Está en la página 1de 5

Puente de los esclavos

Cuenta la leyenda que hace muchos años había un capataz el cual también era uno más entre los
xincas esclavizados, dicho hombre era el encargado de la construcción, sin embargo a éste también
lo presionaban los conquistadores exigiéndole la finalización de la obra, pero éste se quedó sin
fondos y sin saber que hacer tomó la decisión de invocar al diablo para venderle su alma a cambio
de la construcción del puente, a lo que el demonio aceptó.

Dicho esto, al siguiente día en la mañana se podía apreciar el puente finalizado, pero el capataz se
sintió arrepentido por haberlo invocado ya que le tenía que entregar su alma, Satanás se enfureció
al ver que dicho hombre no se la quería entregar, razón por la cual destruyó una parte del puente
de una patada, otros afirman que fue un manotazo pero se dice que no ha sido posible reparar el
área dañada.

En otra versión de la leyenda se cuenta que fue el esclavo que debido a su arrepentimiento por
haber hecho trato con el diablo le hizo trampa quitándole una piedra de la estructura, se dice que
en el agujero que quedó de esta pieza removida ya no se puede colocar nada que remplace a dicha
piedra, ya que ésta siempre se cae.

Anteriormente ya se ha hecho mención que de esta leyenda se han creado varias versiones, pues en
una de ellas se narra que no fue el diablo quien se le presentó al capataz encargado de la
construcción del puente ya que fue Dios quien se había disfrazado de su enemigo acérrimo para
ayudar a esa alma atormentada y es por ello que le fue imposible entregar su alma al "Príncipe de
las Tinieblas".

El sombreron
Dicen que en tierras guatemaltecas, existe un espíritu tan extraño como temible, que a pesar
de su apariencia inofensiva y su dulce voz, es toda una amenaza para las muchachas
bonitas. Se trata del Sombrerón, un hombrecito al que nunca se le puede ver el rostro
debido al enorme sombrero que lleva en la cabeza y tapa por completo sus facciones. Eso
sí, se lo puede reconocer por qué siempre va sobre una mula pequeña y carga una guitarra
al hombro.
La historia de este ente comienza hace mucho tiempo, cuando habitaba en el barrio de La
Antigua Guatemala una niña muy bonita, de largo cabello negro y ojos oscuros y enormes.
Tan linda era, que todos los que pasaban junto a su balcón no podían evitar mirarla.
Y fue esta pequeña quien atrajo la atención del Sombrerón, a quien le encantaba enamorar a
las muchachitas.
Noche tras noche, llegaba él montado en su mula y se ponía a tocar en su guitarra una
melodía hipnótica, que acompañaba de tristes versos entonados por su voz; una voz tan
melodiosa, que la niña se quedaba escuchándola sin poder dormir hasta el amanecer.
Enamorada como se quedó de aquella aparición, dejó de comer y solo se la pasaba
suspirando por los rincones, llena de tristeza. Su madre pensó que había enfermado y la
llevó con el médico, quien solo le diagnosticó un mal de amores. No había medicina que
pudiera curar esa terrible enfermedad.
Desesperada, su mamá entonces la llevó a un convento, donde pensó que podría olvidar a
aquel amor imposible y salvarse encomendando su alma a Dios.
Cuando el Sombrerón acudió la noche siguiente a cantarle a su amada, se llevó una gran
impresión al ver que no estaba en su habitación. Y soltó un lamento desgarrador que, juran,
se escuchó por todo el barrio. Mientras tanto en el convento, la niña murió de tristeza al no
escuchar más aquella canción que amaba.
Llenos de dolor, sus seres queridos prepararon el entierro. La vistieron de blanco y la
colocaron en el ataúd, marchando en cortejo fúnebre por las calles hasta el sitio donde sería
su sepultura. La velaron y se fueron.
Cuando amaneció, todos los vecinos de La Antigua Guatemala se quedaron mudos al salir
de sus casas. El asfalto estaba lleno de diminutos cristales que resplandecían con la luz del
sol. Eran las lágrimas del Sombrerón, que había llorado a mares por su amada.
Desde entonces, se dice que todas las muchachas bonitas se tienen que cuidar de él, pues
caer en el hechizo de sus canciones podría terminar perdiéndolas de tristeza. Cada vez que
se sospecha que alguna niña ha atraído al Sombrerón, lo mejor que se puede hacer es
cortarle el cabello, pues a él solamente le gustan las chicas de pelo largo.
También se le puede dejar una botella de aguardiente en el portal de la casa, para pedirle
que respete esa vivencia y se marche a tocar a otro lugar.

Los últimos dinosaurios


En el cráter de un antiguo volcán, situado en lo alto del único monte de una
región perdida en las selvas tropicales, habitaba el último grupo de grandes
dinosaurios feroces. Durante miles y miles de años, sobrevivieron a los
cambios de la tierra y ahora, liderados por el gran Ferocitaurus, planeaban
salir de su escondite para volver a dominarla.
Ferocitaurus era un temible tiranosaurus rex que había decidido que llevaban
demasiado tiempo aislados, así que durante algunos años se unieron para
trabajar y derribar las paredes del gran cráter. Y cuando lo consiguieron,
todos prepararon cuidadosamente sus garras y sus dientes para volver a
atermorizar al mundo.

Al abandonar su escondite de miles de años, todo les resultaba nuevo, muy


disitinto a lo que se habían acostumbrado en el cráter, pero siguieron con
paso firme durante días. Por fin, desde lo alto de unas montañas vieron un
pequeño pueblo, con sus casas y sus habitantes, que parecían pequeños
puntitos. Sin haber visto antes a ningún humano, se lanzaron feroces
montaña abajo, dispuestos a arrasar con lo que se encontraran...
Pero según se acercaron al pueblecito, las casas se fueron haciendo más y
más grandes, y más y más.... y cuando las alcanzaron, resultó que eran
muchísimo más grandes que los propios dinosaurios, y un niño que pasaba
por allí dijo: "¡papá, papá, he encontrado unos dinosaurios en miniatura!
¿puedo quedármelos?".
Así las cosas, el temible Ferocitaurus y sus amigos terminaron siendo las
mascotas de los niños del pueblo, y al comprobar que millones de años de
evolución en el cráter habían convertido a su especie en dinosaurios enanos,
aprendieron que nada dura para siempre, y que siempre hay estar dispuesto a
adaptarse. Y eso sí, todos demostraron ser unas excelentes y divertidas
mascotas.

Apólogos

1. El anciano y el cuarto nuevo

Cuenta la historia que un anciano acababa de enviudar cuando llegó al asilo, su nuevo hogar.
Mientras el recepcionista le informaba sobre las comodidades de su cuarto y la vista con la que
contaría en dicha habitación, el anciano permaneció por unos segundos con la mirada perdida y
luego exclamó: “Me gusta mucho mi nuevo cuarto”.

Ante el comentario del anciano, el recepcionista le dijo: “Señor, aguarde que en unos minutos le
mostraré su cuarto. Ahí podrá evaluar si le agrada o no”. Pero el anciano le respondió rápidamente:
“Eso no tiene nada que ver. No importa cómo sea mi nuevo cuarto, yo ya he decretado que mi
nuevo cuarto me gustará. La felicidad se elige por adelantado. Si me agrada o no mi cuarto no
depende del mobiliario o la decoración, sino de cómo yo decido verlo. Yo ya he decidido que mi
nuevo cuarto me agradará. Esa es una decisión que tomo cada mañana al levantarme”.
2. El turista y el hombre sabio

En el siglo pasado un turista fue a visitar El Cairo, en Egipto, para conocer al anciano sabio que
vivía allí.

Al ingresar a su casa, el turista se percató de que no había muebles, vivía en un pequeño cuarto
muy simple donde solo había unos cuantos libros, una mesa, una cama y un banco pequeño.

El turista se asombró por la escasa posesión de sus bienes. “¿Dónde están sus muebles?”,
preguntó el turista. “¿Y dónde están los suyos?”, respondió el sabio. “¿Mis muebles? Pero si yo
solo estoy de paso”, se asombró aún más el turista. “Yo también”, le contestó el sabio, y agregó: “la
vida terrenal es solo temporal, pero muchas personas viven como si fueran a quedarse
eternamente aquí y se olvidan de ser felices”.

Leyendas
3. La Ciguanaba
La ciguanaba, según cuentan la leyenda en su origen, era una mujer llamada Sihuehuet, cuyo
nombre significa mujer hermosa. Esta mujer tenia una relación con el hijo de un Dios, del cual
quedo embarazada. Pero Sihuehuet probo no ser una buena madre, al contrario, fue una madre que
no cumplía con sus obligaciones.A parte de ser una mala madre, Sihuehuet tenía un amante. Al
descubrir esto, el hijo del Dios, llamado Tlaloc, maldijo a Sihuehuet. La maldición consiste en que
la mujer sería bella de lejos pero una vez las personas se acercaran y la vieran de cerca seria una
mujer horrible. Esta leyenda continua estando vigente, ya que, según cuentan los relatos, la
ciguanaba es una mujer que parece hermosa a primera vista pero al acercarse tiene cara de yegua o
incluso de calavera.Se dice que la ciguanaba persigue a los hombres que son infieles o
trasnochadores. Siguen contando las leyendas que la ciguanaba atrae a los hombres a barrancos o
lugares desiertos para que las personas mueran al seguirla. Otra de las versiones es que la ciguanaba
mata del susto a las personas o que, sino mueren, se vuelven locas luego de verla.
4. El Cadejo
El cadejo es el animal legendario que cuida a los borrachos, especialmente a aquellos que no
pueden ni sostenerse en pie. Su forma es parecida a la de un perro, peludo con los ojos rojos, patas
de cabra y puede ser o blanco o negro.El blanco es el cadejo bueno y el negro es el malo. Muchas
de las personas indican que ambos cadejos cuidan a los borrachos juntos, es decir, que ambos
cadejos están juntos. El blanco aparece echado junto a la persona que se emborracha y el negro es
mas inquieto, pero cuando aparece un peligro, ambos cuidan a la borracho.

También podría gustarte