Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ESTUDIANTE:
CARNET:
SECCION: 03
Las palabras son armas de doble filo, hay que saber usarlas con razón. Depende cómo,
algo dicho puede girarse hacia uno mismo, por eso, la cuestión es no caer en este error,
no permitir que nuestras palabras den razones de actuar el Juez. Pero aún no se giren en
contra, pueden actuar como armas hacia terceros, con lo que también es un error. Una
vez asumido eso, podemos darnos cuenta que estamos libres del poder de las palabras
de otras personas hacia nosotros. No daremos oportunidad al Juez, porque sabremos que
las palabras son sólo palabras.
No seamos egoístas, el mundo no gira a nuestro alrededor, tomarse las cosas a nivel
personal, es pensar que somos el centro. Nada de lo que hacen los demás es por ti, lo
hacen por ellos. Un ejemplo que nos da en el libro es si alguien me insulta por la calle (o
yo lo percibo así) con casi toda la seguridad no tiene nada o muy poco que ver con migo;
es simplemente su reacción a algo que está pensando fuera (tuvo una discusión con su
hijo, por ejemplo) pero eso no tiene por qué afectar a mí. Al no tomar nada
personalmente podemos empezar a romper muchos pequeños acuerdos internos que nos
hacen sufrir.
Los cuatro acuerdos es un ensayo basado en la sabiduría de los antiguos toltecas. Relata
las creencias que debería tener un ser humano para estar en equilibrio personal, teatral,
diferencial, emocional, mental y social. Para lograrlo se debe, en primer lugar, entender
que todos los humanos tienen un complejo sistema de creencias (cosmovisión) o
paradigma, adquirido por influencia social, familiar, educacional, y que con frecuencia
dichas creencias adquiridas los perturban mental y emocionalmente, creando infelicidad;
en segundo lugar, aprender que se puede modificar el sistema de creencias para
conseguir el anhelado equilibrio interior que lleva a la felicidad. Para lograrlo, se pueden
poner en práctica los cuatro acuerdos.
Honra tus palabras. Lo que sale de tu boca, es lo que tú eres. Si no honras tus palabras,
no te estás honrando a ti mismo; si no te honras a ti mismo, no te amas. Honrar tus
palabras es honrarte a ti mismo, es ser coherente con lo que piensas y con lo que haces.
Eres auténtico y te hace respetable ante los demás y ante ti mismo.
No te tomes nada como algo personal. Ni la peor ofensa. Ni el peor desaire. Ni la más
grave herida debes tomar como algo personal. Quien te ofende tiene un veneno que
descargar contra ti, por no saber cómo deshacerse de él. En la medida que alguien te
quiere lastimar, en esa medida ese alguien se lastima a sí mismo. Pero el problema es de
él y no tuyo.
No supongas. No des nada por supuesto. Si tienes alguna duda, aclárala. Si sospechas,
pregunta. Suponer te hace inventar historias increíbles que sólo envenenan tu alma y que
no tienen fundamento.
Haz siempre todo lo mejor que puedas. Si siempre haces lo mejor que puedes, nunca
podrás recriminarte de nada.