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Actualmente las enfermedades cardiovasculares (ECV) son una de las causas más frecuentes de

mortalidad y morbilidad laboral.

Casi el 20% de la población activa en países industrializados sufre alguna enfermedad


cardiovascular durante su vida laboral. La probabilidad de sufrir este tipo de enfermedades
incrementa con la edad.

Es por esto que la exigencia y condiciones de trabajo juegan un papel determinante en la salud de
los trabajadores

Clasificación del infarto de miocardio

Debido su complejidad etiológica, solo algunas enfermedades cardiovasculares son reconocidas


como enfermedades provocadas por condiciones laborales.

Entre éstas encontramos al infarto de miocardio.

Existen dos tipos de ataques cardiacos:

1) Infarto agudo de miocardio por oclusión total

En éste la arteria coronaria se encuentra completamente obstruida por un coágulo sanguíneo lo


que provoca que el músculo cardiaco acostumbrado a recibir sangre, muera al no recibirla.

La detección de este tipo de infarto es visible si se realiza un electrocardiograma (ECG) y se


detecta una elevación del segmento ST.

2) Infarto agudo de miocardio por oclusión parcial

En este tipo de infarto, la arteria coronaria se encuentra parcialmente obstruida y sólo se lesiona
una parte del músculo cardiaco. La detección de este tipo de infartos es muy difícil ya que, al
momento de realizar un electrocardiograma, no se produce una elevación del segmento ST, lo cual
puede generar imprecisión en el diagnóstico y confundirse con un episodio de angina.
Infarto de miorcardio

En el infarto agudo de miocardio registrado en personas que realizan una actividad laboral, se han
observado los siguientes síntomas.

Dolor repentino e intenso en el pecho (sensación de presión)

Dolor en brazo, mandíbula, hombro, espalda o cuello

Falta de aliento

Confusión

Mareo o desvanecimiento

Sudoración

Náuseas de origen desconocido

Es importante estar atento a la presencia de cualquiera de estos síntomas para que, en el


momento de presentar cualquiera de estos, dirigirnos a la entidad o con el especialista que cuente
con el equipo especializado necesario para la detección y prevención temprana.

Factores de riesgo en el trabajo que provocan un infarto

Algunas de las causas relacionadas con un ataque al corazón originado en el lugar de trabajo son:

Factores de riesgo psicosociales por el medio ambiente en el lugar trabajo

Condiciones tecnológicas y de organización

Factores personales como capacidad y sensibilidad psicológica

Jornadas prolongadas de trabajo

Jornadas de trabajo en horario nocturno

Presión temporal y problemas frecuentes en el puesto de trabajo

Estrés agudo en personas que ya sufren una enfermedad cardiovascular

Exposición a situaciones estresantes

Las situaciones de estrés aumentan la frecuencia cardiaca, la presión arterial y la acumulación de


coágulos en la sangre; sin embargo, el estrés no solo afecta a nivel cardiovascular. Las personas
con desordenes alimenticios o aquellas que fuman en exceso son más propensos a este tipo de
riesgos ya que la ansiedad y el estrés contribuyen al riesgo de este tipo de padecimientos

Debemos estar alerta a la presencia de estos síntomas en nuestro ambiente laboral, en nuestro
hogar o en cualquier entorno para realizarnos un examen o diagnóstico de prevención y detectar y
prevenir a tiempo un infarto.

Cómo prevenir un infarto laboral

Para prevenir un infarto en nuestro ambiente laboral, las medidas más habituales son:

Mejorar el ambiente laboral y organización del trabajo

Ampliar el margen de toma de decisiones de los trabajadores

Además, es importante seguir las recomendaciones y tener un plan de prevención y cuidado de la


salud de los trabajadores, así como también:

Evaluar los riesgos físicos, químicos y biológicos de cada puesto de trabajo.

Mantener vigilancia y pruebas constantes de monitoreo.

Detectar a tiempo trabajadores con ECV incipientes

Promover un estilo de vida no sedentario y una alimentación saludable

Para finalizar, es importante mencionar que debemos prestar especial atención a trabajadores que
ya cuenten con afecciones cardiovasculares. No deben desempeñarse en trabajos que empeoren
su salud ni que los expongan.

Imagen obtenida en: https://www.youtube.com/watch?v=yAri_0Te_a8


Factores de riesgo cardiovascular

Qué es
Las enfermedades cardiovasculares son aquellas que afectan tanto al
sistema circulatorio, como al corazón. Entre ellas se encuentran la
enfermedad coronaria, la enfermedad valvular cardiaca, la hipertensión
arterial, el accidente cerebrovascular (trombosis o derrame cerebral) o
el infarto de miocardio.
En España, estas enfermedades constituyen la primera causa de muerte,
originando casi el 40 por ciento de todas las defunciones.
Entre las enfermedades isquémicas del corazón, el infarto agudo de
miocardio es la más frecuente con un 61 por ciento de las muertes. Si bien
esta patología en sujetos de 25 a 74 años se mantiene estable, se estima
que cada año aumentará un 1,5 por ciento el número de casos de infarto
y angina de pecho debido al envejecimiento de la población.
La enfermedad cerebrovascular aparece con mayor frecuencia en la
población de edad avanzada. Las consecuencias pueden tener diferentes
síntomas y gravedad e incluir desde problemas de visión, hasta dificultad
para coordinar los movimientos. Esta patología es una de las principales
causas de invalidez grave y prolongada en los adultos.

Causas
La patología de base de las enfermedades cardiovasculares es
la ateroesclerosis, una enfermedad inflamatoria que se caracteriza por la
acumulación de lípidos, células inflamatorias y tejido fibroso en las arterias.
Su etiología es multifactorial y compleja, interviniendo tanto factores
ambientales como genéticos. Estos factores de riesgo suelen presentarse
asociados entre sí, potenciando el riesgo cardiovascular.

Evalúa tus síntomas


Síntomas
Las manifestaciones clínicas de los factores de riesgo cardiovascular
variarán dependiendo del tipo de factor de riesgo.

Prevención
Los únicos factores de riesgo que se pueden prevenir son los modificables,
como la obesidad o el colesterol elevado. Para conseguirlo el paciente
tendrá que intentar tener controlados estos factores modificando su estilo de
vida para llevar una rutina más saludable. Para ello tendrá que cuidar la
alimentación, incorporar la actividad física a su día a día o dejar de fumar y
de consumir bebidas alcohólicas, entre otros.
Desde la Fundación Española del Corazón destacan que tres de los
factores de riesgo cardiovascular más importantes (obesidad, hipertensión y
colesterol) pueden evitarse adoptando una dieta cardiosaludable, como
la dieta mediterránea.

Tipos
En la actualidad los factores de riesgo cardiovascular se pueden dividir en
dos tipos:

No modificables
Edad
A medida que una persona va envejeciendo, su corazón también lo hará. Por
este motivo, las personas de edad avanzada son las principales víctimas
de la mayor parte de las cardiopatías.
De hecho, la incidencia de la insuficiencia cardiaca se duplica a partir de
los 40-45 años, según señalan desde la Fundación Española del Corazón.
Sexo
Los hombres tienen más riesgo de tener una patología cardiovascular que
las mujeres. Los expertos atribuyen esto a que
las hormonas femeninas ejercen un efecto protector. De hecho, con
la menopausia se produce un aumento del índice de las enfermedades de
corazón en la mujer.
Herencia genética
En los últimos años los especialistas han observado que existe cierta
concentración de patologías cardiovasculares en algunas familias, por lo que
se considera que podría existir un indicio de causa genética.

Modificables
Hipertensión arterial
La hipertensión arterial es una enfermedad caracterizada por un incremento
de las cifras de presión arterial por encima de 140/90 mmHg y considerada
uno de los principales problemas de salud pública en los países
desarrollados.
Los individuos con una tensión arterial entre 130/80 y 139/89 tienen el doble
de riesgo de desarrollar hipertensión arterial que los individuos con valores
menores.
La hipertensión es una enfermedad asintomática y fácil de detectar, sin
embargo, cursa con complicaciones graves y letales si no se trata a tiempo.
En el 90 por ciento de los casos la causa es desconocida por lo cual se le ha
denominado 'hipertensión arterial esencial', la cual presenta una fuerte
influencia hereditaria. Asimismo, en la 'hipertensión arterial secundaria',
existen causas directamente responsables de la elevación de las cifras
tensionales. Esta forma de hipertensión puede servir de alerta para localizar
enfermedades más graves.
Colesterol
El colesterol es uno de los factores de riesgo más importantes ya que, si
sus niveles se elevan pueden producir hipercolesterolemia. De hecho,
las personas con niveles de colesterol en sangre de 240 mg/dl tienen el
doble de riesgo de sufrir un infarto que las que tienen cifras de 200.
Otro motivo importante es que cuando las células son incapaces de absorber
todo el colesterol, éste se puede adherir a las paredes de las arterias
facilitando el estrechamiento y la formación de la ateroesclerosis.
Diabetes
Las personas que tienen diabetes tienen mayor riesgo de padecer una
enfermedad cardiovascular, por lo que la prevención de esta patología es
clave.
Los motivos son que la glucosa puede elevarse en la sangre, deteriorar los
vasos sanguíneos y acelerar la ateroesclerosis. Además, la diabetes también
aumenta el riesgo de desarrollar otras enfermedades como las
enfermedades cerebrovasculares.
Tabaquismo
Es el factor de riesgo más importante puesto que la incidencia de las
patologías cardiovasculares en fumadores es tres veces mayor que en
el resto de las personas. Desde la Fundación Española del Corazón
señalan que la posibilidad de padecer una enfermedad del corazón es
proporcional a la cantidad de cigarrillos fumados al día y al número de años
en los que mantiene el tabaquismo.
Ausencia de ejercicio físico
Los cambios de estilo de vida en las sociedades occidentales han propiciado
que el sedentarismo aumente en la población general pese a que se ha
relacionado el estilo de vida sedentario con la mortalidad cardiovascular.
Las personas que no realizan ninguna actividad física tienen más riesgo de
tener hipertensión, ateroesclerosis y enfermedades respiratorias.
Obesidad
La obesidad interviene en el desarrollo de muchas patologías. En el caso de
las enfermedades cardiovasculares, si la grasa se acumula en el abdomen
afectará más riesgo cardiovascular.
La posibilidad de padecer una enfermedad del corazón es proporcional a la cantidad de cigarrillos fumados al día.

Diagnóstico
Existen algunas personas que tienen mayor riesgo de tener una afección
cardiaca. Para distinguir unas de otras, los especialistas valorarán el
riesgo cardiovascular en personas que tienen más de 40 años y
presentan alguno o varios de los factores de riesgo cardiovascular que se
han descrito.
En el diagnóstico deberá incluir la medición y el registro de los siguientes
datos clínicos:
 Historial familiar de enfermedades cardiovasculares.
 Edad.
 Género.
 Etnia.
 Consumo de tabaco.
 Perfil lipídico en ayunas.
 Glucemia en ayunas.
 Índice de masa corporal.
 Perímetro abdominal.
 Si la persona tiene diabetes deberá anotar la fecha de diagnóstico y
determinar la hemoglobina glucosilada, la presencia de albuminuria y la
creatinina sérica.

Tratamientos
Dependiendo del riesgo de enfermedad cardiovascular que haya, se
realizará un tratamiento u otro, pero se pueden establecer unas condiciones
generales:
 Mejorar los hábitos de dieta.
 Realizar más actividad física.
 Medidas generales contra el sobrepeso y la obesidad.
 Evitar el tabaco.

Otros datos

Genética y enfermedades cardiovasculares


¿Qué son los polimorfismos de un solo nucleótido?
Los polimorfismos de un solo nucleótido (SNP) son mutaciones de
sustitución de un nucleótido por otro. Son las formas más frecuentes de
variación génica, habiendo alrededor de 10 millones de SNP en nuestro
genoma. No obstante, se cree que sólo 3 millones de ellos explican la mayor
parte de la variabilidad interindividual. Gracias a ellos podemos identificar
diferencias en el genoma de los seres vivos.
¿Qué es y qué nos dice el genotipado?
El genotipado consiste en la identificación de polimorfismos, también
llamados variantes genéticas. Si bien existen varias metodologías para
detectar estas variantes genéticas, los avances en biotecnología nos
permiten detectar una gran cantidad de SNP en un solo ensayo de forma
sencilla, tal es el caso de los microarrays de ADN.
En la actualidad, se conoce un número importante de polimorfismos
asociados con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Entre
ellos los hay asociados con el desarrollo de infarto agudo de miocardio y
otros relacionados con la predisposición a presentar los factores de riesgo
cardiovascular clásicos (dislipemias, hipertensión arterial, diabetes mellitus,
obesidad, trombosis y grado de dependencia a la nicotina).
Disponer de esta información genética de gran valor y relevancia junto con la
información clínica y hábitos de vida del paciente permitirían evaluar en
forma personalizada el riesgo cardiovascular teórico a largo plazo de
manera más precisa y específica que las actuales herramientas de
valoración, hecho que sin duda tendría un gran impacto en la prevención de
las enfermedades cardiovasculares.
¿Quién puede beneficiarse con el genotipado de estas variantes genéticas?
Actualmente, en los países desarrollados, más del 50 por ciento de los
eventos cardiovasculares ocurren en los individuos clasificados de riesgo
intermedio por las actuales herramientas de valoración (tablas de
Framingham, REGICOR, SCORE, etc.). Si bien estas herramientas son
útiles, en este grupo de riesgo, son particularmente ineficientes porque
muchos de ellos no sólo presentan factores de riesgo clásicos sino además
un factor de riesgo genético que no suele ser analizado.
Asimismo, el hecho de que los infartos agudos de miocardio en adultos
jóvenes (sujetos menores de 65 años) se presenten en varios miembros
consanguíneos de una misma familia, indica la presencia de un componente
genético subyacente. Es por ello que el genotipado sería de utilidad en
aquellos individuos menores de 65 años clasificados por las actuales
herramientas de valoración de “riesgo intermedio” y que además presenten
historia familiar de infarto agudo de miocardio.
El corazón es una bolsa compuesta por músculos con vasos
sanguíneos que entran y salen de él. Está situado entre los pulmones, a la
izquierda del tórax, apoyado sobre el diafragma y detrás del esternón. La
masa muscular que lo constituye recibe el nombre de miocardio y está
formada por tejido muscular de tipo cardíaco, que se caracteriza por no estar
sometido a la voluntad, sino que funciona de manera automática (a
diferencia de los músculos del brazo, por ejemplo).
El interior del corazón está dividido en cuatro cámaras (dos aurículas y dos
ventrículos) separadas por unas válvulas llamadas tricúspide (a la derecha) y
mitral (a la izquierda). Unas gruesas paredes musculares separan la parte
derecha e izquierda del corazón, que actúan como dos corazones
coordinados: la parte izquierda para la sangre arterial (rica en oxígeno), y la
derecha para la venosa (pobre en oxígeno).
La función del corazón es bombear la sangre a todos los rincones del
organismo. La sangre recoge oxígeno a su paso por los pulmones y circula
hasta el corazón para ser impulsada a todas las partes del cuerpo. Después
de su viaje por el organismo, la sangre queda sin oxígeno y es enviada de
nuevo al corazón para que éste la bombee a los pulmones con el fin de
recoger más oxígeno. Así se completa el ciclo.
Para impulsar la sangre por los vasos de todo el cuerpo, el corazón se
contrae y se relaja rítmicamente. La fase de contracción se llama sístole,
que corresponde a la expulsión de la sangre fuera de la cavidad. A esta fase
sistólica le sigue una fase de relajación muscular llamada diástole, en la que
se pueden distinguir dos etapas: una de relajación y otra de succión para
arrastrar la sangre hasta el interior. El ritmo cardíaco, la intensidad y la
fuerza de contracción y relajación están regulados por los centros situados
en el hipotálamo (en el cerebro), que elaboran los impulsos nerviosos
adecuados, y por sustancias químicas como la adrenalina y la noradrenalina,
que son hormonas que actúan sobre el corazón.
Como el corazón también necesita oxígeno para funcionar, en el exterior hay
unos vasos sanguíneos que se lo proporcionan. Si alguno de estos vasos
queda obstruido, impidiendo la llegada de suficiente sangre, los músculos del
corazón se van degenerando y se produce entonces una angina de pecho o
un infarto de miocardio.

¿Qué son las enfermedades cardiovasculares?


El sistema circulatorio forma una unidad funcional que se extiende a todo el
cuerpo y tiene como órgano central el corazón, que mantiene la sangre en
movimiento para que exista la vida celular. Las enfermedades del
corazón repercuten en todo el organismo. Cualquiera de las partes que
componen el corazón puede enfermar y ocasionar cuadros clínicos diversos
que, a la larga, pueden evolucionar hacia una situación común de
insuficiencia cardiaca. Según la estructura cardiaca a la que afecta pueden
producirse los siguientes trastornos cardiovasculares:
 Enfermedades valvulares: Afectan a las válvulas.

 Miocardiopatías: Afección del músculo que forma la pared del corazón


(miocardio).

 Cardiopatía isquémica: Afecta a los vasos que irrigan el músculo


cardiaco (arterias coronarias).
Síntomas habituales de las enfermedades del corazón:

 Disnea: Dificultad para respirar habitualmente desencadenada por el


esfuerzo pero que en casos severos se da también en reposo.

 Angina de pecho: Dolor fuerte y opresivo en la parte anterior al pecho.


Se produce por falta de riego del corazón (isquemia).

 Palpitación: sensación anormal del latido del corazón que se percibe


en el pecho.

La enfermedad más común es la cardiopatía isquémica, que constituye


la principal causa de mortalidad en los países desarrollados. Esta
patología es producida por la arteriosclerosis de las arterias coronarias que
afectan a la irrigación del corazón. La cardiopatía isquémica da lugar
al infarto de miocardio, que es la necrosis (muerte) de un segmento del
corazón por falta de riesgo debido a la obstrucción de la arteria coronaria.
Esta obstrucción se debe a la formación de un trombo en la placa de
arteriosclerosis en el interior de la arteria. Este cuadro clínico provoca hasta
un 30 por ciento de mortalidad. En la actualidad existen técnicas de
tratamiento que consisten en desatascar las arterias de manera precoz.
Estos procedimientos tienen mucho éxito si se realizan en las primeras dos
horas (mortalidad del 2 por ciento si se realizan en la primera hora). Por ello
es importante que el paciente llegue cuanto antes al hospital.
La angina de pecho es la expresión crónica de la enfermedad coronaria. Se
manifiesta por dolor en el pecho al realizar un esfuerzo o ejercicio físico. El
tratamiento de esta enfermedad pasa por la adopción de medidas
preventivas que eliminen los factores de riesgo (tabaco, colesterol,
hipertensión arterial, diabetes); la ingesta de fármacos como el ácido acetil-
salicílico y los betabloqueantes, y la revascularización mediante cateterismo
o cirugía.
Las miocardiopatías, por su parte, afectan al músculo del corazón, que
pierde capacidad de contracción; mientras que las valvulopatías se deben al
mal funcionamiento de las válvulas del corazón que no cierran
adecuadamente o no abren lo suficiente. Estas dos enfermedades dan lugar
a la insuficiencia cadiaca porque dificultan la función de bombeo del
corazón. No obstante, estos trastornos son mucho menos frecuentes que la
cardiopatía isquémica. Precisan tratamiento farmacológico, y en el caso de
las enfermedades valvulares, puede ser necesario el recambio de las
válvulas por prótesis. En los casos extremos de miocardiopatía puede
valorarse la necesidad de un trasplante cardiaco.

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La tensión o la presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las
paredes de las arterias. Julián Segura, presidente de la Sociedad Española
de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión
Arterial (Seh-Lelha), lo explica comparando el sistema circulatorio con la
fontanería de en una casa: “Es un sistema de tuberías por las que circula un
fluido y la presión a la que circula tiene que ser el adecuado. Si la presión
aumenta por encima de unos niveles, las arterias que conducen la sangre
empiezan a sufrir un daño mayor y, a la larga, ese daño se acaba
traduciendo en complicaciones”, indica el especialista en Nefrología.
Según la Seh- Lelha, en España existen más de 14 millones de personas
con hipertensión, la principal enfermedad provocada por niveles
inadecuados de presión arterial. Esta enfermedad suele ser diagnosticada
casualmente, al no presentar síntomas claros, sin embargo, puede
desencadenar trastornos cardiovasculares graves como el infarto de
miocardio, el derrame cerebral o la insuficiencia cardiaca.
Aunque el envejecimiento es uno de los principales factores que hace que la
presión arterial se incremente más de lo debido, pues las arterias se
endurecen con la edad volviéndose menos elásticas, la hipertensión arterial
no afecta únicamente a las personas de edad avanzada. “La hipertensión
arterial no es un problema solo de las personas más mayores”, apunta
Segura. Según el especialista, el sedentarismo que caracteriza a la sociedad
occidental está provocando que cada vez haya más casos de hipertensión a
edades más tempranas, normalmente asociados a problemas de obesidad y
sobrepeso.

¿Qué puede provocar la tensión arterial alta?


El envejecimiento o el factor genético son algunas de las causas no
modificables que incrementan el riesgo de que suba la tensión. Hay, sin
embargo, otra serie de factores que pueden desembocar en la subida de la
tensión como una alimentación inadecuada, el sobrepeso o la falta de
actividad física. Los especialistas recomiendan tanto a los hipertensos,
como a cualquiera que quiera prevenir cualquier problema relacionado con la
tensión, la práctica de un modo de vida saludable como mejor forma de
prevenir cualquier problema asociado a tener unos niveles de presión
arterial inadecuados. El presidente de la Seh- Lelha recomienda
especialmente el uso moderado de la sal y llama la atención sobre el
consumo excesivo que hacen muchos del café y el té. “Se recomienda evitar
todo tipo de factores estimulantes como la cafeína o la teína, aunque por una
taza al día no habría problema”, apunta Segura.

¿Cuándo es conveniente medir la tensión?


“Es recomendable medir la presión arterial por lo menos una vez al año”,
indica Segura. Sin embargo, la mayoría de las veces no es necesario acudir
a un examen específico para controlar el nivel de tensión, pues los médicos
de familia en Atención Primaria tienen en su protocolo la indicación de
realizar al paciente una prueba de presión arterial, tenga los síntomas que
tenga. “Sea cual sea el motivo por el que el paciente acuda a consulta
hay que medirle la tensión”, indica el especialista. Es en estas pruebas en
las que se detectan la mayoría de los casos de hipertensión.

¿En qué consiste la prueba para medir la tensión?


Todo el mundo está de sobra familiarizado con la prueba convencional para
medir la tensión: el médico coloca un manguito alrededor del brazo del
paciente y lo infla de tal forma que la tensión alcanza el punto mínimo y
máximo. Segura explica que con esta prueba se busca primero obstruir la
arteria que se encuentra en el interior del brazo y seguidamente, ir
abriéndola poco a poco. En el momento en el que esa arteria se abre se
mide la presión máxima, la sistólica. Según el médico especialista,
antiguamente, la tensión arterial se medía escuchando los ruidos que
producía la arteria; cuando esos ruidos desaparecían, se determinaba el
valor de la tensión mínima o diastólica. “Hoy en día contamos con
aparatos automáticos detectan estos dos momentos”, precisa Segura.

¿Cuáles son los valores normales de presión arterial?


La tensión arterial normal en adultos es de 120 mm de mercurio, cuando el
corazón está en sus máximas pulsaciones y de 80 mm de mercurio, cuando
está más relajado. “El punto de corte para detectar problemas de
hipertensión es si la presión arterial es igual o supera los 90 mm de tensión
diastólica y los 140 de mm de tensión sistólica”, aclara el nefrólogo.
Según Segura, la presión arterial es un parámetro que tiene mucha
variabilidad y oscila mucho dependiendo de la actividad, el momento del día
o las comidas que se han realizado. “Hoy en día disponemos de aparatos
que nos permiten conocer cómo se encuentra la tensión en distintos
momentos del día y poder así aplicar mejor, tanto medidas de diagnóstico,
como de tratamiento”, apunta el experto.

¿Cuándo debe recomendar el especialista la automedición de la


presión arterial?
En líneas generales, el profesional sanitario puede recomendar la
automedición de la presión arterial siempre (salvo algunas excepciones,
principalmente en pacientes obsesivos y con tendencia a la automedicación).
Se trata de un método eficaz que permite conocer la tensión del
paciente fuera de la consulta, en su vida cotidiana, evitando así el conocido
como fenómeno de la bata blanca (la sensación que experimentan los
pacientes al llegar al centro sanitario y ponerse frente al profesional sanitario.
Este fenómeno provoca que la presión arterial de los pacientes se eleve un
poco con respecto a su cifra normal).
La automedición de la presión arterial debe realizarse por la mañana y por
la noche, tras un reposo previo de 3 minutos. La posición adecuada es la
siguiente: sentado, con las piernas sin cruzar, la espalda apoyada en la silla y
el brazo en donde se coloque el manguito apoyado sobre la mesa. Es
recomendable que el manguito se ponga en el brazo (y no en la muñeca,
salvo excepciones -personas obesas-).
Tras la automedición, el paciente debe registrar los
resultados obtenidos apuntándolos en un cuaderno. Deberá llevar este
cuaderno al profesional sanitario correspondiente (médico o enfermero)
cuando tenga su cita para revisarlos juntos. Con estos resultados, el
profesional valorará el tratamiento y seguimiento del paciente.

¿Cómo medir la tensión arterial?


Existen diversas maneras de medir la presión arterial:
 Esfigmomanómetro de mercurio: Es el más exacto y menos
expuesto a errores. Para su uso se requiere un fonendoscopio.
 Esfigmomanómetro de aire: Es el más utilizado y es también un
aparato preciso. Igualmente necesita de un fonendoscopio para su uso.
 Aparato electrónico: Se utiliza mucho para realizar el autocontrol, no
necesita fonendoscopio porque lleva un detector del pulso incorporado
y es de fácil manejo. No obstante, se trata de un aparato muy sensible a
los ruidos y a los movimientos, por lo que para que los valores
obtenidos sean exactos, es necesario que el brazo no se mueva y que
no se hable. Es importante que el aparato esté en buenas condiciones y
se revise periódicamente
Además, para medir la presión arterial se requiere cumplir una serie de
condiciones:
Para medir la presión arterial debe colocarse el manguito del
esfigmomanómetro a la altura del corazón. El borde superior debe estar
como mínimo dos centímetros por encima de la flexura del codo. A
continuación se infla el manguito hasta una presión de 180 milímetros de Hg.
Si se sabe que en determinaciones anteriores la presión sistólica era superior
a esta cifra, se infla hasta una presión 200 mm Hg por encima de la última
conocida. Se coloca la campana del fonendo allí donde previamente se ha
localizado el latido arterial en la flexura del codo y se procede a desinflar
poco a poco el manguito. El primer latido que se escucha corresponde a la
presión sistólica o máxima y la desaparición del latido a la presión diastólica o
mínima. En los niños y también en algunos adultos, los latidos no
desaparecen; entonces se considera como presión diastólica aquella en la
que se modifica la tonalidad de los latidos.

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