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Fabián nos dijo que confiaba absolutamente en ellos, ya que


eran leales miembros de la federaciÓn carnpesina. No se
me borra la impresión de los ojos de uno de aquellos pobres
aldeanos. Primero se detuvieron a observar mi metralleta,
luego mi rostro. Todo en unos pocos segundos' tVe pareciÓ
Ahora veo que Sabino quizás tuvo razón al señalarme: adivinar lo que aquel hombre pensaba: "Tan jovencita, boni-
"Tu mentalidad burguesa jamás te abandonará, no im- ta... y metida a guerrillera". Bueno, pero lo que me conmoviÓ
porta donde te encuentres en lo geográfico o lo ideoló- de sus ojos fue verlos con sendos parches de tejido rojizo en
gico". Ah, mi amado Sabino, loco hasta el final, enamorado su ángulo ¡nterno. El "pterigiÓn" tan común en la gente del
de las frases pulidas. ¿Qué le costaba decirme que yo siem- campo. El doctor Bravo sostenÍa en su clase de patología
pre sería una niña consentida en cualquier lugar del mundo, clínica que esa dolencia se debía a la constante irritación a
ya fuera acolchonada en un buen empleo con el gobierno o que exponen sus ojos los campesinos con el sol, el polvo,
Jrrofcsando adhesión a las causas populares? pero así era golpes de ramas y no sé que más. Ah... si el doctor Bravo
(rl. Lr,. encantaba tomarme el pelo. No me llamaba burguesa
ée hubiera dado sus paseos por el campo para que viera la
r.rrr sorio, ¿rl menos en las últimas etapas de nuestro prolon-
sarta de dolencias que padecen sus pobres habitantes. Pero
r¡ittlrl rornance. claro, el doctor Bravo, con su clínica a todo lujo, en donde
En este momento vuelve a sacudirme el recuerdo de ha pasado años recetando lentes de contacto a las viejas
Sabino... de sus bromas, de su cariñosa y dulce manera locas de la alta sociedad; el doctor Bravo, con su gran casa
de llamarme "mi burgues¡ta..." ¡Cómo lo recuerdo! Creo en la colonia San Francisco, su carro Mercedes Benz, su
que Sabino se reiría de mí... A lo mejor sentiría compasión... rancho en la playa, su posición académica en la universidad,
Pero es que me siento tan cansada, con unos deseos de no pasó de la teoria a la práctica con lo del "pterigión" de los
darme una ducha fresca, de empolvarme con mis talcos campesinos. Recuerdo lo iracundo que se puso cuando un
Nina Ricci, de tirarme en el viejo sofá de la sala a ver la te- compañero de estudios, el bachiller... ¿cómo se llamaba el
levisión, encender el ventilador Hitachi, saboreando al mis- flaquito ese? Ah... ¡Araujo! Bueno, Araujo le preguntó que
mo tiempo un helado de vainilla o un refresco. La caminata por qué nuestra gente se seguía muriendo de enfermeda-
cuesta arriba ha sido larga, más pesada que peligrosa, pues des "de cajón"; pues sí, enfermedades fáciles de curar. Que
apenas encontramos a unos tres campesinos que se arrima_ por qué la medicina no se socializaba como en Suecia e
ron al borde de la vereda, viéndonos pasar con el temor y la lnglaterra, como en Cuba. Nos impresionó el atrevimiento
curiosidad reflejados en su ojos saltones. Fabián habló con de Arauio, ya que cuestionar así a un eminente oftalmólogo
ellos brevemente y le aseguraron, según nos dijo después era algo que bordeaba en la herejía. Pero se ve que en la
al tomar un descanso, que no han llegado soldados a las vida todos podemos ser sólo poses hasta que se pasa de
aldeas que rodean al volcán de Guazapa por el lado norte. la teoría a la práctica, de las palabras a los hechos. Porque

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Señor... ¡por Dios! ¡Deie a mi hija! ¡Nosotras no he-
irror; lrr..cho nada...! Debe haber un error... Nosotras no sabe-
nro:¡ rlc qué habla...

El hombre apartó a mi madre con un bofetón en la


Serían como las once de la noche cuando la quietud r ¡rrrr. El terror y la ira invadieron mi cerebro al verla rodar
del apartamento fue perturbada por el tropel en las gradas ql r¡rrolo, sobre el que cayÓ pesadamente, tratando en vano
del multifamiliar, las voces ásperas y los golpes en la puerta. rkr klv¡rntarse, sangrando de la nariz. En los cuartos se oía
-¡Abran...! ¡Es la autoridad...! t'l ¡r:;lruendo al romperse muebles y utensilios, así como el
Mamá hizo a un lado su costurero mientras yo me in- relrol¿rr de culatazos en la puerta del baño.
corporaba del sofá en donde estaba estudiando. Sentítem- ¡ti/artínez... !

blar todo mi cuerpo y di gracias a Dios que Sabino se hubie-


ra ido hacía una semana, dejándonos sólo una nota sobre ¡Ordene, mi sargento... !

la mesita de esquina "He tenido que irme. El peligro me ace- Llévese a esta vieja para un cuarto y la interroga
cha. Gracias por todo. Volverán a saber de mí. Me llevo el ' nnro :ie debe. Estas desgraciadas tienen que saber donde
"Romancero Gitano" de García Lorca. Besos y abrazos para r,,¡t¡l (!l terrorista... ¡Tienen que echar la piedra...! Vos venite
mi novia y mi mamá. Destruyan la nota". r urrrrrrr¡o aquí...

-¡Abran o les volamos la puerta! O¡rminé temblando mientras el hombre apretaba mi


voy, señores... lrr¡r¿o r;oñ crueldad. Alcancé a oír los lamentos de mi ma-
-Ya
Mi madre corrió el cerrojo y abrió la puerta. La avalan- ,[', rnir,.ntras el empujón me mandaba con violencia sobre
l.r . ¡rnil. El hombre cerrÓ con fuerza la puerta del cuarto. Ahí
cha de hombres uniformados de la Guardia Nacional irrum-
pió en la sala, desplegando sus armas, dispersándose hacia r,,,1¡rlrir la foto de papá sobre la mesita de noche.'. El altar
los cuartos. El sargento me puso el cañón de su escuadra ,lr¡l ( lrr¿lzóñ de Jesús... El rosario de mi madre... Asiéndome
frente a la cara. rrl 11.,1)¿lldar de la cama me encogí contra é1. El hombre, con
rIrrr ,,onrisa sádica, sin dejar de apuntarme con su arma, se
-¿Dónde tienen escondido a ese desgraciado...? !i,¡li) ¡t la orilla de la cama. El terror seguía invadiéndome
-...No sé a qué se refiere, señor... lur l¡l

-¡Dejá de hacerte la babosa!... ¡Ustedes han tenido No te aflijás, mamaíta... Sos universilaria, ¿verdá?
a un guerrillero aquí...! ¡Y nos van a decir dónde está... Nos tl,,torlol; odian a la Fuerza Armada y dicen que somos viola-
van a decir para dónde se ha ido! rhrtI,, y asesinos... No, mamaíta... si cooperás no te suce-
tr/amá se había incorporado del suelo, a donde había rlu rr,rrl¡r N/le vas a contestar bien todo lo que te pregunte...
ido a dar al atropellarla elgrupo de hombres. ., I rf r, / Vos sos universitaria ¿verdá?

-206- -207 -
IOSÉ RUTILIO QUEZADA tiCNC
cinco novelas publicadas: "Dolor
de Patrio" (1984), "1a Ultima Guinda" 22t4\
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