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Intenciones revolucionarias[editar]

Artículo principal: Máscara de Fernando VII

Aunque el gobierno surgido el 25 de mayo se pronunciaba fiel al rey español depuesto


Fernando VII, los historiadores coinciden en que dicha lealtad era simplemente una
maniobra política.474849 La Primera Junta no juró fidelidad al Consejo de Regencia de
España e Indias, un organismo de la Monarquía Española aún en funcionamiento, y en
1810 la posibilidad de que Napoleón Bonaparte fuera derrotado y Fernando VII volviera al
trono, lo cual ocurrió finalmente el 11 de diciembre de 1813 con la firma del Tratado de
Valençay, parecía remota e inverosímil. El propósito del engaño consistía en ganar tiempo
para fortalecer la posición de la causa patriótica, evitando las reacciones que habría
motivado una revolución aduciendo que aún se respetaba la autoridad monárquica y que
no se había realizado revolución alguna. La maniobra es conocida como la «Máscara de
Fernando VII» y fue mantenida por la Primera Junta, la Junta Grande,
el primer, segundo y Tercer Triunvirato y los directores supremos, hasta la declaración de
la Independencia de la Argentina, en 1816.
Cornelio Saavedra habló privadamente del tema con Juan José Viamonte en una carta del
27 de junio de 1811.
...las Cortes extranjeras y muy particularmente la de Inglaterra, nada exigen, más que llevemos
adelante el nombre de Fernando y el odio a Napoleón; en estos ejes consiste el que no sea
(Inglaterra) nuestra enemiga declarada... la Corte de Inglaterra... no se considera obligada... a
sostener una parte de la monarquía española contra la otra... a condición que reconozcan su
soberano legítimo... luego, si nosotros no reconociésemos a Fernando, tendría la Inglaterra
derecho... a sostener a nuestros contrarios... y nos declararía la guerra... En medio de estas
poderosas consideraciones quiere el... ciudadano Zamudio se grite: ¡Independencia!
¡Independencia! ¿Qué (se) pierde en que de palabra y por escrito digamos: ¡Fernando! ¡Fernando! 50

Para Gran Bretaña el cambio era favorable, ya que facilitaba el comercio con las ciudades
de la zona sin que este se viera obstaculizado por el monopolio del mismo que España
mantenía con sus colonias. Sin embargo, Gran Bretaña priorizaba la guerra en Europa
contra Francia, aliada a los sectores del poder español que todavía no habían sido
sometidos, y no podía aparecer apoyando a los movimientos independentistas americanos
ni permitir que la atención militar de España se dividiera en dos frentes diferentes. En
consecuencia presionaron para que las manifestaciones independentistas no se hicieran
explícitas. Dicha presión fue ejercida por Lord Strangford, embajador de Inglaterra en la
corte de Río de Janeiro, que manifestó su apoyo a la Junta pero lo condicionó
...siempre que la conducta de esa Capital sea consecuente y se conserve a nombre del Sr. Dn.
Fernando VII y de sus legítimos sucesores.51

Los grupos que apoyaron o llevaron adelante la revolución no eran completamente


homogéneos en sus propósitos, y varios tenían intereses dispares entre sí.
Los criollos progresistas y los jóvenes, representados en la junta por Moreno, Castelli,
Belgrano o Paso, aspiraban a realizar una profunda reforma política, económica y social.
Por otro lado, los militares y burócratas, cuyos criterios eran llevados adelante por
Saavedra, sólo pretendían una renovación de cargos: aspiraban a desplazar a los
españoles del ejercicio exclusivo del poder, pero heredando sus privilegios y atribuciones.
Los comerciantes y hacendados subordinaban la cuestión política a las decisiones
económicas, especialmente las referidas a la apertura o no del comercio con los ingleses.
Finalmente, algunos grupos barajaron posibilidades de reemplazar a la autoridad del
Consejo de Regencia por la de Carlota Joaquina de Borbón o por la corona británica, pero
tales proyectos tuvieron escasa repercusión.
Estos grupos trabajaron juntos para el fin común de expulsar a Cisneros del poder, pero al
conformarse la Primera Junta comenzaron a manifestar sus diferencias internas.
En la revolución no intervinieron factores religiosos, debido a que todas las corrientes
revolucionarias y realistas coincidían en su apoyo a la religión católica. Aun así, la mayor
parte de los dirigentes eclesiásticos se oponían a la revolución. En el Alto Perú los
realistas y las autoridades religiosas procuraron equiparar a los revolucionarios
con herejes, pero los dirigentes revolucionarios siempre impulsaron políticas conciliatorias
en los aspectos religiosos. Los curas y frailes, en cambio, estaban divididos
geográficamente, los de las provincias «de abajo» eran leales a la revolución, mientras que
los del Alto Perú prefirieron continuar leales a la monarquía.525354

Acontecimientos posteriores[editar]

La Primera Junta. Óleo de Julio Vila y Prades.

Artículo principal: Primera Junta

Véase también: Surgimiento del Estado Argentino

Ni el consejo de Regencia, ni los miembros de la Real Audiencia ni la población española


proveniente de Europa creyeron la premisa de la lealtad al rey Fernando VII, y no
aceptaron de buen grado la nueva situación. Los miembros de la Audiencia no quisieron
tomar juramento a los miembros de la Primera Junta, y al hacerlo lo hicieron con
manifestaciones de desprecio. El 15 de junio los miembros de la Real Audiencia juraron
fidelidad en secreto al Consejo de Regencia y enviaron circulares a las ciudades del
interior, llamando a desoír al nuevo gobierno. Para detener sus maniobras la Junta
convocó a todos los miembros de la audiencia, al obispo Lué y Riega y al antiguo virrey
Cisneros, y con el argumento de que sus vidas corrían peligro fueron embarcados en el
buque británico Dart. Su capitán Marcos Brigut recibió instrucciones de Larrea de no
detenerse en ningún puerto americano y de trasladar a todos los embarcados a las Islas
Canarias. Tras la exitosa deportación de los grupos mencionados se nombró una nueva
Audiencia, compuesta íntegramente por criollos leales a la revolución.
Con la excepción de Córdoba, las ciudades que hoy forman parte de
la Argentina respaldaron a la Primera Junta. El Alto Perú no se pronunciaba en forma
abierta, debido a los desenlaces de las revoluciones en Chuquisaca y La Paz de poco
antes. El Paraguay estaba indeciso. En la Banda Oriental se mantenía un fuerte bastión
realista, así como en Chile.
Mariano Moreno, uno de los integrantes más notorios de la Primera Junta.

Santiago de Liniers encabezó una contrarrevolución en Córdoba, contra la cual se dirigió el


primer movimiento militar del gobierno patrio. Montevideo estaba mejor preparada para
resistir un ataque de Buenos Aires, y la Cordillera de los Andes establecía una efectiva
barrera natural entre los revolucionarios y los realistas en Chile, por lo que no hubo
enfrentamientos militares hasta la realización del Cruce de los Andes por José de San
Martín y el Ejército de Los Andes algunos años después. A pesar del alzamiento de Liniers
y su prestigio como héroe de las Invasiones Inglesas, la población cordobesa en general
respaldaba a la revolución, lo cual llevaba a que el poder de su ejército se viera minado
por deserciones y sabotajes.55
El alzamiento contrarrevolucionario de Liniers fue rápidamente sofocado por las fuerzas
comandadas por Francisco Ortiz de Ocampo. Sin embargo, una vez capturados Ocampo
se negó a fusilar a Liniers ya que había peleado junto a él en las Invasiones Inglesas, por
lo que la ejecución fue realizada por Castelli.
Luego de sofocar dicha rebelión se procedió a enviar expediciones militares a las diversas
ciudades del interior, reclamando apoyo para la Primera Junta. Se reclamó el servicio
militar a casi todas familias, tanto pobres como ricas, ante lo cual la mayor parte de las
familias patricias decidían enviar a sus esclavos al ejército en lugar de a sus hijos. Esta es
una de las razones de la disminución de la población negra en Argentina.
La Primera Junta amplió su número de miembros incorporando en sí misma a los
diputados enviados por las ciudades que respaldaban a la Revolución, tras lo cual la Junta
pasó a ser conocida como la Junta Grande.

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