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La actividad del lingüista como corrector de estilo
1. La importancia de escribir "correctamente" en la sociedad actual
La sociedad actual está dominada por la escritura. Nuestra actividad se halla continuamente
envuelta por los textos escritos; y textos de muy diversa índole, desde los cuadernos y manuales
escolares hasta los prospectos de las medicinas, pasando por las facturas de los bancos, la
declaración de la renta, el periódico, etc. La sociedad de la información (a través de la
informática) ha incrementado aún más si cabe el peso e importancia de la escritura, hasta el
punto de que sobre el teclado del ordenador podemos reproducir en determinadas circunstancias
(al "chatear" p.e.) el lenguaje oral mismo: la escritura ha llegado a suplantar, pues, al dicurso
oral. Una posición fundamental ocupan en este estado de cosas los textos académicos, que deben
reflejar conocimientos adquiridos, de acuerdo con la capacidad de su autor para seleccionar
información relevante, para argumentar, demostrar, refutar, verificar hipótesis, etc. En suma, un
buen o mal dominio de la escritura pueden condicionar decisivamente el éxito o fracaso de
nuestra actividad profesional, sea esta académica o no.
La comunicacióin escrita, pues, domina gran parte de la actividad social y económica de nuestras
vidas y a ello obedece que un texto "bien" escrito sea, las más de las veces la mejor tarjeta de
presentación, tanto para un particular como para el más laureado de los literatos.
La cuestión es ¿qué papel corresponde en este bosque textual al corrector de estilo? No importa
que se trate de textos breves o amplios, personales o de divulgación, el hecho es que todos ellos
son susceptibles en mayor o menor medida de "corrección"; las empresas que editan los diarios,
los periódicos y las revistas, así como todas las editoriales de libros cuentan con personas
dedicadas a corregir los textos escritos. Son los correctores de estilo, encargados de leer y releer
cada párrafo para corregir errores. No sólo deben controlar las faltas de ortografía (erratas), sino
también la sintaxis y la semántica de cada oración, es decir asegurar que esté correctamente
construida y que se entienda la idea que se quiere transmitir.
Por otro lado, no cualquiera puede ser corrector de estilo. Aunque no es necesario tener un título
universitario, es un oficio para el que hacen falta una gran concentración y muchos
conocimientos generales. En este sentido, y como se verá después con más detalle, el mejor
aliado de un corrector es el diccionario, al que deberá recurrir en casos de duda.
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Pero el corrector de estilo no es sólo un operador a posteriori sobre el trabajo final. Un buen
corrector de estilo debería tener en cuenta además cuáles son los pasos implicados en la
planificación, elaboración y revisión final de un texto. Veamos, pues, en qué puede consistir su
especialización profesional.
2. Actividades relacionadas con la confección de un texto "correcto"
Todo corrector de estilo deberá tener en cuenta, pues, cuáles son los principios fundamentales
que rigen la buena escritura de un texto, y con ello no nos referimos sólo, claro está, a la buena
"ortografía".
Cuando hablamos o escribimos decimos poco, pero sabemos y entendemos mucho más de
lo dicho o escrito, y este es un factor de estilo que tampoco debe perderse de vista.
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Otra cuestión fundamental en relación con la coherencia del texto es la necesidad de que
esté organizado lógicamente. Un texto será coherente si su estructura significativa tiene
organización lógica, armonía sintáctica, semántica y pragmática entre sus partes y si su
significado es interpretable porque ayuda al lector a hacer las inferencias necesarias. En
este camino es fundamental el proceso de interpretación del texto: por un lado
descodificamos los signos lingüísticos atribuyéndoles significados, por otro lado inferimos
todo lo que no está dicho. La coherencia surgirá, pues, de la interacción entre la estructura
del texto y la interpretación del lector. Para ello deben cumplirse las llamadas "condiciones
de coherencia" (Reyes, 2001:131):
De los aspectos considerados algunos afectan más directamente a la labor del corrector de
estilo: así, si la trabazón lógica de las partes de un texto no funciona el texto resultará
incoherente: el proceso de argumentación, en su caso, debe ser en la medida de lo posible
escrupuloso y preciso. Por otra parte la cohesión entre las partes del texto a través de
mecanismos lingüísticos resulta ineludible; para ello se deben emplear determinados
recursos tales como los conectores textuales, los elementos deícticos y anafóricos, el
recurso a la repetición sinonímica, a la elipsis, etc.
A ello se añaden otros recursos capaces de crear coherencia, como p.e. el orden de palabras.
No siempre estructura semántica y estructura informativa van de la mano: en este sentido
el orden de palabras en español es flexible, sí, pero no se elige un orden al azar, sino según
las necesidades comunicativas (la información conocida o tema va primero y la nueva o
rema va al final de la oración). Cada palabra debe ocupar en la oración el lugar en donde
más claramente se vea a qué otra u otras palabras se refiere. Ello supone que lo que
sepamos o no en cada momento dependerá de cada texto particular: así, p.e. en la
conversación los hablantes van calculando rápidamente lo conocido y lo nuevo y, en su
caso, van corrigiendo o reponiendo cuando resulta oportuno; en cambio, la información
conocida de un texto es un cálculo que debe hacer el autor que, si falla por exceso o por
defecto, acabará produciendo un texto incoherente.
Algunos recursos usuales para el realce de la nueva información son la anteposición con
refuerzo, las denominadas estructuras ecuacionales (p.e. en fue Juan quien mató al
fugitivo), los intensificadores (algunos marcadores discursivos son habitualmente
intensificadores: también, lo que es peor, además, etc.)
pretende transmitir el autor al lector? ¿qué debe decir el texto exactamente y cómo debe
organizar dicha información? ¿a qué género se adscribe tipológicamente el texto? ¿qué
secuencias textuales (argumentación, exposición, descripción, narración) se emplean o van a
emplear en el texto? Es necesario que el corrector conozca bien en qué consiste este proceso de
planificación, si no el del texto particular que está revisando, sí al menos como proceso reflexivo
necesario en la confección de todo texto.
Es obvio que un texto escrito se elabora habitualmente para transmitir información: suele tener,
pues, en su mayor parte, valor informativo. Algunos textos, como los científicos, añaden a este
propósito informativo otro más, el deseo de convencer: tienen inicialmente un carácter
expositivo, pero pueden ser también argumentativos; intentan convencer al lector de las teorías y
puntos de vista que defiende el autor.
En cualquier caso, las características de estilo y estructura de un texto vienen determinados por
sus objetivos. Una cosa es clara, en general, es positivo que cualquier texto sea de agradable
lectura, pero su amenidad puede ser más o menos necesaria en función de la "aridez" del tema,
del mismo modo que prescindir de la exposición de datos, por farragosos que estos resulten,
puede constituir un fraude en el caso de un texto científico.
Como paso previo, en el proceso de planificación es necesaria una adecuada selección del
destinatario: el conocimiento del lector ayuda a crear un texto lo más adecuado posible. Antes de
escribir un texto es conveniente, pues, recopilar todos los datos disponibles acerca del lector
(conocimientos, edad, intereses, ideología, extracción sociocultural, etc.). El escritor experto
debería escribir textos a medida del lector que ha seleccionado, y sin duda la forma y estilo en
que lo haga exigen un esfuerzo notable. El corrector debería velar por que esta sintonía se
consiga en una medida óptima.
En este sentido, en relación con la información que deba conocer el lector, hay que hacer algunas
consideraciones: un texto que contenga información obvia resultará tan aburrido como
incomprensible el que incorpore conocimientos desmesurados para el lector destinatario.
Tan importante o más que la selección del destinatario es la imagen del autor: así, para que el
texto alcance sus objetivos resulta conveniente que el autor:
manifieste certeza sobre el interés intrínseco del tema sobre el que está escribiendo
A tal efecto el autor debe llevar a cabo una tarea de selección: la tarea de selección suprema es,
precisamente, la capacidad de someter todo un texto a una idea central, esto es, de otorgar un
título al texto que lo resuma completamente.
¿Qué características debería cumplir un texto "correctamente" escrito? Ante todo las de
precisión, claridad y objetividad (esta última fundamental si se trata de un texto académico). La
claridad es resultado del empleo de un léxico idóneo y de una planificación escrupulosa: no cabe
la improvisación en el texto "correcto".
Muchos de los textos escritos posibles comparten características de estilo, comenzando por el
hecho de que en su mayor parte se construyen atendiendo a las mismas secuencias textuales:
descripción, narración, exposición, argumentación y diálogo.
Cada tipo de secuencia textual lleva aparejado un modo distinto de organizar, una estructura
específica y unas convenciones propias. El corrector de estilo deberá estar muy atento a todo ello.
Veamos esto último con algún detalle.
2.1.3.1. DESCRIPCIÓN
2.1.3.2. EXPOSICIÓN
desarrollar su solución
Toda secuencia expositiva debe seguir, pues, un esquema claro y pormenorizado, sin saltos
en el vacío. Por lo demás, lo importante de la estructura expositiva es mostrar el orden del
razonamiento, siguiendo un orden lógico. A tal efecto son fundamentales las estrategias
discursivas del texto expositivo:
reformulación (paráfrasis)
inserción de ejemplos
citas de autoridad
Todos ellos son aspectos que debería supervisar un buen corrector de estilo. Además,
conviene una presentación jerárquica de la información: hay informaciones primarias y
secundarias que el autor debe hacer ver al lector con claridad.
2.1.3.3. ARGUMENTACIÓN
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Argumentar es intentar convencer a otro de una afirmación u opinión del autor. Los textos
escritos actuales están repletos de secuencias argumentativas. Una secuencia argumentativa se
construye como respuesta a una (o varias) opiniones contrarias. El autor debe, pues,
necesariamente presuponer la existencia de dos o más interlocutores (el autor y el otro u otros),
de modo que toda secuencia argumentativa deberá incluir dos tipos de información:
la tesis
El autor debe formular explícitamente la tesis. En cualquier caso, dicha tesis debe apoyarse
siempre en argumentos racionales. Y dichos argumentos deberían ir ensamblados
adecuadamente mediante los recursos lingüísticos apropiados, entre los más destacados
figuran los conectores: en esencia se trata de procedimientos gramaticales o textuales que
se utilizan para engarzar entre sí las oraciones que forman parágrafo, o bien para engarzar
distintos parágrafos entre sí. Los conectores atienden adecuadamente a las relaciones
lógico-semánticas existentes entre dos o más oraciones o entre dos o más parágrafos, en
este sentido actúan como "señales de tráfico": advierten de las características, de la
importancia, relevancia o irrelevancia de la información que relacionan. Son
imprescindibles en el proceso de construcción textual: un texto poseerá mayor articulación
interna, mayor cohesión, mayor claridad en la medida en que utilice más adecuadamente
las expresiones conectivas. Ahora bien, no debe introducirse cualquier expresión conectiva
gratuitamente buscando un falso efectismo estilístico: el corrector de estilo debería velar
por evitar este defecto en el texto revisado. En caso de dudas siempre será preferible,
obviamente, el uso del diccionario.
Otros elementos del razonamiento argumentativo a los que deberá prestar mucha atención
el corrector de estilo son:
la regla general: es una creencia o un supuesto más o menos aceptado por la comunidad que
puede permitir ciertos saltos en una argumentación
la fuente: fundamento de la información que se proporciona para garantizar las reglas generales
o la verdad de los datos que agrupan la tesis; aparece generalmente como cita de autoridad
la reserva: el propio autor puede albergar alguna reserva sobre las posibles consecuencias que se
deriven de sus argumentos
Hay, pues, múltiples recursos argumentativos para un autor: citas de autoridad, ejemplificación,
analogía, exposición de causas y consecuencias, apoyo de datos objetivos, discusión o
desestimación de posibles objeciones a la tesis de partida (contraargumentación). De todos ellos
es especialmente interesante la contraargumentación, que consta de tres fases: presentación del
contraargumento, desarrollo de la refutación y refuerzo de la tesis principal. Papel fundamental
en este plano es el que corresponde a los conectores contraargumentativos y sobre su manejo por
parte del autor debe incidir especialmente la labor del corrector de estilo.
Aspecto fundamental en la elaboración de textos, y por tanto en los conocimientos y trabajos que
debe saber aplicar el buen corrector de estilo es el de la selección del léxico y vocabulario en el
texto. Efectivamente, uno de los principales problemas en la composición de un texto es
encontrar las palabras justas para expresar lo que se quiere. Debe haber adecuación al género y al
tema; por supuesto, el registro también desempeña un papel decisivo en la elección léxica.
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Un buen sistema para adquirir vocabulario es la lectura de buenos textos, pero no disponemos en
nuestro conocimiento de todas las palabras ni de las más justas: no conocemos todo el
vocabulario de nuestra propia lengua. Hay Por lo demás, es imprescindible un vocabulario
abundante para escribir, pero eso no implica aprender todas las palabras posibles del
vocabulario. En todo caso, la ausencia de vocabulario producirá textos vagos y/o repetitivos.
Si, finalmente, tenemos dificultades para hallar la/s palabra/s necesaria/s deberemos acudir al
diccionario: el corrector de estilo debe ser frecuente consultor del mismo. Algunos diccionarios
aptos para el corrector son:
el Diccionario de uso del español de Mª Moliner, que incluye definiciones amplias, con
información gramatical e información sobre construcción de palabras y su adecuación contextual
(ed. de 1998). Distingue asimismo entre usos literarios, formales, informales, vulgares, cultos…
el Diccionario Salamanca de la lengua española, que distingue entre usos restringidos, rurales,
vulgares, jergales, coloquiales…
el Gran Diccionario de la lengua española que diferencia entre el lenguaje de argot, culto,
coloquial, despectivo, familiar, formal, jergal, literario, vulgar…
En todo caso, son sin duda importantes los grandes diccionarios para el corrector de estilo, es
decir, aquellos que poseen gran cantidad de información (DRAE, 1992), también son muy
necesarios los diccionarios ideológicos, uno de cuyas más recientes muestras corresponde al
Diccionario Redes coordinado por Ignacio Bosque.
En el ámbito del léxico merece especial atención el uso de neologismos (algunos de los cuales son
simples barbarismos innnecesarios). Por neologismo se entiende toda palabra reciente que se
refiera a cosas o hechos nuevos, o que se aplique a denominaciones nuevas. Actualmente la
mayoría procede del inglés. Es difícil que un diccionario general recoja rápidamente un
neologismo, pero hoy los diccionarios modernos (Larousse, p.e.), recopilan todas las palabras
que circulan, sin descartar los neologismos.
En otro sentido, hay que saber discriminar los préstamos y los calcos. Los primeros pueden ser
necesarios, pero los segundos son construcciones ajenas que copian exactamente del original,
violentando así los patrones sintácticos o semánticos del español. Los préstamos son
particularemente útiles en el lenguaje científico, necesitado de términos técnicos, precisos,
unívocos, etc. Hay que conocer, pues, estos términos, a la hora de traducir o bien, al revisar el
estilo de un texto científico. Los calcos en cambio deberían rechazarse siempre.
Hay, en suma, muchos tipos de significados implicados, y una disciplina lingüística que trata de
explicarlos, la pragmática. No le son, pues, ajenos, al corrector de estilo, los conocimientos
sobre esta disciplina; al menos deberá estar familiarizado con sus principios fundamentales.
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Problemas en la precisión del vocabulario: hay que evitar, p.e., verbos comodines (tener, haber,
poner, dar, decir, romper, cambiar).
Problemas relativos a la valoración del léxico: a menudo las palabras acarrean una valoración
sobre la idea que expresan: los vocablos no siempre son asépticos ni objetivos. Muchos términos
traen consigo una toma de postura, una opinión ante lo expresado por el hablante (bebedor tenaz
no es lo mismo que bebedor empedernido; esposo tenaz no es lo mismo que esposo fiel).
Problema de los términos parónimos: palabras que se asemejan en cuanto a la forma, pero
expresan significados diferentes (inerme/inerte, preeminente/prominente, sima/cima)
Cultismos inadecuados: tendencia a redimensionar las palabras, esto es, tendencia a utilizar
palabras de muchas letras, en lugar de los términos correctos (Grijelmo, 1997, habla en este
sentido de "archisílabos": climatología por clima, utilización por uso).
Atracción ocasional por palabras o expresiones nuevas que llegan a nosotros como creaciones
más o menos recientes o, a veces, muy expresivas; o por ser palabras de resonancias cultas, con
acentuación esdrújula (plúmbeo, hermenéutica, atrabiliario)
Llegados a este punto, el siguiente paso es enfrentarse directamente con el texto. Una vez el
corrector tiene asumidos una serie de conocimientos teóricos y prácticos, metodológicos y
empíricos, etc., deberá enfrentarse al texto, tratando de responder a las expectativas que su
cliente (autor, autores, empresa, institución, etc.) han depositado enél. ¿qué deberá hacer para
enfrentarse al texto? Veámoslo con detalle a continuación.
3. Actividades relacionadas con la corrección de un texto (académicamente
correcto). La revisión
La revisión de texto, la fase en que el papel del corrector es determinante está condicionada por
por factores muy diversos, que van desde la ineptitud del autor para la redacción hasta la
tendencia de este a resultar excesivamente "florido" en su expresión. Se hace necesario, pues,
asumir una serie de consideraciones preliminares sobre la base de las cuales deberá operar el
corrector de estilo.
1. ¿Qué revisar?
Hay tendencia a pensar que sólo deben corregirse los errores ortográficos y/o gramaticales.
Pero también es muy importante la revisión del contenido. El corrector, pues, no sólo ha de
ajustarse a la prescripción de la gramática normativa. Hay que cuidar de que el texto sea
comprensible y no contenga pasajes de difícil interpretación. Sólo debe incluirse
información relevante para el desarrollo textual, evitando las ambigüedades y las
redundancias. Debe huirse en lo posible de las valoraciones personales (sobre todo si el
texto es de carácter formal o académico).
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En general, la unidad de sentido preserva la inteligibilidad del texto. Deben quedar bien
explicitadas las relaciones entre las distintas partes del texto, no basta con que las ideas
estén bien conectadas en la mente del autor. Una buena forma de conseguir esa unidad de
sentido es cambiar de tema lo menos posible a lo largo de un párrafo y evitar introducir sin
necesidad digresiones evitables.
Otro elemento eliminable del texto es la ambigüedad. Un texto sólo debe poseer una
correcta interpretación. En este plano la sintaxis puede ayudar a clarificar al máximo su
interpretación.
Cuando un texto se lee con dificultad es porque el tema es difícil en sí mismo, o bien porque el
lector no se halla suficientemente interesado por dicho tema. O bien simplemente el texto está
mal escrito: hay que hacer lo posible para facilitar la lectura. Hay que ser claro, ordenado,
calcular bien los conocimientos del lector destinatario del texto.
Existen además diversas estrategias de captación del lector que el buen corrector de estilo deberá
tener en cuenta en caso de haber de tener que aconsejar a un escritor no demasiado competente:
El lenguaje debe ser simple, sin demasiadas repeticiones innecesarias, sin vocabulario rebuscado,
etc. La oscuridad expositiva no incrementa la calidad del texto, más bien evidencia que el autor
no domina el contenido que transmite o ha olvidado que escribe para un lector determinado. Se
escribe para conseguir un efecto en el receptor
Hay que cuidar el aspecto formal del texto, evitar erratas, descuidos tipográficos, etc. Evítese
crear la impresión de ser un autor "dejado".
La extensión del párrafo no debería exceder ciertas dimensiones. Por ejemplo, no son
aconsejables los párrafos de una página entera, ni tampoco los párrafos telegráficos de un par de
líneas. Deben tener además equilibrio entre ellos.
Es asimismo fundamental la revisión de la estructura textual: hay que comprobar que el texto
sujeto a corrección presenta ordenadamente la información y que su distribución es la más
conveniente para el objetivo del autor. No sólo es una cuestión del orden, sino que es necesario
que la extensión dedicada a la exposición de cada idea esté equilibrada. Por otro lado, la
distribución de la información en el texto dependerá también del tipo de texto elaborado: si es
expositivo la información deberá avanzar de lo conocido a lo nuevo, de forma progresiva, para
que el lector vaya adquiriendo las claves necesarias para la comprensión del texto. Si el texto es
argumentativo/contraargumentativo, p.e., será imprescindible que se formule la tesis
explícitamente, sin lugar a dudas.
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Es correcto el uso de ciertos recursos como la metáfora, que a veces hace más claro y
comprensible un texto. Pero hay ciertos recursos que conviene emplear con cautela, por
ejemplo el de la ironía. Evítese el riesgo de ambigüedades o faltas de entendimiento por
parte del lector.
2. La importancia de la presentación
Entre los defectos de presentación más usuales a que se debe enfrentar el corrector de estilo
están:
desorganización
En general tres son los principios básicos de un estilo correcto, claridad, naturalidad y
propiedad. La claridad en la expresión se alcanza según la elección de palabras apropiadas
y exactas. De las palabras comunes han de utilizarse las más sencillas y breves, de las
técnicas y cultas las inteligibles. La naturalidad de estilo se alcanza escribiendo sobre cosas
de las que se tenga conocimiento y que interesen al lector; hay que prevenirse en este
sentido contra la tentación de querer singularizarse, por lo que debe analizarse con cuidado
toda expresión antes de emplearla. La propiedad se alcanza siempre que se utilicen
palabras que no expresen una idea distinta de la que se quiere comunicar, evitando en lo
posible los término genéricos y tratando de que las palabras no presenten las ideas de
forma más compleja de lo que son en realidad.
3.5.1. Sintaxis
La armonía del período depende, por una parte, de las construcciones, de la coordinación y
la distribución de todos los miembros en el período y, por otra, de la cadencia final.
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Un aspecto sintáctico más: los incisos no deben interrumpir caprichosamente una oración.
Es preferible su colocación al final de la frase que así podrá leerse de un tirón sin
incómodas interrupciones.
Otra cuestión importante desde el punto de vista léxico es el cuidado por la combinatoria
de palabras: no todas las combinaciones de palabras son posibles. Deben evitarse asimismo
las repeticiones léxicas, recurriendo p.e. a la sinonimia para mejorar el estilo.
Hay que considerar que con los correctores informáticos no se ha resuelto el problema de la
corrección de textos. Los ordenadores han supuesto la aparición de errores nuevos que hay que
tener en cuenta. Así, los correctores ortográficos y gramaticales son de gran ayuda, sí, pero
también plantean problemas. No siempre discriminan efectivamente categorías gramaticales, ya
que corrigen sistemáticamente siguiendo un criterio por defecto, lo que hace que cometan
frecuentemente ciertos errores (p.e. cuando y cuándo, p.e. en cabezando una interrogación
aparecerán siempre corregidos como "cuándo").
4. Conclusiones. Recapitulación final.
Al margen de todas las consideraciones anteriores no debemos perder de vista ciertas ideas
fundamentales:
Hay que buscar la perspectiva, lo que significa moldear unos criterios propios. Para esto, es
necesario conocer las diferentes herramientas de que dispone un corrector: diccionarios,
gramáticas, textos de referencia y programas informáticos.
a)Corrección tipográfica.
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las líneas sueltas al final y al principio de página (viudas y huérfanas), los espacios mal
colocados, los guiones en hilera...
c) Corrección de estilo. No hay que perder de vista que el corrector no es el autor. A
partir de aquí se tendrá en cuenta el uso de los manuales de estilo, lo que permitirá definir
un método de trabajo: revisión y corrección atendiendo a criterios de coherencia y cohesión
semántica. La corrección de estilo buscará siempre la palabra exacta, evitando reiteraciones
innecesarias y atendiendo constantemente a la finalidad, precisión y buen sentido del texto.
La corrección de estilo consiste en una revisión general de todos los elementos que
componen la obra: el estilo, la correcta elección de los términos empleados, la corrección o
la adecuación de localismos, extranjerismos y modismos, la aplicación de las normas
establecidas en los manuales de estilo... Con todo ello se pretende no sólo pulir la calidad
general de la publicación, sino darle además una coherencia global.
3. El Plan de Estudios de Filología Hispánica en la Universitat de València y la
corrección de estilo (oferta para el curso 2004/2005)
No existe en la actualidad ninguna asignatura específica en nuestro Plan de Estudios (vigente desde
2000); lo que nos mueve a pensar que en un futuro no muy lejano debería pensarse en algún módulo
específico, al menos optativo, que reúna los contenidos necesarios para formar a profesionales de la
corrección de estilo.
No obstante esto, existen asignaturas diversas que, a la vista del panorama que hemos venido
presentando aquí, ofrecen contenidos idóneos, si bien complementarios, para la formación de estos
profesionales.
Así, el conocimiento de buenos textos literarios, conditio sine qua non para la adquisición de un buen
tono léxico se puede adquirir en las diversas asignaturas de nuestro Plan (véase anexo):
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a lo que se añaden las diversas optativas de primer y segundo ciclo del plan de estudios (seis en primer
ciclo y siete en segundo ciclo).
El nivel fónico y el conocimiento del componente vocal del español se desarrolla en 13828 (anexo) en
primer curso, y a ello se añade la optativa de primer ciclo13880 (anexo). El conocimiento de las
categorías gramaticales se imparte en 13871, en segundo curso (anexo), y la optativa de primer ciclo
13882 (anexo). La sintaxis es asumida en 13871 de segundo curso (anexo) y en 13888 de tercer curso
(anexo). Del componente léxico-semántico se trata en 13831 de cuarto curso (anexo), 13855 de quinto
curso (anexo), y la optativa de primer ciclo 13881 (anexo). La adecuación del uso de la lengua a la
situación puede asumirse desde 13831 de cuarto curso (anexo), y las asignaturas optativas 13823
(anexo), 13873 (anexo), 13820 (anexo) y 13889 (anexo). Finalmente, el estudio pormenorizado de los
rasgos lingüísticos de un texto en su globalidad se aborda con 13817 (anexo).
Así pues, un somero repaso a la oferta académica ofrece un panorama si no óptimo, sí al menos
razonable para la formación profesional de correctores de estilo. Falta aún, eso sí, lo advertíamos unas
líneas más arriba, la formación específica. Pero esperamos que en pocos años sea ya una realidad la
especialidad de "corrector de estilo" en la Licenciatura de Filología Hispánica. Bolonia y la preconizada
convergencia europea en materia de programas universitarios, y nosotros mismos como integrantes de
la comunidad universitaria española tendremos mucho que hacer al respecto. Esperemos cumplir con
nuestro cometido.
BIBLIOGRAFÍA
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Copperud, R. H. (1980). American usage and style: The consensus. New York: Van
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13/1/2020 ¿Qué es un "corrector de estilo"
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Seco, M. (1991). Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española. Madrid:
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Strunk, W., Jr., & White, E. B. (1979). The elements of style (3ª ed.). New York: Macmillan.
Trabajo clásico que ofrece consejos claros y precisos sobre cómo escribir correctamente (en
inglés).
Zinsser, W. (1990). On writing well: An informal guide to writing nonfiction (4ª ed.).
NewYork: HarperCollins. Discusión informal sobre los principios que subyacen a una
escritura correcta.
AÑADIR DICCIONARIOS
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13/1/2020 ¿Qué es un "corrector de estilo"
2. Textos orientativos en español sobre la confección de trabajos científicos
Cremmins, E. T. (1982). The art of abstracting. Philadelphia, PA: ISI Press. Describe en
detalle cómo crear un abstract; se focaliza en las habilidades cognitivas utilizadas (leer,
pensar, escribir y editar).
Eco, U. (1982). Cómo se hace una tesis: Técnicas y procedimientos de investigación,
estudio y escritura. Barcelona: Gesisa.
Linton, M. (1978). Manual simplificado de estilo para la preparación y redacción de
artículos en psicología, ciencia y literatura. México: Trillas.
Romera, J., Pérez Priego, M. A., Lamíquiz, V., y Gutiérrez Araus, M. L. (1995). Manual de
estilo. (2ª Ed.). Madrid: UNED.
Solomon, P. R. (1989). Research report writing in Psychology. Glenview, IL: Scott,
Foresman and Co. [Versión española: (1989). Guía para redactar informes de investigación.
México: Trillas].
https://www.uv.es/ahidalgo/ 15/15