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GUÍA Nº 17

UNIDAD 5: LITERATURA - GÉNERO DRAMÁTICO

TEMA: Lectura y análisis de textos dramáticos

Lea los siguientes textos dramáticos y responda las preguntas que se le


presentan.

“Las obras han sido fragmentadas, pero se han incluido párrafos de síntesis (en
letra normal) que sirven de enlace entre los distintos fragmentos dramáticos, con
el fin de dar a las obras un sentido global.

Texto 1

Fragmento de Edipo rey de Sófocles

Edipo es hijo de Layo y Yocasta, reyes de Tebas. Antes de su nacimiento,


el oráculo señala a su padre que su hijo lo matará y se casará con su madre. En
un intento por impedir este destino. Layo encomienda a un sirviente que lleve a su
hijo recién nacido, atado por los tobillos, lo mate y tire en un monte. Este hombre
no puede cumplir con el encargo y se lo entrega a un pastor de los rebaños del rey
de Corintio, en el monte Citerón, quien lo recoge y se lo entrega a Pólibo y
Mérope, quienes no podían tener hijos.

YOCASTA: (…) Una vez le llegó un oráculo a Layo, no diré del propio Febo,
pero sí al menos de sus servidores, diciendo que era de su destino morir a manos
del hijo que nacería de mí y de él. Pero a él, según fama, unos hombres
extranjeros le dieron muerte en una encrucijada de caminos, y desde el nacimiento
de su hijo no pasaron tres días, cuando Layo, atándole los pies, hizo que le
arrojaran a un monte inaccesible. Así, Apolo no dejó que el niño fuera asesino de
su padre ni tampoco que Layo, cual temiera, muriera a manos de su hijo. (…)

Cuando Edipo crece, acude al oráculo, quien le dice que matará a su padre
y se casará con su madre. En un intento por escapar de este destino infausto.
Edipo se aleja de aquellos a quines cree sus padres, con la intención de no volver.
en el camino, se topa con unos viajeros, entre los cuales se encuentra Layo, y lo
asesina (sin saber quién es).

Llega a Tebas, donde se casa con Yocasta y se convierte en rey, formando


una familia.

Posteriormente, la desgracia asola a la ciudad y el oráculo señala que solo


cuando la muerte de Layo sea vengada, la maldición desaparecerá.

CREONTE: Voy a decir lo que escuché del dios, El rey Febo nos ha
ordenado claramente expulsar del país a la impureza que, según dice, ha
arraigado en él y a no dejarla que prospere incurable.

EDIPO: ¿Con qué rito? Nuestra desgracia, ¿en qué consiste?

CREONTE: Desterrando al culpable o vengando la muerte con la muerte,


porque esta sangre es la que lleva el temporal a la ciudad.

EDIPO: ¿Y a la muerte de qué hombre se refiere?

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CREONTE: Era en tiempos, señor, Layo el rey de esta tierra, antes de
gobernar tú esta ciudad.

EDIPO: ¿Y a la muerte de qué hombre se refiere?

CREONTE: Era en tiempos, señor, Layo el rey de esta tierra, antes de


gobernar tú esta ciudad.

EDIPO: Lo sé de oídas, porque jamás le he visto.

CREONTE: Ahora nos manda castigar a los culpables de su muerte.

EDIPO: ¿Y dónde están? ¿Dónde se encontrará esta oscura huella de una


antigua culpa?

CREONTE: Dijo que aquí. Lo que se busca es posible encontrarlo: en


cambio, aquello de que nada se preocupa nos pasa inadvertido.

Edipo se esfuerza por encontrar al culpable, sin embargo, lo único que haya
es la verdad acerca de él y descubre que la profecía del oráculo se cumplió: mató
a su padre y se casó con su madre.

YOCASTA: (…) yo soy merecedora, rey, de saber la inquietud que hay en ti.

EDIPO: No te he de privar de ello, una, vez que he llegado a este


presentimiento. ¿Pues a quién hablaría mejor que a ti en este trance? Era mi
padre Pabilo, el corintio, y Mérope mi madre, de la Dóride. Yo era considerado
como el primero de los ciudadanos hasta que me ocurrió un suceso digno de
admiración, si bien no del calor que pude en él. Un hombre ebrio me dijo en un
banquete que yo no era hijo verdadero de mi padre. Yo vejado, apenas me
contuve; y al otro día fui a mis escondidas de mi padre y de mi madre, me
encaminé hacia Delfos; y Febo, a lo que preguntaba, nada me respondió, mas
reveló otras cosas llenas de miserias, de horror y de dolor: que yo debía unirme
con mi madre y haría nacer hijos cuya vista los hombres no podrían soportar y
había de ser el asesino de mi padre. Cuando esto oí, huí de Corinto guiándome
por las estrellas, adonde jamás viera vuestro rey. Voy a decirte la verdad, señor.
Cuando llegaba cerca de aquella encrucijada, vi que hacia mí venían un heraldo y
un hombre que montaba en un coche de potros cual tú dice; y el que venía delante
y el anciano mismo quisieron apartarme por la fuerza del camino. Yo golpeé
con ira al coche su aguijón de dos púas en mitad de la cabeza. No sufrió igual
castigo, pues al punto lo golpeé con mi bastón y rodando del coche, cayó en el
suelo boca arriba. Luego di muerte a los demás. Si aquel extranjero tiene que ver
algo con Layo, ¿Quién es más desdichado que yo? ¿Quién más odiado por lo
hombres? Sea extranjero o sea ciudadano, nadie puede en su casa recibirme, ni
dirigirme la palabra, sino que deben expulsarme de su casa. Y nadie más que yo
fue el que me lancé estas maldiciones. Y el lecho del muerto lo mancho mis
manos, por las que él murió ¿No soy un vil y un hombre impuro? Puesto que he
de huir y en mi destierro no he de ver a los míos ni pisar en mi patria o, en otro
caso, he de casarme con mi madre y he de matar a Pólibo, que me engendró y
crió. ¿No se podría decir que todo esto ha sido maquinado contra mí por un dios
lleno de crueldad? ¿Qué no vea yo, oh dioses puros, venerables, que no vea yo
ese día, sino desaparezca de la vida de los hombres antes de ver que cae sobre
mí una tal mancha de infortunio!

En el desenlace, Yocasta enfrenta a la verdad, se suicida y Edipo se


entierra un broche en sus ojos para quedar ciego y se destierra de Tebas.

MENSAJERO 2º: ¡Oh vosotros, los que más honra recibís en esta tierra,
qué cosas vais a oír, cuáles a ver, qué duelo no tendréis si aún, no tebano, os
importa la familia de Lábdaco! Pues yo creo que ni el Istro ni el Fasis pueden
purificar este palacio de los horrores que ahora guarda ni de los que mostrará a la

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luz, horrores y no involuntarios. De las desgracias, son las que duelen más las de
libre elección.

CORIFEO: Lo que ya conocíamos, no dejaba de merecer lamentación. A


ello, ¿qué añades?

MENSAJERO 2º: Para decirlo y que te enteres de la forma más breve; ha


muerto nuestra reina Yocasta.

CORIFEO: ¡Infortunado! ¿Por qué causa?

MENSAJERO 2º: A manos de sí misma. De lo que sucedió, lo más penoso


os falta, pues no lo contempláis. Con todo, en lo que alcanza mi memoria, te
contaré la muerte de aquella desgraciada. Cuando, fuera de sí, atravesó el
vestíbulo, marchó derecha a su lecho de esposa, arrancándose el cabello con lo
dedos de sus manos; y cuando entró, cerrando la puerta con violencia, invocó al
viejo Layo, ahora un cadáver, y recordó su antigua unión por la cual él murió y dejó
a la madre procreación infausta para sus propios hijos. Lloraba por su lecho,
donde, dos veces desgraciada, dio a luz de un marido otro marido, e hijos. Cómo
murió tras esto, no lo sé, entonces irrumpió gritando Edipo y por su causa no
me fue posible contemplar la muerte de ella, sino que dirigimos las miradas a él,
que iba de un lado a otro. Iba y venía reclamando una espada y preguntando
dónde estaba su madre, doble campo en que nacieron él sus hijos. Alguno de los
dioses se la mostró al rey enloquecidos; ninguno de los hombre que estábamos
allí. Con un grito salvaje, cual si alguien lo guiara, se lanzó contra la puerta de
dos hojas y, arrancando los goznes de sus quicios, penetró en la alcoba; allí vimos
ahorcada a su mujer, sujeta de una soga oscilante. Al verla, con un grito de horror
soltó la soga suspendida. Y cuando la infeliz yació en el suelo, fue terrible de ver
lo que vino después. Quitó del vestido de ella un broche de oro con el que lo
prendía, se hirió los ojos en sus cuencas gritando de este modo: que así no le
verían los males que sufrió ni los que hizo, y que, en adelante, él vería en las
tinieblas a los que no debía ver y no conocería a los que buscaba conocer. Con
esta imprecación, alzó la mano y golpeó sus ojos; sus globos sangrientos
mancharon sus mejillas. No dejaban correr gotas de sangre húmedas, sin que,
a un tiempo, negra lluvia sangrienta, cual granizo, se derramó. Estos horrores han
nacido de dos, no de uno solo; son comunes al marido y su esposa. Su antigua
dicha era en un tiempo dicha verdadera; pero ahora en este día llanto, castigo,
muerte, infamia, todos los nombres de los males, ninguno falta.

CORIFEO: ¿Y ahora, el desgraciado descansa de su mal?

MENSAJERO 2º: Nos pide abrir las puertas, nos pide que mostremos a los
tebanos todos al parricida, al de su madre… -no puedo repetir esa palabra
impura-: dice que va desterrarse y que no se quedará maldito en el palacio, bajo
su propia maldición (…).

EDIPO: Fue Apolo, amigos míos, fue Apolo el que estos males, estos mis
males trajo, estos mis sufrimientos. Más nadie hirió mis ojos más que yo, el
desgraciado. ¿Por qué debía ver yo, que nada dulce ver podría con mi mirada?

CORIFEO: Así era cual tú dices.

EDIPO: ¿A quién podría yo podría ver o amar u oír con placer cuando me
hablara, amigos? Llevadme cuanto antes de aquí lejos, llevadme, mis amigos,
pues soy el gran culpable, el más maldito soy y además, por los dioses el más
odiado de los hombres.

CORIFEO: ¿Triste de ti, pues que conoces tu infortunio! ¡Cómo hubiera


querido no haberte conocido!
(…)

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EDIPO: Muriera el que quitó la cruel atadura de mis pies en el monte y así
de aquella muerte me libró y me salvó. Favor que no agradezco. Si hubiera
muerto entonces, no sería un tal dolor para mí y mis amigos.
(…)

CORO

Habitantes de Tebas, mirad: éste es Edipo.


Descifrador de enigmas y hombre el más poderoso,
todos a su fortuna miraban con envidia.
¡Ved ahora a qué ola llegado ha de infortunio!
No juzguéis, pues, dichoso a otro mortal alguno que no haya aún
contemplado aquel último día en tanto no termine su vida sin dolor.

1. ¿Quién es Edipo?

I. El hijo de Layo y Yocasta.


II. El asesino de su padre y esposo de su madre.
III. El rey de Tebas.

A) Sólo I
B) Sólo II
C) Sólo III
D) Sólo I y II
E) I, II y III

2. Edipo rey es una tragedia porque

A) El protagonista recibe un castigo inmerecido.


B) Despierta sentimientos encontrados en el receptor.
C) Edipo no tiene ninguna posibilidad de evitar su destino.
D) Edipo se enfrenta a sus padres.
E) El oráculo predice desdichas.

3. De la lectura se deduce que una de las funciones del coro es

A) Dialogar con los personajes.


B) Dictar sentencia contra Edipo.
C) Dar consuelo a los personajes.
D) Prevenir al receptor sobre la fatalidad del destino.
E) Clarificar lo ocurrido a Edipo y sus implicancias.

4. El pastor (siervo) que es llevado ante Edipo declara sobre

A) La muerte de Layo ocurrida a manos de varios ladrones.


B) La muerte de Yocasta, quien se ahorcó en su propia habitación.
C) Las afirmaciones que señalan que Edipo no es hijo de los reyes
corintios.
D) La orden que él mismo recibió de matar al niño que le entregó
Yocasta.
E) Lo ocurrido con Edipo cuando le solicitaron darle muerte.

Texto 2

Fragmento de El Mercurio a Palos de Moliére

Sganarelle es un leñador, esposo de Martina, quien se queja


constantemente de los sufrimientos que le causa el hombre. En medio de una
discusión, Sganarelle le paga con un palo y ella decide vengarse por lo que le
hizo. La oportunidad se presenta cuando Valerio y Lucas, sirvientes del Gerente,
andan buscando a un médico que pueda curar a la hija de su amo (Lucinda) de
una extraña enfermedad que la ha dejado muda. Cuando los hombres se

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encuentran con Martina, ella les dice que hay un médico muy bueno capaz de
curar las “enfermedades desesperadas”, el cual se encuentra en un lugar cercano,
cortando leña. Los sirvientes demuestran extrañeza ante esta actividad, pero ella
les dice:

MARTINA: No. Es un hombre extraordinario que se complace en eso,


caprichoso, raro, desigual y al que no tomarías nunca por lo que es. Va vestido de
un modo estrafalario. Finge a vece ignorancia, mantiene su ciencia en secreto y
de nada huye tanto de ordinario como de practicar los maravillosos talentos con
que el cielo le ha dotado par ala medicina.

VALERIO: Es cosa curiosa que todos los grandes hombres tengan siempre
extraños caprichos, algún granito de locura para sazonar su sabiduría.

MARTINA: La manía de este es mucho mayor de lo que cabe imaginarse,


pues llega a veces hasta querer que lo apaleen para mostrarse de acuerdo con su
capacidad; y os aviso que no lograréis nunca dominarle, que no dirá nunca que es
médico como se el antoje, si no cogéis cada uno un palo y le obligáis, a fuerza de
golpes, a que confiese por último lo que os ocultará en un principio. Así lo usamos
nosotros cuando lo necesitamos.

VALERIO: ¡Vaya una extraña locura!

Los hombres parten a buscar al supuesto médico y, cuando lo encuentran,


lo tratan con respeto, haciendo referencias constantes acerca de su profesión.
Sganarelle piensa que están locos e insiste en negar su condición de médico.
Enfrentados a esto, los sirvientes hacen caso de la indicación de Martina y lo
golpean.

VALERIO: (Bajo): Veo que habrá que echar mano del remedio. (Alto) Señor,
os ruego una vez más que reconozcáis lo que sois.

LUCAS: ¡Eh, voto a bríos! No deis más la murga y confesad con


franqueza que sois médico.

SGANARELLE (Aparte): ¡Estoy fuera de mis casillas!

VALERIO: ¿A qué negar lo que todo el mundo sabe?

LUCAS: ¿Por qué tanta pamplina? ¿Os sirve de algo …?

SGANARELLE: Señores, en una palabra… o en dos mil, os digo que yo no


soy médico.

VALERIO: ¿Qué no sois médico?

SGANARELLE: No lo soy, repito.

VALERIO: Puesto que lo queréis, habrá que decidirse. (Cogen sendos palos
y ambos le golpean)

SGANARELLE: ¡Ay, ay, ay! Soy todo lo que os plazca.

Frente a la imposibilidad de convencerlos, Sganarelle accede a


acompañarlos a la casa de Gerente. Ahí se dedica a hablar, usando una serie de
términos técnicos y varias lenguas, produciendo la admiración de todos.

SGANARELLE: Nosotros, los grandes médicos, descubrimos enseguida los


males. Un ignorante se hubiera sentido indeciso y os habría dicho: “es esto”, “es
aquello”; mas yo suelo dar en el blanco a la primera y os informo que vuestra hija
es muda.

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GERONTE: Sí; más yo quisiera que me dijerais de qué proviene su mudez.

SGANARELLE: No hay nada más fácil. Eso proviene de que ha perdido el


habla.

GERONTE: Muy bien; más, ¿cuál es la causa de que haya pedido el habla,
si os place?

SGANARELLE: Todos nuestros mejores autores os dirán que es por


impedimento de la acción de la lengua.

GERONTE: Más, insistiendo todavía: ¿Cuál es vuestra opinión sobre este


impedimento de la acción de la lengua?

SGANARELLE: Aristóteles dice sobre eso… cosas magníficas.

GERONTE: Lo creo.

SGANARELLE: ¡Ah!... ¡Era un gran hombre!

GERONTE: Cosa que yo no dudo.

SGANARELLE: (Alzando el brazo hasta el codo): Gran hombre completo:


un hombre tanto así más grande que yo. Volviendo pues a nuestro razonamiento,
sostengo que ese impedimento de la acción de su lengua está causado por ciertos
humores, llamados por nosotros los sabios humores pecantes; es decir… humores
pecantes, tanto más cuanto que los humores producidos por las exacciones de
las influencias que se elevan a la región de las enfermedades, tienden…, por
decirlo así…, a… ¿entendéis el latín?

GERONTE: Ni una palabra.

SGANARELLE: (Levantándose bruscamente): ¿No entendéis una palabra


de latín?

GERONTE: No.

SGANARELLE: (Con entusiasmo): Caricias archi thuram, catalamus,


singulariter, nominativo haec musa, la musa; nonus, bona, bonum. Deus satus, est
ne oratio latinas. Etiam, sí. Quare? ¿Por qué? Quia substantivo et adjectivum
concordat in generi, numerum et casus.

GERONTE: ¡Ah! ¿Por qué no lo habré estudiado?

JACQUELINE: ¿Vaya un hombre hábil?

LUCAS: Sí, es tan hermoso que no entiendo ni jota.

Gerente, convencido de que Sganarelle es médico, pone en sus manos el


tratamiento de su hija, a quien se le receta como medicina “una gran cantidad de
pan mojado con vino”, lo que es utilizado para hacer hablar a los loros. Cuando se
retira de la casa, Sganarelle es abordado por Leandro (enamorado de Lucinda),
quien le confiesa la verdadera causa de la mudez de Lucinda: ellos están
enamorados, pero Gerente se opone porque quiere que ella se case con un
hombre de mayor fortuna. Leandro pide ayuda para poder acercarse a la
muchacha y Sganarelle lo lleva a la casa de Gerente disfrazado de boticario,
además de confesarle la verdad de su situación.

LEANDRO: No me veo demasiado mal vestido de boticario y como el padre


apenas si me conoce, con el cambio de indumento y de peluca resulta suficiente,
me parece, para disfrazarme a sus ojos.

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SGANARELLE.: Sin duda.

LEANDRO: Lo único que me agradaría es saber cinco o seis palabras de


medicina para adornar mi discurso y dármelas de hombre experto.

SGANARELLE: Vamos, vamos; no lo creo necesario; sobra con el traje; no


creáis que yo sé muchas más que vos.

LEANDRO: ¡Cómo!

SGANARELLE: ¡Que el diablo me lleve si entiendo algo de medicina! Me


parecéis un hombre honrado y quiero confiaros con toda honradez mi situación,
ya que en mí confiasteis.

SGANARELLE: No, os repito; me hicieron médico a mi pesar. Nunca había


pensado en ser tan sabio, y todos mis estudios no pasaron de los que hice
como párvulo. Aún no sé por qué se les ocurrió semejante idea; mas cuando me
convencí que a toda costa querían que yo fuese médico, me decidí a serlo a
expensas de quienes lo decidieron. Sin embargo, no podéis imaginaros cómo ha
cundido el error y de qué modo les ha entrado a todos la manía de considerarme
hombre docto… Vienen a buscarme de todas partes, y si las cosas continúan así,
creo que voy a dedicarme durante toda la vida a la medicina. Encuentro que es el
mejor oficio de todos, en el fondo, pues lo haga uno mal o lo haba bien, pagan lo
mismo. Los hechos lamentables no recaen nunca sobre nuestras espaldas y
cortamos como queremos la tela con la que trabajamos. Cuando un zapatero, al
hacer unos zapatos, estropea una pieza de cuero, paga los vidrios rotos;
pero el hecho de deteriorar a un hombre importa un rábano. El error no es nunca
del médico: siempre tiene la culpa el que fallece. En fin, lo bueno de esta
profesión es que hay, entre los muertos, una honradez y una discreción única en el
mundo; al extremo que nunca se los oye quejarse del médico que los ha matado.

LEANDRO: Es cierto que los muertos son gentes honradísimas en esta


materia.

Sganarelle logra entrar a la casa de Gerente con Leandro y que los jóvenes
puedan conversar mientras tras él distrae al padre. En medio de esto, Gerente
escucha hablar a Lucinda y piensa que ha sido curada. Ella reconoce poder
hablar y se enfrenta a su padre, diciéndole que ella no se casará con un hombre
al que no quiere.

LUCINDA: Sí, padre mío; he recobrado el habla; mas la he recobrado para


deciros que no aceptaré nunca a otro esposo que no sea Leandro y que
integréis inútilmente entregarme a Horacio.

GERONTE: Yo… (…)

LUCINDA: Es algo a lo que estoy firmemente decidida.

GERONTE: Pero…

LUCINDA: No hay poder paterno que pueda obligarme a casarme en contra


de mi voluntad.

GERONTE: Yo he…

LUCINDA: Serán inútiles todos los esfuerzos.

GERONTE: El…

LUCINDA: Mi corazón no podrá someterse a vuestra tiranía.

GERONTE: La…

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LUCINDA: Y me encerraré en un convento antes decaerme con un hombre
que no ame.

GERONTE: Pero…

LUCINDA: (En un tono altísimo): No. De ninguna manera. Nada de


negocios. Perdéis el tiempo. No lo haré. Asó lo he resuelto.

GERONTE: ¡Ah qué borbotón de palabras! No hay manera de resistirlo. (A


Sganarelle) Señor, os suplico que volváis a dejarla muda.

SGANARELLE: Eso es imposible. Todo lo más que puedo hacer en


vuestro honor es dejaros sordo, si queréis…

GERONTE: Os lo agradezco mucho. (A. Lucinda) ¿Piensas entonces?...

LUCINDA: No; todas vuestras razones no influirán para nada en mi ánimo.

GERONTE: Te casarás con Horacio esta misma noche.

LUCINDA: Antes muerta que de Horacio.

Frente a esta situación, Sganarelle recomienda que Lucinda vaya a dar un


paseo en compañía del boticario para prevenir los humores, mientras él conversa
con Gerente. Esto es aprovechado por los jóvenes para huir. Cuando el padre se
entera de este hecho y de que el boticario es Leandro, toma prisionero a
Sganarelle y quiere ahorcarlo. En ese momento, llega a la casa Martina,
buscando a su esposo y se entera de lo que le sucede.

Mientras esperan a que llegue el comisario, los jóvenes regresan y Leandro


le informa a Gerente que un tío murió, dejándole toda su fortuna. Ante esto,
Gerente acepta el matrimonio de Leandro con Lucinda. Una vez que todo se ha
arreglado, Sganarelle decide seguir siendo médico.

LEANDRO: Señor; vengo a poner a Leandro a vuestras órdenes y a dejar


nuevamente a Lucinda en vuestro poder. Teníamos el propósito de huir juntos
para casarnos; mas tal empresa ha cedido el puesto a un procedimiento más
honrado. No pretendo en modo alguno robaros vuestra hija y sólo pretendo
recibirla de vuestras manos. Lo que sí os digo, señor, es que acabo de recibir
unas cartas, por las que me informan que mi tío ha muerto y que soy heredero
único de todos sus bienes.

GERONTE: Señor, vuestra virtud es para mí grandísima y os entrego a mi


hija con la mayor alegría del mundo.

SGANARELLE (Aparte): ¡De buena se ha librado la medicina!

MARTINA: Como ya no van a ahorcarte, agradéceme el ser médico, puesto


que yo he sido la que te ha proporcionado este honor.

SGANARELLE: Ya, ya; ¡lo que me has proporcionado son no sé cuántos


palos!

LEANDRO: (A Sganarelle): El resultado de este caso es demasiado


hermoso para guardar el menor resentimiento.

SGANARELLE: Es verdad… (A Martina) Te perdono los palos recibidos en


atención a la dignidad a que me elevaste; mas disponte, de aquí en
adelante, a vivir sintiendo un gran respeto hacia un hombre de mi importancia, y
piensa que la cólera de un médico es siempre muy superior a lo que suele
creerse.

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5. El(los) protagonista(s) de El Médico a Palos es (son)

I. Leandro y Lucinda
II. Gerente
III. Sganarelle

A) Sólo I
B) Sólo II
C) Sólo III
D) Sólo I y II
E) I, II y III

6. Esta obra corresponde a una comedia porque

A) Gerente es engañado fácilmente.


B) En el desenlace se presenta una solución alegre al conflicto.
C) El antagonista lucha en un intento fallido por lograr su propósito.
D) Se ridiculizan o exageran ciertas conductas de Leandro y Lucinda.
E) Sganarelle logra un diagnóstico acertado de lo que le ocurre a
Lucinda.

7. El(los) conflicto(s) presente(s) en la obra corresponde(n) a

I. La venganza de Martina y el engaño del falso médico.


II. La oposición de Gerente al matrimonio entre Leandro y Lucinda.
III. La supuesta fortuna que recibirá Leandro.

A) Sólo I
B) Sólo II
C) Sólo III
D) Sólo I y II
E) I, II y III

8. En la obra, las palabras en latín y los tecnicismos interesan por

A) Tratarse de indicadores de la sabiduría de quien los usa.


B) Atribuir un alto estatus económico a quienes los utilizan.
C) Permitir desenmascarar al supuesto médico y boticario.
D) Transmitir ideas ininteligibles para el vulgo.
E) Aumentar la cultura de los oyentes y receptores del mensaje.

9. Para Sganarelle ser médico es el mejor oficio de todos puesto que

I. No importa cómo se desempeñe, pues le pagarán igual.


II. No le ha costado mucho hacerse pasar por tal.
III. Los errores cometidos se adjudican siempre al que fallece.

A) Sólo I
B) Sólo II
C) Sólo III
D) Sólo I y II
E) I, II y III

10. ¿Qué función cumplen las acotaciones presentes en estos fragmentos de


El Médico a Palos?

A) Sintetizar el contenido de la obra.

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B) Identificar a quién se dirige el personaje y los gestos que
acompañan su parlamento.
C) Provocar hilaridad para mover a la reflexión sobre lo que
acontece.
D) Orientar la interpretación que debe hacer el lector de los dichos de
los personajes.
E) Dar indicaciones sobre la puesta en escena de la obra.

Texto 3

Fragmentos de La Vida es sueño de Calderón de la Barca.

Basilio, rey de Polonia, tiene un hijo, pero el día de su nacimiento se ve


rodeado por una serie de sucesos que provocan en Basilio la decisión de
encerrarlo en una torre y mantenerlo como prisionero toda la vida.

BASILIO: (…) En Clorilene, mi esposa,


tuve un infelice hijo
en cuyo parto los cielos
se agotaron de prodigios.
Antes que a la luz hermosa
le diese el sepulcro vivo
de un vientre (porque el nacer
y morir son parecidos),
su madre infinitas veces,
entre ideas y delirios
del sueño, vio que rompía
sus entrañas atrevido
un monstruo en forma de hombre,
y, entre su sangre teñido,
le daba muerte, naciendo
víbora humana del siglo.
Llegó de su parto el día,
y los presagios cumplidos
(porque tarde o nunca son
mentirosos los impíos),
nació en horóscopo tal,
que el sol, en su sangre tinto,
entraba sañudamente
con la luna en desafío,
y siendo valla la tierra,
los dos faroles divinos
a luz entera luchaban,
ya que no a brazo partido.
El mayor, el más horrendo
eclipse que ha padecido
el sol, después que con sangre
lloró la muerte de Cristo,
éste fue, porque, anegado
el orbe en incendios vivos,
presumió que padecía
el último parasismo:
los cielos se oscurecieron,
temblaron los edificios,
llovieron piedras las nubes,
corrieron sangre los ríos.
En aqueste, pues, del sol
ya frenesí o ya delirio,
nació Segismundo, dando
de su condición indicios,
pues dio la muerte a su madre,
con cuya fiereza dijo:

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Hombre soy, pues que ya empiezo
a pagar mal beneficios.
Yo, acudiendo a mis estudios,
en ellos y en todo miro
que Segismundo sería,
el hombre más atrevido,
el príncipe más cruel
y el monarca más impío
por quien su reino vendría
a ser parcial y diviso,
escuela de las traiciones
y academia de los vicios;
y él, de su furor llevado,
entre asombros y delitos,
había de poner en mí
las plantas, y yo, rendido
a sus pies me había de ver
(¡con qué vergüenza lo digo!),
siendo alfombra de sus plantas
las canas del rostro mío
¿Quién no da crédito al daño,
y más al daño que ha visto
en su estudio, donde hace
el amor propio y su oficio?
Pues dando crédito yo
a los hados, que, adivinos,
me pronosticaban daños
en fatales vaticinios,
determiné de encerrar
la fiera que había nacido,
por ver si el sabio tenía
en las estrellas dominio.
Publicóse que el infante
nació muerto, y prevenido
hice labrar una torre
entre las peñas y riscos
de esos montes, donde apenas
la luz ha hallado camino,
por defenderle la entrada
sus rústicos obeliscos.
Las graves penas y leyes,
que con públicos edictos
declararon que ninguno,
entrase a un vedado sitio
del monte, se ocasionaron
de las causas que os he dicho.
Allí Segismundo vive
mísero, pobre y cautivo,
adonde sólo Clotaldo
le ha hablado, tratado y visto. (…)

Cuando ya han pasado años desde el nacimiento de Segismundo, llega,


desde otra ciudad, Rosaura (vestida de hombre) y Clarín, un sirviente (que hace el
papel de cómico durante la obra), y se encuentran con la torre que sirve de prisión
a Segismundo. Lo escuchan quejarse de su suerte desgraciada, cuando son
sorprendidos por Clotaldo. Como nadie puede ver al príncipe, decide tomarlos
prisioneros y llevarlos a la presencia del rey. Cuando Rosaura le pasa su espada,
Clotaldo descubre que es su hija.

SOLDADOS: Señor…
CLOTALDO: A los dos quitad las armas, y
ataldes los ojos, por que no vean

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cómo ni de dónde sales.
ROSAURA: Mi espada es ésta, que a ti
solamente ha de entregarse,
porque al fin, de todos eres
el principal, y no sabe
rendirse a menos valor:
CLARÍN: La mía es tal, que puede darse más
ruin: tomadla vos. (A un soldado)
ROSAURA: Y si he de morir, dejarte
quiero, en fe desta piedad,
prenda que pudo estimarse
por el dueño que algún día
se la ciñó: que la guardes
te encargo, porque aunque yo
no sé qué secreto alcance,
sé que esta dorada espada
encierra misterios grades,
pues sólo fiado en ella
vengo a Polonia a vengarme
de un agravio
CLOTALDO: ¡Santos cielos!
¡qué es esto! Ya son más graves
mis penas y confusiones,
mis ansias y mis pesares,
¿Quién te la dio?
ROSAURA: Una mujer:
CLOTALDO: ¿Cómo se llama?
ROSAURA: que calle
su nombre es fuerza.
CLOTALDO: ¿De qué
infieres ahora, o sabes,
que hay secreto en esta espada?
ROSAURA: Quien me la dio: “parte
a. Polonia y solicita
con ingenio, estudio o arte,
que te vean esa espada
los noble y principales,
que yo sé que alguno de ellos
te favorezca y ampare”;
que por si acaso era muerto
no quiso entonces nombrarle
CLOTALDO: (Aparte)
¡Válgame el cielo, qué escucho!
Aún no sé determinarme
si tales sucesos son
ilusiones o verdades.
Ésta es la espada que yo
dejé a la hermosa Violante
por señas que el que ceñida
la trajera había de hallarme
amoroso como hijo
y piadoso como padre.
¿Pues qué de ha hacer ¡ay de mí!
en confusión semejante,
si quien la trae por favor,
para su muerte la trae,
pues que sentenciado a muerte
llega a mis pies? ¡Qué notable
confusión! ¡Qué triste hado!
¡Qué suerte tan inconstante! (…)

12
Mientras tanto, el rey ha revelado su secreto a Estrella y Astolfo (sus
sobrinos) y les explica que ha decidido darle una oportunidad a Segismundo y
probar si las estrellas tenían o no razón (de esta forma, cuando Clotaldo se
presenta con sus prisioneros ante el rey, este los perdona). Para liberar a
Segismundo, Basilio crea un plan en el cual es príncipe será liberado mientras
duerme (para lo cual, utilizan un brebaje de hierbas). Se le dirá quién es y si su
actuar es adecuado, se le dejará en libertad. En caso contrario, será devuelto a la
prisión dormido, y se le hará creer que todo fue un sueño.

BASILIO: (…) Y así, entre una y otra causa


vacilante y discursivo,
previene un remedio tal
que os suspenda los sentidos.
Yo he de ponerle mañana
sin que él sepa que es mi hijo
y rey vuestro, a Segismundo
(que aqueste su nombre ha sido)
en mi dosel, en mi silla,
y, en fin, en el lugar mío,
donde os gobierne y os mande,
y donde todos rendidos
la obediencia le juréis;
pues con aquesto consigo
tres cosas, con que respondo
a las otras tres que he dicho.
Es la primera, que siendo
prudente, cuerdo y benigno,
desmintiendo en todo al hado
que dél tantas cosas dijo
gozaréis el natural
príncipe vuestro, que ha sido
cortesano de unos montes
y de sus fieras vecino.
Es la segunda, que si él,
soberbio, osado, atrevido
y cruel, con rienda suelta
corre el campo de sus vicios,
habré yo piadoso entonces
con mi obligación cumplido;
y luego en desposeerle
haré como rey invicto,
siendo el volverle a la cárcel
no crueldad, sino castigo.
Es la tercera, que siendo
el príncipe como os digo,
por lo que os amo, vasallos,
os daré más dignos
de la corona y el cetro;
pues serán mis dos sobrinos,
que junto en uno el derecho
de los dos, y convenidos
con la fe del matrimonio,
tendrán lo que han merecido.
Esto como rey os mando,
esto como padre os pido,
esto como sabio os ruego,
esto como anciano os digo;
y si el Seneca español
que era humilde, esclavo, dijo,
de su república un rey,
como esclavo os lo suplico.

13
Segismundo es liberado y actúa de forma despótica y prepotente, furioso
contra aquellos que lo mantuvieron prisionero. Mata a un sirviente, tirándolo
desde un balcón, intenta matar a Clotaldo y se enfrenta con Basilio. Al ver este
comportamiento, el rey decide volver a encerrarlo, esta vez para siempre. Hacen
dormir a Segismundo y lo devuelven a la torre.

SEGISMUNDO: Acciones vanas,


querer que tenga yo respeto a canas:
pues aún esas (Al Rey)
ser que viese a mis plantas algún día.
Porque aún no estoy vengado
del modo injusto con que me has criado.
(Vease)
BASILIO: Pues antes que lo veas,
volverás a dormir a donde creas
que cuanto te ha pasado,
como fue bien del mundo, fue soñado.
(…)
[Prisión del Príncipe en la torre]
(Segismundo, como al principio, con pieles y
cadenas, echado en el suelo;
Clotaldo, dos criados y Clarín)

CLOTALDO: Aquí le habéis de dejar,


pues hoy su soberbia acaba
donde empezó.
UN CRIADO: Como estaba
CLARÍN: No acabas de despertar;
Segismundo, para verte
perder; trocada la suerte,
siendo tu gloria fingida,
una sombra de la vida
y una llama de la muerte.

Prisionero nuevamente, Segismundo despierta y Clotaldo lo convence que


lo vivido solo fue un sueño. Sin embargo, algunos soldados, que ya conocer la
existencia de Segismundo, lo liberan. Esta vez el príncipe, que ya no sabe si lo
que vive es realidad o sueño, decide comportarse de otra manera y actúa
correctamente, perdonando a su padre.

Basilio: (…) Si a mí buscándome vas,


(A Segismundo, arrodillándose)
y estoy, príncipe, a tus plantas,
sea dellas banca alfombra
esta nieve de mis canas;
pisa mi cerviz y huella
mi corona; postra, arrastra
mi decoro y mi espeto;
toma de mi honor venganza;
sírvate de mí cautivo;
y tras prevenciones tantas,
cumpla el cielo su palabra.
SEGISMUNDO: (…) Sentencia del cielo fue:
por más que quiso estorbarla
él, no pudo; ¿y podré yo,
que soy menor en las canas,
en el valor y en la ciencia,
vencerla? Señor, levanta (Al Rey)
dame tu mano, que ya
que el cielo te desengaña
de que has errado en el modo
de vencerla, humilde aguarda

14
mi cuello a que tú te vengues:
rendido estoy a tus plantas.
BASILIO: Hijo, que tan noble acción
otra vez en mis entrañas
te engendra, príncipe eres.
A ti el laurel y la palma
se te deben; tú hazañas.
¡Viva Segismundo, viva!
(…)
SEGISMUNDO: ¿Qué os admira? ¿Qué os
espanta,
si fue mi maestro el sueño,
y estoy temiendo en mis ansias
que he de despertar y hallarme
otra vez en mi cerrada
prisión? Y cuando no sea,
el soñarlo sólo basta;
pues así llegué a saber
que toda la dicha humana,
en fin, pasa como un sueño,
y quiero hoy aprovecharla
el tiempo que me durare:
pidiendo de nuestras faltas
perdón, pues de pechos nobles
es tan propio el perdonarlas.

11. El tema central de La vida es sueño es

A) El deseo de venganza de Segismundo.


B) La irrealidad y el sueño como parte de la vida.
C) La imposibilidad de conocer lo real.
D) La libertad humana para decidir el propio destino.
E) El determinismo de los hados.

12. Esta obra corresponde a un drama porque

A) El conflicto está entre Segismundo y las circunstancias que


lo rodean. Él tiene la opción de vencer o ser vencido.
B) Basilio reconoce que se ha equivocado al encerrar a su propio hijo
en una prisión.
C) Segismundo, finalmente, es coronado rey de Polonia.
D) Basilio y Segismundo encarnan vicios y defectos de todos los
seres humanos.
E) La madre de Segismundo muere al nacer este.

13. Clotaldo utiliza el “aparte” para

A) Expresar sus pensamientos en voz alta.


B) Confesar un secreto que no debe ser oído por otros
personajes.
C) Aludir solapadamente a los muchos pesares que lleva en su alma.
D) Dilucidar el carácter de realidad de lo que está ocurriendo.
E) Vaticinar la muerte de quien porta la espada.

LÉXICO CONTEXTUAL

En los siguientes enunciados, pertenecientes a los textos leídos, reemplace la


palabra subrayada por el término más adecuado, dependiendo del contexto,
aunque se produzcan diferencias en la concordancia de género.

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CREONTE: Voy a decir lo que escuché del dios. El rey Febo nos ha ordenado
claramente expulsar del país a la impureza que, según dice, ha arraigado en él y
a no dejarla que prospere incurable.

14. EXPULSAR 15. ARRAIGADO 16. INCURABLE

A) Arrojar A) Difuminado A) Agónica


B) Disuadir B) Establecido B) Debilitada
C) Apreciar C) Aparecido C) Robusta
D) Clarear D) Proliferado D) Reanimada
E) Limpiar E) Aumentado E) Malsana

MARTINA: No. Es un hombre extraordinario que se complace en eso,


caprichoso, raro, desigual y al que no tomarías nunca por lo que es. Va vestido de
un modo estrafalario. Finge a veces ignorancia, mantiene su ciencia en secreto y
de nada huye tanto de ordinario como de practicar los maravillosos talentos con
que el cielo le ha dotado para la medicina.

17. COMPLACE 18. ESTRAFALARIO 19. TALENTOS

A) Engrandece A) Original A) Clemencias


B) Entretiene B) Limpio B) Privilegios
C) Regocija C) Excelente C) Diligencias
D) Interesa D) Desaliñado D) Aptitudes
E) Enorgullece E) Refinado E) Prevenciones

SEGISMUNDO: Acciones vanas.


querer que tenga yo respeto a canas:
pues aún esas (Al Rey)
ser que viese a mis plantas algún día.
Porque aún no estoy vengado
del modo injusto con que me has criado.

20. VANAS 21. VENGADO 22. INJUSTO

A) Inútiles A) Arrepentido A) Gratuito


B) Leves B) Exonerado B) Engañoso
C) Simples C) Excusado C) Inmerecido
D) Banales D) Olvidado D) Mezquino
E) Tácitas E) Desquitado E) Infundado

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