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Hacia una cultura del encuentro: la política, mediadora del bien común.
Democracia – Desarrollo – Justicia Social
3. Para esta tarea ha convocado a perso- 8. Fue así que al tema de aquella Primera
nas e instituciones, pertenecientes no sólo a Jornada realizada en el año 1998, “La Doctri-
la fe cristiana, sino también a las diferentes na Social de la Iglesia en vísperas del Tercer
confesiones religiosas y a todos los hombres Milenio”, le siguieron luego los de “Iglesia y
y mujeres de buena voluntad que sienten la Sociedad en vísperas del Tercer Milenio”
misma responsabilidad. Al hacerlo, la ha ani- (1999), “Los laicos en la construcción de la
mado el espíritu de diálogo con la sociedad sociedad: caminos de solidaridad y de justi-
promovido por el Concilio Vaticano II y la fir- cia” (2000) y el de “Política y sociedad: redefi-
me convicción que la diversidad es una rique- nición - participación - situación social” (2001).
za y un don que necesitamos como aporte in-
sustituible para la construcción de la Nación. 9. En los años siguientes y de manera co-
incidente con el espíritu de diversas declara-
4. El camino recorrido ha buscado ofrecer ciones del Episcopado Argentino, las Jorna-
a la propia comunidad eclesial y a la sociedad das anuales fueron proponiendo, como cen-
toda el mensaje del Evangelio y el aporte de tro de su reflexión, el tema de la Nación. Los
la Doctrina Social de la Iglesia. Se ha pro- temas y la memoria del contexto nacional en
puesto también recuperar la riqueza de un el que fueron planteados, permiten ver con
pensamiento que, partiendo de la realidad y claridad cuál ha sido el espíritu y los ejes que
tendiendo hacia ella, contribuya a la refunda- animaron esa búsqueda común y el servicio
ción de los vínculos sociales entre los argenti- que han prestado:“Reencontrarnos como Na-
nos. ción: espacio de realización común” (2002);
“La nación: tarea de todos” (2003); “Necesita-
5. La Pastoral Social ha desarrollado esta mos ser Nación: Valores, Cultura y Tejido So-
labor en distintos ámbitos y niveles, abarcan- cial” (2004); “La Nación por construir: utopía –
do diversos destinatarios, tanto hacia dentro pensamiento – compromiso” (2005) y “La Na-
de la propia Iglesia como en su relación con ción que nos debemos: un hogar para todos”
la sociedad. Los servicios de formación, arti- (2006).
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Xª Jornada de Pastoral Social DOCUMENTO DE TRABAJO
momento para el diálogo contrarnos como Nación para que ella sea, e-
fectivamente, un Hogar para todos, un espa-
cio de realización común, un sueño y proyec-
10. En coherencia con el objetivo de promo-
to compartido, capaz de ofrecer un destino
ver una cultura del encuentro que desde la trascendente para todos los que habitamos
diversidad piense y camine en dirección al esta tierra.
bien común, a lo largo de estos años, durante
las distintas Jornadas, fuimos escuchando y
14. Para alcanzar esa meta y de acuerdo
escuchándonos, compartiendo momentos de
con la permanente enseñanza de la Doctrina
reflexión y de propuesta con todo el arco iris
Social de la Iglesia, llamamos a participar a
de la política y de la sociedad, sin medir dife-
todos los ciudadanos, en forma personal o
rencias de origen, de generación o de cultura.
asociados con otros, a contribuir a la vida cul-
Transformando las heridas en aprendizajes,
tural, económica, política y social.
lo irreductible en respeto mutuo, poniendo el
es-fuerzo en convertir el desarrollo desigual
en justicia social con oportunidades para 15. Reafirmamos la necesaria mediación de
todos. la política en la sociedad. Es a través de ella
que la comunidad se da las normas para la
construcción del Bien Común, entendido éste
11. Al cumplirse estos primeros diez años
como plena participación y desarrollo integral
de trabajo pastoral y con ocasión de su Xª
de las personas, familias y organizaciones,
Jornada Anual, la Pastoral Social Arquidioce-
con el sustento de una auténtica justicia
sana quiere reafirmar tanto su compromiso
social.
por una auténtica cultura del encuentro, como
la convicción que la política es una mediación
16. El presente Documento intenta no sólo
necesaria para la consecución del Bien Co-
mún. Por eso, el tema elegido para esta opor- recoger este espíritu, sino que busca ofrecer
tunidad es: aquellos ejes fundamentales desde los cua-
les creemos que ha de transitar nuestra so-
Hacia una Cultura del Encuentro: ciedad en la búsqueda de estos fines. Aspira-
la política, mediadora del Bien Común. mos a que sea un instrumento de estímulo
Democracia, Desarrollo y Justicia Social para la reflexión, el diálogo y el intercambio.
En esta Xª Jornada hacemos memoria del ca-
12. La Pastoral Social está convencida de mino andado para abrir espacios al futuro.
que “para refundar los vínculos sociales, de- Memoria que conlleva siempre la dimensión
bemos apelar a la ética de la solidaridad, y de promesa que la proyecta hacia el futuro;
generar una cultura del encuentro. Y hay que esto es lo que enseña nuestra fe.
instaurar, en todos los ámbitos, un espacio de
diálogo serio, conducente, no meramente for- 17. Esta Xª Jornada coincide felizmente con
mal o distractivo. Intercambio que destruye el acontecimiento de Aparecida, del cual aca-
prejuicios y construye en función de la bús- ba de conocerse el Documento Final. En la lí-
queda común, del compartir, y que conlleva nea de Medellín y Puebla, los Obispos de A-
intentar la interacción de voluntades en pro de mérica Latina y el Caribe han reafirmado, en
un trabajo común o de un proyecto comparti- otro contexto histórico y geopolítico, no sólo
do. No resignemos nuestras utopías, propie- del Continente sino global, las grandes líneas
dades ni derechos, sino renunciemos sola- de la opción preferencial por los pobres, la
mente a la pretensión que sean únicos o justicia social, la democracia participativa, la
absolutos.” 1 revalorización de la política y el papel de una
“renovada Pastoral Social para una promo-
ción humana integral” 2
1 Cardenal Jorge M. Bergoglio s.j., “La Nación por construir. Utopía,
pensamiento, compromiso”. Editorial Claretiana, Buenos Aires,
2005. pp. 43-45.
2 Cf. Documento de Aparecida (DA) 380-430
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gias de gobierno, en medio de una creciente necesario establecer una cultura del encuen-
anomia social, tensiones y conflictos. Hemos tro, que implica estimular procesos de diseño
sido testigos, también, de la incertidumbre y de consensos y acuerdos que preserven las
la desesperanza de nuestro pueblo, el descré- diferencias, convergiendo en los valores que
dito de la clase dirigente y las acciones de hacen a la dignidad de la vida humana, la
gobierno. Hemos fallado como sociedad, a la equidad y la libertad. Sólo así podremos
hora de encontrar respuestas colectivas a los renovar la confianza en nosotros mismos
desafíos que se nos han presentado. como sociedad y en nuestra dirigencia políti-
ca, social, académica, religiosa, empresaria,
19. La crisis de los años 2000-2002 fue una sindical y de las organizaciones sociales,
crisis sistémica e inédita, “sea por la profundi- para corregir el rumbo del individualismo
dad de la pobreza generalizada, por afectar al hedonista y la desaprensión por una realidad
unísono a todos los subsistemas de la rela- social que nos interpela de modo creciente.
ción Estado-sociedad (legitimidad, acumula-
ción, integración, identidad), o porque no re- 24. Como señalara el Cardenal Bergoglio,
conocía garantes internos, partidos, movi- desde la Pastoral Social creemos que “todos,
mientos, dirigentes ni relatos a los cuales desde nuestras responsabilidades debemos
recurrir.” 3 ponernos la Patria al hombro, porque los
tiempos se acortan…” “Tenemos una
20. Nos mostró una dirigencia que no estu- responsabilidad sobre el herido que es la
vo a la altura de las circunstancias y una so- Nación y su pueblo. Cada día hay que
ciedad indiferente y distante, incapaz de ha- comenzar en una nueva etapa en nuestra
cerse cargo de su responsabilidad ante la cri- Patria signada muy profundamente por la
sis. Significó la ruptura de un modelo de in- fragilidad: fragilidad de nuestros hermanos
serción internacional que, en nombre de la pobres y excluidos, fragilidad de nuestras
modernización, “provocó exclusión, endeuda- instituciones, fragilidad de nuestros vínculos
miento y mayor corrupción, desintegración sociales...” 5
social, política y cultural en nuestros países” 4.
25. Hoy, transcurridos cinco años desde
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nos consentido, que un pueblo otrora con al- del diálogo podremos superar la excesiva
tos índices de equidad sea hoy uno de los fragmentación que debilita a nuestra socie-
más desiguales e injustos de la región. dad y alcanzar los consensos necesarios que
nos ayuden a reafirmar nuestra identidad y
26. De ahí que el eje de la convocatoria y la crecer en la amistad social.
reflexión sea, en esta nueva Jornada, el del
compromiso y la misión para promover una 30. La cultura del encuentro nos exige re-
cultura de diálogo y amistad social, compar- crear los vínculos sociales entre los argenti-
tiendo lo diverso, en pos de un proyecto nos y una ética de la solidaridad que promue-
común: el de una nación políticamente demo- va una profunda reconversión de actitudes.
crática, económicamente desarrollada y so-
cialmente equitativa. 31. Tenemos que dejar definitivamente a-
trás algunas actitudes que han caracterizado
la desesperanza argentina. La primera de e-
2.2. La cultura del encuentro llas es "hacé la tuya", expresión de un indivi-
dualismo egoísta, que lleva a muchos a pen-
27. El punto de vista ordenador de una cul- sar que la única forma de "salvarse” depende
tura del encuentro debe centrarse en la per- de las propias fuerzas y que nada puede lo-
sona humana, principio, sujeto y fin de toda grarse en el encuentro con los otros en la so-
actividad. Juan Pablo II nos decía que “la ac- ciedad. Esta actitud tiene una profunda raíz
tividad humana tiene lugar dentro de una cul- anti-evangélica que se vuelve incompatible
tura y tiene una recíproca relación con ella. con la ética del encuentro y la reconstrucción
Para una adecuada formación de esa cultura de los lazos solidarios.
se requiere la participación directa de todo el
hombre, el cual desarrolla en ella su creativi- 32. Hemos dejado de pensar en función de
dad, su inteligencia, su conocimiento del comunidad, hemos abrazado la salida a la
mundo y de los demás hombres. A ella dedi- que nosotros mismos nos hemos empujado,
ca también su capacidad de autodominio, de la del individualismo. Una sociedad es el fru-
sacrificio personal, de solidaridad y disponibi- to de la subjetividad de las personas que la
lidad para promover el bien común. Por esto, forman. Allí donde se pierde el sujeto, apare-
la primera y más importante labor se realiza ce el individuo fragmentado en cliente, consu-
en el corazón del hombre, y el modo como midor, votante, sobrante, abstraído de la co-
éste se compromete a construir el propio futu- munidad. Ante esto, nos refugiamos en nues-
ro depende de la concepción que tiene de sí tras propias necesidades, nuestros intereses
mismo y de su destino. Es a este nivel donde individuales y la comunidad se convierte en
tiene lugar la contribución específica y decisi- molestia e impedimento: “Ideas como la equi-
va de la Iglesia en favor de la verdadera cul- dad, la justicia, el bien común, no tienen sen-
tura” .6 tido si no se las cultiva colectivamente” 7
28. En nuestra patria persisten los desen- 33. Cuando la comunidad se fragmenta, ex-
cuentros. Diferentes obstáculos nos impiden pulsa, no integra. El futuro es de nadie, o del
encontrarnos como hermanos que comparten más fuerte. El hombre se realiza en sociedad,
un camino en común. Hay una ruptura y dis- o no se realiza: “Una sociedad que, en todos
continuidad que se manifiesta en la falta de sus niveles, quiere positivamente estar al ser-
diálogo intergeneracional, entre la sociedad y vicio del ser humano es aquella que se pro-
su clase dirigente, entre las instituciones y las pone como meta prioritaria el bien común, en
aspiraciones y necesidades personales. cuanto bien de todos los hombres y de todo el
hombre. La persona no puede encontrar
29. La cultura del encuentro promueve y ve realización sólo en sí misma, es decir, pres-
en el diálogo un instrumento de construcción
y consolidación de la democracia. Por medio
7 Bauman, Zygmunt. “En busca de la política”. FCE, Buenos Aires,
6 Centesimus annus. n. 51 2006. p. 16
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cindir de su ser « con » y « para » los de- vive con autenticidad y compromiso, la me-
más.” 8 diadora necesaria en la construcción del Bien
34. El ser con otros y el ser en común, nos Común. La política, cuando es verdadera, de-
obligan a repensar, en el ámbito de la comu- ja de ser un mero instrumento burocrático al
nidad, la relación entre las personas y la so- servicio de los poderosos, para convertirse en
ciedad, entre el todo y la parte. Ya sea en la la arena donde se reconocen las diferencias,
política, en la economía, o en cualquier otro se respetan y se forma una voluntad común
ámbito de lo social, esta relación debe mante- de ser nación para un territorio y un pueblo
ner un equilibrio entre el bien de la persona, y que se reconoce en la identidad de su propia
el bien del conjunto. Entre los derechos y los historia.
deberes, entre la libertad individual y la res-
ponsabilidad social. 39. La política es la tensión permanente en-
tre las diferencias y la búsqueda de consen-
35. La cultura del encuentro supone el res- sos, es el espacio del compromiso y la misión
peto a los derechos y el cumplimiento de las de superar las confrontaciones que impiden la
obligaciones de cada ciudadano. Indepen- construcción del Bien Común, es la responsa-
dientemente de la validez y justicia de las le- bilidad de promover y construir una cultura
yes y normas establecidas para la conviven- del diálogo y la amistad social compartiendo
cia, es necesario que éstas sean respetadas lo diverso en pos de un proyecto común. Ta-
y se hagan respetar. De lo contrario, más allá les son algunas de las certezas que hoy que-
de su legitimidad, dejan de tener sentido y remos renovar en nuestro compromiso pasto-
contribuyen a la anomia y al desencuentro. ral, para continuar con la construcción del ho-
gar común.
36. Desde una cultura del encuentro, la co-
munidad es más que la suma de sus miem- 40. La mezquina concepción de la política
bros. Necesita del compromiso de cada uno como mero gerenciamiento cortoplacista que
de ellos para desarrollarse. Tal compromiso sólo rinde cuentas a las encuestas, se corres-
se expresa ante todo por el respeto a normas ponde y complementa con la queja pasiva de
básicas de convivencia, las cuales elabora- quien sólo se preocupa por su pequeño pro-
mos a través de las instituciones y de la con- blema inmediato. Ambas revelan la carencia
vivencia misma. Ese compromiso no elimina de un proyecto de Nación que guíe, compro-
el disenso, los conflictos, ni la diversidad, pe- meta y responsabilice activamente a todos en
ro los pone bajo un doble paraguas: convi- la creación y construcción de un destino
vencia y destino común. común.
37. Ante la crisis, la Providencia nos da una 41. Hay que restituir a la política su sentido
nueva oportunidad de constituirnos en una profundo, ya que lo político surge y es expre-
comunidad verdaderamente justa y solidaria, sión de la dimensión social del hombre. La
donde todas las personas sean respetadas política es la forma específica que tenemos
en su dignidad, promovidas en su libertad para relacionarnos en sociedad. Lo político
para que puedan elegir el camino que nos nos comprende a todos y es responsabilidad
incluya a todos en orden a cumplir su destino de todos, aunque no estemos directamente
como hijas e hijos de Dios. involucrados en actividades políticas. Espe-
cialmente, es responsabilidad de aquellos
que han seguido la política por vocación:
3. LA POLÍTICA, MEDIADORA DEL Juan Pablo II planteaba que la política es una
actividad noble y necesaria, porque tiende al
BIEN COMÚN bien común. Agregaba también que la política
es el uso del poder legítimo para la consecu-
38. La política es una de las herramientas ción del bien común de la sociedad.9
que nos permite ir generando la cultura del
encuentro. La política es, también, cuando se
8 Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, n. 165. 9 Cardenal Jorge Bergoglio. op. Cit. pp. 66-67.
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42. Esto supone identidad, sentido de per- La acción política tiene como tarea fundamen-
tenencia a la comunidad y la creación de un tal construir el orden justo de la sociedad y
proyecto colectivo desde y para nuestro del Estado11 ya que su origen y su meta es la
pueblo. La comunidad política debe buscar y justicia y ésta es de naturaleza ética. La polí-
elegir consensuadamente una dirección para tica incluye y debe promover una eficaz ges-
la Nación. Para consensuar, primero hay que tión de la administración del Estado.
reconocer que vivimos en el disenso y a partir
de allí dialogar, ya que sin diálogo no hay 46. La política debe articular lo económico
discusión ni consenso y sin consenso no hay con lo social, lo urgente con lo importante, lo
futuro común para todos. necesario con lo superfluo, los intereses par-
ticulares con el bien común. Si la política no
43. Existen en Argentina visiones alternati- articula, lo común queda a merced de la lu-
vas de futuro, de la derecha a la izquierda, cha de intereses, internos y externos, que
pero el problema no es la diversidad, inevita- cooptan y se adueñan de lo público.
ble, por otra parte, ya que la realidad es diver-
sidad. El problema es nuestra incapacidad 47. Los cambios globales han reducido el
histórica para elegir, a través del diálogo y del tiempo y el espacio de manera vertiginosa.
consenso, una dirección. Es necesario salir Estos nos afectan aunque se produzcan muy
de la barricada y de la actitud proselitista. lejos de nosotros y exigen nuestra adaptación
Quienes somos cristianos y “estamos inser- a ellos. Nuestro margen de maniobra como
tos en el mundo y en la historia”, sabemos país periférico del sistema global, se ha redu-
que es el Espíritu de Señor, el que lleva a la cido aún más. Cuanto mejor política, institu-
comunidad eclesial a estar “abierta al diálogo ciones y reglas tengamos, mejor preparados
con todas las personas de buena voluntad, en vamos a estar para enfrentar los desafíos.
la búsqueda común de los gérmenes de ver- La Argentina no va a cambiar de mane-
dad y de libertad diseminados en el amplio ra milagrosa, no va a cambiar por un sólo
campo de la humanidad”10 hombre, ni por un partido, ni por una cose-
cha, ni aunque abrazáramos una misma ideo-
44. Muchas veces funcionamos con una di- logía, ni siquiera si se fueran todos los que
námica amigo-enemigo. Un juego de suma suponemos deberían irse.
cero por el cual quienes no están de nuestro
lado, están necesariamente en contra nues- 48. El futuro depende de una nueva mira-
tra. Con los enemigos no se negocia, se los da, una mirada de conjunto que sitúe a las ar-
derrota. Cuando negociamos con ellos es por gentinas y argentinos, a la Nación, en el cen-
necesidades tácticas, porque nuestra debili- tro. Debe partir de nuestra voluntad de perte-
dad o la coyuntura así lo exigen. Esta es una nencia y mirar al futuro como un bien a cons-
forma de negar la política ya que polariza y truir en común. Debe poner énfasis en la con-
simplifica sus opciones y alternativas, divide, vivencia cívica, la reconstrucción de los espa-
niega las diferencias e impide la discusión de cios y ámbitos públicos y en el respeto a las
ideas. reglas. El camino entre ese punto de partida,
que es la voluntad de pertenencia y la meta,
45. La política como servicio es una res- que es la construcción del bien común, es
ponsabilidad y exige, más que cualquier otra una huella que debemos aprender a caminar.
actividad del hombre, el deber de hacerse
cargo y el ejercicio de la prudencia. Es articu- 49. En este sentido hemos venido trabajan-
ladora y ordenadora de los distintos intereses do durante estos diez años, apoyados en el
sectoriales para ponerlos al servicio del con- Evangelio y en la Doctrina Social de la Igle-
junto de la sociedad. Cuando la autoridad no sia, que nos permiten conocer e intervenir en
es servicio, se va desviando hacia el propio el aquí y ahora de nuestra sociedad. Experi-
interés que deja de lado el bien común. mentamos los desencuentros, las aberrantes
contradicciones sociales, los conflictos estéri-
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en América Latina y El Caribe superar una miento institucional de las provincias con su
mentalidad machista que ignora la novedad necesaria y justa autonomía respecto del po-
del cristianismo, donde se reconoce y procla- der central. En este sentido, tenemos que tra-
ma la igual dignidad y responsabilidad de la bajar por la autonomía plena de la Ciudad de
mujer respecto al hombre” 13 Buenos Aires. Los poderes del Estado se en-
noblecen cuando consolidan la estructura fe-
59. La democracia supone el respeto por la deral y republicana del país..
vida humana. Para nosotros, la vida es un
don de Dios y el primero de los derechos hu- 65. El federalismo nos llama subrayar el va-
manos que debemos respetar y corresponde lor de las comunidades locales en un país fe-
que la preservemos desde el momento de la deral como el nuestro. Y la valoración de ins-
concepción y cuidemos su existencia y digni- tituciones que, como el Parlamento, expresan
dad hasta su fin natural. el diálogo intercomunitario.
13 DA 453
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3.2. DESARROLLO:
3.1.3. La reconciliación y la paz Hacia un desarrollo humano
integral
69. La cultura del encuentro en una demo-
cracia participativa, nos interpela a la búsque- 73. En la Doctrina Social de la Iglesia, cre-
da de la reconciliación y de la paz con justicia cimiento económico y desarrollo no son sinó-
y verdad. Juan Pablo II decía que la paz es nimos, ya que la mera acumulación de bienes
fruto de la justicia. A esa verdad podríamos a- y servicios no basta para proporcionar la feli-
gregarle su viceversa: que la justicia es fruto cidad humana. El verdadero desarrollo no
de la paz. puede perder de vista su verdadero paráme-
tro, que es la dimensión trascendente de la
70. Construir la Verdad sobre las causas persona humana. En la Ciudad de Buenos Ai-
reales y profundas que aún impiden la recon- res todos tienen derecho a su desarrollo ple-
ciliación de los argentinos con su propia his- no y esto comprende los aspectos económi-
toria, sin teorizar sobre dos demonios, ni so- cos y sociales y también su identidad cultural
bre las utopías fracasadas, ni mucho menos y la apertura a lo trascendente. Por otra parte,
justificar crímenes de lesa humanidad, es una un desarrollo digno del hombre debe respetar
ardua tarea nacional. y promover los derechos humanos, persona-
les sociales, económicos y políticos. En otras
palabras, el verdadero desarrollo se funda en
71. Probablemente haya que comenzar por
la dignidad de la persona humana y en el
asumir la debilidad de nuestra sociedad - ejercicio de sus derechos y obligaciones.
nuestra debilidad mayoritaria- que no defen-
dió anticipadamente sus valores, libertad y vi-
74. El desarrollo humano y social se logra
das cuando comenzaron los riesgos de per-
en plenitud solamente cuando es compartido
derlos. Tolerando el “no te metás” o el “por al-
solidariamente por todo el pueblo, sin exclu-
go será” de la indiferencia, o el autodestruí-
siones de ninguna especie. Un país es verda-
tivo internismo de las organizaciones popula-
deramente grande cuando sus niños, sus an-
res, o la espiral incontenible de la violencia,
cianos, sus familias, sus personas con disca-
sin olvidar los intereses de dominación inter-
pacidad, sus familias migrantes y sus pueblos
nacional y sus aliados locales. Aportar a la
originarios son receptores de la justicia social,
paz con ver-dad y verdades y a la reconcilia-
protegida por la solidaridad colectiva, en un
ción de los argentinos con su propia historia,
marco de desarrollo social y humano.
que no significa aceptar la violación de los de-
rechos humanos, posiblemente sea más sano
75. En ese sentido, recordamos la afirma-
para el futuro nacional que otros legados que
ción de Juan XXIII en su encíclica Mater et
apuntan a mantener el desencuentro y el
Magistra, al llamar la atención de todos sobre
rencor.
un principio fundamental de la justicia social,
a saber: que el desarrollo económico y el pro-
72. Como miembros de la Iglesia queremos greso social deben ir juntos y acomodarse
contribuir al desarrollo de esta democracia mutuamente, de forma que todas las catego-
participativa, preocupada por los temas políti- rías sociales tengan participación adecuada
cos, económicos, sociales y culturales. Sabe- en el aumento de la riqueza de la nación.
mos que este es el momento apropiado. Nos
toca protagonizar el pase de una democracia 76. Del mismo modo afirma que la prospe-
limitada a una participativa, lo que exige que ridad económica de un pueblo consiste, más
ningún sector social sea excluido de la plena que en el número total de los bienes disponi-
participación. bles, en la justa distribución de los mismos,
de forma que quede garantizado el perfeccio-
namiento de los ciudadanos, fin al cual se or-
dena, por su propia naturaleza, todo el siste-
ma de la economía nacional.
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96. El salario familiar ha perdido su signifi- Para que la Pastoral Social, la acción política
cación inicial y es un privilegio solamente re- o social -aunque no sea pastoral- funcionen,
servado a algunos "trabajadores en blanco", hoy es necesario recuperar la utopía.
mientras que el grueso de las familias no tie-
ne derecho a ello. La atención prioritaria a la 100. La utopía está en crisis. Nos dijo: “No
seguridad social hace no solamente al bie- podemos caminar sin saber hacia dónde es-
nestar, sino también a la permanencia de las tamos andando. Es criminal privar a un pue-
familias, que no deben verse obstaculizadas, blo de la utopía, porque eso nos lleva a pri-
particularmente cuando tienen varios hijos, varlo de la esperanza” 18.
por problemas económicos que afectan la su-
pervivencia. 101. Cuando no hay utopía, o cuando la uto-
pía está adormecida o anestesiada, siempre
97. El compromiso cristiano – en esta Ciu- priva lo coyuntural. Entonces se vive en la
dad y en esta época- debe encarnarse como coyuntura y no se sale de ella. Cuando no
acción política dentro de la comunidad. Y las hay utopía falta estrategia.
instituciones deben ser nuestros espacios pa-
ra misionar. En esta perspectiva se torna im- 102. Nos une el camino por delante y tam-
prescindible pensar en un programa y en una bién el que hemos recorrido. Nos une la vo-
agenda política que esté centrada en la cons- luntad de caminar juntos. Es nuestro desafío
trucción de otra sociabilidad, donde sea posi- recuperar la utopía, sintiéndonos parte de un
ble el desarrollo humano, donde la exclusión pueblo, de una sociedad que busca ser artífi-
no defina el límite de la pobreza y donde la ce de su propio destino. La Nación es un don
justicia social sea la exacta medida de la in- que hemos recibido pero que debemos volver
clusión. Donde el desarrollo pleno de las po- a elegir cada día. Una herencia que debemos
tencialidades de cada argentino sea el objeto recrear, una identidad que debemos formular,
de las políticas públicas y no la mera conten- una vocación que debemos asumir.
ción asistencial de la miseria. Donde la trans-
formación programada y no retórica de las in- 103. En este marco, convocados a promover
equidades estructurales de nuestro país, se una cultura del encuentro como condición ne-
convierta en programas y tareas sistemáticas cesaria para construir nuestra Ciudad y la Na-
de una agenda de gobierno, más allá del ción revalorizando, la política como mediado-
afianzamiento de políticas de estado que ga- ra del bien común, proponemos tres ejes or-
ranticen el cumplimiento de las prioridades denadores para nuestra reflexión en común
nacionales. El Bicentenario debería encon- donde surjan propuestas concretas que res-
trarnos con la perseverancia de los hombres pondan a los desafíos del presente y orien-
y mujeres de fe, transitando este camino, ten al desarrollo y la acción de la Pastoral
aportando con hechos y siendo testigos de la Social para los próximos años.
ver-dad, la libertad y la justicia.
4.1.1. Primer eje:
98. No hay progreso y desarrollo humano La democracia, su gobernabilidad y
sin la afirmación de la vida, el principal dere- calidad institucional.
cho humano; desde la concepción hasta la
muerte. En esta convicción radica el concepto 104. Alentemos y participemos de la política
de la dignidad humana y la exigencia de la que sirve al bien común. En forma directa o
calidad de vida en todos sus aspectos. eligiendo, a través del voto, con conocimiento
y responsabilidad, porque la democracia se
ejerce a través de representantes, para que
4. CONCLUSIÓN: éstos trabajen por los intereses de la socie-
dad a la que representan.
4.1. El camino por recorrer
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109. En tanto que el Hombre y su ser en 113. Desde la Pastoral Social alentamos a
comunidad son el centro de nuestra preocu- todas las fuerzas de la producción y del tra-
pación, trabajaremos desde una concepción bajo a que cooperen en una economía al ser-
integral e integradora de los Derechos Huma- vicio del hombre, es decir a una economía
nos, en su tiempo real y actual, motivados por distributiva que sea el correlato de la demo-
los retos del presente que afectan la vida y la cracia política con calidad institucional.
dignidad humanas, reconociendo las raíces
de las tareas pendientes en nuestro pasado 4.1. 3. Tercer eje:
que, al no haberse asumido desde la Verdad, la Justicia Social
perviven en el presente.
114. Depende y se entrelaza con los otros
110. Así, atenderemos, al Hombre-ciudada- dos. Los tres son interdependientes. Sin em-
no y sus derechos políticos y civiles; al Hom- bargo, aunque hubiera mejor democracia y
bre-Familia y sus derechos a la Vivienda, E- desarrollo menos desigual, permanecería la
ducación, Salud, Trabajo; al Hombre- Social demanda de Justicia Social. Para que haya
y sus derechos a la Cultura, la Información, el justicia social, “el conjunto de bienes logrados
Esparcimiento, la Identidad Cultural; al Am- con la cooperación de todos los ciudadanos,
biente del Hombre, su espacio de Vida y su debe ser jurídica y efectivamente accesible a
preservación y cuidado. Todas esas facetas todos, de modo que todos gocen de una i-
son las dimensiones del Ser Humano. De su gualdad de oportunidades para su propio per-
dignidad como tal se derivan sus derechos. feccionamiento personal” 21.
También de esa concepción emergen sus
deberes para consigo, su familia, su socie-
115. Hay etapas de la vida del ser humano
dad, su país, su comunidad, su ambiente.
en las que éste es más vulnerable: la infan-
cia, la ancianidad. O circunstancias que así lo
20 PP. 14-20
19 Mt. 25,40. 45. 21 cf. ICN 91; QA197
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22 ICN 144
23 Encíclica Deus Caritas Est , 28
24 Sínodo La Justicia en el mundo, 1971.
25 DA 401.
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INDICE
1. INTRODUCCIÓN
1.1. Un camino de diez años (1- 9) p. 3
1.2. Compartiendo un lugar y un momento para el diálogo (10 -17) p. 4
4. CONCLUSIÓN:
4.1. El camino por recorrer (99 - 103) p. 14
4.1.1. Primer eje:
La democracia, su gobernabilidad y calidad institucional (104 - 110) p. 14
4.1.2. Segundo eje:
Desarrollo humano integral (111- 113) p. 15
4.1.3. Tercer eje:
la Justicia Social (114 - 117) p. 15
4.2. Nuestros desafíos (118 - 121) p. 16
INDICE p. 17
NOTAS p. 18
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