Está en la página 1de 5

LA MUERTE Y EL AUTOENGAÑO

Presentado por:

Juan Luis Trujillo Marquez

Docente:

Carlos Arturo Plazas

Universidad de Pamplona

Facultad de artes y humanidades

Departamento de Filosofía

Pamplona, Norte de Santander

2019
Introducción

El hombre y su deseo de explicar las cosas que le rodean lo ha llevado al problema de la


muerte y el miedo que produce, dentro el problema de la muerte se encuentra el
desconocimiento y la idea de vivir feliz para siempre. Cuando el hombre no puede descifrar
lo que hay más allá de los limites humanos comienza a buscar formas de sopesar el conflicto
que le a traído el sin sabor de la realidad, por ende llamaremos ese deseo de explicar la
muerte, como un auto engaño
¿Por qué los humanos, por su propio miedo a la muerte, se engañan a propósito?

El entendimiento humano tiene un destino el cual no puede evitar, este sobrepasa totalmente
el poder de su mente. Es estas cuestiones inevitables se encuentra la muerte, en la cual sucede
la exclusión del cuerpo de la realidad; en esta supresión de la vida, es acompañada por la
incertidumbre del más allá que lleva a la razón del hombre a cuestionarse por la limitación
de su existencia.

Esta problemática que procede de la reflexión hecha por la razón, pone en consideración a la
muerte como uno de los mayores males de la vida humana, ¿a qué se debe esta forma de
observar a la muerte? Dentro del hombre no solo se encuentra la necesidad de conocer todo
a su alrededor; durante el avance del tiempo y la evolución, el ser mismo se fue interesando
por las cosas que le causaban cierto agrado, por lo tanto, estos intereses llamados placeres le
dieron al humano deseos y anhelos de seguir viviendo de esa manera, apegados a la vida
material. De alguna forma el ser humano nombro a este modo de vida “felicidad o bien
supremo”. A partir de aquí se empezaron a buscar métodos para vivir de igual manera, una
vida llena de alegría y sosiego. Entonces, perder todo lo que se ha construido produce temor,
este temor primero impide el buen funcionamiento del raciocinio, segundo la capacidad de
actuar ante las situaciones fuertes, ya que se ve obstaculizada por la desesperación.

Pero no siempre la muerte fue una mala noticia, los griegos creían en la inmortalidad del
alma, este mundo no es garantía de ninguna verdad, pero sí la muerte; la verdad no puede
estar en un mundo de dudas y angustias, y menos cuando el cuerpo es esclavizado por las
pasiones, por lo tanto solo hay verdad cuando el alma se libera de esa cárcel de carne y vaya
al mundo de las ideas. También para ellos, la existencia del filósofo es una preparación para
la muerte, y durante su vida el filósofo se purifica con vista a su destino en el más allá.

¿Entonces cuál viene a hacer la causa del autoengaño del hombre?

¿Será el placer el causante del autoengaño? De los placeres se dice que son todas aquellas
cosas que el cuerpo desea, el hombre procura satisfacerlos para llegar a un estado de plenitud
con el ser mismo, así lo explicaría el epicureísmo los cuales consideraban 3 tipos de placeres
en la búsqueda del bien “placeres naturales y necesarios, como la alimentación, el cobijo y
la seguridad; los naturales e innecesarios: como el sexo, las artes; y los innaturales e
innecesarios: como la fama y el poder, pero todos estos bajo la virtud de la prudencia”. Si un
hombre que disfruta de grandes, numerosos y continuos placeres, tanto espirituales como
corporales, y no hay dolor que le amargue, puede preguntarse a sí mismo ¿si hay algún estado
mejor el cual se pueda desear? Si se considera el placer como un bien supremo, no es
necesario pensar en las demás cosas que circulan dentro del conocimiento humano. Por ende
se puede inferir que los deseos son capaces de llevar al hombre a negar el fin de su existencia;
aunque suena acertado pensar en la satisfacción como el tranquilizante del ser humano ante
la inclemente muerte, estos no otorgan una completa tranquilidad, porque y citando a Cicerón
“At vero eos et eccussamus et iusto odio diggnissimus dicimus qui blanditas praesentium
voluptatum deleniti atque corrupti quos dolores et quos molestias excepturi sint occaecati
cupidate non provident[…]” (CICERÓN, 1987) donde nos dice que aquellos hombres que se
dejan guiar por sus placeres deben ser odiados y juzgados porque no prevén las molestias que
estos producen. Estos deseos de algún modo se convierten en un detonante del miedo y
rompen el engaño que el hombre mismo crea para su deleite. Si no es el placer el cual hace
que el hombre se auto engañe ¿qué es entonces?

¿Es el amor fuerza que promueve el pensamiento de una vida más amplia?

El amor tiene distintos tipos, está el amor de madre, el de hijo, el de familia, amor de pareja,
amor propio, dentro de cada uno de ellos debe existir algo en común, tal vez sea la paz, el
sonrojo, el sentimiento inexplicable o la búsqueda de la belleza perfecta, o podría ser una
mentira que nos inventamos para no recordar que la existencia es corta, observar esos
diversos arquetipos de amor incita un anhelo por saber qué es lo que verdaderamente hace
sentir. ¿Deseará el hombre más tiempo para encontrar la respuesta de lo que es sentir amor?
¿Pero cuál es ese amor que se está buscando? Tal vez sea el amor bíblico, “amaras al prójimo
como yo os he amado” o será el deseo de saciar la naturaleza humana, si este pertenece a la
línea de los placeres, debería de verse como esa avaricia por la satisfacción sexual, sin
embargo puede que haya otra forma de verlo.

El amor, tal vez sea como dice Aristófanes en su mito andrógino, la búsqueda de la mitad
que nos fue arrebatada (mito encontrado en el discurso de Aristófanes, en el Banquete) y que
ha dejado un vacío inmenso y cada vez que hallamos esa mitad nos unimos para siempre, o
tal vez romantizando el pensamiento de Empédocles “principio creador, que une todas
aquellas cosas y las unifica en oposición de la discordia” (sobre la naturaleza (Florián, 2002),
es difícil saber qué es lo que realmente hace sentir el amor o qué se busca con él. Satisfacer
el deseo de sentir amor es examinar o escrudiñar ese inexplicable sentimiento, pero Platón
nos ofrece una respuesta a eso tan inexplicable “el deseo de las cosas buenas y de ser feliz es
amor, y el objeto del amor es la posesión constante de lo bueno” (Platón, BANQUETE, 1988)
siguiendo esto el amor lo sentimos por las cosas que nos hacen bien, y puede llevarnos a la
calma que se busca.

¿Puede ser que el amor sea el que nos conduzca hacia el pensamiento de una vida más
duradera? A primera vista sería el indicado, ya que puede ser un sentimiento o una decisión
que produzca tranquilidad en el alma de quien lo busca pero siguiendo lo dicho por Spinoza
“el amor no es sino la alegría, acompañada por la idea de una causa externa” (Spinoza, 1985)
si el amor es de este modo se sufrirá al no portar esa causa externa, al no obtener lo bueno, o
al ser imposible unificar todo lo creado. Se convierte en algo agobiante el no adquirir estas
cosas, pero parece ser deseo inextinguible para el hombre. En mi opinión ese sufrimiento que
se puede obtener no debe de ser fuerza promotora de un pensamiento longevo como es vivir.
El amor es una característica afanosa, a veces produce placidez, pero también lamentos,
confiar una vida llena de éste no es nada favorable, asimismo puede llegar a ser el
pensamiento más fuerte de aquellos que no saben qué es sentirse amados y amar, pero tanto
pensar en éste puede originar un odio pasivo que cubra la necesidad o la precocidad de amor.
El amor se halla en una balanza, puede y no puede ser el que nos de la respuesta a qué es lo
que nos lleva a pensar en una vida más extensa.

Propongo al desconocimiento como la figura que provoca un sosiego dentro del individuo,
cuando el hombre no conoce lo que sucede a su alrededor o lo que hay más allá de él procura
explicarlo, de algún modo eso es lo que ha hecho el hombre, a ajustado lo inexplicable a
términos capaces de ser entendidos de forma directa, ejemplo de ello puede ser el ideal
cristiano después de la muerte se encuentra la salvación solo si se ha actuado de forma
correcta o se encuentra la condena cuando se obra de mal manera, otro ejemplo puede ser el
ideal filosófico platónico, poder encontrar en un mundo metafísico las ideas en su estado
perfecto, poder tener una mayor comprensión de las proyecciones que hay en el mundo
material, y la creencia de la inmortalidad del alma.

Cuando desconocemos el fin último del ser, intentamos ocultar la preocupación de formas
más amenas, primero está la biblia, después tratados sobre el alma, poemas satisfactorios
sobre la eternidad, la vida no es fugaz, se convierte en desesperación cuando el hombre siente
que ha dejado escapar el tiempo y no ha logrado las metas que la sociedad le ha impuesto, el
hombre crea modos de vida para poder llenar el vacío de la inexistencia. La muerte se
convierte en la sorpresa de ver como olvidamos nuestro dolor, como la decadencia evita la
ilusión de una vida más longeva. Por ende no son los placeres, ni el amor, sino el desconocer
y no prepararse para entender ese desconocer, por eso se dice que el filosofar es un prepárese
para la muerte.

También podría gustarte