encuentran más activas estéticamente que las fi-
la metodología propuesta para esta investigación guras femeninas, las valencioides y orinoquenses.
nos permitió asumir los diferentes objetos de es- Dentro de los atributos pictográficos y su relación
tudio como totalidades concretas y abordar el con la representación del género, la feminización

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FIG. 5. Figuras antropomorfas del Orinoco y costa central. Serie Barrancoide (Foto: Mirta Linero Ba-
roni)

de ciertas piezas clasificadas como asexuadas, en do un patrón estético de comparación por oposi-
las sociedades de la costa central y Andes opuesta ción. Esto nos permite definirlos como sexuales,
a la representación de lo masculino en el caso debido a que se crea una división figurativa
Betijoque-Mirinday. En cuanto a la representa- simbólica entre lo femenino-masculino y hombre-
ción del género en cada una de estas culturas po- mujer. Ahora, ¿estos mismos atributos estilísticos
demos decir que, en el caso del Orinoco, las pie- de figuración que puedan funcionar como marca-
zas se presentan como asexuales, es decir, no se dor de estatus dentro de cada sociedad? Para el
representa sexo biológico en casi ninguna pieza, caso barrancoide-saladoide probablemente no
lo cual no da un marco comparativo entre los ca- tenga cabida esta pregunta debido a que en una
racteres biológicos, decorativos y de género. sociedad igualitaria no existen estatus sociales
Los valencioides, los cuales tampoco represen- más allá de ciertos rangos adquiridos durante
tan figuras claramente masculinas, particularmen- ciertos momentos (guerra, ceremonias, etc.) y
te en cuanto a sus piezas figurativas, podemos dentro de la relaciones de parentesco.
definirlos como femeninos, debido a la generifi- En cambio, los valencioides y los grupos Beti-
cación (engendering) de sus representaciones joque-Mirinday denotan una in-corporación del
antropomorfas bajo cánones estéticos feminiza- poder mediante las representaciones de la defor-
dos. En los Andes, ocurre algo similar entre las mación craneal intencional-máscaras y las figuras
representaciones femeninas y asexuadas; sin em- masculinas sedentes sobre un dúho y sosteniendo
bargo, aparece la figura masculina proporcionan- un bol como representaciones activas de lo políti-
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co respectivamente. Es decir, a través de las pie- 4) Representacionales, es decir, la figura


zas antropomorfas evidenciamos tres relaciones en realidad sostiene una máscara.
de poder diferentes. Primero un poder cultural- 5) Por último, individuales, teniendo el o
natural en los barrancoides-saladoides, un poder la artesana el libre albedrio de colocar
sociocultural en el caso de los valencioides y el las manos en el rostro o en las caderas,
poder individual en los Andes. Por último, a representarlas sedentes o de pie,
través de la figuración antropomorfa cerámica sexuada o asexuada.
pudimos observar las modificaciones, alteracio- Estas piezas figurativas pudieron cumplir un
nes o intervenciones del y sobre el cuerpo practi- papel importante en la divulgación de un mensaje
cadas por los individuos de las distintas socieda- político, ideológico, ceremonial y porque no esté-
des estudiadas, exceptuando las del Orinoco. La tico, en relación a la construcción del ser social,
tradición valencioide incorpora dentro de sus así como en la sociedad moderna, las muñecas
cánones estéticos la deformación irreversible del juegan un rol para el aprendizaje (inconsciente)
cuerpo, mediante la deformación del cráneo desde en niños (y también en adultos) de las relaciones
en nacimiento de los niños, hasta las perforacio- de género, jerarquías sociales, lo estética y con-
nes del lóbulo y las escarificaciones en el rostro ductualmente aceptado, etc. De hecho, como
como una in-corporación o inscripción del estatus constituyente en la definición individual de la
social y probablemente del concepto de belleza persona social, las muñecas o muñecos aportan
socialmente aceptado y, como veremos, proba- sin el menor esfuerzo una imagen previamente
blemente divulgados. Para los Andes ocurre algo convenida que dicta, por ejemplo, la ropa o el
diferente. El interés no es de-formar el cuerpo, comportamiento sexual socialmente apropiado
sino in-formarlo mediante una escritura, proba- (Bailey; 2005: 70).
blemente no permanente, a través de la pintura En relación a esto, proponemos que las piezas
corporal o de forma permanente mediante los figurativas andinas y valencioides, mediante la
tatuajes, los cuales, pueden ser modificados con manipulación, son formas expresión y contem-
otros tatuajes o sobre escritos con pintura en cier- plación de la identidad socialmente promulgada y
tos momentos o, incluso, la decoración quizás aceptada por la sociedad en la que estas fueron
nunca estuvo sobre algún cuerpo sino que se ins- producidas y utilizadas; por ello la importancia de
criben sobre la representación cerámica para se- la miniaturización del cuerpo socializado. Estas
ñalar cierto tipo de incorporación social, como la figuras simplificaban cada uno de los microcos-
pertenencia a un grupo especifico. mos simbólicos, estéticos e ideológicos y abrían
Esto, aparte de responder a cánones estéticos un mundo de relaciones tan extenso y complejo
de lo bello, pudo estar asociado al sistema cos- que de otra forma sería virtualmente inasible. Los
mogónico igualmente aceptado y divulgado en la fenómenos estético-figurativos del pasado pre-
sociedad. Igualmente, no descartamos que proba- hispánico venezolano son poderosos vehículos
blemente ciertas cuestiones decorativas respon- utilizados por la sociedad para proponer, nego-
dieran a decisiones estilísticas. ciar, interactuar o cuestionar identidades persona-
Dichos acuerdos estilísticos pudieron ser: les o comunales, donde el cuerpo está lleno de
1) Normativos, es decir impuestos por la intencionalidad y significados en su representa-
sociedad. ción material.
2) Funcionales, por ejemplo, en el caso
de sostener la máscara, pudo ser, al
contrario de lo que nosotros supone- Referencias bibliográficas
mos, realmente un soporte estructural.
3) Simbólico, queriendo representar ac- ANTCZAK, M. y A. ANTCZAK (1999) La esfera de
ciones o sentimientos, volviendo al ca- interacción Valencioide. En: Arte Prehispáni-
so de las manos, el hecho de represen- co de Venezuela. Editado por Miguel Arroyo,
tarlos sobre el rostro o en la cintura Lourdes Blanco y Erika Wagner. pp. 136-154.
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